Capítulo VIII
Siendo sábado, Rodrigo no trabajaba, pues sus días laborales en la disquera eran de lunes a viernes, así que podía enfocarse en su escuela sin problemas. A temprana hora, salió con Gabriel y ambos pasaron toda la mañana hasta casi las dos, en sus clases sabatinas; de ahí, fueron a comprar un colchón individual y pidieron que lo llevaran a la casa del pelinegro. Al regresar a su hogar ambos avanzaron a sus tareas y como formaban equipo en varias materias, su trabajo se les facilitó.
Antes de las seis de la tarde, Gabriel empezó a prepararse para salir; tenía que ir a su empleo a la tienda de conveniencia.
-Si gustas, te llevo – ofreció el pelinegro, sabiendo que el trabajo de su amigo era cerca de la casa de sus padres.
-No – negó – me dijiste que tu auto es de tu trabajo y mejor que no lo uses para cosas sin importancia, yo puedo ir en el transporte, además vuelvo hasta mañana por la mañana, así que no te preocupes…
-¿Sí sabes qué transporte tomar? – preguntó su amigo – si se te dificulta, mañana puedo ir por ti temprano…
-No te molestes – sonrió el castaño – sé que camiones usar, además tú tienes que ir a la escuela de inglés y yo salgo a las siete de la mañana, sé que puedo ir y volver sin problemas, tú no tienes que levantarte tan temprano…
-¿Tienes dinero para el transporte?
-Sí, tranquilo – sonrió – nos vemos mañana.
-Hasta mañana – sonrió el otro y lo despidió en la puerta de su hogar.
Rodrigo se quedó en su casa, empezando a acomodar y limpiar; su mamá y hermana habían ido al trabajo y él iría a recogerlas en la noche, por tanto, tenía todo el día para ayudar en las tareas del hogar y terminar su tarea del centro de idiomas.
* * *
Mateo estaba en su casa, por fin, después de dos días, su madre se había ido y él podía retomar su rutina, así que se estaba preparando para su meditación vespertina, cuando el sonido de su celular lo sorprendió; al ver la pantalla, sonrió, era Dimitry.
-Hola, Dima…
-“…Privyét, mílyi…” – la voz ansiosa del pelirrojo sonaba cariñosa al hablarle – “…¿cómo te sientes?...”
-Bien, gracias – respondió.
-“…Lamento no haber podido ir a visitarte temprano, ‘mílyi’, pero tuve una reunión imprevista con alguien importante…” – explicó.
-Está bien, sé que siempre tienes mucho trabajo – mencionó el ojiverde.
-“…Mílyi, ¿te gustaría salir hoy?, Misha quiere que vayamos a tomar algo…”
-¡Eso suena bien! – dijo con emoción – hace mucho que no salimos los tres juntos, creo que será divertido…
-“…De acuerdo…” – Mateo alcanzó a escuchar una voz al fondo, parecía la secretaria de Dimitry – “…le diré a Misha que pase por ti, yo los alcanzo allá…” – anunció – “…debo irme…”
-Está bien, gracias Dima…
-“…Da svidániya, mílyi…”
- Da svidániya, Dima – se despidió el ojiverde y ambos colgaron.
Mateo suspiró – tenemos meses que no salimos juntos – musitó y una sonrisa débil se dibujó en sus labios – quizá es lo que necesito, algo para dejar de sentirme mal – al bajar su celular, observó sobre su muñeca la pequeña pulsera que le había dado Rodrigo, pues a pesar de lo que había ocurrido, no se la había quitado más que para asearse y se la había vuelto a colocar.
“porque no me gusta verte triste y sé que los pandas te hacen feliz y si para que sonrías necesito darte uno, lo haré…” las palabras del universitario volvieron a su mente con rapidez, pero ahora ya no le hacían sentir del todo bien.
