Capítulo XVII
Casi a media noche, Julián y Miguel llegaron al hotel, junto con sus compañeros; mientras los demás iban a descansar, los dos amigos fueron directamente a la oficina principal.
Miguel saludó a Marisela y Julián se dejó caer en un sillón, estaba completamente cansado y abatido; lentamente las esperanzas se iban perdiendo, pues ya no sabía dónde más podía haberse metido Agustín.
—Julián, deberías ir a descansar — señaló el pelinegro para su amigo —, lo necesitas y yo también, especialmente si mañana quieres salir temprano, a seguir buscando.
El castaño pasó los dedos por sus parpados y suspiró — supongo que no me queda de otra…
—Anda…
Julián se puso de pie y caminó hacia la salida de la oficina; cuando se quedaron solos, Miguel abrazó a su esposa.
—Esto es caso perdido — dijo en un murmullo —, no parece que vayamos a dar con ellos y ya estoy pensando lo peor…
Marisela lo abrazó — lo sé y te entiendo… — ella también estaba muy preocupada, pero no quería que Alejandro la viera así o sabría que ya estaba imaginando que algo malo les había pasado a Erick y Agustín — la verdad, no sé dónde pudieron haber ido — negó —, Agustín no tenía otros amigos en esta ciudad, que pudieran haberles ayudado a huir tan rápido y sin que nos hubiéramos enterado.
—Lo sé — Miguel suspiró —, quizá, encontraron una clínica, intentaron acabar con sus problemas y…
—¡No lo digas! — interrumpió su esposa — no debemos pensar que algo malo les pasó — negó con nervios —, los encontraremos, solo… hay que buscar un poco más, ¿de acuerdo? — intentó sonreír, para darle ánimos a su esposo, ya que si él se mostraba decaído, afectaría también a Alejandro y Julián.
—Está bien, trataré de pensar positivo — el pelinegro la besó en los labios —, vamos a descansar… necesito dormir.
—Adelántate — la de lentes le acarició el rostro a su pareja —, voy a llamar a la mansión.
—Es tarde, ¿no puedes esperar a mañana?
—Voy a pedir que preparen ropa para Alex, si me espero a que amanezca, posiblemente no la tendrán a tiempo…
—Está bien, pero no tardes — las manos del pelinegro se movieron hacia el vientre de ella —, el bebé también necesita que mamá descanse, recuérdalo.
—Lo sé, no te preocupes.
La pareja se despidió y cuando Miguel salió de la oficina, Marisela se sentó en el sillón, tomando el teléfono y marcando a la casa de Alejandro; debido a la hora, tardaron un poco en responder.
—“…Buenas noches…”
La castaña identificó la voz del mayordomo principal — buenas noches, señor Gonzalo, soy Marisela.
—“…Buenas noches, señora Sánchez, ¿en qué le puedo servir?...”
—Disculpe la hora, pero quería pedirle que preparara algo de ropa para el señor De León, mañana enviaré por ella.
—“…Por supuesto, ¿para el señor Erick también?...”
A todos los trabajadores de la mansión, les habían dicho que Erick estaría quedándose en la ciudad, por eso no iba a volver a casa, todo para que no se preocuparan.
—No… para el señor Erick no — suspiró la de lentes —, por cierto, ¿cómo están los niños?
—“…Muy bien, han estado bastante tranquilos a comparación de otras ocasiones en las que los señores no están…”
Marisela se sorprendió por esas palabras, ya que normalmente, Erick se estresaba porque cuando andaba de viaje y llamaba a la mansión, le decían que las mascotas no querían comer o estaban decaídos, porque parecían extrañarlo.
—Eso es raro, pero si están bien, supongo que no hay problema…
—“…Sí, lo único es que el entrenador ha dicho que estos últimos tres días, cuando los saca en la mañana, van a la casa del señor Chávez y rascan la puerta, se ponen a llorar y tiene dificultades para que sigan sus órdenes…”
—¿A la casa de Julián? — Marisela se irguió en su asiento — ¿y por qué? ¿Qué hay en la casa de Julián?
—“…No sabemos, no tenemos permiso de ir a la casa del señor Chávez, a menos que solicite limpieza o comida…”
Marisela sintió que su corazón daba un vuelco. «Si los niños van ahí, rascan la puerta y se ponen a llorar, entonces… ¿podría ser que el Conejo se escondió allí?», pero no podía hacer nada hasta que confirmara sus sospechas.
—Bueno, señor Gonzalo, prepare la ropa, aunque no sé si la vamos a necesitar, yo le aviso temprano en la mañana, ¿de acuerdo?
—“…Por supuesto, señora Sánchez, buenas noches…”
—Buenas noches.
Marisela colgó y de inmediato encendió la computadora de Alejandro; siendo su secretaria y la mujer a la que más confianza le tenía, ella se sabía todas las contraseñas del rubio, así que en cuanto entró a los programas especiales, revisó los accesos en la salida de emergencia de los límites de la mansión, encontrando que había sido activada unas noches antes; su respiración se agitó y con rapidez, ingresó al programa de vigilancia, revisando las cámaras de seguridad, específicamente las de la casa de Julián.
Aunque casi nadie lo sabía, Julián tenía cámaras en su casa también, excepto en su habitación, ya que no le gustaba que invadieran su intimidad, pero Marisela encontró lo que buscaba con facilidad; las grabaciones le confirmaban que Erick y Agustín estaban escondidos ahí, desde la primera noche que habían huido e incluso, en tiempo real, pudo ver a los dos hombres que se habían fugado, dormidos en una de las habitaciones secundarias.
—Parece que Agustín no sabe de las cámaras — la castaña empezó a reír —, realmente, te mereces un premio, Agus — suspiró —, esconderte en nuestras narices, ¡esa fue una gran estrategia! — rió una vez más y cuando se calmó, sujetó el teléfono y marcó el número del penthouse.
El timbre sonó un par de veces y luego se escuchó la voz de Alejandro.
—“…¿qué pasa?...”
—Alex… encontré a tu Conejo y al gatito de Julián.
Y Marisela evitó que Erick y Agus se siguieran desquitando! Que chafa... pero bueno, ella sólo hace su trabajo XD Ahora, ¿que ocurrirá con nuestras parejitas? ¡¿Qué harán Alex y Julián?!
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