Capítulo XXII
Después de la comida, los siervos guiaron a los invitados a sus aposentos, Shaka le dijo a Lort que se pusiera cómodo y después, lo esperaba en el despacho principal; en el momento que arribara, enviaría por Naü, para tener la audiencia que había solicitado. Lort estaba sumamente enojado por tener que acatar las órdenes de su suegro, pero debía mantener su posición, así que no objetó, aunque estando en la habitación, no pudo contenerse más.
-¡Tu padre se está burlando de mí! – gruñó el pelirrojo en la alcoba que compartía con Asim, estaba de pie, cerca de la cama dónde su esposa estaba sentada – pero no se lo voy a permitir, ¡te lo aseguro!
-Lort, no sé qué ocurre, pero ese niño… ese niño no es mi Naü – negó la castaña – es… distinto.
-No – negó su esposo – ese niño es Naü, pero tu padre le envenenó el alma, así que no me iré de aquí hasta recuperarlo y hacerle recordar su lugar.
-¿Su lugar? – la ojigris parecía confundida – ¿a qué te refieres?
-Es el segundo gemelo, no puede ser un Sumo Sacerdote y por mucho que le duela, tiene que entenderlo – dijo con ira – él sabe bien que no tiene derecho a ese título que ahora ostenta con orgullo, ni siquiera entiendo por qué lo aceptó – apretó los puños – pero no voy a permitir que siga con esta tontería, así tenga que hacer uso de mi poder político y los contactos e influencias que poseo a mi alcance, para poder hacer frente a tu padre, voy a hacer que Naü vuelva a convertirse en el niño que era, antes de venir a este lugar – señaló con molestia.
-¡Lort! – Asim se puso de pie de inmediato – Naü ahora es pareja del Dios Derok, ¿quieres interponerte en eso? – preguntó con temor.
-Tengo que hacerlo – respiró profundamente – no tengo opción – los ojos verdes miraron a su esposa con nervios – no tenemos opción – repitió con voz grave – debemos sacarlo de la meseta de inmediato y dejar que nuestro hijo, Maë, se quede con el lugar y el título, pues al ser el primogénito, le corresponde más que a su hermano, sin importar lo que supuestamente diga nuestro Dios– sentenció sin dudar.
-Entonces, ¿no crees que Derok realmente sea pareja de Naü? – preguntó Asim, contrariada por las palabras de su esposo – ¿crees que mi padre está mintiendo?
-¡Por supuesto! – gritó con desespero – ¿crees que un Dios se rebajaría a estar al lado de un segundo mellizo? ¡Claro que no!, no creo que Derok realmente quiera a nuestro segundo hijo como pareja, pero Naü, como se siente respaldado por tu padre, se está comportando así – aseguró – tendré que presionar a tu padre y hacer que Naü se dé cuenta que no puede hacer lo que se le dé la gana y pensar que no llegaré a las últimas consecuencias.
-Pero, Lort… – la castaña estrujó la falda de su túnica, se sentía inquieta – ¿y si es cierto? ¿Si Naü fue elegido para ser pareja de Derok?
-¡Es imposible! Ni siquiera lo pienses, Asim – la voz del ojiverde era sumamente seria – desde que nacemos, todos sabemos nuestro lugar y Naü debe recordar que siendo lo que es, no importa que sea mi hijo, no puede tener aspiraciones tan altas – entrecerró los ojos, claramente molesto – su actitud y comportamiento deja mucho que desear, ¡lo desconozco por completo! – caminó en círculos – él debe estar agradecido de que lo dejamos vivo, así que le tengo que recordar que nos debe respeto y obediencia completa.
-¿Qué piensas hacer?
-Lo necesario – respondió con frialdad consiguiendo que la mujer temblara, temiendo lo que su esposo podía llegar a hacer.
* * *
Maë estaba en su habitación, sus siervos ya habían acomodado sus pertenencias pero no se habían ido, pues él no lo había permitido; caminaba de un lado a otro, gruñendo e insultándolos sin razón, tratando de sacar el coraje que lo invadía. Un golpeteo insistente se escuchó y cuando permitió el paso, Gowe ingreso.
-Déjenos solos – ordenó para los demás, quienes salieron corriendo y cerraron la puerta – ¡¿por qué tardaste?! – preguntó sin ocultar su ira.
-Lo siento… – el peliazul suspiró – fui a investigar lo que me encargó pero me fue difícil, más porque mis padres quieren hablar conmigo y tuve que eludirlos para retrasar esa plática.
