Capítulo XVI
Al día siguiente de que Shaka Zadga tomara la tutela de Naü, Mazki, su escriba, partió a la ciudad imperial, para realizar todos los tramites que se necesitaban, no solo para que el canoso adoptara al niño, sino para el traspaso de bienes a la familia Quill y el legítimo recibimiento del castillo y las tierras, para el nuevo Sumo Sacerdote; además, debía supervisar el envío de todas las cosas importantes de Shaka, a la meseta, pues iba a ser una mudanza algo grande, que le tomaría al menos, unos cuatro viajes de barco.
Shaka, esperaba ansioso el dictamen para enviar lejos a los sacerdotes y al hijo de Moriza, pero mientras tanto, tenía otros asuntos importantes. Al ser un hombre más de política y habilidades militares, tuvo que ser acompañado todo el tiempo por su mayordomo Herit, mientras conocía lo que debía hacerse en el castillo y los alrededores, siendo el administrador del lugar; Yadell era un hombre de negocios, así que su manera de ver las cosas era algo diferente a la del canoso, pero le explicó con calma sobre los comercios y la ayuda brindada a las pequeñas poblaciones que trabajaban sus tierras.
Moriza dividía su tiempo en instruir a Naü y en acompañar a su hija, mientras preparaban su mudanza también, pues Xalla, junto con su padre y hermano, partirían a la ciudad imperial, en cuanto estuviera hecho lo del traspaso de bienes, para que se adecuaran a la nueva vida que tendrían; precisamente por ello, no podía acudirá a ver a su hijo, pues su tiempo estaba completamente ocupado y su hija le decía a Bade, que tuviera paciencia para esperar a su madre. La pelinaranja tenía muchas inquietudes, especialmente porque no se sentía del todo feliz de tener que separarse de su esposo y sus hijos, pero sabía que debía hacerlo, pues ella solo acompañaría a Naü por un máximo de un año, ya que después, todo estaría a cargo de Wared; el anciano le había enseñado a ella y tenía plena confianza que sería un gran maestro, justo como lo estaba siendo con Jakhit, quien lo sustituiría después, como el líder de los otros sacerdotes.
Naü por su parte, se esforzaba mucho en aprender lo básico de ser un Sacerdote; siendo un niño aplicado y estudioso, no le fue difícil aprender del idioma de los cánticos, especialmente porque Derok le ayudaba un poco en las noches y de cuando en cuando, le preguntaba a Skoll por medio de los portales, así que el albino le prestaba todas las notas y libros que podía, para que repasara. Sus horarios eran complicados, pues despertaba a media mañana y después de la cena, ya no podía ocuparse de nada, pues era tiempo que compartía con Derok. El resto del tiempo, durante el día, era ocupado con actividades de lectura, practica de canticos, purificaciones y repaso de cosas sociales, que debía aprenderse antes de su presentación, aunque no descuidaba el recibir a los peregrinos, quienes se sorprendieron de ser los primeros en conocer al Sumo Sacerdote, pareja del Dios de la meseta; el castaño era amable, accesible y escuchaba a todas las personas que podía, personalmente, aunque siempre les decía que debían orarle a Derok con devoción, de esa manera, la deidad los escucharía siempre.
Pero en el fondo, Naü se sentía inquieto, pues el tiempo pasaba y no había hablado con su pareja sobre la semilla; estaba ansioso, pues le hacía ilusión pensar en tener un ‘retoño’, que se pareciera a Derok, pero también tenía miedo, de que nacieran enfermos, como él. Derok ya se había dado cuenta de la inquietud del niño, pero no entendía la razón, así que se la preguntó días antes de la siguiente luna llena, mientras estaban en su árbol de vida.
-¿Qué ocurre? – indagó el mayor con seriedad, al notar que el castaño no lo miraba a los ojos.
-Ah… nada – sonrió nerviosamente el niño.
El dios entrecerró los ojos y lo sujeto de la barbilla, obligándolo a que posara su mirada en él – no me gusta que me mientan, lo sabes – dijo molesto, pues ya tenían días así – así que dime, ¿qué ocurre?
Naü se asustó, pero imaginó que el otro estaba enojado por su actitud – yo… es que… usted – pasó saliva – usted no me ha dicho nada de… de… su semilla – musitó.
Derok lo liberó del agarre y puso un gesto de confusión – ¿qué quieres decir? – preguntó sin entender a qué se refería el niño.
-Ah… pues… que cuando me pidió que me quedara con usted – acomodó sus gafas nerviosamente – me dijo que quería tener retoños y… no me ha vuelto a decir nada… de eso… entonces… pienso que… a lo mejor… usted no… – sus ojos se humedecieron – no está seguro de… de hacerlo… conmigo…
La voz del niño se perdió al final, tanto que cualquier persona no lo habría escuchado, pero Derok sí y lo enterneció; el mayor sonrió, abrazándolo y besándole el cabello.
