Extra: Despedida de soltero
Durante la despedida de soltero de Alejandro, justo como Iván pidió, las botellas de tequila no pararon de llegar. David, Alex e Iván, parecían más acostumbrados a esa bebida, ya que no se miraban afectados por la misma, más por el contrario, Luís, Víctor y Daniel, sí sintieron el golpe del alcohol después de los primeros caballitos, pero aun así no se retractaron.
—‘Orale —Iván le pasó un caballito a Daniel.
—No yo… —intentó negar, pero solo puso la mano en su cabeza, estaba mareado—. Yo no creo que pueda… más.
—Parece que sí te pegó fuerte —se burló el de ojos aceituna y le ofreció el pequeño recipiente a Víctor—. ¿Tú que dices?
—Tal vez… pueda con otra… tal vez…
—No creo que pueda más —se burló David, sujetando el tequila y bebiéndolo de golpe—. No parecen de los que beben así —rió.
—No, no lo somos —Luís apretó los parpados.
—No creo que puedan con otra ronda —Alejandro sujetó otro caballito y lo bebió de inmediato.
—Bueno, entonces, empecemos… —Iván sonrió con picardía y frotó sus manos.
—¿Empecemos…? —Daniel no comprendió esas palabras—. ¿Con…? ¿Con qué?
—Sí —David acomodó sus gafas—. Viene el interrogatorio.
—¿Inte… qué? —Víctor se asustó.
—Nada de lo que digan saldrá de aquí —señaló Iván con rapidez—. Palabra de honor.
—¿Sobre…? ¿Sobre qué o qué? —preguntó Luís, confundido.
—Alex y Erick, ya nos hablaron de ustedes —David los señaló—, pero queremos saber de primera mano, si son confiables o no.
Los tres amigos buscaron el rostro del rubio, quien sonrió indiferente— no les va a pasar nada, mientras sean sinceros —dijo con calma, pero esas palabras los hicieron temblar.
—En poco, Erick se va a casar con Alex —Iván ladeó el rostro—, suponemos que están felices, ¿verdad?
—¡Por supuesto! —Daniel intentó asentir, pero tuvo que evitarlo al final porque se mareó un poco.
—¡Sí! —Víctor asintió con debilidad.
Hubo un momento de silencio y todos buscaron con la mirada a Luís, quien suspiró y sujetó un vasito de tequila, bebiéndolo de inmediato, sin titubear.
—Parece que alguien no está feliz —David sonrió de lado, observando al otro sobre sus gafas.
—No es eso… —respondió el castaño—. Es solo… no importa.
—No te limites —Iván se inclinó y colocó los codos en las rodillas—. Alex ya nos comentó que te interesa Erick.
—Iván… —la voz de Alejandro sonó grave.
—Tranquilo, estamos hablando entre camaradas, Wey —se burló.
—La sinceridad sirve para afianzar lazos y Erick quiere que nos llevemos bien con ellos, ¿o no? —presionó David.
Al escuchar el nombre del ojiazul, Luís lo miró con asombro, pero se mantenía un poco reservado ante los otros, porque los acababa de conocer.
—¿Desde cuándo… conocen a Erick? —indagó Daniel con nervios.
—Desde la secundaria —respondieron los otros dos.
—Cuando Alex lo conoció —Iván señaló a su amigo.
—Y desde entonces, nos hicimos no solo sus amigos, sino cómplices, apoyando su relación —sentenció David.
—Nosotros lo conocimos en la universidad —Víctor habló con facilidad, debido a las copas que traía encima—. Desde entonces somos amigos y a Luís le gustaba.
—¡Víctor!
—¿Qué? —el moreno frunció el ceño—. Dijeron que ya lo sabían.
—Yo les dije —Alejandro suspiró—. Tenía que explicar el por qué andas así —hizo un ademán con la mano, señalando las férulas de Luís.
Luís apretó la mandíbula, tratando de no mostrar el gesto de molestia que se hizo presente en su rostro, al recordar lo que había ocurrido un mes antes.
—¡Eres suertudo! —Iván sonrió divertido.
—¿Por qué? —preguntó con sarcasmo el castaño.
—Porque cualquier otro, no estaría contándolo —David se burló—. Créeme, no eres el primero que se intenta propasar con Erick…
Luís levantó el rostro de inmediato y su mirada se posó en Alejandro, quien le dedicó una mueca cínica, misma que hizo que la piel de su nuca se erizara.
Después de un momento en silencio, Luís habló— fue un error —sentenció—, además, ahora ya sé que Erick no tiene ojos para nadie más, que no sea Alejandro —suspiró.
—No te desanimes, Carnal, hay otros hombres en el mundo —se burló Iván—. No tan bonitos como Erick, pero los hay.
Víctor se sorprendió por esas palabras— ¡¿A ti también te gusta Erick?! —preguntó con susto.
Iván rió a carcajadas— no’mbre, yo no bateo para ese lado, pero hay que admitir que, si Erick fuera chica, si le hubiera lanzado los ‘perros’ desde un principio.
—Iván… —Alejandro le dedicó una mirada molesta.
—Hermano, ¡sólo estoy siendo sincero! —aseguró—. ¡Te lo dije cuando lo conocimos! Sus ojos son hermosos, pero mientras tenga algo que le cuelgue entre las piernas, ¡no me interesa! —negó con total convicción.
Alejandro apretó la copa entre sus manos, a pesar de que sabía eso y conocía a Iván, estaba afectado por el alcohol y le molestaba que le restara mérito a Erick por ser varón; aunque seguramente le molestaría más saber que le llegara a interesar a su amigo, pero no estaba en sus cinco sentidos para controlar su mal temperamento.
—Lo que Iván quiere decir, es que Erick es especial y con todo respeto —sonrió David para el rubio—, tiene su encanto, eso no se niega, pero lo respetamos como amigo y a Alex también.
Daniel levantó una ceja— a ti si te gustan los hombres, ¿verdad? —preguntó a media voz, para el hombre de lentes, temiendo decir algo impropio que lo metiera en problemas.
—¿Para qué negar lo obvio? —sonrió David—. Pero como dije, respeto a Erick y a Alex, así que jamás los vi con ojos de interés amoroso.
“…respeto a Erick y a Alex, así que jamás los vi con ojos de interés amoroso…” esa frase hirió a Luís, quien sentía que le había fallado a Erick en su momento y afectado por el alcohol, se sentía peor que antes.
—No me interesan otros hombres —señaló Luís con pesadez—. Realmente nunca me gustaron los hombres, solo me gustó uno, pero no era para mí —sujetó el vaso que contenía su segunda cuba libre y lo bebió de inmediato.
Daniel miró a su amigo de soslayo, dudó un momento, pero luego le habló— Luís, no debes beber así —trató de detenerlo, antes de que siguiera hablando y dijera cosas que le pudieran acarrear problemas—, aun estás con medicamentos.
—Entonces… —Iván levantó una ceja y señaló a Luís con el índice—. ¿No eres gay?
—Yo pensaba que Luís era hetero —Víctor se alzó de hombros—, después de lo de Erick pensé que era Bi, ahora ya no sé… —negó y pasó los dedos por sus parpados, pues con esa acción se había mareado más.
—Víctor… —Daniel lo miró con frialdad, sabía que no debía tocar ese tema en presencia de Luís.
—Lo de Bisexual lo entiendo— Iván asintió—. Alex lo es y David lo fue hasta que se definió por homo… Pero que solo te guste una persona del sexo opuesto, ¡eso sí es extraño!
—Pansexualidad… —dijo David con rapidez.
Luís levantó el rostro.
—Sí —asintió el de lentes, al ver el rostro confundido del otro—. Significa que sientes cierto tipo de atracción por una persona, independientemente de su sexo —sonrió—, es algo poco común, pero posible.
