Capítulo V
Joseph llevó a Erick hasta el lugar de reunión con Agustín. Erick no tenía chofer, porque su esposo no confiaba en nadie para llevarlo a otro lugar y aunque él sabía conducir, de eso se encargaba Joseph.
—Gracias, Joseph —sonrió el ojiazul—. Te marcaré para que vengas por mí, más tarde.
—Cómo diga, señor.
Erick bajó del automóvil y entró a la cafetería donde se encontraría con su hermano.
—¡Erick! —Agustín le habló desde una mesa.
El ojiazul sonrió y se quitó la bufanda, caminando hacia la mesa.
Agustín estaba acompañado por otras personas, los cuales eran conocidos suyos, aunque eran mayores. El menor se puso de pie y lo abrazó.
—Llegas tarde —dijo con seriedad—. ¿Estás bien?
—Sí —forzó una sonrisa—. Hubo una visita en casa y… tuve que esperar a que se fuera para poder arreglarme…
—¿Sólo eso? —la mirada miel de Agustín lo escudriñó, esperando que no le mintiera.
Erick movió la mano y le acarició la cabeza— solo eso, te lo aseguro… —repitió mirándolo a los ojos, para que se diera cuenta que no le mentía.
Agustín sonrió satisfecho y le permitió sentarse.
—¡Buen día! —saludó Erick con amabilidad, para los presentes.
—Pensamos que no ibas a venir… —Marcel bebió de su cappuccino y lo miró por encima de las gafas.
También era un Omega dominante, pero a diferencia de Agustín, sus rasgos eran sumamente femeninos; su cabello castaño era ligeramente largo y ondulado, tenía los ojos aceitunados y una presencia sumamente apabullante, tanto que muchos Alfas intentaban conquistarlo, pensando que era frágil, pero no había ninguno que pudiera someterlo en realidad, aunque él se divertía con ellos. Esa era la razón por la que conoció a Agustín, ya que en una fiesta dónde Alonso quería comprometer a Agustín con un Alfa, otro candidato era Marcel y ninguno de los dos aceptó al sujeto. Debido a la humillación que ambos le hicieron pasar, el Alfa tuvo que irse de la ciudad; por su parte, Agustín y Marcel se hicieron muy amigos.
—Sí, nos tenías preocupados —Luis le dedico una sonrisa conciliadora.
—Estábamos a punto de llamar a tu casa —Daniel pasó la mano por su cabello.
—Yo pensaba llamar a la policía —Víctor se alzó de hombros.
Luis, Daniel y Víctor eran Betas, quienes conocían a Marcel en la universidad y por él, conocieron al hermano de Erick; a pesar de que eran mayores que Agustín, se llevaban bien con él. Todos sabían la situación de Erick, por lo tanto, se preocupaban de que Omar le llegara a hacer algo.
—No exageren —Erick negó—. Además, si algo me pasa, Joseph le avisaría a Agus primero…
—Más le vale —dijo el menor con seriedad.
Un mesero se acercó a tomar la orden del recién llegado.
—Café americano, por favor —pidió con rapidez.
Cuando el mesero se fue Erick suspiró.
—Y… ¿Qué novedades hay?
—No muchas —Agustín negó—. Pero me habló tu suegro.
—¿Quién? —el ojiazul lo miró intrigado.
—Ulises Acosta —especificó—. Quiere que le ayude a prepararte una íntima reunión de cumpleaños.
—Tu suegro te quiere mucho —Daniel sonrió divertido.
—Es el único de esa familia que me aprecia sinceramente —aseguró el ojiazul.
—Lo raro es que tu padre también quiere hacer un par de fiestas este mes, una para antes de navidad y la otra para tu cumpleaños —dijo Agustín con frialdad.
Nunca le decía papá a Alonso, pues no lo consideraba como tal.
—¡¿Qué?! —Erick se sorprendió, pues normalmente sus padres no se preocupaban por su cumpleaños—. Desde mis quince años, no me preparan una fiesta… Gracias —agradeció al mesero que le llevó el café y se quitó los guantes que portaba, para sujetar la taza.
—¡Ah, por favor! —Marcel hizo un gesto de desagrado—. ¿No me digas que es por las visitas?
—¿Qué visitas? —preguntó Víctor.
—¿No saben? —Marcel los miró con sorpresa—. Ah no… no es algo que a ustedes les importe —suspiró, pues los otros eran Betas—. Mi madre dijo que vendrán unos Alfas a la ciudad —hizo un mohín—. Todas las familias están vueltas locas para intentar comprometer, a los Omega, con ellos —chasqueó la lengua.
—¿Cómo sabes eso? —Luís levantó una ceja.
Marcel comió una galleta de mantequilla— mi madre, es muy amiga de Laura Murrieta, esposa del dueño de la compañía farmacéutica, Esquivel —especificó—. La señora Laura, se lo comentó la última vez que salieron a tomar café —dijo con poco interés—. Son Alfas, hijos de familias muy importantes de otra ciudad, especialmente el hijo de la familia De León.
—¿De León? —Daniel frunció el ceño—. Me suena…
—Son los empresarios hoteleros más poderosos del país —Luis entornó los ojos—. El único estado donde no tienen un hotel, es este, por eso no son muy conocidos en esta ciudad, pero su familia tiene un linaje de Alfas dominantes, por eso muchas familias se interesan en ellos.
—¿Cómo sabes eso? —Víctor lo miró con sorpresa.
Luís bebió un poco de café— mi familia se encarga de organizar fiestas, sabemos mucho de la alta sociedad de esta ciudad y sus relaciones con las del resto del país, aunque sean escasas —dijo con rapidez.
—Entonces… ¿Padre quiere hacer una fiesta para…? —Erick observó a Agustín.
El menor recargó los codos en la mesa y descansó el rostro en las manos— sie… —hizo un mohín—. Quiere buscarme esposo entre esos Alfa y cualquier excusa es buena —hizo un gesto molesto—, por eso, aparte de la fiesta por las vísperas, hará una por tu cumpleaños, para tener más “oportunidad”.
—Mi cumpleaños es en navidad —Erick suspiró—. Mucha gente no iría a una fiesta ese día, es para pasarlo con sus familiares.
—Quizá esa es la cuestión —Marcel sonrió—. A diferencia de todos en la ciudad, esos Alfa no tienen obligación alguna en Navidad, de estar con ‘su’ familia —levantó una ceja—, así que estarán más dispuestos que otros a ir a una fiesta y Agus los tendrá más accesibles —señaló a su amigo con diversión.
—Eso es una buena estrategia —Daniel asintió—. Todos tenemos reuniones ese día, pero ellos, al estar lejos de su familia, lo tendrían libre e irían a cualquier lugar.
—Yo puedo ir a cualquier fiesta, aun siendo Navidad y sin ser Alfa —Víctor sonrió.
—Eso es porque a ti no te interesa tu familia —Luís negó.
—Pero somos Betas —Daniel ladeó el rostro—, no somos tan importantes para que nos inviten —se alzó de hombros.
—Si quieren ir a todas esas fiestas, serán mis acompañantes —Marcel sonrió.
—¿Seguro?
—Mejor para mí —el de lentes ladeó el rostro—. Entre más me rodee de chicos esos días, aunque no sean Alfas, menos me presionará mi madre de buscar pareja.
—No sé si sentirme halagado u ofendido —Víctor lo miró con sarcasmo.
—¡Uy! Todavía que te invito… —el castaño chasqueó la lengua y siguió con su cappuccino.
—Aun y cuando padre haga una fiesta —interrumpió Erick—, no sé si mi esposo me permita acudir por mucho tiempo…
—Deberías divorciarte de él —Marcel hizo una mueca de desagrado.