-Mi niño, si no dije nada es porque no quería que te sintieras presionado – sonrió y buscó los labios del ojigris, dándole un beso suave – además, has estado muy ocupado con tus actividades y no sé qué tanto te cansarías si portaras mi semilla – dijo con preocupación – por eso quería esperar.
-¿De verdad? – Naü busco la mirada naranja con ansiedad – ¿es por eso? ¿No es porque duda de mí?
-¿Por qué lo haría? – Derok lo recostó en el lecho de su árbol de vida y lo besó con pasión, mientras sus manos desataban la túnica que el menor portaba – jamás dudaré de ti, Naü.
-Mi señor… – el niño abrazó al mayor y buscó sus labios, anhelando un beso y el Dios lo complació, besándolo con ansiedad y deseo – tenía miedo… – confesó el castaño con timidez cuando el otro le permitió respirar – creí que… que no se sentía seguro conmigo.
-Claro que no – negó – además, yo realmente quiero tener retoños contigo… pero pensé que querías esperarte, hasta el otro año.
-Yo también lo pensé… – una risita nerviosa asaltó al ojigris – pero, cada vez que veo al pequeño Neyr, me imagino a un pequeño niño, igual que usted, corriendo por todos los islotes – contó con ilusión – y… la idea me gusta… por eso… cada vez, tengo el deseo de que sea pronto, pues sé que tardan muchos años en salir de su árbol y… yo realmente, me siento ansioso…
Derok rió, divertido por la visión que su pareja acababa de darle, imaginando a su primer retoño, corriendo por todos los islotes, feliz.
-De acuerdo – asintió el Dios y bajó por el cuello – pero para hacerlo, debemos prepararnos – susurró contra la piel – para que todo salga bien, ¿de acuerdo?
-Cómo digas… amor…
* * *
Después de que Derok dejó a Naü en el palacio, se comunicó de inmediato con su hermano Nyrn, para hablar con él y Skoll; a pesar de que no eran horas apropiadas, la pareja comprendió que el tema de la semilla era muy delicado, por lo que no podían negarse a ayudar a Derok.
-Y como Naü quiere que lo intentemos, pensé que sería bueno hacerlo ahora que será luna llena, pero… no me siento seguro – terminó Derok, al explicarles a la pareja, la situación.
-“¿Solo Naü?...” – el albino levantó una ceja, pues no sería bueno que solo el niño quisiera intentarlo.
-Yo también quiero – admitió el Dios de ojos naranjas – pero no sé si esté bien… Naü me dijo que aún no era considerado mayor, entonces… ¿qué pasa si algo sale mal?
-“Naü tiene catorce años, ¿no es así?” – indagó Nyrn.
-Sí – respondió su hermano – se supone que a finales de año, cumplirá quince.
-“Si tiene quince cuando siembren la semilla, tendrá casi la misma edad que Skoll, cuando lo conocí…” – el rubio se alzó de hombros – “…yo no le veo problema.”
El ojirrojo miró a su esposo con seriedad, para Nyrn todo era simple y sencillo.
-“En nuestra sociedad, somos mayores a los dieciséis…” – sentenció el albino – “…por eso, Naü te dijo que aún era menor…” – aseguró – “…pero no pasa nada, los cambios que tenemos al portar la semilla, harán que su cuerpo se adecue, así que no te preocupes por la edad de él…”
-¡¿Significa que no hay problema?! – sonrió Derok con emoción.
-“Yo no dije que no hay problema…” – negó Skoll – “…obviamente, como es más pequeño, debes cuidarlo mucho…”
-Lo haré – aseguró su cuñado – pero… ah… supongo que hay cosas que preparar, ¿no es así?
-“Sí…” – asintieron a la vez, Nyrn y Skoll.
-“Cuando pones la semilla en el cuerpo de tu pareja, le va a doler, eso ya los sabes…” – dijo Nyrn – “…pero debes procurar darle placer, porque antes de introducirla, Naü debe bañarla con su semen, de lo contrario, no habrá germinación…”
-Entiendo – asintió el de ojos naranjas, poniendo toda su atención en las palabras de su hermano.
-“También, al día siguiente, Naü debe ser bañado, todo el día, con una infusión de tus flores de sangre y también debe beber mucho té de lo mismo…” – explicó Skoll con toda seriedad – “…la semilla empezará a absorber líquidos y si Naü no se hidrata, le podría hacer enfermar…”
Derok se sobresaltó por esas palabras.
-“Tiene que comer muy bien…” – prosiguió el albino – “…de preferencia, las frutas de tu árbol de vida y después de la primera vez que la rieguen, la semillita estará más tranquila y le dirá a Naü lo que necesita…” – dijo con ilusión, recordando las veces que había portado una semilla de Nyrn.
-Eso no me consuela – musitó Derok, pasando la mano por su nuca, nervioso.
-“Todo estará bien…” – Nyrn sonrió – “…solo debes hacerlo especial, es todo…”
-Qué fácil – su hermano entornó los ojos – como ya tienes experiencia, para ti es muy sencillo decirlo.
-“Solo estoy tratando de ayudarte…” – el ojiverde se cruzó de brazos, molesto.
