Capítulo XIX
Al amanecer, Derok dejó a Naü en su cama; el castaño estaba profundamente dormido, pues la pareja había pasado toda la noche amándose con intensidad, después de regar su pequeña semilla. Antes de alejarse del lecho, la deidad movió los mechones rojizos, contemplando el delicado rostro de su pareja, le parecía que día a día, el niño se volvía más hermoso y perfecto, además, su olor seguía cambiando; pensó que al unirse a él terminaría con el olor que le había gustado al principio, pero el mismo aún seguía mostrando distintos matices, aunque eran más dulces y embriagantes, especialmente cuando estaban juntos, compartiendo momentos íntimos.
El dedo índice de Derok rozó el labio inferior del menor y después se inclinó, besándolo con suavidad.
-Descansa… – musitó y se incorporó, no sin antes darle una caricia fugaz al vientre plano, donde su pequeña semilla estaba dormida también – cuida de ‘mamá’ – susurró con diversión y se alejó de la cama, yendo a la salida, pues aun debía hablar con Shaka.
Al salir de la enorme alcoba, Herit estaba a un lado de la puerta, acompañando a dos guardias que no se apartaban de ahí.
-Buenos días, señor – dijo el hombre, inclinando el rostro.
-Buenas – sonrió la deidad – ¿Shaka Zadga, está despierto?
-Lo está esperando – anunció el siervo, señalando el pasillo con amabilidad.
Derok caminó con poco interés y el hombre lo guió a otra habitación; Herit abrió la puerta, permitiendo que el joven Dios entrara y después, cerró tras de sí. Ambos caminaron hasta a pequeña sala.
-¿Gusta sentarse? – preguntó Herit con amabilidad.
-¿Esto tardará mucho? – el de ojos naranjas pasó la mano por su cabello, él quería ir a dormir un poco también.
-Pues…
-Quizá… – Shaka llegó desde la zona de su cama – es muy importante, mi señor Derok – dijo con seriedad.
-Entonces, supongo que sí debo sentarme – se alzó de hombros y se subió al sofá, sentándose en posición de loto – ¿qué ocurre? – indagó confundido.
El canoso caminó hasta el sillón frente a Derok y tomó asiento también, mientras Herit se apresuraba a preparar unas bebidas, para ambos.
-Mi señor, esto que le diré, no quiero que se lo diga a Naü, por favor.
-No quiero mentirle a Naü – señaló el de ojos naranjas con seriedad.
-No le pido que le mienta – negó el hombre – solo, no le diga que tan grave puede ser la situación en realidad.
-¿Grave? – Derok levantó una ceja – ¿a qué te refieres? – preguntó curioso; si bien, sabía lo que había hablado Shaka con sus siervos, e incluso sabía lo que Bade le había dicho a Moriza, no comprendía lo complicado de la situación, pues las sociedades humanas eran un tema en lo que era casi un completo ignorante.
-Mi señor… – el de barba buscó la mirada de Derok – en este momento, yo estoy en riesgo de morir y Naü, socialmente, se encontraría desprotegido, por lo que le podría causar muchas dificultades, ya que ante el mundo es menor de edad, pero lo importante es que él, así como su hijo – hizo énfasis en la palabra – pueden estar en riesgo, porque alguien podría intentar lastimarlos.
El Dios frunció el ceño, no le gustaba a dónde iba esa conversación.
-Me preocupa mi hijo – el canoso suspiró – es por él, que en este momento, debo suplicar de su intervención divina, si es posible.
Derok sonrió de lado – realmente, Shaka Zadga, no tengo poderes divinos – negó – pero si me explicas, yo te aseguro que pondré todo lo que esté a mi alcance a tu disposición, no solo para proteger a Naü, si no a ti también – señaló al hombre, consiguiendo que se sorprendiera – eres parte de mi familia y nada, ni nadie, puede intentar lastimar a mi familia, sin pagar las consecuencias.
* * *
Naü despertó a media mañana, tenía mucha hambre y se removió en el lecho, hasta llegar a una orilla y tocar una campanita; Jirare ingresó de inmediato y se acercó a la cama.
-Buenos días – saludo la ojiazul – ¿necesita algo, mi joven señor?
-Buenos días – saludó el ojigris, colocándose las gafas, que estaban a un lado de la campana – tenemos hambre – dijo con emoción – ¿puedes traerme algo de desayunar, por favor?
-Por supuesto – asintió la morena, dando media vuelta para ir por el almuerzo del niño.
El menor se incorporó un poco, pero se quejó al sentir un pequeño piquete en su vientre; sabía que la semilla lo lastimaría por momentos, así que se movió más lentamente, hasta que se sentó, recargado en unas almohadas.
-Todo está bien, todo está bien – dijo condescendiente, pasando sus dedos por debajo de su ombligo – sé que no lo haces a propósito – sonrió.
La puerta se abrió y el ojigris levantó el rostro, observando a su padre, que entraba con paso rápido.
-Buenos días – saludó Shaka.