-Solo lo haces por tu trabajo – musitó y acarició la pequeña pieza de plata con sus dedos – solo es por tu trabajo… – repitió sintiendo que el enojo empezaba a hacerse presente – ¡¿por qué demonios tienes que hacerlo por tu trabajo y no por mí?! – dijo con ira – eres un imbécil, Rodrigo – gruñó y se quitó la pulsera – yo imaginando que al menos te gustaba un poco ¡pero no!, solo lo haces por tu estúpido empleo – lanzó el objeto sobre la mesa de la sala y dio unos pasos para alejarse, pero se detuvo y miró de soslayo la pulsera, respiró hondo y regresó, volviendo a recogerla – pero me tienes como un idiota tras de ti, porque realmente me gustas – se la colocó con molestia – y ya me estoy cansando de esta situación, el lunes, voy a poner en claro las cosas y sacar esta maldita frustración o ¡no voy a estar en paz! – sentenció yendo a su habitación, para cambiarse de ropa.
* * *
Como siempre, Mikhal pasó por Mateo a su departamento y lo llevó al bar con música en vivo al que habían ido con anterioridad.
-Este lugar me gustó – sonrió Mateo cuando tomó asiento.
-Lo sé – sentenció su amigo – por eso volvimos y quien sabe, igual esta vez si tienes suerte con el mesero o con alguien más…
-Misha, ya te dije que no quiero buscarme a alguien…
El mesero que los había atendido la primera vez, llegó con ellos.
-Buenas noches – sonrió y le dedicó una mirada dulce a castaño.
-Buenas noches – respondieron los dos, pero Mateo evitó la mirada del jovencito.
-Para empezar, tráeme un ruso negro – pidió Mikhail.
-Yo quiero un cóctel sin alcohol, ¿qué me recomiendas? – sonrió el ojiverde.
-Le puedo ofrecer una ‘margarita virgen’ – anunció el pelinegro.
-Sí, esa le queda – rió Mikhail.
Mateo lo fulminó con la mirada y negó – tráeme una – pidió para el mesero, quien se retiró para ir por la orden con rapidez – ese comentario no me agradó – reclamó para su amigo.
-Me imagino… – se burló el pelirrojo – pero me hubiera gustado que pidieras algo con alcohol…
-¿Por qué? – indagó el ojiverde.
-Porque quiero hablar seriamente contigo, aprovechando que Dima no ha llegado – su semblante se puso serio – y quizá lo necesites para aguantar el golpe.
-¿Qué ocurre? – mateo se asustó por la manera en que el pelirrojo lo miraba.
-¿En qué situación se encuentran tú y tu asistente? – preguntó directo al punto.
El castaño suspiró y desvió la mirada – no tengo ganas de hablar de eso – dijo con cansancio.
-Tú sabes que no tengo tanta paciencia, ni el tacto de Dima – aseguró el ojigris – así que, quiero la verdad, daragoi…
-Está bien – Mateo suspiró – el miércoles que salimos, se portó muy bien – comentó – incluso, me abrazó y me dijo cosas bonitas – sonrió con debilidad – puedo decir que me trató con cariño, pero yo no pude decirle nada, no me sentí con la confianza suficiente para hacerlo…
-¿Por qué? – presionó el otro – dijiste que buscarías la manera de decirle las cosas…
-Es que, no parece que él quiera algo conmigo como pareja y como aún no sé qué ocurre, simplemente no encontré el momento de hacerlo – explicó – solo me dijo que quería redimirse por lo que había ocurrido en diciembre – sonrió tristemente – si es solo por eso, supongo que me trata así por su amabilidad – se alzó de hombros – lo que significa que sigo en el mismo punto del principio, él es heterosexual y no quiero que se sienta presionado o piense que lo acoso si le digo que aún me gusta, ¿me explico?
El pelirrojo apretó los puños, su amigo dudaba por culpa de un mocoso y le tenía consideraciones sin darse cuenta que solo estaba jugando con él.
-Mateo, ese niño no es heterosexual – Mikhail casi deletreo la palabra.
El castaño frunció el ceño – ¿de qué hablas?
-Sabes que me gustan las cosas directas y sinceras, pero siempre me mantengo al margen cuando me lo piden… – explicó.
-Lo sé – aseguró su amigo, pero no entendía que tenía que ver eso con lo que le acababa de decir.
-Te dije que no me metería y que te dejaría hacer las cosas a tu ritmo – lo señaló con el índice – pero después de lo del jueves, no pude quedarme con las manos cruzadas.
