Pediatra: Extra
En la principal sala de juntas del enorme y prestigioso hospital, un selecto grupo de doctores se encontraba recibiendo órdenes de su jefe, durante la junta cotidiana de los lunes.
El hombre mayor observaba a los presentes con altivez — las carpetas que tienen enfrente, son de los casos especiales — sentenció cruzándose de manos — hace una semana se entregó el último grupo y me alegra que haya sido sin contratiempos — sonrió de lado — por el momento, nos enfocaremos en la mercancía de las próximas ventas, así que, me gustaría que se encargaran de darles un buen trato, sino a todos, sí a la mayoría.
Todos observaban las fotos que estaban en los documentos que les habían entregado, para muchos, había más de uno interesante.
—En tres semanas más tardar, todos deberán ser intervenidos para obtener lo necesario de ellos — prosiguió el mayor y bebió un poco de su café — como siempre, se les está dándola oportunidad de elección — se alzó de hombros — mañana obtendremos los resultados de los análisis y pueden pasar por quienes les interesan, además de elegir cuándo será el día que los entreguen.
Todos los presentes sonrieron divertidos, excepto uno; Kyle observaba los documentos con curiosidad, pero no tenía ganas de aceptar a ninguno.
—Me retiro — anunció el hombre con frialdad, poniéndose de pie y todos lo imitaron, aunque solo por respeto, pues seguirían ahí un poco más.
—¿Por qué tan temprano? — William miró a su hermano con curiosidad.
—Mis hijos me esperan — respondió Adolf.
Su hermano asintió — entonces yo me encargo — sonrió — salúdame a los chicos — dijo con emoción.
Adolf se retiró con rapidez y William fue quien se quedó a afinar detalles con el equipo de médicos. Finalmente todos parecieron elegir a los niños con quienes trabajarían y después de algunos minutos se retiraron, excepto uno.
Kyle observaba las hojas frente a él, sin importarle nombres o datos, solo observaba las fotos de los tres pacientes de los cuales podía elegir, pues sus compañeros ya habían seleccionado la mayoría.
—Pareces algo inconforme — William se acercó a su ex alumno, después de pedirle a su asistente que lo esperara en su oficina — ¿los demás no te dejaron nada bueno?
—No, no es eso — el castaño negó — solo que, quizá no tome nada esta vez…
—¿De nuevo? — el canoso se sentó al lado de Kyle — ¿alguna razón en especial?
El ojiazul cerró la carpeta y suspiró — no creo que sea un buen momento para llevar a alguien más a mi casa, ahora mismo.
William pasó la mano por su barbilla — ¿es por el “conejo de pascua”? — preguntó directo.
El castaño no respondió, solo lo miró de soslayo.
—La última vez, a pesar de que habías elegido, al final no llevaste a nadie, porque querías que el “conejito” se adecuara a su nueva vida — su voz sonó condescendiente — ahora, ¿por qué es?
—Aún no lo he trabajado lo suficiente — Kyle frunció el ceño — no quisiera que hubiese problemas con el niño que llevaré.
—¿No puedes controlarlo?
—Lo que sucede es que tiene tres meses sin relacionarse con otros, solo conmigo y no sé qué pueda decir o hacer…
William sonrió — Kyle, ¿realmente lo estás tomando en serio?
—¿A qué se refiere?
—No me da la impresión de que para ti sea solo un “juguete” o “mascota” — levantó una ceja — realmente lo estás tomando como algo serio, para quedártelo siempre, como tuyo en todo sentido ¿es eso?
—Sí — asintió.
William pasó la mano por su cabello — esto se pone difícil.
—¿Por qué? — Kyle frunció el ceño, la manera en que su profesor habló lo había alertado.
—Porque las cosas podrían complicarse y — el canoso pasó la mano por su boca — seguramente eso no le gustará a mi hermano, especialmente porque eres su pediatra estrella…
—El director me permitió quedarme con él — respondió, ligeramente a la defensiva.
—Tengo entendido que te permitió quedarte con él como juguete, no como pareja — terminó el mayor — una mascota que solo dura unos cuantos años y luego te ‘deshaces’ de ella…
—Hay mascotas que se quedan por toda una vida al lado de sus amos — respondió el castaño en voz baja — se muestran ante los demás, hacen cosas públicamente a pesar de que en el fondo sigan siendo esclavos…
—Sí, pero sabes que el proceso es largo, además, Kristin debe evaluar qué tan apropiado es que lo reintegres a la sociedad, evitando cualquier problema.
—No será difícil para él — Kyle se mostró confiado, aunque en el fondo aún tenía dudas — además, sigo educándolo, está estudiando en casa, yo le estoy enseñando y quizá, el siguiente ciclo escolar pueda reintegrarse a una institución…
William le puso una mano en el hombro — ni siquiera sabes cómo reaccionará con otros chicos — sonrió cansado — Kyle, piénsalo… — lo miró con seriedad — quieres dar un paso que podría llevarte a un precipicio — habló lentamente — si tu sobrino sale al mundo y dice algo, tú serás el primero en caer y te aseguro que en esta ocasión, mi hermano no solo te dejaría morir solo, sino que él mismo te eliminaría.
Kyle pasó saliva — no tiene que decírmelo — musitó — pero no se preocupe, tomaré mis precauciones…
* * *
Los gemidos entrecortados retumban en la enorme habitación; el pequeño niño de ojos azules, se encontraba atado con fuerza y colgando del techo, por medio de un sistema de cuerdas y poleas, que lo mantenían completamente expuesto para su dueño. Su compañero lo poseía sin tegua, hiriéndolo en el proceso con suma crueldad; marcándolo con uñas y dientes, haciéndolo llorar, disfrutando de esas gotas saladas que bañaban el hermoso rostro, a pesar de esa dulce sonrisa de placer y satisfacción por ese trato tan rudo, que para cualquier otro, significaría lo contrario. El pequeño pene también estaba atado con fuerza en toda su extensión y tenía un tapón en la delicada uretra, que le ayudaba a dilatar el delgado conducto para darle más placer.
Aún en medio de movimientos, el mayor activó los tres pequeños controles que tenía cerca y el niño gritó, al sentir como algo empezaba a vibrar muy dentro de él.
—Los tres huevos que tienes dentro, vibran con fuerza, ‘conejito’ — Kyle sonrió a manera de burla, por la reacción de su amante — ¿los sientes? — lamió la mejilla con lascivia — cada vez se meten más…
Lucien no respondió, no podía, pues su mente estaba en blanco, solo podía gemir y gritar.
—Vamos ‘conejito’, dime que lo disfrutas — mordió el cuello con saña, dejando la marca de sus dientes y obteniendo sangre en el proceso.
—¡Sí! — gritó el castaño — mas… tío… ¡más!
El otro sonrió complacido, arremetiendo con mayor ímpetu en ese pequeño y delicado cuerpo que le pertenecía en todo sentido; disfrutando como se contraía, recibiéndolo en su interior, como parecía que no quería dejarlo escapar, a pesar de que lo estaba hiriendo, como siempre. En medio de ese placer, sin poder contenerse más, llegó al orgasmo, liberando su semen en el interior del niño.
Tardó un momento, recuperando el aliento, pero sin alejarse del cuerpo que seguía siendo lastimado, pues las cuerdas se habían tensado más debido a los movimientos. Kyle besó a su compañero en los labios, satisfecho de sentir la manera en que el otro le correspondía, jugando con su lengua de una manera que ningún niño de su edad haría; la saliva de ambos se mezcló y los gemidos de Lucien se ahogaron en la boca del otro.
—¿Y bien, ‘conejito’? — preguntó el mayor al alearse, relamiendo sus labios — ¿te sientes lleno? — su mano se movió al vientre y acarició con rudeza.
—No — negó el menor — todavía falta lo otro — sonrió y lo miró con anhelo — lléname más, tío… por favor…
Kyle sonrió, le gustaba la manera en la que Lucien se comportaba, pues había sido gracias a él que aprendió a actuar de esa manera — cómo has sido un buen niño, voy a complacerte…
Sin dudar más, relajó su cuerpo y liberó una descarga de orina, llenando el vientre de su compañero. El niño gimió, pero el grito llegó de inmediato, cuando su tío le quitó, de un solo movimiento, el objeto que traía en su pene y la cuerda que lo aprisionaba, consiguiendo que de inmediato llegara al orgasmo, liberando unas cuantas gotitas de semen.
Finalmente, el castaño se inclinó y besó al niño, buscando la mirada azul, idéntica a la suya, reflejándose en sus ojos — hora de dejarlo salir, Lucien…
El pequeño castaño asintió con debilidad y esperó a que su tío saliera de su interior. Apenas se alejó lo suficiente, Lucien dejó salir todo lo que albergaba su interior, sintiendo un placer indescriptible, especialmente cuando expulsó las tres balas vibradoras, aun encendidas; ensució el piso, pero se sentía sumamente satisfecho, feliz, complacido y exhausto.
—Ah, ‘conejito’ — la enorme mano presionó el vientre, ayudándolo a vaciar su interior — hoy voy a tener que limpiar mucho — hizo un gesto de desagrado — espero que me compenses en la noche…
Finalmente, el sonido del líquido al chocar contra el piso dejó de escucharse y Lucien suspiró, su cuerpo quedó flácido, pero en su rostro se dibujaba una enorme sonrisa. Kyle le acarició una mejilla sonrojada, que seguramente era más por los golpes que le había dado al iniciar su acto de lujuria, que por la situación en sí; Lucien apenas se estaba recuperando, pero él aun quería lastimarlo más, así que pellizcó los pezones con saña, haciéndolo gemir.
—A veces, quisiera arrancarlos — confesó — pero si lo hiciera, me quedaría sin poder disfrutarlos — suspiró — aun así, creo que podemos buscar la manera de lastimarlos más, ¿te gustaría?
El menor asintió y se relamió los labios, denotando con ello que estaba dispuesto a hacer lo que su tío le dijera.
—Entonces, veré la manera de lograrlo — anunció mientras caminaba por la habitación, desatando las cuerdas para descender a Lucien hasta el piso, ensuciándolo en el proceso sin tomarle importancia, después de todo, tenían que asearse.
Kyle se acercó a su sobrino y lo sujetó en brazos llevándolo al baño de esa zona, sin quitarle todas las cuerdas que aún lo inmovilizaban, pues pensaba disfrutar lastimándolo más, mientras lo aseaba con agua caliente.
—Hora de tu baño, ‘conejito’.
Lucien asintió y se arrebujo en el pecho del otro; sabía lo que seguía, sabía que lo seguiría hiriendo y torturando, pero él quería que lo hiciera, pues lo que sentía le gustaba más que cualquier otra cosa que había experimentado con anterioridad.
* * *
—Lucien — la voz seria de Kyle se escuchó, mientras el niño estaba sentado en la mesa, cenando cereal.
—Mande… — respondió con suavidad el castaño, mirando a su tío con expectación.
—Tu tarea de la semana, tuvo errores en matemáticas y no hiciste tu trabajo de ciencias, ¿por qué?
—Es que no le entiendo — dijo con rapidez — de verdad lo intenté, pero no lo entendí…
Kyle levantó una ceja, mirándolo con suspicacia, esperando ver algo que le dijera que el niño estaba mintiendo, pero era obvio que no lo hacía; Lucien sabía que si no hacía sus tareas, no iban a tener sexo y por eso se esforzaba más de lo que imaginaba. Al principio, le dijo que si no hacía esos trabajos, lo castigaría y descubrió que Lucien no los hacía a propósito para que lo castigara cada vez con mayor rudeza, ahí comprendió que realmente, su sobrino era masoquista, por lo que decidió cambiar la táctica, invirtiendo el castigo, de esa manera obtuvo los resultados deseados.
—Quizá necesitas un profesor… — dijo con molestia.
