Capítulo IV
El sábado en la tarde, Mateo estaba en su departamento, en el área de meditación, con la música oriental a un volumen bajo, relajándose no solo con ella, sino con el sonido de la pequeña fuente que estaba tras él, mientras hacía algunos ejercicios de estiramiento, para empezar su rutina de yoga.
El timbre de su departamento sonó; hizo un mohín y trató de fingir que no lo había escuchado, pues detestaba interrumpir sus momentos de meditación.
-¡Mateo! – el grito de Mikhail lo sacó de concentración, a pesar de que estaba bastante lejos de la puerta, lo alcanzó a escuchar – ¡no me hagas tirar esta puerta también!
El castaño se puso de pie y corrió hacia la entrada – ¡ya voy! – dijo en voz alta, pues lo que menos quería era que su amigo cumpliera su amenaza.
Al abrir la puerta, el pelirrojo le sonrió, andaba vestido con ropa casual – hora de irnos ‘daragói’.
-¿A dónde? – preguntó el otro confundido.
-Te dije que saldríamos a divertirnos y eso haremos, ve a vestirte – ordenó.
-Misha, estoy en mi rutina de yoga vespertina – levantó una ceja – no puedo acompañarte.
-Oh, ¡sí lo harás! – sentenció el ojigris entrando al departamento – así tenga que vestirte yo mismo, hoy vamos a salir a que busques un chico atractivo para ti y que pases una noche agradable, conociéndolo o haciendo algo más interesante…
-¡Misha!
-¡Mateo! – dijo el otro en el mismo tono que había usado su amigo – anda, no repliques y ve a arreglarte – le guiñó un ojo – porque esta noche voy a secuestrarte.
El castaño suspiró, pero nunca podía negarse a las ocurrencias del pelirrijo, así que terminó aceptando – de acuerdo – accedió – pero necesito unos veinte minutos.
-Tomate media hora – rió el otro – a dónde iremos, es mejor que no sea tan temprano.
Mientras el ojiverde iba a arreglarse, Mikhail se sentó en la sala, esperando con paciencia, pero con el celular en mano, entreteniéndose en sus asuntos mientras esperaba.
* * *
Mikhail llevó a Mateo a un bar con música en vivo; había muchas personas, jóvenes de ambos sexos y los meseros eran atentos, especialmente uno de ellos, quien los atendía desde que tomaron asiento en una mesa.
-¿Por qué vinimos aquí? – preguntó el castaño.
-Bueno… – el pelirrojo sonrió – te dije que te llevaría a conocer a chicos lindos y como sé más o menos lo que podría gustarte, por tu querido ‘asistente’ – arrastró la palabra con desprecio – decidí que era el mejor lugar.
-¿Qué quieres decir?
-Pues… que no te vas a ir de aquí sin una pareja para pasar la noche…
-¡Misha! – Mateo frunció el ceño y giró el rostro ofendido – no estoy buscando diversión de una noche – dijo con molestia – quiero algo serio…
-Pero por algo se empieza, ‘daragói’.
-Aquí están sus bebidas – anunció el jovencito de cabello negro y grandes ojos color miel, que era su mesero – ¿algo más en lo que pueda servirles? – preguntó cordial.
-Por ahora solo dale a mi amigo tu número de celular y después te habla – rió el pelirrojo.
El mesero se sorprendió, pero sus mejillas se tiñeron de rojo al ver al castaño, mientras Mateo ponía cara de susto.
-No le hagas caso – dijo el ojiverde con voz temblorosa – es una broma…
-S… sí – el chico rió débilmente – con… con permiso…
-¿Por qué lo dejas escapar? – preguntó su amigo con algo de interés – ¿no es tu tipo?
-No voy a agarrar a cualquier jovencito para tener una noche de aventura – siseó el otro – no sé en qué estabas pensando, ¡pero esto es una tontería!
-Entiendo, lo que pasa es que tú quieres a tú asistente, ¿cierto? – dio un trago a su vaso con vodka y sonrió – puedo conseguírtelo, puedo hacer que lo tengas en tu cama, atado y a tu merced esta misma noche, solo dame una señal y… – chasqueó sus dedos – lo hago.
-Me estoy arrepintiendo de haberte contado mi situación, Misha, esto no es un juego.
-¿Quién lo está mirando como un juego? – preguntó el pelirrojo – estoy hablando muy en serio – su voz fría sorprendió a Mateo – si lo que necesitas es tenerlo para que se te quite ese capricho, entonces tómalo, apuesto que después podrás olvidarlo con facilidad.
