Capítulo IV
—Me siento cansado — el rubio estaba hecho un ovillo y tenía los parpados medios; se sentía soñoliento y sumamente fatigado.
«Es lo normal…»
La voz retumbó en su cabeza y Aidan trató de incorporarse, pero le fue imposible, aun así, alcanzó a ver la figura de fuego, rodeándolo.
—¿Señor Sunne? — preguntó con debilidad.
«De ahora en adelante, es posible que te canses más…» prosiguió la figura con seriedad «pero seguirás siendo fuerte, claro que tienes que seguir unas reglas…»
—¿Reglas? — el niño pasó las manos por su rostro, subiendo hasta su cabello, sentía una punzada, que no le dejaba pensar con claridad — ¿qué reglas?
«Las tendrás que descubrir tú, pequeño mío…»
La figura aumentó de tamaño y cubrió a Aidan con su fuego; el pequeño hurón sintió que su cuerpo físico se calcinaba, pero la sensación le parecía agradable, demasiado.
* * *
Los ojos rojos se abrieron de golpe y el rubio intentó incorporarse de inmediato, dándose un fuerte golpe en la frente, contra el cristal del contenedor dónde estaba.
—¡Mierda! — gritó y pasó las manos por su frente, sobando con insistencia, tratando de calmar el dolor.
—Aidan, te he dicho que no digas palabras altisonantes.
La voz tranquila le era muy familiar, así que el hurón se acomodó de lado, porque se había vuelto a recostar y no se podía incorporar completamente; así se movió hasta pegarse al cristal — ¡¿Kharine?! — dijo con susto, al ver la figura conocida, poniéndose de pie.
La rubia había estado leyendo un libro, esperando a que el niño despertara — me gustaría que me dijeras mamá — sonrió ella con amabilidad.
El menor entornó los ojos — ya hemos hablado de eso — hizo un mohín, porque no le gustaba tocar ese tema.
—Sí, pero no quiere decir que me haya rendido — la ojiverde suspiró —, antes lo hacías…
—Sí, antes — el hurón desvió la mirada —, hace años de eso — movió la mano y dio golpecitos en el cristal —, ¿cuánto tiempo estaré castigado? — indagó curioso, ya que en antaño, ese lugar era un castigo para él, cuando se salía de control.
—No estás castigado — Kharine negó —, esto solo es una medida preventiva y durará hasta que tu padre regrese de su reunión con el director del hospital.
—¿Zoltan también está aquí? — Aidan la miró de soslayo — así que, ¿me tengo que portar mal, para que se dignen a venir a verme? — sonrió con sarcasmo — lo tendré en cuenta, quizá haga un desastre antes del próximo recital, para que estén en la ciudad ese día.
La rubia suspiró — Aidan, sabes que no podemos estar aquí cuando lo deseas, porque tenemos trabajo.
—Pero vinieron hoy, ¿no? — reprochó el ojirrojo.
—Si no lo hubiéramos hecho, estarías en problemas — la voz seria de Zoltan se escuchó, acababa de ingresar a la habitación y escuchó la queja de su hijo.
—¡Lo tenía bajo control! — exclamó el menor — de no ser porque ese maldito topo envió a un híbrido común a seguirme, ¡nada habría ocurrido! — se defendió.
—La situación con Dolev la arreglaremos en una corte marcial — sentenció el pelirrojo —, no te preocupes por eso, recibirá una sanción adecuada.
Aidan soltó el aire — ¿crees que me importa lo que ocurra? — negó —, me molesta que ese sujeto me mande espiar, ¡como si fuese el peor criminal del mundo! — apretó los puños —, no soy un renegado, hago mi trabajo, entreno a mi equipo siguiendo las leyes elementales, mantengo un perfil bajo, sigo con mis calificaciones perfectas, soy un miembro reconocido de la comunidad artística y no he cometido una sola falta — enumeró sus logros con toda seriedad — y eso ya es mucho decir si me comparan con otros elementales — acusó de forma infantil y luego suspiró —, además, me he comportado durante años, no es justo que ese sujeto y sus compañeros, me crucifiquen por lo ocurrido en aquella ocasión — levantó su mano derecha y observó su guante —, especialmente cuando hice lo que tenía qué hacer…
—Sabes que no eres el único que les genera desconfianza — señalo el ojiverde, rodeando el enorme contenedor —, ellos no confían en los elementales de fuego.
