Chibi Historia 025 – Destino •Consola•
Kesito: Chibi historia de lo que ocurrió con la consola que Julián le confiscó a Agus. ¿Acaso no tenían curiosidad de cómo había sido? Yo sí XD
A pesar de que ya era noche, Agustín estaba sentado en el asiento del automóvil, frente al volante, jugando con su consola portátil. Luciano estaba a su lado, recostado en el sillón del copiloto, dormitando; no le estaba poniendo atención, pues sabía que el otro siempre jugaba cuando no había nada qué hacer y a él, no le molestaba en lo más mínimo.
Como Julián había ordenado, esperaban a que les dieran nuevas indicaciones; mientras no hubiera nada, se debían quedar esperando, algo lejos de la casa de Erick Salazar, antes de que iniciara su turno para la guardia.
Mientras Agustín jugaba, se movía de un lado a otro, siguiendo la inercia del movimiento en su videojuego y debido a que estaba tan ensimismado, no se dio cuenta que alguien se acercó hasta quedar a un lado de la puerta del vehículo.
Cuando la puerta se abrió y alguien le quitó la consola, el pelinegro salió del auto de inmediato, molesto.
—¡¿Qué chingados…?! — pero no pudo terminar la frase, ya que al levantar el rostro, se dio cuenta que el que le había quitado el aparato, era Julián.
—¿Jugando de nuevo en el trabajo? — preguntó el mayor con molestia.
—Ah… ah… es que… no había nada qué hacer y…
—Te lo había advertido la última vez, ¡no debes jugar mientras vigilas! — gruñó el castaño.
—Pero… todas las calles están desiertas y…
—No pasa nada — Luciano volvió el asiento a su posición original —, la noche está tranquila — bostezó.
—¡Tú también debes estar alerta! — reprochó — si algo llega a suceder y ustedes no hacen su trabajo, ¡yo mismo les daré un escarmiento! — señaló, consiguiendo que Agustín se estremeciera.
Luciano entornó los ojos y suspiró.
—¡Vayan a vigilar la casa! — Julián se inclinó y le dedicó una mirada fría al castaño que estaba dentro del vehículo —, a las seis vendrán sus relevos — dio media vuelta y caminó hacia el vehículo estacionado atrás, dónde lo esperaban Miguel y Alejandro.
—¡Espera! — Agustín lo alcanzó — ¿no me devolverás mi consola? — preguntó con nervios.
El mayor le dedicó una mirada indiferente y apretó el aparato en su mano.
—Te la estoy confiscando — dijo con voz grave — y te advierto — prosiguió con seriedad —, haré lo mismo con todas y cada una que llegues a conseguir, mientras no aprendas que este trabajo conlleva seriedad y dejes de ser un niño.
—Pero…
—¡Ve a vigilar! — gruñó el castaño, consiguiendo que el menor se encogiera de hombros.
Julián apresuró sus pasos y fue al otro vehículo; Miguel encendió el carro y momentos después, pasaron por un lado del otro. Agustín suspiró, volvió al automóvil y recargó la frente contra el volante, haciendo un mohín; ahora no podría comprar una nueva consola o Julián se la quitaría también.
—No le hagas caso, Agus — Luciano negó y le sonrió condescendiente —, no siempre te mantendrá vigilado, además, él siempre anda de viaje con el señor De León, mientras no esté, puedes hacer lo que quieras.
El pelinegro suspiró — aun así, Luci… quizá sea mejor que deje de jugar, así, él ya no me verá solo como un niño.
El castaño suspiró — no debes cambiar por alguien… ni siquiera por la persona que te gusta.
Agustín miro al otro de soslayo — gracias, amigo — dijo con sarcasmo — ¡grítalo a los 4 vientos!
Luciano sonrió — Agus, no lo estoy gritando, además, no hay nadie cerca — negó —, pero aunque lo hubiera, eso es algo que muchos ya sabemos, así que no es un secreto.
—Mientras no lo admita delante de los demás, ¡nada es cierto! — se defendió Agustín — y si alguien afirma lo contrario, sabré que tú fuiste con el chisme — señaló al otro con molestia.
Luciano hizo una mueca — sabes que no diré nada, te lo prometí — suspiró —, anda, vamos a vigilar la casa del señor Salazar, capaz Julián regresa y si nos encuentra aquí, nos vuelve a sermonear.