-¡Me importa una mierda lo que tus padres quieran! – espetó sin intención de controlarse – ¿hiciste lo que te ordené? – preguntó entre dientes.
Gowe bajó el rostro – es imposible – negó – la habitación de su hermano siempre está vigilada, ni un solo guardia abandona su puesto y no hay manera de entrar por los balcones, ya que también hay vigilantes – contó con cansancio – no es posible entrar sin que alguien se dé cuenta.
-Pues más vale que encuentres la manera – el castaño se acercó a su siervo – quiero muerto a Naü para el amanecer y deseo hacerlo yo mismo, para hacerle tragar sus palabras y la arrogancia con la que me trató hoy – rechinó los dientes, completamente frustrado por la situación – pero si no es posible, me conformaré con que lo hagas tú.
-No sé si pueda – negó el peliazul con nervios.
-¡¿No te estoy preguntando si puedes o no?! – el menor intentó empujar al otro, pero no pudo moverlo más que un poco – te lo estoy ordenando – aseguró con frialdad – o encuentras la manera de que yo lo vea o tendrás que matarlo tú, pero trayéndome una prueba de tu trabajo y recuerda que debes cumplirlo esta vez, ¡¿entendido?!
Gowe respiró profundamente y asintió – sí, entiendo…
* * *
Naü estaba dormitando en su alcoba, cuando Jirare se acercó a él – disculpe, mi joven señor, ¿está despierto? – llamó con voz suave, para no asustarlo en caso de que estuviera dormido de verdad.
-¿Sí? – alcanzó a preguntar el ojigris, antes de bostezar.
-Su padre lo espera en el despacho – sonrió la chica, acercando las gafas al niño – el teniente Ode está en la puerta, listo para escoltarlo.
-Gracias, ya voy – sonrió el niño se puso de pie con lentitud, pues su vientre le molestaba «ya, ya, sé que tienes hambre, pero aún falta mucho para tu hora de comida…» dijo para su hijo, quien de inmediato pareció tranquilizarse, por la voz de su ‘mamá’.
Naü sujeto el medallón que había dejado de lado cuando se recostó, después caminó por la estancia, seguido por Jirare; a medio camino, observó el cuenco de peras en la mesita del recibidor, por un momento dudó en tomar una para comer, pero aunque pensó que no sería correcto, su hijo le dijo que deseaba un poco de dulce para esperar más tranquilo sus alimentos, así que agarró una y la mordió, caminando hacia la salida, disfrutando del fruto del árbol de Derok.
El pequeño castaño seguía comiendo cuando cruzó la puerta; el teniente Ode, junto con los dos guardias que no se apartaban del acceso, lo saludaron con una reverencia.
-Lamento la tardanza… – sonrió el menor después de pasar un bocado – me estaba durmiendo y me levanté con algo de hambre – señaló la pera a medio comer, que llevaba en mano.
-Mi señor – el teniente se incorporó rápidamente – si desea, puede posponer la reunión y descansar un poco más – ofreció condescendiente, atento a la situación del niño, pues sabiendo que portaba la semilla del Dios Derok, era como una mujer embarazada y lógicamente necesitaba muchas más atenciones.
-No – negó – es mejor hablar con el señor Kalzan de una vez – dijo con toda la seguridad que podía – vamos…
Naü caminó por el enorme pasillo, seguido por su sequito, aunque el teniente Ode iba a su lado, siempre alerta; a pesar de que sabía que el interior del castillo era seguro, nunca bajaba la guardia y precisamente por eso, Shaka le confiaba la seguridad de Naü.
Momentos después, el niño llegó a la oficina; antes de entrar, le entregó a Jiraré el corazón de la pera, pues había terminado el fruto. Al ingresar al despacho observó que estaban el general Adhio, Lort Kalzan, Mazki, Herit y Shaka; todos se pusieron de pie para recibirlo y el menor respiró profundamente antes de recorrer la estancia, yendo al lugar que le correspondía, seguido solo por el teniente Ode, quien por orden de Shaka, no se apartaría de Naü durante esa reunión.
-Me disculpo por la tardanza – dijo cuándo tomó asiento – pueden sentarse – sonrió.
Todos tomaron lugares, excepto Kosei, que se quedó de pie, al lado de Naü. Lort, observó con frialdad al pequeño castaño, pero esperó a que iniciaran la plática.