Ya lo había pensado, después de todo, Lucien necesitaba seguir en la escuela y ahora que él era su tutor legal, nadie podía quitárselo, pero no confiaba en que si lo dejaba ir a alguna institución, el niño volviera por su propio pie; ya tenían tres meses en esa relación, desde lo ocurrido en pascua y aunque Lucien se mostraba extremadamente complaciente y parecía aceptar todo lo que él decía, no podía a bajar la guardia, especialmente si la primera vez intentó escapar, aunque no lo había vuelto a intentar. Además, su sobrino no hacía nada si él no se lo decía, incuso, si le decía que no saliera de la habitación principal, no lo hacía, pues podía vigilarlo y constatar todo, gracias al circuito cerrado que puso; pero eso no le quitaba sus dudas y no quería cometer un error que los pusiera a ambos en peligro, pues sabía que su jefe no se lo perdonaría una segunda vez.
—Pero tengo que pensarlo — siseó.
Lucien no dijo nada, solo se limitó a seguir comiendo su cereal. Kyle se sentó a su lado, tomando una cena más sustanciosa, mirando de reojo a su sobrino. Bajo las prendas que Lucien portaba, que eran un pantalón corto y una ligera camiseta, traía unos amarres con una cuerda gruesa, que seguramente dejaría su piel marcada; de solo pensarlo, se relamió los labios, sintiendo que el deseo volvía a presentarse en él. Su imaginación empezó a volar, pensando que esa noche le metería la mano en su ano, para hurgar con sus dedos y palpar su tibio y estrecho interior, que pese a todas las veces que lo hacía, se sentía apretado, pues Lucien había aprendido a controlar las contracciones de sus músculos para darle placer.
—Tío…
—¿Sí? — respondió el mayor fingiendo desinterés, aunque su sexo se encontraba duro por lo que había pensado y tenía ganas de tomarlo ahí mismo, pero debía dejarlo terminar con su cena.
—¿No puedes conseguir más videos? — indagó con dulzura — ya vi más de diez veces todos los que tienes — hizo un mohín.
—Así que quieres más videos — sonrió — y, ¿de qué te gustaría?
—No lo sé — se alzó de hombros — cualquiera, no importa, solo que sean nuevos…
—Está bien.
Kyle asintió y el silencio reinó una vez más; Lucien estaba sumamente entretenido, comiendo su cereal; su tío lo miraba de soslayo, apreciando cada gesto, cada movimiento, todo lo que hacía, por más mínimo que fuese. Cualquiera diría que era un chico normal, pues se comportaba como tal, mientras no estuvieran en sus momentos íntimos, pero aunque quisiera creer que todo estaría bien, no podía estar completamente seguro.
“…ni siquiera sabes cómo reaccionará con otros chicos…”
Las palabras de su profesor llegaron a su mente; tenía que admitir que no sabía cómo se comportaría con otros y pensar que podría permitir que alguien más se acercara como él, era el menor de sus problemas. Todos los niños que eran entregados como mascotas o esclavos, pasaban por una educación estricta y distintos exámenes, para poner a prueba su sumisión y entrega a lo que debían hacer, después de todo, sus amos pagaban exorbitantes sumas de dinero para tenerlos; pero Lucien era su sobrino y no quería que pasara por lo mismo que cualquier otro.
—Lucien — llamó con seriedad, y el niño levanto el rostro, mirándolo con curiosidad — dime, ¿extrañas tu escuela?
El pequeño castaño pasó el bocado y luego hizo un mohín — no — respondió de inmediato y siguió comiendo.
—¿Por qué no? — Kyle dejó por un momento sus alimentos, quería ver todas las reacciones de su sobrino, mientras lo interrogaba — antes decías que te gustaba mucho la escuela, los campamentos, las fiestas, jugar con tus amigos — terminó la frase entre dientes, pues cuando el niño le contaba sobre ellos, sentía celos de esos a quienes su sobrino apreciaba tanto.
—No los necesito — el pequeño ojiazul negó — te tengo a ti — sonrió con ilusión y el gesto consiguió que Kyle se sintiera satisfecho, aun así, tenía que comprobar si Lucien realmente solo quería estar con él.
—¿Estás seguro? — indagó el mayor.
—Sí — asintió.
Pero aun así, Kyle no quería dejar nada a la deriva — ¿no extrañas a tus padres?
—Ellos ya no están — respondió de inmediato — y ellos no eran buenos, ¿cierto? — su mirada se posó en los ojos de su tío, mirándolo con tristeza — papá te lastimó mucho y mamá no quería que estuviera contigo.
Kyle suspiró, estiró la mano y acarició la mejilla de su sobrino — así es… tus padres no eran buenas personas — sentenció — por eso, estás mejor conmigo y debes obedecerme en todo, ¿entendido?
Lucien movió el rostro, ahondando la caricia y besando los dedos de su tío — sí, tío…
* * *
Kyle llegó a su empleo, entró a su consultorio y mientras se preparaba para recibir a su primer paciente, observó una vez más los documentos que había recibido el día anterior. Durante la noche, después de tomar a Lucien y de que el niño se quedó dormido en sus brazos, pensó con mucho cuidado cuales era sus opciones; aunque su sobrino parecía estar feliz y contento con él, no sabía si podía reintegrarse a la sociedad y llevar una vida normal ante los demás, aunque en el fondo no fuera así. Quizá, era el momento de ponerle una pequeña prueba.
Sonrió, sujetó el teléfono y marcó un número, para que su secretaria respondiera — Pam — dijo con seriedad — ¿tengo mucho trabajo para después de medio día?
—“…No doctor… desde antes de la una, tiene libre…”
—Bien, entonces, me iré temprano hoy — anunció — debo ir al orfanato antes de tiempo.
—“…De acuerdo, doctor Miller…”
Kyle colgó el auricular y abrió las carpetas con la información de los niños que podía elegir, sin tardar, separó una hoja y sonrió — tú — dijo con emoción — creo que serás un buen compañero de juegos por unas semanas…
* * *
Lucien estaba jugando en una de las albercas de pelotas, cuando escuchó el sonido de la puerta. De inmediato, salió de su juego, yendo hacia el acceso, ya que cuando su tío llegaba del trabajo, sabía que era hora de jugar antes de la cena.
El pequeño castaño estaba feliz — ¡tío! — gritó emocionado, pero se detuvo en seco, al ver que Kyle no llegaba solo.
El rostro de Lucién mostró su desconcierto de manera inmediata y sus ojos azules repasaron al chico que iba de la mano de Kyle.
—Lucien — sonrió el mayor — ven, quiero presentarte a Samy — señaló a su compañero con un ligero ademán de su rostro — tiene diez años y se quedará unos días con nosotros, espero que lo trates como a tus antiguos compañeros de escuela…
El pelinegro sonrió para Lucién — ¡hola! — saludo con emoción.
Lucien no respondió, su mirada pasaba del niño a su tío y luego volvía al otro, sin atinar a qué decir; finalmente, sus ojos se humedecieron, hizo un mohín y dio media vuelta, corriendo, alejándose de ellos inmediatamente.
—¡Lucien! — gritó su tío, pero el niño no respondió ni se detuvo, solo fue a la habitación del fondo, a encerrarse.
Kyle apretó la mandíbula, no esperaba que su sobrino reaccionara de esa manera.
—¿Pasa algo? — los ojos miel de Samy buscaron el rostro de Kyle, contrariado por lo que acababa de pasar.
—No — el castaño negó y le dedico una sonrisa a su invitado — es solo que Lucien pasó por momentos difíciles hace unos meses — explicó — eso lo ha hecho un poco retraído, además, era hijo único y está muy consentido — su mano acarició la mejilla del pelinegro — pero por eso, quiero que seas su amigo y te pido que le tengas paciencia…
—Está bien — sonrió el niño.
Kyle estaba acostumbrado a tratar con los niños del segundo orfanato, quienes tenían el deseo de una familia y ser adoptados con rapidez; precisamente esa era la mentalidad de Samy, quien unas horas antes, cuando le comentó que se lo llevaría a su hogar, como una prueba para ver si podía adaptarse y ser adoptado, aceptó con emoción.
—Bien, puedes disfrutar de lo que quieras — Kyle llevó a Samy por el recinto — todos los juegos están a tu disposición, pero ten cuidado en las camas elásticas — sentenció.
El niño observaba todo con asombro, pues aunque en el orfanato había muchos juegos, ahora podía disfrutarlos sin que existieran otros niños compitiendo por un lugar.
—Iré a hablar con Lucien y después cenaremos — el castaño fue a la sala de televisión y se aseguró de cerrar la puerta con los videos para adultos, no quería que Samy los viera el primer día — puedes jugar cualquier juego… — revisó las consolas y constató que solo hubiese videojuegos — no te preocupes, acá están todos los que tengo — señaló una estantería.
—¿De verdad, puedo jugarlos? — los ojitos de Samy brillaban con emoción.
—Por supuesto, el que quieras — Kyle acarició el cabello del niño — ahora, iré a ver a Lucien…
Mientras Samy se quedaba jugando, Kyle fue a la habitación del fondo. Iba molesto, pues esta no debía abrirse cuando había un niño del orfanato, a menos que fuera para terminar el trabajo, pero Lucien le había mostrado su existencia a Samy y ahora tendría que lidiar con la curiosidad de su invitado.
Al ingresar, se dio cuenta que la primera parte de la habitación estaba completamente sola; suspiró, aflojó el nudo de su corbata y cerró con seguro, mientras caminaba hasta la parte del fondo de esa habitación. Apenas dio unos pasos, escuchó los sollozos de Lucien; con paso firme, se acercó hasta la jaula que el niño había estado ocupando las primeras semanas, antes de llevarlo a su habitación y dejar que tuviera más libertad dentro de su hogar. Al estar al lado de ese ‘mueble’, Kyle se acuclilló y suspiró cansado, al ver a Lucien, abrazado de su primer conejo de felpa, llorando.
Kyle estiró el brazo y su mano alcanzó a rozar el cabello castaño de su sobrino — ¿qué ocurre, ‘conejito’? — preguntó sin mucha emoción, pues se encontraba sumamente molesto.
—¿Por qué…? — Lucien ahogó un sollozo — ¿por qué trajiste a alguien más? — preguntó con tono de reproche y levantó el rostro, mirando con tristeza a su tío — ¿ya no me quieres?
Kyle sonrió, le gustaba ese gesto tan dolorido, Lucien sufría y aunque no era por algo que él había hecho directamente, le agradaba verlo llorar; había descubierto que ver llorar a su sobrino le hacía feliz, además de excitarlo.
—Por supuesto que te quiero — respondió con calma — pero si traje a Samy, es para que te haga compañía por unos días, nada más…
Lucién limpió sus ojos y se incorporó — ¿de verdad? ¿Solo unos días?
—Por supuesto, ‘conejito’ — asintió — Samy no se puede quedar mucho, solo un par de semanas cuando mucho…
El pequeño castaño controló su llanto, luego una sonrisa apareció en sus labios, se movió y gateando, se acercó a su tío, quedando frente a él, abrazándolo y restregando su rostro contra el hombro del otro; Kyle pasó sus manos por la espalda de su sobrino y le mordió una oreja.
—Pórtate bien, ‘conejito’ — pidió el mayor — Samy no debe enterarse de lo nuestro, ¿entendido?
El niño se estremeció, pero asintió de inmediato — sí — dijo en un murmullo.
—Si te portas bien, sabes que te compensaré — prosiguió su tío.
Esas palabras emocionaron a Lucien — tengo hambre — dijo con ansiedad y sujetó la mano del mayor, llevándola a su vientre — mi pancita debe ser llenada — pidió con deseo, relamiendo sus labios.
—Me imagino que tienes hambre, pero no puedo llenarte en este momento — negó, consiguiendo que el niño hiciera un puchero — pero si quieres, puedo darte un poco de alimento — su pulgar, acarició el labio inferior de Lucien — ¿quieres leche, ‘conejito’?
El pequeño ojiazul asintió de inmediato y sus mejillas se tiñeron de rojo.