El castaño pasó saliva; su corazón se aceleró, por un instante casi dijo “de acuerdo, lo haré mío y haré que se vuelva completamente adicto a mí, tanto que no podrá olvidarme, igual que yo no puedo olvidarlo a él…”, pero pudo controlar esa ansia y deseo de aceptar esa proposición tan descabellada, aunque en el fondo, sentía que sería la mejor locura que a Mikhal se le hubiese ocurrido. Realmente no quería que Rodrigo fuese obligado a estar con él, quería que fuera porque lo deseaba, pero eso era un imposible.
-Solo… solo déjame superar esto a mi manera – musitó dando un sorbo a su bebida preparada, debatiéndose entre ceder a lo que su amigo le proponía o seguir actuando de acuerdo a sus principios.
-No lo harás – negó el otro y su mirada gris se posó en el rostro de su amigo – te conozco ‘daragói’ – lo señaló con su índice – no lo vas a superar porque tienes miedo de alejarlo…
-¿Qué quieres que haga entonces? – indagó con sarcasmo – ¿que lo obligue aprovechándome de mi posición como su jefe?, no me rebajaría a algo así.
-No, tú no te atreverías a obligarlo, pero yo sí – rió.
-¡Misha! – las mejillas del castaño ardieron con rapidez.
-De acuerdo, de acuerdo – el pelirrojo suspiró – pero sé que te gustaría intentarlo, ¿cierto?
-Bueno, soy un hombre – soltó con obviedad – obvio que tengo interés, ansias y uno que otro deseo malsano con él…
-No me dirás que no lo desvistes con la mirada cada que está frente a ti…
-¿Cómo lo sabes? – la voz de Mateo se escuchó con un tinte de miedo, se asustó al darse cuenta que su amigo sabía lo que pensaba.
-Es lo que yo hago con las mujeres que me gustan, ‘daragói’ – el ojigris levantó una ceja – y como dijiste, sigues siendo un hombre, no somos tan distintos, pero hay una diferencia…
-¿Cuál?
-Yo sí me atrevo y me arriesgo, aunque sé que debo afrontar las consecuencias tarde o temprano – aceptó – no me importa, prefiero eso a quedarme con la incertidumbre de lo que pudo o no pudo pasar…
-Y, ¿si me rechaza de nuevo? – los ojos verdes de Mateo observaron su bebida con algo de melancolía, recordando lo que había ocurrido en diciembre.
-Lo mandas al diablo de una vez – Mikhail se alzó de hombros – te buscas a alguien más y ¡listo! Asunto arreglado…
-Que fácil…
-No seas sarcástico conmigo, ‘daragói’ – entrecerró los ojos molesto – hay muchos peces en el agua y ahorita mismo no quieres buscar a otro, solo tienes ojos para ese niño, siendo fiel como un caballito de mar y créeme, no te voy a dejar morir por alguien que ni siquiera ha sido tu pareja real…
-¡Deja de meter el dedo en la llaga! – Mateo bebió un poco de su coctel y dejó el vaso con un golpe en la mesa – yo sé que debería buscarme a alguien más, pero ¿qué hago? ¡Me gusta!
-Entonces, ve, somételo, ponlo contra tu escritorio y ¡tómalo!
El ojiverde suspiró, quizá su amigo tenía razón, aunque sabía que había una barrera imposible de superar – pero es heterosexual – dijo con cansancio – es un caso perdido…
-¿Seguro? ¿Por qué no le preguntas si es o no gay, directamente?
-Misha, Rodrigo no es gay, me lo dijo en diciembre…
-Eso fue el año pasado – Mikhail le restó importancia, como si hubiese sido mucho tiempo atrás – a lo mejor cambió de opinión – el pelirrojo acarició la mano de su amigo con cariño – está contigo y seguramente se dio cuenta que le agradas ya, vamos ‘daragói’, no tengas miedo, anímate, y si te dice que no, entonces lo dejas por la paz y aceptas buscar a otro que no te haga sufrir tanto, ¿qué dices?
Mateo suspiró, movió la pajilla de su coctel y entornó los ojos mientras recargaba el rostro en el dorso de su mano; analizaba la situación y las palabras de su amigo, quizá debía poner un poco más de esfuerzo y como decía Mikhail, en caso de que lo volvieran a rechazar, olvidarse de una vez, como había hecho con su primer amor platónico, aunque éste jamás supo que se interesaba en él.
