Capítulo XVII
Al llegar a la oficina, la secretaria atendió a Jacobo y Omar; a pesar de que la chica no percibía feromonas, se dio cuenta que el estado de animo de Jacobo no era el mejor y prefirió mantenerse al margen, solo realizando las labores que le solicitaban.
Omar de inmediato mandó a imprimir un solo informe para su padre, mientras él pasaba al baño de su oficina a limpiarse un poco más y ponerse más presentable. Desde mucho tiempo atrás había mandado instalar un baño completo, para algunos casos de emergencia, pero nunca imagino que la emergencia no sería por pasar un buen rato con uno de sus amantes en turno.
Así, salió después de un rato, con un conjunto sencillo y casual, ya que no tenía un traje completo en ese momento, porque no lo había solicitado con antelación y el único saco que tenía a la mano, era el que había llevado a la reunión ese día.
—¡¿Qué es esto, Omar?! —Jacobo revisaba los datos que su hijo acababa de imprimir para él.
—¿Cómo que qué es? —el castaño levantó una ceja, acomodando su camisa—. Es el reporte de crecimiento económico anual, que estamos previendo para los próximos quince años —señaló con obviedad.
—¡¿Dos por ciento al quinto años?! ¡¿Un máximo de cinco por ciento para el décimo y los siguientes?! —gritó el hombre con desespero.
—Es la mejor taza que puedo prometer con el desarrollo de…
Omar no pudo terminar de hablar, ya que su padre le lanzó los papeles al rostro.
—¡Esto es una burla para todos los empresarios!
—¿Burla? —Omar sujetó molesto unas hojas—. Es la mejor oportunidad para ellos, ¡nadie les daría una garantía tan sólida como esta!
Las feromonas de tabaco se esparcieron y Omar pasó saliva con dificultad; su padre estaba furioso y no comprendía por qué.
—Si hubieras asistido a la reunión de hoy, te sentirías avergonzado de eso —siseó el hombre—. De León ofrece un incremento de 3 a 5 por ciento los primeros cinco años y acabaría con un incremento de hasta un diez en la economía, ¡en quince años!
—¡¿Qué?! —Omar negó—. ¡Eso es imposible!
—No, no es imposible para ellos —Jacobo se dejó caer en la silla que tenía tras él—. Estamos acabados —dijo con pesadez.
El silencio reinó un momento. Omar movía los ojos de un lado a otro; se sentía ansioso.
—Podríamos recibir inversiones extranjeras…
Con esas palabras, Jacobo levantó el rostro, observando a su hijo— ¿Cómo? —preguntó fríamente—. Nadie nos apoyaría sin una garantía, no solo de recuperar si inversión, sino de duplicarla como mínimo.
—Con el apoyo del hermano de Erick —Omar sonrió—, solo debemos…
—¡Olvídate de la familia Salazar! —Jacobo gritó y volvió a ponerse de pie, golpeando el escritorio—. ¡¿Crees que nos ayudarán después de la estupidez que cometiste anoche?!
—Dijiste que el padre de Erick ayudó a que nos dieran una prorroga…
Jacobo le había comentado a grandes rasgos la situación a Omar y especialmente, cómo, debido a la intervención de Alonso, los empresarios les dieron la oportunidad de presentar su propuesta al siguiente día.
—Sabe que necesita que sigamos al mando y…
—No —Jacobo negó—. Alonso lo hizo solo para guardar apariencias —apretó los parpados—, ya me lo dijo al acabarse la reunión, estamos solos —especificó—. Él buscará el beneficio para su familia y nosotros pronto dejaremos de formar parte de ella.
—¡¿Qué quieres decir?! —Omar se sobresaltó.
—¿Qué quiero decir? —su padre habló con sarcasmo—. Los documentos de disolución de tu matrimonio, seguramente ya fueron presentados a los abogados y dentro de poco, estarás divorciado —rechinó los dientes—. La estupidez con tu amante, nos ha costado el apoyo de Salazar.
—No —Omar negó—. ¡No! —gritó—. Erick es mío —señaló con ira y sus feromonas se desprendieron de inmediato de su piel—, ¡no se puede divorciar de mí!
—Alonso es su asesor —Jacobo miró a su hijo con cansancio— y ahora que mostraste a un amante y lo pusiste por encima de Erick, humillando a su familia, ¿piensas que lo va a dejar pasar tan fácil?
—No… no puede —apretó los puños—. ¡No debe poder!
—No podría si tuviéramos todo bajo control, pero por lo que veo —Jacobo señaló las hojas desperdigadas—, no tenemos nada…
Omar pasó saliva— puedo… ¡puedo mejorar la oferta que propuso De León!
—¿Ah, sí? —Jacobo se cruzó de brazos—. ¿Cómo? —indagó incrédulo.
—Aún… Aún tengo conocidos —Omar respiró agitado, «Jair puede ayudarme, él tiene muchos amigos…» pensó con desespero, pues sabía muy bien que el otro tenía muchos contactos, por algo era tan popular y codiciado, aunque no sabía que podía ofrecerle por su ayuda, pues lo que seguramente Jair quería, era un matrimonio y él no quería perder a Erick—. Sólo debo ponerme en contacto con ellos y preparar otra presentación, más acorde a nuestras necesidades.
—Hacer algo así, en un día, es imposible —Jacobo negó, ya se había resignado.
—¡Por favor! —Omar se acercó a su padre y lo sujetó de los hombros—. Confía en mí, solo una vez más, ¡esta vez no te fallaré! —su voz sonaba llena de convicción—. Mañana presentaré una mejor propuesta, ¡te lo prometo!
El hombre sabía que la situación ya no tenía solución, pero quería creer que su hijo podía hacer algo bueno por su familia; suspiró y pensó en Ulises, quien seguramente querría que confiara en su hijo, así que por su esposo, aceptó.
—De acuerdo, pero necesitas trabajar toda la tarde.
—Lo haré, ¡no te defraudaré!
Omar de inmediato mandó a imprimir un solo informe para su padre, mientras él pasaba al baño de su oficina a limpiarse un poco más y ponerse más presentable. Desde mucho tiempo atrás había mandado instalar un baño completo, para algunos casos de emergencia, pero nunca imagino que la emergencia no sería por pasar un buen rato con uno de sus amantes en turno.
Así, salió después de un rato, con un conjunto sencillo y casual, ya que no tenía un traje completo en ese momento, porque no lo había solicitado con antelación y el único saco que tenía a la mano, era el que había llevado a la reunión ese día.
—¡¿Qué es esto, Omar?! —Jacobo revisaba los datos que su hijo acababa de imprimir para él.
—¿Cómo que qué es? —el castaño levantó una ceja, acomodando su camisa—. Es el reporte de crecimiento económico anual, que estamos previendo para los próximos quince años —señaló con obviedad.
—¡¿Dos por ciento al quinto años?! ¡¿Un máximo de cinco por ciento para el décimo y los siguientes?! —gritó el hombre con desespero.
—Es la mejor taza que puedo prometer con el desarrollo de…
Omar no pudo terminar de hablar, ya que su padre le lanzó los papeles al rostro.
—¡Esto es una burla para todos los empresarios!
—¿Burla? —Omar sujetó molesto unas hojas—. Es la mejor oportunidad para ellos, ¡nadie les daría una garantía tan sólida como esta!
Las feromonas de tabaco se esparcieron y Omar pasó saliva con dificultad; su padre estaba furioso y no comprendía por qué.
—Si hubieras asistido a la reunión de hoy, te sentirías avergonzado de eso —siseó el hombre—. De León ofrece un incremento de 3 a 5 por ciento los primeros cinco años y acabaría con un incremento de hasta un diez en la economía, ¡en quince años!
—¡¿Qué?! —Omar negó—. ¡Eso es imposible!
—No, no es imposible para ellos —Jacobo se dejó caer en la silla que tenía tras él—. Estamos acabados —dijo con pesadez.
El silencio reinó un momento. Omar movía los ojos de un lado a otro; se sentía ansioso.
—Podríamos recibir inversiones extranjeras…
Con esas palabras, Jacobo levantó el rostro, observando a su hijo— ¿Cómo? —preguntó fríamente—. Nadie nos apoyaría sin una garantía, no solo de recuperar si inversión, sino de duplicarla como mínimo.
—Con el apoyo del hermano de Erick —Omar sonrió—, solo debemos…
—¡Olvídate de la familia Salazar! —Jacobo gritó y volvió a ponerse de pie, golpeando el escritorio—. ¡¿Crees que nos ayudarán después de la estupidez que cometiste anoche?!
—Dijiste que el padre de Erick ayudó a que nos dieran una prorroga…
Jacobo le había comentado a grandes rasgos la situación a Omar y especialmente, cómo, debido a la intervención de Alonso, los empresarios les dieron la oportunidad de presentar su propuesta al siguiente día.
—Sabe que necesita que sigamos al mando y…
—No —Jacobo negó—. Alonso lo hizo solo para guardar apariencias —apretó los parpados—, ya me lo dijo al acabarse la reunión, estamos solos —especificó—. Él buscará el beneficio para su familia y nosotros pronto dejaremos de formar parte de ella.
—¡¿Qué quieres decir?! —Omar se sobresaltó.
—¿Qué quiero decir? —su padre habló con sarcasmo—. Los documentos de disolución de tu matrimonio, seguramente ya fueron presentados a los abogados y dentro de poco, estarás divorciado —rechinó los dientes—. La estupidez con tu amante, nos ha costado el apoyo de Salazar.
—No —Omar negó—. ¡No! —gritó—. Erick es mío —señaló con ira y sus feromonas se desprendieron de inmediato de su piel—, ¡no se puede divorciar de mí!
—Alonso es su asesor —Jacobo miró a su hijo con cansancio— y ahora que mostraste a un amante y lo pusiste por encima de Erick, humillando a su familia, ¿piensas que lo va a dejar pasar tan fácil?
—No… no puede —apretó los puños—. ¡No debe poder!
—No podría si tuviéramos todo bajo control, pero por lo que veo —Jacobo señaló las hojas desperdigadas—, no tenemos nada…
Omar pasó saliva— puedo… ¡puedo mejorar la oferta que propuso De León!
—¿Ah, sí? —Jacobo se cruzó de brazos—. ¿Cómo? —indagó incrédulo.
—Aún… Aún tengo conocidos —Omar respiró agitado, «Jair puede ayudarme, él tiene muchos amigos…» pensó con desespero, pues sabía muy bien que el otro tenía muchos contactos, por algo era tan popular y codiciado, aunque no sabía que podía ofrecerle por su ayuda, pues lo que seguramente Jair quería, era un matrimonio y él no quería perder a Erick—. Sólo debo ponerme en contacto con ellos y preparar otra presentación, más acorde a nuestras necesidades.
—Hacer algo así, en un día, es imposible —Jacobo negó, ya se había resignado.
—¡Por favor! —Omar se acercó a su padre y lo sujetó de los hombros—. Confía en mí, solo una vez más, ¡esta vez no te fallaré! —su voz sonaba llena de convicción—. Mañana presentaré una mejor propuesta, ¡te lo prometo!
El hombre sabía que la situación ya no tenía solución, pero quería creer que su hijo podía hacer algo bueno por su familia; suspiró y pensó en Ulises, quien seguramente querría que confiara en su hijo, así que por su esposo, aceptó.
—De acuerdo, pero necesitas trabajar toda la tarde.
—Lo haré, ¡no te defraudaré!
David y Dimitry regresaron a la mansión Esquivel; el ruso no tenía mucho qué hacer, más que seguir con el trabajo, pero el de lentes iba a salir a buscar a Luis, para invitarlo a comer y tal vez otras cosas, por lo tanto fue a cambiarse de ropa, pues no quería mantener el mismo aspecto de negocios con el que se presentó a la reunión.
Al estar presentable y cómodo, salió y pidió el vehículo para manejarlo él; estaba al tanto de las órdenes de Alejandro, pero no quería llevar a nadie más, al menos no a su lado, porque sabía que lo seguirían. Así, antes de salir de la propiedad le marcó a Luis, pero este no le respondió.
—Qué extraño… —musitó, pero no le prestó importancia.
Puso el manos libres y siguió marcando, pese a que iba manejando; pero aunque lo intentó varias veces, no hubo respuesta, así que eso lo hizo enojar.
—Si así quieres jugar, por mí está bien —sonrió con malicia y en un punto del camino, cambió de dirección.
Luis le había pedido que no fuera a su hogar, pero David había prometido no hacerlo, con la condición de que siempre le respondiera a sus llamadas. Si Luis no cumplía, él tampoco tenía que cumplir.
Después de varios minutos, el ojigris se detuvo frente a una gran casa. No era una mansión como las de los grandes empresarios, pero si tenía un gran jardín, rodeado de una cerca de cemento y forja de metal. Sin perder el tiempo, bajó del auto y fue a la entrada, dándose cuenta que quienes lo seguían, se mantenían a una distancia prudente.
Tocó el interfono y una voz femenina se escuchó.
—“Buenas tardes, ¿qué desea?”
—Buenas tardes, busco a Luís Jiménez.
Hubo un momento de silencio y luego otra voz respondió.
—“Buenas tardes, ¿quién lo busca?” —preguntó con curiosidad.
—Soy David Labastida, tenía una reunión con él hoy, para tratar unos asuntos importantes.
—“Oh, es del trabajo… Lo siento, pero mi hijo no está, se encuentra en los preparativos de una fiesta, puede marcarle a su celular, ¿tiene el número?”
—Sí, lo tengo… —«pero no me responde…» pensó con molestia—. Dígame, ¿de casualidad está organizando la fiesta de la familia Montalvo?
—“Sí, exactamente esa…”
—Entonces ya sé dónde buscarlo, gracias…
—“De nada, que tenga buen día…”
David se apartó de la puerta y subió al vehículo— es una lástima que no haya conocido a mi futura suegra en persona —sonrió—. Pero tiene bonita voz, cómo su hijo… —negó—. No importa, ya me la presentará formalmente, primero debo ir a atraparlo —apretó el volante en la mano—. No importa que quieras esconderte, no podrás huir de mí, Kochanie.
En el camino a la dirección a dónde debía ir entrada la tarde, les pidió a las personas que lo seguían, que le buscaran un buen restaurante y le hicieran una reservación, porque ya tenía hambre y deseaba ir a comer con su futuro esposo.
Al llegar a la enorme propiedad de la familia Montalvo, observó que había varios vehículos grandes, haciendo fila para entrar, así que tuvo que esperar; cuando llegó al acceso y dio su nombre, de inmediato lo dejaron pasar, pero a diferencia del camino señalado a los demás, a él lo enviaron por la calle principal.
David sabía que ahí no podían seguirlo los trabajadores de Alejandro, así que se mantenía en alerta; era obvio que él no sería el blanco en esa ciudad, pero cuando todos supieron que era el heredero Labastida, llamó la atención y su padre le había dicho por teléfono, que se cuidara.
Apenas puso un pie bajo el auto, un hombre de traje se presentó ante él.
—Buenas tardes, joven Labastida —sonrió haciendo una reverencia.
—Buenas tardes —saludó el universitario sin interés.
—Soy Pablo Bermúdez, mayordomo principal de la familia Montalvo —se presentó con rapidez—. No sabía que iba a venir y no hay ningún miembro de la familia en casa en este momento —dijo con nervios—. Los señores y sus hijos salieron a unos últimos detalles de la fiesta… —explicó.
—Imagino —«los Omega a algún lugar para peinarse o maquillarse y los Alfa a perder el tiempo en otro lado para no preocuparse de la casa… típico…» pensó con cansancio.
—Pero le acabo de avisar al señor Montalvo y dijo que vendría de inmediato, si gusta, puede esperar en la sala de estar…
La risa de David se escuchó— lo siento, pero no vengo a ver a ningún miembro de la familia Montalvo —señaló con sorna.
—¿Ah, no? ¿Entonces? —preguntó el hombre confundido.
—Quiero ver al encargado de la recepción, es urgente.
—Oh… —el mayordomo parpadeó varias veces—. ¿Al señor Jiménez? —preguntó para confirmar.
—¿Es el encargado de la fiesta? —David sonrió de lado.
—Sí, por supuesto.
—Entonces, sí —acomodó el cuello de su camisa—, ¿puedo verlo?
—Claro —Pablo forzó una sonrisa—. Sígame, por favor…
David siguió al mayordomo por las escaleras y al entrar a la enorme casa, se dio cuenta que todo ahí dentro era una locura; había muchas personas acomodando mesas, mantelería, adornos florares, revisando las luces y acomodando equipo de sonido, las voces se escuchaban en murmullos y en momentos por gritos, llamándose unos a otros para seguir con el trabajo. Pese a que su familia también había hecho reuniones, nunca se imaginó como eran los preparativos y tal parecía que era un trabajo mucho mayor al imaginado.
«¿Cómo es que sigues cuerdo, Kochanie?»
—Asegúrense de cambiar todos los focos de ese candelabro —se escuchó una voz varonil—. No podemos arriesgarnos a que se funda uno en plena fiesta, porque no se podrá cambiar ya.
—¡Sí, señor! —dijeron un par de jóvenes que se movían por ahí.
—Señor Jiménez —la voz de Pablo se escuchó y el hombre giró el rostro—. El joven Labastida quiere verlo.
—¿A mí? —preguntó el hombre con curiosidad, pues no conocía al chico que acompañaba al otro.
David levantó una ceja y observó al hombre de barba cerrada que tenía enfrente, «Creo que nos equivocamos de encargado de fiesta…» pensó con diversión — buenas tardes… —saludó con cortesía.
—Buenas tardes —el hombre de cabello castaño oscuro caminó hasta él y le extendió la mano—. Soy Emiliano Jiménez, ¿en qué puedo servirle?
—Honestamente, en nada —rió el de lentes, dándole un fuerte apretón de mano.
—¿Disculpe?
—Soy David Labastida y siendo sincero, busco a su hijo —confesó.
—¿A Luis? —el mayor levantó una ceja—. ¿Eres alguno de sus compañeros de la universidad?
—¡Ah! No exactamente, tenemos otro tipo de relación, una que básicamente, acaba de iniciar, por eso vine a buscarlo —dijo con voz divertida.
Emiliano no comprendía lo que el chico frente a él decía.
David se dio cuenta del gesto confuso del otro, así que era mejor aclarar las cosas, pero con Luis presente— creo que sería mejor que su hijo le explicara, ¿podría, por favor, decirle que lo vine a buscar?
—Por supuesto, permítame un momento…
Emiliano dio media vuelta y se encaminó hacia otra zona de la mansión, dejando a David de pie, en medio del salón principal; los trabajadores que ayudaban a arreglar esa parte de la casa, lo observaban con curiosidad, ya que no lo habían visto jamás.
Por su parte, en la zona de descarga de la gigantesca cocina, Luis tenía una carpeta en mano, marcando en la lista los suministros que iba recibiendo para la recepción.
—La mantelería está bien, no tendremos problemas con eso… —musitó y se acercó a las cajas que tenían las cristalerías extra, que el cliente había solicitado para esa noche—. ¿Cuántas son? —preguntó para el jovencito que las tenía en un carrito de carga.
—Estas son diez cajas, con 25 copas cada una —respondió de inmediato.
—Diez cajas, con 25 copas —repitió—. Creo que serán suficientes para completar la cristalería de la casa —marcó la lista—. ¿Qué hay de los platos, vasos y cubiertos para la cena?
—Mi compañero los está descargando.
Luís revisó el reloj de su celular, aun había tiempo, pero no le gustaba que tardara más de lo debido, pues eso ya debía estar listo.
—De acuerdo, pero…
—Luis —la voz seria lo hizo levantar el rostro, ya que la reconoció de inmediato—. Ven, por favor.
—Un momento, padre… —Luis se giró y se acercó a uno de los trabajadores que le ayudaban—. Tom, revisa que vengan todas las cajas de la demás cristalería y los cubiertos —le entregó la carpeta—, deben ser limpiados y acomodados, para que estén listos antes de que lleguen los meseros que se encargarán del servicio.
—Claro… —asintió el otro.
Luis se apartó y fue con su padre— ¿qué pasa?
—Alguien vino a buscarte.
—¿A mí? —indagó el castaño con extrañeza.
Su padre no respondió, solo caminó hacia el interior de la mansión, algo que extrañó al universitario, ya que toda la gente con la que él tenía interacción, era del servicio de mesa, pero sin decir una palabra, lo siguió. Al cruzar un par de zonas y acercarse al salón principal, Luís sintió que se desmayaría al percibir las feromonas de alguien en especial; estuvo a punto de dar media vuelta e irse, pero su cuerpo no siguió esa orden, al contrario, apresuró el paso para alcanzar a su padre y encontrarse con el dueño de ese delicioso olor.
—¡Buenas tardes! —la voz de David se escuchó, apenas vio a Luis aparecer en compañía de su padre.
—Ah… —Luis sentía la garganta seca—. Ho… Hola…
—No sabía que trabajarías hoy —sonrió el de lentes—. Y cómo no respondiste mis llamadas, fui hasta tu casa y tu madre me dijo que estarías aquí, pero no imaginé que con tu padre —hizo un ademán, señalando al hombre que estaba al lado de Luis, mirándolo con seriedad.
Luis apretó la quijada «¡ayer te dije que hoy trabajaría y no podía verte!» pensó, pero no podía decir eso o su padre se enteraría que el día anterior lo había pasado con el otro y no con Daniel y Víctor, como le había dicho.
—Bueno… hoy tengo trabajo —forzó una sonrisa.
—Comprendo…
David asintió, era obvio que Luís no quería que su padre se enterara de lo ocurrido con él, por lo que debía hacer algo si quería avanzar en esa relación, así que puso la mirada en el padre del otro.
—Señor Emiliano Jiménez, quiero que me dé permiso, para que su hijo me acompañe hoy, en esta recepción —dijo de inmediato.
—¡¿Disculpe?! —el hombre lo miró con sorpresa, ya que había sido muy directo
—No le hagas caso —Luis se puso frente a su padre—. Es un amigo de Fabián y quiere que Daniel, Víctor, Marcel, Agus y yo, los acompañemos a él y sus amigos, pero yo tengo trabajo —dijo mirando con molestia al ojigrís.
—No, no, no —David rió—. Quiero que su hijo me acompañe, como mi pareja —especificó.
—¡¿Qué?! ¡¿Pareja?! —el de barba se sorprendió.
—¡Cállate de una vez, David!
—¿De qué habla este muchacho, Luis? —preguntó el mayor confundido.
—Ah… Es… Una tontería —una sonrisa nerviosa se dibujó en los labios del castaño—. No le hagas caso, es…
—Soy un Alfa —David se acercó—. Me gusta su hijo Omega y quiero invitarlo a esta fiesta como mi pareja —confesó—, creo que con eso puede sacar conclusiones, ya que usted también es Alfa, ¿no es así?
—¡¿Cómo sabes que Luis es…?!
Emiliano no terminó la pregunta, ya que observó como David señalaba su propia nariz.
