Sorpresa
El resto de la semana se me hizo eterna. Hubiera deseado poder hacer que el tiempo avanzara con más rapidez, así no tendría que soportar las entrevistas que yo mismo tuve que realizar. Doce mujeres y tres hombres querían mi empleo y, aún tenía que entrevistarlos un par de veces más; los últimos tres candidatos tendrían una entrevista con Mauricio.
El viernes marque mi salida a las dos y media de la tarde, después de todo, el lugar a donde iba, no era tan lejos como pensaba. Llegue quince minutos a mi entrevista; la joven que me recibió fue muy amable y me anunció a la persona encargada de recursos humanos. Momentos después, una hermosa mujer, de cuerpo exuberante con una falda corta se presentaba ante mí.
-¿Alan Jiménez? – preguntó con voz melodiosa.
Me puse de pie y extendí mi mano para saludarla – A sus órdenes – dije con una sonrisa.
Ella también sonrió y me tomó de la mano – Soy Lucía Suarez, jefa de recursos humanos, yo me puse en contacto contigo, sígueme por favor – dio media vuelta y me guio por el edificio hasta subir por un elevador.
Yo la seguí obediente, mientras ella me iba explicando lo que había en el edificio, la primera planta estaba dividida en recepción y servicios al cliente. A un lado, en otro edificio adjunto, estaba la bodega de entrega de paquetes, era una gran empresa de transportes, no solo de paquetería en general, sino de personas, tenían presencia en varias ciudades y en casi todo el territorio del país. La gran mayoría de los pisos eran las oficinas centrales del estado, donde se realizaban los papeles y, a pesar de que había oficinas más pequeñas en las ciudades aledañas, todas las grandes transacciones eran en la oficina donde me encontraba; después de subir en el elevador terminamos en un enorme salón, en el último piso, que parecía ser el lugar de reunión. En ese piso estaba la oficina del ‘Director General’, la cual usaba sólo cuando iba, una vez al mes, y la oficina del ‘Administrador Regional’, que, en caso de obtener el puesto, sería la mía.
-Toma asiento por favor – indicó el asiento más cercano a la puerta – en un momento el Licenciado Duarte vendrá a platicar contigo.
-¿Usted no me hará la entrevista? – pregunté curioso, si ella era la jefa de recursos humanos, era extraño que alguien más me entrevistara.
-No, por supuesto que no, el director general quiso entrevistarte personalmente después que le mostré tu currículo… – parpadee confundido – Tienes suerte – prosiguió – Es un hombre muy ocupado y generalmente está en la matriz en otra ciudad, pero, si él te hace la entrevista, es muy seguro que te quedes con el puesto – aseguró – con permiso. – caminó hacia la puerta y antes de salir se detuvo – Y, Alan – giré mi rostro para observarla, no era muy común que me hablara por mi nombre una persona que no me conocía – ¡mucha suerte! – terminó guiñándome el ojo y cerró la puerta detrás de ella.
Quedé en silencio, observando con detenimiento el lugar; era limpio y la luz entraba por un gran ventanal que permitía ver el patio de operaciones de los transportes. Me puse de pie y caminé por la oficina, observando algunos cuadros, todas simples copias, pero, quien quiera que haya decorado la oficina, tenía muy buen gusto para el arte; volví a tomar asiento y esperé. Los minutos pasaban, me sentía nervioso, tenía que conseguir el empleo.
-Disculpa la tardanza – una voz se escuchó de repente.
Me puse de pie con rapidez para recibir a la persona que acababa de llegar
-No se preocu… pe… – Me había sorprendido; él sonrió de lado, parecía satisfecho con la impresión que me había provocado.
No acababa de recuperarme completamente cuando caminó hacia el escritorio donde yo estaba – ¿Pasa algo? – preguntó con una sonrisa deslumbrante.
“¡Claro que pasa algo!” pensé aún sorprendido, era el mismo rostro que Mauricio, sus mismos ojos, casi podía asegurar que la misma estatura, lo único diferente era el cabello; mientras Mauricio lo tenía negro, la persona que estaba frente a mi tenía un cabello rubio claro que combinaba perfectamente bien con su piel blanca. Portaba unos lentes sin armazón, de igual manera que lo hacía Mauricio, por demás estaba decir que era más joven que mi jefe y, mientras yo hacía esa comparativa, sentí que el piso se me movía.
