Capítulo II
El despertador se escuchó y una delicada mano salió de entre las sábanas, esquivando los peluches que había también en la cama, buscando el aparato en el buró, para apagarlo, pero el movimiento era tan errático que no podía atinarle al objeto.
—Cállate… cállate… — pidió la voz infantil, pero el sonido insistente de la alarma seguía, hasta que el jovencito se levantó, quitando las mantas de encima suyo, mostrando una pijama que lo cubría completamente — ¡que te calles! —, sujetó el despertador y lo arrojó contra la pared más cercana con tanta fuerza que logró que se hiciera añicos y los trozos cayeran al piso, justo donde había residuos de otros despertadores, que durante la semana anterior, habían corrido con el mismo destino.
El pequeño hurón se dejó caer sobre la cama una vez más y su cola se movió con pereza.
—¡Odio levantarme temprano! — hizo un mohín y después bostezó — necesito… cinco minutos más — se abrazó a su propia cola, arrebujándose de nuevo contra las mantas y muñecos de felpa —, solo cinco…
De inmediato quedó inconsciente.
Pasó más de una hora, cuando un sonido se empezó a escuchar, diferente al de la alarma de un despertador. En medio de su sueño movió la mano, presionando el reloj que siempre portaba y una pequeña imagen se proyectó, como holograma.
—¡Jefe! ¿Sigue dormido?
El rubio entreabrió un ojito y habló entre dientes — dame una razón para no mandarte arrestar, Niky…
El joven con orejas de ardilla y lentes, que estaba en el holograma, sonrió — usted me dijo que le llamara a las 0730 si no se comunicaba conmigo antes — explicó —, ¿recuerda? — levantó una ceja —, hoy es su primer día de clases y tenía que acudir a la asamblea de bienvenida.
—Clases… asamblea… — musitó el rubio y cuando recordó lo que esas palabras significaban, se incorporó de inmediato — ¡mierda! — gritó con susto — ¡le prometí a la profesora Zoubaa que iría a dar un discurso! — miró el reloj — ¡hablamos luego Niky!
—¡Espere!
—¡¿Ahora qué?! ¡Tengo prisa!
El de lentes buscó entre las cosas que tenía cerca — recuerde que hoy tenemos nuestra primera misión, completamente elemental, a las1400.
—¡Lo sé! Tanto ustedes como yo, la hemos esperado por meses, así que no te preocupes, ahí estaré, pero tú y los demás, tienen que estar antes para preparar el terreno.
—¿Le parece que nosotros lleguemos a las 1300, para esperarlo?
—Sí, a esa hora y consígueme un café, ¿entendido?
—Como ordene… cambio y fuera.
—Sí, sí, lo que sea…
En cuanto la comunicación se cortó, el hurón fue de inmediato al baño, abrió el agua caliente y mientras ésta quedaba a la temperatura que le gustaba, él fue a sacar su uniforme escolar, junto con un repuesto para la manga negra especial, que siempre usaba en su brazo derecho.
—Preparatoria… — suspiró al ver el traje completo, que era el uniforme que debía usar — no entiendo por qué Zoltan y Kharine, me obligan a asistir a la escuela como un híbrido común, cómo si no supiera todo lo que enseñan…
“Si quieres tener actividades como tocar el violín y jugar videojuegos, también tendrás actividades de un híbrido común, como ir a la escuela y socializar, ya lo sabes…”
Esas habían sido las palabras de su “padre”.
—Por eso debo ir a la escuela y ser un “chico normal”.
Hizo un gesto de desagrado, aunque después tuvo pensamientos de los momentos divertidos que había tenido, no solo con sus amigas en la escuela, sino en compañía de sus subordinados, que también lo acompañaban a algunas actividades de híbridos normales; ellos eran de los pocos como él, que no lo evitaban.
—Pensándolo bien, no está del todo mal — sonrió.
Terminó de sacar su ropa, la dejó de lado y se desvistió para meterse a bañar, aunque antes de hacerlo, se quitó el guante negro que siempre portaba y de inmediato metió ese brazo bajo el chorro de agua. El agua, para cualquiera, estaría muy caliente; su calentador estaba modificado para que el líquido saliera a punto de ebullición, debido a que era la temperatura que él más disfrutaba y la única manera en que soportaba el agua.
Mientras se enjabonaba, repasó con su mano izquierda, todo su brazo derecho hasta la palma, observando esas marcas que para todo el que las mirara, serían cicatrices, pero él sabía que eran algo más; bajo esa agua caliente, era la única manera en forma cotidiana, que podía estar sin su guante y apreciar su piel. Con su dedo índice, delineaba cada figura y su mente evocaba recuerdos dolorosos, hasta que él mismo se obligaba a volver en sí; detestaba hacer eso pero la culpa siempre lo obligaba a recordar.
Terminó de asearse y se cambió con premura, colocando primero la nueva manga negra, después fue a la sala del departamento; el lugar tenía basura por todos lados, envolturas de comida rápida, de frituras, chocolates y diferentes golosinas, algunos botes vacíos de nieve y vasos de café frío, así como cascara de frutas y semillas de granada, ya que él, a diferencia de muchos, solo se comía los arilos.
—Ha sido una semana pesada — frunció el ceño al ver el desastre —, que bueno que hoy vienen a limpiar — se alzó de hombros y caminó a la cocina.
Abrió el refrigerador y observó el interior, estaba vacío.
—¡Genial! — dijo con sarcasmo — no tengo nada para desayunar — arrugó la nariz —, bueno, supongo que pasaré a comprar algo en la tienda de conveniencia — cerró el refrigerador —, menos mal que en realidad no necesito comer, si no, me moriría de hambre.
Caminó a la salida y se detuvo a un lado de la puerta, escribió algo en una pizarra que tenía ahí, diciéndole a la persona que iría a limpiar, que volvería tarde, para que se tomara todo el tiempo que ocupara y le comprara víveres. Normalmente las personas que iban a hacer ese trabajo, lo evitaban lo más que podían, así que él tampoco se los ponía difícil.
—Bien, es todo…
El rubio sujetó la mochila, se puso sus botines especiales y agarró los aditamentos de seguridad, ya que no podía permitirse que lo detuvieran en las calles a esa hora, por no ir como era debido. Al cerrar tras él, revisó su reloj.
—Las ocho — sonrió cansado —, obvio, ya no llego a la asamblea — miró la puerta y titubeó —, podría volver a dormir y olvidarme de las clases aburridas, de los regaños de los profesores, de los compañeros molestos, de los problemas comunes y banales — su mano seguía en la perilla de la puerta —, pero quiero ver a Katy y a Yuri… además, la escuela queda más cerca al punto de reunión para la misión.
Respiró profundamente y sacudió su cabeza.
—No, Kesito — se dijo con tono serio —, prometiste portarte bien para que no te bloquearan el acceso a ‘Streithkraft’, especialmente ahora que su nueva expansión está por salir, así que, ¡haz el esfuerzo!
Se dio palmaditas en las mejillas y masajeó justo donde tenía sus marquitas.
—Modo ‘híbrido normal’, ¡activado! — dijo con voz infantil, inflando las mejillas —, ¡estoy listo! Es hora de enfrentar el ‘monstruo escolar’.
Con esa idea en mente, corrió hacia el elevador; al llegar a la recepción del enorme edificio, saludó a los guardias y dirigió sus pasos a la tienda que estaba a dos calles, antes de ir a su escuela.
El despertador se escuchó y una delicada mano salió de entre las sábanas, esquivando los peluches que había también en la cama, buscando el aparato en el buró, para apagarlo, pero el movimiento era tan errático que no podía atinarle al objeto.
—Cállate… cállate… — pidió la voz infantil, pero el sonido insistente de la alarma seguía, hasta que el jovencito se levantó, quitando las mantas de encima suyo, mostrando una pijama que lo cubría completamente — ¡que te calles! —, sujetó el despertador y lo arrojó contra la pared más cercana con tanta fuerza que logró que se hiciera añicos y los trozos cayeran al piso, justo donde había residuos de otros despertadores, que durante la semana anterior, habían corrido con el mismo destino.
El pequeño hurón se dejó caer sobre la cama una vez más y su cola se movió con pereza.
—¡Odio levantarme temprano! — hizo un mohín y después bostezó — necesito… cinco minutos más — se abrazó a su propia cola, arrebujándose de nuevo contra las mantas y muñecos de felpa —, solo cinco…
De inmediato quedó inconsciente.
Pasó más de una hora, cuando un sonido se empezó a escuchar, diferente al de la alarma de un despertador. En medio de su sueño movió la mano, presionando el reloj que siempre portaba y una pequeña imagen se proyectó, como holograma.
—¡Jefe! ¿Sigue dormido?
El rubio entreabrió un ojito y habló entre dientes — dame una razón para no mandarte arrestar, Niky…
El joven con orejas de ardilla y lentes, que estaba en el holograma, sonrió — usted me dijo que le llamara a las 0730 si no se comunicaba conmigo antes — explicó —, ¿recuerda? — levantó una ceja —, hoy es su primer día de clases y tenía que acudir a la asamblea de bienvenida.
—Clases… asamblea… — musitó el rubio y cuando recordó lo que esas palabras significaban, se incorporó de inmediato — ¡mierda! — gritó con susto — ¡le prometí a la profesora Zoubaa que iría a dar un discurso! — miró el reloj — ¡hablamos luego Niky!
—¡Espere!
—¡¿Ahora qué?! ¡Tengo prisa!
El de lentes buscó entre las cosas que tenía cerca — recuerde que hoy tenemos nuestra primera misión, completamente elemental, a las1400.
—¡Lo sé! Tanto ustedes como yo, la hemos esperado por meses, así que no te preocupes, ahí estaré, pero tú y los demás, tienen que estar antes para preparar el terreno.
—¿Le parece que nosotros lleguemos a las 1300, para esperarlo?
—Sí, a esa hora y consígueme un café, ¿entendido?
—Como ordene… cambio y fuera.
—Sí, sí, lo que sea…
En cuanto la comunicación se cortó, el hurón fue de inmediato al baño, abrió el agua caliente y mientras ésta quedaba a la temperatura que le gustaba, él fue a sacar su uniforme escolar, junto con un repuesto para la manga negra especial, que siempre usaba en su brazo derecho.
—Preparatoria… — suspiró al ver el traje completo, que era el uniforme que debía usar — no entiendo por qué Zoltan y Kharine, me obligan a asistir a la escuela como un híbrido común, cómo si no supiera todo lo que enseñan…
“Si quieres tener actividades como tocar el violín y jugar videojuegos, también tendrás actividades de un híbrido común, como ir a la escuela y socializar, ya lo sabes…”
Esas habían sido las palabras de su “padre”.
—Por eso debo ir a la escuela y ser un “chico normal”.
Hizo un gesto de desagrado, aunque después tuvo pensamientos de los momentos divertidos que había tenido, no solo con sus amigas en la escuela, sino en compañía de sus subordinados, que también lo acompañaban a algunas actividades de híbridos normales; ellos eran de los pocos como él, que no lo evitaban.
—Pensándolo bien, no está del todo mal — sonrió.
Terminó de sacar su ropa, la dejó de lado y se desvistió para meterse a bañar, aunque antes de hacerlo, se quitó el guante negro que siempre portaba y de inmediato metió ese brazo bajo el chorro de agua. El agua, para cualquiera, estaría muy caliente; su calentador estaba modificado para que el líquido saliera a punto de ebullición, debido a que era la temperatura que él más disfrutaba y la única manera en que soportaba el agua.
Mientras se enjabonaba, repasó con su mano izquierda, todo su brazo derecho hasta la palma, observando esas marcas que para todo el que las mirara, serían cicatrices, pero él sabía que eran algo más; bajo esa agua caliente, era la única manera en forma cotidiana, que podía estar sin su guante y apreciar su piel. Con su dedo índice, delineaba cada figura y su mente evocaba recuerdos dolorosos, hasta que él mismo se obligaba a volver en sí; detestaba hacer eso pero la culpa siempre lo obligaba a recordar.
Terminó de asearse y se cambió con premura, colocando primero la nueva manga negra, después fue a la sala del departamento; el lugar tenía basura por todos lados, envolturas de comida rápida, de frituras, chocolates y diferentes golosinas, algunos botes vacíos de nieve y vasos de café frío, así como cascara de frutas y semillas de granada, ya que él, a diferencia de muchos, solo se comía los arilos.
—Ha sido una semana pesada — frunció el ceño al ver el desastre —, que bueno que hoy vienen a limpiar — se alzó de hombros y caminó a la cocina.
Abrió el refrigerador y observó el interior, estaba vacío.
—¡Genial! — dijo con sarcasmo — no tengo nada para desayunar — arrugó la nariz —, bueno, supongo que pasaré a comprar algo en la tienda de conveniencia — cerró el refrigerador —, menos mal que en realidad no necesito comer, si no, me moriría de hambre.
Caminó a la salida y se detuvo a un lado de la puerta, escribió algo en una pizarra que tenía ahí, diciéndole a la persona que iría a limpiar, que volvería tarde, para que se tomara todo el tiempo que ocupara y le comprara víveres. Normalmente las personas que iban a hacer ese trabajo, lo evitaban lo más que podían, así que él tampoco se los ponía difícil.
—Bien, es todo…
El rubio sujetó la mochila, se puso sus botines especiales y agarró los aditamentos de seguridad, ya que no podía permitirse que lo detuvieran en las calles a esa hora, por no ir como era debido. Al cerrar tras él, revisó su reloj.
—Las ocho — sonrió cansado —, obvio, ya no llego a la asamblea — miró la puerta y titubeó —, podría volver a dormir y olvidarme de las clases aburridas, de los regaños de los profesores, de los compañeros molestos, de los problemas comunes y banales — su mano seguía en la perilla de la puerta —, pero quiero ver a Katy y a Yuri… además, la escuela queda más cerca al punto de reunión para la misión.
Respiró profundamente y sacudió su cabeza.
—No, Kesito — se dijo con tono serio —, prometiste portarte bien para que no te bloquearan el acceso a ‘Streithkraft’, especialmente ahora que su nueva expansión está por salir, así que, ¡haz el esfuerzo!
Se dio palmaditas en las mejillas y masajeó justo donde tenía sus marquitas.
—Modo ‘híbrido normal’, ¡activado! — dijo con voz infantil, inflando las mejillas —, ¡estoy listo! Es hora de enfrentar el ‘monstruo escolar’.
Con esa idea en mente, corrió hacia el elevador; al llegar a la recepción del enorme edificio, saludó a los guardias y dirigió sus pasos a la tienda que estaba a dos calles, antes de ir a su escuela.
~ • ~ • ~
Debido a la hora, había tráfico, pero Aidan pudo sortear los embotellamientos con relativa facilidad, especialmente andando en sus patines; aun así, la gente en los automóviles, le sonaba el claxon con desespero, cuando se cruzaba en los momentos menos oportunos.
Pasadas las nueve de la mañana, el joven de cabello rubio, llegó al acceso, el cual se encontraba cerrado y custodiado por el vigilante, tanto para no permitir que algún alumno saliera, como para evitar que alguien ajeno entrara.
—¡Buenos días, señor Chewi! — saludó con amabilidad el ojirrojo, mientras presionaba un botón en sus botines, para ocultar las ruedas de sus patines.
—¡Joven Firesoul!, no sabía que vendría el primer día — se burló el híbrido canino que estaba de vigilante en la entrada.
—Yo tampoco — el rubio se alzó de hombros —, pero tengo un compromiso, así que tuve que venir.
—Espero no se refiera a la asamblea de bienvenida — dijo el hombre de cabello purpura, mientras abría la puerta con calma, ya estaba acostumbrado a abrirle a deshoras a ese pequeño hurón —, esa terminó hace más de una hora.
—¿Qué asamblea? — el ojirrojo fingió demencia.
—La asamblea de bienvenida, donde usted iba a dar un discurso — los ojos oscuros lo miraron con algo de reproche —, pero con su pregunta, me dice que ni siquiera la recordaba.
—Ah, ¡esa cosa! — el pequeño hurón empezó a reír — no, no me acordaba — mintió y se alzó de hombros —, pero si ya acabó, entonces no importa.
—El director me dijo que si lo veía, lo enviara directamente a la dirección — señaló con seriedad el can.
—Entonces no le diga que me vio — el hurón le guiñó un ojo y le lanzó un paquetito que llevaba en mano —, ¡espero le guste el burrito de carne! — gritó y entró corriendo al plantel, con su larga y esponjosa cola sacudiéndose tras él.
El vigilante empezó a reír, no podía enojarse con ese pequeño niño que le parecía tan dulce y que siempre lo ‘sobornaba’ con un burrito de carne, así que si le preguntaban, solo diría la verdad, que le dio el recado y como siempre, el menor no hizo caso.
Por su parte, Aidan corrió por todo el patio, mientras se quitaba el casco y las coderas, llegando hasta el primer edificio, donde se acuclilló en una esquina, guardó las cosas en su mochila y luego esperó unos segundos, antes de seguir su camino; con sumo cuidado y sigilo, se introdujo en el edificio y lo recorrió completamente. Ese era el lugar más peligroso, ya que era el edificio administrativo y debía pasarlo para poder llegar a las aulas, pero si alguien de los profesores o prefectos se daba cuenta que andaba por ahí, seguramente lo detendrían y era lo que quería evitar.
Al final, salió al patio; recorrió un pequeño tramo, escondiéndose tras los árboles y después llegó al edificio que le correspondía a la sección de preparatoria. Sin tardar, subió las escaleras, hasta el piso dónde estaba su salón; al llegar, se puso de puntitas, para alcanzar a asomarse por la ventanilla de la puerta, observando el terreno y ver qué era lo que podía hacer. El profesor estaba explicando al frente, era un híbrido cerdo y el pequeño hurón había tenido algunos desacuerdos con él, cuando cursaba la secundaria.
—Álgebra — hizo un mohín —, podría saltarme esta clase también… — revisó su reloj — pero no creo que el aula de música esté libre en este momento, así que, no me queda de otra que entrar.
Abrió la puerta con todo el cuidado que podía, tratando de no hacer ruido y sin decir una sola palabra, ingresó con paso rápido, sin mirar al profesor.
—¡Alto ahí, Firesoul!
El rubio se paró en seco y luego giró el rostro — ¡buen día, profesor Olguín! — forzó una sonrisa — ¿cómo le fue en las vacaciones?
—No voy a hablar de mis vacaciones, sino del por qué llega a mi clase, ¡a diez minutos de que termine!
—Me quedé dormido — respondió con rapidez el hurón y se alzó de hombros.
La clase empezó a reír; con un golpe en el escritorio de parte del profesor, todos guardaron silencio de inmediato.
—Creí que entrar a la preparatoria, lo haría una persona más madura, veo que me equivoqué — los ojos oscuros del profesor, miraron con frialdad al niño —, ¿acaso no puede ser más responsable?
—No me puede culpar, soy un híbrido de hurón y por mi genética, debo dormir más de catorce horas diarias, usted por el contrario — lo señaló con un ademán —, con solo siete, ya está tan fresco como lechuga.
Una vez más, las risas estallaron.
—¡Silencio! — gritó el hombre — me doy cuenta que su sentido del humor se mantiene — levantó una ceja —, bien, si quiere evitar ser enviado a la dirección… — señaló la pizarra — termine las ecuaciones — sonrió divertido —, si es que puede.
Aidán entornó los ojos, dejó caer la mochila con un golpe fuerte y caminó al frente; sujetó el plumón y de inmediato, colocó las respuestas correctas de todos los ejercicios, sin siquiera desarrollarlos, ante la mirada atónita de todos los presentes, incluido el profesor.
—Yo también me doy cuenta que sus ejercicios siguen siendo demasiado fáciles — dijo con frialdad y luego se giró a encarar al hombre de cabello ligeramente rosado —, ahora, ¿puedo ir a mi lugar, profe? — pestañeó insistente y sonrió con picardía.
Los músculos del hombre se tensaron y apretó los puños — ¡vaya a sentarse! — ordenó con ira contenida.
El pequeño hurón volvió sus pasos, recogió su mochila del piso y fue a sentarse al fondo, cerca de una esquina, lo más alejado posible de los bravucones de su salón, que estaban en la esquina contraria, pero también al fondo. En su lugar, Aidan ni siquiera se preocupó de sacar sus útiles, solo se recargó en la mesita de su pupitre, mirando el reloj que traía en su muñeca izquierda.
«Solo debo esperar a la una y saldré de aquí, no importa si me salto la última clase…» bostezó «quizá, debo empezar mi siesta temprano…»
La larga cola se movió, colocándose sobre su cabeza, evitando que la luz llegara a su rostro y de inmediato, empezó a dormitar.
Pasadas las nueve de la mañana, el joven de cabello rubio, llegó al acceso, el cual se encontraba cerrado y custodiado por el vigilante, tanto para no permitir que algún alumno saliera, como para evitar que alguien ajeno entrara.
—¡Buenos días, señor Chewi! — saludó con amabilidad el ojirrojo, mientras presionaba un botón en sus botines, para ocultar las ruedas de sus patines.
—¡Joven Firesoul!, no sabía que vendría el primer día — se burló el híbrido canino que estaba de vigilante en la entrada.
—Yo tampoco — el rubio se alzó de hombros —, pero tengo un compromiso, así que tuve que venir.
—Espero no se refiera a la asamblea de bienvenida — dijo el hombre de cabello purpura, mientras abría la puerta con calma, ya estaba acostumbrado a abrirle a deshoras a ese pequeño hurón —, esa terminó hace más de una hora.
—¿Qué asamblea? — el ojirrojo fingió demencia.
—La asamblea de bienvenida, donde usted iba a dar un discurso — los ojos oscuros lo miraron con algo de reproche —, pero con su pregunta, me dice que ni siquiera la recordaba.
—Ah, ¡esa cosa! — el pequeño hurón empezó a reír — no, no me acordaba — mintió y se alzó de hombros —, pero si ya acabó, entonces no importa.
—El director me dijo que si lo veía, lo enviara directamente a la dirección — señaló con seriedad el can.
—Entonces no le diga que me vio — el hurón le guiñó un ojo y le lanzó un paquetito que llevaba en mano —, ¡espero le guste el burrito de carne! — gritó y entró corriendo al plantel, con su larga y esponjosa cola sacudiéndose tras él.
El vigilante empezó a reír, no podía enojarse con ese pequeño niño que le parecía tan dulce y que siempre lo ‘sobornaba’ con un burrito de carne, así que si le preguntaban, solo diría la verdad, que le dio el recado y como siempre, el menor no hizo caso.
Por su parte, Aidan corrió por todo el patio, mientras se quitaba el casco y las coderas, llegando hasta el primer edificio, donde se acuclilló en una esquina, guardó las cosas en su mochila y luego esperó unos segundos, antes de seguir su camino; con sumo cuidado y sigilo, se introdujo en el edificio y lo recorrió completamente. Ese era el lugar más peligroso, ya que era el edificio administrativo y debía pasarlo para poder llegar a las aulas, pero si alguien de los profesores o prefectos se daba cuenta que andaba por ahí, seguramente lo detendrían y era lo que quería evitar.
Al final, salió al patio; recorrió un pequeño tramo, escondiéndose tras los árboles y después llegó al edificio que le correspondía a la sección de preparatoria. Sin tardar, subió las escaleras, hasta el piso dónde estaba su salón; al llegar, se puso de puntitas, para alcanzar a asomarse por la ventanilla de la puerta, observando el terreno y ver qué era lo que podía hacer. El profesor estaba explicando al frente, era un híbrido cerdo y el pequeño hurón había tenido algunos desacuerdos con él, cuando cursaba la secundaria.
—Álgebra — hizo un mohín —, podría saltarme esta clase también… — revisó su reloj — pero no creo que el aula de música esté libre en este momento, así que, no me queda de otra que entrar.
Abrió la puerta con todo el cuidado que podía, tratando de no hacer ruido y sin decir una sola palabra, ingresó con paso rápido, sin mirar al profesor.
—¡Alto ahí, Firesoul!
El rubio se paró en seco y luego giró el rostro — ¡buen día, profesor Olguín! — forzó una sonrisa — ¿cómo le fue en las vacaciones?
—No voy a hablar de mis vacaciones, sino del por qué llega a mi clase, ¡a diez minutos de que termine!
—Me quedé dormido — respondió con rapidez el hurón y se alzó de hombros.
La clase empezó a reír; con un golpe en el escritorio de parte del profesor, todos guardaron silencio de inmediato.
—Creí que entrar a la preparatoria, lo haría una persona más madura, veo que me equivoqué — los ojos oscuros del profesor, miraron con frialdad al niño —, ¿acaso no puede ser más responsable?
—No me puede culpar, soy un híbrido de hurón y por mi genética, debo dormir más de catorce horas diarias, usted por el contrario — lo señaló con un ademán —, con solo siete, ya está tan fresco como lechuga.
Una vez más, las risas estallaron.
—¡Silencio! — gritó el hombre — me doy cuenta que su sentido del humor se mantiene — levantó una ceja —, bien, si quiere evitar ser enviado a la dirección… — señaló la pizarra — termine las ecuaciones — sonrió divertido —, si es que puede.
Aidán entornó los ojos, dejó caer la mochila con un golpe fuerte y caminó al frente; sujetó el plumón y de inmediato, colocó las respuestas correctas de todos los ejercicios, sin siquiera desarrollarlos, ante la mirada atónita de todos los presentes, incluido el profesor.
—Yo también me doy cuenta que sus ejercicios siguen siendo demasiado fáciles — dijo con frialdad y luego se giró a encarar al hombre de cabello ligeramente rosado —, ahora, ¿puedo ir a mi lugar, profe? — pestañeó insistente y sonrió con picardía.
Los músculos del hombre se tensaron y apretó los puños — ¡vaya a sentarse! — ordenó con ira contenida.
El pequeño hurón volvió sus pasos, recogió su mochila del piso y fue a sentarse al fondo, cerca de una esquina, lo más alejado posible de los bravucones de su salón, que estaban en la esquina contraria, pero también al fondo. En su lugar, Aidan ni siquiera se preocupó de sacar sus útiles, solo se recargó en la mesita de su pupitre, mirando el reloj que traía en su muñeca izquierda.
«Solo debo esperar a la una y saldré de aquí, no importa si me salto la última clase…» bostezó «quizá, debo empezar mi siesta temprano…»
La larga cola se movió, colocándose sobre su cabeza, evitando que la luz llegara a su rostro y de inmediato, empezó a dormitar.
~ • ~ • ~
La clase de historia fue después de álgebra y antes del almuerzo, por lo que Aidan se durmió casi toda la hora; el profesor ya lo conocía y prefería que estuviera de siesta en su pupitre a que lo dejara como un tonto, cuando le decía eventos o detalles históricos que él mismo, difícilmente podía recordar. Así, acabó la clase antes de tiempo y dos chicas, con unas revistas en mano, se acercaron a Aidan; una de ellas, movió la colita blanca y esponjosa, para poder acercar la mano al rostro blanco del niño y mover los mechones dorados.
—Keso… Kesito… despierta…
El pequeño hurón se despertó y desperezó; aun no sonaba el timbre anunciando el almuerzo, ya que el profesor les dio un momento a solas y de no ser porque alguien lo movió en su lugar, seguiría durmiendo. Al levantar el rostro, miró a sus compañeras, la únicas a las que llamaba amigas en la escuela.
—Katy, Yuri… — talló sus ojos con pesadez — ¿qué pasa?
Katy, la jovencita rubia suspiró, era una híbrida jirafa y por ello, era una de las más altas de la clase — ¿de nuevo te desvelaste anoche?
—Es el primer día — secundó la otra chica, de cabello azul cielo, una híbrida coneja — y aun así, llegas tarde y te duermes.
—¡Ay!, no empiecen — volvió a bostezar —, puedo decirles la clase que dio el profesor Matthew sin problemas.
—¿Estabas poniendo atención, dormido? — los ojos purpurinos de la coneja lo miraron con escepticismo.
—Mi cerebro se mantiene activo a pesar de yo estar medio dormido — respondió el ojirrojo con burla.
—Deberías mantener activa otra cosa — la voz varonil se escuchó con burla —, como tu hermosa colita moviéndose para mí, ‘dulzura’.
Ante la palabra “dulzura”, Aidan puso un gesto serio y giró el rostro, viendo al chico venado que más detestaba y a su séquito de payasos que solo le hacían caso, porque el otro tenía un poco más de cerebro.
—Ottel, me sorprende verte en el mismo salón que yo — Aidan recargó el rostro en su mano y su cola se movió juguetona —, ¿repites año? Por lo que veo, te fue mal el curso anterior.
—Si me quedé aquí, fue por gusto — se acercó hasta el rubio —, ahora podré vigilarte.
—¿Por gusto? Sí, cómo no — el ojirojo sonrió —, ¿y tus amigos? ¿También lo hicieron por gusto? Pensé que las hienas eran inteligentes — miró de soslayo a un chico de cabello verdoso —, de los armadillos no estoy seguro — sonrió para el castaño —, pero los orangutanes sé que deberían ser de los más inteligentes — señaló al tercero, de cabello rojizo —, tus papás deben estar muy decepcionados de ti — hizo un mohín de desaprobación.
El ciervo movió la mano y con rapidez, sujetó del mentón al hurón — deja de bromear, Kesito — sonrió con cinismo —, aunque no me molestaría ser quien te enseñe a comportarte.
Con un manotazo, el rubio alejó la mano del mayor.