—¡Imposible! —el de barba negó—. No hay ningún Alfa que pueda percibir sus feromonas —dijo con voz baja, ya que desde que su hijo había entrado en celo por primera vez, se dieron cuenta que su feromonas eran tan débiles, que ni siquiera él podía percibirlas.
—Maple —sonrió David con orgullo—. Su hijo Luis, tiene un dulce olor a miel de maple —repitió en voz alta, llamando la atención no solo de padre e hijo, sino de algunos trabajadores que estaban ahí—. Y no solo eso, sino que él responde a mis feromonas…
—¡¿Quieres callarte?! —Luís habló con desespero.
—¡¿Es eso cierto, Luis?! —Emiliano se asustó.
—Ah… Yo… —el castaño se mordió el labio inferior—. No es… es que…
Sin darse cuenta, las feromonas de David lo envolvieron y sintió que sus mejillas ardían, ya que su cuerpo respondió de inmediato a las mismas, por lo que tuvo que cubrir su boca, para que un sonido delator no escapara.
Emiliano percibió un olor que no pudo definir al principio, pero segundos después, pudo detectar el Anis y sintió que su nariz picaba un poco; aun así, al observar a su hijo se dio cuenta de su reacción. Ya había visto a muchos Omega siendo afectados por feromonas de Alfa; cuando él era joven también tuvo problemas por ello, debido a que sus feromonas atraían a muchos y él no sentía atracción por ninguno, así que terminó casándose con una chica Beta, de la cual se enamoró.
Instintivamente estiró la mano para sujetar a su hijo, pero se quedó a un paso de hacerlo, ya que Luis se giró y sujetó la mano de David, que estaba a su lado, antes de hundir el rostro en su hombro; desde lo ocurrido el día anterior, el olor de las feromonas del otro, lo hacía sentir muy bien y su cuerpo reaccionó sin que se lo propusiera, deseando cubrirse de ese olor que le parecía tan delicioso.
Las pupilas de Emiliano se alargaron y liberó sus feromonas de sándalo— suéltalo —dijo entre dientes.
—No era mi intención obligarlo a reaccionar —negó David y disipó de inmediato sus feromonas—, solo quería demostrarle a usted, que no mentía, porque su hijo me dijo ayer que nunca reaccionó a ninguna feromona antes.
—¿Ayer? —el hombre observó a Luis, quien seguía de espaldas a él.
—De verdad, quiero algo formal con su hijo —el de lentes habló con seriedad, dejando de lado su carácter afable—. Me interesa como compañero único y quiero casarme con él —señaló, acariciando la espalda de su pareja—. Pero si no se lo decía de esta manera, él no iba a permitir que lo hiciera nunca.
Emiliano soltó el aire con cansancio y disipó sus feromonas también— sí, tiene un carácter difícil —asintió, pues lo conocía y sabía que nunca quiso admitir que era Omega.
—Es encantador, a su manera —sonrió el ojigrís.
El hombre sonrió de lado— de acuerdo, tienes mi permiso para cortejarlo y que te acompañe a la recepción de hoy…
—Tengo trabajo… —la voz de Luis era apagada, ya que habló contra el hombro de David, pero su padre lo escuchó bien.
—No, no tienes trabajo —negó—. Ahora no puedo dejarte trabajar en un lugar dónde hay muchos Alfas —suspiró—. Tal vez solo reacciones a las feromonas de este joven, pero no me quiero arriesgar a que ocurra con alguien más —negó.
Luis quería objetar, pero no podía; aún se sentía inquieto, así que solo pudo ejercer presión en el agarre contra la ropa de David.
—Ya que tengo su permiso para que me acompañe hoy como mi pareja —el de lentes sonrió—, ¿puede dar permiso para llevarlo a comer y comprar un traje adecuado?
Emiliano suspiró— sólo si él quiere —levantó una ceja—, Luís es muy especial con su ropa… —«y dudo que quiera usar un traje de Omega…» pensó divertido, ya que su hijo jamás quiso ponerse uno.
—¿Qué dices, Kochanie? —David abrazó a Luis—. ¿Te gustaría ir de compras conmigo? Prometo no obligarte a usar algo que no quieras… —sonrió.
Luis asintió, pero no se apartó del hombro del otro; no porque no quisiera, sino porque se sentía sumamente avergonzado y no tenía cara de ver, no solo a su padre, sino a los otros trabajadores que seguramente ya se habían dado cuenta de todo lo ocurrido.
—Siendo así, te daré mi tarjeta, Luis —el de barba se movió para sacar su cartera.
—No, señor Jiménez —David negó—, el traje de hoy y los de las próximas fiestas, corren por mi cuenta… Es parte de mi cortejo —su voz sonó orgullosa.
—¿Seguro? —presionó el hombre con un poco de incredulidad.
—¡Por supuesto! —la sonrisa divertida de David, regresó a sus labios.
—Siendo así, solo asegúrate de llevarlo a casa, temprano, ¿entendido?
—Acabando la fiesta, lo llevaré a su casa, palabra de honor… Anda Kochanie, debemos irnos para tener tiempo de buscar tu traje…
Finalmente, Luis se apartó de David y miró a su padre de soslayo— nos vemos más tarde…
—Cuídate y cualquier cosa, me marcas…
—Ajá…
David le ofreció la mano al padre de Luis— gracias, señor Jiménez.
—Más vale que lo cuides y lo trates con respeto… —dijo el hombre, dando un ligero apretón en la mano del otro.
—Lo cuidaré con mi vida, se lo prometo.
—Aun estás a prueba, así que espero te portes bien.
—Lo haré —asintió el de lentes.
Después de eso, la pareja se encaminó a la salida y Emiliano los observó hasta que se perdieron tras la puerta.
—Que chico tan peculiar… —frunció el ceño.
“…Soy David Labastida…”
—Labastida… Labastida… —pasó la mano por su barba—. Tengo la extraña sensación de que he escuchado ese apellido antes —frunció el ceño y luego negó—. Ah, no importa, ya le preguntaré luego, ahora me tengo que centrar en el trabajo porque me toca hacerlo solo…
David abrió la puerta del vehículo que manejaba y permitió que Luis se subiera en el asiento de copiloto, luego fue a su lugar.
—Bien Kochanie, vamos a comer.
—No —negó el otro apretando los puños contra sus piernas.
—¿No tienes hambre? —el de lentes lo miró de soslayo.
—Estoy enojado, porque hiciste esto ¡con premeditación, alevosía y ventaja! —acusó, señalándolo con el índice—. Viniste a hablar con mi padre, cuando ayer te dije ¡que debíamos mantener esto en secreto!
David borró su sonrisa y puso un gesto serio— no lo hice con esa intención —dijo con seguridad—. Vine a buscarte porque no respondiste mis llamadas y me encontré a tu padre —explicó—. Solo actué por instinto, no fue algo planeado —repitió.
—¡Ah, claro! —se cruzó de brazos—. ¡Y seguramente tampoco planeaste llevarme a un hotel con la excusa de ir a comer!
—No, no lo hice —David negó.
Luis frunció el ceño— ¿no? —preguntó confundido—. Pero… tus feromonas —señaló a la casa.
—Kochanie, mis feromonas no tenían una segunda intención —señaló—, hoy tenemos una reservación en un restaurante, porque quiero llevarte a comer…
Luis guardó silencio y estrujó sus manos sobre su regazo.
—¿Pasa algo? —el de lentes lo miró de soslayo, las feromonas de Maple estaban ligeramente alteradas.
—Es que yo…
—¿Quieres ir a un hotel? —preguntó con curiosidad.
—Yo… tal… vez… —confesó, pues en el fondo, era lo que deseaba.
David sonrió y se inclinó, lo sujetó del cuello y lo acercó, besándolo en los labios con demanda.
—La oferta es tentadora —dijo al separarse— y con gusto la aceptaría, pero le acabo de dar mi palabra a tu padre de que te iba a cuidar, a llevar a comer y luego de compras, para venir a la fiesta —explicó—. Si no lo cumplo, él no confiará de nuevo en mí…
Luis se relamió los labios— ¿siempre cumples tu palabra? —preguntó con un dejo de ilusión.
—Lo intento…
—Entonces, dame tu palabra de que mañana me llevarás a un hotel… —exigió el otro y pasó las manos por el cuello de David, besándolo con demanda—. Dijiste ayer que aún había muchas cosas que podíamos hacer para divertirnos…
David mordisqueó el labio inferior— te prometo que mañana te llevaré a un hotel y nos divertiremos más de lo que nos divertimos ayer… —relamió sus labios—. Pero hoy, hay que mantener las apariencias con tu padre, así que te llevaré a comer, luego de compras y te presentaré en la fiesta como mi pareja, ¿de acuerdo?
—Está bien…
Al estar presentable y cómodo, salió y pidió el vehículo para manejarlo él; estaba al tanto de las órdenes de Alejandro, pero no quería llevar a nadie más, al menos no a su lado, porque sabía que lo seguirían. Así, antes de salir de la propiedad le marcó a Luis, pero este no le respondió.
—Qué extraño… —musitó, pero no le prestó importancia.
Puso el manos libres y siguió marcando, pese a que iba manejando; pero aunque lo intentó varias veces, no hubo respuesta, así que eso lo hizo enojar.
—Si así quieres jugar, por mí está bien —sonrió con malicia y en un punto del camino, cambió de dirección.
Luis le había pedido que no fuera a su hogar, pero David había prometido no hacerlo, con la condición de que siempre le respondiera a sus llamadas. Si Luis no cumplía, él tampoco tenía que cumplir.
Después de varios minutos, el ojigris se detuvo frente a una gran casa. No era una mansión como las de los grandes empresarios, pero si tenía un gran jardín, rodeado de una cerca de cemento y forja de metal. Sin perder el tiempo, bajó del auto y fue a la entrada, dándose cuenta que quienes lo seguían, se mantenían a una distancia prudente.
Tocó el interfono y una voz femenina se escuchó.
—“Buenas tardes, ¿qué desea?”
—Buenas tardes, busco a Luís Jiménez.
Hubo un momento de silencio y luego otra voz respondió.
—“Buenas tardes, ¿quién lo busca?” —preguntó con curiosidad.
—Soy David Labastida, tenía una reunión con él hoy, para tratar unos asuntos importantes.
—“Oh, es del trabajo… Lo siento, pero mi hijo no está, se encuentra en los preparativos de una fiesta, puede marcarle a su celular, ¿tiene el número?”
—Sí, lo tengo… —«pero no me responde…» pensó con molestia—. Dígame, ¿de casualidad está organizando la fiesta de la familia Montalvo?
—“Sí, exactamente esa…”
—Entonces ya sé dónde buscarlo, gracias…
—“De nada, que tenga buen día…”
David se apartó de la puerta y subió al vehículo— es una lástima que no haya conocido a mi futura suegra en persona —sonrió—. Pero tiene bonita voz, cómo su hijo… —negó—. No importa, ya me la presentará formalmente, primero debo ir a atraparlo —apretó el volante en la mano—. No importa que quieras esconderte, no podrás huir de mí, Kochanie.
En el camino a la dirección a dónde debía ir entrada la tarde, les pidió a las personas que lo seguían, que le buscaran un buen restaurante y le hicieran una reservación, porque ya tenía hambre y deseaba ir a comer con su futuro esposo.
Al llegar a la enorme propiedad de la familia Montalvo, observó que había varios vehículos grandes, haciendo fila para entrar, así que tuvo que esperar; cuando llegó al acceso y dio su nombre, de inmediato lo dejaron pasar, pero a diferencia del camino señalado a los demás, a él lo enviaron por la calle principal.
David sabía que ahí no podían seguirlo los trabajadores de Alejandro, así que se mantenía en alerta; era obvio que él no sería el blanco en esa ciudad, pero cuando todos supieron que era el heredero Labastida, llamó la atención y su padre le había dicho por teléfono, que se cuidara.
Apenas puso un pie bajo el auto, un hombre de traje se presentó ante él.
—Buenas tardes, joven Labastida —sonrió haciendo una reverencia.
—Buenas tardes —saludó el universitario sin interés.
—Soy Pablo Bermúdez, mayordomo principal de la familia Montalvo —se presentó con rapidez—. No sabía que iba a venir y no hay ningún miembro de la familia en casa en este momento —dijo con nervios—. Los señores y sus hijos salieron a unos últimos detalles de la fiesta… —explicó.
—Imagino —«los Omega a algún lugar para peinarse o maquillarse y los Alfa a perder el tiempo en otro lado para no preocuparse de la casa… típico…» pensó con cansancio.
—Pero le acabo de avisar al señor Montalvo y dijo que vendría de inmediato, si gusta, puede esperar en la sala de estar…
La risa de David se escuchó— lo siento, pero no vengo a ver a ningún miembro de la familia Montalvo —señaló con sorna.
—¿Ah, no? ¿Entonces? —preguntó el hombre confundido.
—Quiero ver al encargado de la recepción, es urgente.
—Oh… —el mayordomo parpadeó varias veces—. ¿Al señor Jiménez? —preguntó para confirmar.
—¿Es el encargado de la fiesta? —David sonrió de lado.
—Sí, por supuesto.
—Entonces, sí —acomodó el cuello de su camisa—, ¿puedo verlo?
—Claro —Pablo forzó una sonrisa—. Sígame, por favor…
David siguió al mayordomo por las escaleras y al entrar a la enorme casa, se dio cuenta que todo ahí dentro era una locura; había muchas personas acomodando mesas, mantelería, adornos florares, revisando las luces y acomodando equipo de sonido, las voces se escuchaban en murmullos y en momentos por gritos, llamándose unos a otros para seguir con el trabajo. Pese a que su familia también había hecho reuniones, nunca se imaginó como eran los preparativos y tal parecía que era un trabajo mucho mayor al imaginado.
«¿Cómo es que sigues cuerdo, Kochanie?»
—Asegúrense de cambiar todos los focos de ese candelabro —se escuchó una voz varonil—. No podemos arriesgarnos a que se funda uno en plena fiesta, porque no se podrá cambiar ya.
—¡Sí, señor! —dijeron un par de jóvenes que se movían por ahí.
—Señor Jiménez —la voz de Pablo se escuchó y el hombre giró el rostro—. El joven Labastida quiere verlo.
—¿A mí? —preguntó el hombre con curiosidad, pues no conocía al chico que acompañaba al otro.
David levantó una ceja y observó al hombre de barba cerrada que tenía enfrente, «Creo que nos equivocamos de encargado de fiesta…» pensó con diversión — buenas tardes… —saludó con cortesía.
—Buenas tardes —el hombre de cabello castaño oscuro caminó hasta él y le extendió la mano—. Soy Emiliano Jiménez, ¿en qué puedo servirle?
—Honestamente, en nada —rió el de lentes, dándole un fuerte apretón de mano.
—¿Disculpe?
—Soy David Labastida y siendo sincero, busco a su hijo —confesó.
—¿A Luis? —el mayor levantó una ceja—. ¿Eres alguno de sus compañeros de la universidad?
—¡Ah! No exactamente, tenemos otro tipo de relación, una que básicamente, acaba de iniciar, por eso vine a buscarlo —dijo con voz divertida.
Emiliano no comprendía lo que el chico frente a él decía.
David se dio cuenta del gesto confuso del otro, así que era mejor aclarar las cosas, pero con Luis presente— creo que sería mejor que su hijo le explicara, ¿podría, por favor, decirle que lo vine a buscar?
—Por supuesto, permítame un momento…
Emiliano dio media vuelta y se encaminó hacia otra zona de la mansión, dejando a David de pie, en medio del salón principal; los trabajadores que ayudaban a arreglar esa parte de la casa, lo observaban con curiosidad, ya que no lo habían visto jamás.
Por su parte, en la zona de descarga de la gigantesca cocina, Luis tenía una carpeta en mano, marcando en la lista los suministros que iba recibiendo para la recepción.
—La mantelería está bien, no tendremos problemas con eso… —musitó y se acercó a las cajas que tenían las cristalerías extra, que el cliente había solicitado para esa noche—. ¿Cuántas son? —preguntó para el jovencito que las tenía en un carrito de carga.
—Estas son diez cajas, con 25 copas cada una —respondió de inmediato.
—Diez cajas, con 25 copas —repitió—. Creo que serán suficientes para completar la cristalería de la casa —marcó la lista—. ¿Qué hay de los platos, vasos y cubiertos para la cena?
—Mi compañero los está descargando.
Luís revisó el reloj de su celular, aun había tiempo, pero no le gustaba que tardara más de lo debido, pues eso ya debía estar listo.
—De acuerdo, pero…
—Luis —la voz seria lo hizo levantar el rostro, ya que la reconoció de inmediato—. Ven, por favor.
—Un momento, padre… —Luis se giró y se acercó a uno de los trabajadores que le ayudaban—. Tom, revisa que vengan todas las cajas de la demás cristalería y los cubiertos —le entregó la carpeta—, deben ser limpiados y acomodados, para que estén listos antes de que lleguen los meseros que se encargarán del servicio.
—Claro… —asintió el otro.
Luis se apartó y fue con su padre— ¿qué pasa?
—Alguien vino a buscarte.
—¿A mí? —indagó el castaño con extrañeza.
Su padre no respondió, solo caminó hacia el interior de la mansión, algo que extrañó al universitario, ya que toda la gente con la que él tenía interacción, era del servicio de mesa, pero sin decir una palabra, lo siguió. Al cruzar un par de zonas y acercarse al salón principal, Luís sintió que se desmayaría al percibir las feromonas de alguien en especial; estuvo a punto de dar media vuelta e irse, pero su cuerpo no siguió esa orden, al contrario, apresuró el paso para alcanzar a su padre y encontrarse con el dueño de ese delicioso olor.
—¡Buenas tardes! —la voz de David se escuchó, apenas vio a Luis aparecer en compañía de su padre.
—Ah… —Luis sentía la garganta seca—. Ho… Hola…
—No sabía que trabajarías hoy —sonrió el de lentes—. Y cómo no respondiste mis llamadas, fui hasta tu casa y tu madre me dijo que estarías aquí, pero no imaginé que con tu padre —hizo un ademán, señalando al hombre que estaba al lado de Luis, mirándolo con seriedad.
Luis apretó la quijada «¡ayer te dije que hoy trabajaría y no podía verte!» pensó, pero no podía decir eso o su padre se enteraría que el día anterior lo había pasado con el otro y no con Daniel y Víctor, como le había dicho.
—Bueno… hoy tengo trabajo —forzó una sonrisa.
—Comprendo…
David asintió, era obvio que Luís no quería que su padre se enterara de lo ocurrido con él, por lo que debía hacer algo si quería avanzar en esa relación, así que puso la mirada en el padre del otro.
—Señor Emiliano Jiménez, quiero que me dé permiso, para que su hijo me acompañe hoy, en esta recepción —dijo de inmediato.
—¡¿Disculpe?! —el hombre lo miró con sorpresa, ya que había sido muy directo
—No le hagas caso —Luis se puso frente a su padre—. Es un amigo de Fabián y quiere que Daniel, Víctor, Marcel, Agus y yo, los acompañemos a él y sus amigos, pero yo tengo trabajo —dijo mirando con molestia al ojigrís.
—No, no, no —David rió—. Quiero que su hijo me acompañe, como mi pareja —especificó.
—¡¿Qué?! ¡¿Pareja?! —el de barba se sorprendió.
—¡Cállate de una vez, David!
—¿De qué habla este muchacho, Luis? —preguntó el mayor confundido.
—Ah… Es… Una tontería —una sonrisa nerviosa se dibujó en los labios del castaño—. No le hagas caso, es…
—Soy un Alfa —David se acercó—. Me gusta su hijo Omega y quiero invitarlo a esta fiesta como mi pareja —confesó—, creo que con eso puede sacar conclusiones, ya que usted también es Alfa, ¿no es así?
—¡¿Cómo sabes que Luis es…?!
Emiliano no terminó la pregunta, ya que observó como David señalaba su propia nariz.
—¡Imposible! —el de barba negó—. No hay ningún Alfa que pueda percibir sus feromonas —dijo con voz baja, ya que desde que su hijo había entrado en celo por primera vez, se dieron cuenta que su feromonas eran tan débiles, que ni siquiera él podía percibirlas.
—Maple —sonrió David con orgullo—. Su hijo Luis, tiene un dulce olor a miel de maple —repitió en voz alta, llamando la atención no solo de padre e hijo, sino de algunos trabajadores que estaban ahí—. Y no solo eso, sino que él responde a mis feromonas…
—¡¿Quieres callarte?! —Luís habló con desespero.
—¡¿Es eso cierto, Luis?! —Emiliano se asustó.
—Ah… Yo… —el castaño se mordió el labio inferior—. No es… es que…
Sin darse cuenta, las feromonas de David lo envolvieron y sintió que sus mejillas ardían, ya que su cuerpo respondió de inmediato a las mismas, por lo que tuvo que cubrir su boca, para que un sonido delator no escapara.
Emiliano percibió un olor que no pudo definir al principio, pero segundos después, pudo detectar el Anis y sintió que su nariz picaba un poco; aun así, al observar a su hijo se dio cuenta de su reacción. Ya había visto a muchos Omega siendo afectados por feromonas de Alfa; cuando él era joven también tuvo problemas por ello, debido a que sus feromonas atraían a muchos y él no sentía atracción por ninguno, así que terminó casándose con una chica Beta, de la cual se enamoró.
Instintivamente estiró la mano para sujetar a su hijo, pero se quedó a un paso de hacerlo, ya que Luis se giró y sujetó la mano de David, que estaba a su lado, antes de hundir el rostro en su hombro; desde lo ocurrido el día anterior, el olor de las feromonas del otro, lo hacía sentir muy bien y su cuerpo reaccionó sin que se lo propusiera, deseando cubrirse de ese olor que le parecía tan delicioso.
Las pupilas de Emiliano se alargaron y liberó sus feromonas de sándalo— suéltalo —dijo entre dientes.
—No era mi intención obligarlo a reaccionar —negó David y disipó de inmediato sus feromonas—, solo quería demostrarle a usted, que no mentía, porque su hijo me dijo ayer que nunca reaccionó a ninguna feromona antes.
—¿Ayer? —el hombre observó a Luis, quien seguía de espaldas a él.
—De verdad, quiero algo formal con su hijo —el de lentes habló con seriedad, dejando de lado su carácter afable—. Me interesa como compañero único y quiero casarme con él —señaló, acariciando la espalda de su pareja—. Pero si no se lo decía de esta manera, él no iba a permitir que lo hiciera nunca.
Emiliano soltó el aire con cansancio y disipó sus feromonas también— sí, tiene un carácter difícil —asintió, pues lo conocía y sabía que nunca quiso admitir que era Omega.
—Es encantador, a su manera —sonrió el ojigrís.
El hombre sonrió de lado— de acuerdo, tienes mi permiso para cortejarlo y que te acompañe a la recepción de hoy…
—Tengo trabajo… —la voz de Luis era apagada, ya que habló contra el hombro de David, pero su padre lo escuchó bien.
—No, no tienes trabajo —negó—. Ahora no puedo dejarte trabajar en un lugar dónde hay muchos Alfas —suspiró—. Tal vez solo reacciones a las feromonas de este joven, pero no me quiero arriesgar a que ocurra con alguien más —negó.
