Capítulo V
-Tariq… – la voz se escuchó después de un golpeteo en la puerta – despierta… – dijo con algo de insistencia.
El pelinegro abrió los ojos y miró alrededor, confundido; estaba en su habitación, y, aunque los recuerdos de la noche anterior eran difusos, recordaba al chico rubio frente a él, con esa intensa mirada castaña sobre su cuerpo.
-Fue… un… ¿sueño?
-¡Tariq! – la voz del exterior lo sobresaltó – no me obligues a ir con Kofjar, por la llave de tu habitación…
-Ah, ¡ya desperté, Hark! – dijo levantando la voz – ¿qué sucede?
-Sucede que ya vamos a desayunar y no estás en el comedor – respondió molesto – ¿estás bien?
-Sí, yo… creo que ayer me cansé mucho, lo lamento – se disculpó – voy en un momento…
-Apresúrate…
Después de eso, el menor escuchó los pasos alejarse. Suspiró, pasó la mano por su cabello y se puso de pie, fue en ese momento que notó algunas manchas de fango en su ropa de dormir y, algunas, eran claramente huellas de manos.
-¿Qué…?
Se preguntó a media voz y extendió el camisón con una mano, aún sin quitárselo mientras colocaba la otra mano sobre la huella; el tamaño de la mancha era ligeramente mayor que su mano, pero, podría ser solo su percepción, así que, seguramente era una huella suya, porque sus palmas también estaban cubierta de una delicada capa de lodo seco. Su mano, instintivamente buscó el medallón que portaba y, al encontrarlo, respiró aliviado.
-Solo fue un sueño… – sonrió, pero en el fondo, se sentía decepcionado se saber eso.
Dudó un momento, tratando de recordar un poco más de la noche anterior y del cómo había vuelto a sus aposentos, pero le fue imposible saberlo; negó, no podía tardar más. Se quitó la ropa de dormir, y la dejó de lado; tendría que lavarla, pero, si no podía ese día, no se preocupaba, ya que tenía otra. Se acercó al cuenco de agua que tenía y se lavó las manos, después, desechó el agua lanzándola por la ventana y vertió un poco más, para limpiar su rostro. Como no se bañó antes del desayuno, ya no podría hacerlo hasta antes de cenar.
Caminó al baúl y buscó una túnica, no había llevado mucha ropa, pero si la suficiente, pues aun no recibía la túnica de sacerdote del templo; en ese momento, se dio cuenta que su flauta no estaba en su lugar. Se sobresaltó y empezó a buscarla con más ahínco entre su ropa, incluso buscó bajo su cama, pero no la encontró.
Aunque aun no recordaba cómo había vuelto al templo, seguramente en el trayecto de regreso, la había perdido.
-Tal vez… tal vez la dejé caer… – dijo con debilidad – debo ir a buscarla…
Ni él mismo creía que eso hubiese pasado, pero, tenía que buscar una explicación más lógica y realista, que haber visto al Dios de la ciénaga; y no era que no creyera en él, pero seguramente, ese ser no gastaría su tiempo acercándose a alguien que no fuese de cuna noble, como era su caso.
Todo indicaba que tuvo alucinaciones, justo como las personas decían que pasaba, gracias a la niebla de la ciénaga; era la única manera posible de que hubiese creído ver lo que vio, incluyendo las serpientes y los lagartos, aunado al hecho de que no le hicieron nada.
Se colocó la túnica y salió de la habitación, con la intención de ir en busca de su instrumento, pero Hark lo interceptó.
-Es tarde… – regañó colocando sus manos en los hombros del menor– te dije claramente que no debes llegar tarde a los alimentos, porque no podemos empezar si falta uno.
-Pero… yo…
-¿Qué pasa? – preguntó el ojirrojo.
-Ah… No lo sé realmente – respondió débilmente, porque no sabía cómo explicarlo – vamos a desayunar – accedió – también tengo hambre…
Quería ir a buscar su flauta, pero, tendría que esperar un poco, solo esperaba poder dar con ella.
* * *
Al terminar el desayuno, Kofjar llamó a Tariq para platicar con él, pero, en cuanto el niño le dijo que Olafh Trallk le dio su palabra de protegerlo, pareció sonreír completamente satisfecho y le permitió retirarse a sus tareas.