—Cómo si pudiéramos hacer algo, apenas si somos el uno por ciento de elementales en el mundo — el niño se abrazó a sí mismo.
—Y aun así, la mayoría se han vuelto renegados y nos han causado muchos problemas — señaló Kharine.
Aidan apretó el agarre en sus brazos, encajando sus uñas y mordió su labio; no quería pensar en uno de esos elementales específicamente — entonces… — decidió cambiar de tema — ¿cuál es mi castigo esta vez?
—Por ahora, tendrás que quedarte en arresto domiciliario, vigilado — el pelirrojo revisó la pantalla que le daba la información del menor —, necesito revisar tu brazo, descúbrelo — ordenó.
Aidan normalmente se reusaba a hacer eso, pero al menos podía confiar que en ese contenedor, sus marcas no brillarían, así que obedeció. Con lentitud, se quitó la manga negra y extendió su extremidad; las marcas se notaban ligeramente, pero no había reacción, a diferencia de lo que ocurría fuera de ese lugar, cuando se quitaba esa tela especial.
—Todo se ve bien — sonrió el león —, no hay secuelas y estás saludable, pero tendrás que pasar la noche aquí, para monitorearte.
—¿Cómo está el hermano de Vollmond?
La pregunta tan directa, sorprendió a la pareja.
—¿Cómo sabes que no murió, debido a lo que hiciste? — indagó Kharine con algo de interés.
—Porque nuestro señor Sunne, aceptó ayudarme — respondió el niño, colocando la manga en su lugar, una vez más.
—No debes hablar de él, lo sabes — Zoltan intentó reconvenirlo.
El hurón suspiró — ¿por qué? ¿Por qué un primigenio con tantos pecados como yo, no tiene derecho a estar en comunión con su Dios?
Zoltan y Kharine se miraron entre sí.
—Porque los demás elementales, no entenderían que tú puedas hablar con Sunne — respondió el pelirrojo —, mientras que muchos de ellos, no pueden tener comunicación con su propio Dios.
—Además, recuerda que el Dios del Fuego, sigue siendo rechazado por los demás.
—Al menos tenemos algo en común — suspiró el niño —, aunque jamás he entendido, ¿qué pecado pudo cometer él, para que los demás lo rechazaran?
—Nadie lo sabe — Kharine negó —, seguramente debió ser algo tan grave, que era imposible de perdonar.
—Pero esa es la razón, del por qué no debemos mencionarlo delante de otros, incluyendo a los demás elementales no primigenios de fuego, ¿entendido? — especifico el león.
Aidan no entendía eso. Sabía que cada ser elemental, adoraba al Dios de su elemento o al menos, así debía ser, pero Kharine y Zoltan, siempre le prohibían hablar del suyo, tanto, que ni siquiera ellos lo mencionaban la mayoría de las veces y tampoco era permitido que los elementales que no eran primigenios, se enteraran por completo de la existencia de su propio Dios, a pesar de que a los de otros elementos se les daba esa libertad e inculcaba esa creencia.
—De acuerdo… tengo hambre, por cierto…
—Eso es mentira — sonrió Kharine —, pero está bien, ¿qué deseas comer? Así podemos pedir para todos.
Con esas palabras, el rubio se incorporó rápidamente, golpeando su frente una vez más contra el cristal — ¡Mierda! — gritó molesto.
—Aidan…
—Lo siento, Zoltan, pero al menos deberían hacer esto más grande — golpeó la parte frontal del contenedor — aunque no he crecido mucho, realmente el espacio hacia arriba es reducido y no puedo sentarme — se quejó molesto —, pero eso no importa, dime, ¿se quedarán conmigo? ¿A comer?
—Sí — el ojiverde asintió —, todo este día nos quedaremos aquí a solucionar los contratiempos, pero mañana nos iremos.
