Capítulo IX
Los días pasaban, Tariq seguía su instrucción de sacerdote durante el día, pero noche a noche, escapaba del templo para ir a ver a Keroh. Muchas veces, el pelinegro le llevó alimento, entre frutas, panes, y una que otra comida del templo, dándose cuenta que, su Dios, no conocía muchas cosas; al parecer, la gente le daba ofrendas lujosas, que el rubio no entendía, como joyas u objetos de oro, los cuales los dejaba en cualquier lado de la ciénaga, como cosas sin importancia, e incluso, sus lagartos llegaban a tragarlas por accidente y ni siquiera las echaba de menos.
Noche a noche, la pareja se conocía, pero, aparte de uno que otro beso, ninguno hizo algo más, para acercarse al otro. El que más sufría era Tariq, quien parecía consumirse por dentro, esperando que la deidad se le acercara de esa manera que tanto ansiaba; por eso, en ocasiones, tuvo que autosatisfacerse, en la soledad de su habitación, solo pensando en su Dios.
Así, pasó un mes y un día antes de la luna llena, Tariq debía pasar el ritual de aceptación; como sacerdote, el no recibía flores de sangre del Dios de la ciénaga, pero sí debía pasar esa noche orando en las piedras sagradas, para demostrar que estaba dispuesto a otorgar su vida, por Keroh.
-“…ya tienes casi un mes estando con él…” – Nyrn estaba sentado a la orilla de su lago, platicando con su hermano, mientras cuidaba de Neyr quien estaba cerca de ahí, jugando con una cría de jabalí, pues la madre del pequeño animalito, estaba recuperándose de una herida – “…te recomiendo hacerlo esta noche…”
-“No crees que es muy precipitado…” – Skoll también estaba ahí, pero sentado en una silla de ramas y lianas, que su esposo había hecho para él.
-“Mi hermosa flor, tú y yo tuvimos nuestra primer relación, al mes de conocernos…” – rió.
Skoll desvió la mirada y se avergonzó por ese recuerdo que su esposo había llevado hasta él.
-Está bien, supongo que hoy puedo – sonrió el rubio menor – pero, no sé qué hacer con exactitud.
Nyrn levantó una ceja – “…Keroh, ¿nunca has expulsado tu savia?...” – preguntó directo.
-¿Expulsar? – el menor levantó una ceja – ¿te refieres a lo que le haces a Skoll para regar su semilla?
El albino se ahogó con el agua que estaba bebiendo, tosió, y sintió que sus mejillas ardían; su esposo ya le había dicho que, cuando conoció a sus hermanos, tuvo que demostrarles como regaban su semilla. Aunque él se molestó, entendía que los dríades no sentían interés por ‘masturbarse’, a menos que tomaran su forma para copular, así que, lo olvidó, pero cada que lo recordaba, se moría de vergüenza.
-“¿Estás bien, mi hermosa flor?” – preguntó el rubio y se incorporó con rapidez, para ir con su esposo.
-“Sí…” – asintió el peliblanco – “…no te preocupes...”
-“No me pidas eso, sabes que siempre me preocuparé por ti…” – dijo el mayor para su pareja – “…y sí…” – prosiguió para su hermano – “…a eso me refiero, pero no para regar una semilla, sino porque debemos hacerlo, una o dos veces al año…”
-No, no lo he hecho – negó Keroh – ¿por qué? ¿Es tan necesario?
-“Realmente, sí, lo es…” – Nyrn suspiró – “…te pasaré unos libros de relaciones entre humanos y varones, así lo entenderás, vuelvo…”
-Gracias…
Nyrn dio media vuelta y fue al castillo por los libros que ocuparía Keroh, dejando a su esposo, platicando con su hermano. Keroh por su parte estaba moviendo los pies en el lago y, un recuerdo llegó a su mente; tenía mucho tiempo que quería preguntarle a su cuñado algo, y siempre lo olvidaba.
-Skoll, desde hace días quería preguntarte algo… – mencionó el rubio.
-“Dime…”
-¿Sabes qué es, exactamente, una ‘cortesana’?
El albino abrió enormemente los ojos y se quedó sin aliento – “…ah… ¿dónde…? ¿Dónde escuchaste esa palabra?...” – preguntó con precaución.
-Tariq dijo que su mamá era una ‘cortesana’ – respondió con rapidez.
-“Ah… bueno… una cortesana es… es…” – se mordió el labio, le daba vergüenza decirle lo que era – “Oren…” – dijo en voz alta, con eso su siervo acudiría – “…en un momento te explicarán qué es una cortesana…” – sonrió con nervios.
Nyrn volvió al mismo tiempo que el espíritu de Oren llegó al lado de su señor.
-“Oren, puedes explicarle a Keroh, de una manera apropiada por favor, ¿qué es una cortesana?”
