Prólogo
Dicen, que la Atlántida es solo un mito, pero la realidad es otra.
Hace miles de años, el reino de la Atlántida estaba en la superficie, una isla en el centro del océano, llena de palacios, fuentes de agua clara, con un conocimiento bélico impresionante, además de tecnología superior y poder mágico inexplicable, por lo que los grandes continentes le temían. El gobernante de la Atlántida, regía no solo ese lugar, sino todo el océano, ya que tenía poder y control total sobre las aguas de todo el mundo y aquellos que no lo respetaran al intentar cruzar sus dominios, perecían sin poder evitarlo.
La dinastía real, tenía un linaje excepcional y habilidades muy superiores a las de cualquier otro poblador de la Atlántida; eran los únicos que podían controlar el Tridente de Poseidón, el Dios de los mares, por lo que nadie podía oponerse a ellos. Aun así, todos los habitantes de la isla, tenían la bendición del Dios del mar y era por ello que, a pesar de ser hijos del mar y de que su verdadera forma fuera la de seres con la capacidad de respirar bajo el océano y la habilidad de nadar a grandes velocidades gracias a sus largas colas, mientras estuvieran bajo la protección de la familia real y el Tridente, podían estar en tierra con piernas humanas.
Pero un día, los pueblos humanos envidiando todo lo que los atlantes poseían, se unieron y confabularon un acto de traición; un plan que pusieron en marcha cuando fueron a firmar un tratado de paz con la Atlántida, así les declararon la guerra en su propio territorio. A pesar de que estaban conscientes que posiblemente perderían, no dieron marcha atrás y empezaron un conflicto bélico contra los atlantes; en medio del caos, la reliquia más preciada de la familia real desapareció.
Esa fue la razón del por qué los atlantes perdieron la batalla y debido a que el Tridente de Poseidón, era la fuente de su poder, no pudieron mantener su tecnología en funcionamiento y su magia se disipó con rapidez, por lo que la maravillosa isla se hundió en lo más profundo del mar; a pesar de que muchos humanos perecieron, al ahogarse en el momento en que la isla se hundió, los dirigentes de los países que llevaron a cabo la traición salieron airosos, al usar la tecnología enemiga, para alejarse antes de que esta dejara de funcionar; así mismo, sin ese preciado tridente, los atlantes jamás podrían volver a la superficie o recuperar la capacidad de caminar en tierra.
El soberano tuvo que admitir que no podían controlar todas las profundidades sin el tridente, así que convocó a los dirigentes de las cinco familias más importantes de la antigua corte atlante, ya que la sexta había desaparecido en la guerra; estas aceptaron ayudar cuidando el océano y por ello todas las aguas fueron divididas en seis partes.
La familia real se dispuso a controlar el océano más grande y las otras cinco familias, debían cuidar los territorios más pequeños. De esta manera, aunque no fueran tan poderosas, era suficiente para mantener pleno control de las aguas que les correspondía y cada una de las familias, se comprometió en proteger a los suyos de los humanos; por esa razón, la familia real decretó que ningún habitante de los nuevos reinos de las sirenas, debía tener contacto con los seres de la superficie, por ningún motivo.
Muchos siglos después, el decreto se mantenía y nadie se atrevía a romper con esa ley, pues sabían que de hacerlo, serían castigados con una vida en reclusión completa, el destierro o en el peor de los casos, la muerte.
Fue así que los residentes de la Atlántida perdieron su lugar y el respeto de la humanidad, quedándose en el fondo del mar como simples sirenas y tritones, por lo que las leyendas sobre ellos se extendieron por todo el mundo, ya que las nuevas generaciones humanas, no estaban conscientes de que realmente existían y lo poderosos que habían sido en antaño.
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