Capítulo XVIII
Apenas despuntaba el alba, Derok llamó a la servidumbre, pues Naü le pidió que lo hiciera con urgencia, a pesar de que estaba cansado. Herit, Miley, Jirare y Lalui, se apresuraron a ver qué era lo que ocupaba el menor, pero se sintieron más tranquilos al saber que solo era una petición para evitar que Wared enviara el mensaje a los demás templos, sobre su estado, además de decirle que en el desayuno le explicaría sus razones, ya que deseaba que el anciano, junto con los otros sacerdotes del templo, lo acompañaran ese día a desayunar, junto con su padre y la familia Quill.
Derok no lo acompañó a la mesa, pues el joven dios sabía que los humanos tenían cierta manera de comer que él no compartía, pues ni siquiera usaba todos los cubiertos, por lo que decidió ir a realizar su trabajo, enviar a Miley de vuelta al bosque de Nyrn y volver al atardecer, para cenar con Naü. El ojigris se despidió de Miley, quien le dejó muchas recomendaciones a Lalui y Jirare, para que atendieran correctamente al niño, ahora que estaba con una pequeña semilla en su vientre.
-¿Cómo te sientes? ¿Seguro que es bueno que bajes a desayunar? – la voz de Shaka era preocupada, cuando encontró al niño en el umbral de su habitación.
-Buenos días, papá – sonrió el castaño – sí, estamos muy bien – dijo con ilusión, acariciando su vientre plano – de no ser así, mi señor Derok no me hubiese dejado levantarme – sintió que sus mejillas ardían – así que no te preocupes…quiero pedir algo y es mejor hacerlo ahora mismo – suspiró.
-Mi pequeño – el canoso lo abrazó – si necesitas algo, solo dímelo y yo lo ordenaré.
-¿No dijiste que no debo relegar mi lugar? – preguntó con debilidad, buscando la mirada gris de su padre.
El hombre se sorprendió y luego sonrió, Naü estaba intentando ser más maduro y debía apoyarlo, aunque le preocupaba su estado – sí, yo dije eso, pero ahora mismo debes cuidarte más, por eso, si quieres descansar…
Naü acomodó sus gafas y bajó el rostro – admito que quiero descansar un poco más – dijo con sinceridad – pero, mi bebé tiene conciencia desde este momento – levantó la mirada y pasó saliva, armándose de valor – y no quiero que piense que su ‘mamá’ es una persona débil – su sonrisa tembló – por favor, papá, quiero darle un buen ejemplo, como el que tú me dabas siempre que te acompañaba.
Shaka entendió el por qué Naü quería cambiar y quizá, era para bien; el niño seguía siendo un tanto indeciso en sus acciones, pero si tener un hijo, le daba fuerza para sacar algo de seguridad que pocas veces demostraba, entonces, lo apoyaría mucho más que antes.
-De acuerdo – asintió el de barba – pero si te sientes mal, volverás a la cama, ¿entendido? Tu bebé también debe saber que cuidarte es lo primordial.
-Sí – asintió el castaño, más animado.
Shaka le ofreció el brazo para que se sostuviera y caminaron juntos por la enorme escalinata, hasta llegar al comedor; en el recinto ya estaban todos los sacerdotes y la familia Quill, esperando de pie, a que el niño tomara su lugar.
-¡Buenos días! – dijo el de lentes con el mismo ánimo de siempre y todos le correspondieron el saludo con formalidad.
Shaka iba a sentarse a su izquierda y la silla derecha estaba desocupada, algo que le estañó a Naü. El canoso se inclinó a un lado y le hablo en voz baja, antes de ir a su lugar – pensamos que nuestro señor Derok nos acompañaría, así que dejamos una silla libre.
El pequeño castaño se mordió el labio y sonrió nervioso, pero se sentó en su lugar.
-Tomen asiento, por favor – dijo con voz cordial y rápida.
Cuando todos se sentaron, los siervos empezaron a servir y Naü se armó de valor, después de acariciar su vientre; el pensar que debía ponerle el ejemplo a su hijo era lo que le daba fuerza para superar sus miedos, esos que se habían acrecentado con todo lo que había ocurrido, tanto con la familia Kalzan, como con los hijos de la familia Quill.
-Señor Wared… – dijo con voz trémula, pero el anciano se irguió en su lugar, esperando a que continuara – yo, quería pedirle que aún no avise a los otros templos de mi situación, por favor – un escalofrío lo cimbró, pero trató de no denotar sus nervios, hablando con toda la seguridad que podía.
