Capítulo VII
A pesar de saber que sería por un corto periodo de tiempo, para ambos fue vergonzoso saber que pondrían ese pequeño contenedor dentro de una zona de sanitarios en el cuartel, específicamente al lado de un excusado, junto con todos los aparatos y monitores; así, si necesitaban usar el sanitario, Kharine pondría una barrera elemental y se encargaría de devolverlos al contenedor, si ellos no podían hacerlo por sí mismos.
Lo único bueno fue que pudieron comer, aunque también fue una odisea para ambos, comer juntos dentro de ese lugar tan reducido.
Aidan comió poco, aun no asimilaba que tendría otras necesidades, por lo que tenía miedo y vergüenza de que llegara ese momento, porque no quería pasarlo frente a otras personas, especialmente su madre, ya no decir de Dunkel; se había propuesto esperar a estar completamente solo para pasar por esa situación, aunque no sabía si de verdad lo lograría.
Para Kharine, instalaron un pequeño escritorio cerca, desde donde los monitoreaba, mientras llenaba reportes y mantenía al tanto a su esposo de lo que ocurría. Era una mujer por demás entregada a su trabajo, así que mientras estaba frente a la computadora, se mantenía en silencio y enfocada en sus actividades rutinarias, ya que no podía dejarlas de lado, ni siquiera debido a la situación que ocurría con su hijo.
Después de un rato, Aidan le dio la espalda a Dunkel y empezó a dibujar con su dedo en el cristal, tratando de matar el tiempo; mientras el moreno sentía que el tiempo pasaba muy lentamente.
El ojiazul escuchaba su respiración y el incesante goteo de alguna llave en ese enorme recinto, que parecía hacer eco; también podía oír claramente el ‘tic-tac’ del reloj que Aidan portaba en su muñeca y el sonido de las teclas que usaba la leona para escribir. Intentó enfocarse en algo más, pero solo podía percibir el sonido de la respiración del niño que estaba a su lado, así como sus constantes suspiros y como el vidrio sonaba de cuando en cuando, por la presión del dedo que realizaba trazos sin sentido en la superficie.
Las piernas del joven pantera empezaron a moverse sin que él se diera cuenta y tronó sus dedos como acto reflejo, ya que sentía que todo su cuerpo estaba entumido; deseaba salir, caminar, estirar las piernas, seguir su rutina normal, ir a correr, tocar su guitarra, incluso ir a tomar una cerveza, pero sabía que eso era imposible.
—Se supone que tú pasaste tiempo aquí antes, ¿qué hacías para entretenerte? — preguntó el ojiazul, con un dejo de desespero.
El pequeño hurón suspiró y alejó la mano del vidrio — nada — dijo tristemente —, aquí no se puede hacer nada más que dormir, escuchar música, leer o ver televisión, pero como ahora no estamos en una habitación normal, la televisión, la música, libros o tabletas digitales, tampoco son una opción.
—¡¿Eso es todo?! ¡¿No hay más?!
El tono de Dunkel llamó la atención del niño — ¿por qué? ¿Tienes estrés por el encierro? — preguntó mirándolo por encima del hombro.
—No… no — negó el otro, aunque se sentía ansioso —, es solo que, nunca he estado mucho tiempo sin hacer nada y… — sin darse cuenta, expuso sus garras y empezó a morder una de ellas — ya me estoy cansando de estar acostado, es todo — se excusó.
El rubio suspiró — sí, estás estresado — se giró y lo sujetó de la mano con suavidad, alejándola de su boca —, sé lo que es eso, las primeras veces que estuve encerrado aquí, me pasaba.
—¡No es estrés! — sentenció el moreno, alejando la mano del niño y mostrándole sus colmillos — es solo que este lugar es muy pequeño — soltó un sonido gutural de su garganta.
«¡Está himplando!» pensó el menor con precaución, ya que ese sonido parecido a un débil rugido, significaba que el instinto feral de Dunkel estaba alterado.
—¡Bien! ¡Tranquilo! — el ojirrojo soltó el aire — solo respira profundamente — pidió con seriedad, al ver que el otro empezaba a agitarse y el sonido que escapaba de su boca se volvía más fuerte, era notorio que no estaba bien.