-¿Qué cosa?
-Lo que ese escuincle dijo – Mikhail gruñó – ¿crees que no me di cuenta que te dolió?
Mateo pasó la mano por su cabello y suspiró – me imagino que sí, me conoces…
El mesero llegó, dejando las bebidas frente a ellos – gracias – dijeron ellos con frialdad y el jovencito se retiró con rapidez.
-Sí, te conozco – sentenció el pelirrojo y dio un gran trago a su bebida – y es momento de poner las cosas claras, ‘daragoi’ – anunció.
-¿Sobre qué?
-Tu querido asistente te mintió – espetó con molestia.
-¿Qué? – el castaño puso un gesto confundido.
-Te mintió y tú creíste en su palabra, solo porque te gusta – dijo Mikhail antes de terminar su bebida casi de golpe.
-¿Cómo podría mentirme? – el ojiverde sonrió de lado, escéptico.
Mikhail gruñó, sacó su celular y buscó una de las fotos que había recibido; la imagen de Rodrigo abrazando a otro chico. Sin dudar, colocó el aparato en la mesa y se la enseñó a su amigo; Mateo sujetó el dispositivo y observó la imagen; sus ojos se abrieron con sorpresa y sintió que el mundo se le venía encima.
-Lo mandé investigar – explicó el pelirrojo – lo iba a hacer desde que hablamos cuando volví, pero me detuve porque tu dijiste que arreglarías la situación, pero después del jueves, no podías pensar que me iba a quedar con los brazos cruzados, ¿o sí?
Mateo tenía el rostro serio mientras movía los dedos sobre la pantalla, viendo las demás fotos.
-Esas son fotos de ayer viernes, el chico al que estaba abrazando, está quedándose en su casa – dijo con ira contenida – no quería decírtelo pero no me gusta mentirte, ‘daragoi’ – se disculpó – tienes a ese niño en un concepto que no es el correcto y por ello no puedes superarlo.
El corazón de Mateo se oprimió cuando volvió a ver la imagen de Rodrigo, abrazando al otro jovencito, un abrazo más cariñoso y posiblemente completamente diferente al que le dio a él; devolvió el celular, se puso de pie y sin decir nada, se alejó de ahí, sin esperar a que su amigo reaccionara.
-¡Maldita sea!
Mikhail trató de seguirlo y en el camino, le dio varios billetes de alta denominación al mesero que los estaba atendiendo, para pagar el consumo; eran mucho más de lo que debía pagar, pero no le importó, solo quería alcanzar a Mateo.
* * *
Mateo llegó al estacionamiento, pero no podía salir de ahí; Mikhail lo había llevado y no se sentía bien como para volver a su casa solo. Se sentó en el piso, al lado del automóvil del pelirrojo y hundió el rostro en sus rodillas; estaba tan molesto y decepcionado, tenía ganas de llorar, pero contuvo el llanto.
“No… me gustan las chicas…” recordó las palabras que Rodrigo le había dicho en diciembre y luego, lo que dijo el jueves en el departamento “…es mi trabajo hacerlo…”
-No… – dijo con voz cansada – la verdad… yo soy el que no te gusta – musitó sintiendo que su pecho le dolía – y tienes que quedarte a mi lado, porque es tu trabajo – sentenció con ira.
-¡Mateo! – Mikhail había llegado ahí y lo encontró en el piso, así que pensó lo peor – ¡Demonios! ‘daragói’, ¡no vuelvas a hacerme esto! – reclamó y lo sujetó de los brazos para incorporarlo con suma facilidad – no llores – dijo al ver que el otro no levantaba el rostro e intentó abrazarlo.
-¡No estoy llorando! – espetó el castaño empujándolo y con su mano, hizo los mechones de su cabello hacia atrás, levantando el rostro con altivez – quiero ir a casa…
El pelirrojo suspiró – no voy a dejarte solo, sé que llorarás.
-Ya le lloré suficiente en navidad – gruñó – solo quiero ir a casa a descansar – “y pensar…”, terminó en su mente, porque realmente se sentía mal y no sabía cómo reaccionar.
