Capítulo XX
Los días transcurrían de manera rápida, para la percepción de Naü; se sentía inquieto, incómodo y aunque le mentía a todos, a Derok no podía engañarlo. El Dios de ojos naranjas sabía que su pareja se encontraba alterado por la visita de su anterior familia, pero el niño le dijo que debía enfrentarlos, así que no iba a interponerse en esa decisión, aunque se mantenía al tanto de sus cambios y especialmente, de lo que su pequeña semilla le comentaba de su ‘madre’, por lo que decidió retrasar más de lo normal el viaje de esa familia, para que llegaran después de la siguiente luna llena, ya que conociera a sus hermanos, porque estaba seguro que eso lo haría sentirse más seguro.
Entre los cuidados y preparativos de Shaka, así como las protecciones extras naturales que puso Derok en los alrededores del palacio, estaban seguros que todo estaría bajo control. En el templo, todos los sacerdotes estaban a la expectativa, pues fueron notificados que el Sumo Sacerdote corría peligro; al recibir a los peregrinos preguntaban a los líderes si algún extraño se había unido a su viaje y evitaron así, que personas malintencionadas se acercaran al niño, fingiendo ser parte de los visitantes regulares.
Naü sabía que lo estarían cuidando en demasía, aunque no se oponía a las medidas, pensando que era por el bien de su hijo, pero sorprendió a su padre cuando le pidió que le ayudara a retomar sus clases de espada, practicando una vez más con las khopesh; Shaka estaba renuente, especialmente por el estado del castaño, pero cuando Derok lo apoyó, no pudo oponerse y tuvo que solicitar ayuda al capitán Kikley, para que le enviara un entrenador provisional, ya que necesitaba a alguien confiable, que le enseñara y cuidara cuando él no estuviera presente, por las diferentes actividades que lo ocupaban en el territorio.
El teniente Kosei Ode llegó de inmediato, poniéndose bajo las órdenes directas de Shaka, quien le explicó lo delicado de la situación y además, lo puso al tanto del estado de Naü, para que le tuviera las consideraciones necesarias, claro que le hizo jurar que no diría ni una sola palabra, pues era un secreto; Kosei entendía que su trabajo sería no solo ser instructor del castaño, sino su guardia personal y juró dar su vida antes de permitir que algo le sucediera al niño y a su semilla.
Durante los días posteriores se pudo evitar que algunas personas se acercaran al palacio, intentando lastimar a Naü, pues fueron detenidas en los terrenos aledaños al castillo; lógicamente, era imposible vincularlos con alguna orden del emperador o de cualquier otra persona, pero por lo mismo, la seguridad fue redoblada y aunque todos parecían nerviosos, trataban de mostrarse tranquilos frente al menor para no asustarlo, aunque de inmediato, Derok era notificado de todo lo que ocurría, no solo por los humanos, sino por los espíritus que él había dejado cuidando de su familia.
Naü jamás se encontraba solo, todos los guardias, siervos y sacerdotes estaban siempre al pendiente de él y por ello, se encontraba completamente a salvo.
Así, el día de la boda de Keroh y Tariq llegó; Naü estaba nervioso, debido a que conocería a todos los hermanos de Derok y no quería dejarlo en mal con su comportamiento. Los sacerdotes le habían confeccionado una túnica nueva en color carmesí, pues como Sumo Sacerdote, él, así como Tarik y Skoll, eran los únicos que podrían usar ese color en la ceremonia y la fiesta. Jirare le hizo un peinado no muy ostentoso, dejando algunos mechones de su largo cabello suelto, adornándolo con pequeñas cuentas y flores de oro; Lalui le entregó el medallón que debía portar, pues el joven moreno se había esmerado en dejarlo reluciente para esa ocasión y al final, Naü estuvo listo para su primer visita a otras tierras, como el consorte del Dios de la meseta.
A mediodía, Naü ya estaba en el árbol de vida de su pareja, esperando, ansioso e inquieto, estrujando sus manos con insistencia; Derok, con ayuda de Keroh, creó un portal, para poder cruzar junto con Naü y el niño se mareó por ese primer viaje, por lo que tuvo que descansar unos minutos, antes de ir al palacio. Al estar ahí, Tariq lo recibió con mucho ánimo, presentándolo con su padre y su sequito, que incluía a Olafh y su esposa, así como a sus sacerdotes y su mejor amigo Hark, quien aunque aún era sacerdote, era acompañado por su prometido Riokh; todos estaban interesados en conocer al nuevo miembro de la familia de los Dioses, pero su sorpresa fue mayúscula, cuando les dijeron que ya portaba una semilla, pues aunque Skoll y Tariq lo sabían, habían decidido guardar el secreto también.