El ojiazul pasó las manos por su cabello y estrujó los mechones negros — es solo que… necesito… caminar…
—No podemos salir — el niño negó —, así que tendrás que afrontar tu estrés de otra manera.
—¡Que no es estrés!
—¿Qué ocurre? — la voz de Kharine se escuchó cerca.
—Dunkel tiene estrés — respondió Aidan —, ¿podemos salir un momento?
—No se puede — negó ella.
—Al menos deja que salga él y de un par de vueltas aquí mismo, en los sanitarios — especificó —, si no, puede caer en una crisis de ansiedad — insistió el menor —, no creo que quieras lidiar con un felino estresado — presionó el rubio, a sabiendas que ella mejor que nadie, sabía lo que eso significaba.
—No quiero, pero no puedo dejarlo salir — acotó la ojiverde —, entiéndeme, Aidan.
Dunkel saco las garras y arañó el cristal que tenía enfrente, llamando la atención de los otros dos, quienes notaron como las marcas en su muñeca empezaba a brillar, a la par que sus colmillos se pronunciaban más y el moreno himplaba con mayor fuerza, casi como un gran rugido.
—Esto es malo — Aidan paso saliva.
—Liberaré el gas sedante — anunció la leona, acercándose a uno de los monitores.
—¡No! — Aidan la detuvo — ¡pon Canon en tu celular!
—¡Eso no va a funcionar, Aidan! — objetó la rubia — ¡él no es como tú!
—¡Solo hazlo, Kharine! — exigió él, estaba apostando por algo que no sabía si funcionaría, pero era mejor intentar eso a nada.
Su madre dudó, pero al final, accedió, sacó su celular, buscando la canción y subiendo el volumen, para que el eco de la zona ayudara; rápidamente, se escuchó la canción que tiempo atrás, el niño usaba para dormir. Era una versión en xilófono, con un sonido tranquilizante que inundó todo el recinto.
Aidan se apresuró y sujetó por las muñecas a Dunkel, obligándolo a girar y quedar frente a él.
—¡Suéltame! — exigió el mayor entre dientes e intentó apartarlo, pero la fuerza del rubio era mucho mayor.
—Escucha — pidió el hurón, mirándolo a los ojos —, pon atención en la canción, ¡solo en la canción! — especificó —, respira profundo y trata de calmarte.
La pupilas del moreno estaban estrechas y alargadas, tenía un semblante agresivo, con sus cejas fruncidas y la nariz moviéndose, debido a que sus labios temblaban, mostrando sus largos y gruesos colmillos que habían crecido en todo su esplendor; el sonido de su garganta era una verdadera amenaza ya que parecía a punto de atacar al menor. El rubio por su parte, empezó a tararear la canción y a mover la cabeza al mismo ritmo, manteniendo una respiración tranquila.
«Por favor, tranquilízate…» Aidan en el fondo también se encontraba preocupado, «si no puedes sobrellevar esto, nos mantendrán sedados todo el tiempo…»
Kharine sostenía el celular cerca del contenedor, pero tenía la otra mano sobre el botón para liberar el gas sedante; sabía que Aidan tenía la fuerza para evitar salir lastimado, pero no quería que hubiera problemas si el felino se salía de control, debido a que era uno de gran tamaño y sabía que aunque no lo demostraba, en el fondo debía tener un temperamento agresivo.
Los minutos parecieron eternos, ninguno se movió, solo se escuchaba la canción de fondo, al chico pantera himplando con fuerza y el tarareo del rubio. Finalmente, cuando su muñeca dejó de brillar, Dunkel cerró los parpados y respiró profundamente; parecía haber reaccionado, justo antes de que la canción terminara.
—Lo siento… — se disculpó a media voz, sintiendo como su garganta hormigueaba.
El hurón respiró aliviado — te entiendo — lo soltó de su agarre —, pero no puedes ponerte así o de lo contrario ambos saldremos perjudicados.
El pelinegro intentó sonreír, pero no pudo.
Al principio, pensó que estar ahí no le supondría mucho problema, pero no imaginó que al final, terminaría sucumbiendo ante el estrés de no poder salir. Había sentido como ese pequeño contenedor se estrechaba cada vez más y por un momento quiso romperlo y salir de ahí; más al ver la calma con la que el niño lo había tomado, se dio cuenta que no podía actuar de manera tan inmadura.