—Si pudiera, lo habría hecho ya —Erick suspiró y bebió un sorbo de café—. Pero mi padre no me lo permite…
—¡Solo mándalo al diablo! —Agustín bebió de su chocolate.
Erick sonrió— tú eres dominante, yo no —negó—. No es tan fácil para mí, como para ti.
—Los recesivos tienen limitantes, especialmente los Omega —Luis lo miró con tristeza—, pero recuerda que no estás solo.
—Luís tiene razón —Daniel sonrió—, aunque no seamos Alfa, podemos apoyarte en lo que necesites.
—Gracias… —el ojiazul sonrió.
—¿Irás mañana a la primera fiesta de la temporada? —Marcel lo miró de soslayo—. Será en casa de los García —ladeó el rostro—. Tienen un hijo Omega recesivo soltero, así que quieren ser los primeros en llamar la atención de los visitantes
Erick rió— lo dudo —negó—. Omar nunca me permite acompañarlo.
—Juro que si lo veo con alguien más, lo golpearé delante de todos, hasta borrarle la maldita sonrisa de su estúpida cara —Agustín apretó la taza en sus manos.
—No le des importancia —Erick negó—. Yo estoy bien, mientras él se entretenga con otros y me deje tranquilo, es suficiente.
—Deberías valorarte más, Erick…
El aludido observó a Luis y sonrió— creo que me acostumbré al valor que me puso mi padre desde un principio y no puedo cambiarlo…
—Gracias, Joseph —sonrió el ojiazul—. Te marcaré para que vengas por mí, más tarde.
—Cómo diga, señor.
Erick bajó del automóvil y entró a la cafetería donde se encontraría con su hermano.
—¡Erick! —Agustín le habló desde una mesa.
El ojiazul sonrió y se quitó la bufanda, caminando hacia la mesa.
Agustín estaba acompañado por otras personas, los cuales eran conocidos suyos, aunque eran mayores. El menor se puso de pie y lo abrazó.
—Llegas tarde —dijo con seriedad—. ¿Estás bien?
—Sí —forzó una sonrisa—. Hubo una visita en casa y… tuve que esperar a que se fuera para poder arreglarme…
—¿Sólo eso? —la mirada miel de Agustín lo escudriñó, esperando que no le mintiera.
Erick movió la mano y le acarició la cabeza— solo eso, te lo aseguro… —repitió mirándolo a los ojos, para que se diera cuenta que no le mentía.
Agustín sonrió satisfecho y le permitió sentarse.
—¡Buen día! —saludó Erick con amabilidad, para los presentes.
—Pensamos que no ibas a venir… —Marcel bebió de su cappuccino y lo miró por encima de las gafas.
También era un Omega dominante, pero a diferencia de Agustín, sus rasgos eran sumamente femeninos; su cabello castaño era ligeramente largo y ondulado, tenía los ojos aceitunados y una presencia sumamente apabullante, tanto que muchos Alfas intentaban conquistarlo, pensando que era frágil, pero no había ninguno que pudiera someterlo en realidad, aunque él se divertía con ellos. Esa era la razón por la que conoció a Agustín, ya que en una fiesta dónde Alonso quería comprometer a Agustín con un Alfa, otro candidato era Marcel y ninguno de los dos aceptó al sujeto. Debido a la humillación que ambos le hicieron pasar, el Alfa tuvo que irse de la ciudad; por su parte, Agustín y Marcel se hicieron muy amigos.
—Sí, nos tenías preocupados —Luis le dedico una sonrisa conciliadora.
—Estábamos a punto de llamar a tu casa —Daniel pasó la mano por su cabello.
—Yo pensaba llamar a la policía —Víctor se alzó de hombros.
Luis, Daniel y Víctor eran Betas, quienes conocían a Marcel en la universidad y por él, conocieron al hermano de Erick; a pesar de que eran mayores que Agustín, se llevaban bien con él. Todos sabían la situación de Erick, por lo tanto, se preocupaban de que Omar le llegara a hacer algo.
—No exageren —Erick negó—. Además, si algo me pasa, Joseph le avisaría a Agus primero…
—Más le vale —dijo el menor con seriedad.
Un mesero se acercó a tomar la orden del recién llegado.
—Café americano, por favor —pidió con rapidez.
Cuando el mesero se fue Erick suspiró.
—Y… ¿Qué novedades hay?
—No muchas —Agustín negó—. Pero me habló tu suegro.
—¿Quién? —el ojiazul lo miró intrigado.
—Ulises Acosta —especificó—. Quiere que le ayude a prepararte una íntima reunión de cumpleaños.
—Tu suegro te quiere mucho —Daniel sonrió divertido.
—Es el único de esa familia que me aprecia sinceramente —aseguró el ojiazul.
—Lo raro es que tu padre también quiere hacer un par de fiestas este mes, una para antes de navidad y la otra para tu cumpleaños —dijo Agustín con frialdad.
Nunca le decía papá a Alonso, pues no lo consideraba como tal.
—¡¿Qué?! —Erick se sorprendió, pues normalmente sus padres no se preocupaban por su cumpleaños—. Desde mis quince años, no me preparan una fiesta… Gracias —agradeció al mesero que le llevó el café y se quitó los guantes que portaba, para sujetar la taza.
—¡Ah, por favor! —Marcel hizo un gesto de desagrado—. ¿No me digas que es por las visitas?
—¿Qué visitas? —preguntó Víctor.
—¿No saben? —Marcel los miró con sorpresa—. Ah no… no es algo que a ustedes les importe —suspiró, pues los otros eran Betas—. Mi madre dijo que vendrán unos Alfas a la ciudad —hizo un mohín—. Todas las familias están vueltas locas para intentar comprometer, a los Omega, con ellos —chasqueó la lengua.
—¿Cómo sabes eso? —Luís levantó una ceja.
Marcel comió una galleta de mantequilla— mi madre, es muy amiga de Laura Murrieta, esposa del dueño de la compañía farmacéutica, Esquivel —especificó—. La señora Laura, se lo comentó la última vez que salieron a tomar café —dijo con poco interés—. Son Alfas, hijos de familias muy importantes de otra ciudad, especialmente el hijo de la familia De León.
—¿De León? —Daniel frunció el ceño—. Me suena…
—Son los empresarios hoteleros más poderosos del país —Luis entornó los ojos—. El único estado donde no tienen un hotel, es este, por eso no son muy conocidos en esta ciudad, pero su familia tiene un linaje de Alfas dominantes, por eso muchas familias se interesan en ellos.
—¿Cómo sabes eso? —Víctor lo miró con sorpresa.
Luís bebió un poco de café— mi familia se encarga de organizar fiestas, sabemos mucho de la alta sociedad de esta ciudad y sus relaciones con las del resto del país, aunque sean escasas —dijo con rapidez.
—Entonces… ¿Padre quiere hacer una fiesta para…? —Erick observó a Agustín.
El menor recargó los codos en la mesa y descansó el rostro en las manos— sie… —hizo un mohín—. Quiere buscarme esposo entre esos Alfa y cualquier excusa es buena —hizo un gesto molesto—, por eso, aparte de la fiesta por las vísperas, hará una por tu cumpleaños, para tener más “oportunidad”.
—Mi cumpleaños es en navidad —Erick suspiró—. Mucha gente no iría a una fiesta ese día, es para pasarlo con sus familiares.
—Quizá esa es la cuestión —Marcel sonrió—. A diferencia de todos en la ciudad, esos Alfa no tienen obligación alguna en Navidad, de estar con ‘su’ familia —levantó una ceja—, así que estarán más dispuestos que otros a ir a una fiesta y Agus los tendrá más accesibles —señaló a su amigo con diversión.
