Capítulo V
Una semana antes de la ceremonia, había reservaciones en el hotel para los amigos de Alejandro y de Erick, algunos invitados especiales como los padres del rubio y uno que otro socio de Alejandro, que también eran sus amigos, aunque no tan íntimos, pero habían decidido acompañarlo en esa fecha tan especial.
Esa había sido otra razón para que el rubio quisiera terminar sus pendientes con rapidez, ya que quería estar presente para la llegada de sus amistades, especialmente de David e Iván.
Ese martes al amanecer, Alejandro despertó a Erick a temprana hora, ya que llegarían antes que los demás invitados.
—Conejo, despierta, debemos ir al aeropuerto —anunció, sin dejar de besar el cuello de su prometido.
El pelinegro bostezó— es temprano… —dijo con reproche y se arrebujó más en las mantas.
—Sí, pero en el día tendrás muchas cosas qué hacer y no podrás saludar a los invitados que llegarán hoy, debidamente.
—¿Quiénes son? —preguntó con debilidad.
—Es una sorpresa —el ojiverde le acarició la mejilla y besó los labios con delicadeza.
Erick correspondió el beso y suspiró— me encantan tus sorpresas…
—Siendo así, vamos a asearnos para ir al aeropuerto.
Erick asintió y acompañó a Alejandro a la regadera. Entre besos y caricias, se asearon mutuamente, aunque no intimaron, pues ambos sabían que debían salir y no habría tiempo de descansar más.
A las ocho de la mañana, Alejandro y Erick estaban en una sala de espera privada, dónde esperaban a sus primeros invitados. Alejandro le había comprado a Erick un café y él bebía un jugo; Marisela estaba al pendiente de la información sobre el avión que esperaban, mientras Miguel, Julián y todos los demás, estaban alerta, para el cuidado de Alejandro y su pareja.
Momentos después, Marisela se acercó— está aterrizando, señor —anunció con voz baja.
—¡Bien! —el rubio asintió y se incorporó, acomodó su gabardina y luego le ofreció la mano a Erick—. Vamos Conejo.
—Está bien…
El ojiazul aceptó la mano, realmente no sabía a quién esperaban, pues sabía que sus amigos llegarían al día siguiente y los padres de Alejandro llegarían después; tenía conocimiento que irían otras personas a su boda, pero de la lista que le proporcionaron, no conocía a nadie más.
El grupo caminó hacia la sección privada donde arribarían los únicos pasajeros de ese vuelo privado y al llegar, Alejandro sujetó a Erick y lo puso delante de él, abrazándolo desde atrás y sujetándolo por la cintura, como si lo quisiera proteger.
—¿Qué ocurre? —preguntó el ojiazul.
—No quiero que te desmayes por la impresión —se burló el otro.
—Alex, ya no soy tan débil —anunció el pelinegro, a sabiendas que cuando eran más jóvenes, tenía algunos problemas físicos.
—Aun así, es mejor extremar precauciones —el rubio le besó la mejilla.
Ambos esperaron y momentos después, la puerta se abrió, dejando pasar a dos hombres que también llevaban guardaespaldas. Los ojos de Erick se abrieron con sorpresa al reconocerlos, pese a los años que habían pasado.
El hombre castaño, con gafas, iba hablado por teléfono, pero al ver a la pareja, se despidió y colgó de inmediato, más antes de que pudiera decir algo, el moreno de ojos aceituna, corrió hacia ellos.
—¡Erick! —dijo efusivo.
Antes de llegar al ojiazul, Alejandro lo movió y lo puso tras de sí, extendiendo el brazo y sujetando con rapidez la chaqueta de su amigo, para alejarlo de su prometido.
—Te dije que no quería locuras, Iván.
—¡No mames, Alex! —dijo el moreno con molestia—. Tenemos años de no verlo y ¡¿me pides que me comporte?!