-Mateo, no puedes derrumbarte solo porque un mocoso no te hace caso, te lo dije la otra ocasión, hay muchos peces en el mar…
-¡Pero yo quiero a ese pez! – soltó con ira.
-¡Entonces tómalo! – repitió su amigo – deja de darle vueltas y tómalo, ¡maldita sea!
-No es tan fácil – negó – quiero que me quieran por decisión propia, no por obligación – acotó el castaño – ¿acaso no lo entiendes?
-Sí, lo entiendo, pero si ese idiota no te aprecia, ¡mándalo al diablo! – Mikhail estaba completamente enojado – ¡no seas estúpido! ¿O qué? ¿Piensas seguirle rogando?
-¡No! – negó – pero… necesito pensar…
-¿Pensar? ¿Qué vas a pensar?
-En lo que voy a hacer, Misha, no es tan simple…
-Tú y Dima se complican – gruñó el pelirrojo – debí hacerle caso y no decirte sobre las fotos, hasta después de encarar a tu estúpido asistente en persona…
-¡¿Dima?! – el rostro de Mateo mostró la sorpresa – ¡¿Dima sabe sobre esto?!
-Sí – asintió el pelirrojo.
-¿Le dijiste que soy gay? – preguntó con molestia.
-¡No! No, bueno… no exactamente…
-¡Misha! – las manos del castaño sujetaron por el frente de la camiseta a su amigo – ¿qué le dijiste? – preguntó entre dientes
El ojigris suspiró, esa acción no le suponía ningún problema, pues podía liberarse con facilidad, pero era Mateo quien lo sujetaba y no se atrevía a hacerle daño – solo le comenté que tenías otra preferencia y que tenías cierta situación con tu asistente – explicó – no le di muchos detalles – mintió – pero me recomendó que no te comentara lo que había averiguado…
-Así que, le dijiste a Dimitry que soy gay y que estoy enamorado de mi asistente, a quien mandaste investigar y te enteraste que tiene pareja, ¿es eso? – gruñó – ¡Eres un idiota! ¡Confié en ti, Misha! – reclamó – ¡¿por qué vas y lo cuentas a otros?!
-Pero, Dima no va a decir nada – aseguró el pelirrojo – él también te aprecia y más de lo que te imaginas…
Mateo soltó a Mikhail y pasó la mano por su cabello, estrujando los mechones castaños. Ese no era el problema, sabía que Dimitry lo apreciaba y no diría nada malo; el problema era que se avergonzaba de que el otro supiera que era gay, porque era su primer amor y no sabía con qué cara iba a verlo ahora.
Mientras el castaño se debatía con sus demonios internos, su amigo sacó su celular, marcando a su hermano.
-Dima…
Al escuchar el nombre del ojiazul, Mateo pareció reaccionar – espera… – su voz apenas se escuchó y Mikhail detuvo sus palabras – vamos al bar – pidió – no tiene caso que siga sufriendo por un niño que nunca me va a hacer caso, ¿cierto? – sonrió.
Mikhail levantó una ceja, no estaba seguro de las palabras del otro, pero había decidido apoyarlo en todo, así que, lo haría.
-No nada – dijo para el auricular – ¿dónde estás? – indagó – sí, entonces te esperamos en el bar…
Cuando Mikhail colgó el castaño lo miró de reojo – ¿sabes…? Tal vez fue mejor que se lo dijeras – sonrió y metió las manos en los bolsillos de su pantalón, caminando de regreso hacia el edificio.
-¿Por qué? – preguntó el pelirrojo.
-Porque sí…
* * *
Mateo y Mikhail estaban en su mesa; el pelirrojo, tenía una botella de vodka a un lado a punto de terminarse y el castaño bebía su tercer vaso de ese mismo licor, cuando Dimitry llegó.
-Buenas noches – saludó y sonrió.
Su hermano se puso de pie y lo abrazó – Dima – rió – llegas tarde, ¿qué pasó?
-Tuve una segunda reunión con alguien… – dijo con seriedad – la otra semana necesito que te pongas a trabajar en los planos de los hoteles – ordenó con frialdad.
-No te preocupes, ya sé cuáles son sus necesidades – sonrió el ojigris y tomó asiento.
