Capítulo XI
En medio de la oscuridad, una pareja se movía en una zona despoblada; le habían pagado a un taxi para que los llevara hasta cierta distancia de una propiedad privada y esperaron a que estuviera completamente oscuro, para poder moverse.
Caminaron por un largo rato a campo traviesa, por senderos poco conocidos y finalmente llegaron a los límites de la propiedad, que tenía barda perimetral; no se acercaron, solo siguieron la cerca hasta llegar a dónde uno de ellos había pensado que sería la mejor opción de escondite.
—Esto es la peor idea que pudo habérsele ocurrido, señor — Agustín estaba nervioso, con una linterna en mano.
—Agus, tú mismo dijiste que Alex no les permitiría ir a descansar, ¿no es así? — indagó el ojiazul, mientras con un código de seguridad, abría una puerta secreta, oculta en una especie de enorme tubería que estaba semi hundida en la tierra.
—Sí, pero esto… además, ¿cómo sabe que no revisarán este lugar? — preguntó con precaución.
—Sabes bien que esta parte es una salida de emergencia, por si llegan a querer atacar la casa — mencionó el pelinegro —, solo se activa la alarma en caso de que no se use el código de seguridad que solo Alex y yo, sabemos — sonrió.
—Por eso, ¿qué tal si él revisa ese dato?
—No lo hará.
—¿Cómo esta tan seguro? — Agustín siguió a Erick, quien ya había abierto y ambos entraron a la propiedad, cerrando la puerta de inmediato.
—Porque Alejandro no pensaría que volvería a casa, no mientras esté enojado — rió —, pero no iremos a la mansión, ni a la casa de los chicos — dijo refiriéndose a la casa donde la mayoría de los guardaespaldas se quedaban —, iremos a tu casa.
—¡¿La casa de Julián?! — Agustín puso un gesto de susto —, no, no, no, para eso tendríamos que pasar cerca de la mansión, ¡¿qué hay de la servidumbre?! — preguntó con desespero.
—Iremos por atrás para que no nos vean, así que no te preocupes.
—No sé… — el más joven estaba nervioso — esto realmente me parece muy arriesgado, además, si alguien mira las luces de las linternas, darán la voz de alarma.
—Por eso las apagaremos…
Erick apagó la que él llevaba y obligó a su compañero a hacer lo mismo.
—No es una buena idea — negó el otro —, podríamos caernos, el camino hasta las casas es muy largo y puede haber piedras, agujeros, desniveles… ¡algo!
—Conozco todo el terreno como la palma de mi mano — Erick sonrió —, ¿crees que suelo salir a pasear con Rain, Tobi, Pirata, Jack, Nila y Luna, sin prestar atención a nada? — levantó una ceja — cuando apenas nos instalamos en este lugar, decidí conocer todo lo mejor que pudiera, más porque Alejandro me explicó, que ni siquiera aquí podría estar cien por ciento seguro y en caso de necesitarlo, debía tomar medidas para escapar.
—Pues sí, pero…
—Ya, no te preocupes, confía en mí, Agus, solo por esta vez, déjame ser yo el que te lleve a un lugar seguro.
El de ojos miel respiró profundamente, no le agradaba del todo tener que hacer las cosas de esa forma, pero quizá su jefe tenía razón.
—Está bien — asintió —, supongo que de todas maneras, no tenemos muchas opciones en este momento.
—Vamos…
Erick le extendió la mano y Agustín aceptó el gesto, especialmente porque si su jefe sufría un percance, era la única manera de ayudarlo; él debía ser quien sostuviera a Erick, aunque en ese momento, parecía que era al revés.
En medio de la oscuridad, una pareja se movía en una zona despoblada; le habían pagado a un taxi para que los llevara hasta cierta distancia de una propiedad privada y esperaron a que estuviera completamente oscuro, para poder moverse.
Caminaron por un largo rato a campo traviesa, por senderos poco conocidos y finalmente llegaron a los límites de la propiedad, que tenía barda perimetral; no se acercaron, solo siguieron la cerca hasta llegar a dónde uno de ellos había pensado que sería la mejor opción de escondite.