-“Tranquilo, mi amor…” – Skoll pasó la mano por el brazo de su esposo y Nyrn se calmó de inmediato – “…Derok…” – dijo para su cuñado – “…si no te sientes seguro, ¿qué tal si Miley va a ayudarte en ese primer día?...” – sonrió – “…ella ya tiene experiencia también y seguramente, podrá enseñarle a los siervos de Naü, a atenderlo como es necesario…”
-¡¿De verdad?! – el joven Dios se emocionó, pues confiaba ciegamente en Miley para el cuidado de Naü y sabía que la chica no permitiría que nada malo le pasara.
-“Sí…” – el albino asintió – “…pero tendrás que llevarla al hogar de Naü mañana, para que las personas se acostumbren a ella, ¿comprendes?”
-No hay problema.
* * *
Naü desayunó en cama, a media mañana, pero se volvió a dormir hasta medio día, pues Jirare fue a despertarlo, ya que habían llegado algunos peregrinos y era mejor que los atendiera antes de su comida. El niño se apresuró a asearse y vestirse, todo para salir de inmediato al templo; Moriza lo esperaba en la entrada del mismo, acompañada de Wared, los demás sacerdotes y un grupo de personas, encabezadas por una pareja, que se miraba gente de campo.
-Disculpe la tardanza – dijo el niño, acomodando sus gafas con nervios – pero me duermo muy tarde…
-Comprendemos – sonrió la mujer que parecía líder de los visitantes.
-La señora Quill nos explicó que pasa las noches, ocupado con el Dios de la meseta – sentenció el hombre con calma – de hecho, nos sentimos honrados que nos reciba, antes de su comida.
-Es que las plegarias son lo más importante para mi Dios – anunció el niño con rapidez – bueno… por ahora – una risita nerviosa lo asaltó, imaginando que después, lo más importante sería la pequeña semilla que iba a portar en su vientre.
-Aun así, no le quitaremos mucho tiempo – suspiró el hombre – venimos de las montañas Uwembe, al sur, en el límite de los terrenos de nuestro señor de la meseta.
Naü se sorprendió y miró a Moriza con ansiedad – ah… creí que esas tierras le pertenecían a otro Dios – dijo confundido.
La pelinaranja sonrió condescendiente – mi joven señor, las montañas Uwembe son el límite de las tierras de nuestro señor Derok al sur, pero aunque la mayor parte de las mismas, pertenezcan a otro Dios, hay una parte dónde se sigue adorando al Dios de la meseta – explicó con calma.
-Ah… entiendo – buscó el rostro del líder de los peregrinos – disculpe, pero… apenas estoy aprendiendo – dijo con vergüenza.
El hombre sonrió al ver la inocencia del niño – no se preocupe… pero ahora comprenderá, que hemos hecho un largo viaje, venimos cansados y algunos de los míos, sufrieron un pequeño percance en el camino, pues un caballo se asustó y la carroza que traía, se volcó a medio camino.
-Mi Dios… – musitó el niño asustado – ¿están bien?
-Sí – respondió la mujer – solo fue el susto, algunos golpes, pero lo que perdimos fue a la bestia y muchas de las ofrendas que traíamos.
-Eso no importa – negó el niño – ¿señora Quill, podemos darles ayuda a los señores? Por favor.
La mujer asintió – claro, ya tienen permiso de acampar en los terrenos del castillo y con gusto les proporcionaremos lo que necesiten, atención y comida.
-Agradecemos su interés, joven Zadga – suspiró el hombre – pero si hemos venido es, porque aparte de los ruegos de nuestros seguidores, necesitamos la ayuda de nuestro Dios…
-¿Qué ocurre? – indagó el niño con preocupación.
-Nuestras tierras están cayendo en desgracia – prosiguió la mujer – nuestros pozos se secaron, por lo que nuestros cultivos fueron escasos y esta temporada, apenas si pudimos salir adelante.
-Además, los niños y mujeres, empezaron a enfermar – anunció el hombre – mi nieto está en cama, sufriendo – sus ojos se humedecieron – por eso, hemos venido.
Naü se enterneció al ver a ese hombre de gesto adusto y serio, que lloraba por un miembro de su familia y su corazón se oprimió, al pensar en su propio abuelo.
-Hablaré con mi señor – dijo con voz suave – le prometo que haré lo imposible, porque él intervenga, pero hay algo que debe saber – sus palabras tenían un tinte de pesar – mi señor es un dríade – suspiró – puede curar, pero no puede evitar la muerte, porque es natural, ¿me explico? – buscó la mirada del hombre – si su nieto tiene cura, le prometo que le suplicaré a mi señor que lo salve, pero si no es posible, le pido… le suplico – insistió, poniendo las manos en su pecho – que no lo culpe, lo entienda y lo acepte, por favor.
El hombre respiró profundamente, era un duro golpe saber eso, pero debía aceptarlo – lo… lo comprendo – asintió, aunque sentía que su pecho le dolía, de solo imaginar que si era demasiado tarde para su nieto, lo perdería.