Kyle se hincó y desabrochó su pantalón, liberando su sexo ante su sobrino; Lucien se relamió los labios y como desesperado introdujo el miembro de su tío a su boca, succionándolo con avidez. El mayor lo sujetó del cabello y lo movió aplacer, como siempre, mientras el niño abría la boca tan grande como podía, tratando de albergar todo en su interior; sus ojitos azules se humedecieron por la desesperación de no poder respirar correctamente, pero no intentó alejarse. Kyle mantenía una mueca sádica mientras observaba la carita dolorida de su sobrino, pero aun quería humillarlo más.
—Parece que no lo deseas tanto como me hiciste pensar — dijo con diversión y lo alejó — quizá prefieras que vea si Samy quiere probar…
—¡No! — Lucién se aferró a la cadera de su tío con sus manos y engulló el pene erecto con mayor ansiedad.
Estaba temeroso, no quería perder la atención y cariño de su tío, especialmente por otro chico y estaba dispuesto a lo que fuera por seguir como hasta esa misma mañana.
Kyle disfrutó esa visión, Lucien se mostraba sumamente angustiado y se esmeraba por estimularlo aún más de lo normal; se daba cuenta de la mirada de dudas, miedo e incertidumbre que tenía el menor, le estaba suplicando de alguna manera y eso elevaba el ego del mayor.
—Si no te apresuras, no te alimentaré — anunció con diversión — debemos salir rápido…
Lucien apresuró sus movimientos y sus manos se movieron a estimular la base del enorme sexo, pues no lo podía introducir todo a su boca; su tío lo sujetó del cabello y movió con mayor rapidez. Momentos después, se alejó un poco, dejando solo la punta en la boca del menor y masajeó la extensión; sin detenerse más, liberó su semen en la boca de su sobrino.
—Espera — dijo con voz ronca, al ver que Lucien estaba por tragar el líquido pegajoso — no lo hagas… hasta que yo te lo ordene — sonrió — abre y muéstrame.
El niño abrió la boca y mostró como estaba inundada del semen de su tío; Kyle introdujo un par de dedos y los movió contra la lengua.
—Eso es ‘conejito’, disfruta de la leche — sacó sus dedos y untó el líquido mezclado con saliva, en la mejilla del niño — traga…
Lucien pasó el líquido y relamió sus labios, antes de ir a limpiar con su lengua, los dedos que Kyle se había ensuciado.
El castaño sonrió complacido y lo sujetó de la cintura, levantándolo con facilidad, limpiando la mejilla sucia con su lengua, antes de besarlo en los labios; un beso posesivo y profundo, donde las lenguas de ambos se enredaron, reconociéndose. Al separarse, los ojos azules del niño miraban los orbes azules de su tío con infinita devoción.
—Vamos — musitó el mayor, besando la frente de su sobrino — tenemos visita y debemos comportarnos bien ante él, ¿de acuerdo?
—Está bien — Lucien asintió.
* * *
Lucien se limpió la cara antes de salir de la habitación prohibida, además, le prometió a Kyle que no permitiría que Samy se acercara, pues se quedarían solos la mayor parte del día, mientras él iba a trabajar. El mayor pidió comida por teléfono y finalmente, cundo le entregaron la orden, los tres se dispusieron a comer.
—¿Te gusta la cena? — preguntó Kyle para el pelinegro.
—Sí — el niño asintió emocionado, estaba comiendo una rebanada de pizza — pocas veces cenamos pizza en el orfanato, dicen que debemos comer saludable.
—Me imagino, en el orfanato son algo estrictos — el ojiazul sonrió — pero la pizza es la comida favorita de Lucien — miró a su sobrino de reojo, quien sonrió complacido de que su tío hubiese pedido específicamente eso para cenar — aunque si tú tienes alguna comida favorita, podemos pedirla mañana — ofreció el mayor, consiguiendo que Lucien lo mirara con asombro y Samy sonriera.
—Gracias, señor Miller, pero no tengo una comida favorita.
—No me digas señor Miller — negó — solo soy Kyle.
—Sería muy irrespetuoso decirle solo por el nombre, señor Miller — se excusó el niño bajando el rostro.
Kyle suspiró — es que, si me dices señor Miller, me siento muy viejo — sonrió — pero si no te sientes cómodo, entonces puedes decirme tío, como lo hace Lucien…
—¡No! — el castaño se levantó de inmediato, golpeando la mesa con sus manos y sus ojos se humedecieron; la manera tan amable en la que Kyle se refería a su invitado, le molestaba, pero al darle permiso de decirle tío, sentía que le estaba quitando todos sus privilegios, pues él había crecido con la idea de obtener todo, por ser el único sobrino del otro.
—Lucien…
La voz seria del ojiazul era claramente de molestia por la actitud de su sobrino, pero el niño, aunque sabía que eso le acarrearía un castigo que no iba a gustarle, no podía evitar sentirse así; el labio inferior del menor tembló, hizo un puchero y de inmediato salió corriendo, yendo a la salida del sótano.
El silencio reinó en la mesa hasta que Kyle suspiró.
—Lo lamento — sonrió condescendiente para Samy — como dije, está algo consentido…
—Creo que no le agrado mucho a su sobrino, señor Miller — bajó el rostro, mostrando un semblante triste.
—Ey… — el castaño lo sujetó del mentón con delicadeza y lo hizo mirarlo a la cara — no te pongas triste, él lo entenderá tarde o temprano, te lo aseguro.
—Sí, pero no quiero ser un incordio para él, después de todo, esta es su casa y…
—Eres mi invitado — Kyle le sonrió — ¿recuerdas? Si todo sale bien, en tres semanas a más tardar, podrás dejar el orfanato, ¿no deseas eso?
Esas palabras sosegaron con rapidez al niño — sí — los ojitos miel lo miraron con dulzura — pero si le digo tío, su sobrino se enojará más…
—Yo hablaré con Lucien, no te preocupes…
* * *
Kyle dejó a Samy, instalado en una habitación secundaria de su casa y después fue a su habitación, encontrando a Lucien llorando, abrazado de una almohada. El mayor se acercó a la cama, mirándolo con desaprobación.
—‘Conejito’, debemos hablar — anunció al sentarse al lado del niño.
El menor se abrazó a la almohada con mayor fuerza y sus sollozos fueron más audibles.
—‘Conejito’… — Kyle suspiró, no le gustaba esa actitud, movió la mano y lo hizo girar, aunque el niño lo hizo con todo y la almohada cubriendo su rostro — Lucien… — dijo el nombre con cansancio — deja de portarte así, tenemos visita y debes saber comportarte, ¿acaso tu madre no te lo dijo?
—¡Mamá ya no está! — gritó el pequeño castaño y volvió a cubrirse el rostro, llorando con mayor sentimiento.
Kyle masajeó sus sienes, después, sin dudar, le arrebato la almohada, para de inmediato y sin dejarlo reaccionar, darle una sonora bofetada que consiguió desconcertar a su sobrino; el llanto cesó, pero ahora, los ojos azules de Lucien miraban al otro con miedo, expectación y algo de ansiedad, mientras la mejilla se teñía de rojo, debido al fuerte golpe.
—Estoy tratando de explicarte, pero no quieres entenderlo — Kyle lo miró con enojo — Samy es una visita, creí que te había quedado claro — sentenció — lo vas a tratar bien y vas a ser condescendiente con él, porque de lo contrario, te castigaré de una forma que no vas a disfrutar, te lo aseguro.
El pequeño ojiazul limpió sus mejillas; se incorporó y abrazó a su tío, buscando un beso; Kyle, al principio se resistió pero finalmente, accedió a darle un beso. Los labios de ambos se unieron y aunque el niño intentó ahondarlo, el mayor lo alejó.
—No — negó — no voy a premiarte por tu actitud.
—Me portaré bien — dijo a media voz — pero… no me gusta que seas amable con él — infló sus mejillas — yo soy tu único sobrino — dijo con frialdad — tú debes quererme a mí.
El castaño sonrió, abrazó a Lucien y lo movió hasta sentarlo en su regazo — ‘conejito’, sabes bien que yo no te quiero… yo te amo — anunció antes de que el niño se hiciera ideas tontas — pero las personas debemos ser amables con los demás y comportarnos adecuadamente, es algo que debes aprender y por eso traje a Samy, ¿entiendes?
—No — Lucien negó, pues realmente no lo entendía.
—Si aprendes a comportarte, podremos llevar una vida tranquila — «especialmente yo…» pensó el mayor, pues deseaba estar seguro que Lucien se comportaría correctamente ante cualquier persona — sabré que te portarás como un buen niño y podrás ir a la escuela de nuevo…
—Pero no quiero ir a la escuela — negó — quiero quedarme contigo…
—Sabes que aunque quisiera, no puedo quedarme todo el tiempo, debo trabajar — Kyle lo abrazó con mayor fuerza — y en el futuro, tú también debes hacerlo, así que necesitas prepararte bien…
—¿Por eso quieres que vaya a la escuela de nuevo?
—Sí…
—¿Eso te haría feliz? — preguntó el niño con ilusión.
—Por supuesto… — asintió su tío.
—Entonces me portaré bien — suspiró — pero no quiero que él te diga tío — arrugó la nariz — tú eres solo mí tío — sentenció — y no quiero que lo quieras como a mí.
—‘Conejito’ — Kyle negó y lo recostó en la cama — jamás querría a alguien como a ti — aseguró, pues desde que nació, ese niño se había convertido en su todo — pero si no quieres que me diga tío, ¿cómo me va a decir?
—Cualquier cosa está bien — arrugo la nariz — no me importa…
—Está bien… — Kyle se alzó de hombros, realmente no le interesaba como le dijera Samy, pero los niños que iban a su hogar le decían tío, para que le tuvieran más confianza, ahora tendría que improvisar.
Mientras el mayor estaba perdido en sus pensamientos sintió como Lucien se movió hasta su cuello, dándole una lamida, tratando de excitarlo; eso lo hizo sonreír divertido, pero si quería que su sobrino se comportara, debía castigarlo.
—No, ‘conejito’, te portaste mal — lo alejó con suavidad — así que no habrá premio hoy…
El niño suspiró, pero luego se movió y se recostó en la cama, abriendo sus piernas de manera provocativa — ¿de verdad? — preguntó en un tono divertido.
Su tío levantó una ceja y sonrió; podía simplemente tomar lo que Lucien le ofrecía pero, también debía demostrarle que era la autoridad y tenía palabra.
—No — negó y lo obligó a cerrar las piernas — ahora, ve a prepararte para dormir, agradece que al menos dejaré que duermas conmigo y no te envío a otra habitación.
El menor suspiró, se incorporó y asintió, pues sabía que no podía negarse a una orden — sí, tío…
* * *
A pesar de que Lucien trataba de comportarse con Samy, era complicado para él no mostrar que lo detestaba; en su pequeña mente, ese niño de cabello negro había llegado a quitarle todo lo que le pertenecía, pues según su tío, debía ser considerado, amable y por sobre todo atento, prestándole atención, dejándolo jugar lo que deseaba y dejarlo usar primero, los juguetes de los cuales ya se había adueñado. Lo único que Lucien sabía que no compartía era la cama, pues Samy seguía durmiendo solo y no sabía nada de lo que hacía el pequeño castaño son su tío.
Pero el otro se interesó en esa situación, especialmente porque durante tres días vio que ocurría, por ello, el viernes se atrevió a preguntar.
—Entonces… — Samy estaba frente a la consola, disfrutando un videojuego de carreras — ¿duermes con tu tío? — preguntó escéptico, ya que Lucien le acababa de confirmar que dormía en la misma cama con Kyle.
—Sí, ya te lo dije — respondió el castaño mirando con molestia la televisión, él tenía ganas de tocarse, pero su tío se lo había prohibido mientras el otro chico estuviera en casa y si lo hacía, debía ser en un lugar donde no se diera cuenta el invitado.
—No comprendo por qué…
—Desde que mis papás no están, me da miedo dormir solo — mintió, usando la explicación que Kyle le había dicho que dijera, en caso de ser necesario.
—Ya veo… — el pelinegro lo miró de soslayo — puedes dormir conmigo si quieres…
Lucien levantó una ceja y se incorporó — ¿por qué querría dormir contigo?