—Esto es la peor idea que pudo habérsele ocurrido, señor — Agustín estaba nervioso, con una linterna en mano.
—Agus, tú mismo dijiste que Alex no les permitiría ir a descansar, ¿no es así? — indagó el ojiazul, mientras con un código de seguridad, abría una puerta secreta, oculta en una especie de enorme tubería que estaba semi hundida en la tierra.
—Sí, pero esto… además, ¿cómo sabe que no revisarán este lugar? — preguntó con precaución.
—Sabes bien que esta parte es una salida de emergencia, por si llegan a querer atacar la casa — mencionó el pelinegro —, solo se activa la alarma en caso de que no se use el código de seguridad que solo Alex y yo, sabemos — sonrió.
—Por eso, ¿qué tal si él revisa ese dato?
—No lo hará.
—¿Cómo esta tan seguro? — Agustín siguió a Erick, quien ya había abierto y ambos entraron a la propiedad, cerrando la puerta de inmediato.
—Porque Alejandro no pensaría que volvería a casa, no mientras esté enojado — rió —, pero no iremos a la mansión, ni a la casa de los chicos — dijo refiriéndose a la casa donde la mayoría de los guardaespaldas se quedaban —, iremos a tu casa.
—¡¿La casa de Julián?! — Agustín puso un gesto de susto —, no, no, no, para eso tendríamos que pasar cerca de la mansión, ¡¿qué hay de la servidumbre?! — preguntó con desespero.
—Iremos por atrás para que no nos vean, así que no te preocupes.
—No sé… — el más joven estaba nervioso — esto realmente me parece muy arriesgado, además, si alguien mira las luces de las linternas, darán la voz de alarma.
—Por eso las apagaremos…
Erick apagó la que él llevaba y obligó a su compañero a hacer lo mismo.
—No es una buena idea — negó el otro —, podríamos caernos, el camino hasta las casas es muy largo y puede haber piedras, agujeros, desniveles… ¡algo!
—Conozco todo el terreno como la palma de mi mano — Erick sonrió —, ¿crees que suelo salir a pasear con Rain, Tobi, Pirata, Jack, Nila y Luna, sin prestar atención a nada? — levantó una ceja — cuando apenas nos instalamos en este lugar, decidí conocer todo lo mejor que pudiera, más porque Alejandro me explicó, que ni siquiera aquí podría estar cien por ciento seguro y en caso de necesitarlo, debía tomar medidas para escapar.
—Pues sí, pero…
—Ya, no te preocupes, confía en mí, Agus, solo por esta vez, déjame ser yo el que te lleve a un lugar seguro.
El de ojos miel respiró profundamente, no le agradaba del todo tener que hacer las cosas de esa forma, pero quizá su jefe tenía razón.
—Está bien — asintió —, supongo que de todas maneras, no tenemos muchas opciones en este momento.
—Vamos…
Erick le extendió la mano y Agustín aceptó el gesto, especialmente porque si su jefe sufría un percance, era la única manera de ayudarlo; él debía ser quien sostuviera a Erick, aunque en ese momento, parecía que era al revés.
Para Erick y Agustín, llegar hasta la casa de Julián, que se encontraba a un lado de la mansión principal, fue tardado; no había mucha luz y aunque eso les ayudaba en ese momento, también les dificultaba el caminar.
Al llegar a cierta distancia, Erick tuvo que hacerse cargo de Luna, Nila, Pirata, Rain, Jack y Tobi, quienes corrieron de inmediato a encontrar a su dueño y a su acompañante, siendo las personas a quienes más querían, aparte de Alejandro, eran sumamente cariñosos con ellos; Erick agradecía que sus pequeños estuvieran tan bien entrenados, ya que con una sola palabra, se mantuvieron en silencio y los acompañaron el resto del camino, sin alertar a los sirvientes.
Dieron un rodeo por la mansión, pasando cerca de la alberca y finalmente, llegaron a la casa de Julián, pero fueron directamente a la puerta trasera.
—Vayan a casa — ordenó el ojiazul, acariciando las orejas de sus hijos y los perritos se retiraron de inmediato.