—No vuelvas a decirme Kesito — dijo con molestia, mirando los ojos amarillos del otro —, solo me llaman así mis amigos y tú no eres uno de ellos.
—De acuerdo, ‘bonito’, no te pongas agresivo…
—Para ti, mi nombre es Aidan — dijo con seriedad —, no ‘bonito’, no ‘dulzura’, ni cualquier otro mote que se te ocurra — sonrió de lado — y te diré lo mismo que te dije el año pasado — parpadeó con insistencia —, no te metas conmigo Ottel, porque a pesar de mi tamaño, te puedes llevar una desagradable sorpresa.
El venado sonrió burlón — solo quiero que seamos amigos, nada más — dijo con rapidez —, ya sabes, salir y quizá ser o hacer algo más, después de todo, te gustan los chicos, ¿no? Podríamos divertirnos juntos…
Ante esas palabras, las mejillas del rubio se tiñeron de rojo y sus pequeñas marcas amarillas resaltaron más.
—Mis gustos o mi preferencias, ¡no te importan! — Aidan se puso de pie y le pateó una espinilla, consiguiendo que el de cabello color arena, se inclinara a sobarse la pierna, dando saltos para mantener el equilibrio — y no saldría contigo, ni aunque fueras el último híbrido sobre la faz de la Tierra, capisci?
Los ojos amarillos del venado lo vieron hacia arriba, ya que se encontraba agachado, pero su mandíbula se tensó, odiaba que ese niño se mostrara tan fuerte en ocasiones, aunque sabía que en el fondo seguía siendo un débil hurón.
El pequeño ojirrojo se giró hacia sus amigas y su semblante cambió a uno más amable y dulce — Katy, Yuri, ¡tengo hambre! — dijo con voz infantil —, vamos a comer algo a la cafetería, ¡yo pago!
A pesar del gesto contrariado de las dos jovencitas, el menor las sujetó de los brazos y las guió a la salida del salón, ante la mirada de todos los que presenciaron la escena.
—Sigue siendo muy salvaje — Tommas, el armadillo, intentó ayudar a Ottel a incorporarse de nuevo.
El venado se soltó del agarre — ¡puedo solo! — gruñó con molestia — ese pequeño hurón tiene que aprender a comportarse — dijo sobándose una vez más la pierna.
—¿Y qué piensas hacer? — Zora, la hiena lo miró con burla — porque seguro que las tácticas que usaste el año pasado fracasarán de nuevo — empezó a reír.
—Sí, a pesar de que tu familia es acaudalada, la familia de Aidan es intocable, no solo aquí, sino en fuera de la escuela también — señaló Bran.
—Yo no haré nada, alguien más lo hará por mí — hizo un gesto de dolor —, ahora, vamos a enfermería, creo que necesito una compresa de agua fría…
—Keso… Kesito… despierta…
El pequeño hurón se despertó y desperezó; aun no sonaba el timbre anunciando el almuerzo, ya que el profesor les dio un momento a solas y de no ser porque alguien lo movió en su lugar, seguiría durmiendo. Al levantar el rostro, miró a sus compañeras, la únicas a las que llamaba amigas en la escuela.
—Katy, Yuri… — talló sus ojos con pesadez — ¿qué pasa?
Katy, la jovencita rubia suspiró, era una híbrida jirafa y por ello, era una de las más altas de la clase — ¿de nuevo te desvelaste anoche?
—Es el primer día — secundó la otra chica, de cabello azul cielo, una híbrida coneja — y aun así, llegas tarde y te duermes.
—¡Ay!, no empiecen — volvió a bostezar —, puedo decirles la clase que dio el profesor Matthew sin problemas.
—¿Estabas poniendo atención, dormido? — los ojos purpurinos de la coneja lo miraron con escepticismo.
—Mi cerebro se mantiene activo a pesar de yo estar medio dormido — respondió el ojirrojo con burla.
—Deberías mantener activa otra cosa — la voz varonil se escuchó con burla —, como tu hermosa colita moviéndose para mí, ‘dulzura’.
Ante la palabra “dulzura”, Aidan puso un gesto serio y giró el rostro, viendo al chico venado que más detestaba y a su séquito de payasos que solo le hacían caso, porque el otro tenía un poco más de cerebro.
—Ottel, me sorprende verte en el mismo salón que yo — Aidan recargó el rostro en su mano y su cola se movió juguetona —, ¿repites año? Por lo que veo, te fue mal el curso anterior.
—Si me quedé aquí, fue por gusto — se acercó hasta el rubio —, ahora podré vigilarte.
—¿Por gusto? Sí, cómo no — el ojirojo sonrió —, ¿y tus amigos? ¿También lo hicieron por gusto? Pensé que las hienas eran inteligentes — miró de soslayo a un chico de cabello verdoso —, de los armadillos no estoy seguro — sonrió para el castaño —, pero los orangutanes sé que deberían ser de los más inteligentes — señaló al tercero, de cabello rojizo —, tus papás deben estar muy decepcionados de ti — hizo un mohín de desaprobación.
El ciervo movió la mano y con rapidez, sujetó del mentón al hurón — deja de bromear, Kesito — sonrió con cinismo —, aunque no me molestaría ser quien te enseñe a comportarte.
Con un manotazo, el rubio alejó la mano del mayor.
—No vuelvas a decirme Kesito — dijo con molestia, mirando los ojos amarillos del otro —, solo me llaman así mis amigos y tú no eres uno de ellos.
—De acuerdo, ‘bonito’, no te pongas agresivo…
—Para ti, mi nombre es Aidan — dijo con seriedad —, no ‘bonito’, no ‘dulzura’, ni cualquier otro mote que se te ocurra — sonrió de lado — y te diré lo mismo que te dije el año pasado — parpadeó con insistencia —, no te metas conmigo Ottel, porque a pesar de mi tamaño, te puedes llevar una desagradable sorpresa.
El venado sonrió burlón — solo quiero que seamos amigos, nada más — dijo con rapidez —, ya sabes, salir y quizá ser o hacer algo más, después de todo, te gustan los chicos, ¿no? Podríamos divertirnos juntos…
Ante esas palabras, las mejillas del rubio se tiñeron de rojo y sus pequeñas marcas amarillas resaltaron más.
—Mis gustos o mi preferencias, ¡no te importan! — Aidan se puso de pie y le pateó una espinilla, consiguiendo que el de cabello color arena, se inclinara a sobarse la pierna, dando saltos para mantener el equilibrio — y no saldría contigo, ni aunque fueras el último híbrido sobre la faz de la Tierra, capisci?
Los ojos amarillos del venado lo vieron hacia arriba, ya que se encontraba agachado, pero su mandíbula se tensó, odiaba que ese niño se mostrara tan fuerte en ocasiones, aunque sabía que en el fondo seguía siendo un débil hurón.
El pequeño ojirrojo se giró hacia sus amigas y su semblante cambió a uno más amable y dulce — Katy, Yuri, ¡tengo hambre! — dijo con voz infantil —, vamos a comer algo a la cafetería, ¡yo pago!
A pesar del gesto contrariado de las dos jovencitas, el menor las sujetó de los brazos y las guió a la salida del salón, ante la mirada de todos los que presenciaron la escena.
—Sigue siendo muy salvaje — Tommas, el armadillo, intentó ayudar a Ottel a incorporarse de nuevo.
El venado se soltó del agarre — ¡puedo solo! — gruñó con molestia — ese pequeño hurón tiene que aprender a comportarse — dijo sobándose una vez más la pierna.
—¿Y qué piensas hacer? — Zora, la hiena lo miró con burla — porque seguro que las tácticas que usaste el año pasado fracasarán de nuevo — empezó a reír.
—Sí, a pesar de que tu familia es acaudalada, la familia de Aidan es intocable, no solo aquí, sino en fuera de la escuela también — señaló Bran.
—Yo no haré nada, alguien más lo hará por mí — hizo un gesto de dolor —, ahora, vamos a enfermería, creo que necesito una compresa de agua fría…
~ • ~ • ~
Aidan fue a desayunar con Katy y Yuri, aunque él prefirió comer solo chocolates y acostarse en una banca a dormitar, mientras ellas leían mangas “boys love”, ya que ambas, junto con el rubio, eran asiduas lectoras de ese género, aunque debían hacerlo a escondidas, ya que la mayoría eran para mayores de edad.
—¿No te cansas de dormir, Kesito? — preguntó la joven coneja, que le acariciaba la cola, ya que esta estaba extendida sobre sus piernas.
—No — negó él y bostezó.
—¿Qué hiciste anoche? — la joven jirafa no apartó la mirada de su lectura — es obvio que no dormiste bien.
—Después de practicar, como a las once, me puse a jugar ‘Streitkraft’, así que me dormí como a las tres o cuatro de la mañana — respondió con poco interés.
—¿Te quedaste jugando, a pesar de saber que hoy era el primer día de clases? — la peliazul lo miró con reproche — tú no aprendes…
—¿No jugaste en las vacaciones? — la rubia masticó un trocito de zanahoria y llevó otro cerca de la boca de la coneja, compartiendo su aperitivo.
—No — negó ojirrojo — no pude jugar mucho.
Después de masticar la zanahoria, Yuri lo miró de reojo — ¿saliste con tus padres?
«No, estuve haciendo las misiones de nivel bajo que faltaban, para poder tener acceso a las elementales…» Aidan respiró profundamente, obviamente eso no se los podía decir a ellas.
—Sí — mintió —, tuve que salir con ellos en varias ocasiones, pero como siempre, no platicamos mucho porque ellos estaban en sus cosas — le restó importancia —, así que no podía hacer nada más que jugar con el celular y ni siquiera había cobertura.
—¡Pobrecito! — dijeron ambas a la vez, imaginando lo solo que se había sentido.
—Al menos pudiste pasar tiempo con ellos — Katy le sonrió condescendiente —, seguramente ya los extrañabas.
«No, no en realidad…» pensó sin remordimiento, ya que no era algo que le molestara o le causara pesar.
—Por cierto, Kesito, hoy nos toca deportes — comentó Yuri con poco interés, dando vuelta a la página de su manga.
—¡Aw! — el rubio puso las manos en su rostro — ¡odio deportes!
—Pero, tenemos nuevo profesor y…
—¡No me importa! — hizo un mohín.
La coneja sonrió con suspicacia — podría interesarte…
—No, no importa lo que digan — sentencio con total seguridad interrumpiendo a su amiga —, ¡no me convencerán! — se incorporó, sentándose correctamente — en mi mochila tengo un justificante para esa clase, ¿a qué hora nos toca?
—A la última — terminó la rubia, dando un sorbo a su bebida.
—¡Perfecto! Yo tengo que irme temprano hoy, así que de todas maneras no podré acudir a esa clase.
—¿Por qué te irás temprano? — la peliazul lo miró de soslayo.
Aidan era una persona muy misteriosa, especialmente cuando se trataba de irse temprano de la escuela y eso les daba curiosidad a ellas dos.
—Tengo una cita — suspiró —, aunque primero iré a practicar un poco de violín al salón de música.
—¡¿Una cita?! — preguntaron ambas, mirándolo con emoción.
—¿Un chico? — la coneja levantó las orejas, sabían que al hurón le gustaban los varones, así que no podían esperar a verlo con novio, aunque parecía que al rubio no le gustaban los chicos de su escuela.
—Ojalá lo fuera — Aidan puso la frente contra la mesa y luego ladeó el rostro —, pero no, solo voy al médico.
—¿Al médico? — Katy se sobresaltó — ¿estás enfermo?
—No… solo es una revisión rutinaria, nada serio — bostezó.
—Aun así, no creo que te puedas saltar todas las clases de deportes este año — la peliazul negó.
—Sí, el profesor se ve demasiado estricto, joven y guapo, pero estricto — suspiró la jirafa, moviendo sus orejas.
—Nah… — el ojirrojo arrugó la nariz — supongo que iré a hablar con el director, para pedir un justificante semestral.
—¿Cómo puedes conseguir eso? — los ojos purpuras lo miraron inquisidoramente — eres al único al que le dan algo así.
«Porque se lo ordenan…» el menor sonrió de lado ante su pensamiento —, suerte, supongo — respondió para su amiga —, solo suerte.
—¿No te cansas de dormir, Kesito? — preguntó la joven coneja, que le acariciaba la cola, ya que esta estaba extendida sobre sus piernas.
—No — negó él y bostezó.
—¿Qué hiciste anoche? — la joven jirafa no apartó la mirada de su lectura — es obvio que no dormiste bien.
—Después de practicar, como a las once, me puse a jugar ‘Streitkraft’, así que me dormí como a las tres o cuatro de la mañana — respondió con poco interés.
—¿Te quedaste jugando, a pesar de saber que hoy era el primer día de clases? — la peliazul lo miró con reproche — tú no aprendes…
—¿No jugaste en las vacaciones? — la rubia masticó un trocito de zanahoria y llevó otro cerca de la boca de la coneja, compartiendo su aperitivo.
—No — negó ojirrojo — no pude jugar mucho.
Después de masticar la zanahoria, Yuri lo miró de reojo — ¿saliste con tus padres?
«No, estuve haciendo las misiones de nivel bajo que faltaban, para poder tener acceso a las elementales…» Aidan respiró profundamente, obviamente eso no se los podía decir a ellas.
—Sí — mintió —, tuve que salir con ellos en varias ocasiones, pero como siempre, no platicamos mucho porque ellos estaban en sus cosas — le restó importancia —, así que no podía hacer nada más que jugar con el celular y ni siquiera había cobertura.
—¡Pobrecito! — dijeron ambas a la vez, imaginando lo solo que se había sentido.
—Al menos pudiste pasar tiempo con ellos — Katy le sonrió condescendiente —, seguramente ya los extrañabas.
«No, no en realidad…» pensó sin remordimiento, ya que no era algo que le molestara o le causara pesar.
—Por cierto, Kesito, hoy nos toca deportes — comentó Yuri con poco interés, dando vuelta a la página de su manga.
—¡Aw! — el rubio puso las manos en su rostro — ¡odio deportes!
—Pero, tenemos nuevo profesor y…
—¡No me importa! — hizo un mohín.
La coneja sonrió con suspicacia — podría interesarte…
—No, no importa lo que digan — sentencio con total seguridad interrumpiendo a su amiga —, ¡no me convencerán! — se incorporó, sentándose correctamente — en mi mochila tengo un justificante para esa clase, ¿a qué hora nos toca?
—A la última — terminó la rubia, dando un sorbo a su bebida.
—¡Perfecto! Yo tengo que irme temprano hoy, así que de todas maneras no podré acudir a esa clase.
—¿Por qué te irás temprano? — la peliazul lo miró de soslayo.
Aidan era una persona muy misteriosa, especialmente cuando se trataba de irse temprano de la escuela y eso les daba curiosidad a ellas dos.
—Tengo una cita — suspiró —, aunque primero iré a practicar un poco de violín al salón de música.
—¡¿Una cita?! — preguntaron ambas, mirándolo con emoción.
—¿Un chico? — la coneja levantó las orejas, sabían que al hurón le gustaban los varones, así que no podían esperar a verlo con novio, aunque parecía que al rubio no le gustaban los chicos de su escuela.
—Ojalá lo fuera — Aidan puso la frente contra la mesa y luego ladeó el rostro —, pero no, solo voy al médico.
—¿Al médico? — Katy se sobresaltó — ¿estás enfermo?
—No… solo es una revisión rutinaria, nada serio — bostezó.
—Aun así, no creo que te puedas saltar todas las clases de deportes este año — la peliazul negó.
—Sí, el profesor se ve demasiado estricto, joven y guapo, pero estricto — suspiró la jirafa, moviendo sus orejas.
—Nah… — el ojirrojo arrugó la nariz — supongo que iré a hablar con el director, para pedir un justificante semestral.
—¿Cómo puedes conseguir eso? — los ojos purpuras lo miraron inquisidoramente — eres al único al que le dan algo así.
«Porque se lo ordenan…» el menor sonrió de lado ante su pensamiento —, suerte, supongo — respondió para su amiga —, solo suerte.
~ • ~ • ~
Después de la clase de biología, Aidan le dio el justificante a Katy, para que lo entregara en la clase de deportes y acudió a la sala de música, encontrándose solo a dos chicas de años superiores, ellas practicaban siempre ahí en las últimas horas de clase, desde que entraron a la preparatoria, un par de años antes; la joven de cabello azul cyan, que tenía rasgos de mofeta, estaba frente al piano, mientras que la joven de cabello rosa, con rasgos de coatí, practicaba la flauta trasversa.
—¡Hola, Kesito! — saludaron a la vez.
—¿Qué hay, chicas?
Penny, la chica zorrillo, sonrió — ¿cómo te fue en las vacaciones?
—Bien, ¿y a ustedes? — preguntó por cortesía.
—También — Wanda, la coatí asintió de inmediato.
—Por cierto, no te vimos en la convención de verano — señaló Penny —, ¿no te disfrazaste en esta ocasión?
—No, esta vez no — negó —, tuve que salir fuera de la ciudad…
—¡Oh! Creímos que te vestirías de ‘maid’ como el año pasado — la risita divertida de Wanda se escuchó —, fue muy divertido ver como todos andaban detrás de ti.
—No fue tan divertido para mí — el rubio negó, pues tuvo dificultades con otros, cuando se daban cuenta que era chico — y en esta ocasión me quería disfrazar de otra cosa — se alzó de hombros —, pero no, no pude — suspiró.
—¿Irás a la convención de videojuegos, a finales de octubre?
—Si puedo, sí, si es que no se atraviesa el recital, como el año pasado — contestó mientras buscaba un violín, ya que no había llevado el propio.
—Este año habrá una presentación especial de streitkraft.
Con el nombre del juego en línea que más le gustaba, Aidan se giró a ver a Penny — ¡¿cómo sabes eso?! — preguntó con ansiedad.
—Mi papá es uno de los inversionistas y dueño del centro de convenciones — dijo con rapidez —, el año pasado, supe que te encontraron jugando en una de las computadoras del laboratorio de computo — se alzó de hombros —, así que supuse que te gusta ese juego, ¿me equivoco?
—¡Adoro ese juego! — abrazó el violín que traía en mano — ¡por Ilmsun haría cualquier cosa! — suspiró con anhelo.
—¿Ilm-qué? — preguntaron ambas chicas.
—¡Ilmsun!, uno de los personajes principales de la saga — respondió el ojirojo —, ¡es el amor de mi vida!
Ellas se miraron entre sí, no entendían de qué hablaba el niño y él se dio cuenta de su desconcierto.
—Bueno, no importa — negó el rubio —, ¿cuándo empiezan a vender los pases?
—A principios del otro mes — sonrió la de cabello cyan.
—De acuerdo, tendré que buscar la manera de conseguir un pase especial, en caso de que se presente Ilmsun — una sonrisa tonta adornó sus labios.
—Si sabes que será un actor o modelo disfrazado, ¿verdad? — señaló la pelirosa.
—¡Él no! —negó el niño con total seriedad — Ilmsun es único y su poder especial es increíble, ¡sus llamas azules son como el mismísimo infierno! — dijo con ilusión.
Los desarrolladores del juego, eran elementales y usaron algunos conocimientos para contar una historia, así que el ojirrojo creía que su personaje favorito debía ser un elemental real o lo fue, porque no conocía a ninguno así; estaba consciente que no había un solo elemental que pudiera crear llamas azules, pero eso no le importaba, guardaba la esperanza de encontrarlo algún día.
—Él es perfecto y no cualquier actor puede interpretarlo — prosiguió con seguridad, debido a las características del personaje, jamás se había presentado en persona, como todos los demás que conformaban el juego.
—Si tú lo dices — los ojos miel de la coatí buscaron a su amiga, quien solo se alzó de hombros.
—Si tan solo pudiera encontrar a alguien así.
—Solo es fantasía, no creo que lo encuentres — los ojos grises de Penny lo miraban con seriedad.
«¿Fantasía? Ah, lo olvidaba, tú no sabes nada…» suspiró — sí, lo sé, pero no tiene nada de malo soñar, ¿o sí? — le guiñó un ojo — en fin, ahora, voy a practicar un poco — sonrió el hurón —, en unos minutos más debo irme.
—Está bien — asintieron ellas, concentrándose en sus instrumentos también.
El rubio se acercó a uno de los ventanales y constató que el violín estuviera afinado. Apenas estaba dando las primeras notas, cuando escuchó la puerta abrirse, no le prestó atención, imaginando que se trataba de alguna de las otras jóvenes.
—¡Ahí estás!
Ante la voz varonil, el hurón volteó a ver al recién llegado, quien obvio, no iba a practicar música, encontrándose a un híbrido enorme, que debido a su pequeña protuberancia blanca en la parte superior de su frente, podía asegurar que era rinoceronte, aunque este cuerno no estaba muy desarrollado por su edad, además, el cabello chispudo del mismo color, podía llegar a ocultarlo.
—Tú, pequeño hurón, ¡te crees superior solo por ser el más inteligente de la escuela!, ¿eh? — lo señaló de manera despectiva.
El ojirojo levantó una ceja — ¿te refieres a mí? — preguntó con inocencia, señalándose con el arco del violín, ya que no conocía al recién llegado.
—¡Sí, tú! — respondió molesto el mayor, ejerciendo presión en el marco de la puerta, porque no se había movido de lugar — voy a darte un escarmiento, ¡para que aprendas a no hablar a espaldas de otros!
—Realmente no sé de qué hablas — negó confundido el menor.
—¿No sabes de qué hablo? — sonrió el mayor y sus ojos verdosos brillaron con furia — ¡pues te haré recordar!
El peliblanco dio unos pasos, sujetó una silla y sin mucho esfuerzo, se la lanzo al hurón. El rubio dio un salto a un lado para evitar el golpe, aunque cayó de costado, tratando de proteger el violín que tenía entre sus brazos; la silla se estrelló contra el cristal de la ventana y salió volando, todo ante los gritos de las dos jovencitas que estaban presentes.
—¡Penny, Wanda! — Aidan gritó desde su lugar — por favor — las miró con un gesto de miedo — ¡vayan por ayuda!
Ambas salieron corriendo por la puerta y sus gritos se escucharon en el pasillo. Cuando Aidan se dio cuenta que estaban en los otros salones, buscando a alguien que las socorriera, su gesto cambió y le dedicó una mirada fría al otro.
—Ahora sí, — se puso de pie de un salto, dejó el violín de lado y se tronó los dedos —, vamos a hablar a mi manera.
—¿Vas a enfrentarme? — el mayor sonrió — ¡no tienes oportunidad!
—Créeme, muchos me han dicho lo mismo — el ojirrojo sonrió —, pero me las he arreglado muy bien… ahora, ¿de qué demonios hablas? — frunció el ceño.
—Me he enterado que has dicho que soy un cobarde, que me gustan los chicos, especialmente tú y ¡que no me atrevo a decirlo por vergüenza! — sujetó otra silla y se la lanzó al rubio.
Aidan esquivó con facilidad el proyectil, aunque este se estrelló contra algunos instrumentos de viento.
—¡Uy! La profesora Zoubaa se molestará — hizo un gesto preocupado —, pero volviendo a nuestro tema, yo ni siquiera te conozco, no es como que pudiera decir algo así, ¿no lo crees?
—¡Por eso lo vas a aclarar frente a la escuela! — el peliblanco se abalanzó contra el ojirrojo.
El hurón se hizo a un lado y le metió el pie, consiguiendo que cayera de bruces contra los tambores y de manera dolorosa, tumbándolos, junto con la batería.
—¡Deja de huir! — gritó el otro, al incorporarse, completamente fúrico.
—Créeme, por tu bien, es mejor que huya — el rubio se alzó de hombros —, pero dime, ¿cuál es el problema? ¿No te parezco bonito?
—¡A mí me gustan las chicas! — se señaló el ojiverde con desespero — y con esos rumores, ¡mis posibilidades disminuyen!
—Ya veo… — el hurón pasó la mano por su mentón — sí, tienes un problema.
—¡Deja de burlarte!
Una vez más, el joven rinoceronte arremetió contra Aidan; el rubio lo esquivó, consiguiendo que chocara contra otros instrumentos de cuerda, rompiendo varios debido a los golpes y la caída.
—Pero te aseguro que yo no he dicho nada — dijo con total seriedad el ojirrojo —, honestamente, no eres mi tipo — continuó, recargándose en el piano —, dime, ¿quién te dijo semejante tontería?
—Ottel — respondió el peliblanco, bufando de coraje.
—¡¿Ottel?! — el hurón se sobresaltó — así que fue ese idiota el que te dijo esas mentiras, ¿por qué no me sorprende?
—¡Él es de tu misma clase! — gritó el ojiverde — ¡Obvio que sabe lo que haces y dices!
La lógica del otro era demasiado simple, pero no por ello era lo correcto, así que tenía que calmarlo, especialmente al darse cuenta que estaba iracundo y se preparaba para embestirlo de nuevo, como cualquier rinoceronte lo haría y aunque no tuviera un cuerno desarrollado, si llegaba a alcanzarlo, tendría que defenderse y podría salir lastimado seriamente.
—Escucha, mejor déjalo así, Ottel te mintió — el menor le restó importancia —, pero ya me las arreglaré con él.
—¡No! — el otro apretó los puños — ¡voy a darte un escarmiento!
Aidan se dio cuenta que le estaba hablando a una pared y le frustraba la situación, pero no podía enfocar su molestia contra ese chico, que solo era una marioneta en el juego de alguien más, así que, primero lo detendría y luego, iría por el verdadero culpable.
—Cómo quieras — el hurón chasqueó la lengua.
Cuando el joven rinoceronte arremetió contra él, Aidan corrió a su encuentro, pero cuando estaba cerca, derrapó aprovechando el piso pulido, llevando sus pies por enfrente, tratando de golpearle la rodilla; el otro intentó esquivarlo, pero perdió el equilibrio y en medio de un grito desesperado, chocó de frente, contra el piano de cola, haciendo un agujero en la tapa.
Aidan se incorporó — eso será costoso de arreglar, por eso quería tumbarte, pero ni modo…
El sonido de los pasos de alguien que se acercaba, llegó a sus orejas.
—Lo siento, tengo que irme, pero no te preocupes, saludaré a Ottel por ti.
De inmediato se acercó a la ventana, se sujetó del marco y die un salto para salir del salón; cayó al césped con pie firme, sin necesidad de hacer piruetas para amortiguar los golpes, ya que estaba acostumbrado a distancias y caídas mucho más grandes y salir completamente ileso.
«Esta vez, te voy a dar yo el escarmiento, Ottel Coriello…» pensó molesto y salió corriendo hacia el gimnasio, dónde sabía que encontraría a su compañero, sin darse cuenta que alguien lo observaba desde la ventana.
Aidan cruzó parte del terreno escolar sin preocuparse por ver lo que había a su alrededor, «¡estúpido Ottel!» pensaba mientras corría, «esta vez, voy a hacerte algo que realmente te duela, para que por fin me dejes en paz…»
Al llegar al edificio donde se suponía que estaría su clase, se dio cuenta que el lugar estaba solo.
—¡¿Dónde están todos?! — se preguntó molesto.
No lo pensó dos veces y salió de ahí, encontrándose a un par de sus compañeros.
—¡Chris! — gritó el nombre del canino de cabello bicolor — ¡Benny! — dijo para el castaño, híbrido toro que acompañaba al otro.
—¡Aidan! — se sorprendió el primer jovencito — ¿viniste a clases?
—Algo así — sonrió el rubio con sarcasmo —, ¿han visto a Ottel?
—No en los últimos minutos — negó el can.
—De seguro se fue por el lado contrario — añadió Benny.
—¿Lado contrario? — el hurón frunció el ceño.
—Es que el profesor nos envió a recorrer el perímetro de la escuela — señaló hacia el extremo más cercano de la escuela —, pero todos nos separamos y tomamos caminos distintos — explicó el castaño.
—¡Gracias! — Aidan se despidió con un ademán y corrió hacia dónde le habían señalado.
—¡Hola, Kesito! — saludaron a la vez.
—¿Qué hay, chicas?
Penny, la chica zorrillo, sonrió — ¿cómo te fue en las vacaciones?
—Bien, ¿y a ustedes? — preguntó por cortesía.
—También — Wanda, la coatí asintió de inmediato.
—Por cierto, no te vimos en la convención de verano — señaló Penny —, ¿no te disfrazaste en esta ocasión?
—No, esta vez no — negó —, tuve que salir fuera de la ciudad…
—¡Oh! Creímos que te vestirías de ‘maid’ como el año pasado — la risita divertida de Wanda se escuchó —, fue muy divertido ver como todos andaban detrás de ti.
—No fue tan divertido para mí — el rubio negó, pues tuvo dificultades con otros, cuando se daban cuenta que era chico — y en esta ocasión me quería disfrazar de otra cosa — se alzó de hombros —, pero no, no pude — suspiró.
—¿Irás a la convención de videojuegos, a finales de octubre?
—Si puedo, sí, si es que no se atraviesa el recital, como el año pasado — contestó mientras buscaba un violín, ya que no había llevado el propio.
—Este año habrá una presentación especial de streitkraft.
Con el nombre del juego en línea que más le gustaba, Aidan se giró a ver a Penny — ¡¿cómo sabes eso?! — preguntó con ansiedad.
—Mi papá es uno de los inversionistas y dueño del centro de convenciones — dijo con rapidez —, el año pasado, supe que te encontraron jugando en una de las computadoras del laboratorio de computo — se alzó de hombros —, así que supuse que te gusta ese juego, ¿me equivoco?
—¡Adoro ese juego! — abrazó el violín que traía en mano — ¡por Ilmsun haría cualquier cosa! — suspiró con anhelo.