-Hola, ‘mílyi’ – el ojiazul suavizó su semblante y sonrió con dulzura para Mateo, quien, como siempre que bebía, aunque fuera un poco de alcohol, tenía las mejillas rojas – ¿tú, bebiendo? – preguntó con curiosidad y se inclinó para besarle una mejilla a modo de saludo – ¿Qué celebramos?
-Celebramos que ¡todos saben que soy gay! – dijo el ojiverde con algo de burla – oh, perdón, me equivoqué, aun no todos, pero seguramente pronto todo el mundo lo sabrá – sentenció, mirando con reproche a Mikhail.
El recién llegado buscó la mirada de su hermano, en una pregunta muda.
-Se enojó porque te dije que era gay – respondió el ojigris bebiendo un sorbo del vodka que tenía en su vaso.
Las miradas de los pelirrojos se cruzaron y Dimitry fulminó a su hermano con la suya; él quería hablar con Mateo, para explicarle lo que sentía, antes de decirle que sabía que era gay y ahora el otro había apresurado la situación.
-No te enojes, ‘mílyi’ – el ojiazul estiró la mano y le acarició la barbilla al castaño – no diré nada – le guiñó un ojo – lo prometo.
-Ese no es el problema… – Mateo alejó el rostro de un movimiento rápido y dio un sorbo a su vaso, hizo un gesto de desagrado, pues realmente no le gustaba el vodka solo, pero estaba tan enojado que no le interesaba – es por otra cosa…
El ojiazul suspiró y tomó asiento sin decir nada más, bien sabía que cuando Mateo estaba molesto, era mejor dejarlo en paz, hasta que se le pasara. El ojiverde siguió escuchando la música, que realmente no era de sus favoritas, pero prefería perderse en ello, antes que tener que entablar conversación.
Al principio, pensó que podía acercarse a Dimitry esa noche, quizá, contarle algunas cosas, pero después de pensarlo un poco, se dio cuenta que eso solo le afectaría a la larga, pues obviamente el otro no lo comprendería y además, en ese momento, ya no era la persona que le interesaba para un verdadero acercamiento.
Minutos después, Mikhail se alejó porque iba a realizar una llamada telefónica, así que su hermano aprovechó para hablar con el castaño.
-¿Qué sucede, ‘mílyi’? – preguntó con preocupación, pues Mateo se había servido más de vodka, de la nueva botella que les habían llevado por petición de los rusos – es la primera vez que te veo beber tanto, te puede hacer daño.
-Siempre he escuchado que las penas se olvidan con alcohol, así que, quiero intentarlo – respondió sin mucho ánimo.
-¿Quieres contarme, qué sucede? – indagó el de barba.
-¿Acaso no lo sabes ya? – dijo sarcástico el castaño – seguramente Misha te dijo más que solo ‘Mateo es gay’, o ¿me equivoco? Como si no supiera que se tienen mucha confianza, no por nada más que hermanos, son los mejores amigos – soltó con molestia.
-Misha me dijo solo lo que debía saber – sonrió el mayor y jugó con su vaso antes de dar un gran trago a su bebida.
Mateo suspiró, se estaba portando mal con Dimitry y no tenía ningún motivo para ello, así que debía comportarse – lo lamento… – pasó la mano por su cabello – tengo, ‘mal de amores’, aunado a una decepción – su voz sonaba cansada – y posiblemente el desespero y la bebida me están haciendo actuar indebidamente…
-El amor es complicado, pero las decepciones se superan – aseguró el de barba – solo es cuestión de tiempo – dijo conciliador, sujetando la mano del otro con ternura.
Mateo observó la mano de Dimitry y rió – ¿sabes? – buscó la mirada azul – hace años, me sentía tan emocionado que me tocaras y ahora, por culpa de Rodrigo, ya no siento absolutamente nada.
El pelirrojo parpadeó sorprendido, esa confesión lo había tomado desprevenido, pero posiblemente era el alcohol hablando, aunque conocía bien el dicho de que ‘los niños y los borrachos, siempre dicen la verdad’, así que eso le hacía dudar.
-¿De qué hablas? – preguntó con precaución.
