Capítulo VII
Durante el día, las actividades en el castillo fueron rutinarias; los visitantes volvieron a revisar los alrededores, junto con los dirigentes de la familia Quill, mientras Bade realizaba sus acciones como sumo sacerdote.
Maë le seguía coqueteando a Gowe, pero se daba cuenta que el peliazul no parecía responder a sus insinuaciones y eso lo molestaba, por lo que dejó de disfrutar las cabalgatas, pues en realidad no le interesaba el trabajo de su padre.
Al caer la tarde, el pequeño grupo volvía al palacio, pues faltaba poco para que oscureciera y debían cenar.
-Aun no veo tanta necesidad – Lort no estaba dispuesto a apoyar a la familia Quill, especialmente porque no consideraba que las tierras estuvieran tan comprometidas, como habían comunicado al emperador – es obvio que hay accidentes con los animales, pero si los pobladores que viven en la meseta, tomaran las medidas necesarias, sería más que suficiente – aseguró bajando del caballo.
-Intentaremos decírselos, para que haya menos percances – aseguró Moriza, al ser ayudada por su esposo y bajar de su montura.
-Pero también queda el camino – presionó Yadell – si no se arregla se vigila, es muy difícil que las carretas y carruajes tengan un buen trayecto, lo que provoca demora a los comerciantes y a aquellos que nos ayuden con nuestros envíos…
-Eso es algo de lo que ustedes tienen que encargarse – Lort suspiró – como familia guardiana, deben tener dinero, después de todo, nunca antes se les cobró impuestos hasta ahora, no es así.
Moriza miró a su esposo con nervios y luego bajó el rostro – la verdad… nosotros…
Antes de que la mujer hablara, un par de hombres salieron del castillo.
-Señor Kalzan – dijo uno de ellos con suma formalidad.
El pelirrojo observó al hombre que acompañaba a Ram y de inmediato reconoció al capitán del barco que los había llevado y que se suponía, en ese momento debía ir en camino, llevando a su hijo a la ciudad imperial, para regresar en una semana por el resto de pasajeros.
-Capitán Hillak, ¿qué hace aquí?
-Señor Kalzan – el hombre de piel morena bajó la mirada con nervios – yo… lo que ocurre es que… su hijo no llegó a mi barco.
-¡¿Qué?! – los ojos verdes del hombre, se abrieron con sorpresa – ¡¿de qué habla?! – su voz sonaba consternada y caminó, acercándose al capitán, sujetándolo por la parte de enfrente de su ropa – ¡¿dónde está mi hijo?! – preguntó entre dientes.
-No lo sé… señor… yo… cuando pasó la hora en que debía llegar, junto con uno de mis trabajadores, tomamos los caballos para alcanzarlo en el camino pero – pasó saliva – no encontramos ninguna carroza en el trayecto hasta llegar acá… nada…
-No puede ser – Lort lo soltó – tiene que haber un error – dijo con nervios – él salió esta mañana, ¿no es así? – miró a Ram con ansiedad.
-Sí, señor – asintió el hombre – yo mismo le ayudé a subirse al carruaje, con el chofer y un ayudante.
-Debemos buscarlo – Lort levantó el rostro, buscando a Moriza y a Yadell, quienes asintieron.
-Padre… – la voz seria de Maë lo distrajo – no te preocupes – anunció – seguramente Naü lo hizo a propósito – se alzó de hombros y le restó importancia.
-¡¿Qué?! – todos los presentes se sorprendieron por esas palabras.
-Lo conozco – sentenció el castaño – seguramente hizo un berrinche y le pagó a los siervos para que lo llevaran a alguna de las aldeas del camino, con eso te preocuparías y terminarías cediendo a lo que quiere – se cruzó de brazos – no caigas en su juego.
-Maë… – Lort se sorprendió de las palabras de su primogénito.
-Pero, joven Kalzan… – Moriza no podía creer lo que el niño decía.