Aunque la diferencia horaria era poca y faltaba mucho para la ceremonia, no tuvo mucho tiempo de hablar con Tariq, quien estaba ocupado con el evento y su arreglo personal, más no así con Skoll, quien se quedó a su lado para que no se sintiera tan nervioso al conocer a los demás Dioses, cuando hicieran su arribo a la reunión, justo como le ocurrió a él, la primera vez.
Los hermanos de Derok no dudaron en denotar su ansiedad por conocer en persona a su nuevo cuñado y quedaron encantados con el niño, quien era el más pequeño de las parejas de sus hermanos, además, el ojigris supo aguantar sus nervios y comportarse, más no así la pequeña semilla en su vientre, la cual respondía a los estímulos que sus tíos le hacían, hablándole con cariño, como si la conocieran desde mucho tiempo atrás; Derok era quien le ayudaba al menor a calmarla, hablándole con suavidad, para que no le incomodara mucho a su ‘mamá’, pues su pequeño retoño estaba emocionado, conociendo a toda su familia. Neyr por su parte, no quería dejar de abrazar a su tío, pues sus padres le decían siempre que las semillitas necesitaban mucho amor para crecer fuertes y el niño insistía en que la pancita del castaño estaba muy chiquita, así que necesitaba más cariño del que le daban.
Al oscurecer, todos los invitados departían en los jardines del palacio, esperando por el inicio de la ceremonia que sería presidida por Skoll, quien al ser el sacerdote con mayor tiempo, fungiría como guía. Como su papá estaría ocupado, Neyr se quedó al lado de Naü todo el tiempo, aunque su padre estaba también al pendiente del pequeño rubio, para que no molestara mucho a su tío, pero el castaño se sentía feliz, pues le gustaba imaginar que así sería su pequeño retoño también.
Cuando la luna llegó al plenilunio, Keroh y Tariq realizaron sus votos, para amarse toda la vida y aún después de su muerte; fue cuando Naü observó a Derok con anhelo, sintiéndose emocionado por imaginar, cuando ellos se unirían de esa manera. El joven Dios sintió la mirada y el ligero apretón en su mano, donde sus dedos se entrelazaban con los del niño; los ojos naranjas observaron a su pareja de soslayo, pensando que quizá se sentía mal.
-¿Ocurre algo? – preguntó en un murmullo el mayor.
Naü sintió que sus mejillas ardían y su corazón se aceleró, no sabía qué responderle, así que se decantó por decir lo único que podía englobar todo lo que sentía.
-Te amo – dijo con ilusión.
Derok le sonrió con amor – yo también te amo, mi niño – se inclinó un poco y besó el dorso de la mano de Naü con suavidad, prometiéndole con ese gesto que ellos también estarían juntos por toda la eternidad.
Al terminar se sirvió un banquete y Neyr volvió con su papá, pues empezaba a cansarse, aunque aún no quería irse, ya que quería comer mucho pastel y siendo el único niño en la fiesta, Keroh y Tariq lo complacieron, adelantando ese momento. Poco antes del amanecer, Neyr dormía en los brazos de Nyrn, porque ya estaba completamente exhausto y todos entendieron que era momento de retirarse. Nyrn y Skoll fueron los primeros en despedirse, después lo hicieron Derok y Naü, volviendo a la meseta, a media madrugada.
-¿Cansado, mi niño? – indagó el joven Dios, al estar ya en el islote de su árbol de vida.
-Un poco – asintió el ojigris, acomodando sus lentes – pero, no podemos olvidarnos de alimentar a nuestro hijo – sonrió y acarició su vientre – recuerda que le prometimos a Neyr darle mucho más amor, para que crezca más – dijo divertido, recordando las indicaciones del pequeño rubio, quien se sentía todo un experto, por lo vivido con sus papás y sus hermanitos.
-Por supuesto… – el Dios de cabello aqua abrazó al menor y le acarició la mejilla con amor, besando los labios con delicados roces – ¿te gustó la boda? – preguntó en un murmullo, antes de bajar por el cuello.
-Fue hermosa… – suspiró el ojigris y se aferró a los brazos de su pareja – ahora, ansío más la nuestra… – expuso más su cuello, para que el mayor lo besara con facilidad.
-¿De verdad? – Derok abrió la túnica con poco cuidado, pero no la rompió, ya que Naü le pidió noches antes, con algo de vergüenza, que dejara de rasgar su ropa, debido a que todos los días, los sacerdotes tenían que remendar las túnicas.