El castaño llegó guardando el celular en su gabardina, se acomodó las gafas y sonrió— tan sobreprotector como en antaño, me sorprende que sigas con esas actitudes que no te miré en años… —sin dar tiempo a más, se movió y abrazó a Erick—. ¿Cómo estás? —preguntó—. Has crecido mucho.
Erick seguía aun sin palabras.
—David, si no te alejas de él, tendré que apartarte de mala manera —amenazó el rubio.
—Tranquilo, yo también soy amigo de Erick… —los ojos grises se posaron en su amigo con diversión.
—¡Y yo! —el moreno se liberó del agarre y fue a abrazar al ojiazul también, levantándolo en vilo, ya que era más alto que el otro—. ¡Por fin nos volvemos a ver! —dijo con emoción.
—No puedo creerlo… —dijo el ojiazul, cuando el otro lo dejó en el piso de nuevo—. ¡No imaginaba que serían ustedes! —sonrió ampliamente.
—De seguro Alex te quería dar la sorpresa —Iván sonrió y restregó su mejilla contra la del otro.
—Eso o simplemente no quería que nos vieras —David se alzó de hombros.
—Eso en realidad, pero tenía que invitarlos a la boda —reprochó el rubio.
Erick ni siquiera puso atención a lo que pareja dijo— ¡no creí que los volvería a ver! —señaló sujetando a ambos de la mano.
—Hierba mala, nunca muere, Conejito —Iván le guiñó un ojo.
—¡No le digas Conejito! —Alejandro lo miró con molestia.
—Sí, recuerda que es Conejo o nada —David se alzó de hombros.
—Erick, para ustedes —los señaló—, ¡su apodo es solo mío!
—¿Todos tus trabajadores le dice Conejo y nosotros no podemos? —Iván lo miró con sarcasmo—. Lo conocemos desde hace más de quince años, igual que tú, no mames, Wey.
—¿Cómo saben que mis trabajadores le dicen así?
—Nombre clave… —David levantó una ceja—. Siempre ha sido su nombre clave, lo recuerdo bien.
—¿Siempre? —Erick miró de soslayo a Alex.
—Larga historia… —Alejandro le restó importancia.
—Vamos a desayunar —Iván sujetó del brazo a Erick—, tienes que contarnos todo lo que ha pasado en tu vida.
—Igual ustedes, ¿están casados? —preguntó el ojiazul.
—Yo no —David se puso del otro lado—, no he encontrado a la pareja adecuada.
—Llevo tres divorcios —Iván se alzó de hombros—, sigo buscando a la cuarta señora Zambrano.
—Esperemos que esta dure más de dos años y por fin te de hijos propios—se burló el castaño.
—¡Ey! —Alejandro caminó hasta ellos y apartó a Erick de sus amigos—. ¡No quieran acapararlo!
—Oh, vamos, por fin te vas a casar con él, ya nadie podrá quitártelo —se burló Iván.
—Es Alex, siempre será un celoso de primera —David suspiró.
—Y eso que no lo han visto cerca de Luís —rió Erick.
—¿Quién es Luis? —preguntaron sus amigos de inmediato.
—No es momento de hablar…
—Un amigo mío —interrumpió Erick—. Alejandro lo golpeó porque intentó hacer algo impropio conmigo.
—¡¿Y sigue vivo?! —ambos lo miraron con sorpresa.
—Te has ablandado, Alex —David sonrió de lado.
—¡Cállate!
—Hay que conocer al sujeto que coqueteó con Erick y sigue vivo para contarlo —Iván se carcajeó.
Alejandro miró al techo— no creo que…
—Llegará mañana —Erick sonrió—, también mis otros amigos, quisiera presentárselos antes de la ceremonia —prosiguió emocionado—, ¡los tres son como mis hermanos!
—Espera, ¿nos cambiaste por otros sujetos y nos lo dices así, sin previo aviso? —Iván lo miró molesto—. ¡Tú debiste avisarnos para prepararnos mentalmente! —reprochó para el rubio—. ¡Nuestro Conejo tiene otros mejores amigos! —Abrazó a Erick con fuerza—. ¡¿Por qué nos hiciste esto?!