Luis quería objetar, pero no podía; aún se sentía inquieto, así que solo pudo ejercer presión en el agarre contra la ropa de David.
—Ya que tengo su permiso para que me acompañe hoy como mi pareja —el de lentes sonrió—, ¿puede dar permiso para llevarlo a comer y comprar un traje adecuado?
Emiliano suspiró— sólo si él quiere —levantó una ceja—, Luís es muy especial con su ropa… —«y dudo que quiera usar un traje de Omega…» pensó divertido, ya que su hijo jamás quiso ponerse uno.
—¿Qué dices, Kochanie? —David abrazó a Luis—. ¿Te gustaría ir de compras conmigo? Prometo no obligarte a usar algo que no quieras… —sonrió.
Luis asintió, pero no se apartó del hombro del otro; no porque no quisiera, sino porque se sentía sumamente avergonzado y no tenía cara de ver, no solo a su padre, sino a los otros trabajadores que seguramente ya se habían dado cuenta de todo lo ocurrido.
—Siendo así, te daré mi tarjeta, Luis —el de barba se movió para sacar su cartera.
—No, señor Jiménez —David negó—, el traje de hoy y los de las próximas fiestas, corren por mi cuenta… Es parte de mi cortejo —su voz sonó orgullosa.
—¿Seguro? —presionó el hombre con un poco de incredulidad.
—¡Por supuesto! —la sonrisa divertida de David, regresó a sus labios.
—Siendo así, solo asegúrate de llevarlo a casa, temprano, ¿entendido?
—Acabando la fiesta, lo llevaré a su casa, palabra de honor… Anda Kochanie, debemos irnos para tener tiempo de buscar tu traje…
Finalmente, Luis se apartó de David y miró a su padre de soslayo— nos vemos más tarde…
—Cuídate y cualquier cosa, me marcas…
—Ajá…
David le ofreció la mano al padre de Luis— gracias, señor Jiménez.
—Más vale que lo cuides y lo trates con respeto… —dijo el hombre, dando un ligero apretón en la mano del otro.
—Lo cuidaré con mi vida, se lo prometo.
—Aun estás a prueba, así que espero te portes bien.
—Lo haré —asintió el de lentes.
Después de eso, la pareja se encaminó a la salida y Emiliano los observó hasta que se perdieron tras la puerta.
—Que chico tan peculiar… —frunció el ceño.
“…Soy David Labastida…”
—Labastida… Labastida… —pasó la mano por su barba—. Tengo la extraña sensación de que he escuchado ese apellido antes —frunció el ceño y luego negó—. Ah, no importa, ya le preguntaré luego, ahora me tengo que centrar en el trabajo porque me toca hacerlo solo…
David abrió la puerta del vehículo que manejaba y permitió que Luis se subiera en el asiento de copiloto, luego fue a su lugar.
—Bien Kochanie, vamos a comer.
—No —negó el otro apretando los puños contra sus piernas.
—¿No tienes hambre? —el de lentes lo miró de soslayo.
—Estoy enojado, porque hiciste esto ¡con premeditación, alevosía y ventaja! —acusó, señalándolo con el índice—. Viniste a hablar con mi padre, cuando ayer te dije ¡que debíamos mantener esto en secreto!
David borró su sonrisa y puso un gesto serio— no lo hice con esa intención —dijo con seguridad—. Vine a buscarte porque no respondiste mis llamadas y me encontré a tu padre —explicó—. Solo actué por instinto, no fue algo planeado —repitió.
—¡Ah, claro! —se cruzó de brazos—. ¡Y seguramente tampoco planeaste llevarme a un hotel con la excusa de ir a comer!
—No, no lo hice —David negó.
Luis frunció el ceño— ¿no? —preguntó confundido—. Pero… tus feromonas —señaló a la casa.
—Kochanie, mis feromonas no tenían una segunda intención —señaló—, hoy tenemos una reservación en un restaurante, porque quiero llevarte a comer…
Luis guardó silencio y estrujó sus manos sobre su regazo.
—¿Pasa algo? —el de lentes lo miró de soslayo, las feromonas de Maple estaban ligeramente alteradas.
—Es que yo…
—¿Quieres ir a un hotel? —preguntó con curiosidad.
—Yo… tal… vez… —confesó, pues en el fondo, era lo que deseaba.
David sonrió y se inclinó, lo sujetó del cuello y lo acercó, besándolo en los labios con demanda.
—La oferta es tentadora —dijo al separarse— y con gusto la aceptaría, pero le acabo de dar mi palabra a tu padre de que te iba a cuidar, a llevar a comer y luego de compras, para venir a la fiesta —explicó—. Si no lo cumplo, él no confiará de nuevo en mí…
Luis se relamió los labios— ¿siempre cumples tu palabra? —preguntó con un dejo de ilusión.
—Lo intento…
—Entonces, dame tu palabra de que mañana me llevarás a un hotel… —exigió el otro y pasó las manos por el cuello de David, besándolo con demanda—. Dijiste ayer que aún había muchas cosas que podíamos hacer para divertirnos…
David mordisqueó el labio inferior— te prometo que mañana te llevaré a un hotel y nos divertiremos más de lo que nos divertimos ayer… —relamió sus labios—. Pero hoy, hay que mantener las apariencias con tu padre, así que te llevaré a comer, luego de compras y te presentaré en la fiesta como mi pareja, ¿de acuerdo?
—Está bien…
Joseph volvía a la casa, con un enorme paquete en manos; el joven que lo llevó, le especificó que era un envío urgente.
Erick aún estaba en el estudio, pues faltaba más de una hora para que empezara a prepararse para la fiesta; estaba dando unas pinceladas, cuando la puerta se escuchó.
—Adelante… —dijo sin poner atención, ya que era obvio que sería alguien de la casa.
—Señor Erick —Joseph entró con paso rápido—, acaban de traer esto para usted.
Erick volteó el rostro y observó la caja— ¿quién la envía? —indagó curioso, dejando de lado la paleta de pintura.
—Según el mensajero, el señor Gibrán Ibarra.
—¿El señor Ibarra? —el ojiazul frunció el ceño, le parecía muy extraño, pues ya tenía el vestido que usaría esa noche, del mismo diseñador—. De acuerdo, veamos qué es… Ponla en la mesa, Joseph, por favor.
Mientras el canoso colocaba el paquete con cuidado donde el otro pidió, Erick se limpió las manos; caminó hasta la mesa y tomó el sobre que llevaba la caja, leyéndolo primero.
“Un pajarito… mejor dicho, un felino me pidió que te enviara esto, para que lo usaras hoy, ¡por favor, Erick, tienes que usarlo!”
«¿Un pajarito? ¿Un felino? ¿De qué habla?»
Erick dejó el sobre de lado, jaló el listón de la caja y el moño se soltó, con cuidado quitó la tapa y sus ojos se abrieron con sorpresa, al ver el vestido que estaba dentro. Sin decir una palabra, salió del estudio, dejando a Joseph ahí, de pie, sin comprender lo que ocurría.
Erick corrió hasta la planta baja, llegando al teléfono más cercano a la escalera; con rapidez, marcó el número del diseñador y apenas dio un timbre él contesto.
—“…Sabía que marcarías, querido…”
—Ese vestuario…
—“…Lo sé…” —la risa se escuchó del otro lado—. “…La vez que viniste con tu suegro, te dije que ese vestido era pareja de un traje para un Alfa, pero como no quería que Ulises lo pidiera para su hijo, te dije que no estaba terminado, obvio, mentí…” —explicó.
—Entonces… ¿quién tiene la pareja? —preguntó con duda, aunque en el fondo ya sabía la respuesta, ya que la palabra ‘felino’ retumbaba en su mente.
—“…No puedo decirlo en voz alta, porque es s-e-c-r-e-t-o…” —deletreó con diversión—. “…Pero irá a la fiesta de hoy…”
—Si uso ese vestido… —Erick sintió un escalofrío.
Por una parte, sería admitir que ya no tenía nada que ver con su esposo, pero sí con alguien más y aunque imaginaba quien sería el que usaría el otro traje, temía desatar el infierno.
—No creo que…
—“…Erick, sé que para ti es difícil, pero ya toda la ciudad sabe lo que ocurrió ayer…”
Gibrán no había ido a la recepción, pero las noticias, videos y fotos de lo ocurrido, se había esparcido cómo pólvora.
—“…Y no debes sentirte mal por tener un pretendiente…”
—Pero…
—“Nada, nada…” —interrumpió el diseñador de inmediato—. “Solo usa el vestido, yo no diré que ese vestido y el traje son pareja, así que tranquilo…”
—¿Y si alguien más se da cuenta?
—“Lo niegas y ya, yo también lo negaré…” —la risa se escuchó del otro lado—. “Solo relájate y diviértete…”
Erick se mordió el labio y suspiró— de acuerdo, lo usaré, pero espero que no pase nada…
—“Nada malo va a pasar…” —Gibrán le habló con calma—. “Y usa los accesorios que lo complementan, es necesario que sean esos exclusivamente, ¿de acuerdo?...”
—Está bien…
—“Nos vemos en la noche, mi príncipe…”
—Adiós…
Erick colgó y suspiró.
«¿Por qué te estás arriesgando tanto, Alex?» pensó con un dejo de ansiedad.
Sabía que Alejandro había preparado eso, pero no entendía el por qué había dado un paso tan obvio, para que todos se dieran cuenta del interés que había entre ellos, más al ser un diseño de Gibrán y siendo el modelo exclusivo de él, tampoco podía negarse.
—De acuerdo, solo fingiré demencia…
Erick aún estaba en el estudio, pues faltaba más de una hora para que empezara a prepararse para la fiesta; estaba dando unas pinceladas, cuando la puerta se escuchó.
—Adelante… —dijo sin poner atención, ya que era obvio que sería alguien de la casa.
—Señor Erick —Joseph entró con paso rápido—, acaban de traer esto para usted.
Erick volteó el rostro y observó la caja— ¿quién la envía? —indagó curioso, dejando de lado la paleta de pintura.
—Según el mensajero, el señor Gibrán Ibarra.
—¿El señor Ibarra? —el ojiazul frunció el ceño, le parecía muy extraño, pues ya tenía el vestido que usaría esa noche, del mismo diseñador—. De acuerdo, veamos qué es… Ponla en la mesa, Joseph, por favor.
Mientras el canoso colocaba el paquete con cuidado donde el otro pidió, Erick se limpió las manos; caminó hasta la mesa y tomó el sobre que llevaba la caja, leyéndolo primero.
“Un pajarito… mejor dicho, un felino me pidió que te enviara esto, para que lo usaras hoy, ¡por favor, Erick, tienes que usarlo!”
«¿Un pajarito? ¿Un felino? ¿De qué habla?»
Erick dejó el sobre de lado, jaló el listón de la caja y el moño se soltó, con cuidado quitó la tapa y sus ojos se abrieron con sorpresa, al ver el vestido que estaba dentro. Sin decir una palabra, salió del estudio, dejando a Joseph ahí, de pie, sin comprender lo que ocurría.
Erick corrió hasta la planta baja, llegando al teléfono más cercano a la escalera; con rapidez, marcó el número del diseñador y apenas dio un timbre él contesto.
—“…Sabía que marcarías, querido…”
—Ese vestuario…
—“…Lo sé…” —la risa se escuchó del otro lado—. “…La vez que viniste con tu suegro, te dije que ese vestido era pareja de un traje para un Alfa, pero como no quería que Ulises lo pidiera para su hijo, te dije que no estaba terminado, obvio, mentí…” —explicó.
—Entonces… ¿quién tiene la pareja? —preguntó con duda, aunque en el fondo ya sabía la respuesta, ya que la palabra ‘felino’ retumbaba en su mente.
—“…No puedo decirlo en voz alta, porque es s-e-c-r-e-t-o…” —deletreó con diversión—. “…Pero irá a la fiesta de hoy…”
—Si uso ese vestido… —Erick sintió un escalofrío.
Por una parte, sería admitir que ya no tenía nada que ver con su esposo, pero sí con alguien más y aunque imaginaba quien sería el que usaría el otro traje, temía desatar el infierno.
—No creo que…
—“…Erick, sé que para ti es difícil, pero ya toda la ciudad sabe lo que ocurrió ayer…”
Gibrán no había ido a la recepción, pero las noticias, videos y fotos de lo ocurrido, se había esparcido cómo pólvora.
—“…Y no debes sentirte mal por tener un pretendiente…”
—Pero…
—“Nada, nada…” —interrumpió el diseñador de inmediato—. “Solo usa el vestido, yo no diré que ese vestido y el traje son pareja, así que tranquilo…”
—¿Y si alguien más se da cuenta?
—“Lo niegas y ya, yo también lo negaré…” —la risa se escuchó del otro lado—. “Solo relájate y diviértete…”
Erick se mordió el labio y suspiró— de acuerdo, lo usaré, pero espero que no pase nada…
—“Nada malo va a pasar…” —Gibrán le habló con calma—. “Y usa los accesorios que lo complementan, es necesario que sean esos exclusivamente, ¿de acuerdo?...”
—Está bien…
—“Nos vemos en la noche, mi príncipe…”
—Adiós…
Erick colgó y suspiró.
«¿Por qué te estás arriesgando tanto, Alex?» pensó con un dejo de ansiedad.
Sabía que Alejandro había preparado eso, pero no entendía el por qué había dado un paso tan obvio, para que todos se dieran cuenta del interés que había entre ellos, más al ser un diseño de Gibrán y siendo el modelo exclusivo de él, tampoco podía negarse.
—De acuerdo, solo fingiré demencia…
Antes de las seis, Alejandro, Iván, Dimitry y Julián, llegaron a la mansión Montalvo, en compañía de la familia Esquivel; Miguel iba a presentarse junto con la familia de Marcel y David también llegaría después con su pareja.
Alejandro andaba de buen humor, ya que, aunque pasó varias horas en una boutique, esperando que le arreglaran un traje de último momento, era seguro que la ropa que portaba era exclusivamente para combinar con la que usaría Erick esa noche, así que por eso se encontraba satisfecho; Julián por su parte, tenía gesto de enfado, porque ese día, Agustín no estaría en esa reunión, pero decidió encargarse de la seguridad de Alejandro dentro de la recepción.
—Esta noche, muchos Omega parecen haberse puesto sus mejores prendas —mencionó Iván, al ver que había muchos chicos vistiendo trajes sumamente reveladores y mirando de manera coqueta a Alejandro.
—Es por lo ocurrido ayer —Fabián bebió de una copa—, como en las noticias salió que Alejandro bailó con varios Omega, ahora todos quieren una oportunidad de acercarse —sonrió de lado.
—Lástima por ellos —el ojiverde habló con desdén—, porque solo me interesa uno.
—¿Y qué hay del otro? —preguntó Dimitry con seriedad.
—Ese es solo una variable que pronto dejará de existir… —Alejandro le restó importancia—. Él cree que lo necesito, pero ya tengo todo solucionado.
—¿Cuándo se anunciará el divorcio del Conejo? —preguntó Iván con curiosidad.
Alejandro había puesto a todos sus amigos al tanto de su reunión con el General Alonso Salazar, especialmente de que el divorcio de Erick era un hecho y su compromiso también.
—Creo que mañana, después de la reunión de empresarios —el rubio olió el contenido de una copa antes de beberla—. Sin importar el veredicto, eso ya no tiene marcha atrás.
—Será a tu favor —Dimitry ladeó el rostro—. No hay manera de que ese sujeto mejore la proyección, ni vendiéndole su alma a Satanás —sonrió.
La risa estalló en su selecto grupo, hasta que todos observaron que Alonso Salazar llegaba a la recepción, junto con su esposo.
—Y llegó tu futuro suegro —dijo Iván burlón, bebiendo más de su copa.
—Hay que tener cuidado con ese hombre —Fabián miró a Alejandro de soslayo—, mi padre dice que nunca hace un movimiento que no sea a su propia conveniencia, aunque eso termine destruyendo a sus ‘amigos’.
—Chelovek, kotoryy delayet sostoyaniye za god, dolzhen byt' poveshen na dvenadtsat' mesyatsev ran'she —el pelirrojo movió la copa antes de beberla.
—En español, Dima —Iván lo miró molesto.
—“El hombre, que hace una fortuna en un año, debe ser ahorcado doce meses antes” —dijo con solemnidad—. Es un proverbio ruso, que señala a hombres cómo él —hizo un ademán hacia el padre de Erick—, porque debemos desconfiar de dichas personas que obtienen su fortuna con tanta facilidad.
Alejandro rió— no se preocupen —negó—. Yo también se usar a algunas personas cómo él, aunque la diferencia es que… —pasó el último trago de vino—. Yo sí respeto a mis amigos —declaro con seriedad y dejó la copa de lado—. Ahora, debo ir a saludar a mi futuro suegro —miró a Julián de soslayo—. ¿Me acompañas? También es tu suegro después de todo.
—No es cómo que me interese ese sujeto —sentenció el castaño—, pero supongo que al ser tu ‘primo’, también debo guardar las apariencias, ¿verdad?
Alejandro le sonrió con burla, por lo que Julián entornó los ojos y lo siguió.
Mientras ambos amigos caminaban por el enorme salón, las miradas estaban puestas principalmente en el rubio, ya que toda la ciudad sabía que Julián tenía cierta atracción por Agustín Salazar y sería imposible que alguien más le interesara.
Alonso y Noé, estaban terminando de saludar a algunos empresarios que estuvieron en la reunión de esa mañana, cuando Alejandro y Julián llegaron hasta él.
—Buenas noches, General —saludó el rubio con cortesía.
—¡Joven De León! —sonrió el hombre con emoción—. No imaginé que vendría a saludarme en cuanto llegara a la fiesta —le ofreció la mano con rapidez.
—Ahora que tenemos ciertos negocios juntos, creo que es lo más correcto, no es así… —apretó la mano del otro y se giró hacia la pareja del militar—. Señor Salazar, está usted radiante —dijo con amabilidad, antes de besarle la mano.
—Gracias —Noé sonrió amable, especialmente porque su esposo ya le había dicho que debía ser sumamente considerado con el rubio.
Julián saludó a Alonso y después a Noé, antes de ponerle atención al militar— General, ¿cómo se encuentra Agustín? —preguntó con interés.
—Mi hijo se encuentra en periodo de celo —explicó el hombre con rapidez—, por eso hoy no nos acompañará en esta reunión.
—Me lo imaginé, ya que hoy fui a verlo y las personas de la casa, al igual que su abuela, no me permitieron verlo —mintió.
Alejandro tuvo que aguantar la risa, ya que sabía que el otro mentía de manera descarada.
—Sí, bueno, comprenderá que es una medida necesaria —Alonso sujetó una copa que le ofrecieron—. Mi hijo es un Omega y aunque sea fuerte e independiente, se debe ser cuidadoso durante ese periodo.
—Espero se recupere para antes de navidad…
Julián también sujetó una copa, antes de que el mesero le ofreciera otra a Alejandro, quien también la aceptó
—No se preocupe, seguramente en dos días más estará mejor, pues una de sus asistentes me dijo que hoy, su celo disminuyó considerablemente.
«Lo sé…» pensó el castaño, «después de lo que hicimos, se calmó bastante…»
—General Salazar, joven De León, joven Chávez, muy buenas noches —el gobernador se acercó a ellos en compañía de su esposo y de la pareja anfitriona.
Después de los saludos correspondientes, Noé, el esposo del gobernador y el esposo del señor Montalvo, se mantuvieron a un lado de sus parejas, escuchando la plática, pero teniendo una charla menos formal en voz baja.
—Espero que esta noche sea más tranquila —Julio Montalvo miró a Alonso de soslayo—. Lo ocurrido ayer con tu yerno, Omar, fue un poco vergonzoso.
Alonso se tensó por esas palabras, era obvio que el otro quería dejarlo a mal, no solo frente a Alejandro, sino ante el Gobernador.
—Tranquilo, Julio —Carlos sonrió conciliador—. Seguramente el General Salazar y su yerno ya solucionaron el problema, ¿me equivoco? —presionó el hombre.
Era obvio para el ojiazul, que lo ocurrido con Omar, había dejado muy mal en cuestión social a su familia, pero debía ponerle un alto rápido, para salir airoso de la situación.
—Por supuesto, de hecho, en poco tiempo, mi familia ya no estará emparentada con los Acosta —anunció con voz seria.
Ante dichas palabras, los Omega que hablaban con Noé, guardaron silencio, poniendo toda la atención en la plática de sus parejas.
—¿Qué quieres decir? —Julio lo miró sorprendido y levantó la voz sin darse cuenta, llamando la atención de varias personas que estaban cerca.
—Lo que significa —Alonso forzó una sonrisa—, mi hijo Erick se divorciará de Omar Acosta —señaló con voz autoritaria y en alto, para que la mayoría de los que estaban poniendo atención, lo escucharan—. De hecho, los papeles de divorcio ya fueron preparados y al ser un divorcio de mutuo consentimiento, porque Omar ya tiene otra pareja —especificó, para que no hubiera duda de que el que incurrió en un delito no había sido su hijo—, será muy rápido.
Alejandro bebió de su copa, pero sus ojos verdes se mantenían en el militar; «¿mutuo consentimiento? Ni siquiera le ha dicho a Erick del divorcio…»
—¡¿Significa que Erick volverá a ser un partido disponible?! —la voz de Raúl, el esposo de Julio se escuchó con emoción—. Querido, esa noticia emocionará a Sergio —dijo con voz ilusionada.
—¿Disculpe? —preguntó Alonso con rapidez.
—Es que, mi hijo mayor, Sergio, está enamorado de tu hijo desde la preparatoria —confesó el anfitrión con una risa divertida—. De hecho no se ha casado, porque dice que no quiere a nadie que no sea el ‘Príncipe Omega’.
Alejandro apretó la copa de manera inconsciente.
—¿Hablan de mí? —un hombre de cabello castaño oscuro y ojos grises se acercó, al escuchar a su padre nombrarlo.
—Mi amor… ¡Erick Salazar va a divorciarse! —dijo su madre con rapidez.
—¡¿Eso es cierto?! —los ojos grises buscaron a Alonso de inmediato—. ¿Cuándo se divorciará? —preguntó con ansiedad y sus feromonas se alteraron, desprendiendo un olor a hierbabuena que todos percibieron con rapidez.
Los murmullos iniciaron; para todos era obvio que, después de lo ocurrido en la fiesta anterior, la relación entre Omar y Erick iba a terminar en divorcio, pero no sabían cuando ocurriría.
Alonso pasó saliva— bueno, tal vez la firma se haga antes de terminar el año —sonrió con nervios.
—Si es mutuo consentimiento, Erick puede casarse de nuevo en poco tiempo —Sergio sonrió ampliamente, debido a que estaba por graduarse de abogado, sabía de esos temas—. Por favor, General —dio un paso hasta el ojiazul—, permítame pedir la mano de su hijo, ¡hoy mismo!
El silencio reinó.