-Mi joven señor – el hombre se notaba contrariado – yo haré lo que me pide pero, a riesgo de sonar curioso, ¿podría preguntar la razón?
Naü estrujó la túnica que portaba, bajo el mantel de la mesa; todos lo observaban con sumo interés y él se sentía un tanto cohibido.
-Ah… – una sonrisita nerviosa lo interrumpió y carraspeó para obligarse a hablar – como comprenderán, esta es una noticia importante – respiró profundamente – y aunque mi señor Derok lo anunciará con sus hermanos hoy mismo, – acomodó sus gafas con su un gesto tembloroso – yo, me imagino que si se da a conocer, las personas querrán conocerme más rápidamente – rió débilmente – y aún no estoy preparado – negó – por eso, si es posible, quisiera anunciarlo el día de mi presentación – buscó la mirada de Moriza, quien lo miraba condescendiente y con un gesto de infinita ternura – para que sea más propio.
Wared buscó la mirada de Shaka y entendió que era lo mejor, especialmente porque la noche anterior, cuando Miley les dijo que la semilla había germinado, el canoso ordenó que no se debía contrariar a Naü en lo más mínimo, pues era obvio que si era presionado, podría provocarle algo malo en el estado en el que se encontraba.
Wared sonrió – comprendo, mi joven señor – dijo con seriedad – será como ordene – aseguró – aunque sea una grandiosa noticia, no enviaremos los mensajes a los bosques, hasta que usted se encuentre en disposición de anunciarlo.
El de lentes soltó el aire más tranquilo – ¡muchas gracias! – dijo como si se hubiese quitado un peso de encima – también quería avisar que la próxima luna llena no estaré – todos levantaron el rostro de inmediato, sorprendidos y asustados, especialmente Shaka – es que… – el castaño se movió de un lado a otro – tengo un gran compromiso y mi señor Derok me llevará a otro lugar – anunció con voz baja, con lo que todos comprendieron que no debían preguntar, especialmente porque se trataba algo relacionado con el Dios de la meseta – y también… ah… necesito otra túnica de sumo sacerdote – dijo con vergüenza, pues la que había usado esa luna llena, Derok la había roto.
La mayoría de los presentes en la mesa mantuvieron un gesto serio, pero algunos sacerdotes empezaron a reír por lo bajo, pues sabían la razón, ya que el rumor se había extendido; Jakhit los miró con frialdad y todos guardaron silencio de inmediato, porque el pelirrojo les había dicho que no debían poner en evidencia al pequeño.
-Lo siento… – dijo Naü bajando el rostro – sé que era muy costosa, pero lo que le ocurrió es un tanto difícil de explicar.
-No se preocupe, joven Zadga – Moriza negó – los accidentes pasan – le restó importancia – y hay otras túnicas en el templo que se pueden adecuar, mientras se manda hacer una túnica ceremonial nueva, hecha a su medida.
-No importa lo que cueste – Shaka negó – la haremos con la mejor tela, los mejores hilos y que sea mucho más ostentosa que la anterior, así no se le echará de menos, no te preocupes.
El niño sonrió y se sintió más tranquilo, había sido un gran paso para él poder decir todo eso en esa misma mañana, pues tenía miedo de equivocarse, pero ya antes había sido un poco más seguro al realizar algunos actos frente a las personas y ahora era necesario que lo fuera más, porque él debía ponerle el ejemplo a su hijo, quien siendo el futuro Dios de la meseta, no debía cohibirse con nadie, así como Derok.
-Naü… – la voz de su padre lo sacó de sus pensamientos – tienes que dar permiso de empezar a comer…
El niño se sobresaltó – ¡lo siento! – dijo con rapidez – adelante, pueden empezar – rió.
Todos agradecieron los alimentos y empezaron el desayuno, pero Naü se entretenía de cuando en cuando acariciando su vientre, pues no escuchaba a su semilla y eso le daba un poco de nervios, aunque Derok le dijo que era nocturna y que seguramente respondería más en las noches, él aún tenía miedo que le pasara algo.
* * *
A media mañana, el castaño regresó a su habitación en compañía de su padre, pues éste quería dejarlo cómodo y a cargo de sus siervos, antes de salir a dar un recorrido con Yadell y Herit, porque irían a visitar a unos agricultores de la meseta, ya que por obra de su Dios, estaban recolectando la cosecha antes de tiempo. Los sacerdotes fueron al templo a realizar sus actividades y empezar a preparar la nueva túnica, que debía quedar lista para antes de la siguiente luna llena.