—¿No seas dramático? —el rubio entornó los ojos.
—Han pasado quince años, debemos agradecer que siguiera soltero y esperando a Alex —David rió por lo bajo.
—En realidad… soy viudo…
—¡¿Estuviste casado?! —Los recién llegados se quedaron boquiabiertos ante esa noticia y el silencio reinó después de eso.
—Ah… sí —Erick sonrió nervioso.
Alejandro se puso frente a sus amigos, abrazando a Erick y sonriendo tranquilo— ¿necesitan una copa para digerir la noticia? —preguntó divertido.
—Necesito tequila —Iván habló con voz baja.
—Es muy temprano para alcohol —David suspiró—, pero en estas circunstancias, es necesario un café con whisky.
—La verdad, también tengo hambre —Erick asintió
Alejandro sonrió— vamos a desayunar, Marisela reservó un lugar para que podamos platicar con comodidad —besó el dorso de la mano de Erick—. Y así, se ponen al corriente con Erick.
—¿Se ponen? —el moreno levantó una ceja—. ¿Y tú?
—Yo ya sé todo lo que tengo que saber —Alejandro lo miró con suficiencia.
Esa había sido otra razón para que el rubio quisiera terminar sus pendientes con rapidez, ya que quería estar presente para la llegada de sus amistades, especialmente de David e Iván.
Ese martes al amanecer, Alejandro despertó a Erick a temprana hora, ya que llegarían antes que los demás invitados.
—Conejo, despierta, debemos ir al aeropuerto —anunció, sin dejar de besar el cuello de su prometido.
El pelinegro bostezó— es temprano… —dijo con reproche y se arrebujó más en las mantas.
—Sí, pero en el día tendrás muchas cosas qué hacer y no podrás saludar a los invitados que llegarán hoy, debidamente.
—¿Quiénes son? —preguntó con debilidad.
—Es una sorpresa —el ojiverde le acarició la mejilla y besó los labios con delicadeza.
Erick correspondió el beso y suspiró— me encantan tus sorpresas…
—Siendo así, vamos a asearnos para ir al aeropuerto.
Erick asintió y acompañó a Alejandro a la regadera. Entre besos y caricias, se asearon mutuamente, aunque no intimaron, pues ambos sabían que debían salir y no habría tiempo de descansar más.
A las ocho de la mañana, Alejandro y Erick estaban en una sala de espera privada, dónde esperaban a sus primeros invitados. Alejandro le había comprado a Erick un café y él bebía un jugo; Marisela estaba al pendiente de la información sobre el avión que esperaban, mientras Miguel, Julián y todos los demás, estaban alerta, para el cuidado de Alejandro y su pareja.
Momentos después, Marisela se acercó— está aterrizando, señor —anunció con voz baja.
—¡Bien! —el rubio asintió y se incorporó, acomodó su gabardina y luego le ofreció la mano a Erick—. Vamos Conejo.
—Está bien…
El ojiazul aceptó la mano, realmente no sabía a quién esperaban, pues sabía que sus amigos llegarían al día siguiente y los padres de Alejandro llegarían después; tenía conocimiento que irían otras personas a su boda, pero de la lista que le proporcionaron, no conocía a nadie más.
El grupo caminó hacia la sección privada donde arribarían los únicos pasajeros de ese vuelo privado y al llegar, Alejandro sujetó a Erick y lo puso delante de él, abrazándolo desde atrás y sujetándolo por la cintura, como si lo quisiera proteger.
—¿Qué ocurre? —preguntó el ojiazul.
—No quiero que te desmayes por la impresión —se burló el otro.
—Alex, ya no soy tan débil —anunció el pelinegro, a sabiendas que cuando eran más jóvenes, tenía algunos problemas físicos.
—Aun así, es mejor extremar precauciones —el rubio le besó la mejilla.
Ambos esperaron y momentos después, la puerta se abrió, dejando pasar a dos hombres que también llevaban guardaespaldas. Los ojos de Erick se abrieron con sorpresa al reconocerlos, pese a los años que habían pasado.