Después de eso, Tariq hizo lo que estuvo a su alcance para intentar acercarse a las rocas sagradas y al sendero que las unía al templo, para buscar su flauta, pero le fue imposible. No solo Hark estuvo a su lado todo el tiempo, enseñándole algunas otras cosas de la orden, sino que tuvo que acompañar a los sacerdotes, un largo tiempo en el salón de oración; después, acudió a la biblioteca del templo y fue la primera vez que pudo ver uno de los libros que hablaba de los Dioses de los bosques, pues era una copia de un libro que había hecho el sacerdote Skoll Eroim, unos años atrás.
Obviamente el libro tenía más información del bosque de Nyrn, pero, ahí aprendió un poco sobre el Dios Keroh.
-Piel verde, cabello rubio… – susurró el menor al revisar la descripción y, se asustó al notar un dibujo hecho por Skoll; aunque no tenía mucho detalle, pues era a blanco y negro, pudo darse cuenta que se adecuaba perfectamente al joven que había visto la noche anterior.
-Sí… – Hark estaba a su lado – según el señor Eroim, todos los dioses del bosque tienen piel verde, porque son dríades, pero no tienen el mismo color de cabello, ni de ojos y, obviamente – señaló el dibujo – son algo diferentes entre ellos…
-Ya veo – suspiró – ¿tú conoces al señor Eroim? – preguntó con curiosidad.
-¡Sí! – dijo con emoción el de cabello purpura – hace dos años, cuando tenía veinticinco, me enviaron a tomar un seminario al bosque de Nyrn y, ahí tuve el honor de conocerlo…
-Y, ¿cómo es?
-Pues, para tener más de ochenta años, es un niño muy pequeño, incluso más que tú – rió – es bastante amable, delicado y, por sobretodo, accesible – explicó – cuando cumplas veinticinco, si todavía estás aquí, posiblemente lo conozcas – sonrió – tendrás que ir a un curso allá, para saber más de los rituales de los Dioses y… – suspiró – te darás cuenta de la gran diferencia que hay entre el señor Eroim y la sacerdotisa de la familia Trallk…
El sonido de una campanilla interrumpió la lectura de todos los sacerdotes.
-Parece que la invoqué – dijo el ojirrojo con desagrado.
-¿Es ella? – preguntó el menor, pues no había escuchado antes ese sonido.
-Sí, es hora de que realice meditación, vamos, hay que recibirla, de lo contrario, hará coraje porque no le rendimos suficiente “pleitesía”.
Tariq siguió a su compañero y se colocó al final de la fila de los sacerdotes mientras el anciano Kofjar, recibía a la señorita Trallk; la peliverde miró a todos con superioridad y caminó por el templo, seguida solo por Kofjar, Carel y Dalen, quienes eran los que la atendían directamente en ese lugar. Carel y Dalen eran los sacerdotes más grandes después de Kofjar, pero ambos solo tenían veintiocho años; habían llegado casi al mismo tiempo al templo y, posiblemente, uno se quedaría con el lugar de Kofjar, cuando el anciano se retirara.
Los demás sacerdotes, siguieron sus tareas diarias, en cuanto la sacerdotisa estuvo en su salón especial; los únicos días en el que todos la acompañaban, era durante los rituales de las piedras sagradas, especialmente en las lunas llenas.
-Antes de la comida, iremos a los huertos – anunció Hark.
-¿Ya no vamos a leer más? – indagó el pelinegro.
-No, cuando la señorita está aquí, es mejor dejarla sola, puede molestarse hasta porque respiremos cerca de ella – dijo con molestia – además, debemos revisar los alrededores, porque parece que alguien nos está robando las naranjas.
-¿Alguien?
-Sí – asintió – pero no sabemos si es algún ladrón, algún siervo del castillo, que lo dudo, o si es algún animal, así que, vamos a tener que reforzar las vallas, pero, no te preocupes, Rovek y Alfor nos ayudarán de ser necesario…
* * *
A media tarde, en el centro de la ciénaga, un sonido desafinado y con fuerza se escuchaba. La mayoría de los animales se alejaban del árbol de vida de Keroh, porque el Dios, al intentar imitar lo que había escuchado la noche anterior, producía ruidos espantosos para ellos.
-¿Por qué no funciona? – se preguntó molesto – hago lo que hizo él, muevo mis dedos como lo hizo él… No lo entiendo – arrugó la nariz.
Jer la tortuga, se acercó y le dio un pequeño tope en su pierna, llamando su atención; cuando el rubio lo vio, la tortuga le hizo una seña hacia el agua del pantano.
-¿Qué sucede? – preguntó y levantó una ceja – ¿quieres que le pregunte a alguien que sabe? – dudó un instante y una idea llegó a su mente – ¡Cierto! Así podré entender todo…
Se acercó a la orilla y empezó la invocación, para hablar con su hermano.
