Capítulo XII
Alejandro estaba completamente en silencio, observando por el cristal del vehículo en el que se encontraba; aunque en el asiento del copiloto estaba Julián, ninguno había dicho nada y ambos estaban molestos porque se habían detenido. Miguel se empeñó en que debían comer algo, pero como ninguno de los dos quería detenerse por mucho tiempo, se decantó por entrar a una tienda de conveniencia y comprar algunas cosas ligeras.
La puerta trasera se abrió y ambos miraron como Miguel le entregó a Alejandro una bolsa con algunas cosas, cerró la puerta con fuerza, abrió la puerta del conductor y le lanzó otra bolsa a Julián, antes de sentarse.
—Coman — dijo molesto —, que no quiero tener que cuidarlos si se enferman, por no comer bien.
—No tengo hambre — mencionó el castaño.
Miguel le dedicó una mirada fría a su amigo — me importa una mierda si no tienes hambre, ya lo compré y ahora ¡te lo tragas!
—¿Por qué estás de malas? — indagó el rubio desde su lugar, sacando un yogurt y bebiéndolo con rapidez.
—¿Tú, por qué crees? — preguntó el pelinegro, de mala manera.
—No lo sé — el ojiverde respondió molesto —, el enojado debería ser yo, ¿no lo crees?
Miguel entornó los ojos — por su culpa — señaló a Julián y a Alejandro —, mi esposa está trabajando hasta tarde, ¡cuando debería estar descansando! — reclamó — pedimos el permiso para que ella estuviera tranquila, disfrutando de su embarazo, pero gracias a ustedes, ¡ahora estamos aquí!
Julián pasó la mano por su cabello — perdón — dijo con cansancio —, de haber sabido que Guti reaccionaría así, lo hubiese atado para que no saliera de la habitación y tú no hubieses tenido que venir a ayudar — dijo con sarcasmo.
—Esa debería ser mi línea — reclamó Alejandro, abriendo una bolsa que tenía un emparedado.
—Atar… — la voz de Miguel sonó cansada — ustedes no tienen nada en mente, más que obligar a sus parejas a hacer lo que quieren — siseó —, las personas tienen derecho a elegir su futuro, ¿lo han pensado?
Alejandro y Julián le dedicaron una mirada a Miguel y luego se miraron entre ellos.
—Lo sé — dijo el rubio con frialdad —, pero Erick debe entender que tener a nuestro hijo, es lo primordial.
—Guti también debe saberlo — el castaño bebió el jugo que su amigo él había llevado —, es por el bien de ambos.
Miguel suspiró, pasó la mano por su cabello y puso la frente contra el volante — hablar con ustedes es como hacerlo con una pared — señaló —, no aceptan nada más que sus propias ideas — se incorporó y encendió el auto —, solo espero que no ‘les salga el tiro por la culata’, aunque una parte de mí, ansía que sea de esa manera, para decir “se los dije”.
Alejandro respiró profundamente; en el fondo, tenía miedo de que Erick hiciera algo que no solo acabaría con la vida de su hijo, sino que lo pondría en peligro y eso era lo que más temía. Por su parte, Julián se sentía inquieto, aunque trataba de no demostrarlo; no sabía lo que Erick podía llegar a hacer, pero sí estaba seguro que Agustín era capaz de cualquier cosa, incluso, lastimase él mismo si no encontraba la manera de hacer lo que quería de otra forma y eso era lo que más incertidumbre le causaba.
—¿Alguna idea de dónde más buscar? — preguntó Miguel, mientras salía del cajón de estacionamiento.
—No — Alejandro negó, dándole una mordida a su emparedado, con poco interés —, ya hemos ido a todos los lugares que podía pensar.
El silencio reinó unos momentos, hasta que Julián habló — hay un lugar — dijo entre dientes —, pero si Guti fue con él…
—Lo dudo — Miguel negó, sabía a quién se refería su amigo —, Marisela no le ha dado la información de dónde contactarlo — le dedicó una mirada seria —, aunque tarde o temprano, Agustín preguntará a otros y no a mi esposa — especificó —, después de todo, eran amigos…
La mirada de Julián se ensombreció; de solo imaginar que Agustín ya había hecho lo que su amigo estaba diciendo, sentía que el coraje, los celos y la ira, le producían un nudo en el estómago. Miguel se dio cuenta de la actitud del castaño, entendiendo que lo que acababa de decir como algo sin importancia, era una posibilidad.