-“Sí, mi señor…” – el hombre hizo una reverencia – “…señor Keroh, una cortesana, es una mujer que participa en relaciones íntimas, sexuales, con personas que le pueden dar dinero a cambio, es realmente una manera de prostituirse, pero, las cortesanas, son mujeres que tienen cierto grado de refinamiento y, por su belleza o habilidad, no solo en las artes amatorias sino en actividades diferentes, hombres de nivel social elevado, las buscan con mayor interés…”
Nyrn y Keroh se asombraron por esa explicación, pero ambos no entendieron del todo.
-¿Qué es ‘protuirse’? – indagó el rubio menor.
-“Prostituirse…” – corrigió el espíritu – “…es lo que le acabo de decir, intimar con una persona por dinero o favores…”
-“Pero algunas personas son obligadas a ello…” – interrumpió Skoll.
-“Sí…” – admitió Oren – “otras veces, es porque a las personas no les quedan otras opciones, realmente son las mujeres las que comúnmente practican esta clase de trabajo, ya que son quienes pocas veces pueden conseguir otro tipo de empleos, mientras que los varones, pueden trabajar en los campos o la milicia, lugares donde siempre se ocupa mano de obra…”
-Creo que no entiendo – Keroh negó.
-“Intimar, es lo que harás con tu sacerdote…” – Nyrn soltó los libros hacia el lago y estos salieron en la ciénaga, para que su hermano los agarrara.
-Intimar… – el menor sujetó los libros – creo que debiste darme esto antes – reprochó al ver el tamaño y grosor de los libros.
-“Empieza a leer ya, si quieres estar listo para cuando lo veas…” – su hermano le guiñó un ojo.
-Lo haré…
* * *
Tariq estaba en el templo, meditando; estuvo todo el día en ese lugar y elevaba sus oraciones y plegarias al Dios de la ciénaga. Solo salió de ese salón, para comer y regresó a seguir con su preparación, pues al caer el sol, iría a las rocas sagradas.
-Tariq… – la voz de Kofjar lo sacó de su concentración.
Cuando el pelinegro giró el rostro, observó a Olafh Trallk en la puerta, a un lado del anciano; el menor se puso de pie y fue hasta ellos, haciendo una reverencia.
-Buenas tardes – saludó con calma.
-Buenas tardes – sonrió el hombre de cabello verde – ¿ya estás listo? – preguntó y su voz denotó la emoción que sentía.
-Sí – asintió.
-Fianna no acudirá a este ritual, porque debe prepararse para mañana – anunció el hombre – así que, yo seré el que te presente en las piedras.
-Gracias.
-Tariq, sería bueno que llevaras tu dije – mencionó el anciano Kofjar, de manera cómplice.
El pelinegro puso cara de susto; no se imaginaba que ellos supieran de él.
-No te sorprendas – Olafh negó – nosotros sabemos muy bien la procedencia de ese medallón – pasó la mano por su barba – y Kofjar tiene razón, sería bueno que hoy lo usaras.
-¿Por qué saben de él? – indagó el menor, pasando su mano por su pecho, justo donde estaba el pequeño objeto que tanto cuidaba.
-Porque ayudamos a tu padre a conseguirlo – explicó el peliverde – te dije que yo conocí a tu padre… y Kofjar también.
-Entonces… ¿sabe qué significa el dibujo de la tapadera? – su voz sonaba ansiosa – es que, parece que fue borrado a propósito.
-Sí – asintió el hombre – pero no es momento que lo sepas, aún...
-Ahora, debes usar tu nueva túnica – anunció el anciano – así que, ve a cambiarte porque ya está cayendo el sol y hay empezar la iniciación.
-Está bien… – asintió el niño y con paso rápido, fue por la túnica a otra habitación, donde la tenían preparada, se sentía emocionado.
-Tiene mucha convicción… – suspiró el peliverde.
-Y dedicación, hasta ahora no había conocido otro sacerdote que orara tanto y creyera tanto en nuestro Dios, cómo él – Kofjar miró de soslayo a Olafh – me recuerda a ti cuando eras pequeño y aun creías en el Dios de la ciénaga…
Olafh rió – ya hace mucho de eso – negó – pero a pesar de todo, no era suficiente para que el Dios Keroh se acercara a mi, nunca lo fue – dijo con debilidad.
-Al menos te aceptó como sumo sacerdote – el anciano trató de reconfortarlo – por cierto, le avisaste a Brenio que hoy sería la iniciación.
-Sí, le envié una carta hace una semana – asintió – pero supongo que esperará a tener la oportunidad de ir a decirle al verdadero interesado, después de todo, es de suma importancia que esto siga siendo un secreto, de lo contrario, la vida de Tariq de nuevo correría peligro.
* * *
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