-Lo intentaré – dijo con poca seguridad – buscaré el momento, volveré a hablar con él y si de ‘plano’ no puedo conseguir nada, pondré un fin a todo esto y te permitiré que me ayudes a buscar una nueva ‘obsesión’…
-¡Así se habla! – el ojigris bebió de un solo golpe todo su vaso de vodka – y si necesitas ayuda con él ‘escuincle’, solo dime y te lo envuelvo para regalo – le guiñó.
El ojiverde rió, realmente la idea de tener a Rodrigo ‘envuelto para regalo’ y a su merced no sonaba mal, pero no quería que las cosas fueran de esa manera, por ello, quizá debía empezar a resignarse a no poder estar con él.
* * *
El domingo por la tarde Rodrigo estaba en su casa junto a Gabriel, su compañero de la escuela; estaban realizando un trabajo en equipo que debían entregar al siguiente día, así que no tenían mucho tiempo. Pero la mente del pelinegro no estaba del todo en su tarea, ya que solo podía pensar en su jefe, pero, aunque sonreía tontamente, esa misma emoción desaparecía al pensar en la amistad que el otro tenía con el pelirrojo que lo había ido a buscar el viernes.
-¿Estás bien? – la voz de Gabriel, sacó de su ensimismamiento a Rodrigo.
A pesar de que el jovencito de lentes era menor que Rodrigo, era más serio y siempre se centraba en la escuela, olvidándose de su alrededor, pero como el otro era su único compañero y amigo, notaba cuando estaba diferente de lo normal y en ese momento estaba demasiado extraño.
-Ah, sí… claro… – sonrió nerviosamente el pelinegro, evadiendo la mirada aceitunada.
-Bueno… – se alzó de hombros y prosiguió con su trabajo; respetaba la vida y el espacio de lo demás y si su amigo no deseaba hablar, no iba a presionarlo.
Rodrigo se mordió el labio, movió el lapicero a todos lados y observó alrededor, como si temiera que alguien estuviera cerca, aunque sabía que su madre estaba trabajando y su hermana había salido con una de sus amigas.
-Gaby…
-¿Sí? – dijo el castaño, sin apartar la mirada de lo que estaba calculando.
-¿Puedo preguntar…? tú… ¿tú tienes novia?
Gabriel dejó de escribir, levantó el rostro y miró de soslayo a su amigo, con algo de extrañeza – no – negó – ¿por qué me preguntas?
-Es que, necesito ayuda con alguien – respondió el pelinegro con vergüenza.
-¿Qué clase de ayuda? – indagó con algo de precaución.
-Lo que pasa es que, me gusta alguien del trabajo…
El castaño pareció respirar aliviado y luego sonrió amistoso – y, ¿cuál es el problema?
-Pues, es mayor que yo, es bastante popular y aunque en diciembre me dijo que yo le gustaba, ahora parece que ya se encontró a alguien más y…
-Te entraron celos, porque ahora es alguien que ya tiene un ‘peor es nada’, con el cual puede olvidarte y por eso, ahora sí quieres algo con ella, ¿cierto?
“Ella…”, Rodrigo pasó saliva, Gabriel pensaba que hablaba de una chica y no sabía si sacarlo de su error o no, así que, decidió no hacerlo por el momento.
-No exactamente… – negó – realmente, desde que volví al trabajo, el dos de enero, he querido acercarme, tener una oportunidad y bueno, la obtuve, pero… no he dado el paso – confesó – es que, a última hora me da miedo que me rechace.
-¿Por qué te rechazaría? – Gabriel acomodó los lentes en el puente de su nariz – me estás diciendo que ella te dijo que le gustabas – sonrió – seguramente le sigues gustando, aunque sea un poquito – se alzó de hombros – solo tienes que ser sincero y decírselo.
-¿Te le has declarado a alguien?
El castaño se puso blanco, sus labios se abrieron y parecía tratar de decir algo, pero solo respiró profundamente – no – negó – no hay una persona adecuada para mí.
-¿Por qué no? – el pelinegro levantó una ceja, confundido.
-Bueno, es un poco complicado de explicar – negó el menor – por ahora, enfoquémonos en tu problema – lo señaló con el lápiz – este miércoles es catorce de febrero, ¿por qué no aprovechas y le regalas algo?
