Capítulo I
Había sido una semana muy complicada para Dunkel.
Acudió a varios lugares, le dieron credenciales nuevas con un nombre falso para ser dado de alta en el colegio como profesor de deportes y fue presentado solo con el director, quien era el único que sabía la realidad de su trabajo y su verdadera identidad.
También pasó un par de días al lado de unas jóvenes, que le ayudaron a renovar el guardarropa y aunque le agradó mucho la compañía, ellas no parecían muy interesadas en él. Aparte de todo eso, cómo vehículo le dieron a elegir a su gusto, sin límite de presupuesto y decidió tomar una motocicleta deportiva, color azul con negro, pues gustaba de esos vehículos.
Así, el primer día de clases, poco antes de las siete, llegó a la institución, ante la mirada expectante de profesores y alumnos.
—Tenía años que no despertaba tan temprano — dijo con cansancio al quitarse el casco, debido a que normalmente entraba a las nueve a su empleo.
Dejó la motocicleta en un cajón de estacionamiento, sujetó una pequeña maleta que tenía solo lo más indispensable y se encaminó a las oficinas. Al llegar, antes de iniciar la bienvenida, fue presentado con los demás profesores; le llamó la atención la profesora de música, una híbrida felino, que en ese momento, le era difícil identificar si era salvaje o no, por su tamaño.
Debido a la hora, no pudo entablar conversación con ella, ni con nadie, porque debía acudir a la presentación con los alumnos, en la asamblea general. En el estrado, todos los profesores tomaron asiento y la señorita Vivi Zoubaa, la maestra de música, se sentó a su lado.
—Bienvenido… — sonrió ella de manera coqueta.
—Gracias — Dunkel le correspondió la sonrisa.
—Espero que pueda darme un momento en la hora de descanso — musitó la joven de ojos verdes —, me gustaría ser su guía de ‘turistas’ — mordió su labio inferior de manera sensual.
—Será un placer — comentó el moreno con amabilidad; si se le presentaba la oportunidad de coquetear, no la desaprovechaba.
La asamblea inició y el silencio reinó, mientras el director del plantel, un hombre corpulento, que solo mantenía su cola, sus orejas y largos colmillos, como muestra de su mezcla con elefante, daba la bienvenida a un nuevo ciclo escolar y recordaba a los alumnos las reglas.
Dunkel observaba a los alumnos que estaban formados en pequeños grupos frente a los profesores; había tantas razas que seguramente la diversidad era una de los principales motivos de los problemas del niño a quien debía cuidar; si era un hurón, en ese lugar, había jóvenes mucho más grandes que él y seguramente de carácter más agresivo. Aun así, a pesar de su buena visión, le fue difícil dar con él; no estaba en la asamblea, eso era seguro.
—Ahora, les presentaré a su nuevo profesor de deportes, quien estará en lugar del profesor Villanueva, que tomará un año sabático — el director hizo un ademan —, él es Ikem Oliveira.
Dunkel respiró profundamente, se había mentalizado que debía ser otra persona en ese lugar; se puso de pie, hizo un ademán para que lo conocieran los alumnos, pero realmente no le interesaba en lo más mínimo entablar relación con ellos más que la necesaria, de todas maneras ellos interactuarían con alguien que no existía realmente.
—Y para cerrar este evento, el alumno que se graduó de secundaria del ciclo escolar anterior, con calificación perfecta, pasará a decir unas palabras… Aidan Firesoul.
El director se hizo a un lado, buscando con la mirada al alumno, al mismo tiempo que los profesores también trataban de encontrarlo, entre ellos Dunkel, quién era el más interesado de verlo.
—¿Firesoul? — repitió el director, caminando hacia un extremo del estrado.
—¡Ay, no! — Vivi puso la mano en su boca.
—¿Ocurre algo? — indagó Dunkel con seriedad.
—De nuevo faltó a la asamblea — la ojiverde bajó las orejas e hizo un gesto de preocupación, justo en el momento en que llegaba el director a su lado.
—¡Zoubaa, me aseguraste que vendría esta vez! — dijo entre dientes, pero se notaba su molestia.
—Señor — ella sonrió con nervios —, le hablé ayer y me dijo que esta vez sí llegaría.
—¡Esta es la segunda vez que nos deja plantados! — el hombre siguió hablando en voz baja — espero que pronto, alguien le ponga un ‘estate quieto’ a ese niño — miró de soslayo a Dunkel, quien entendió que esperaba que él se hiciera cargo de esas situaciones en el futuro.
El director volvió al atril, mientras Vivi ponía las manos en sus mejillas, claramente apenada. Dunkel prefirió no indagar más en ese momento; especialmente porque no parecía ser adecuado por la situación, además, tendría una excusa después, para platicar con la maestra de música.
~ • ~ • ~
Después de la asamblea, todos en el plantel fueron a sus actividades.
En su primera clase, Dunkel se presentó con un grupo de tercer año de preparatoria y aunque muchos de esos niños quisieron amedrentarlo por su posición económica, el joven pantera sorteó con facilidad esas situaciones, poniendo en su lugar a cada uno de los alumnos; las alumnas, por el contrario, parecían más interesadas en su vida privada, indagando si tenía pareja, pero para el ojiazul, las jovencitas que tenía enfrente, seguían siendo niñas, a pesar de que muchas pronto entrarían a su primer celo, así que no le interesaban en lo más mínimo, porque él prefería a las mujeres desarrolladas y maduras mentalmente.
Pasó dos clases más, con grupos de años menores sin mucho contratiempo; en la cuarta hora, tuvo un tiempo de descanso y fue a la sala de profesores, encontrándose con Vivi, llenando unos documentos.
—Nos encontramos de nuevo, profesora Zoubaa — sonrió con extrema amabilidad.
—Profesor Oliveira — ella lo miro con coquetería — ¿tiene una hora libre?
—Solo Ikem, por favor — pidió el moreno, mirando con disimulo el escote de la maestra — y sí, tengo tiempo libre, ¿usted?
—También — asintió —, pero si quiere que lo tutee, entonces, tendrá que hacerlo conmigo también, no lo cree.
—Entonces, ¿puedo llamarla Vivi?
La mujer sintió que sus mejillas ardían ante la mirada azul del otro — cómo gustes…
—Siendo así, Vivi, creo que me gustaría mi “tour”.
—Por mí, está bien, solo acompáñame a llevar las partituras a la sala de música y con gusto, te llevo a recorrer las instalaciones, antes del almuerzo.
—Permíteme…
Dunkel sujetó las hojas que la chica tenía apiladas y las llevó él, mientras la joven caminaba a su lado; ambos recorrieron los pasillos y salieron a los jardines, para ir al enorme edificio de tres plantas, que albergaba los talleres de ciencia, tecnología y arte. Vivi le iba explicando a Dunkel algunas cosas generales de la escuela y le señalaba los distintos edificios, explicándole lo que contenían, como la biblioteca y las secciones de primaria, secundaria y preparatoria, todo, mientras los ojos azules repasaban las primeras hojas que tenía entre sus manos.
—¿Sólo enseñas música clásica? — preguntó el moreno, al estar en el edificio al que iban.
—¿Cómo sabes que es música clásica? — indagó la ojiverde con interés.
—Por las partituras — sonrió él —, sé algo de música, de hecho, toco guitarra desde pequeño.
—¡Eso es interesante! Deportista y artista al mismo tiempo, algo difícil de encontrar en un hombre — Vivi le sonrió coqueta —, solo falta que me digas que sabes cocinar y serías un sueño para cualquiera.
—De cocina sé lo básico — el pelinegro ladeó el rostro —, solo lo necesario para sobrevivir.
—¡Es suficiente para mí! — añadió ella con rapidez, logrando sorprender por un momento a su acompañante y la chica se dio cuenta que sonó algo desesperada, así que carraspeó y trató de que el otro olvidara ese momento —, pero volviendo a nuestro tema, no solo es música clásica, en algunos grupos también practicamos Jazz, pero accedemos a cualquier género que llame la atención de los chicos, todo sea por motivarlos.
Dunkel rió — y dime, ¿desde cuando eres maestra de música?
—Hace dos años — respondió de inmediato —, salí del conservatorio y decidí intentarlo, tuve suerte de que me seleccionaran aquí.
—Pocas veces veo a hibridas gato en ese papel — sonrió él —, normalmente prefieren el baile.
—No es que no me guste el baile — añadió la ojiverde —, pero prefiero escuchar la música, además, los ocelotes somos más salvajes y el seguir un grácil movimiento es más de los felinos pequeños.
—Ahora entiendo por qué no podía identificarte y el por qué tienes más encanto también — dijo con galantería.
La risita de Vivi se escuchó en el pasillo — eso es muy audaz de tu parte — levantó una ceja — y tú, es obvio que eres un híbrido pantera, pero no sé qué clase específicamente.
—Jaguar.
—Oh, por eso el nombre…
Dunkel sonrió, precisamente esa había sido la razón por la que eligió el nombre falso Ikem — sí — asintió —, no parece que pensaran mucho en mi nombre, ¿cierto?
—No digas eso — Vivi sonrió —, seguramente tus padres lo eligieron por algo especial
—Sí, supongo — él se alzó de hombros restándole importancia —, por cierto, quería preguntar — Dunkel miró de soslayo a su compañera, disfrutando ver el contoneo de la cola manchada —, ¿siempre tienen problemas con ese alumno? — indagó con sutileza.
—¿Qué alumno? — preguntó la ojiverde, algo confundida.
—El que faltó a la asamblea en la mañana — especificó, fingiendo poco interés.
—¿Por qué la pregunta?
—Bueno, me va a tocar darle clases también — explicó con media sonrisa, mientras le permitía el paso a la pelinaranja, para que subiera primero las escaleras.
—Ah, siendo así, dudo que tengas oportunidad de conocerlo.
—¿Por qué? — los ojos azules miraban disimuladamente el cuerpo de su compañera, que se delineaba a través de su traje sastre.
—Aidan, pocas veces acude a la clase de deporte.
—¿Padece alguna enfermedad o algo así? — preguntó de inmediato, ya que no tenía información sobre algo así.
—¡Oh, no! — negó Vivi y rió — Aidan es un jovencito muy saludable y también es muy inteligente, pero siempre se salta la mayoría de las clases — respondió.
Esa respuesta le causó un poco de desconcierto al moreno — ¿cómo es que no lo sancionan por ello, bajándole calificación?
Vivi se detuvo un momento y se giró para ver a Dunkel a los ojos, dándose cuenta que, debido a que estaba un escalón más arriba, el moreno aprovechó para observar el cuerpo y el escote con total impunidad.
—En esta institución, creemos que las aptitudes académicas de los alumnos no debe medirse por sus actividades — movió la mano y sujetó el mentón de su compañero, moviéndolo con suavidad, obligándolo a verla a los ojos —, mi rostro está arriba, “joven pantera” — dijo en tono seductor.
—Ah, disculpa, fue por reflejo — sonrió él —, no quería molestarte.
—No me molesta, pero si quieres ver algo más de mí, tendrá que ser en un horario no escolar — le guiñó un ojo.
—¿Eso es ‘luz verde’ para invitarte a salir?
—Normalmente no acepto salidas el primer día de conocer a alguien, pero haré una excepción, solo si pones atención a lo que te voy a explicar.
—Está bien — sonrió el moreno con diversión.
Vivi dio media vuelta y siguió subiendo las escaleras — en esta escuela, tratamos a cada alumno de manera independiente — explicó con rapidez la ojiverde —, así podemos ayudarles a mejorar, pero en algunos casos y generaciones, hay niños genios que tienen alguna peculiaridad — le puso énfasis a esa palabra —, algunos tienen sólo déficit de atención, otros, debido a distintas condiciones físicas o neurológicas, realizan actividades diferentes a las que hacemos día con día en las instalaciones o son autodidactas, así que estudian y aprenden por su cuenta, por ello, las evaluaciones académicas son más importantes en esos alumnos específicos — señaló — y Aidan, es uno de esos casos
Dunkel no pudo evitar poner un gesto contrariado, «¡en su información no decía que tenía ninguna situación “especial”!» pensó de inmediato, pero seguramente, esa era la razón por la que los militares no querían el trabajo.
—Siendo así, creo que será un niño problema para mí…
—No lo veas de esa manera — Vivi negó —, a pesar de complicado que en ocasiones puede ser, ¡Aidan tiene un alma musical maravillosa! — suspiró — la manera en la que toca, me recuera a la fallecida violinista, Alice Firesoul.
El nombre y especialmente el apellido, llamó la atención de Dunkel — ¡eso es! ¡Alice Firesoul! Por eso su apellido me sonaba.
—El talento es importante en esa familia, al parecer — rió la ojiverde.