Tardó un poco, porque Nyrn no estaba cerca de su lago, pero, cuando llegó, no lo hizo solo, sino con su esposo y su hijo.
-“Keroh…” – el rubio mayor estaba serio, aunque no se miraba con nitidez en el agua fangosa.
-“¡Hola, tío Keroh!” – saludó Neyr con emoción – “mis orquídeas están bien, ¡deberías venir a verlas pronto!...”
-Iré pronto, Neyr, lo prometo…
-“Buen día, Keroh…” – Skoll hizo una reverencia – “¿cómo estás?”
-Bien… Bien, Skoll – sonrió nervioso.
-“Keroh, ¿qué quieres realmente?” – indagó su hermano, pues era lógico que no era solo una plática de cortesía – “…es algo temprano para nosotros…”
-Ah, bueno, realmente… yo… necesito un consejo – admitió el menor.
-“Sabes que si necesitas hablar con todos, debes convocar una reunión y…”
-¡No! – Keroh negó – los demás no entenderían – dijo con seguridad – primero, quiero saber ¿qué es esto exactamente? – mostró el instrumento hacia el agua – sé que se llama flauta y hace música, pero no puedo hacer música yo, y quiero hacerlo…
-“¿Flauta?” – Nyrn observó curioso el objeto, pues tampoco había visto uno antes y el pequeño Neyr también se interesó en ese extraño artefacto.
-“Es un instrumento musical…” – señaló Skoll – “…ciertamente sirve para tocar música, pero debes conocer las bases, como en cualquier instrumento…” – sonrió – “¿cómo la conseguiste?”
-Ah, pues… tengo un nuevo sacerdote – sonrió – pero no es de mi familia, es un sacerdote normal y él, anoche estaba tocando esto, además ¡me hizo una plegaria!
-“Pareces emocionado…” – Nyrn se cruzó de brazos.
-¡Lo estoy! – aseguró el menor – es un chico muy lindo y hace algo que ninguno de los otros sacerdotes puede – sentenció – y huele rico, no como las flores de sangre, pero me gusta.
Skoll rió – “algunas personas saben tocar instrumentos, pero muy pocos pueden crear hermosas canciones, si ese chico sabe tocar la flauta y te gustó lo que escuchaste, seguramente tiene un talento sin igual y eso, podría hacerlo una persona especial…” – dijo con complicidad – “…no deberías desaprovechar la oportunidad…”
-¡¿Tú crees?! – Keroh se emocionó por ese comentario.
-“Bueno, la posibilidad ahí está, tu eres el que debe dar el primer paso, como Nyrn lo hizo conmigo…”
-¡Sí! Tal vez funcione – el rubio asintió – pero, no sé qué hacer – frunció el ceño – ¿cómo doy el paso?
-“Eso es sencillo…” – Nyrn levantó una ceja – “…pero primero, Neyr, ve con Miley y dile que prepare un poco de agua de frutas para papá, la esperas y, cuando esté servida, vienes a avisarnos, ¿de acuerdo?…”
El niño asintió, se despidió de su tío y se alejó corriendo.
-“Ahora sí…” – el ojiverde sonrió – “…lo que tienes que hacer es probarlo, si te gusta, entonces, lo reclamas como tuyo, haces que se enamore de ti, tú te enamoras de él y con eso, germina la semilla”
Skoll se cruzó de brazos, ante la explicación tan ‘simple y sencilla’ que su esposo dio.
-Bien, tengo que probarlo – sentenció Keroh – y, cómo lo pruebo.
-“Le das un beso y, si corresponde, es tuyo…” – sentenció su hermano.
-“Amor…” – el ojirrojo negó – “…no le digas eso a Keroh, o vas a meterlo en problemas…”– regañó y se enfocó al agua en el lago – “…Keroh, un beso no es para eso, un beso es algo especial, si tu le gustas a esa persona, te va a corresponder, pero, el amor no se consigue con un simple beso…” – aseguró – “…necesitas tiempo y, sobre todo, compartir algo de su vida, así como detalles…”
-¿Detalles? ¿Qué detalles? ¿Le doy a uno de mis lagartos? – señaló hacia atrás de él, dónde estaban sus amigos, Wilk y Welk, ellos levantaron la cabeza a la espera de lo que iba a decidir su señor.