El castaño enterró los dedos en los mechones aqua, sintiendo que sus piernas flaqueaban, al sentir las caricias y los besos de Derok, que rápidamente se volvían más ansiosos y desesperados, así como los movimientos de sus manos, que bajaban por su cuerpo, intentando dejarlo desnudo con premura.
-Amor… – musitó el niño – el árbol… – dijo a media voz, intentando decirle a la deidad que preparara su lecho, más la mente de Derok se nubló con la palabra “amor” y no dudó dos veces en recostarlo contra el piso, para disfrutarlo con mayor libertad.
Naü no replicó más, solo se quitó las gafas con algo de torpeza y decidió disfrutar el momento con su Dios, porque realmente lo deseaba desde varias horas antes; aunque estaba consciente de que debían alimentar a su semilla, su cuerpo ardía por el deseo de sentir a la deidad en su interior, con el ímpetu de siempre.
Derok quitó las capas de tela que cubrían el cuerpo que tanto deseaba y aunque se contuvo en romper las primeras, las más cercanas a la piel no corrieron con la misma suerte y las rompió sin dudar. La mirada naranja se posó en el vientre del ojigris, que brillaba intensamente, pues su hijo deseaba su alimento y eso le hizo sonreír; sus dedos rozaron la piel trigueña y el castaño dejo salir un suspiro, a la par que su piel se erizaba por el roce.
-Tranquila – susurró el mayor para su semilla.
-Derok… – la voz de Naü apenas se escuchó, mientras su mano buscaba la de su pareja, sujetándola con delicadeza, para poder acercarla a su rostro, besando los dedos con ansia y succionándolos con deseo.
La deidad sonrió complacido, así que volvió a acercarse y besó los labios con deleite, disfrutando el sabor dulce e intenso del niño; lentamente bajó, por el cuello, llegando a esa hermosa marca que lo trastornaba y la delineó con la punta de su lengua, divirtiéndose al ver como la piel reaccionaba a esa humedad fría que él dejaba. Derok descendió más, besando y lamiendo, dejando una estela de saliva fría por la piel, llegando al abdomen y escuchando el murmullo de su hijo, quien desesperado exigía su alimento.
-Permite que ‘mamá’ disfrute un poco – pidió a media voz y su hijo se calmó.
El Dios de ojos naranjas siguió bajando aún más y su lengua delineó el pequeño sexo que ya se encontraba completamente erguido y dejando salir unas pequeñas gotas de dulce humedad; Derok engulló el miembro y lo succionó con deleite, consiguiendo que Naü se revolviera en el lecho, sintiendo que se derretía ante el movimiento frío de la lengua, que le daba tanto placer.
-¡Mi amor! – el ojigris abrió completamente sus piernas y pasó las manos por su cabello, despeinándose sin pensar, mientras su espalda se arqueaba.
El castaño se había dado cuenta que en el tiempo que tenían de pareja, Derok había aprendido muy bien a estimularlo para llevarlo a la locura y eso le fascinaba, pues no había nadie más en el mundo, que lo conociera de esa manera tan íntima como su Dios.
El Dios de cabello aqua, levantó la mirada, observando a su pareja aún en medio de su trabajo; una de sus manos estimulaba los pequeños testículos y la otra, se enfocó en introducir un dedo en la tibia cavidad que tanto adoraba, buscando el punto exacto que hacía que Naü gimiera con fuerza y no tardó en encontrarlo. Sus dedos se entretuvieron, estimulando ese pequeño y sensible punto que lograba desinhibir completamente al niño, quien le exigía más cada vez.
Derok sintió que Naü estaba a punto de llegar al orgasmo y supo que era el momento de alimentar a su hijo, así que no dudo en empezar a cambiar; se alejó, concentrándose en que su cuerpo se preparara, pero siguió estimulando el cuerpo del ojigris con sus manos. El menor estaba a punto de perderse en su mundo, pero tenía algo más importante en su mente, que no podía dejar de lado, su hijo; su mano derecha se acercó a su vientre y lo acarició con sumo cuidado, mientras su mano izquierda se posaba en su propio pecho, estimulando sus delicados pezones que se encontraban completamente erectos.
Cuando Derok terminó su cambio, rozó con su sexo el de su pareja y los estimuló al mismo tiempo; Naü amaba ese momento, pues sentía el palpitar y frialdad de Derok en su sexo y su Dios le proporcionaba placer con su mano, para que llegara al éxtasis de inmediato. El pequeño castaño gritó al llegar al orgasmo, liberando su semen sobre su abdomen y su pareja lo secundó, liberando su savia también; el vientre no había dejado de brillar desde que iniciaron las caricias, por lo que la pequeña raíz salió de inmediato en busca del alimento que sus padres tenían para ella, alimentándose con deleite y quedando satisfecha con suma rapidez.