—¿Ilm-qué? — preguntaron ambas chicas.
—¡Ilmsun!, uno de los personajes principales de la saga — respondió el ojirojo —, ¡es el amor de mi vida!
Ellas se miraron entre sí, no entendían de qué hablaba el niño y él se dio cuenta de su desconcierto.
—Bueno, no importa — negó el rubio —, ¿cuándo empiezan a vender los pases?
—A principios del otro mes — sonrió la de cabello cyan.
—De acuerdo, tendré que buscar la manera de conseguir un pase especial, en caso de que se presente Ilmsun — una sonrisa tonta adornó sus labios.
—Si sabes que será un actor o modelo disfrazado, ¿verdad? — señaló la pelirosa.
—¡Él no! —negó el niño con total seriedad — Ilmsun es único y su poder especial es increíble, ¡sus llamas azules son como el mismísimo infierno! — dijo con ilusión.
Los desarrolladores del juego, eran elementales y usaron algunos conocimientos para contar una historia, así que el ojirrojo creía que su personaje favorito debía ser un elemental real o lo fue, porque no conocía a ninguno así; estaba consciente que no había un solo elemental que pudiera crear llamas azules, pero eso no le importaba, guardaba la esperanza de encontrarlo algún día.
—Él es perfecto y no cualquier actor puede interpretarlo — prosiguió con seguridad, debido a las características del personaje, jamás se había presentado en persona, como todos los demás que conformaban el juego.
—Si tú lo dices — los ojos miel de la coatí buscaron a su amiga, quien solo se alzó de hombros.
—Si tan solo pudiera encontrar a alguien así.
—Solo es fantasía, no creo que lo encuentres — los ojos grises de Penny lo miraban con seriedad.
«¿Fantasía? Ah, lo olvidaba, tú no sabes nada…» suspiró — sí, lo sé, pero no tiene nada de malo soñar, ¿o sí? — le guiñó un ojo — en fin, ahora, voy a practicar un poco — sonrió el hurón —, en unos minutos más debo irme.
—Está bien — asintieron ellas, concentrándose en sus instrumentos también.
El rubio se acercó a uno de los ventanales y constató que el violín estuviera afinado. Apenas estaba dando las primeras notas, cuando escuchó la puerta abrirse, no le prestó atención, imaginando que se trataba de alguna de las otras jóvenes.
—¡Ahí estás!
Ante la voz varonil, el hurón volteó a ver al recién llegado, quien obvio, no iba a practicar música, encontrándose a un híbrido enorme, que debido a su pequeña protuberancia blanca en la parte superior de su frente, podía asegurar que era rinoceronte, aunque este cuerno no estaba muy desarrollado por su edad, además, el cabello chispudo del mismo color, podía llegar a ocultarlo.
—Tú, pequeño hurón, ¡te crees superior solo por ser el más inteligente de la escuela!, ¿eh? — lo señaló de manera despectiva.
El ojirojo levantó una ceja — ¿te refieres a mí? — preguntó con inocencia, señalándose con el arco del violín, ya que no conocía al recién llegado.
—¡Sí, tú! — respondió molesto el mayor, ejerciendo presión en el marco de la puerta, porque no se había movido de lugar — voy a darte un escarmiento, ¡para que aprendas a no hablar a espaldas de otros!
—Realmente no sé de qué hablas — negó confundido el menor.
—¿No sabes de qué hablo? — sonrió el mayor y sus ojos verdosos brillaron con furia — ¡pues te haré recordar!
El peliblanco dio unos pasos, sujetó una silla y sin mucho esfuerzo, se la lanzo al hurón. El rubio dio un salto a un lado para evitar el golpe, aunque cayó de costado, tratando de proteger el violín que tenía entre sus brazos; la silla se estrelló contra el cristal de la ventana y salió volando, todo ante los gritos de las dos jovencitas que estaban presentes.
—¡Penny, Wanda! — Aidan gritó desde su lugar — por favor — las miró con un gesto de miedo — ¡vayan por ayuda!
Ambas salieron corriendo por la puerta y sus gritos se escucharon en el pasillo. Cuando Aidan se dio cuenta que estaban en los otros salones, buscando a alguien que las socorriera, su gesto cambió y le dedicó una mirada fría al otro.
—Ahora sí, — se puso de pie de un salto, dejó el violín de lado y se tronó los dedos —, vamos a hablar a mi manera.
—¿Vas a enfrentarme? — el mayor sonrió — ¡no tienes oportunidad!
—Créeme, muchos me han dicho lo mismo — el ojirrojo sonrió —, pero me las he arreglado muy bien… ahora, ¿de qué demonios hablas? — frunció el ceño.
—Me he enterado que has dicho que soy un cobarde, que me gustan los chicos, especialmente tú y ¡que no me atrevo a decirlo por vergüenza! — sujetó otra silla y se la lanzó al rubio.
Aidan esquivó con facilidad el proyectil, aunque este se estrelló contra algunos instrumentos de viento.
—¡Uy! La profesora Zoubaa se molestará — hizo un gesto preocupado —, pero volviendo a nuestro tema, yo ni siquiera te conozco, no es como que pudiera decir algo así, ¿no lo crees?
—¡Por eso lo vas a aclarar frente a la escuela! — el peliblanco se abalanzó contra el ojirrojo.
El hurón se hizo a un lado y le metió el pie, consiguiendo que cayera de bruces contra los tambores y de manera dolorosa, tumbándolos, junto con la batería.
—¡Deja de huir! — gritó el otro, al incorporarse, completamente fúrico.
—Créeme, por tu bien, es mejor que huya — el rubio se alzó de hombros —, pero dime, ¿cuál es el problema? ¿No te parezco bonito?
—¡A mí me gustan las chicas! — se señaló el ojiverde con desespero — y con esos rumores, ¡mis posibilidades disminuyen!
—Ya veo… — el hurón pasó la mano por su mentón — sí, tienes un problema.
—¡Deja de burlarte!
Una vez más, el joven rinoceronte arremetió contra Aidan; el rubio lo esquivó, consiguiendo que chocara contra otros instrumentos de cuerda, rompiendo varios debido a los golpes y la caída.
—Pero te aseguro que yo no he dicho nada — dijo con total seriedad el ojirrojo —, honestamente, no eres mi tipo — continuó, recargándose en el piano —, dime, ¿quién te dijo semejante tontería?
—Ottel — respondió el peliblanco, bufando de coraje.
—¡¿Ottel?! — el hurón se sobresaltó — así que fue ese idiota el que te dijo esas mentiras, ¿por qué no me sorprende?
—¡Él es de tu misma clase! — gritó el ojiverde — ¡Obvio que sabe lo que haces y dices!
La lógica del otro era demasiado simple, pero no por ello era lo correcto, así que tenía que calmarlo, especialmente al darse cuenta que estaba iracundo y se preparaba para embestirlo de nuevo, como cualquier rinoceronte lo haría y aunque no tuviera un cuerno desarrollado, si llegaba a alcanzarlo, tendría que defenderse y podría salir lastimado seriamente.
—Escucha, mejor déjalo así, Ottel te mintió — el menor le restó importancia —, pero ya me las arreglaré con él.
—¡No! — el otro apretó los puños — ¡voy a darte un escarmiento!
Aidan se dio cuenta que le estaba hablando a una pared y le frustraba la situación, pero no podía enfocar su molestia contra ese chico, que solo era una marioneta en el juego de alguien más, así que, primero lo detendría y luego, iría por el verdadero culpable.
—Cómo quieras — el hurón chasqueó la lengua.
Cuando el joven rinoceronte arremetió contra él, Aidan corrió a su encuentro, pero cuando estaba cerca, derrapó aprovechando el piso pulido, llevando sus pies por enfrente, tratando de golpearle la rodilla; el otro intentó esquivarlo, pero perdió el equilibrio y en medio de un grito desesperado, chocó de frente, contra el piano de cola, haciendo un agujero en la tapa.
Aidan se incorporó — eso será costoso de arreglar, por eso quería tumbarte, pero ni modo…
El sonido de los pasos de alguien que se acercaba, llegó a sus orejas.
—Lo siento, tengo que irme, pero no te preocupes, saludaré a Ottel por ti.
De inmediato se acercó a la ventana, se sujetó del marco y die un salto para salir del salón; cayó al césped con pie firme, sin necesidad de hacer piruetas para amortiguar los golpes, ya que estaba acostumbrado a distancias y caídas mucho más grandes y salir completamente ileso.
«Esta vez, te voy a dar yo el escarmiento, Ottel Coriello…» pensó molesto y salió corriendo hacia el gimnasio, dónde sabía que encontraría a su compañero, sin darse cuenta que alguien lo observaba desde la ventana.
Aidan cruzó parte del terreno escolar sin preocuparse por ver lo que había a su alrededor, «¡estúpido Ottel!» pensaba mientras corría, «esta vez, voy a hacerte algo que realmente te duela, para que por fin me dejes en paz…»
Al llegar al edificio donde se suponía que estaría su clase, se dio cuenta que el lugar estaba solo.
—¡¿Dónde están todos?! — se preguntó molesto.
No lo pensó dos veces y salió de ahí, encontrándose a un par de sus compañeros.
—¡Chris! — gritó el nombre del canino de cabello bicolor — ¡Benny! — dijo para el castaño, híbrido toro que acompañaba al otro.
—¡Aidan! — se sorprendió el primer jovencito — ¿viniste a clases?
—Algo así — sonrió el rubio con sarcasmo —, ¿han visto a Ottel?
—No en los últimos minutos — negó el can.
—De seguro se fue por el lado contrario — añadió Benny.
—¿Lado contrario? — el hurón frunció el ceño.
—Es que el profesor nos envió a recorrer el perímetro de la escuela — señaló hacia el extremo más cercano de la escuela —, pero todos nos separamos y tomamos caminos distintos — explicó el castaño.
—¡Gracias! — Aidan se despidió con un ademán y corrió hacia dónde le habían señalado.
~ • ~ • ~
El pequeño hurón corría por el perímetro, pasando por un lado de sus compañeros, que caminaban con lentitud, haciendo la tarea que les había impuesto su profesor de deportes; el rubio iba tan enojado, que ni siquiera se dio cuenta cuando pasó al lado de sus amigas Katy y Yuri, quienes trotaban de manera tranquila.
—¿Ese era Kesito? — preguntó la rubia, al ver la cola del hurón pasar a su lado.
—Creo que sí — asintió la peliazul con lentitud, pues ni siquiera lo había visto bien.
—¡Aidan! — gritaron ambas, pero el otro no se detuvo.
—¿A dónde irá?
—No lo sé — negó la coneja — pero jamás lo había visto correr así.
—¿Crees que pasó algo malo? — Katy se preocupó.
—Tal vez…
Por su parte, el rubio solo tenía en mente alcanzar a Ottel y a lo lejos, lo alcanzó a ver; iba caminando tranquilamente con sus amigos, por lo que no estaba atento a su alrededor.
«Hora de romper unas cuantas reglas…» pensó el ojirrojo, a sabiendas que no debía meterse en problemas en su escuela, pero para él, era necesario «aunque al menos, intentaré no romperle ni un solo hueso…»
Al acercarse a su compañero, el hurón dio un salto y con el impulso que llevaba, le propinó una patada en la espalda, consiguiendo que el otro cayera de frente, dando de lleno con su rostro en la tierra, todo ante la mirada atónita de la hiena, el armadillo y el orangután.
El pequeño rubio cayó al piso con gracia, aunque sus pies hicieron una marca en la tierra, por movimiento que hizo para frenar la carrera que llevaba, se devolvió un par de pasos, se inclinó y sujetó la camisa de Ottel por la parte trasera; sin ninguna consideración, lo giró, para dejarlo boca arriba, pero aun lo dejó contra el piso.
Ottel se quejaba, porque le estaba sangrando la nariz y se encontraba desorientado, pero eso no le importó al hurón, que de inmediato se colocó sobre el abdomen de su presa, agarró la parte delantera del uniforme deportivo de su compañero con su mano izquierda y lo sacudió, para que pudiera recuperar un poco la noción de lo que ocurría.
—La próxima vez que quieras enviar a alguien a darme un escarmiento, ¡asegúrate que pueda hacerlo! — espetó iracundo e hizo un movimiento con su brazo derecho, cubierto por su manga negra, pero algo lo detuvo en el último momento antes de golpearlo, a pesar de que Ottel apretó los parpados, porque pensó que recibiría el golpe.
Alguien levantó al pequeño hurón, sorprendiéndolo por detrás y sujetándolo por debajo de los brazos.
—¡¿Qué?! — Preguntó el rubio al estar en el aire, pero no podía ver a quien lo sujetaba — ¡Suéltame!
Podía usar una de sus habilidades, pero estaba en la escuela y a pesar de todo, debía comportarse como un estudiante cualquiera, así que solo le quedaba patalear y removerse, intentando zafarse.
—¡¿Cómo es que una cosita tan pequeña, puede causar tanto alboroto?! — la voz varonil se escuchó con seriedad.
Las mejillas de Aidan se tiñeron de rojo, debido al coraje y molestia; detestaba que le dijeran que era pequeño.
Lo único que atinó a hacer, fue fingir demencia — ¡yo no hice nada!
—¿Qué no hiciste nada? La patada que le propinaste a Coriello, ¡¿no es nada?!
El rubio hizo un mohín y sus mejillas se inflaron — se lo merecía — acusó de manera infantil.
—Eso lo decidiré yo…
Ante esas palabras Aidan supo que quien lo sujetaba, era algún guardia o profesor; hizo un mohín y suspiró, tendría que ponerle cara de niño bueno, cuando le permitiera verlo al rostro.
—Ustedes — el mayor seguía dando indicaciones —, ayuden a Coriello a levantarse y llévenlo a la enfermería.
—¡Sí! — respondieron los amigos de Ottel.
Aidan les sonrió con malicia y ellos parecieron temblar, aun así, los tres se movieron y ayudaron a Ottel, justo como había indicado su profesor; cuando Ottel estuvo de pie, el hurón le hizo una seña con la mano y sus dedos, era una clara amenaza que después arreglaría cuentas con él.
Cuando los cuatro se alejaron, Aidan volvió a sentir el piso bajo sus pies, porque quien lo sujetaba lo bajó.
—Ahora sí, vamos a hablar, jovencito — dijo la voz seria.
Aidan entornó los ojos, chasqueó la lengua y cambió su gesto a uno amable, para poder girarse y excusarse ante la persona que lo detuvo.
—Pero si no hice nada ma… — el aire se fue de los pulmones del hurón, al ver lo que tenía enfrente — lo… — terminó en un murmullo, al darse cuenta que el otro era un híbrido pantera, justo como su personaje favorito, sus labios se abrieron con sorpresa y sus mejillas se tiñeron de rojo — ¡Ilmsun! — dijo con emoción y un gesto embobado se hizo presente en su rostro.
—¿Qué cosa? — preguntó el otro con poco interés y se cruzó de brazos.
La mirada fría, la actitud hostil y de poco interés, hicieron que al ojirrojo le temblaran las piernas de emoción, pero debía sobreponerse y trató de hacerlo, aunque le fuera imposible.
—Ah… nada — una risita se escuchó —, como decía — carraspeó y pasó la mano por su rostro —, no hice nada malo — se excusó con nervios, al sentir la mirada azul sobre él, por lo que tuvo que tomar otra actitud — y además — puso las manos en su cintura y se puso a la defensiva — ¿quién eres tú para regañarme? ¿El nuevo conserje?
—No, soy Ikem Oliveira, el nuevo profesor de deportes.
El hurón sintió como si le echaran un cubetazo de agua fría — ¿de… portes? — su voz apenas salió — ¡No puede ser! — negó con más ahínco — ¡¿Por qué nadie me dijo que usted sería el nuevo profesor de deportes?!
—Quizá, si te hubieras aparecido a la asamblea de hoy, te habrías enterado como todos los demás.
— ¿Por qué deportes? ¡¿Por qué?! — preguntó mirando al cielo — el primer híbrido pantera que conozco y ¡es el profesor de deportes! — estrujó sus mechones dorados, con destellos rojos, de manera desesperada —, ¡¿por qué me persigue la desgracia?!
—No entiendo de qué hablas — dijo el mayor con voz seria.
«Es cierto, puede que él no sepa quién es mi adorado Ilmsun…» el rubio levantó el rostro y lo miró a los ojos — ¿juega Streitkraft?
—¿Qué es eso?
Ante la pregunta, supo que no era un jugador de videojuegos — por eso no me entiende — dijo con tristeza.
—Deja de desviar la plática — la voz grave del mayor, le dijo al rubio que no estaba de humor —, volvamos a tu mal comportamiento.
—¿Mal comportamiento? — Aidan puso la mano en su pecho, eso era ofensivo para él, porque no creía haberse portado tan mal — yo no he hecho nada malo — aseguró.
—¿Qué no hiciste nada malo? Bien, hagamos el recuento…
Ante la sonrisa sádica que el pelinegro puso, el pequeño hurón sintió que se estremecía, pero no por miedo, sino por la emoción de ver ese mismo gesto que ponía su personaje favorito, cuando lo miraba en los videos o cinemáticas de su videojuego y en el fondo, era algo fascinante.
—Faltaste a clase — dijo el otro, sacándolo de su ensueño —, golpeaste a un alumno en la sala de música…
—¿Cómo sabe que…?
—¡Déjame terminar! — interrumpió el mayor — destruiste propiedad escolar…
—¡Yo no hice eso! — se defendió.
—Entonces, ¿quién fue? porque no creo que los instrumentos se hayan roto por obra y gracia divina, ¿verdad?
—Técnicamente fue culpa del otro, él se golpeó contra ellos — la risita divertida del niño, pareció molestar al mayor, aunque él sabía que no mentía.
—Así que eres de los ‘chistositos’ de las clases, ¡pues a mí no me causas gracia!
—Eso es porque es un profesor amargado — Aidan hizo un mohín, pero la imagen de su amor ficticio le hizo cambiar de precepción de inmediato —, aunque a Ilmsun tampoco le causaría gracia — rió.
—Y dale con Ilm… ¡lo que sea!
Ante el grito, el ojirrojo supo que el otro no tenía mucha paciencia.
—Y finalmente, golpeaste a uno de tus compañeros, ¡frente a mí! — dijo con gesto severo y lo señaló.
Aidan se sorprendió — ¡no lo golpee!
—¿Ah, no?
—No, solo lo patee — se cruzó de brazos y habló con seriedad —, el golpe no se lo di, porque usted me detuvo.
El gesto del moreno le causaba interés al rubio, realmente se podía decir que estaba mirando a otra persona y eso le emocionaba, aunque de una u otra manera, debía poner los pies en la tierra
—Me doy cuenta que eres un caso perdido, jovencito — señaló el mayor —, pero mientras estés en mi clase, te comportarás.
—Lamentablemente para usted, no estaba en su clase — Aidan lo miró de reojo, «aunque me hubiera gustado…» —, tengo justificadas las clases deporte, así que no acudo a ellas, aunque ahora eso me parece una lástima, pero es por mi bien — la clase de deporte estaba prohibida o podía llegar a cometer imprudencias, como la que había hecho momentos antes — y de los demás también.
—¿Por tu bien? Que yo sepa, no tienes ninguna enfermedad que te impida realizar deportes, ¿o sí?
Aidan entrecerró los ojos — ¿qué? ¿Acaso se tomó el tiempo de ver mi expediente?
—Algo así — dijo el ojiazul con un tono que no le gustó al niño.
—No, no tengo ninguna enfermedad, pero, tengo esto — puso las manos frente al profesor, para que las viera con facilidad.
—¿Tienes algo en la mano derecha? ¿Por eso el guante negro? — indagó el mayor, de una manera poco amable.
—¡No! — Aidan se sintió molesto por esas palabras — ¡son manos de artista! — dijo con orgullo — soy el primer violinista de la orquesta de la escuela y además, también realizo presentaciones en otros lugares, así que si me lastimo, la escuela y el mundo, se perderían de mi talento.
—Pero bien que eso no te detiene para golpear a otros, ¿verdad?
—¡Yo no he golpeado a nadie! — repitió — y además… — el sonido de su alarma se escuchó y de inmediato observó su reloj, ya era la 1:10 pm, era la alarma por si se le hacía tarde practicando y eso le decía que no tenía mucho tiempo — ¡mierda!
—¡Ese lenguaje, jovencito!
El ojirrojo levantó una ceja — ¿acaso usted no dice alguna mala palabra de cuando en cuando? — preguntó con escepticismo.
—Sí, pero no me escucharás decirlo en esta escuela.
Aidan entornó los ojos, pero no tenía tiempo de refutar eso, así que era mejor despedirse — cómo sea, tengo que irme, profe, nos vemos luego.
Antes de que el hurón se alejara, el profesor lo detuvo.
—Oh, no, tú no vas a ningún lado, aún estas en horario escolar, especialmente en mi clase y tienes que terminar la actividad de hoy.
—No lo creo — el rubio sonrió de lado y con un movimiento de su hombro, se liberó del agarre y dio un par de saltitos, para alejarse del mayor.
«Aunque me agrada la idea de seguir fantaseando que eres mi amado Ilmsun, no puedo quedarme más tiempo…» — lo siento, profe, pero tengo un compromiso importante — movió la mano hasta su frente e hizo una especie de saludo militar, pero de una manera burlona —, ya luego nos presentamos mejor... — se giró y siguió su camino.
«Tengo que apresurarme, no me gusta llegar tarde a las misiones…» pensó, mientras se encaminaba a los edificios.
—¡Espera ahí!
La orden hizo que el ojirrojo volteara, pero el susto lo hizo gritar; el chico pantera estaba ya a su lado y lo sujetó en brazos de nuevo.
—¡¿Qué le pasa?! ¡Bájeme! — pidió con rapidez, dándose cuenta que lo movía con suma facilidad debido a su tamaño y eso le molestaba.
—No irás a ningún lado sin terminar la actividad y después, pasarás a la dirección, a responder por tus infracciones.
—¡¿Dirección?! Eso me quitará mucho tiempo — el rubio sentía sus mejillas arder y terminó pataleando, ya que el otro lo llevaba bajo uno solo de sus brazos, como si fuera un pequeño costal —, profe, en serio, tengo algo urgente que hacer, ¡y no puedo faltar a esa cita!
—A esta tampoco puedes faltar — sonrió el moreno.
«¡Por Sunne! Si este hombre fuera Ilmsun no me molestaría que hiciera esto siempre, ¡pero no tengo tiempo!» se dijo con desespero — me está obligando a hacer algo drástico y le advierto que me estoy deteniendo porque se parece ¡a mí adorado Ilmsun!
—¡No me digas!
Aidan se sintió molesto, era obvio que el otro no lo tomaba en serio — bien, ¡usted lo pidió! — apretó los puños, dándose ánimos para hacer lo que pensó, aunque sabía que no era correcto — oh, cariño mío, perdóname por lo que haré, juro que me redimiré en la noche, cuando vaya a la batalla en tu nombre.
—¿De qué hablas?
Sin responder, Aidan hizo que su cuerpo completo aumentara de temperatura, solo lo suficiente para que el calor que desprendiera, molestara al otro al punto de escocerlo y lo liberara; no fue difícil, ya que él podía hacer eso y más, aunque muchas veces se excedía, ese día, lo hizo con mucho cuidado. Cuando se sintió libre del agarre, volvió a la normalidad de inmediato
—Lo siento profe, pero en serio tengo que irme, otro día con gusto, lo acompaño a donde quiera…
Aidan dio media vuelta y empezó a correr.
«Aún tengo que ir por mis cosas, ¡no debo perder más tiempo!»
—¿Ese era Kesito? — preguntó la rubia, al ver la cola del hurón pasar a su lado.
—Creo que sí — asintió la peliazul con lentitud, pues ni siquiera lo había visto bien.
—¡Aidan! — gritaron ambas, pero el otro no se detuvo.
—¿A dónde irá?
—No lo sé — negó la coneja — pero jamás lo había visto correr así.
—¿Crees que pasó algo malo? — Katy se preocupó.
—Tal vez…
Por su parte, el rubio solo tenía en mente alcanzar a Ottel y a lo lejos, lo alcanzó a ver; iba caminando tranquilamente con sus amigos, por lo que no estaba atento a su alrededor.
«Hora de romper unas cuantas reglas…» pensó el ojirrojo, a sabiendas que no debía meterse en problemas en su escuela, pero para él, era necesario «aunque al menos, intentaré no romperle ni un solo hueso…»
Al acercarse a su compañero, el hurón dio un salto y con el impulso que llevaba, le propinó una patada en la espalda, consiguiendo que el otro cayera de frente, dando de lleno con su rostro en la tierra, todo ante la mirada atónita de la hiena, el armadillo y el orangután.
El pequeño rubio cayó al piso con gracia, aunque sus pies hicieron una marca en la tierra, por movimiento que hizo para frenar la carrera que llevaba, se devolvió un par de pasos, se inclinó y sujetó la camisa de Ottel por la parte trasera; sin ninguna consideración, lo giró, para dejarlo boca arriba, pero aun lo dejó contra el piso.
Ottel se quejaba, porque le estaba sangrando la nariz y se encontraba desorientado, pero eso no le importó al hurón, que de inmediato se colocó sobre el abdomen de su presa, agarró la parte delantera del uniforme deportivo de su compañero con su mano izquierda y lo sacudió, para que pudiera recuperar un poco la noción de lo que ocurría.
—La próxima vez que quieras enviar a alguien a darme un escarmiento, ¡asegúrate que pueda hacerlo! — espetó iracundo e hizo un movimiento con su brazo derecho, cubierto por su manga negra, pero algo lo detuvo en el último momento antes de golpearlo, a pesar de que Ottel apretó los parpados, porque pensó que recibiría el golpe.
Alguien levantó al pequeño hurón, sorprendiéndolo por detrás y sujetándolo por debajo de los brazos.
—¡¿Qué?! — Preguntó el rubio al estar en el aire, pero no podía ver a quien lo sujetaba — ¡Suéltame!
Podía usar una de sus habilidades, pero estaba en la escuela y a pesar de todo, debía comportarse como un estudiante cualquiera, así que solo le quedaba patalear y removerse, intentando zafarse.
—¡¿Cómo es que una cosita tan pequeña, puede causar tanto alboroto?! — la voz varonil se escuchó con seriedad.
Las mejillas de Aidan se tiñeron de rojo, debido al coraje y molestia; detestaba que le dijeran que era pequeño.
Lo único que atinó a hacer, fue fingir demencia — ¡yo no hice nada!
—¿Qué no hiciste nada? La patada que le propinaste a Coriello, ¡¿no es nada?!
El rubio hizo un mohín y sus mejillas se inflaron — se lo merecía — acusó de manera infantil.
—Eso lo decidiré yo…
Ante esas palabras Aidan supo que quien lo sujetaba, era algún guardia o profesor; hizo un mohín y suspiró, tendría que ponerle cara de niño bueno, cuando le permitiera verlo al rostro.
—Ustedes — el mayor seguía dando indicaciones —, ayuden a Coriello a levantarse y llévenlo a la enfermería.
—¡Sí! — respondieron los amigos de Ottel.
Aidan les sonrió con malicia y ellos parecieron temblar, aun así, los tres se movieron y ayudaron a Ottel, justo como había indicado su profesor; cuando Ottel estuvo de pie, el hurón le hizo una seña con la mano y sus dedos, era una clara amenaza que después arreglaría cuentas con él.
Cuando los cuatro se alejaron, Aidan volvió a sentir el piso bajo sus pies, porque quien lo sujetaba lo bajó.
—Ahora sí, vamos a hablar, jovencito — dijo la voz seria.
Aidan entornó los ojos, chasqueó la lengua y cambió su gesto a uno amable, para poder girarse y excusarse ante la persona que lo detuvo.
—Pero si no hice nada ma… — el aire se fue de los pulmones del hurón, al ver lo que tenía enfrente — lo… — terminó en un murmullo, al darse cuenta que el otro era un híbrido pantera, justo como su personaje favorito, sus labios se abrieron con sorpresa y sus mejillas se tiñeron de rojo — ¡Ilmsun! — dijo con emoción y un gesto embobado se hizo presente en su rostro.
—¿Qué cosa? — preguntó el otro con poco interés y se cruzó de brazos.
La mirada fría, la actitud hostil y de poco interés, hicieron que al ojirrojo le temblaran las piernas de emoción, pero debía sobreponerse y trató de hacerlo, aunque le fuera imposible.
—Ah… nada — una risita se escuchó —, como decía — carraspeó y pasó la mano por su rostro —, no hice nada malo — se excusó con nervios, al sentir la mirada azul sobre él, por lo que tuvo que tomar otra actitud — y además — puso las manos en su cintura y se puso a la defensiva — ¿quién eres tú para regañarme? ¿El nuevo conserje?
—No, soy Ikem Oliveira, el nuevo profesor de deportes.
El hurón sintió como si le echaran un cubetazo de agua fría — ¿de… portes? — su voz apenas salió — ¡No puede ser! — negó con más ahínco — ¡¿Por qué nadie me dijo que usted sería el nuevo profesor de deportes?!
—Quizá, si te hubieras aparecido a la asamblea de hoy, te habrías enterado como todos los demás.
— ¿Por qué deportes? ¡¿Por qué?! — preguntó mirando al cielo — el primer híbrido pantera que conozco y ¡es el profesor de deportes! — estrujó sus mechones dorados, con destellos rojos, de manera desesperada —, ¡¿por qué me persigue la desgracia?!