Moriza, por su parte, decidió que era momento de ir a hablar con su hijo, tenía un poco de tiempo y quería aprovecharlo; a media mañana, la pelinaranja llegó a la habitación de Bade, e ingresó a la misma, solo con una charola de su desayuno. El joven estaba sentado, cerca del ventanal, observando el exterior, a través de los barrotes.
-Buenos días – dijo su madre con seriedad – me sorprende que estés levantado.
-Buenos días – respondió el menor – me despierto todos los días temprano y me acuesto tarde, esperando a que vengas a verme…
-¿Eso es un reproche, Bade? – preguntó su madre, mirándolo con desaprobación.
-No, madre – negó –pero temía que por esa puerta entrara mi verdugo, antes de poder verte…
-¿Acaso Xalla no te dijo que no serás ejecutado?
-Sí – asintió el joven de ojos aqua y caminó hacia su madre – pero me dijo que esa decisión era por parte de un hombre, que realmente es el abuelo de Naü Kalzan – sentenció – así que seguramente, su padre Lort Kalzan o su hermano, Maë, mandarían mi ejecución tarde o temprano.
-Nada tienes que temer – negó Moriza con una sonrisa y destapó la charola – el señor Zadga es una persona amable, respetable y con una calidad moral sorprendente, así como un gran corazón lleno de compasión – suspiró – gracias a él y al joven Naü, nuestra familia no ha caído en desgracia, aunque tú y tu hermano, dejarán de tener apellido en cuanto nos vayamos a la ciudad imperial.
-¿Crees que eso me asusta? – Bade buscó la mirada purpura de su madre – no madre, no me asusta perder mi apellido, lo que me asusta es morir – dijo con miedo y sus ojos mostraban que no estaba mintiendo – y si tu no haces algo, moriré y Gowe también.
-¿De qué hablas? – preguntó la pelinaranja contrariada, por el gesto nervioso de su hijo.
-Madre… – el menor sujetó la muñeca de la mujer con ansiedad, parecía tener miedo de hablar, pero finalmente lo hizo – Maë Kalzan estuvo de acuerdo con la muerte de su hermano – dijo entre dientes.
Los ojos de Moriza se abrieron con sorpresa y susto – ¿qué dices?
-Sí… – Bade respiró profundamente – solo Gowe y yo lo sabíamos – anunció – Maë Kalzan estuvo de acuerdo en ayudarnos con su familia, aún y después de saber que yo tuve que ver en la desaparición de Naü, solo si mi hermano se convertía no solo en su siervo, sino en su amante – acusó y su madre puso un gesto de terror – así que ahora que Naü es hijo de alguien más, ¿crees que los Kalzan dejarán que Gowe y yo, que sabemos que Maë Kalzan, estuvo inmiscuido en lo que le ocurrió al Sumo Sacerdote de Derok, vivamos para contarlo?
Moriza buscó la silla con su mano y se sentó; temblaba de miedo y a la vez estaba horrorizada – no – negó – Bade… – levantó el rostro y miró a su hijo con ira – mentir de esa manera, ¡sabes que…!
-¡No estoy mintiendo! – gritó el menor, interrumpiéndola – madre… – su voz tembló – yo quería hablar contigo, pensando que si hablabas con Maë Kalzan y le decías sobre esto, seguramente él me ayudaría a que su hermano me perdonara, porque estaba dentro de nuestro trato, que me ayudaría a todo, mientras su hermano Naü estuviera muerto y él se pudiera quedar con la fortuna de su abuelo – respiró profundamente – eso se lo dijo a Gowe – habló entre dientes – pero ahora… ¿crees que esa familia nos dejarán vivos, si podemos comprometer a su primogénito?
Moriza mordió su nudillo y tembló; después de lo que Shaka contó, ella sabía que la familia Kalzan era capaz de cualquier cosa por cuidar su nombre y prestigio, más no imaginaba que el pequeño Maë fuese de esa manera que su hijo le contaba en ese momento.
-Mi Dios… – dijo en un murmullo, sintiendo que su pecho se oprimía – Bade…yo… ¡por Derok! – las lágrimas empezaron a caer – es que esto es… ¡espantoso!
-Tienes que ayudarme, madre – suplicó el menor, hincándose frente a la mujer – ¡a mí y a Gowe! – pidió con desespero – si es que no está muerto ya.
Moriza pasó saliva y se limpió las lágrimas – yo… haré todo lo posible – aseguró – pero… no puedo prometer nada, lo siento…
-¡Madre!