—Nunca me puse a pensar en eso —negó el castaño.
—Obvio que no, ¡estabas obsesionado con Erick! —Víctor lo señaló.
—¡Víctor! —Daniel dijo el nombre, con un tono de voz que intentaba reprenderlo para que no hablara de más.
—Tal vez ese es el problema —David asintió—. Estabas obsesionado con Erick, pero ahora, si es que ya lo superaste, puedes interesarte en otra persona, sin importar el sexo.
—No sé si pueda…
—Más vale que lo intentes —Alejandro por fin habló—. No sería bueno que siguieras obsesionado con mi Conejo.
Un escalofrío cimbró a Luís por esas palabras, realmente era una amenaza disfrazada de palabras ‘cordiales’.
—Yo le dije que lo intentara conmigo como broma—rió Víctor—, a mi realmente me atraen las mujeres.
—Yo estoy contigo, hermano—Iván sonrió—, repito, las mujeres también son lo mío —miró a Daniel—. ¿Y a ti?
—A mí me interesan las mujeres también —aseguró Daniel.
—¡Corrección! Solo le interesa Lucía —acusó Víctor.
—Lucía —Iván sonrió—. Erick también nos habló de ella.
—¿De verdad? —Daniel se irguió en su asiento.
—Dijo que era muy bonita y que era tu novia —sentencio David, señalando a Daniel.
—Ah… Bueno… Novia, novia… Aun no, pero…
—Daniel quiere una casa propia, para poder lanzarse —Víctor se alzó de hombros.
—¡Víctor! —su amigo lo miró con ira contenida.
—Significa que vas en serio —Iván hizo una mueca, ahora sabía que no tenía ninguna oportunidad con la chica, justo como Erick le había dicho.
—Lo que sucede es que ya tengo más de treinta —se excusó Daniel, bebiendo un sorbo de tequila—, quiero sentar cabeza y Lucía es la chica que me interesa para eso, pero no quiero llegar cómo un don nadie, sin tener nada que ofrecerle —se excusó, sintiendo las mejillas arder.
—Vas muy, ¡muy en serio! —Iván mostró un esto de sorpresa, pues no imaginaba que el otro realmente quisiera algo tan formal.
—Eso habla muy bien de él, cómo hombre —sonrió David, sintiendo que Daniel era alguien más centrado y maduro, que sus otros amigos.
—Es por eso que pediste lo de la casa para navidad —Alejandro sonrió—, pero, tengo una propuesta para los tres y claro, también se le hará a Lucía…
—¿Qué cosa? —los tres amigos levantaron el rostro, buscando la mirada verde.
—Erick los aprecia mucho —señaló— y me comentó, que le gustaría que ustedes fueran a vivir a la ciudad donde radicaremos, claro, con una gran oferta de empleo de por medio.
Víctor se puso de pie de un salto— ¡me apunto!
—¿Ni siquiera lo vas a pensar? —Iván frunció el ceño—. ¿Sabes la clase de trabajo que tendrías con Alex?
—Ya sé a lo que se dedica —dijo divertido—. Pero no tengo nada que me ate dónde estoy y me gustaría explorar otras oportunidades.
—Conste que te lo advertí —Iván se recargó en su lugar.
—No creo que Alex lo ponga en un empleo riesgoso —David observó a su amigo de soslayo, esperando su respuesta.
—Sabes que no lo pondría en ‘esa’ clase de trabajo —señaló el rubio con frialdad—, pero tengo otros negocios dónde seguramente sus habilidades encajarían.
—¡Ya dije que sí! No importa en qué, solo toma en cuenta que no tengo madera de guardaespaldas —rió Víctor.
—Bien, lo tomaré en cuenta —Alejandro movió el caballito de tequila, antes de beberlo de un trago, carraspeo y dejó el recipiente vacío, en la mesa—. ¿Qué me dicen ustedes? —preguntó para Daniel y Luís.
—Yo… —Daniel titubeó—. Pues… Si Lucía acepta, yo también lo haría.
—Todavía no se casan y ya eres un mandilón —Iván se burló y bebió otro caballito.
David entornó los ojos— ¿eres estúpido o qué? —preguntó con un dejo de molestia—. Acaba de decir que va en serio con ella, obvio, lo que ella decida repercutirá en su cortejo.
—Así es… —Daniel sonrió nervioso, tratando de no moverse mucho, pues hasta ese momento, sentía que el piso se movía.
—¡Ah! ¡Ya entendí! —Iván se carcajeó.
—Maricela le ofrecerá un buen empleo —Alejandro ladeó el rostro, confiado, pues le había dicho a la castaña que convenciera a Lucía, costara lo que costara y sabía que lo haría—. ¿Y tú qué dices, Luís?
El castaño bajó la mirada y pasó saliva con dificultad; una parte de él deseaba aceptar, pero no sabía la razón.
Tenía miedo de que en el fondo, solo lo hiciera por seguir a Erick, lo cual, significaba que no lo había superado y eso, en parte, era lógico, debido a que había pasado poco tiempo de su discusión; pero también, había hablado con el ojiazul y se suponía que habían quedado cómo amigos, incluso, sentía algo de aprecio por Alejandro, porque sabía que amaba a Erick y no habría nadie mejor para ser su pareja, aunque le costaba admitirlo.
—No lo sé…
—¿No lo sabes? —presionó el ojiverde con frialdad, no quería dudar de Luís, pero si no quería aceptar la oferta, seguramente aun sentía algo por su Conejo.
David notó el cambio de tono de su amigo y decidió intervenir; Alejandro ya tenía varios caballitos de tequila encima y, además, también unas cuantas copas de Whisky, así que sabía lo difícil que se ponía cuando se le cruzaba el alcohol.
—¿Tienes algo que te ate a tu ciudad, Luís? —el de lentes levantó una ceja—. ¿Familia? ¿Padre? ¿Madre? ¿Hermanos?
—Ah… No —negó—. Mis padres se retiraron hace tiempo y compraron una casa en un lugar costero, para no sufrir el frío —titubeó—, además no tengo hermanos.
—Si nada te detiene, entonces, no aceptas porque aun sientes algo por Erick —se burló Iván.
Alejandro apretó la quijada y David tuvo el impulso de golpear a Iván por su imprudencia.
—Yo, no…
—¡¿Es eso?! —Alejandro puso un gesto sombrío.
—Tranquilo, Alex —David forzó una sonrisa y se puso de pie, moviéndose hasta sentarse junto a Luís—, no creo que quieras matar a este chico —pasó la mano por el respaldo del sillón, atrás del otro—, Erick podría molestarse —sonrió de lado.
Alejandro posó su mirada en David; lo conocía muy bien y sabía que se puso al lado de Luís para, en caso de ser necesario, alcanzar a evitar que lo golpeara.
—No te metas, David —sentenció el rubio.
El de lentes puso un gesto serio y le dedicó una mirada a Iván, esperando que su amigo estuviera, al menos, lo suficientemente lúcido para entender que debía cambiar de tema y tuvo suerte; Iván también notó el cambio de humor de Alejandro, así que entendió con claridad la mirada de David.
—No te ‘esponjes’, Alex —sonrió el moreno—, recuerda que les debes mucho a estos tres compas —palmeó el hombro de Víctor.
—¿A nosotros? —Víctor frunció el ceño, claramente confundido.
—Alex nos dijo que ayudaron a Erick cuando estuvo solo —especificó David, mirando de soslayo a Luís—, especialmente cuando atentó contra su vida.
—¡Ah! Eso… —Víctor asintió.
—En ambas ocasiones, sólo hicimos lo que cualquier amigo haría —secundó Daniel, con seriedad, recordando esas dos veces.