De inmediato, Alejandro sacó su celular y le marcó a Marisela, para preguntar por la información de contacto de Luciano.
—Esta es una de las habitaciones secundarias — comentó Agustín, entrando a la recamara, con Erick tras él.
No habían encendido las luces, para evitar llamar la atención de los pocos sirvientes que había y en caso de que hubiese guaruras haciendo rondas, que muy seguramente se habrían quedado unos pocos, pero llevaban unas linternas con luz tenue, para poder ver en la oscuridad.
—Es muy espaciosa — comentó el ojiazul, mirando alrededor, ya que nunca había conocido mucho de esa casa, a pesar de que estaba a un lado de la mansión.
—Sí — el otro caminó hacia el armario y buscó unas mantas —, espero que no le moleste, pero deberemos dormir en la misma habitación — anunció, sacando las cosas —, entre menos actividad haya en la casa, es más fácil pasar desapercibidos.
—Por mí, está bien — asintió Erick —, la cama es amplia y podemos compartirla.
Agustín se sorprendió — ¡no, señor! Yo no voy a dormir con usted.
—¿Estás loco? — Erick se cruzó de brazos — no voy a permitir que duermas en el piso.
—No dormiré en el piso, sino en el sillón — señaló el mueble que estaba en la pequeña estancia.
—Eso tampoco será muy cómodo, Agus — negó el otro — y en tu estado, es mejor que…
Erick guardó silencio, al ver como los ojos miel de Agustín se abrían con asombro y luego su gesto mostraba la molestia que le ocasionaba recordar eso.
—Lo siento — se disculpó el ojiazul.
—No, está bien — el menor forzó una sonrisa —, es normal que las personas se preocupen por eso — dijo con sarcasmo —, pero este estado es pasajero y antes de que acabe esta semana, dejaré de estar así.
—¡¿Cómo?! — el susto se reflejó en la voz de Erick.
—Voy a acabar con esto, aunque tenga que hacerlo yo mismo.
—¿De qué hablas, Agustín?
El aludido caminó al sofá y empezó a tender las mantas — obviamente, hacerlo en un hospital es complicado, pero no puedo esperar mucho, porque ya tengo seis semanas — gruñó —, así que tendré que buscar un método, menos… ortodoxo — señaló —, aunque eso signifique que yo mismo me abra y me saque el parásito que tengo dentro.
Erick se quedó completamente frío; jamás había escuchado a Agustín hablar de esa manera y no sabía si creer o no en lo que decía. Aunque el otro era muy amable y accesible, el ojiazul estaba consciente que era un guardaespaldas y ya lo había visto matar gente sin remordimiento, pero no se imaginaba que hablaría así, al menos tratándose de algo propio.
—¿De verdad… lo harías? — preguntó con nervios el mayor.
—¡Por supuesto! — dijo sin dudar —, no pienso darle gusto a Julián — rechinó los dientes —, no en esto — especificó —, prefiero morir a que me obligue a tener a este “alien”.
Erick estaba atónito por las palabras de Agustín, pero una risita divertida se escuchó al final —alien — sonrió —, entendí esa referencia — se burló.
El ojiazul suspiró.
Admiraba la determinación de Agustín, especialmente, porque en ese momento él ya no estaba tan seguro de qué debía hacer; sabía que no quería ceder, sabía que lo que Alejandro había hecho estaba mal y estaba plenamente consciente de que él tenía derecho a hacer lo que quería con su cuerpo, pero tiempo atrás, le prometió a su esposo que nunca se volvería a lastimar, ni siquiera por él y en ese momento, estaba por romper dicha promesa.
Necesitaba dormir y despejar su mente, para poder tomar una decisión.
—Bueno, supongo que mejor descansamos, ya mañana decidiré qué hacer.
—Está bien… por cierto, si necesita ir al baño, hay uno aquí mismo, en la habitación, pero lleve la linterna — sonrió Agustín —, es mejor evitar las luces.
—Lo tendré en mente.
—¿Quiere que le ayude a preparar la cama, para dormir? — ofreció el menor.
—No, puedo solo, no te preocupes…
Después de eso, ambos terminaron de preparar el lugar donde dormirían y se acostaron, sumiéndose cada uno en sus pensamientos.
Alex y Julián siguen buscando... Honestamente, quería hacerlos sufrir muajajaja soy malvada XD Por eso, mientras Erick y Agus tratan de pasar una noche tranquila y cómoda, sus parejas están pasándola mal por no saber su paradero, ¿cuánto más podrán estar así?
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