-“Ah, tal vez, otra cosa sería mejor…” – Skoll sonrió nerviosamente – “…pero también, debes preocuparte por él y verlo como alguien especial, diferente a los demás, cuando sientas algo único por él, entonces, sabrás que el amor está presente y, si tienes suerte, él también sentirá lo mismo por ti…”
-Amor… ¿cómo sé cuando es amor? – ladeó el rostro – es complicado…
-“Es difícil explicar…” – Skoll suspiró.
Nyrn sonrió y sujetó la mano de su esposo, mientras con su mano libre, le hacía levantar el rostro para que lo viera a los ojos – “el amor es, cuando sientes que esa persona es más importante que tu vida misma, cuando su sonrisa ilumina tu día, cuando no hay nada más en el mundo para ti que verlo feliz…” – las mejillas se Skoll se tiñeron de rojo ante las palabras de su pareja – “…cuando te duele más que nada el hecho de que él sufra y estés dispuesto a dar lo que sea porque su mirada solo este posada en ti, y, sobre todo, cuando te des cuenta que, sin él, tu vida no tendría sentido y no desees que se aleje de ti, jamás… entonces conocerás lo que es el amor…”
Keroh observó la escena a través del pantano, y suspiró; él no se sentía así con su nuevo sacerdote, solo le gustaba.
-“Pero…” – Nyrn depositó un beso en la frente del albino – “…para eso necesitas tiempo y, debes empezar con algo sencillo, un beso es lo mejor…” – dijo con diversión – “…también, que acepte las frutas de tu árbol de vida, recuerda que no cualquiera puede comerlas, y, así como mi hermosa flor es el único que come de mis frutas, podría ser lo mismo para ti…”
-Aun no lo traigo a mi árbol – comentó el menor.
-“¿No confías en él?” – preguntó el peliblanco.
-Es que lo acabo de conocer y… – se rascó la cabeza – anoche se asustó tanto con mis amigos… – señaló hacia donde estaban los lagartos – que se desmayó – se alzó de hombros.
-“Y quién no…” – Skoll suspiró.
-“Bien, entonces, llévalo hoy a tu árbol de vida…” – mencionó Nyrn – “…le das de tus frutas y, si dice que está rica, lo besas.”
-“Tienes mucho interés de que lo bese, ¿por qué?” – preguntó el albino, cruzándose de brazos.
-“Porque así sabrá si es adecuado…” – mencionó el rubio – “…si el sacerdote ya besó a alguien más, significa que le pertenece a otra persona, entonces no es el indicado…”
El ojirrojo no entendía esa lógica – “amor, si él besó a alguien más, no significa que ahora esté con alguien, y si es soltero, podría ser adecuado también, aunque ya haya besado a otra persona, solo es cuestión de que acepte a Keroh…” – señaló el lago.
-Es confuso – dijo el rubio menor – pero, hay algo que no sé…
-“¿Qué cosa?” – preguntó la pareja a la vez.
-¿Cómo se besa a alguien?
Skoll se sorprendió; no se imaginaba que Keroh no sabía cómo era besar a alguien. Se cruzó de brazos e hizo memoria; el primer beso que Nyrn le dio, no lo notó tan dubitativo, al contrario, parecía muy conocedor.
-“Es simple…” – la voz de Nyrn sacó de sus pensamientos a su esposo – “…unes tus labios con los de él, abres la boca y, lo demás es instintivo…”
-¿De verdad? – Keroh se asombró ante esa explicación, eso podía hacerlo sin problemas.
-“Sí, lo es…” – sentenció su hermano – “…mira…”
Nyrn se movió, sujetó a Skoll por la cintura, se inclinó y lo besó; Skoll cerró los parpados y colocó una mano en el pecho de su esposo y la otra la llevó al cabello rubio, correspondiendo al beso con emoción. Cuando se separaron, se relamieron los labios.
-“Y, si metes la lengua…” – Nyrn miró hacia el lago – “…lo probarás mucho mejor” – sonrió con complicidad.
El albino bajó el rostro, apenado por ese comentario; sentía su rostro arder, pues su esposo no parecía estar consciente de lo atrevido que era esa declaración.
-¡Lo tengo! – sentenció Keroh – creo que sí puedo intentarlo, ¡muchas gracias!
-“De nada…” – el ojiverde sonrió – “…si necesitas algo más, solo comunícate y, trataremos de ayudarte.”
-¡Sí! – asintió el menor.
-“Ah, una cosa más…” – Nyrn habló con algo de seriedad – “…si tu sacerdote no quiere ir contigo por las buenas…” – entrecerró los ojos y puso un gesto de picardía – “…róbatelo, no lo pienses, solo hazlo…”
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