El hombre castaño, con gafas, iba hablado por teléfono, pero al ver a la pareja, se despidió y colgó de inmediato, más antes de que pudiera decir algo, el moreno de ojos aceituna, corrió hacia ellos.
—¡Erick! —dijo efusivo.
Antes de llegar al ojiazul, Alejandro lo movió y lo puso tras de sí, extendiendo el brazo y sujetando con rapidez la chaqueta de su amigo, para alejarlo de su prometido.
—Te dije que no quería locuras, Iván.
—¡No mames, Alex! —dijo el moreno con molestia—. Tenemos años de no verlo y ¡¿me pides que me comporte?!
El castaño llegó guardando el celular en su gabardina, se acomodó las gafas y sonrió— tan sobreprotector como en antaño, me sorprende que sigas con esas actitudes que no te miré en años… —sin dar tiempo a más, se movió y abrazó a Erick—. ¿Cómo estás? —preguntó—. Has crecido mucho.
Erick seguía aun sin palabras.
—David, si no te alejas de él, tendré que apartarte de mala manera —amenazó el rubio.
—Tranquilo, yo también soy amigo de Erick… —los ojos grises se posaron en su amigo con diversión.
—¡Y yo! —el moreno se liberó del agarre y fue a abrazar al ojiazul también, levantándolo en vilo, ya que era más alto que el otro—. ¡Por fin nos volvemos a ver! —dijo con emoción.
—No puedo creerlo… —dijo el ojiazul, cuando el otro lo dejó en el piso de nuevo—. ¡No imaginaba que serían ustedes! —sonrió ampliamente.
—De seguro Alex te quería dar la sorpresa —Iván sonrió y restregó su mejilla contra la del otro.
—Eso o simplemente no quería que nos vieras —David se alzó de hombros.
—Eso en realidad, pero tenía que invitarlos a la boda —reprochó el rubio.
Erick ni siquiera puso atención a lo que pareja dijo— ¡no creí que los volvería a ver! —señaló sujetando a ambos de la mano.
—Hierba mala, nunca muere, Conejito —Iván le guiñó un ojo.
—¡No le digas Conejito! —Alejandro lo miró con molestia.
—Sí, recuerda que es Conejo o nada —David se alzó de hombros.
—Erick, para ustedes —los señaló—, ¡su apodo es solo mío!
—¿Todos tus trabajadores le dice Conejo y nosotros no podemos? —Iván lo miró con sarcasmo—. Lo conocemos desde hace más de quince años, igual que tú, no mames, Wey.
—¿Cómo saben que mis trabajadores le dicen así?
—Nombre clave… —David levantó una ceja—. Siempre ha sido su nombre clave, lo recuerdo bien.
—¿Siempre? —Erick miró de soslayo a Alex.
—Larga historia… —Alejandro le restó importancia.
—Vamos a desayunar —Iván sujetó del brazo a Erick—, tienes que contarnos todo lo que ha pasado en tu vida.
—Igual ustedes, ¿están casados? —preguntó el ojiazul.
—Yo no —David se puso del otro lado—, no he encontrado a la pareja adecuada.
—Llevo tres divorcios —Iván se alzó de hombros—, sigo buscando a la cuarta señora Zambrano.
—Esperemos que esta dure más de dos años y por fin te de hijos propios—se burló el castaño.
—¡Ey! —Alejandro caminó hasta ellos y apartó a Erick de sus amigos—. ¡No quieran acapararlo!
—Oh, vamos, por fin te vas a casar con él, ya nadie podrá quitártelo —se burló Iván.
—Es Alex, siempre será un celoso de primera —David suspiró.
—Y eso que no lo han visto cerca de Luís —rió Erick.
—¿Quién es Luis? —preguntaron sus amigos de inmediato.
—No es momento de hablar…
—Un amigo mío —interrumpió Erick—. Alejandro lo golpeó porque intentó hacer algo impropio conmigo.