—Eso es una buena estrategia —Daniel asintió—. Todos tenemos reuniones ese día, pero ellos, al estar lejos de su familia, lo tendrían libre e irían a cualquier lugar.
—Yo puedo ir a cualquier fiesta, aun siendo Navidad y sin ser Alfa —Víctor sonrió.
—Eso es porque a ti no te interesa tu familia —Luís negó.
—Pero somos Betas —Daniel ladeó el rostro—, no somos tan importantes para que nos inviten —se alzó de hombros.
—Si quieren ir a todas esas fiestas, serán mis acompañantes —Marcel sonrió.
—¿Seguro?
—Mejor para mí —el de lentes ladeó el rostro—. Entre más me rodee de chicos esos días, aunque no sean Alfas, menos me presionará mi madre de buscar pareja.
—No sé si sentirme halagado u ofendido —Víctor lo miró con sarcasmo.
—¡Uy! Todavía que te invito… —el castaño chasqueó la lengua y siguió con su cappuccino.
—Aun y cuando padre haga una fiesta —interrumpió Erick—, no sé si mi esposo me permita acudir por mucho tiempo…
—Deberías divorciarte de él —Marcel hizo una mueca de desagrado.
—Si pudiera, lo habría hecho ya —Erick suspiró y bebió un sorbo de café—. Pero mi padre no me lo permite…
—¡Solo mándalo al diablo! —Agustín bebió de su chocolate.
Erick sonrió— tú eres dominante, yo no —negó—. No es tan fácil para mí, como para ti.
—Los recesivos tienen limitantes, especialmente los Omega —Luis lo miró con tristeza—, pero recuerda que no estás solo.
—Luís tiene razón —Daniel sonrió—, aunque no seamos Alfa, podemos apoyarte en lo que necesites.
—Gracias… —el ojiazul sonrió.
—¿Irás mañana a la primera fiesta de la temporada? —Marcel lo miró de soslayo—. Será en casa de los García —ladeó el rostro—. Tienen un hijo Omega recesivo soltero, así que quieren ser los primeros en llamar la atención de los visitantes
Erick rió— lo dudo —negó—. Omar nunca me permite acompañarlo.
—Juro que si lo veo con alguien más, lo golpearé delante de todos, hasta borrarle la maldita sonrisa de su estúpida cara —Agustín apretó la taza en sus manos.
—No le des importancia —Erick negó—. Yo estoy bien, mientras él se entretenga con otros y me deje tranquilo, es suficiente.
—Deberías valorarte más, Erick…
El aludido observó a Luis y sonrió— creo que me acostumbré al valor que me puso mi padre desde un principio y no puedo cambiarlo…
Erick regresó a su hogar, después de la comida. Fue a ver a sus conejos y finalmente se encaminó a su estudio; quería pintar, ya que necesitaba pensar en lo que su hermano le había dicho.
Sabía que si Agustín se casaba con alguien de otra ciudad, se tendrían que separar y no lo volvería a ver más; no quería que lo apartaran y sabía que sonaba muy egoísta al pensar eso, pero también quería que Agustín encontrara a una buena pareja, alguien que estuviera por amor con él y no por imposición de su padre.
—No quiero que pase por lo mismo que yo… —suspiró dando unas pinceladas en el lienzo—. Aunque es más difícil que a él lo sometan, por ser dominante —sonrió débilmente.
El golpeteo de la puerta lo sorprendió y se dio cuenta que ya era tarde, por la hora en el reloj de pared que tenía.
«Debe ser por la cena…» pensó con rapidez.
—Adelante… —dijo sin mirar al umbral y siguió con su pintura.
Erick escuchó la puerta abrirse y luego los pasos que se acercaban a él— cenaré algo ligero, Joseph, gracias —comentó con debilidad.
—No soy Joseph…
La voz de Omar hizo que el ojiazul se estremeciera y girara de inmediato, para tratar de defenderse en caso necesario, más la sorpresa se incrementó al ver a su esposo con unas flores en sus manos.
—Hola… —el castaño sonrió de lado.
Erick pasó saliva con dificultad— buenas tardes… —respondió a media voz.
—Te traje un obsequio —Omar extendió las manos, acercándole al otro, el enorme ramo de rosas rojas.
El gesto de Erick mostró confusión; Omar normalmente no le daba flores, a menos que estuvieran presentes algunas personas, para guardar las apariencias o después de lastimarlo, como disculpa.
—Gracias…
El ojiazul dejó su paleta de colores y pinceles de lado, extendió las manos y recibió el ramo, aunque sentía que todo su cuerpo temblaba.
—Sigues pintando muy bien… —Omar observó el cuadro que el otro tenía en el caballete, era un paisaje invernal.
—Gracias… —Erick estaba nervioso, no sabía lo que el otro quería.
Omar lo miró condescendiente y suspiró— Erick… —dijo con voz seria—. Sé que nuestro matrimonio no ha sido como esperábamos…
Los ojos azules se mantenían fijos en el otro y su cuerpo estaba tenso; se preparaba mentalmente para salir corriendo o intentar defenderse, pues la actitud de Omar le causaba mucha inquietud; no era normal.
—Pero creo que deberíamos darnos la oportunidad de empezar de nuevo.
«¡¿Qué?!» Erick se quedó atónito por esas palabras
—Tal vez, no podamos intimar… Aún —especificó el mayor, en una clara sentencia que esa era su meta—. Pero podemos empezar a tratar de ser una pareja más… normal.
—¿Normal? —el pelinegro no entendía lo que Omar quería decirle.
—No he sido el mejor esposo —sonrió confiado—, pero ya vas a cumplir veintidós, estamos a punto de cumplir tres años de casados y deberíamos enfocarnos en solucionar esto, antes de que sea tarde…
—¿A qué…? ¿A qué te refieres? —preguntó confundido el ojiazul.
—Es momento de darte tu lugar —el castaño ladeó el rostro—, por eso quiero que me acompañes a las próximas fiestas a las que nos invitaron y tratemos de demostrar que somos una pareja estable.
—¿Salir? ¿Tú y… yo? —Erick seguía aturdido.
—¡Por supuesto! —Omar asintió—. Eres mi esposo, es lo normal que tú me acompañes a mis reuniones o las fiestas sociales a las que me invitan, ¿no te gusta la idea?
Erick jamás imaginó que el otro le pediría eso.
—Yo, no… es que… no entiendo —el pelinegro negó—. Todavía hoy amaneciste con…
—¡Olvídate de eso! —interrumpió Omar con rapidez y se acercó a Erick, quien instintivamente dio un paso hacia atrás.
Omar estuvo a punto de sujetarlo y obligarlo a quedarse cerca, pero el olor que empezó a emanar Erick, le causó de nuevo repulsión, así que se armó de toda la paciencia y fuerza de voluntad que tenía, para aguantarlo.
—Está bien… sé que me tienes miedo —sonrió nervioso el castaño y dio un paso hacia atrás—. Pero quiero que me des la oportunidad de demostrar que quiero cambiar.
Erick apretó el ramo de flores entre sus manos.
—Mañana inician las fiestas sociales por vísperas de Navidad y Año Nuevo —explicó el castaño—. Los García nos invitaron a la fiesta en su hogar y quisiera que me acompañaras, por favor… Si en la fiesta de mañana, no te sientes a gusto, no volveré a pedírtelo.
Erick dudó.
Algo en su interior le decía que no lo hiciera, que algo estaba mal y que seguramente se pondría mucho peor después, pero quería creer que tal vez, si ponía de su parte, las cosas no serían tan malas.