-Buenos días – sonrió el castaño, con dulzura, pero se dio cuenta del gesto contrariado del canoso – ¿ocurre algo? – preguntó de inmediato.
El mayor intentó sonreír, pero no pudo, así que solo se acercó a la cama y se sentó en la orilla, sujetando una mano de su hijo y buscando la mirada gris – en la mañana, hablé con mi señor Derok – anunció – él no quiere mentirte, ni ocultarte las cosas, así que por eso, quiero decirte todo yo.
-¿Qué pasa? – preguntó el menor, con algo de inquietud.
Shaka respiró profundamente antes de hablar – vamos a tener visita, no sé exactamente cuándo – especificó – nuestro señor Derok dijo que iría a buscar información y me diría mañana temprano – explicó con calma.
-¿Visita? – Naü pasó saliva, tratando de pensar qué visita pondría a su padre tan inquieto, pero su corazón le decía la respuesta, aunque no quería pensar en ella – ¿quién?
La mirada gris del canoso, se posó sobre su hijo – la familia Kalzan – anunció con voz seria.
El castaño aguantó la respiración un momento y sintió que su vientre punzaba, la pequeña semilla sintió su nerviosismo y reaccionó de inmediato; el de lentes pasó la mano libre por su vientre, «estoy bien, no pasa nada…» pensó, intentando calmar a su hijo, aunque él mismo no podía hacerlo.
-No sé si desees verlos – prosiguió Shaka – pero si no lo deseas, podemos intentar…
-No – interrumpió el niño con seriedad – en algún momento iba a tener que volver a verlos, ¿no es así? – su sonrisa tembló, pero se mantuvo firme – Lort Kalzan es un consejero de su majestad, así que, llegaría el día en que tendría que verlo a él y a su familia de nuevo, aunque yo mismo intenté postergar el momento, supongo que no iba a poder hacerlo para toda la vida – una risita nerviosa lo asaltó.
-Naü – el canoso ejerció presión en la delicada mano – si Lort intenta recuperarte como hijo, ¿tu…?
-No pienses eso – el castaño negó – Lort Kalzan tuvo dos hijos, pero para él, Naü Kalzan murió y aunque en su momento sufrí, no solo por su rechazo, sino por su actitud, ahora soy parte de la familia Zadga – dijo con orgullo – y me siento feliz, tranquilo y dichoso, no solo de ser tu hijo, sino de pertenecerle a mi Dios – su mano libre acarició su vientre – y no cambiaría nada de lo que ahora tengo, por volver a pertenecer a esa familia, ¡jamás!, pues no deseo sentir una vez más el rechazo y el desprecio de quienes se supone, debían quererme.
Shaka sonrió, sintiéndose más tranquilo, pues si Naü deseaba volver a pertenecer a esa familia, él no podía obligarlo a lo contrario, pero aún faltaba ver qué planes tenía Lort y cómo pensaba actuar.
* * *
Derok había ido a recorrer su territorio pero además, envió algunos espíritus etéreos a investigar sobre la anterior familia de Naü; el viento le llevó las noticias con suma rapidez, habían zarpado al amanecer, en un barco más pequeño, pues el capitán Hillak no se encontraba en la ciudad imperial, ya que había realizado un viaje hacia la meseta y no había regresado. Con ello, el joven Dios supo que tardarían casi dos semanas en llegar, pues ese navío era más lento, quizá tres, si él mismo retrasaba ese viaje, pero primero, debía preguntarle a Naü cómo se sentía ante esa situación.
Además, había algo que le inquietaba, pues el susurro del viento, también le llevó las noticias del emperador, con lo que había ordenado.
“…así tengas que deshacerte de Shaka… sea quien sea, no debe tomar su lugar como Sumo Sacerdote, no me importa si tienes que matarlo de verdad…”
El joven Dios sabía que los humanos eran sumamente ambiciosos y mentirosos, aunque apenas comprendía que por su ambición, eran capaces de llegar a límites insospechados, pero quería platicarlo con Nyrn y con Skoll, pues no quería actuar sin razonar, porque podría meterse en problemas. Así, después de mediodía, Derok solicitó una plática con su hermano y su cuñado.
La pareja caminaba hacia el lago, junto con su hijo, pero el pequeño rubio se adelantó corriendo, al ver que el agua brillaba, a sabiendas que su tío ya estaba esperando.
-“¡Tío Derok!…” – gritó el pequeño Neyr, mientras se hincaba ante el lago – “…¿y mi tío Naü?…” – preguntó curioso, al no ver al castaño.
-¡Hola, ‘retoño’! – saludó el de ojos naranjas – Naü está descansando, recuerda que ya tiene una semillita y como tu papá, debe descansar mucho.
-“¡Es cierto!…” – dijo el pequeño rubio con un tinte de seriedad – “…por cierto, ¡mi papi me dijo que me llevarán a la boda!…” – anunció con emoción y su tío se sobresaltó – “…así que podré saludar a la semillita, ¡allá!…”
-¿De verdad? – buscó la mirada de Nyrn, por medio del reflejo del agua – pero aun es pequeño.