—¿Eran parientes? No sabía que la familia Firesoul era mamíferos pequeños, porque tienen mucho renombre, pero Alice era…
Guardó silencio, recordando a la violinista fallecida, casi cinco años antes, misma que su hermano le había conseguido que le autografiara unos discos, ya que le gustaba su música clásica, mezclada con rock.
—Una hibrida zarigüella — añadió la maestra —, pero no, la familia Firesoul no es realmente de mamíferos pequeños, pero tanto Alice como Aidan, son hijos adoptivos, además, Alice le enseñó a Aidan a tocar, por ello tienen el mismo estilo.
—Ya veo — musitó el ojiazul —, aun así yo no puedo evaluarlo por la música, así que tendrá que acudir a clases, le guste o no.
—¡Eso quiero verlo! — rió ella — será un logro que consigas que Aidan vaya a deportes, seguramente, buscará que le justifiquen sus faltas, como siempre.
«No esta vez, si no va a clases, no podré vigilarlo…» pensó el moreno con seriedad.
En su primera clase, Dunkel se presentó con un grupo de tercer año de preparatoria y aunque muchos de esos niños quisieron amedrentarlo por su posición económica, el joven pantera sorteó con facilidad esas situaciones, poniendo en su lugar a cada uno de los alumnos; las alumnas, por el contrario, parecían más interesadas en su vida privada, indagando si tenía pareja, pero para el ojiazul, las jovencitas que tenía enfrente, seguían siendo niñas, a pesar de que muchas pronto entrarían a su primer celo, así que no le interesaban en lo más mínimo, porque él prefería a las mujeres desarrolladas y maduras mentalmente.
Pasó dos clases más, con grupos de años menores sin mucho contratiempo; en la cuarta hora, tuvo un tiempo de descanso y fue a la sala de profesores, encontrándose con Vivi, llenando unos documentos.
—Nos encontramos de nuevo, profesora Zoubaa — sonrió con extrema amabilidad.
—Profesor Oliveira — ella lo miro con coquetería — ¿tiene una hora libre?
—Solo Ikem, por favor — pidió el moreno, mirando con disimulo el escote de la maestra — y sí, tengo tiempo libre, ¿usted?
—También — asintió —, pero si quiere que lo tutee, entonces, tendrá que hacerlo conmigo también, no lo cree.
—Entonces, ¿puedo llamarla Vivi?
La mujer sintió que sus mejillas ardían ante la mirada azul del otro — cómo gustes…
—Siendo así, Vivi, creo que me gustaría mi “tour”.
—Por mí, está bien, solo acompáñame a llevar las partituras a la sala de música y con gusto, te llevo a recorrer las instalaciones, antes del almuerzo.
—Permíteme…
Dunkel sujetó las hojas que la chica tenía apiladas y las llevó él, mientras la joven caminaba a su lado; ambos recorrieron los pasillos y salieron a los jardines, para ir al enorme edificio de tres plantas, que albergaba los talleres de ciencia, tecnología y arte. Vivi le iba explicando a Dunkel algunas cosas generales de la escuela y le señalaba los distintos edificios, explicándole lo que contenían, como la biblioteca y las secciones de primaria, secundaria y preparatoria, todo, mientras los ojos azules repasaban las primeras hojas que tenía entre sus manos.
—¿Sólo enseñas música clásica? — preguntó el moreno, al estar en el edificio al que iban.
—¿Cómo sabes que es música clásica? — indagó la ojiverde con interés.
—Por las partituras — sonrió él —, sé algo de música, de hecho, toco guitarra desde pequeño.
—¡Eso es interesante! Deportista y artista al mismo tiempo, algo difícil de encontrar en un hombre — Vivi le sonrió coqueta —, solo falta que me digas que sabes cocinar y serías un sueño para cualquiera.
—De cocina sé lo básico — el pelinegro ladeó el rostro —, solo lo necesario para sobrevivir.
—¡Es suficiente para mí! — añadió ella con rapidez, logrando sorprender por un momento a su acompañante y la chica se dio cuenta que sonó algo desesperada, así que carraspeó y trató de que el otro olvidara ese momento —, pero volviendo a nuestro tema, no solo es música clásica, en algunos grupos también practicamos Jazz, pero accedemos a cualquier género que llame la atención de los chicos, todo sea por motivarlos.
Dunkel rió — y dime, ¿desde cuando eres maestra de música?
—Hace dos años — respondió de inmediato —, salí del conservatorio y decidí intentarlo, tuve suerte de que me seleccionaran aquí.
—Pocas veces veo a hibridas gato en ese papel — sonrió él —, normalmente prefieren el baile.
—No es que no me guste el baile — añadió la ojiverde —, pero prefiero escuchar la música, además, los ocelotes somos más salvajes y el seguir un grácil movimiento es más de los felinos pequeños.
—Ahora entiendo por qué no podía identificarte y el por qué tienes más encanto también — dijo con galantería.
La risita de Vivi se escuchó en el pasillo — eso es muy audaz de tu parte — levantó una ceja — y tú, es obvio que eres un híbrido pantera, pero no sé qué clase específicamente.
—Jaguar.
—Oh, por eso el nombre…
Dunkel sonrió, precisamente esa había sido la razón por la que eligió el nombre falso Ikem — sí — asintió —, no parece que pensaran mucho en mi nombre, ¿cierto?
—No digas eso — Vivi sonrió —, seguramente tus padres lo eligieron por algo especial
—Sí, supongo — él se alzó de hombros restándole importancia —, por cierto, quería preguntar — Dunkel miró de soslayo a su compañera, disfrutando ver el contoneo de la cola manchada —, ¿siempre tienen problemas con ese alumno? — indagó con sutileza.
—¿Qué alumno? — preguntó la ojiverde, algo confundida.
—El que faltó a la asamblea en la mañana — especificó, fingiendo poco interés.
—¿Por qué la pregunta?
—Bueno, me va a tocar darle clases también — explicó con media sonrisa, mientras le permitía el paso a la pelinaranja, para que subiera primero las escaleras.
—Ah, siendo así, dudo que tengas oportunidad de conocerlo.
—¿Por qué? — los ojos azules miraban disimuladamente el cuerpo de su compañera, que se delineaba a través de su traje sastre.
—Aidan, pocas veces acude a la clase de deporte.
—¿Padece alguna enfermedad o algo así? — preguntó de inmediato, ya que no tenía información sobre algo así.
—¡Oh, no! — negó Vivi y rió — Aidan es un jovencito muy saludable y también es muy inteligente, pero siempre se salta la mayoría de las clases — respondió.
Esa respuesta le causó un poco de desconcierto al moreno — ¿cómo es que no lo sancionan por ello, bajándole calificación?
Vivi se detuvo un momento y se giró para ver a Dunkel a los ojos, dándose cuenta que, debido a que estaba un escalón más arriba, el moreno aprovechó para observar el cuerpo y el escote con total impunidad.
—En esta institución, creemos que las aptitudes académicas de los alumnos no debe medirse por sus actividades — movió la mano y sujetó el mentón de su compañero, moviéndolo con suavidad, obligándolo a verla a los ojos —, mi rostro está arriba, “joven pantera” — dijo en tono seductor.
—Ah, disculpa, fue por reflejo — sonrió él —, no quería molestarte.
—No me molesta, pero si quieres ver algo más de mí, tendrá que ser en un horario no escolar — le guiñó un ojo.
—¿Eso es ‘luz verde’ para invitarte a salir?
—Normalmente no acepto salidas el primer día de conocer a alguien, pero haré una excepción, solo si pones atención a lo que te voy a explicar.
—Está bien — sonrió el moreno con diversión.
Vivi dio media vuelta y siguió subiendo las escaleras — en esta escuela, tratamos a cada alumno de manera independiente — explicó con rapidez la ojiverde —, así podemos ayudarles a mejorar, pero en algunos casos y generaciones, hay niños genios que tienen alguna peculiaridad — le puso énfasis a esa palabra —, algunos tienen sólo déficit de atención, otros, debido a distintas condiciones físicas o neurológicas, realizan actividades diferentes a las que hacemos día con día en las instalaciones o son autodidactas, así que estudian y aprenden por su cuenta, por ello, las evaluaciones académicas son más importantes en esos alumnos específicos — señaló — y Aidan, es uno de esos casos
Dunkel no pudo evitar poner un gesto contrariado, «¡en su información no decía que tenía ninguna situación “especial”!» pensó de inmediato, pero seguramente, esa era la razón por la que los militares no querían el trabajo.
—Siendo así, creo que será un niño problema para mí…
—No lo veas de esa manera — Vivi negó —, a pesar de complicado que en ocasiones puede ser, ¡Aidan tiene un alma musical maravillosa! — suspiró — la manera en la que toca, me recuera a la fallecida violinista, Alice Firesoul.
El nombre y especialmente el apellido, llamó la atención de Dunkel — ¡eso es! ¡Alice Firesoul! Por eso su apellido me sonaba.
—El talento es importante en esa familia, al parecer — rió la ojiverde.
—¿Eran parientes? No sabía que la familia Firesoul era mamíferos pequeños, porque tienen mucho renombre, pero Alice era…
Guardó silencio, recordando a la violinista fallecida, casi cinco años antes, misma que su hermano le había conseguido que le autografiara unos discos, ya que le gustaba su música clásica, mezclada con rock.
—Una hibrida zarigüella — añadió la maestra —, pero no, la familia Firesoul no es realmente de mamíferos pequeños, pero tanto Alice como Aidan, son hijos adoptivos, además, Alice le enseñó a Aidan a tocar, por ello tienen el mismo estilo.
—Ya veo — musitó el ojiazul —, aun así yo no puedo evaluarlo por la música, así que tendrá que acudir a clases, le guste o no.
—¡Eso quiero verlo! — rió ella — será un logro que consigas que Aidan vaya a deportes, seguramente, buscará que le justifiquen sus faltas, como siempre.
«No esta vez, si no va a clases, no podré vigilarlo…» pensó el moreno con seriedad.
~ • ~ • ~
Para la última hora del día, el grupo de Aidan tenía la primera clase de deportes de ese ciclo escolar, así que el profesor de Biología, los dejó salir antes, para que fueran a cambiarse de ropa y llegaran a tiempo con el nuevo profesor.
Dunkel estaba cerca de la puerta del gimnasio atento a su alrededor; su olfato, vista y oído se mantenían en constante alerta, por lo que alcanzaba a escuchar las pláticas que llevaban los alumnos entre ellos y los identificaba de inmediato.
—¿Estás seguro de lo que hiciste?
—¡Por supuesto!, él siempre se salta la clase de deportes, así que envié a nuestro amigo Krang, a buscarlo a la sala de música, — sonrió un jovencito con cuernos de venado que no estaban completamente desarrollados, a quien seguían tres más — esta vez, ese pequeño hurón tendrá su merecido y nadie lo va a poder ayudar.
Ante la palabra ‘hurón’, Dunkel levantó el rostro y puso más atención.
«Pero puede ser otro hurón…» dudó «él no puede ser el único en toda la escuela, ¿o sí?» titubeó, quizá no era el único hurón, pero posiblemente si el único que se saltaba las clases de deporte y pasaba más tiempo en la sala de música «aun así, no puedo ir a buscarlo ahora…»
El timbre se escuchó, dando inicio a la última clase.
—Buenas tardes — dijo el ojiazul con formalidad —, como saben, soy el nuevo profesor de deportes — prosiguió seriamente, observando a los alumnos, que ya estaban formados —, mi nombre es Ikem Oliveira y no, no pueden decirme profesor pantera — sonrió de lado, mostrando un colmillo.
Las chicas asintieron embobadas, mientras los jovencitos hacían un gesto molesto.
—Ahora, pasaré lista, para irlos conociendo…
Mientras iniciaba con los apellidos, sus ojos repasaban a cada alumno, pero no se encontraba el que buscaba, así, al llegar a la letra ‘f’, lo nombró.
—Firesoul, Aidan.
No hubo respuesta.
—¿Firesoul?
—Ah, profesor Oliveira… — una jovencita de cabello rubio cobrizo habló desde la fila.
—¿Sí? — preguntó el moreno para su alumna, que tenía los delicados cuernos de las jirafas sobre su cabeza.
—Aidan tiene un justificante — se acercó al mayor con un documento en mano —, por eso no vino a clases.
“…buscará que le justifiquen sus faltas, como siempre…” las palabras de Vivi llegaron a la mente de Dunkel y respiró profundamente.
El pelinegro recibió el papel y lo leyó, sin poder contener la furia, estrujó el documento — ya veo — dijo con seriedad —, pero lamentablemente, no puedo hacerlo válido, si ni siquiera lo conozco — fingió una sonrisa —, dime, ¿ya se fue?
Con la sonrisa del ojiazul, la chica cayó ante su encanto — no creo — respondió de inmediato —, dijo que estaría en la sala de música, practicando hasta la una.