—Está… está bien…
—Gracias —Omar sonrió—. Elige la ropa que quieras ponerte y si necesitas salir a comprarla, que Joseph te lleve a temprana hora a las tiendas, tienes todo el día para prepararte, ya que saldremos después de las seis de la tarde, yo vendré después del trabajo a cambiarme y nos iremos juntos, ¿de acuerdo?
—Sí…
—Entonces, para empezar a mejorar desde hoy, ¿me acompañas a cenar?
El ojiazul temblaba; su instinto le decía que saliera huyendo, pero trataba de ser fuerte.
—Sí… —asintió.
—Bien, iré a cambiarme y te veo en el comedor.
Omar dio media vuelta y salió del estudio. Cuando Erick se quedó a solas, parpadeó confundido.
—Esto no es normal… Algo está pasando —musitó, observando las flores y haciendo un mohín—. Pero no me puedo echar para atrás ahora, si de verdad está poniendo de su parte esta vez, tal vez sea para mejorar…
Por su parte, Omar llegó a su habitación, cerró la puerta y se recargó en ella.
—¡Maldita sea! —dijo con furia contenida—. Ese asqueroso olor, en cuanto se pone a la defensiva, ¡aparece! Me va a ser difícil de soportar, pero hasta que el negocio esté estable, tengo que intentarlo —apretó los puños—. Ahora lo más difícil será… Ganarme al bastardo de Agustín —hizo un gesto de desagrado.
Sabía que si Agustín se casaba con alguien de otra ciudad, se tendrían que separar y no lo volvería a ver más; no quería que lo apartaran y sabía que sonaba muy egoísta al pensar eso, pero también quería que Agustín encontrara a una buena pareja, alguien que estuviera por amor con él y no por imposición de su padre.
—No quiero que pase por lo mismo que yo… —suspiró dando unas pinceladas en el lienzo—. Aunque es más difícil que a él lo sometan, por ser dominante —sonrió débilmente.
El golpeteo de la puerta lo sorprendió y se dio cuenta que ya era tarde, por la hora en el reloj de pared que tenía.
«Debe ser por la cena…» pensó con rapidez.
—Adelante… —dijo sin mirar al umbral y siguió con su pintura.
Erick escuchó la puerta abrirse y luego los pasos que se acercaban a él— cenaré algo ligero, Joseph, gracias —comentó con debilidad.
—No soy Joseph…
La voz de Omar hizo que el ojiazul se estremeciera y girara de inmediato, para tratar de defenderse en caso necesario, más la sorpresa se incrementó al ver a su esposo con unas flores en sus manos.
—Hola… —el castaño sonrió de lado.
Erick pasó saliva con dificultad— buenas tardes… —respondió a media voz.
—Te traje un obsequio —Omar extendió las manos, acercándole al otro, el enorme ramo de rosas rojas.
El gesto de Erick mostró confusión; Omar normalmente no le daba flores, a menos que estuvieran presentes algunas personas, para guardar las apariencias o después de lastimarlo, como disculpa.
—Gracias…
El ojiazul dejó su paleta de colores y pinceles de lado, extendió las manos y recibió el ramo, aunque sentía que todo su cuerpo temblaba.
—Sigues pintando muy bien… —Omar observó el cuadro que el otro tenía en el caballete, era un paisaje invernal.
—Gracias… —Erick estaba nervioso, no sabía lo que el otro quería.
Omar lo miró condescendiente y suspiró— Erick… —dijo con voz seria—. Sé que nuestro matrimonio no ha sido como esperábamos…
Los ojos azules se mantenían fijos en el otro y su cuerpo estaba tenso; se preparaba mentalmente para salir corriendo o intentar defenderse, pues la actitud de Omar le causaba mucha inquietud; no era normal.
—Pero creo que deberíamos darnos la oportunidad de empezar de nuevo.
«¡¿Qué?!» Erick se quedó atónito por esas palabras
—Tal vez, no podamos intimar… Aún —especificó el mayor, en una clara sentencia que esa era su meta—. Pero podemos empezar a tratar de ser una pareja más… normal.
—¿Normal? —el pelinegro no entendía lo que Omar quería decirle.
—No he sido el mejor esposo —sonrió confiado—, pero ya vas a cumplir veintidós, estamos a punto de cumplir tres años de casados y deberíamos enfocarnos en solucionar esto, antes de que sea tarde…
—¿A qué…? ¿A qué te refieres? —preguntó confundido el ojiazul.
—Es momento de darte tu lugar —el castaño ladeó el rostro—, por eso quiero que me acompañes a las próximas fiestas a las que nos invitaron y tratemos de demostrar que somos una pareja estable.
—¿Salir? ¿Tú y… yo? —Erick seguía aturdido.
—¡Por supuesto! —Omar asintió—. Eres mi esposo, es lo normal que tú me acompañes a mis reuniones o las fiestas sociales a las que me invitan, ¿no te gusta la idea?
Erick jamás imaginó que el otro le pediría eso.
—Yo, no… es que… no entiendo —el pelinegro negó—. Todavía hoy amaneciste con…
—¡Olvídate de eso! —interrumpió Omar con rapidez y se acercó a Erick, quien instintivamente dio un paso hacia atrás.
Omar estuvo a punto de sujetarlo y obligarlo a quedarse cerca, pero el olor que empezó a emanar Erick, le causó de nuevo repulsión, así que se armó de toda la paciencia y fuerza de voluntad que tenía, para aguantarlo.
—Está bien… sé que me tienes miedo —sonrió nervioso el castaño y dio un paso hacia atrás—. Pero quiero que me des la oportunidad de demostrar que quiero cambiar.
Erick apretó el ramo de flores entre sus manos.
—Mañana inician las fiestas sociales por vísperas de Navidad y Año Nuevo —explicó el castaño—. Los García nos invitaron a la fiesta en su hogar y quisiera que me acompañaras, por favor… Si en la fiesta de mañana, no te sientes a gusto, no volveré a pedírtelo.
Erick dudó.
Algo en su interior le decía que no lo hiciera, que algo estaba mal y que seguramente se pondría mucho peor después, pero quería creer que tal vez, si ponía de su parte, las cosas no serían tan malas.
—Está… está bien…
—Gracias —Omar sonrió—. Elige la ropa que quieras ponerte y si necesitas salir a comprarla, que Joseph te lleve a temprana hora a las tiendas, tienes todo el día para prepararte, ya que saldremos después de las seis de la tarde, yo vendré después del trabajo a cambiarme y nos iremos juntos, ¿de acuerdo?
—Sí…
—Entonces, para empezar a mejorar desde hoy, ¿me acompañas a cenar?
El ojiazul temblaba; su instinto le decía que saliera huyendo, pero trataba de ser fuerte.
—Sí… —asintió.
—Bien, iré a cambiarme y te veo en el comedor.
Omar dio media vuelta y salió del estudio. Cuando Erick se quedó a solas, parpadeó confundido.
—Esto no es normal… Algo está pasando —musitó, observando las flores y haciendo un mohín—. Pero no me puedo echar para atrás ahora, si de verdad está poniendo de su parte esta vez, tal vez sea para mejorar…
Por su parte, Omar llegó a su habitación, cerró la puerta y se recargó en ella.
—¡Maldita sea! —dijo con furia contenida—. Ese asqueroso olor, en cuanto se pone a la defensiva, ¡aparece! Me va a ser difícil de soportar, pero hasta que el negocio esté estable, tengo que intentarlo —apretó los puños—. Ahora lo más difícil será… Ganarme al bastardo de Agustín —hizo un gesto de desagrado.