Naü respiraba agitado y sintió cuando su pequeño hijo se quedó en reposo, por lo que sonrió feliz.
-Tenía mucha hambre – musitó antes de relamer sus labios.
Derok se inclinó hasta su pareja y lo besó con deseo – yo también tengo mucha hambre… pero de ti – anunció con una sonrisa pícara.
-Derok… – Naü lo abrazó, ondulando su cuerpo para restregarse contra el mayor y se acercó a su oído – yo deseo que me hagas el amor, como siempre…
El Dios de ojos naranjas sintió esa sensación extraña que aunque la había tenido antes, aun no lograba identificar como el deseo por su pareja y no pudo contenerse más; iba a complacer a Naü, justo como él lo complacía sin siquiera darse cuenta.
* * *
Poco antes de que despuntara el alba, la pareja estaba recostada en el lecho musgoso del interior del árbol, desnudos, ambos sintiéndose satisfechos; los parpados de Naü se cerraban con pesadez, mientras se arrebujaba contra el pecho de Derok.
-Descansa, hoy te quedarás conmigo todo el día – anunció el joven Dios, abrazando a su pareja con cariño.
-Está… bien – un bostezo interrumpió al castaño y se acurrucó contra la piel del mayor.
El Dios de ojos naranjas besó la melena rojiza y esperó pacientemente a que el niño durmiera, constatando que su semilla también estaba en completo reposo. Se sentía feliz en ese momento, compartiendo su tiempo con Naü y su hijo, pero debía incorporarse, ya que tenía un asunto pendiente; desde casi una hora antes, el viento le llevó noticias urgentes que debía atender, aunque no deseara alejarse de su familia. Con sigilo, se incorporó, quedando sentado y observó que el niño dormía plácidamente; los ojos naranjas recorrieron la silueta y sonrió satisfecho al llegar al delicado abdomen; durante un mes, el vientre del menor había crecido y aunque el niño evitaba quejarse por el dolor, Derok sabía que sufría a causa de su hijo.
-Pórtate bien – musitó el de cabello aqua – cuida de ‘mamá’, yo vuelvo en un rato más…
Después de esa indicación, el joven Dios se puso de pie, se colocó su ropaje y se alejó de su árbol, confiando en que nada malo le ocurriría a sus más grandes tesoros.
De inmediato, Derok llegó a los límites del castillo, en los terrenos cercanos al templo, observando como un pequeño grupo de siervos, tenía sometido a un hombre; estaban presentes también el teniente Ode, Yadell, Mazki y Herit. Shaka lideraba a los demás, tenía una espada en mano, amenazando al sujeto con la punta del arma.
-Parece que llegué a tiempo – Derok se acercó por un lado en que el sujeto sometido no podía verlo – ¿harás otra ejecución, Shaka Zadga?
-No creo – negó el canoso – aunque este sujeto vino a intentar lastimar al Sumo Sacerdote, durante el ritual de luna llena, dice estar dispuesto a hablar por las buenas, veamos qué tiene que decir.
-Me contrataron en el poblado Zamvie para venir a matar a un niño, que dice ser el Sumo Sacerdote – respondió el hombre con dificultad – pero el sujeto me aseguró que era un impostor, por lo que era necesario deshacerse de él de inmediato – pasó saliva – además, esa persona, según tenía respaldo de gente importante en la ciudad imperial y me ofreció mucho dinero, me pagó la mitad por adelantado… – se quejó porque un criado ejerció presión en el agarre, lastimándole un brazo – no era de ahí, se notaba foráneo – continuó de inmediato – puedo asegurar que era militar… uno de los que están en el campamento cercano a mi pueblo.
El teniente Ode sacó su arma y le apuntó también – ¿cómo puedes asegurarlo? – preguntó entre dientes, molesto por esa afirmación.
-Traía una capa encima, intentando parecer viajero, pero pude ver una insignia – dijo con rapidez – era claro el sello de la guardia imperial.
-No es posible – Kosei negó – ¡estás mintiendo! – replicó con ira, pensando que era imposible que uno de ellos traicionara al Dios de la meseta.
-¡Juro por Derok que no! – gritó con desespero el detenido.