-No… – sonreí tratando de calmarme – No pasa nada.
-Muy bien, soy Rodrigo Duarte – se presentó extendiendo su mano hacia mí.
-Alan Jiménez – respondí el saludo y traté de respirar profundo para salir de mi desconcierto.
-Lo sé – aseguró él, después del saludo se sentó en la silla junto a mí – Bueno, hagamos esto rápido, leí tu currículo – acomodó sus lentes en el puente de su nariz – y me interesa, especialmente por el último empleo en el cual, por lo que se leía, aún estas.
-¿En el museo? – pregunté curioso.
-Si, en el museo, trabajas directamente con Mauricio Villal ¿cierto?
-Sí, así es – asentí
-Supongo que ya te diste cuenta de nuestro leve parecido – sonrió aún más complacido al ver mi reacción nerviosa – somos primos, aunque yo soy más joven – aseguró con una sonrisa mucho más amplia que la anterior.
Esas palabras me sorprendieron aún más – ¿De verdad? – el parecido no se podía negar, de eso no había duda.
-Si, por parte de madre. – con esa escueta explicación dio por terminado el asunto – Bueno, la cuestión es que, conozco a Mauricio, aunque debo admitir que tenemos poco contacto debido a que yo resido en otra ciudad – se alzó de hombros – pero sé que es muy exigente, así que, si eres su asistente, entonces tienes mucho potencial.
Recargó su codo en el escritorio y el rostro en su mano – cuéntame de ti – indagó.
-Bueno – tomé un poco de aire para terminar de calmarme al procesar la información que acababa de recibir – ¿Qué puedo contarle que no haya visto en mi currículo? – sonreí con algo de nervio.
-Cierto, tu currículo, ¿lo traes impreso? Vamos a repasarlo de nuevo.
-Si claro – saqué de mi maletín una carpeta con mi currículo impreso.
-Primeramente, esta foto no te favorece – dijo al abrir la carpeta.
-¿Disculpe?
-Estás muy serio, si sonrieras más te mirarías mejor – acotó sin verme, mantenía su vista en las hojas – Dirección, edad… Tienes 26 años, pero no los aparentas. No estás casado, eso es bueno, ¿estás dispuesto a viajar?
-Si, por supuesto – aseguré con rapidez.
-Que bien, porque yo vengo aquí una vez al mes o quizá cada dos meses, tendrás que ir a verme a la matriz cada fin de semana al menos.
-No hay problema – afirmé.
-Pasemos a la prueba de inglés – levantó una ceja – espero que seas bueno, Mauricio es bueno, pero, aunque yo no tenga tantos estudios como él, mi inglés es mucho mejor.
Iniciamos una charla sobre la administración de empresas y lo que había estudiado en mi carrera, cuándo había terminado y el día que obtuve mi título. Aún y que estaba poniendo atención, una parte de mi pensaba que este hombre era muy diferente a Mauricio, a pesar de lo parecido que podían ser en el físico, la forma de ser y la actitud eran completamente opuestas.
-Bueno, el hecho de que seas licenciado en administración de empresas es perfecto – dejó de lado el inglés y supuse que era suficiente – es exactamente lo que nosotros andamos buscando – cerró mi carpeta – Bien, ahora que ya revisamos tu currículo, ¿qué más me puedes contar de ti?
-Normalmente yo me encargo del personal que trabaja en el museo, archivo documentos importantes y me encargo de platicar con los expositores en nombre del dr. Villal, también…
-Está bien, está bien – movió ambas manos – ya con eso es suficiente de tu empleo – aseguró – revisamos tu currículo, todo está muy bien, te lo dije, yo quiero saber más de ti.
-¿De mí? – pregunté confuso – Bueno, es que no sé qué puedo decir…
-Bien, entonces preguntaré ¿qué haces en tus ratos libres?
-Pues, normalmente salgo a algún bar o me quedo en casa viendo películas en compañía de mi gato – dejé salir una risa nerviosa.
-Entonces, ¿te gustan los animales?
-Sí, bueno, es lo único que puedo tener en mi departamento.
-Vives en un departamento, ¿lo que te paga Mauricio no es suficiente para una casa?
-No es eso – negué – me es más cómodo por que no necesito mucho espacio para mí solo.