-De acuerdo, Lort – Shaka levantó una ceja – solicitaste una audiencia con el Sumo Sacerdote, ya estamos aquí, di lo que tengas que decir.
El pelirrojo se puso de pie y caminó lentamente, acercándose al escritorio – Naü – dijo el nombre del niño con frialdad – en nombre del emperador Menir I, te ordeno, como tu legítimo padre, que renuncies a esta locura, antes de que obligues al imperio a tomar medidas.
El rostro de Naü mostró confusión, pues no se imaginó que escucharía algo así, tan de repente.
-¿Eso es una amenaza? – preguntó Shaka con sarcasmo.
-No – el pelirrojo lo miró con altivez – es una advertencia – siseó – un segundo gemelo no puede tener un título importante, mucho menos llegar a ser Sumo Sacerdote, así que Naü debe aprender su lugar de una buena vez y no lo digo por ser solo por mi decisión, sino en nombre de mi rey, quien está en contra de este nombramiento.
-Naü ahora es mi hijo – Shaka se irguió en su lugar, sin ponerse de pie, pues no lo consideraba necesario – ya no tiene el estigma de ser el segundo mellizo.
-Tengo entendido que legalmente, Naü no es tu hijo, Shaka – sonrió el otro de manera triunfal – así que, aunque no te guste, no puedes oponerte a los deseos del emperador, de lo contrario, serás acusado de traición y perderás la cabeza – dijo con diversión, sintiéndose dueño de la situación.
Una risita se escuchó, a pesar de que el ambiente estaba tenso; todos observaron a Naü quien ya se estaba riendo con fuerza e incluso, unas lagrimitas habían escapado de sus ojos, por lo que las limpió con rapidez.
-Perdón… – suspiró – es solo que… me causa gracia.
-¿Qué te causa gracia? – preguntó el ojiverde con ira.
-Todo lo que dijo, Lort Kalzan – respondió con seriedad, mirándolo al rostro – viene a mi hogar, diciendo que nuestro emperador está en contra de que yo sea el Sumo Sacerdote, pero hay algo que usted no entiende, esto no es un capricho mío – se puso de pie – esto es una decisión de mi Dios – dijo sin dudar – Derok me eligió como su pareja, como su consorte y como padre de sus hijos…
-Puedes renunciar si aún no has sido presentado y si es cierto que nuestro Dios te eligió, seguramente puede buscarse a alguien mejor – sonrió el mayor de lado.
-¿Alguien mejor? – indagó el pequeño castaño – ¿cómo quién?
-Como mi hijo, Maë – respondió Lort sin un ápice de duda.
Naü sintió como su pecho se oprimía y por un momento, le pareció que el piso se movía; estaba consciente que ese hombre siempre había preferido a Maë, pero aún en la situación en la que se encontraba, no podía evitar denotar esa preferencia y al niño, aunque intentaba que no fuera de esa manera, aún le dolía.
-No creo que puedas cambiar el cariño que nuestro señor Derok siente por mi hijo Naü – defendió Shaka, poniéndose de pie finalmente – pues él sabe que es el único que valía la pena en su antigua familia.
-No me interesa si cambia o no, mi emperador lo ha ordenado y ¡se deben acatar sus órdenes! – gruñó el ojiverde.
Un golpe se escuchó, Naü había golpeado el escritorio con sus manos, aguantando las ganas de llorar – aquí no se siguen las ordenes de un ser humano, Lort Kalzan – lo miró con desaprobación – en la meseta, se siguen los designios de un Dios y le guste o no, Derok está por encima del emperador, así que no voy a renunciar, a menos que mi Dios decida que no soy el correcto para estar a su lado, retractándose por decisión propia de nuestra unión y compromiso – dijo sin un ápice de duda, pero luego, sin titubear, pasó la mano por su vientre – aunque dudo que sea de esa manera – aseguró.
-Hablaré con él si es necesario – Lort se sentía confiado – a menos que ustedes no deseen que lo vea o en su defecto, sea mentira que realmente él tiene contacto contigo – señaló al menor.
El de lentes suspiró, entendía que el hombre que estaba frente a él, no creía que Derok fuese su pareja – hablar con el Dios de la meseta no le garantiza que obtenga lo que desea – anunció con calma.
-Quizá no – sonrió con altivez – pero seguramente puedo hacerlo entrar en razón.