La pelinaranja se puso de pie y se apresuró a la salida, intentando no llorar, dejando a su hijo en el piso; saber eso había sido demasiado para ella. Al salir, se alejó de ahí con paso rápido, yendo a su habitación, encerrándose en la misma y recargándose en la puerta, deslizándose hacia abajo, empezando a llorar.
-¡Mi Dios! – dijo en medio de un sollozo – ¿qué hago? – se preguntó con miedo, pues temía por sus hijos y las represalias de la familia Kalzan.
* * *
Era media tarde, cuando Shaka regresó al palacio, acompañado de Yadell y Herit; iba sumamente feliz, pues todo era perfecto en las tierras, incluso, Yadell se notaba feliz de la situación, pues el canoso le prometió el treinta por ciento de las ganancias, debido a que él había buscado un excelente mercado para los productos y era dinero aparte de lo que les darían como dote para Moriza.
-Con la bendición del Dios Derok, seguramente las cosechas serán abundantes siempre – sentenció el pelinegro.
-Entonces, será un gran placer seguir realizando negocios con usted de intermediario – dijo Shaka – es notorio que tiene muy buen ojo para el comercio y necesitaremos quien nos ayude a comerciar en la ciudad imperial.
-Para mí será un honor, señor Zadga – dijo Yadell con orgullo.
Apenas cruzaron el umbral del castillo, Mazki apareció haciendo una reverencia – señor Zadga, buenas tardes.
-¡Mazki! Qué bueno que volviste, ¡ya te estabas tardando, hombre! – dijo el canoso con diversión, pero al ver el gesto serio de su escriba se dio cuenta que algo no estaba bien – ¿qué pasó?
-¿Podemos hablar en privado, señor?
-Iré a ver a mi esposa – anunció Yadell, comprendiendo que era mejor retirarse – nos veremos en la cena, señor Zadga.
El ojigris hizo un gesto con la cabeza y después, se encaminó al estudio principal del castillo, seguido por Mazki y Herit. Cuando estuvieron solos, Shaka observó a su amigo y se dejó de formalidades.
-¡Suéltalo! – sentenció.
Mazki pasó saliva, pero debía decirle lo ocurrido – no permitieron que se realzaran los trámites.
-¿Por qué? – preguntó cruzándose de brazos.
-El emperador desea que se verifique la historia – suspiró el moreno – así que quiere enviar a alguien aquí, para que lo constate y después, quiere hablar con usted en persona.
Shaka analizó las palabras de Mazki, sabía lo que eso significaba, así que empezó a reír – comprendo… – respiró profundamente – quiere enviar a alguien para constatar y después, llevarme a la ciudad para matarme y que alguien de su familia, se haga cargo de Naü, ¿cierto?
Su escriba pasó saliva – señor, yo no puedo decir eso, pero usted sabe cómo son algunas cosas y usted ha visto eso antes…
-Sí, yo lo he visto y he vivido… – el ojigris respiró profundamente – ¿a quién enviará?
-No lo sé – aseguró el moreno – pero seguramente, a su única familia – hizo un ademán señalando al canoso – pues si usted falta, sus parientes políticos tendrían que hacerse cargo de su hijo.
El canoso rechinó los dientes y apretó los puños – así que quiere que Lort recupere a Naü – respiró profundamente – ¡no! – negó – no se lo voy a permitir – dijo con ira – él no se lo merece y no le daré la satisfacción de obtener prestigio y poder, por medio de alguien a quien nunca quiso…
-¿Qué piensa hacer? – Mazki puso un gesto contrariado – aunque tomemos todas las medidas necesarias para evitar que le hagan algo, sabe que el emperador tiene muchas maneras de conseguir lo que quiere – dijo con temor – un accidente, un veneno, un asesino a sueldo – pasó la mano por su cabello – señor, enfrentar al emperador es imposible.
Shaka levantó una ceja y sonrió divertido – has olvidado algo Mazki, el emperador es un hombre y yo, soy el padre de Naü Zadga, el consorte de un Dios – dijo con suficiencia – y si tengo que usar esa carta, solo por proteger a mi hijo, lo haré.
El moreno no comprendía esa frase.
-Herit… – prosiguió el canoso – Naü me dijo que cenaría con nuestro señor, ve a su habitación y espera, cuando llegue nuestro Dios, dile que me gustaría hablar con él, mañana a temprana hora, no le digas que es urgente ni de lo que se trata, pues no quiero preocupar a Naü.
-Sí – asintió el hombre y fue de inmediato a la salida, pero al abrir, se encontró a Moriza a punto de tocar – buenas tardes, señora – saludó cordial.