—¡¿Y sigue vivo?! —ambos lo miraron con sorpresa.
—Te has ablandado, Alex —David sonrió de lado.
—¡Cállate!
—Hay que conocer al sujeto que coqueteó con Erick y sigue vivo para contarlo —Iván se carcajeó.
Alejandro miró al techo— no creo que…
—Llegará mañana —Erick sonrió—, también mis otros amigos, quisiera presentárselos antes de la ceremonia —prosiguió emocionado—, ¡los tres son como mis hermanos!
—Espera, ¿nos cambiaste por otros sujetos y nos lo dices así, sin previo aviso? —Iván lo miró molesto—. ¡Tú debiste avisarnos para prepararnos mentalmente! —reprochó para el rubio—. ¡Nuestro Conejo tiene otros mejores amigos! —Abrazó a Erick con fuerza—. ¡¿Por qué nos hiciste esto?!
—¿No seas dramático? —el rubio entornó los ojos.
—Han pasado quince años, debemos agradecer que siguiera soltero y esperando a Alex —David rió por lo bajo.
—En realidad… soy viudo…
—¡¿Estuviste casado?! —Los recién llegados se quedaron boquiabiertos ante esa noticia y el silencio reinó después de eso.
—Ah… sí —Erick sonrió nervioso.
Alejandro se puso frente a sus amigos, abrazando a Erick y sonriendo tranquilo— ¿necesitan una copa para digerir la noticia? —preguntó divertido.
—Necesito tequila —Iván habló con voz baja.
—Es muy temprano para alcohol —David suspiró—, pero en estas circunstancias, es necesario un café con whisky.
—La verdad, también tengo hambre —Erick asintió
Alejandro sonrió— vamos a desayunar, Marisela reservó un lugar para que podamos platicar con comodidad —besó el dorso de la mano de Erick—. Y así, se ponen al corriente con Erick.
—¿Se ponen? —el moreno levantó una ceja—. ¿Y tú?
—Yo ya sé todo lo que tengo que saber —Alejandro lo miró con suficiencia.
Después del desayuno, Erick se despidió de su prometido y amigos, ya que aún faltaban detalles de la boda, por lo que se retiró con Marisela a encargarse de ellos. Alejandro, por su parte, se quedó con David e Iván, para platicar un poco más.
—¿En serio dejaste vivo a ese tipo? —Iván lo miró incrédulo.
Ni él, ni David, podían concebir que Alejandro hubiera perdonado la vida del sujeto llamado Luis.
—Es amigo de Erick —el rubio bebió de su café y se recargó en el sillón.
—También lo eran Omar, Manuel y otros más —David lo miró de soslayo—, a los cuales, no les tuviste esa consideración.
Alejandro sonrió— a diferencia de ellos, hasta cierto punto, yo creo que Luis es confiable…
Iván escupió el líquido que traía en la boca— intentó propasarse con Erick y ¡¿crees que es confiable?!
—No creo que tu juicio sea el adecuado —David negó.
Alejandro suspiró— antes de que eso ocurriera, durante todos los años que no estuve a su lado —especificó—, había sido un buen amigo de Erick —añadió—. Por eso Erick lo quiere, a él, a Daniel y a Víctor —detalló.
—Incluso si dices eso, para el Alejandro que conocemos, eso no lo justifica —el de lentes no podía creer lo que escuchaba.
—En eso, David tiene razón —Iván lo miró molesto—. ¡No hay precedentes!
El rubio bebió de su café y ocultó su débil sonrisa— quizá es… porque le debía una.
—¿De qué hablas? —Iván lo miró confundido.
—Que yo sepa, no lo conocías antes ¿o sí? —indagó el castaño con curiosidad, ya que no comprendía el por qué su amigo decía eso.
Alejandro bajó la taza— Erick intentó suicidarse —dijo con voz fría, consiguiendo que los otros se pusieran en alerta—, de no ser por sus amigos, que llegaron y lo llevaron a un hospital, nunca lo hubiera encontrado.