—¡Katy! — el grito de una coneja se escuchó desde la formación y la chica se cubrió la boca, dándose cuenta que había cometido una indiscreción.
—Gracias, vuelve a tu lugar — Dunkel le hizo una seña con el rostro.
La jovencita regresó a dónde estaba formada en un principio y su amiga le dio una palmada en el brazo, a modo de regaño.
Mientras el joven pantera seguía con la lista, las palabras que había escuchado mientras sus alumnos llegaban, lo pusieron nervioso «entonces, sí era él, tengo que ir a ayudarle…»
Dunkel terminó la lista y pensó en una solución para su problema — de acuerdo, por ser el primer día, todos van a dar un par de vueltas al perímetro de la escuela — ordenó con rapidez.
“¡¿Afuera?!” “¡¿En el sol?!” “¡Hace calor!” “¡Me quemaré la piel!”
Las quejas iniciaron.
—Solo será esta vez — sonrió el moreno, el director le había dado permiso de hacer cualquier cosa, mientras pudiera encargarse de Aidan —, una vuelta y se pueden ir a sus casas y no traten de hacer trampa, el plantel tiene cámaras de vigilancia por todo el perímetro, así que los estaré siguiendo desde la caseta de acceso, tómense su tiempo, no se preocupen, tienen casi una hora para hacerlo — explicó —, pero si no lo hacen, no los dejarán salir de la institución.
Después de eso, caminó al acceso del gimnasio y abrió la puerta.
—Vamos, vamos, apresúrense…
—Profesor — una niña de lentes, que tenía orejas de ratoncito blanco y una colita rosada se acercó a él —, me hace daño el sol.
—¿Tienes justificante? — preguntó el moreno.
—Ah… no…
—Entonces, ve a correr y te vas por la sombrita.
La niña hizo un puchero, pero terminó por seguir a los demás; todos salieron del lugar y Dunkel corrió hacia los edificios.
—Por lo menos sé dónde está la sala de música, espero que Vivi esté ahí para evitar problemas.
Dunkel estaba cerca de la puerta del gimnasio atento a su alrededor; su olfato, vista y oído se mantenían en constante alerta, por lo que alcanzaba a escuchar las pláticas que llevaban los alumnos entre ellos y los identificaba de inmediato.
—¿Estás seguro de lo que hiciste?
—¡Por supuesto!, él siempre se salta la clase de deportes, así que envié a nuestro amigo Krang, a buscarlo a la sala de música, — sonrió un jovencito con cuernos de venado que no estaban completamente desarrollados, a quien seguían tres más — esta vez, ese pequeño hurón tendrá su merecido y nadie lo va a poder ayudar.
Ante la palabra ‘hurón’, Dunkel levantó el rostro y puso más atención.
«Pero puede ser otro hurón…» dudó «él no puede ser el único en toda la escuela, ¿o sí?» titubeó, quizá no era el único hurón, pero posiblemente si el único que se saltaba las clases de deporte y pasaba más tiempo en la sala de música «aun así, no puedo ir a buscarlo ahora…»
El timbre se escuchó, dando inicio a la última clase.
—Buenas tardes — dijo el ojiazul con formalidad —, como saben, soy el nuevo profesor de deportes — prosiguió seriamente, observando a los alumnos, que ya estaban formados —, mi nombre es Ikem Oliveira y no, no pueden decirme profesor pantera — sonrió de lado, mostrando un colmillo.
Las chicas asintieron embobadas, mientras los jovencitos hacían un gesto molesto.
—Ahora, pasaré lista, para irlos conociendo…
Mientras iniciaba con los apellidos, sus ojos repasaban a cada alumno, pero no se encontraba el que buscaba, así, al llegar a la letra ‘f’, lo nombró.
—Firesoul, Aidan.
No hubo respuesta.
—¿Firesoul?
—Ah, profesor Oliveira… — una jovencita de cabello rubio cobrizo habló desde la fila.
—¿Sí? — preguntó el moreno para su alumna, que tenía los delicados cuernos de las jirafas sobre su cabeza.
—Aidan tiene un justificante — se acercó al mayor con un documento en mano —, por eso no vino a clases.
“…buscará que le justifiquen sus faltas, como siempre…” las palabras de Vivi llegaron a la mente de Dunkel y respiró profundamente.
El pelinegro recibió el papel y lo leyó, sin poder contener la furia, estrujó el documento — ya veo — dijo con seriedad —, pero lamentablemente, no puedo hacerlo válido, si ni siquiera lo conozco — fingió una sonrisa —, dime, ¿ya se fue?
Con la sonrisa del ojiazul, la chica cayó ante su encanto — no creo — respondió de inmediato —, dijo que estaría en la sala de música, practicando hasta la una.
—¡Katy! — el grito de una coneja se escuchó desde la formación y la chica se cubrió la boca, dándose cuenta que había cometido una indiscreción.
—Gracias, vuelve a tu lugar — Dunkel le hizo una seña con el rostro.
La jovencita regresó a dónde estaba formada en un principio y su amiga le dio una palmada en el brazo, a modo de regaño.
Mientras el joven pantera seguía con la lista, las palabras que había escuchado mientras sus alumnos llegaban, lo pusieron nervioso «entonces, sí era él, tengo que ir a ayudarle…»
Dunkel terminó la lista y pensó en una solución para su problema — de acuerdo, por ser el primer día, todos van a dar un par de vueltas al perímetro de la escuela — ordenó con rapidez.
“¡¿Afuera?!” “¡¿En el sol?!” “¡Hace calor!” “¡Me quemaré la piel!”
Las quejas iniciaron.
—Solo será esta vez — sonrió el moreno, el director le había dado permiso de hacer cualquier cosa, mientras pudiera encargarse de Aidan —, una vuelta y se pueden ir a sus casas y no traten de hacer trampa, el plantel tiene cámaras de vigilancia por todo el perímetro, así que los estaré siguiendo desde la caseta de acceso, tómense su tiempo, no se preocupen, tienen casi una hora para hacerlo — explicó —, pero si no lo hacen, no los dejarán salir de la institución.
Después de eso, caminó al acceso del gimnasio y abrió la puerta.
—Vamos, vamos, apresúrense…
—Profesor — una niña de lentes, que tenía orejas de ratoncito blanco y una colita rosada se acercó a él —, me hace daño el sol.
—¿Tienes justificante? — preguntó el moreno.
—Ah… no…
—Entonces, ve a correr y te vas por la sombrita.
La niña hizo un puchero, pero terminó por seguir a los demás; todos salieron del lugar y Dunkel corrió hacia los edificios.
—Por lo menos sé dónde está la sala de música, espero que Vivi esté ahí para evitar problemas.
~ • ~ • ~
Dunkel corría con rapidez y llegó a las escaleras del edificio dónde sabía estaba el aula de música; en el descanso de la primera escalera, encontró a dos jovencitas, bajando alteradas.
—¡Profe! ¡Profe! — gritaron a la vez.
—¡¿Qué sucede?! — preguntó el ojiazul, deteniéndose al ver que una de ellas lloraba.
—¡No hay nadie en los otros pisos! — dijo una joven pelirrosa, que tenía orejas pequeñas, haciendo juego con una cola larga y anillada.
—¡Un enorme híbrido va a lastimar a un indefenso roedor en la sala de música! — dijo la de cabello Cyan con desespero, quien traía su cola de mofeta levantada, como muestra de estrés, — ¡vaya a detenerlos, por favor! — pidió rápidamente, señalando el techo.
«¡Maldita sea!» pensó el moreno con molestia — de acuerdo, en esta planta hay aún profesores dando clases — señaló la planta baja —, busquen a uno y yo ¡subiré a detener la pelea!
Las dos chicas corrieron, bajando los escalones que faltaban, mientras que el ojiazul subía los otros a grandes zancadas. El aula de música estaba en el último piso, en la sección final del pasillo, pero alcanzó a escuchar un grito.
Imaginando lo peor, Dunkel apresuró su carrera, llegando hasta el aula y abriendo la puerta, justo en el momento en que una cola blanca con mechones amarillos, desaparecía por el otro lado de la ventana. El pelinegro corrió y se dio cuenta que el jovencito rubio, a quien se suponía iba a ayudar, había saltado desde ese piso, llegando con rapidez y sin ningún rasguño a la planta baja, empezando una carrera hacia la zona deportiva del plantel.
—Eso es imposible — musitó con debilidad y repasó con sus ojos el aula.
Varios instrumentos estaban rotos y un joven de cabello blanco estaba sin sentido, contra el enorme piano de cola, donde su pequeño cuerno parecía haber hecho un agujero en la tapa.
—¿Qué clase de persona es ese niño? — se preguntó con preocupación, pero su mente le dio otra indicación «¡tengo que seguirlo!»
Estaba por saltar la ventana, cuando las dos jovencitas de la escalera, llegaban, junto con otros profesores.
—¡Profesor Oliveira! — gritó uno al verlo a punto de saltar — ¡¿qué cree que está haciendo?!
—Voy detrás del alumno que saltó — señaló al exterior —, ¡lleven a ese a la enfermería!
Sin dejar que los otros indagaran, dio el salto, pero a diferencia del hurón, él lo hizo sobre un árbol que estaba cerca y valiéndose de las ramas, llegó al piso haciendo una pirueta y sin un solo rasguño.
«Qué bueno que practiqué parkour» pensó al tener los pies sobre la tierra y empezar a correr tras el rubio «¡¿a dónde va?!» se preguntó al ver a lo lejos la cola blanca moverse de un lado a otro, mientras corría.
El hurón había ido al gimnasio y de inmediato salió, deteniéndose con unos alumnos por un instante y siguió con su recorrido, yendo a un extremo de la propiedad, justo dónde los otros señalaron.
«Parece que está buscando a alguien…» apresuró el paso y detuvo a los jovencitos, a quienes observó que el hurón se acercó.
—¡Chicos! — respiró profundo para recuperar el aliento — ¿qué les preguntó el rubio?
—¿Aidan? — dijo el joven de cabello bicolor, que era un híbrido canino — preguntó por Ottel.
—¿Ottel? — el moreno frunció el ceño.
—Ottel Coriello — especificó el segundo, al que apenas le estaban saliendo sus cuernos de toro.
“Coriello”, recordaba el apellido del joven venado que estaba en la clase cuando pasó lista y quién había dicho lo de enviar a buscar al hurón al aula de música.
«¡Sabe que fue él!» sus ojos azules se abrieron con sorpresa, pero debía sobreponerse — ah, ¿ya terminaron de dar la vuelta al perímetro? — preguntó con rapidez, tratando de sonar de manera casual.
—Es que… nosotros… estábamos tomando un descanso — titubeó el castaño.
—Si no terminan, no van a salir, así que, ¡a correr! — el moreno señaló el camino.
—Sí, profe… — los dos jovencitos empezaron a trotar.
Por su lado, Dunkel inició la carrera de nuevo, hacia dónde había visto que Aidan había ido.
Al llegar a una intersección, se dio cuenta que por más que quisiera, no lo podría alcanzar y menos, porque ya no lo miraba, «para ser alguien que no hace deporte, es demasiado rápido…»
Cerró los ojos y levantó el rostro, moviendo las orejas, tratando de escuchar con atención y olfateando el entorno, encontrando el rastro del hurón de inmediato — a pesar de todo y que el olfato no sea mi fuerte, aun puedo encontrarlo, después de todo soy un gran depredador — relamió sus labios —, pero necesitaré tomar un atajo para poder emboscarlo — sonrió con cinismo —, mis antepasados se revolcarían en sus tumbas si lo dejo escapar…
—¡Profe! ¡Profe! — gritaron a la vez.
—¡¿Qué sucede?! — preguntó el ojiazul, deteniéndose al ver que una de ellas lloraba.
—¡No hay nadie en los otros pisos! — dijo una joven pelirrosa, que tenía orejas pequeñas, haciendo juego con una cola larga y anillada.
—¡Un enorme híbrido va a lastimar a un indefenso roedor en la sala de música! — dijo la de cabello Cyan con desespero, quien traía su cola de mofeta levantada, como muestra de estrés, — ¡vaya a detenerlos, por favor! — pidió rápidamente, señalando el techo.
«¡Maldita sea!» pensó el moreno con molestia — de acuerdo, en esta planta hay aún profesores dando clases — señaló la planta baja —, busquen a uno y yo ¡subiré a detener la pelea!
Las dos chicas corrieron, bajando los escalones que faltaban, mientras que el ojiazul subía los otros a grandes zancadas. El aula de música estaba en el último piso, en la sección final del pasillo, pero alcanzó a escuchar un grito.