-¿Hacerme entrar en razón? – la voz seria de Derok se escuchó y todos se sobresaltaron, especialmente al verlo aparecer, entrando por el enorme ventanal que daba hacia el balcón – ¿sobre qué? – preguntó acercándose con paso lento.
-Mi amor… – Naü sonrió emocionado y sintiéndose más seguro al ver a su pareja ahí, mientras que todos los presentes se inclinaban ante él, excepto Lort, quien se había quedado de piedra, observándolo, sin atinar a cómo actuar.
-Hola, mi niño – el de ojos naranjas besó los labios de Naü con poco recato y luego se puso detrás, abrazándolo con cariño, dejando sus manos en el vientre de su pareja, para calmar a la pequeña semilla que también estaba inquieta y finalmente, colocó la barbilla sobre la melena rojiza – bien, estoy aquí – dijo sin mucho interés – adelante, Lort Kalzan, dime lo que me quieras decir.
El pelirrojo pasó saliva, pues no imaginó que realmente vería a la deidad, pero se armó de valor y carraspeó – señor de la meseta – su voz temblaba – le pido que reconsidere su decisión sobre su pareja – mientras hablaba, su voz tomaba fuerza, al pensar que hacia lo correcto – en nombre de nuestro emperador, Menir I, le solicito que rompa su compromiso o lo que sea que se supone que tiene con Naü y elija a alguien con derecho de nacimiento de primogénito, el emperador ordena que deje esa tontería de elegir a un segundo gemelo, quien debía haber muerto el mismo día de su nacimiento y…
Un grito escapó de la garganta de Lort, interrumpiendo su hablar, pues unas plantas surgieron de entre las piedras que formaban el piso del castillo donde estaba parado y lo apresaron con fuerza y rapidez, realizando pequeños cortes, como si se trataran de hilos finos.
-Estás ofendiendo a mi consorte – señaló el joven de cabello aqua, alejándose del pequeño ojigris y caminando hacia Lort de manera amenazante – y no voy a permitir que sigas diciendo que él no merece estar vivo – su voz grave puso a temblar a todos.
-Mi señor… – Naü lo sujetó del brazo de inmediato y de manera nerviosa – sea piadoso – suplicó en voz baja.
-Mi amor, lo estoy siendo – Derok sonrió – de lo contrario, ya lo hubiese matado – rió.
Shaka rió por lo bajo al escuchar esas palabras, que sabía todos los presentes habían oído también. El general Adhio se encontraba atónito, observando la escena, pero aunque en cualquier otra situación, hubiese ido a ayudar a quien le mandaron proteger, todo lo estaba provocando esa misma persona al ofender a un Dios y no podía ir en contra de los designios de la deidad.
-Amor… – Naü lo miró con miedo y Derok tuvo que ceder ante esa muda petición, liberando al pelirrojo, aunque en el fondo pensaba que no lo estaba lastimando tanto.
Las plantas habían dejado laceraciones en la piel, al rasgar la ropa con suma facilidad, por lo que Lort se quejaba sin poder evitarlo, de rodillas en el piso, observando como la sangre brotaba en pequeñas gotas de los rasguños profundos; en ese momento la deidad se acercó a él.
-Lort Kalzan – la voz fría de Derok, hizo temblar al aludido – no me importa lo que ordene el emperador de este país, no me interesa si te ordenó que hicieras hasta lo imposible por hacerme cambiar de opinión – dijo con desprecio – todos y tú especialmente, deben saber que ni en este lugar, ni en todas mis tierras y dudo mucho que en todo el mundo, haya alguien que sea más adecuado que Naü Zadga, para mí – aseguró – así que volverás a tu ciudad y le dirás a tu rey que deje de intentar interponerse en mis decisiones, porque yo, como guardián, protector y dueño de todas las tierras que él gobierna ante los humanos, puedo quitarlo de su posición en un abrir y cerrar de ojos, destruyendo ese imperio del que tanto se jacta, el cual, si existe, es porque yo lo he permitido.
-No – el pelirrojo negó – usted no puede decir eso – levantó el rostro – ¡provocará una guerra! – gritó con desespero – la legión vendrá, asediando su amada meseta y caerán ante el poder militar del emperador, porque nadie los ayudará, ¿eso desea? – pregunto con furia, intentando asustar al de ojos naranjas.