Con esa explicación rápida, los otros dos entendieron por qué no solo ese tal “Luis”, sino en sí, los tres amigos de Erick, eran considerados por Alejandro como personas confiables.
—Esa es la razón de que le perdonaras la vida… —David suspiró.
—Por eso y porque si lo mataba, Erick no me lo hubiera perdonado —confesó sin dudar.
Iván rió— ahora todo tiene sentido —se alzó de hombros—. Siendo así, entonces, la próxima vez, sí lo matarás.
—No habrá próxima —Alejandro negó—. Luis es un hombre de palabra y entendió que Erick no es para él, así que, no necesito preocuparme más por ese asunto.
—Interesante, un hombre que se ganó el respeto de Alejandro de León —David llevó la taza a su boca y bebió un sorbo de su café—, es algo que jamás creí ver —se burló.
—Tenemos que conocerlo —Iván ladeó el rostro.
—No objetaré eso, pero no toquen este tema en su presencia —el ojiverde suspiró—. Le prometí a mi Conejo que lo olvidaríamos y supongo que sus amigos también lo quieren dejar en el pasado y olvido.
—De acuerdo —el castaño asintió.
—No prometo nada —Iván se alzó de hombros—, pero haré mi mejor esfuerzo.
—Algo es algo —suspiró el rubio.
—Y volviendo al tema de tu boda —David sonrió—, ¿tienes padrinos en mente?
—Sí —asintió el ojiverde—. Miguel y Julián.
—¡¿Cómo que Miguel y Julián?! —Iván se incorporó de un salto—. ¡No me vengas con mamadas, Alejandro! —gritó furioso—. Nosotros conocemos a Erick desde hace muchos años —se señaló y después a David—, estuvimos ahí cuando todo inició, ¡te ayudamos! ¡¿Cómo pudiste dejarnos de lado?! ¡Maldito traidor!
El aludido sonrió— lo siento, pero ellos se pronunciaron primero —se alzó de hombros.
—De Mike lo creo —David asintió—, pero ¿Juls?
—Lo hizo más que nada para quedar bien con su novio, quien aprecia a mi Conejo.
—¡¿Juls tiene novio?¡ —Iván estaba aturdido por tantas noticias—. ¿Hace cuánto que no nos reuníamos a platicar? ¡¿10 años?!
—Tres meses, en realidad —especificó David con diversión.
—Aun no es su novio, pero está prendado de él desde que lo conoce —Alejandro los miró seriamente.
—¿Hablas del guardaespaldas bonito, que se parece a Erick? —preguntó David con curiosidad.
—Ese, exactamente —Alejandro asintió.
—¿Al fin se decidió? —Iván volvió a sentarse.
—Es otra historia que necesitan conocer y no hablar delante de Juls —se burló el ojiverde.
—Vaya… con tantas novedades, creo que este desayuno se alargará hasta la comida —David sonrió divertido.
Tanto David, como Iván, conocían a Julián y Miguel desde la universidad, así que también eran amigos, pero sabían que los dos guardaespaldas de Alejandro, mantenían algunos asuntos personales en privado y era mejor no hablar de ello en su presencia.
—¿En serio dejaste vivo a ese tipo? —Iván lo miró incrédulo.
Ni él, ni David, podían concebir que Alejandro hubiera perdonado la vida del sujeto llamado Luis.
—Es amigo de Erick —el rubio bebió de su café y se recargó en el sillón.
—También lo eran Omar, Manuel y otros más —David lo miró de soslayo—, a los cuales, no les tuviste esa consideración.
Alejandro sonrió— a diferencia de ellos, hasta cierto punto, yo creo que Luis es confiable…
Iván escupió el líquido que traía en la boca— intentó propasarse con Erick y ¡¿crees que es confiable?!
—No creo que tu juicio sea el adecuado —David negó.
Alejandro suspiró— antes de que eso ocurriera, durante todos los años que no estuve a su lado —especificó—, había sido un buen amigo de Erick —añadió—. Por eso Erick lo quiere, a él, a Daniel y a Víctor —detalló.