Los padres de Sergio sonrieron, imaginando que Alonso no se negaría, ya que no iba a encontrar a otro Alfa que estuviera dispuesto a desposar con tanta facilidad, a su hijo divorciado y además, eso haría feliz a Sergio, quien parecía estar obsesionado con Erick desde mucho tiempo atrás.
—Lo que pasa es… —Alonso titubeó.
—No se podrá —Alejandro dio un paso al frente, llamando la atención de todos los presentes.
«¿Qué haces, Alex?» Julián se sorprendió por esa reacción, ya que según Alejandro, iba a mantenerse al margen con la situación de Erick, hasta que estuviera divorciado oficialmente.
—¿Y a ti quien te preguntó? —los ojos grises lo miraron con desdén.
—Nadie me preguntó —Alejandro ladeó el rostro y su cabello se movió al compás—, pero no puedes pedir la mano de alguien que ya tiene concretado un futuro compromiso.
—¿De qué hablas?
—Lo siento amigo —el rubio sonrió burlón—, pero el General Salazar —señaló con la copa al hombre— ya me prometió la mano de su hijo Erick, en matrimonio, en cuanto se firme el divorcio.
—¡¿Qué?! —Sergio miró a Alejandro y luego a Alonso.
Todos los presentes se sorprendieron por dichas palabras; Alonso sintió que el color se le iba del rostro, pues no quería que eso se supiera tan pronto.
—Por lo tanto, el futuro esposo del Príncipe Omega —Alejandro puso la mano libre en su pecho—, soy yo —sentenció con orgullo—. Y más vale que no te acerques a él, especialmente ahora que sé tus intenciones.
—Pero tú…
La mano de Julio se posó en el hombro de su hijo— retírate —dijo con seriedad y en voz baja.
Sergio no quería irse, quería quedarse y enfrentar al otro, pero su padre ya le había comentado que ese chico rubio era peligroso, así que no le quedaba de otra, más que apartarse, pues aunque era Alfa, no era dominante y enfrentar a Alejandro de León, no le traería nada bueno a él, ni a su familia.
—De acuerdo —dijo el ojigris —, me retiro, pero quizá, esta vez, Erick debería elegir por sí mismo a su pareja —miró a Alonso con molestia—, en vez de obligarlo a aceptar a un Alfa que quizá no sea de su agrado, ni le dé su lugar.
Dio media vuelta y se alejó; después de unos segundos de silencio, los murmullos iniciaron
Alonso miró a Julio con poco interés— no imaginaba que tu hijo…
—No, no lo sabías —negó el hombre—. Pero así como él, hay muchos jóvenes Alfa que tienen ese interés por tu hijo, desde hace mucho tiempo y Sergio tiene razón —sonrió de lado y miró a Alejandro—, tal vez, esta vez el Príncipe Omega, debería elegir por sí mismo y no aceptar un compañero por imposición de alguien más —su mirada volvió a Alonso—, después de todo, su primer matrimonio, no parece haber sido el mejor… ¿cierto?
—No debería preocuparse por eso, señor Montalvo —Alejandro lo miró con frialdad—. No necesito que alguien obligue al joven Salazar a aceptarme —sonrió burlón—, creo fervientemente que puedo ganarme su amor y darle todo lo que un Omega de su categoría se merece y más —aseguró—, pero eso, lo verá usted y todo el mundo, a su debido tiempo —lo miró con indiferencia y movió ligeramente el rostro para despedirse—. Con permiso.
Alejandro dio media vuelta y caminó de regreso con sus amigos; estaba furioso y debía controlarse, ya que estuvo a punto de atacar al anfitrión de esa fiesta y a su hijo, pero estaba consciente de que no debía, ya que necesitaba mantener una buena relación de negocios. Julián lo siguió y le pasó de manera disimulada una jeringa, la cual contenía el supresor que el otro usaba, en caso de que fuera necesaria, pero Alejandro solo la guardó en el bolsillo de su saco.
Por su parte Alonso se quedó en compañía del gobernador y Julio Montalvo, pero escuchaba claramente como todas las personas a su alrededor, ya estaban hablando del divorcio de Erick y del compromiso apresurado con Alejandro de León.
Dimitry, Fabián e Iván, esperaban a Alejandro y Julián.
—Creí que querías mantener un perfil bajo en esa situación —se burló el moreno cuando su amigo llegó a su lado.
—Eso quería —Alejandro lo miró con molestia—, pero no imaginé que el hijo del anfitrión, tuviera interés en mi Conejo.
—Debes aprender a calmar tus celos, Alex —el ruso suspiró—, si actúas de manera impulsiva, las cosas se pueden salir de tu control —lo señaló con el índice.
—¿Cómo esperan que me controle, cuando un imbécil, dijo frente a mí, que está interesado en mi futuro esposo? —preguntó entre dientes.
—No es de extrañar —Fabián negó—. Cuando era soltero, Erick era un Omega codiciado en esta ciudad —sonrió—. Tengo conocidos, no solo Alfa, sino Beta, que lo admiraban y deseaban —ladeó el rostro—, llegaban al punto de una especie de obsesión malsana con él —hizo una mueca de desagrado—. Muchos no se han casado porque buscan a alguien similar —se burló—, es obvio que el saber que vuelve a estar disponible, será una noticia que llame la atención de muchos de sus antiguos admiradores.
—No estás ayudando, Fabián —Iván pasó saliva con nervios, al ver el gesto sombrío de Alejandro.
—Lo siento, pero Alejandro debe saber la situación tal y cómo es —se alzó de hombros.
—Si ese sujeto o cualquier otro, intenta acercarse a Erick, lo voy a destruir —la voz del rubio era fría.
Sus amigos sabían que no era una amenaza vana, pues era capaz de hacerlo, solo esperaban que no cometiera una locura.
Julián se acercó hasta Alejandro, hablándole al oído.
—Me acaban de decir que Jair Páez llegó, solo —especificó.
—Hora de sacarlo del juego —Alejandro terminó el contenido de su copa y la dejó de lado—. Manténgase alertas —dijo para sus compañeros y dio unos pasos alejándose, mientras los demás se pusieron un pequeño comunicador en sus orejas, de manera disimulada.
Alejandro se movió entre los invitados; buscando con la mirada a Jair, encontrándolo en la entrada, tratando de pasar desapercibido, ya que con lo ocurrido el día anterior, era probable que cualquiera de la seguridad que lo reconociera, le pediría que abandonara la recepción. De no ser porque los trabajadores de Alejandro se encargaron de que pudiera entrar a la casa, no habría podido ni bajar del vehículo en el que había ido.
Jair se sentía inquieto; ese día no estaba Omar para resguardarse tras él y aunque Alejandro le dijo que lo vería en la recepción, no le había dado garantías para que estuviera tranquilo, pero al verlo cerca de una escalinata, se sintió más confiado.
El ojiverde le hizo una seña sutil y caminó con paso seguro, yendo hacia un pequeño salón aislado, que su gente había preparado con antelación, ayudados de la servidumbre de la casa del anfitrión.
Jair lo siguió con paso rápido y finalmente, llegó a la puerta dónde el rubio había desaparecido. Cuando entró a la oficina, observó a Alejandro recargado frente al escritorio, cruzado de brazos, mirándolo con poco interés.
—Alex… Alejandro —sonrió el pelinegro con nervios y caminó hasta el otro, con paso lento.
—Parece que tu actitud cambió mucho de ayer a hoy —dijo el ojiverde, poniendo las manos en el escritorio—, supongo que con lo ocurrido ayer en la noche, las cosas no han ido bien para ti, ¿no es así?
El labio inferior de Jair tembló— eso… eso de que he sido amante de Omar durante meses, fue por necesidad —dijo tratando de sonar seguro.
—No lo niegas entonces… —Alejandro sonrió de lado.
—No lo niego —negó—, pero Omar no me interesa en realidad —se acercó un paso más al rubio—. Te lo demostré hoy, ¿no? —preguntó con ansiedad—. Hice que faltara a esa reunión —señaló—. Y aunque intentó comunicarse conmigo todo el día, de manera insistente, ¡no le respondí!
—¿Y por qué no respondiste? —preguntó Alejandro con curiosidad.
—Porque si él se daba cuenta que lo hice a propósito, me podría ir muy mal —Jair puso un gesto triste—. Le tengo miedo, Alex, en serio… viste lo que hizo ayer, ¿no es así? Crees que su esposo es el único que puede pasarlo mal con él.
«Sí que eres bueno mintiendo, tu no le tienes miedo, pero es tu manera de llamar la atención y mostrarte frágil, para que los Alfa se sientan con la necesidad de protegerte…» pensó el ojiverde con desagrado.
—Lo que hiciste fue por iniciativa propia —dijo el rubio con desdén—, yo no te lo pedí.
—¡Pero lo hice para ayudarte! —Jair se acercó hasta Alejandro y titubeó, pero finalmente lo sujetó de la manga del saco que portaba—. Quería demostrarte que soy capaz de cualquier cosa por ti, de hacer lo que sea para ayudarte, de que te des cuenta que te sería útil, si me das la oportunidad de estar a tu lado…
Alejandro miró la mano que lo sujetaba y luego miró a los ojos a Jair— no necesito tu ayuda.
—¡¿Qué?! —el rostro de Jair mostró desconcierto.
—No necesito tu ayuda para nada —repitió el rubio—, puedo acabar con mis competidores por mí mismo, con mi esfuerzo y trabajo, si no fuera de esa manera, no sería competente para llevar los negocios de mi familia.
—Pero…
—Lo que hiciste, fue por tu propia voluntad —movió la mano y se soltó del agarre—. No pienses que agradeceré algo que hiciste solo por tu propia conveniencia —acomodó el saco que portaba y se alejó unos pasos—. Escúchame bien, aunque tú no hubieras hecho nada, el resultado habría sido el mismo —sonrió de lado—, yo habría ganado este enfrentamiento con Acosta.
—Alex… ¡Espera! —Jair corrió y lo sujetó—. ¡Escúchame! —suplicó.
Alejandro se soltó de un manotazo y lo miró con frialdad— no tienes nada que decir, que me importe.
—Aunque te acerques al esposo de Omar, ¡él no puede ayudarte como yo!
—¿De qué hablas? —el rubio levantó una ceja.
—Intentas acercarte a Erick Salazar, para que te diga las debilidades de Omar, ¿no es así? —insistió—. Ellos no tienen una buena relación —negó—, soy el único que sabe todo de Omar y lo que piensa hacer, ¡hazme caso! ¡Soy lo que necesitas para quedarte con todo lo de la familia Acosta!
El silencio reinó unos momentos, hasta que Alejandro empezó a reír, desconcertando a Jair.
—¿Crees que eso es lo único que me motiva? —preguntó con burla—. Estás completamente equivocado, tanto que es casi un chiste —rió—. Pero seré amable contigo y te lo diré claramente, para que dejes de hacer el ridículo —señaló—, mi interés hacia Erick Salazar no tiene nada que ver con su marido.
—¡¿Qué?! ¡¿De qué hablas?! —Jair no entendía lo que el otro decía.
—Me interesa Erick Salazar, porque es el Omega que deseo como pareja, nada más —confesó Alejandro sin un ápice de vergüenza—. No quiero usarlo para mis negocios, no me interesa si obtengo un beneficio o no, lo quiero, porque estoy enamorado de él y nada más.
—No… —Jair negó débilmente—. No, no, ¡no! —su rostro se contorsionó a un gesto lleno de ira—. ¡Él ni siquiera es un Omega! —gritó con desespero.
—Te equivocas —Alejandro puso un gesto serio—. Erick Salazar es un Omega, de eso no tengo duda —miró al otro con altivez.
Jair se quedó helado, sintió que sus piernas le temblaban y no pudo sostenerse, se dejó caer en el piso— no puede ser… Omar dijo… que era… Beta… —musitó con miedo.
—Entonces, no sabes todo de Omar Acosta —Alejandro se burló—. Erick Salazar es Omega, el Príncipe Omega —enfatizó— y pronto será sólo mío —su voz sonó orgullosa—. Por lo tanto, no necesito de alguien como tú, así que, esta es la última vez que hablamos, Jair Páez, espero que tengas mejor suerte con tu próximo objetivo —dijo burlón—. Y mantente lejos de mí, tomaré en cuenta tu interés por ayudarme, aunque no lo necesitaba, así que no haré nada en tu contra, pero no te vuelvas a cruzar en mi camino, de lo contrario, podría cambiar de opinión.
Alejandro dio media vuelta y caminó con rapidez a la salida. Había dado por finiquitada la situación con ese Omega y esperaba que se mantuviera al margen de una vez.
Jair no pudo reaccionar; no podía creer que Omar le hubiese mentido, especialmente porque él tampoco había percibido las feromonas de Erick, así que era imposible que fuera Omega; no lo entendía.
—No puede ser —negó y apretó los puños contra el piso—. No pude haberme equivocado… —rechinó los dientes—. Jamás me equivoco… jamás pierdo… —levantó el rostro y miró hacia la puerta que se cerraba—. No puedo perder esta vez… ¡No puedo perderte a ti!
Alejandro andaba de buen humor, ya que, aunque pasó varias horas en una boutique, esperando que le arreglaran un traje de último momento, era seguro que la ropa que portaba era exclusivamente para combinar con la que usaría Erick esa noche, así que por eso se encontraba satisfecho; Julián por su parte, tenía gesto de enfado, porque ese día, Agustín no estaría en esa reunión, pero decidió encargarse de la seguridad de Alejandro dentro de la recepción.
—Esta noche, muchos Omega parecen haberse puesto sus mejores prendas —mencionó Iván, al ver que había muchos chicos vistiendo trajes sumamente reveladores y mirando de manera coqueta a Alejandro.
—Es por lo ocurrido ayer —Fabián bebió de una copa—, como en las noticias salió que Alejandro bailó con varios Omega, ahora todos quieren una oportunidad de acercarse —sonrió de lado.
—Lástima por ellos —el ojiverde habló con desdén—, porque solo me interesa uno.
—¿Y qué hay del otro? —preguntó Dimitry con seriedad.
—Ese es solo una variable que pronto dejará de existir… —Alejandro le restó importancia—. Él cree que lo necesito, pero ya tengo todo solucionado.
—¿Cuándo se anunciará el divorcio del Conejo? —preguntó Iván con curiosidad.
Alejandro había puesto a todos sus amigos al tanto de su reunión con el General Alonso Salazar, especialmente de que el divorcio de Erick era un hecho y su compromiso también.
—Creo que mañana, después de la reunión de empresarios —el rubio olió el contenido de una copa antes de beberla—. Sin importar el veredicto, eso ya no tiene marcha atrás.
—Será a tu favor —Dimitry ladeó el rostro—. No hay manera de que ese sujeto mejore la proyección, ni vendiéndole su alma a Satanás —sonrió.
La risa estalló en su selecto grupo, hasta que todos observaron que Alonso Salazar llegaba a la recepción, junto con su esposo.
—Y llegó tu futuro suegro —dijo Iván burlón, bebiendo más de su copa.
—Hay que tener cuidado con ese hombre —Fabián miró a Alejandro de soslayo—, mi padre dice que nunca hace un movimiento que no sea a su propia conveniencia, aunque eso termine destruyendo a sus ‘amigos’.
—Chelovek, kotoryy delayet sostoyaniye za god, dolzhen byt' poveshen na dvenadtsat' mesyatsev ran'she —el pelirrojo movió la copa antes de beberla.
—En español, Dima —Iván lo miró molesto.
—“El hombre, que hace una fortuna en un año, debe ser ahorcado doce meses antes” —dijo con solemnidad—. Es un proverbio ruso, que señala a hombres cómo él —hizo un ademán hacia el padre de Erick—, porque debemos desconfiar de dichas personas que obtienen su fortuna con tanta facilidad.
Alejandro rió— no se preocupen —negó—. Yo también se usar a algunas personas cómo él, aunque la diferencia es que… —pasó el último trago de vino—. Yo sí respeto a mis amigos —declaro con seriedad y dejó la copa de lado—. Ahora, debo ir a saludar a mi futuro suegro —miró a Julián de soslayo—. ¿Me acompañas? También es tu suegro después de todo.
—No es cómo que me interese ese sujeto —sentenció el castaño—, pero supongo que al ser tu ‘primo’, también debo guardar las apariencias, ¿verdad?
Alejandro le sonrió con burla, por lo que Julián entornó los ojos y lo siguió.
Mientras ambos amigos caminaban por el enorme salón, las miradas estaban puestas principalmente en el rubio, ya que toda la ciudad sabía que Julián tenía cierta atracción por Agustín Salazar y sería imposible que alguien más le interesara.
Alonso y Noé, estaban terminando de saludar a algunos empresarios que estuvieron en la reunión de esa mañana, cuando Alejandro y Julián llegaron hasta él.
—Buenas noches, General —saludó el rubio con cortesía.
—¡Joven De León! —sonrió el hombre con emoción—. No imaginé que vendría a saludarme en cuanto llegara a la fiesta —le ofreció la mano con rapidez.
—Ahora que tenemos ciertos negocios juntos, creo que es lo más correcto, no es así… —apretó la mano del otro y se giró hacia la pareja del militar—. Señor Salazar, está usted radiante —dijo con amabilidad, antes de besarle la mano.
—Gracias —Noé sonrió amable, especialmente porque su esposo ya le había dicho que debía ser sumamente considerado con el rubio.
Julián saludó a Alonso y después a Noé, antes de ponerle atención al militar— General, ¿cómo se encuentra Agustín? —preguntó con interés.
—Mi hijo se encuentra en periodo de celo —explicó el hombre con rapidez—, por eso hoy no nos acompañará en esta reunión.
—Me lo imaginé, ya que hoy fui a verlo y las personas de la casa, al igual que su abuela, no me permitieron verlo —mintió.
Alejandro tuvo que aguantar la risa, ya que sabía que el otro mentía de manera descarada.
—Sí, bueno, comprenderá que es una medida necesaria —Alonso sujetó una copa que le ofrecieron—. Mi hijo es un Omega y aunque sea fuerte e independiente, se debe ser cuidadoso durante ese periodo.
—Espero se recupere para antes de navidad…
Julián también sujetó una copa, antes de que el mesero le ofreciera otra a Alejandro, quien también la aceptó
—No se preocupe, seguramente en dos días más estará mejor, pues una de sus asistentes me dijo que hoy, su celo disminuyó considerablemente.
«Lo sé…» pensó el castaño, «después de lo que hicimos, se calmó bastante…»
—General Salazar, joven De León, joven Chávez, muy buenas noches —el gobernador se acercó a ellos en compañía de su esposo y de la pareja anfitriona.
Después de los saludos correspondientes, Noé, el esposo del gobernador y el esposo del señor Montalvo, se mantuvieron a un lado de sus parejas, escuchando la plática, pero teniendo una charla menos formal en voz baja.
—Espero que esta noche sea más tranquila —Julio Montalvo miró a Alonso de soslayo—. Lo ocurrido ayer con tu yerno, Omar, fue un poco vergonzoso.
Alonso se tensó por esas palabras, era obvio que el otro quería dejarlo a mal, no solo frente a Alejandro, sino ante el Gobernador.
—Tranquilo, Julio —Carlos sonrió conciliador—. Seguramente el General Salazar y su yerno ya solucionaron el problema, ¿me equivoco? —presionó el hombre.
Era obvio para el ojiazul, que lo ocurrido con Omar, había dejado muy mal en cuestión social a su familia, pero debía ponerle un alto rápido, para salir airoso de la situación.
—Por supuesto, de hecho, en poco tiempo, mi familia ya no estará emparentada con los Acosta —anunció con voz seria.
Ante dichas palabras, los Omega que hablaban con Noé, guardaron silencio, poniendo toda la atención en la plática de sus parejas.
—¿Qué quieres decir? —Julio lo miró sorprendido y levantó la voz sin darse cuenta, llamando la atención de varias personas que estaban cerca.
—Lo que significa —Alonso forzó una sonrisa—, mi hijo Erick se divorciará de Omar Acosta —señaló con voz autoritaria y en alto, para que la mayoría de los que estaban poniendo atención, lo escucharan—. De hecho, los papeles de divorcio ya fueron preparados y al ser un divorcio de mutuo consentimiento, porque Omar ya tiene otra pareja —especificó, para que no hubiera duda de que el que incurrió en un delito no había sido su hijo—, será muy rápido.
Alejandro bebió de su copa, pero sus ojos verdes se mantenían en el militar; «¿mutuo consentimiento? Ni siquiera le ha dicho a Erick del divorcio…»
—¡¿Significa que Erick volverá a ser un partido disponible?! —la voz de Raúl, el esposo de Julio se escuchó con emoción—. Querido, esa noticia emocionará a Sergio —dijo con voz ilusionada.
—¿Disculpe? —preguntó Alonso con rapidez.
—Es que, mi hijo mayor, Sergio, está enamorado de tu hijo desde la preparatoria —confesó el anfitrión con una risa divertida—. De hecho no se ha casado, porque dice que no quiere a nadie que no sea el ‘Príncipe Omega’.
Alejandro apretó la copa de manera inconsciente.
—¿Hablan de mí? —un hombre de cabello castaño oscuro y ojos grises se acercó, al escuchar a su padre nombrarlo.
—Mi amor… ¡Erick Salazar va a divorciarse! —dijo su madre con rapidez.
—¡¿Eso es cierto?! —los ojos grises buscaron a Alonso de inmediato—. ¿Cuándo se divorciará? —preguntó con ansiedad y sus feromonas se alteraron, desprendiendo un olor a hierbabuena que todos percibieron con rapidez.
Los murmullos iniciaron; para todos era obvio que, después de lo ocurrido en la fiesta anterior, la relación entre Omar y Erick iba a terminar en divorcio, pero no sabían cuando ocurriría.
Alonso pasó saliva— bueno, tal vez la firma se haga antes de terminar el año —sonrió con nervios.
—Si es mutuo consentimiento, Erick puede casarse de nuevo en poco tiempo —Sergio sonrió ampliamente, debido a que estaba por graduarse de abogado, sabía de esos temas—. Por favor, General —dio un paso hasta el ojiazul—, permítame pedir la mano de su hijo, ¡hoy mismo!
El silencio reinó.
Los padres de Sergio sonrieron, imaginando que Alonso no se negaría, ya que no iba a encontrar a otro Alfa que estuviera dispuesto a desposar con tanta facilidad, a su hijo divorciado y además, eso haría feliz a Sergio, quien parecía estar obsesionado con Erick desde mucho tiempo atrás.
—Lo que pasa es… —Alonso titubeó.
—No se podrá —Alejandro dio un paso al frente, llamando la atención de todos los presentes.
«¿Qué haces, Alex?» Julián se sorprendió por esa reacción, ya que según Alejandro, iba a mantenerse al margen con la situación de Erick, hasta que estuviera divorciado oficialmente.
—¿Y a ti quien te preguntó? —los ojos grises lo miraron con desdén.
—Nadie me preguntó —Alejandro ladeó el rostro y su cabello se movió al compás—, pero no puedes pedir la mano de alguien que ya tiene concretado un futuro compromiso.