-¿Sabes por qué me enojé de que Misha te dijera que soy gay? – Mateo ladeo el rostro y sonrió con sarcasmo – porque fuiste mi primer amor, Dima – confesó con calma y sin darle mucha importancia – durante años soñé contigo, esperando que sucediera un milagro y que te fijaras en mí, pero imaginaba que era algo imposible – negó – tú eras tan amable, tan dulce, tan cariñoso, pero me tratabas como a Misha y a Anya, y sabía que lo que sentías por mí era un cariño de hermanos, por eso, decidí darme otra oportunidad, sin saber que las cosas no iban a resultar bien…
Dimitry lo observaba con seriedad, pero su respiración se había empezado a descompasar ante esa declaración.
-Ahora estoy igual – prosiguió el castaño – sufriendo por alguien a quien no le intereso – cerró los parpados, sonrió cansado y negó – todo porque me he enamorado de un niño, a quien le di un empleo para que se quedara a mi lado por obligación – rió de manera forzada – porque es lo único que puedo obtener de él… – respiró profundamente – al menos de ti, tengo un cariño de hermanos, ¿cierto? Me lo dijiste muchas veces, soy como otro hermano para ti – su voz tenía un tinte triste – soy tan patético en cuestiones del amor que debería rendirme, buscarme una mujer, tener un hijo, divorciarme y enfocarme en mi heredero… eso sería lo único que…
Los dedos de Dimitry se posaron en los labios del castaño, obligándolo a callar. Mateo buscó la mirada azul, pero se dio cuenta que el otro tenía el rostro hacia abajo; un poco de lucidez hizo que el castaño se sintiera culpable, había hablado de más y había hecho sentir mal a uno de sus mejores amigos.
-Lo siento… – pasó la mano por su cabeza – estoy ebrio… – se excusó – no me hagas caso yo…
-¿Por qué no lo dijiste antes? – la voz del pelirrojo apenas se escuchó.
-¿Qué cosa?
-Que yo te gustaba… – Dimitry levantó el rostro y buscó la mirada verde – ¿por qué esperaste tanto para decirlo, ‘mílyi’? – preguntó con seriedad.
-¿Para qué iba a decirte algo así? – indagó el ojiverde – siempre imaginaba el peor escenario, creyendo que te burlarías que un chico como yo, te dijera que me gustabas o en el peor de los casos, me hubieses rechazado de una manera caballerosa y después, no solo tú, sino hasta Misha se alejarían de mi…
-¿Cómo estás tan seguro que iba a rechazarte?
Mateo parpadeó sorprendido, sus labios se abrieron para decir algo, pero nada salió de su boca, pues no podía articular palabra. La sonrisa de Dimitry, enmarcada por su barba perfecta, denotaba una dulzura irreal y sus ojos azules lo miraban de una forma que no podía comprender.
-Yo…
-Volví… – Mikhail interrumpió la plática.
Dimitry se alejó un poco de Mateo, cuando su hermano tomó asiento.
-Trajiste a Mateo en tu auto, ¿cierto? – preguntó el mayor, antes de beber el resto del vodka que le quedaba en su vaso, de un solo trago.
-Sí – asintió el ojigris – ¿por qué?
-Voy a llevarlo a su departamento – anunció el de barba – ya se encuentra indispuesto y ambos sabemos que él no puede beber mucho.
Mikhail observó a su amigo y notó que parecía ausente, más no se imaginaba la verdadera razón – yo lo llevo – dijo con calma.
-No – Dimitry negó – yo lo llevo, porque quiero hablar con él…
Su hermano entrecerró los ojos y luego levantó una ceja. Mikhail sabía perfectamente lo que Dimitry sentía por Mateo y por ello, él mismo había ‘movido los hilos’ para que se diera un acercamiento entre ambos, pensado que sería una oportunidad y que el castaño olvidara de una vez a su ‘asistente’; pero sabía que su amigo no estaba en condiciones de hablar, como su hermano le decía.
-Está bien, pero… vyedí syebyá harashó, brat.