—Incluso si dices eso, para el Alejandro que conocemos, eso no lo justifica —el de lentes no podía creer lo que escuchaba.
—En eso, David tiene razón —Iván lo miró molesto—. ¡No hay precedentes!
El rubio bebió de su café y ocultó su débil sonrisa— quizá es… porque le debía una.
—¿De qué hablas? —Iván lo miró confundido.
—Que yo sepa, no lo conocías antes ¿o sí? —indagó el castaño con curiosidad, ya que no comprendía el por qué su amigo decía eso.
Alejandro bajó la taza— Erick intentó suicidarse —dijo con voz fría, consiguiendo que los otros se pusieran en alerta—, de no ser por sus amigos, que llegaron y lo llevaron a un hospital, nunca lo hubiera encontrado.
Con esa explicación rápida, los otros dos entendieron por qué no solo ese tal “Luis”, sino en sí, los tres amigos de Erick, eran considerados por Alejandro como personas confiables.
—Esa es la razón de que le perdonaras la vida… —David suspiró.
—Por eso y porque si lo mataba, Erick no me lo hubiera perdonado —confesó sin dudar.
Iván rió— ahora todo tiene sentido —se alzó de hombros—. Siendo así, entonces, la próxima vez, sí lo matarás.
—No habrá próxima —Alejandro negó—. Luis es un hombre de palabra y entendió que Erick no es para él, así que, no necesito preocuparme más por ese asunto.
—Interesante, un hombre que se ganó el respeto de Alejandro de León —David llevó la taza a su boca y bebió un sorbo de su café—, es algo que jamás creí ver —se burló.
—Tenemos que conocerlo —Iván ladeó el rostro.
—No objetaré eso, pero no toquen este tema en su presencia —el ojiverde suspiró—. Le prometí a mi Conejo que lo olvidaríamos y supongo que sus amigos también lo quieren dejar en el pasado y olvido.
—De acuerdo —el castaño asintió.
—No prometo nada —Iván se alzó de hombros—, pero haré mi mejor esfuerzo.
—Algo es algo —suspiró el rubio.
—Y volviendo al tema de tu boda —David sonrió—, ¿tienes padrinos en mente?
—Sí —asintió el ojiverde—. Miguel y Julián.
—¡¿Cómo que Miguel y Julián?! —Iván se incorporó de un salto—. ¡No me vengas con mamadas, Alejandro! —gritó furioso—. Nosotros conocemos a Erick desde hace muchos años —se señaló y después a David—, estuvimos ahí cuando todo inició, ¡te ayudamos! ¡¿Cómo pudiste dejarnos de lado?! ¡Maldito traidor!
El aludido sonrió— lo siento, pero ellos se pronunciaron primero —se alzó de hombros.
—De Mike lo creo —David asintió—, pero ¿Juls?
—Lo hizo más que nada para quedar bien con su novio, quien aprecia a mi Conejo.
—¡¿Juls tiene novio?¡ —Iván estaba aturdido por tantas noticias—. ¿Hace cuánto que no nos reuníamos a platicar? ¡¿10 años?!
—Tres meses, en realidad —especificó David con diversión.
—Aun no es su novio, pero está prendado de él desde que lo conoce —Alejandro los miró seriamente.
—¿Hablas del guardaespaldas bonito, que se parece a Erick? —preguntó David con curiosidad.
—Ese, exactamente —Alejandro asintió.
—¿Al fin se decidió? —Iván volvió a sentarse.
—Es otra historia que necesitan conocer y no hablar delante de Juls —se burló el ojiverde.
—Vaya… con tantas novedades, creo que este desayuno se alargará hasta la comida —David sonrió divertido.
Tanto David, como Iván, conocían a Julián y Miguel desde la universidad, así que también eran amigos, pero sabían que los dos guardaespaldas de Alejandro, mantenían algunos asuntos personales en privado y era mejor no hablar de ello en su presencia.
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