Capítulo VI
Erick no pudo comer con Alejandro y sus amigos, ya que tenía que revisar el acomodo en el salón y probarse su atuendo, el cual ya estaba en los últimos detalles y se sorprendió al saber que habían hecho los demás que le habían gustado y también los ajustarían.
—¡¿Por qué hicieron todos?! —preguntó asustado.
—El señor de León lo ordenó —sonrió Marisela.
—Pero debió ser mucho trabajo para Héctor —dijo con nervios, señalando al diseñador, quien era ayudado por otras personas para colocarle el primer atuendo al ojiazul.
El aludido sonrió— tranquilo, señor Salazar —dijo con calma—, su prometido me facilitó muchas costureras y no fue tanto trabajo como parece, además, las medidas ya las tenía —le restó importancia.
—¿De verdad? —Erick lo miró seriamente, esperaba que no le mintiera.
—Honestamente, no me he tenido que desvelar —rió el diseñador—, si todas las colecciones que hiciera fueran así, nunca me cansaría.
—¿Y las costureras? —Erick miró a las mujeres que ayudaban al otro—. No sería bueno que ellas se cansaran.
La joven que estaba a su lado sonrió— hemos descansado bien, gracias —dijo con amabilidad—, además nos traen la comida y somos suficientes para no tener que trabajar horas extras.
—El señor De León no escatimaría en gastos —Marisela se alzó de hombros.
Erick respiró aliviado y se dispuso a disfrutar de la situación.
—Habrá que agarrar un poco de la cintura —Héctor sujetó la tela—. Parece que adelgazó, ¿no ha comido bien? —preguntó curioso, a lo que Marisela se acercó de inmediato.
—He comido normal…
—Debe comer saludable, muchas personas antes de su boda dejan de comer por los nervios —Héctor colocó unos alfileres—, pero eso repercute el día de la ceremonia, ¡se han llegado a desmayar!
—¡No queremos eso! —Marisela negó preocupada.
—Estoy bien, en serio… —Erick se mordió el labio—. Es solo que… he hecho mucho ejercicio últimamente —su rostro se puso rojo, ya que noche a noche, hacía el amor con Alejandro.
El diseñador sonrió divertido— está bien, pero asegúrese de no malpasarse, ¿de acuerdo?
—Está bien…
Marisela hizo un mohín, tendría que hablar seriamente con Alejandro y decirle que dejara descansar a Erick, pero no sabía si le haría caso.
La castaña caminó hacia una mesa y volvió con unas bolsas.
—Señor Erick, mientras le ajustan el traje, ¿podría darme el visto bueno de los recuerdos? —preguntó amable, sacando una cajita metálica.
—¿Ya los hicieron? —el ojiazul se sorprendió, ya que no imaginaba que estuvieran tan rápido.
—Hicieron una muestra —la de lentes abrió la cajita con cuidado—, si le gustan, ya pueden hacer los demás —aseguró—. ¿Qué le parece este?
Del interior de la cajita blanca, decorada con figuritas en cada cara, sacó una estrella de cristal cortado, que tenía los nombres de los novios y la fecha de su boda, además, en la base, un par de anillos entrelazados con el mismo material.
—¡Se mira hermosa! —suspiró Erick.
—¿Una estrella? —Héctor la miró curioso—. ¿Tiene un significado especial?
El ojiazul sonrió avergonzado— cuando nos reencontramos, Alejandro me regaló una estrella para mi árbol de navidad —sonrió con ilusión—, es el adorno que más me ha gustado en toda mi vida.
—La verdad, es hermosa —Marisela sonrió—. ¿Qué dice? ¿Lo dejamos?
—Sí, creo que es un recuerdo bonito.
—Bueno, veamos los otros.
La castaña guardó la figura en su caja y sacó una caja más grande, de cartón duro, decorado con un papel picado muy fino, al abrirla, obtuvo con mucho cuidado un par de copas, mismas que eran de un cristal finísimo y al igual que la anterior, el nombre de la pareja y la fecha de la boda, estaban grabadas, además de tener cada una, incrustaciones de un par de piedras, una verde y una azul.
—¡Yo no elegí esos! —negó Erick de inmediato, al ver tan ostentoso regalo.