-¿Qué? – Maë la miró con altivez – Naü siempre viaja con dinero y puede ordenar lo que desee a los siervos, ¿me equivoco, padre? – sus ojos verdes se posaron en su progenitor – además, ambos sabemos hasta dónde es capaz de llegar mi hermano, solo por cumplir sus caprichos, ¿o no?
El pelirrojo suspiró, pero su hijo tenía razón – Maë conoce mejor que nadie a su hermano – respiró profundamente calmando su preocupación – esperemos un par de días y seguramente llegarán noticias de algún poblado o del puerto, de que mi hijo llegó allá.
Todos se miraron entre sí, pero los ojos purpuras de Gowe miraron a Maë con asombro; ahora comprendía que ese niño tenía la habilidad de manipular a su familia a su entero antojo y quizá, debía congraciarse con él para poder alcanzar lo que necesitaban.
* * *
Mientras Maë caminaba hacia el comedor, acompañado por un par de siervos que lo atendían exclusivamente, mientras estaba en ese castillo, la voz suave de Bade se escuchó en el pasillo.
-Joven Kalzan – el pelinaranja parecía temblar al estar frente al castaño, a pesar de que era mayor que él – podemos hablar un momento.
-¿Qué desea, joven Quill? – preguntó el ojiverde con altivez.
-¿Le gustaría acompañarme un momento al despacho, por favor? – el mayor señaló una puerta.
Maë hizo un mohín, pero accedió, entrando a esa gran oficina, junto a sus siervos y Bade hizo lo propio, yendo a su lugar, frente a un gran escritorio.
-Me gustaría hablar con usted, a solas – anunció el sacerdote, antes de tomar asiento.
-¿A solas…? espero que sea solo usted y yo, pues no pienso alejar a mis acompañantes, mientras usted se queda con los suyos…
-No se preocupe – Bade negó – seremos solo usted y yo.
El ojiverde miró a sus siervos por encima del hombro y les hizo una seña, para que lo dejaran solo; Bade lo imitó, ya que sus vasallos lo acompañaban también y realmente no quería que se enteraran de sus asuntos. Ambos se quedaron a solas y se miraron a los ojos; los ojos verdes miraron con frialdad a los aqua del sacerdote, quien estrujaba su túnica, por debajo del escritorio donde estaba.
-¿Qué quieres realmente? – indagó el castaño, olvidándose de las formalidades.
El pelinaranja se sobresaltó, ante esa manera en que el otro le habló – mi hermano me dijo que… – su voz disminuyó, así que respiró profundamente antes de hablar con mayor volumen – que cree que su hermano Naü está tratando de molestar a sus padres, ¿de verdad lo piensa, joven Kalzan? – preguntó con nervios.
Maë levantó una ceja y sonrió – por supuesto – sentenció – mi hermano es un chico frío, calculador y sobre todo manipulador – dijo sin un ápice de duda – estoy completamente seguro que Naü solo intenta que mis padres le permitan hacer su santa voluntad y la única manera es asustándolos – se alzó de hombros y caminó al escritorio – si mis padres caen ante su chantaje, los tendrá comiendo de su mano y conseguirá lo que desea.
Bade mordió su labio – realmente, aunque no me da la impresión que sea de la manera que dice, yo no conozco a su hermano – levantó el rostro – pero quisiera que recapacitara – pidió con ansiedad – hay bandidos en los caminos, ha habido ataques de animales salvajes y aunque su hermano ande con dos siervos, pudo haber sufrido un accidente – insistió – ¿podría, por favor, pedirle a su padre que inicien la búsqueda?
La voz del sacerdote, llamó la atención del menor, era un ruego muy insistente – ¿de verdad es por eso? – indagó con suspicacia – ¿o será que sabes algo? – entrecerró los ojos y se inclinó sobre el escritorio – ¿sabes dónde está mi hermano?