-Buenas tardes, Herit – dijo ella con suavidad – ¿el señor Zadga, está ocupado?
-¡Pase, señora Quill! – la voz grave de Shaka, retumbó en el salón.
-Con permiso – dijo la mujer con suavidad, ingresando al despacho, mientras Herit salía.
La pelinaranja llegó hasta estar frente al escritorio, pues Shaka había ido a sentarse detrás del mismo.
-Siéntese – dijo el hombre – ¿le ocurre algo? – preguntó al ver que la mujer tenía los ojos hinchados.
Moriza tomó asiento y luego respiró profundamente antes de hablar – señor Zadga, tengo un asunto delicado que tratar con usted y… quisiera que fuera en privado.
-¿En privado? – esa petición le llamó la atención – señora Quill, de las personas que trabajan para mí, Mazki y Herit, son en quienes más confío, así que no se preocupe, puede hablar sin reparos cuando ellos estén conmigo, especialmente ahora, que no puedo confiar en quedarme solo de nuevo.
-Está bien… – la pelinaranja asintió – señor Zadga, usted y el joven Naü, así como mi señor Derok, han sido sumamente amables y yo, no quisiera pagar mal sus atenciones… y aunque quise rezarle a mi Dios en busca de consuelo y respuesta, sé que mi señor quizá no entienda lo que quiero decir, es por ello que he decidido hablar con usted y que sea lo que Derok quiera – dijo resignada.
-No le dé más vueltas al asunto – Shaka levantó una ceja – ¿de qué se trata?
-Se trata de la familia Kalzan… – dijo con seriedad y Shaka se irguió en su asiento – específicamente, de Maë Kalzan y de mis hijos…
* * *
En el palacio del emperador, un hombre pelirrojo era guiado por el largo pasillo por un guardia imperial, hasta el despacho real. Lort Kalzan había sido llamado a ver en persona su alteza real, Menir I, pero debido a que se encontraba fuera de la ciudad junto con su familia, no había podido acudir hasta ese día. Un par de guardias estaban en el acceso y al verlo, abrieron la puerta doble, para que ingresara sin detenerse.
En el enorme escritorio, sentado en un sillón que era equiparable en tamaño al de la sala del trono, estaba el emperador Menir I, observándolo con altivez, al lado del mismo, estaban sus más fieles acompañantes y consejeros.
-Majestad… – el ojiverde se inclinó ante el emperador, esperando que le permitiera incorporarse.
-Por fin te dejas ver, Lort – dijo el joven emperador, que ya contaba con veinticinco años – tengo semanas esperando que te presentaras ante mí – reclamó.
-Señor… – el pelirrojo suspiró – usted me envió a verificar las tierras del este, a pesar de mi luto, así que no pude quedarme mucho tiempo en mi hogar.
-Ah, sí, tu luto – dijo con desdén – levántate – ordenó – hablemos de tu hijo muerto.
-¿Señor? – Lort se incorporó, sin comprender esas palabras.
-Lort – Mashra Parrell, canciller del emperador le dirigió la palabra – cuando volviste de la meseta, dijiste que tu segundo hijo había muerto – sentenció.
-Sí – asintió el pelirrojo.
-Eso, por supuesto era una liberación para tu familia, más que una tragedia – Vhinet Diwar el condestable habló con sarcasmo – especialmente porque no lo sacrificaste cuando nació, justo como las leyes lo dictan.
Lort apretó los puños – lo sé – dijo con seriedad – pero fue petición y orden explicita de su majestad, Kinhar III, quien regía en su momento – se excusó – y pese a todo, mi esposa, mi hijo Maë y yo, queríamos a Naü, así que sí, nos dolió – terminó en un murmullo.
-¿Les dolió? – Menhir entrecerró los ojos – ¿en serio?
-¡Por supuesto! – aseguró el ojiverde – por eso le solicité al general Adhio, aquí presente – señaló al hombre de cabello azul cielo con un gesto – que enviara hombres a buscar a aquellos que hubieran cometido el crimen.
-Es cierto – asintió el aludido – y lo hice.
-La muerte de mi hijo fue un duro golpe – prosiguió Lort – y mucho más, porque ni siquiera pudimos darle un entierro digno, dónde mi esposa pudiera ir a llorarle.
Todos se vieron entre sí, parecían un tanto incrédulos.
-Bien, si tu hijo murió de verdad – Menhir se inclinó sobre el escritorio – dime Lort, ¿por qué Shaka Zadga está, desde la meseta de Derok, solicitando la adopción legal de un niño, llamado Naü, quien se suponía era su nieto con anterioridad?