-“Buen día, Derok…” – saludó Skoll al legar al lado de su hijo.
-Buen día, Skoll – saludó su cuñado – hola, Nyrn – su hermano le respondió con un ademán.
El albino levantó a su hijo en brazos – “…y sí, Neyr es pequeño, pero Nyrn y yo, entendemos que quiere acompañar a sus tíos, Keroh y Tariq, en ese día especial…” – sonrió el albino.
-“Además, solo serán unas cuantas horas…” – Nyrn acarició los mechones dorados de su hijo – “…Skoll y yo, estaremos al pendiente, en caso de que se sienta mal nos devolveremos de inmediato…” – añadió con seguridad – “…ahora, ¿qué necesitas, Derok?…”
-Bueno, siendo así, supongo que está bien – musitó el de cabello aqua, pensando que nada malo le pasaría a Neyr, aunque se alejara tanto de su árbol de vida – sobre eso, quiero preguntarle a Skoll sobre la sociedad humana – dijo con seriedad.
-“¿Sobre la sociedad?…” – el ojirrojo se sorprendió, pues normalmente sus cuñados no le preguntaban mucho sobre los humanos, a menos que hubiera una razón – “…bueno, dime, ¿qué deseas saber?, porque si quieres que te explique en general, puede ser muy largo, sería mejor que Naü te dijera detalles, con más tiempo…”
-Es que, hay una situación, que no quiero tratar con él aún, por su estado.
Esas palabras, alertaron a Skoll; si Derok no quería decirle a Naü por su situación, significaba que era algo grave que podría alterarlo.
-“De acuerdo…” – sonrió condescendiente el peliblanco – “…Neyr…” – besó la mejilla de su hijo – “…ve con tu abuela y empieza a repasar con ella, el libro que te toca hoy, ¿de acuerdo? Yo iré en un ratito más…”
-“Aw…” – el niño hizo un mohín – “…pero yo quiero quedarme aquí…”
-“Neyr, hazle caso a tu papá…” – ordenó Nyrn – “…si te portas bien, te llevaré a jugar con los ciervos más tarde…”
-“¡Sí!…” – asintió el menor y en cuanto Skoll lo dejó en el suelo, se despidió de su tío y salió corriendo hacia el castillo.
Nyrn creó una silla para Skoll y él se sentó en el suelo; era interesante conocer sobre la sociedad humana, así que una plática de esas, no se la perdería.
-“Entonces, Derok, ¿cuál es tu inquietud?…” – preguntó el albino, al tomar asiento.
-Skoll… – el de ojos naranjas suspiró – ¿qué pasa si un rey no acepta que alguien haga algo? Es decir, ¿cómo actúa un rey ante algo que hace un humano de su reino, que no le gusta?
El ojirrojo puso un gesto de confusión, no entendía del todo la pregunta de su cuñado, pero suponía que el otro tampoco sabía explicarse – “…pues, depende…” – dijo con precaución – “…si una persona, en un reino, comete traición al monarca o hacia cualquier persona que represente algo importante en una corte o situación política, generalmente se le castiga con la muerte…” – anunció con calma – “…pero si es una afrenta menor, se le da un castigo justo, de acuerdo a las leyes establecidas…”
-“¿Cómo saber que es un castigo justo?…” – peguntó Nyrn, pues él también dudaba que todos los humanos hicieran un buen trabajo en esa cuestión.
-“Eso depende de lo que se decrete en un juicio previo, normalmente, a los que cometen un crimen, se les juzga por el delito cometido, pero…” – suspiró el albino – “…en ocasiones, muchas personas omiten el juicio y dan una sentencia, si sucede esto, debe ser en el momento en que la persona realiza dicho crimen y hay muchos testigos de que es culpable… pero hay otras circunstancias en las que se llega a hacer esto, solo que de esta manera, muchas de las veces es una irregularidad y normalmente hay otros intereses inmiscuidos, sea de la persona que dicta sentencia o de terceros, que están presionando para que realice dicha acción, fuera de la ley…”
Derok pasó la mano de su cabello, eso no le decía nada en realidad – no entiendo – dijo con cansancio.
Skoll sonrió y negó – “…hablar sobre leyes y reglamentos es muy complicado…” – dijo con calma – “…mejor dime cuál es la situación y yo te digo si está bien o mal, el actuar de la persona, de manera legal y moral…”
-“¿Moral?…” – Nyrn levantó una ceja ante la palabra.
-“Los humanos nos regimos por normas, de un lado está la norma legal…” – levantó una mano – “…y del otro la norma moral…” – levantó la otra – “…la primera son obligaciones, prohibiciones y permisos concretos para determinadas acciones, según lo establecido y dictaminado por la sociedad y quienes imparten justicia…” – explicó lentamente – “…mientras que la moral, es una forma de conducirnos por la vida de la manera en que nos dicta nuestro corazón y conciencia, según nuestra educación, así que si una persona realiza una acción mala, nuestra conciencia nos dirá que está mal y seguramente tendremos remordimiento…”
-Pero entonces, una conducta mala con sus leyes, siempre te dirá la moral que está mal, ¿o no? – Derok estaba confundido y no era el único, pues su hermano también se mostraba contrariado.