Después de la cena, en casa de la familia Esquivel, Germán les ofreció la biblioteca a sus visitantes, para que pudieran platicar y ponerse de acuerdo en sus negocios. Alejandro aceptó, aunque sus compañeros se notaban algo desconfiados; era obvio, todos tenían negocios familiares complicados y no querían que las cosas se salieran de control.
El único de la familia Esquivel que los acompañó, fue Fabián.
—No se preocupen —el castaño sonrió y se sentó en una de las sillas que rodeaba la enorme mesa de estudio—, esta biblioteca está protegida —aseguró—, no entra ni sale ruido, por lo que pueden hablar tranquilamente.
—Y… ¿qué hay de ti? —señaló Julián con algo de frialdad, pues no conocía al otro.
—Yo respaldo a Fabi —Iván tomó asiento al lado del aludido—, no tienen que desconfiar de él…
—Aun así —Miguel tomó otro asiento—, ¿en qué nos puede ayudar?
—Imagino que Iván ya les contó de mi familia, ¿no es así? —preguntó Fabián, con una sonrisa burlona.
—Algo… —David colocó su laptop en la mesa y se sentó.
Durante el vuelo, Iván les dio detalles de la familia Esquivel; les reveló que Fabián no era hijo biológico de Laura, además de los negocios que tenían con su familia.
—Aunque no nos consta que sea suficiente para confiar en ti —Dimitry también se mostraba reservado, así que no apartaba la mirada del otro.
—Los temas que trataremos aquí, no son solo de negocios, sino personales —Alejandro tomó el lugar en la cabecera de la mesa—, por eso debemos dejar las cosas en claro —explicó.
—De acuerdo —Fabián puso las manos en la mesa—. Estoy aquí, porque mi padre quiere que te ayude y te vigile —señaló al rubio.
—¿Vigilarme? —el ojiverde lo observó con recelo y sus compañeros se pusieron alerta.
—Sé de tu condición —el castaño sonrió—, mi padre confía en que al ser yo, un Alfa recesivo, no puedas afectarme tanto, al menos con el nuevo medicamento.
—¿Nuevo medicamento? —susurró David y buscó a Alejandro con la mirada, aunque guardó silencio, ya que era obvio que no era el momento de preguntarle sobre esa situación.
—Aunque Iván ya me advirtió que tus feromonas son tan potentes, que incluso a nosotros nos afectan… —sonrió Fabián confiado.
La mirada de todos los presentes se posó en el moreno, quien soltó una risa— Fabián es mi amigo también, así que tuve que ponerlo sobre aviso… —se excusó.
—Pero no me tomen como un intruso —Fabián negó—, también quiero ayudarles en su verdadero trabajo.
—¿Y cuál es nuestro verdadero trabajo, según tú? —preguntó Dimitry con voz fría, logrando que su acento ruso se notara más.
—Quieren encontrar a un Omega…
—¿Se lo dijiste? —Miguel miró molesto a Iván.
—Así como a ustedes les conté sobre la familia de Fabi, a él le conté otras cosas…
—Eso nos pone en clara desventaja —Julián apretó los puños y sus feromonas empezaron a liberarse.
—¡Tranquilo! —la voz de Alejandro se escuchó y Julián tuvo que controlarse.
Cuando el rubio se dio cuenta que su amigo se calmaba, respiró profundamente— el hecho de que mi padre confíe en el tuyo, no significa que yo confiaré en ti con facilidad —declaró.
—Lo sé…
—Así que mientras no me des algo que me sirva —prosiguió el rubio fríamente—, no te puedo considerar como un aliado lo suficientemente fuerte, para meterte en este negocio.
—Alex… no creo que…
—¡No te metas, Iván! —sentenció el rubio y el moreno pasó saliva nerviosamente, al ver la mirada verde sobre él.
—Está bien —Fabián sonrió tranquilo—, es lógico que me vean como un intruso en su grupo, porque no me conocen, a excepción de Iván —ladeó el rostro, señalando a su compañero—. Pero soy la persona más indicada para ayudarte en la búsqueda de alguien —aseguró.
—¿Por qué estás tan confiado? —David estaba intrigado, Fabián no parecía intimidarse por Alejandro.
—Mi madre, Laura, es muy sociable —sonrió divertido—. Ella ha ido a más fiestas y reuniones de esta ciudad de las que realmente uno quisiera saber, aunque yo no acudo porque generalmente son las mujeres y Omegas los que las organizan y se reúnen, así que los Alfas solo podemos ir en ciertas clases de reuniones —señaló—, además, mi madre y mi hermana, se enteran de todas y cada una de las novedades de los miembros de la alta sociedad y las platican en la mesa, cuando departimos durante los alimentos…
—¡¿Y eso que?! —preguntó Julián aun sin entenderlo.
—Hace unos días, mi padre me comentó tu situación —señaló a Alejandro—, tu historial médico y lo que ocurrió hace casi quince años…
—En resumen, sabes su debilidad —Miguel chasqueó la lengua.
—¿Pueden dejar de verlo como algo negativo, por un momento, por favor? —pidió Fabián—. No soy su enemigo…
—Aun no me dices nada interesante y solo me das motivos para alejarte —Alejandro también estaba enfadándose.
—Si no me interrumpieran a cada rato, lo podría explicar mejor —sonrió el castaño.
El silencio reinó y él se acomodó en su lugar; era obvio que lo dejarían terminar de hablar.
—Tal vez no signifique nada, pero hay algo que me hizo pensar mucho estos últimos días —dudó—. Según tu informe, en aquel entonces dijiste que marcaste a un niño Omega en su mano, mismo que, aunque tu padre buscó no encontró, así que piensan que lo alucinaste, pero aun a la fecha, lo único que explicaría que hayas entrado en Celo a tan corta edad, es que encontraras a tu Destinado, ¿cierto?
—Sí y eso, ¿qué? —Alejandro frunció el ceño.
—Hace muchos años, mi madre contó un “chisme” en una plática de sobre mesa —prosiguió—, pero como no me acordaba bien, tuve que preguntarle a mi madre, quien me volvió a relatar ese chisme antiguo —explicó—. Hace quince años aproximadamente, un niño Omega, fue mordido en su mano…
Los ojos de todos se abrieron con sorpresa y Alejandro se puso de pie de un salto.
—Pero este niño no entró en celo —negó Fabián—, aunado a ello, según la familia de este niño, la mordida se la dio un perro —dijo con seriedad—, un perro, que según su padre, fue sacrificado y que ese niño no volvió a ver.
—¿Un perro? —Alejandro pasó saliva con dificultad.
—Sí —Fabián asintió—. Al ser un Omega, lo cuidaban mucho y cuando quiso tener un perro, su padre se lo regaló, pero como lo mordió, le prohibieron tener mascotas agresivas.
—¿Conoces a ese Omega? —Alejandro estaba ansioso—. ¿Has visto su marca?
—Solo lo vi un par de veces —confesó el castaño—, conozco a su hermano, por un amigo en común de la Universidad —señaló—. Pero antes de salir de vacaciones, platiqué con Marcel y él me contó que esa mordida no se nota —negó—, ya que fue en un dedo y la cubre con un anillo.
—¿Un dedo? —Alejandro frunció el ceño y pasó la mano por su cabeza, tratando de recordar, pero todo era confuso.
—Creí que lo habías mordido en la mano —David miró a su amigo de reojo.
—Realmente no… no recuerdo exactamente dónde lo mordí —confesó el rubio.
—Aunque fuera ese chico —Julián aún estaba escéptico—, la familia dice que fue una mordida de perro y lo sacrificaron, ¿por qué mentirían?
