Capítulo VIII
Erick trató de salir de ahí, yendo al balcón del ventanal, pero Alejandro lo alcanzó a sujetar del brazo y ambos se desplomaron al vacío.
—¡Suéltame! — gritó el ojiazul e intentó golpearlo.
—He esperado toda mi vida por tenerte, ¡¿piensas que te soltaré tan fácil?! — preguntó con burla el rubio y lo abrazó por la espalda, evitando que pudiera liberar sus alas y volar.
—Entonces, ¡¿morirás conmigo?! — preguntó incrédulo el pelinegro.
Alejandro besó su mejilla y liberó sus alas, levantando el vuelo y llevándolo con él — te dije que también soy un dragón…
Cuando se elevaban, Erick consiguió soltarse del agarre, dándole otro golpe y en cuanto empezó a caer, pudo liberar sus alas, volando también; quería alejarse del rubio, pero el otro era rápido y le dio alcance de inmediato.
—No voy a dejarte ir tan fácil, me he propuesto que seas mío, Erick.
—¡No lo creo!
—Me agradan los retos, Erick — sonrió el ojiverde —, te aseguro que no vas a escapar de mí y entre más te resistas, más voy a querer poseerte.
El ojiazul se estremeció; el otro hablaba en serio.
Erick se detuvo en seco, dejándose caer en picada y Alejandro intentó seguirlo, pero se encontró con que el otro había empezado a tomar su forma completa de dragón negro.
—Así que quieres jugar, ¿eh? — el rubio sonrió de lado — bien…
Alejandro hizo lo mismo que Erick y de inmediato, cambió a su forma de dragón blanco platinado.
Ambos dragones empezaron lo que parecía una batalla de alientos, uno helado y el otro ardiendo, aunque realmente, debería ser considerado una forma de dialogar entre ellos; Erick quería hacerlo entrar en razón, para que lo dejara en paz, pero Alejandro estaba empecinado en no dejarlo ir y en medio de su disputa, sus alientos y poderes empezaron a causar estragos.
Tal era el estruendo, que los pobladores de Myrsky alcanzaban a verlos desde dónde estaban.
—¡Este es el fin del mundo! — gritaban aquellos que no traían capas negras y corrían de manera histérica, buscando refugio.
—¡Siléncienlos! — ordenó Julián y sus subordinados fueron a tratar de calmar a los pobladores.
—Ellos no saben que esto es el principio del fin, pero no del mundo… — sonrió la castaña, cruzándose de brazos.
—Si esa batalla llega hasta acá, estaremos en problemas — anunció Miguel.
—Preparen todo, por si necesitamos resguardarnos — ordenó Marisela con voz apacible.
Miguel se movió, mientras Julián observaba hacia el camino.
—Volverá — sonrió su amiga —, tranquilo…
~ • ~ • ~ • ~ • ~
Nota: Traté de hacer una verdadera batalla de dragones, pero me fue imposible, así que los terminé haciendo tiernos XD
Comment Form is loading comments...