-No – el pelinaranja aguantó un poco la respiración – pero no quisiera que hubiese un accidente – señaló – el lago y todo el territorio de nuestro Dios Derok, también está bajo mi resguardo y no quisiera que otra persona pereciera…
-Mjú… – Maë sonrió de lado y se giró – ruégale a él entonces – lo miró por encima del hombro – ¿o es que realmente no te escucha?
-¡Mi Dios me escucha! – gritó el otro, poniéndose de pie de inmediato – es mi Dios, soy su Sumo Sacerdote y escucha mis plegarias – dijo con seguridad – pero es un dríade y no puede hacer nada contra la muerte, porque es algo natural – señaló – si su hermano tuvo un accidente contra un animal, mi señor Derok no iba a mover un dedo por él…
-No me preocupa – el ojiverde se cruzó de brazos – mi hermano se lo habrá buscado.
Bade abrió los ojos con sorpresa – ¿acaso no le importa lo que ocurra con Naü?
Maë lo miró con indiferencia y sonrió de forma cruel, consiguiendo que el otro se sorprendiera por ese gesto; era obvio que al castaño no le importaba en lo más mínimo lo que pudiera ocurrirle a su hermano.
-Dime… – el ojiverde levantó una ceja y colocó las manos sobre el escritorio, inclinándose hacia el otro – si accedo a ayudarte para que mi padre ordene una búsqueda, ¿qué ganaré yo?
-¿Qué? – los ojos aqua se abrieron con sorpresa.
-No pensarás que moveré un dedo por Naü, sin obtener nada a cambio, ¿cierto? – su voz era divertida – especialmente, cuando parece que el gran ‘Sumo Sacerdote’ no puede hacer nada…
El pelinaranja apretó los puños y sus músculos se tensaron – ¿qué es lo que desea obtener, joven Kalzan? – preguntó entre dientes.
Maë sonrió – algo simple – ladeó el rostro – quiero a tu hermano, Gowe, como mi siervo personal e incondicional, para hacer con él, lo que se me antoje…
-¡¿Qué?! – Bade parpadeó sorprendido – no puede pedirme eso – negó.
-¿Por qué no? – Maë se cruzó de brazos, desafiante – tu hermano no tiene privilegios de familia, a pesar de ser el primogénito – dijo con obviedad – su mejor apuesta es ir a la milicia y tratar de tener una carrera militar, pero sin el respaldo de su apellido, como en antaño, seguramente no será sencillo, ¿me equivoco?
El pelinaranja bajó el rostro pasó la mano por su frente y suspiró; su hermano ya le había dicho que a quien debía convencer era a Maë, pero no estaba seguro si Gowe aceptaría esa solicitud.
-Yo… necesito hablar con mi hermano antes de darle una respuesta…
* * *
Durante el día, Derok no se apartó del castaño, estuvo velando su sueño, pero le preocupaba que no reaccionara, así que al atardecer, hizo una invocación para comunicarse con Nyrn. Debido a la hora, el mayor de los dríades estaba ocupado, pues para él, aun ni siquiera era medio día, así que tardó en ir al lago para hablar con su hermano.
-“¿Qué quieres, Derok?” – preguntó el rubio, claramente molesto, aunque estaba acompañado de su hijo.
-“¡Hola, tío Derok!”
-Hola, ‘retoño’ – saludó el joven Dios – ¿cómo estás, qué tal están tus hermanitos?
-“¡Bien!” – el pequeño ojirrojo sonrió – “he aprendido a regarlos moviendo agua de muchas maneras…” – mencionó con orgullo.
-¡Qué bien, ‘retoño’! – sonrió el de ojos naranjas – estás creciendo rápido – dijo ilusionado, imaginando como sería cuando él tuviera retoños.
-“Neyr…” – Nyrn acarició los mechones dorados de su hijo – “…déjame hablar con tu tío un momento, ¿sí? Ve a jugar con Oren o Miley, en un ratito voy por ti, para seguir con tus practicas...”
-“Está bien…” – asintió el menor – “…adiós, tío Derok…”
-Adiós, Neyr – se despidió el otro con un ademan y el niño corrió hacia el palacio.