—¿De qué hablas?
—Lo siento amigo —el rubio sonrió burlón—, pero el General Salazar —señaló con la copa al hombre— ya me prometió la mano de su hijo Erick, en matrimonio, en cuanto se firme el divorcio.
—¡¿Qué?! —Sergio miró a Alejandro y luego a Alonso.
Todos los presentes se sorprendieron por dichas palabras; Alonso sintió que el color se le iba del rostro, pues no quería que eso se supiera tan pronto.
—Por lo tanto, el futuro esposo del Príncipe Omega —Alejandro puso la mano libre en su pecho—, soy yo —sentenció con orgullo—. Y más vale que no te acerques a él, especialmente ahora que sé tus intenciones.
—Pero tú…
La mano de Julio se posó en el hombro de su hijo— retírate —dijo con seriedad y en voz baja.
Sergio no quería irse, quería quedarse y enfrentar al otro, pero su padre ya le había comentado que ese chico rubio era peligroso, así que no le quedaba de otra, más que apartarse, pues aunque era Alfa, no era dominante y enfrentar a Alejandro de León, no le traería nada bueno a él, ni a su familia.
—De acuerdo —dijo el ojigris —, me retiro, pero quizá, esta vez, Erick debería elegir por sí mismo a su pareja —miró a Alonso con molestia—, en vez de obligarlo a aceptar a un Alfa que quizá no sea de su agrado, ni le dé su lugar.
Dio media vuelta y se alejó; después de unos segundos de silencio, los murmullos iniciaron
Alonso miró a Julio con poco interés— no imaginaba que tu hijo…
—No, no lo sabías —negó el hombre—. Pero así como él, hay muchos jóvenes Alfa que tienen ese interés por tu hijo, desde hace mucho tiempo y Sergio tiene razón —sonrió de lado y miró a Alejandro—, tal vez, esta vez el Príncipe Omega, debería elegir por sí mismo y no aceptar un compañero por imposición de alguien más —su mirada volvió a Alonso—, después de todo, su primer matrimonio, no parece haber sido el mejor… ¿cierto?
—No debería preocuparse por eso, señor Montalvo —Alejandro lo miró con frialdad—. No necesito que alguien obligue al joven Salazar a aceptarme —sonrió burlón—, creo fervientemente que puedo ganarme su amor y darle todo lo que un Omega de su categoría se merece y más —aseguró—, pero eso, lo verá usted y todo el mundo, a su debido tiempo —lo miró con indiferencia y movió ligeramente el rostro para despedirse—. Con permiso.
Alejandro dio media vuelta y caminó de regreso con sus amigos; estaba furioso y debía controlarse, ya que estuvo a punto de atacar al anfitrión de esa fiesta y a su hijo, pero estaba consciente de que no debía, ya que necesitaba mantener una buena relación de negocios. Julián lo siguió y le pasó de manera disimulada una jeringa, la cual contenía el supresor que el otro usaba, en caso de que fuera necesaria, pero Alejandro solo la guardó en el bolsillo de su saco.
Por su parte Alonso se quedó en compañía del gobernador y Julio Montalvo, pero escuchaba claramente como todas las personas a su alrededor, ya estaban hablando del divorcio de Erick y del compromiso apresurado con Alejandro de León.
Dimitry, Fabián e Iván, esperaban a Alejandro y Julián.
—Creí que querías mantener un perfil bajo en esa situación —se burló el moreno cuando su amigo llegó a su lado.
—Eso quería —Alejandro lo miró con molestia—, pero no imaginé que el hijo del anfitrión, tuviera interés en mi Conejo.
—Debes aprender a calmar tus celos, Alex —el ruso suspiró—, si actúas de manera impulsiva, las cosas se pueden salir de tu control —lo señaló con el índice.
—¿Cómo esperan que me controle, cuando un imbécil, dijo frente a mí, que está interesado en mi futuro esposo? —preguntó entre dientes.
—No es de extrañar —Fabián negó—. Cuando era soltero, Erick era un Omega codiciado en esta ciudad —sonrió—. Tengo conocidos, no solo Alfa, sino Beta, que lo admiraban y deseaban —ladeó el rostro—, llegaban al punto de una especie de obsesión malsana con él —hizo una mueca de desagrado—. Muchos no se han casado porque buscan a alguien similar —se burló—, es obvio que el saber que vuelve a estar disponible, será una noticia que llame la atención de muchos de sus antiguos admiradores.
—No estás ayudando, Fabián —Iván pasó saliva con nervios, al ver el gesto sombrío de Alejandro.
—Lo siento, pero Alejandro debe saber la situación tal y cómo es —se alzó de hombros.
—Si ese sujeto o cualquier otro, intenta acercarse a Erick, lo voy a destruir —la voz del rubio era fría.
Sus amigos sabían que no era una amenaza vana, pues era capaz de hacerlo, solo esperaban que no cometiera una locura.
Julián se acercó hasta Alejandro, hablándole al oído.
—Me acaban de decir que Jair Páez llegó, solo —especificó.
—Hora de sacarlo del juego —Alejandro terminó el contenido de su copa y la dejó de lado—. Manténgase alertas —dijo para sus compañeros y dio unos pasos alejándose, mientras los demás se pusieron un pequeño comunicador en sus orejas, de manera disimulada.
Alejandro se movió entre los invitados; buscando con la mirada a Jair, encontrándolo en la entrada, tratando de pasar desapercibido, ya que con lo ocurrido el día anterior, era probable que cualquiera de la seguridad que lo reconociera, le pediría que abandonara la recepción. De no ser porque los trabajadores de Alejandro se encargaron de que pudiera entrar a la casa, no habría podido ni bajar del vehículo en el que había ido.
Jair se sentía inquieto; ese día no estaba Omar para resguardarse tras él y aunque Alejandro le dijo que lo vería en la recepción, no le había dado garantías para que estuviera tranquilo, pero al verlo cerca de una escalinata, se sintió más confiado.
El ojiverde le hizo una seña sutil y caminó con paso seguro, yendo hacia un pequeño salón aislado, que su gente había preparado con antelación, ayudados de la servidumbre de la casa del anfitrión.
Jair lo siguió con paso rápido y finalmente, llegó a la puerta dónde el rubio había desaparecido. Cuando entró a la oficina, observó a Alejandro recargado frente al escritorio, cruzado de brazos, mirándolo con poco interés.
—Alex… Alejandro —sonrió el pelinegro con nervios y caminó hasta el otro, con paso lento.
—Parece que tu actitud cambió mucho de ayer a hoy —dijo el ojiverde, poniendo las manos en el escritorio—, supongo que con lo ocurrido ayer en la noche, las cosas no han ido bien para ti, ¿no es así?
El labio inferior de Jair tembló— eso… eso de que he sido amante de Omar durante meses, fue por necesidad —dijo tratando de sonar seguro.
—No lo niegas entonces… —Alejandro sonrió de lado.
—No lo niego —negó—, pero Omar no me interesa en realidad —se acercó un paso más al rubio—. Te lo demostré hoy, ¿no? —preguntó con ansiedad—. Hice que faltara a esa reunión —señaló—. Y aunque intentó comunicarse conmigo todo el día, de manera insistente, ¡no le respondí!
—¿Y por qué no respondiste? —preguntó Alejandro con curiosidad.
—Porque si él se daba cuenta que lo hice a propósito, me podría ir muy mal —Jair puso un gesto triste—. Le tengo miedo, Alex, en serio… viste lo que hizo ayer, ¿no es así? Crees que su esposo es el único que puede pasarlo mal con él.
«Sí que eres bueno mintiendo, tu no le tienes miedo, pero es tu manera de llamar la atención y mostrarte frágil, para que los Alfa se sientan con la necesidad de protegerte…» pensó el ojiverde con desagrado.
—Lo que hiciste fue por iniciativa propia —dijo el rubio con desdén—, yo no te lo pedí.
—¡Pero lo hice para ayudarte! —Jair se acercó hasta Alejandro y titubeó, pero finalmente lo sujetó de la manga del saco que portaba—. Quería demostrarte que soy capaz de cualquier cosa por ti, de hacer lo que sea para ayudarte, de que te des cuenta que te sería útil, si me das la oportunidad de estar a tu lado…
Alejandro miró la mano que lo sujetaba y luego miró a los ojos a Jair— no necesito tu ayuda.
—¡¿Qué?! —el rostro de Jair mostró desconcierto.
—No necesito tu ayuda para nada —repitió el rubio—, puedo acabar con mis competidores por mí mismo, con mi esfuerzo y trabajo, si no fuera de esa manera, no sería competente para llevar los negocios de mi familia.
—Pero…
—Lo que hiciste, fue por tu propia voluntad —movió la mano y se soltó del agarre—. No pienses que agradeceré algo que hiciste solo por tu propia conveniencia —acomodó el saco que portaba y se alejó unos pasos—. Escúchame bien, aunque tú no hubieras hecho nada, el resultado habría sido el mismo —sonrió de lado—, yo habría ganado este enfrentamiento con Acosta.
—Alex… ¡Espera! —Jair corrió y lo sujetó—. ¡Escúchame! —suplicó.
Alejandro se soltó de un manotazo y lo miró con frialdad— no tienes nada que decir, que me importe.
—Aunque te acerques al esposo de Omar, ¡él no puede ayudarte como yo!
—¿De qué hablas? —el rubio levantó una ceja.
—Intentas acercarte a Erick Salazar, para que te diga las debilidades de Omar, ¿no es así? —insistió—. Ellos no tienen una buena relación —negó—, soy el único que sabe todo de Omar y lo que piensa hacer, ¡hazme caso! ¡Soy lo que necesitas para quedarte con todo lo de la familia Acosta!
El silencio reinó unos momentos, hasta que Alejandro empezó a reír, desconcertando a Jair.
—¿Crees que eso es lo único que me motiva? —preguntó con burla—. Estás completamente equivocado, tanto que es casi un chiste —rió—. Pero seré amable contigo y te lo diré claramente, para que dejes de hacer el ridículo —señaló—, mi interés hacia Erick Salazar no tiene nada que ver con su marido.
—¡¿Qué?! ¡¿De qué hablas?! —Jair no entendía lo que el otro decía.
—Me interesa Erick Salazar, porque es el Omega que deseo como pareja, nada más —confesó Alejandro sin un ápice de vergüenza—. No quiero usarlo para mis negocios, no me interesa si obtengo un beneficio o no, lo quiero, porque estoy enamorado de él y nada más.
—No… —Jair negó débilmente—. No, no, ¡no! —su rostro se contorsionó a un gesto lleno de ira—. ¡Él ni siquiera es un Omega! —gritó con desespero.
—Te equivocas —Alejandro puso un gesto serio—. Erick Salazar es un Omega, de eso no tengo duda —miró al otro con altivez.
Jair se quedó helado, sintió que sus piernas le temblaban y no pudo sostenerse, se dejó caer en el piso— no puede ser… Omar dijo… que era… Beta… —musitó con miedo.
—Entonces, no sabes todo de Omar Acosta —Alejandro se burló—. Erick Salazar es Omega, el Príncipe Omega —enfatizó— y pronto será sólo mío —su voz sonó orgullosa—. Por lo tanto, no necesito de alguien como tú, así que, esta es la última vez que hablamos, Jair Páez, espero que tengas mejor suerte con tu próximo objetivo —dijo burlón—. Y mantente lejos de mí, tomaré en cuenta tu interés por ayudarme, aunque no lo necesitaba, así que no haré nada en tu contra, pero no te vuelvas a cruzar en mi camino, de lo contrario, podría cambiar de opinión.
Alejandro dio media vuelta y caminó con rapidez a la salida. Había dado por finiquitada la situación con ese Omega y esperaba que se mantuviera al margen de una vez.
Jair no pudo reaccionar; no podía creer que Omar le hubiese mentido, especialmente porque él tampoco había percibido las feromonas de Erick, así que era imposible que fuera Omega; no lo entendía.
—No puede ser —negó y apretó los puños contra el piso—. No pude haberme equivocado… —rechinó los dientes—. Jamás me equivoco… jamás pierdo… —levantó el rostro y miró hacia la puerta que se cerraba—. No puedo perder esta vez… ¡No puedo perderte a ti!
Cuando Erick salió de su hogar, aun no tenía noticias de su esposo. No había vuelto a su casa y tampoco se había comunicado, así que imaginó que no le interesaba en lo más mínimo lo que hiciera.
«Seguramente está con su amante…»
Ese pensamiento lo mantuvo tranquilo, pues siendo de esa manera, Omar no se interesaría en él, ni en sus actividades.
El vehículo tardó un largo rato en llegar a su destino. Erick le marcó a su padre para avisarle cuando estaba a punto de llegar a la fiesta, por lo que esperó a que el hombre llegara por él en el acceso. Mientras Alonso abría la puerta para ayudar a Erick, Joseph respondió una llamada de su celular.
El pelinegro salió, cuando su padre le ofreció la mano para ayudarle.
—Gracias —dijo con voz suave.
—Me alegra que llegaras temprano —dijo el hombre con voz baja—. Alejandro de León ya está en la fiesta.
Erick se asombró por esas palabras, ya que no imaginaba que lo primero que escucharía de su padre, sería sobre Alejandro.
—Señor Erick, espere, ¡por favor! —la voz de Joseph se escuchó.
El canoso había bajado con rapidez del vehículo y corrió hasta el lado donde el ojiazul estaba descendiendo.
—¿Qué pasa, Joseph?
—Su esposo… —acercó el celular—. El señor Omar, quiere hablar con usted.
Erick suspiró, estuvo a punto de sujetar el teléfono para responder, pero Alonso le arrebató el aparato.
—Mi hijo no hablará contigo —anunció con rapidez.
—“¡Usted!” —Omar estaba furioso—. “Escúcheme bien, Erick no puede salir de casa cuando quiera, es mi esposo y…”
—No será tu esposo por mucho tiempo —interrumpió el militar con algo de burla.
—¡¿Qué?! —Erick se sorprendió.
—“No me importa lo que usted diga, ¡Erick jamás dejará de ser mi esposo!” —señaló Omar al otro lado del auricular.
—Mis abogados ya prepararon la solicitud de divorcio, mañana te llegarán los documentos, para que los firmes —contó el hombre con toda calma.
—“¡Nunca lo firmaré! ¡Jamás!”
—Es mejor que lo aceptes —Alonso sonrió de lado—, con las agravantes sobre el adulterio y los maltratos físicos hacia Erick, si te niegas, podrías meterte en serios problemas, no solo con la ley, sino con su futuro prometido —dijo la palabra con orgullo.
—¿Prometido? —la confusión se mostró en el rostro de Erick.
—“¡¿De qué demonios está hablando?!” —Omar estaba completamente alterado.
—Mi hijo merece un mejor esposo, alguien que realmente lo valore y le dé su lugar, no como tú —el militar habló con desprecio—. Así que el día de hoy, al enterarse de que Erick está por divorciarse, Alejandro de León me solicitó el permiso de cortejarlo y accedí, por lo que oficialmente es su prometido.
—“No…” —la voz de Omar apenas se escuchó.
Erick sintió que el piso se movía y su mano intentó agarrarse de algo, pero no pudo hacerlo, de no ser por Joseph que lo sujetó con cuidado del brazo, el pelinegro hubiera terminado en el piso.
—Así que ya no tienes nada qué decir y más vale que te mantengas lejos de mi hijo… —con esas palabras, Alonso colgó la llamada y le entregó el celular a Joseph—. No vuelvas a pasarle alguna llamada a Erick —ordenó—, él y Omar ya no tienen por qué hablar, si yo no estoy presente.
—Señor… pero… —el canoso dudó—. Cuando el señor Erick vuelva a casa...
—Erick regresará conmigo esta noche, a su antiguo hogar —especificó—. Ve a la casa de Omar, junta sus cosas y llévalas a mi casa, ¿entendido?
Joseph estaba tan sorprendido que no sabía qué hacer, buscó con la mirada a Erick, pero el pelinegro se mantenía sujeto a su brazo; estaba pálido y respiraba agitadamente. Joseph no pudo darse cuenta, pero las feromonas de lirio con almendras se empezaron a desplegar de su piel; estaba sumamente alterado, la situación lo había sobrepasado y difícilmente se calmaría, pues en ese momento, necesitaba con urgencia de las feromonas de su pareja, para poder controlarse.
Alonso sintió que su estómago se revolvía al percibir el olor de Erick y puso la mano en su nariz— contrólate —ordenó—. No puedes entrar a la recepción si estás alterado.
—Pero… —Erick buscó la mirada de su padre—. No me dijiste lo de… el divorcio… —pasó saliva con dificultad—. Ni lo de… otro… ¿compromiso?
—Necesitaba ultimar detalles —carraspeó—. ¡Ahora contrólate! —pidió con desespero—. Alejandro de León no debe percibir tus feromonas o ¡lo alejarás! —«y eso no me conviene en este momento…»
«Dudo que eso pase…» pensó Erick, pero siguió la orden de su padre, respirando profundamente y de manera disimulada, llevó la mano izquierda a su rostro, percibiendo a través del guante, el olor a café y cedro que emanaba de su dedo anular; eso logró calmarlo lo suficiente.
—¿Señor Erick? —Joseph habló con voz baja; tenía el celular en la mano, el cual sonaba y vibraba de manera insistente, obviamente era Omar, intentando comunicarse con él.
Erick relamió sus labios y se irguió— por favor, Joseph, haz lo que dice mi padre —forzó una sonrisa—. Lleva solo lo básico a la casa Salazar, después enviaré por los demás.
El canoso estuvo a punto de decir algo, pero se contuvo. Sabía que debía hacer caso, no solo porque era una orden, sino porque si Erick volvía a la casa de Omar, correría un grave peligro después de todo lo que escuchó momentos antes.
—Cómo diga, señor…
Joseph fue a su lugar, ingresó al vehículo y momentos después se alejó. Erick aún estaba tratando de sobreponerse a las noticias que había recibido, pero sabía que para entender la realidad de la situación, era mejor hablar con Alejandro.
—Vamos, Alejandro ya debe estar esperándote.
«¿Alejandro? ¿Ya lo tutea?» el pelinegro miró a Alonso con susto, si la relación entre su padre y el rubio ya había avanzado hasta ese punto, seguramente tenían varios días hablando de esa situación.
Erick ingresó a la casa del brazo de su padre, apenas se quitó la capa que lo cubría del frío invernal, todas las miradas se pusieron sobre él; un escalofrío lo cimbró, pero debía mantenerse firme. Sujetó una vez más el brazo de su padre y caminó a su lado, yendo hacia las personas que debía saludar primero.
—Joven Salazar… —la voz de alguien lo detuvo, antes de que siguiera el trayecto a saludar a los amigos de su padre.
Erick giró el rostro y observó a un chico castaño, de ojos claros, acercándose con paso rápido, mirándolo con admiración y el olor a hierbabuena lo alcanzó de inmediato. Alonso se tensó al ver con claridad la intención de ese muchacho en acercarse a su hijo; debería apartarlo, pero estaba en la casa de su familia y debía respetarlo, así que se encontraba entre la espada y la pared.
—¿Sí? —el ojiazul lo miró con curiosidad, su rostro le parecía familiar.
—¿Me recuerda? —preguntó con una sonrisa en sus labios—. ¡Soy Sergio Montalvo! —se presentó de inmediato.
Erick parpadeó con rapidez, intentando hacer memoria; antes de casarse no tuvo mucha interacción con chicos Alfa, pero sí con muchos Omega, algunos le hablaban de sus hijos y en ese momento lo recordó de la fiesta dónde fue presentado a la sociedad, misma dónde se anunció el compromiso que tenía con Omar. Otros pequeños detalles llegaron a su mente de antes de su matrimonio, ya que casi todos los días recibía rosas de un admirador y estaba firmada precisamente por ese nombre ‘Sergio Montalvo’.
—Oh, sí… lo recuerdo, joven Montalvo —sonrió amable—. Buenas noches, ¿qué desea?
Sergio sonrió emocionado y trató de sujetarle la mano— quisiera que me permitiera…
Antes de llegar a su objetivo, la mano de alguien más lo sujetó de la muñeca con fuerza y el olor a cedro opacó de inmediato la hierbabuena.
—Creí que te había dicho, que yo era el nuevo prometido de Erick —la voz fría de Alejandro se escuchó.
Todos los presentes, incluyendo Alonso Salazar, dieron un paso atrás; las feromonas del rubio eran intensas y los puso nerviosos de inmediato. El único que no pareció inmutarse fue Erick, pero en el fondo, sentía su corazón acelerado al ver al rubio ataviado en el conjunto que complementaba al suyo y el delicioso aroma que lo rodeaba le fascinaba.
—Y también creí haberte dicho que no te acercaras a él —las pupilas de Alejandro se alargaron y con un movimiento agresivo, soltó la mano del otro con tanta fuerza, que logró hacer que diera algunos pasos hacia atrás.
Sergio estaba paralizado, las feromonas del rubio eran tan potentes que no podía moverse; su cerebro no razonaba, sus ojos se abrieron enormemente y sus pupilas se dilataron, todo mientras una capa de sudor frío le cubría la piel.
—No tomaré represalias esta vez —el rubio sonrió, mostrando un colmillo—, respetando que estoy en tu casa y tu familia es la anfitriona de esta velada —siseó—, pero no habrá una próxima advertencia, ¿de acuerdo?
Sergio sentía su garganta seca y apenas pudo mover su rostro para asentir, antes de que un par de siervos, claramente Betas, lo ayudaran a apartarse de ahí, llevándolo afuera, para que respirara aire fresco.
Alejandro le dedicó una mirada altiva a todos los presentes y luego se giró, suavizando su semblante para saludar a Erick.
—Buenas noches, Erick —sonrió amable y le ofreció la mano.
El pecho de Erick subía y bajaba al ritmo de su respiración; realmente se sentía emocionado de tener a Alejandro frente a él, pero tenía que mantener una imagen y por eso se contuvo con mucho esfuerzo. Estiró la mano y la posó sobre la del otro.
—Buenas noches, joven De León —saludó con normalidad, aunque su cuerpo parecía querer lanzarse contra el otro y besarlo.
El rubio se inclinó y besó la tela del guante con suavidad; deseaba haber besado la piel directamente, pero sabía la razón por la que Erick siempre usaba guantes, cuando sus trajes no tenían mangas largas y no podía pedirle que cambiara esa situación, para no avergonzarlo.
—¿Me permitirías unas palabras, a solas? —dijo levantando la voz.
—Será un honor, pero primero, debo saludar apropiadamente —su sonrisa tembló.
—Creo que eso puede esperar —Alejandro ladeó el rostro—. Tengo que hablar contigo sobre mis intenciones, ya que parece que tu padre no te lo dijo.
Todos los que escucharon eso, entendieron que Erick no estaba enterado de la situación; con ello, Alejandro se aseguraba de que Erick estuviera libre de pecado y cualquier cosa sobre ese compromiso arreglado, recaería en él y el padre de Erick.