-“No del todo…” – negó Skoll y suspiró – “…por ejemplo, legalmente, robar es malo…” – señaló – “…pero se ha sabido de casos de ladrones que al robar, no lastiman ni dañan a personas, solo roban comida o dinero para comprar alimento, porque ellos tienen hambre o alguien que conocen tiene hambre y al no tener para comer, lo roban para sobrevivir…” – contó con tristeza – “…eso, legalmente está mal, pero moralmente las personas saben que está haciendo algo que es necesario, sea para ellos o para alguien que aprecian, es cierto que no se justifica, pero saber que al menos no morirán, les deja la conciencia tranquila, aunque saben que tendrán problemas con la justicia, tarde o temprano…” – bajó el rostro – “…otro ejemplo soy yo, que como sacerdote debo escuchar a todos los que vienen a solicitar mi ayuda, pero me preocupo más por las personas que no tienen estatus social, porque son las que más trabajan y las que más sufren, así que moralmente me siento más obligado a escucharlos a ellos, que a los de clase alta…” – dijo con sinceridad – “…porque los de clase alta, la gran mayoría de las veces, solo vienen a pedir nimiedades, cosas que ellos mismos pueden costearse, mientras que los campesinos y personas del pueblo, trabajan mucho y muchas veces, a pesar de todo su esfuerzo, no les alcanza para sobrevivir y es más común que las leyes protejan a los ricos o a los que tienen influencia política y militar, más que a los pobres…”
Derok pasó la mano por su mentón, aun no comprendía del todo, pero podía diferenciar eso de las clases sociales y entender que algunos tenían más facilidades que otros. Recordaba haber escuchado plegarias de personas pobres que se quejaban de los militares mucho tiempo atrás, aunque después de que él ayudó a un grupo de militares, en un campo de batalla, porque había unos que le rezaban con fervor por ayuda, estas dejaron de llegar; aun así, semanas antes, cuando llegaron militares a la meseta, los vigiló de cerca, pero ellos se portaban bien e incluso, algunos regalaban su comida a los peregrinos y personas que viajaban, por eso, él les ayudaba a tener animales que cazar o peces que pescar.
-Creo que voy entendiendo – dijo con lentitud.
-“Pero dime, ¿por qué preguntaste?…”
El de ojos naranjas levantó el rostro, quizá si le decía a Skoll todo, él le ayudaría a saber cómo actuar, ante algo que él consideraba mal, pero no sabía cómo lo miraba la sociedad humana – el emperador de mi territorio, no quiere que Shaka Zadga se quede con la tutela de Naü – dijo con seriedad – porque si tiene un hijo, su fortuna no pasará a su reino – los ojos de Skoll se abrieron con susto imaginando lo que su cuñado le diría – y mandó a la anterior familia de Naü a que viniera y evitara que tomara posesión como Sumo Sacerdote, además, decretó que de ser necesario, debían eliminar a ambos, aunque es obvio que eso es imposible.
El ojirojo puso la mano en su boca – “…¡por Nyrn!…” – musitó aterrado.
-“¿Qué ocurre?…” – indago su esposo, preocupado por ese semblante y poniéndose inmediatamente de pie.
-“Eso es… horrible…” – dijo con miedo – “…Derok, tienes que proteger a Naü…” – pidió con ansiedad – “…sé que piensas que nadie le hará daño a tu pareja si lo cuidas, pero un rey tiene mucha influencia, gente bajo su mando y muchas maneras de llevar a cabo sus planes, aunque estos no sean lo correcto o él esté equivocado…” – anunció, tratando de sobreponerse – “…Derok, tu eres un Dios y un rey no puede estar por encima de tus designios, aunque sea la persona con más alta jerarquía social, política, económica y militar, aún y que las leyes lo respalden…” – su voz sonaba completamente segura y seria, para que su cuñado entendiera que era momento que no solo él, sino todos sus hermanos, actuaran – “….por eso debes entender que muchas veces, los soberanos no recuerdan su lugar y menos si ustedes, como Dioses, no se muestran ante las personas, de ahí que muchos dicen actuar en su nombre, siendo mentira, pues ninguno de ustedes los desmiente…” – recordó a su padre y sintió un dolor en el pecho – “…ahora mismo, tienes que tomar cartas en el asunto y no esperar a que pase una tragedia, porque Naü y tu pequeña semilla, pueden correr peligro y sufrir algo imperdonable, como ocurrió con mi primer hijo…” – puso la mano en el pequeño cristal de su pecho, sintiéndose inquieto al imaginar lo peor.
-¿Significa que él está completamente equivocado? – preguntó el de ojos naranjas con precaución, pues si Skoll le estaba diciendo eso, entonces, su primera impresión no estaba errada.