—¿Ambas? —David se irguió.
—¡¿Cómo que ambas?! —Iván también se sobresaltó.
—La primera fue hace años —respondió Luís con frialdad— y la segunda fue el mes pasado, porque Alejandro estuvo por abandonarlo —acusó, señalando al otro con el índice.
El silencio reinó por un momento.
Iván y David miraron a su amigo con incredulidad, haciendo una pregunta muda, mientras el rubio soltó un suspiro largo, ya que cuando platicaron, no les contó específicamente eso de su reencuentro con Erick.
—¡¿Después de quince años, lo ibas a dejar?! —Iván puso un gesto furioso, no podía creer lo que había escuchado.
—¡¿Cómo pudiste hacer algo tan estúpido?! —secundó el de lentes, claramente molesto.
Alejandro masajeó sus sienes, no les había dicho eso a sus amigos, porque sabía que se molestarían y ahora las cosas se estaban poniendo caóticas.
—Fue porque él dijo que no quería estar conmigo —se excusó.
—¡¿Y te ibas a rendir?! ¡¿Así de fácil, Wey?! —Iván se puso de pie—. ¡No lo mereces, cabrón! ¡La boda se cancela! —gritó a todo pulmón.
Todos los que lo escucharon y entendieron, voltearon a verlo, pero Alejandro se puso de pie.
—No le hagan caso, ¡está ebrio! —señaló.
—¡Tú también lo estás, cabrón! —el moreno lo empujó—. Pero al menos, pese a todo lo que ocurrió, ¡yo nunca permití que ninguna de mis ex esposas, saliera lastimada!
El de lentes frunció el ceño— excepto después de enterarte que te pusieron los cuernos…
—¡No me ayudes, David! —Iván volvió el rostro a Alejandro—. Además, ¡nos ocultaste lo de Erick! —acotó, mirándolo fríamente.
Mientras ellos discutían, Luís, Daniel y Víctor, los miraban con un gesto incrédulo, pues no entendían cuál era el problema entre ellos.
—¡¿Sabes qué?! —Iván resopló—. Mejor que Erick se case con su amigo Luís —señaló al castaño que seguía en su lugar—. Si él lo cuidó mejor que tú, ¡tal vez lo merezca más!
—¡No sabes de lo que hablas, Iván! —el rubio lo miró con furia
—Pues al menos ¡él si cumple su maldita palabra! —espetó el moreno con seguridad.
—¿Qué está pasando? —preguntó Luís en un murmullo.
—Alejandro prometió, juró y ¡dio su palabra! —sentenció David, que seguía a su lado—. De que cuando volviera a encontrar a Erick, no permitiría que nada, ni nadie —especificó con frialdad—, lo apartara de él —le dedicó una mirada fría a su amigo—. Hemos pasado quince malditos años, ayudándole a buscarlo y ahora resulta, ¡que estuvo a punto de dejarlo! —acusó, bebiendo otro caballito de tequila.
—Pero eso fue porque Erick lo rechazó bien gacho —Víctor se alzó de hombros—. Hasta le dijo que le daba asco.
—¡¿Erick lo rechazó?! —David levantó la voz y logró que Iván pusiera atención.
—¡Maldito infeliz! —el moreno sujetó a su amigo del frente de su saco— ¡¿Lo estás obligando a casarse contigo?!
--¡Claro que no! —Con un movimiento de brazos, Alejandro se soltó del agarre—. Bien saben que a Erick ¡es al único que no podría obligar a nada!
—¡Si! ¡Claro! —el moreno habló con sarcasmo—. Igual que no lo obligaste al principio de su relación, ¿verdad?
—En ese entonces, era un adolescente baboso, que ni siquiera estaba consciente que estaba enamorado de él y ¡ya no soy así!
—Entonces, ¿quieres explicar qué pasó? —David lo miró por encima de sus gafas, acentuando más su mirada gris.
—Y más te vale que sea una muy buena explicación —Iván lo señaló con el índice.
Alejandro pasó la mano por su cabello, haciéndolo para atrás y se sentó en su lugar; sujetó la botella de Whisky y se sirvió un vaso, bebiéndolo como si fuera agua, antes de empezar.
—Sé que debí decirles, pero, aparte de que sabía que se molestarían —levantó una ceja—, Erick y yo lo hablamos, y decidimos olvidarlo, porque lo que pasó fue un malentendido.
—¿Qué clase de malentendido? —David lo miró seriamente.
Alejandro sabía que no debía darle vueltas al asunto, así que simplemente se inclinó y sus amigos lo imitaron, ya que eso indicaba que era algo que no se podía gritar a los cuatro vientos.
—Creyó que maté a mi padre —confesó con voz baja y lentamente, para que lo entendieran a la primera.
David e Iván se miraron de reojo.
—¿Y lo hiciste? —preguntó el moreno con precaución.
Alejandro entornó los ojos ante las palabras de Iván, pero David le dio un ligero golpe en la cabeza a su amigo, por esa pregunta tan estúpida a su parecer.
—Si va a venir a la boda, ¿tú que crees, imbécil? —el de lentes habló con sarcasmo.
Iván frunció el ceño y tardó un momento en recobrar la memoria— ¡Ah! ¡Sí, cierto! —rió y se apartó un poco—. Entonces, ¿Erick te rechazó por eso?
Alejandro se recargó en su sillón— Erick tiene demasiada moral, obvio que algo así no me lo hubiera perdonado —negó—, pero sus amigos —señaló a los otros tres que seguían en silencio, viendo la interacción de ellos—, le explicaron lo sucedido y me perdonó.
—¿Aun es igual que hace quince años? —David se quitó las gafas y masajeó sus parpados—. Ahora, no me sorprende que se haya asustado con las armas —bromeó, colocando las gafas en su lugar de nuevo.
—¡Olvida eso, cuatro-ojos! —Iván buscó a los otros con la mirada—. ¿Ayudaron a Alejandro para que Erick lo perdonara? ¡¿En serio?! —sus ojos aceituna miraron fijamente a Luís—. Tenias la oportunidad de que ellos no estuvieran juntos y poder lanzarte con Erick, pero, aun así ¡¿lo ayudaste?! —hizo movimientos con las manos completamente confundido—. ¡¿Qué no se supone que te gustaba?!
Luís parpadeó incrédulo, pero quería contestar bien, aunque su cerebro batallaba un poco para hilar pensamientos— antes que cualquier otra cosa, Erick es mi amigo —dijo con sinceridad—. Él ama a Alejandro y es mutuo —señaló al rubio, quien sonrió con orgullo—, ¿qué clase de amigo sería si no le ayudo a ser feliz, solo porque es lo que a mí me conviene?
—¿Hablas en serio? —Iván aun no podía creerlo.
—Sí, lo hace —Daniel asintió lentamente y dio un sorbo a su tequila—. Luís hizo lo correcto, aunque tardó en entenderlo.
—¡Necesitó que Alex le partiera la madre! —se burló Víctor.
Pese a la broma, David e Iván no rieron, al contrario, se quedaron en silencio, observando a los tres, hasta que finalmente, Iván agarró la botella de tequila y la levantó con emoción.
—¡Mis respetos, Compa! —dijo con emoción—. Realmente tienes los webos para hacer lo correcto, a pesar de las consecuencias, ¡salud! —y se empinó la botella, dándole varios tragos.
David sonrió— yo quería conocer a las personas que se ganaron el reconocimiento y la confianza de Alex —señaló con un ademán a los tres amigos de Erick—, pero tenía especial curiosidad en ti —su índice señaló a Luís.
—¿En mí? —el castaño frunció el ceño—. ¿Por qué?