Cuando su hijo se alejó, Nyrn volvió a ponerle atención a su hermano – “…ahora sí, ¿qué querías?...” – presionó.
-Ah, sé que es aún es temprano contigo, pero realmente esto es importante…
-“Más vale que lo sea, estaba enseñándole a Neyr algunas cosas…” – comentó el ojiverde – “…entonces, ¿qué ocurre?”
-Rescaté a un humano – mencionó su hermano con seriedad.
Nyrn se cruzó de brazos – “…y eso es importante, porque…”
Derok sonrió de lado – supongo que no sería importante en otras circunstancias, pero tengo un pequeño problema – suspiró y pasó la mano por su cabello – tiene todo el día sin reaccionar.
El rubio frunció el ceño – “¿ya intentaste darle té de hierbas? Eso podría ayudar…”
-Sí, pero no vuelve en sí – el peliverde se cruzó de brazos – intenté de todo – aseguró – pero no sé si tenga que ver con sus heridas o algo más… por eso te hablo, ¿puedo preguntarle a Skoll si tiene alguna idea del por qué ocurre esto?
-“¿Por qué tanto interés?”
-No lo sé – contestó el otro con sinceridad – pero ese niño me agrada, especialmente su olor… y quiero saber qué le ocurrió, solo que, no he podido ir a investigar, porque aún no reacciona y no quiero dejarlo solo…
El ojiverde se sorprendió y luego sonrió con tranquilidad – “de acuerdo, dame unos minutos, Skoll está en el templo, iré por él…”
-Gracias – dijo el Dios de ojos naranjas y se sentó a esperar, al lado del niño que seguía inconsciente.
Minutos después, justo como Nyrn dijo, llegaba junto con Skoll, a quien llevaba en brazos.
-“Hola, Derok…” – sonrió el albino, cuando su esposo lo depositó en el piso, con delicadeza.
-Hola, Skoll – el joven hizo un ademán – supongo que mi hermano ya te dijo por qué quiero hablar contigo.
-“Sí, algo así…” – dijo un poco confundido – “…pero para darme una idea de qué pasa, necesito que me digas, qué ocurrió y qué heridas tiene el chico…”
-Ah, bueno, ocurrir, no lo sé con exactitud – el dios de ojos naranjas se alzó de hombros – encontré al chico flotando en el lago, junto con dos cuerpos más, supongo que tuvieron un accidente, aunque tenía unas heridas hechas con armas humanas – frunció el ceño – eso es lo raro… una herida estaba cerca del pecho – señaló al lado del corazón – la otra en su cabeza – puso la mano en su cabello – y había mucha sangre, por eso las bestias estaban alteradas.
-“Ya veo…” – Skoll suspiró – “…supongo que curaste las heridas, ¿cierto?”
-Sí – Derok asintió – fue lo primero que hice y evité que quedara cicatriz…
-“¿Dices que no reacciona?”
-No – negó – ya intenté de todo…
-“Debe ser por la sangre que perdió…” – Skoll miró a Nyrn – “…seguramente fue mucha y por eso no despierta…” – suspiró – “…no puedes hacer nada, Derok, solo esperar…”
-Pero, ¿va a reaccionar, verdad? – la ansiedad se denotó en el dios de cabello aqua.
-“Sí…” – Skoll asintió – “…pero tienes que cuidarlo y tratar de alimentarlo, pues si no come o bebe líquidos, será más difícil que se recupere…” – sonrió – “…si no deseas hacerlo tú, por el trabajo que se debe realizar, puedes pedirle a uno de los sacerdotes de tu templo que lo haga…”
-No – Derok negó de inmediato – lo haré yo… aunque no tengo mucho conocimiento de humanos – suspiró.
-“Pues si no sabes de humanos, te será complicado…” – Nyrn se cruzó de brazos.