-Ya lo había pensado – asintió – pero no sé qué regalarle con exactitud.
-¿No la conoces? – indagó el de lentes – es decir, ¿no sabes si tiene alguna afición o interés en algo que puedas conseguir?
-No, al contrario – Rodrigo negó – sé muy bien qué le gusta – dijo con seguridad – le gustan los pandas, los chocolates, las esencias aromáticas, el color verde ‘aqua’, la plata – enunció con emoción, pero su voz disminuyó de volumen al final – y… lirios amarillo limón…
Gabriel rió – tienes todo para conquistarla – dijo divertido – no le veo el problema…
-Es que… no sé cómo decírselo… ¿me explico?
-No – sentenció el menor, no entendía a qué se refería su amigo.
-No tengo el valor… me da… vergüenza – casi deletreo la última palabra.
El castaño suspiró – ¿por qué no eres sincero? Solo dile, “me gustas y quiero una oportunidad para que seamos pareja…” – dijo con toda calma – si te acepta todo estará bien y si te rechaza, te quitarás de esa angustia de ¿qué pasará? ¿Me dirá si, no…? ¿Le gustará otro? ¿No crees qué es mejor salir de ese callejón sin salida en el que tú mismo te metiste?
-Pues, si…
Gabriel sonrió – anímate, seguro saldrá bien, regálale un panda, flores, chocolates y llévala al cine…
-No creo que sea una persona de cine – el pelinegro pasó la mano por su mejilla – además, es miércoles, tendré clases y los cines estarán llenos por ser precisamente ese día…
-Por las clases ni te preocupes, solo con decir que es algo de tu empleo, los profesores te disculparán – dijo con complicidad – y si no crees que el cine es buena idea, entonces llévala a cenar, ¿no tienes dinero?
-No para algo que pueda gustarle, es… ah… una persona de una clase social alta… y lo que tengo ahorrado, quería gastarlo en su regalo…
-Bueno, entonces… – el de lentes pensó por unos segundos, mordiendo el borrador de su lápiz – ¡ya sé!, llévala al parque central, tengo entendido que habrá eventos especiales para ese día y si es una persona culta, seguramente le gustará alguno de ellos o mínimo, la música, pues también habrá un recital y en la noche una sinfónica…
Esas palabras consiguieron que Rodrigo se entusiasmara, quizá eso podría gustarle a Mateo.
-Sí, supongo que algo así podría gustarle, pero debo preguntarle primero.
-Mejor hazlo pronto – el castaño acomodó sus lentes y miró la hoja que tenía enfrente, volviendo a escribir – si alguien más le pide salir, vas a perder una buena oportunidad, porque si es una persona educada, no podrá romper un compromiso hecho con antelación.
Rodrigo titubeó, pero sabía que tenía que actuar rápido, de lo contrario, Mateo se podría ir con ese hombre pelirrojo que lo acaparaba, incluso por teléfono.
* * *
El lunes, Rodrigo llegó a su empleo a la hora de costumbre, media hora antes de su entrada oficial. Lo primero que hizo, fue ir a la oficina de Mateo a encender la cafetera eléctrica, revisar que la oficina estuviera limpia, encender unos inciensos para que el ambiente fuera agradable para el ojiverde y finalmente volvió a su escritorio, a empezar con sus pendientes; reviso la canastilla de mensajes, acomodó unos documentos y dejó a un lado los que tenía que entregarle a su jefe personalmente. Estaba escribiendo algo en la computadora, cuando el ojiverde llegó.
-¡Buenos días! – saludó el menor poniéndose de pie y una enorme sonrisa adornó sus labios.
Desde que empezó a trabajar directamente con Mateo, no podía evitar mostrar la emoción que sentía al verlo y cada vez era más notorio. El castaño sonrió pero no como siempre; después de todo lo que platicó con Mikhail y de prometer que arreglaría la situación con su asistente, se había dado cuenta que aunque fuese rechazado de nuevo no podía dejar de sentir algo por el pelinegro de la noche a la mañana, pero no podía seguir dando tantas largas a esa situación que solo lo lastimaba.
-Buenos días – respondió Mateo y caminó hasta su oficina sin verlo a los ojos.
Rodrigo lo siguió, llevando los documentos que le iba a entregar, pero en el fondo, estaba ansioso por lo que iba a decirle.
-¿Qué tenemos para hoy? – preguntó el mayor, tomando asiento en su lugar y encendiendo su computadora.