—Son un regalo del señor Diego de León —la castaña sonrió—, cuando supo que su hijo se casaría me preguntó la fecha para mandar a hacer estas copas —acomodó los lentes en el puente de su nariz—. Para su familia, es una tradición regalar algo así.
—Pero se ven… —el ojiazul estaba sorprendido.
—¡Carísimas! —Héctor también estaba anonadado; sabía que Alejandro de León no iba a reparar en gastos para los trajes que él confeccionaría, pero no imaginaba que toda su familia era tan derrochadora.
—Son costosas —Marisela asintió—, pero es una boda íntima, así que no se mandaron a hacer muchas —le restó importancia—. Además, si no las acepta, seguramente el señor Diego se ofendería muchísimo —sonrió.
Erick observó las copas una vez más y poco a poco sus ojos se humedecieron.
—¡¿Qué pasa?! —el diseñador lo miro con susto—. ¡¿Se siente mal?! ¿Necesita sentarse?
Ante esa pregunta, las ayudantes se apartaron de inmediato y Marisela se puso en alerta.
—No —el ojiazul pasó la mano por su rostro—. Es solo que… no imaginé que tendría la aprobación del padre de Alex —mordió su labio con nervios—. Hubiera sido bueno tener la aceptación de los míos también —suspiró.
—¿Quiere que su familia venga a la boda? —preguntó la de lentes, solícita con el otro.
—No —negó—. Mi padre está muerto y mi madre… bueno ella no querría venir —especificó—. No quisiera que ella o mis hermanos se sintieran obligados —forzó una sonrisa—. Estoy satisfecho con saber que mis amigos vendrán, es suficiente.
Marisela no conocía del todo la situación de la familia de Erick, pero Alejandro le había dicho que entre menos relación tuvieran con ellos, sería lo mejor, así que no insistiría para llevarlos la boda, principalmente porque no quería que la arruinaran.
—Siendo así, veamos los demás recuerdos —sonrió la de lentes.
—¿Hay más? —Erick se sorprendió, ya que él solo había elegido la estrella.
—Bueno, algunos son detalles de conmemoración, por parte de las amistades del señor De León…
—¿David e Iván? —el ojiazul la miró con suspicacia.
—Sí, también de ellos —asintió la mujer, pues incluso ella, Miguel y hasta Julián, habían contribuido para conmemorar esa fecha, como padrinos de los novios, aunque el último, por honrar a Agustín, que no iba a estar presente en la boda.
—¡¿Por qué hicieron todos?! —preguntó asustado.
—El señor de León lo ordenó —sonrió Marisela.
—Pero debió ser mucho trabajo para Héctor —dijo con nervios, señalando al diseñador, quien era ayudado por otras personas para colocarle el primer atuendo al ojiazul.
El aludido sonrió— tranquilo, señor Salazar —dijo con calma—, su prometido me facilitó muchas costureras y no fue tanto trabajo como parece, además, las medidas ya las tenía —le restó importancia.
—¿De verdad? —Erick lo miró seriamente, esperaba que no le mintiera.
—Honestamente, no me he tenido que desvelar —rió el diseñador—, si todas las colecciones que hiciera fueran así, nunca me cansaría.
—¿Y las costureras? —Erick miró a las mujeres que ayudaban al otro—. No sería bueno que ellas se cansaran.
La joven que estaba a su lado sonrió— hemos descansado bien, gracias —dijo con amabilidad—, además nos traen la comida y somos suficientes para no tener que trabajar horas extras.
—El señor De León no escatimaría en gastos —Marisela se alzó de hombros.
Erick respiró aliviado y se dispuso a disfrutar de la situación.
—Habrá que agarrar un poco de la cintura —Héctor sujetó la tela—. Parece que adelgazó, ¿no ha comido bien? —preguntó curioso, a lo que Marisela se acercó de inmediato.
—He comido normal…
—Debe comer saludable, muchas personas antes de su boda dejan de comer por los nervios —Héctor colocó unos alfileres—, pero eso repercute el día de la ceremonia, ¡se han llegado a desmayar!
—¡No queremos eso! —Marisela negó preocupada.