-¡¿Qué?! – el pelirrojo se sorprendió por esas palabras y la mirada de todos le dijo que no era una broma.
-Además, ese niño, según un mensaje del templo de Derok, es ahora el Sumo Sacerdote, pareja de nuestro Dios, futuro portador de su semilla – siseó el emperador.
Lort estaba estupefacto – no – negó débilmente – eso es… imposible… encontraron la carroza donde iba y sus pertenencias llenas de sangre – pasó la mano por su cabello, tratando de comprender.
-No es suficiente para darlo por muerto – sentenció el canciller.
-Ahora, por tu error, Shaka Zadga puede tener un heredero y su fortuna no pasará a las arcas reales, como había sido establecido en el contrato de matrimonio con su hija – sentenció el condestable con ira.
-Pero… no puede ser Naü – negó Lort.
-Tienes razón, no puede ser tu hijo Naü – el emperador se puso de pie – ¿sabes lo que ocurriría si el país se entera, que un segundo gemelo, ahora es un Sumo Sacerdote? Nuestra tradición para evitar dividir las fortunas familiares puede ser desechada y eso no nos conviene…
-Pero… dijo que… que era pareja del Dios de la meseta – musitó el pelirrojo, aún sin entender.
-Eso dicen las noticias – Mashra se cruzó de brazos – pero mientras no haya una presentación oficial, nuestro Dios puede buscarse otra pareja – sonrió con crueldad.
-¡¿Qué?!
Tanto Lort como el general Adhio se sorprendieron de esas palabras, especialmente el militar, que era devoto al Dios de la meseta, pero tampoco podía oponerse a su rey.
-Entiende algo, Lort, sea o no sea tu segundo hijo, Shaka Zadga no puede tener herederos – sentenció el emperador – así que irás a la meseta y si es tu hijo, tomarás el lugar que te corresponde como su padre y si no, entonces, buscarás la manera de sacarlo de ahí, así tengas que deshacerte de Shaka – levantó una ceja, consiguiendo que el pelirrojo entendiera a qué se refería – sea quien sea, no debe tomar su lugar como Sumo Sacerdote, no me importa si tienes que matarlo de verdad – gruñó – tienes un primogénito y por lo que se, físicamente él y su hermano son casi idénticos, excepto por uno que otro detalle, así que si el niño en la meseta, es tu segundo gemelo, seguramente a nuestro “Dios” no le molestará tener algo mejor y eso te convendría, ¿comprendes?
-Pero… – el ojiverde pasó saliva – si es cierto… si el Dios Derok ya eligió… si algo le pasa a su pareja… entonces…
-Es un riesgo – Vhinet asintió – pero ese niño no ha tomado posesión como Sumo Sacerdote, así que no es oficial o quizá, solo sea una mentira para que ayudemos a la familia guardiana de la meseta de Derok.
-Lort… – Menir volvió a sentarse – si la fortuna de Zadga se pierde, el imperio se cobrará con todo lo que la familia Kalzan tiene, para recuperar la perdida – amenazó.
-Las arcas reales no están para perder más dinero – presionó el canciller – y de algún lado el emperador debe obtener el capital que debe gastar, para ayudar al pueblo, ¿o no?
Lort asintió débilmente – sí.
-Bien, parte mañana a la meseta y espero buenas noticias – ordenó el emperador – Adhio irá contigo.
-¿Señor? – el peliazul puso la mirada en el soberano, temeroso de la orden que iba a recibir.
-Así es, Sutk – sonrió Menir mirando a su más fiel seguidor, quien le había jurado completa lealtad al tomar posesión de su cargo – porque si Lort no cumple mis órdenes, mi ejercito lo hará, ¿no es así?
Por un segundo, el hombre de ojos rojizos aguantó la respiración, pero finalmente, accedió – como ordene, majestad.
* * *
Naü estaba sentado en un diván, observando cómo los últimos rayos del sol estaban ocultándose en el horizonte.
-Ya casi llega papá – dijo con emoción, acariciando su vientre, esperando que la semilla lo escuchara y la emoción lo invadió al obtener una débil respuesta, a diferencia del resto del día – ¡mi Dios! – suspiró – es bonito escucharte – musito con infinito amor – me preocupaste todo el día, porque pensé…
-¿Qué pensaste? – Derok llegó a la alcoba, ingresando por la ventana.