—No entiendo de qué hablas — dijo el mayor con voz seria.
«Es cierto, puede que él no sepa quién es mi adorado Ilmsun…» el rubio levantó el rostro y lo miró a los ojos — ¿juega Streitkraft?
—¿Qué es eso?
Ante la pregunta, supo que no era un jugador de videojuegos — por eso no me entiende — dijo con tristeza.
—Deja de desviar la plática — la voz grave del mayor, le dijo al rubio que no estaba de humor —, volvamos a tu mal comportamiento.
—¿Mal comportamiento? — Aidan puso la mano en su pecho, eso era ofensivo para él, porque no creía haberse portado tan mal — yo no he hecho nada malo — aseguró.
—¿Qué no hiciste nada malo? Bien, hagamos el recuento…
Ante la sonrisa sádica que el pelinegro puso, el pequeño hurón sintió que se estremecía, pero no por miedo, sino por la emoción de ver ese mismo gesto que ponía su personaje favorito, cuando lo miraba en los videos o cinemáticas de su videojuego y en el fondo, era algo fascinante.
—Faltaste a clase — dijo el otro, sacándolo de su ensueño —, golpeaste a un alumno en la sala de música…
—¿Cómo sabe que…?
—¡Déjame terminar! — interrumpió el mayor — destruiste propiedad escolar…
—¡Yo no hice eso! — se defendió.
—Entonces, ¿quién fue? porque no creo que los instrumentos se hayan roto por obra y gracia divina, ¿verdad?
—Técnicamente fue culpa del otro, él se golpeó contra ellos — la risita divertida del niño, pareció molestar al mayor, aunque él sabía que no mentía.
—Así que eres de los ‘chistositos’ de las clases, ¡pues a mí no me causas gracia!
—Eso es porque es un profesor amargado — Aidan hizo un mohín, pero la imagen de su amor ficticio le hizo cambiar de precepción de inmediato —, aunque a Ilmsun tampoco le causaría gracia — rió.
—Y dale con Ilm… ¡lo que sea!
Ante el grito, el ojirrojo supo que el otro no tenía mucha paciencia.
—Y finalmente, golpeaste a uno de tus compañeros, ¡frente a mí! — dijo con gesto severo y lo señaló.
Aidan se sorprendió — ¡no lo golpee!
—¿Ah, no?
—No, solo lo patee — se cruzó de brazos y habló con seriedad —, el golpe no se lo di, porque usted me detuvo.
El gesto del moreno le causaba interés al rubio, realmente se podía decir que estaba mirando a otra persona y eso le emocionaba, aunque de una u otra manera, debía poner los pies en la tierra
—Me doy cuenta que eres un caso perdido, jovencito — señaló el mayor —, pero mientras estés en mi clase, te comportarás.
—Lamentablemente para usted, no estaba en su clase — Aidan lo miró de reojo, «aunque me hubiera gustado…» —, tengo justificadas las clases deporte, así que no acudo a ellas, aunque ahora eso me parece una lástima, pero es por mi bien — la clase de deporte estaba prohibida o podía llegar a cometer imprudencias, como la que había hecho momentos antes — y de los demás también.
—¿Por tu bien? Que yo sepa, no tienes ninguna enfermedad que te impida realizar deportes, ¿o sí?
Aidan entrecerró los ojos — ¿qué? ¿Acaso se tomó el tiempo de ver mi expediente?
—Algo así — dijo el ojiazul con un tono que no le gustó al niño.
—No, no tengo ninguna enfermedad, pero, tengo esto — puso las manos frente al profesor, para que las viera con facilidad.
—¿Tienes algo en la mano derecha? ¿Por eso el guante negro? — indagó el mayor, de una manera poco amable.
—¡No! — Aidan se sintió molesto por esas palabras — ¡son manos de artista! — dijo con orgullo — soy el primer violinista de la orquesta de la escuela y además, también realizo presentaciones en otros lugares, así que si me lastimo, la escuela y el mundo, se perderían de mi talento.
—Pero bien que eso no te detiene para golpear a otros, ¿verdad?
—¡Yo no he golpeado a nadie! — repitió — y además… — el sonido de su alarma se escuchó y de inmediato observó su reloj, ya era la 1:10 pm, era la alarma por si se le hacía tarde practicando y eso le decía que no tenía mucho tiempo — ¡mierda!
—¡Ese lenguaje, jovencito!
El ojirrojo levantó una ceja — ¿acaso usted no dice alguna mala palabra de cuando en cuando? — preguntó con escepticismo.
—Sí, pero no me escucharás decirlo en esta escuela.
Aidan entornó los ojos, pero no tenía tiempo de refutar eso, así que era mejor despedirse — cómo sea, tengo que irme, profe, nos vemos luego.
Antes de que el hurón se alejara, el profesor lo detuvo.
—Oh, no, tú no vas a ningún lado, aún estas en horario escolar, especialmente en mi clase y tienes que terminar la actividad de hoy.
—No lo creo — el rubio sonrió de lado y con un movimiento de su hombro, se liberó del agarre y dio un par de saltitos, para alejarse del mayor.
«Aunque me agrada la idea de seguir fantaseando que eres mi amado Ilmsun, no puedo quedarme más tiempo…» — lo siento, profe, pero tengo un compromiso importante — movió la mano hasta su frente e hizo una especie de saludo militar, pero de una manera burlona —, ya luego nos presentamos mejor... — se giró y siguió su camino.
«Tengo que apresurarme, no me gusta llegar tarde a las misiones…» pensó, mientras se encaminaba a los edificios.
—¡Espera ahí!
La orden hizo que el ojirrojo volteara, pero el susto lo hizo gritar; el chico pantera estaba ya a su lado y lo sujetó en brazos de nuevo.
—¡¿Qué le pasa?! ¡Bájeme! — pidió con rapidez, dándose cuenta que lo movía con suma facilidad debido a su tamaño y eso le molestaba.
—No irás a ningún lado sin terminar la actividad y después, pasarás a la dirección, a responder por tus infracciones.
—¡¿Dirección?! Eso me quitará mucho tiempo — el rubio sentía sus mejillas arder y terminó pataleando, ya que el otro lo llevaba bajo uno solo de sus brazos, como si fuera un pequeño costal —, profe, en serio, tengo algo urgente que hacer, ¡y no puedo faltar a esa cita!
—A esta tampoco puedes faltar — sonrió el moreno.
«¡Por Sunne! Si este hombre fuera Ilmsun no me molestaría que hiciera esto siempre, ¡pero no tengo tiempo!» se dijo con desespero — me está obligando a hacer algo drástico y le advierto que me estoy deteniendo porque se parece ¡a mí adorado Ilmsun!
—¡No me digas!
Aidan se sintió molesto, era obvio que el otro no lo tomaba en serio — bien, ¡usted lo pidió! — apretó los puños, dándose ánimos para hacer lo que pensó, aunque sabía que no era correcto — oh, cariño mío, perdóname por lo que haré, juro que me redimiré en la noche, cuando vaya a la batalla en tu nombre.
—¿De qué hablas?
Sin responder, Aidan hizo que su cuerpo completo aumentara de temperatura, solo lo suficiente para que el calor que desprendiera, molestara al otro al punto de escocerlo y lo liberara; no fue difícil, ya que él podía hacer eso y más, aunque muchas veces se excedía, ese día, lo hizo con mucho cuidado. Cuando se sintió libre del agarre, volvió a la normalidad de inmediato
—Lo siento profe, pero en serio tengo que irme, otro día con gusto, lo acompaño a donde quiera…
Aidan dio media vuelta y empezó a correr.
«Aún tengo que ir por mis cosas, ¡no debo perder más tiempo!»
~ • ~ • ~
Después de pasar por su mochila, Aidan salió patinando de la escuela, con toda la velocidad que podía.
—Es tarde… — musitó con molestia, mientras trataba de apresurarse — ¡no debí quedarme en la escuela! — dijo con desespero.
Había sucumbido ante las ganas de desquitarse de Ottel, por ello se quedó más de lo esperado, pero a pesar de eso, no podía sentirse mal de lo ocurrido, especialmente, cuando su mente le llevó la imagen del nuevo profesor de deportes.
—Sí, se parece — sonrió, evocando la imagen de su personaje favorito —, pero es obvio que no es un elemental, debido a su desconcierto por el calor — negó —, ¡lástima!
Mientras iba en su monólogo, se deslizaba por las calles con rapidez, entre los automóviles, incluso usando algunos para impulsarse, sin importarle las recomendaciones de seguridad; llevaba su mochila al hombro, ignorando no solo el sonido del claxon de los automóviles, que frenaban de improviso, sino de los gritos de los conductores que se asustaban al temer que atropellarían al jovencito.
Minutos después, alcanzó a ver el enorme edificio del centro comercial, a dónde debía haber llegado desde antes.
La base de esa enorme construcción contaba con un gran desnivel, el cual daba directamente a la primer planta del estacionamiento subterráneo y contaba con varias escaleras electricas, tanto para subir e ingresar al centro comercial, como para bajar a los otros pisos del estacionamiento. Sin dudar, el rubio aceleró la carrera y dio un salto, bajando por la pendiente inclinada, llena de césped, derrapando con las ruedas de sus patines; con esa acción, se ahorraba el tiempo para rodear el perímetro del centro comercial y tener que ir al acceso.
—Ya no tengo tiempo — dijo en voz baja, justificando su acción, debido a que en su descenso, rompió algunas plantas ornamentales.
Al llegar a terreno pavimentado, frenó con un movimiento rápido de sus pies y sin tardar, se inclinó a presionar el botón de sus botines, para ocultar las ruedas de los patines. Al incorporarse, se quitó el casco y antes de acomodar su cabello, hizo un gesto de molestia, mientras masajeaba sus pequeñas orejas.
—¡Rayos…! a pesar de que según lo hicieron a mi medida, de todos modos molesta, tendré que pedir que me manden a hacer uno nuevo — rascó su orejita con insistencia, el casco le había causado irritación, porque al salir apresurado de la escuela, ni siquiera se lo colocó bien.
Mientras se quejaba, caminaba quitándose los protectores de los codos y junto con el casco, los introdujo en la mochila; después de acomodarla sobre su espalda, observó su reloj, dándose cuenta que ya era la 1:35.
—¡Tarde! ¡Es tarde! — repitió y corrió a la puerta que da a las escaleras eléctricas del estacionamiento subterráneo, para ir al primer piso del centro comercial.
Mientras subía las escaleras, aspiró profundamente para normalizar su respiración; cerró los parpados y dio unas palmaditas en sus mejillas, masajeando las pequeñas marcas bajo sus ojos.
—Modo ‘híbrido normal’, desactivado — dijo con voz baja y al abrir los parpados, sus ojos rojos se miran más profundos, mientras su semblante dejó de ser el del niño que todos conocían, para pasar a uno más serio.
Ese era su ritual para enfocarse en cómo debía actuar, tanto en su vida cotidiana, como en su trabajo, no era que lo necesitara, pero así se preparaba mentalmente para no cometer errores; tiempo atrás los había tenido, había actuado de manera incorrecta tanto en su vida mundana, siendo un híbrido normal, como en su vida elemental y eso le causó problemas que no quería volver a tener.
Al llegar al piso dónde empezaban las tiendas, su mirada recorrió el lugar; todo parecía tranquilo, por lo que era obvio, no habían hecho ni siquiera preparaciones para la misión.
«Me esperaron…» pensó con indiferencia y empezó a caminar, tratando de mezclarse entre la multitud, aunque le era complicado. A pesar de no querer, su sola presencia llamaba la atención en cualquier lugar y la mayoría de los híbridos, tanto hombres como mujeres, lo observan con curiosidad, especialmente su cola.
El rubio entornó los ojos y apretó los puños, no podía apresurar el paso para no verse sospechoso, pero en el fondo, no le agradaban ese tipo de miradas y sabía que jamás se acostumbraría a ellas; la mayoría, trataba de identificar si era un varón o un hembra, porque su cola era del tipo de las féminas a pesar de no serlo, aunque siendo pequeño, muchos pensaban que quizá su cuerpo solo está poco desarrollado y eso causaba confusiones; no le molestaba en realidad, ya que él rubio prefiere a los varones, pero la mayoría muestran decepción cuando se dan cuenta que no es una mujer.
En su recorrido hacia su destino, Aidan miró de reojo a un joven lince, de cabello ligeramente largo y rubio, con mechones negros; portaba un estuche de guitarra al hombro y le llamó la atención que parecía coquetear abiertamente con dos mujeres, una con una larga cola, terminada en una especie de borla en la punta, claramente una rata canguro, mientras que la otra, tenía una larga cola de lémur, ambas muy desarrolladas físicamente y posiblemente de la universidad que se encontraba a unas calles del centro comercial. Cuándo el ojirrojo pasó cerca, los extraños ojos aqua del joven lince lo miraron de reojo y le sonrió, mostrándole un colmillo; el pequeño hurón movió el rostro hacia el otro lado y siguió su camino.
De una tienda de ropa, salió un enorme varón de cabello verdoso, que al lado de muchos otros híbridos, especialmente del hurón, podría parecer un gigante, debido a que se notaba claramente que era un caballo percherón; los ojos miel del sujeto, recorrieron la pequeña silueta del rubio al pasar a su lado y el menor lo ignoró por completo, aunque le causó un escalofrío. El sujeto siguió al menor por un trecho, pasando por el frente un par de tiendas y luego se quedó en una isla de ventas, donde la comerciante, una hermosa joven con cuernos de antílope, le hizo platica amenamente.
Aidan respiró tranquilo. Se había puesto extremadamente nervioso al pensar que el otro realmente lo seguía, pero se sintió un poco mejor cuando lo dejó atrás, aun así, no podía bajar la guardia; pasó la mano por su cabello y trató de mantener un semblante tranquilo, no quería evidenciarse en lo más mínimo.
Siguiendo su camino, observó a una pareja cerca de los baños, acompañados de dos jovencitas mono araña, que se notaban claramente alteradas; parecían haber tenido un pequeño accidente con la joven koala, quien tenía su falda manchada de agua roja y era acompañada por un híbrido lobo. A pesar de que la pareja parecía querer restarle importancia, la joven de cabello lila, terminó accediendo a acompañar a las otras dos, entrando al sanitario de mujeres, mientras el joven, de cabello gris, se recargó en la pared, haciendo un gesto cansado, sacando su celular para entretenerse mientras esperaba.
El pequeño hurón bajó el rostro y negó, pero no se detuvo. Más adelante, chocó con un joven mapache, que tría varios aretes en sus orejas.
—¡Cuidado! — sonrió el de cabello rojo oscuro, casi tinto — por ir distraído pueden ocurrir accidentes.
El rubio levantó una ceja — lo siento — se disculpó —, con permiso…
—¡No corras! — dijo el mayor.
Aidan lo miró por encima del hombro y el otro le hizo una mueca, sacando su lengua, misma que tenía otros accesorios llamativos. El pequeño hurón frunció el ceño, hizo un gesto como si estuviera ofendido y apresuró el paso, mientras el mapache se encaminaba hacia la tienda de electrónicos más prestigiosa del centro comercial.
El rubio fue hacia las escaleras de emergencia, en vez del elevador; revisó su reloj una vez más y a pesar de que intentó no tardar, ya era la 1:47.
—¡Mierda! — dijo con molestia y apresuró el paso.
Subió los escalones de dos en dos y al llegar al descanso medio, entró por una puerta que decía “solo personal autorizado”; siguió un pequeño pasillo y finalmente llegó a una especie de habitación segura. En ese lugar, alguien lo estaba esperando; un joven ardilla, de cabello rosa pálido y con gafas, estaba sentado en el suelo, con un portátil sobre sus piernas, mientras que a su alrededor había otros aparatos extraños, que parecían ser monitores y otras computadoras.
En cuanto lo vio, el de lentes sonrió — ¡por fin llega…! — hizo una pausa para sorber el líquido del vaso que tenía en mano — jefe — terminó, acomodando sus gafas.
—Se me hizo tarde — dijo con molestia el rubio, lanzando su mochila a un lado y quitándose el chaleco de su uniforme —, ¿novedades?
—Todos están en posición — extendió la mano y le pasó un pequeño comunicador —, en espera de sus órdenes y aquí tengo lo que me encargó, pero creo que ya empezó a hacerse agua…
El pelirosa le acercó un vaso, envuelto en un par de servilletas, con una tapa plástica como una cúpula y un popote; dentro, había un líquido café con crema batida encima y algunas otras cosas más.
—¿Cómo me gusta? — indagó el ojirrojo, un tanto escéptico.
—Sí — asintió el otro —, café capuchino frappe, mediano, con leche light, moka extra, preparado con una bola de nieve de chocochip, encima tiene chispas de chocolate, jarabe de chocolate, canela, galleta y una cereza.
—¡Excelente! — sonrió el hurón y dio un sorbo al líquido frío, sintiéndose completamente reconfortado por esa acción que le provocaba el azúcar —, ya me hacía falta — relamió sus labios.
Después de pasar otro trago, se colocó el comunicador en la oreja; esas cosas no le gustaban, porque eran como aretes de presión y al final, su delicada oreja quedaba sensible, pero no tenía de otra más que usarlos; al estar en su lugar, el pequeño aparato empezó a funcionar.
—Bien, estoy aquí, escuadrón Firesoul, ¿están todos listos? — preguntó con frialdad.
Se escuchó un sonido de estática y luego las voces.
—“Aquí Cyon, estoy cerca del paquete, en cuanto me digan, lo tomo y será asegurado, solo necesito que Sciry me envíe a una de sus mascotas para el transporte inmediato…”
El rubio miró de soslayo al joven de lentes que estaba a su lado.
El pelirrosa sonrió — estará ahí en cuanto iniciemos, no te preocupes.
—“Ojalá fueras así de rápido para contestar cuando te invito a salir…”
Los ojos ámbar se abrieron con sorpresa tras las gafas y las mejillas se tiñeron de rojo de inmediato, su boca se abrió para decir algo, pero al final, solo se mordió el labio inferior.
—Cyon, contrólate, no es momento para flirteos — pidió el hurón al darse cuenta que el chico ardilla no podía responder, como siempre —, ¿los demás?
—“Taury, presente…” — la voz femenina se escuchó nerviosa — “bueno no allí, sino en el estacionamiento, es decir, en el punto de extracción… ¡en la salida!”
—Sí, Taury, ya entendimos — Aidan entornó los ojos —, solo concéntrate, en cuanto salgamos, debemos alejarnos de inmediato, ¿de acuerdo?
—“Sí, Kesito… digo, Aidan… es decir, ¡jefe!”
Sciry soltó una risita, pero ante la mirada del rubio, carraspeó y se irguió en su lugar.
—Gracias a los espíritus que deja de ser despistada cuando se enfoca — suspiró el hurón y dio un sorbo al café.
—“Linx, aquí…” — anunció otro miembro de su equipo.
—Tardaste… — señaló el hurón, después de pasar el trago de café.
—“Lo siento, pero esas chicas no me dejaban en paz, tuve que decirles que me gustaban los chicos y debía ir a buscar a uno que me esperaba…”
—¿En serio? ¿Te creyeron?
—“No, hasta que les dije que era el hermoso niño hurón, que pasó momentos antes a mi lado y como era menor de edad, debíamos ser precavidos…”
Aidan se ahogó con el café y tosió un poco a causa de ello; Sciry se cubrió la boca, tratando de ocultar la gracia que le causó la situación.
—“Aquí, Lupus, estoy esperando a Ciner…”
«¡Gracias, Lupus!» pensó el ojirrojo, porque lo sacó de ese momento tan incómodo, pero le llamó la atención lo que dijo — ¿esperando? ¿Aún no está contigo? — preguntó con preocupación — Ciner, ¡¿dónde estás?!
—“Ciner, aquí…” — respondió el último miembro de su equipo — “…contratiempo con renegados…”
Con esas palabras, el ojirrojo se sobresaltó, si había renegados, seguramente estaban al tanto de lo que ocurría ese día y el paquete podría disputarse, poniendo en peligro la misión.
—¿Lo solucionaste? — el ojirrojo miró a Sciry, quien de inmediato, tecleó unas cosas, encontrando a Ciner, gracias a las cámaras del centro comercial que en ese momento él controlaba y las imágenes se mostraron en algunas pantallas.
La koala iba saliendo del baño, encontrándose con el lobo.
—“Sí, finiquitados…” — especificó la voz seria.
Aidan suspiró.
—“Pero vienen por nuestro paquete y enviaron señal…”
El hurón se sorprendió — ¡no puede ser! — dejó de lado su café.
—“Jefe, creo que tengo compañía…”
La voz de Cyon alertó no solo al hurón, sino a todos los de su equipo.
—De acuerdo, Sciry, busca en las cámaras, necesito saber cuántos son — ordenó para la ardilla, que de inmediato empezó a teclear, para mover las cámaras de seguridad de todo el edifico, en busca de sospechosos —, Linx, Lupus, Ciner, movilícense, pondremos el campo elemental.
—¿Lo usaremos? — el pelirrosa lo miró con susto.
—Con renegados aquí, no nos queda de otra — dio media vuelta —, Taury, olvídate del plan ‘A’ y concéntrate en el plan ‘B’, sincronízate con Sciry, encárgate del campo en el vehículo, esperas en el punto de extracción del paquete y en cuanto quitemos la barrera, lo recogerás y pasarás por nosotros a la salida secundaria — repasó el plan de contingencia una vez más, para asegurarse de que su subordinada lo entendiera.
—“¿Qué hay de recoger el equipo de Sciry?”
—Lo tengo cubierto, Taury — respondió el chico ardilla —, solo los ocultare y el equipo que terminará de limpiar la escena, los recuperará más tarde.
—Solo concéntrate en lo que te dije — repitió el rubio —, ¿me escuchaste?
—“Está bien, jefe.”
—Los demás, estén alerta, mientras Sciry no nos diga cuantos son o el campo no esté puesto, cualquiera puede ser un elemental y por lo que sabemos, no amistoso — especificó —, voy en seguida.
—“Entendido” — respondieron los demás y la comunicación se cortó.
—Quiero que te comuniques con la base — el menor habló con rapidez, dirigiéndose al pelirrosa, mientras se quitaba la corbata del uniforme y el pantalón —, diles que ocupo un equipo de limpieza y que no esperen a que lleguen los policías — gruñó por lo bajo a la par que agarraba algo de ropa de una maleta que se encontraba al lado de Sciry —, ellos siempre se meten donde no les llaman.
—Jefe, ¿no se cambiará la camisa?
—¡No hay tiempo! — respondió el rubio, colocándose el pantalón — además, si se usa el campo elemental, no importa la ropa que use — abrochó la prenda y volvió a ponerse los zapatos —, necesito los sospechosos antes del campo, si no los encuentras, tendrás que enviar a tus mascotas no solo por el ‘paquete’, sino a buscarlos, ¿entendido?
—Sí, señor — asintió el de lentes.
Aidan asintió y caminó a la puerta, saliendo y cerrando con un gran golpe.
—Cyon, ¿qué me tienes? — preguntó en voz baja, mientras bajaba la escalera.
—“Un hombre, híbrido caballo, me está observando con curiosidad…” — respondió el aludido en voz baja — “es seguido por otro, híbrido felino, puede ser un guepardo o leopardo, no reconozco las manchas…”
—“Guepardo…” — anunció la voz seria de Linx — “las manchas de su cola son clásicas de ese híbrido, así que ten cuidado, debe ser muy veloz…”
—¿Estás en tu posición, Linx? — el rubio levantó una ceja.
—“Sí, jefe, ya coloque los punteros para el campo…”
Eso era lo que el ojirrojo quería saber — ¿Lupus?
—“Estoy entrando a la tienda y mis punteros están listos…”
—“Punteros, listos…”
Aidan respiró aliviado, al escuchar la voz de Ciner, que era quien faltaba en ese momento — de acuerdo, pondré los míos y en cuanto de la señal, ya saben lo que tienen qué hacer.
Con paso rápido, el rubio se movió entre la gente, dejando en algunos lugares estratégicos, unos pequeños objetos redondos, que al pegarse en una superficie se camuflaban con el entorno y desaparecían para cualquiera que no conociera esa tecnología.
—“Jefe, más vale que se apresure, me están cerrando el paso y tendré que defenderme en menos de dos minutos, por lo que puedo dejar el ‘paquete’ algo descuidado…”
—“Tengo a uno en la mira, pero si disparo ahora mismo, llamaré la atención…”
—“¿A cuál?” — preguntó Lupus con seriedad.
—“Caballo, tengo el disparo limpio…” — respondió Linx de inmediato.
—“Siendo así, Cyon, encárgate del paquete, yo te cubriré con el guepardo…” — Lupus sonaba confiado.
—“Voy en camino…” — la voz tranquila de Ciner, contrastaba con la manera algo alterada de hablar de los demás.
—“Copiado…” — confirmó Cyon.
A pesar de que sus subordinados parecían tener las cosas bajo control, Aidan se encontraba inquieto, debían poner el campo, antes de que las cosas se complicaran y de que un híbrido común pudiese salir lastimado — Sciry, más vale que me digas cuantos son, se nos acaba el tiempo.
—“Tengo identificados cinco activos y dos cadáveres…”
«¡¿Siete?! Son demasiados para una misión como esta, esto no es normal, el paquete debe ser más importante de lo que nos dijeron.»
Con un movimiento de su mano, Aidan lanzó el último puntero, que se pegó a una columna principal del centro comercial — de acuerdo, está todo listo, a mi señal, Sciry, activas el campo y todos encárguense de sus objetivos.
—“Sí, señor” — dijeron al unísono.
—Activa el campo… ¡ahora!
—¡Te tengo!
La voz seria de alguien y la forma ruda en que lo sujetaron del brazo, sorprendieron al hurón, pero su rostro mostro miedo y completa confusión, al ver como el joven moreno, que acababa de conocer como su profesor de deportes, no quedaba fuera del campo, como todos los híbridos no elementales, que parecían haber desaparecido a la par que el lugar se cubría con un manto de energía especial, para evitar que lo que ocurriera en ese lugar, se viera reflejado en la dimensión real, a menos, no de inmediato.
—¡¿Qué demonios haces aquí?! — Aidan no pudo evitar mostrar su desconcierto y terminó gritando — ¡¿Cómo fue que pudiste ingresar al campo?!
—¡¿Qué diablos está pasando?! — el pelinegro observó el lugar, pero no soltó el brazo de su presa.
Un disparo se escuchó por el intercomunicador, así como un gruñido, el cual, el hurón identificó de inmediato que era Lupus, iniciando una pelea contra alguien, eso daba inicio a la misión.
—¡Maldita sea! — lo único que el hurón pudo pensar, fue cancelar la operación — ¡aborten! ¡Hay un civil dentro de la barrera! ¡Aborten! — ordenó con desespero.
—“Debo asegurar el paquete, ¡¿dónde están tus mascotas Sciry?!” — la voz fría de Cyon era el anuncio de que era demasiado tarde.
—“Ya van, pero es que hay un enemigo cerca de… ¡Jefe, muévase de ahí!”
El grito de Sciry por el intercomunicador, le confirmaba a Aidan que era imposible cancelar lo que habían puesto en marcha. El menor apenas pudo distinguir una silueta en el segundo piso al mirar de reojo, por lo que supo que estaba en desventaja por la posición y eso podía ser problemático, no solo para él, sino para el hombre que se coló a esa fiesta.
—¡Muévete! — gritó y se lanzó contra el cuerpo del moreno, para tumbarlo a un costado, usando como escudo unas bancas que estaban cerca, a pesar de saber que no servirían de mucho.
El sonido de los golpes contra el piso, de los proyectiles de hielo que les lanzaron, consiguió que el ojirrojo se percatara que la situación era más delicada de lo que imaginaba; levantó el rostro y se dio cuenta que quien los había atacado, corría a esconderse de nuevo.
«¡Maldita sea! ¡¿Por qué tenía que ocurrir esto en nuestra primera misión elemental?!» se preguntó con ira «esto no será bueno para mi record y lo peor, no es como que fuera excelente desde la última vez…»
—“Paquete asegurado…”
—“Siguiendo con el plan, mis niños irán al punto de extracción original y se mantendrán ocultos hasta que quitemos el campo, a menos que quiera cambiar la ordenes, jefe.”
El rubio apretó los puños, tenía que concentrarse, puso la mano en su oreja y empezó a dar órdenes — seguiremos con el plan, pero primero nos quitaremos de encima los estorbos — gruñó —, Lupus, si ya terminaste, ¡ve por quien me atacó! Está en el segundo piso, en la sección norte, ¡Linx, cúbrelo! Cyon, Ciner, ¡necesito apoyo aquí! — su voz sonaba desesperada — Sciry, dile a Taury que necesito una extracción no programada y guíala a la salida más cercana, ¡ahora! — después de eso, giró el rostro y se concentró en el ojiazul, sujetándolo por la parte frontal de la chaqueta — ¡¿Qué chingados haces aquí?!
—¡¿Que está pasando?! — preguntó el moreno, un tanto desconcertado
—¡Algo que no te incumbe! — dijo el jovencito, irritado por no recibir respuesta.
Iba a decir algo más, cuando un sonido llegó a su oído; puso atención y escuchó el murmullo de unas palabras de conjuración.