-Vamos… – dijo el niño – debemos enviar las pegarías – sonrió.
A pesar de la tristeza, el hombre se sintió reconfortado por esa sonrisa tan sincera y asintió.
-Señor Wared – el ojigris buscó al anciano – ¿podemos ir al lago en este momento?
-Por supuesto – asintió el hombre con una sonrisa, pues sabía que lo más importante para Naü, era ayudar a las personas que iban a buscar a Derok.
El niño, acompañado de Moriza y los sacerdotes, junto con los peregrinos, se encaminaron a las piedras sagradas; en el camino, los sacerdotes les entregaron las balsas de papiro a los viajeros, para que hicieran sus ofrendas. Naü se hincó en el centro de las rocas y empezó a orar, suplicando porque Derok lo escuchara y atendiera sus súplicas pronto; los viajeros depositaron las ofrendas, hicieron sus plegarias y cuando el menor terminó de rezar, se acercó a la orilla y dio el permiso de que liberaran las balsitas.
«Mi señor, por favor… ayude a las personas que lo veneran y creen en usted, si le es posible, ayude a ese niño, se lo suplico, por favor…» musitó mientras observaba las balsas ir al centro del lago. Finalmente se giró y sonrió para a los visitantes.
-Si mi señor Derok puede ayudarlos, lo hará, se los aseguro… – prometió.
* * *
Derok estaba ocupado en las faldas de la meseta, cerca del gran río, guiando a unos animales para que no invadieran algunas tierras de humanos; fue en ese momento que el viento le llevó las palabas de Naü, como le había dicho a los espíritus que el niño tenía prioridad, no tardaban mucho en llevarle sus mensajes.
-De acuerdo… – miró a las cebras y fue con el líder – no se metan a los cultivos, su territorio es vasto y suficiente para que pasten, por ahora solo andan por aquí de paso y deben respetar, a menos que los humanos les hagan daño, ¿entendido?
El animal resopló y guió a los demás, hacia el lado contrario de donde estaban los cultivos, con ello, Derok pudo ir al sur.
-Las montañas Uwembe – frunció el ceño, pues su territorio, era mínimo en ese lugar, ya que todo lo demás de las montañas y al otro lado de las mismas, le pertenecía a uno de sus hermanos – está lejos, pero veamos qué ocurre.
Aceleró su andar, corriendo tan rápido que solo tardo un par de horas en llegar al límite de su territorio y lo que encontró lo dejó atónito. Las tierras estaban secas, la gente estaba enferma y los pocos pobladores que se mantenían activos, sufrían deshidratación; los animales estaban desnutridos y muchos a punto de morir.
Derok sintió ira al ver esa situación, así que rápidamente, creó nubes de tormenta para que empezara llover; los pobladores mayores se sorprendieron y de inmediato, sacaron grandes cuencos para recolectar el agua, lo que le permitió al Dios, recorrer con celeridad las cabañas de esa población, ayudando a los enfermos y encontrando al niño por el que Naü había orado.
Era un pequeño de seis años, que sufría una fiebre muy alta y estaba delirando; Derok lo revisó con rapidez y sonrió al ver que aún no era demasiado tarde. En el piso de esa cabaña, hizo crecer unos hongos pequeños y oscuros, así como muchas hierbas de color amarillo, con eficacia, mezclo ambos y creó una suave pasta, que acercó a la boca del niño. Los ojos oscuros se abrieron con debilidad y apenas pudo distinguir al Dios.
-Come – sonrió Derok – esto te hará sentir bien…
El niño hizo un esfuerzo, pero al saborear esa mezcla, hizo un gesto de desagrado.
-Sé que no sabe bien – suspiró el Dios – pero es necesario si quieres volver a ver a tu abuelo…
Con esa frase, el pequeño se esforzó por comer esa pasta amargosa y acabarse el bocado que el mayor le había dado. Derok aún estaba en eso, cuando una mujer entró, cargando una gran olla llena de agua, misma que cayó al piso, por la sorpresa que la invadió, al ver al Dios.
-Mi… mi señor – ella se hincó en el piso húmedo.
-Tranquila – Derok le sonrió – realmente esperaba que alguien llegara – anunció con diversión – escucha – se puso de pie y se acuclilló al lado de la cama del niño – estas plantas… – señaló las que había hecho crecer – se mezclan en seco y la pasta que salga, deben comerla los enfermos – explicó con rapidez y la mujer asintió – haré crecer más en las orillas del pueblo, para que haya suficiente, pero debes apresurarte, algunos tienen la enfermedad más avanzada que otros y quizá no funcione.
-Mi señor… – los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas – ¡muchas gracias!
-De nada – dijo el Dios – ahora, debo ver a los animales, ayudarles con sus cultivos y ver lo de los pozos…
Derok desapareció y la mujer corrió a ver al niño, antes de salir a contarles a todos sobre la cura, para empezar a repartirla.