-¿No tienes pareja?
-Bueno, no, la verdad no.
-¿Novia? ¿Futura? – indagó con más insistencia.
-No, bueno es que la verdad… – tantas preguntas me pusieron nervioso – Yo…
Su mirada penetrante me hizo estremecer, parecía un lobo acechando a su presa.
-No te agradan las mujeres – dijo son seguridad.
-Bueno, es que…
-Está bien, ya no insisto – parecía haberse dado por vencido y yo agradecí por eso – Ahora dime – prosiguió - ¿Por qué buscas otro empleo?
-Bueno, creo que, es momento de cambiar de aires – desvié la vista – un nuevo empleo me abrirá el horizonte un poco más.
-¡Buena excusa! – soltó una carcajada – No soy tonto, tu no quieres trabajar con Mauricio por algo ¿No es así?
-No, es solo…
-¿Cuánto te paga? – preguntó con rapidez
-Pues, casi diez…
-Bueno, yo te pagaré casi veinte mil por ser el administrador regional y puedo pagarte mucho más si te quedas conmigo toda tu vida.
Reí con nervios – eso parece una propuesta de matrimonio – dije como broma.
-Puede serlo – la voz del hombre frente a mí se volvió más seria y me obligó a posar mi vista en sus ojos verdes buscando que solo se estuviera burlando de mí.
-Es broma, ¿verdad? – dije con una voz que se notaba nerviosa.
-Si quieres verlo así…
Ya no sabía que pensar de él, parecía muy divertido, algo alegre, pero en esas últimas frases, era como si estuviera escuchando a su primo y a decir verdad, me emocionaba.
-Bueno – me alcé de hombros, si él estaba bromeando, yo también podía hacerlo – por esa cantidad, a pesar de mi poca experiencia, podría ser su esclavo.
El golpe de su mano contra el escritorio me hizo estremecer. Pensé que se había molestado, pero al contrario, su rostro mostraba una sonrisa amplia y un brillo en sus ojos me decía que él no se tomó a broma el comentario que dije.
-Vamos a comprobarlo – susurro con una voz suave – primero, responde, ¿te gustan los hombres? – apenas iba a abrir mis labios cuando el insistió – Quiero la verdad.
Bajé mi vista y mordí mi labio. Era una extraña prueba, pero bueno, ya que me quedaba. Tomé aire profundamente, levante mi rostro observándolo con seguridad y un poco de cinismo.
-Sí, me gustan los hombres – respondí.
-Ya veo – pasó sus dedos por su mentón – pero no tienes nada que ver con Mauricio, – aseguró – él nunca tendría algo que ver con un hombre, lo sé muy bien.
Levanté una ceja, ¿a qué se refería con eso? Bajé la mirada ante la aseveración e involuntariamente apreté uno de mis puños, había metido el dedo en la llaga.
-Pero – volví a verlo – por tu forma de actuar… A ti si te gusta.
-¿Qué tiene que ver eso con el trabajo? – pregunté a la defensiva.
Él sonrió viéndome de soslayo – No te enojes – negó – me disculpo si mi manera de hablar te incomodó, simplemente quiero saber con quién voy a trabajar. Y quiero ser sincero contigo así como lo estás siendo – se puso de pie tomando mi currículo – me agradaste, no solo porque eres interesante de forma profesional, sino que, eres muy atractivo, si fueras mi asistente, no dejaría que te fueras, pero, es mi primo el que te va a perder – se puso de pie dejándome con la boca abierta y un ligero sonrojo cubriendo mis mejillas – ven, acompáñame, vamos con Lucia. Te pones de acuerdo con ella para saber cuándo empiezas a trabajar con nosotros.
Me puse de pie tras él – ¿Cuándo necesita que inicie mis actividades? – era bueno volver a hablar del trabajo.
-Por mí, me gustaría que empezaras hoy mismo, yo podría instruirte, pero, no se puede, porque, me imagino, que tú tienes que entregar tu trabajo a alguien y yo, hoy tengo un compromiso – me guiño un ojo – así que, si empiezas la próxima semana o a más tardar de este lunes que viene al otro, estaría perfecto.
-Entonces ese lunes será – dije seguro, pensando que el tiempo que tendría para preparar a mi reemplazo no sería el deseado, pero al menos si el suficiente.