—Eso estuvo cerca — anunció Kharine —, por un momento pensé que tendría que dormirlos.
—Todo está bien pero en serio, necesitamos algo más grande — Aidan habló con seriedad —, yo soy hurón, puedo dormir muchas horas y no necesito tanto espacio, además estoy acostumbrado a esto, pero él — señaló a Dunkel con el pulgar —, es un felino, de los más grandes — especificó — y sabrás, mejor que nadie, que necesita ejercicio.
—Lo sé y lo entiendo — aceptó su madre —, pero ahora mismo no podemos darle la libertad de salir, además, solo hacen faltan unas horas para que esté listo el nuevo contenedor y que puedan tener un espacio más grande.
El rubio suspiró — está bien, si solo hay que esperar unas horas, vamos a ocupar algo para su estrés… tal vez, ¿una pelota de goma?
Dunkel hizo un gesto de desagrado, pero Kharine pensó por un momento — creo que puedo conseguir una ahora mismo, vuelvo…
La ojiverde fue a la salida y los dejó a solas.
—¿Pelota de goma? — preguntó el mayor con escepticismo.
—Por lo menos para que te quite el estrés — respondió el niño —, dime algo — lo miró de soslayo —, ¿qué haces cuando estás ansioso?
«Tengo sexo o mínimo me masturbo…» pensó el mayor de inmediato, pero después de que el otro dijera que era un depravado, no podía decirle eso — ah… normalmente no tengo mucho estrés — mintió —, pero cuando lo tengo, salgo a correr, toco la guitarra o bebo una cerveza.
—Ninguna de esas cosas podrás hacer aquí — masajeó sus parpados —, espera… cuando tu hermano se estresaba, le servía la canción “Lindo gatito” y que le rascaran la barbilla o las orejas…
—¿Qué? — el moreno levantó una ceja — ¿cómo sabes eso?
Aidan se mordió el labio — Alice me contó muchas cosas de ellos — suspiró —, a tu hermano y su equipo, ella los conoció tiempo atrás, porque trabajaron directamente con ella.
—¡¿Mi hermano conoció a Alice Firesoul en persona?!
—Sí, trabajaban juntos — asintió el rubio.
«Así que por eso me conseguía sus discos autografiados sin problemas…» Dunkel entrecerró los ojos «y yo que pensaba que debía agradecer que se esforzara por mí, ¡maldito cabrón! ¡Debió decírmelo!, al menos me la hubiera presentado…»
—Entonces, ¿quieres intentarlo? — insistió el otro.
—Ya me calmé, no necesito…
—¡Deja de negarte! — el ojirrojo se incorporó un poco, recargándose en su codo — escúchame bien, ‘chico pantera’ — dijo la palabra con sarcasmo —, si no encuentro la manera de controlar tu estrés, Kharine nos sedará durante todo el tiempo que estemos aquí y suficiente tengo con estar encerrado, como para que mis sentidos sean adormecidos — frunció el ceño —, porque no es lo mismo tomar una siesta a estar completamente drogado, ¡¿entendido?!
Dunkel entendió de inmediato lo que el niño decía; si usaban un sedante, los mantendrían tranquilos, pero bajo un el efecto de una medicación, que a la larga les haría mal, así que debía poner algo de su parte.
—Está bien, pero yo no soy como mi hermano.
—Eso es notorio — el hurón entornó los ojos —, él es un lince y tú eres un jaguar con melanismo, igual que mi amado Ilmsun, pero no te pareces en nada a él.
—¿Cómo sabes que soy un jaguar? — indagó el mayor sorprendido.
—Las manchas de tu cola — Aidan sujetó la cola larga sin ninguna consideración —, yo las alcanzo a notar a contra luz — sonrió con suficiencia — y son más grandes que las de un leopardo, que es el otro felino grande que sufre de melanismo con mayor frecuencia.
Dunkel quiso mover la cola, pero el otro la tenía bien sujeta, así que se la arrebató — ¡¿nadie te dijo que no agarraras la cola de los demás, sin permiso?¡
—Solo es una cola — el menor le restó importancia —, ahora, ponte boca arriba y relájate.