-Lo de siempre… – contestó – unos mensajes sobre los puntos a tratar en la junta de la tarde y tiene tres citas con representantes…
-Un día tranquilo – dijo con calma.
-Sí, lo es – sonrió nervioso el pelinegro y dejó unos documentos en el escritorio, respiró profundamente y antes de echarse para atrás, su voz se escuchó – ah, ¿señor?
-¿Sí? – Mateo levantó el rostro.
-Yo… – Rodrigo apretó los parpados y mordió su labio – ¿quería saber si…?
El ojiverde frunció el ceño, pues el otro parecía titubear en decir algo; recargó el codo en el escritorio, esperando con paciencia, seguramente le iba a pedir permiso para salir temprano.
-Somos amigos, ¿verdad? – indagó el universitario.
Mateo suspiró, detestaba que se lo recordara, pues era una manera de restregarle que era todo lo que podía aspirar en esa ‘relación’ – sí – respondió con cansancio.
-Entonces, si, hipotéticamente lo invitara a salir el miércoles, como amigos – especificó – ah… usted… ¿qué diría?
El castaño se incorporó de golpe, irguiéndose en su sillón, parpadeó sorprendido y puso un gesto de incredulidad, ¿realmente Rodrigo lo estaba invitando a salir?
-Ah… – Mateo abrió la boca pero no dijo nada en realidad.
-Quiero decir, si no quiere está bien – sonrió nervioso el menor – realmente no tengo mucho que ofrecer, pues no tengo tanto dinero como quisiera y es antes del día de paga, pero… podría invitarlo al parque central y… ya sabe… pasar una buena tarde – terminó en un murmullo sintiendo su rostro arder.
El ojiverde no sabía cómo reaccionar, lo primero que pensó fue un “¡claro que sí!” pero luego, su mente se nubló, con el pensamiento “adorable”, al ver el rostro sonrojado de su asistente y finalmente un destello de cordura lo hizo volver a la realidad “es como amigos” repitió mentalmente.
Mateo carraspeó y sonrió – sería un honor aceptar tu invitación – respondió tratando de contener la emoción – pero… ¿por qué el miércoles?
Rodrigo se mordió el labio y sonrió nervioso, ya sabía que Mateo era un desastre para las fechas, pero no tenía idea que se olvidaría de esa – bueno, porque es catorce de febrero… día del am… de la amistad – corrigió con rapidez.
-¿De verdad? ¡Demonios! – el mayor pasó la mano por su barbilla – no lo recordaba… normalmente ese día Misha o Dima vienen a buscarme para ir a comer…
El menor sintió que le daban un golpe en el estómago, eso indicaba que Mateo ya tenía ese día reservado para alguien más y él perdió la oportunidad por tardar tanto en decidirse – bueno, si ya tiene planes, no se preocupe… yo…
-No, no los tengo realmente, ellos nunca me avisan con tiempo – se alzó de hombros – son personas que improvisan, así que solo le diré a Misha que tengo un compromiso y lo entenderá, porque Dima creo que aún anda de viaje…
El pelinegro respiró aliviado – ah y, ¿qué le gustaría hacer?
-No lo sé – negó – tú me estas invitando – sonrió divertido.
Rodrigo rió nerviosamente – pues, no sé todos los eventos que habrá en el parque central, pero si no le interesan, quizá quiera ir al cine o algún otro lado, ¿qué le gustaría?
Mateo recargó el rostro en su mano y curvó sus labios de forma pícara, esa pregunta solo tenía una respuesta, pero podría haber sonado muy obscena en ese momento.
-¿Quieres la verdad?
-Sí – asintió el universitario con efusividad.
-Me gustaría pasar todo el día contigo – dijo con sinceridad – todo el día – repitió – desde la mañana, hasta entrada la noche, de ser posible.
Rodrigo se sorprendió, se mordió el labio y pensó un instante – bueno, es un día laboral, habría que pedir permiso para faltar y…
-Yo doy el permiso, Rodrigo – el ojiverde entrecerró los ojos – solo cambia todas mis citas a otro día, prepara el ‘memo’ y si preguntan, di que tenemos asuntos de trabajo, no sé, inventa cualquier cosa – se alzó de hombros.
-Pero, señor… – el pelinegro sonrió nervioso – yo, no tengo tanto dinero para…
-Lo sé, me lo dijiste hace un momento – interrumpió el castaño acomodándose para trabajar – yo me encargaré de todo lo demás, porque es un deseo mío – le guiñó el ojo – y tú, me invitaras al atardecer al parque central, ¿de acuerdo?