—He ahí el detalle —Fabián miró a Julián de reojo—, aunque no hubiera sido un perro, a la familia no le convendría que la gente se enterara que ese niño fue mordido por alguien y menos si hubiera sido marcado por un Alfa…
—¿Por qué no? —Miguel frunció el ceño.
—Porque ese niño, ya estaba comprometido con otro, desde pequeño, desde que su otro hermano Omega murió —habló lentamente—, lógico, no le convendría a su familia eso, ¿o sí?
—¿Está casado? —David se sorprendió—. ¿Qué edad tiene?
—Este mes cumple veintidós —señaló Fabián.
—Si es un matrimonio por compromiso, no es de sorprender que esté casado tan joven —Dimitry negó.
—Aun así, ¿por qué piensas que es él? —Iván volvió a hablar.
—Porque desde hace casi tres años se casó y parece que no ha consumado su matrimonio —Fabián sonrió—. Las malas lenguas dicen que es un Omega recesivo o en el peor de los casos, un Beta, pero cómo dije, conozco a Marcel y él asegura que es Omega, igual que su otro hermano.
—Si es Omega y tiene tres años de casado, ¿por qué no ha consumado su matrimonio? —David pasó la mano por la boca, había muchas cosas que no encajaban.
—Porque está marcado —Alejandro puso las manos en la mesa—, porque nadie más puede tocarlo.
—Esa fue también mi conclusión —asintió Fabián.
Hubo un momento de silencio y luego, Alejandro levantó el rostro— ¡¿quién es?! —preguntó ansioso.
Fabián tomó aire— escucha, solo es una suposición, no hay pruebas y debemos verificar que…
—¡¿Quién es?! —repitió el ojiverde, tratando de controlar su ánimo, ya que sus feromonas estaban empezando a desprenderse de su piel.
—Alex… —Dimitry se apartó un poco —. Cálmate —pidió con voz seria, mientras hacía una seña a los demás, para que se prepararan.
—No te gustará saberlo… —Fabián pasó saliva, pues alcanzaba a oler la madera y el café mezclados, sintiendo como si fuese aplastado por ellos.
—Dime… —siseó el rubio.
—¡Erick Salazar! —respondió de inmediato, casi como si el otro hubiera dado una orden—. Pero está casado con Omar Acosta.
—¡¿Qué?!
Alejandro se sorprendió y dio un paso hacia atrás, sentándose en la silla.
Sus compañeros estaban intentando cubrirse la boca y nariz, pese a que traían unas mascarillas especiales, por lo que cuando el rubio pudo pensar con claridad, disipó sus feromonas de inmediato.
—Gracias… —David carraspeó, sintiendo que su garganta ardía por culpa de las feromonas de su amigo.
Fabián también estaba cubriendo su nariz y boca, por lo que Iván le dio una mascarilla más. Apenas tuvo ese accesorio, Fabián trato de respirar, pero aun podía saborear la amargura de las feromonas del otro.
—Sí, es… demasiado fuerte —dijo con nervios.
—Te lo dije —Iván le dio palmaditas en la espalda.
Alejandro por su parte, pasó los dedos por sus parpados— tiene que ser una broma…
—Alex, primero debes cerciorarte de que es a quien buscas —indicó Dimitry.
—Pero si lo es… todo se complicará —Miguel miró a sus compañeros.
—Este problema es precisamente con la familia Acosta —Julián asintió—. Si Alex busca al esposo de su rival en los negocios, no va a terminar bien…
—Lo primero que debemos hacer es, asegurarnos que es él —David dio golpecitos en la mesa—. Podríamos hacerlo mañana, en la fiesta a la que nos invitaron…
La risa de Fabián se escuchó— lo dudo —dijo con diversión—. Omar nunca va a las fiestas acompañado de su esposo —se cruzó de brazos—, lo tiene recluido en su casa, tanto que ni siquiera estudia en la universidad.
—¿Qué quieres decir? —Miguel lo miró confundido.
—Lo tiene confinado a su hogar, solo sale una vez a la semana —señaló.
—¿Es un preso o algo así? —Iván levantó una ceja.
—¿Y su familia no dice nada por ello? —Dimitry no podía creer que eso ocurriera en esa época.
—Ese chico, ha sido educado en su casa, desde pequeño —Fabián se alzó de hombros—. Su educación es la de un Omega de antaño, tanto así, que muchos le llamaron en su momento, el “príncipe Omega”, porque su conducta es excepcional, perfecta y de lo más refinado que verás en alguna reunión —señaló.
—Dijiste que no va a reuniones —Alejandro lo miró molesto.
—Te dije que ahora que está casado no va, ya que a las fiestas a las que él acudía, cuando aún vivía con sus padres, eran de personas muy selectas de la sociedad, casi siempre donde se reunían Omegas y Betas —especificó—, pero también te dije que lo vi dos veces, una, en su cumpleaños número quince y la otra, en su boda, así que pude constatar lo que se decía de él.
—¿Lo que se decía de él? —David aún estaba consternado porque todo eran puros rumores.
—A pesar de ser un hijo fuera del matrimonio, desde que su padre se enteró que era un Omega, se encargó de que se convirtiera en el mejor partido para un Alfa —especificó—. Le proporcionó los mejores maestros, educadores, filósofos, matemáticos, artistas… lo mejor de lo mejor, le ha dado clases desde que tiene uso de razón —señaló, ya que supo que muchos grandes profesores de la universidad, le dieron algunas asesorías y clases en su hogar— y cuando lo llegas a ver en una reunión, su actitud y su plática sofisticada, dejan a más de uno con la boca abierta, además, para muchos, sus ojos hipnotizan a cualquiera, por eso infinidad de Alfas querían casarse con él, cuando lo conocieron en sus quince años, pero Omar Acosta era su prometido desde hace mucho, así que nadie pudo acercarse.
—Esto es un gran problema —Dimitry negó, cansado.
—Debemos andarnos con cuidado —Julián apretó la mandíbula.
—Al menos hasta que constatemos que es el Omega que Alex busca —enfatizó Miguel.
—No —la voz de Alejandro llamó la atención de todos.
—¿No? —David lo miró confundido—. Es la mejor pista que tienes de alguien que puede ser a quien has buscado por años y ¿no piensas hacer nada?
Alejandro levantó el rostro— si lo que Fabián dice, es cierto, no podré verlo o constatarlo, solo habrá rumores —buscó con la mirada a uno de sus compañeros—. Iván, tú y Fabián recopilen información sobre esos rumores, ya que son buenos para ellos.
—De acuerdo —el moreno asintió.
—Mientras, Juls y Mike, busquen todo lo que pueda usar contra Acosta —señaló a los otros dos—, todo lo que esconde en su empresa o en su casa, usen sus métodos.
—¿Cualquier método? —Julián levantó una ceja.
—Cualquier método —siseó el rubio.
—Cómo digas —Miguel asintió.
—David, necesito la información económica de los más allegados a Acosta, especialmente de la familia Salazar.
—Eso será un problema —David suspiró—. Los militares tienen su propio banco y acceder a esa información desde fuera, será complicado.
—Si necesitas ayuda, que Mike y Juls te apoyen.
—De acuerdo —asintió el de lentes.
—Mientras, Dima y yo nos enfocaremos en destruir a Acosta y quedarnos con este territorio.
—¿Estás seguro? —Dimitry lo miró con seriedad—. ¿No quieres enfocarte en encontrar a tu Omega?
—Si le quitamos a Acosta esta ciudad, será más sencillo —señaló el rubio—. Al dejarlo sin poder y sin respaldo, será más fácil actuar en su contra y obtener de él, todo lo que quiero, especialmente si su esposo es mi destinado.