-“¡Por supuesto!…” – el ojirrojo se puso de pie de un salto – “…nada justifica el querer matar a una persona, si esta no ha cometido un solo delito y si el emperador lo intenta, especialmente contra Naü que es tu pareja, su crimen es mucho peor…” – sentencio – “…tú has elegido y deben respetar tus designios, sin importar que socialmente, algunas familias salgan perjudicadas…” – aseguró.
Derok respiró profundamente y buscó la mirada de su hermano – Nyrn – dijo con voz grave – si tengo que hacer algo, yo…
-“No digas nada…” – el rubio sonrió – “…haz lo que tengas que hacer, para proteger a nuestra familia…” – dijo su hermano con seriedad – “…y si es necesario, todos iremos a secundarte…”
-Gracias… – el de ojos naranjas se puso de pie – no permitiré que toquen a Naü – dijo apretando los puños y debido a que la ira empezaba a hacerse presente, las nubes de tormenta se alzaron de inmediato – mi pareja y mi retoño, son lo más importante y los protegeré, así tenga que destruir un imperio – sentenció sin dejar lugar a dudas de su decisión.
* * *
Una lluvia torrencial se había desatado, pero eso no detenía las actividades. Naü estaba en el templo a media tarde, orando con fervor, mientras Moriza y Wared estaban tras él, esperando a que terminara, para guiarlo en el cántico que debía usar para cerrar ese día; Jakhit ingresó de inmediato a esa habitación y le habló al oído al anciano, quien asintió, se puso de pie y caminó a la salida.
El hombre recibió a un militar que había llegado a caballo, esperando hablar con el Sumo Sacerdote en persona; se encontraba empapado de pies a cabeza, pero no parecía preocupado por eso.
-Buenas tardes – saludó Wared con suma calma – mi pupilo me dice que desea hablar con el joven Naü Zadga, ¿es muy urgente?
-Buenas tardes – saludó el soldado, haciendo una reverencia y limpiando un poco la humedad de su rostro – señor, es imperioso que me comunique con el Sumo Sacerdote y su tutor, Shaka Zadga – dijo con voz fría – si vine aquí, es porque el señor Zadga no está en el palacio.
-Seguramente salió a hacer un recorrido – dijo el pelirrojo buscando la mirada de Wared – lo hace casi diario, para ayudar a los que viven a orillas del lago.
-Sí, es cierto – el anciano pasó la mano por su larga barba – pues, si gusta esperar, nuestro joven señor, Naü, está terminando sus oraciones y debemos dejar que termine el ritual.
-Disculpe que insista – el chico tenía un semblante preocupado – pero el capitán Kikley me ordenó, explícitamente, que debía entregarle el mensaje lo más pronto posible – especificó – he cabalgado por casi tres horas sin descanso, desde nuestro campamento hasta aquí, mi caballo quedó exhausto y desfalleció por el esfuerzo que le obligué a realizar y no es justo ¡que no me permita ver al joven Zadga de inmediato! – apremió.
Wared se sorprendió por esas palabras, pero comprendió que debía ser sumamente importante, así que asintió – le avisaré a mi joven señor – dijo con seriedad y regresó sus pasos, al recinto dónde Naü estaba.
El niño estaba repasando un libro con Moriza, quien le explicaba como pronunciar algunas palabras, que para él, parecían un ‘trabalenguas’.
-Mi joven señor, mi señora – dijo el anciano con seriedad, consiguiendo que ambos levantaran la mirada – disculpen que los interrumpa, pero hay un soldado que pide con desespero, hablar con usted – señaló al niño.
-¿Conmigo? – el ojigris acomodó sus gafas – ah… bueno – buscó la mirada de Moriza – ¿podemos atenderlo antes de terminar?
-Por supuesto… – asintió la pelinaranja.
Ambos se pusieron de pie, yendo al salón donde recibían a los peregrinos; el soldado caminaba de un lado a otro, se notaba completamente ansioso.
El castaño llegó y tomó su lugar – buenas tardes, lamento la tardanza – sonrió.
-¡Mi señor! – el chico corrió y se hincó delante del niño – lamento haberlo molestado, pero me ordenaron que entregara esto en persona, al señor Zadga o a usted – sacó un pequeño contenedor en forma de tubo – hace algunas horas, llegó una paloma mensajera, al campamento del capitán Kikley y él decidió enviarle la nota a usted, con un mensaje suyo también – explicó, extendiendo el brazo para acercar el objeto – es urgente que lo lea, mi señor.
Naü quiso ponerse de pie, para ir a recibirlo, pero Jakhit se adelantó, tomándolo y llevándoselo para que no tuviera que moverse de su lugar. El castaño abrió el contenedor, después de romper un pequeño sello que tenía, para evitar que alguien más lo leyera y sacó un par de papelitos, revisando las notas con algo de dificultad, porque la letra era muy pequeña; los mensajes no parecían tener mucho sentido a primera vista, pues estaba cifrado en código que solo los militares podían entender, pero gracias a que Shaka había sido militar y le había enseñado a Naü algunas cosas, el menor entendió lo que ambas notas querían decir.