—Estoy bien, en serio… —Erick se mordió el labio—. Es solo que… he hecho mucho ejercicio últimamente —su rostro se puso rojo, ya que noche a noche, hacía el amor con Alejandro.
El diseñador sonrió divertido— está bien, pero asegúrese de no malpasarse, ¿de acuerdo?
—Está bien…
Marisela hizo un mohín, tendría que hablar seriamente con Alejandro y decirle que dejara descansar a Erick, pero no sabía si le haría caso.
La castaña caminó hacia una mesa y volvió con unas bolsas.
—Señor Erick, mientras le ajustan el traje, ¿podría darme el visto bueno de los recuerdos? —preguntó amable, sacando una cajita metálica.
—¿Ya los hicieron? —el ojiazul se sorprendió, ya que no imaginaba que estuvieran tan rápido.
—Hicieron una muestra —la de lentes abrió la cajita con cuidado—, si le gustan, ya pueden hacer los demás —aseguró—. ¿Qué le parece este?
Del interior de la cajita blanca, decorada con figuritas en cada cara, sacó una estrella de cristal cortado, que tenía los nombres de los novios y la fecha de su boda, además, en la base, un par de anillos entrelazados con el mismo material.
—¡Se mira hermosa! —suspiró Erick.
—¿Una estrella? —Héctor la miró curioso—. ¿Tiene un significado especial?
El ojiazul sonrió avergonzado— cuando nos reencontramos, Alejandro me regaló una estrella para mi árbol de navidad —sonrió con ilusión—, es el adorno que más me ha gustado en toda mi vida.
—La verdad, es hermosa —Marisela sonrió—. ¿Qué dice? ¿Lo dejamos?
—Sí, creo que es un recuerdo bonito.
—Bueno, veamos los otros.
La castaña guardó la figura en su caja y sacó una caja más grande, de cartón duro, decorado con un papel picado muy fino, al abrirla, obtuvo con mucho cuidado un par de copas, mismas que eran de un cristal finísimo y al igual que la anterior, el nombre de la pareja y la fecha de la boda, estaban grabadas, además de tener cada una, incrustaciones de un par de piedras, una verde y una azul.
—¡Yo no elegí esos! —negó Erick de inmediato, al ver tan ostentoso regalo.
—Son un regalo del señor Diego de León —la castaña sonrió—, cuando supo que su hijo se casaría me preguntó la fecha para mandar a hacer estas copas —acomodó los lentes en el puente de su nariz—. Para su familia, es una tradición regalar algo así.
—Pero se ven… —el ojiazul estaba sorprendido.
—¡Carísimas! —Héctor también estaba anonadado; sabía que Alejandro de León no iba a reparar en gastos para los trajes que él confeccionaría, pero no imaginaba que toda su familia era tan derrochadora.
—Son costosas —Marisela asintió—, pero es una boda íntima, así que no se mandaron a hacer muchas —le restó importancia—. Además, si no las acepta, seguramente el señor Diego se ofendería muchísimo —sonrió.
Erick observó las copas una vez más y poco a poco sus ojos se humedecieron.
—¡¿Qué pasa?! —el diseñador lo miro con susto—. ¡¿Se siente mal?! ¿Necesita sentarse?
Ante esa pregunta, las ayudantes se apartaron de inmediato y Marisela se puso en alerta.
—No —el ojiazul pasó la mano por su rostro—. Es solo que… no imaginé que tendría la aprobación del padre de Alex —mordió su labio con nervios—. Hubiera sido bueno tener la aceptación de los míos también —suspiró.
—¿Quiere que su familia venga a la boda? —preguntó la de lentes, solícita con el otro.
—No —negó—. Mi padre está muerto y mi madre… bueno ella no querría venir —especificó—. No quisiera que ella o mis hermanos se sintieran obligados —forzó una sonrisa—. Estoy satisfecho con saber que mis amigos vendrán, es suficiente.
Marisela no conocía del todo la situación de la familia de Erick, pero Alejandro le había dicho que entre menos relación tuvieran con ellos, sería lo mejor, así que no insistiría para llevarlos la boda, principalmente porque no quería que la arruinaran.
—Siendo así, veamos los demás recuerdos —sonrió la de lentes.