—Eres el primer hombre que obtiene, no solo el perdón de Alejandro de León, sino, incluso, su respeto —dijo con diversión—, pero cuando hablamos con Alejandro y Erick, ambos omitieron esta parte que nos acaban de contar —sentenció, mirando de soslayo a Alejandro, quien hizo una mueca de fastidio—, ahora, con ese contexto, entiendo el por qué te respeta y confía en que no volverás a intentar nada con Erick.
—Erick no es para mí —aseguró el aludido con una sonrisa sincera—, pero tampoco puedo decir que mi ‘obsesión’ se pasó de la noche a la mañana, solo quiero estar seguro de cómo me siento, porque no quiero volver a cometer una estupidez, es todo.
—¡Eso es cierto!
—¡Cállate, Iván! —David miró a su amigo con molestia.
—¡Wey! —el moreno frunció el ceño—. Este Compa está siendo sincero, ¡eso debería aplaudírsele!
—Y le está costando —secundó Víctor, dando otro gran trago a su bebida, pues conocía muy bien a su amigo.
—Entonces… ¿No aceptas porque aun sientes algo por Erick? —la voz grave de Alejandro hizo temblar a Luís.
El castaño pasó la mano por su cabeza— Alejandro… sinceramente estoy ebrio —confesó—, ahorita no sé ni lo que digo, pero te aseguro que, no importa qué, solo quiero ver a Erick como amigo —señaló—, pero es el único hombre que me ha gustado y no sé qué tengo que hacer para dejar de pensar en eso.
—Tal vez, buscar una potencial pareja, sea hombre o mujer, funcione —Daniel movió su mano temblorosa, hasta beber otro sorbo de tequila, era obvio que Alejandro estaba furioso y no sabía si la sinceridad de Luís le ayudaba o no.
—¡Eso es! —Víctor chasqueó los dedos—. Si en la ciudad dónde vivimos, no hay nadie que te guste, en una nueva, ¡puedes tener suerte!
—Hermano, yo te puedo presentar chingos de mujeres —sonrió Iván con picardía.
—Yo también quiero —Víctor unió las palmas frente a su rostro, cómo si suplicara—. ¡Por favor!
—¡No se diga más! —Iván le pasó el brazo por los hombros—. A ti también te presento todas las que quieras —hizo una seña con su mano derecha, formando una cruz con su dedo índice y pulgar, besándolo después—, te lo juro por Malverde — aseguró—. Y si a Luís también le laten los vatos, pues David le puede presentar otros tantos, ¿o no, cuatro-ojos?
David levantó una ceja y sonrió con cinismo— honestamente, yo soy más selectivo, así que no tengo tantos amigos —miró de reojo a Luís—, pero si te interesa experimentar, con gusto puedo ayudarte.
—Cómo ves, todo ya está solucionado —Alejandro sonrió de una forma que le erizó la piel a Luís—, ahora, sólo falta tu decisión.
El castaño sintió un nudo en la garganta y ya se estaba mareando; la presión era demasiada, pero quizá, sus amigos y compañeros tenían razón, sólo necesitaba experimentar.
En ese preciso momento, no podía pensar con claridad debido al alcohol; no podía poner en orden sus ideas, ni mucho menos buscar excusas o dar pretextos, pero durante los últimos días había pensado mucho en lo ocurrido y admitió que lo que sentía por Erick, no era amor.
Agradecimiento, atracción, admiración, mucho cariño y deseo, obvio, eran palabras que encajaban perfectamente en lo que sentía, pero no era amor, no como el que parecían sentir Alejandro y Erick, mutuamente; ni siquiera se podía imaginar en una relación tan seria como la de ellos. Esa fue la razón por la cual, llegó a la conclusión que, lo que sentía por Erick, era el simple y banal amor platónico universitario, pero, aun así, eran amigos y siempre lo serían; aunque también, había descubierto que era divertido hacer enojar a Alejandro, poniéndolo celoso y era una especie de placer culposo que no podía evitar, especialmente estando ebrio.
—No creo tener otra opción —dijo con media sonrisa e hizo su cabello hacia atrás con una mano—, además, Erick me extrañaría mucho si no estoy cerca.
—¡¿Qué quieres decir?! —la voz de Alex sonó grave, mientras su mirada se ensombrecía.
—Dijiste que Erick nos aprecia y nos quiere tener cerca —Luís sonrió y bebió otro caballito de tequila de golpe, carraspeó y fijó su mirada en el rostro del rubio, a manera de reto—, es obvio que, si no acepto, me extrañará mucho, ¿o no?
—En serio quieres morir, ¿verdad? —indagó el rubio, apretando sus puños.
—Por favor, Luís —Daniel se puso aún más nervioso—, no molestes a Alejandro en su fiesta de despedida —intentó sonreír, pero apenas pudo curvar sus labios.
—Parece que a este Compa le gusta el peligro —Iván se carcajeó.
Víctor también rió, antes de beber directamente de la botella de tequila que el otro moreno le pasó; estaba tan ebrio, que ya no podía medir el peligro en realidad.
David negó, sirvió otro vaso de Whisky y se lo pasó a Alejandro— no te alteres, Alex —dijo con voz calmada—, tanto a ti, cómo a Luís, ya se les subieron las copas…
—Y no son a los únicos —secundó Daniel, mirando de soslayo a Iván y Víctor, que se miraban sumamente embriagados—, incluso yo, estoy bebiendo más de lo habitual —aseguró aflojándose la corbata.
—Y recuerda que son amigos del Conejo —presionó el de lentes, sabiendo cual fibra sensible debía manipular en cuanto se trataba de su amigo, pues pese a estar borracho, Erick era por lo único que se detenía.
Alejandro dudó, pero finalmente sujetó el vaso y lo bebió de golpe, mirando por el fondo que David servía otro y se lo entregaba a Luís.
—Es obvio que te gusta jugar con fuego —se burló el de lentes, mirando al otro—, pero debes medirte cuando Alex está ebrio —sentenció con media sonrisa—, si Iván y yo, no estuviéramos aquí, recordándole constantemente que eres amigo de Erick, ya estarías muerto.
—Eso es cierto —Iván asintió—. Sólo unos cuantos podemos detener a Alex cuando se enoja y, aun así, a veces nos es imposible.
Luís miró el vaso de Whisky y luego frunció el ceño— no necesito que nadie me cuide —sentenció antes de sujetar el vaso y beberlo con rapidez.
—Tal vez no —el de lentes se sirvió otro caballito de tequila—, pero si piensas trabajar con él, debemos advertirte que esta actitud, solo te acarreará una bala, entre ceja y ceja.
—¿Hablas en serio? —Daniel lo había alcanzado a escuchar y tembló.
David asintió— ustedes solo conocen ‘la punta del iceberg’ —se pasó el trago— y si tu amigo —señaló a Luís con el dedo—, lo presiona demasiado, va a terminar en serios problemas y ni Erick podrá ayudarlo, por lo que terminará perdiendo su bonita sonrisa —se burló.
—No exageres, cuatro-ojos —Iván negó—, a lo más, sería cortarle lo que le cuelga —hizo la mímica de unas tijeras con las manos.
—Espera… —Víctor apretó los parpados y trató de que su cerebro reaccionara, antes de señalar a David—. ¿Dijiste, “bonita sonrisa”?
Con esa pregunta, tanto Luís, cómo Daniel, repararon en las palabras que el otro había dicho anteriormente.
—Sí —el de lentes sonrió—, eso dije.
—¡Ah! —Iván sonrió con picardía—. Ya le echaste el ojo, ¿verdad?
—¡¿Te gusta Luís?! —Víctor abrió la boca tan grande, que casi se le desencaja la quijada.
—¡¿En serio?! —Daniel también se asombró.
—Yo no dije eso —David negó—, lo acabo de conocer, así que sólo puedo decir que, para mis estándares, es bastante atractivo.