«Bueno, un día es mejor que nada…» pensó el niño — ¡quiero curry! — dijo con emoción.
—No hay curry aquí, Aidan — Kharine se cruzó de brazos — y tampoco hay lugares cerca que lo vendan.
El ojirrojo chasqueó la lengua — bien, entonces que sea pizza, ¿puedo comer pizza?
—Pizza será — asintió ella, tratando de complacer a su hijo.
~ • ~ • ~
“Profe, en serio, tengo algo urgente que hacer, ¡y no puedo faltar a esa cita!”
“Soy el líder del escuadrón de fuego encargado de esta misión, no soy tu alumno y como sabes, un líder tiene al menos el rango de capitán, así que, muéstrame tu CIE, ¡ahora! ¡¿Qué estás esperando, soldado?!”
Dunkel abrió los ojos de golpe, mientras esas palabras seguían como un eco en su mente; su mirada azul repasó lo que alcanzaba a ver y se dio cuenta que era un techo extraño. Movió sus brazos y observó el catéter que tenía en su mano.
—¿Dónde…?
—¡Dun!
La voz de su hermano, hizo que el moreno moviera el rostro en su búsqueda — ¿Voll? — musitó el pelinegro — ¿dónde estoy? — preguntó intentando incorporarse.
—¡Ey! Tranquilo, es mejor que no te levantes, puede que te duela — el lince intentó ayudarle.
—¿Dolerme? Lo único que me duele es la cabeza — gruñó el moreno, porque sentía un dolor punzante, amenazando con hacer estallar su cerebro.
—Recuéstate de nuevo — sonrió su hermano y movió la mano, para presionar un botón y llamar a los médicos.
—No quiero estar acostado.
—De acuerdo, entonces, levantaré la parte superior de la cama, para que estés sentado — anunció Vollmond con rapidez y presionó otro botón.
—¿Qué pasó? — preguntó el ojiazul, volviendo a recostarse, sintiendo como la cama se movía, para dejarlo medio inclinado.
El rubio respiró profundo — ¿no lo recuerdas? — preguntó con precaución.
—No estoy seguro — Dunkel negó —, recuerdo haber seguido al chico que debía vigilar… — pasó la mano izquierda por su frente e hizo un gesto molesto porque tenía el catéter ahí — pero, no recuerdo mucho, todo me parece… un sueño…
«Gracias a los Dioses, debe ser efecto del veneno de Ery» pensó el mayor con algo de tranquilidad.
—Tiene que serlo — insistió el moreno —, un niño de catorce años no puede ser capitán del ejército — sonrió nervioso — y es imposible que alguien pueda crear fuego de la nada, ¿verdad? — preguntó con algo de inseguridad.
Sus ojos azules buscaron la mirada aqua de su hermano; Wollmond pasó saliva, no quería mentirle, pero no debía hablar de los elementales.
—Creo que necesitas descansar más — sonrió con nervios el rubio —, no entiendo de qué hablas.
—¿Cómo se encuentra el paciente? — la voz de un hombre se escuchó con amabilidad.
Los hermanos voltearon y se encontraron con un híbrido que ostentaba unas pequeñas orejas en su cabeza y su cola larga y peluda, reconocida en los osos hormigueros, se mantenía recta mientras caminaba, seguido por dos enfermeras, una hibrida rata de cabello gris y la otra de cabello naranja, que solo mostraba orejas de algún rumiante; Vollmond de inmediato hizo un saludo militar, al ver las dos estrellas en el uniforme médico.
—Descanse, soldado — sonrió el de cabello verdoso —, no está en servicio — le guiñó un ojo y fijó su mirada en Dunkel —, soy el Teniente Coronel Carranza — sonrió afable — y vengo a verificar que te encuentres en perfecto estado, para poder darte de alta.
—¿Qué fue lo que ocurrió? — preguntó de inmediato el pelinegro, cuando el médico se acercó a él.