Mientras los humanos ayudaban a sus familiares, Derok hizo lo propio con el ganado; hizo que creciera suficiente pasto para que se alimentaran y les dio agua, los cultivos volvieron a crecer en los campos y finalmente fue a los pozos. La deidad se sorprendió al darse cuenta que estaban completamente secos; intentó que el agua respondiera a su mandato, pero no lo consiguió.
-¿Qué ocurre? – indagó molesto y se introdujo a uno, buscando el motivo del por qué no había agua.
El enorme conducto se extendía hasta un manto acuífero que se encontraba seco y Derok siguió buscando la razón; finalmente la encontró, el lugar por dónde el agua descendía para mantener ese manto lleno, estaba bloqueado.
-Bien, solo tengo que quitar las rocas…
El joven Dios intentó moverlas, pero no podía; esas piedras no respondían a sus mandatos.
-¡¿Qué?! – apretó los puños, pues los espíritus le dijeron la razón – así que no tengo derecho – rechinó los dientes – bien… – hizo una mueca sarcástica – si así lo quiere Elfry, entonces, veremos que dice Nyrn.
* * *
Ya había oscurecido, cuando Naü, Shaka y la familia Quill, estaban cenando en el gran comedor. El lugar había cambiado ligeramente, pues Shaka se empeñó en poner en todo el lugar, el emblema de la familia Zadga; una garza real, mirando hacia el cielo, con pose de que pronto empezaría a volar.
-Naü… – el canoso acarició la mano del niño, logrando que se sobresaltara, pues estaba abstraído en sus pensamientos.
-S… ¿sí?
-¿Qué tienes? – indagó preocupado el mayor – no has tocado tu cena.
-Na… nada – negó – solo estoy… preocupado – suspiró.
-¿Alguna razón en especial? – prosiguió su padre con el interrogatorio.
-Hoy… hoy vinieron unos peregrinos – musitó – tienen problemas, su gente está enferma y… posiblemente sea grave…
-Joven Zadga – Moriza habló con calma – muchas veces vendrá gente con problemas parecidos, entiendo su preocupación, pero no puede deprimirse tanto – negó – usted hizo lo que pudo y ahora, todo está en manos de nuestro señor.
-Pero… ¿si es demasiado tarde? ¿Si el nieto de ese hombre muere? Podrían perder la fe en mi señor Derok – dijo con ansiedad – no quiero que eso pase…
La risa de Shaka sobresaltó al pequeño, pues no comprendía esa reacción.
El canoso lo miró condescendiente – Naü, perder a un ser querido es doloroso – dijo con calma – pero todos los humanos, sabemos que no somos eternos… en algún momento nos llegará la hora de morir, a algunos, lamentablemente les llega antes que a otros y eso es algo que debemos aceptar… el orar para que una persona sobreviva, no es lo correcto, lo correcto es orar por aliviar su dolor y si en vida, ese dolor no se va a calmar, entonces, es preferible dejar que descanse en la muerte – su voz sonó triste – es doloroso, sí, pero algún día, veremos a esas personas en otra vida, te lo aseguro.
El castaño se mordió el labio – papá, ¿tú te enojaste con mi señor, cuando mamá Chayna murió?
-¿Por qué me enojaría? – levantó una ceja – él le quitó el dolor, ella sufría y no había remedio para su mal – sonrió triste – cuando ella se fue, lo hizo tranquila y antes de partir, me dijo que nuestro señor le iba a quitar el dolor, que debía agradecer por ello y no reclamarle… eso hice – una lágrima rodó por su mejilla, pero la limpió con rapidez – y ahora, él me ha compensado esa pérdida con creces…
Naü sonrió ampliamente, aunque sus ojos se humedecieron; la familia Quill se había mantenido en silencio, pero Moriza estaba conmovida por la manera de ver la vida, de parte del canoso.
-Ahora come – ordenó Shaka – que nuestro señor se molestará si no te cuidas…
-Ah, es cierto…
El niño empezó a comer con rapidez, pues en ese momento, sabía que debía estar saludable, ya que seguramente, el día de la luna llena, portaría la semilla de su señor.
* * *
Derok estaba en la enorme cueva, molesto, pues había vuelto con rapidez de las montañas, llamando a sus hermanos y que todos se congregaran con Nyrn; tardó un poco, así que no iba a poder ver a Naü pronto. Se sentía inquieto, pues si no podía cumplir con las plegarias que Naü había hecho, seguramente los demás humanos, no creerían que el niño era su pareja.
Finalmente, todos los dríades habían hecho una representación líquida en el bosque de Nyrn.
-“¿Cuál es el problema, Derok?” – preguntó el rubio molesto.
-¡El problema es con Elfry! – señaló a su hermano y todos los demás se sorprendieron, pues normalmente Derok y Elfry tenían muy buena relación, aunque había otros Dioses con quienes delimitaba su terreno, ellos eran más cercanos aún.
-“¡¿Conmigo?!” – preguntó el pelinaranja, un tanto confundido.
-Sí, no te hagas el que no sabe – reclamó el de cabello aqua – sabes bien que romper los acuerdos de nuestras madres ¡no está permitido!