—¿Hay más? —Erick se sorprendió, ya que él solo había elegido la estrella.
—Bueno, algunos son detalles de conmemoración, por parte de las amistades del señor De León…
—¿David e Iván? —el ojiazul la miró con suspicacia.
—Sí, también de ellos —asintió la mujer, pues incluso ella, Miguel y hasta Julián, habían contribuido para conmemorar esa fecha, como padrinos de los novios, aunque el último, por honrar a Agustín, que no iba a estar presente en la boda.
Al atardecer, Erick y Alejandro se reencontraron, yendo a cenar; los acompañaron David e Iván, quienes insistían en que debían, ambos, de tener despedida de solteros.
—No sé… técnicamente, no soy soltero, sino viudo —Erick sonrió divertido, bebiendo de su jugo.
—¡Vamos, Erick! —Iván lo miró molesto—. Hay que divertirse antes de echarse “la soga al cuello” —dijo con frialdad.
—La diversión la tendremos Erick y yo —Alejandro miró a su amigo con molestia— y no quiero a nadie interponiéndose en la misma.
—¡No puedo creerlo! —el moreno pasó la mano por su cabello—. Normalmente eres tú quien proporciona diversión a los amigos y ahora te haces del rogar —señaló al rubio.
—¿Cuál diversión? —Erick buscó la mirada de su pareja.
El ojiverde bebió un sorbo de su copa— no le hagas caso —dijo con poco interés.
—Lo que Iván quiso decir… —intervino David—. Es que la fiesta de despedida, es diversión para los padrinos e invitados, más que para los novios —sonrió amable.
Erick frunció el ceño y luego asintió— eso es cierto… normalmente son los invitados los que aprovechan esa despedida, ya que los futuros novios, deben ser conscientes y no cometer errores antes de la boda.
Con esas palabras, Alejandro soltó el aire, más tranquilo y David le dedico una mirada suspicaz, con la que el rubio casi le leyó la mente.
“Me debes una…”
—Bien, entonces, comprendes por qué insisto tanto en una fiesta, ¿verdad? —presionó Iván.
Erick arrugó por un segundo la nariz; el otro tenía razón, lo comprendía, aunque no era partícipe de esas cosas.
—Supongo que si es así… por mi está bien —se alzó de hombros—. Pero yo no quiero participar mucho, ¿me explico?
—No te preocupes —Iván sonrió—. Las chicas que contratemos para amenizar la fiesta, serán solo para los invitados.
—Ya lo tenías preparado, ¿cierto? —Alejandro lo observó fríamente.
—Sí, desde que dijiste que te casarías —aceptó.
—Sabes que Iván no hace las cosas solo porque sí —David sonrió—. A pesar de su cara, es sumamente calculador.
—¡Por supuesto! —dijo el aludido con orgullo—. Hay que sacar provecho de todo.
—Solo hay un pequeño problema —Erick sonrió—. Hay mujeres entre los invitados y no creo que les agrade una fiesta con nudistas.
—Ellas no están invitadas —Iván se alzó de hombros.
—Te reto a decírselo a Marisela —Alex rió—, especialmente ahora que Miguel es su novio.
—¿Y qué hay de Lucía? —Erick ladeó el rostro—. Viene desde muy lejos para decirle que no está invitada a la fiesta de despedida.
—¿Quién es Lucía? —Iván levantó una ceja—. Y lo principal, ¿es bonita y soltera?
—No empieces, Iván —David suspiró.
—Si tu hermana me hiciera caso, no estaría buscando por otro lado —reclamó el moreno.
—No vuelvas a mencionar a mi hermana, por favor…
—¿Aun sigues detrás de Carolina? —Erick se sorprendió.
—Nunca ha dejado de babear por ella —acusó David con molestia.
—Pero tu prefieres que se enrede con otros pendejos, en vez de conmigo —Iván se cruzó de brazos.
—No retomemos ese tema, ¿de acuerdo? —el castaño negó, frustrado.
—Cómo sea —Iván lo ignoró—. ¿Cómo es Lucía?
Erick sonrió— es muy bonita, tiene buen cuerpo, es atractiva para los que le gustan las mujeres… —especificó.
—¡Vamos bien! —interrumpió el otro.