Imaginando lo peor, Dunkel apresuró su carrera, llegando hasta el aula y abriendo la puerta, justo en el momento en que una cola blanca con mechones amarillos, desaparecía por el otro lado de la ventana. El pelinegro corrió y se dio cuenta que el jovencito rubio, a quien se suponía iba a ayudar, había saltado desde ese piso, llegando con rapidez y sin ningún rasguño a la planta baja, empezando una carrera hacia la zona deportiva del plantel.
—Eso es imposible — musitó con debilidad y repasó con sus ojos el aula.
Varios instrumentos estaban rotos y un joven de cabello blanco estaba sin sentido, contra el enorme piano de cola, donde su pequeño cuerno parecía haber hecho un agujero en la tapa.
—¿Qué clase de persona es ese niño? — se preguntó con preocupación, pero su mente le dio otra indicación «¡tengo que seguirlo!»
Estaba por saltar la ventana, cuando las dos jovencitas de la escalera, llegaban, junto con otros profesores.
—¡Profesor Oliveira! — gritó uno al verlo a punto de saltar — ¡¿qué cree que está haciendo?!
—Voy detrás del alumno que saltó — señaló al exterior —, ¡lleven a ese a la enfermería!
Sin dejar que los otros indagaran, dio el salto, pero a diferencia del hurón, él lo hizo sobre un árbol que estaba cerca y valiéndose de las ramas, llegó al piso haciendo una pirueta y sin un solo rasguño.
«Qué bueno que practiqué parkour» pensó al tener los pies sobre la tierra y empezar a correr tras el rubio «¡¿a dónde va?!» se preguntó al ver a lo lejos la cola blanca moverse de un lado a otro, mientras corría.
El hurón había ido al gimnasio y de inmediato salió, deteniéndose con unos alumnos por un instante y siguió con su recorrido, yendo a un extremo de la propiedad, justo dónde los otros señalaron.
«Parece que está buscando a alguien…» apresuró el paso y detuvo a los jovencitos, a quienes observó que el hurón se acercó.
—¡Chicos! — respiró profundo para recuperar el aliento — ¿qué les preguntó el rubio?
—¿Aidan? — dijo el joven de cabello bicolor, que era un híbrido canino — preguntó por Ottel.
—¿Ottel? — el moreno frunció el ceño.
—Ottel Coriello — especificó el segundo, al que apenas le estaban saliendo sus cuernos de toro.
“Coriello”, recordaba el apellido del joven venado que estaba en la clase cuando pasó lista y quién había dicho lo de enviar a buscar al hurón al aula de música.
«¡Sabe que fue él!» sus ojos azules se abrieron con sorpresa, pero debía sobreponerse — ah, ¿ya terminaron de dar la vuelta al perímetro? — preguntó con rapidez, tratando de sonar de manera casual.
—Es que… nosotros… estábamos tomando un descanso — titubeó el castaño.
—Si no terminan, no van a salir, así que, ¡a correr! — el moreno señaló el camino.
—Sí, profe… — los dos jovencitos empezaron a trotar.
Por su lado, Dunkel inició la carrera de nuevo, hacia dónde había visto que Aidan había ido.
Al llegar a una intersección, se dio cuenta que por más que quisiera, no lo podría alcanzar y menos, porque ya no lo miraba, «para ser alguien que no hace deporte, es demasiado rápido…»
Cerró los ojos y levantó el rostro, moviendo las orejas, tratando de escuchar con atención y olfateando el entorno, encontrando el rastro del hurón de inmediato — a pesar de todo y que el olfato no sea mi fuerte, aun puedo encontrarlo, después de todo soy un gran depredador — relamió sus labios —, pero necesitaré tomar un atajo para poder emboscarlo — sonrió con cinismo —, mis antepasados se revolcarían en sus tumbas si lo dejo escapar…
~ • ~ • ~
Dunkel atravesó el terreno de la escuela por en medio de los jardines, acortando el camino para poder ir a la línea perimetral; faltaba poco para llegar, cuando alcanzó a ver a lo lejos a Ottel, que iba platicando amenamente con sus amigos.
El joven pantera se quedó entre los árboles, esperando para poder actuar, pero lo que ocurrió lo dejó completamente atónito.
Sin nada que lo delatara, el pequeño hurón llegó corriendo y desde atrás, le plantó tremenda patada al joven ciervo, quien claramente era más alto que él; el de cabello arena quedó contra el piso, mientras el rubio se movía con rapidez y precisión, todo, ante la mirada incrédula de los que lo rodeaban.
Dunkel corrió al ver que Aidan no se iba a detener, ya que parecía que golpearía al otro que aún estaba en el piso, porque lo dejó de espaldas y lo sujetó del frente de su ropa; el moreno alcanzó a llegar antes de que el rubio propinara un nuevo golpe, pero en esa ocasión, con el puño. Dunkel lo sujetó desde atrás, pasando sus manos por debajo de los brazos y alejándolo del otro.
—¡¿Qué?! — Preguntó el rubio al ser levantado en vilo — ¡Suéltame! — gritó con desespero, pataleando y tratando de soltarse.
—¡¿Cómo es que una cosita tan pequeña, puede causar tanto alboroto?! — preguntó el moreno, sujetándolo como si fuese un pequeño muñequito, ya que el niño era menudo y realmente lo que lo hacía ver más grande, era su cola, mucho más larga que los de su especie.
—¡Yo no hice nada! — se quejó el rubio con voz chillona, pero no se movió más, como si se hubiese dado cuenta que no podía soltarse.
—¿Qué no hiciste nada? La patada que le propinaste a Coriello, ¡¿no es nada?!
El ojirrojo infló los cachetes — se lo merecía — dijo en un murmullo.
—Eso lo decidiré yo — sentenció el mayor, sin soltar al ojirrojo, manteniéndolo sujeto de espaldas a él —, ustedes, — señaló con su rostro, a los otros tres jovencitos que seguían estupefactos ante la escena —, ayuden a Coriello a levantarse y llévenlo a la enfermería.
—¡Sí! — dijeron de inmediato y pusieron manos a la obra.
Entre los tres, ayudaron Ottel, que se encontraba mareado por el golpe, pero en cuanto sus ojos amarillos se cruzaron con los rojos de Aidan, el menor le hizo una seña con los dedos, haciendo notar que lo tenía en la mira y por primera vez, el joven venado sintió escalofríos ante ese niño. Cuando el pequeño grupo se retiró, Dunkel dejó al rubio en piso de nuevo.
—Ahora sí, vamos a hablar, jovencito — dijo con voz seria y poniendo un gesto de pocos amigos.
—Pero si no hice nada ma… — la frase se quedó a medio terminar, ya que al girarse, el hurón tuvo que levantar el rostro para ver al sujeto, quien era mucho más alto que la mayoría de los que conocía, más eso no fue todo lo que lo sorprendió — lo…
Los ojos rojos se abrieron enormes al darse cuenta que el otro era un híbrido pantera y lo único que pudo decir fue — ¡Ilmsun! — antes de que una sonrisa tonta se adueñara de sus labios.
—¿Qué cosa? — preguntó el pelinegro, cruzándose de brazos y levantando una ceja.
—Ah… nada — negó el rubio y soltó una risita —, como decía… — carraspeó — no hice nada malo — sonrió nervioso — y además — puso las manos en su cintura —, ¿quién eres tú para regañarme? ¿El nuevo conserje?
—No — negó el mayor —, soy Ikem Oliveira, el nuevo profesor de deportes.
Los ojos rojos se abrieron con sorpresa — ¿de… portes? ¡No puede ser! ¡¿Por qué nadie me dijo que usted sería el nuevo profesor de deportes?! — reclamó.
—Quizá, si te hubieras aparecido a la asamblea de hoy, te habrías enterado como todos los demás — reprochó el mayor.
— ¡¿Por qué deportes, por qué?! — preguntó al cielo — el primer híbrido pantera que conozco y es el profesor de deportes, ¡¿por qué me persigue la desgracia?!
Dunkel miró con curiosidad al niño, era una persona muy dramática a su parecer, «demasiado infantil…» pensó con cansancio — no entiendo de qué hablas — señaló con voz seria.
El rubio se irguió y pareció querer encararlo — ¿juega Streitkraft?
—¿Qué es eso?
—Por eso no me entiende — suspiró el menor.
El moreno gruñó, pasó la mano por su cabello y negó — deja de desviar la plática — dijo con voz grave —, volvamos a tu mal comportamiento.
—¿Mal comportamiento? — el hurón puso la mano en su pecho, haciéndose el ofendido — yo no he hecho nada malo — dijo con toda seguridad.
—¿Qué no hiciste nada malo? — Dunkel entrecerró los ojos — bien, hagamos el recuento — sonrió de lado, mostrando sus colmillos y notó como el niño se estremecía «parece que si le doy miedo…» pensó satisfecho —, faltaste a clase — inició con rapidez —, golpeaste a un alumno en la sala de música…
—¿Cómo sabe que…?
—¡Déjame terminar! — instó el ojiazul, porque le quería “leer la cartilla”, para que supiera que con él no iba a poder jugar —, destruiste propiedad escolar…
—¡Yo no hice eso! — se quejó el ojirrojo.
—Entonces, ¿quién fue? Porque no creo que los instrumentos se hayan roto por obra y gracia divina, ¿verdad? — habló con obviedad.
—Técnicamente fue culpa del otro, él se golpeó contra ellos — Aidan se alzó de hombros y soltó una risita.
—Así que eres de los ‘chistositos’ de las clases — Dunkel ladeó el rostro —, ¡pues a mí no me causas gracia!
—Eso es porque es un profesor amargado — hizo un mohín y se encogió de hombros —, aunque a Ilmsun tampoco le causaría gracia — sonrió divertido.
—Y dale con Ilm… ¡lo que sea! — el mayor soltó un bufido — y finalmente, golpeaste a uno de tus compañeros, ¡frente a mí! — lo señaló con el índice.
—¡No lo golpee! — el hurón se defendió.
—¿Ah, no?
—No, solo lo patee — se cruzó de brazos —, el golpe no se lo di, porque usted me detuvo.
Dunkel respiró profundamente y masajeó sus sienes — me doy cuenta que eres un caso perdido, jovencito — negó —, pero mientras estés en mi clase, te comportarás.
—Lamentablemente para usted, no estaba en su clase — el rubio lo miró de soslayo —, tengo justificadas las clases de deportes, así que no acudo a ellas, aunque ahora eso me parece una lástima, pero es por mi bien — suspiró — y de los demás también — terminó en un murmullo.
—¿Por tu bien? — el moreno levantó una ceja — que yo sepa, no tienes ninguna enfermedad que te impida realizar deportes, ¿o sí?
—¿Qué? ¿Acaso se tomó el tiempo de ver mi expediente?
—Algo así — sonrió con sarcasmo el ojiazul.
El hurón soltó el aire hacia arriba, moviendo los mechones de su cabello — no, no tengo ninguna enfermedad, pero, tengo esto — puso ambas manos frente al rostro de su profesor.
El mayor revisó las manos con su mirada, no parecían tener nada extraño; en la izquierda portaba un anillo en el dedo medio y un reloj en la muñeca, pero se miraba perfecta, aunque la derecha, traía un guante negro, que le cubría la palma y el brazo, así que no podía estar seguro de que estuviera del todo bien.
—¿Tienes algo en la mano derecha? ¿Por eso el guante negro? — preguntó con poco interés.
—¡No! — el rubio hizo un puchero — ¡son manos de artista! — contestó con un dejo de arrogancia — soy el primer violinista de la orquesta de la escuela y además, también realizo presentaciones en otros lugares, así que si me lastimo, la escuela y el mundo, se perderían de mi talento.
Dunkel lo miro con indiferencia — pero bien que eso no te detiene para golpear a otros, ¿verdad?
—¡Yo no he golpeado a nadie! — repitió el niño — y además… — el sonido de una alarma se escuchó — ¡mierda!
—¡Ese lenguaje, jovencito! — regañó el pelinegro.
—¿Acaso usted no dice alguna mala palabra de cuando en cuando? — preguntó elojirrojo con curiosidad.
—Sí, pero no me escucharás decirlo en esta escuela — aseguró el moreno, ya que debía tomar una actitud seria, responsable y respetable.
—Cómo sea, tengo que irme, profe, nos vemos luego.
Aidan dio media vuelta e intentó alejarse, pero la enorme mano de Dunkel lo sujeto del hombro.
—Oh, no, tú no vas a ningún lado, aún estas en horario escolar, especialmente en mi clase — sonrió de lado — y tienes que terminar la actividad de hoy.
—No lo creo — dijo el menor con voz baja y con un movimiento rápido, se soltó, alejándose varios pasos del pantera.
La sorpresa se reflejó en el gesto del ojiazul, «pero, ¡¿cómo rayos se soltó?!» se preguntó con incredulidad, ya que estaba seguro que lo había sujetado con firmeza.