—Tu tío me trajo para hacerte compañía, quizá, lo que quería era que durmieras con alguien más, ¿no lo crees? — sonrió.
—No podría dormir contigo, además, tu solo estás aquí por unos días — sentenció el ojiazul — nada más.
Samy empezó a reír — ¿eso te dijo tu tío?
—Sí — el castaño frunció el ceño — ¿por qué?
Samy pausó su juego y luego se giró a verlo — yo — se señaló con la mano — estoy en un proceso de adopción — dijo con orgullo — seguramente tu tío va a adoptarme y me quedaré, aquí, con ustedes… y por eso, creo podré llamarlo ‘papá’ — los ojos miel miraron con desafío a su compañero — y ¿sabes lo que eso significa?
Los ojos azules de Lucien lo miraban con sorpresa, pero no entendía del todo, así que negó lentamente.
—Significa que como yo seré su hijo, tendré más derecho que tú — ladeó el ostro, mirándolo con burla — porque tú, solo eres su sobrino…
“solo eres su sobrino…”
Esa frase consiguió enfurecer a Lucien, quien se lanzó contra Samy, tratando de golpearlo; el pelinegro, siendo un par de años mayor, era ligeramente más fuerte, pero Lucien estaba completamente fuera de sí y no podía alejarlo del todo. Ambos se enredaron entre gritos, golpes y rasguños, pero en ese momento, Kyle llegó al área de juegos.
—¡¿Pero qué demonios pasa aquí?!
Ante el grito, los dos niños se separaron; Lucien tenía sus brazos rasguñados, mientras que Samy tenía una mordida en su mano, eso sin contar los demás golpes.
—¿Qué pasó? — preguntó el mayor al acercarse, después de dejar las bolsas de comida en una mesa.
—¡Él empezó! — dijeron al unísono y se señalaron a la vez.
—¡Tú fuiste! — gritó el ojiazul.
—¡No es cierto! — el pelinegro empezó a sollozar — ¡tú lo hiciste!
—¡Silencio! — el grito de Kyle los hizo estremecer, después, el mayor masajeó sus sienes y miro a su invitado, suavizando no solo su semblante, sino el tono de su voz — dime Samy, ¿qué ocurrió?
—¡¿Por qué le preguntas primero?! — reclamo su sobrino con ansiedad — ¡te va a mentir!
—¡Yo no miento! — se defendió el otro.
—¡Claro que sí!
—¡Lucien! — Kyle le dedicó una mirada fría al pequeño castaño — ve a la habitación — ordenó.
—Pero, tío…
—¡A la habitación! — gritó molesto.
Los ojos azules se humedecieron de inmediato; miró con reproche al otro niño y finalmente salió del sótano, para ir a la habitación de su tío. Kyle suspiró y luego se acercó a Samy, acuclillándose frente a él, para ver la mordida en la mano.
—¿Te duele? — preguntó condescendiente, al notar como era algo profunda y se notaba claramente la marca de los dientes de su sobrino.
—Un poquito — asintió el menor.
—Ven, vamos a curarte y también esos rasguños…
El castaño llevó al niño hacia el baño, donde había un botiquín; Samy estaba a la expectativa, esperando las preguntas. Ambos se mantuvieron en silencio, hasta que Kyle le limpió las heridas y le puso una venda en la mano y varias banditas adhesivas en donde había rasguños, para proteger la piel.
—¿Tienes hambre? — preguntó mientras guardaba las cosas.
—Sí, un poco — asintió el pelinegro.
—Vamos a que cenes — sonrió.
El niño no comprendía por qué el mayor no había tocado el tema aún, le parecía extraño; normalmente en el orfanato, si había un problema, les preguntaban de inmediato.
Los dos se sentaron en el pequeño comedor que había en la cocina de esa zona y Kyle le entregó al niño un plato desechable, con una enorme hamburguesa, unas papas fritas, salsa de queso, cátsup y algunos otros aderezos.
—Dijiste que te gustaba la hamburguesa — anunció el mayor, sonriendo — pero no me dijiste cual, así que improvisé, espero que te agrade… mañana, cuando salgamos a pasear, si gustas, podré comprarte la que prefieras…
—Gracias…
Samy estaba confundido; sabía que ese fin de semana saldrían los tres, pero supuso que debido al pleito no iba a suceder, porque seguramente los castigarían, como en el orfanato, más Kyle parecía muy tranquilo.
—¿No está enojado? — indago el pelinegro con rapidez.
—¿Por qué? — preguntó el ojiazul, apartando la hamburguesa de Lucien, ya que se la llevaría después.
—Por lo que… pasó…
Kyle miró a Samy a los ojos y luego le sonrió — no — negó — Lucien está celoso de ti, comprendo que reaccione de esa manera, no puedo culparlo, porque es mi sobrino, está solo y literalmente, solo me tiene a mí, así que te ve como alguien que viene a robarle mi atención — dijo directo, consiguiendo que el otro niño se asombrara por esas palabras — pero, eso no va a ocurrir — estiró la mano y acarició la mejilla de Samy — por mucho que te pueda llegar a querer, tú y yo no podemos tener la misma relación que yo tengo con Lucien — aseguró — y tarde o temprano, él lo entenderá.
Los ojos miel se humedecieron y bajó el rostro — ¿es porque yo no soy nada suyo? — preguntó en un murmullo y sollozó.
Kyle se movió y se acuclilló al lado de Samy, lo movió para que quedara de pie y finalmente lo abrazó, consiguiendo que el menos se sujetara con fuerza de su cuello y hombros.
—No es por eso — el castaño negó — seguramente, llegaría a quererte mucho si te quedas conmigo — dijo con toda seguridad — pero la relación que tengo con Lucien, va más allá de la relación normal entre familia…
—¿Por qué? — preguntó el niño entre lágrimas.
—No lo entenderías…
—¡Si lo entenderé! — aseguró buscando la mirada de Kyle — pero explíqueme — suplicó — quiero formar parte de una familia y si es de la suya, mejor — dijo con ansiedad — dígame, ¿qué tengo que hacer?
El castaño sonrió de lado, disfrutando esas palabras que había escuchado; era obvio que Samy quería quedarse ahí, su ‘mundo mágico’ era sumamente atractivo para los niños y siempre querían quedarse. Ahora era el momento de avanzar con Samy, así que se acercó al oído para susurrarle.
—Si te lo digo, tendrás que prometer que será secreto…
—¿Secreto? — preguntó el niño con curiosidad — ¿por qué?
Kyle sabía que cuando se trataba de cosas secretas, los niños de esa edad querían saber qué era, pues la curiosidad era demasiada para soportarla.
—Porque es algo prohibido — anunció el mayor.
—¿Prohibido? — los ojitos miel parpadearon y el niño se puso a la expectativa — ¿qué cosa?
—Dime, Samy — Kyle acercó su rostro al del niño — ¿has besado a alguien?
Las mejillas del pelinegro se encendieron y desvió la mirada.
—Parece que sí — el mayor entrecerró los ojos — pero quiero que me respondas…
—No — negó — vi unas fotos en una revista de un chico del orfanato… pero era una revista prohibida, así que rápidamente se la quitaron — explicó — pero no, yo no lo he hecho — aseguró.
El castaño se sintió aliviado de saber eso — bueno, digamos que Lucien y yo nos besamos — confesó, divirtiéndose ante el sobresalto del menor — sí, besos de novios…
—Pero… usted y él… son…
—Sí — asintió el mayor — pero es una manera de querernos más… solo si lo hicieras, lo comprenderías — aseguró — es por eso que, aunque te adopte, no podré quererte como a él, porque tú y yo no nos besaríamos, ni haríamos otras cosas…
—¿Qué cosas? — preguntó de inmediato el niño.
Kyle se acercó a su oído — cosas de adultos…
Samy pasó saliva y su rostro mostraba su desconcierto, parecía no entenderlo del todo.
—Así que, mejor dejémoslo así — el ojiazul le besó la frente — termina tu cena y…
—¡No! — el pelinegro se aferró al cuello del otro — yo también quiero que me quiera…
—¿De verdad? — Kyle le acarició la espalda — ¿harías lo mismo que Lucien?
—Cualquier cosa — aseguró el niño.
—Bueno, para ver si es cierto, dame un beso.
Samy tembló, pero él realmente quería que lo adoptaran, así que se movió y rápidamente le dio un beso fugaz al mayor.
El castaño entornó los ojos — no, eso ni siquiera es un beso de verdad…
—Entonces, ¿cómo lo hago?
Los ojos miel buscaban al mayor con desespero, quería hacerlo bien y Kyle lo aprovecharía; las manos del ojiazul se movieron a los hombros del niño, sujetándolo con firmeza y se acercó sin dudar. Los labios se unieron y Samy se sorprendió al sentir la caricia; intentó alejarse pero le fue imposible, cuando quiso gritar, Kyle aprovechó para meter la lengua, arrancando un gemido de la pequeña boca que estaba profanando. El mayor disfrutó la manera en que el otro se resistía, pero al final, lo alejó con lentitud, evitando sonreír, satisfecho por las lágrimas que el niño derramaba.
—No estás listo — negó — lo lamento, pero es mejor que lo olvides — se puso de pie y guardó las cosas de la cena.
Samy estaba asustado, sorprendido y tenía una sensación extraña que no podía identificar. Él seguía ensimismado en sus pensamientos, que no se dio cuenta que Kyle iba a donde estaban las películas, dejando abierta la puerta dónde estaban los videos para adultos, después volvió a la mesa, sujetando la bolsa con su comida y la de Lucien.
—Quédate a dormir aquí esta noche — pidió el castaño, logrando sacar de su desconcierto al menor — puedes hacer lo que quieras, yo debo hablar con Lucien… — se alejó unos pasos y luego se detuvo, mirando al niño por encima del hombro — aunque, si quieres saber qué hago con él, puedes ver los videos que hay en la estantería — dijo sin vergüenza — pero si lo deseas, también eres bienvenido a ver con tus propios ojos — sonrió — dejaré la puerta abierta…
* * *
Samy tardó en comer su cena, daba una mordida y masticaba lentamente, pasando el bocado con debilidad. Su mente evocaba el recuerdo de esa caricia donde sus labios se habían unido a los de Kyle; le había asustado, pero también, le había gustado, más de lo que cualquier otra cosa con anterioridad.
Al finalizar, dejó los platos en la tarja de la cocina y titubeó.
No sabía qué hacer, más unas palabras llegaron a su mente «…puedes ver los videos que hay en la estantería…». Sus ojos miel observaron el lugar dónde estaban todos los juegos y películas infantiles que había visto con Lucien los últimos días, pero él no sabía que más podía haber, aunque sabía que había una puerta que siempre estaba cerrada.
Con algo de duda, sus pasos lo llevaron a ese lugar, revisó esa puerta que Lucien le dijo que era prohibida y de inmediato encontró las películas, observando con asombro las portadas tan explicitas.
—¿De verdad… hacen… algo así?
Sin dudar, puso la primera película en el reproductor y las escenas sexuales iniciaron, pues Kyle tenía solo escenas específicas en esos discos, para evitar el preludio y sorprender a quienes miraran esas grabaciones.
Samy sintió que su rostro ardía, se quedó sin moverse y su respiración se agitó; los gemidos, las palabras obscenas y lo que miraba que ocurría, era algo que jamás imaginó, a pesar de que sabía que había cosas prohibidas para su edad. Pasó saliva y se mordió el labio, tenía mucha curiosidad, pero titubeaba en cuanto a lo que debía hacer; finalmente se decidió, aunque no sabía si era correcto, lo primero era constatar lo que Kyle le había dicho.
Dejó las películas de lado y fue a la salida del sótano; subió las escaleras y recorrió los pasillos de la enorme casa, subiendo a la siguiente planta, acercándose con sigilo a la habitación principal. Pegó la oreja a la puerta y escuchó sonidos parecidos a la película que había visto momentos antes; abrió sus ojos con sorpresa y se alejó de inmediato, temeroso.