-“¡¿De qué hablas?!” – Elfry se puso de pie de inmediato.
-“A ver, tranquilos…” – pidió Nyrn.
Raky y Meryl ya se habían puesto de pie para intervenir, mientras los demás hermanos estaban a la expectativa; a pesar de que solo eran representaciones de sus cuerpos, podían manifestar su poder y como Elfry era el cuarto en nacer y ya un adulto, seguramente sería grave si decidía actuar.
-“Derok, explícate…” – pidió el rubio con seriedad.
-Una de las aldeas de mi territorio, está en los límites de las montañas Uwembe – sentenció, consiguiendo que su hermano entendiera por dónde iba el asunto – hoy, llegaron unas plegarias, esa aldea tiene unos meses sin agua en sus pozos, pero para que el manto acuífero se secara, debió pasar mucho más tiempo sin que recibiera agua del manantial de esas montañas – su voz sonaba molesta – ahora que revisé, los espíritus me dijeron que Elfry bloqueó el paso del agua y como no es mi territorio, no pude mover las piedras ¡para ayudar a mis creyentes! – reclamó con desespero.
-“Ah, es por eso…” – Elfry volvió a sentarse.
-“Elfry…” – Nyrn lo miró con desaprobación – “¿quieres explicar tus razones?”
-“Solo hice un movimiento de tierra hace casi dos años – suspiró – el lago que alimentaba esos mantos, ahora está proporcionando agua a otros lugares de mi territorio, no podía seguir alimentando esos pozos.”
-“Elfry, debiste avisar…” – sentenció Meryl.
-“Sí, un movimiento así, puede afectar mucho a los demás, como ocurrió en el territorio de Derok” – Raky lo miró con desaprobación.
-“Solo atendí una plegaria, ¡no me pueden culpar por hacer mi trabajo!” – se defendió el pelinaranja.
-“Aunque así sea…” – Lasden se cruzó de brazos – “no puedes olvidar que todos tenemos los mismos derechos…”
-“No es malo lo que hiciste, solo que no avisaste…” – Serif no lo podía culpar tampoco.
-“No necesito pedir permiso para mover algo en mis tierras, ¿o sí?”
-“No es pedir permiso, es comunicar la situación, para que los que estén cerca, tomen precauciones…” – comentó Drif con calma.
-“Cuando compartes territorio cercano, es importante la comunicación…” – Elgrim se cruzó de brazos.
-“¡Pero tenía qué hacerlo!”
-Aun así, tu madre y la mía, quedaron de acuerdo en que esos mantos acuíferos serían alimentados por ese lago – señaló Derok con molestia – y ahora, ¡están secos!
-“¿Y qué quieres que haga?” – Elfry se cruzó de brazos – “¿que deje a mi territorio y a la gente que me venera, sin agua, solo por atender a los tuyos? Sólo los que me rezan a mí, son mi responsabilidad.”
-“¡¿Qué estás diciendo, Elfry?!” – Gralk se sorprendió por esas palabras y no fue el único.
-“Esa no es la manera de arreglar las cosas…” – añadió Videk.
-“Sí, aunque los humanos no te veneren, si tu madre llegó un acuerdo con la madre de Derok, tienes que respetarlo…” – suspiró Yuol.
-“Seguramente tu mamá se enojará si no lo haces…” – Keroh hizo un mohín.
-“Nyrn…” – Elfry buscó el apoyo de su hermano mayor – “…respondí una plegaria de mi gente y lo que hice, es la única manera de llevar a cabo lo necesario para ayudarlos, no me puedo echar para atrás…”
-Nyrn – Derok también observó al mayor, esperando que lo apoyara.
El rubio suspiró, cruzó las manos cerca de su rostro y guardó silencio un momento, consiguiendo que los demás estuvieran expectantes.
-“De acuerdo…” – dijo al final – “…Derok, comprendo tu situación y entiendo que el arreglo que hicieron sus madres, era para beneficio de unos humanos, pero Elfry tiene razón, debe preocuparse por quienes le rezan, pues si no atiende sus plegarias, las personas dejarían de adorarlo…”
-“Además, tengo pocas plegarias…” – aseguro el pelinaranja.
-¡Nyrn! – el de cabello aqua se sorprendió – ¡¿estás de acuerdo con su solución de dejar a esa gente sin agua, solo porque me rezan a mí?!
-“No, tampoco estoy de acuerdo con eso…” – negó el rubio y Elfry se sobresaltó.
-“¡Nyrn!” – el pelinaranja lo miró confundido – “…tengo derecho a disponer de todo lo que me corresponde, para atender los ruegos de las personas que me veneran, es mi deber, ¡tú lo dijiste!”
“Sí, pero no debes afectar a otros…” “Fue muy inconsciente…” “Debiste decirle a Derok…” “Pero es su territorio…” “Debe ver por sus devotos…” “Pero no puede hacer cosas así, sin avisar…”
Las opiniones eran divididas, algunos defendían las acciones de Elfry, aunque ninguno estaba de acuerdo con la manera de llevarlas a cabo.