-¿Lo juras por mí? – la deidad caminó hasta ponerse enfrente y el hombre tembló al verlo – solo debo decirte que odio las mentiras – sonrió de lado y el sujeto se estremeció – pongámoslo de manera sencilla – chasqueó los dedos y un par de enormes serpientes verdosas llegaron hasta colocarse al lado de la deidad, consiguiendo que los siervos se alejaran de inmediato, pues los animales se veían amenazantes y más, cuando mostraron sus negras fauces – tengo ciertos poderes naturales para convocar animales – levantó una ceja – estas son mambas negras, debes saber cuáles son sus efectos si una de ellas te muerde – dijo con calma y el sujeto vio horrorizado como esos animales obedecían a su Dios, en vez de huir como normalmente lo harían – por lo que si me dices mentiras, ellas no dudarán en morderte, te lo aseguro.
El tipo tembló, el horror se reflejó en su rostro y cuando ambas serpientes se acercaron a él, no pudo contenerse y terminó orinándose en su lugar, sobre sus pantalones, antes de empezar a gritar.
-¡Juro que es la verdad! ¡Lo juro! – chilló – ¡el hombre que me pagó tenía una insignia militar y la empuñadura de su arma tenía un grabado de la legión! – repitió – no le vi bien el rostro, ¡pero podría identificarlo por la voz! – buscó la mirada naranja – por favor mi señor, se lo juro, yo pensé que venía a matar a un impostor, ¡de verdad! – las lágrimas caían por la piel morena de su rostro – ¡perdón! – suplicó – lo hice por el dinero, porque lo necesitaba, pero lo devolveré y no volveré por aquí, ¡se lo prometo!
Derok lo miró con indiferencia, hizo un movimiento con su rostro y las serpientes sisearon, antes de alejarse de inmediato; el Dios de cabello aqua dio media vuelta y se acercó a Shaka y los demás.
-No está mintiendo – aseguró.
-Entonces, no podemos confiar en el campamento del capitán Atuany – Kosei pasó la mano por su cabello dorado, que contrastaba con su piel morena – no diré que es él, porque es un buen hombre, pero alguno de sus subordinados pudo haber accedido a esas órdenes.
-Debemos avisarle al capitán Kikley – Shaka estaba preocupado – él sabrá que hacer.
-Tiene que ser de inmediato – presiono Yadell, pensando que todo podría salirse de control, antes de que incluso llegara la familia Kalzan y su familia también correría peligro, especialmente porque esa noche, Moriza era quien acompañaba a los sacerdotes en las rocas, pues nadie aparte de los habitantes del castillo y el templo, sabía que el pequeño sacerdote no estaría en la meseta.
-Háganlo hoy – Derok se alzó de hombros – Naü se quedará conmigo hasta mañana, ustedes tendrán tiempo de buscar una solución.
Todos asintieron y Derok se alejó, pero Shaka lo siguió.
-Mi señor… – el canoso lo detuvo a unos pasos.
-¿Sí? – indagó el de ojos naranjas.
El hombre se armó de valor – sé que quizá le moleste, pero, quería preguntarle por Naü y el bebé.
Derok sonrió – Shaka Zadga, Naü está muy bien, igual que nuestra semilla…
El canoso suspiró más tranquilo – es solo que, no verlo desde ayer y además, saber que volverá hasta mañana, me inquieta, a pesar de saber que está en buenas manos.
El de cabello aqua se acercó al hombre y le palmeó el hombro – entiendo tu preocupación, eres el padre de mi pareja y lo quieres, pero ten en cuenta que tu hijo estará completamente a salvo a mi lado, siempre, tenlo por seguro.
-Gracias – sonrió el hombre más tranquilo.
-Y con respecto a él – señaló al prisionero – no parece una mala persona…
La voz seria de Derok, le dijo a Shaka lo que quería.
-Entiendo – asintió el canoso – veremos si nos puede ayudar y si lo hace, le perdonaré la vida, no se preocupe.
-Confío en tu criterio, Shaka Zadga – sonrió el joven Dios – por cierto, mañana a media tarde, llega la familia Kalzan, – anunció con indiferencia – no se puede retrasar más, así que espero que prepares todo para su estancia y recuerda, después de eso, tu y yo debemos atender el otro asunto.
El ojigris suspiró – de acuerdo, prepararé todo para la llegada de la visita y haré hasta lo imposible porque no se alargue demasiado, se lo aseguro – dijo con frialdad y dio media vuelta, regresando a su trabajo.
Derok se alejó de inmediato, pues quería volver al lado de Naü; se sentía más tranquilo, dejando todo lo demás en manos de Shaka, pues le tenía plena confianza, ya que cualquier cosa que hiciera, sería por el bienestar de su familia también.
* * *
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