Epílogo
En Celestia, debido a que el rey Erick no volvió al palacio y cuando lo fueron a buscar a la playa, al amanecer, no encontraron rastros de él, lo dieron por muerto. La boda con la joven princesa se canceló y Guillermo fue coronado rey.
Debido a los problemas políticos, con las jóvenes que perdieron tiempo esperando un compromiso que jamás se concretó, el reino de Celestia empezó a caer en desgracia; aun así, les llegaban noticias de un próspero reino en el centro del océano, que empezaba a ganar renombre debido a su tecnología.
Un año después, Celestia aún estaba pasando por problemas, cuando les llegó la invitación de visitar el reino de los atlantes. Nadie, aparte del antiguo rey, sabía lo que eso significaba, por lo que el hombre iba nervioso. La familia real tuvo el privilegio de viajar en una de las maquias voladoras de ese reino, que era única en su clase, con todas las comodidades como para pasar semanas viviendo con comodidad, a pesar de que los trayectos hacia cualquier parte del mundo eran rápidos.
Al llegar a la ciudad, quedaron maravillados con los edificios, los jardines, las fuentes, los artefactos; todo parecía un sueño, mezcla entre magia y tecnología.
El grupo fue guiado al castillo, el cual, era la construcción más lujosa y grande, parecía hecha de cristal y resplandecía con la luz del sol.
El rey Guillermo y su esposa con su pequeño heredero en brazos, seguidos por los padres del soberano, el tutor Grim, que seguía como fiel confidente y su escolta real, fueron guiados hasta el salón principal, dónde estaba sentado Alejandro y a su lado, Erick sonreía nerviosamente, mientras su mano acariciaba su abultado abdomen, que estaba en su quinto mes de gestación.
Los invitados se quedaron con la boca abierta.
El ojiazul ladeó el rostro— hola… —dijo al fin.
—Bienvenidos a Atlántida —sentenció Alejandro, sorprendiéndolos por el tono de su voz, que aunque parecía tranquila, les causaba escalofríos—. Yo soy Alejandro, soberano y líder de los Atlantes, señor de toda el agua en este mundo —dijo con orgullo— y a mi lado, está mi consorte y futura madre de mis hijos, Erick, pero ustedes ya lo conocen, ¿no es así?
El silencio reinó.
—Parece que los reinos de la tierra son poco civilizados— otra voz profunda se escuchó, de un balcón en la parte lateral del trono—. Ni siquiera se inclinan ante el rey —se burló el hombre de barba.
—Y he ahí a mi padre —Alejandro entornó los ojos—, quien es mi consejero a la hora de declarar la guerra a los demás reinos —se burló ante el temblor que cimbró a los visitantes— y a su lado, mi madre, la voz de la razón y benevolencia de nuestro reino, a la par que la dulzura y amabilidad de mi esposo.
Guillermo pasó saliva y se inclinó— es un honor que nos invitara… majestad.
—Realmente no fue mi idea —confesó el rubio con poco interés—, mi esposo quería que los ayudara, ya que al parecer, tienen problemas, supongo que son las presiones de gobernar un reino sin el conocimiento requerido, ¿verdad?
El castaño apretó los puños y respiró profundamente.
—Amor… —el susurro de Erick se escuchó con dulzura.
—Bien, seré paciente y por petición de mi esposo, los ayudaré —se alzó de hombros—, pero antes, deberán ofrecerle una disculpa por los malos tratos, de lo contrario, olvídense de mi apoyo.
—¿Malos tratos? —dijo Guillermo asustado.
—Sí —Alejandro se puso de pie, movió su mano y el Tridente apareció de inmediato—, sé de todos los desplantes que le hicieron, los golpes —Guillermo se estremeció—, el rechazo—la reina madre se cubrió la boca con la mano— y por sobre todo, el intentar obligarlo a hacer lo que no quería —la mirada verde se posó en el padre de Erick—, de usted no tengo mucho que decir, reina Judith, su único pecado fue casarse con un imbécil —se burló el rubio—, aun así, ¡espero las disculpas hacia mi esposo! —gritó con furia.
El recinto tembló y el padre de Alejandro sonreía emocionado, disfrutaba ver a los demás reinos, temblando ante su hijo, ya que era obvio que le temían a su linaje y eso lo llenaba de orgullo.
El rey Guillermo y sus padres, se inclinaron— perdón —dijeron al unísono.
—Yo no estoy satisfecho —dijo el ojiverde con desdén—, ¿qué dices tú, amor? —preguntó para Erick, que estaba en su lugar.
El pelinegro los miró con tristeza, le era difícil ver que se humillaran, pero sabía que todos debían recibir un castigo tarde o temprano, así que había aceptado esa situación, para complacer a Alejandro, más estaba en sus manos detenerla y eso haría, no por su familia, sino por su esposo, ya que no quería que lo vieran como un rey cruel, aunque la mayoría de las personas le tenían pánico.
—Acepto sus disculpas —dijo el ojiazul con amabilidad.
—Tienen suerte de que mi esposo tenga un buen corazón —señaló el rubio y volvió los pasos hacia su lugar, pero antes de sentarse, miró a uno de los que se mantenían de pie, con la mirada al piso—. Usted es el señor Grim, ¿cierto?
El hombre canoso se sobresaltó, pero de inmediato hizo una reverencia— sí, majestad, fui el tutor del príncipe Erick —señaló con obviedad.
—Creí que sus maestros habían sido unos monjes —rió el ojiverde y luego se sentó en el trono—. Bueno, señor Grim, yo tengo un amigo, que exige sus disculpas.
—Mis… ¿disculpas? —preguntó sorprendido—. ¿Por… por qué?