El gesto de Naü cambio, mostrando el susto que le producía lo que estaba leyendo, su corazón se aceleró y sintió como su semilla empezaba a reaccionar, debido a sus nervios, intentando llamar a su padre. El de lentes, pasó la mano por su vientre y respiró profundamente «tranquila…» pensó con calma «tu papá sabrá qué hacer, igual que tu abuelo…» pensó para darse ánimos él también. Finalmente pasó saliva y luego observó al chico.
-¿Cómo se llama, joven? – preguntó con dulzura.
-Chuike Wekall, mi señor – respondió sin levantar el rostro.
-Dígame, joven Wekall, ¿su capitán le dijo lo que esta nota decía?
-No – negó – pero me dijo que era imperioso que lo entregara, porque usted podía correr peligro – dijo con nervios – es por eso que estoy aquí, porque nosotros como militares, ponemos nuestra vida en manos de nuestro Dios y ahora que él nos ha brindado apoyo y ayuda para cumplir nuestro trabajo sin sufrir una sola baja, si está en nuestras manos proteger a su pareja, haremos lo necesario.
-Entiendo… – Naü asintió – agradezco mucho el informe y dígale a su capitán, que tomaremos las medidas necesarias y… en caso de que las cosas no salgan bien, confío en que tome la mejor decisión, como dice su nota – sonrió – señor Wared… – buscó el rostro del anciano – atiendan al joven Wekall y denle lo que necesite para que regrese a su campamento sano y salvo – ordenó con seriedad – señora Quill… – Naü se puso de pie – debo volver al castillo en este momento, a hablar con mi padre, por lo que nuestra lección tendrá que posponerse.
-Por supuesto, joven Zadga – dijo la mujer y se puso de pie – lo acompañaré – anunció con seriedad, ya que no permitiría que el niño anduviera solo especialmente con el clima que había, pues sus siervos aún no llegaban por él.
-Jakhit – el anciano levantó la voz – dile a tres de tus hermanos que vayan contigo, a acompañar al joven Zadga, no lo dejes solo.
-Sí – asintió el pelirrojo y corrió a buscar a sus hermanos, para que le acompañaran al palacio.
-Ahora, joven Wekall – el anciano se acercó al chico – vamos a que elija un nuevo caballo – sonrió y el soldado se sobresaltó, pues no imaginaba que le darían una nueva montura, incluso, había creído que debía regresar a pie a su campamento, pues seguramente el caballo en el que iba, no iba a poder andar de nuevo.
* * *
Naü iba llegando a la escalinata principal, seguido de su pequeño séquito y Moriza a su lado, quien llevaba un gran paraguas, para evitar que el niño se mojara. Shaka iba llegando por el camino, cabalgando junto con Mazki, Herit y Yadell, parecían querer llegar lo más rápido posible, pues la lluvia ya los había empapado, pero debían resguardarse para evitar enfermar; el canoso, al ver a Naü, se apresuró a llegar con él.
-Buenas tardes – saludó al descender del caballo, mientras los siervos sujetaban no solo a su montura, sino las demás, para llevarlas a los establos – ¿qué haces fuera? Debes resguardarte.
-Padre – los ojitos grises de Naü mostraron aflicción y caminó hasta Shaka, sin importar que se empapaba con la lluvia – ¿podemos platicar? – preguntó con nervios.
-¡Por supuesto! – asintió el hombre, preocupándose por el semblante del niño – vamos a tu alcoba, necesitas recuperar calor – ordenó y guió a su hijo por la escalinata, mientras los sacerdotes regresaban al templo y Moriza ingresaba al castillo, al lado de su esposo, seguidos por Mazki y Herit.
En el camino, Naü estrujaba el pequeño tubito entre sus manos, pero aunque estaba sumamente nervioso, decidió intentar tomar las cosas con calma. Shaka sabía que su hijo no se estaba comportando normal, pero tampoco podía hablar con él en los pasillos.
Al llegar a la alcoba, Jirare y Lalui se dispusieron a calentar agua, para preparar la bañera; Mazki y Herit se quedaron al lado de Shaka, por órdenes del canoso, mientras él se sentaba al lado de Naü.
-¿Qué ocurre? – indagó el mayor.
-Padre – el niño le entregó el pequeño contenedor – he recibido noticias de uno de los campamentos – dijo con nervios – el capitán recibió un mensaje del general Adhio…
-¿De Sutk? – el mayor conocía al general, pues había sido su pupilo cuando apenas estaba empezando en la milicia, así que se apresuró a sacar las notas.