El único de la familia Esquivel que los acompañó, fue Fabián.
—No se preocupen —el castaño sonrió y se sentó en una de las sillas que rodeaba la enorme mesa de estudio—, esta biblioteca está protegida —aseguró—, no entra ni sale ruido, por lo que pueden hablar tranquilamente.
—Y… ¿qué hay de ti? —señaló Julián con algo de frialdad, pues no conocía al otro.
—Yo respaldo a Fabi —Iván tomó asiento al lado del aludido—, no tienen que desconfiar de él…
—Aun así —Miguel tomó otro asiento—, ¿en qué nos puede ayudar?
—Imagino que Iván ya les contó de mi familia, ¿no es así? —preguntó Fabián, con una sonrisa burlona.
—Algo… —David colocó su laptop en la mesa y se sentó.
Durante el vuelo, Iván les dio detalles de la familia Esquivel; les reveló que Fabián no era hijo biológico de Laura, además de los negocios que tenían con su familia.
—Aunque no nos consta que sea suficiente para confiar en ti —Dimitry también se mostraba reservado, así que no apartaba la mirada del otro.
—Los temas que trataremos aquí, no son solo de negocios, sino personales —Alejandro tomó el lugar en la cabecera de la mesa—, por eso debemos dejar las cosas en claro —explicó.
—De acuerdo —Fabián puso las manos en la mesa—. Estoy aquí, porque mi padre quiere que te ayude y te vigile —señaló al rubio.
—¿Vigilarme? —el ojiverde lo observó con recelo y sus compañeros se pusieron alerta.
—Sé de tu condición —el castaño sonrió—, mi padre confía en que al ser yo, un Alfa recesivo, no puedas afectarme tanto, al menos con el nuevo medicamento.
—¿Nuevo medicamento? —susurró David y buscó a Alejandro con la mirada, aunque guardó silencio, ya que era obvio que no era el momento de preguntarle sobre esa situación.
—Aunque Iván ya me advirtió que tus feromonas son tan potentes, que incluso a nosotros nos afectan… —sonrió Fabián confiado.
La mirada de todos los presentes se posó en el moreno, quien soltó una risa— Fabián es mi amigo también, así que tuve que ponerlo sobre aviso… —se excusó.
—Pero no me tomen como un intruso —Fabián negó—, también quiero ayudarles en su verdadero trabajo.
—¿Y cuál es nuestro verdadero trabajo, según tú? —preguntó Dimitry con voz fría, logrando que su acento ruso se notara más.
—Quieren encontrar a un Omega…
—¿Se lo dijiste? —Miguel miró molesto a Iván.
—Así como a ustedes les conté sobre la familia de Fabi, a él le conté otras cosas…
—Eso nos pone en clara desventaja —Julián apretó los puños y sus feromonas empezaron a liberarse.
—¡Tranquilo! —la voz de Alejandro se escuchó y Julián tuvo que controlarse.
Cuando el rubio se dio cuenta que su amigo se calmaba, respiró profundamente— el hecho de que mi padre confíe en el tuyo, no significa que yo confiaré en ti con facilidad —declaró.
—Lo sé…
—Así que mientras no me des algo que me sirva —prosiguió el rubio fríamente—, no te puedo considerar como un aliado lo suficientemente fuerte, para meterte en este negocio.
—Alex… no creo que…
—¡No te metas, Iván! —sentenció el rubio y el moreno pasó saliva nerviosamente, al ver la mirada verde sobre él.
—Está bien —Fabián sonrió tranquilo—, es lógico que me vean como un intruso en su grupo, porque no me conocen, a excepción de Iván —ladeó el rostro, señalando a su compañero—. Pero soy la persona más indicada para ayudarte en la búsqueda de alguien —aseguró.
—¿Por qué estás tan confiado? —David estaba intrigado, Fabián no parecía intimidarse por Alejandro.
—Mi madre, Laura, es muy sociable —sonrió divertido—. Ella ha ido a más fiestas y reuniones de esta ciudad de las que realmente uno quisiera saber, aunque yo no acudo porque generalmente son las mujeres y Omegas los que las organizan y se reúnen, así que los Alfas solo podemos ir en ciertas clases de reuniones —señaló—, además, mi madre y mi hermana, se enteran de todas y cada una de las novedades de los miembros de la alta sociedad y las platican en la mesa, cuando departimos durante los alimentos…
—¡¿Y eso que?! —preguntó Julián aun sin entenderlo.
—Hace unos días, mi padre me comentó tu situación —señaló a Alejandro—, tu historial médico y lo que ocurrió hace casi quince años…
—En resumen, sabes su debilidad —Miguel chasqueó la lengua.
—¿Pueden dejar de verlo como algo negativo, por un momento, por favor? —pidió Fabián—. No soy su enemigo…
—Aun no me dices nada interesante y solo me das motivos para alejarte —Alejandro también estaba enfadándose.
—Si no me interrumpieran a cada rato, lo podría explicar mejor —sonrió el castaño.
El silencio reinó y él se acomodó en su lugar; era obvio que lo dejarían terminar de hablar.
—Tal vez no signifique nada, pero hay algo que me hizo pensar mucho estos últimos días —dudó—. Según tu informe, en aquel entonces dijiste que marcaste a un niño Omega en su mano, mismo que, aunque tu padre buscó no encontró, así que piensan que lo alucinaste, pero aun a la fecha, lo único que explicaría que hayas entrado en Celo a tan corta edad, es que encontraras a tu Destinado, ¿cierto?
—Sí y eso, ¿qué? —Alejandro frunció el ceño.
—Hace muchos años, mi madre contó un “chisme” en una plática de sobre mesa —prosiguió—, pero como no me acordaba bien, tuve que preguntarle a mi madre, quien me volvió a relatar ese chisme antiguo —explicó—. Hace quince años aproximadamente, un niño Omega, fue mordido en su mano…
Los ojos de todos se abrieron con sorpresa y Alejandro se puso de pie de un salto.
—Pero este niño no entró en celo —negó Fabián—, aunado a ello, según la familia de este niño, la mordida se la dio un perro —dijo con seriedad—, un perro, que según su padre, fue sacrificado y que ese niño no volvió a ver.
—¿Un perro? —Alejandro pasó saliva con dificultad.
—Sí —Fabián asintió—. Al ser un Omega, lo cuidaban mucho y cuando quiso tener un perro, su padre se lo regaló, pero como lo mordió, le prohibieron tener mascotas agresivas.
—¿Conoces a ese Omega? —Alejandro estaba ansioso—. ¿Has visto su marca?
—Solo lo vi un par de veces —confesó el castaño—, conozco a su hermano, por un amigo en común de la Universidad —señaló—. Pero antes de salir de vacaciones, platiqué con Marcel y él me contó que esa mordida no se nota —negó—, ya que fue en un dedo y la cubre con un anillo.
—¿Un dedo? —Alejandro frunció el ceño y pasó la mano por su cabeza, tratando de recordar, pero todo era confuso.
—Creí que lo habías mordido en la mano —David miró a su amigo de reojo.
—Realmente no… no recuerdo exactamente dónde lo mordí —confesó el rubio.
—Aunque fuera ese chico —Julián aún estaba escéptico—, la familia dice que fue una mordida de perro y lo sacrificaron, ¿por qué mentirían?
—He ahí el detalle —Fabián miró a Julián de reojo—, aunque no hubiera sido un perro, a la familia no le convendría que la gente se enterara que ese niño fue mordido por alguien y menos si hubiera sido marcado por un Alfa…
—¿Por qué no? —Miguel frunció el ceño.