El ojirrojo se dio cuenta que algo no parecía andar bien con Derok y sus sacerdotes, pero esos eran asuntos de los Dioses y aunque el daba seminarios para los sacerdotes de los demás templos, no podía inmiscuirse en las relaciones de los mismos con los Dioses a quienes debían adorar, así que, si quería ayudar a su cuñado, debía hacerlo de otra manera.
-“Podría enviarte a Miley para que te ayude hasta que el chico reaccione, ¿qué dices?...”
-¿De verdad? Eso me seria de mucha ayuda…
Skoll asintió y levantó la voz – “Miley, ven por favor…”
-“¿Estás seguro?...” – el ojiverde miró a su esposo de soslayo – “…Miley cuida de Neyr…”
-“Sí, pero Oren y mi madre pueden cuidarlo por unos días, sin problemas…” – anunció el albino – además, últimamente Neyr pasa más tiempo contigo…”
-“Es que ya debe aprender cosas más avanzadas…” – Nyrn sonrió – “…especialmente si quiere ir de visita con sus tíos…”
El espíritu de Miley llegó en ese momento e hizo una ligera reverencia.
-“Diga, mi señor…”
-“Miley, necesito que hagas algo importante…” – sonrió el albino – “…Derok tiene una persona enferma y necesita cuidados que él no sabe darle, puedes ayudarle unos días, por favor…”
-“Por supuesto, mi señor…” – sonrió ella.
-“Bien, entonces…”
Skoll miró de soslayo a su esposo y éste, junto con su hermano, empezó a invocar un portal, para que el espíritu de la pelirosa cruzara al otro lado.
-“Cuídate…” – pidió Skoll, aunque sabía que nada malo podía pasarle al espíritu de su sierva – “…y cuida del chico, como si fuera yo…”
-“Lo haré mi señor…” – anunció ella – “…lo cuidaré como lo cuido a usted y al joven Neyr, lo prometo…”
Finalmente, la joven cruzó del otro lado y Derok observó el portal – gracias… – dijo apenado, pues aunque sabía que la joven había sido especial en vida para Skoll, no tenía idea que la quisiera tanto.
-“Cualquier cosa, nos hablas…” – señaló Nyrn – “…estaremos al pendiente…”
-Sí – dijo su hermano.
La pareja se despidió con un ademán y el portal se cerró.
-Bueno – Derok suspiró – necesito ir a hacer un recorrido – anunció – pero si necesita algo, cualquier cosa…
-No se preocupe, señor Derok – la pelirrosa se acercó al cuerpo del joven que estaba inconsciente – yo cuidaré del niño, aunque sí, necesito de algunas cosas – asintió – necesito algunas telas, para poder darle de beber agua sin ahogarlo, además de darle más comodidad en su descanso y algunas hierbas para prepararle tés y que se recupere más rápido.
-Se las traeré antes de irme, muchas gracias por su ayuda, señorita Miley…
-Solo Miley – dijo ella divertida – y tráteme con más confianza por favor, me sentiría incómoda si un señor como usted, me trata con tanta formalidad…
-Está bien, Miley – asintió el Dios, no comprendía mucho de los humanos, pero no iba a discutir – bueno, iré por las cosas – agradecía que había pieles en el lugar de apareamiento de las bestias y algunas telas finas en la cueva donde estaban las cosas que no le servían – las hierbas, dime qué necesitas y las hago crecer aquí mismo…
* * *
Derok dejó a Miley con el niño inconsciente y fue por algunas pieles a la zona de apareamiento, después, acudió a la cueva oculta, buscando en una de las cámaras secundarias, varias telas finas, para llevárselas a la joven, que procuraría la comodidad de su visitante.
-Tengo que saber qué le ocurrió – musitó mientras elegía las que le parecían mejores que las demás – pero ir al templo… – hizo un gesto molesto – no me agrada la idea – suspiró – quizá espere hasta dentro de seis noches, que es la luna llena, mientras, puedo ir a preguntar a los animales de los alrededores…
Aún estaba en su monólogo, cuando encontró un montón de túnicas, que estaban en perfecto estado.