El ojiverde pasó la mano por su cabello – “esto es complicado…” – dijo con desespero, pues no sabía cómo actuar, ya que si defendía a uno de sus hermanos, el otro se molestaría y quería evitar esos conflictos – “…bien, necesitamos a alguien imparcial con nosotros y que realmente se preocupe por todos los humanos…”
-“¡¿Qué?!” – preguntaron todos al unísono.
-“Voy por Skoll…” – sentenció y se puso de pie, apresurándose para ir por su esposo.
Los otros doce dioses se observaron entre sí, aunque respetaban a Nyrn por ser el mayor, a Skoll le tenían un poco de miedo desde que los regañó la primera vez; aunque la mayor parte del tiempo era un niño dulce, tierno, amable y sumamente accesible, cuando se enojaba, los hacía temblar, más que nada, por las palabras que les decía, pues todos pensaban ver en él a sus madres, cuando se enojaban y los reprendían siendo aún unos pequeños retoños.
* * *
Casi media hora después, el albino estaba frente al lago, escuchando la situación, con calma, seriedad y mucha paciencia.
-“Por eso lo hice…” – se defendió Elfry.
-Pero afectó mi territorio, mi gente, todos están muriendo de sed, incluyendo los animales – señaló Derok.
“Sí, y eso es malo…” “Pero Elfry solo respondió una pegaría…” “Insisto que debió avisar...” “Derok pudo darse cuenta antes…” “Está muy lejos…” “¿No es su responsabilidad?” “Que Elfry devuelva el agua…” “¿Y afecte a los que le oran?” “¿Qué tal si solo deja un poquito?” “¿Cómo saber que es suficiente?”
Skoll los escuchaba, pero se daba cuenta que esa reunión no los llevaría a ningún lado; levantó una mano y con ese gesto, todos quedaron en silencio. El albino cerró los ojos un segundo y respiró profundamente.
-“Amor…” – buscó la mirada de Nyrn – “¿sus reuniones siempre son así?” – preguntó curioso.
-“A veces, otras son peores…” – rió el rubio, pero al ver el gesto serio de Skoll, carraspeó y borró su sonrisa.
-“De acuerdo…” – el ojirrojo se puso de pie – “…a pesar de todos los años que tengo al lado de Nyrn, no comprendo del todo, las reglas de los dríades…” – dijo con sinceridad – “…pero hay algo que sí entiendo, con todo lo que me han dicho, Elfry, Derok…” – al escuchar sus nombres, los hermanos levantaron el rostro – “…sus madres hicieron un pacto para ayudarse mutuamente, poder cuidar de su territorio y de la gente que vive en el mismo, así que ustedes, como sus hijos, debe respetarlo…”
-“Pero, Skoll, me hicieron una plegaria y debía responder…”
-“Lo sé, Elfry, y sé que tienes todo el derecho de hacer lo que desees en tu territorio, así como mi esposo, lo hace en suyo…” – asintió – “…pero, cuando eres un Dios, debes ver por el bienestar, no solo de los que te rezan, sino de toda la humanidad… eso es ser un Dios piadoso…”
El pelinaranja se cruzó de brazos y mostro un gesto enfurruñado.
-“Sé que aún no lo entiendes…” – negó el albino – “…pero seguramente, algún día sabrás el por qué debes ser bueno, piadoso y justo, con todas las personas, sin importar si te rezan o no…” – giró el rostro y observó al de ojos naranjas – “…y tu Derok, entiendo tu enojo, pero como Dios, debes buscar el bienestar de tu gente, aun y cuando tengas problemas…”
-¿Qué quieres decir? – preguntó la deidad.
-“Quiero decir, que vienes a buscar apoyo, para que Elfry devuelva el agua, pero ni siquiera buscaste la manera de solucionar la situación por tu cuenta, siendo que es tu responsabilidad…”
-Hice que lloviera, pero si dejo que llueva por muchos días para llenar los pozos, el agua tardará en filtrarse – señaló – eso ahogará las tierras, arruinará el cultivo y tendrán problemas de todas maneras.
-“Lo entiendo…” – el ojirrojo asintió – “…pero están en las laderas de una montaña, puedes usar el hielo de la cumbre de esa montaña, para que vuelva a llenar esos mantos acuíferos…”
-La mayor parte de las montañas, especialmente las zonas altas, le pertenecen a Elfry – señaló a su hermano con molestia.
-“Sí, pero sus madres hicieron un pacto para ayudarse y ustedes deben hacer lo mismo…”
-“Skoll, hacer que la montaña filtre el hielo de la cúspide, es muy lento…” – dijo el pelinaranja con seriedad – “…tardaría años en volver a llenar ese manto…”
El albino sonrió de lado – “¿no son Dioses naturales?” – preguntó con diversión – “…he visto como Nyrn manipula el agua de muchas maneras, estoy seguro, que encontrarán la manera de hacer que esa agua congelada, llegue a esos mantos acuíferos lo suficientemente rápido, para que se llenen en pocos días y así, los humanos que le oran a Derok estén bien, sin que se afecte tu trabajo…” – señaló al pelinaranja.