De inmediato, los ojos grises de Shaka repasaron los mensajes. El primero, de Adhio, ordenaba a su capitán que redoblara la seguridad, porque seguramente, bandidos y asesinos serían enviados a la meseta por órdenes del emperador, a matar al Sumo Sacerdote y ellos no podían inmiscuirse, solo intentar cortarles el paso, aunque el general tampoco quería tomar parte de esa empresa contra el consorte de un Dios, así que al llegar junto con la familia Kalzan, decidiría qué hacer y le avisaba que era el mismo mensaje que enviaría a los otros dos capitanes. El segundo mensaje, del capitán Kikley, otro militar que respetaba a Shaka, le aseguraba que ellos pondrían de su parte para evitar que bandidos se acercaran al castillo y si llegado el momento, el emperador ordenaba a las tropas realizar alguna acción contra el Sumo Sacerdote, entonces, actuarían según sus creencias. El canoso suspiró; la situación no pintaba nada bien y seguramente, si el monarca daba la orden, las tropas debían responder.
-¿Es cierto? – preguntó el pequeño castaño, sacando a su padre de sus pensamientos – ¿el emperador quiere…?
Shaka sonrió condescendiente – el emperador tiene miedo de que su poder se vea afectado por tu aparición – dijo con seriedad – pero tú no debes temer – aseguró – pase lo que pase, nuestro señor Derok te protegerá a ti y a su hijo – su voz sonó segura – en cuanto a la familia Kalzan, Lort es quien me preocupa, pues sigue ciegamente las órdenes del rey – especificó – por eso te pregunté en la mañana si deseabas volver con ellos, pues si fuera de esa manera, correrías aún más peligro, que quedándote a mi lado – acarició los mechones rojizos con cariño – como puedes ver, aún tengo amigos que me avisan de cualquier eventualidad – señalo los pequeños papeles con un ademán – y que no te quede duda que tengo amigos, que al saber que no solo eres el consorte de nuestro señor Derok, sino el padre de su hijo, nuestro futuro Dios – su mano se movió al vientre del niño acariciándolo – matarían y morirían por ti y por tu pequeño, sin dudarlo dos veces.
-Yo no quiero que maten o mueran – negó el de lentes – no quiero que las personas sufran…
-Todo estará bien – el mayor abrazó al niño – confía en nuestro señor, como yo confío en él, tanto, que le entrego sin dudar a mi más grande tesoro, que eres tú – dijo con seguridad – él sabrá qué hacer, solo hay que sobrellevar la situación… los Kalzan vendrán y se irán, sin tocarte un solo cabello – siseó – si viene cualquier otra persona a querer dañarte, los detendremos – su voz sonó sin un ápice de duda – y al final, el emperador entenderá que no puede oponerse a los designios de nuestro Dios, ¿de acuerdo?
Naü asintió y limpió sus ojos, que estaban húmedos – sí – respondió en un murmullo.
-Ahora, ve a bañarte – indicó su padre – el agua caliente te reconfortará – sonrió – ¿cenaras con nosotros o lo harás con nuestro señor?
-Lo haré con Derok – anunció el menor – dijo que vendría por mí.
-Entonces, ve, no sería bueno que te retrasaras.
El niño se puso de pie, abrazó a su padre y le besó la mejilla antes de ir al cuarto de baño. Shaka se incorporó y fue a la salida, seguido por sus más fieles acompañantes; apenas cruzó el umbral, observó a los guardias que estaban ahí.
-Redoblen la seguridad – indicó – nadie debe acercarse a esta habitación si no es alguien del castillo, en un momento ordenaré que vigilen los balcones y alrededores – sentenció – se harán rondas cada diez minutos de ser necesario y cualquier cosa extraña, deben dar la alerta de inmediato.
-Sí, señor – asintieron.
El canoso dio media vuelta, iría a hablar con toda la servidumbre y guardias, antes de tomar un baño también.
-Señor… – Mazki se notaba nervioso – ¿cree que el emperador de verdad intente…?
-Conozco a Sutk – suspiró el aludido – es un hombre que respeta las leyes y es fiel al emperador, pero antes que ello, su fe por nuestro Dios es inmensa, desde que salvó a su padre cuando él era un niño, gracias a que oraba con fervor e incluso vino a la meseta, sin que nadie lo acompañara, para enviar una plegaria – miró por encima del hombro a su escriba – solo por el Dios de la meseta y nada más, Sutk se arriesgaría a que el emperador lo considerara un traidor, por enviar un mensaje como este, así que no puedo dudar de sus palabras – fijó su mirada al frente y siguió caminando – por su parte, el capitán Moroni Kikley, es un joven que por su honor y por su rey, haría cualquier cosa, pero debido a lo ocurrido con los militares, que alguna vez presenciamos un milagro en un campo de batalla, todas las tropas se deben a nuestro Dios, así que Moroni, por su Dios, llegaría a hacer lo impensable – sonrió – se están arriesgando mucho y eso que aún no saben, que la semilla de Derok ya germinó en el vientre de mi hijo, así que no dudes de sus advertencias Mazki, realmente, Naü está en grave peligro y si no tomamos precauciones, podría pasar algo de lo que nos arrepintamos toda la vida.