-¿Asediar mi meseta? ¿Guerra? – Derok sonrió – Lort Kalzan, yo no empezaré una guerra – dijo con diversión, contrariando al otro – si yo deseo, en este mismo momento, puedo hacer que la tierra se trague a toda la ciudad imperial, sin siquiera moverme de este lugar – esas palabras asustaron a todos los presentes, incluyendo a Naü – y si lo hago, mi territorio se quedaría sin rey, a lo cual, yo puedo decidir quién será el que gobierne, porque no voy a esconderme más – negó – es hora que todos los humanos sepan que los Dioses del bosque no le tememos a ninguno de ustedes y así como los protegemos y dejamos que tengan sus vidas como mejor les place, también podemos arrebatárselas sin miramientos, si se meten con lo que a nosotros nos importa, ¿quedó claro?
Los ojos verdes de Lort miraban con terror a Derok y solo atinó a buscar apoyo en la única persona que pensó – general, este hombre está amenazando a su emperador, ¡tiene que hacer algo!
Derok no se movió de su lugar, pero Naü tembló, imaginando lo peor. Shaka observó a Sutk preparándose para solicitar ayuda en caso de ser necesario; el general se puso de pie, acercando la mano a la empuñadura de su arma, pero de inmediato, el teniente Ode lo hizo también, sacando su khopesh y acercándose unos pasos, apuntándole con ella.
-General, señor – Kosei habló con calma – es mi superior y le debo lealtad, así como al emperador, pero piense bien en lo que hará, porque prefiero que me tomen como desertor y traidor, antes de permitirle atentar contra mi Dios y su pareja.
El ojirrojo respiró profundamente y sonrió de lado, sacando su arma, aunque de inmediato, la lanzó a los pies de Derok.
-No puedo oponerme a los designios de un Dios – sonrió – soy solo un humano y aunque duele admitirlo, mi emperador también…
-¡¿Qué estás diciendo?! – Lort lo miró con asombro.
-Conozco a Menir mucho antes de ser general y antes que el líder de sus tropas, soy su amigo, por eso me nombró su consejero – dijo con seriedad – recuerdo que cuando fue nombrado emperador, juró proteger estas tierras en nombre de Derok, nuestro Dios, siguiendo sus designios como lo único verdadero en este mundo, porque solo la deidad de la meseta, podría respaldar su título como rey – los ojos rojos miraron tristemente al pelirrojo – mi Dios acaba de decir que Menir perderá su título si sigue intentando interponerse en sus decisiones y es algo que yo no quiero presenciar – negó – si está en mi evitar una desgracia, no solo para mi emperador, sino para una ciudad y un país entero, volveré y hablaré con Menir, para hacerlo entrar en razón, pero no puedo acatar sus órdenes si me doy cuenta que está labrando la perdición no solo de él, sino de sus súbditos.
-¡Eres un traidor! – Lort se puso de pie con dificultad – Menir te mandará ejecutar – siseó con desprecio.
-No lo hará – Derok negó – yo no lo permitiré.
-Todos ustedes van a pagarlo – fijó su mirada verde en Derok – Menir no permitirá que nuestras tradiciones se vean afectadas y pondrás en riesgo la vida de todos tus devotos ¡por esta absurda decisión!
-Nadie que sea fiel a mí, sufrirá un solo rasguño, Lort Kalzan – sentenció el de cabello aqua – soy Derok, protector de los humanos que me veneran y jamás les daré la espalda si creen en mí y respetan mi voluntad, así como a mi pareja y a mi hijo.
-Usted no tiene hijos – reclamó entre dientes el pelirrojo.
-Se equivoca, señor Kalzan – Naü caminó hasta colocarse al lado de Derok y lo sujetó de la mano, entrelazando sus dedos con los del mayor – desde hace un mes, la semilla de mi señor, germinó en mi – anunció con ilusión, acariciando su vientre, consiguiendo que Sutk y Lort se quedaran atónitos – llevo en mi vientre, al futuro Dios de la meseta – sonrió emocionado.
-Como ves, Lort Kalzan – Derok se alzó de hombros – no voy a romper mi compromiso con Naü, ni ahora, ni nunca.
-No puede ser… – el murmullo apenas se escuchó, de los labios del pelirrojo.
-Y debido a que te has puesto en contra de nuestro Dios, su consorte y su hijo – Shaka se puso de pie y sus siervos hicieron lo mismo – no puedes quedarte sin castigo, Lort.
El ojiverde se asustó por esas palabras.
Shaka buscó la mirada de Derok – mi señor, ¿qué desea que hagamos con él?