La mirada gris repasó el rostro de Luís y éste, tragó saliva con dificultad; el de lentes se dio cuenta de que había puesto nervioso al otro y sonrió.
—¡Tranquilo! No te haré nada —se burló—. Eres amigo de Erick y no soy de los que obligan a otros a hacer algo que no quieren —se alzó de hombros—, a menos que ellos mismos me pidan que los obligue.
Luís no sabía cómo tomar eso; era obvio que se trataba de una clase de juego perverso, pero nunca imaginó estar en una situación así y no supo si le gustaba o no, aunque sintió un extraño escalofrío recorrer todo su cuerpo.
—Bien, cómo no queremos que le borre su “bonita sonrisa” —el rubio habló con sarcasmo—, que trabaje para ti, en vez de para mí —levantó una ceja—, después de todo, tienes mejor temperamento que yo, ¿no es así, David?
El de lentes miró de reojo a su amigo; era claro que se estaba burlando, pero pese a que ambos estaban ebrios, él aun tenía un dejo de sensatez, para no tomarlo como un reto.
—Pues si a Luís no le molesta —movió la copa en su mano—, es bienvenido a trabajar a mi lado.
—Pero, ¡aun no he decidido si iré a vivir a otra ciudad! —objetó el castaño de inmediato, temiendo no poder rechazar la oferta después.
—Creí que ya no tenías otra opción —Alejandro lo miró con desdén— ¿o es que le tienes miedo a David?
—No, pero…
—Tranquilo, puedes esperar a ver mi ofrecimiento por escrito —David le restó importancia—, además, no voy a morderte —sonrió con picardía—, si no quieres, claro.
Luís sintió un cosquilleo en su vientre, además de que el calor subió por su cuerpo, pero se lo achacó a la bebida.
—Lo… lo tendré en cuenta —asintió con nervios.
—Tal vez David sea paciente —Alejandro recargó el rostro en su mano—, pero yo no —señaló— y tengo que asegurarle a Erick que estarán cerca, así que…
—¿Siempre tienes que ser tan molesto? —el de lentes miró a su amigo con frialdad.
—Es parte de mi encanto —dijo el rubio con sorna.
—¡Esperen a mañana! —Iván interrumpió a sus amigos—. Ahorita, ninguno de estos Compas puede pensar, después de todos los tragos que les hemos dado —señaló la mesa donde había no solo vasos, sino botellas vacías, tanto de Whisky cómo Tequila, pese a que las chicas del servicio ya habían limpiado un par de veces— y recordemos que ellos, no habían bebido Tequila antes —se burló.
Fue en ese momento que Alejandro y David se dieron cuenta de que, si ellos estaban afectados por el alcohol, los otros lo estaban más.
Víctor sonreía, mirando a una de las meseras y parpadeaba con lentitud, como si estuviera soñoliento; Daniel tenía la nariz roja, los ojos medios y temblaba ligeramente, sujetando con ambas manos el caballito de tequila, como si temiera que se le fuera a caer sin terminarlo, pues solo le daba pequeños sorbos.
Luís era el que parecía más tranquilo, pero lo que los demás no sabían, era que estaba mareado y algo confundido, especialmente por todas las extrañas emociones que estaba sintiendo esa noche y aunque se lo achacaba al efecto desinhibidor del alcohol, no estaba seguro de lo que realmente quería.
—De acuerdo, esperaré a mañana —Alejandro se alejó y sujetó la botella de Whisky, dándole un trago—, pero estaré contando con ello —señaló con el índice a Luís.
—Pero…
—Dalo por hecho —interrumpió David—. Yo me encargo.
La mirada verde de Alejandro se posó en la gris de David y por unos segundos, parecieron retarse mutuamente, aunque al final, el rubio sonrió.
—Confío en ti, amigo.
Después de esas palabras, Alejandro llamó a otra mesera pidiéndole más alcohol y, sobre todo, más hielo para el Whisky.
—Pero yo no… —Luís intentó objetar y David le puso la mano en la boca.
—Mejor no digas nada —negó el de lentes—, apenas logramos hacer que te dejara en paz por esta noche —se quitó las gafas y las lanzó a la mesita que tenía enfrente.
—Pero no podemos prever tu seguridad mañana —Iván se alzó de hombros, antes de sujetar una vez más la botella de Tequila, para beber con rapidez y llamar a un par de chicas, una para él y la otra, para Víctor.
—Parece que no aprendiste la lección que te dio —David apartó la mano de la boca de Luís—, tienes mucha suerte de estar vivo —sonrió—, pero la Diosa de la Fortuna, no siempre estará de tu lado.
Luís entrecerró los ojos y observó a David con molestia, antes de beber de golpe el caballito de Tequila que traía en la mano. Estaba consciente de que no siempre correría con suerte y sabía bien de lo que era capaz Alejandro de León, pero el molestarlo, era algo que no podía evitar, porque le hacía sentir bien.
—Sé que puede desaparecerme si quiere —carraspeó y colocó el vasito en la mesa, sirviéndose más bebida— y aunque en el fondo, me da miedo —confesó—, no puedo parar de decir cosas para hacerlo enojar —se burló.
—Aún estás dolido —David se recargó en el sofá y suspiró.
Luís dudó un momento y luego imitó al otro, recargándose en el sillón— sí, creo que sí —admitió, antes de beber más tequila y dejar el vaso vacío, de lado.
David sonrió de lado— no me sorprende —llamó a la mesera que se acercó a Alejandro y sujetó un vaso con hielo, para servirse más Whisky—. No ha pasado ni un mes, desde lo ocurrido con Erick, ¿no es así?
—Ustedes parecen muy informados —reprochó Luís—. Seguro, Alejandro les contó con lujo de detalles.
—Lo creas o no… —David bebió de su copa—. Erick nos lo contó.
Luís se sobresaltó al escuchar el nombre del ojiazul, pero después frunció el ceño.
—No me crees, ¿cierto?
—Dijeron que eran amigos de Erick —respondió el otro—, así que, si lo son, seguramente lo hizo.
El ojigrís sonrió divertido— veo que lo conoces bien, así que no ha cambiado en nada —suspiró y dio otro trago a su copa—. Pero volviendo al tema, si no ha pasado ni un mes desde la decepción, es obvio que no lo has superado.
Luís ladeó el rostro, pero apretó los parpados, porque sintió un pequeño mareo y pasó la mano por su frente, tratando de recobrar la compostura.
—Erick no me decepcionó a mi —objetó Luís—, fui yo quien lo decepcionó a él.
—Eso no lo discuto —se burló el otro—, pero fue una decepción amorosa para ti —levantó una ceja—, esa es la razón, por la cual sientes esa necesidad de molestar al hombre que se quedó con la persona que te gusta y hablo en presente, porque aún no lo has olvidado del todo, ¿me equivoco?
Luís respiró profundamente— quisiera refutar eso, pero no puedo ni mentirme a mi mismo —hizo la cabeza hacia atrás y pasó el antebrazo por sus ojos.
Daniel se inclinó ligeramente hasta su amigo— ¿te sientes mal, Luís?
—Un poco mareado, pero nada más —aseguró.
—Yo también —Daniel apretó sus parpados—, deberíamos ir a descansar.
—No creo que Víctor quiera —Luís señaló hacia el moreno, que se estaba besando ya con una chica y sus manos se movían traviesas por el cuerpo semidesnudo.
—Hoy no me preocuparé por él —Daniel intentó negar, pero lo evitó, por el mareo que sentía—, pero tu sigues lastimado.
David se incorporó y sujetó sus gafas de nuevo, colocándolas sobre el puente de su nariz—¿Tan pronto se van a retirar? —preguntó en voz alta, llamando la atención de Alejandro.