—Menos mal que ellos no hablan — Agustín sonrió de lado y abrió, permitiéndole el paso a Erick —, tenga cuidado, no debemos prender las luces, así que estará algo oscuro dentro.
—Está bien — Erick ingresó y observó el lugar con algo de dificultad, pues solo un par de veces había ido a esa casa.
—¿Quiere comer algo? — preguntó Agustín, mientras se quitaba la peluca castaña, dejándola de lado y dirigía los pasos hacia la cocina — yo muero de hambre.
—Sí, realmente esa caminata me dejó hambriento.
—Espero no le moleste, pero como sabe, no soy bueno cocinando — anunció, al abrir el refrigerador — y como todo lo pedimos a la casa grande, aquí solo hay fruta y algunas cosas ligeras, como leche, cereal e ingredientes para hacer emparedados.
—No me pondré exigente — el ojiazul sonrió —, además, un emparedado suena muy bien.
—Emparedado será — asintió Agustín y sacó las cosas para empezar a preparar lo que comerían.
Mientras tanto, Erick se sentó en un banquillo alto y se quedó en silencio; se quitó la peluca que traía y las gafas, dejándolas de lado y pasando las manos por su cabello. No solo estaba cansado, sino que se sentía culpable; a esa hora, seguramente Alejandro estaba sumamente preocupado por él.
—¿Sucede algo? — indagó su compañero, mientras untaba mostaza en un pan, ya que sabía que su jefe no comía mayonesa.
El ojiazul suspiró y levantó el rostro — me siento un poco mal por lo que hicimos — respondió con sinceridad —, seguramente Alex está preocupado por mí y Julián por ti — dijo con tristeza.
Agustín respiró profundamente y desvió la mirada — lo sé — asintió —, supongo que eso le incomoda mucho, ¿cierto?
—¿A ti no?
El otro hizo un mohín y le entregó el plato con el emparedado a su acompañante — un poco, sí — empezó a preparar su comida —, pero sigo muy molesto con Julián — gruñó —, así que la culpa está en segundo plano.
Erick bajó el rostro — también estoy enojado con Alex — musitó —, pero… no me gusta cuando se preocupa — comentó con tristeza —, ahora mismo estará pensando lo peor y seguramente no comerá, ni dormirá… podría enfermar.
Agustín sonrió de lado — siempre lo he dicho, su forma amable de ser, dista mucho de la mía — señaló a su jefe con el cuchillo con el que untaba el pan —, pero por eso, entiendo que lo que usted me pidió, fue solo por el enojo del momento y seguramente, al final no hará nada con respecto a… ‘esa’ situación — aseguró sin dejar lugar a dudas.
—¿Cómo estás tan seguro? — Erick levantó el rostro, un tanto ofendido por la manera en que el otro parecía verlo.
—Porque usted es la persona más buena y noble que he conocido, así que sé que no le haría daño a nada, ni nadie — negó —, en cambio yo…
—¿En cambio tú? — el ojiazul levantó una ceja.
—Quiero tomar la decisión solo — respondió el otro —, así como Julián tomó la primera sin consultarme — dejó el cuchillo de lado, con un golpe seco.
—Aunque no lo creas, te entiendo — admitió Erick —, yo también quiero tomar esa decisión, pero necesito pensarlo bien, porque no quiero arrepentirme.
Agustín se sentó frente a su jefe y le sonrió — sé que no lo hará — dijo con toda seguridad.
—¿Qué cosa?
—No hará nada de lo que pueda arrepentirse — le hizo un gesto condescendiente —, aunque eso signifique, hacer algo que no quiere…
Erick entendió lo que el otro quería decirle; quizá era cierto y no tendría el valor de hacer lo que en un principio pensó, pero, quería pensar que podía tomar una decisión solo, aunque le costaba no pensar en lo que Alex quería.
Erick parece dudar de lo que quería hacer en un principio, pero Agus no...
Por otra parte, ¿qué estarán haciendo Alejandro y Julián?
Por otra parte, ¿qué estarán haciendo Alejandro y Julián?
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