—¿No lo sabes? — sonrió el otro — hubo un atentado terrorista en un centro comercial y estuviste ahí — explicó rápidamente —, parece que te golpeaste la cabeza — se alzó de hombros —, pero pensamos que había sido algo peor, porque tenías una herida, no muy profunda, en el pecho, ¿puedo? — preguntó al acercar las manos al frente de la bata de su paciente.
Dunkel no comprendía del todo lo que el doctor le decía, sentía que le mentía, pero su cabeza estaba echa un caos, así que no podía deducir nada — sí — respondió con voz baja.
El medico observó la cicatriz; no le agradaba que tuviera esa vista, debido a que parecía que la herida había ocurrido mucho tiempo atrás y no que hubiese sido echa unas horas antes, pero mantuvo el gesto impasible.
—Se ve bien…
Dunkel no puso atención a lo demás que el doctor decía, tanto para su hermano como para las enfermeras que lo acompañaban; pasó la mano por su torso y palpó su piel con interés; esa cicatriz realmente no le parecía reciente.
Un destello fugaz se hizo presente.
“A salvo…”
Sus recuerdos le mostraron que él se había interpuesto entre lo que parecían estacas de hielo y el jovencito rubio, después escucho el grito de alguien y sintió un dolor por un tiempo que a él le pareció eterno. Era frío, tan frío que casi parecía estar en un congelador, sin nada que lo cubriera; sentía que estaba muriendo, pero no lo hacía, a pesar de que anhelaba morir, para que el dolor y esa horrible sensación desaparecieran. Luego, sintió tibieza, un calor que lo confortó casi de inmediato y un par de enormes ojos lo miraron con interés, para dar paso a la figura de ese niño rubio que era parte de su trabajo.
“…es mi responsabilidad ahora…”
—Firesoul… — musitó llamando la atención de los presentes — ¡¿dónde está Aidan Firesoul?! — preguntó con más seguridad.
El médico miró de soslayo a Vollmond. El rubio se acercó a su hermano y le colocó la mano en el hombro.
—¿Aidan Firesoul? ¿Es a quien tenías que seguir? — preguntó fingiendo demencia.
—Sí — asintió lentamente el ojiazul —, ¿lo conoces?
—Aidan Firesoul, es hijo de los generales Firesoul — respondió el médico con media sonrisa —, ese niño es muy conocido por todos, no solo en este hospital, sino en cualquier sección militar — le restó importancia, entendiendo que eso era lo que el rubio quería hacer.
—¿Está bien? — Dunkel se sentía inquieto por no saber qué había ocurrido con el menor.
—Sí, él salió ileso, así que no está aquí — anunció el médico con rapidez —, seguramente está en su casa.
—Ileso — el ojiazul pasó ambas manos por su rostro, no podía creerlo.
Los recuerdos de lo que pensaba haber vivido, de cómo ese niño le había hablado con tono de mando o cómo lo había movido con facilidad, todo le parecía tan real, pero su raciocinio le gritaba que debía haber sido un sueño.
—Todo fue un sueño — sentenció con calma.
Los presentes lo escucharon y sonrieron satisfechos de haber logrado que Dunkel pensara eso.
—El joven Blauenacht no tiene nada — anunció el doctor para e lince —, le quitarán el catéter y podrá llevárselo a su casa, pero deberá tomarse unos días de descanso — palmeó la pierna de Dunkel —, el golpe en su cabeza seguramente le dará molestias en los próximos días, le recomiendo una semana de reposo, ¿entendido?
—Me encargaré de que se tome unas pequeñas vacaciones — sentenció Vollmond con seriedad.
—Siendo así, Sofi — miró a la joven de cabello naranja —, quítale el suero a nuestro paciente, mientras realizo las formas para darlo de alta.
—Sí, doctor.
La joven dio media vuelta y trajo de inmediato un pequeño carrito con varios utensilios, entre ellos gasas, algodones y alcohol, todo para quitarle el suero a Dunkel.
—Me retiro, cualquier cosa, búsqueme a mí, Teniente Blauenacht — ofreció la mano al lince —, ¿de acuerdo?
—Por supuesto — asintió el rubio, despidiéndose de mano del médico.