El mayor puso un gesto de absoluta seriedad, se puso de pie y se inclinó hasta Mikhail, ejerciendo presión en el hombro de su hermano – jamás le haría daño a Mateo – sentenció en un susurro – lo sabes muy bien…
El ojigris sonrió de lado, lo sabía, pero no estaba de más decirle que se portara bien, después de todo, su amigo estaba ebrio y con lo que pasó en navidad, sabía que Mateo decía y hacía cosas estúpidas en ese estado.
-Vamos, ‘mílyi’ – Dimitry sujetó el brazo del castaño – yo te llevaré a casa, ya no debes beber más o mañana tendrás una resaca que no te dejará en paz.
-Nos vemos después, Misha – se despidió el ojiverde con algo de pesadez en su voz.
-Cuídate, ‘daragói’.
Mateo intentó ponerse de pie, pero parecía mareado, así que Dimitry lo abrazó, pasando el brazo por la espalda del castaño y haciendo que se recargara en su hombro; parecían una pareja que se retiraba del lugar, después de pasar un rato ameno y terminarían disfrutando en un lugar más íntimo.
Cuando sus compañeros se fueron, Mikhail se quedó un poco más en el bar, envió algunos mensajes de texto y después, pagó lo que se había consumido para ir a su departamento, debía pensar lo que haría el día siguiente.
* * *
La puerta del departamento se abrió y Dimitry ayudó a Mateo a ingresar. El castaño se había puesto peor cuando iban en el camino, pues al sentir el aire fresco de la noche, los efectos del alcohol se presentaron con mayor intensidad, tanto, que el pelirrojo tuvo que levantarlo en brazos, del auto al primer elevador del edificio dónde vivia, para evitar que caminara tambaleándose, temeroso de que pudiera caer. Cuando subieron por el panorámico, parecía un poco más estable al estar de pie, por ello, volvió a dejar caminar, pero lo iba cuidando
-Espera, te llevaré a tu habitación – anunció el de barba a permitirle el paso al pent-house.
-N… no… puedo solo… – el menor negó, pero su cuerpo se movió hacia un lado, parecía que caería, de no ser por la mano del otro, que lo sujetó con rapidez del brazo.
-¿Poder? ‘Mílyi’ estás muy ebrio, no puedes pensar que voy a dejarte caminar sin mi supervisión…
-Dima… – el ojiverde sonrió – no va a pasar… nada… – se soltó del agarre con un movimiento rápido y sin darle tiempo a su amigo de reaccionar, porque estaba cerrando la puerta, intentó caminar, cayendo sobre la duela y empezando a reír divertido, girando para quedar boca arriba.
-¡Mateo! – el ojiazul se inclinó hasta el menor para ayudarle – no puedes andar solo, ‘mílyi’, así que te llevaré a tu habitación – sentenció y lo levantó en brazos – es mi última palabra.
Dimitry conocía el departamento de Mateo como la palma de su mano, pues algunas veces, junto con Mikhail, habían dormido ahí, así que caminó con familiaridad aún sin encender las luces, llevando al menor a su alcoba. El ojiverde se removía molesto, pues estaba empeñado en que podía hacer las cosas por sí mismo, sin necesidad de ayuda, pero le fue imposible soltarse en esa ocasión.
El pelirrojo dejó su preciada carga sobre la cama con sumo cuidado y se sentó a su lado – necesitas dormir – su voz sonó seria.
-Nyet… – negó el castaño intentando incorporarse.
El mayor sonrió, Mateo conocía algunas palabras en ruso y el ‘no’, fue una de las primeras que aprendió.
-‘Mílyi’, tienes que dormir – movió la mano y lo sujetó del hombro, obligándolo a que se recostara completamente.
-No quiero, Dima – negó el menor con debilidad, pero su cuerpo empezó a relajarse y sus parpados se cerraron con pesadez.
El pelirrojo movió la mano, acariciando el cabello castaño con suavidad, tratando de confortarlo y con ello, consiguió que Mateo no pudiera objetar más, cayendo rápidamente en un sueño profundo.
-Realmente quería hablar contigo – musitó el mayor – pero es mejor hacerlo cuando estés sobrio – se inclinó y besó la mejilla de Mateo – descansa ‘mílyi’.