—Pero tiene pretendiente o novio, no sé si ya es algo formal —el ojiazul sonrió.
—Novio no es un compromiso seguro, se puede omitir.
—Su pareja es Daniel, amigo mío —señaló Erick molesto—, así que no te atrevas a interferir, Iván.
—¡Maldita sea, Erick! —gruñó el otro—. ¿Para qué antojas si no me dejarás intentarlo? Estás igual que este idiota con su hermana —se quejó—. Ya me la hubiera tirado, pero este Wey no me deja.
David se puso de pie de un salto, sujetó a su amigo del frente de su camisa y del interior de su saco, sacó un arma, quitándole el seguro con destreza y apuntándole a la frente— ¡no vuelvas a mencionar a mi hermana! —dijo entre dientes.
Erick se sorprendió y tembló al ver la escena; al contrario, Alejandro y hasta Iván, parecían tranquilos, el moreno incluso sonreía burlón, sosteniéndole la mirada al otro. Parecía algo cotidiano, pero el rubio notó el miedo de su pareja, así que decidió intervenir.
—David, baja el arma, no es momento de juegos —dijo con poco interés.
El de lentes entrecerró los ojos, volviendo a poner el seguro en su arma y alejando al otro, con un ligero empujón— tienes suerte que haya venido a una boda y no a un funeral.
Iván chasqueó la lengua y rió por lo bajo, pero alcanzó a ver la cara de susto de Erick— ¿pasa algo? —preguntó confundido.
—Yo… no sabía que… ustedes…
—¡No somos pareja! —se defendió el moreno con rapidez, imaginando que por su actuar y la situación de Erick con Alex, tendría alguna idea errónea.
—¡No me refería a eso! —Erick dejó su vaso en la mesa con un golpe—. Sino que ustedes ¡usan armas también!
David e Iván se vieron entre si y luego miraron seriamente a Alejandro.
—¿No se lo dijiste? —preguntó el castaño, acomodando su saco y sentándose una vez más.
—No —negó el rubio, con media sonrisa—. No me dio tiempo.
—¡¿Qué cosa?! —preguntó el ojiazul con susto.
—¡Ay, Erick! —Iván entornó los ojos—. ¿Crees que somos amigos de Alex solo por su carácter tan encantador? —preguntó con sarcasmo.
El aludido pasó saliva con dificultad— ¿quieren decir…?
—También tenemos ciertos negocios complicados —David sonrió tratando de suavizar la situación—. El mío no tan peligroso como el de ellos dos —señaló a sus amigos—, pero tranquilo, ante la sociedad, todo lo que tenemos es completa y absolutamente legal.
Alejandro movió la mano y sujetó la de Erick con delicadeza, llamando su atención.
—Te dije, Conejo, que todas las relaciones que tengo, son por mis negocios, algunas llegan a ser amistades, otras son solo conveniencia —especificó escuetamente.
Erick pasó saliva y miró con temor a los otros dos— puedo saber… ¿a qué se dedican?
—Soy banquero, como mi padre —David acomodó los lentes en el puente de su nariz—. Pero si te refieres a lo que hay detrás, digamos que ayudo a llevar las cuentas de Alex y otras personas más, para que su dinero esté completamente limpio.
—¿Eres…?
—No lo digas —negó Alejandro, mirando a su prometido de soslayo.
La mirada azul chocó con los ojos grises del castaño, que lo miraban por encima del marco de sus lentes; la sonrisa, aunque sutil, le causó escalofríos a Erick. Jamás hubiera imaginado que David le daría tanto miedo, especialmente porque siempre había sido muy tranquilo.
—Yo soy agricultor —Iván se alzó de hombros—. Tengo tierras llenas de cultivos exóticos para todo tipo de gustos —se burló.
Erick buscó la mirada aceituna— ¿te refieres a…? —no se atrevió a terminar la pregunta, porque Alejandro le dio un ligero apretón de mano.
—Sí —asintió el moreno con orgullo.
—Y tú… ¿lo consumes?
La mirada de Iván se ensombreció y puso un gesto serio— ya no —especificó.
—Iván es uno de los pocos que no consume su propio veneno —Alejandro bebió de su copa.