—Qué poco aguantan —dijo el rubio con altanería.
Luís sintió eso como una provocación, así que se irguió— yo aun no me quiero ir —sentenció con frialdad.
—Pero… Luís —Daniel pasó saliva—. Yo… Yo ya no puedo beber más —se excusó con un leve tartamudeo—, si sigo a este ritmo, aparte de gastritis, mañana no me podré levantar en todo el día por la cruda.
—Ve tu a descansar, Daniel —Luís sujetó la botella y se sirvió más tequila—, yo aun me quedaré un rato más y parece que Víctor también.
Su amigo ni siquiera les ponía atención, él estaba centrado en la joven que lo estaba atendiendo.
Daniel quería objetar, pero estaba cansado y su mente nublada. Había bebido más que nunca en su vida y, además, jamás había mezclado alcoholes cómo esa noche; por eso, sin darse cuenta, ya había pasado sus límites.
—Bien —dijo con molestia—, pero después, no vayas a quejarte conmigo si las cosas se ponen peor.
Daniel se puso de pie, pero un mareo lo hizo volver a sentarse, moviendo las manos con algo de desespero, buscando dónde sujetarse para tener estabilidad.
—¿Mareado, amigo? —Luís se burló del otro, al verlo de nuevo en el sillón.
La respiración de Daniel se agitó y miró al otro con molestia. Con ese último movimiento, todo el alcohol que había bebido, le llegó de golpe y aunque momentos antes se había mantenido sereno y con algo de lucidez, esta parecía haberse esfumado, especialmente con el tono burlón, del comentario de Luís.
—Eres un… un… ¡idiota! —gritó.
Luís miró a su amigo con extrañeza.
—¿Crees que puedes competir con Alex? —Daniel señaló al rubio—. Si antes de que él apareciera, tu no tenías oportunidad con Erick, ¡ahora menos! —acusó con un dejo de infantilismo.
—¡Cállate! —ordenó su amigo.
—No voy a callarme —Daniel levantó una ceja y trató de erguirse en su lugar—. Tú lo sabes bien —respiró profundo—, sabes que tengo razón, por eso, nunca te hizo caso —se cruzó de brazos—, por eso prefirió a Vicky.
—Daniel, no…
—¡Supéralo!
—¡Estás ebrio! —señaló Luís con poca paciencia.
—No soy el único —la voz de Daniel intentó sonar sarcástica—, pero, al menos, no soy quien finge ser un ‘Macho Alfa’ para no admitir que sigue llorando por las noches, debido a que lo rechazaron.
—Daniel… ¡cállate! —repitió su amigo entre dientes.
—Tuviste la oportunidad con otros —acusó su amigo—, ¿pero tenías que encapricharte con Erick?
—Daniel…
—¿En serio? —Alejandro se interesó más en esa plática.
—Creí que solo le había gustado Erick —secundó David.
—Yo…
—¡Les mintió! —confesó Daniel.
—¡Ah! ¡Ahora nos salió mentirosillo! —Iván también había puesto atención, así que, se apartó un poco de la chica que lo atendía y miró a Luís fijamente—. No es bueno mentirle a los Compas…
—No, es que yo…
—Déjalo hablar —David le hizo señas—, necesita desahogarse.
—Si… ¡Tengo que sacarlo! —Daniel agarró un vaso de la mesa, sin saber que contenía Whisky y se lo bebió de un trago, tosiendo al terminar, pero eso no lo detuvo—. En la secu, me dijiste que creías que te gustaba ¡Raúl!
Luís sintió como si le hubieran echado una cubeta de hielo encima.
—¿Y qué pasó después? —preguntó con sarcasmo Daniel—. Te pregunté y dijiste que había sido una broma, ¡¿crees que soy estúpido, amigo?! Pues para tu información, ¡no lo soy!
—Daniel… Esto…
—No sé qué pasó con él y no me importa —interrumpió el otro—, pero tu fingiste que había sido una broma y nunca más tocaste el tema, pero yo me daba cuenta como se te iban los ojos por otros hombres, aunque según tú, no eras gay.
—¡Uy! Esto se puso interesante —Iván sonrió con emoción—. Querida, dame un momento, que yo me quiero enterar de esto —le dijo a su compañera en inglés, quien se quitó de sus piernas y fue a otro sillón, a esperar.
—¡¿Qué tan difícil es admitir que te gustan todos los hombres y lo de Erick fue una maldita obsesión?! —Daniel lo señaló con el índice—. Eres gay y ¡¿sabes qué?! Ni a Víctor, ni a mí, mucho menos a Erick, ¡nos importa un reverendo cacahuate!
—¿Yo que? —preguntó Víctor con voz pastosa, pues se encontraba embriagado y apenas si había escuchado lo que su amigo dijo.
—¡Tú di que sí, Wey! —ordenó Daniel.
—Sí, claro… ¡Por supuesto! —accedió el moreno de inmediato y levantó la botella que tenía a un lado—. ¡Salud por eso, amigo!
—¡¿Lo ves?!
La pregunta con tinte sarcástico de Daniel, hizo sonreír a Alejandro, David e Iván; era obvio para ellos que el otro estaba hablando así, a causa del alcohol al que no estaba acostumbrado.
—Realmente, no sabes de lo que hablas, ¡estás completamente borracho! —objetó Luís con rapidez.
—Sí… estoy borracho cómo jamás lo he estado en mi maldita vida —la voz de Daniel se quebró—. Y en vez de pasarlo tranquilo, buscando a ver si Lucía se apiada de mi y me permite avanzar más, estoy aquí, ¡cuidando que no te pase nada! —lo señaló—. Porque se supone que somos amigos y tú también lo eres de Erick y aún así, ¡intentaste propasarte con él!
—¡Ya cállate, Daniel! —Luís se empezaba a alterar por las palabras de su amigo, que parecía estar ventilando sus oscuros secretos a todo el mundo.
—Esto se puso bueno —Iván sonrió burlón—, ¿creen que se peleen aquí? —movió las cejas de manera insinuante.
—No sería una pelea justa —Davin negó—, Luís está herido, así que puede ser considerado incapacitado.
—Tienes razón —el moreno chasqueó la lengua—, además, Daniel está muy ebrio, no creo que sea un buen espectáculo.
—Tantos hombres en el mundo y tu te obsesionas con el que jamás te haría caso, aunque fueras el último hombre sobre la faz de la Tierra —sentenció Daniel con total convicción—. ¡Ya madura!
—Daniel, ¡no hagas que me levante! —sentenció Luis, tratando de sonar seguro en su amenaza.
—Inténtalo —dijo el otro—, estas ‘cojo’ y casi manco —se burló—, así que ¡no me asustas!
Alejandro rió al ver la situación y levantó su mano izquierda; momentos después, Miguel estaba tras él y se inclinó para recibir indicaciones.
—Lleva a Daniel a su habitación —ordenó el rubio en voz baja—, déjalo instalado y que alguien se quede al pendiente, por si necesita algo, parece que bebió demasiado.
Miguel asintió y fue con el otro, sujetándolo del hombro, antes de que se tropezara, pues no coordinaba bien, mientras discutía con Luís; Daniel reconoció a Miguel y puso un gesto de terror, antes de empezar a llorar.
—¿Me vas a matar? —preguntó antes de que un sollozo lo interrumpiera.
—Ah… —Miguel levantó una ceja—. No —negó—, voy a llevarlo a su habitación.
Con esa frase, Daniel sintió cómo si le quitaran un peso de encima— ¡Gracias! —dijo con sinceridad e intentó sonreír, pero solo sollozó más—. Yo le dije que no lo ofendiera —señaló a Luís—, ¡se lo dije! —gritó—. Pero no me escucha, ¡nadie me escucha!