-Mi señor – sonrió el castaño, levantando el rostro – es que… como no respondía… pensé que…que ya no… es decir…
El Dios se acercó a su pareja y lo besó en los labios, antes de acuclillarse frente a él – te dije que la semilla es nocturna – sentenció pasando la mano por el abdomen del niño – y apenas tiene un día de germinación – ladeó el rostro, sintiendo a su pequeño retoño, que le daba la bienvenida – por eso duerme todo el día, ¿lo recuerdas? Te lo dijeron Skoll y Tariq – sonrió – después de la primera luna, ella te responderá todo el tiempo.
-Lo sé – asintió el de lentes – pero… no puedo evitar preocuparme y pensar que… quizá…
-No pienses mal – Derok negó – todo está bien…
-Intentaré no preocuparme – rió el menor – por cierto, ¿le contó a sus hermanos que su semilla germinó? – indagó emocionado.
-Sí, están desesperados por conocerte – el Dios entornó los ojos – pero como te presentaré en la boda de Keroh y Tariq, tienen que esperar.
Naü ejerció presión en las manos de su pareja – espero no decepcionarlo – sonrió.
-¿Por qué lo harías?
-Bueno, viendo a Skoll y Tariq, que tienen conocimiento sobre ser sacerdotes… pues yo…
Derok negó – eso no importa, tú eres perfecto y nuestra semilla piensa igual, si no, no hubiera germinado, así que no lo dudes.
El de lentes sintió que su rostro ardía y una risita nerviosa escapó de sus labios; le gustaban esos momentos con su Dios, pues Derok sabía qué decir, para hacerlo sentir bien y seguro.
-Ahora, vamos… – el de ojos naranjas se puso de pie – te llevaré a cenar y después, a regar nuestra semilla.
-Sí, pero antes – Naü estiró la mano y sujetó una campanilla, moviéndola con gracilidad – Herit desea hablar con usted, mi señor.
-¿Ah, sí?
La puerta se abrió y el moreno ingresó con rapidez – buenas noches, mi señor Derok – dijo haciendo una gran reverencia.
-¿Qué pasa? – preguntó la deidad.
-El señor Zadga solicita una audiencia con usted, mañana a primera hora, si es posible.
Naü parpadeó sorprendido, pues no sabía sobre ello; Derok frunció el ceño, no comprendía las palabras que usó el siervo, así que buscó con la mirada a Naü.
-Que papá quiere hablar con usted y seguramente es urgente – musitó el niño.
-Ah… – el Dios sonrió – está bien – asintió – dile que mañana, al despuntar el alba traeré a Naü y podemos hablar antes de que desayunen, si quiere.
-Gracias, mi señor, yo le avisaré al señor Zadga, con permiso…
Cundo el hombre salió de la habitación, Naü puso la mano en su boca – que raro – murmuró – papá no me dijo que quería hablar con usted – levantó el rostro en busca de Derok.
Derok sonrió – no te preocupes, seguramente es algo sin importancia, de lo contrario hubiese querido hablar conmigo hoy mismo, ¿no crees? – sentenció – vamos, se hace tarde y nuestra semilla tiene hambre.
-Sí – Naü volvió a sonreír – está ansiosa y yo también – dijo con un tinte de deseo.
El Dios besó a su pareja con devoción y después lo levantó en brazos, para llevarlo a su árbol de vida, pero sin que Naü se diera cuenta, musitó unas palabras en su idioma primigenio y el viento empezó a llevarle las noticias de lo que había ocurrido en el palacio ese día, mientras él estuvo ocupado, atendiendo las plegarias de sus devotos.
* * *
Lort Kalzan llegó a su hogar, cuando su familia estaba cenando a la mesa; iba con gesto serio y todos los músculos de su cuerpo estaban tensos.
-¡Padre! – Maë le sonrió – pensamos que no vendrías a cenar.
-¿Hay buenas noticias del emperador? – pregunto su esposa, quien vestía una túnica negra y portaba su cabello recogido tras su nuca, en señal de que seguía de luto.
-Saldremos al amanecer – dijo con voz fría – debemos ir a la meseta de Derok.
-¿De nuevo? – su hijo hizo un gesto de enfado, sabiendo lo que eso acarrearía y no tardó en constatarlo.
Los ojos grises de Asim se humedecieron y un sollozo escapo de sus labios; el recuerdo de la desgracia que ocurrió en ese lugar, la hizo llorar.
-Sí – Lort respiró profundamente, no sabía si era bueno decir lo que ocurría, pero tampoco podía callarlo por mucho tiempo – al parecer… Naü está vivo – dijo a media voz.