El moreno gruño, pero terminó accediendo — bien…
Dunkel se tumbó boca arriba, puso las manos en su abdomen y cerró los ojos, esperando con escepticismo lo que el niño quería intentar; mientras Aidan se movía un poco, para poder acercarse, ya que debido a su tamaño, se encontraba muy abajo como para poder alcanzar cómodamente la barbilla del mayor. Finalmente su mano derecha empezó a rascar la barbilla del moreno y entonó una canción.
“Lindo gatito,
pon atención,
es hora de una siesta,
escucha mi canción…”
pon atención,
es hora de una siesta,
escucha mi canción…”
Ante la primera estrofa de la canción, Dunkel entreabrió un ojo y lo miró de soslayo, evitando sonreír; la voz del rubio era demasiado aguda, pero le quedaba al tipo de canción.
“Cierra tus ojitos,
yo te abrazaré,
dormirás conmigo,
no te soltaré…”
yo te abrazaré,
dormirás conmigo,
no te soltaré…”
Instintivamente, el pelinegro se dejó llevar, cerró los ojos y un sonido grave escapó de su garganta sin que se lo propusiera. Parecía estar himplando, pero había algo diferente, pues era más calmado, ligeramente más suave; lo que realmente estaba haciendo era ronronear. El ojirrojo se dio cuenta y movió su mano por la barbilla, delineando la quijada, subiendo por el cabello y acercándose hasta la oreja, acariciándola con suavidad.
“Lindo gatito,
no demores más,
hay que dormir,
se hace tarde ya…”
no demores más,
hay que dormir,
se hace tarde ya…”
Aidan terminó con voz calmada, satisfecho de que el otro se hubiese relajado, pero antes de que apartara la mano, Dunkel lo sujetó de la muñeca con rapidez.
—De nuevo — pidió, aunque por la manera en que se escuchó su voz ronca, parecía una orden.
Aidan entornó los ojos — gatos — dijo con un dejo de molestia, pero siguió cantando, hasta que Dunkel se quedó profundamente dormido.
Cuando el ronroneo se escuchó más quedamente y la respiración de Dunkel fue más tranquila, el niño alejo la mano de su cabeza, lentamente.
—¿Por qué no nos interrumpiste? — preguntó en voz baja, ya que Kharine estaba a unos pasos de ahí.
—Me di cuenta que lo tenías controlado — sonrió ella —, supuse que no necesitaba esto — movió en su mano, la pelota de espuma que llevaba.
—No voy a cantarle siempre — negó el rubio.
—Eres bueno para eso, siempre lo has sido — la ojiverde se acercó y abrió una pequeña puerta en la parte superior del contenedor, por la cual le pasó la pelota a su hijo.
—Él no es de mi equipo — Aidan sujetó el pequeño objeto y empezó a apachurrarlo con fuerza —, así que no me esmeraré en tener una buena relación con él, como la tengo con los demás, pero ahora, no tengo opción — hizo una mueca molesta —, no si quiero evitar que mi estancia aquí sea tan desagradable como las primeras veces.
—Entiendo que estés incomodo e inquieto — la leona suspiró —, pero él, ahora es parte de ti y tú, eres parte de él, más de lo que siquiera nos hubiéramos imaginado que pudiera ocurrir…
—Será por poco tiempo — el hurón miró de soslayo al moreno —, eso te lo aseguro.
—De nuevo — pidió, aunque por la manera en que se escuchó su voz ronca, parecía una orden.
Aidan entornó los ojos — gatos — dijo con un dejo de molestia, pero siguió cantando, hasta que Dunkel se quedó profundamente dormido.
Cuando el ronroneo se escuchó más quedamente y la respiración de Dunkel fue más tranquila, el niño alejo la mano de su cabeza, lentamente.
—¿Por qué no nos interrumpiste? — preguntó en voz baja, ya que Kharine estaba a unos pasos de ahí.
—Me di cuenta que lo tenías controlado — sonrió ella —, supuse que no necesitaba esto — movió en su mano, la pelota de espuma que llevaba.