—Sí… es mejor ir a hacer nuestro trabajo…. — Agustín respiró profundamente, encendió el vehículo y se enfiló hacia la calle desde dónde debían vigilar, «solo quisiera que dejara de verme como un niño, pero mientras sea como soy, no pasará…»
Como Julián había ordenado, esperaban a que les dieran nuevas indicaciones; mientras no hubiera nada, se debían quedar esperando, algo lejos de la casa de Erick Salazar, antes de que iniciara su turno para la guardia.
Mientras Agustín jugaba, se movía de un lado a otro, siguiendo la inercia del movimiento en su videojuego y debido a que estaba tan ensimismado, no se dio cuenta que alguien se acercó hasta quedar a un lado de la puerta del vehículo.
Cuando la puerta se abrió y alguien le quitó la consola, el pelinegro salió del auto de inmediato, molesto.
—¡¿Qué chingados…?! — pero no pudo terminar la frase, ya que al levantar el rostro, se dio cuenta que el que le había quitado el aparato, era Julián.
—¿Jugando de nuevo en el trabajo? — preguntó el mayor con molestia.
—Ah… ah… es que… no había nada qué hacer y…
—Te lo había advertido la última vez, ¡no debes jugar mientras vigilas! — gruñó el castaño.
—Pero… todas las calles están desiertas y…
—No pasa nada — Luciano volvió el asiento a su posición original —, la noche está tranquila — bostezó.
—¡Tú también debes estar alerta! — reprochó — si algo llega a suceder y ustedes no hacen su trabajo, ¡yo mismo les daré un escarmiento! — señaló, consiguiendo que Agustín se estremeciera.
Luciano entornó los ojos y suspiró.
—¡Vayan a vigilar la casa! — Julián se inclinó y le dedicó una mirada fría al castaño que estaba dentro del vehículo —, a las seis vendrán sus relevos — dio media vuelta y caminó hacia el vehículo estacionado atrás, dónde lo esperaban Miguel y Alejandro.
—¡Espera! — Agustín lo alcanzó — ¿no me devolverás mi consola? — preguntó con nervios.
El mayor le dedicó una mirada indiferente y apretó el aparato en su mano.
—Te la estoy confiscando — dijo con voz grave — y te advierto — prosiguió con seriedad —, haré lo mismo con todas y cada una que llegues a conseguir, mientras no aprendas que este trabajo conlleva seriedad y dejes de ser un niño.
—Pero…
—¡Ve a vigilar! — gruñó el castaño, consiguiendo que el menor se encogiera de hombros.
Julián apresuró sus pasos y fue al otro vehículo; Miguel encendió el carro y momentos después, pasaron por un lado del otro. Agustín suspiró, volvió al automóvil y recargó la frente contra el volante, haciendo un mohín; ahora no podría comprar una nueva consola o Julián se la quitaría también.
—No le hagas caso, Agus — Luciano negó y le sonrió condescendiente —, no siempre te mantendrá vigilado, además, él siempre anda de viaje con el señor De León, mientras no esté, puedes hacer lo que quieras.
El pelinegro suspiró — aun así, Luci… quizá sea mejor que deje de jugar, así, él ya no me verá solo como un niño.
El castaño suspiró — no debes cambiar por alguien… ni siquiera por la persona que te gusta.
Agustín miro al otro de soslayo — gracias, amigo — dijo con sarcasmo — ¡grítalo a los 4 vientos!
Luciano sonrió — Agus, no lo estoy gritando, además, no hay nadie cerca — negó —, pero aunque lo hubiera, eso es algo que muchos ya sabemos, así que no es un secreto.
—Mientras no lo admita delante de los demás, ¡nada es cierto! — se defendió Agustín — y si alguien afirma lo contrario, sabré que tú fuiste con el chisme — señaló al otro con molestia.
Luciano hizo una mueca — sabes que no diré nada, te lo prometí — suspiró —, anda, vamos a vigilar la casa del señor Salazar, capaz Julián regresa y si nos encuentra aquí, nos vuelve a sermonear.
—Sí… es mejor ir a hacer nuestro trabajo…. — Agustín respiró profundamente, encendió el vehículo y se enfiló hacia la calle desde dónde debían vigilar, «solo quisiera que dejara de verme como un niño, pero mientras sea como soy, no pasará…»
Kesito: Como se dan cuenta, esto ocurrió en la misma noche del capítulo 2 de Destino y Oscuridad, el cual, tiene como título, Añoranza.
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