Erick miró a todos lados con disimulo; todos los presentes parecían expectantes, aunque la mayoría mantenía la distancia, suponía que era por las feromonas de Alejandro, pues aunque a él no le afectaban, había visto como su hermano, aun siendo dominante, era gravemente perturbado por ellas.
—Está bien —asintió el ojiazul—. Si es tan importante, supongo que debo escucharlo primero.
Alejandro sonrió complacido. Sabía que Erick no se negaría a acompañarlo y escuchar lo que había ocurrido, pero le gustaba seguir el juego de mantener una etiqueta social; le era sumamente divertido a su parecer.
La pareja se apartó, seguidos por Julián, quien cerró la puerta del jardín interior dónde se perdieron, ya que no iba a permitir que nadie entrara mientras Alejandro y Erick platicaban.
Alonso aflojó ligeramente su corbatín, sentía que la tela le ahogaba; antes de ir con su esposo, sujetó una copa y bebió el contenido de inmediato, tratando de disminuir el sabor amargo que las feromonas del rubio habían dejado en su boca.
—¿Crees que esté bien dejarlos solos? —preguntó Noé, cuando su esposo llegó a su lado.
Él también sabía la situación de Erick, por ello era consciente que Alonso no quería que los demás se enteraran que las feromonas de su hijo apartaban a cualquiera que intentara acercarse a él de manera intima o lo alterara de manera negativa.
—Le ordené que se controlara —sentenció en un murmullo—. Sé que lo hará, fue educado para obedecer y nunca se ha revelado ante mis órdenes…
«Seguramente está con su amante…»
Ese pensamiento lo mantuvo tranquilo, pues siendo de esa manera, Omar no se interesaría en él, ni en sus actividades.
El vehículo tardó un largo rato en llegar a su destino. Erick le marcó a su padre para avisarle cuando estaba a punto de llegar a la fiesta, por lo que esperó a que el hombre llegara por él en el acceso. Mientras Alonso abría la puerta para ayudar a Erick, Joseph respondió una llamada de su celular.
El pelinegro salió, cuando su padre le ofreció la mano para ayudarle.
—Gracias —dijo con voz suave.
—Me alegra que llegaras temprano —dijo el hombre con voz baja—. Alejandro de León ya está en la fiesta.
Erick se asombró por esas palabras, ya que no imaginaba que lo primero que escucharía de su padre, sería sobre Alejandro.
—Señor Erick, espere, ¡por favor! —la voz de Joseph se escuchó.
El canoso había bajado con rapidez del vehículo y corrió hasta el lado donde el ojiazul estaba descendiendo.
—¿Qué pasa, Joseph?
—Su esposo… —acercó el celular—. El señor Omar, quiere hablar con usted.
Erick suspiró, estuvo a punto de sujetar el teléfono para responder, pero Alonso le arrebató el aparato.
—Mi hijo no hablará contigo —anunció con rapidez.
—“¡Usted!” —Omar estaba furioso—. “Escúcheme bien, Erick no puede salir de casa cuando quiera, es mi esposo y…”
—No será tu esposo por mucho tiempo —interrumpió el militar con algo de burla.
—¡¿Qué?! —Erick se sorprendió.
—“No me importa lo que usted diga, ¡Erick jamás dejará de ser mi esposo!” —señaló Omar al otro lado del auricular.
—Mis abogados ya prepararon la solicitud de divorcio, mañana te llegarán los documentos, para que los firmes —contó el hombre con toda calma.
—“¡Nunca lo firmaré! ¡Jamás!”
—Es mejor que lo aceptes —Alonso sonrió de lado—, con las agravantes sobre el adulterio y los maltratos físicos hacia Erick, si te niegas, podrías meterte en serios problemas, no solo con la ley, sino con su futuro prometido —dijo la palabra con orgullo.
—¿Prometido? —la confusión se mostró en el rostro de Erick.
—“¡¿De qué demonios está hablando?!” —Omar estaba completamente alterado.
—Mi hijo merece un mejor esposo, alguien que realmente lo valore y le dé su lugar, no como tú —el militar habló con desprecio—. Así que el día de hoy, al enterarse de que Erick está por divorciarse, Alejandro de León me solicitó el permiso de cortejarlo y accedí, por lo que oficialmente es su prometido.
—“No…” —la voz de Omar apenas se escuchó.
Erick sintió que el piso se movía y su mano intentó agarrarse de algo, pero no pudo hacerlo, de no ser por Joseph que lo sujetó con cuidado del brazo, el pelinegro hubiera terminado en el piso.
—Así que ya no tienes nada qué decir y más vale que te mantengas lejos de mi hijo… —con esas palabras, Alonso colgó la llamada y le entregó el celular a Joseph—. No vuelvas a pasarle alguna llamada a Erick —ordenó—, él y Omar ya no tienen por qué hablar, si yo no estoy presente.
—Señor… pero… —el canoso dudó—. Cuando el señor Erick vuelva a casa...
—Erick regresará conmigo esta noche, a su antiguo hogar —especificó—. Ve a la casa de Omar, junta sus cosas y llévalas a mi casa, ¿entendido?
Joseph estaba tan sorprendido que no sabía qué hacer, buscó con la mirada a Erick, pero el pelinegro se mantenía sujeto a su brazo; estaba pálido y respiraba agitadamente. Joseph no pudo darse cuenta, pero las feromonas de lirio con almendras se empezaron a desplegar de su piel; estaba sumamente alterado, la situación lo había sobrepasado y difícilmente se calmaría, pues en ese momento, necesitaba con urgencia de las feromonas de su pareja, para poder controlarse.
Alonso sintió que su estómago se revolvía al percibir el olor de Erick y puso la mano en su nariz— contrólate —ordenó—. No puedes entrar a la recepción si estás alterado.
—Pero… —Erick buscó la mirada de su padre—. No me dijiste lo de… el divorcio… —pasó saliva con dificultad—. Ni lo de… otro… ¿compromiso?
—Necesitaba ultimar detalles —carraspeó—. ¡Ahora contrólate! —pidió con desespero—. Alejandro de León no debe percibir tus feromonas o ¡lo alejarás! —«y eso no me conviene en este momento…»
«Dudo que eso pase…» pensó Erick, pero siguió la orden de su padre, respirando profundamente y de manera disimulada, llevó la mano izquierda a su rostro, percibiendo a través del guante, el olor a café y cedro que emanaba de su dedo anular; eso logró calmarlo lo suficiente.
—¿Señor Erick? —Joseph habló con voz baja; tenía el celular en la mano, el cual sonaba y vibraba de manera insistente, obviamente era Omar, intentando comunicarse con él.
Erick relamió sus labios y se irguió— por favor, Joseph, haz lo que dice mi padre —forzó una sonrisa—. Lleva solo lo básico a la casa Salazar, después enviaré por los demás.
El canoso estuvo a punto de decir algo, pero se contuvo. Sabía que debía hacer caso, no solo porque era una orden, sino porque si Erick volvía a la casa de Omar, correría un grave peligro después de todo lo que escuchó momentos antes.
—Cómo diga, señor…
Joseph fue a su lugar, ingresó al vehículo y momentos después se alejó. Erick aún estaba tratando de sobreponerse a las noticias que había recibido, pero sabía que para entender la realidad de la situación, era mejor hablar con Alejandro.
—Vamos, Alejandro ya debe estar esperándote.
«¿Alejandro? ¿Ya lo tutea?» el pelinegro miró a Alonso con susto, si la relación entre su padre y el rubio ya había avanzado hasta ese punto, seguramente tenían varios días hablando de esa situación.
Erick ingresó a la casa del brazo de su padre, apenas se quitó la capa que lo cubría del frío invernal, todas las miradas se pusieron sobre él; un escalofrío lo cimbró, pero debía mantenerse firme. Sujetó una vez más el brazo de su padre y caminó a su lado, yendo hacia las personas que debía saludar primero.
—Joven Salazar… —la voz de alguien lo detuvo, antes de que siguiera el trayecto a saludar a los amigos de su padre.
Erick giró el rostro y observó a un chico castaño, de ojos claros, acercándose con paso rápido, mirándolo con admiración y el olor a hierbabuena lo alcanzó de inmediato. Alonso se tensó al ver con claridad la intención de ese muchacho en acercarse a su hijo; debería apartarlo, pero estaba en la casa de su familia y debía respetarlo, así que se encontraba entre la espada y la pared.
—¿Sí? —el ojiazul lo miró con curiosidad, su rostro le parecía familiar.
—¿Me recuerda? —preguntó con una sonrisa en sus labios—. ¡Soy Sergio Montalvo! —se presentó de inmediato.
Erick parpadeó con rapidez, intentando hacer memoria; antes de casarse no tuvo mucha interacción con chicos Alfa, pero sí con muchos Omega, algunos le hablaban de sus hijos y en ese momento lo recordó de la fiesta dónde fue presentado a la sociedad, misma dónde se anunció el compromiso que tenía con Omar. Otros pequeños detalles llegaron a su mente de antes de su matrimonio, ya que casi todos los días recibía rosas de un admirador y estaba firmada precisamente por ese nombre ‘Sergio Montalvo’.
—Oh, sí… lo recuerdo, joven Montalvo —sonrió amable—. Buenas noches, ¿qué desea?
Sergio sonrió emocionado y trató de sujetarle la mano— quisiera que me permitiera…
Antes de llegar a su objetivo, la mano de alguien más lo sujetó de la muñeca con fuerza y el olor a cedro opacó de inmediato la hierbabuena.
—Creí que te había dicho, que yo era el nuevo prometido de Erick —la voz fría de Alejandro se escuchó.
Todos los presentes, incluyendo Alonso Salazar, dieron un paso atrás; las feromonas del rubio eran intensas y los puso nerviosos de inmediato. El único que no pareció inmutarse fue Erick, pero en el fondo, sentía su corazón acelerado al ver al rubio ataviado en el conjunto que complementaba al suyo y el delicioso aroma que lo rodeaba le fascinaba.
—Y también creí haberte dicho que no te acercaras a él —las pupilas de Alejandro se alargaron y con un movimiento agresivo, soltó la mano del otro con tanta fuerza, que logró hacer que diera algunos pasos hacia atrás.
Sergio estaba paralizado, las feromonas del rubio eran tan potentes que no podía moverse; su cerebro no razonaba, sus ojos se abrieron enormemente y sus pupilas se dilataron, todo mientras una capa de sudor frío le cubría la piel.
—No tomaré represalias esta vez —el rubio sonrió, mostrando un colmillo—, respetando que estoy en tu casa y tu familia es la anfitriona de esta velada —siseó—, pero no habrá una próxima advertencia, ¿de acuerdo?
Sergio sentía su garganta seca y apenas pudo mover su rostro para asentir, antes de que un par de siervos, claramente Betas, lo ayudaran a apartarse de ahí, llevándolo afuera, para que respirara aire fresco.
Alejandro le dedicó una mirada altiva a todos los presentes y luego se giró, suavizando su semblante para saludar a Erick.
—Buenas noches, Erick —sonrió amable y le ofreció la mano.
El pecho de Erick subía y bajaba al ritmo de su respiración; realmente se sentía emocionado de tener a Alejandro frente a él, pero tenía que mantener una imagen y por eso se contuvo con mucho esfuerzo. Estiró la mano y la posó sobre la del otro.
—Buenas noches, joven De León —saludó con normalidad, aunque su cuerpo parecía querer lanzarse contra el otro y besarlo.
El rubio se inclinó y besó la tela del guante con suavidad; deseaba haber besado la piel directamente, pero sabía la razón por la que Erick siempre usaba guantes, cuando sus trajes no tenían mangas largas y no podía pedirle que cambiara esa situación, para no avergonzarlo.
—¿Me permitirías unas palabras, a solas? —dijo levantando la voz.
—Será un honor, pero primero, debo saludar apropiadamente —su sonrisa tembló.
—Creo que eso puede esperar —Alejandro ladeó el rostro—. Tengo que hablar contigo sobre mis intenciones, ya que parece que tu padre no te lo dijo.
Todos los que escucharon eso, entendieron que Erick no estaba enterado de la situación; con ello, Alejandro se aseguraba de que Erick estuviera libre de pecado y cualquier cosa sobre ese compromiso arreglado, recaería en él y el padre de Erick.
Erick miró a todos lados con disimulo; todos los presentes parecían expectantes, aunque la mayoría mantenía la distancia, suponía que era por las feromonas de Alejandro, pues aunque a él no le afectaban, había visto como su hermano, aun siendo dominante, era gravemente perturbado por ellas.
—Está bien —asintió el ojiazul—. Si es tan importante, supongo que debo escucharlo primero.
Alejandro sonrió complacido. Sabía que Erick no se negaría a acompañarlo y escuchar lo que había ocurrido, pero le gustaba seguir el juego de mantener una etiqueta social; le era sumamente divertido a su parecer.
La pareja se apartó, seguidos por Julián, quien cerró la puerta del jardín interior dónde se perdieron, ya que no iba a permitir que nadie entrara mientras Alejandro y Erick platicaban.
Alonso aflojó ligeramente su corbatín, sentía que la tela le ahogaba; antes de ir con su esposo, sujetó una copa y bebió el contenido de inmediato, tratando de disminuir el sabor amargo que las feromonas del rubio habían dejado en su boca.
—¿Crees que esté bien dejarlos solos? —preguntó Noé, cuando su esposo llegó a su lado.
Él también sabía la situación de Erick, por ello era consciente que Alonso no quería que los demás se enteraran que las feromonas de su hijo apartaban a cualquiera que intentara acercarse a él de manera intima o lo alterara de manera negativa.
—Le ordené que se controlara —sentenció en un murmullo—. Sé que lo hará, fue educado para obedecer y nunca se ha revelado ante mis órdenes…
Alejandro llevó a Erick a una banca, que estaba a un lado de una fuente; el jardín era como un invernadero, por lo que había flores, pese a que en el exterior, el frío arreciaba con el paso de los días.
—Hoy te miras hermoso —sonrió el rubio con galantería.
—Alex, omitamos la plática casual —Erick apartó la mano con un movimiento rápido—. ¿Quieres decirme qué está pasando? —preguntó con seriedad.
El ojiverde se sentó al lado de su pareja y le sujetó una vez más las manos.
—Hoy, tu padre y yo comimos juntos —inició su explicación—. Él me dijo que te divorciarías y aceptó que te comprometieras conmigo, prácticamente quería negociar conmigo, ofreciéndote como garantía…
—Y tú no te reusaste, ¿cierto? —la voz de Erick tenía un tinte molesto, ya que estaba ofendido por las palabras del otro.
Alejandro respiró profundamente— no, no me reusé —negó—, pero no es porque te vea como un objeto de cambio, sino porque eso ayudaría a cumplir con el plazo en el que quedamos para tu divorcio, ¿recuerdas?
Erick se mordió el labio, recordaba perfectamente sobre ese plazo.
“Dijiste que no te da el divorcio por cuestiones de negocios, entonces, por medio de negocios puedo intentarlo, solo dame unos días… ¡Hasta tu cumpleaños!”
Las manos enguantadas apretaron ligeramente las enormes manos del rubio— yo… no imaginé que me divorciaría —dijo con nervios.
—¿No te complace esta situación? —los ojos verdes buscaron el rostro de Erick, especialmente al percibir un olor salado que poco a poco empezaba a hacerse presente.
—No es eso —una sonrisa trémula se dibujó en los labios del pelinegro—. Es solo que… desde el primer día de mi matrimonio, siempre desee divorciarme —confesó y llevó una mano enguantada a limpiar las lágrimas—, pero como mi padre no me dejaba, no pensé que tu… lograrías… convencerlo —levantó el rostro y le dedicó una sonrisa emocionada—. ¡Gracias, Alex!
—Conejo… —la mano de Alejandro se movió hasta la mejilla del otro y le acarició la piel con devoción—. Quiero que entiendas que haría lo que fuera por ti… —confesó—. Aunque por ahora, debo fingir que tu padre es el que tiene el control y espero que me ayudes con esa mentira —le guiñó un ojo—, ¿de acuerdo?
—¿Qué quieres decir? —preguntó Erick con curiosidad.
Alejandro se inclinó y le besó los labios con delicadeza— cuestiones de negocios, Conejo, solo confía en mí y mantén la mentira de que esto lo planee con tu padre, sin que tú y yo, nos hubiéramos puesto de acuerdo antes.
—Está bien —Erick suspiró.
No comprendía la situación, pero sabía que podía confiar en Alejandro y jamás dudaría en lo que le decía.
—Ahora, antes de otra cosa… —el rubio sonrió divertido—. Debido a cierto inconveniente con Sergio Montalvo, ahora todos los presentes en la reunión saben de nuestro compromiso apresurado.
—Pero… ¿qué pasó? —el ojiazul se sobresaltó.
—La verdad… no sabía que tuvieras muchos admiradores —Alejandro levantó una ceja.
Esas apalabras desconcertaron al ojiazul— ¿de qué hablas?
—Cuando tu padre mencionó tu divorcio —hizo un ademán hacia el interior de la mansión—, Sergio Montalvo se emocionó y escuché que no solo él desearía tu mano en matrimonio, cuando eso se concretara.
—Oh… —Erick sonrió avergonzado—. Bueno, no pensé que todavía hubiera caballeros que quisieran casarse conmigo.
—No lo niegas entonces… —Alejandro levantó una ceja.
Erick apretó los labios, tratando de aguantar la risa— escucha, Alex —dijo con diversión—. Antes de mi matrimonio, por alguna razón, tenía cierta presencia en la sociedad —confesó—, pero eso fue hace años…
—Tres años —señaló el rubio con seriedad.
—Hace tres años me casé, pero lo otro fue antes —detalló—. Además, desde que me corté el cabello, ya no soy tan… atractivo como Omega.
Alejandro movió la mano y acarició los mechones negros con sus dedos— para mí, te miras hermoso así —confesó—, así que es posible que haya muchos que piensen lo mismo —dijo con molestia al pensar en esa situación.
Erick rió y ladeó el rostro, acercando la mejilla hasta la mano que tenía cerca— ¿te pones celoso de tus propias palabras? Eso es exagerado, ¿no lo crees?
—No, no lo es…
El rubio sonrió y se inclinó lentamente, en busca de un beso, pero antes de obtenerlo, la voz de Julián se escuchó.
—Alex —dijo el castaño con seriedad—. El padre de Erick dice que no es bueno que se queden a solas por más tiempo —hizo un ademán, señalando a la puerta del jardín.
—Está bien, ya vamos —suspiró y se puso de pie, dándole la mano a Erick—. Tu padre es una molestia.
Erick sonrió, pero no dijo nada al respecto, solo caminó a su lado, yendo al salón principal; apenas volvieron a la vista de todos, Alejandro sujetó la mano de Erick y la colocó en su antebrazo.
Erick pasó saliva y sus mejillas se tiñeron de rojo; sabía que entre ellos había mucha más interacción, pero hacer esa clase de cosas frente a otros, aun sin estar divorciado, le parecía muy atrevido.
—¡Erick! —Marcel llegó hasta la pareja y abrazó al ojiazul—. ¡Felicidades! —dijo emocionado—. Por fin te vas a librar del idiota de Omar.
—Ya te… ¿enteraste? —sonrió nervioso.
—¡Ya hasta le envié mensaje a Agustín! —le guiñó un ojo—. Primo —dijo para Alejandro—, ¿me prestas a Erick un momento? Necesito llevarlo con Víctor, Daniel y Luís.
Alejandro sonrió de lado, sabía perfectamente que Marcel estaba consciente que no era primo de Miguel, pero lógicamente quería seguir con la farsa— puedo acompañarlos…
—No, mejor habla con Mike —señaló al otro lado—, los Omegas y Beta tenemos algo importante que discutir, sin Alfas…
El castaño sujetó la mano de Erick y sin permitir que el otro se negara, lo guió hasta sus amigos. Alejandro los vio alejarse y suspiró, caminando hasta donde estaban sus compañeros.
—Tu novio parece hacer siempre lo que quiere… —dijo al llegar a un lado de Miguel.
—Es mi prometido —sonrió el pelinegro— y sí, es algo caprichoso, pero tú no tienes derecho de criticarlo, porque también eres alguien que hace lo que quiere, sin pensar en las consecuencias…
—Eso no es cierto —negó el rubio.
—Sí, lo es —David asintió—, es el síndrome del hijo único.
—Consentidos, egoístas, caprichosos… —enumeró Iván.
—¡Ey! —Alejandro entrecerró los ojos, pues de todos los presentes, era el único que no tenía hermanos.
—Eso no está comprobado —Fabián negó—, es solo una exageración —dijo con seguridad—. Aunque se cree que los hijos únicos tienen esas características, la mayoría es solo un estereotipo de la sociedad…
—¡Gracias cerebrito! —Iván interrumpió a su amigo con molestia—. Le quitas lo divertido al asunto.
—Aun así, mejor asegúrate de no tener solo un hijo, Alex…
Ante el comentario del ruso, todos volvieron a reír.
—¡Dejen de molestar! —Alejandro sujetó otra copa que un mesero le ofreció.
Mientras sus amigos departían, sus ojos verdes buscaron al pequeño grupo donde estaba Erick, quien también le dedicaba algunas miradas desde su lugar. Ambos se consumían en el deseo de estar juntos, pero aún tenían que guardar apariencias.
«No sé qué tendré que hacer, pero esta noche la pasaremos juntos, Conejo…»
—Hoy te miras hermoso —sonrió el rubio con galantería.
—Alex, omitamos la plática casual —Erick apartó la mano con un movimiento rápido—. ¿Quieres decirme qué está pasando? —preguntó con seriedad.
El ojiverde se sentó al lado de su pareja y le sujetó una vez más las manos.
—Hoy, tu padre y yo comimos juntos —inició su explicación—. Él me dijo que te divorciarías y aceptó que te comprometieras conmigo, prácticamente quería negociar conmigo, ofreciéndote como garantía…
—Y tú no te reusaste, ¿cierto? —la voz de Erick tenía un tinte molesto, ya que estaba ofendido por las palabras del otro.
Alejandro respiró profundamente— no, no me reusé —negó—, pero no es porque te vea como un objeto de cambio, sino porque eso ayudaría a cumplir con el plazo en el que quedamos para tu divorcio, ¿recuerdas?
Erick se mordió el labio, recordaba perfectamente sobre ese plazo.
“Dijiste que no te da el divorcio por cuestiones de negocios, entonces, por medio de negocios puedo intentarlo, solo dame unos días… ¡Hasta tu cumpleaños!”
Las manos enguantadas apretaron ligeramente las enormes manos del rubio— yo… no imaginé que me divorciaría —dijo con nervios.
—¿No te complace esta situación? —los ojos verdes buscaron el rostro de Erick, especialmente al percibir un olor salado que poco a poco empezaba a hacerse presente.
—No es eso —una sonrisa trémula se dibujó en los labios del pelinegro—. Es solo que… desde el primer día de mi matrimonio, siempre desee divorciarme —confesó y llevó una mano enguantada a limpiar las lágrimas—, pero como mi padre no me dejaba, no pensé que tu… lograrías… convencerlo —levantó el rostro y le dedicó una sonrisa emocionada—. ¡Gracias, Alex!