—Sí… Ajá… —Miguel suspiró y guio al otro hacia la salida del recinto.
David miró a Luís de soslayo— parece que tu amigo tiene carácter —dijo con burla.
—Está borracho… —siseó el castaño, sin poder contener su coraje y frustración.
—Dicen que, ‘los niños y los borrachos, siempre dicen la verdad…’ —Iván levantó una ceja—. Así que, debemos suponer que lo que dijo de ti, ¿es cierto? —presionó.
Luís pasó saliva— sobre eso…
—Iván, mejor no hables, yo me encargo —sentenció David.
El moreno entornó los ojos, hizo un gesto molesto y se recargó en su sillón, volviendo a llamar a la chica que antes lo acompañaba, para reanudar su interacción, pues era obvio que su amigo no lo dejaría presionar más al otro.
Hubo un momento donde el barullo de la fiesta volvió a reinar y los amigos se entretuvieron en sus cosas, pero Luís mantenía la mirada en su vaso de Whisky. Alejandro lo miraba con frialdad, pero desvió la mirada al ver las señas de David.
El de lentes le hizo un par de señas, con lo que le dio a entender a su amigo que no se preocupara y que él se iba a encargar de Luís; Alejandro decidió dejar todo en manos del ojigris y seguir bebiendo un poco más, antes de retirarse a su habitación.
Pasaron unos minutos, hasta que David habló.
—¿Piensas beber el Whisky o sólo sujetarás el vaso en la mano, como el Doc?
—¿Qué? —Luís lo miró confundido.
—El Doctor Emmet Brown —especificó el de lentes—, quien nunca bebía el Whisky y solo lo sujetaba mientras hablaba.
Luís frunció el ceño y luego recordó la escena que el otro mencionaba; era de la tercera parte de una trilogía famosa, misma que era una de sus favoritas, por lo que sonrió.
—Si la bebo, terminaré contra la mesa seguramente y con justa razón, pues no sería mi primera copa —especificó.
—No terminarás contra la mesa, no mientras no te pongas de pie —se burló el de lentes, antes de servirse otro vaso de Whisky y beber un sorbo.
Luís suspiró y le dio un trago al vaso, pero le fue difícil pasarlo, pues sentía un nudo en su garganta.
—Lo que dijo tu amigo… —mencionó el ojigris—. ¿Es cierto?
Luís bajó el rostro y contuvo el aliento un instante, antes de hablar— es cierto —confesó.
—Entonces, si te han gustado otros hombres, ¿por qué lo negabas? —David acomodó sus gafas y bebió otro sorbo de su vaso.
—¿Tú por qué crees? —preguntó con un tinte sarcástico.
—No lo sé —el de lentes sonrió—, por eso pregunto.
Luís suspiró y dio otro gran trago de Whisky, como si quisiera darse valor— soy de la generación que aun no aceptaba abiertamente la homosexualidad, así que mi primer intento, ese del que habló Daniel —señaló hacia la puerta, por dónde el otro había salido—, fue un rotundo fracaso y decidí que nunca lo volvería a intentar, para no pasar por lo mismo y lo cumplí…
—Así que… aunque ‘se te iban los ojos por otros hombres’ —dijo la frase que Daniel había comentado antes de retirarse—, no intentaste nada con otro, hasta Erick, ¿me equivoco?
—¡Exacto! —admitió el castaño y terminó su bebida.
—Bueno, siendo así, entonces no te preocupes —sonrió—, creo que tienes más oportunidad de estar a salvo que antes.
—¿De qué hablas? —Luís no comprendía lo que el otro quería decir.
—Que, si realmente pueden gustarte otros hombres, aparte de Erick —especificó—, Alejandro seguramente se calmará por completo, cuando tengas una pareja estable.
—No creo poder hacerlo —Luís se hundió en el sillón—, no tengo confianza para algo así.
—Tienes la suficiente confianza para hacer enojar a Alex, creo que lo otro sería ‘pan comido’ —señaló el ojigrís con diversión.
—Honestamente, los chicos que me han atraído, por una u otra razón, están fuera de mi alcance.
—¿En serio? —David ladeó el rostro—. ¿Ninguno era buen partido?
—Todos eran heteros y Erick está comprometido —señaló a Alejandro con un ligero ademán—. Además, a mi edad, no creo que sea un buen interés para alguien más…
—Pues a mí me pareces atractivo, ¿por qué no lo serías para otros? —aseguró el de lentes.
—Estás bromeando, ¿cierto?
—¿Por qué crees que estoy bromeando? —David lo miró por encima de sus gafas.
—Sólo intentas protegerme de la ira de Alejandro, porque aprecias a Erick.
David soltó una carcajada y se incorporó, sirviéndose otro vaso de Whisky, antes de volver a recargarse en el sillón, al lado de Luís.
—No me malinterpretes —sentenció después de dar un sorbo a su Whisky—, pero, aunque fueras amigo de Erick, no lo diría si en realidad no me parecieras atractivo —confesó—, además, creo que dejé en claro que soy muy selectivo, así que no pienses que te diría algo así, solo por quedar bien con Erick.
Luís cerró los parpados, su cabeza daba vueltas y su cerebro no podía procesar todo lo que estaba diciendo David.
—Así que —frunció el ceño, sin abrir los parpados—, debo creer que esto no es a causa del alcohol, pese a que estás notablemente borracho también.
—Admito que estoy ebrio —David suspiró—, pero tengo experiencia en esto a diferencia de ti y tus amigos —se burló—, así que, mi palabra vale, aun y que tenga varias copas encima.
—Difícil de creer… —la voz de Luís fue casi un susurro.
David no dijo nada, simplemente esperó pacientemente, bebiendo Whisky, mientras notaba cómo el otro dormitaba a su lado; era obvio que el alcohol ya había hecho mella y no solo en Daniel y Luís, sino también en él y sus amigos, pero aún le quedaba algo de paciencia y sabía que no debía esperar mucho tiempo en realidad.
Minutos después, Alejandro hizo una ligera seña con su mano derecha y Julián llegó a su lado, manteniéndose alerta, mientras el rubio se ponía de pie.
—Debo irme —dijo con seriedad, tratando de mantener una pose fría y fingir que estaba bien, pese a que sentía que el piso se movía—. Nos vemos mañana —se despidió de sus amigos con un clásico ademán de manos.
—Descansa, Alex —dijo Iván y se puso de pie también, sujetando la mano de su compañera—, yo voy a seguir la fiesta en mi habitación —sonrió— y creo que nuestro Compa, Víctor, también debería hacerlo, porque ya se está jeteando —se burló, ya que el moreno seguía abrazado de la chica que lo acompañaba, pero por momentos se dormía y en otros, intentaba besarle el pecho—. ¡Nos vemos, cuatro-ojos! —se burló antes de enfilar sus pasos a la salida, seguido de su propia seguridad.
—Que alguien se encargue de llevar a Víctor y a Luís a sus habitaciones —ordenó Alejandro para Julián.
El castaño hizo una seña y algunos guardaespaldas del rubio se acercaron para hacer ese trabajo. De inmediato, dos hombres de negro ayudaron a Víctor a ponerse de pie y le hicieron un ademán a la joven para que los acompañara y fuera a dormir con el moreno a su habitación, mientras los otros esperaban instrucciones para llevarse a Luís.
—Yo me encargo de Luís —David miró a su amigo con diversión.
—¿Seguro? —el rubio levantó una ceja.
—Oczywiście —respondió el otro en la lengua de su madre.
Alejandro no tenía ánimos de discutir, ni mucho menos razonar, así que asintió, por lo que Julián retiró a los trabajadores del rubio, dejándole la seguridad de Luís, a los guardaespaldas de David.