El castaño suspiró, haciendo un mohín por las cosquillas que la barba del otro le provocaron en medio de la inconsciencia y con debilidad, un nombre escapó de sus labios – Rodrigo…
Dimitry tensó los músculos de su cuerpo, ladeó el rostro y apretó la mandíbula, rechinando los dientes; le había dolido escuchar el nombre de otro en ese preciso momento, pero entendía que había sido su culpa, pues por respeto, jamás le había insinuado nada a Mateo y quizá era demasiado tarde. Aún y cuando el ojiverde le había confesado que antes sentía algo por él, eso no significaba nada, menos al saber que suspiraba por alguien más en ese momento.
-Está bien – sonrió y se incorporó – tal vez ahora otro ocupe el lugar que no sabía, yo tenía antes en tu corazón, pero me esforzaré por obtenerlo de nuevo.
El ojiazul se puso de pie y se movió con rapidez, quitándole los zapatos a Mateo, los calcetines y el cinto del pantalón; no lo desnudó, pues la ropa que el castaño portaba era casual y podía dormir cómodamente con ella y además, él no se atrevería a tocarlo más. Después lo acomodó en la cama, al lado del enorme panda que tenía sobre ella, sin saber que ese oso se lo había regalado Rodrigo.
-Hasta mañana, ‘mílyi’ – se despidió, dándole otro beso en la frente.
Dimitry hubiese querido pasar la noche en el departamento del ojiverde, pero no lo consideró prudente; era mejor dejarlo descansar y hablar con él al día siguiente, cuando estuviera más calmado y en sus cinco sentidos. Con esa idea en mente, salió del departamento de Mateo.
En el camino a su hogar, sacó su celular, colocó el ‘manos libres’ y le marcó a Mikhail.
-¿Ocupado? – indagó, aunque había empezado a hablar en ruso, pues era la manera más cómoda para él al entablar conversación con su hermano menor.
-“No…” – respondió el otro en ruso también, pues siendo una plática seria, era algo común usar ese idioma – “…solo estoy analizando lo que haré mañana…”
-Quiero saber todo de ese niño – gruñó el ojiazul, refiriéndose a Rodrigo – especialmente lo de su supuesto novio.
-“Mañana iré a buscar al otro chico, para obtener más información…”
-Quisiera hacerlo yo – Dimitry mantenía la mirada en el camino, a pesar de que era tarde, aún había mucho tráfico.
-“Será muy temprano, ¿estás seguro? ¿Ya hablaste con Mateo?...”
El mayor suspiró, desde que Mikhail le había dicho que el ojiverde era gay, le aseguró que le confesaría lo que había callado durante años, pero no lo había podido hacer, porque no quería apresurar las cosas.
-No, no he hablado con él, pero creo que puedo hacerlo en el transcurso del día, cuando esté sobrio y pueda recordar exactamente lo que le diga – dijo con seriedad – con respecto a lo otro, yo tengo más paciencia que tú al hablar con otras personas y con los ‘arranques’ que tienes, puedes asustar al niño…
-“Si tú lo dices… está bien, en un momento te envío lo que sé de ese bastardo y el lugar para ver a su noviecito…”
-Lo espero…
Después de eso, ambos hermanos colgaron sin siquiera despedirse.
Dimitry suspiró, no imaginaba que Mateo se hubiese interesado en un idiota, pero después de todo lo que le había contado Mikhail, aparte de lo que había ocurrido el jueves no tenía una buena impresión del jovencito.
- - - -
*Privyét, (Приве́т) es ‘hola’ se usa con amigos o niños, personas a las que tratamos con famililaridad o de ‘tu’.
*Mílyi (милый) es otra manera de decirle ‘cariño’ a un varón, se lee ‘Míly’ (en inglés, puede ser traducido como ‘cute’, darling’, ‘sweet’, ‘honey’, e incluso ‘lovely’).
*Da svidániya (До свида́ния) significa ‘hasta la vista’ y se usa con cualquier persona.
*Vyedí syebyá harashó, brat (Веди себя́ хорошо, брат.) se traduce en ‘pórtate bien, hermano’.
*Nyet (нет) significa ‘no’.
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