—Es una cuestión familiar —interrumpió el moreno—, algún día te lo contaré —forzó una sonrisa y volteó a ver a Alejandro—. Pero volviendo a la despedida… —cambió de tema radicalmente—. ¿Podemos hacerla el jueves?
—No —Alejandro negó—. Ese día llegarán mis padres.
—De acuerdo, ¿el viernes?
—Se deben ultimar los detalles de la recepción del sábado —especificó.
—¡¿Mañana?! —la voz de Iván era desesperada.
—Mañana llegan mis amigos —Erick se alzó de hombros.
—¡Por favor! —el moreno golpeó la mesa—. Ustedes no quieren darme gusto —se quejó—. Primero Alex nos olvida y no seremos los padrinos —acusó—. Ahora, ¡quieren evitar mi despedida!
—¿Tu despedida? —Alejandro lo miró fríamente.
—Yo sí la voy a disfrutar —se excusó.
—¿Andas urgido? —David sonrió.
—Mañana en la noche, podría ser —Erick sonrió—.Conozco a mis amigos, así que, sé que disfrutarán de una reunión así.
—¡Genial! Menos mal que no parecen ser aguafiestas —Iván sonrió animado.
—Pero necesito hacer una reunión para las chicas también.
—Y más, porque en el transcurso de mañana llegarán otras personas invitadas y vendrán más mujeres —señaló el rubio.
—Hagamos una fiesta aparte, con hombres para ellas —el moreno le restó importancia.
—Creo que prefiero una comida y acompañarlas —Erick sonrió divertido.
—¡Aburrido! —su amigo entornó los ojos.
—Si va a estar Erick, sí, prefiero que sólo sea solo una comida —Alejandro puso un gesto serio.
—¿Te preocupa que un stripper le coquetee? —se burló David.
—¡Por supuesto! —admitió el rubio sin disimulo.
—Le diré a Marisela para hacer una comida el jueves —sonrió Erick—. Así nos puede acompañar tu mamá, ¿qué te parece?
Alejandro sonrió débilmente, ya le había comentado a Erick que su madre estaba enferma, pero que la considerara aunque ella no lo recordara, le agradaba— es una buena idea, Conejo… Además, mañana llegará otra persona importante.
—¿Aparte de mis amigos? —Erick parpadeó sorprendido.
—Sí, pero no llegará temprano, ya que hubo problemas con unos documentos y llegará entrada la tarde.
—¿Quién es?
—Es sorpresa…
—No sé… técnicamente, no soy soltero, sino viudo —Erick sonrió divertido, bebiendo de su jugo.
—¡Vamos, Erick! —Iván lo miró molesto—. Hay que divertirse antes de echarse “la soga al cuello” —dijo con frialdad.
—La diversión la tendremos Erick y yo —Alejandro miró a su amigo con molestia— y no quiero a nadie interponiéndose en la misma.
—¡No puedo creerlo! —el moreno pasó la mano por su cabello—. Normalmente eres tú quien proporciona diversión a los amigos y ahora te haces del rogar —señaló al rubio.
—¿Cuál diversión? —Erick buscó la mirada de su pareja.
El ojiverde bebió un sorbo de su copa— no le hagas caso —dijo con poco interés.
—Lo que Iván quiso decir… —intervino David—. Es que la fiesta de despedida, es diversión para los padrinos e invitados, más que para los novios —sonrió amable.
Erick frunció el ceño y luego asintió— eso es cierto… normalmente son los invitados los que aprovechan esa despedida, ya que los futuros novios, deben ser conscientes y no cometer errores antes de la boda.
Con esas palabras, Alejandro soltó el aire, más tranquilo y David le dedico una mirada suspicaz, con la que el rubio casi le leyó la mente.
“Me debes una…”
—Bien, entonces, comprendes por qué insisto tanto en una fiesta, ¿verdad? —presionó Iván.
Erick arrugó por un segundo la nariz; el otro tenía razón, lo comprendía, aunque no era partícipe de esas cosas.
—Supongo que si es así… por mi está bien —se alzó de hombros—. Pero yo no quiero participar mucho, ¿me explico?
—No te preocupes —Iván sonrió—. Las chicas que contratemos para amenizar la fiesta, serán solo para los invitados.