«¡Debemos movernos»
Sin titubear, abrazó a su profesor, pasando su pequeña mano por la espalda ancha del otro y dio un salto, llevándolo consigo sin mucho esfuerzo, atravesando un enorme ventanal de una de las tiendas más prestigiosas del centro comercial, pero no se quedó ahí, sino que lo movió hacia un costado, guiándolo a la pared de concreto, todo para resguardarse, a la par que varias detonaciones se escucharon y algunos proyectiles se estrellaron en el lugar donde estuvieron segundos antes, creando grandes formaciones que parecían estrellas de cristal.
Aidan dejó al moreno sentado en el piso, recargado contra la pared, lo suficientemente cubierto para que no lo vieran con facilidad y no fuera un blanco fácil.
—¡¿Cómo hiciste eso?! — preguntó el mayor, algo alterado.
«¿Cómo hice eso? ¡¿Cómo estás tú aquí?!» se preguntó el niño, pero no podía decirle mucho sin saber quién era con exactitud; para él era un civil, pero podría equivocarse y debido a lo ocurrido, ya no estaba tan seguro.
—Necesito sacarte de aquí — dijo con seriedad —, un civil no puede estar en una batalla elemental — su mirada se clavó en el moreno, esperando ver su reacción —, técnicamente ¡debería ser imposible que estuvieras dentro del campo! — señaló con obviedad — ¿cómo lo hiciste? y especialmente, ¡¿por qué me seguiste?!
Los ventanales que estaban aún intactos, se reventaron debido a la onda de choque de algún misil que estalló en el exterior.
—¡No soy un civil! — respondió el moreno, que ya había estado en situaciones comprometidas por su empleo — trabajo para la milicia.
—¡¿Qué?! — el hurón se quedó estupefacto y negó levemente — ¿eres un elemental? No recuerdo haberte visto en la base de datos — frunció el ceño, aunque si era un militar, entonces era un elemental y esa había sido la razón por la que pudo entrar a la barrera —, ¡muéstrame tu CIE! — exigió de inmediato, para saber quién era ese hombre en realidad.
El ojiazul mostro su desconcierto ante esa exigencia, desvió la mirada por un segundo, buscando qué decir. Un resplandor en color azul, en el exterior, se vio opacado por el color rojo de otro, desviando la atención de ambos por un momento, pero el hurón no se iba a descuidar completamente.
—¡¿Qué estás esperando?!
El moreno se sintió acorralado, por lo que decidió ponerse a la defensiva — ¡no voy a mostrarte nada! No eres nadie para pedírmela — gruñó.
La manera en la que le respondió, logró sacar de sus cabales a Aidan — ¡te equivocas! — lo sujetó del frente de su ropa con fuerza — en este momento, soy el líder del escuadrón de fuego encargado de esta misión, no soy tu alumno — especificó entre dientes — y como sabes, un líder tiene al menos el rango de capitán — hizo énfasis en esas palabras —, así que, muéstrame tu CIE, ¡ahora!
—¿Capitán? — el joven pantera no pudo evitar mostrar su sorpresa.
Los cristales del ventanal que estaba al lado de esa pared, se reventaron debido a la onda de choque de algo que se detonó muy cerca, pero el agua alcanzo a entrar en el interior, como si fuese una llovizna.
«Se están acercando, si los chicos no lo terminan, tengo que hacerlo yo, pero con este estorbo, ¡me es imposible!» — ¡¿qué estás esperando, soldado?! — habló con desespero.
—No la tengo.
Los ojos rojos se abrieron con sorpresa — ¡¿qué dices?! — preguntó aun sin creerlo, si era un militar, debía tener su CIE y presentarse correctamente ante un líder de escuadrón, especialmente si estaba obstaculizando una misión.
—No tengo eso — la voz del mayor era más seria, pero no se atrevía a ver a los ojos al niño —, ni siquiera sé que es una CIE, yo trabajo en conjunto con el departamento de relaciones civiles de la milicia, pero realmente soy policía — confesó con algo de vergüenza —, mi trabajo era seguirte.
—¿Seguirme?
Esa simple palabra, consiguió que el hurón recordara el problema que tenía con una persona en el departamento de defensa, misma persona que decía que él no podía estar sin supervisión en lugares con simples civiles y exigía que le pusieran cada cierto tiempo un vigilante; aunque todos ellos renunciaban en menos de tres días, porque no podían ponerse en contra de él.
—No puede ser… — el rubio rechinó los dientes — eres uno de los empleados de ese topo, ¡¿cierto?! — estaba completamente fúrico por tener que lidiar con un idiota que no había entendido las ordenes.
—¿Topo? — preguntó su profesor, confundido por esa frase.
—¡Dolev William! — gritó el menor «¡ese maldito roedor, cuatrojos, metiche, chismoso y mitotero!» terminó en su mente, ya que era Dolev, quien generalmente le hacía llegar a sus padres la información de los problemas en los que se metía por culpa de su carácter tan voluble.
—Sí, él me contrató — confirmó el otro.
«¡¿Contrató a un civil para que me siguiera?! ¡Es un estúpido!» estrujó unos mechones de su cabello — era para que me siguieras en la escuela, nada más, ¡idiota! — su voz era desesperada y palmeó su frente con fuerza — ya hablaré con ese imbécil, pero antes arreglaremos esto.
Cyon y Ciner llegaron en ese momento, portando los uniformes elementales — ¡jefe! — dijeron a la vez, sorprendiéndose de ver al hibrido pantera, después se miraron entre si y trataron de mantenerse impasibles ante ese acontecimiento que nunca había ocurrido antes.
—Aún quedan tres — anunció Ciner con su calma habitual.
—Lupus y Linx se están encargando de quien parece ser el líder — prosiguió Cyon —, pero los otros dos nos pueden dar problemas para la extracción, especialmente porque se escondieron y no pudimos eliminarlos, antes de que nos ordenara venir con usted.
—Me lo temía — las cosas iban de mal en peor —, Sciry, ¿Taury está lista?
—“Está en el acceso tres, esperando sus órdenes”
—Dile que abriré una brecha en el campo elemental y sacaré al sujeto, luego ella se encargará de acuerdo al plan — especificó —, por ahora, encuentra a los dos que faltan y dame sus ubicaciones exactas.
—“En un segundo, jefe.”
—Yo me haré cargo de esos dos que andan sueltos, ustedes — señaló a Ciner y Cyon con su mano —, deben protegerlo a él — con el pulgar, hizo una seña hacia el moreno —, es un ‘no elemental’, así que si algo le pasa, no solo sus expedientes, quedarán manchados, sino el mío también, ¡¿entendido?!
Cyon y Ciner se pusieron firmes y respondieron realizando su saludo marcial, acatando la orden.
El rubio se puso de pie, respiró profundamente y miró al ojiazul con seriedad — pase lo que pase, no te alejes de ellos — su voz parecía una orden —, de lo contrario, no puedo responsabilizarme de lo que te ocurra.
Aidan movió su mano derecha hacia su muñeca izquierda y presiono un pequeño botón en un costado del reloj. Un ligero resplandor salió de la caratula y después, una pequeña flama controlada recorrió el cuerpo del menor, cambiando la ropa que traía, convirtiéndola en un conjunto parecido al que sus compañeros usaban, aunque carecía de la manga derecha, que era complementada por la que el menor siempre traía; su cabello rubio se cubrió con una capucha y su rostro fue ocultado en la parte inferior por una máscara.
Cyon esperó a que el menor terminara su cambio y después se atrevió a preguntar — ¿no prefiere que nosotros nos encarguemos de los enemigos?
Aidan lo miró hacia arriba — no es que desconfíe de sus habilidades — su voz se escuchaba clara a pesar de la máscara —, pero prefiero ir yo, para asegurarnos de que el camino quede completamente limpio — «no puedo arriesgar a que le pase algo a mi nuevo profesor de deportes» pensó con sarcasmo —, además, me siento comprometido.
El mapache se sorprendió — ¿por qué? — preguntó con algo de curiosidad.
—Porque justo en este momento, ¡yo mismo quiero matarlo! — gruñó el menor y giró para ver a su profesor, esperando que al menos entendiera lo que pensaba hacer —, seré el señuelo, ustedes — señaló a sus subordinados —, llévenlo al acceso tres, que es el más cercano y me esperan para que abra la brecha y dejarlo fuera de esto — especificó, a sabiendas que era el único que podía hacerlo —, después volveremos a finiquitar nuestro asunto y seguiremos con el plan.
—Sí, señor — dijeron ellos.
—Esperen mi señal para salir y Ciner, ya sabes qué hacer…
Aidan le dedicó una última mirada al joven pantera y después, con rapidez fue a un ventanal, dio un salto al exterior y empezó a correr.
—Linx, Lupus, denme algo bueno…
Varias detonaciones tras él, hicieron que se escondiera detrás de una isla de ventas.
—“Lo siento, jefe, pero esa antílope es muy escurridiza…” — respondió Linx.
«¿Antílope? Debe ser la que vi con el caballo» pensó de inmediato y apretó los puños, dándose cuenta que realmente lo estaban siguiendo.
—¡¿Me están diciendo que mis dos mejores combatientes no pueden contra una ‘come pasto’?! — dijo con molestia y se asomó por la esquina de la isla.
—“¡Ya casi!” — gruñó Lupus.
Unos seres formados de agua, se movían por un pasillo cercano, chapoteando contra el piso.
«Quieren acorralarme…» — Sciry, necesito la ubicación de los dos faltantes — susurró el menor, con la mano cerca de su oreja.
—“Hay uno en el segundo piso a las 9 y el otro, está en la planta baja, a las doce.”
—Uno es invocador, necesito encargarme de ese primero, de lo contrario, sus mascotas me molestarán.
—“El de las nueve, parece mantener contacto visual con las criaturas, lo que significa que está atento a lo que ellas están por hacer, porque no sabe lo que pueda ocurrir.”
—Entonces, es el de las 12.
«Primero el invocador, luego el de largo alcance»
Aidan dio el salto, saliendo a descubierto y el que estaba frente a él, lo vio de inmediato; con ello, las criaturas de agua se abalanzaron hacia el rubio como si se trataran de pequeñas olas, con suficiente fuerza para hacer algunas fracturas al piso.
—¡Aborrezco el agua!
Ante un movimiento de la mano del hurón un enorme muro de fuego se interpuso entre las invocaciones y él; aunque la línea de fuego se extendió lo suficiente para ponerse frente a la tienda donde estaban sus subordinados, con ello, tenía la distracción para que salieran sin problemas. Con un chasquido, detrás del muro de fuego y frente a la ventana por donde salió, una llamarada hizo un movimiento imposible, como si fuese una mano, haciendo una seña para los otros.
Las criaturas de agua que estaban por el pasillo, se acercaron de inmediato hacia dónde estaba Aidan, parecían tener la intención atravesar el muro creado y extinguir las llamas, pero fueron evaporados antes de que siquiera se acercaran lo suficiente, todo ante la mirada atónita del híbrido cabra que estaba controlándolos.
El hurón escuchó a alguien preparar un arma y supo que era el tipo del segundo piso. Varias detonaciones se escucharon y Aidan tuvo que realizar algunas piruetas para esquivar los proyectiles que se estampaban en el piso, creando cristales fríos, congelando todo lo que alcanzaba su onda de choque.
—¡Detesto a los renegados! — siseó el rubio, apareciendo en sus manos un par de dagas de fuego, corriendo hacia el híbrido que estaba en la planta baja, quien intentó huir, mientras trataba de invocar más criaturas.
Un nuevo ser amorfo se empezó a formar cerca del chico cabra de cabello castaño, cuando Aidan llegó ante él y le hizo varios cortes en el pecho, hasta clavar ambas dagas en el cuello, una de cada lado, atravesando completamente su objetivo; el rubio las soltó, dejándolas en el cuerpo del híbrido que aún estaba ahogándose en su sangre y las dagas ardieron con fuerza, calcinando su cabeza, por lo que su invocación se convirtió en un charco de agua que se extendió hasta el cuerpo inerte.
—Pero es peor, ¡si son renegados de agua! — de un salto, sujetó al barandal del segundo piso para poder llegar hasta el otro enemigo.
Cuando colocó sus pies en el pasillo superior, escuchó un “click” y supo que era una bomba.
«¡Maldita sea!»
Alcanzó a saltar, envolviéndose en fuego para evitar que el alcance de agua llegara hasta él y se alejó del radio de explosión; esa parte del edificio se convirtió en un trozo de hielo y se resquebrajó, cayendo como si se tratara de cristal.
Aidan corrió, tratando de acercarse al otro sujeto que intentaba escapar, varias detonaciones más se escucharon tras él, intentando lastimarlo, pero el hurón era más rápido y ágil de lo que su enemigo podía anticipar.
—Sciry, ¿cómo llego a él sin estorbos?
—“Si sube al techo, puede alcanzarlo, él no puede atravesar paredes.”
—¿No me digas? — preguntó con sarcasmo.
Aidan corrió contra una pared y aprovechó el impulso para subir por la misma, después saltó por un enorme tragaluz en el techo y subió a la azotea.
—Dame la ubicación.
—“Corra cincuenta metros al noroeste, justo a sus diez y ahí estará, detrás de la columna principal”
—¡Hecho!
El ojirrojo siguió la indicación de su subordinado y antes de llegar al punto exacto, saltó; sus manos y pies se llenaron de una energía roja y al volver a tocar al techo, este pareció derretirse con su toque, logrando caer sobre su objetivo, quien soltó el arma que traía en mano; al fijar su vista en el sujeto, Aidan se encontró como un híbrido simio, quien lo miró con sorpresa, no parecía creer que hubiese llegado hasta él.
—Déjame adivinar — el menor entrecerró los ojos —, eres un creador potenciado, ¿cierto? Pero sin tus juguetes, no eres nada.
Los oscuros ojos lo miraron con burla — aún tengo otros — sonrió.
Intentó sujetar algo que portaba en un cinturón, pero Aidan lo detuvo, agarrando su muñeca y el brazo del otro empezó a calentarse — no es una buena idea hacerme enojar — negó el rubio, aumentando la intensidad del calor —, ¡hoy he tenido un mal día!
Los gritos del simio se escucharon; rápidamente intentó usar agua para evitar que el otro lo quemara, pero le fue imposible.
—Esto es termoquinesis — Aidan levanto una ceja y lo soltó, pero su enemigo seguía retorciéndose en el piso —, sabes bien que es tu mismo calor el que se está elevando y en poco tiempo, todos tus órganos empezaran a licuarse — la frialdad con la que hablaba lo hacía atemorizante —, a diferencia de una quemadura normal, la piel no va a permitir la salida de la sangre, que hervirá lenta y dolorosamente en el interior.
—¡Detenlo! ¡Por favor, detenlo! — suplicó.
—Puedo hacerlo —el hurón hizo que el calor descendiera un poco, para permitirle hablar al otro —, pero tendrás que cooperar conmigo, así que me dirás quién los envió, ¿verdad?
Los gritos del simio disminuyeron, aun sentía el dolor y pareció pensar por un momento, hasta que ladeó el rostro — creo que no tengo opción — sonrió.
Aidan escuchó un clic y solo alcanzó a crear una barrera de fuego para cubrirse; una bomba de hielo se detonó y los cristales, como grandes estalagmitas atravesaron el cuerpo del híbrido, pero fueron derretidos antes de que siquiera alcanzaran a acercarse lo suficiente al rubio.
Los ojos rojos lo miraron con indiferencia — moriste a tu manera, buena jugada, algo estúpido — suspiró —, pero se respeta.
Aidan dio media vuelta y miró al fondo del edificio, dónde aun parecía haber un enfrentamiento.
—Linx, Lupus, me dijeron que ya la tenían.
—“Invocadora” — dijo Linx con molestia, era obvio que tampoco estaba satisfecho con el desempeño.
—¡Esa no es una excusa! Maldita sea — terminó entre dientes —, finiquiten eso o recibirán un castigo, yo tengo que encargarme del ‘no elemental’.
Aidan se acercó a una orilla del pasillo superior y observó todo el desastre que había en la parte inferior.
—Si no arreglamos esto antes de que caiga la barrera, van a querer pagar las reparaciones con mi sueldo — pasó la mano por su frente — y si es así, espero que Zoltan y Kharine aumenten mi crédito o no podré comprar cosas de mis videojuegos — soltó el aire y dio un paso al vacío, para poder llegar a la planta baja y empezar a correr.
«Solo uno más y esto se acabará, podremos concentrarnos en terminar la misión, sin problemas y limpiar antes de que se cabe el tiempo…»
El rubio corrió por los pasillos, yendo directamente a dónde había enviado a sus subordinados y al profesor.
—¡Listo!, solo queda uno, pero espero que Linx y Lupus lo finiquiten, mientras nosotros terminamos con esta extracción — al darse cuenta que el joven pantera parecía darles problemas a Cyon y Ciner, se sorprendió —, ¿acaso no lo pueden cargar?
—Lo siento, jefe, pero el chico no se queda quieto — señaló el mapache con inquietud, ya que aunque era fuerte, él tenía sus límites porque estaba entrenado para otras cosas.
Aidan miró a Ciner — ponle más tranquilizante — exigió, esperando que eso arreglara el problema.
Los ojos naranjas de la koala, lo miraron con frialdad — puede morir — anunció seriamente, a sabiendas que eso era lo que su líder quería evitar.
El ojirrojo hizo un mohín que nadie notó, debido a la máscara que portaba — lo olvidaba — rechinó los dientes —, esta no es una situación normal y en la batalla solo traes venenos letales.
—Ya casi llegamos — Cyon se alzó de hombros —, no pasa nada.
—Bien, apresurémonos — Aidan les hizo una seña.
Cyon ayudó al moreno, mientras Ciner iba a su lado y el rubio iba protegiendo la retaguardia, tenía una extraña sensación, una que no le agradaba, así que iba muy alerta. A medio camino, un ligero sonido tras ellos, consiguió que el menor se detuviera, girara y creara de inmediato una gigantesca llamarada frente a él; otro muro de fuego, aun mayor que los anteriores que había hecho, derritió un par de estacas de hielo que estuvieron a punto de alcanzarlos.
—Linx y Lupus, van a sufrir un castigo — señaló el pequeño hurón, al imaginar que la chica antílope se les había escapado.
—“¿Nosotros qué hicimos?” — preguntó Lupus de inmediato.
—“Acabamos de terminar con nuestro blanco” — anunció Linx, secundando a su compañero.
—“Lo siento, jefe, había uno que no había visto”
Aidan apretó los puños y sintió mucha ira adueñándose de él — de acuerdo, había cuatro aún vivos, no tres — recriminó —, Sciry, tú serás el castigado.
—¡Me sorprendes! — una voz burlona se escuchó del otro lado del muro de fuego.
Con un simple movimiento del rostro, Aidan hizo que las llamas disminuyeran la altura, para ver de frente al enemigo, encontrándose a un sujeto con cicatrices en el rostro y de cabello negro, entre el cual, se notaban largas púas filosas en tonos blancos.
—Pero no estoy aquí para halagarte — miró al hurón de pies a cabeza con algo de desprecio, a pesar de que ambos pertenecían a especies de mamíferos de menor tamaño, él parecía ser más grande que el rubio, no solo en edad, sino en estatura —, quiero lo que le pertenece a los míos y que ustedes tomaron — señaló con seriedad.
Una risita se escuchó, por parte de Aidan — al menos eres amable en pedirlo — dijo con sarcasmo —, pero, el ‘paquete’ ya fue asegurado, lo siento, no puedo devolvértelo.
—Ya veo… — los ojos verdosos del sujeto lo miraron con desdén — entonces, tendré que matarlos y buscarlo después, cuando la barrera caiga junto con ustedes.
—¿En serio? — Aidan le hizo un ademán con la mano, retándolo a que lo tacara — vamos, haz tu mejor esfuerzo.
Una sonrisa retorcida se dibujó en los labios del recién llegado y puso sus manos al frente, a la par que estas se cubrían de un brillo azulado; con movimientos poco fluidos, porque parecía estar haciendo mucho esfuerzo, el puercoespín hizo un ademán como si levantara algo y la tierra empezó a temblar.
Cyon se sorprendió — creí que era agua, ¡no tierra!
—No está moviendo el edificio — señaló Aidan con rapidez, a sabiendas que el otro se refería a que los tierras podían mover las construcciones que se habían hecho de materiales petreos —, ¡está moviendo el agua de las tuberías que están debajo!
El sonido de metal rompiéndose los sobresaltó y el agua brotó del suelo que se abrió, creando una enorme cuarteadura que destrozó los pisos; Cyon y Ciner saltaron, llevando al chico pantera con ellos, para dejarlo en un lugar seguro, pues el agua de inmediato se convirtió en filosas estacas de hielo que podían haberlos lastimado si los hubiesen alcanzado. Aun así, Aidan se quedó en su lugar, lo único que se movilizó, fueron las llamas que él había creado como muro, envolviéndolo de inmediato en ellas como un torbellino y aumentando su intensidad de calor, derritiendo sin problemas el hielo que intentó alcanzarlo.
Los ojos verdosos se abrieron con sorpresa al ver lo ocurrido — eres fuerte, ‘huroncito’ — el tono de voz parecía un intento de burla —, tu líder debe estar muy orgulloso de ti — chocó las manos y luego las separó con rapidez, consiguiendo que el hielo que había en el piso, volviera a ser líquido y seres amorfos se empezaron a formar con rapidez —, pero tendrá que recoger tu cuerpo inerte después de enfrentarme.
El ojirrojo no pudo evitar fruncir el ceño — te equivocas — gruñó —, nadie más está orgulloso de mí, porque el líder, ¡soy yo!
Con un chasquido, las flamas que lo envolvían empezaron a tomar forma humanoide, yendo a enfrascarse en una batalla contra los seres de agua, para dejarle el camino libre.
—¿Crees que tus invocaciones podrán con las mías? — preguntó con sarcasmo el puercoespín.
—No lo creo — respondió el hurón — ¡estoy seguro!
—Soy agua, tu fuego, ¡estás en desventaja, niño!
“Niño”
La simple palabra consiguió que la sangre del hurón hirviera de coraje; detestaba que lo vieran como un niño, especialmente cuando se trataba de un combate elemental.
—¡No soy un niño! — gritó y sus manos crearon llamaradas de las palmas, mismas que se convirtieron en dagas, las cuales le lanzó al otro, tratando de acertar en el blanco, pero cuando se salía de sus cabales, perdía precisión.
El puercoespín esquivó los proyectiles, a pesar de que cuando vio lo que el menor hacía, se sorprendió.
—Quinesis, invocación y materialización, es demasiado poder para alguien tan pequeño — se burló —, realmente eres un estuche de sorpresas, ‘huroncito’.
Aidan se quitó la máscara — ¡y eso no es nada! — gritó señalando al otro.
El puercoespín entrecerró los ojos y su rostro se contorsionó en una mueca de ira — lindo rostro — dijo con desprecio —, creo que me divertiré desfigurándolo… ¡antes de matarte!
Con rapidez, hizo que el agua que aún brotaba de las tuberías, se movieran hacia Aidan y se transformaran en puntas de hielo. El ojirrojo estaba seguro de poder encargarse sin problema, pero antes de hacer algo, una sombra se movió frente a él, quebrando las puntas filosas con dos espadas cortas y evaporó el agua líquida con el fuego que las cubrió inmediatamente después.
—Perdón por la tardanza — el ojigris lo miró de soslayo —, jefe.
—¡Lo tenía cubierto, Lupus! — el menor habló entre dientes, molesto de que se metieran en su batalla.
—¡Detesto que se entrometan en mis asuntos! — gritó el puercoespín y su cabello se erizó, debido a que las púas en el mismo se levantaron.
Las tuberías para apagar incendios que se encontraban en el techo, se reventaron y empezaron a vaciarse, pero antes de que empezara a controlar el agua de otra manera, algo lo desconcertó; se dio cuenta de un resplandor que destelló en una parte del edificio y se movió de inmediato, tratando de cubrirse, evitando el disparo que iba a su cabeza y los otros dos que estuvieron a punto de impactarlo en puntos vitales, pero no esquivó un cuarto, que impactó en su mano derecha, logrando que gritara por el dolor que le causó la herida, más porque el fuego estuvo a punto de expandirse y tuvo que cubrir su mano con hielo por un segundo.
—Linx… — Aidan identificó a su combatiente de largo alcance.
—“Jefe, no nos gusta meternos en sus peleas, pero ya no tiene tiempo, ¿o sí?” — la voz amable y juguetona de Linx contrastaba con la situación.
—“Jefe, Taury está esperando afuera, se nos acaba el tiempo del campo” — señaló Sciry por el comunicador.
—¡Maldita sea! — Aidan le dedicó una mirada fría al puercoespín y luego miró Lupus — acábenlo, Ciner y Cyon, se unirán con ustedes y compartirán su recompensa o castigo.
El rubio dio media vuelta y corrió hacia donde estaba su profesor de deportes.
—¡Ciner, Cyon! — gritó y llegó a su lado — Taury espera, necesito abrir la brecha, ayuden a Lupus y Linx, ¡y encárguense de este idiota!
Aidan dejó todo en manos de sus subordinados y fue directamente al punto donde podía abrir la brecha y sacar a su profesor por ahí, antes de finiquitar su operación.
«Nuestro primer trabajo iba a ser sencillo, ¡debía ser sencillo!» pensó con molestia «¡¿Por qué no fue sencillo?!» rechinó los dientes y se detuvo frente a la puerta, que se encontraba bloqueada, debido al campo que habían puesto «voy a quejarme en inteligencia y ¡esta vez van a escucharme!»
El hurón puso las manos frente a la barrera y éstas se cubrieron de energía roja, debía concentrarse para conseguir lo que deseaba.
—Todo sería más fácil sin esto — miró su brazo derecho, pero sabía que debía controlarse.
Por su lado, su equipo estaba teniendo problemas para contener al elemental.
Ciner intentaba darle con pequeñas dagas, tipo kunais, que tenían las puntas empapadas con venenos, pero el sujeto se cubría con muros de hielo y ella fallaba al tener que usar el fuego para protegerse también, enojándose cada que tenía que imbuir otro kunai con un nuevo veneno; sabía que pronto se le acabarían y tendría que usar otras cosas para atacar, por lo que ya no dependería de venenos, como tanto le gustaba.
—¡Es fuerte! — señaló Cyon, tratando de acercarse para lastimarlo, pero en menos de lo que esperaba, las creaciones de agua le cortaban el paso y usaba sus pequeñas dagas de fuego para esquivar sus ataques.
—¡Cállate y concéntrate! — Lupus no estaba de buen humor, ya que había tenido problemas con la chica antílope antes.
—“Concéntrense los dos” — pidió Linx por el comunicador — “y dejen de interponerse en mis tiros o ¡saldrán dañados!”
—Que fácil decirlo, Linx — gruñó Lupus, evaporando a los humanoides de agua que lo atacaban —, ¡quisiera verte peleando cuerpo a cuerpo!
—Ustedes son más débiles que el niño, así que… ¡no me interesan! — gritó el puercoespín, que se encontraba enfadado, debido a la herida de su mano.
El agua se convirtió en una especie de muro líquido y como una ola, empezó a moverse hacia ellos.
—Muévanse — dijo Ciner con voz suave, al pasar por entre sus compañeros con rapidez, huyendo de inmediato del lugar que pronto quedaría completamente mojado.
—¡Odio el agua! — Cyon dio unos pasos hacia atrás.
—¡No eres el único! — Lupus dio media vuelta y empezó a correr para ponerse a resguardo.
Si el enemigo podía controlar el agua y además potenciarla a hielo, con el simple hecho de mojarse, podrían salir heridos.
—¡Linx! — llamó Lupus, esperando que los apoyara.
—“¡Tengo mis propios problemas, Lupus!” — gruñó el otro y varias detonaciones se escucharon en el segundo piso, porque unos seres humanoides de agua, lo habían ido a acorralar.
—Ahora, vamos con el principal — sonrió el ojiverde, observando a Aidan, concentrado cerca de una salida.
El puercoespín movió sus manos; a pesar de que una se encontraba casi inmóvil y le causaba dolor, eso no lo detendría. El agua se movió como si fuesen serpientes bailando para él, hipnotizadas por algo que nadie más veía o escuchaba; el líquido se movió como si fuera látigo y varios chorros de agua salieron disparados hacia el rubio, convirtiéndose en lanzas de hielo a medio camino.
El hurón escuchó el grito de Sciry por el intercomunicador — “¡jefe!”
Al voltear, alcanzó a ver como su profesor se interponía entre él y las enormes estacas de hielo, que se impactaron en el cuerpo del moreno, atravesándolo completamente.
—¡No! — gritó el ojirrojo y dejó su trabajo, para correr a sujetar al mayor, que de inmediato perdió el conocimiento y quedó completamente laxo entre sus brazos.
—Oh, qué lástima — se burló el puercoespín —, pero ahora podrás ponerme atención.
La carcajada del pelinegro consiguió enfurecer completamente a Aidan; sabía que su profesor de deportes estaba muerto, aunque siendo un hibrido común y debido al campo elemental, el cuerpo de este no se desangraría, pero en cuanto callera la barrera, la sangre del moreno se esparciría con rapidez, a causa de las graves heridas y nada podía hacer.
—Esta era mi primera misión elemental después de un largo tiempo — dijo el rubio con seriedad —, iba a ser sencilla, iba a ser perfecta, iba a ser rápida y nadie debía salir herido — levantó el rostro — y tú… ¡lo has complicado todo!
El grito retumbó en todo el edificio con tanta fuerza, que todos los cristales se reventaron por eso que parecía un poder sónico con fuerza para dañar incluso a su enemigo, quien se cubrió los oídos porque le causó dolor.
El hurón dejó el cuerpo del pelinegro en el piso y se puso de pie.