El hormiguero se retiró junto con una enfermera, mientras la otra terminaba con su trabajo; Vollmond fue a un pequeño closet y sacó algo de ropa — traje algo de tu departamento — sonrió el mayor para su hermano —, cuando me avisaron que estabas aquí, vine de inmediato.
—¿Qué pasó con mi ropa? — preguntó curioso el moreno —, gracias — sonrió para la enfermera.
La chica le dedico una mirada coqueta — de nada — sonrió y se alejó, saliendo de la habitación.
—Estaba sucia y rota de algunas partes, así que la tiraron — respondió su hermano con rapidez.
—¿Cómo entraste a mi departamento? — Dunkel frunció el ceño — no tienes llaves.
—Ah, sobre eso… — Vollmond sonrió — necesitas poner mejores cerraduras — «Kaji tardo menos de cinco segundos en abrir tu puerta y otros cinco en obtener una copia» pensó con diversión, ya que sus amigos habían ido a llevarle la ropa, porque él no se apartó de su hermano.
—No puedo creer que te hayas metido a mi casa sin permiso — suspiró el moreno.
—Era necesario… por cierto, ¿por qué no me dijiste de qué se trataba tu nuevo empleo? — indagó con seriedad el rubio, «de haberlo sabido, pude haber tomado medidas…»
—Los militares fueron muy claros con que era estrictamente confidencial — señaló el ojiazul —, entendí que así como tú no me dices nada de lo que haces, yo tampoco debía decírtelo.
—‘Touche’ — el mayor rió divertido —, ten, ¿puedes cambiarte solo?
—Puedo hacerlo, Voll — el moreno entornó los ojos —, no estoy inválido — dijo con desdén, hizo a un lado la sabana que lo cubría y se puso de pie como si nada.
«No estás invalido, pero estuviste muerto…» pensó el ojiverde con tristeza — de acuerdo, el baño es aquél — señaló una puerta —, te recomiendo tomar una ducha rápida.
—Está bien, la necesito…
Dunkel camino hasta ese lugar y estando dentro, se recargó en la puerta y apretó los parpados — solo fue un sueño — musitó —, un sueño — repitió y se quitó la bata de hospital.
«Entonces… ¿por qué siento que me estoy mintiendo a mí mismo?» pensó con debilidad y negó «no, realmente, ese golpe debió haber estado fuerte…» sonrió pasando la mano por su cabeza y suspiró.
Abrió la regadera e intentó meterse bajo el agua, pero le pareció sumamente helada, tanto que un escalofrío lo recorrió y alejó el brazo que había puesto bajo la caída de agua; le extrañó, ya que él estaba acostumbrado a bañarse con agua fría siempre. Abrió un poco el agua caliente para templar el líquido, pero le seguía pareciendo fría; siguió haciéndolo hasta que cerró completamente el agua fría y solo dejó salir la caliente, que a pesar de que parecía estar a una temperatura elevada y liberaba mucho vapor, para él estaba aún fresca.
—¿Qué raro…? — miró su piel, esperando una reacción a esa temperatura, pero nada extraño parecía ocurrir — ¿habré perdido sensibilidad por el golpe?
Pasó saliva con nervios y su mano fue a su entrepierna; asustado, empezó a tocarse como lo hacía cuando estaba solo en su casa y se dio cuenta que sentía algo de placer, aunque no estaba buscando excitarse por completo.
—Bien, al menos tengo sensibilidad ahí — sonrió.
Un sonido en la puerta lo sacó de sus cavilaciones — Dunkel, ¿estás bien?
—Sí, estoy bien — levantó la voz.
—Ya te dieron de alta y es mejor que te lleve a casa, para que cenes allá.
—De acuerdo, ya casi salgo, dame unos minutos… — apresuró su baño, tendría oportunidad de revisar lo que le ocurría, con más calma en su casa.
~ • ~ • ~
Eran casi las ocho, cuando los hermanos salieron de la sección médica. Dunkel esperó en la salida a Vollmond, quien había ido por su automóvil; el moreno se entretenía observando a personas ir y venir, algunos con uniformes blancos y otros con uniformes militares.