—Lo siento, profe, pero tengo un compromiso importante — hizo una seña con su mano, cerca de su sien —, ya luego nos presentamos mejor...
El ojirrojo empezó a trotar hacia los edificios, consiguiendo que Dunkel se enfureciera, porque parecía burlarse de él.
—¡Espera ahí!
El grito del mayor se escuchó y el pequeño hurón giró el rostro, asustándose de ver al otro a su lado; había corrido hasta alcanzarlo, agarrándolo de nuevo en brazos.
—¡¿Qué le pasa?! ¡Bájeme!
—No irás a ningún lado sin terminar la actividad y después — lo puso bajo su brazo, como si fuese un saquito —, pasarás a la dirección, a responder por tus infracciones.
—¡¿Dirección?! Eso me quitará mucho tiempo — el rubio pataleó —, profe, en serio, tengo algo urgente que hacer, ¡y no puedo faltar a esa cita!
—A esta tampoco puedes faltar — sonrió el moreno.
—Me está obligando a hacer algo drástico y le advierto que me estoy deteniendo porque se parece ¡a mí adorado Ilmsun!
—¡No me digas! — se mofó el mayor.
El ojirrojo infló los cachetes — bien, ¡usted lo pidió! — gruñó y cerró los ojos, hablando en voz baja — oh, cariño mío, perdóname por lo que haré, juro que me redimiré en la noche, cuando vaya a la batalla en tu nombre.
—¿De qué hablas? — preguntó el moreno.
Dunkel sintió un escalofrío, después, el brazo con el que sujetaba al hurón pareció arder; como reflejo, liberó al menor y levantó la manga de su chaqueta, observando su brazo y mano con curiosidad, pero no tenía nada.
—Lo siento profe, pero en serio tengo que irme, otro día con gusto, lo acompaño a donde quiera…
Después de eso, el menor empezó a correr, incluso con mayor rapidez, dejando al ojiazul sorprendido. Cuando el niño se perdió de su vista, dando vuelta en una esquina de un edificio, una sonrisa divertida se dibujó en los labios del moreno.
—Mi trabajo es vigilarte — sacó su teléfono móvil y encendió un programa de localización; la primera vez que lo sujetó, aprovechó para ponerle un pequeño botón localizador bajo el cuello de su camisa, que no se notaba a simple vista — y lo voy a hacer, cueste lo que cueste.
El joven pantera se quedó entre los árboles, esperando para poder actuar, pero lo que ocurrió lo dejó completamente atónito.
Sin nada que lo delatara, el pequeño hurón llegó corriendo y desde atrás, le plantó tremenda patada al joven ciervo, quien claramente era más alto que él; el de cabello arena quedó contra el piso, mientras el rubio se movía con rapidez y precisión, todo, ante la mirada incrédula de los que lo rodeaban.
Dunkel corrió al ver que Aidan no se iba a detener, ya que parecía que golpearía al otro que aún estaba en el piso, porque lo dejó de espaldas y lo sujetó del frente de su ropa; el moreno alcanzó a llegar antes de que el rubio propinara un nuevo golpe, pero en esa ocasión, con el puño. Dunkel lo sujetó desde atrás, pasando sus manos por debajo de los brazos y alejándolo del otro.
—¡¿Qué?! — Preguntó el rubio al ser levantado en vilo — ¡Suéltame! — gritó con desespero, pataleando y tratando de soltarse.
—¡¿Cómo es que una cosita tan pequeña, puede causar tanto alboroto?! — preguntó el moreno, sujetándolo como si fuese un pequeño muñequito, ya que el niño era menudo y realmente lo que lo hacía ver más grande, era su cola, mucho más larga que los de su especie.
—¡Yo no hice nada! — se quejó el rubio con voz chillona, pero no se movió más, como si se hubiese dado cuenta que no podía soltarse.
—¿Qué no hiciste nada? La patada que le propinaste a Coriello, ¡¿no es nada?!
El ojirrojo infló los cachetes — se lo merecía — dijo en un murmullo.
—Eso lo decidiré yo — sentenció el mayor, sin soltar al ojirrojo, manteniéndolo sujeto de espaldas a él —, ustedes, — señaló con su rostro, a los otros tres jovencitos que seguían estupefactos ante la escena —, ayuden a Coriello a levantarse y llévenlo a la enfermería.
—¡Sí! — dijeron de inmediato y pusieron manos a la obra.
Entre los tres, ayudaron Ottel, que se encontraba mareado por el golpe, pero en cuanto sus ojos amarillos se cruzaron con los rojos de Aidan, el menor le hizo una seña con los dedos, haciendo notar que lo tenía en la mira y por primera vez, el joven venado sintió escalofríos ante ese niño. Cuando el pequeño grupo se retiró, Dunkel dejó al rubio en piso de nuevo.
—Ahora sí, vamos a hablar, jovencito — dijo con voz seria y poniendo un gesto de pocos amigos.
—Pero si no hice nada ma… — la frase se quedó a medio terminar, ya que al girarse, el hurón tuvo que levantar el rostro para ver al sujeto, quien era mucho más alto que la mayoría de los que conocía, más eso no fue todo lo que lo sorprendió — lo…
Los ojos rojos se abrieron enormes al darse cuenta que el otro era un híbrido pantera y lo único que pudo decir fue — ¡Ilmsun! — antes de que una sonrisa tonta se adueñara de sus labios.
—¿Qué cosa? — preguntó el pelinegro, cruzándose de brazos y levantando una ceja.
—Ah… nada — negó el rubio y soltó una risita —, como decía… — carraspeó — no hice nada malo — sonrió nervioso — y además — puso las manos en su cintura —, ¿quién eres tú para regañarme? ¿El nuevo conserje?
—No — negó el mayor —, soy Ikem Oliveira, el nuevo profesor de deportes.
Los ojos rojos se abrieron con sorpresa — ¿de… portes? ¡No puede ser! ¡¿Por qué nadie me dijo que usted sería el nuevo profesor de deportes?! — reclamó.
—Quizá, si te hubieras aparecido a la asamblea de hoy, te habrías enterado como todos los demás — reprochó el mayor.
— ¡¿Por qué deportes, por qué?! — preguntó al cielo — el primer híbrido pantera que conozco y es el profesor de deportes, ¡¿por qué me persigue la desgracia?!
Dunkel miró con curiosidad al niño, era una persona muy dramática a su parecer, «demasiado infantil…» pensó con cansancio — no entiendo de qué hablas — señaló con voz seria.
El rubio se irguió y pareció querer encararlo — ¿juega Streitkraft?
—¿Qué es eso?
—Por eso no me entiende — suspiró el menor.
El moreno gruñó, pasó la mano por su cabello y negó — deja de desviar la plática — dijo con voz grave —, volvamos a tu mal comportamiento.
—¿Mal comportamiento? — el hurón puso la mano en su pecho, haciéndose el ofendido — yo no he hecho nada malo — dijo con toda seguridad.
—¿Qué no hiciste nada malo? — Dunkel entrecerró los ojos — bien, hagamos el recuento — sonrió de lado, mostrando sus colmillos y notó como el niño se estremecía «parece que si le doy miedo…» pensó satisfecho —, faltaste a clase — inició con rapidez —, golpeaste a un alumno en la sala de música…
—¿Cómo sabe que…?
—¡Déjame terminar! — instó el ojiazul, porque le quería “leer la cartilla”, para que supiera que con él no iba a poder jugar —, destruiste propiedad escolar…
—¡Yo no hice eso! — se quejó el ojirrojo.
—Entonces, ¿quién fue? Porque no creo que los instrumentos se hayan roto por obra y gracia divina, ¿verdad? — habló con obviedad.
—Técnicamente fue culpa del otro, él se golpeó contra ellos — Aidan se alzó de hombros y soltó una risita.
—Así que eres de los ‘chistositos’ de las clases — Dunkel ladeó el rostro —, ¡pues a mí no me causas gracia!
—Eso es porque es un profesor amargado — hizo un mohín y se encogió de hombros —, aunque a Ilmsun tampoco le causaría gracia — sonrió divertido.
—Y dale con Ilm… ¡lo que sea! — el mayor soltó un bufido — y finalmente, golpeaste a uno de tus compañeros, ¡frente a mí! — lo señaló con el índice.
—¡No lo golpee! — el hurón se defendió.
—¿Ah, no?
—No, solo lo patee — se cruzó de brazos —, el golpe no se lo di, porque usted me detuvo.
Dunkel respiró profundamente y masajeó sus sienes — me doy cuenta que eres un caso perdido, jovencito — negó —, pero mientras estés en mi clase, te comportarás.
—Lamentablemente para usted, no estaba en su clase — el rubio lo miró de soslayo —, tengo justificadas las clases de deportes, así que no acudo a ellas, aunque ahora eso me parece una lástima, pero es por mi bien — suspiró — y de los demás también — terminó en un murmullo.
—¿Por tu bien? — el moreno levantó una ceja — que yo sepa, no tienes ninguna enfermedad que te impida realizar deportes, ¿o sí?
—¿Qué? ¿Acaso se tomó el tiempo de ver mi expediente?
—Algo así — sonrió con sarcasmo el ojiazul.
El hurón soltó el aire hacia arriba, moviendo los mechones de su cabello — no, no tengo ninguna enfermedad, pero, tengo esto — puso ambas manos frente al rostro de su profesor.
El mayor revisó las manos con su mirada, no parecían tener nada extraño; en la izquierda portaba un anillo en el dedo medio y un reloj en la muñeca, pero se miraba perfecta, aunque la derecha, traía un guante negro, que le cubría la palma y el brazo, así que no podía estar seguro de que estuviera del todo bien.
—¿Tienes algo en la mano derecha? ¿Por eso el guante negro? — preguntó con poco interés.
—¡No! — el rubio hizo un puchero — ¡son manos de artista! — contestó con un dejo de arrogancia — soy el primer violinista de la orquesta de la escuela y además, también realizo presentaciones en otros lugares, así que si me lastimo, la escuela y el mundo, se perderían de mi talento.
Dunkel lo miro con indiferencia — pero bien que eso no te detiene para golpear a otros, ¿verdad?
—¡Yo no he golpeado a nadie! — repitió el niño — y además… — el sonido de una alarma se escuchó — ¡mierda!
—¡Ese lenguaje, jovencito! — regañó el pelinegro.
—¿Acaso usted no dice alguna mala palabra de cuando en cuando? — preguntó elojirrojo con curiosidad.
—Sí, pero no me escucharás decirlo en esta escuela — aseguró el moreno, ya que debía tomar una actitud seria, responsable y respetable.
—Cómo sea, tengo que irme, profe, nos vemos luego.
Aidan dio media vuelta e intentó alejarse, pero la enorme mano de Dunkel lo sujeto del hombro.
—Oh, no, tú no vas a ningún lado, aún estas en horario escolar, especialmente en mi clase — sonrió de lado — y tienes que terminar la actividad de hoy.
—No lo creo — dijo el menor con voz baja y con un movimiento rápido, se soltó, alejándose varios pasos del pantera.
La sorpresa se reflejó en el gesto del ojiazul, «pero, ¡¿cómo rayos se soltó?!» se preguntó con incredulidad, ya que estaba seguro que lo había sujetado con firmeza.
—Lo siento, profe, pero tengo un compromiso importante — hizo una seña con su mano, cerca de su sien —, ya luego nos presentamos mejor...
El ojirrojo empezó a trotar hacia los edificios, consiguiendo que Dunkel se enfureciera, porque parecía burlarse de él.
—¡Espera ahí!
El grito del mayor se escuchó y el pequeño hurón giró el rostro, asustándose de ver al otro a su lado; había corrido hasta alcanzarlo, agarrándolo de nuevo en brazos.
—¡¿Qué le pasa?! ¡Bájeme!
—No irás a ningún lado sin terminar la actividad y después — lo puso bajo su brazo, como si fuese un saquito —, pasarás a la dirección, a responder por tus infracciones.
—¡¿Dirección?! Eso me quitará mucho tiempo — el rubio pataleó —, profe, en serio, tengo algo urgente que hacer, ¡y no puedo faltar a esa cita!
—A esta tampoco puedes faltar — sonrió el moreno.
—Me está obligando a hacer algo drástico y le advierto que me estoy deteniendo porque se parece ¡a mí adorado Ilmsun!
—¡No me digas! — se mofó el mayor.
El ojirrojo infló los cachetes — bien, ¡usted lo pidió! — gruñó y cerró los ojos, hablando en voz baja — oh, cariño mío, perdóname por lo que haré, juro que me redimiré en la noche, cuando vaya a la batalla en tu nombre.
—¿De qué hablas? — preguntó el moreno.
