Capítulo XIV
Era media mañana, cuando Erick se removió en la cama, en busca del calor de Alejandro, pero al no encontrarlo, se incorporó de inmediato, observando la habitación, tardando un momento en recordar lo que había ocurrido el día anterior; cuando todos los recuerdos volvieron a él, se sintió más tranquilo y bostezó.
Un sonido en el baño alertó al ojiazul y al levantar el rostro, observo a Agustín salir por la puerta.
—Buenos días, señor — saludó el otro, con amabilidad.
—Buenos días, Agus, ¿cómo dormiste?
—No muy bien — confesó —, pero al menos no desperté tanto, como otras noches — suspiró —, gracias por su ayuda
—¿Mi ayuda? — preguntó Erick confundido.
—Sí… la mano — señaló, ya que al despertar, Erick lo tenía sujeto de la mano.
—No fue nada, Agus…
—¿Desea desayunar?
—La verdad, sí, tengo algo de hambre — sonrió.
—Solo hay emparedados o cereal — anunció el de ojos miel —, debimos comprar algo de provisiones antes de venir.
—Necesitamos encontrar una manera de solucionar esto — Erick mordió su labio —, pero primero, desayunemos cereal y después, veremos…
Ambos bajaron a la cocina y empezaron a desayunar, pero mientras estaban en ello, el sonido de rasguños en la puerta principal se escuchó y después unos ladridos. Erick y Agustín se asustaron y más, al escuchar la voz del entrenador de las mascotas; el ojiazul se acercó con sigilo a una ventana y observó por una pequeña rendija en la cortina.
—¡Vamos, chicos! — dijo el hombre con seriedad —, debemos ir a correr — los llamó, pero los canes se sentaron frente a la puerta y lloriquearon un poco —, que extraño, jamás habían hecho esto…
El entrenador sacó un silbato y no hubo sonido, pero los canes se acercaron a él; les dio un premio y lo siguieron después de eso.
—Ya se fueron — anunció Erick en un susurro.
—Creo que los niños nos pueden delatar — comentó Agustín con nervios.
—Pobrecitos — comentó el ojiazul —, es que me extrañan — los disculpó —, pero mientras no abramos la puerta, estaremos bien — dijo confiado.
Ambos volvieron a su desayuno.
—¿Ya decidiste qué hacer, Agus? — preguntó Erick con voz baja.
El aludido suspiró — no — negó —, solo me queda esperar, ahorita aun nos siguen buscando por todos lados, pero dejaré pasar una semana al menos, es tiempo suficiente para que imaginen que pudimos escapar y nos busquen más lejos — señaló —, después, supongo que puedo salir e ir a la ciudad, a buscar ayuda con mi problema — explicó — y ¿usted?
El ojizul mordió su labio — no… no lo sé — negó —, necesito pensarlo…
Agustín asintió — lo entiendo, pero debe tomar una decisión rápido, lo sabe, ¿verdad?
—Sí, lo sé — Erick bajó el rostro y miró su vientre, que aún estaba plano —, lo sé bien…
Alejandro había desayunado poco y aunque no quería, había tenido que atender unos negocios; agradeció que Marisela estuviera a su lado como siempre, ya que él no tenía cabeza para pensar en nada que no fuera encontrar a Erick.
Al finalizar la junta con los extranjeros que habían ido a conseguir la mercancía que el rubio manejaba, Julián y Miguel entraron a la sala de juntas.
—¡¿Lo encontraron?! — preguntó de inmediato el ojiverde.
—Creo que la cara de Julián, responde tu pregunta — comentó Miguel y caminó hasta su esposa, besándola en los labios
—Es como si se hubieran esfumado — secundó el aludido y se dejó caer en un sillón, colocando los codos en la mesa y pasando las manos por su cabello.
Marisela buscó los ojos de Miguel — no puede ser que realmente no haya ninguna pista.
—No la hay — negó su esposo —, el prometido de ese imbécil — señaló a Julián —, es tan buen guardaespaldas, que sabe cómo esconder al Conejo, para que nadie lo encuentre en caso de peligro y ni siquiera nosotros podemos dar con ellos — dijo con sarcasmo —, te felicito, Alex, diste con un trabajador que puede ocultar a tu esposo, ¡incluso de ti!
El rubio resopló y Marisela puso la mano sobre el brazo de su esposo.
—Amor, no lo presiones más… — dijo la castaña, con voz suave.
—Está bien — suspiró Miguel —, pero es que esto es sumamente molesto — gruñó y se sentó con pesadez —, ya se barrió toda la ciudad y no hemos encontrado más que a los tipos que usaron las tarjetas, los cuales dijeron haberlas encontrado ¡en un maldito parque! — masajeó sus parpados.
—¿En un parque? — Alejandro levantó una ceja.
—Sí — Julián asintió, sin levantar el rostro —, en uno de los parques donde la gente espera los transportes urbanos, mismo que no tiene mucha seguridad, ni cámaras, ni nada — apretó los puños —, Agustín conoce muy bien la ciudad, así que sabe por dónde moverse, para no dejar rastro.
Alejandro rió cansadamente, luego pasó las manos por su rostro, antes de juntarlas frente a su boca — no sé si quiero felicitarlo o matarlo — comentó confundido.
Julián levantó el rostro de inmediato; su rostro mostró incertidumbre y algo de molestia ante las palabras de su jefe.
Alejandro lo miró de soslayo — no lo mataré — aseguró —, no pienso ponerle la mano encima a tu prometido, aunque sé lo merece — dijo con seguridad —, pero es un hombre embarazado y sé muy bien que Erick lo aprecia demasiado — entrecerró los ojos —, así que más vale que le des un buen escarmiento cuando lo encontremos.