Los hermanos se vieron entre sí, pero se mantuvieron en silencio.
-“¿Me dirán que ninguno puede hacerlo?” – indagó el albino con molestia.
-“Yo puedo ayudar…” – Raky levantó la mano – “…tengo suficiente experiencia con el hielo y sé cómo moverlo con facilidad, para que llegue a su nuevo destino aún sin descongelarse y ya que esté dónde debe, podemos derretirlo, con eso se llenará el manto acuífero con rapidez…” – explicó.
-“Gracias, Raky…” – Skoll le sonrió a su cuñado.
-“De nada…” – negó el pelirrojo con seriedad – “…aunque es un proceso que deberá hacerse cada cierto tiempo, si no encuentran la manera de que se filtre agua a ese lugar…”
-“Puede filtrarse del lago de otra montaña…” – añadió Elfry – “…está más alejado y es más pequeño, pero se llena frecuentemente… aunque posiblemente se tenga que preparar la tierra, por lo que se tardarán varios días en desviar el agua para el terreno de Derok y gastaré mucha energía, pero supongo que se puede…”
-Yo puedo hacerlo – Derok miró a su hermano – esos humanos son mi responsabilidad, después de todo, no necesitas gastar tu energía en ellos…
-“Mejor lo hacemos juntos…” – sonrió el pelinaranja – “…aún eres menor, puedes cometer algún error y arruinar mi bosque…” – se burló.
-¡Qué quieres decir?
Skoll sonrió satisfecho, al ver que las cosas se habían calmado y de alguna manera, llegaron a un acuerdo; Nyrn se inclinó al lado de su esposo y le besó la mejilla, agradeciendo que le hubiese ayudado, pues aunque deseaba ser más responsable, aun le era difícil ser imparcial con sus hermanos.
* * *
Amanecía cuando Derok llegó a la habitación de Naü, el joven Dios estaba sumamente cansado, pues había usado mucha energía esa noche, ayudando a su hermano Elfry con el movimiento de tierra en las montañas y aunque Raky también les ayudó para que terminaran rápido, él, por ser menor, estaba más fatigado. Cuando se acercó al lecho, observó que Naü estaba dormido aún con sus gafas, así que se las intentó quitar con cuidado para no despertarlo, pero su intento fue infructuoso, pues los parpados del niño se abrieron al sentir a alguien cerca.
-¡Derok! – dijo con ansiedad y sus ojos se humedecieron.
-¿Qué ocurre, mi niño? – preguntó el mayor, abrazándolo con cuidado.
-Te extrañé – musitó el castaño y hundió el rostro en el cuello del Dios – tenía miedo que algo te hubiese pasado… traté de no dormir, pero…
-Lo siento… – sonrió la deidad y besó el cabello castaño con suavidad – fui a cumplir con las plegarias que hiciste ayer y tuve que hacer más trabajo del que preví – explicó – pero todo está bien, no te preocupes…
-¿Mis…? ¿Mis plegarias?
-Sí –asintió – curé al niño por el que rezaste y a todos los demás enfermos de esa aldea – limpió las lágrimas que habían caído por las mejillas de Naü – también ayudé a los animales, mejoré sus cultivos y con ayuda de mis hermanos, devolví el agua a los pozos – contó con orgullo – hace un momento, fui con los peregrinos y les dije que todo estaba bien, para que regresaran tranquilos…
-Mi señor… – sonrió el niño y buscó sus labios, depositando un beso suave – ¡gracias! – dijo con emoción – tenía miedo que no pudieran salvarse y que ellos… dejaran de creer en usted…
-Realmente, a mí me preocupaba otra cosa – Derok suspiró.
-¿Qué cosa?
-Nada – negó y besó la frente de Naü – ¿podrías quedarte hoy conmigo? – preguntó mientras se recostaba en la cama, al lado del menor – estoy tan cansado, que creo que dormiré hasta media tarde…
-¡Por supuesto! – asintió el castaño y se movió para acomodarse sobre una gran almohada, con ello, Derok se acurrucó con él.
-Bien… – el de ojos naranjas bostezó – hoy llegará Miley… – musitó, pues estaba empezando a dormitar.
-¿Vendrá Miley? – indagó curioso el menor, mientras acariciaba las hebras de color aqua con sumo cuidado, ya que Derok se había recostado contra su pecho – ¿por qué?
-Para que ayude aquí… a preparar todo… para poner mi semilla en ti… – respondió el Dios y restregó su rostro contra el pecho de Naü, abrazándolo por la cintura.
El castaño se sorprendió por esa respuesta, sintiendo que sus mejillas ardían, no solo por la situación, sino por la idea de que faltaba muy poco, para poder hacer su sueño realidad, de darle un retoño a su amado Dios.
-Descansa, mi amor – musitó con añoranza al ver que Derok ya estaba dormido – hoy, yo velaré tu sueño, como tú lo haces siempre conmigo…
* * *
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