—Escuadrón Firesoul — su manera de hablar hizo temblar a sus subordinados —, aléjense y no se metan.
Sciry pasó saliva desde su posición oculta, mientras que los otros cuatro, se alejaron completamente de la escena, buscando un lugar con muros gruesos para resguardarse. Aidan se puso a varios metros de su enemigo, pero sin protegerse, ni escudarse con nada; estaba ahí, en zona completamente libre.
Su enemigo levantó una ceja y sonrió — ¿te enojaste porque me deshice de tu problema? — rió — deberías agradecerme por la muerte de ese estorbo, no era elemental — dijo con desprecio, pues los renegados repudiaban a los híbridos normales —, ahora podrás pelear en serio, ¿o no?
—Él era mi profesor de deportes — anunció el ojirrojo —, el primer híbrido pantera que he conocido en persona — explicó con voz seria —, un civil a quien debía proteger — apretó los puños con fuerza —, el único sujeto más parecido a mi amado Ilmsun que podía tener cerca — rechinó los dientes —, es por eso que, con lo que hiciste, ¡acabas de firmar tu sentencia de muerte!
—¡¿No me digas?! — el otro habló con sarcasmo — ¿crees que te tengo miedo? — soltó una sonora carcajada — no importa lo fuerte que seas, yo soy un elemental innato y aunque tú también seas de segunda clase, yo soy uno de los mejores y con muchos años de experiencia, mientras que tu — lo miró con indiferencia —, eres solo un niño.
“Niño” de nuevo lo menospreciaba por su físico y eso terminó por enfurecer al menor.
Aidan se quitó la capucha y la lanzó de lado, después puso su mano izquierda sobre la parte baja del guante largo que cubría su brazo — siendo así, deja que me presente — levantó el rostro y miró al rostro de su enemigo —, yo soy el capitán Aidan Firesoul, líder de uno de los tres escuadrones de operaciones especiales de fuego, que hay en este país — sin pensar, levantó el guante, lo suficiente para dejar el dorso de su mano y su palma expuestas, donde unas extrañas inscripciones brillaron, sorprendiendo al otro —, soy un primigenio, lo que me convierte en elemental primera clase, categoría ‘S’ — extendió su brazo — y tú, — la palma quedo de frente a su enemigo — ya estás muerto.
—¿De qué hablas?
El cabello rubio y la cola de Aidan, se movieron como si una gran ráfaga de viento lo envolviera, pero realmente eran grandes llamaradas de fuego que lo cubrieron como un remolino; las marcas bajo los ojos brillaron en un tono amarillo a la par que sus ojos lo hacían con uno rojo, su cola y orejas se convirtieron en fuego puro y un resplandor salió de su palma. Como si se tratara de un rayo dirigido por él, la luz dio directo hacia dónde estaba el puercoespín, como un gran faro que lo señalaba.
El híbrido empezó a gritar, mientras miraba con terror su cuerpo, sin entender lo que ocurría; su piel empezó a derretirse, seguida de sus músculos, pero aun así, no sangraba, ya que su sangre se evaporaba con suma rapidez. El grito que se escuchó al principio dejó de salir de su boca, porque en su interior, todos sus órganos, junto con sus ojos, se reventaron casi al mismo tiempo y la poca sangre que se vertió de ellos se cristalizó. En segundos, lo que quedaba de su cuerpo se ennegreció como si se hubiese chamuscado y los huesos se resquebrajaron, permitiendo que se desplomara, pero antes de tocar el suelo, se convirtió en polvo.
El rubio hizo un enorme esfuerzo para cerrar su mano, apagando la luz que brotó de ahí y volvió a colocar el guante en su lugar, mientras su cuerpo volvía a la normalidad y el fuego a su alrededor se apaciguaba; por eso no debía quitarse ese guante, porque si se salía de control, sería imposible contenerlo y tendría muchos problemas, pero agradecía tener ese seguro. Cerró el puño, encajando las uñas en su palma y su mano izquierda cubrió la otra, antes de llevar ambas a su rostro inclinado y darse golpecitos en la frente con ellas.
—Lo siento — musitó con pesadez.
No se arrepentía de lo que había hecho, sino de haber roto una regla; había dado su palabra a sus padres que no lo haría y había prometido que no usaría ese poder a menos que fuese necesario.
Respiró profundamente y levantó el rostro — escuadrón Firesoul — dijo con voz más tranquila —, hay que… finiquitar la misión.
—“Entendido.”
Aidan dio media vuelta y se acercó al cuerpo del moreno, dejándose caer de rodillas a su lado — lo siento — repitió con un dejo de dolor —, esto no debió pasar — miró el rostro del pelinegro y la simple idea de que ese híbrido había fallecido por su culpa, no porque él lo hubiera lastimado, sino porque quería protegerlo, le causó aún más pesar de lo que se podía imaginar y un par de lágrimas recorrieron sus mejillas.
“Un elemental cómo tú y como yo, debe proteger a los híbridos normales, un elemental debe dar su vida por ellos de ser necesario, porque son los más vulnerables y ellos, no tienen idea del peligro que corren al lado de los renegados que quieren destruirlos…”
Las palabras que Zoltan le dijo cuando estaba por entrar a la milicia como activo, le oprimieron el corazón.
—Perdón… — se mordió el labio para ahogar un sollozo, pero empezó a llorar con más sentimiento, había fracasado en uno de sus principales mandamientos.
—¿Jefe? — Lupus fue el primero que llegó a su lado
El ojirrojo se limpió las mejillas con rapidez — no hay nada que hacer con él, las heridas son tan grandes, que en cuanto el campo elemental sea retirado, ni siquiera tendrá un segundo para exhalar su último aliento…
Ciner y Cyon llegaron también y se bajaron las máscaras, para ver al chico que debían proteger.
—Perdón… — la voz de Ciner apenas se escuchó.
—Nosotros debíamos cuidarlo… — señaló el pelirrojo.
—No… — Aidan negó —yo les ordené que ayudaran a Linx y a Lupus, en vez de protegerlo, fue mi culpa.
Todos guardaron silencio un momento, hasta que se escuchó la voz de Linx — ¿Dunkel?
Todos voltearon a ver al último integrante de su equipo que llegó y se quedó estupefacto al reconocer al joven que estaba tendido en el piso.
—¡Dun! — repitió soltando el estuche de su rifle, junto con otras armas que llevaba en mano y corrió hasta llegar al lado del moreno — no, ¡no puede ser! — las manos del lince se acercaron al cuerpo del otro, pero no se atrevió a tocarlo, solo atinó a quitarse la capucha y la máscara, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas antes poder sujetar al pelinegro con cuidado, levantando la cabeza — ¿hermanito? — dijo con voz quebrada
—¡¿Hermanito?! — el hurón se sorprendió por esa palabra y no fue el único, ya que tanto los presentes, se quedaron sin habla, así como Sciry y Taury, que en ese momento escuchaban todo lo que ocurría por el comunicador.
—Vollmond, ¡¿él es tu hermano?! — preguntó directo el ojirrojo, aún sin poder creerlo, ya que ellos eran tan diferentes como el agua y el aceite.
Aidan evocó el momento en que lo conoció “…soy Ikem Oliveira, el nuevo profesor de deportes…”, ni siquiera tenía el mismo apellido que su subordinado, por lo que no lo relacionó tampoco por ese lado.
—Sí — respondió el aludido a media voz, sufriendo la pérdida de su hermano menor.
—Pero… él se presentó con otro nombre — el rubio no podía concebir que eso fuera posible.
Vollmond hizo una mueca, como si le causara gracia — Dunkel es policía — pasó saliva —, se especializa en vigilancia especial y… jamás usa su nombre real cuando está en operativo — explicó con dificultad, porque seguía llorándole al otro.
“…yo trabajo en conjunto con el departamento de relaciones civiles de la milicia, pero realmente soy policía…”
Eso le había dicho el moreno y en ese momento, todo parecía tomar forma; los recuerdos de lo que había ocurrido semanas antes llegaron a la mente del hurón.
Vollmond le había pedido que firmara un documento para que le dieran una oportunidad a su hermano, quien no era elemental, para que le permitieran ingresar a la milicia, aunque fuese en la sección de interacciones civiles, pero aunque firmó, ni siquiera revisó los datos del joven en cuestión, ni la foto, ni nada en realidad, solo lo hizo como un favor a su segundo al mando; además, a él no le importaba la familia de sus subordinados, para él, solo los miembros de su escuadrón eran su familia y los demás eran prescindibles, especialmente porque ellos, en algún momento, tendrían que olvidarse todos sus familiares también.
—No puede ser…
«Por eso Dolev lo puso a seguirme, creyó que si yo había reconocido su potencial, no objetaría al verlo…» pensó con terror «y si pudo entrar al campo es porque debe tener genes recesivos elementales…» su mirada pasó de Dunkel a Vollmond, ya que si uno de la familia era elemental, había la posibilidad de que hubiera más en su árbol genealógico, aunque la mayoría de las familias, difícilmente podían tener más de un elemental en una sola generación, estaban los casos muy específicos en los que todos lo eran, debido a la cruza selectiva.
—Fue mi culpa — su respiración se agitó —, de verdad, ¡esto es mi culpa!
—No fue su culpa, jefe — Lupus negó.
—No — Linx negó —, fue mi culpa — abrazo con fuerza a su hermano —, yo no debí ayudarle a entrar en algo tan peligroso.
—Tampoco fue tu culpa, fue un accidente — señaló Cyon.
—Lamentable accidente — secundó Ciner.
—“Jefe, no quiero sonar insensible, pero quedan menos de cinco minutos para que se acabe el campo…” — anunció Sciry por el comunicador — “…hay que moverse si queremos alcanzar a dejar todo de manera adecuada…”
Aidan no respondió, su mirada estaba fija en Dunkel y su respiración aún era agitada; se sentía completamente culpable de lo ocurrido y quería hallar la manera de solucionar eso, aunque parecía imposible pues por muy poderoso que fuera y dentro del campo pudieran volver objetos inanimados a un estado anterior, no podía curar a un híbrido, ni mucho menos evitar que murieran.
—¡Jefe! — gritó Lupus, quien se quedaba al mando si Linx no podía ocuparse.
El hurón se sobresaltó — ¡puedo hacerlo! — dijo con rapidez.
—¿Qué puede hacer? — pregunto Cyon, confundido.
—Revivirlo.
—¡¿Qué?! — preguntaron todos.
El ojirrojo movió las manos con lentitud — pudo entrar al campo, lo que significa que tiene genes elementales recesivos — repitió lo que había pensado —, puedo usar mi habilidad primigenia y si es fuego cómo Vollmond, somos compatibles, así que si despierto la habilidad de regeneración en él, puede recuperarse lo suficiente antes de que quitemos el campo, eso nos dará tiempo para llevarlo a la base y que lo curen.
Linx levantó el rostro y miró a su líder con asombro — ¡¿puede hacerlo?!
—En… teoría — el niño buscó con la mirada a la koala —, no es así, ¿Ciner?
La de cabello lila respiró profundamente y cerró los ojos — en teoría, sí — asintió —, pero no lo aseguro.
—Eso es mejor que nada — Cyon suspiró y miro a Lupus.
—No creo que sea una buena idea — negó el ojigris —, puede ser contraproducente y en el peor de los casos, podría incinerarlo por error — levantó una ceja —, pero el que debe decidir, es Linx.
El rubio pensó en lo que su amigo acababa de decir, podía tener razón y perder por completo a su hermano, tanto que no quedaría nada de él; aun así era mejor intentarlo a simplemente darlo por muerto.
—Por favor, jefe — sus ojos aqua miraron al menor con súplica —, sólo, inténtelo.
Aidan conocía bien a su equipo y sabía que Linx confiaba en él para todo, por lo que no quería defraudarlo.
—De acuerdo — el ojirrojo respiró profundamente —, apártense — ordenó.
Todos, incluyendo Vollmond se alejaron.
El menor, respiró profundamente; se quitó el anillo de su mano izquierda y sin dudar, se quitó con rapidez la manga negra del brazo derecho. Los símbolos raros en su piel, empezaron a brillar de inmediato, así que puso las manos en el torso de Dunkel, cerró los ojos y se concentró.
Sabía que si quera qué hacerlo, debía ponerse en contacto con alguien a quien sus subordinados no conocían, pues era algo que solo los primigenios podían entender.
«Señor del fuego, tu que cuidas a tus hijos, ¡escúchame una vez más!…» suplicó con desespero «sé que hoy mismo usé tu poder para dañar, algo que tu detestas que haga, pero en este momento te imploro, me permitas usar tu habilidad de regeneración, para ayudar a un híbrido inocente…» explicó con rapidez «sé que no somos agua para curar, pero al menos permite que tenga la capacidad de restaurarse por esta vez, para que sobreviva hasta que lo llevemos a un lugar donde sea atendido correctamente...» especificó «por favor, dame la oportunidad de remediar mi error, padre Sunne…»
Todo se puso oscuro, su cuerpo se llenó de una energía roja y una voz grave retumbó en su cabeza, a la par que una figura de fuego, que solo él podía ver, apareció frente a él; la figura era gigantesca y solo alcanzaba a verse definida la cabeza; parecía ser una gran bestia con rasgos felinos, que cambiaban mientras se movía, como si no tuviera realmente una forma definida.
—“Hacía mucho que no suplicabas por mi ayuda… ¿tan importante es para ti?”
—Es hermano de Vollmond, es mi profesor de deportes y aunque no lo conozco, es mi responsabilidad ahora.
—“Responsabilidad… esa es una declaración muy seria.”
—Debo ser maduro y responsabilizarme de mis errores — añadió el menor —, este chico está aquí, porque yo no puse atención antes y no volverá a pasar — aseguró —, lo prometo, pero le pido que me ayude solo esta vez, si es que es posible.
Por un segundo, el ser de fuego pareció pensar en lo que el niño le dijo y finalmente asintió — “puedo ayudarte, pero debes respetar mis condiciones…”
—Siempre lo hago — dijo entre dientes, recordando que a causa de eso, es que no podía quitarse esa manga negra de su brazo.
—“Entonces, hagámoslo…”
—¿Cuáles serán las condiciones esta vez?
—“Las sabrás en su momento…”
Lo que para él fue un largo tiempo, para su equipo fue solo un parpadeo; el cuerpo de Dunkel fue envuelto en fuego y sus heridas se cerraron lentamente, a la par que Aidan empezaba a sentirse débil. A pesar de que habían sido varios impactos, solo una cicatriz quedó en el torso de Dunkel, aquella que estaba en el centro de su tórax, justo donde debía latir su corazón.
—“Está hecho…” — el ser empezó a desaparecer — “pero recuerda que el vínculo que has formado, no podrás romperlo con facilidad…”
—¿Vínculo? — preguntó el menor con debilidad, sentía su cuerpo cansado.
El menor se desplomó al lado de Dunkel y sus subordinados fueron hacia ambos. Linx reviso a su hermano, mientras que Lupus y Ciner constataban los signos vitales de Aidan, después de volver a acomodarle el guante, que era lo primordial.
—No respira — dijo el rubio al darse cuenta que su hermano, a pesar de aparentar estar bien, no tenía signos vitales.
—“Espera a que la barrera se quite…” — se escuchó por el comunicador la voz de Taury — “mi hermana dice que la distorsión espacio-tiempo de las barreras, no ayuda a los procedimientos médicos…”
—“Taury tiene razón…” — secundó Sciry — “hasta que no se quite por completo la barrera, no se puede saber si funcionará, como elementales nosotros nos regeneramos lo necesario para no morir, pero él es un híbrido normal…” — explicó con rapidez — “precisamente por eso, no debes tener muchas esperanzas…”
Ciner estaba atenta a Aidan, pero se preocupó al darse cuenta de la situación; buscó la mirada gris de Lupus y negó.
—El jefe está muy mal — señaló el peligris —, debemos llevarlo al médico.
Todos se miraron entre sí, la barrera estaba por caer, pero no habían realizado el protocolo para dejar el terreno.
—No tenemos tiempo de hacer nuestra parte de la limpieza — Cyon miró a Lupus —, ¿qué hacemos?
El ojigris buscó la mirada aqua del segundo al mando; todos tenían el mismo rango según su especialidad, pero debido a que Aidan eligió a Linx como su mano derecha, él lo seguía cuando su jefe no estaba presente, a menos que estuviera seguro de que no estaba en completo control de la situación.
Vollmond respiró profundamente — no podemos perder más tiempo, el jefe y mi hermano se encuentran mal, así que dejaremos las cosas así — aseguró con frialdad —, ya nos responsabilizaremos en el cuartel — especificó —, pasemos al plan ‘B’.
—Entendido — dijeron todos a la vez.
Linx sujetó a Dunkel y Lupus se encargó de Aidan; ellos no tenían problemas en realizar trabajos pesados, porque después del pequeño hurón, eran los más fuertes; caminaron hacia la salida acordada con anterioridad, seguidos de Cyon y Ciner, que llevaban el equipo que Linx había dejado en el piso.
En el cuarto seguro, Sciry apago sus computadoras y con un movimiento, varias invocaciones de animales de fuego se movieron con rapidez, llevando las cosas a ocultarlas en el techo falso, de dónde los que terminarían de limpiar la escena los obtendrían y se los devolverían al día siguiente, aunque se aseguró de no dejar información de su misión; antes de ir a la salida, sujetó la mochila de su jefe y su portátil en la otra mano.
La barrera empezó a romperse, desde el punto más alto de la cúpula que había formado, justo como si se tratara de cristal, que se desvanecía a medio camino del suelo. En el punto de extracción, Taury, quien mantenía un pequeño campo alrededor de su camioneta y que estaba sincronizado con el del edificio,recibió de las invocaciones de Sciry el paquete y de inmediato, llevó el vehículo hasta el punto de encuentro con los otros.
Poco antes de que el campo elemental cayera completamente, en los lugares que sufrieron daño estructural, fue como si algunas bombas se detonaran y los híbridos que estaban cerca salieron dañados; cristales, paredes, piso, todo se destruyó, pero no había sido un derrumbe completo del edificio, por lo que, aparte de los renegados, no iba a haber victimas mortales. Aun así, eso era una mancha en su historial, ya que debían evitar que los híbridos civiles salieran lastimados y de eso se tenían que encargar ellos, pero no habían tenido opción.
Sciry les dio alcance en la puerta y en ese momento la barrera desapareció; el grupo escuchó los gritos de los inocentes pero ninguno miró atrás. Aunque sabían que no era lo correcto, tenían otras prioridades, así que en cuanto la enorme camioneta de transporte se puso a su alcance, subieron de inmediato, para que Taury iniciara la marcha.
—Es tarde… — musitó con molestia, mientras trataba de apresurarse — ¡no debí quedarme en la escuela! — dijo con desespero.
Había sucumbido ante las ganas de desquitarse de Ottel, por ello se quedó más de lo esperado, pero a pesar de eso, no podía sentirse mal de lo ocurrido, especialmente, cuando su mente le llevó la imagen del nuevo profesor de deportes.
—Sí, se parece — sonrió, evocando la imagen de su personaje favorito —, pero es obvio que no es un elemental, debido a su desconcierto por el calor — negó —, ¡lástima!
Mientras iba en su monólogo, se deslizaba por las calles con rapidez, entre los automóviles, incluso usando algunos para impulsarse, sin importarle las recomendaciones de seguridad; llevaba su mochila al hombro, ignorando no solo el sonido del claxon de los automóviles, que frenaban de improviso, sino de los gritos de los conductores que se asustaban al temer que atropellarían al jovencito.
Minutos después, alcanzó a ver el enorme edificio del centro comercial, a dónde debía haber llegado desde antes.
La base de esa enorme construcción contaba con un gran desnivel, el cual daba directamente a la primer planta del estacionamiento subterráneo y contaba con varias escaleras electricas, tanto para subir e ingresar al centro comercial, como para bajar a los otros pisos del estacionamiento. Sin dudar, el rubio aceleró la carrera y dio un salto, bajando por la pendiente inclinada, llena de césped, derrapando con las ruedas de sus patines; con esa acción, se ahorraba el tiempo para rodear el perímetro del centro comercial y tener que ir al acceso.
—Ya no tengo tiempo — dijo en voz baja, justificando su acción, debido a que en su descenso, rompió algunas plantas ornamentales.
Al llegar a terreno pavimentado, frenó con un movimiento rápido de sus pies y sin tardar, se inclinó a presionar el botón de sus botines, para ocultar las ruedas de los patines. Al incorporarse, se quitó el casco y antes de acomodar su cabello, hizo un gesto de molestia, mientras masajeaba sus pequeñas orejas.
—¡Rayos…! a pesar de que según lo hicieron a mi medida, de todos modos molesta, tendré que pedir que me manden a hacer uno nuevo — rascó su orejita con insistencia, el casco le había causado irritación, porque al salir apresurado de la escuela, ni siquiera se lo colocó bien.
Mientras se quejaba, caminaba quitándose los protectores de los codos y junto con el casco, los introdujo en la mochila; después de acomodarla sobre su espalda, observó su reloj, dándose cuenta que ya era la 1:35.
—¡Tarde! ¡Es tarde! — repitió y corrió a la puerta que da a las escaleras eléctricas del estacionamiento subterráneo, para ir al primer piso del centro comercial.
Mientras subía las escaleras, aspiró profundamente para normalizar su respiración; cerró los parpados y dio unas palmaditas en sus mejillas, masajeando las pequeñas marcas bajo sus ojos.
—Modo ‘híbrido normal’, desactivado — dijo con voz baja y al abrir los parpados, sus ojos rojos se miran más profundos, mientras su semblante dejó de ser el del niño que todos conocían, para pasar a uno más serio.
Ese era su ritual para enfocarse en cómo debía actuar, tanto en su vida cotidiana, como en su trabajo, no era que lo necesitara, pero así se preparaba mentalmente para no cometer errores; tiempo atrás los había tenido, había actuado de manera incorrecta tanto en su vida mundana, siendo un híbrido normal, como en su vida elemental y eso le causó problemas que no quería volver a tener.
Al llegar al piso dónde empezaban las tiendas, su mirada recorrió el lugar; todo parecía tranquilo, por lo que era obvio, no habían hecho ni siquiera preparaciones para la misión.
«Me esperaron…» pensó con indiferencia y empezó a caminar, tratando de mezclarse entre la multitud, aunque le era complicado. A pesar de no querer, su sola presencia llamaba la atención en cualquier lugar y la mayoría de los híbridos, tanto hombres como mujeres, lo observan con curiosidad, especialmente su cola.
El rubio entornó los ojos y apretó los puños, no podía apresurar el paso para no verse sospechoso, pero en el fondo, no le agradaban ese tipo de miradas y sabía que jamás se acostumbraría a ellas; la mayoría, trataba de identificar si era un varón o un hembra, porque su cola era del tipo de las féminas a pesar de no serlo, aunque siendo pequeño, muchos pensaban que quizá su cuerpo solo está poco desarrollado y eso causaba confusiones; no le molestaba en realidad, ya que él rubio prefiere a los varones, pero la mayoría muestran decepción cuando se dan cuenta que no es una mujer.
En su recorrido hacia su destino, Aidan miró de reojo a un joven lince, de cabello ligeramente largo y rubio, con mechones negros; portaba un estuche de guitarra al hombro y le llamó la atención que parecía coquetear abiertamente con dos mujeres, una con una larga cola, terminada en una especie de borla en la punta, claramente una rata canguro, mientras que la otra, tenía una larga cola de lémur, ambas muy desarrolladas físicamente y posiblemente de la universidad que se encontraba a unas calles del centro comercial. Cuándo el ojirrojo pasó cerca, los extraños ojos aqua del joven lince lo miraron de reojo y le sonrió, mostrándole un colmillo; el pequeño hurón movió el rostro hacia el otro lado y siguió su camino.
De una tienda de ropa, salió un enorme varón de cabello verdoso, que al lado de muchos otros híbridos, especialmente del hurón, podría parecer un gigante, debido a que se notaba claramente que era un caballo percherón; los ojos miel del sujeto, recorrieron la pequeña silueta del rubio al pasar a su lado y el menor lo ignoró por completo, aunque le causó un escalofrío. El sujeto siguió al menor por un trecho, pasando por el frente un par de tiendas y luego se quedó en una isla de ventas, donde la comerciante, una hermosa joven con cuernos de antílope, le hizo platica amenamente.
Aidan respiró tranquilo. Se había puesto extremadamente nervioso al pensar que el otro realmente lo seguía, pero se sintió un poco mejor cuando lo dejó atrás, aun así, no podía bajar la guardia; pasó la mano por su cabello y trató de mantener un semblante tranquilo, no quería evidenciarse en lo más mínimo.
Siguiendo su camino, observó a una pareja cerca de los baños, acompañados de dos jovencitas mono araña, que se notaban claramente alteradas; parecían haber tenido un pequeño accidente con la joven koala, quien tenía su falda manchada de agua roja y era acompañada por un híbrido lobo. A pesar de que la pareja parecía querer restarle importancia, la joven de cabello lila, terminó accediendo a acompañar a las otras dos, entrando al sanitario de mujeres, mientras el joven, de cabello gris, se recargó en la pared, haciendo un gesto cansado, sacando su celular para entretenerse mientras esperaba.
El pequeño hurón bajó el rostro y negó, pero no se detuvo. Más adelante, chocó con un joven mapache, que tría varios aretes en sus orejas.
—¡Cuidado! — sonrió el de cabello rojo oscuro, casi tinto — por ir distraído pueden ocurrir accidentes.
El rubio levantó una ceja — lo siento — se disculpó —, con permiso…
—¡No corras! — dijo el mayor.
Aidan lo miró por encima del hombro y el otro le hizo una mueca, sacando su lengua, misma que tenía otros accesorios llamativos. El pequeño hurón frunció el ceño, hizo un gesto como si estuviera ofendido y apresuró el paso, mientras el mapache se encaminaba hacia la tienda de electrónicos más prestigiosa del centro comercial.
El rubio fue hacia las escaleras de emergencia, en vez del elevador; revisó su reloj una vez más y a pesar de que intentó no tardar, ya era la 1:47.
—¡Mierda! — dijo con molestia y apresuró el paso.
Subió los escalones de dos en dos y al llegar al descanso medio, entró por una puerta que decía “solo personal autorizado”; siguió un pequeño pasillo y finalmente llegó a una especie de habitación segura. En ese lugar, alguien lo estaba esperando; un joven ardilla, de cabello rosa pálido y con gafas, estaba sentado en el suelo, con un portátil sobre sus piernas, mientras que a su alrededor había otros aparatos extraños, que parecían ser monitores y otras computadoras.
En cuanto lo vio, el de lentes sonrió — ¡por fin llega…! — hizo una pausa para sorber el líquido del vaso que tenía en mano — jefe — terminó, acomodando sus gafas.
—Se me hizo tarde — dijo con molestia el rubio, lanzando su mochila a un lado y quitándose el chaleco de su uniforme —, ¿novedades?
—Todos están en posición — extendió la mano y le pasó un pequeño comunicador —, en espera de sus órdenes y aquí tengo lo que me encargó, pero creo que ya empezó a hacerse agua…
El pelirosa le acercó un vaso, envuelto en un par de servilletas, con una tapa plástica como una cúpula y un popote; dentro, había un líquido café con crema batida encima y algunas otras cosas más.
—¿Cómo me gusta? — indagó el ojirrojo, un tanto escéptico.
—Sí — asintió el otro —, café capuchino frappe, mediano, con leche light, moka extra, preparado con una bola de nieve de chocochip, encima tiene chispas de chocolate, jarabe de chocolate, canela, galleta y una cereza.
—¡Excelente! — sonrió el hurón y dio un sorbo al líquido frío, sintiéndose completamente reconfortado por esa acción que le provocaba el azúcar —, ya me hacía falta — relamió sus labios.
Después de pasar otro trago, se colocó el comunicador en la oreja; esas cosas no le gustaban, porque eran como aretes de presión y al final, su delicada oreja quedaba sensible, pero no tenía de otra más que usarlos; al estar en su lugar, el pequeño aparato empezó a funcionar.
—Bien, estoy aquí, escuadrón Firesoul, ¿están todos listos? — preguntó con frialdad.
Se escuchó un sonido de estática y luego las voces.
—“Aquí Cyon, estoy cerca del paquete, en cuanto me digan, lo tomo y será asegurado, solo necesito que Sciry me envíe a una de sus mascotas para el transporte inmediato…”
El rubio miró de soslayo al joven de lentes que estaba a su lado.
El pelirrosa sonrió — estará ahí en cuanto iniciemos, no te preocupes.
—“Ojalá fueras así de rápido para contestar cuando te invito a salir…”
Los ojos ámbar se abrieron con sorpresa tras las gafas y las mejillas se tiñeron de rojo de inmediato, su boca se abrió para decir algo, pero al final, solo se mordió el labio inferior.
—Cyon, contrólate, no es momento para flirteos — pidió el hurón al darse cuenta que el chico ardilla no podía responder, como siempre —, ¿los demás?
—“Taury, presente…” — la voz femenina se escuchó nerviosa — “bueno no allí, sino en el estacionamiento, es decir, en el punto de extracción… ¡en la salida!”
—Sí, Taury, ya entendimos — Aidan entornó los ojos —, solo concéntrate, en cuanto salgamos, debemos alejarnos de inmediato, ¿de acuerdo?
—“Sí, Kesito… digo, Aidan… es decir, ¡jefe!”
Sciry soltó una risita, pero ante la mirada del rubio, carraspeó y se irguió en su lugar.