-Me parece bien, entonces, me aseguraré de venir ese lunes para darte una pequeña instrucción – subimos al elevador y bajamos al siguiente piso. Caminamos hacia otra oficina, en la puerta, había una bella joven, sentada en su escritorio, frente a una computadora; cuando vio que nos acercábamos uso el intercomunicador con rapidez. Antes siquiera de que mi acompañante dijera algo, la joven se puso de pie.
-Adelante licenciado, la licenciada lo espera.
-Gracias – dijo con una amplia sonrisa, incluso esa sonrisa era parecida a la de Mauricio, pero este hombre no parecía hacerlo para conquistarla.
Entré tras de él a la oficina y la joven que me había recibido al principio estaba ahí.
-Lucía – dijo el rubio – aquí, el joven Jiménez va a incorporarse a nuestro equipo de trabajo.
-Me alegra – sonrió la joven – ¿preparo los documentos?
-Sí, de preferencia, no queremos que se eche para atrás a última hora – le dio la carpeta con mi currículo – Él y yo ya hablamos del día que inicia sus labores, habla con él lo demás, yo tengo que retirarme – Se giró hacia mi extendiendo su mano – Fue un placer Alan, nos vemos en la noche.
-El placer fue mío – sonreí, pero cuando mi mente asimiló lo de vernos en la noche, no pude preguntar nada, ya que él se retiró con rapidez.
-Toma asiento por favor – la voz de la joven que estaba frente a mí me sacó de mis pensamientos.
-Si claro… – me senté frente a ella para afinar los detalles de mi nuevo empleo.
Ella fue muy amable, me pidió mis datos, me dio información precisa de lo que era la empresa y me pidió los documentos para que pudieran darme de alta ahí, obviamente no los llevaba en ese momento, así que se los entregaría el siguiente lunes, el último descanso de mi siguiente empleo. También me explico que todos los gastos de mis viajes serían por cuenta de la empresa, y en caso de no tener automóvil propio, se me proporcionaría uno.
Cuando le comente que si tenía un automóvil, me mencionó que se le haría un chequeo para revisar que estuviera bien, si no, sería necesario cambiarlo. El trato de ella hacia mí, me agradó, aún no era nadie, pero ya me sentía importante. Tal vez, iba a ser el mejor trabajo de mi vida.
* * *
El viernes marque mi salida a las dos y media de la tarde, después de todo, el lugar a donde iba, no era tan lejos como pensaba. Llegue quince minutos a mi entrevista; la joven que me recibió fue muy amable y me anunció a la persona encargada de recursos humanos. Momentos después, una hermosa mujer, de cuerpo exuberante con una falda corta se presentaba ante mí.
-¿Alan Jiménez? – preguntó con voz melodiosa.
Me puse de pie y extendí mi mano para saludarla – A sus órdenes – dije con una sonrisa.
Ella también sonrió y me tomó de la mano – Soy Lucía Suarez, jefa de recursos humanos, yo me puse en contacto contigo, sígueme por favor – dio media vuelta y me guio por el edificio hasta subir por un elevador.
Yo la seguí obediente, mientras ella me iba explicando lo que había en el edificio, la primera planta estaba dividida en recepción y servicios al cliente. A un lado, en otro edificio adjunto, estaba la bodega de entrega de paquetes, era una gran empresa de transportes, no solo de paquetería en general, sino de personas, tenían presencia en varias ciudades y en casi todo el territorio del país. La gran mayoría de los pisos eran las oficinas centrales del estado, donde se realizaban los papeles y, a pesar de que había oficinas más pequeñas en las ciudades aledañas, todas las grandes transacciones eran en la oficina donde me encontraba; después de subir en el elevador terminamos en un enorme salón, en el último piso, que parecía ser el lugar de reunión. En ese piso estaba la oficina del ‘Director General’, la cual usaba sólo cuando iba, una vez al mes, y la oficina del ‘Administrador Regional’, que, en caso de obtener el puesto, sería la mía.
-Toma asiento por favor – indicó el asiento más cercano a la puerta – en un momento el Licenciado Duarte vendrá a platicar contigo.
-¿Usted no me hará la entrevista? – pregunté curioso, si ella era la jefa de recursos humanos, era extraño que alguien más me entrevistara.