—Conejo… —la mano de Alejandro se movió hasta la mejilla del otro y le acarició la piel con devoción—. Quiero que entiendas que haría lo que fuera por ti… —confesó—. Aunque por ahora, debo fingir que tu padre es el que tiene el control y espero que me ayudes con esa mentira —le guiñó un ojo—, ¿de acuerdo?
—¿Qué quieres decir? —preguntó Erick con curiosidad.
Alejandro se inclinó y le besó los labios con delicadeza— cuestiones de negocios, Conejo, solo confía en mí y mantén la mentira de que esto lo planee con tu padre, sin que tú y yo, nos hubiéramos puesto de acuerdo antes.
—Está bien —Erick suspiró.
No comprendía la situación, pero sabía que podía confiar en Alejandro y jamás dudaría en lo que le decía.
—Ahora, antes de otra cosa… —el rubio sonrió divertido—. Debido a cierto inconveniente con Sergio Montalvo, ahora todos los presentes en la reunión saben de nuestro compromiso apresurado.
—Pero… ¿qué pasó? —el ojiazul se sobresaltó.
—La verdad… no sabía que tuvieras muchos admiradores —Alejandro levantó una ceja.
Esas apalabras desconcertaron al ojiazul— ¿de qué hablas?
—Cuando tu padre mencionó tu divorcio —hizo un ademán hacia el interior de la mansión—, Sergio Montalvo se emocionó y escuché que no solo él desearía tu mano en matrimonio, cuando eso se concretara.
—Oh… —Erick sonrió avergonzado—. Bueno, no pensé que todavía hubiera caballeros que quisieran casarse conmigo.
—No lo niegas entonces… —Alejandro levantó una ceja.
Erick apretó los labios, tratando de aguantar la risa— escucha, Alex —dijo con diversión—. Antes de mi matrimonio, por alguna razón, tenía cierta presencia en la sociedad —confesó—, pero eso fue hace años…
—Tres años —señaló el rubio con seriedad.
—Hace tres años me casé, pero lo otro fue antes —detalló—. Además, desde que me corté el cabello, ya no soy tan… atractivo como Omega.
Alejandro movió la mano y acarició los mechones negros con sus dedos— para mí, te miras hermoso así —confesó—, así que es posible que haya muchos que piensen lo mismo —dijo con molestia al pensar en esa situación.
Erick rió y ladeó el rostro, acercando la mejilla hasta la mano que tenía cerca— ¿te pones celoso de tus propias palabras? Eso es exagerado, ¿no lo crees?
—No, no lo es…
El rubio sonrió y se inclinó lentamente, en busca de un beso, pero antes de obtenerlo, la voz de Julián se escuchó.
—Alex —dijo el castaño con seriedad—. El padre de Erick dice que no es bueno que se queden a solas por más tiempo —hizo un ademán, señalando a la puerta del jardín.
—Está bien, ya vamos —suspiró y se puso de pie, dándole la mano a Erick—. Tu padre es una molestia.
Erick sonrió, pero no dijo nada al respecto, solo caminó a su lado, yendo al salón principal; apenas volvieron a la vista de todos, Alejandro sujetó la mano de Erick y la colocó en su antebrazo.
Erick pasó saliva y sus mejillas se tiñeron de rojo; sabía que entre ellos había mucha más interacción, pero hacer esa clase de cosas frente a otros, aun sin estar divorciado, le parecía muy atrevido.
—¡Erick! —Marcel llegó hasta la pareja y abrazó al ojiazul—. ¡Felicidades! —dijo emocionado—. Por fin te vas a librar del idiota de Omar.
—Ya te… ¿enteraste? —sonrió nervioso.
—¡Ya hasta le envié mensaje a Agustín! —le guiñó un ojo—. Primo —dijo para Alejandro—, ¿me prestas a Erick un momento? Necesito llevarlo con Víctor, Daniel y Luís.
Alejandro sonrió de lado, sabía perfectamente que Marcel estaba consciente que no era primo de Miguel, pero lógicamente quería seguir con la farsa— puedo acompañarlos…
—No, mejor habla con Mike —señaló al otro lado—, los Omegas y Beta tenemos algo importante que discutir, sin Alfas…
El castaño sujetó la mano de Erick y sin permitir que el otro se negara, lo guió hasta sus amigos. Alejandro los vio alejarse y suspiró, caminando hasta donde estaban sus compañeros.
—Tu novio parece hacer siempre lo que quiere… —dijo al llegar a un lado de Miguel.
—Es mi prometido —sonrió el pelinegro— y sí, es algo caprichoso, pero tú no tienes derecho de criticarlo, porque también eres alguien que hace lo que quiere, sin pensar en las consecuencias…
—Eso no es cierto —negó el rubio.
—Sí, lo es —David asintió—, es el síndrome del hijo único.
—Consentidos, egoístas, caprichosos… —enumeró Iván.
—¡Ey! —Alejandro entrecerró los ojos, pues de todos los presentes, era el único que no tenía hermanos.
—Eso no está comprobado —Fabián negó—, es solo una exageración —dijo con seguridad—. Aunque se cree que los hijos únicos tienen esas características, la mayoría es solo un estereotipo de la sociedad…
—¡Gracias cerebrito! —Iván interrumpió a su amigo con molestia—. Le quitas lo divertido al asunto.
—Aun así, mejor asegúrate de no tener solo un hijo, Alex…
Ante el comentario del ruso, todos volvieron a reír.
—¡Dejen de molestar! —Alejandro sujetó otra copa que un mesero le ofreció.
Mientras sus amigos departían, sus ojos verdes buscaron al pequeño grupo donde estaba Erick, quien también le dedicaba algunas miradas desde su lugar. Ambos se consumían en el deseo de estar juntos, pero aún tenían que guardar apariencias.
«No sé qué tendré que hacer, pero esta noche la pasaremos juntos, Conejo…»
—Así que… en realidad eres… —Víctor miraba a Luis y mantenía un gesto confuso.
—Soy Omega —repitió su amigo con frialdad.
—¿Por qué no nos lo habías dicho? —preguntó Daniel con debilidad—. Nos conocemos desde pequeños, pudimos haberte ayudado en caso de…
—No era necesario —negó el castaño—. Soy un Omega recesivo —se cruzó de brazos—, jamás reaccioné con ningún Alfa, hasta…
—Hasta que llegó David —Marcel llegó acompañado de Erick—. Yo también me sorprendí cuando Mike me dijo que su amigo estaba tras de ti, porque eras Omega —lo señaló.
—¿Eres Omega? —Erick se sorprendió, ya que se estaba enterando en ese momento de la novedad.
—Recesivo —repitió el castaño
—Es una noticia impactante —Marcel acomodó sus lentes—, pero cuando Mike me lo comentó, entendí el por qué eras tan hermético cada cierto tiempo, empecé a atar cabos y deduje que eran tus ciclos de celo.
—Ya no quiero hablar de eso —Luis negó—, es un poco incómodo.
—Es más incómodo verte vestido como Omega —Víctor pasó la mano por su cabello—, ahora ya no podré comportarme como siempre.
—Sigo siendo yo, Víctor —Luis entornó los ojos—, te conozco desde hace años, así que ya sé todas tus malas mañas, no tienes que contenerte.
—Sí, pero es raro…
—Y… la situación con ese chico —Daniel hizo un ligero ademán señalando al grupo de Alfas—, ¿es por consentimiento tuyo? —preguntó preocupado.
Daniel era muy precavido en esas cosas, ya que sus padres, trabajaban en un hospital, dónde era común que los Omegas llegaran después de haber sido forzados por las feromonas Alfas.
—Sí —Luís asintió—, incluso le pidió permiso a mi padre para que yo lo acompañara hoy, como su pareja.
—¡Entonces es serio! —Víctor sonrió emocionado—. Eso es bueno, no sería correcto que solo estuviera jugando contigo.
—¿Estás enamorado? —Marcel le miró con suspicacia.
Luis se sorprendió; de inmediato, sus orejas se pusieron rojas y el carraspeó— no creo que decir ‘enamorado’ sea la palabra correcta —negó con debilidad—. Me atrae, me gusta…
—¿Te satisface en la cama? —presionó el de lentes.
—Claro —respondió sin pensar el otro y luego se dio cuenta de lo que había dicho—. ¡Eso no es de tu incumbencia!
—Ya contestaste —Marcel sujetó una copa de jugo que le llevaron—, ¡no necesito más!
—Eso es demasiada información —Daniel pasó la mano por su nuca.
—Espera… —Víctor ladeó el rostro—. Entonces, las chicas con las que se supone que tu…
—¡Dejemos de hablar del tema! —pidió su amigo con nervios.
Erick rió— sí, dejemos a Luis tranquilo, esos detalles solo pertenecen a las parejas…
—Gracias… —Luis se sintió reconfortado por eso.
—Bien, ahora que ya quedó lo de Luis y el por qué llegó del brazo de David Labastida y con esa ropa… —Marcel giró el rostro hacia Erick—. Tienes que decirnos, ¡¿por qué no nos dijiste del divorcio y de tu nuevo compromiso formal?!
—Es cierto, Erick —Daniel asintió—. ¿Cómo es que te comprometiste tan pronto?
—Y no hubo fiesta de compromiso, ni anuncio en los periódicos cómo hace años —Víctor se cruzó de brazos—, eso es lo raro.
—Eso… Bueno, para ser honestos… —movió las manos con nervios—. Es que ni yo lo sabía, hasta hace rato.
—¿No lo sabías? —Luis se sorprendió.
—Erick, ¿te están obligando? —Daniel se tensó de inmediato.
—No, no… es que… es…
Erick guardó silencio y giró el rostro con susto hacia la entrada de la mansión, al percibir las feromonas de alguien que conocía muy bien.
Ante el asombro de los invitados, Omar había llegado a la reunión; su cabello estaba despeinado y se notaba la barba ligeramente crecida, así como un gesto demacrado. Varios miembros del servicio intentaron ir hacia él, pero al ser Betas, para él, un Alfa, no era difícil apartarlos, especialmente porque estaba furioso.
Erick se quedó como estatua al ver que el castaño caminaba directamente hasta él; su labio inferior tembló y sintió que su corazón se aceleraba. Los ojos de su aun esposo, destellaban con ira asesina y estiró la mano para alcanzarlo.
Todos los recuerdos de las agresiones llegaron de golpe a la mente de Erick, creyendo que iba a ocurrir lo mismo en ese momento y lo único que atinó a hacer, fue cerrar los ojos, pero no le ocurrió nada, solo alcanzó a escuchar un lamento, al momento en que las feromonas de café y cedro se hicieron presentes.
—No te atrevas a acercarte.
La voz seria de Alejandro hizo que Erick abriera los parpados lentamente y pudo observar la escena.
Omar estaba en el piso, una vez más, la sangre brotaba de su labio partido y Alejandro estaba frente a él, interponiéndose en su camino para que no llegara a Erick; era obvio que le había dado un golpe para evitar que alcanzara su objetivo.
—¡¿Cómo te atreves?! —gruñó Omar aun en el piso y se puso de pie con dificultad—. ¡Erick es mío!
—¿Tuyo? —el rubio sonrió burlón—. Que yo sepa, ya están en trámites de divorcio, así que no tienes el derecho de decir tal estupidez.
—Es mejor que te retires Omar.
La voz de Alonso se escuchó entre los presentes, pero no se acercó, ya que las feromonas de Alejandro estaban haciendo que todos retrocedieran, incluso, Omar dio un paso hacia atrás, pero se forzó a no apartarse más.
—¡Cállese! —gritó el recién llegado, buscando con la mirada a su suegro—. ¡Esto es culpa suya! —señaló—. Quiere tener el respaldo de este imbécil —señaló a Alejandro con desdén— y por eso le ofrece a Erick como si fuera una puta a la que regentea, ¡igual que nos lo ofreció a mi familia y a mí!
Todos se quedaron en silencio, pero Omar se cubrió la nariz con la mano de inmediato; sintió que el olor a cedro aumentaba y casi se ahoga.
—No voy a permitir que insultes a Erick… —Alejandro apretó los puños y dio un paso hacia el otro.
—¡Mierda! ¡Lo va a hacer! —Dimitry miró a David con susto.
—¡Saquen a todos de aquí! —gritó el de lentes al darse cuenta que el pelirrojo tenía razón.
Alejandro se estaba preparando para liberar sus feromonas y eso afectaría a cualquier Alfa y Omega que estuviera cerca de él.
Iván, Fabián y Julián empezaron a decirles a los invitados que salieran del lugar. Miguel fue por Marcel, quien estaba a unos pasos de Erick y ya estaba temblando de miedo; David hizo lo propio con Luis, quien estaba teniendo dificultades para respirar; ambos querían ayudar a los Omega con sus feromonas, pues sabían que solo podían protegerlos con ellas.
—Ustedes son Betas —dijo el ojigrís, para Daniel y Víctor—. Ayuden a todos los que puedan a salir, ¡antes de que esto se salga de control!
Daniel y Víctor asintieron y así como el personal de servicio que también eran Betas, empezaron a ayudar a las personas, pero pese a ello, sentían que el aire estaba muy denso; el ambiente parecía como si estuvieran dentro de una sauna y hubiese tanto vapor, que no les permitía respirar de manera correcta.
Alejandro no puso atención a su alrededor, ni siquiera se dio cuenta como algunos Alfa salían aterrorizados y algunos Omega caían hincados, llorando; Alejandro solo se acercó a Omar y le sujetó con rapidez la mano con la que se cubría la nariz, apartándola sin consideración.
—¿Qué ocurre? —preguntó con burla—. ¿Mis feromonas son muy fuertes?
Omar intentó respirar, pero sintió que su garganta se cerraba y el aire no parecía llegar a sus pulmones.
—¡Vamos! —Alejandro levantó el rostro con orgullo—. Se supone que también eres Alfa, ¿no es así? Defiéndete —retó—. Muéstrame tus feromonas, veamos si puedes competir contra mí.
Los ojos castaños de Omar mostraron terror, al ver la mirada sádica del otro. Las pupilas de Alejandro estaban alargadas y sus colmillos ya estaban en su máxima longitud; parecía un gato jugando con un temeroso ratón, antes de devorarlo.
—Alex… —la voz suave de Erick se escuchó—. Tranquilízate, estás alterando a todos…
El rubio miró de soslayo a su alrededor y fue cuando notó que todos los invitados a esa fiesta, estaban siendo afectados por sus feromonas; apretó la quijada, rechinó los dientes y soltó de un movimiento indiferente a Omar, lanzándolo contra el piso de nuevo, a la par que disipaba sus feromonas con rapidez, para dejar de afectar a los demás.
—No vales la pena —su voz tenía un tinte de desprecio y giró a ver a Erick.
El ojiazul lo miró con preocupación— no debiste alterarte tanto —dijo casi en un susurro, cuando el otro se acercó.
—No lo hice…
—Eres… —la voz de Omar se escuchó con pesadez—. ¡Eres un imbécil! —le había costado articular palabras, pero lo consiguió porque las feromonas de Alejandro ya no eran tan potentes.
El rubio lo miró por encima del hombro— ¿no sabes cuándo callarte? —preguntó fríamente.
Omar respiraba con dificultad y tosía insistente, ya que su garganta se sentía irritada por el amargo sabor de las feromonas del rubio, pero pudo incorporarse hasta quedar hincado.
—¿Crees que… solo porque el padre… de Erick… te lo prometió… ya es tuyo? —sonrió de lado—. No podrás tocarlo… —levantó la mirada, aunque con el dorso de su mano cubría su nariz, para poder soportar el olor que aún había—. Ningún Alfa… soporta sus feromonas… —acusó—. ¡Por eso jamás lo he podido tocar! —gritó.
Sus palabras llamaron la atención de las personas que quedaban en el lugar, tanto algunos invitados y los anfitriones, ya se encontraban un poco más repuestos; las feromonas de Alejandro se disipaban con rapidez y varios miembros del servicio ayudaban a los Alfa y Omega afectados, a incorporarse para salir de ahí, mientras que otros abrían los ventanales para que el aire fresco ingresara al recinto.
—¿Jamás? —Alejandro sonrió y se giró por completo—. ¡¿Me estás diciendo que tú y Erick jamás consumaron su matrimonio?!
—Su asqueroso olor… Repele a cualquiera… —sentenció Omar con desprecio—. Solo será un bonito trofeo… pero te cansarás de él y… buscarás a otros… ¡cómo yo!
—¡¿Oyeron?! —Alejandro levantó la voz—. Omar Acosta jamás consumó su matrimonio con el Príncipe Omega…
—Alex… —Erick no sabía a dónde quería llegar el otro.
—Por lo tanto —el ojiverde siguió hablando en voz alta—, su divorcio debería ser automático, ¿no es así? —se acercó a Erick y lo rodeó, colocándose en su espalda y sujetándolo de la cintura—. Omar Acosta dice que el olor de Erick Salazar me repelerá, pero podemos ponerlo a prueba… aquí, con todos los presentes de testigos…
Alejandro se inclinó y pasó su lengua por la oreja de Erick, dándole una ligera mordida en el lóbulo, mientras su mano derecha lo sujetaba con firmeza de la cintura y la izquierda subía por el torso hasta el mentón. Erick tembló ante el tacto del rubio, pues era demasiado atrevido y las feromonas de café y cedro lo estaban envolviendo, despertando su deseo de manera inconsciente; las feromonas de lirio y almendras se desprendieron de la piel del ojiazul en respuesta al estímulo del otro, buscando un contacto más íntimo, con lo cual, Omar y los otros que podían percibir las feromonas, sintieron que se les revolvía el estómago.
—A mí me parece que huele delicioso… —sonrió Alejandro, mirando de manera retadora a Omar, quien seguía de rodillas en el piso, viendo como el rubio no se apartaba de Erick.
Alejandro soltó el mentón de Erick y movió la mano hasta quitarle la gargantilla que usaba esa noche, dejándola caer al piso, como si fuese un objeto sin importancia; pasó la lengua por la base del cuello y la piel de Erick se erizó, al mismo tiempo que un ligero gemido escapaba de su boca.
—Si tu esposo nunca te tocó, entonces, no importará que yo te marque, ¿no es así, Erick?
El ojiazul ya no razonaba, solo reaccionó exponiendo su cuello sin pudor. Debido a que los colmillos de Alejandro seguían largos, dio una mordida sin dudar, extrayendo algo de sangre.
—¡No! —Omar se puso de pie con dificultad—. Erick es mío… ¡yo soy quien debe marcarlo!
Alejandro se apartó de Erick y relamió sus labios, que tenían un delicado rastro de líquido carmesí.
—Demasiado tarde —se burló el rubio—. Si no lo marcaste antes, ahora, ya no podrás, porque es mío…
Omar sintió que la sangre le hervía; el coraje y frustración se adueñaron no solo de su mente, sino de su cuerpo e intentó ir hasta Erick, para tratar de recuperarlo, pero una vez más, Alejandro desprendió sus feromonas de golpe.
El castaño se quedó a unos pasos de llegar y sintió que el piso se movía; aun así, no cayó, pues se estaba esforzando por no doblegarse.
—Dame un momento, mi amor… —Alejandro besó la mejilla de Erick y se apartó.
El ojiazul se quedó de pie, sintiendo que su cuerpo ardía; no se movió, pues sabía que si lo hacía, perdería el equilibrio, ya que se encontraba completamente embriagado por las feromonas de Alejandro.
—¿Aun quieres pelear? —el ojiverde se acercó a Omar—. Adelante, inténtalo —estiró los brazos hacia los lados, denotando que no se defendería.
Omar intentó lanzar un golpe, pero al dar el paso, cayó de frente; estaba mareado y no podía respirar.
Alejandro negó y chasqueó la lengua de forma desaprobatoria, mientras caminaba un par de pasos hasta el sujeto en el piso— vaya inútil —se burló—. Un Alfa como yo, no necesita llegar a los golpes, para vencer a otro —movió el pie y puso a Omar de espaldas al suelo.
El castaño tenía la vista nublada; quería moverse, apartarse del pie que tenía en su pecho, el cual parecía una enorme pesa que lo mantenía unido al frío piso, pero no podía mover un solo músculo.
—¿Sabes también lo que puedo hacer? —la sonrisa cruel del rubio se mostró y sus pupilas brillaron—. Si me lo propongo, puedo controlar mis feromonas para atacar a una persona en concreto —ladeó el rostro—, lo he practicado con mis amigos, aunque jamás he liberado toda mi fuerza, pero creo que puedo hacerlo contigo, para ver qué puede ocurrir si no me contengo.
El rostro de Omar se contorsionó en una mueca de terror; quiso suplicar clemencia, pero no pudo.
Alejandro liberó sus feromonas y Omar solo alcanzó a gritar, antes de sentir como si un extraño aire caliente le quemara las fosas nasales y llenara sus pulmones hasta que le dolieron tanto, que no pudo aguantar más y perdió el conocimiento.
Alejandro no detuvo su ataque, hasta que el cuerpo de Omar convulsionó y algunos hilillos de sangre escurrieron por sus fosas nasales y comisura de labios; cuando vio eso, se inclinó y constató el pulso, aún estaba vivo.
—Si no murió, no me meteré en problemas —se alzó de hombros y se incorporó.
Los ojos verdes recorrieron el lugar, observando que había algunos Alfa y Omegas asustados, siendo socorridos por Beta; fijó la mirada en un par de jóvenes que vestían trajes del servicio y les hizo una seña.
—Ustedes, encárguense de que una ambulancia lleve a este sujeto a un buen hospital y que los gastos corran a cuenta de Alejandro de León —dijo con burla.
Los dos Beta se acercaron con precaución, mientras el rubio se apartaba del cuerpo en el piso, volviendo con Erick.
Cuando Alejandro abrazó a Erick, el ojiazul se aferró a su cuerpo con desespero y hundió el rostro en el cuello del otro.
—Alex… te necesito… —musitó Erick con deseo.
—Te complaceré, pero debo llevarte a un lugar tranquilo, Conejo… —besó el cabello negro que tenía cerca y con un movimiento rápido lo levantó en brazos.
Erick cerró los ojos y se dejó llevar; se sentía ansioso, pero estaba tan cómodo en los brazos de Alejandro, que de inmediato, permitió que el sueño lo inundara.
Al salir de la enorme casa, Alejandro observó como gran parte de los invitados aún estaban en los jardines, intentando recuperar el aliento con la fresca brisa nocturna. Algunos se estaban retirando en sus propios vehículos, pero también iban llegando algunas ambulancias, para llevarse a los más afectados por sus feromonas.
Julián, Dimitry, Iván y Fabián se acercaron al rubio, pero portaban sus mascarillas, pues aunque no las llevaban a la mano, tenían unas en las guanteras de los autos en los que habían llegado y los guardaespaldas que los cuidaban, se las habían llevado de inmediato.
—¡¿En qué estabas pensando, Alejandro?! —Dimitry le reclamó con rapidez.
—Afectaste a demasiadas personas importantes esta noche —sentenció Julián—. ¡Esto te puede acarrear problemas!