—Espero poder vestir así algún día — suspiró, ya que no sabía si debido a lo ocurrido, lo iban a despedir.
—Dun — Vollmond estacionó el automóvil frente al moreno —, sube, te llevaré a casa.
El ojiazul asintió y tomó el lugar del copiloto; cuando se puso el cinturón, el rubio empezó la marcha
—Recogieron una motocicleta en el centro comercial, que según informes, es tuya — lo miró de soslayo —, no sabía que tenías un nuevo modelo.
—¿Quién te dijo eso? — preguntó el moreno con interés — ¿Dolev William?
El ojiverde sonrió — no en realidad — detuvo el auto para esperar a que les permitieran salir en la caseta —, el Teniente Coronel William, no ha hablado conmigo — especificó al salir de las instalaciones.
Dunkel pasó saliva al escuchar el rango que el otro tenía, porque a pesar de haber hablado con él, no sabía que era de un escalafón alto.
—Pero eso me lo dijo alguien de la sección de inteligencia — prosiguió el ojiverde, ya que había sido Niky quien le consiguió toda la información del nuevo empleo de su hermano.
—Entonces sabrás que no es mía, sino de la milicia — suspiró el ojiazul y se cruzó de brazos —, iba a ser mía si demostraba que podía hacerme cargo del trabajo y ahora… no sé si me quede.
—¿Por qué?
—Porque ni siquiera pude pasar el primer día y…
Dunkel se quejó y puso al frente su brazo izquierdo.
—¿Qué pasa? — preguntó Vollmond y sus ojos se abrieron con sorpresa al ver que la muñeca de su hermano se cubrió de fuego.
—¡Duele! — se quejó el moreno e intentó sujetar su muñeca con la otra mano, pero le fue imposible, ya que el fuego se lo impidió.
—¡Maldita sea! — el rubio detuvo el auto — ¡no te muevas Dunkel! — ordenó.
Vollmond intentó controlar el fuego para extinguirlo, pero se encontró con que su habilidad no parecía hacerle nada. «¡No es posible!» pensó con miedo, jamás le había ocurrido no poder hacer algo con el fuego, excepto con el de su jefe.
—¡Vollmond! — el grito de dolor de Dunkel se intensificó, cuando su cuerpo empezó a cubrirse de fuego.
El rubio no lo dudó, presionó un botón en el reloj que portaba y su cuerpo se cubrió de fuego por un instante, dando paso a su traje elemental; imaginó que usando su poder concentrado y con su traje que le permitía potenciarlo más, podría controlar la situación, pero se equivocó.
Al intentar sujetar a su hermano de la muñeca, tratando de apagar las llamas, el moreno se desvaneció quedando solo los rastros del fuego, algunas cenizas y la quemadura en la silla del vehículo.
—¡¿Dunkel?! —preguntó sorprendido —¡Dunkel! — gritó y salió de su auto, jamás había visto que un elemental desapareciera, mucho menos un híbrido normal.
Al estar en la carretera, se dio cuenta que realmente estaba solo, así que usó el comunicador de su muñeca, para enviar un mensaje con holograma — escuadrón Firesoul, ¡mi hermano desapareció!
Con ese anuncio, todos sus compañeros fueron alertados, excepto Aidan.
~ • ~ • ~
Nota: Espero disfruten este capítulo. Iba a subirlo mañana, pero debido a una noticia que recibí hoy, supuse que no iba a tener tiempo y preferí adelantarlo.
Estos próximos días estaré ocupada y es posible que no pueda estar al pendiente (ni siquiera como me lo había propuesto), así que tampoco podre festejar los cumpleaños de mis hijos como normalmente (recordándolo) Lamento las molestias pero si no estoy en mi casa, no tengo tanta libertad de hacer muchas cosas.
Estos próximos días estaré ocupada y es posible que no pueda estar al pendiente (ni siquiera como me lo había propuesto), así que tampoco podre festejar los cumpleaños de mis hijos como normalmente (recordándolo) Lamento las molestias pero si no estoy en mi casa, no tengo tanta libertad de hacer muchas cosas.
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