-No, por supuesto que no, el director general quiso entrevistarte personalmente después que le mostré tu currículo… – parpadee confundido – Tienes suerte – prosiguió – Es un hombre muy ocupado y generalmente está en la matriz en otra ciudad, pero, si él te hace la entrevista, es muy seguro que te quedes con el puesto – aseguró – con permiso. – caminó hacia la puerta y antes de salir se detuvo – Y, Alan – giré mi rostro para observarla, no era muy común que me hablara por mi nombre una persona que no me conocía – ¡mucha suerte! – terminó guiñándome el ojo y cerró la puerta detrás de ella.
Quedé en silencio, observando con detenimiento el lugar; era limpio y la luz entraba por un gran ventanal que permitía ver el patio de operaciones de los transportes. Me puse de pie y caminé por la oficina, observando algunos cuadros, todas simples copias, pero, quien quiera que haya decorado la oficina, tenía muy buen gusto para el arte; volví a tomar asiento y esperé. Los minutos pasaban, me sentía nervioso, tenía que conseguir el empleo.
-Disculpa la tardanza – una voz se escuchó de repente.
Me puse de pie con rapidez para recibir a la persona que acababa de llegar
-No se preocu… pe… – Me había sorprendido; él sonrió de lado, parecía satisfecho con la impresión que me había provocado.
No acababa de recuperarme completamente cuando caminó hacia el escritorio donde yo estaba – ¿Pasa algo? – preguntó con una sonrisa deslumbrante.
“¡Claro que pasa algo!” pensé aún sorprendido, era el mismo rostro que Mauricio, sus mismos ojos, casi podía asegurar que la misma estatura, lo único diferente era el cabello; mientras Mauricio lo tenía negro, la persona que estaba frente a mi tenía un cabello rubio claro que combinaba perfectamente bien con su piel blanca. Portaba unos lentes sin armazón, de igual manera que lo hacía Mauricio, por demás estaba decir que era más joven que mi jefe y, mientras yo hacía esa comparativa, sentí que el piso se me movía.
-No… – sonreí tratando de calmarme – No pasa nada.
-Muy bien, soy Rodrigo Duarte – se presentó extendiendo su mano hacia mí.
-Alan Jiménez – respondí el saludo y traté de respirar profundo para salir de mi desconcierto.
-Lo sé – aseguró él, después del saludo se sentó en la silla junto a mí – Bueno, hagamos esto rápido, leí tu currículo – acomodó sus lentes en el puente de su nariz – y me interesa, especialmente por el último empleo en el cual, por lo que se leía, aún estas.
-¿En el museo? – pregunté curioso.
-Si, en el museo, trabajas directamente con Mauricio Villal ¿cierto?
-Sí, así es – asentí
-Supongo que ya te diste cuenta de nuestro leve parecido – sonrió aún más complacido al ver mi reacción nerviosa – somos primos, aunque yo soy más joven – aseguró con una sonrisa mucho más amplia que la anterior.
Esas palabras me sorprendieron aún más – ¿De verdad? – el parecido no se podía negar, de eso no había duda.
-Si, por parte de madre. – con esa escueta explicación dio por terminado el asunto – Bueno, la cuestión es que, conozco a Mauricio, aunque debo admitir que tenemos poco contacto debido a que yo resido en otra ciudad – se alzó de hombros – pero sé que es muy exigente, así que, si eres su asistente, entonces tienes mucho potencial.
Recargó su codo en el escritorio y el rostro en su mano – cuéntame de ti – indagó.
-Bueno – tomé un poco de aire para terminar de calmarme al procesar la información que acababa de recibir – ¿Qué puedo contarle que no haya visto en mi currículo? – sonreí con algo de nervio.
-Cierto, tu currículo, ¿lo traes impreso? Vamos a repasarlo de nuevo.
-Si claro – saqué de mi maletín una carpeta con mi currículo impreso.
-Primeramente, esta foto no te favorece – dijo al abrir la carpeta.
-¿Disculpe?
-Estás muy serio, si sonrieras más te mirarías mejor – acotó sin verme, mantenía su vista en las hojas – Dirección, edad… Tienes 26 años, pero no los aparentas. No estás casado, eso es bueno, ¿estás dispuesto a viajar?
-Si, por supuesto – aseguré con rapidez.