El corazón del pelirrojo se aceleró, imaginando que lo mandaría ejecutar de inmediato.
-Por ahora nada, Shaka Zadga – negó la deidad – eso se verá delante del emperador, cuando hablemos con él – le sonrió.
Naü buscó la mirada de su pareja – ¿hablar con el emperador? – preguntó con temor – ¿iras a la ciudad imperial?
-Sí, ahora más que nunca, tengo que hacerlo – Derok asintió y le besó la frente a su pareja, antes de volver a prestar atención a los presentes – Shaka Zadga, encierra a ese hombre y dispón todo para nuestra visita, mañana a medio día, iremos a la ciudad imperial, junto con las personas que llegaron hoy, para hablar con el emperador.
-Como ordene, mi señor – el canoso dio media vuelta y se dirigió a Sutk – general Adhio, ¿puede hacerme el favor de arrestar a Lort Kalzan? – preguntó con media sonrisa – como es un consejero de su majestad, no quiero que diga que alguien de menor rango lo insultó, poniéndole las manos encima – se burló.
-De acuerdo.
Sutk se encargó de Lort, quien seguía estupefacto por todo lo que acababa de ocurrir; no sabía qué hacer o decir, pues sabía que se encontraba en problemas graves. Todos los presentes se retiraron, dejando a la pareja a solas, aunque el teniente Ode se quedó en las puertas, a la espera de escoltar a Derok o a Naü a la alcoba.
-Amor… – Naü se abrazó de Derok – no quiero que vayas – pidió con nervios – si te llega a pasar algo, yo… – sus ojos se humedecieron de inmediato, pensando lo peor.
-Mi niño – el de cabello aqua lo abrazó y lo llevó a un sillón, abrazándolo contra su pecho y tratando de sosegarlo – ¿acaso no confías en mí? ¿Crees de verdad que me puede pasar algo allá?
-Derok… – los ojos grises buscaron al Dios con ansiedad – sé que eres un Dios – sonrió – pero no puedo evitar preocuparme por ti – sollozó y un par de lágrimas escaparon de sus ojos – hay gente que no cree en ti, que no te respeta – su labio tembló – ellos no dudarían en intentar hacerte algo.
-Nada me va a pasar – negó el mayor, besando los labios del niño – tengo todo controlado – sonrió – además, le pediré apoyo a mis hermanos y aunque sé que vendrán todos, con solo la presencia de Nyrn, Raky, Meryl y Elfry sería suficiente en caso de que algo se saliera de control, te lo aseguro – le guiñó un ojo – no tengas miedo, mi niño.
-Prométeme que te vas cuidar allá – suplió el castaño con ansiedad.
-Te lo prometo, ahora, no te exaltes, que nuestra semilla se pone inquieta.
Naü rió débilmente – creo que estoy un poco sensible – acarició su vientre – lo siento…
Derok besó los labios del niño con suavidad – vamos, te dejaré en tu alcoba, porque debo hablar con mis hermanos de inmediato.
-¿Vendrás en la noche por mí? – la ansiedad se notó en la voz del ojigris.
-Por supuesto, como todos los días.
* * *
Mientras el despacho estaba ocupado por Naü y los demás, Moriza había encontrado a su hijo mayor, recorriendo el castillo y preguntando por su hermano Bade, ya que deseaba hablar con él; la mujer le ordenó a Gowe que la siguiera para hablar con ella, su padre y su hermano. Gowe no pudo objetar, así que la siguió; la pelinaranja lo guió hasta la alcoba que era la celda de Bade y desde ahí, llamó a Yadell y a la pequeña Xalla, pues era un asunto familiar que su hija también debía conocer.
Cuando los hermanos se vieron, el miedo se reflejó en sus ojos, pero ninguno dijo nada, se mantuvieron en silencio, ante la mirada fría de su madre. Cuando Yadell llegó, Gowe no pudo evitar temblar, pues su padre tenía un gesto molesto.
Yadell se quedó de pie, mientras Xalla tomaba asiento y Moriza empezó a hablar.
-Estamos aquí, porque tu hermano nos contó todo lo ocurrido, Gowe – el gesto de la mujer se puso triste – y me duele darme cuenta, que la educación que les dimos no sirvió de nada – dijo con dolor – intentaste matar a un niño, accediste a convertirte en… – titubeó – un siervo de alguien con tan poco valor moral y ayudarlo a conseguir sus metas, sin importar el daño que causabas a otros ¿y todo para qué? – preguntó con dolor – dime, ¿qué conseguiste? Nada – respondió ella misma – solo traer vergüenza y deshonra a todos nosotros…
El peliazul pasó saliva y respiro profundamente, para calmarse – si Bade les contó todo, no comprendo por qué me reclamas, pues ustedes deben saber que todo lo hice por la familia.
