Chibi Historia 034 – San Valentin 2024 •David y Ludwig•
Esta chibihistoria, pertenece a un grupo que fue publicada para conmemorar San Valentín 2024.
Ludwig estaba en su departamento, preparando rollos de sushi para comer cuando David regresara.
Ese día de San Valentín, era el primero que pasaría con David como esposos, así que quería hacer algo especial, pero el rubio había tenido que ir a trabajar. Sabía que, después de que el año anterior tuviera problemas en la anterior constructora, debido a lo ocurrido con Athena, ahora se esmeraba más en su nuevo empleo, en la constructora Aramburo y por ello no había podido pedir ese día libre.
Al de lentes no le molestaba; sabía que ahora, David estaba mucho más tranquilo que en su anterior empleo y debido a que ya se había titulado, tenía una mejor paga, lo cual le daba mayor estabilidad económica.
El ojiazul, por su parte, seguía trabajando en las oficinas del banco y por ello salía mucho más temprano que su esposo, además descansaba los fines de semana y tenía mucho tiempo libre, tanto cómo para haber preparado un regalo con suficiente antelación, para ese día.
Poco después de las siete de la noche, la puerta se abrió y el de lentes miró hacia el acceso, viendo cómo su esposo ingresaba con un enorme ramo de rosas en mano.
—¡Volví! —anunció el rubio levantando la voz.
Ludwig se limpió las manos en el delantal que usaba y caminó hacia el recibidor.
—¡Bienvenido, Mon-amour! —dijo recibiendo a su esposo con un beso.
—Estas son para ti —el rubio entregó las flores.
El pelinegro las recibió y aspiró el perfume que desprendían las flores con anhelo.
—¿Estabas cocinando, mi amor? —preguntó el rubio, dejando su maletín de lado.
—Sólo estoy terminando unos rollos de sushi —le restó importancia y caminó hacia la cocina, a buscar un jarrón para poner las flores que acababa de recibir.
David siguió a su esposo y cuando Ludwig se detuvo para acomodar las flores en su lugar, el rubio lo abrazó dese atrás y le puso enfrente un par de boletos.
—¿Qué es esto? —preguntó el de lentes, sujetando los papeles con delicadeza.
—Este fin de semana, hay una obra en el teatro y pensé que sería un buen regalo para complementar el festejo de hoy.
El de lentes sonrió y se giró, abrazando a su esposo y depositando un beso en sus labios— me agrada la idea de alargar la fiesta de San Valentín, hasta el fin de semana —anunció con picardía—. Yo también tengo algo para ti, pero no es tan costoso como esto…
David sujetó la cintura del otro— ¿ah, ¿sí? ¿Qué es?
Ludwig se apartó de su esposo y desapareció por el pasillo, yendo a su habitación; mientras el otro regresaba, David agarró algo de pepino y lo comió con rapidez.
El de lentes regresó y sujetó la mano izquierda de su esposo— cierra los ojos —ordenó.
El rubio obedeció y solo sintió que algo rozaba su muñeca.
—¡Listo! —anunció el ojiazul y cuando David abrió sus parpados, observó una pulsera en sobre su piel.
—¿Qué es esto? —preguntó confundido, observando la pulsera con detenimiento.
Era de un hilo sedoso, en color negro con dorado; el tejido era sobrio y no era muy extravagante, pero se notaba que había sido hecho con mucho cuidado.
—Yo la tejí —Ludwig sonrió divertido—. Dicen que sirve para que el amor dure —se alzó de hombros—. Así que, no te la puedes quitar —ladeó el rostro—, si lo haces, nuestro amor se terminará y no creo que quieras eso, ¿o sí?
David sonrió— jamás haría algo para que nuestro amor terminara —sentenció y se inclinó, besando los labios de su esposo con dulzura.
—Lo sé —Ludwig lo abrazó y correspondió el beso.
El de lentes sabía bien que David lo amaba, se lo demostraba en todo momento así que no dudaba que nunca se quitaría esa pequeña pulsera, que, aunque el otro no sabía, realmente le había costado tejer, pero se había esmerado porque quería creer que eso ayudaría a mantenerlos unidos, aunque en el fondo sabía que era muy infantil.