—Parece que cometió un pecado grave —Alejandro puso un gesto serio—, pero como el problema es con uno de mis mejores amigos, dejaré que él hable…
El rey hizo un ademán y Julián se movió de su lugar, ya que era de la escolta real y el líder de todos ellos. El castaño llegó hasta estar frente al hombre canoso.
—Exijo que usted se disculpe con mi esposo, hincándose ante él o de lo contrario, le infringiré el mismo castigo que usted le propinó, sin consideración —siseó con ira contenida.
El hombre levantó una ceja y luego sonrió— creo que hay un error, yo nunca he castigado sin justificación…
—¿De verdad?
Julián lo miró con furia y dio media vuelta, yendo hasta una mesa donde había cortesanos, presenciando la audiencia; con cuidado, ayudó a alguien a ponerse de pie, alguien que también mostraba un abultado abdomen y estaba rojo de vergüenza por ser llevado hasta ser el centro de atención de todos. Cuando el señor Grim reconoció el rostro, su boca se abrió como si su mandíbula se hubiera desencajado.
—Buen días… señor Grim —saludó Agustín con nervios.
—Ahora… —Julián lo miró con desprecio—. ¿Se disculpará o mando traer el látigo para que pague por esa cicatriz que Guti tiene en su espalda a causa de su irracionalidad?
El canoso pasó saliva y de inmediato se hincó— lamento haber actuado sin pensar en aquella ocasión —dijo con rapidez—, no sé qué me pasó, eras un niño y realmente me disculpo por haberte herido, pero solo quería corregirte, aunque sé que eso no es suficiente, pido que consideres que ahora soy viejo y un castigo físico como ese, podría matarme.
—¿En serio? —Julián lo miró con desdén—. Podríamos poner a prueba esa teoría —sonrió con sadismo y sus ojos brillaron ante la idea de matar a ese sujeto a latigazos.
Agustín observó de reojo a su esposo y negó— está bien, señor Grim, yo lo disculpo —dijo con amabilidad, sorprendiendo a Julián—. Mi esposo exagera un poco —sujetó el brazo del castaño—, no se asuste tanto, no es tan malo como se ve… —dijo regalándole una sonrisa al canoso.
—S… sí, yo… yo entiendo… pero de verdad… lo lamento —pasó saliva, ya que la mirada de Julián le decía que quería matarlo ahí mismo.
—Con permiso…
Agustín jaló la mano de Julián y lo llevó con él, para tratar de calmarlo, porque estaba seguro que con esa disculpa no se daba por satisfecho.
—Bien, siendo así… —la voz de Alejandro se volvió a escuchar—. Mi esposo y yo les invitamos a comer en nuestra mesa y a formar una alianza con nuestro reino.
—¿Alianza? —preguntó Guillermo confundido.
—¿Prefieren ser nuestros enemigos? —preguntó el rubio, fingiendo inocencia—. De ser así, pueden retirarse —se alzó de hombros—, mañana iremos a destruir y conquistar su reino.
—¡No! —el hermano de Erick negó—. Una alianza es perfecta, majestad…
—Me alegra que entiendan su lugar… ¡Marisela!
La castaña se puso de pie, ayudada por su esposo, ya que también se encontraba embarazada, pero seguía siendo la mano derecha del rey. Cuando llegaron al frente, ambos hicieron una breve reverencia, como marcaba el protocolo, aunque Alejandro les había dicho que no era necesario porque eran sus amigos; Miguel le entregó una tablilla a la castaña y dio un paso atrás.
—Ordene, majestad —dijo ella con una voz dulce.
—Quiero que pongas al tanto al rey y sus consejeros, sobre los términos de nuestra alianza —miró con burla a Guillermo—, si alguno de los puntos no le agrada, estoy dispuesto a discutirlo con una “amistosa” plática entre nuestros ejércitos…
Guillermo tembló.
—Cómo ordene, su alteza.
Marisela se giró y acompañada de Miguel, guio con un ademán a los invitados, para que tomaran asiento en una de las mesas para los cortesanos. Cuando estuvieron lejos, Erick se inclinó, para hablarle a su esposo en susurros.
—No tenías que tratarlos tan mal…
—No los traté mal —Alejandro sonrió—, de hecho, la alianza es beneficiosa para ellos y eso lo hice por ti, pero tampoco les voy a dar todo en bandeja de plata, no después de los malos ratos que pasaste por su culpa.
—¿Si invito a Luis, Daniel y Víctor a visitarnos, los tratarás igual?
Alejandro dudó— Daniel y Víctor me caen bien, pero creo que aún tengo ganas de golpear a tu querido amigo Luis…
—¿Y si nos trae más conejos, para que el duque de los jardines, Kire Segundo, tenga descendencia?
—¿Estás negociando conmigo?
—Sí —sonrió el ojiazul.
—Debemos poner una regla para que no negocies conmigo, siempre ganas…
—También ganas tu —Erick le guiñó un ojo—, todas las noches, ¿no es así?
Alejandro acercó la mano de su esposo y besó el dorso con cariño— sí, pero eso es solo porque estás esperando, si no estuvieras así, podría ser a cualquier hora, como antes…
—Aún podemos hacerlo a cualquier hora, tú fuiste el que puso los límites, no yo… —el ojiazul se mordió el labio con picardía.
Alejandro no dijo más, sujetó el tridente que había dejado a un lado de su trono y con una sola palabra, la pareja desapareció ante la sorpresa de todos, aunque los padres del rubio imaginaban a dónde habían ido, como siempre.
Bien, eso es todo por ahora, espero disfruten la lectura. Lamento no haber terminado la historia con los dibujos, pero bueno, ya deben saber lo que ocurrió T..T
Espero que luego pueda completarla.
Cuídense y nos estamos leyendo
Espero que luego pueda completarla.
Cuídense y nos estamos leyendo
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