-Que bien, porque yo vengo aquí una vez al mes o quizá cada dos meses, tendrás que ir a verme a la matriz cada fin de semana al menos.
-No hay problema – afirmé.
-Pasemos a la prueba de inglés – levantó una ceja – espero que seas bueno, Mauricio es bueno, pero, aunque yo no tenga tantos estudios como él, mi inglés es mucho mejor.
Iniciamos una charla sobre la administración de empresas y lo que había estudiado en mi carrera, cuándo había terminado y el día que obtuve mi título. Aún y que estaba poniendo atención, una parte de mi pensaba que este hombre era muy diferente a Mauricio, a pesar de lo parecido que podían ser en el físico, la forma de ser y la actitud eran completamente opuestas.
-Bueno, el hecho de que seas licenciado en administración de empresas es perfecto – dejó de lado el inglés y supuse que era suficiente – es exactamente lo que nosotros andamos buscando – cerró mi carpeta – Bien, ahora que ya revisamos tu currículo, ¿qué más me puedes contar de ti?
-Normalmente yo me encargo del personal que trabaja en el museo, archivo documentos importantes y me encargo de platicar con los expositores en nombre del dr. Villal, también…
-Está bien, está bien – movió ambas manos – ya con eso es suficiente de tu empleo – aseguró – revisamos tu currículo, todo está muy bien, te lo dije, yo quiero saber más de ti.
-¿De mí? – pregunté confuso – Bueno, es que no sé qué puedo decir…
-Bien, entonces preguntaré ¿qué haces en tus ratos libres?
-Pues, normalmente salgo a algún bar o me quedo en casa viendo películas en compañía de mi gato – dejé salir una risa nerviosa.
-Entonces, ¿te gustan los animales?
-Sí, bueno, es lo único que puedo tener en mi departamento.
-Vives en un departamento, ¿lo que te paga Mauricio no es suficiente para una casa?
-No es eso – negué – me es más cómodo por que no necesito mucho espacio para mí solo.
-¿No tienes pareja?
-Bueno, no, la verdad no.
-¿Novia? ¿Futura? – indagó con más insistencia.
-No, bueno es que la verdad… – tantas preguntas me pusieron nervioso – Yo…
Su mirada penetrante me hizo estremecer, parecía un lobo acechando a su presa.
-No te agradan las mujeres – dijo son seguridad.
-Bueno, es que…
-Está bien, ya no insisto – parecía haberse dado por vencido y yo agradecí por eso – Ahora dime – prosiguió - ¿Por qué buscas otro empleo?
-Bueno, creo que, es momento de cambiar de aires – desvié la vista – un nuevo empleo me abrirá el horizonte un poco más.
-¡Buena excusa! – soltó una carcajada – No soy tonto, tu no quieres trabajar con Mauricio por algo ¿No es así?
-No, es solo…
-¿Cuánto te paga? – preguntó con rapidez
-Pues, casi diez…
-Bueno, yo te pagaré casi veinte mil por ser el administrador regional y puedo pagarte mucho más si te quedas conmigo toda tu vida.
Reí con nervios – eso parece una propuesta de matrimonio – dije como broma.
-Puede serlo – la voz del hombre frente a mí se volvió más seria y me obligó a posar mi vista en sus ojos verdes buscando que solo se estuviera burlando de mí.
-Es broma, ¿verdad? – dije con una voz que se notaba nerviosa.
-Si quieres verlo así…
Ya no sabía que pensar de él, parecía muy divertido, algo alegre, pero en esas últimas frases, era como si estuviera escuchando a su primo y a decir verdad, me emocionaba.
-Bueno – me alcé de hombros, si él estaba bromeando, yo también podía hacerlo – por esa cantidad, a pesar de mi poca experiencia, podría ser su esclavo.
El golpe de su mano contra el escritorio me hizo estremecer. Pensé que se había molestado, pero al contrario, su rostro mostraba una sonrisa amplia y un brillo en sus ojos me decía que él no se tomó a broma el comentario que dije.
-Vamos a comprobarlo – susurro con una voz suave – primero, responde, ¿te gustan los hombres? – apenas iba a abrir mis labios cuando el insistió – Quiero la verdad.
Bajé mi vista y mordí mi labio. Era una extraña prueba, pero bueno, ya que me quedaba. Tomé aire profundamente, levante mi rostro observándolo con seguridad y un poco de cinismo.