—Porque ese niño, ya estaba comprometido con otro, desde pequeño, desde que su otro hermano Omega murió —habló lentamente—, lógico, no le convendría a su familia eso, ¿o sí?
—¿Está casado? —David se sorprendió—. ¿Qué edad tiene?
—Este mes cumple veintidós —señaló Fabián.
—Si es un matrimonio por compromiso, no es de sorprender que esté casado tan joven —Dimitry negó.
—Aun así, ¿por qué piensas que es él? —Iván volvió a hablar.
—Porque desde hace casi tres años se casó y parece que no ha consumado su matrimonio —Fabián sonrió—. Las malas lenguas dicen que es un Omega recesivo o en el peor de los casos, un Beta, pero cómo dije, conozco a Marcel y él asegura que es Omega, igual que su otro hermano.
—Si es Omega y tiene tres años de casado, ¿por qué no ha consumado su matrimonio? —David pasó la mano por la boca, había muchas cosas que no encajaban.
—Porque está marcado —Alejandro puso las manos en la mesa—, porque nadie más puede tocarlo.
—Esa fue también mi conclusión —asintió Fabián.
Hubo un momento de silencio y luego, Alejandro levantó el rostro— ¡¿quién es?! —preguntó ansioso.
Fabián tomó aire— escucha, solo es una suposición, no hay pruebas y debemos verificar que…
—¡¿Quién es?! —repitió el ojiverde, tratando de controlar su ánimo, ya que sus feromonas estaban empezando a desprenderse de su piel.
—Alex… —Dimitry se apartó un poco —. Cálmate —pidió con voz seria, mientras hacía una seña a los demás, para que se prepararan.
—No te gustará saberlo… —Fabián pasó saliva, pues alcanzaba a oler la madera y el café mezclados, sintiendo como si fuese aplastado por ellos.
—Dime… —siseó el rubio.
—¡Erick Salazar! —respondió de inmediato, casi como si el otro hubiera dado una orden—. Pero está casado con Omar Acosta.
—¡¿Qué?!
Alejandro se sorprendió y dio un paso hacia atrás, sentándose en la silla.
Sus compañeros estaban intentando cubrirse la boca y nariz, pese a que traían unas mascarillas especiales, por lo que cuando el rubio pudo pensar con claridad, disipó sus feromonas de inmediato.
—Gracias… —David carraspeó, sintiendo que su garganta ardía por culpa de las feromonas de su amigo.
Fabián también estaba cubriendo su nariz y boca, por lo que Iván le dio una mascarilla más. Apenas tuvo ese accesorio, Fabián trato de respirar, pero aun podía saborear la amargura de las feromonas del otro.
—Sí, es… demasiado fuerte —dijo con nervios.
—Te lo dije —Iván le dio palmaditas en la espalda.
Alejandro por su parte, pasó los dedos por sus parpados— tiene que ser una broma…
—Alex, primero debes cerciorarte de que es a quien buscas —indicó Dimitry.
—Pero si lo es… todo se complicará —Miguel miró a sus compañeros.
—Este problema es precisamente con la familia Acosta —Julián asintió—. Si Alex busca al esposo de su rival en los negocios, no va a terminar bien…
—Lo primero que debemos hacer es, asegurarnos que es él —David dio golpecitos en la mesa—. Podríamos hacerlo mañana, en la fiesta a la que nos invitaron…
La risa de Fabián se escuchó— lo dudo —dijo con diversión—. Omar nunca va a las fiestas acompañado de su esposo —se cruzó de brazos—, lo tiene recluido en su casa, tanto que ni siquiera estudia en la universidad.
—¿Qué quieres decir? —Miguel lo miró confundido.
—Lo tiene confinado a su hogar, solo sale una vez a la semana —señaló.
—¿Es un preso o algo así? —Iván levantó una ceja.
—¿Y su familia no dice nada por ello? —Dimitry no podía creer que eso ocurriera en esa época.
—Ese chico, ha sido educado en su casa, desde pequeño —Fabián se alzó de hombros—. Su educación es la de un Omega de antaño, tanto así, que muchos le llamaron en su momento, el “príncipe Omega”, porque su conducta es excepcional, perfecta y de lo más refinado que verás en alguna reunión —señaló.
—Dijiste que no va a reuniones —Alejandro lo miró molesto.
—Te dije que ahora que está casado no va, ya que a las fiestas a las que él acudía, cuando aún vivía con sus padres, eran de personas muy selectas de la sociedad, casi siempre donde se reunían Omegas y Betas —especificó—, pero también te dije que lo vi dos veces, una, en su cumpleaños número quince y la otra, en su boda, así que pude constatar lo que se decía de él.
—¿Lo que se decía de él? —David aún estaba consternado porque todo eran puros rumores.
—A pesar de ser un hijo fuera del matrimonio, desde que su padre se enteró que era un Omega, se encargó de que se convirtiera en el mejor partido para un Alfa —especificó—. Le proporcionó los mejores maestros, educadores, filósofos, matemáticos, artistas… lo mejor de lo mejor, le ha dado clases desde que tiene uso de razón —señaló, ya que supo que muchos grandes profesores de la universidad, le dieron algunas asesorías y clases en su hogar— y cuando lo llegas a ver en una reunión, su actitud y su plática sofisticada, dejan a más de uno con la boca abierta, además, para muchos, sus ojos hipnotizan a cualquiera, por eso infinidad de Alfas querían casarse con él, cuando lo conocieron en sus quince años, pero Omar Acosta era su prometido desde hace mucho, así que nadie pudo acercarse.
—Esto es un gran problema —Dimitry negó, cansado.
—Debemos andarnos con cuidado —Julián apretó la mandíbula.
—Al menos hasta que constatemos que es el Omega que Alex busca —enfatizó Miguel.
—No —la voz de Alejandro llamó la atención de todos.
—¿No? —David lo miró confundido—. Es la mejor pista que tienes de alguien que puede ser a quien has buscado por años y ¿no piensas hacer nada?
Alejandro levantó el rostro— si lo que Fabián dice, es cierto, no podré verlo o constatarlo, solo habrá rumores —buscó con la mirada a uno de sus compañeros—. Iván, tú y Fabián recopilen información sobre esos rumores, ya que son buenos para ellos.
—De acuerdo —el moreno asintió.
—Mientras, Juls y Mike, busquen todo lo que pueda usar contra Acosta —señaló a los otros dos—, todo lo que esconde en su empresa o en su casa, usen sus métodos.
—¿Cualquier método? —Julián levantó una ceja.
—Cualquier método —siseó el rubio.
—Cómo digas —Miguel asintió.
—David, necesito la información económica de los más allegados a Acosta, especialmente de la familia Salazar.
—Eso será un problema —David suspiró—. Los militares tienen su propio banco y acceder a esa información desde fuera, será complicado.
—Si necesitas ayuda, que Mike y Juls te apoyen.
—De acuerdo —asintió el de lentes.
—Mientras, Dima y yo nos enfocaremos en destruir a Acosta y quedarnos con este territorio.
—¿Estás seguro? —Dimitry lo miró con seriedad—. ¿No quieres enfocarte en encontrar a tu Omega?
—Si le quitamos a Acosta esta ciudad, será más sencillo —señaló el rubio—. Al dejarlo sin poder y sin respaldo, será más fácil actuar en su contra y obtener de él, todo lo que quiero, especialmente si su esposo es mi destinado.
Ok, al menos Alex ya sabe a quien buscar, aunque no parece ser la persona que hubiera esperado XD Cómo me gusta complicar las cosas, ¿verdad?
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