Dunkel sintió un escalofrío, después, el brazo con el que sujetaba al hurón pareció arder; como reflejo, liberó al menor y levantó la manga de su chaqueta, observando su brazo y mano con curiosidad, pero no tenía nada.
—Lo siento profe, pero en serio tengo que irme, otro día con gusto, lo acompaño a donde quiera…
Después de eso, el menor empezó a correr, incluso con mayor rapidez, dejando al ojiazul sorprendido. Cuando el niño se perdió de su vista, dando vuelta en una esquina de un edificio, una sonrisa divertida se dibujó en los labios del moreno.
—Mi trabajo es vigilarte — sacó su teléfono móvil y encendió un programa de localización; la primera vez que lo sujetó, aprovechó para ponerle un pequeño botón localizador bajo el cuello de su camisa, que no se notaba a simple vista — y lo voy a hacer, cueste lo que cueste.
~ • ~ • ~
A pesar del trabajo que podría costarle el salir antes de que acabara su horario de clases, al decirle al director que se trataba de Aidan Firesoul, el hombre le dio la autorización de inmediato, con ello, Dunkel consiguió seguir a Aidan y aunque el otro le llevaba mucha ventaja, no fue la suficiente para perderse de su radar. No entendía cómo se había movido tan rápido, pero aun así, le llamó la atención ver que terminara en un centro comercial concurrido, que estaba a varios minutos de la escuela.
«Así que cuando dijo ‘una cita’, realmente se refería a eso, espero no cause problemas…» pensó con seriedad, mientras ingresaba al estacionamiento del enorme complejo.
No se había cambiado de ropa, seguía con la ropa deportiva que usó en la escuela para las clases y si no hacía algo, podría llamar la atención y lo peor sería alertar al pequeño hurón si lo miraba antes, por lo que decidió quitarse la chaqueta de la escuela y usar la de su ropa para andar en la motocicleta, misma que había tenido el acierto de agarrar, antes de salir corriendo de las instalaciones escolares.
—Ese niño es un problema, pero no me va a vencer con tan poco.
Suspiró y caminó al interior del centro comercial, con el celular en mano, mirándolo con disimulo.
«¿Por qué se está moviendo tan erráticamente?» se preguntó al ver que el pequeño punto se movía rápidamente, como si estuviera recorriendo el lugar, sin detenerse en ningún lugar específico «¿lo estarán siguiendo?» se preguntó con preocupación, especialmente al recordar las palabras de Dolev “el niño ha tenido muchos problemas dentro y fuera de su escuela, con sus compañeros…”
—En serio, ¡es un problema! — gruñó molesto y apresuró el paso.
Subió escaleras y siguió por los pasillos, buscando a Aidan con su mirada. Finalmente, desde el segundo piso, lo miró en la planta baja. Aunque era obvio que había cambiado su uniforme, se había dejado la camisa del mismo, por lo que había podido seguirlo; el niño estaba mirando a todos lados y moviéndose con paso rápido por entre la gente, como si se quisiera perder entre ellos.
«Con tu cola, es fácil encontrarte…»
Dunkel fue por las escaleras que no eran automáticas y las bajó saltándose los barandales con destreza y precisión, llegando en un santiamén a la planta baja, acercándose con sigilo hasta su presa. Cuando se acercó al rubio, lo sujetó justo en el momento en que el ojirrojo decía una palabra.
—¡Ahora!
—¡Te tengo! — dijo el ojiazul y lo sujetó del brazo.
La sorpresa se vio reflejada en el rubio, cuando observó a Dunkel, pero el gesto de sorpresa del moreno fue mayor, al ver como todo a su alrededor se oscurecía y las personas desaparecían.
—¡¿Qué demonios haces aquí?! — preguntó el rubio con susto — ¡¿Cómo fue que pudiste ingresar al campo?!
—¡¿Qué diablos está pasando?! — indagó el mayor al repasar con su mirada alrededor; el edificio parecía haber sido pintado con tonos azules, purpuras y rosas, pero se miraba oscuro, como si fuera de noche.
—¡Maldita sea! — Aidan colocó la mano en su oreja izquierda — ¡aborten! ¡Hay un civil dentro de la barrera! ¡Aborten!
Dunkel aún estaba tratando de darle sentido a lo que estaba viendo, cuando escuchó el grito de Aidan — ¡muévete! — y sintió el empujón.
Ambos cayeron a un par de metros de ahí, cuando algo parecido a estacas de hielo, se clavaron en el lugar que ellos habían ocupado momentos antes.
El rubio levantó el rostro, fijando su mirada en el pasillo superior del edificio.
—Seguiremos con el plan, pero primero nos quitaremos de encima los estorbos — la voz fría del rubio se escuchó —, Lupus, si ya terminaste, ¡ve por quien me atacó! Está en el segundo piso, en la sección norte, — ordenó poniendo la mano en su oreja de nuevo — ¡Linx, cúbrelo! Cyon, Ciner, ¡necesito apoyo aquí! Sciry, dile a Taury que necesito una extracción no programada y guíala a la salida más cercana, ¡ahora! —, alejó la mano de su ooreja y volteó a ver a Dunkel, sujetándolo del frente de su chaqueta — ¡¿Qué chingados haces aquí?! — preguntó con ira.
—¡¿Que está pasando?!
—¡Algo que no te incumbe! — respondió levantando el rostro, moviendo sus orejas, parecía mantenerse alerta y después, abrazó al mayor y sin mucho esfuerzo, dio un salto llevándolo con él, rompiendo el cristal del aparador de una tienda, antes de que se escucharan detonaciones y en el piso donde estuvieron, parecían estrellarse balas que se cristalizaban de inmediato.
Aidan no se detuvo ahí, sin soltar a Dunkel, lo llevó, hasta la pared de concreto más cercana, para cubrirse.
—¡¿Cómo hiciste eso?! — pregunto el moreno en cuanto el niño lo dejó resguardado tras la pared.
—Necesito sacarte de aquí — señaló el ojirrojo sin responder a la pregunta del otro —, un civil no puede estar en una batalla elemental — lo miró con reproche —, técnicamente ¡debería ser imposible que estuvieras dentro del campo! — dijo con sorpresa — ¿cómo lo hiciste? y especialmente, ¡¿por qué me seguiste?!
Un sonido de una explosión y luego cristales rompiéndose, se escuchó cerca.
—¡No soy un civil! — respondió el ojiazul — trabajo para la milicia.
—¡¿Qué?! — Aidan levantó una ceja — ¿eres un elemental? No recuerdo haberte visto en la base de datos, ¡muéstrame tu CIE!
Dunkel se sobresaltó por esa petición, «¿él sabe lo que es una CIE?» se preguntó temeroso, él aun no sabía que era eso, pero de inmediato, su razón le dio una respuesta, «es hijo de militares, seguramente lo sabe…»
Un destello azulado se vio en el exterior, seguido de uno rojizo, llamando la atención de ambos por un momento, pero Aidan no podía dejar de lado lo más importante.
—¡¿Qué estás esperando?! — instó el menor.
—¡No voy a mostrarte nada! — Dunkel se puso a la defensiva — no eres nadie para pedírmela.
—¡Te equivocas! — el hurón lo sujetó del cuello de su chaqueta — en este momento, soy el líder del escuadrón de fuego encargado de esta misión, no soy tu alumno — frunció el ceño — y como sabes, un líder tiene al menos el rango de capitán, así que, muéstrame tu CIE, ¡ahora!
—¿Capitán? — los ojos azules se abrieron desmesuradamente.
Los cristales que estaban del lado de esa pared se reventaron y Dunkel pudo darse cuenta como algo de humedad entraba por los agujeros, mojando el piso.
—¡¿Qué estás esperando, soldado?! — regañó el jovencito, que en ese momento, ya no le parecía tan pequeño.
Se miraba diferente al niño con el que se encontró en el campus de la escuela, completamente distinto a ese niño que parecía bromista e infantil; el que tenía enfrente era otra persona diferente y a pesar de lo que podía pensar, se notaba completamente al mando y por encima de él, por lo que no podía mentir.
—No la tengo — respondió en un murmullo.
—¡¿Qué dices?!
—No tengo eso, ni siquiera sé que es una CIE — dijo con más seguridad —, yo trabajo en conjunto con el departamento de relaciones civiles de la milicia, pero realmente soy policía — su voz era seria —, mi trabajo era seguirte.
—¿Seguirme? No puede ser… — Aidan apretó los parpados — eres uno de los empleados de ese topo, ¡¿cierto?!
—¿Topo?
—¡Dolev William! — especificó el rubio entre dientes.
—Sí, él me contrató.
—Era para que me siguieras en la escuela, nada más, ¡idiota! — Aidan palmeó su frente — ya hablaré con ese imbécil, pero antes arreglaremos esto.
—¡Jefe!
Dos personas llegaron, mismas a quienes Dunkel no pudo verles la cara, ya que portaban una especie de máscaras cubriendo gran parte de sus rostros.
—Aún quedan tres — la primer persona que llegó, habló con voz suave y lenta; tenía el cabello largo en color violeta claro, que se podía apreciar porque no portaba capucha y por el cuerpo que se delineaba con la ropa que portaba, parecía una chica extremadamente delgada, además, las orejas grandes en su cabeza denotaban que era una koala.
—Lupus y Linx se están encargando de quien parece ser el líder — dijo el más alto de los dos que llegaron, que tenía una larga cola de mapache —, pero los otros dos nos pueden dar problemas para la extracción, especialmente porque se escondieron y no pudimos eliminarlos, antes de que nos ordenara venir con usted.
—Me lo temía — Aidan pasó la mano por su oreja —, Sciry, ¿Taury está lista? — hubo un momento de silencio y suspiró — dile que abriré una brecha en el campo elemental y sacaré al sujeto, luego ella se encargará de acuerdo al plan, por ahora, encuentra a los dos que faltan y dame sus ubicaciones exactas — levantó el rostro y miró a los otros dos —, yo me haré cargo de esos dos que andan sueltos, ustedes, deben protegerlo a él — señaló a Dunkel —, es un ‘no elemental’, así que si algo le pasa, no solo sus expedientes, quedarán manchados, sino el mío también, ¡¿entendido?!
Los otros dos asintieron e hicieron una especie de ademan, que parecía un saludo marcial.
Aidan se puso de pie — pase lo que pase, no te alejes de ellos — dijo para Dunkel, mientras él pasaba su mano por el reloj que portaba —, de lo contrario, no puedo responsabilizarme de lo que te ocurra.
Desde su muñeca izquierda, una especie de energía rojiza lo envolvió y su cuerpo se cubrió de otra ropa, un traje parecido al que los otros dos portaban, pero sin la manga derecha, donde seguía portando la que él llevaba desde el principio; la parte inferior de su rostro también se cubrió con una máscara y su cabello fue cubierto por una capucha.
—¿No prefiere que nosotros nos encarguemos de los enemigos? — preguntó el mapache con seriedad.
—No es que desconfíe de sus habilidades — señaló el rubio —, pero prefiero ir yo, para asegurarnos de que el camino quede completamente limpio — miró de soslayo al pelinegro —, además, me siento comprometido.
—¿Por qué? — indagó el otro con curiosidad.
—Porque justo en este momento, ¡yo mismo quiero matarlo! — respondió el ojirrojo y dio media vuelta —, seré el señuelo, ustedes, llévenlo al acceso tres, que es el más cercano y me esperan para que abra la brecha y dejarlo fuera de esto — hizo una seña con el rostro hacia dónde estaba el acceso —, después volveremos a finiquitar nuestro asunto y seguiremos con el plan.
—Sí, señor — respondieron los otros dos de inmediato.
—Esperen mi señal para salir y Ciner, ya sabes qué hacer…
El hurón salió corriendo de ahí, mientras los otros dos se acercaron a Dunkel, para ayudarle a levantarse.
—¿Te encuentras herido? — el mapache parecía hablar más que la chica koala.
—Estoy bien, pero… ¿qué es todo esto?
—Lo siento, ‘hermano’, pero no podemos hablar de esto con nadie…
—Es demasiado tarde, lo he visto y… auch — se quejó al sentir un piquete en su brazo, volteó y la joven estaba a su lado, con una aguja en mano — ¿qué hicis…te? — un mareo lo sorprendió.
—Ciner te drogó — respondió el otro, sujetándolo para que no cayera, seguro que debido a eso, las fuerzas le fallarían —, no te preocupes, para mañana, pensarás que todo fue un sueño.
—¿Sue…ño? — preguntó con voz cansada.
La joven de cabello violeta se acercó a la ventana con sigilo y esperó, momentos después, le hizo la señal a su compañero para sacar de ahí al civil.
Entre los dos, tuvieron dificultades para cargarlo, no por lo que pesaba, sino porque se removía inquieto; el moreno no estaba completamente inconsciente, pero la realidad se distorsionaba a su alrededor y eso lo tenía sumamente alterado.