Pensó en irse a su habitación y olvidarse de lo que había visto y escuchado, pero la curiosidad pudo más.
Su pequeña mano se acercó al picaporte, girándolo con lentitud, sobresaltándose al darse cuenta que realmente no tenía seguro. Aun así, se tomó el tiempo, abriendo con lentitud, dejando solo una rendija para asomarse, pero solo alcanzaba a escuchar la voz de Lucien.
—¡Más, tío! ¡Más fuerte!
El corazón de Samy se aceleró, necesitaba ver qué ocurría, pero para ello, debía ingresar un poco a la alcoba; después de unos segundos de duda, se animó a hacerlo, pero esperaba que no se dieran cuenta. Abrió más la puerta y su cabeza se introdujo, quedándose con la boca abierta y asustado.
Lucien estaba de rodillas sobre la cama, con una mejilla contra el colchón, tenía los ojos vendado, las manos atadas a su espalda y estaba con el rostro hacia la puerta, mientras Kyle lo penetraba desde atrás, pero precisamente por eso, se dio cuenta de que su invitado estaba ahí mismo. El mayor sonrió complacido al ver el semblante del pelinegro y le hizo una seña con la mano para que guardara silencio.
Kyle se detuvo, consiguiendo que Lucien protestara.
—¡No! — gritó — no pares… amo… por favor — suplicó con desespero, pues a pesar de que se había portado mal, su tío aceptó tener sexo con él.
—‘Conejito’ — el mayor sujetó la melena castaña y lo levantó sin consideración — ¿de verdad te gusta? ¿Lo disfrutas?
—¡Mucho! — respondió mientras un hilillo de saliva resbalaba por la comisura de sus labios — quiero más — pidió con desespero — llena mi pancita, tío… por favor… necesito que me alimentes y ¡llenes mi pancita!
Samy se cubrió la boca con una mano, pues estuvo a punto de gritar; pero su mano libre fue a cubrir su entrepierna, sintiendo algo que no había sentido antes. Kyle le sonrió al pelinegro, relamió sus labios y embistió a su sobrino con mayor fuerza, arrancándole gritos de dolor, pero también, palabras de deseo.
Samy no aguantó más, salió de la habitación, dejando a la pareja en lo suyo y bajó las escaleras, yendo al sótano. Llegó a la sala dónde normalmente se acostaba y se abrazó de una almohada, hundiendo su rostro ahí, respirando con dificultad; no entendía lo que había visto, pero algo era seguro, él quería probarlo, quería estar en el lugar de Lucien.
Tardó varios minutos en calmarse y cuando lo hizo, se incorporó y puso una película de nuevo, observando con atención lo que los protagonistas hacían, imaginándose que lo que pasaba, debía sentirse muy bien, para que todos, incluso Lucien, desearan más.
* * *
Después del sexo, Kyle se aseó y dejó a su sobrino durmiendo en la recámara; no se había cansado mucho, porque su plan era ir a buscar a Samy. Seguramente estaba sumamente ansioso, nervioso y deseoso de probar lo que había visto, como todos los niños que habían pasado por su cama.
Con calma, bajó por las escaleras y al llegar al sótano, escuchó un sonido que conocía muy bien; eran los gemidos de una de las películas que tenía guardadas; sonrió complacido y después de cerrar la puerta, se acercó con sigilo hasta donde estaba el menor. El pelinegro estaba dormido, con la ropa mal acomodada, pero no desnudo.
«Seguramente, no supo cómo estimularse correctamente…» pensó el mayor y eso le causó gracia.
Con movimientos cautelosos, se acomodó al lado de Samy, después de apagar la televisión y finalmente, empezó a acariciar la piel del torso, por debajo de la camiseta. Los suspiros escaparon de la boca del niño y cuando la mano de Kyle se introdujo por debajo del pantalón corto y la ropa interior, el pelinegro empezó a reaccionar.
—¿Señor… Miller? — musitó con nervios, pero la mano traviesa no le permitía pensar correctamente, pues le gustaba la manera en que lo acariciaba.
—¿Sí? — indagó el mayor, acercándose a la oreja de su invitado — ¿acaso no querías saber lo que se siente?
Los nervios, las dudas, todo se presentó en el niño; sabía que no era correcto, pues eran cosas de adultos, pero si otro chico, más pequeño que él, podía disfrutarlo tanto, seguramente no era tan malo. Kyle notó que el niño se debatía entre lo que pensaba, que seguramente sabía que era algo incorrecto y lo que sentía, que era más que obvio que lo disfrutaba.
—Tranquilo — musitó el castaño contra la oreja del menor — te aseguro que lo disfrutarás… — «al menos esta noche…» terminó en su mente, pues en ese momento quería darle confianza, para que accediera a todo lo que quería.
Samy no pudo resistirse más, su cuerpo se relajó y empezó a disfrutar sin temor, de las caricias tan lascivas, las lamidas en su oreja y cuello, así como la mano traviesa estimulando esa parte de él a la que nadie había tenido acceso con anterioridad.
El ojiazul hizo que el niño girara y se colocara boca arriba, para poder manipularlo mejor; rápidamente lo desvistió, dejando el cuerpo desnudo ante él. No pudo evitar relamer sus labios, a ver ese pequeño manjar que se le ofrecía con la inocencia de un virgen tan pequeño, como todos los que le gustaban, pero sabía que debía tomarlo con calma, aunque el deseo por romperlo era tan grande, que lo estaba llevando al límite.
Kyle no se contuvo, quería probarlo y lo hizo; su lengua y labios disfrutaron la piel que se erizaba ante su toque, mientras bajaba a ese lugar más interesante, entre las piernas de niño, sin dejar de tocar con sus dedos, para evitar que su presa reaccionara. Samy sentía las caricias húmedas y no podía evitar gemir, además, le gustaba como los dedos de mayor acariciaban su piel; sentía cosquillas, sentía placer, sentía cosas que jamás imaginó que podría llegar a conocer.
Cuando la boca del castaño se apoderó del pequeño sexo, el grito escapó de la garganta del menor, logrando que tocara e cielo de inmediato; Kyle sonrió divertido, pues nada había salido, ni siquiera una gota de líquido, pero era obvio que el niño había llegado al clímax, debido a los estremecimientos que cimbraban el cuerpo.
Lentamente, el castaño volvió a acercar su rostro al del pelinegro, sonriendo divertido al ver esa expresión de satisfacción.
—¿Te gustó? — indagó antes de lamer la mejilla, recogiendo una lágrima que había escapado de los ojos miel.
Samy no pudo responder, se encontraba exhausto y respirando con agitación, así que solo asintió.
—Me alegra… — Kyle acarició la mejilla sonrosada con sus dedos — pero esto no es nada, ¿te gustaría disfrutar tanto como Lucien? — el niño volvió a asentir — lo malo, es que la primera vez duele mucho — fingió un poco de tristeza — así que seguramente, llorarás, pero si lo soportas, entonces podrás quedarte conmigo, como lo hace Lucien, en este lugar, disfrutando de todo esto — dijo sin un ápice de remordimiento — dime, ¿te gustaría? ¿Quieres ser parte de mi familia y disfrutar de mucho placer, a cambio de sufrir un poquito?
El menor pestañeó lentamente, sus ojos derramaron un par de lágrimas más, pero sus manos se movieron con pesadez, abrazando al mayor con lentitud — sí — musitó con cansancio.
—De acuerdo — Kyle asintió — mañana lo haremos — anunció — tengo que evitar que Lucien nos interrumpa, por eso, lo mantendremos en secreto, ¿de acuerdo?
—¿Por… qué? — el pelinegro no entendía por qué debía ser así.
—Porque tengo que explicarle a Lucien y me tomará algo de tiempo, no me gustaría que volvieran a pelear, eso me pondría triste — besó los labios de Samy con suavidad — ¿quieres que me ponga triste? — preguntó con un tono fingido de aflicción.
—No — negó el niño, abrazándose con mayor fuerza del otro, pues no quería que Kyle se sintiera mal o podría rechazarlo.
—Cuando se arregle lo de tu adopción, entonces, se lo diremos, ¿de acuerdo?
Samy asintió y después, el castaño volvió a besarlo, aunque con un poco más de deseo, aprovechando que el menor estaba algo adormilado.
«Tan manipulable…» pensó el ojiazul con diversión, disfrutando de lo que tenía al alcance en ese momento; era paciente y ahora, estaba tomándose el tiempo, pues antes de devolver a Samy, quería disfrutarlo al mismo tiempo que a Lucien.
* * *
Ir al parque de diversiones no le propuso a Kyle ningún problema; a pesar de todo, Lucien seguía siendo un niño, por lo que se comportó como tal, aunque quería toda su atención, pero Samy le tuvo mucha paciencia, para evitar peleas, justo como la noche anterior le había pedido. Subir a los juegos fue sencillo, pues ninguno era tan grande o alto, para hacerlo en juegos para adolescentes o adultos, además, eran suficientemente grandes para ingresar solos a las otras, así que Kyle no tuvo que acompañarlos en esas atracciones que sí pudieron disfrutar.
Les compró todo lo que se encapricharon en tener y hacer, por lo que ambos niños quedaron satisfechos con la salida; por su parte, el mayor se sintió complacido de que Lucien siguiera tranquilo y no hubiese intentado huir de él ese día, pues por ello lo mantuvo vigilado, además de haber tomado precauciones.
Estaba oscureciendo cuando regresaron a la casa. Kyle descendió con todos los juguetes y obsequios que les había comprado a sus pequeños acompañantes, después de que los niños bajaron corriendo para ir al interior.
—A ver… — el mayor dejó las cosas sobre la mesa — cada uno va a llevar sus cosas a la habitación que le corresponde — señaló todos los objetos — mientras yo preparo la cena.
Samy y Lucien corrieron por sus cosas y subieron las escaleras de inmediato, mientras Kyle iba a la cocina. El castaño sirvió dos vasos con agua y sacó un par de píldoras; una de ellas era una vitamina de naranja, algo sumamente inofensivo y la otra era una pastilla para dormir. Sabía que esa noche iba a hacer mucho ruido, así que no quería despertar a Lucien.
Los dos niños volvieron y Kyle les entregó las píldoras, diciendo que eran vitaminas; su sobrino la tomó de inmediato, pues diariamente tomaba unas aunque no sabía que tampoco eran simples suplementos; Samy tomó la píldora solo para no quedar mal, pero no entendía la razón del por qué debía hacerlo. Después de esto, el mayor les preparó una cena ligera.
A media comida, Lucien estaba cabeceando, cansado y soñoliento.
—¿Te sientes mal, Lucien? — Kyle levantó una ceja, fingiendo confusión al verlo en ese estado.
—Tengo… sueño — respondió tallando sus ojitos con pereza.
Kyle sonrió — supongo que estás cansado, hoy fue un día largo y seguramente estás resintiendo todo lo que ocurrió — explicó poniéndose de pie y acercándose a su sobrino — Samy, termina la cena, voy a recostar a Lucien y vuelvo contigo — levantó al pequeño castaño en brazos y antes de girar, le guiñó un ojo al otro niño.
El pelinegro se sobresaltó pero de inmediato asintió y siguió comiendo.
Cuando Kyle llegó a la habitación principal, Lucien ya estaba completamente lánguido, debido a que se había quedado dormido; el castaño dejó a su sobrino en la cama, lo desnudó y arropó con rapidez, para poder volver con su invitado.
—Descansa, ‘conejito’ — besó la frente del niño antes de alejarse, pues ante todo, ese niño era lo más importante para él y por ello le tenía más consideraciones y cariño.
Después de eso, apagó las luces, cerró la puerta y fue directamente al comedor, justo donde Samy estaba terminando de cenar.
—Espero que hayas dejado espacio — sonrió el ojiazul.
—¿Por qué? — indago el niño, observando como el otro iba a la cocina y de un estante superior sacaba algo.
—Porque estos son para ti…
Samy abrió los ojos con sorpresa y sonrió emocionado al ver la caja con chocolates que el otro le mostró; Kyle se acercó y le puso enfrente los chocolates.