-¿Por la familia? – la voz grave de Yadell retumbó en la estancia – no consiguieron nada más que hundir a la familia, que de no ser por la buena voluntad de la familia Zadga, estaríamos completamente en la calle.
-Sé que todo se salió de control, pero, padre – Gowe busco la mirada del hombre – entiende que Bade y yo, estábamos dispuestos a lo que sea, para tener el respaldo de la familia Kalzan y lo tenemos – sonrió nervioso – solo debemos seguir apoyándolos – pidió con nervios – el señor Kalzan no quiere que Naü se quede con el título de Sumo Sacerdote, si ustedes también apoyan a Maë para que tome su lugar, siendo el primogénito de los Kalzan, él podría…
-¡¿Qué estás diciendo?! – Moriza puso un gesto de terror.
-Madre, no debemos ponernos en contra de esa familia – replicó Gowe.
Yadell negó – realmente has perdido el juicio.
-¿Por qué? – su hijo se puso de pie – ¡estoy tratando de ayudar a nuestra familia! – objetó – ustedes mismos dijeron que estábamos en la ruina, que no teníamos el apoyo de nuestro Dios y necesitábamos que los Kalzan nos respaldaran ante el emperador – reprochó con desespero – mi hermano y yo hicimos todo lo que podíamos, ¿por qué ahora nos lo echan en cara?
-Es cierto… – Moriza asintió – dijimos que estábamos en problemas, pero en ningún momento les dijimos que intentaran matar o se rebajaran a cometer actos indebidos, es mejor mantener la frente en alto hasta el último momento, que vivir con vergüenza y sometidos ante personas que no tienen honor – sentenció.
-Pues yo no pienso así.
-Entonces, te quedará muy bien tu nueva situación – anunció su padre con frialdad.
-¿Situación? ¿Qué nueva situación? – preguntó un tanto confundido el joven de ojos purpuras.
-Tú y tu hermano, dejarán de portar nuestro apellido – la voz de Moriza era cansada y los ojos de su hijo mayor se abrieron con sorpresa – los documentos ya deben estar listos, pero no sé si se ha realizado el trámite, por los problemas que ha habido con el señor Zadga – contó – más es algo de lo que no hay marcha atrás, así que debes dejar de presentarte con el apellido Quill, desde ahora y en adelante, tú ya no tienes derecho a portar ese apellido.
-¡No puedes hacerme esto, madre! – gritó con desespero – si no tengo apellido, jamás podré tener una posición, jamás podré ser un señor, ¡ni siquiera me podré casar con una mujer de estatus! – cada frase lo contrariaba más – no – negó – ¡tienes que hacer algo!
-Tu madre hizo lo que pudo – Yadell se cruzó de brazos – da gracias que no ordenaron tu ejecución o en el momento de que pusiste un pie en la meseta, ¡tu cabeza habría rodado!
-Pero… – negó – esto es porque no tienen nada, ¿cierto? Porque no pueden oponerse, madre, si apoyamos a los Kalzan, ellos seguro nos ayudarían a tener algo de capital – insistió.
-¿Algo de capital? – su padre sonrió con sorna – en este momento tenemos dinero y cuando vayamos a la ciudad imperial, no solo tendremos amistad con la familia guardiana de la meseta, sino que tendremos tierras, una casa y una gran dote para que Xalla encuentre un esposo digno – la niña sonrió y su rostro se puso rojo, aunque no le había dicho a sus padres, ella se había interesado en alguien, pero esperaba decirlo cuando se fueran de ahí – así que, cualquier cosa que tú quieras o puedas conseguir, rebajándote, no será nada comparado a lo que nosotros conseguimos, manteniendo nuestra dignidad intacta.
Gowe respiró con agitación, negó y buscó a Bade, quien en todo el rato se había mantenido serio, cabizbajo y sin mover un solo músculo.