—Gracias a los espíritus que deja de ser despistada cuando se enfoca — suspiró el hurón y dio un sorbo al café.
—“Linx, aquí…” — anunció otro miembro de su equipo.
—Tardaste… — señaló el hurón, después de pasar el trago de café.
—“Lo siento, pero esas chicas no me dejaban en paz, tuve que decirles que me gustaban los chicos y debía ir a buscar a uno que me esperaba…”
—¿En serio? ¿Te creyeron?
—“No, hasta que les dije que era el hermoso niño hurón, que pasó momentos antes a mi lado y como era menor de edad, debíamos ser precavidos…”
Aidan se ahogó con el café y tosió un poco a causa de ello; Sciry se cubrió la boca, tratando de ocultar la gracia que le causó la situación.
—“Aquí, Lupus, estoy esperando a Ciner…”
«¡Gracias, Lupus!» pensó el ojirrojo, porque lo sacó de ese momento tan incómodo, pero le llamó la atención lo que dijo — ¿esperando? ¿Aún no está contigo? — preguntó con preocupación — Ciner, ¡¿dónde estás?!
—“Ciner, aquí…” — respondió el último miembro de su equipo — “…contratiempo con renegados…”
Con esas palabras, el ojirrojo se sobresaltó, si había renegados, seguramente estaban al tanto de lo que ocurría ese día y el paquete podría disputarse, poniendo en peligro la misión.
—¿Lo solucionaste? — el ojirrojo miró a Sciry, quien de inmediato, tecleó unas cosas, encontrando a Ciner, gracias a las cámaras del centro comercial que en ese momento él controlaba y las imágenes se mostraron en algunas pantallas.
La koala iba saliendo del baño, encontrándose con el lobo.
—“Sí, finiquitados…” — especificó la voz seria.
Aidan suspiró.
—“Pero vienen por nuestro paquete y enviaron señal…”
El hurón se sorprendió — ¡no puede ser! — dejó de lado su café.
—“Jefe, creo que tengo compañía…”
La voz de Cyon alertó no solo al hurón, sino a todos los de su equipo.
—De acuerdo, Sciry, busca en las cámaras, necesito saber cuántos son — ordenó para la ardilla, que de inmediato empezó a teclear, para mover las cámaras de seguridad de todo el edifico, en busca de sospechosos —, Linx, Lupus, Ciner, movilícense, pondremos el campo elemental.
—¿Lo usaremos? — el pelirrosa lo miró con susto.
—Con renegados aquí, no nos queda de otra — dio media vuelta —, Taury, olvídate del plan ‘A’ y concéntrate en el plan ‘B’, sincronízate con Sciry, encárgate del campo en el vehículo, esperas en el punto de extracción del paquete y en cuanto quitemos la barrera, lo recogerás y pasarás por nosotros a la salida secundaria — repasó el plan de contingencia una vez más, para asegurarse de que su subordinada lo entendiera.
—“¿Qué hay de recoger el equipo de Sciry?”
—Lo tengo cubierto, Taury — respondió el chico ardilla —, solo los ocultare y el equipo que terminará de limpiar la escena, los recuperará más tarde.
—Solo concéntrate en lo que te dije — repitió el rubio —, ¿me escuchaste?
—“Está bien, jefe.”
—Los demás, estén alerta, mientras Sciry no nos diga cuantos son o el campo no esté puesto, cualquiera puede ser un elemental y por lo que sabemos, no amistoso — especificó —, voy en seguida.
—“Entendido” — respondieron los demás y la comunicación se cortó.
—Quiero que te comuniques con la base — el menor habló con rapidez, dirigiéndose al pelirrosa, mientras se quitaba la corbata del uniforme y el pantalón —, diles que ocupo un equipo de limpieza y que no esperen a que lleguen los policías — gruñó por lo bajo a la par que agarraba algo de ropa de una maleta que se encontraba al lado de Sciry —, ellos siempre se meten donde no les llaman.
—Jefe, ¿no se cambiará la camisa?
—¡No hay tiempo! — respondió el rubio, colocándose el pantalón — además, si se usa el campo elemental, no importa la ropa que use — abrochó la prenda y volvió a ponerse los zapatos —, necesito los sospechosos antes del campo, si no los encuentras, tendrás que enviar a tus mascotas no solo por el ‘paquete’, sino a buscarlos, ¿entendido?
—Sí, señor — asintió el de lentes.
Aidan asintió y caminó a la puerta, saliendo y cerrando con un gran golpe.
—Cyon, ¿qué me tienes? — preguntó en voz baja, mientras bajaba la escalera.
—“Un hombre, híbrido caballo, me está observando con curiosidad…” — respondió el aludido en voz baja — “es seguido por otro, híbrido felino, puede ser un guepardo o leopardo, no reconozco las manchas…”
—“Guepardo…” — anunció la voz seria de Linx — “las manchas de su cola son clásicas de ese híbrido, así que ten cuidado, debe ser muy veloz…”
—¿Estás en tu posición, Linx? — el rubio levantó una ceja.
—“Sí, jefe, ya coloque los punteros para el campo…”
Eso era lo que el ojirrojo quería saber — ¿Lupus?
—“Estoy entrando a la tienda y mis punteros están listos…”
—“Punteros, listos…”
Aidan respiró aliviado, al escuchar la voz de Ciner, que era quien faltaba en ese momento — de acuerdo, pondré los míos y en cuanto de la señal, ya saben lo que tienen qué hacer.
Con paso rápido, el rubio se movió entre la gente, dejando en algunos lugares estratégicos, unos pequeños objetos redondos, que al pegarse en una superficie se camuflaban con el entorno y desaparecían para cualquiera que no conociera esa tecnología.
—“Jefe, más vale que se apresure, me están cerrando el paso y tendré que defenderme en menos de dos minutos, por lo que puedo dejar el ‘paquete’ algo descuidado…”
—“Tengo a uno en la mira, pero si disparo ahora mismo, llamaré la atención…”
—“¿A cuál?” — preguntó Lupus con seriedad.
—“Caballo, tengo el disparo limpio…” — respondió Linx de inmediato.
—“Siendo así, Cyon, encárgate del paquete, yo te cubriré con el guepardo…” — Lupus sonaba confiado.
—“Voy en camino…” — la voz tranquila de Ciner, contrastaba con la manera algo alterada de hablar de los demás.
—“Copiado…” — confirmó Cyon.
A pesar de que sus subordinados parecían tener las cosas bajo control, Aidan se encontraba inquieto, debían poner el campo, antes de que las cosas se complicaran y de que un híbrido común pudiese salir lastimado — Sciry, más vale que me digas cuantos son, se nos acaba el tiempo.
—“Tengo identificados cinco activos y dos cadáveres…”
«¡¿Siete?! Son demasiados para una misión como esta, esto no es normal, el paquete debe ser más importante de lo que nos dijeron.»
Con un movimiento de su mano, Aidan lanzó el último puntero, que se pegó a una columna principal del centro comercial — de acuerdo, está todo listo, a mi señal, Sciry, activas el campo y todos encárguense de sus objetivos.
—“Sí, señor” — dijeron al unísono.
—Activa el campo… ¡ahora!
—¡Te tengo!
La voz seria de alguien y la forma ruda en que lo sujetaron del brazo, sorprendieron al hurón, pero su rostro mostro miedo y completa confusión, al ver como el joven moreno, que acababa de conocer como su profesor de deportes, no quedaba fuera del campo, como todos los híbridos no elementales, que parecían haber desaparecido a la par que el lugar se cubría con un manto de energía especial, para evitar que lo que ocurriera en ese lugar, se viera reflejado en la dimensión real, a menos, no de inmediato.
—¡¿Qué demonios haces aquí?! — Aidan no pudo evitar mostrar su desconcierto y terminó gritando — ¡¿Cómo fue que pudiste ingresar al campo?!
—¡¿Qué diablos está pasando?! — el pelinegro observó el lugar, pero no soltó el brazo de su presa.
Un disparo se escuchó por el intercomunicador, así como un gruñido, el cual, el hurón identificó de inmediato que era Lupus, iniciando una pelea contra alguien, eso daba inicio a la misión.
—¡Maldita sea! — lo único que el hurón pudo pensar, fue cancelar la operación — ¡aborten! ¡Hay un civil dentro de la barrera! ¡Aborten! — ordenó con desespero.
—“Debo asegurar el paquete, ¡¿dónde están tus mascotas Sciry?!” — la voz fría de Cyon era el anuncio de que era demasiado tarde.
—“Ya van, pero es que hay un enemigo cerca de… ¡Jefe, muévase de ahí!”
El grito de Sciry por el intercomunicador, le confirmaba a Aidan que era imposible cancelar lo que habían puesto en marcha. El menor apenas pudo distinguir una silueta en el segundo piso al mirar de reojo, por lo que supo que estaba en desventaja por la posición y eso podía ser problemático, no solo para él, sino para el hombre que se coló a esa fiesta.
—¡Muévete! — gritó y se lanzó contra el cuerpo del moreno, para tumbarlo a un costado, usando como escudo unas bancas que estaban cerca, a pesar de saber que no servirían de mucho.
El sonido de los golpes contra el piso, de los proyectiles de hielo que les lanzaron, consiguió que el ojirrojo se percatara que la situación era más delicada de lo que imaginaba; levantó el rostro y se dio cuenta que quien los había atacado, corría a esconderse de nuevo.
«¡Maldita sea! ¡¿Por qué tenía que ocurrir esto en nuestra primera misión elemental?!» se preguntó con ira «esto no será bueno para mi record y lo peor, no es como que fuera excelente desde la última vez…»
—“Paquete asegurado…”
—“Siguiendo con el plan, mis niños irán al punto de extracción original y se mantendrán ocultos hasta que quitemos el campo, a menos que quiera cambiar la ordenes, jefe.”
El rubio apretó los puños, tenía que concentrarse, puso la mano en su oreja y empezó a dar órdenes — seguiremos con el plan, pero primero nos quitaremos de encima los estorbos — gruñó —, Lupus, si ya terminaste, ¡ve por quien me atacó! Está en el segundo piso, en la sección norte, ¡Linx, cúbrelo! Cyon, Ciner, ¡necesito apoyo aquí! — su voz sonaba desesperada — Sciry, dile a Taury que necesito una extracción no programada y guíala a la salida más cercana, ¡ahora! — después de eso, giró el rostro y se concentró en el ojiazul, sujetándolo por la parte frontal de la chaqueta — ¡¿Qué chingados haces aquí?!
—¡¿Que está pasando?! — preguntó el moreno, un tanto desconcertado
—¡Algo que no te incumbe! — dijo el jovencito, irritado por no recibir respuesta.
Iba a decir algo más, cuando un sonido llegó a su oído; puso atención y escuchó el murmullo de unas palabras de conjuración.
«¡Debemos movernos»
Sin titubear, abrazó a su profesor, pasando su pequeña mano por la espalda ancha del otro y dio un salto, llevándolo consigo sin mucho esfuerzo, atravesando un enorme ventanal de una de las tiendas más prestigiosas del centro comercial, pero no se quedó ahí, sino que lo movió hacia un costado, guiándolo a la pared de concreto, todo para resguardarse, a la par que varias detonaciones se escucharon y algunos proyectiles se estrellaron en el lugar donde estuvieron segundos antes, creando grandes formaciones que parecían estrellas de cristal.
Aidan dejó al moreno sentado en el piso, recargado contra la pared, lo suficientemente cubierto para que no lo vieran con facilidad y no fuera un blanco fácil.
—¡¿Cómo hiciste eso?! — preguntó el mayor, algo alterado.
«¿Cómo hice eso? ¡¿Cómo estás tú aquí?!» se preguntó el niño, pero no podía decirle mucho sin saber quién era con exactitud; para él era un civil, pero podría equivocarse y debido a lo ocurrido, ya no estaba tan seguro.
—Necesito sacarte de aquí — dijo con seriedad —, un civil no puede estar en una batalla elemental — su mirada se clavó en el moreno, esperando ver su reacción —, técnicamente ¡debería ser imposible que estuvieras dentro del campo! — señaló con obviedad — ¿cómo lo hiciste? y especialmente, ¡¿por qué me seguiste?!
Los ventanales que estaban aún intactos, se reventaron debido a la onda de choque de algún misil que estalló en el exterior.
—¡No soy un civil! — respondió el moreno, que ya había estado en situaciones comprometidas por su empleo — trabajo para la milicia.
—¡¿Qué?! — el hurón se quedó estupefacto y negó levemente — ¿eres un elemental? No recuerdo haberte visto en la base de datos — frunció el ceño, aunque si era un militar, entonces era un elemental y esa había sido la razón por la que pudo entrar a la barrera —, ¡muéstrame tu CIE! — exigió de inmediato, para saber quién era ese hombre en realidad.
El ojiazul mostro su desconcierto ante esa exigencia, desvió la mirada por un segundo, buscando qué decir. Un resplandor en color azul, en el exterior, se vio opacado por el color rojo de otro, desviando la atención de ambos por un momento, pero el hurón no se iba a descuidar completamente.
—¡¿Qué estás esperando?!
El moreno se sintió acorralado, por lo que decidió ponerse a la defensiva — ¡no voy a mostrarte nada! No eres nadie para pedírmela — gruñó.
La manera en la que le respondió, logró sacar de sus cabales a Aidan — ¡te equivocas! — lo sujetó del frente de su ropa con fuerza — en este momento, soy el líder del escuadrón de fuego encargado de esta misión, no soy tu alumno — especificó entre dientes — y como sabes, un líder tiene al menos el rango de capitán — hizo énfasis en esas palabras —, así que, muéstrame tu CIE, ¡ahora!
—¿Capitán? — el joven pantera no pudo evitar mostrar su sorpresa.
Los cristales del ventanal que estaba al lado de esa pared, se reventaron debido a la onda de choque de algo que se detonó muy cerca, pero el agua alcanzo a entrar en el interior, como si fuese una llovizna.
«Se están acercando, si los chicos no lo terminan, tengo que hacerlo yo, pero con este estorbo, ¡me es imposible!» — ¡¿qué estás esperando, soldado?! — habló con desespero.
—No la tengo.
Los ojos rojos se abrieron con sorpresa — ¡¿qué dices?! — preguntó aun sin creerlo, si era un militar, debía tener su CIE y presentarse correctamente ante un líder de escuadrón, especialmente si estaba obstaculizando una misión.
—No tengo eso — la voz del mayor era más seria, pero no se atrevía a ver a los ojos al niño —, ni siquiera sé que es una CIE, yo trabajo en conjunto con el departamento de relaciones civiles de la milicia, pero realmente soy policía — confesó con algo de vergüenza —, mi trabajo era seguirte.
—¿Seguirme?
Esa simple palabra, consiguió que el hurón recordara el problema que tenía con una persona en el departamento de defensa, misma persona que decía que él no podía estar sin supervisión en lugares con simples civiles y exigía que le pusieran cada cierto tiempo un vigilante; aunque todos ellos renunciaban en menos de tres días, porque no podían ponerse en contra de él.
—No puede ser… — el rubio rechinó los dientes — eres uno de los empleados de ese topo, ¡¿cierto?! — estaba completamente fúrico por tener que lidiar con un idiota que no había entendido las ordenes.
—¿Topo? — preguntó su profesor, confundido por esa frase.
—¡Dolev William! — gritó el menor «¡ese maldito roedor, cuatrojos, metiche, chismoso y mitotero!» terminó en su mente, ya que era Dolev, quien generalmente le hacía llegar a sus padres la información de los problemas en los que se metía por culpa de su carácter tan voluble.
—Sí, él me contrató — confirmó el otro.
«¡¿Contrató a un civil para que me siguiera?! ¡Es un estúpido!» estrujó unos mechones de su cabello — era para que me siguieras en la escuela, nada más, ¡idiota! — su voz era desesperada y palmeó su frente con fuerza — ya hablaré con ese imbécil, pero antes arreglaremos esto.
Cyon y Ciner llegaron en ese momento, portando los uniformes elementales — ¡jefe! — dijeron a la vez, sorprendiéndose de ver al hibrido pantera, después se miraron entre si y trataron de mantenerse impasibles ante ese acontecimiento que nunca había ocurrido antes.
—Aún quedan tres — anunció Ciner con su calma habitual.
—Lupus y Linx se están encargando de quien parece ser el líder — prosiguió Cyon —, pero los otros dos nos pueden dar problemas para la extracción, especialmente porque se escondieron y no pudimos eliminarlos, antes de que nos ordenara venir con usted.
—Me lo temía — las cosas iban de mal en peor —, Sciry, ¿Taury está lista?
—“Está en el acceso tres, esperando sus órdenes”
—Dile que abriré una brecha en el campo elemental y sacaré al sujeto, luego ella se encargará de acuerdo al plan — especificó —, por ahora, encuentra a los dos que faltan y dame sus ubicaciones exactas.
—“En un segundo, jefe.”
—Yo me haré cargo de esos dos que andan sueltos, ustedes — señaló a Ciner y Cyon con su mano —, deben protegerlo a él — con el pulgar, hizo una seña hacia el moreno —, es un ‘no elemental’, así que si algo le pasa, no solo sus expedientes, quedarán manchados, sino el mío también, ¡¿entendido?!
Cyon y Ciner se pusieron firmes y respondieron realizando su saludo marcial, acatando la orden.
El rubio se puso de pie, respiró profundamente y miró al ojiazul con seriedad — pase lo que pase, no te alejes de ellos — su voz parecía una orden —, de lo contrario, no puedo responsabilizarme de lo que te ocurra.
Aidan movió su mano derecha hacia su muñeca izquierda y presiono un pequeño botón en un costado del reloj. Un ligero resplandor salió de la caratula y después, una pequeña flama controlada recorrió el cuerpo del menor, cambiando la ropa que traía, convirtiéndola en un conjunto parecido al que sus compañeros usaban, aunque carecía de la manga derecha, que era complementada por la que el menor siempre traía; su cabello rubio se cubrió con una capucha y su rostro fue ocultado en la parte inferior por una máscara.
Cyon esperó a que el menor terminara su cambio y después se atrevió a preguntar — ¿no prefiere que nosotros nos encarguemos de los enemigos?
Aidan lo miró hacia arriba — no es que desconfíe de sus habilidades — su voz se escuchaba clara a pesar de la máscara —, pero prefiero ir yo, para asegurarnos de que el camino quede completamente limpio — «no puedo arriesgar a que le pase algo a mi nuevo profesor de deportes» pensó con sarcasmo —, además, me siento comprometido.
El mapache se sorprendió — ¿por qué? — preguntó con algo de curiosidad.
—Porque justo en este momento, ¡yo mismo quiero matarlo! — gruñó el menor y giró para ver a su profesor, esperando que al menos entendiera lo que pensaba hacer —, seré el señuelo, ustedes — señaló a sus subordinados —, llévenlo al acceso tres, que es el más cercano y me esperan para que abra la brecha y dejarlo fuera de esto — especificó, a sabiendas que era el único que podía hacerlo —, después volveremos a finiquitar nuestro asunto y seguiremos con el plan.
—Sí, señor — dijeron ellos.
—Esperen mi señal para salir y Ciner, ya sabes qué hacer…
Aidan le dedicó una última mirada al joven pantera y después, con rapidez fue a un ventanal, dio un salto al exterior y empezó a correr.
—Linx, Lupus, denme algo bueno…
Varias detonaciones tras él, hicieron que se escondiera detrás de una isla de ventas.
—“Lo siento, jefe, pero esa antílope es muy escurridiza…” — respondió Linx.
«¿Antílope? Debe ser la que vi con el caballo» pensó de inmediato y apretó los puños, dándose cuenta que realmente lo estaban siguiendo.
—¡¿Me están diciendo que mis dos mejores combatientes no pueden contra una ‘come pasto’?! — dijo con molestia y se asomó por la esquina de la isla.
—“¡Ya casi!” — gruñó Lupus.
Unos seres formados de agua, se movían por un pasillo cercano, chapoteando contra el piso.
«Quieren acorralarme…» — Sciry, necesito la ubicación de los dos faltantes — susurró el menor, con la mano cerca de su oreja.
—“Hay uno en el segundo piso a las 9 y el otro, está en la planta baja, a las doce.”
—Uno es invocador, necesito encargarme de ese primero, de lo contrario, sus mascotas me molestarán.
—“El de las nueve, parece mantener contacto visual con las criaturas, lo que significa que está atento a lo que ellas están por hacer, porque no sabe lo que pueda ocurrir.”
—Entonces, es el de las 12.
«Primero el invocador, luego el de largo alcance»
Aidan dio el salto, saliendo a descubierto y el que estaba frente a él, lo vio de inmediato; con ello, las criaturas de agua se abalanzaron hacia el rubio como si se trataran de pequeñas olas, con suficiente fuerza para hacer algunas fracturas al piso.
—¡Aborrezco el agua!
Ante un movimiento de la mano del hurón un enorme muro de fuego se interpuso entre las invocaciones y él; aunque la línea de fuego se extendió lo suficiente para ponerse frente a la tienda donde estaban sus subordinados, con ello, tenía la distracción para que salieran sin problemas. Con un chasquido, detrás del muro de fuego y frente a la ventana por donde salió, una llamarada hizo un movimiento imposible, como si fuese una mano, haciendo una seña para los otros.
Las criaturas de agua que estaban por el pasillo, se acercaron de inmediato hacia dónde estaba Aidan, parecían tener la intención atravesar el muro creado y extinguir las llamas, pero fueron evaporados antes de que siquiera se acercaran lo suficiente, todo ante la mirada atónita del híbrido cabra que estaba controlándolos.
El hurón escuchó a alguien preparar un arma y supo que era el tipo del segundo piso. Varias detonaciones se escucharon y Aidan tuvo que realizar algunas piruetas para esquivar los proyectiles que se estampaban en el piso, creando cristales fríos, congelando todo lo que alcanzaba su onda de choque.
—¡Detesto a los renegados! — siseó el rubio, apareciendo en sus manos un par de dagas de fuego, corriendo hacia el híbrido que estaba en la planta baja, quien intentó huir, mientras trataba de invocar más criaturas.
Un nuevo ser amorfo se empezó a formar cerca del chico cabra de cabello castaño, cuando Aidan llegó ante él y le hizo varios cortes en el pecho, hasta clavar ambas dagas en el cuello, una de cada lado, atravesando completamente su objetivo; el rubio las soltó, dejándolas en el cuerpo del híbrido que aún estaba ahogándose en su sangre y las dagas ardieron con fuerza, calcinando su cabeza, por lo que su invocación se convirtió en un charco de agua que se extendió hasta el cuerpo inerte.
—Pero es peor, ¡si son renegados de agua! — de un salto, sujetó al barandal del segundo piso para poder llegar hasta el otro enemigo.
Cuando colocó sus pies en el pasillo superior, escuchó un “click” y supo que era una bomba.
«¡Maldita sea!»
Alcanzó a saltar, envolviéndose en fuego para evitar que el alcance de agua llegara hasta él y se alejó del radio de explosión; esa parte del edificio se convirtió en un trozo de hielo y se resquebrajó, cayendo como si se tratara de cristal.
Aidan corrió, tratando de acercarse al otro sujeto que intentaba escapar, varias detonaciones más se escucharon tras él, intentando lastimarlo, pero el hurón era más rápido y ágil de lo que su enemigo podía anticipar.
—Sciry, ¿cómo llego a él sin estorbos?
—“Si sube al techo, puede alcanzarlo, él no puede atravesar paredes.”
—¿No me digas? — preguntó con sarcasmo.
Aidan corrió contra una pared y aprovechó el impulso para subir por la misma, después saltó por un enorme tragaluz en el techo y subió a la azotea.
—Dame la ubicación.
—“Corra cincuenta metros al noroeste, justo a sus diez y ahí estará, detrás de la columna principal”
—¡Hecho!
El ojirrojo siguió la indicación de su subordinado y antes de llegar al punto exacto, saltó; sus manos y pies se llenaron de una energía roja y al volver a tocar al techo, este pareció derretirse con su toque, logrando caer sobre su objetivo, quien soltó el arma que traía en mano; al fijar su vista en el sujeto, Aidan se encontró como un híbrido simio, quien lo miró con sorpresa, no parecía creer que hubiese llegado hasta él.
—Déjame adivinar — el menor entrecerró los ojos —, eres un creador potenciado, ¿cierto? Pero sin tus juguetes, no eres nada.
Los oscuros ojos lo miraron con burla — aún tengo otros — sonrió.
Intentó sujetar algo que portaba en un cinturón, pero Aidan lo detuvo, agarrando su muñeca y el brazo del otro empezó a calentarse — no es una buena idea hacerme enojar — negó el rubio, aumentando la intensidad del calor —, ¡hoy he tenido un mal día!
Los gritos del simio se escucharon; rápidamente intentó usar agua para evitar que el otro lo quemara, pero le fue imposible.
—Esto es termoquinesis — Aidan levanto una ceja y lo soltó, pero su enemigo seguía retorciéndose en el piso —, sabes bien que es tu mismo calor el que se está elevando y en poco tiempo, todos tus órganos empezaran a licuarse — la frialdad con la que hablaba lo hacía atemorizante —, a diferencia de una quemadura normal, la piel no va a permitir la salida de la sangre, que hervirá lenta y dolorosamente en el interior.
—¡Detenlo! ¡Por favor, detenlo! — suplicó.
—Puedo hacerlo —el hurón hizo que el calor descendiera un poco, para permitirle hablar al otro —, pero tendrás que cooperar conmigo, así que me dirás quién los envió, ¿verdad?
Los gritos del simio disminuyeron, aun sentía el dolor y pareció pensar por un momento, hasta que ladeó el rostro — creo que no tengo opción — sonrió.
Aidan escuchó un clic y solo alcanzó a crear una barrera de fuego para cubrirse; una bomba de hielo se detonó y los cristales, como grandes estalagmitas atravesaron el cuerpo del híbrido, pero fueron derretidos antes de que siquiera alcanzaran a acercarse lo suficiente al rubio.
Los ojos rojos lo miraron con indiferencia — moriste a tu manera, buena jugada, algo estúpido — suspiró —, pero se respeta.
Aidan dio media vuelta y miró al fondo del edificio, dónde aun parecía haber un enfrentamiento.
—Linx, Lupus, me dijeron que ya la tenían.
—“Invocadora” — dijo Linx con molestia, era obvio que tampoco estaba satisfecho con el desempeño.
—¡Esa no es una excusa! Maldita sea — terminó entre dientes —, finiquiten eso o recibirán un castigo, yo tengo que encargarme del ‘no elemental’.
Aidan se acercó a una orilla del pasillo superior y observó todo el desastre que había en la parte inferior.
—Si no arreglamos esto antes de que caiga la barrera, van a querer pagar las reparaciones con mi sueldo — pasó la mano por su frente — y si es así, espero que Zoltan y Kharine aumenten mi crédito o no podré comprar cosas de mis videojuegos — soltó el aire y dio un paso al vacío, para poder llegar a la planta baja y empezar a correr.
«Solo uno más y esto se acabará, podremos concentrarnos en terminar la misión, sin problemas y limpiar antes de que se cabe el tiempo…»
El rubio corrió por los pasillos, yendo directamente a dónde había enviado a sus subordinados y al profesor.
—¡Listo!, solo queda uno, pero espero que Linx y Lupus lo finiquiten, mientras nosotros terminamos con esta extracción — al darse cuenta que el joven pantera parecía darles problemas a Cyon y Ciner, se sorprendió —, ¿acaso no lo pueden cargar?
—Lo siento, jefe, pero el chico no se queda quieto — señaló el mapache con inquietud, ya que aunque era fuerte, él tenía sus límites porque estaba entrenado para otras cosas.
Aidan miró a Ciner — ponle más tranquilizante — exigió, esperando que eso arreglara el problema.
Los ojos naranjas de la koala, lo miraron con frialdad — puede morir — anunció seriamente, a sabiendas que eso era lo que su líder quería evitar.
El ojirrojo hizo un mohín que nadie notó, debido a la máscara que portaba — lo olvidaba — rechinó los dientes —, esta no es una situación normal y en la batalla solo traes venenos letales.
—Ya casi llegamos — Cyon se alzó de hombros —, no pasa nada.
—Bien, apresurémonos — Aidan les hizo una seña.
Cyon ayudó al moreno, mientras Ciner iba a su lado y el rubio iba protegiendo la retaguardia, tenía una extraña sensación, una que no le agradaba, así que iba muy alerta. A medio camino, un ligero sonido tras ellos, consiguió que el menor se detuviera, girara y creara de inmediato una gigantesca llamarada frente a él; otro muro de fuego, aun mayor que los anteriores que había hecho, derritió un par de estacas de hielo que estuvieron a punto de alcanzarlos.
—Linx y Lupus, van a sufrir un castigo — señaló el pequeño hurón, al imaginar que la chica antílope se les había escapado.
—“¿Nosotros qué hicimos?” — preguntó Lupus de inmediato.
—“Acabamos de terminar con nuestro blanco” — anunció Linx, secundando a su compañero.
—“Lo siento, jefe, había uno que no había visto”
Aidan apretó los puños y sintió mucha ira adueñándose de él — de acuerdo, había cuatro aún vivos, no tres — recriminó —, Sciry, tú serás el castigado.
—¡Me sorprendes! — una voz burlona se escuchó del otro lado del muro de fuego.
Con un simple movimiento del rostro, Aidan hizo que las llamas disminuyeran la altura, para ver de frente al enemigo, encontrándose a un sujeto con cicatrices en el rostro y de cabello negro, entre el cual, se notaban largas púas filosas en tonos blancos.