—¿Todos son para mí? — preguntó aun sin poder creerlo.
—¡Claro! — asintió el ojiazul y se sentó al lado del niño — te portaste muy bien hoy con Lucien, así que mereces un premio — sonrió.
—¿Puedo comer uno? — los ojos miel buscaron el rostro de Kyle con ansiedad.
—Come los que quieras — el otro se alzó de hombros — son tuyos…
El niño abrió el empaque y empezó a comer los chocolates con gusto, ante la mirada atenta del castaño; esos chocolates estaban envinados, así que seguramente el niño se pondría ebrio con rapidez.
—Samy — al escuchar su nombre, el niño levantó el rostro — ¿recuerdas lo que te dije ayer?
El pequeño relamió sus labios y limpió sus dedos, que tenían un poco de chocolate, después habló — ¿qué cosa? — preguntó con algo de curiosidad.
—Que hoy te haré algo que te dolerá — confesó — pero que es necesario si quieres ser parte de mi familia…
—Sí — asintió — lo recuerdo — comió otro chocolate — y no importa que duela, ¡lo haré!
—¡Bien! — el castaño se sintió complacido — esa es la actitud, pero primero, quiero que disfrutes de los chocolates… ¿quieres refresco, leche, agua?
—No, gracias…
Kyle le acarició la mejilla y le sonrió condescendiente, esperaría pacientemente, hasta poder obtener su premio.
Samy siguió comiendo chocolates y poco después empezó a sentirse mareado.
—Yo… me siento mal — dijo con pesadez.
—¿De verdad? — el mayor puso la mano en la frente del niño — temperatura no tienes, ¿qué sientes?
—Mareo… — musitó, tratando de pasar la mano por su rostro, pero no coordinaba correctamente.
—Oh, creo que los chocolates te afectaron un poco — Kyle suspiró — no te preocupes, es normal — se movió, cerrando la caja y llevándola a su lugar, mientras el pelinegro sentía que todo daba vueltas a su alrededor — me gusta que la primera vez, los niños se pongan más dóciles, pero sin perder el conocimiento, de lo contrario, no es tan divertido — negó y volvió a lado del pequeño, sujetándolo y llevándolo en brazos, para ir a la habitación — esta noche, lo haremos en tu cama — anunció, pues usaría su habitación oculta después, cuando lo hiciera con ambos niños a la vez — no importa si gritas, Lucien no se dará cuenta — se burló.
Samy no comprendía, su cerebro no reaccionaba, pero le gustaba esa calidez que sentía al estar contra el pecho de Kyle; restregó su rostro contra el hombro del otro y dormitó un poco mientras era llevado a la recamara.
Al llegar a la allcoba de Samy, Kyle recostó al niño contra la cama; las caricias lujuriosas empezaron por parte del mayor, consiguiendo que el niño sonriera y ahogara algunas risas, pues le producía cosquillas mientras lo desvestía. El castaño se relamió los labios al dejar completamente desnudo al otro, contemplando la piel, que no era tan blanca como la de Lucien, pero era igual de perfecta; se acomodó hincado entre las piernas de su compañero, quien lo miraba con algo de confusión y parecía adormilado.
Kyle repasó con sus dedos las delgadas piernas del niño, desde los tobillos hasta sus muslos y luego lo sujetó de la cadera, acercándolo a él; sus manos subieron por el abdomen hasta el pecho, acariciando las pequeñas y apenas notorias aureolas, antes de inclinarse a lamerlas con deseo, succionando los pequeños y casi inexistentes pezones, para que se pusieran erectos y poder pellizcarlos. Samy sintió las caricias y gimió; su cuerpo reaccionó, ondulándose y restregándose más para disfrutar lo que sentía, pero el castaño se alejó.
—Es hora — sonrió con malicia.
El pelinegro no comprendió esa frase, mucho menos por qué el mayor sonreía de esa manera tan retorcida, pero sí pudo darse cuenta como abría su pantalón, acercaba algo a su trasero y después, solo pudo sentir dolor.
Samy gritó, un grito de dolor que fue seguido de lágrimas.
—¡No! — sollozó — ¡duele!
—Lo sé — Kyle se inclinó y lamió las gotas saladas — pero te advertí que dolería, ¿no? — preguntó con diversión — además, dijiste que harías lo que fuera por estar en mi familia — sentenció moviendo la cadera para poder entrar completamente, ya que solo había entrado la mitad.
El pequeño empezó a retorcerse de dolor, tratando de alejare de manera inmediata, intentando apartarse de lo que le causaba ese sufrimiento y lo hacía suplicar por que el otro se detuviera, sin saber que eso era lo que más excitaba al mayor.
El castaño sentía que el deseo y la lujuria se acrecentaban más y más en su cuerpo, debido a las quejas, los gritos, el llanto; ese gesto dolorido que el niño tenía, era el premio más grande que podía recibir de sus víctimas. Se inclinó y mordió el cuello con fuerza, dejando la marca de sus dientes, consiguiendo que el niño intentara empujarlo, así que se alejó, a pesar de que la fuerza de las pequeñas manos no era suficiente para lograr su cometido.
—¿Me detengo? — preguntó buscando la mirada miel manteniendo un gesto serio — si lo hago, dejaras de sufrir, pero entonces, no sabrás porqué a Lucien le gusta tanto y tampoco, podrás quedarte aquí — amenazó — volverás al orfanato y quizá, nunca tendrás una familia… ¿eso quieres, Samy?
Las palabas consiguieron que el pelinegro se asustara; él no quería quedarse sin un hogar, él ansiaba una familia y siempre dijo que se portaría bien y haría todo lo necesario para conseguirla.
«Solo es una prueba…» se dijo mentalmente, apretando los parpados y llorando con mayor sentimiento — no — respondió débilmente, después de un momento, ya que recuperó el aliento, pues el ojiazul había detenido sus movimientos.
—¿No qué, Samy? — presionó Kyle.
—No quiero eso… — musitó — por favor… — sus ojos buscaron el rostro de Kyle — quiero quedarme… aquí… — pidió con debilidad.
—¿En serio?
Samy asintió.
—Entonces — el mayor sonrió complacido — necesito ver si puedes aguantar mucho más dolor…
Kyle salió del interior del niño, satisfecho de ver como la sangre escurría por el pequeño ojete mancillado, ensuciando las sábanas blancas que cubrían la cama; sujetó a Samy del cabello, levantándolo junto con él, incorporándose para quedar hincado y pegar la pequeña espalda a su pecho, aun cubierto por su camisa.
—Esto te dolerá mucho más — anunció, sujetando al otro por los muslos, levantándolo con facilidad y colocándolo sobre su miembro.
Sin tardar más, obligo al pelinegro a sentarse sobre su miembro, y que lo albergara de un solo movimiento en su rasgada cavidad, haciendo que gritara con mayor fuerza. Kyle movió a Samy de arriba abajo, utilizándolo como un objeto para masturbarse, sintiendo presión y excesiva humedad, sabiendo que era debido a la sangre, pues era obvio que había lastimado el interior de ese pequeño cuerpo.
Samy gritaba, lloraba y trataba de alejarse sin conseguir su cometido, hasta que su cuerpo se rindió; el dolor era demasiado y lentamente, dejo de pelear, solo se limitó a llorar y gemir, fue cuando Kyle lo empujó, dejando el pecho del niño contra el colchón.
—Hora de romperte más — anunció con crueldad — pero para que veas que quiero hacerlo sencillo para ti, primero, te daré un poco de lubricante…
Los movimientos del ojiazul aumentaron; su cadera golpeaba las nalgas de Samy, mientras lo penetraba con tanta fuerza, que de no ser porque lo sujetó de las muñecas el niño se habría apartado debido a las furiosas embestidas. Kyle no se contuvo, rápidamente liberó su semen en el mancillado interior, satisfecho de ser el primero en ese cuerpo; el pelinegro gimió, sintiendo como si su interior fuese cubierto por algo que parecía agua hirviendo, pues sentía un escozor doloroso, casi como una quemada en su piel.
El castaño tardó un poco en recuperar el aliento, pero disfrutó de sentir la presión en su sexo, mientras lo hacía. Finalmente, se alejó de Samy, observando satisfecho como la abertura posterior estaba muy dilatada y de ahí, escurría su semen, mezclado con la sangre del niño.
—No está mal — sonrió y acercó sus dedos a la entrada, introduciendo algunos sin problema — pero, ¿sabes? — le dio una nalgada, consiguiendo que el niño respingara débilmente, dolorido — a Lucien le cupo mi mano el primer día… veamos si contigo pasa igual…
Samy volvió a gritar y siguió llorando, pues durante la noche, Kyle lo forzó sin ninguna consideración, hasta que su puño ingresó sin problema en el interior, expandiendo por primera vez ese conducto que hasta ese día, había sido puro.
* * *
Eran las ocho dela mañana, cuando Samy sintió movimiento a su lado.
—Despierta — pidió Kyle con suavidad, besando sus mejillas — es hora de asearse — sonrió al ver los ojitos miel, mirándolo con confusión — debes estar limpio para el desayuno…
El niño asintió, pero al intentar moverse, un dolor en su parte posterior lo hizo quejarse.
—Ah, me imagino que duele — el ojiazul suspiró — pero es normal — dijo condescendiente — solo recuerda que debes estar orgulloso, pues pude meterlo — puso la mano frente al rostro del menor y después cerró su puño.
Las mejillas del pelinegro rápidamente se encendieron con un intenso color rojo y desvió la mirada.
—No te pongas así — lo sujetó del mentón, obligándolo a verlo — es bueno saber que me aceptaste con tanta rapidez — aseguró — pero recuerda, hasta que hable con Lucien, no puedes decirle nada, ¿entendido?
—S… sí — asintió.
—Ven, te llevaré al baño, te ayudaré a asearte, pues antes de ir con mi sobrino, debo prepararte…
—¿Prepararme? — Samy levantó el rostro, confundido.
—Sí, prepararte — Kyle levantó una ceja — después de tanto trabajo y esfuerzo, es mejor continuar con el entrenamiento…
El niño estaba confundido, pero no pudo decir, ni indagar más; Kyle lo levantó en brazos y lo llevó a la regadera, templó el agua y lo bañó con mucho cuidado, poniendo especial atención en su interior. Samy temblaba al sentir los dígitos intrusos, palpando sus paredes lastimadas, pero poco a poco empezaba a sentir algo de placer, eso que durante la noche no pudo disfrutar.
—Listo — Kyle cerró la llave del agua.
—¿Es todo? — el menor lo miró confundido, le pareció muy poco tiempo.
—Sí, por ahora ya acabamos en la regadera — agarró una toalla y lo secó con cuidado — pero falta algo más…
Semy se dejó hacer, le gustaba ese trato y toda la atención que Kyle le proporcionaba, pues eso lo hacía sentir especial. Cuando el castaño lo llevó al vestidor, lo dejó de pie, mientras sacaba una cajita que tenía escondida en la parte más alta del armario; regresó y dejó de lado el paquete, mientras se acuclillaba frente al pelinegro.
—Coloca las manos en el banquillo — señaló el banco donde se sentaban normalmente a ponerse los zapatos.
El niño lo obedeció y con esa posición, dejo ligeramente expuesto s trasero.
—Ahora voy a introducir algo — Kyle abrió las nalgas con sumo cuidado, observando el ojete inflamado, sonriendo complacido — esto no debes quitártelo sin mi permiso, entiendes — prosiguió sacando algunos óvalos de la caja.
—Pero… ¿si quiero ir al baño?
—Tendrás que avisarme para que te acompañe — anunció el mayor — si no lo haces, me enojaré…
—Está bien…
El gemido de Samy evito que sus palabras se escucharan correctamente, pues Kyle le introdujo el primer juguete en su interior y rápidamente varios más.
—¿Cómo lo sientes? — preguntó el castaño y su mano se movió hasta el vientre de su compañero — ¿cómo está tu interior?