Escuchaba explosiones, cosas rompiéndose, incluso parecía como si demolieran parte del edificio; en momentos, miraba escombros esparcirse por alrededor, mientras los dos que lo guiaban a la salida, trataban de protegerlo y evitar que saliera lastimado, pero en su mente solo había algo; cumplir su trabajo, el cual era proteger a Aidan Firesoul.
El recuerdo que tenía de ese niño, era del que había visto en la escuela y aunque la actitud de momentos antes, cuando todo eso tan extraño inició, parecía querer imponerse a lo que recordaba, la sonrisa pícara del rubio y su actitud infantil, se mantenían como la realidad para él, haciendo que lo creyera un niño completamente indefenso en una situación de peligro.
Al llegar a una escalera, aun mareado, alcanzó a mirar a Aidan que se acercaba corriendo.
—¡Listo!, solo queda uno, pero espero que Linx y Lupus lo finiquiten, mientras nosotros terminamos con esta extracción — miró a los otros con reproche —, ¿acaso no lo pueden cargar?
—Lo siento, jefe, pero el chico no se queda quieto.
—Ponle más tranquilizante — dijo el rubio para la koala.
—Puede morir — respondió ella con seriedad.
Aidan suspiró — lo olvidaba, esta no es una situación normal y en la batalla solo traes venenos letales — pasó los dedos por sus parpados, parecía frustrado.
—Ya casi llegamos — el mapache le restó importancia —, no pasa nada.
—Bien, apresurémonos.
El pequeño grupo empezó a andar, con el mapache ayudando a Dunkel, la koala a su lado y el hurón detrás de todos. Un par de pasos más adelante, Aidan se detuvo y se giró; con un movimiento de su mano izquierda, una llamarada se formó frente a él y las estacas de hielo que estaba a punto de alcanzarlos se derritieron.
—Linx y Lupus, van a sufrir un castigo — gruñó el menor, pero al escuchar algo por su comunicador apretó los puños —, de acuerdo, había cuatro aún vivos, no tres — soltó con sarcasmo —, Sciry, tú serás el castigado.
—¡Me sorprendes! — sonrió el sujeto de cabello negro y cicatrices en su rostro, que apareció en el pasillo — pero no estoy aquí para halagarte — hizo un gesto de desagrado —, quiero lo que le pertenece a los míos y que ustedes tomaron — pidió el recién llegado, que parecía tener rayos blancos en su cabello, lo que realmente eran púas que sobresalían, denotando que era un puercoespín.
Aidan rió — al menos eres amable en pedirlo pero, el ‘paquete’ ya fue asegurado, lo siento, no puedo devolvértelo.
El puercoespín entrecerró los ojos — ya veo… entonces, tendré que matarlos y buscarlo después, cuando la barrera caiga junto con ustedes.
—¿En serio? — el rubio rió — vamos, haz tu mejor esfuerzo — retó.
El chico de las púas movió sus manos y el piso empezó a temblar.
El mapache sintió como el piso se movía — creí que era agua, ¡no tierra!
—No está moviendo el edificio — el hurón miró por encima de su hombro a su subordinado — ¡está moviendo el agua de las tuberías que están debajo!
El agua a presión, hizo que el piso se abriera, mapache y koala saltaron, llevando junto con ellos al moreno, ya que el piso se llenó de estacas filosas, que hubiesen podido lastimarlos; por el contrario, el ojirrojo no se movió, no así las llamas que aún lo obedecían, mismas que derritieron el hielo recién creado y evaporaron el agua que se formó después, para que no pudiera manejarla de nuevo.
—Eres fuerte, ‘huroncito’ — sonrió el puercoespín y sus ojos verdes lo miraron con desdén —, tu líder debe estar muy orgulloso de ti — chocó las manos y el agua restante empezó a formar seres amorfos, para atacar al ojirrojo —, pero tendrá que recoger tu cuerpo inerte después de enfrentarme.
—Te equivocas — Aidan lo encaró —, nadie más está orgulloso de mí, porque el líder, ¡soy yo!
Con un chasquido, las flamas que había creado antes, se convirtieron en seres humanoides que fueron a enfrascarse en una lucha contra los seres creados por el agua.
—¿Crees que tus invocaciones podrán con las mías? — se mofó el de cabello negro.
—No lo creo — el rubio negó —, ¡estoy seguro!
—Soy agua, tu fuego, ¡estás en desventaja, niño!
—¡No soy un niño! — gritó el ojirrojo sintiéndose ofendido.
Mientras Aidan combatía con el otro, Dunkel trataba de mantenerse despierto; movía las manos e intentaba incorporarse, pero no coordinaba. Sabía que no estaba en un lugar seguro, pero aunque su instinto le decía que debía salir de ahí, su moral le gritaba que debía ayudar a Aidan, porque era su trabajo y si no lo hacía, el menor podía salir herido.
—Este chico es fuerte, aún no se desmaya — dijo el mapache con seriedad.
La koala se inclinó, sujetando al moreno de la muñeca, constatando su pulso, para después, tocarle el cuello — morirá con otra dosis.
—No creo que sea algo bueno — el otro negó —, el jefe dijo que sería una mancha en nuestro expediente.
Dunkel entraba y salía de la inconciencia; por momentos, creía estar aún en la escuela, aunque una parte de él le decía que estaba en otro lugar y algo en su interior, parecía querer obligarlo a pensar que todo lo que escuchaba y veía, era solo un sueño.
—¡Ciner, Cyon!
Ante sus nombres, los aludidos se irguieron de inmediato.
—Taury espera, necesito abrir la brecha, ayuden a Lupus y Linx, ¡y encárguense de este idiota! — gruñó el rubio dando media vuelta, para ir a la salida, que se encontraba sellada.
Sus subordinados asintieron y se movieron con rapidez, dejando a Dunkel sentado en el piso.
A pesar de que su vista era borrosa, el moreno observo con dificultad como el pequeño hurón se alejaba, yendo a la salida, mientras los otros dos chicos parecían ir a enfrentarse al extraño. Aún, en medio de su adormecimiento, las palabras del hombre que lo contrató, retumbaron en la mente del pelinegro “lo mantendrá a salvo y lejos de problemas…”
—A salvo… — dijo con voz cansada y sacudió su cabeza, tratando de volver completamente en sí.
Con dificultad y a pesar de que se tardó un poco, Dunkel se puso de pie, sosteniéndose de la pared y cuando consiguió estar completamente erguido, se abofeteó con fuerza, consiguiendo tener un momento de lucidez. En ese momento en que sus ideas se aclararon, observó como el sujeto de cabello gris, eludió a los otros y siguió al hurón, que parecía estar concentrado en algo cerca de la puerta.
El joven pantera, corrió hasta ponerse entre el hurón y su atacante, justo en el momento en que el erizo lanzaba varias estacas de hielo, mismas que se impactaron en el torso del moreno.
—¡No!
El grito de Aidan fue lo último que Dunkel alcanzó a escuchar, antes de sentir su cuerpo frío y después, nada.
«Así que cuando dijo ‘una cita’, realmente se refería a eso, espero no cause problemas…» pensó con seriedad, mientras ingresaba al estacionamiento del enorme complejo.
No se había cambiado de ropa, seguía con la ropa deportiva que usó en la escuela para las clases y si no hacía algo, podría llamar la atención y lo peor sería alertar al pequeño hurón si lo miraba antes, por lo que decidió quitarse la chaqueta de la escuela y usar la de su ropa para andar en la motocicleta, misma que había tenido el acierto de agarrar, antes de salir corriendo de las instalaciones escolares.
—Ese niño es un problema, pero no me va a vencer con tan poco.
Suspiró y caminó al interior del centro comercial, con el celular en mano, mirándolo con disimulo.
«¿Por qué se está moviendo tan erráticamente?» se preguntó al ver que el pequeño punto se movía rápidamente, como si estuviera recorriendo el lugar, sin detenerse en ningún lugar específico «¿lo estarán siguiendo?» se preguntó con preocupación, especialmente al recordar las palabras de Dolev “el niño ha tenido muchos problemas dentro y fuera de su escuela, con sus compañeros…”
—En serio, ¡es un problema! — gruñó molesto y apresuró el paso.
Subió escaleras y siguió por los pasillos, buscando a Aidan con su mirada. Finalmente, desde el segundo piso, lo miró en la planta baja. Aunque era obvio que había cambiado su uniforme, se había dejado la camisa del mismo, por lo que había podido seguirlo; el niño estaba mirando a todos lados y moviéndose con paso rápido por entre la gente, como si se quisiera perder entre ellos.
«Con tu cola, es fácil encontrarte…»
Dunkel fue por las escaleras que no eran automáticas y las bajó saltándose los barandales con destreza y precisión, llegando en un santiamén a la planta baja, acercándose con sigilo hasta su presa. Cuando se acercó al rubio, lo sujetó justo en el momento en que el ojirrojo decía una palabra.
—¡Ahora!
—¡Te tengo! — dijo el ojiazul y lo sujetó del brazo.
La sorpresa se vio reflejada en el rubio, cuando observó a Dunkel, pero el gesto de sorpresa del moreno fue mayor, al ver como todo a su alrededor se oscurecía y las personas desaparecían.
—¡¿Qué demonios haces aquí?! — preguntó el rubio con susto — ¡¿Cómo fue que pudiste ingresar al campo?!
—¡¿Qué diablos está pasando?! — indagó el mayor al repasar con su mirada alrededor; el edificio parecía haber sido pintado con tonos azules, purpuras y rosas, pero se miraba oscuro, como si fuera de noche.
—¡Maldita sea! — Aidan colocó la mano en su oreja izquierda — ¡aborten! ¡Hay un civil dentro de la barrera! ¡Aborten!
Dunkel aún estaba tratando de darle sentido a lo que estaba viendo, cuando escuchó el grito de Aidan — ¡muévete! — y sintió el empujón.
Ambos cayeron a un par de metros de ahí, cuando algo parecido a estacas de hielo, se clavaron en el lugar que ellos habían ocupado momentos antes.
El rubio levantó el rostro, fijando su mirada en el pasillo superior del edificio.
—Seguiremos con el plan, pero primero nos quitaremos de encima los estorbos — la voz fría del rubio se escuchó —, Lupus, si ya terminaste, ¡ve por quien me atacó! Está en el segundo piso, en la sección norte, — ordenó poniendo la mano en su oreja de nuevo — ¡Linx, cúbrelo! Cyon, Ciner, ¡necesito apoyo aquí! Sciry, dile a Taury que necesito una extracción no programada y guíala a la salida más cercana, ¡ahora! —, alejó la mano de su ooreja y volteó a ver a Dunkel, sujetándolo del frente de su chaqueta — ¡¿Qué chingados haces aquí?! — preguntó con ira.
—¡¿Que está pasando?!
—¡Algo que no te incumbe! — respondió levantando el rostro, moviendo sus orejas, parecía mantenerse alerta y después, abrazó al mayor y sin mucho esfuerzo, dio un salto llevándolo con él, rompiendo el cristal del aparador de una tienda, antes de que se escucharan detonaciones y en el piso donde estuvieron, parecían estrellarse balas que se cristalizaban de inmediato.
Aidan no se detuvo ahí, sin soltar a Dunkel, lo llevó, hasta la pared de concreto más cercana, para cubrirse.
—¡¿Cómo hiciste eso?! — pregunto el moreno en cuanto el niño lo dejó resguardado tras la pared.
—Necesito sacarte de aquí — señaló el ojirrojo sin responder a la pregunta del otro —, un civil no puede estar en una batalla elemental — lo miró con reproche —, técnicamente ¡debería ser imposible que estuvieras dentro del campo! — dijo con sorpresa — ¿cómo lo hiciste? y especialmente, ¡¿por qué me seguiste?!
Un sonido de una explosión y luego cristales rompiéndose, se escuchó cerca.
—¡No soy un civil! — respondió el ojiazul — trabajo para la milicia.
—¡¿Qué?! — Aidan levantó una ceja — ¿eres un elemental? No recuerdo haberte visto en la base de datos, ¡muéstrame tu CIE!
Dunkel se sobresaltó por esa petición, «¿él sabe lo que es una CIE?» se preguntó temeroso, él aun no sabía que era eso, pero de inmediato, su razón le dio una respuesta, «es hijo de militares, seguramente lo sabe…»
Un destello azulado se vio en el exterior, seguido de uno rojizo, llamando la atención de ambos por un momento, pero Aidan no podía dejar de lado lo más importante.
—¡¿Qué estás esperando?! — instó el menor.
—¡No voy a mostrarte nada! — Dunkel se puso a la defensiva — no eres nadie para pedírmela.