-Ah, estas son de cuando Moriza aún era mi sacerdotisa y le traían ropas, pero terminaba dándomelas como ofrenda – sonrió – quizá le queden, además, rompí la suya – musitó, recordando que el castaño tenía la túnica rasgada.
Eligió varias, algunas de tonos amarillos, rosas y blancos, además de algunas cosas que sabía eran accesorios para el cabello y debido a que su visitante tenía el cabello algo largo, quizá los necesitaría.
-Con esto bastará – anunció y con rapidez – ah… Miley dijo que ocupaba recipientes para calentar agua… veamos…
De entre las cosas relucientes y brillantes, buscó varios recipientes y finalmente, emprendió el regreso a su árbol de vida.
Encontró a Miley con una fogata sumamente controlada, en un pequeño pozo en la tierra, justo donde calentaría agua.
-Encontré esto – dijo el Dios, dejando varias telas y las túnicas cerca, entregándole los recipientes dorados – ¿servirán?
-Permítame – la joven sujetó los objetos – esto es oro… – dijo con algo de confusión – no creo que sea bueno calentar el agua en recipientes de oro – miró de soslayo al Dios – necesitamos algo más adecuado…
-Bueno, esto es normalmente lo que me dan…
-Podríamos pedir algo al templo – sonrió la chica – aunque por el momento puedo intentar calentar en este de plata – sujetó otro recipiente.
-Ah… – Derok pasó la mano por su cabello aqua y suspiró – de acuerdo, iré por un recipiente al templo…
-Gracias – sonrió la pelirrosa – solo que antes, le agradecería que me ayudara a acomodar al joven – señaló al castaño – aunque puedo moverlo, me será un poco complicado…
-Claro, dime como lo pongo.
-Usted levántelo y yo acomodo su lecho – anunció la chica.
Derok sujetó al niño en brazos con sumo cuidado, mientras Miley colocaba algunas pieles y telas justo en el lecho que el Dios había creado el día anterior, con ello, el jovencito tendría más comodidad mientras durmiera.
Al final, Derok ayudó a Miley a ponerle una túnica nueva y después, se dirigió al templo.
* * *
Derok llegó al templo y se escondió detrás de una pared; la oscuridad le permitía andar en completo sigilo, especialmente en ese momento, que los sacerdotes debían estar cenando, así que podía ir a la cocina sin problema.
A pesar de saber que no había oportunidad de que lo encontraran, decidió enviar a unas pequeñas ratas a que le llevaran lo que necesitaba. Los animales estaban en su trabajo, cuando Derok escuchó a dos sacerdotes llegar a la cocina, hablando en susurros.
-Creo que Wared sospecha que varios salimos anoche – dijo uno con nervios.
-No te preocupes, Rhax – el segundo parecía más tranquilo – mientras no pueda probarlo, nada dirá – dijo con suficiencia – además, nuestro señor Bade nos protegerá, pues solo cumplimos con sus órdenes…
-No sé, Anud, de todas maneras, Wared sigue siendo nuestro líder…
-¿Por cuánto? – se burló – en poco deberá retirarse, ya está viejo y nuestro señor Bade buscará un sucesor que le sea realmente fiel, así que, creo que seré el próximo líder…
-¿Y si se enteran de lo del joven Kalzan? – la voz temblorosa del otro consiguió que Derok pusiera más atención – ese niño pertenecía a una familia importante.
-Era el segundo – sentenció el otro sacerdote – el segundo gemelo – especificó – ¿sabes lo que les hacían a ellos antes? Los mataban apenas nacían…
Los ojos naranjas del dios, se abrieron con sorpresa ante esas palabras.
-Además, ni siquiera enviaron a buscarlo, es obvio que a la familia no le importa el segundo hijo, mientras su primogénito esté bien…
-Y… ¿crees que nuestro Dios se moleste por lo ocurrido?