* * *
Naú se había bañado con agua tibia, aunque al final solicitó agua fresca, pues a su semilla le gustaba más la temperatura fría; después, se puso una túnica ligera y se quedó en la salita, cercana al ventanal, esperando la llegada de Derok. El niño se notaba nervioso, por lo que antes de que el Dios llegara, llamó a Lalui y le ordenó que le llevara unos libros que conocía de la casa de su padre Shaka, para leer mientras pasaba tiempo y recordar algunas enseñanzas que había dejado de lado, muchos años atrás.
Derok lo encontró ensimismado en su lectura y se acercó con sigilo, observando por encima del hombro lo que el menor leía con sumo interés; Naü se dio cuenta que Derok llegó, no solo porque su semilla se lo dijo, cuando ya estaba a su lado, sino porque algunas gotas de agua cayeron cerca sobre las hojas del libro y la voz del Dios se escuchó finalmente.
-Eso se ve interesante…
-¡Derok! – dijo el ojigris con ansiedad, dejó el objeto de lado, se puso de pie y se lanzó a los brazos de su pareja, buscando seguridad.
-¿Qué pasa? – preguntó el Dios, abrazando al niño contra su pecho y escuchando el murmullo de su semilla, quien parecía inquieta por todo lo que había ocurrido ese día.
-Derok… – repitió el castaño y levantó el rostro en busca de la mirada naranja – el emperador quiere… – se mordió el labio sin atreverse a decir lo que el hombre había ordenado – mi papá está preocupado y… – ejerció presión en el agarre de la ropa de su pareja – tengo miedo – musitó con debilidad.
-Sé lo que pasa – sonrió el mayor, de manera condescendiente – hablé con tu padre temprano y me avisó, además, Skoll también me explicó sobre el porqué ese ‘rey’ está actuando así, pero no te preocupes, lo arreglaré, junto con tu padre – dijo con calma.
-Sí, pero… también vendrá la familia Kalzan, vendrá Maë – dijo sin disimular sus nervios – no quiero volver con ellos – negó – no quiero que me obliguen – suplicó.
-Nadie te obligará a hacerlo – Derok le acarició la mejilla y limpió las lágrimas – nadie te hará daño de ninguna manera, porque no lo permitiré.
-¿Y si no estás aquí? – preguntó el ojigris – ¿si estas lejos cuando te necesite?
La deidad levantó una ceja – ¿crees que te dejaría sin protección? – indagó con seriedad – ¡por supuesto que no! – aseguró – pero si lo que no quieres es que esa familia venga, solo dilo y hago que ellos no lleguen aquí, jamás.
Naü suspiró, por un segundo, tuvo el impulso de decirle a Derok que lo evitara, pero no quería ser un cobarde y a pesar de todo, debía mantenerse firme con lo que le había dicho a su padre, esa misma mañana, así que se armó de valor – no – negó – debo enfrentarlos – levantó el rostro – de una u otra manera, debo demostrarles que no soy el Naü que ellos conocieron – forzó una sonrisa – así que, los debo ver, aunque… aunque me gustaría haberme preparado más, antes, para poder defenderme, no solo de ellos – hizo un mohín.
Derok abrazó a su pareja y besó los labios con ternura – estarás bien – dijo sin un ápice de duda – y con respecto a defenderte, sé que puedes hacerlo.
-¿Cómo? – musitó el menor, confundido.
El Dios se inclinó y sujetó un libro que Naü tenía en manos – eres un buen estudiante – señaló las figuras que había en las hojas – sé que aprenderás rápido, como lo hiciste con los rezos.
-Una cosa son palabras – el castaño sujetó el libro – otras, son acciones y habilidades que, si alguna vez tuve, perdí por no ser tan fuerte y porque la familia Kalzan me prohibió practicar, no solo por mi deficiencia visual – suspiró – si no, porque no era bien visto.
-Tienes habilidades – Derok lo abrazó por la espalda – solo debes retomar la práctica y seguramente, tu padre te ayudará a recordarlas – sus manos se posaron en el vientre de su pareja – y eres fuerte, nuestra semilla sabe que tiene una ‘mamá’ muy fuerte – besó el cabello con suavidad – ahora, relájate, vamos a cenar y después, a regar nuestra semilla que también está preocupada.
Naü se sintió un poco confortado por esas palabras, así que sonrió – está bien…
Derok sujetó la mano del niño, besando el dorso con cariño, antes de guiarlo a la salida, pero Naü lo detuvo un segundo – mi señor… – dijo con ansia.
-¿Sí? – el de cabello aqua lo observó con curiosidad.
Naü titubeó, tenía una sensación extraña en su pecho, pero no sabía qué era, así que trató de dejarla de lado – nada – negó – solo… le prometo que protegeré nuestra semilla – fijo su mirada en los ojos naranjas – pase lo que pase.
El joven Dios sonrió y regresó a abrazar al menor – yo te aseguro, que los protegeré a ambos, no lo dudes – prometió, besando los labios del niño.
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