-Sí, me gustan los hombres – respondí.
-Ya veo – pasó sus dedos por su mentón – pero no tienes nada que ver con Mauricio, – aseguró – él nunca tendría algo que ver con un hombre, lo sé muy bien.
Levanté una ceja, ¿a qué se refería con eso? Bajé la mirada ante la aseveración e involuntariamente apreté uno de mis puños, había metido el dedo en la llaga.
-Pero – volví a verlo – por tu forma de actuar… A ti si te gusta.
-¿Qué tiene que ver eso con el trabajo? – pregunté a la defensiva.
Él sonrió viéndome de soslayo – No te enojes – negó – me disculpo si mi manera de hablar te incomodó, simplemente quiero saber con quién voy a trabajar. Y quiero ser sincero contigo así como lo estás siendo – se puso de pie tomando mi currículo – me agradaste, no solo porque eres interesante de forma profesional, sino que, eres muy atractivo, si fueras mi asistente, no dejaría que te fueras, pero, es mi primo el que te va a perder – se puso de pie dejándome con la boca abierta y un ligero sonrojo cubriendo mis mejillas – ven, acompáñame, vamos con Lucia. Te pones de acuerdo con ella para saber cuándo empiezas a trabajar con nosotros.
Me puse de pie tras él – ¿Cuándo necesita que inicie mis actividades? – era bueno volver a hablar del trabajo.
-Por mí, me gustaría que empezaras hoy mismo, yo podría instruirte, pero, no se puede, porque, me imagino, que tú tienes que entregar tu trabajo a alguien y yo, hoy tengo un compromiso – me guiño un ojo – así que, si empiezas la próxima semana o a más tardar de este lunes que viene al otro, estaría perfecto.
-Entonces ese lunes será – dije seguro, pensando que el tiempo que tendría para preparar a mi reemplazo no sería el deseado, pero al menos si el suficiente.
-Me parece bien, entonces, me aseguraré de venir ese lunes para darte una pequeña instrucción – subimos al elevador y bajamos al siguiente piso. Caminamos hacia otra oficina, en la puerta, había una bella joven, sentada en su escritorio, frente a una computadora; cuando vio que nos acercábamos uso el intercomunicador con rapidez. Antes siquiera de que mi acompañante dijera algo, la joven se puso de pie.
-Adelante licenciado, la licenciada lo espera.
-Gracias – dijo con una amplia sonrisa, incluso esa sonrisa era parecida a la de Mauricio, pero este hombre no parecía hacerlo para conquistarla.
Entré tras de él a la oficina y la joven que me había recibido al principio estaba ahí.
-Lucía – dijo el rubio – aquí, el joven Jiménez va a incorporarse a nuestro equipo de trabajo.
-Me alegra – sonrió la joven – ¿preparo los documentos?
-Sí, de preferencia, no queremos que se eche para atrás a última hora – le dio la carpeta con mi currículo – Él y yo ya hablamos del día que inicia sus labores, habla con él lo demás, yo tengo que retirarme – Se giró hacia mi extendiendo su mano – Fue un placer Alan, nos vemos en la noche.
-El placer fue mío – sonreí, pero cuando mi mente asimiló lo de vernos en la noche, no pude preguntar nada, ya que él se retiró con rapidez.
-Toma asiento por favor – la voz de la joven que estaba frente a mí me sacó de mis pensamientos.
-Si claro… – me senté frente a ella para afinar los detalles de mi nuevo empleo.
Ella fue muy amable, me pidió mis datos, me dio información precisa de lo que era la empresa y me pidió los documentos para que pudieran darme de alta ahí, obviamente no los llevaba en ese momento, así que se los entregaría el siguiente lunes, el último descanso de mi siguiente empleo. También me explico que todos los gastos de mis viajes serían por cuenta de la empresa, y en caso de no tener automóvil propio, se me proporcionaría uno.
Cuando le comente que si tenía un automóvil, me mencionó que se le haría un chequeo para revisar que estuviera bien, si no, sería necesario cambiarlo. El trato de ella hacia mí, me agradó, aún no era nadie, pero ya me sentía importante. Tal vez, iba a ser el mejor trabajo de mi vida.
* * *
Comment Form is loading comments...