Ese día de San Valentín, era el primero que pasaría con David como esposos, así que quería hacer algo especial, pero el rubio había tenido que ir a trabajar. Sabía que, después de que el año anterior tuviera problemas en la anterior constructora, debido a lo ocurrido con Athena, ahora se esmeraba más en su nuevo empleo, en la constructora Aramburo y por ello no había podido pedir ese día libre.
Al de lentes no le molestaba; sabía que ahora, David estaba mucho más tranquilo que en su anterior empleo y debido a que ya se había titulado, tenía una mejor paga, lo cual le daba mayor estabilidad económica.
El ojiazul, por su parte, seguía trabajando en las oficinas del banco y por ello salía mucho más temprano que su esposo, además descansaba los fines de semana y tenía mucho tiempo libre, tanto cómo para haber preparado un regalo con suficiente antelación, para ese día.
Poco después de las siete de la noche, la puerta se abrió y el de lentes miró hacia el acceso, viendo cómo su esposo ingresaba con un enorme ramo de rosas en mano.
—¡Volví! —anunció el rubio levantando la voz.
Ludwig se limpió las manos en el delantal que usaba y caminó hacia el recibidor.
—¡Bienvenido, Mon-amour! —dijo recibiendo a su esposo con un beso.
—Estas son para ti —el rubio entregó las flores.
El pelinegro las recibió y aspiró el perfume que desprendían las flores con anhelo.
—¿Estabas cocinando, mi amor? —preguntó el rubio, dejando su maletín de lado.
—Sólo estoy terminando unos rollos de sushi —le restó importancia y caminó hacia la cocina, a buscar un jarrón para poner las flores que acababa de recibir.
David siguió a su esposo y cuando Ludwig se detuvo para acomodar las flores en su lugar, el rubio lo abrazó dese atrás y le puso enfrente un par de boletos.
—¿Qué es esto? —preguntó el de lentes, sujetando los papeles con delicadeza.
—Este fin de semana, hay una obra en el teatro y pensé que sería un buen regalo para complementar el festejo de hoy.
El de lentes sonrió y se giró, abrazando a su esposo y depositando un beso en sus labios— me agrada la idea de alargar la fiesta de San Valentín, hasta el fin de semana —anunció con picardía—. Yo también tengo algo para ti, pero no es tan costoso como esto…
David sujetó la cintura del otro— ¿ah, ¿sí? ¿Qué es?
Ludwig se apartó de su esposo y desapareció por el pasillo, yendo a su habitación; mientras el otro regresaba, David agarró algo de pepino y lo comió con rapidez.
El de lentes regresó y sujetó la mano izquierda de su esposo— cierra los ojos —ordenó.
El rubio obedeció y solo sintió que algo rozaba su muñeca.
—¡Listo! —anunció el ojiazul y cuando David abrió sus parpados, observó una pulsera en sobre su piel.
—¿Qué es esto? —preguntó confundido, observando la pulsera con detenimiento.
Era de un hilo sedoso, en color negro con dorado; el tejido era sobrio y no era muy extravagante, pero se notaba que había sido hecho con mucho cuidado.
—Yo la tejí —Ludwig sonrió divertido—. Dicen que sirve para que el amor dure —se alzó de hombros—. Así que, no te la puedes quitar —ladeó el rostro—, si lo haces, nuestro amor se terminará y no creo que quieras eso, ¿o sí?
David sonrió— jamás haría algo para que nuestro amor terminara —sentenció y se inclinó, besando los labios de su esposo con dulzura.
—Lo sé —Ludwig lo abrazó y correspondió el beso.
El de lentes sabía bien que David lo amaba, se lo demostraba en todo momento así que no dudaba que nunca se quitaría esa pequeña pulsera, que, aunque el otro no sabía, realmente le había costado tejer, pero se había esmerado porque quería creer que eso ayudaría a mantenerlos unidos, aunque en el fondo sabía que era muy infantil.
Ustedes no saben, pero David y Ludwig son muy dulces uno con el otro y esa pulsera le costó mucho a Ludwig porque no es muy bueno con las manualidades (aunque toca un poco el piano, no es bueno con otras cosas, es algo torpe y eso de tejer o bordar le cuesta)
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