—Ya lo tenías preparado, ¿cierto? —Alejandro lo observó fríamente.
—Sí, desde que dijiste que te casarías —aceptó.
—Sabes que Iván no hace las cosas solo porque sí —David sonrió—. A pesar de su cara, es sumamente calculador.
—¡Por supuesto! —dijo el aludido con orgullo—. Hay que sacar provecho de todo.
—Solo hay un pequeño problema —Erick sonrió—. Hay mujeres entre los invitados y no creo que les agrade una fiesta con nudistas.
—Ellas no están invitadas —Iván se alzó de hombros.
—Te reto a decírselo a Marisela —Alex rió—, especialmente ahora que Miguel es su novio.
—¿Y qué hay de Lucía? —Erick ladeó el rostro—. Viene desde muy lejos para decirle que no está invitada a la fiesta de despedida.
—¿Quién es Lucía? —Iván levantó una ceja—. Y lo principal, ¿es bonita y soltera?
—No empieces, Iván —David suspiró.
—Si tu hermana me hiciera caso, no estaría buscando por otro lado —reclamó el moreno.
—No vuelvas a mencionar a mi hermana, por favor…
—¿Aun sigues detrás de Carolina? —Erick se sorprendió.
—Nunca ha dejado de babear por ella —acusó David con molestia.
—Pero tu prefieres que se enrede con otros pendejos, en vez de conmigo —Iván se cruzó de brazos.
—No retomemos ese tema, ¿de acuerdo? —el castaño negó, frustrado.
—Cómo sea —Iván lo ignoró—. ¿Cómo es Lucía?
Erick sonrió— es muy bonita, tiene buen cuerpo, es atractiva para los que le gustan las mujeres… —especificó.
—¡Vamos bien! —interrumpió el otro.
—Pero tiene pretendiente o novio, no sé si ya es algo formal —el ojiazul sonrió.
—Novio no es un compromiso seguro, se puede omitir.
—Su pareja es Daniel, amigo mío —señaló Erick molesto—, así que no te atrevas a interferir, Iván.
—¡Maldita sea, Erick! —gruñó el otro—. ¿Para qué antojas si no me dejarás intentarlo? Estás igual que este idiota con su hermana —se quejó—. Ya me la hubiera tirado, pero este Wey no me deja.
David se puso de pie de un salto, sujetó a su amigo del frente de su camisa y del interior de su saco, sacó un arma, quitándole el seguro con destreza y apuntándole a la frente— ¡no vuelvas a mencionar a mi hermana! —dijo entre dientes.
Erick se sorprendió y tembló al ver la escena; al contrario, Alejandro y hasta Iván, parecían tranquilos, el moreno incluso sonreía burlón, sosteniéndole la mirada al otro. Parecía algo cotidiano, pero el rubio notó el miedo de su pareja, así que decidió intervenir.
—David, baja el arma, no es momento de juegos —dijo con poco interés.
El de lentes entrecerró los ojos, volviendo a poner el seguro en su arma y alejando al otro, con un ligero empujón— tienes suerte que haya venido a una boda y no a un funeral.
Iván chasqueó la lengua y rió por lo bajo, pero alcanzó a ver la cara de susto de Erick— ¿pasa algo? —preguntó confundido.
—Yo… no sabía que… ustedes…
—¡No somos pareja! —se defendió el moreno con rapidez, imaginando que por su actuar y la situación de Erick con Alex, tendría alguna idea errónea.
—¡No me refería a eso! —Erick dejó su vaso en la mesa con un golpe—. Sino que ustedes ¡usan armas también!
David e Iván se vieron entre si y luego miraron seriamente a Alejandro.
—¿No se lo dijiste? —preguntó el castaño, acomodando su saco y sentándose una vez más.
—No —negó el rubio, con media sonrisa—. No me dio tiempo.
—¡¿Qué cosa?! —preguntó el ojiazul con susto.
—¡Ay, Erick! —Iván entornó los ojos—. ¿Crees que somos amigos de Alex solo por su carácter tan encantador? —preguntó con sarcasmo.
El aludido pasó saliva con dificultad— ¿quieren decir…?