—¡Te equivocas! — el hurón lo sujetó del cuello de su chaqueta — en este momento, soy el líder del escuadrón de fuego encargado de esta misión, no soy tu alumno — frunció el ceño — y como sabes, un líder tiene al menos el rango de capitán, así que, muéstrame tu CIE, ¡ahora!
—¿Capitán? — los ojos azules se abrieron desmesuradamente.
Los cristales que estaban del lado de esa pared se reventaron y Dunkel pudo darse cuenta como algo de humedad entraba por los agujeros, mojando el piso.
—¡¿Qué estás esperando, soldado?! — regañó el jovencito, que en ese momento, ya no le parecía tan pequeño.
Se miraba diferente al niño con el que se encontró en el campus de la escuela, completamente distinto a ese niño que parecía bromista e infantil; el que tenía enfrente era otra persona diferente y a pesar de lo que podía pensar, se notaba completamente al mando y por encima de él, por lo que no podía mentir.
—No la tengo — respondió en un murmullo.
—¡¿Qué dices?!
—No tengo eso, ni siquiera sé que es una CIE — dijo con más seguridad —, yo trabajo en conjunto con el departamento de relaciones civiles de la milicia, pero realmente soy policía — su voz era seria —, mi trabajo era seguirte.
—¿Seguirme? No puede ser… — Aidan apretó los parpados — eres uno de los empleados de ese topo, ¡¿cierto?!
—¿Topo?
—¡Dolev William! — especificó el rubio entre dientes.
—Sí, él me contrató.
—Era para que me siguieras en la escuela, nada más, ¡idiota! — Aidan palmeó su frente — ya hablaré con ese imbécil, pero antes arreglaremos esto.
—¡Jefe!
Dos personas llegaron, mismas a quienes Dunkel no pudo verles la cara, ya que portaban una especie de máscaras cubriendo gran parte de sus rostros.
—Aún quedan tres — la primer persona que llegó, habló con voz suave y lenta; tenía el cabello largo en color violeta claro, que se podía apreciar porque no portaba capucha y por el cuerpo que se delineaba con la ropa que portaba, parecía una chica extremadamente delgada, además, las orejas grandes en su cabeza denotaban que era una koala.
—Lupus y Linx se están encargando de quien parece ser el líder — dijo el más alto de los dos que llegaron, que tenía una larga cola de mapache —, pero los otros dos nos pueden dar problemas para la extracción, especialmente porque se escondieron y no pudimos eliminarlos, antes de que nos ordenara venir con usted.
—Me lo temía — Aidan pasó la mano por su oreja —, Sciry, ¿Taury está lista? — hubo un momento de silencio y suspiró — dile que abriré una brecha en el campo elemental y sacaré al sujeto, luego ella se encargará de acuerdo al plan, por ahora, encuentra a los dos que faltan y dame sus ubicaciones exactas — levantó el rostro y miró a los otros dos —, yo me haré cargo de esos dos que andan sueltos, ustedes, deben protegerlo a él — señaló a Dunkel —, es un ‘no elemental’, así que si algo le pasa, no solo sus expedientes, quedarán manchados, sino el mío también, ¡¿entendido?!
Los otros dos asintieron e hicieron una especie de ademan, que parecía un saludo marcial.
Aidan se puso de pie — pase lo que pase, no te alejes de ellos — dijo para Dunkel, mientras él pasaba su mano por el reloj que portaba —, de lo contrario, no puedo responsabilizarme de lo que te ocurra.
Desde su muñeca izquierda, una especie de energía rojiza lo envolvió y su cuerpo se cubrió de otra ropa, un traje parecido al que los otros dos portaban, pero sin la manga derecha, donde seguía portando la que él llevaba desde el principio; la parte inferior de su rostro también se cubrió con una máscara y su cabello fue cubierto por una capucha.
—¿No prefiere que nosotros nos encarguemos de los enemigos? — preguntó el mapache con seriedad.
—No es que desconfíe de sus habilidades — señaló el rubio —, pero prefiero ir yo, para asegurarnos de que el camino quede completamente limpio — miró de soslayo al pelinegro —, además, me siento comprometido.
—¿Por qué? — indagó el otro con curiosidad.
—Porque justo en este momento, ¡yo mismo quiero matarlo! — respondió el ojirrojo y dio media vuelta —, seré el señuelo, ustedes, llévenlo al acceso tres, que es el más cercano y me esperan para que abra la brecha y dejarlo fuera de esto — hizo una seña con el rostro hacia dónde estaba el acceso —, después volveremos a finiquitar nuestro asunto y seguiremos con el plan.
—Sí, señor — respondieron los otros dos de inmediato.
—Esperen mi señal para salir y Ciner, ya sabes qué hacer…
El hurón salió corriendo de ahí, mientras los otros dos se acercaron a Dunkel, para ayudarle a levantarse.
—¿Te encuentras herido? — el mapache parecía hablar más que la chica koala.
—Estoy bien, pero… ¿qué es todo esto?
—Lo siento, ‘hermano’, pero no podemos hablar de esto con nadie…
—Es demasiado tarde, lo he visto y… auch — se quejó al sentir un piquete en su brazo, volteó y la joven estaba a su lado, con una aguja en mano — ¿qué hicis…te? — un mareo lo sorprendió.
—Ciner te drogó — respondió el otro, sujetándolo para que no cayera, seguro que debido a eso, las fuerzas le fallarían —, no te preocupes, para mañana, pensarás que todo fue un sueño.
—¿Sue…ño? — preguntó con voz cansada.
La joven de cabello violeta se acercó a la ventana con sigilo y esperó, momentos después, le hizo la señal a su compañero para sacar de ahí al civil.
Entre los dos, tuvieron dificultades para cargarlo, no por lo que pesaba, sino porque se removía inquieto; el moreno no estaba completamente inconsciente, pero la realidad se distorsionaba a su alrededor y eso lo tenía sumamente alterado.
Escuchaba explosiones, cosas rompiéndose, incluso parecía como si demolieran parte del edificio; en momentos, miraba escombros esparcirse por alrededor, mientras los dos que lo guiaban a la salida, trataban de protegerlo y evitar que saliera lastimado, pero en su mente solo había algo; cumplir su trabajo, el cual era proteger a Aidan Firesoul.
El recuerdo que tenía de ese niño, era del que había visto en la escuela y aunque la actitud de momentos antes, cuando todo eso tan extraño inició, parecía querer imponerse a lo que recordaba, la sonrisa pícara del rubio y su actitud infantil, se mantenían como la realidad para él, haciendo que lo creyera un niño completamente indefenso en una situación de peligro.
Al llegar a una escalera, aun mareado, alcanzó a mirar a Aidan que se acercaba corriendo.
—¡Listo!, solo queda uno, pero espero que Linx y Lupus lo finiquiten, mientras nosotros terminamos con esta extracción — miró a los otros con reproche —, ¿acaso no lo pueden cargar?
—Lo siento, jefe, pero el chico no se queda quieto.
—Ponle más tranquilizante — dijo el rubio para la koala.
—Puede morir — respondió ella con seriedad.
Aidan suspiró — lo olvidaba, esta no es una situación normal y en la batalla solo traes venenos letales — pasó los dedos por sus parpados, parecía frustrado.
—Ya casi llegamos — el mapache le restó importancia —, no pasa nada.
—Bien, apresurémonos.
El pequeño grupo empezó a andar, con el mapache ayudando a Dunkel, la koala a su lado y el hurón detrás de todos. Un par de pasos más adelante, Aidan se detuvo y se giró; con un movimiento de su mano izquierda, una llamarada se formó frente a él y las estacas de hielo que estaba a punto de alcanzarlos se derritieron.
—Linx y Lupus, van a sufrir un castigo — gruñó el menor, pero al escuchar algo por su comunicador apretó los puños —, de acuerdo, había cuatro aún vivos, no tres — soltó con sarcasmo —, Sciry, tú serás el castigado.
—¡Me sorprendes! — sonrió el sujeto de cabello negro y cicatrices en su rostro, que apareció en el pasillo — pero no estoy aquí para halagarte — hizo un gesto de desagrado —, quiero lo que le pertenece a los míos y que ustedes tomaron — pidió el recién llegado, que parecía tener rayos blancos en su cabello, lo que realmente eran púas que sobresalían, denotando que era un puercoespín.
Aidan rió — al menos eres amable en pedirlo pero, el ‘paquete’ ya fue asegurado, lo siento, no puedo devolvértelo.
El puercoespín entrecerró los ojos — ya veo… entonces, tendré que matarlos y buscarlo después, cuando la barrera caiga junto con ustedes.
—¿En serio? — el rubio rió — vamos, haz tu mejor esfuerzo — retó.
El chico de las púas movió sus manos y el piso empezó a temblar.
El mapache sintió como el piso se movía — creí que era agua, ¡no tierra!
—No está moviendo el edificio — el hurón miró por encima de su hombro a su subordinado — ¡está moviendo el agua de las tuberías que están debajo!
El agua a presión, hizo que el piso se abriera, mapache y koala saltaron, llevando junto con ellos al moreno, ya que el piso se llenó de estacas filosas, que hubiesen podido lastimarlos; por el contrario, el ojirrojo no se movió, no así las llamas que aún lo obedecían, mismas que derritieron el hielo recién creado y evaporaron el agua que se formó después, para que no pudiera manejarla de nuevo.
—Eres fuerte, ‘huroncito’ — sonrió el puercoespín y sus ojos verdes lo miraron con desdén —, tu líder debe estar muy orgulloso de ti — chocó las manos y el agua restante empezó a formar seres amorfos, para atacar al ojirrojo —, pero tendrá que recoger tu cuerpo inerte después de enfrentarme.
—Te equivocas — Aidan lo encaró —, nadie más está orgulloso de mí, porque el líder, ¡soy yo!
Con un chasquido, las flamas que había creado antes, se convirtieron en seres humanoides que fueron a enfrascarse en una lucha contra los seres creados por el agua.
—¿Crees que tus invocaciones podrán con las mías? — se mofó el de cabello negro.
—No lo creo — el rubio negó —, ¡estoy seguro!
—Soy agua, tu fuego, ¡estás en desventaja, niño!
—¡No soy un niño! — gritó el ojirrojo sintiéndose ofendido.
Mientras Aidan combatía con el otro, Dunkel trataba de mantenerse despierto; movía las manos e intentaba incorporarse, pero no coordinaba. Sabía que no estaba en un lugar seguro, pero aunque su instinto le decía que debía salir de ahí, su moral le gritaba que debía ayudar a Aidan, porque era su trabajo y si no lo hacía, el menor podía salir herido.
—Este chico es fuerte, aún no se desmaya — dijo el mapache con seriedad.
La koala se inclinó, sujetando al moreno de la muñeca, constatando su pulso, para después, tocarle el cuello — morirá con otra dosis.
—No creo que sea algo bueno — el otro negó —, el jefe dijo que sería una mancha en nuestro expediente.
Dunkel entraba y salía de la inconciencia; por momentos, creía estar aún en la escuela, aunque una parte de él le decía que estaba en otro lugar y algo en su interior, parecía querer obligarlo a pensar que todo lo que escuchaba y veía, era solo un sueño.
—¡Ciner, Cyon!
Ante sus nombres, los aludidos se irguieron de inmediato.
—Taury espera, necesito abrir la brecha, ayuden a Lupus y Linx, ¡y encárguense de este idiota! — gruñó el rubio dando media vuelta, para ir a la salida, que se encontraba sellada.
Sus subordinados asintieron y se movieron con rapidez, dejando a Dunkel sentado en el piso.
A pesar de que su vista era borrosa, el moreno observo con dificultad como el pequeño hurón se alejaba, yendo a la salida, mientras los otros dos chicos parecían ir a enfrentarse al extraño. Aún, en medio de su adormecimiento, las palabras del hombre que lo contrató, retumbaron en la mente del pelinegro “lo mantendrá a salvo y lejos de problemas…”
—A salvo… — dijo con voz cansada y sacudió su cabeza, tratando de volver completamente en sí.
Con dificultad y a pesar de que se tardó un poco, Dunkel se puso de pie, sosteniéndose de la pared y cuando consiguió estar completamente erguido, se abofeteó con fuerza, consiguiendo tener un momento de lucidez. En ese momento en que sus ideas se aclararon, observó como el sujeto de cabello gris, eludió a los otros y siguió al hurón, que parecía estar concentrado en algo cerca de la puerta.
El joven pantera, corrió hasta ponerse entre el hurón y su atacante, justo en el momento en que el erizo lanzaba varias estacas de hielo, mismas que se impactaron en el torso del moreno.
—¡No!
El grito de Aidan fue lo último que Dunkel alcanzó a escuchar, antes de sentir su cuerpo frío y después, nada.
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Nota: Ikem es el nombre que se les da a los jaguares en la poblacion Vilela una etnia en Argentina.
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