El niño volvió a gemir cuando el otro presionó su abdomen — está… lleno… — musitó y sintió un escalofrío recorrer su columna — muy… lleno…
—Perfecto — Kyle se puso de pie — ahora, vístete con lo que quieras — sonrió y le acarició la mejilla — pero trata de ponerte algo cómodo — le guiñó un ojo — yo iré con Lucien…
—Sí…
El ojiazul salió del baño, dejando al niño temblando, sintiéndose sumamente excitado al sentir como eso que traía en su interior, chocaba contra su sensible piel cada que se movía, produciéndole un placer indescriptible.
* * *
Kyle ingresó a la recamara principal y sonrió satisfecho de que Lucien siguiera profundamente dormido; era la primera noche en meses que no tenía sexo con su sobrino y aunque había sido placentero tomar la inocencia de Samy y lastimarlo, realmente prefería mil veces lo que había ocurrido con Lucien. No podía comparar el placer de humillar a su sobrino, quien tuvo unos padres que se suponía lo cuidarían, provocándole una gran desilusión con ello, a engañar a niños que no tenían nada y estaban dispuestos a cualquier cosa por tener un poco de cariño.
Además, para él, Lucien era sumamente especial, era el fruto prohibido que tenía a su alcance y ahora podía disfrutarlo en todo momento; eso era algo que los demás no tenían, pues siendo que el pequeño castaño era su familiar y tan parecido a él, casi como si fuese su hijo, lo hacía sumamente excitante.
Kyle se acercó a la cama, se sentó en la orilla y acarició la mejilla con suavidad — ‘conejito’ — llamo en un susurro, acercándose a un oído del niño — despierta, mi amor — besó la mejilla y luego se acercó a los labios — es hora de que desayunes…
Los ojitos azules se abrieron con pereza — tío… — musitó — me siento mareado…
—¿En serio? — puso un gesto de sorpresa — que mal, quizá debo darte un medicamento — acercó la mano al rostro del menor — no parece que tengas fiebre, pero si te sientes mal, necesitas descansar… ¿prefieres quedarte en cama este día?
—¿Te quedarías conmigo?
—Sabes que no puedo, ‘conejito’, tenemos visita…
—Odio a la visita — anunció el niño — con él aquí, no podemos hacer nada…
—No te preocupes, ya pasó una semana, en dos más se irá — sonrió el mayor, besando a su sobrino en los labios.
—¿De verdad? — el rostro de Lucien se iluminó.
—Por supuesto… pero recuerda que, hasta que se vaya, debes ser amable con él y después te compensaré todo lo que quieras, de la forma que desees…
—¿Todo lo que desee?
Kyle sonrió — todo — repitió — sabes que por ti, ‘conejito’, soy capaz de todo — sus ojos se fijaron en los de su sobrino — hasta de deshacerme de tus padres — sonrió, pues su sobrino sabía bien lo que había ocurrido, porque él se lo había dicho.
El pequeño ojiazul sonrió complacido y abrazó a su tío y buscó labios — yo también — musitó — por ti, tío, haría cualquier cosa que me pidieras…
—¿Cualquiera? — Kyle bajó al cuello del niño, mordisqueándolo con saña.
—Sí…
—Entonces, tengo algo que pedirte — el mayor se alejó — no molestes a Samy lo que queda de estos días — anunció y los ojitos de Lucien buscaron al mayor con curiosidad — evita meterte en problemas con él — prosiguió el mayor — tratemos de darle unos agradables días y pase lo que pase, no menciones que te desagrada…
Lucién suspiró — está bien, no lo haré…
—Eso es, ahora, vamos a que desayunes…
Antes de que Kyle se pusiera de pie, su sobrino lo sujetó de la manga de su camiseta — ¿puedes darme ‘leche’ antes del desayuno? — indagó.
El mayor sonrió complacido — sí, pero solo si lo hacemos rápido…
* * *
Durante el desayuno, Lucien ignoró a Samy, con ello, no se dio cuenta como el niño estaba inquieto. El pelinegro trataba de comportarse y no decir nada, aun así, desde que Kyle les sirvió la comida y se sentó a su lado, había empezado a sentir como lo que traía en su interior vibraba; al principio, era de una manera lenta, que lo hizo dar un respingo, a la par que sus mejillas se encendían por la vergüenza y excitación, pero rápidamente, el movimiento se hizo más fuerte, hasta que tuvo que dejar de comer y terminó inclinado, colocando la frente contra la mesa, gimiendo con debilidad, sintiendo como su pequeño sexo estaba despierto y le incomodaba cuando se rozaba contra la ropa que portaba.
—¿Te sientes bien? — Kyle acarició la melena negra.
—N… no — contesto el menor con debilidad y ahogó un gemido.
Kyle suspiró — voy a llevar a Samy a su habitación — anunció para Lucien — termina el desayuno y te vas al sótano a esperarnos, ¿entendido? — ordenó con seriedad, al ponerse de pie.
—Pero, hoy saldríamos al cine — el castaño hizo un mohín, tenía meses que no salía y la ida al parque de diversiones había sido sumamente gratificante, por ello, estaba ansioso, esperando la de ese día.
—Iremos más tarde y veremos todas las películas que podamos — Kyle le guiño un ojo — estoy seguro que Samy se sentirá mejor después de que lo revise y le de medicina, ya lo verás…
Su sobrino asintió, pues sabiendo que su tío era médico, estaba seguro que atendería a Samy como a sus pacientes.
Kyle movió la silla y sujeto al otro niño en brazos, sintiendo como se estremecía por la excitación y el cómo su vientre vibraba por culpa de los objetos que él mismo había introducido.
—Despídete de Lucien, Samy…
—Nos vemos… Lucien… — musitó el niño haciendo un ademán con su mano.
—Adiós… — contestó el otro, preocupándose al ver el gesto en el rostro de Samy, pues jamás lo había visto tan rojo, ni con ese gesto que parecía que realmente se sentía muy mal.
Kyle caminó por la casa, llevando al niño al segundo piso, para ir a su habitación, pero sus manos acariciaban la pequeña espalda de manera insistente. Al llegar, el mayor colocó el seguro en la puerta y llevó a Samy a la cama, dejándolo con cuidado sobre el colchón.
—Bien, Samy — sonrió el castaño — es hora de revisarte — sonrió divertido — debemos hacer que te sientas mejor, antes de irnos al cine…
El niño entendió de inmediato a lo que se refería y expuso su cuerpo para el doctor, pues realmente quería sentirse bien, de la manera en que el otro le había enseñado que se podía, a pesar del dolor.
* * *
Los días pasaban, Lucien se daba cuenta que Samy se portaba distinto a los primeros días y también que miraba a su tío de una manera extraña, pero no ocurría nada más, excepto porque algunas noches, se quedaba dormido con suma rapidez y aunque quería evitarlo para estar con Kyle, le era imposible.
Samy no le decía nada, pues comprendía que debía seguir las reglas, pero poco a poco sentía celos de que cuando Kyle no pasaba la noche con él, era porque estaba con Lucien; además, él siempre los espiaba tratando de ver qué hacía Lucien para hacerlo mejor y se esmeraba en lograrlo. Quería que Kyle solo estuviera con él y se animaba con la idea de que el mayor pronto se convertiría en su padre.
Al empezar la tercera semana, Kyle sabía que eran los últimos días con Samy y precisamente el lunes, le avisaron que tres días después, debía devolverlo.
—Bien, debo pensar cómo pasaré estos últimos días — musitó mientras descansaba un momento en su consultorio — creo que convencer a Lucien de aceptar estar con Samy y conmigo será complicado, pero solo debo explicarle que serán tres días — sonrió y suspiró — hace casi un año que no estoy con dos niños a la vez…
* * *
Los niños estaban en el sótano, Samy casi no hablaba con Lucien, pues no quería decirle nada, hasta que fuera adoptado oficialmente por Kyle y Lucien se sentía inquieto por esa actitud de Samy, quien en un principio, era quien intentaba acercarse a él, aunque solo para hacerlo enojar. Después de comer los emparedados que Kyle siempre les dejaba para el almuerzo, Lucien no se pudo aguantar, pues el pelinegro parecía querer ignorarlo completamente.
—¿Qué tienes? — preguntó el ojiazul, mientras su compañero jugaba en una consola.
Samy lo miró de soslayo y no respondió.
—¿Me estás aplicando la ley del hielo? — el castaño frunció el ceño.
El pelinegro hizo un mohín — no — sentenció — solo no quiero hablar contigo.
Lucien se puso de pie — pues no es como que yo quiera hacerlo — espetó molesto — pero mi tío me dijo que fuera amable contigo y no quiero que se enoje si no lo soy.
Samy lo miró con diversión, mientras sonreía de lado — y, ¿podrás hacerlo todo el tiempo? — se burló.
—¿De qué hablas?
—Que me quedaré a vivir aquí, así que si tu tío te dijo eso es para que te vayas acostumbrando a serlo siempre…
Lucien se sorprendió pero luego negó — ¡no es cierto! — gritó con ira — tú te vas a ir pronto — aseguró.
—Lo siento, pero no — Samy negó — hice lo que me pidió para quedarme en su familia — lo miro con altivez — y es un hecho que seré su hijo pronto.
—No te creo…
—Claro que sí — el pelinegro pausó su juego y se giró a ver por completo a Lucien — acaso no te has dado cuenta — lo retó con la mirada — lo mismo que te hace en las noches, me lo hace a mí, porque ya soy parte de su familia…
—Lo… ¿lo mismo? — los ojos azules miraron a Samy con confusión — ¿qué quieres decir?
El pelinegro suspiró, entornó los ojos y se puso de pie, fue a la estantería y sin titubear, abrió la puerta de las películas para adultos, algo que Lucien se sorprendió pues pensaba que aún estaba cerrada; agarró varias cajas y se las mostró al otro — esto — señalo — esto es lo que me hace y ¿sabes? Ha dicho que soy un niño más bueno que tú.
Lucien se quedó de piedra, observando al otro y sus ojos se humedecieron — no es cierto — negó — ¡no es cierto! — repitió — si lo hiciera, me habría dado cuenta — limpió sus lágrimas con desespero.
—No te das cuenta, porque te duerme — Samy devolvió las cajas — te da unas pastillas para que no nos molestes — se alzó de hombros — así que vete acostumbrando, ahora yo seré su favorito…
El castaño empezó a sollozar, las lágrimas ya no se detuvieron y corrió hacia la puerta del sótano. Samy hizo un gesto de fastidio y volvió a su juego.
«Seguramente me acusara con Kyle en la noche…» pensó «…pero solo tengo que negarlo y ya…» sonrió complacido de que las cosas estarían bien para él, pues sabía que su tiempo de prueba estaba llegando a su fin, así que solo se limitaría a disfrutar de todo lo que tenía gracias a su nueva vida.
El sonido de la televisión estaba alto y los disparos de su videojuego retumbaban en la zona, por eso, Samy no se dio cuenta cuando Lucien volvió, hasta que sintió algo en su espalda, algo que lo hizo gritar y dejarse caer hacia el frente de la sala de estar; le dolía tanto y no podía respirar, pero empezó a llorar. Lucien llegó a su lado con paso lento y lo empujó con el pie, para dejarlo ligeramente boca arriba y que lo viera.
El castaño seguía llorando, pero miraba a Samy con odio y desprecio, manteniendo su mano derecha tras su espalda, ocultando lo que llevaba — ¡no me alejaras de mi tío! — dijo con ira — él mato a mis padres por estar solo conmigo — confesó — y yo haría lo que sea por él — sentencio — hasta matar al que será su hijo…
Empujó con más fuerza el cuerpo del pelinegro y el cuchillo que le había clavado en la espalda se enterró completamente, consiguiendo que Samy gritara más fuerte; Lucien se puso en el abdomen del otro y le mostró el otro cuchillo que llevaba. Sin dudar con ambas manos y toda la fuerza que tenía, lo clavó en el pecho del otro y sin dudar, lo sacó, para repetir la acción varias veces más.