—También tenemos ciertos negocios complicados —David sonrió tratando de suavizar la situación—. El mío no tan peligroso como el de ellos dos —señaló a sus amigos—, pero tranquilo, ante la sociedad, todo lo que tenemos es completa y absolutamente legal.
Alejandro movió la mano y sujetó la de Erick con delicadeza, llamando su atención.
—Te dije, Conejo, que todas las relaciones que tengo, son por mis negocios, algunas llegan a ser amistades, otras son solo conveniencia —especificó escuetamente.
Erick pasó saliva y miró con temor a los otros dos— puedo saber… ¿a qué se dedican?
—Soy banquero, como mi padre —David acomodó los lentes en el puente de su nariz—. Pero si te refieres a lo que hay detrás, digamos que ayudo a llevar las cuentas de Alex y otras personas más, para que su dinero esté completamente limpio.
—¿Eres…?
—No lo digas —negó Alejandro, mirando a su prometido de soslayo.
La mirada azul chocó con los ojos grises del castaño, que lo miraban por encima del marco de sus lentes; la sonrisa, aunque sutil, le causó escalofríos a Erick. Jamás hubiera imaginado que David le daría tanto miedo, especialmente porque siempre había sido muy tranquilo.
—Yo soy agricultor —Iván se alzó de hombros—. Tengo tierras llenas de cultivos exóticos para todo tipo de gustos —se burló.
Erick buscó la mirada aceituna— ¿te refieres a…? —no se atrevió a terminar la pregunta, porque Alejandro le dio un ligero apretón de mano.
—Sí —asintió el moreno con orgullo.
—Y tú… ¿lo consumes?
La mirada de Iván se ensombreció y puso un gesto serio— ya no —especificó.
—Iván es uno de los pocos que no consume su propio veneno —Alejandro bebió de su copa.
—Es una cuestión familiar —interrumpió el moreno—, algún día te lo contaré —forzó una sonrisa y volteó a ver a Alejandro—. Pero volviendo a la despedida… —cambió de tema radicalmente—. ¿Podemos hacerla el jueves?
—No —Alejandro negó—. Ese día llegarán mis padres.
—De acuerdo, ¿el viernes?
—Se deben ultimar los detalles de la recepción del sábado —especificó.
—¡¿Mañana?! —la voz de Iván era desesperada.
—Mañana llegan mis amigos —Erick se alzó de hombros.
—¡Por favor! —el moreno golpeó la mesa—. Ustedes no quieren darme gusto —se quejó—. Primero Alex nos olvida y no seremos los padrinos —acusó—. Ahora, ¡quieren evitar mi despedida!
—¿Tu despedida? —Alejandro lo miró fríamente.
—Yo sí la voy a disfrutar —se excusó.
—¿Andas urgido? —David sonrió.
—Mañana en la noche, podría ser —Erick sonrió—.Conozco a mis amigos, así que, sé que disfrutarán de una reunión así.
—¡Genial! Menos mal que no parecen ser aguafiestas —Iván sonrió animado.
—Pero necesito hacer una reunión para las chicas también.
—Y más, porque en el transcurso de mañana llegarán otras personas invitadas y vendrán más mujeres —señaló el rubio.
—Hagamos una fiesta aparte, con hombres para ellas —el moreno le restó importancia.
—Creo que prefiero una comida y acompañarlas —Erick sonrió divertido.
—¡Aburrido! —su amigo entornó los ojos.
—Si va a estar Erick, sí, prefiero que sólo sea solo una comida —Alejandro puso un gesto serio.
—¿Te preocupa que un stripper le coquetee? —se burló David.
—¡Por supuesto! —admitió el rubio sin disimulo.
—Le diré a Marisela para hacer una comida el jueves —sonrió Erick—. Así nos puede acompañar tu mamá, ¿qué te parece?
Alejandro sonrió débilmente, ya le había comentado a Erick que su madre estaba enferma, pero que la considerara aunque ella no lo recordara, le agradaba— es una buena idea, Conejo… Además, mañana llegará otra persona importante.
—¿Aparte de mis amigos? —Erick parpadeó sorprendido.
—Sí, pero no llegará temprano, ya que hubo problemas con unos documentos y llegará entrada la tarde.
—¿Quién es?
—Es sorpresa…
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