—No voy a cantarle siempre — negó el rubio.
—Eres bueno para eso, siempre lo has sido — la ojiverde se acercó y abrió una pequeña puerta en la parte superior del contenedor, por la cual le pasó la pelota a su hijo.
—Él no es de mi equipo — Aidan sujetó el pequeño objeto y empezó a apachurrarlo con fuerza —, así que no me esmeraré en tener una buena relación con él, como la tengo con los demás, pero ahora, no tengo opción — hizo una mueca molesta —, no si quiero evitar que mi estancia aquí sea tan desagradable como las primeras veces.
—Entiendo que estés incomodo e inquieto — la leona suspiró —, pero él, ahora es parte de ti y tú, eres parte de él, más de lo que siquiera nos hubiéramos imaginado que pudiera ocurrir…
—Será por poco tiempo — el hurón miró de soslayo al moreno —, eso te lo aseguro.
~ • ~ • ~
Dunkel despertó al escuchar ruidos y voces; se desperezó y después de tallar sus parpados, se encontró al hurón dormido a su lado, abrazado de su cola esponjosa, pero una de sus manos lo sujetaba de la bata que portaba.
“…dormirás conmigo, no te soltaré…”
«Parece que cumples lo que dices…» sonrió divertido.
—Buenas noches, Dunkel — la voz de Kharine lo sorprendió.
—Buenas noches — dijo él, confundido — ¿cuánto tiempo dormí?
—Casi seis horas — respondió ella, manteniendo su mirada en otro lado.
—¡¿Seis horas?! — preguntó con susto y debido a que levantó la voz, Aidan se estremeció — ni siquiera me di cuenta cuando me dormí — confesó contrariado —, pero eso no debía ser más que una ligera siesta…
—Lo siento, pero al final, tuve que sedarlos, para que pudieran trasladarlos acá.
En ese momento, el moreno se dio cuenta que no estaban en el recinto de los sanitarios, sino en un lugar que parecía una gran habitación.
—¿Dónde estamos? — preguntó con rapidez.
—Esta es una habitación de nuestro hogar, la mansión Firesoul — la voz de Zoltan se escuchó con gravedad —, con lo que mi esposa me comentó, decidí que era mejor preparar un contenedor diferente al que se necesitaba en un principio.
—¿Diferente? — el moreno frunció el ceño.
—Cómo el contenedor está hecho para un primigenio, en realidad no tienen cosas necesarias como… — la rubia guardó silencio un momento, parecía avergonzada — como un baño…
—Ah — Dunkel suspiró —, ¿y ahora sí lo tendrá?
—Algo así — el pelirrojo se alzó de hombros.
—¿Algo así, cómo, “sí, tendrá un baño” o algo así cómo, “alguien seguirá acompañándolos”?
—Comprenderás que esto es un tema, por demás embarazosos para nosotros — Kharine se abrazó con nervios —, son detalles que… nunca nos pusimos a pensar en realidad.
—Esta mansión fue hecha por híbridos normales — explicó Zoltan —, así que tiene las comodidades de una casa para ellos, cosa que nosotros mirábamos como desperdicio de espacio, hasta ahora — entornó los ojos —, por lo que, en vez de usar el magma cristalizado, para formar otro contenedor como este — dio unos golpecitos al recipiente dónde estaba Dunkel con Aidan —, le pedí a los artesanos que recubrieran una zona de nuestra casa con el material.
—¿Y no fue muy complicado para ellos? — preguntó el moreno con escepticismo.
—No, al contrario — el león sonrió de lado —, creo que se sintieron aliviados de no tener que darle forma curvada a un enorme pliego de cristal — dijo con sarcasmo —, aunque las instalaciones sanitarias fueron otro problema, tuvieron que hacer unos arreglos especiales para esa clase de cosas, pero no tardaron mucho.
—¿No pueden dejar dormir en paz a los demás? — la voz cansada del rubio se escuchó.
—Buenas noches, Kesito — dijo su madre con dulzura —, ¿cómo dormiste?
—Me duele la cabeza — comentó tallando sus ojos con las manos —, nos sedaste, ¿cierto? —acusó.
—Fue necesario — Zoltan lo miró con seriedad —, en un momento más, los pasaremos a su nuevo contenedor.