-Lo siento Gowe, pero tu pecado es muy grande – Moriza se puso de pie – no importa que te escudes en que lo hiciste por la familia, nada justifica que hayas intentado lastimar a un niño inocente y te pusieras en contra de nuestro Dios, como lo hizo Bade – explicó con cansancio – y más vale que no intentes hacer otra cosa, porque ya no podemos ayudarte más, por eso, pronto, Bade partirá lejos y tú, seguramente volverás con la familia Kalzan, pero en caso de que esta ya no te acoja más, deberás buscar solucionar tus problemas solo – la mujer dio media vuelta – vamos, Xalla – extendió la mano para su hija – dejemos que tus hermanos se despidan…
-Sí – asintió la niña y sujetó la mano de su mamá, saliendo con ella.
-Cuando termines, te escoltarán a tus aposentos – dijo Yadell con frialdad – por tu bien, espero que te quedes ahí y no hagas tonterías, pues en este momento, Lort Kalzan está hablando con el Sumo Sacerdote y le guste o no a esa familia, ellos también aceptarán los designios de la familia Zadga, eso tenlo por seguro.
Yadell salió después, dejando a sus hijos a solas. Gowe pasó la mano por su cabello y de inmediato se giró hacia Bade.
-¡¿Qué fue lo que pasó?! – preguntó frustrado.
El pelinaranja suspiró – el Dios de la meseta estuvo al tanto de lo ocurrido con Naü – dijo sin animo – no sé por qué se interesó en él y lo tomo como pareja, por eso me destituyó – sonrió cansado – y su abuelo, al tomar su tutela, ordenó castigos para todos mis sacerdotes, para mí y como escuchaste, para ti también – explicó con poco interés – nada podemos hacer – levantó el rostro – ni siquiera la familia Kalzan puede ayudarnos esta vez – suspiró – eso ya me quedó claro.
-¡Claro que pueden! – Gowe se sentó al lado de su hermano – me he rebajado ante Maë Kalzan y no voy a permitir que todo mi sacrificio sea en vano – dijo entre dientes.
-Gowe… si los Kalzan se ponen contra Derok, están perdidos – el pelinaranja habló con lentitud – él no se va a contener para eliminarlos y más, si intentan lastimar a su pareja, ¿acaso no lo entiendes? Ese niño es demasiado importante…
-Escucha… – el mayor lo interrumpió y le puso las manos en los hombros – deja que yo haga el trabajo más difícil, solo debo hacer que Maë elimine a su hermano, tome su lugar y todo será perfecto – sonrió nervioso – será el consorte de un Dios y podrá ordenar que tú y yo volvamos a tener nuestro apellido y recompensarnos con propiedades, dinero ¡y todo lo que queramos! – la simple idea le daba ánimo.
-Para hacer eso, Derok tiene que aceptarlo – Bade alejó las manos de su hermano – y es muy difícil complacerlo, si lo sabré yo, que por años lo intenté y no conseguí nada.
-Pero Maë y Naü son gemelos, son casi idénticos – presionó Gowe – seguramente no le será difícil a ese niño conseguir lo que quiere, siempre lo hace, lo he conocido por poco tiempo y aun así, sé que tiene manera de obtener todo lo que se propone y más.
-No lo sé, Gowe… no creo que esto se tan simple, no esta vez…
-Bade, por favor, es nuestra única oportunidad, además, no te pediré que lo mates tú, solo quiero tu ayuda…
-¿Para qué? – preguntó el menor confundido.
-Tú me dijiste que hay una salida secreta en la alcoba del Sumo Sacerdote, ¿recuerdas? Esa que nuestra madre cree que sigue clausurada, pero que tus sacerdotes te ayudaron a abrir en secreto, para que pudieras salir en las noches, sin que los guardias se dieran cuenta…
Los ojos aqua de Bade se abrieron con sorpresa, al imaginar lo que su hermano quería.
-Dime dónde está, para poder entrar sin que los guardias se den cuenta – pidió el mayor con seriedad – es todo.
-Gowe… – el pelinaranja pasó saliva – no es una buena idea, de verdad…
-¡Yo te ayudé cuando me lo pediste! – reprochó el peliazul – ahora ayúdame tu a mí, era nuestro trato, si te ayudaba, me ayudarías cuando pudieras, ¿o no?
Bade titubeó, pero al final, tuvo que aceptar – está bien – asintió – pero, aunque te diga dónde está, tendrías problemas para dar con ella, porque está bien oculta, tengo que abrirla yo…
-¿Qué quieres decir?
-Para que pueda ayudarte, tienes que sacarme de aquí, para acompañarte.
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