—¡Tienes que irte! — gritaba con desespero — ¡eres el intruso! ¡No me quitarás a mi tío!
Samy no pudo defenderse, pues rápidamente la sangre se esparció en el piso y exhaló el último aliento, aun así, Lucien no se detuvo; el ojiazul estaba furioso, completamente celoso, así que cegado por la desesperación de pensar que alguien llegaría quitarle su lugar, clavó tantas veces el cuchillo como su resistencia le permitió.
Finalmente, quedó exhausto, respirando con agitación, sobre el cuerpo de Samy; ambos estaban cubiertos de carmesí, pero Lucien, al constatar que el otro chico no respiraba, sonrió complacido.
—Soy el único ‘conejito’ de este ‘mundo mágico’ y espero que lo entiendas…
Lucien estaba por levantarse, cuando la puerta del sótano se abrió; los ojitos azules se posaron hacia dónde escuchó el ruido y sonrió desde su lugar, al ver por encima del respaldo del sillón que era Kyle, que llegaba con comida.
El castaño, a primera vista no miró a los niños, así que levanto la voz — ¡Lucien!, Samy, llegué! — anunció al caminar hacia el pequeño comedor de esa zona.
—Bienvenido, tío — Lucien se incorporó por completo y Kyle se sorprendió de verlo cubierto de sangre.
—¡Lucien! — gritó y soltó todas las cosas que llevaba, corriendo hacia su sobrino — ¿estás bien? ¿Qué te paso?
—Estaba jugando con Samy — el menor señaló el cuerpo que estaba en el piso, en un charco de sangre.
Kyle se sorprendió de ver al pelinegro ahí, pero no le prestó importancia, pues ya había visto muchos cuerpos así y ese niño, realmente no le interesaba en lo más mínimo, en ese momento, lo único que le preocupaba era Lucien — ¿te hizo daño? — acarició la mejilla de su sobrino con ternura — ¿te duele algo?
—No — negó el menor — pero dijo que tú lo querías más — reprocho — ¿es cierto? — preguntó con seriedad.
—¡Por supuesto que no! — Kyle lo abrazó, ensuciándose con la sangre que cubría a Lucien — como puedes pensar eso — besó el cabello castaño, que tenía algunas salpicaduras rojas — te lo he dicho ‘conejito’, tu eres lo más importante para mí — aseguró — Samy solo era parte de mi trabajo, ahora me va a costar mucho dinero reponer lo que se perderá, pero, mientras tu estés bien…
—¿De verdad? — Lucien buscó la mirada de su tío — ¿me quieres más?
—Por supuesto — Kyle besó los labios de Lucien, disfrutando el sabor de su sobrino, mezclado con la sangre que lo cubría — ahora vamos, debemos asearte y llamaré a algunas personas para que vengan a arreglar este desastre…
—¡Sí! — el pequeño castaño se abrazó del cuello del mayor, permitiendo que el otro lo levantara en brazos — también debes llenar mi pancita — anunció.
—Primero, arreglamos esto, después, lleno tu pancita con lo que quieras…
* * *
Lucien estaba sentado en el comedor, cenando, mientras unos sujetos extraños, con el rostro cubierto, limpiaban la sangre y recogían el cuerpo de Samy; ya estaba limpio y portaba una ropa normal, en tonos claros, casi como si quisiera denotar completa inocencia. Su tío estaba hablando por teléfono, pero le prometió quedarse quietecito, por eso no se movía de su lugar.
—Así que tú eres Lucien — un hombre de cabello negro se sentó a su lado — ¿cómo estás?
—Bien — respondió el niño pasando el trago de su comida.
—Mi nombre es Frederick Jones — se presentó — soy compañero de trabajo de tu tío — sonrió — y también somos amigos.
—Mucho gusto…
—¿Puedo preguntarte algo? — los ojos grises escudriñaron al niño y cuando este asintió, prosiguió — ¿tu hiciste esto?
Lucien bajó el rostro y se mordió el labio; su tío le había dicho que no hablara de lo ocurrido, que debía dejarlo como algo que pasó y ya, pero solo lo hablarían entre ellos.
—¿Kyle te dijo que no dijeras nada? — indagó el mayor, a lo que Lucien asintió, logrando que sonriera satisfecho y le despeinó el cabello castaño — eres un buen niño — dijo divertido — ¿sabes?, me preocupaba que pudieras ser de los que habla de más, pero me doy cuenta que obedeces a tu tío ciegamente, ahora veo porque para Kyle eres tan especial…
Ante esas palabras, Lucien levantó el rostro y sonrió feliz.
—Pero, debes saber que lo que hiciste estuvo mal — prosiguió el pelinegro — ese niño que murió, era del trabajo de tu tío…
—Pero él dijo que mi tío lo iba a adoptar — se excusó de inmediato.
—Es lo que todos piensan — Frederick suspiró — pero no es así, los médicos les dan unos días felices, antes de que se los lleven a sus verdaderos “hogares” — confesó — pero ahora, con lo que hiciste, le costará dinero a tu tío y posiblemente un gran regaño o un castigo…
“Castigo”, las simple idea de que le hicieran algo a Kyle, puso nervioso al niño.
—No — negó — fue mi culpa, yo no entendí — sus ojitos azules se humedecieron — no quiero que le pase nada a mi tío…
Frederick sonrió completamente satisfecho de esa reacción — entonces, yo veré si puedo ayudarlo, mientras, hazme un favor — le acarició la mejilla — no le vuelvas a creer a esos niños — negó — tu tío puede decirles muchas mentiras a ellos, todo para que estén felices, pero a ti, jamás te mentiría, ¿o sí?
—¿Cómo sabe?
—Te dijo lo que le pasó a tus padres, ¿cierto? — el mayor lo miró con seriedad y Lucien asintió — si quisiera mentirte, no te lo hubiese dicho.
El niño pensó por un momento y luego asintió — cierto…
—Entonces, confía en él, no lo contradigas y te aseguro que pasaras mejores momentos — sonrió el otro — aunque tu tío juegue con otros niños, nunca dejarás de ser el único al que quiere, así que, no vuelvas a meterte en su trabajo, ¿de acuerdo?
—Sí, señor…
Kyle se acercó en ese momento — ya está, solo debo pagar una multa, pero no me creyó lo que ocurrió — dijo para Frederick.
—No te preocupes, yo voy a dar mi informe y seguramente todo estará bien — sonrió confiado — me retiro — le ofreció la mano a Kyle y el castaño la aceptó por cordialidad — cuídate Lucien y pórtate bien — pidió el pelinegro.
—Adiós, señor Jones.
Todos los hombres salieron del sótano y Kyle los acompañó a la salida, dejando a Lucien terminando su cena.
—Debes tener cuidado — Frederick miró a Kyle de soslayo — a pesar de su inocente carita, tu sobrino es de armas tomar.
—Lo sé — Kyle sonrió complacido — me sorprendió lo que hizo, pero a la vez, me demostró que era capaz de hacer lo que sea por mi…
—Solo esperemos que no te haga lo mismo…
—Esa opción no puedo descartarla — Kyle se alzó de hombros — pero sería muy divertido, ¿no lo crees?
* * *
Después de la cena, Kyle llevó a Lucien a su habitación y lo recostó en la cama, besándolo con deseo; el niño le correspondía con anhelo y entrega, pero antes de que el mayor lo desvistiera se alejó.
—A pesar de que lo que hiciste fue por mí, sabes que hiciste mal, ‘conejito’ — anunció.
—¿Me vas a castigar? — el niño hizo un puchero.
—No — negó su tío y besó su frente — pero quiero saber… ¿qué pensabas hacer con esto? — su mano se movió y sacó un cuchillo que estaba debajo de la almohada.
Las mejillas de Lucien se tiñeron de rojo y desvió la mirada — yo…pensé que si… a pesar de lo que le hubiese hecho a Samy… tu querías más a Samy que a mi… entonces debía hacer algo….
—¿Pensabas matarme también? — Kyle levantó una ceja.
El pequeño ojiazul no respondió.
El mayor lo abrazó y giró, llevándolo consigo, para dejarlo sobre él; Lucien se sorprendió por el movimiento, pero luego se incorporó, quedando sentado.
Kyle le entregó el arma blanca y le sonrió — adelante — dijo con calma — mátame…
El pequeño abrió sus ojos con sorpresa y tembló.
—Ten — presionó el mayor — yo soy una mala persona, aunque te he amado y te amo, como no lo haría jamás con alguien más, pero eso no importa, porque maté a tus padres, te hago cosas para adultos todo el tiempo, te tengo encerrado en esta casa y mi trabajo me obliga a portarme bien con otros niños y eso no te gusta, ¿cierto? — enunció lo más relevante en su vida — así que, hazlo… seguramente te llevarán a un orfanato y te buscaran una nueva familia, dónde tengas que compartir de verdad el cariño de tus nuevos padres, con otros niños, pero ahora, tú serás el intruso, como lo fue Samy en esta ocasión…
Lucien puso un gesto de miedo.
—Hazlo, ‘conejito’ — Kyle obligó al niño a sujetar el cuchillo y colocó la punta sobre su pecho, justo donde latía su corazón.
—¡No! — Lucien lanzó el objeto a un lado y se abrazó de su tío — no quiero que me dejes tío, no quiero que me separen de ti, quiero estar contigo siempre… ¡por favor! — sollozó — yo no quiero hacerte daño — negó — ya sé que me quieres más que a otros y no volveré a desobedecerte… ¡perdón!
Kyle sonrió complacido — lo sé, ‘conejito’ — lo abrazó y besó el cabello — tu, eres completamente mío — su mano se movió al rostro de su sobrino, obligándolo a levantar el rostro y lo besó, recibiendo un beso deseoso de niño, quien le pedía perdón por lo que había pensado hacer, mientras seguía enojado.
* * *
Semanas después, Lucien volvía al colegio, a cursar su siguiente ciclo escolar; ese primer día, Kyle había ido por él y lo esperaba en su automóvil. El niño subió de inmediato y le dio un beso en la mejilla a su tío, justo como le había dicho el mayor, porque no debían besarse en la boca en público.
—¿Cómo te fue, ‘conejito’?
—Bien — se sentó correctamente y se puso el cinturón — la maestra es muy amable…
—Me alegro — su tío emprendió la marcha — hoy, iremos al orfanato, quiero que conozcas a alguien que ira desde mañana a la casa…
—¿Es de tu trabajo? — preguntó con curiosidad.
—Sí — sonrió el castaño — se quedará unos días y después debo devolverlo, pero recuerda que a pesar de lo que diga…
—Él debe pensar que lo adoptarás — dijo el niño con seriedad — lo sé, ya lo entendí — sonrió — no voy a meterte en problemas de nuevo…
—Me alegro — Kyle le guiño el ojo — te aseguro que de esta manera, disfrutarás más — prometió.
—Está bien — asintió el pequeño ojiazul — si tú me dices que es lo mejor, yo creo en ti y haré lo que me digas, tío…
—Buen ‘conejito’…
* * *
Despedida.
Bien, este Extra es especial, pues fue por el primer lugar del evento de pascua 2017, el cual, el ganador fue Kei Kun; él quería una continuación del conejito Lucien y su tío Kyle, aunque creo que esperaba algo mejor y hasta un trío con Samy, pero, bueno, las cosas no resultaron, ya será para después XD ajajajaja Por ahora, disfruten este capítulo extra, pues es ligeramente independiente a la historia, por eso no agregué otros doctores, pues para eso, necesito entrar en sus capítulos.
Saludos y nos leemos luego.
Bien, este Extra es especial, pues fue por el primer lugar del evento de pascua 2017, el cual, el ganador fue Kei Kun; él quería una continuación del conejito Lucien y su tío Kyle, aunque creo que esperaba algo mejor y hasta un trío con Samy, pero, bueno, las cosas no resultaron, ya será para después XD ajajajaja Por ahora, disfruten este capítulo extra, pues es ligeramente independiente a la historia, por eso no agregué otros doctores, pues para eso, necesito entrar en sus capítulos.
Saludos y nos leemos luego.
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