—“Hurra” — dijo el ojirrojo con sarcasmo.
Kharine sonrió para su hijo, sabía que estaba molesto porque lo había dormido, así que era mejor tratar de compensarlo — ¿tienen hambre? — preguntó amable —, no han comido bien debido a todo lo ocurrido, seguramente están hambrientos, ¿no es así?
—Sí, la verdad es que sí — admitió Dunkel, ya que sentía vacío su estómago.
—¿Tú, cariño, quieres algo?
El niño hizo un mohín y se abrazó de su cola — una barra de chocolate con almendras, extra gigante y un café capuchino frappe, mediano, con leche light, moka extra, preparado con una bola de nieve de chocochip, encima chispas de chocolate, jarabe de chocolate, canela, galleta y una cereza.
«Qué específico…» pensó el pelinegro, mirándolo de reojo.
—Eso no es saludable para una cena, Aidan — la rubia se acercó un poco más —, ¿no quieres comer algo más? — se inclinó un poco, para tratar de verlo a la cara — ¿Curry, quizá?
—No creo que haya curry — reprochó el menor, aun sin quitar completamente la cola de su rostro.
—Estamos en casa — dijo ella, tratando de animarlo —, la cocinera sabe que adoras esa comida, así que dijo que prepararía uno especial para ti.
El menor bajó un poco la cola y miró por encima de ella a su madre — ¿a base de manzana? — preguntó con voz infantil.
—Curry dulce, a base de manzana — especificó ella con voz suave —, como te gusta.
—¡Entonces, sí quiero! — asintió el niño de inmediato —, con jugo de granada y arándanos para acompañar — sonrió un tanto más animado.
—¿Cómo olvidar el jugo de granada y arándanos? — preguntó el león con cansancio, ya que era la bebida que su hijo tomaba y antes de que saliera de esa casa, era lo único que había en el refrigerador.
—¡Oh, vamos! — Kharine pasó la mano por el brazo de su esposo — tú eres igual con el café.
Zoltan carraspeó — eso es diferente.
—Kharine, también quiero el chocolate y el café — anunció el pequeño rubio, con un dejo de necesidad.
—Mandaré pedirte el café, ¿de acuerdo? — Kharine le guiñó un ojo —, ahora, debo ir por la comida.
—¿Café? — preguntó Dunkel, mirando de soslayo al niño.
—El café es una bebida que a todos los primigenios nos gusta — dijo con orgullo — y es una de las pocas bebidas que los de fuego soportamos frías — se alzó de hombros —, son pocas en realidad, porque nos gustan más las cosas calientes.
—No me sorprende.
—Y ya que arreglamos este inconveniente — la voz de Zoltan llamó la atención de ellos —, nos enfocaremos en otro — dio unos golpecitos al cristal —, debemos empezar pruebas para controlarte — miró a Dunkel con frialdad —, distintos materiales, distintos objetos, cualquier cosa, por muy absurda que suene, todo para evitar que esas marcas brillen y te salgas de control.
El moreno observó su muñeca izquierda y suspiró.
—Supongo que por la manera en que lo dice, eso no será sencillo, ¿o sí?
—No lo creo — negó —, posiblemente tardaremos varios días en encontrar una respuesta, en el peor de los casos semanas, así que ni tú, ni Aidan, podrán volver a una vida cotidiana, por ahora.
Los ojos azules se abrieron con sorpresa — ¡¿qué ocurrirá con mi empleo?!
—Lo mismo que con mi escuela — sonrió el rubio con cansancio —, te darán un justificante y luego volverás sin problema.
—No, no con él — señaló su padre.
—¿Qué quieres decir? — preguntaron ambos con susto.
—Que Dunkel Blauenacht, ahora es un elemental — el pelirrojo lo miró con superioridad —, por tanto, dejará la policía y se convertirá en un miembro activo de la milicia.
La sorpresa y emoción se mostraron en el rostro del joven pantera, mientras que el susto hizo lo propio en el rostro del hurón.
~ • ~ • ~
Glosario
-Himplar: Emitir [la pantera o el ocelote] su voz.
-Himplar: Emitir [la pantera o el ocelote] su voz.
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