—Pero no estoy aquí para halagarte — miró al hurón de pies a cabeza con algo de desprecio, a pesar de que ambos pertenecían a especies de mamíferos de menor tamaño, él parecía ser más grande que el rubio, no solo en edad, sino en estatura —, quiero lo que le pertenece a los míos y que ustedes tomaron — señaló con seriedad.
Una risita se escuchó, por parte de Aidan — al menos eres amable en pedirlo — dijo con sarcasmo —, pero, el ‘paquete’ ya fue asegurado, lo siento, no puedo devolvértelo.
—Ya veo… — los ojos verdosos del sujeto lo miraron con desdén — entonces, tendré que matarlos y buscarlo después, cuando la barrera caiga junto con ustedes.
—¿En serio? — Aidan le hizo un ademán con la mano, retándolo a que lo tacara — vamos, haz tu mejor esfuerzo.
Una sonrisa retorcida se dibujó en los labios del recién llegado y puso sus manos al frente, a la par que estas se cubrían de un brillo azulado; con movimientos poco fluidos, porque parecía estar haciendo mucho esfuerzo, el puercoespín hizo un ademán como si levantara algo y la tierra empezó a temblar.
Cyon se sorprendió — creí que era agua, ¡no tierra!
—No está moviendo el edificio — señaló Aidan con rapidez, a sabiendas que el otro se refería a que los tierras podían mover las construcciones que se habían hecho de materiales petreos —, ¡está moviendo el agua de las tuberías que están debajo!
El sonido de metal rompiéndose los sobresaltó y el agua brotó del suelo que se abrió, creando una enorme cuarteadura que destrozó los pisos; Cyon y Ciner saltaron, llevando al chico pantera con ellos, para dejarlo en un lugar seguro, pues el agua de inmediato se convirtió en filosas estacas de hielo que podían haberlos lastimado si los hubiesen alcanzado. Aun así, Aidan se quedó en su lugar, lo único que se movilizó, fueron las llamas que él había creado como muro, envolviéndolo de inmediato en ellas como un torbellino y aumentando su intensidad de calor, derritiendo sin problemas el hielo que intentó alcanzarlo.
Los ojos verdosos se abrieron con sorpresa al ver lo ocurrido — eres fuerte, ‘huroncito’ — el tono de voz parecía un intento de burla —, tu líder debe estar muy orgulloso de ti — chocó las manos y luego las separó con rapidez, consiguiendo que el hielo que había en el piso, volviera a ser líquido y seres amorfos se empezaron a formar con rapidez —, pero tendrá que recoger tu cuerpo inerte después de enfrentarme.
El ojirrojo no pudo evitar fruncir el ceño — te equivocas — gruñó —, nadie más está orgulloso de mí, porque el líder, ¡soy yo!
Con un chasquido, las flamas que lo envolvían empezaron a tomar forma humanoide, yendo a enfrascarse en una batalla contra los seres de agua, para dejarle el camino libre.
—¿Crees que tus invocaciones podrán con las mías? — preguntó con sarcasmo el puercoespín.
—No lo creo — respondió el hurón — ¡estoy seguro!
—Soy agua, tu fuego, ¡estás en desventaja, niño!
“Niño”
La simple palabra consiguió que la sangre del hurón hirviera de coraje; detestaba que lo vieran como un niño, especialmente cuando se trataba de un combate elemental.
—¡No soy un niño! — gritó y sus manos crearon llamaradas de las palmas, mismas que se convirtieron en dagas, las cuales le lanzó al otro, tratando de acertar en el blanco, pero cuando se salía de sus cabales, perdía precisión.
El puercoespín esquivó los proyectiles, a pesar de que cuando vio lo que el menor hacía, se sorprendió.
—Quinesis, invocación y materialización, es demasiado poder para alguien tan pequeño — se burló —, realmente eres un estuche de sorpresas, ‘huroncito’.
Aidan se quitó la máscara — ¡y eso no es nada! — gritó señalando al otro.
El puercoespín entrecerró los ojos y su rostro se contorsionó en una mueca de ira — lindo rostro — dijo con desprecio —, creo que me divertiré desfigurándolo… ¡antes de matarte!
Con rapidez, hizo que el agua que aún brotaba de las tuberías, se movieran hacia Aidan y se transformaran en puntas de hielo. El ojirrojo estaba seguro de poder encargarse sin problema, pero antes de hacer algo, una sombra se movió frente a él, quebrando las puntas filosas con dos espadas cortas y evaporó el agua líquida con el fuego que las cubrió inmediatamente después.
—Perdón por la tardanza — el ojigris lo miró de soslayo —, jefe.
—¡Lo tenía cubierto, Lupus! — el menor habló entre dientes, molesto de que se metieran en su batalla.
—¡Detesto que se entrometan en mis asuntos! — gritó el puercoespín y su cabello se erizó, debido a que las púas en el mismo se levantaron.
Las tuberías para apagar incendios que se encontraban en el techo, se reventaron y empezaron a vaciarse, pero antes de que empezara a controlar el agua de otra manera, algo lo desconcertó; se dio cuenta de un resplandor que destelló en una parte del edificio y se movió de inmediato, tratando de cubrirse, evitando el disparo que iba a su cabeza y los otros dos que estuvieron a punto de impactarlo en puntos vitales, pero no esquivó un cuarto, que impactó en su mano derecha, logrando que gritara por el dolor que le causó la herida, más porque el fuego estuvo a punto de expandirse y tuvo que cubrir su mano con hielo por un segundo.
—Linx… — Aidan identificó a su combatiente de largo alcance.
—“Jefe, no nos gusta meternos en sus peleas, pero ya no tiene tiempo, ¿o sí?” — la voz amable y juguetona de Linx contrastaba con la situación.
—“Jefe, Taury está esperando afuera, se nos acaba el tiempo del campo” — señaló Sciry por el comunicador.
—¡Maldita sea! — Aidan le dedicó una mirada fría al puercoespín y luego miró Lupus — acábenlo, Ciner y Cyon, se unirán con ustedes y compartirán su recompensa o castigo.
El rubio dio media vuelta y corrió hacia donde estaba su profesor de deportes.
—¡Ciner, Cyon! — gritó y llegó a su lado — Taury espera, necesito abrir la brecha, ayuden a Lupus y Linx, ¡y encárguense de este idiota!
Aidan dejó todo en manos de sus subordinados y fue directamente al punto donde podía abrir la brecha y sacar a su profesor por ahí, antes de finiquitar su operación.
«Nuestro primer trabajo iba a ser sencillo, ¡debía ser sencillo!» pensó con molestia «¡¿Por qué no fue sencillo?!» rechinó los dientes y se detuvo frente a la puerta, que se encontraba bloqueada, debido al campo que habían puesto «voy a quejarme en inteligencia y ¡esta vez van a escucharme!»
El hurón puso las manos frente a la barrera y éstas se cubrieron de energía roja, debía concentrarse para conseguir lo que deseaba.
—Todo sería más fácil sin esto — miró su brazo derecho, pero sabía que debía controlarse.
Por su lado, su equipo estaba teniendo problemas para contener al elemental.
Ciner intentaba darle con pequeñas dagas, tipo kunais, que tenían las puntas empapadas con venenos, pero el sujeto se cubría con muros de hielo y ella fallaba al tener que usar el fuego para protegerse también, enojándose cada que tenía que imbuir otro kunai con un nuevo veneno; sabía que pronto se le acabarían y tendría que usar otras cosas para atacar, por lo que ya no dependería de venenos, como tanto le gustaba.
—¡Es fuerte! — señaló Cyon, tratando de acercarse para lastimarlo, pero en menos de lo que esperaba, las creaciones de agua le cortaban el paso y usaba sus pequeñas dagas de fuego para esquivar sus ataques.
—¡Cállate y concéntrate! — Lupus no estaba de buen humor, ya que había tenido problemas con la chica antílope antes.
—“Concéntrense los dos” — pidió Linx por el comunicador — “y dejen de interponerse en mis tiros o ¡saldrán dañados!”
—Que fácil decirlo, Linx — gruñó Lupus, evaporando a los humanoides de agua que lo atacaban —, ¡quisiera verte peleando cuerpo a cuerpo!
—Ustedes son más débiles que el niño, así que… ¡no me interesan! — gritó el puercoespín, que se encontraba enfadado, debido a la herida de su mano.
El agua se convirtió en una especie de muro líquido y como una ola, empezó a moverse hacia ellos.
—Muévanse — dijo Ciner con voz suave, al pasar por entre sus compañeros con rapidez, huyendo de inmediato del lugar que pronto quedaría completamente mojado.
—¡Odio el agua! — Cyon dio unos pasos hacia atrás.
—¡No eres el único! — Lupus dio media vuelta y empezó a correr para ponerse a resguardo.
Si el enemigo podía controlar el agua y además potenciarla a hielo, con el simple hecho de mojarse, podrían salir heridos.
—¡Linx! — llamó Lupus, esperando que los apoyara.
—“¡Tengo mis propios problemas, Lupus!” — gruñó el otro y varias detonaciones se escucharon en el segundo piso, porque unos seres humanoides de agua, lo habían ido a acorralar.
—Ahora, vamos con el principal — sonrió el ojiverde, observando a Aidan, concentrado cerca de una salida.
El puercoespín movió sus manos; a pesar de que una se encontraba casi inmóvil y le causaba dolor, eso no lo detendría. El agua se movió como si fuesen serpientes bailando para él, hipnotizadas por algo que nadie más veía o escuchaba; el líquido se movió como si fuera látigo y varios chorros de agua salieron disparados hacia el rubio, convirtiéndose en lanzas de hielo a medio camino.
El hurón escuchó el grito de Sciry por el intercomunicador — “¡jefe!”
Al voltear, alcanzó a ver como su profesor se interponía entre él y las enormes estacas de hielo, que se impactaron en el cuerpo del moreno, atravesándolo completamente.
—¡No! — gritó el ojirrojo y dejó su trabajo, para correr a sujetar al mayor, que de inmediato perdió el conocimiento y quedó completamente laxo entre sus brazos.
—Oh, qué lástima — se burló el puercoespín —, pero ahora podrás ponerme atención.
La carcajada del pelinegro consiguió enfurecer completamente a Aidan; sabía que su profesor de deportes estaba muerto, aunque siendo un hibrido común y debido al campo elemental, el cuerpo de este no se desangraría, pero en cuanto callera la barrera, la sangre del moreno se esparciría con rapidez, a causa de las graves heridas y nada podía hacer.
—Esta era mi primera misión elemental después de un largo tiempo — dijo el rubio con seriedad —, iba a ser sencilla, iba a ser perfecta, iba a ser rápida y nadie debía salir herido — levantó el rostro — y tú… ¡lo has complicado todo!
El grito retumbó en todo el edificio con tanta fuerza, que todos los cristales se reventaron por eso que parecía un poder sónico con fuerza para dañar incluso a su enemigo, quien se cubrió los oídos porque le causó dolor.
El hurón dejó el cuerpo del pelinegro en el piso y se puso de pie.
—Escuadrón Firesoul — su manera de hablar hizo temblar a sus subordinados —, aléjense y no se metan.
Sciry pasó saliva desde su posición oculta, mientras que los otros cuatro, se alejaron completamente de la escena, buscando un lugar con muros gruesos para resguardarse. Aidan se puso a varios metros de su enemigo, pero sin protegerse, ni escudarse con nada; estaba ahí, en zona completamente libre.
Su enemigo levantó una ceja y sonrió — ¿te enojaste porque me deshice de tu problema? — rió — deberías agradecerme por la muerte de ese estorbo, no era elemental — dijo con desprecio, pues los renegados repudiaban a los híbridos normales —, ahora podrás pelear en serio, ¿o no?
—Él era mi profesor de deportes — anunció el ojirrojo —, el primer híbrido pantera que he conocido en persona — explicó con voz seria —, un civil a quien debía proteger — apretó los puños con fuerza —, el único sujeto más parecido a mi amado Ilmsun que podía tener cerca — rechinó los dientes —, es por eso que, con lo que hiciste, ¡acabas de firmar tu sentencia de muerte!
—¡¿No me digas?! — el otro habló con sarcasmo — ¿crees que te tengo miedo? — soltó una sonora carcajada — no importa lo fuerte que seas, yo soy un elemental innato y aunque tú también seas de segunda clase, yo soy uno de los mejores y con muchos años de experiencia, mientras que tu — lo miró con indiferencia —, eres solo un niño.
“Niño” de nuevo lo menospreciaba por su físico y eso terminó por enfurecer al menor.
Aidan se quitó la capucha y la lanzó de lado, después puso su mano izquierda sobre la parte baja del guante largo que cubría su brazo — siendo así, deja que me presente — levantó el rostro y miró al rostro de su enemigo —, yo soy el capitán Aidan Firesoul, líder de uno de los tres escuadrones de operaciones especiales de fuego, que hay en este país — sin pensar, levantó el guante, lo suficiente para dejar el dorso de su mano y su palma expuestas, donde unas extrañas inscripciones brillaron, sorprendiendo al otro —, soy un primigenio, lo que me convierte en elemental primera clase, categoría ‘S’ — extendió su brazo — y tú, — la palma quedo de frente a su enemigo — ya estás muerto.
—¿De qué hablas?
El cabello rubio y la cola de Aidan, se movieron como si una gran ráfaga de viento lo envolviera, pero realmente eran grandes llamaradas de fuego que lo cubrieron como un remolino; las marcas bajo los ojos brillaron en un tono amarillo a la par que sus ojos lo hacían con uno rojo, su cola y orejas se convirtieron en fuego puro y un resplandor salió de su palma. Como si se tratara de un rayo dirigido por él, la luz dio directo hacia dónde estaba el puercoespín, como un gran faro que lo señalaba.
El híbrido empezó a gritar, mientras miraba con terror su cuerpo, sin entender lo que ocurría; su piel empezó a derretirse, seguida de sus músculos, pero aun así, no sangraba, ya que su sangre se evaporaba con suma rapidez. El grito que se escuchó al principio dejó de salir de su boca, porque en su interior, todos sus órganos, junto con sus ojos, se reventaron casi al mismo tiempo y la poca sangre que se vertió de ellos se cristalizó. En segundos, lo que quedaba de su cuerpo se ennegreció como si se hubiese chamuscado y los huesos se resquebrajaron, permitiendo que se desplomara, pero antes de tocar el suelo, se convirtió en polvo.
El rubio hizo un enorme esfuerzo para cerrar su mano, apagando la luz que brotó de ahí y volvió a colocar el guante en su lugar, mientras su cuerpo volvía a la normalidad y el fuego a su alrededor se apaciguaba; por eso no debía quitarse ese guante, porque si se salía de control, sería imposible contenerlo y tendría muchos problemas, pero agradecía tener ese seguro. Cerró el puño, encajando las uñas en su palma y su mano izquierda cubrió la otra, antes de llevar ambas a su rostro inclinado y darse golpecitos en la frente con ellas.
—Lo siento — musitó con pesadez.
No se arrepentía de lo que había hecho, sino de haber roto una regla; había dado su palabra a sus padres que no lo haría y había prometido que no usaría ese poder a menos que fuese necesario.
Respiró profundamente y levantó el rostro — escuadrón Firesoul — dijo con voz más tranquila —, hay que… finiquitar la misión.
—“Entendido.”
Aidan dio media vuelta y se acercó al cuerpo del moreno, dejándose caer de rodillas a su lado — lo siento — repitió con un dejo de dolor —, esto no debió pasar — miró el rostro del pelinegro y la simple idea de que ese híbrido había fallecido por su culpa, no porque él lo hubiera lastimado, sino porque quería protegerlo, le causó aún más pesar de lo que se podía imaginar y un par de lágrimas recorrieron sus mejillas.
“Un elemental cómo tú y como yo, debe proteger a los híbridos normales, un elemental debe dar su vida por ellos de ser necesario, porque son los más vulnerables y ellos, no tienen idea del peligro que corren al lado de los renegados que quieren destruirlos…”
Las palabras que Zoltan le dijo cuando estaba por entrar a la milicia como activo, le oprimieron el corazón.
—Perdón… — se mordió el labio para ahogar un sollozo, pero empezó a llorar con más sentimiento, había fracasado en uno de sus principales mandamientos.
—¿Jefe? — Lupus fue el primero que llegó a su lado
El ojirrojo se limpió las mejillas con rapidez — no hay nada que hacer con él, las heridas son tan grandes, que en cuanto el campo elemental sea retirado, ni siquiera tendrá un segundo para exhalar su último aliento…
Ciner y Cyon llegaron también y se bajaron las máscaras, para ver al chico que debían proteger.
—Perdón… — la voz de Ciner apenas se escuchó.
—Nosotros debíamos cuidarlo… — señaló el pelirrojo.
—No… — Aidan negó —yo les ordené que ayudaran a Linx y a Lupus, en vez de protegerlo, fue mi culpa.
Todos guardaron silencio un momento, hasta que se escuchó la voz de Linx — ¿Dunkel?
Todos voltearon a ver al último integrante de su equipo que llegó y se quedó estupefacto al reconocer al joven que estaba tendido en el piso.
—¡Dun! — repitió soltando el estuche de su rifle, junto con otras armas que llevaba en mano y corrió hasta llegar al lado del moreno — no, ¡no puede ser! — las manos del lince se acercaron al cuerpo del otro, pero no se atrevió a tocarlo, solo atinó a quitarse la capucha y la máscara, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas antes poder sujetar al pelinegro con cuidado, levantando la cabeza — ¿hermanito? — dijo con voz quebrada
—¡¿Hermanito?! — el hurón se sorprendió por esa palabra y no fue el único, ya que tanto los presentes, se quedaron sin habla, así como Sciry y Taury, que en ese momento escuchaban todo lo que ocurría por el comunicador.
—Vollmond, ¡¿él es tu hermano?! — preguntó directo el ojirrojo, aún sin poder creerlo, ya que ellos eran tan diferentes como el agua y el aceite.
Aidan evocó el momento en que lo conoció “…soy Ikem Oliveira, el nuevo profesor de deportes…”, ni siquiera tenía el mismo apellido que su subordinado, por lo que no lo relacionó tampoco por ese lado.
—Sí — respondió el aludido a media voz, sufriendo la pérdida de su hermano menor.
—Pero… él se presentó con otro nombre — el rubio no podía concebir que eso fuera posible.
Vollmond hizo una mueca, como si le causara gracia — Dunkel es policía — pasó saliva —, se especializa en vigilancia especial y… jamás usa su nombre real cuando está en operativo — explicó con dificultad, porque seguía llorándole al otro.
“…yo trabajo en conjunto con el departamento de relaciones civiles de la milicia, pero realmente soy policía…”
Eso le había dicho el moreno y en ese momento, todo parecía tomar forma; los recuerdos de lo que había ocurrido semanas antes llegaron a la mente del hurón.
Vollmond le había pedido que firmara un documento para que le dieran una oportunidad a su hermano, quien no era elemental, para que le permitieran ingresar a la milicia, aunque fuese en la sección de interacciones civiles, pero aunque firmó, ni siquiera revisó los datos del joven en cuestión, ni la foto, ni nada en realidad, solo lo hizo como un favor a su segundo al mando; además, a él no le importaba la familia de sus subordinados, para él, solo los miembros de su escuadrón eran su familia y los demás eran prescindibles, especialmente porque ellos, en algún momento, tendrían que olvidarse todos sus familiares también.
—No puede ser…
«Por eso Dolev lo puso a seguirme, creyó que si yo había reconocido su potencial, no objetaría al verlo…» pensó con terror «y si pudo entrar al campo es porque debe tener genes recesivos elementales…» su mirada pasó de Dunkel a Vollmond, ya que si uno de la familia era elemental, había la posibilidad de que hubiera más en su árbol genealógico, aunque la mayoría de las familias, difícilmente podían tener más de un elemental en una sola generación, estaban los casos muy específicos en los que todos lo eran, debido a la cruza selectiva.
—Fue mi culpa — su respiración se agitó —, de verdad, ¡esto es mi culpa!
—No fue su culpa, jefe — Lupus negó.
—No — Linx negó —, fue mi culpa — abrazo con fuerza a su hermano —, yo no debí ayudarle a entrar en algo tan peligroso.
—Tampoco fue tu culpa, fue un accidente — señaló Cyon.
—Lamentable accidente — secundó Ciner.
—“Jefe, no quiero sonar insensible, pero quedan menos de cinco minutos para que se acabe el campo…” — anunció Sciry por el comunicador — “…hay que moverse si queremos alcanzar a dejar todo de manera adecuada…”
Aidan no respondió, su mirada estaba fija en Dunkel y su respiración aún era agitada; se sentía completamente culpable de lo ocurrido y quería hallar la manera de solucionar eso, aunque parecía imposible pues por muy poderoso que fuera y dentro del campo pudieran volver objetos inanimados a un estado anterior, no podía curar a un híbrido, ni mucho menos evitar que murieran.
—¡Jefe! — gritó Lupus, quien se quedaba al mando si Linx no podía ocuparse.
El hurón se sobresaltó — ¡puedo hacerlo! — dijo con rapidez.
—¿Qué puede hacer? — pregunto Cyon, confundido.
—Revivirlo.
—¡¿Qué?! — preguntaron todos.
El ojirrojo movió las manos con lentitud — pudo entrar al campo, lo que significa que tiene genes elementales recesivos — repitió lo que había pensado —, puedo usar mi habilidad primigenia y si es fuego cómo Vollmond, somos compatibles, así que si despierto la habilidad de regeneración en él, puede recuperarse lo suficiente antes de que quitemos el campo, eso nos dará tiempo para llevarlo a la base y que lo curen.
Linx levantó el rostro y miró a su líder con asombro — ¡¿puede hacerlo?!
—En… teoría — el niño buscó con la mirada a la koala —, no es así, ¿Ciner?
La de cabello lila respiró profundamente y cerró los ojos — en teoría, sí — asintió —, pero no lo aseguro.
—Eso es mejor que nada — Cyon suspiró y miro a Lupus.
—No creo que sea una buena idea — negó el ojigris —, puede ser contraproducente y en el peor de los casos, podría incinerarlo por error — levantó una ceja —, pero el que debe decidir, es Linx.
El rubio pensó en lo que su amigo acababa de decir, podía tener razón y perder por completo a su hermano, tanto que no quedaría nada de él; aun así era mejor intentarlo a simplemente darlo por muerto.
—Por favor, jefe — sus ojos aqua miraron al menor con súplica —, sólo, inténtelo.
Aidan conocía bien a su equipo y sabía que Linx confiaba en él para todo, por lo que no quería defraudarlo.
—De acuerdo — el ojirrojo respiró profundamente —, apártense — ordenó.
Todos, incluyendo Vollmond se alejaron.
El menor, respiró profundamente; se quitó el anillo de su mano izquierda y sin dudar, se quitó con rapidez la manga negra del brazo derecho. Los símbolos raros en su piel, empezaron a brillar de inmediato, así que puso las manos en el torso de Dunkel, cerró los ojos y se concentró.
Sabía que si quera qué hacerlo, debía ponerse en contacto con alguien a quien sus subordinados no conocían, pues era algo que solo los primigenios podían entender.
«Señor del fuego, tu que cuidas a tus hijos, ¡escúchame una vez más!…» suplicó con desespero «sé que hoy mismo usé tu poder para dañar, algo que tu detestas que haga, pero en este momento te imploro, me permitas usar tu habilidad de regeneración, para ayudar a un híbrido inocente…» explicó con rapidez «sé que no somos agua para curar, pero al menos permite que tenga la capacidad de restaurarse por esta vez, para que sobreviva hasta que lo llevemos a un lugar donde sea atendido correctamente...» especificó «por favor, dame la oportunidad de remediar mi error, padre Sunne…»
Todo se puso oscuro, su cuerpo se llenó de una energía roja y una voz grave retumbó en su cabeza, a la par que una figura de fuego, que solo él podía ver, apareció frente a él; la figura era gigantesca y solo alcanzaba a verse definida la cabeza; parecía ser una gran bestia con rasgos felinos, que cambiaban mientras se movía, como si no tuviera realmente una forma definida.
—“Hacía mucho que no suplicabas por mi ayuda… ¿tan importante es para ti?”
—Es hermano de Vollmond, es mi profesor de deportes y aunque no lo conozco, es mi responsabilidad ahora.
—“Responsabilidad… esa es una declaración muy seria.”
—Debo ser maduro y responsabilizarme de mis errores — añadió el menor —, este chico está aquí, porque yo no puse atención antes y no volverá a pasar — aseguró —, lo prometo, pero le pido que me ayude solo esta vez, si es que es posible.
Por un segundo, el ser de fuego pareció pensar en lo que el niño le dijo y finalmente asintió — “puedo ayudarte, pero debes respetar mis condiciones…”
—Siempre lo hago — dijo entre dientes, recordando que a causa de eso, es que no podía quitarse esa manga negra de su brazo.
—“Entonces, hagámoslo…”
—¿Cuáles serán las condiciones esta vez?
—“Las sabrás en su momento…”
Lo que para él fue un largo tiempo, para su equipo fue solo un parpadeo; el cuerpo de Dunkel fue envuelto en fuego y sus heridas se cerraron lentamente, a la par que Aidan empezaba a sentirse débil. A pesar de que habían sido varios impactos, solo una cicatriz quedó en el torso de Dunkel, aquella que estaba en el centro de su tórax, justo donde debía latir su corazón.
—“Está hecho…” — el ser empezó a desaparecer — “pero recuerda que el vínculo que has formado, no podrás romperlo con facilidad…”
—¿Vínculo? — preguntó el menor con debilidad, sentía su cuerpo cansado.
El menor se desplomó al lado de Dunkel y sus subordinados fueron hacia ambos. Linx reviso a su hermano, mientras que Lupus y Ciner constataban los signos vitales de Aidan, después de volver a acomodarle el guante, que era lo primordial.
—No respira — dijo el rubio al darse cuenta que su hermano, a pesar de aparentar estar bien, no tenía signos vitales.
—“Espera a que la barrera se quite…” — se escuchó por el comunicador la voz de Taury — “mi hermana dice que la distorsión espacio-tiempo de las barreras, no ayuda a los procedimientos médicos…”
—“Taury tiene razón…” — secundó Sciry — “hasta que no se quite por completo la barrera, no se puede saber si funcionará, como elementales nosotros nos regeneramos lo necesario para no morir, pero él es un híbrido normal…” — explicó con rapidez — “precisamente por eso, no debes tener muchas esperanzas…”
Ciner estaba atenta a Aidan, pero se preocupó al darse cuenta de la situación; buscó la mirada gris de Lupus y negó.
—El jefe está muy mal — señaló el peligris —, debemos llevarlo al médico.
Todos se miraron entre sí, la barrera estaba por caer, pero no habían realizado el protocolo para dejar el terreno.
—No tenemos tiempo de hacer nuestra parte de la limpieza — Cyon miró a Lupus —, ¿qué hacemos?
El ojigris buscó la mirada aqua del segundo al mando; todos tenían el mismo rango según su especialidad, pero debido a que Aidan eligió a Linx como su mano derecha, él lo seguía cuando su jefe no estaba presente, a menos que estuviera seguro de que no estaba en completo control de la situación.
Vollmond respiró profundamente — no podemos perder más tiempo, el jefe y mi hermano se encuentran mal, así que dejaremos las cosas así — aseguró con frialdad —, ya nos responsabilizaremos en el cuartel — especificó —, pasemos al plan ‘B’.
—Entendido — dijeron todos a la vez.
Linx sujetó a Dunkel y Lupus se encargó de Aidan; ellos no tenían problemas en realizar trabajos pesados, porque después del pequeño hurón, eran los más fuertes; caminaron hacia la salida acordada con anterioridad, seguidos de Cyon y Ciner, que llevaban el equipo que Linx había dejado en el piso.
En el cuarto seguro, Sciry apago sus computadoras y con un movimiento, varias invocaciones de animales de fuego se movieron con rapidez, llevando las cosas a ocultarlas en el techo falso, de dónde los que terminarían de limpiar la escena los obtendrían y se los devolverían al día siguiente, aunque se aseguró de no dejar información de su misión; antes de ir a la salida, sujetó la mochila de su jefe y su portátil en la otra mano.
La barrera empezó a romperse, desde el punto más alto de la cúpula que había formado, justo como si se tratara de cristal, que se desvanecía a medio camino del suelo. En el punto de extracción, Taury, quien mantenía un pequeño campo alrededor de su camioneta y que estaba sincronizado con el del edificio,recibió de las invocaciones de Sciry el paquete y de inmediato, llevó el vehículo hasta el punto de encuentro con los otros.
Poco antes de que el campo elemental cayera completamente, en los lugares que sufrieron daño estructural, fue como si algunas bombas se detonaran y los híbridos que estaban cerca salieron dañados; cristales, paredes, piso, todo se destruyó, pero no había sido un derrumbe completo del edificio, por lo que, aparte de los renegados, no iba a haber victimas mortales. Aun así, eso era una mancha en su historial, ya que debían evitar que los híbridos civiles salieran lastimados y de eso se tenían que encargar ellos, pero no habían tenido opción.
Sciry les dio alcance en la puerta y en ese momento la barrera desapareció; el grupo escuchó los gritos de los inocentes pero ninguno miró atrás. Aunque sabían que no era lo correcto, tenían otras prioridades, así que en cuanto la enorme camioneta de transporte se puso a su alcance, subieron de inmediato, para que Taury iniciara la marcha.
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