-¡¿Qué dices?! – la castaña levantó el rostro, buscándola mirada de su esposo, pues esas palabras le habían dado un poco de esperanza; Maë por su lado, puso un gesto molesto, pues no pudo ocultar del todo la ira que esa frase le causó – ¡¿de verdad?! – Asim sonrió y se puso de pie – ¡¿no me estás mintiendo?!
-No puedo asegurarlo – Lort negó – pero, tu padre fue a la meseta, a adoptar a un niño llamado Naü, quien, según noticias del templo, es el nuevo Sumo Sacerdote y pareja de Derok.
-¡¿Qué?! – Maë se incorporó golpeando la mesa con sus manos, pero su padre no le puso atención, ya que su madre se había desvanecido por la impresión.
-¡Asim, mi amor! – el hombre la levantó en brazos y la llevó a un sillón, mientras su primogénito temblaba de ira.
Lort empezó a llamar a los siervos, para que le ayudaran con su esposa y poder despertarla, mientras el pequeño castaño aprovechaba la confusión, saliendo del comedor, yendo a la habitación de su siervo Gowe.
El peliazul estaba recostado en su cama, había cenado temprano y como siempre, descansaba un poco, antes de escabullirse a la habitación del ojiverde; no le gustaba la vida que tenía, pero le consolaba saber que su familia estaría bien, gracias a su sacrificio. La puerta se abrió y el castaño entró con rapidez ante el asombro de su siervo, quién se incorporó de un salto.
-Joven Kalzan, ¿qué…? – no termino de hablar, porque la mano de Maë se estampó en su mejilla.
-¡Me mentiste! – gritó iracundo – ¡dijiste que Naü había muerto! – reprochó – y ahora, resulta que no solo está vivo, sino que es el Sumo Sacerdote y ¡es la pareja de Derok!
-¡¿Qué?! – Gowe estaba estupefacto – ¿de qué habla?
-Mi padre dice que Naü está vivo – siseó – y que ahora es pareja de un Dios.
-No – el mayor negó – no es posible…
Maë se enfureció por ese gesto del peliazul, porque significaba que tampoco lo sabía y era lógico, ya que no se comunicaba con su familia, así que en un berrinche infantil, agarró una pequeña estatuilla que estaba adornando la mesita de cama y la estrelló con fuerza contra un gran espejo; gran parte de los cristales cayeron y el ojiverde apretó los puños, respirando profundamente, tratando de calmarse, sin conseguirlo del todo. Después de un momento, su respiración regresó un poco a la normalidad y miró por encima del hombro a su siervo.
-Más vale que sea mentira – dijo con molestia – Naü no puede estar vivo y tampoco puede ser pareja de Derok… no voy a permitir que él sea más importante que yo, ¡jamás! – rechinó los dientes – y como tú me dijiste que las bestias se lo comieron, si está vivo, vas a cumplirlo ¡¿entendido?!
-¿Qué? No, no podría y menos si es…
-¡Naü no es nadie! – gritó el menor – y recuerda que si no me obedeces, puedo hundir a tu familia, ¡¿eso quieres?!
El peliazul pasó saliva, si él no cumplía con Maë, su familia saldría perjudicada y todo el sacrificio que había hecho hasta entonces, no habría servido de nada.
-No – bajo el rostro – por supuesto que no…
-Bien… – Maë sonrió de lado de forma cruel – si es cierto que el ‘Dios’ de la meseta, gusta de una copia, seguramente quedará fascinado conmigo, que soy el original – se señaló con orgullo – solo hay que deshacernos del estorbo de mi hermano, si es que de verdad sigue respirando – dijo aún con un poco de dudas de que realmente fuera Naü – pero aunque sea otro, sé que puedo quedarme con su lugar y por eso tú, mi querido ‘esclavo’, te encargarás en persona de eliminar a ese nuevo ‘Sumo Sacerdote’, sea quien sea, ¿de acuerdo?
-S… sí…mi señor Maë…
-Bien, ahora prepárate, hoy no podrás ir a mi alcoba, porque mi padre dijo que saldremos al amanecer y espero que mi madre no retrase el viaje con sus dramas y achaques de siempre…
El castaño salió con paso rápido de la habitación de Gowe; el peliazul recargó los codos en sus rodillas y puso las manos en su cara – ¿qué está pasando? – se preguntó con nervios y luego, miró su reflejo distorsionado, en los restos del espejo quebrado – si es cierto y tengo qué hacer lo que él quiere… entonces… ¿qué ocurrirá con mi familia? ¿Qué pasará conmigo? – tembló, imaginando lo peor.
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