El pelinegro sintió que un escalofrío lo cimbraba, pero trató de reponerse rápidamente.
-Como diga – sonrió sin poder ocultar su emoción.
* * *
Antes de mediodía, Mateo recibió una llamada a la línea directa que tenía en su oficina, número que solo tenían unas cuantas personas, entre ellas, Mikhail.
-“¡’Daragói’!…” – el pelirrojo sonaba emocionado.
-Misha, ¿qué ocurre?
-“Cancela todo lo que tengas para el miércoles…”
-¿Para el catorce? ¿Por qué?
-“¡Increíble! Sabes qué fecha es…” – rió – “…al menos tu asistente sirve para algo…” – se burló.
-Misha… – la voz del castaño sonó cansada, mientras entornaba los ojos.
-“Bien, ya, no importa, como te decía, cancela todo para el miércoles, porque te voy a robar…”
-Ah, Misha, tengo planes para ese día…
-“Vamos, ¿no puedes posponer tus juntas y reuniones?” – presionó – “…por favor, ‘daragói’…”
-Lo que sucede Misha, es que ya las cancelé – rió – porque hice planes importantes.
-“¿Importantes? ¿Qué tan importantes?”
-Misha, voy a salir con Rodrigo…
-“¡Ah! Por fin diste el paso, Pozdravljaju!...” – su voz sonó sarcástica.
-Misha… – el castaño masajeó el puente de su nariz – realmente no fui yo el que dio el paso – confesó – Rodrigo me invitó a salir así que…
-“Me sorprende que el niño tenga los pantalones, pero no importa cómo fue…” – su voz sonaba seria – “…al menos podrás intentar algo ese día…”
-Por lo menos buscaré el momento para…
-“¿Para llevártelo a la cama?”
La voz burlona de Mikhail, consiguió que Mateo se pusiera nervioso – no, esa no es mi intención… – dijo con algo de cautela, pasando la mano por su cabello.
-“Aun…” – rio el pelirrojo – “…pero está bien, solo por eso te disculparé en esta ocasión…”
-Pero, ¿por qué querías que pidiera el día?
-“Mi madre hará reunión por el día de la amistad…” – explicó – “…además, ese día vuelve Dima”
-Ya veo… – Mateo suspiró – es una lástima, de verdad, me gustan las fiestas que organiza tu mamá y no he visto a Dima en mucho tiempo, realmente lo extraño – dijo con sinceridad – pero, ya me comprometí con Rodrigo y tú sabes que realmente es algo que…
-“Algo que quieres…” – terminó el pelirrojo – “lo sé, por eso no te diré nada, ni me enojaré…”
-Gracias, Misha…
-“Nos vemos después, ‘daragói’, hoy y mañana no puedo, porque estaré muy ocupado… pero, te marcaré, para ver qué tal te va y si tuviste suerte…”
-Adiós… – el castaño se despidió y colgó.
Mateo observó el teléfono y una sonrisa triste se dibujó en sus labios.
-Todavía, antes de conocer a Rodrigo, hacía cualquier cosa por ir a verte cuando estabas en la ciudad, Dima – musitó con debilidad – jamás creí que te superaría, pero lo hice – suspiró – perdón…
No podía negar que le daba nostalgia, pues Dimitry, quien era casi tres años mayor que él, había sido su ilusión durante años, tanto, que se había convertido en su máximo ideal, aunque lo sabía inalcanzable, porque igual que Rodrigo, era heterosexual.
-Siempre me he enamorado de imposibles – dijo con frustración.
El sonido de la puerta lo sacó de sus pensamientos.
-Adelante…
-Señor… – Rodrigo ingresó a la oficina y llevaba unos papeles en mano – ya están los permisos – anunció con una sonrisa – aunque el señor Pacheco dijo que quería hablar con usted…
El castaño rió – me imagino que quiere saber qué haremos – levantó una ceja y extendió la mano, recibiendo los documentos – ¿qué le dijiste?
-Que tiene un evento en las afueras de la ciudad, con unas personas importantes… espero que sea suficiente…
-Sí, lo será… ahora solo hay que prepararnos para el miércoles…
Rodrigo asintió y no pudo ocultar la emoción que esas palabras le habían provocado.
- - - - -
*Pozdravljaju! (Поздравляю!) significa ¡Felicidades!
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