-Como si a Derok le importara lo que ocurra con un niño – el otro le restó importancia – anda, llevemos las viandas de comida, antes de que Wared mande a su ‘perrito faldero’ a buscarnos…
-No te agrada Jakhit, ¿cierto?
-No – contestó de inmediato – ese pelirrojo es una molestia… quizá debamos deshacernos de él, como lo hicimos con el niño Kalzan…
Ambos sacerdotes tomaron algunos recipientes y salieron de la cocina; Derok estaba contra la pared, tenía sus músculos tensos y sus puños cerrados, apretando los dedos con fuerza, encajando las uñas en la piel de sus palmas.
-Fueron ellos… – susurró y su respiración agitada se escuchó – fueron ellos por órdenes de él… – rechinó los dientes y por un segundo, tuvo el deseo de destruir ese lugar, pero se contuvo.
Sabía que en el templo aún había algunos sacerdotes que valían la pena, especialmente el viejo Wared y su principal aprendiz; además, lo principal era que no debía castigar a inocentes por culpa de otros, pero necesitaba hacer algo con su Sumo Sacerdote y quizá, era momento de denotar su completa inconformidad con él.
* * *
En el palacio, después de la cena, todos se despidieron y Maë fue a su habitación
-Joven Kalzan – la voz de Gowe se escuchó en los pasillos, antes de que Maë entrara en su habitación.
-Joven Quill – sonrió el castaño con sarcasmo – ¿en qué puedo servirle?
El peliazul se acercó y miró a los dos siervos que seguían al menor, después posó su mirada en el niño – ¿podemos cruzar unas palabras, a solas?
Maë se cruzó de brazos y lo miró con indiferencia – ¿sobre qué?
-Sobre lo que le dijo a mi hermano, antes de la cena – especificó el otro, fijando su mirada purpura en el rostro del adolescente.
El ojiverde sonrió satisfecho – necesito un momento, adelántense a mi alcoba y prearen mi ropa de cama – con esa frase, sus acompañantes lo dejaron solo – bien, ¿cuál es la respuesta? – preguntó directo al punto, cuando los otros se perdieron tras la puerta.
-Acepto estar a su servicio – anunció el peliazul – pero realmente, quisiera pedirle que interceda ante su padre, para la búsqueda de su hermano, por favor…
-Ya veo… entonces – el castaño extendió su mano – júrame lealtad – sentenció.
Gowe respiró profundamente y se inclinó, colocando una rodilla en el piso, sujetando con delicadeza la mano del menor – juro serle fiel, desde ahora y en adelante, joven Maë Kalzan, por el bien de la familia Quill y por mi honor…
Cuando el castaño sintió los labios del otro en sus dedos, se sintió completamente complacido – de acuerdo – asintió – mañana hablaré con mi padre por lo de mi hermano y para decirle que estarás a mi servicio – especificó.
-¿No podría ser ahora mismo? – indagó el peliazul con nervios, realmente necesitaba que esa situación se apresurara, para que el padre de Maë dictaminara que necesitaban apoyo de la ciudad imperial, de inmediato.
-No – negó el ojiverde – primero debo asegurarme que realmente me sirves como deseo…
-¿A qué se refiere?
Maë se inclinó y sujetó la barbilla del mayor con su mano, acercando su rostro al otro – tendrás que complacerme esta noche, Gowe Quill – sonrió con lascivia – y créeme, soy difícil de satisfacer, así que más vale que te esfuerces, de lo contrario, me encargaré de hundir a tu familia… ¿entendiste?
Los ojos purpura lo miraban con sorpresa, realmente estaba anonadado por esa actitud.
-¿Entendiste? – volvió a preguntar el menor, pero entre dientes.
-Sí…
-¿Sí qué? – el castaño levantó una ceja.
-Sí, mi señor Maë…
-Bien – el ojiverde se alejó – te espero en mi habitación, cuando las luces se apaguen – indicó, antes de perderse tras la puerta.
El peliazul suspiró – esto es por el bien de mi familia – musitó – tengo que hacerlo…
* * *
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