El rubio entornó los ojos— márcale a mi padre, dile lo que pasó y que necesito presupuesto para enviar regalos de disculpa a todas las personas.
—No creo que sea tan sencillo esta vez —Iván se cruzó de brazos—. ¡Ocasionaste un zafarrancho!
—Sólo háganlo —dijo con frialdad—. Yo tengo cosas que hacer esta noche —miró con ilusión a Erick y luego levantó el rostro de nuevo—, pero mañana me disculparé en persona, con las familias afectadas.
—Deberías disculparte en este momento —Fabián lo miró con curiosidad.
—Pasaré la noche con Erick —contestó con rapidez—. Lo demás, puede esperar.
Con esas palabras, se encaminó hasta un vehículo donde estaban un par de sus hombres; ingresó al auto con Erick y de inmediato, el automóvil se alejó de la propiedad.
—¿Qué hacemos? —preguntó Iván, quitándose la mascarilla.
—David y Miguel están con sus parejas, así que nosotros debemos encargarnos —Dimitry imitó a su amigo y se quitó la mascarilla—. Yo le llamaré al señor De León, mientras… Julián, Iván, organicen a los trabajadores de Alex, pues aunque son Alfa, también tienen mascarillas y pueden ser de más ayuda que los Betas —dijo con seguridad—. Que se encarguen de ayudar a los más afectados y en caso de necesitar asistencia médica, que les den prioridad y tú —señaló a Fabián—, ve a avisarle al General Salazar, que su hijo está con Alejandro.
—¿Crees que sea una buena idea? —preguntó Fabián con duda—. Las habladurías empezarán y…
—Alejandro ya declaró que Erick es suyo y lo marcó simbólicamente frente a todos —dijo con obviedad—. Kakaya raznitsa? —soltó el aire con molestia—. Ahora solo queda minimizar los daños lo más que podamos… ¡Muévanse!
Los otros tres asintieron y fueron a hacer sus tareas.
Dimitry sacó su celular y respiró profundamente antes de marcar el número de la casa de Alejandro; sabía que le tocaba el trabajo más difícil, pero sin David, él era el otro en quien el padre de su amigo confiaba para esa clase de cosas.
—Soy Omega —repitió su amigo con frialdad.
—¿Por qué no nos lo habías dicho? —preguntó Daniel con debilidad—. Nos conocemos desde pequeños, pudimos haberte ayudado en caso de…
—No era necesario —negó el castaño—. Soy un Omega recesivo —se cruzó de brazos—, jamás reaccioné con ningún Alfa, hasta…
—Hasta que llegó David —Marcel llegó acompañado de Erick—. Yo también me sorprendí cuando Mike me dijo que su amigo estaba tras de ti, porque eras Omega —lo señaló.
—¿Eres Omega? —Erick se sorprendió, ya que se estaba enterando en ese momento de la novedad.
—Recesivo —repitió el castaño
—Es una noticia impactante —Marcel acomodó sus lentes—, pero cuando Mike me lo comentó, entendí el por qué eras tan hermético cada cierto tiempo, empecé a atar cabos y deduje que eran tus ciclos de celo.
—Ya no quiero hablar de eso —Luis negó—, es un poco incómodo.
—Es más incómodo verte vestido como Omega —Víctor pasó la mano por su cabello—, ahora ya no podré comportarme como siempre.
—Sigo siendo yo, Víctor —Luis entornó los ojos—, te conozco desde hace años, así que ya sé todas tus malas mañas, no tienes que contenerte.
—Sí, pero es raro…
—Y… la situación con ese chico —Daniel hizo un ligero ademán señalando al grupo de Alfas—, ¿es por consentimiento tuyo? —preguntó preocupado.
Daniel era muy precavido en esas cosas, ya que sus padres, trabajaban en un hospital, dónde era común que los Omegas llegaran después de haber sido forzados por las feromonas Alfas.
—Sí —Luís asintió—, incluso le pidió permiso a mi padre para que yo lo acompañara hoy, como su pareja.
—¡Entonces es serio! —Víctor sonrió emocionado—. Eso es bueno, no sería correcto que solo estuviera jugando contigo.
—¿Estás enamorado? —Marcel le miró con suspicacia.
Luis se sorprendió; de inmediato, sus orejas se pusieron rojas y el carraspeó— no creo que decir ‘enamorado’ sea la palabra correcta —negó con debilidad—. Me atrae, me gusta…
—¿Te satisface en la cama? —presionó el de lentes.
—Claro —respondió sin pensar el otro y luego se dio cuenta de lo que había dicho—. ¡Eso no es de tu incumbencia!
—Ya contestaste —Marcel sujetó una copa de jugo que le llevaron—, ¡no necesito más!
—Eso es demasiada información —Daniel pasó la mano por su nuca.
—Espera… —Víctor ladeó el rostro—. Entonces, las chicas con las que se supone que tu…
—¡Dejemos de hablar del tema! —pidió su amigo con nervios.
Erick rió— sí, dejemos a Luis tranquilo, esos detalles solo pertenecen a las parejas…
—Gracias… —Luis se sintió reconfortado por eso.
—Bien, ahora que ya quedó lo de Luis y el por qué llegó del brazo de David Labastida y con esa ropa… —Marcel giró el rostro hacia Erick—. Tienes que decirnos, ¡¿por qué no nos dijiste del divorcio y de tu nuevo compromiso formal?!
—Es cierto, Erick —Daniel asintió—. ¿Cómo es que te comprometiste tan pronto?
—Y no hubo fiesta de compromiso, ni anuncio en los periódicos cómo hace años —Víctor se cruzó de brazos—, eso es lo raro.
—Eso… Bueno, para ser honestos… —movió las manos con nervios—. Es que ni yo lo sabía, hasta hace rato.
—¿No lo sabías? —Luis se sorprendió.
—Erick, ¿te están obligando? —Daniel se tensó de inmediato.
—No, no… es que… es…
Erick guardó silencio y giró el rostro con susto hacia la entrada de la mansión, al percibir las feromonas de alguien que conocía muy bien.
Ante el asombro de los invitados, Omar había llegado a la reunión; su cabello estaba despeinado y se notaba la barba ligeramente crecida, así como un gesto demacrado. Varios miembros del servicio intentaron ir hacia él, pero al ser Betas, para él, un Alfa, no era difícil apartarlos, especialmente porque estaba furioso.
Erick se quedó como estatua al ver que el castaño caminaba directamente hasta él; su labio inferior tembló y sintió que su corazón se aceleraba. Los ojos de su aun esposo, destellaban con ira asesina y estiró la mano para alcanzarlo.
Todos los recuerdos de las agresiones llegaron de golpe a la mente de Erick, creyendo que iba a ocurrir lo mismo en ese momento y lo único que atinó a hacer, fue cerrar los ojos, pero no le ocurrió nada, solo alcanzó a escuchar un lamento, al momento en que las feromonas de café y cedro se hicieron presentes.
—No te atrevas a acercarte.
La voz seria de Alejandro hizo que Erick abriera los parpados lentamente y pudo observar la escena.
Omar estaba en el piso, una vez más, la sangre brotaba de su labio partido y Alejandro estaba frente a él, interponiéndose en su camino para que no llegara a Erick; era obvio que le había dado un golpe para evitar que alcanzara su objetivo.
—¡¿Cómo te atreves?! —gruñó Omar aun en el piso y se puso de pie con dificultad—. ¡Erick es mío!
—¿Tuyo? —el rubio sonrió burlón—. Que yo sepa, ya están en trámites de divorcio, así que no tienes el derecho de decir tal estupidez.
—Es mejor que te retires Omar.
La voz de Alonso se escuchó entre los presentes, pero no se acercó, ya que las feromonas de Alejandro estaban haciendo que todos retrocedieran, incluso, Omar dio un paso hacia atrás, pero se forzó a no apartarse más.
—¡Cállese! —gritó el recién llegado, buscando con la mirada a su suegro—. ¡Esto es culpa suya! —señaló—. Quiere tener el respaldo de este imbécil —señaló a Alejandro con desdén— y por eso le ofrece a Erick como si fuera una puta a la que regentea, ¡igual que nos lo ofreció a mi familia y a mí!
Todos se quedaron en silencio, pero Omar se cubrió la nariz con la mano de inmediato; sintió que el olor a cedro aumentaba y casi se ahoga.
—No voy a permitir que insultes a Erick… —Alejandro apretó los puños y dio un paso hacia el otro.
—¡Mierda! ¡Lo va a hacer! —Dimitry miró a David con susto.
—¡Saquen a todos de aquí! —gritó el de lentes al darse cuenta que el pelirrojo tenía razón.
Alejandro se estaba preparando para liberar sus feromonas y eso afectaría a cualquier Alfa y Omega que estuviera cerca de él.
Iván, Fabián y Julián empezaron a decirles a los invitados que salieran del lugar. Miguel fue por Marcel, quien estaba a unos pasos de Erick y ya estaba temblando de miedo; David hizo lo propio con Luis, quien estaba teniendo dificultades para respirar; ambos querían ayudar a los Omega con sus feromonas, pues sabían que solo podían protegerlos con ellas.
—Ustedes son Betas —dijo el ojigrís, para Daniel y Víctor—. Ayuden a todos los que puedan a salir, ¡antes de que esto se salga de control!
Daniel y Víctor asintieron y así como el personal de servicio que también eran Betas, empezaron a ayudar a las personas, pero pese a ello, sentían que el aire estaba muy denso; el ambiente parecía como si estuvieran dentro de una sauna y hubiese tanto vapor, que no les permitía respirar de manera correcta.
Alejandro no puso atención a su alrededor, ni siquiera se dio cuenta como algunos Alfa salían aterrorizados y algunos Omega caían hincados, llorando; Alejandro solo se acercó a Omar y le sujetó con rapidez la mano con la que se cubría la nariz, apartándola sin consideración.
—¿Qué ocurre? —preguntó con burla—. ¿Mis feromonas son muy fuertes?
Omar intentó respirar, pero sintió que su garganta se cerraba y el aire no parecía llegar a sus pulmones.
—¡Vamos! —Alejandro levantó el rostro con orgullo—. Se supone que también eres Alfa, ¿no es así? Defiéndete —retó—. Muéstrame tus feromonas, veamos si puedes competir contra mí.
Los ojos castaños de Omar mostraron terror, al ver la mirada sádica del otro. Las pupilas de Alejandro estaban alargadas y sus colmillos ya estaban en su máxima longitud; parecía un gato jugando con un temeroso ratón, antes de devorarlo.
—Alex… —la voz suave de Erick se escuchó—. Tranquilízate, estás alterando a todos…
El rubio miró de soslayo a su alrededor y fue cuando notó que todos los invitados a esa fiesta, estaban siendo afectados por sus feromonas; apretó la quijada, rechinó los dientes y soltó de un movimiento indiferente a Omar, lanzándolo contra el piso de nuevo, a la par que disipaba sus feromonas con rapidez, para dejar de afectar a los demás.
—No vales la pena —su voz tenía un tinte de desprecio y giró a ver a Erick.
El ojiazul lo miró con preocupación— no debiste alterarte tanto —dijo casi en un susurro, cuando el otro se acercó.
—No lo hice…
—Eres… —la voz de Omar se escuchó con pesadez—. ¡Eres un imbécil! —le había costado articular palabras, pero lo consiguió porque las feromonas de Alejandro ya no eran tan potentes.
El rubio lo miró por encima del hombro— ¿no sabes cuándo callarte? —preguntó fríamente.
Omar respiraba con dificultad y tosía insistente, ya que su garganta se sentía irritada por el amargo sabor de las feromonas del rubio, pero pudo incorporarse hasta quedar hincado.
—¿Crees que… solo porque el padre… de Erick… te lo prometió… ya es tuyo? —sonrió de lado—. No podrás tocarlo… —levantó la mirada, aunque con el dorso de su mano cubría su nariz, para poder soportar el olor que aún había—. Ningún Alfa… soporta sus feromonas… —acusó—. ¡Por eso jamás lo he podido tocar! —gritó.
Sus palabras llamaron la atención de las personas que quedaban en el lugar, tanto algunos invitados y los anfitriones, ya se encontraban un poco más repuestos; las feromonas de Alejandro se disipaban con rapidez y varios miembros del servicio ayudaban a los Alfa y Omega afectados, a incorporarse para salir de ahí, mientras que otros abrían los ventanales para que el aire fresco ingresara al recinto.
—¿Jamás? —Alejandro sonrió y se giró por completo—. ¡¿Me estás diciendo que tú y Erick jamás consumaron su matrimonio?!
—Su asqueroso olor… Repele a cualquiera… —sentenció Omar con desprecio—. Solo será un bonito trofeo… pero te cansarás de él y… buscarás a otros… ¡cómo yo!
—¡¿Oyeron?! —Alejandro levantó la voz—. Omar Acosta jamás consumó su matrimonio con el Príncipe Omega…
—Alex… —Erick no sabía a dónde quería llegar el otro.
—Por lo tanto —el ojiverde siguió hablando en voz alta—, su divorcio debería ser automático, ¿no es así? —se acercó a Erick y lo rodeó, colocándose en su espalda y sujetándolo de la cintura—. Omar Acosta dice que el olor de Erick Salazar me repelerá, pero podemos ponerlo a prueba… aquí, con todos los presentes de testigos…
Alejandro se inclinó y pasó su lengua por la oreja de Erick, dándole una ligera mordida en el lóbulo, mientras su mano derecha lo sujetaba con firmeza de la cintura y la izquierda subía por el torso hasta el mentón. Erick tembló ante el tacto del rubio, pues era demasiado atrevido y las feromonas de café y cedro lo estaban envolviendo, despertando su deseo de manera inconsciente; las feromonas de lirio y almendras se desprendieron de la piel del ojiazul en respuesta al estímulo del otro, buscando un contacto más íntimo, con lo cual, Omar y los otros que podían percibir las feromonas, sintieron que se les revolvía el estómago.
—A mí me parece que huele delicioso… —sonrió Alejandro, mirando de manera retadora a Omar, quien seguía de rodillas en el piso, viendo como el rubio no se apartaba de Erick.
Alejandro soltó el mentón de Erick y movió la mano hasta quitarle la gargantilla que usaba esa noche, dejándola caer al piso, como si fuese un objeto sin importancia; pasó la lengua por la base del cuello y la piel de Erick se erizó, al mismo tiempo que un ligero gemido escapaba de su boca.
—Si tu esposo nunca te tocó, entonces, no importará que yo te marque, ¿no es así, Erick?
El ojiazul ya no razonaba, solo reaccionó exponiendo su cuello sin pudor. Debido a que los colmillos de Alejandro seguían largos, dio una mordida sin dudar, extrayendo algo de sangre.
—¡No! —Omar se puso de pie con dificultad—. Erick es mío… ¡yo soy quien debe marcarlo!
Alejandro se apartó de Erick y relamió sus labios, que tenían un delicado rastro de líquido carmesí.
—Demasiado tarde —se burló el rubio—. Si no lo marcaste antes, ahora, ya no podrás, porque es mío…
Omar sintió que la sangre le hervía; el coraje y frustración se adueñaron no solo de su mente, sino de su cuerpo e intentó ir hasta Erick, para tratar de recuperarlo, pero una vez más, Alejandro desprendió sus feromonas de golpe.
El castaño se quedó a unos pasos de llegar y sintió que el piso se movía; aun así, no cayó, pues se estaba esforzando por no doblegarse.
—Dame un momento, mi amor… —Alejandro besó la mejilla de Erick y se apartó.
El ojiazul se quedó de pie, sintiendo que su cuerpo ardía; no se movió, pues sabía que si lo hacía, perdería el equilibrio, ya que se encontraba completamente embriagado por las feromonas de Alejandro.
—¿Aun quieres pelear? —el ojiverde se acercó a Omar—. Adelante, inténtalo —estiró los brazos hacia los lados, denotando que no se defendería.
Omar intentó lanzar un golpe, pero al dar el paso, cayó de frente; estaba mareado y no podía respirar.
Alejandro negó y chasqueó la lengua de forma desaprobatoria, mientras caminaba un par de pasos hasta el sujeto en el piso— vaya inútil —se burló—. Un Alfa como yo, no necesita llegar a los golpes, para vencer a otro —movió el pie y puso a Omar de espaldas al suelo.
El castaño tenía la vista nublada; quería moverse, apartarse del pie que tenía en su pecho, el cual parecía una enorme pesa que lo mantenía unido al frío piso, pero no podía mover un solo músculo.
—¿Sabes también lo que puedo hacer? —la sonrisa cruel del rubio se mostró y sus pupilas brillaron—. Si me lo propongo, puedo controlar mis feromonas para atacar a una persona en concreto —ladeó el rostro—, lo he practicado con mis amigos, aunque jamás he liberado toda mi fuerza, pero creo que puedo hacerlo contigo, para ver qué puede ocurrir si no me contengo.
El rostro de Omar se contorsionó en una mueca de terror; quiso suplicar clemencia, pero no pudo.
Alejandro liberó sus feromonas y Omar solo alcanzó a gritar, antes de sentir como si un extraño aire caliente le quemara las fosas nasales y llenara sus pulmones hasta que le dolieron tanto, que no pudo aguantar más y perdió el conocimiento.
Alejandro no detuvo su ataque, hasta que el cuerpo de Omar convulsionó y algunos hilillos de sangre escurrieron por sus fosas nasales y comisura de labios; cuando vio eso, se inclinó y constató el pulso, aún estaba vivo.
—Si no murió, no me meteré en problemas —se alzó de hombros y se incorporó.
Los ojos verdes recorrieron el lugar, observando que había algunos Alfa y Omegas asustados, siendo socorridos por Beta; fijó la mirada en un par de jóvenes que vestían trajes del servicio y les hizo una seña.
—Ustedes, encárguense de que una ambulancia lleve a este sujeto a un buen hospital y que los gastos corran a cuenta de Alejandro de León —dijo con burla.
Los dos Beta se acercaron con precaución, mientras el rubio se apartaba del cuerpo en el piso, volviendo con Erick.
Cuando Alejandro abrazó a Erick, el ojiazul se aferró a su cuerpo con desespero y hundió el rostro en el cuello del otro.
—Alex… te necesito… —musitó Erick con deseo.
—Te complaceré, pero debo llevarte a un lugar tranquilo, Conejo… —besó el cabello negro que tenía cerca y con un movimiento rápido lo levantó en brazos.
Erick cerró los ojos y se dejó llevar; se sentía ansioso, pero estaba tan cómodo en los brazos de Alejandro, que de inmediato, permitió que el sueño lo inundara.
Al salir de la enorme casa, Alejandro observó como gran parte de los invitados aún estaban en los jardines, intentando recuperar el aliento con la fresca brisa nocturna. Algunos se estaban retirando en sus propios vehículos, pero también iban llegando algunas ambulancias, para llevarse a los más afectados por sus feromonas.
Julián, Dimitry, Iván y Fabián se acercaron al rubio, pero portaban sus mascarillas, pues aunque no las llevaban a la mano, tenían unas en las guanteras de los autos en los que habían llegado y los guardaespaldas que los cuidaban, se las habían llevado de inmediato.
—¡¿En qué estabas pensando, Alejandro?! —Dimitry le reclamó con rapidez.
—Afectaste a demasiadas personas importantes esta noche —sentenció Julián—. ¡Esto te puede acarrear problemas!
El rubio entornó los ojos— márcale a mi padre, dile lo que pasó y que necesito presupuesto para enviar regalos de disculpa a todas las personas.
—No creo que sea tan sencillo esta vez —Iván se cruzó de brazos—. ¡Ocasionaste un zafarrancho!
—Sólo háganlo —dijo con frialdad—. Yo tengo cosas que hacer esta noche —miró con ilusión a Erick y luego levantó el rostro de nuevo—, pero mañana me disculparé en persona, con las familias afectadas.
—Deberías disculparte en este momento —Fabián lo miró con curiosidad.
—Pasaré la noche con Erick —contestó con rapidez—. Lo demás, puede esperar.
Con esas palabras, se encaminó hasta un vehículo donde estaban un par de sus hombres; ingresó al auto con Erick y de inmediato, el automóvil se alejó de la propiedad.
—¿Qué hacemos? —preguntó Iván, quitándose la mascarilla.
—David y Miguel están con sus parejas, así que nosotros debemos encargarnos —Dimitry imitó a su amigo y se quitó la mascarilla—. Yo le llamaré al señor De León, mientras… Julián, Iván, organicen a los trabajadores de Alex, pues aunque son Alfa, también tienen mascarillas y pueden ser de más ayuda que los Betas —dijo con seguridad—. Que se encarguen de ayudar a los más afectados y en caso de necesitar asistencia médica, que les den prioridad y tú —señaló a Fabián—, ve a avisarle al General Salazar, que su hijo está con Alejandro.
—¿Crees que sea una buena idea? —preguntó Fabián con duda—. Las habladurías empezarán y…
—Alejandro ya declaró que Erick es suyo y lo marcó simbólicamente frente a todos —dijo con obviedad—. Kakaya raznitsa? —soltó el aire con molestia—. Ahora solo queda minimizar los daños lo más que podamos… ¡Muévanse!
Los otros tres asintieron y fueron a hacer sus tareas.
Dimitry sacó su celular y respiró profundamente antes de marcar el número de la casa de Alejandro; sabía que le tocaba el trabajo más difícil, pero sin David, él era el otro en quien el padre de su amigo confiaba para esa clase de cosas.
Glosario:
-Kochanie: literalmente, en polaco significa bebé, pero es una forma de decir “querido” o “cariño”, es una palabra cariñosa.
-Chelovek, kotoryy delayet sostoyaniye za god, dolzhen byt' poveshen na dvenadtsat' mesyatsev ran'she (escrito cómo Человек, который делает состояние за год, должен быть повешен на двенадцать месяцев раньше). Como se menciona en el mismo escrito, es un proverbio ruso que se traduce cómo: El hombre que hace una fortuna en un año, debe ser ahorcado doce meses antes
-Kakaya raznitsa? (en ruso: какая разница) significa literalmente “¿qué más da?”
~ • ~ • ~
Espero que disfruten este capítulo y que hayan pasado bonitas fiestas! No se cuando actualizaré, pero esperemos que sea pronto.
¡Nos leemos!
-Kochanie: literalmente, en polaco significa bebé, pero es una forma de decir “querido” o “cariño”, es una palabra cariñosa.
-Chelovek, kotoryy delayet sostoyaniye za god, dolzhen byt' poveshen na dvenadtsat' mesyatsev ran'she (escrito cómo Человек, который делает состояние за год, должен быть повешен на двенадцать месяцев раньше). Como se menciona en el mismo escrito, es un proverbio ruso que se traduce cómo: El hombre que hace una fortuna en un año, debe ser ahorcado doce meses antes
-Kakaya raznitsa? (en ruso: какая разница) significa literalmente “¿qué más da?”
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Espero que disfruten este capítulo y que hayan pasado bonitas fiestas! No se cuando actualizaré, pero esperemos que sea pronto.
¡Nos leemos!
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