Julián levantó una ceja — tú también debes controlar a tu Conejo… —, dijo con molestia, ya que creía que Agus no era el único responsable de esa situación.
—Y lo haré, pero primero debo encontrarlo — enfatizó el rubio y luego tamboreó los dedos en la mesa —, necesitamos buscar mejor, quizá buscar fuera de la ciudad.
—Solo ha pasado un día — Miguel se recargó en su asiento —, no creo que hayan podido salir de la ciudad, sin que los hubieran visto.
Los cuatro se quedaron en silencio y luego Marisela fue a la mesa, frente al lugar donde había dejado su tableta digital.
—Sacaron mucho dinero entre ambos — comentó con debilidad —, es obvio que si no querían que los rastreáramos, no rentaron un auto, pero… ¿qué tal consiguieron un auto sin necesidad de entregar sus credenciales? — preguntó curiosa.
—¿A qué te refieres? — indagó Alejandro.
—Bueno, hay maneras de conseguir autos sin papeles, ¿no es así?
Los tres hombres se irguieron en su lugar, recordando que tenían un contacto que podía proveer vehículos sin documentos y en caso de que él no supiera, podía ayudarlos a contactar a otros depósitos de automóviles.
—Y si lo hicieron… — Marisela no terminó la frase.
—Pudieron salir de la ciudad por alguna vereda no vigilada — comentó Alejandro con nervios.
Al finalizar la junta con los extranjeros que habían ido a conseguir la mercancía que el rubio manejaba, Julián y Miguel entraron a la sala de juntas.
—¡¿Lo encontraron?! — preguntó de inmediato el ojiverde.
—Creo que la cara de Julián, responde tu pregunta — comentó Miguel y caminó hasta su esposa, besándola en los labios
—Es como si se hubieran esfumado — secundó el aludido y se dejó caer en un sillón, colocando los codos en la mesa y pasando las manos por su cabello.
Marisela buscó los ojos de Miguel — no puede ser que realmente no haya ninguna pista.
—No la hay — negó su esposo —, el prometido de ese imbécil — señaló a Julián —, es tan buen guardaespaldas, que sabe cómo esconder al Conejo, para que nadie lo encuentre en caso de peligro y ni siquiera nosotros podemos dar con ellos — dijo con sarcasmo —, te felicito, Alex, diste con un trabajador que puede ocultar a tu esposo, ¡incluso de ti!
El rubio resopló y Marisela puso la mano sobre el brazo de su esposo.
—Amor, no lo presiones más… — dijo la castaña, con voz suave.
—Está bien — suspiró Miguel —, pero es que esto es sumamente molesto — gruñó y se sentó con pesadez —, ya se barrió toda la ciudad y no hemos encontrado más que a los tipos que usaron las tarjetas, los cuales dijeron haberlas encontrado ¡en un maldito parque! — masajeó sus parpados.
—¿En un parque? — Alejandro levantó una ceja.
—Sí — Julián asintió, sin levantar el rostro —, en uno de los parques donde la gente espera los transportes urbanos, mismo que no tiene mucha seguridad, ni cámaras, ni nada — apretó los puños —, Agustín conoce muy bien la ciudad, así que sabe por dónde moverse, para no dejar rastro.
Alejandro rió cansadamente, luego pasó las manos por su rostro, antes de juntarlas frente a su boca — no sé si quiero felicitarlo o matarlo — comentó confundido.
Julián levantó el rostro de inmediato; su rostro mostró incertidumbre y algo de molestia ante las palabras de su jefe.
Alejandro lo miró de soslayo — no lo mataré — aseguró —, no pienso ponerle la mano encima a tu prometido, aunque sé lo merece — dijo con seguridad —, pero es un hombre embarazado y sé muy bien que Erick lo aprecia demasiado — entrecerró los ojos —, así que más vale que le des un buen escarmiento cuando lo encontremos.
Julián levantó una ceja — tú también debes controlar a tu Conejo… —, dijo con molestia, ya que creía que Agus no era el único responsable de esa situación.
—Y lo haré, pero primero debo encontrarlo — enfatizó el rubio y luego tamboreó los dedos en la mesa —, necesitamos buscar mejor, quizá buscar fuera de la ciudad.
—Solo ha pasado un día — Miguel se recargó en su asiento —, no creo que hayan podido salir de la ciudad, sin que los hubieran visto.
Los cuatro se quedaron en silencio y luego Marisela fue a la mesa, frente al lugar donde había dejado su tableta digital.
—Sacaron mucho dinero entre ambos — comentó con debilidad —, es obvio que si no querían que los rastreáramos, no rentaron un auto, pero… ¿qué tal consiguieron un auto sin necesidad de entregar sus credenciales? — preguntó curiosa.
—¿A qué te refieres? — indagó Alejandro.
—Bueno, hay maneras de conseguir autos sin papeles, ¿no es así?
Los tres hombres se irguieron en su lugar, recordando que tenían un contacto que podía proveer vehículos sin documentos y en caso de que él no supiera, podía ayudarlos a contactar a otros depósitos de automóviles.
—Y si lo hicieron… — Marisela no terminó la frase.
—Pudieron salir de la ciudad por alguna vereda no vigilada — comentó Alejandro con nervios.
Y mientras Erick y Agus siguen pensando en lo que harán, estando a salvo en la casa, Alejandro y sus trabajadores se hacen pedazos para encontrarlos XD ajajajaja qué divertido
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