Capítulo V
Erick estaba sentado en su cama, comiendo una dona de chocolate y al lado, tenía el café frío que su esposo le había llevado.
—No recordaba que estas cosas estuvieran tan deliciosas — dijo masticando con lentitud.
—Parece que te gustaron — Alejandro estaba sentado a su lado, sonriendo divertido al ver a su esposo, comer tan a gusto —, especialmente porque es la tercera que te comes…
—Cuarta en realidad — confesó el ojiazul, riendo divertido — y no sé porque me gustaron tanto — aseguró —, pero no puedo parar de comerlas, algo les puso Adrián, seguramente…
Mientras la pareja platicaba, un hombre con una bata, entró a la habitación.
—Hola de nuevo, señor De León — sonrió el director del hospital —, le traigo los resultados de sus análisis.
—¿Hay algo mal? — preguntó el rubio de inmediato.
—No, por supuesto que no, al contrario — aseguró el médico con una amplia sonrisa —, todo está perfectamente.
—Te lo dije — Erick miró a su esposo de soslayo —, exageraste, yo me siento muy bien…
—Pero — el médico lo interrumpió —, ahora mismo, necesita empezar a cuidarse más — anunció.
—¿Por qué? — los ojos azules lo miraron confundido — acaba de decir que no tenía nada.
—Dije que no tenía nada malo — especificó el médico —, lo que usted tiene es algo normal para un varón en su estado y condición.
Las palabras confundieron a Erick, quien estaba bebiendo un sorbo de café.
—¿Qué quiere decir? — preguntó el ojiverde, aunque ya se imaginaba la respuesta.
—Su esposo, señor De León — el médico miró al rubio con una gran sonrisa —, se encuentra en su octava semana de embarazo — anunció.
Erick escupió el café que tenía en la boca — ¡¿qué estoy qué?! — gritó de inmediato.
—Conejo — Alejandro se acercó y le limpió la barbilla con una servilleta —, tranquilo…
—¡No! — gritó de nuevo — ¡¿cómo quieres que me tranquilice?! — preguntó con nervios —, no, ¡usted está equivocado! — señaló al médico — no puedo estar embarazado — negó con rapidez —, uso anticonceptivos, cada mes me ponen una inyección, aquí mismo, ¡en este hospital!
El medico levantó una ceja — no — negó y buscó en la tablilla que tenía en la mano —, desde hace más de ocho meses usted dejó los anticonceptivos — revisó las notas —, aquí está la indicación, a usted solo se le administran unas vitaminas y… — dudó un momento, pero al ver la mirada de Alejandro, entendió que era mejor decirle la verdad a su paciente —, algunos placebos.
—¡¿Qué me dan qué?! — Erick se incorporó quedando sentado completamente en la cama —, no, no puede ser — negó —, si esto es una broma, más vale que no siga, ¡porque no es nada graciosa! — dijo resoplando.
—Erick, cálmate — pidió el rubio, tratando de sujetarlo para mantenerlo en la cama.
—¡¿Cómo quieres que me calme?! — replicó con angustia — ¡¿cómo puedes estar tan tranquilo después de lo que nos acaban de decir?! — reclamó — no solo no me están suministrando los anticonceptivos, sino que, ¡me estaban dando algo que yo no pedí!
—Señor De León — el médico se puso nervioso —, esto… aquí está indicado y firmado por…
—¡Los demandaremos! — gritó el pelinegro con desespero.
—¡No! No… — el médico se puso rojo y los nervios se hicieron presentes — por favor, permítame ver qué podemos hacer, aún es pronto y si es algo no deseado, existe una manera de…
—¡No! No vamos a hacer nada — Alejandro le dedicó una mirada molesta al doctor, consiguiendo que el sujeto se quedara helado — y no vamos a demandarlos — negó para su esposo.
—¡¿Cómo qué no?! — Erick lo miró sorprendido, normalmente era Alejandro quien actuaba de esa manera cuando las cosas iban contra lo que él ordenaba, no entendía por qué lo tomaba tan tranquilo en esa ocasión.
—Conejo, por favor, cálmate — pidió su esposo una vez más —, no vamos a demandarlos porque no han hecho nada malo — aseguró y antes de que su esposo dijera algo, le confesó la verdad —, yo pedí que te quitaran los anticonceptivos, a ti y a Agustín, hablé directamente con el director, aquí presente — señaló al doctor con un ademán de su rostro — y el hombre que los atendió aquella vez a ti y a Agustín, ni siquiera es médico, yo le pagué para que les mostrara a ambos un medicamento falso, diciéndoles que era nuevo anticonceptivo que les quitaría los efectos secundarios — anunció.
—¿Por…? ¿Por qué? — el pelinegro miraba a su esposo con terror — ¡¿por qué lo hiciste?!
—Porque tú te negabas a tener un bebé — respondió sin un ápice de arrepentimiento —, te lo dije desde antes de casarnos y después, solo me dabas excusas tontas, yo quiero un hijo contigo — sentenció — y sabes que hago lo que sea para…
El rubio no pudo seguir hablando, pues Erick sujetó el vaso de café y se lo echó en la cara.
—¡Cállate, Alejandro! — ordenó con seriedad, a la par que sus ojos se llenaron de lágrimas.
Con su mano, el ojiverde limpió su rostro del líquido; agradecía que ese día, su esposo hubiera elegido café frío para beber.
—Conejo, entiende que…
El ojiazul rechazó con un manotazo, la caricia que el otro intentó darle.
—Vete — dijo entre dientes y mirándolo con molestia —, no quiero verte, ¡¿entendiste?! ¡Lárgate!
Alejandro suspiró, pero debía darle un momento a su esposo, a solas; sabía que había hecho mal, aunque a su manera de ver las cosas, el ojiazul no le había dejado otra opción.
—Vamos, doctor — Alejandro dio media vuelta —, Erick necesita un momento a solas.
El médico no se atrevió a decir nada y salió de la habitación de inmediato, seguido por la enfermera y finalmente, Alejandro, quien le dedicó una última mirada a su pareja, antes de cerrar la puerta.
Cuando se quedó a solas, Erick lanzó el vaso del café y la caja de donas al piso, dobló las piernas, recargando la frente contra sus rodillas y estrujando fuertemente su cabello con las manos, empezando a llorar; estaba desesperado y profundamente decepcionado.
Alejandro había traicionado su confianza, por eso, el coraje que sentía en ese momento solo podía volcarlo en su esposo y hacia ese ser que se estaba formando en su interior, sin que él lo hubiese pedido; de esa manera, aún contra su propia moral y creencia, una sola idea estaba llenando su mente en ese momento, algo que sabía que estaba mal, pero no podía dejar de pensarla.
Necesitaba terminar con eso a cualquier costo.
Cómo ven, en este capítulo se ve que Erick no quiere a su bebe T..T falta ver qué piensa Agus...
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