Alejandro se despidió efímeramente de algunos de los invitados a esa reunión y caminó a la salida, seguido de Julián y otros de sus guardaespaldas, quienes se mantenían en alerta, no solo por si alguien ajeno intentaba acercarse al rubio, sino porque era obvio que su jefe estaba ebrio y en cualquier momento, terminaría sucumbiendo al alcohol y no podría mantener su pose indiferente.
David observó cómo, cuando Alejandro se retiró, poco a poco los demás invitados hacían lo mismo, pues ya no tenían por qué quedarse en realidad y así, se quedó casi hasta el final; cuando ya no eran las chicas que los entretuvieron en la velada, las que recogían las botellas y copas, sino los trabajadores del hotel.
David se bebió su ultimo trago de Whisky y se puso de pie, dándose cuenta que realmente se había extralimitado con la bebida.
«Aunque no me guste admitirlo, estoy realmente ebrio…» pensó con una sonrisa divertida en sus labios, «tendré que pedir ayuda».
Levantó una mano y chasqueó los dedos, con lo que uno de sus trabajadores se acercó de inmediato.
—Señor…
—Pablo, necesito que alguien cargue a este chico hasta mi habitación, sin despertarlo, porque con todo lo que bebí, yo no puedo hacerlo.
El moreno vio a Luís, giró el rostro e hizo un gesto para que sus compañeros se acercaran también y se encargaran de la protección de su jefe, mientras él levantaba en brazos, con destreza y cuidado, a Luís.
David caminó seguido de Pablo y sus demás trabajadores, yendo hasta el elevador; durante el trayecto a su piso, el castaño se quitó las gafas y masajeó sus parpados.
—¿Se encuentra bien, señor? —indagó Matías, otro de sus trabajadores.
—Iván hizo que bebiera más de lo que debía —sentenció con diversión—, no estoy en pleno uso de mis facultades mentales.
—Necesita descansar —señaló Eduardo, el tercero que iba en el elevador.
—Sí, hoy no despertaré temprano —David pasó la mano por su cuello—, así que no quiero que nadie me moleste, ¿entendido?
—Sí —respondieron los tres al mismo tiempo.
El elevador se detuvo y David salió en compañía de los otros. Los hombres que estaban vigilando ese piso, eran trabajadores de él y de Iván, pues había dos enormes habitaciones en esa zona, las cuales, eran las reservaciones de los dos amigos.
Antes de que David llegara a su recámara, alguien le abrió la puerta y les permitió el paso.
David ingresó y dirigió sus pasos a la habitación principal, mientras se quitaba el saco y la corbata; era seguido por Pablo, pero se detuvo en la puerta de la recamara, ya que no sabía si el chico que llevaba en brazos dormiría en la misma cama que su jefe o debía llevarlo a otra de las recamaras de ese lugar.
—Déjalo en la cama y retírate.
—Cómo ordene.
Pablo hizo lo que su jefe le ordenó y salió de la recamara, cerrando tras de sí, para ir a su posición de esa noche.
David por su parte, fue al baño-vestidor, se desvistió por completo, tomó una ducha caliente, se lavó los dientes y salió del baño, sólo con el pantalón de su pijama. Caminó hasta la cama, se subió al colchón y se acercó al rostro de Luís.
—Despierta —dijo con voz seria.
Luís se removió, pero no reaccionó, por lo que David insistió.
—Despierta —repitió y le acarició el mentón—, vamos, necesito que despiertes un momento…
Los parpados de Luís temblaron y poco a poco, se abrieron, para ver el rostro del ojigrís frente al suyo.
—¿Dónde…?
—Estás en mi habitación —David sonrió—. Realmente me gustas, pero cómo dije, no voy a obligarte a nada si no quieres —se burló—, aún así, antes de dejarte en paz para que descanses, necesito algo de ti…
—¿De… mi? —Luís seguía confundido, no comprendía las palabras del otro.
David no dijo más, acercó sus labios a los del otro y lo besó. Al principio fue un tenue roce de piel, pero Luís, intentó corresponder la caricia de manera torpe, pues el exceso de alcohol y sus heridas que aun no sanaban del todo, no le permitían coordinar correctamente.
Luís pensaba que estaba soñando, pues nunca había recibido un beso de esa manera, «Es un sueño… Es un sueño…», era lo único que podía repetir en su mente, mientras el beso se intensificaba.
David jugueteó con la lengua del otro y duró un largo rato saboreando los labios y mordisqueándolos con deseo; sus manos se movieron por los costados del otro, acariciando por encima de la ropa, apresando el cuerpo que tenía debajo, sintiendo la contextura y los músculos, que se delineaban a través de la tela, justo como le gustaban a él y precisamente, esa situación estaba excitándolo, tanto que sintió que su entrepierna reaccionaba, pero aun estando ebrio, tenía palabra, así que se apartó de Luís.
Ambos respiraban agitados; David no se contuvo mucho, besando el mentón y bajando por el cuello hasta la nuez, dando una lamida que erizó la piel de su pareja y lo hizo gemir, antes de apartarse.
—No estas completamente consciente —sonrió y se puso de pie— y yo también sigo ebrio —respiró profundamente—, pero si despiertas y quieres repetir, con gusto te complazco…
—¡Espera! —Luís lo detuvo con rapidez—. ¡¿Me vas a dejar así?! —preguntó con temor, pues su erección estaba despierta también.
—Lamentablemente, sí —asintió el ojigrís—. No quiero que hagamos algo de lo cual te arrepientas y al amanecer, le eches la culpa a la bebida —hizo un gesto de desagrado—, no es conveniente para nuestra futura relación laboral.
El rostro de Luís mostró un gesto confundido, mientras David iba una vez más al baño y salía con la parte superior del pijama puesta, así como algunos objetos personales en la mano.
—Iré a la otra recamara, si necesitas algo, llama al servicio y te atenderán… —especificó—, hasta mañana —se despidió con un ademán de mano y cerró la puerta tras él.
Luís se quedó inmóvil por unos segundos y después se hundió en el colchón.
—Pero ¡¿qué chingados le pasa?! —preguntó furioso y miró su entrepierna, donde el bulto en su pantalón era muy notorio—. ¡Tiene que ser una jodida broma!
Estrujó el cabello con sus manos y apretó los parpados; se sentía furioso y sabía que solo podría llegar a calmarse si se masturbaba, pero no sabía si lo lograría en el estado que estaba, así que, ahora no solo tenía dolor de cabeza, estaba mareado y excitado, sino que también estaba frustrado.
Por su parte, David fue a la otra recámara, dejó en el buró su celular, reloj de pulsera y cartera, luego se subió al colchón y se hundió en el mismo, sintiéndose orgulloso de lo que había hecho.
—No estuvo mal —dijo con voz tranquila—, aunque con esa probadita… —pasó los dedos por sus labios—. No sé si después, pueda cumplir mi palabra de no molestarlo…
No sabía qué lo motivaba en ese momento, pues sabía que no era amor, pero Luís le gustaba y mucho.
—Quizá, pueda ser algo más que simple diversión —suspiró—, pero todo dependerá de él…
—‘Orale —Iván le pasó un caballito a Daniel.
—No yo… —intentó negar, pero solo puso la mano en su cabeza, estaba mareado—. Yo no creo que pueda… más.
—Parece que sí te pegó fuerte —se burló el de ojos aceituna y le ofreció el pequeño recipiente a Víctor—. ¿Tú que dices?
—Tal vez… pueda con otra… tal vez…
—No creo que pueda más —se burló David, sujetando el tequila y bebiéndolo de golpe—. No parecen de los que beben así —rió.
—No, no lo somos —Luís apretó los parpados.
—No creo que puedan con otra ronda —Alejandro sujetó otro caballito y lo bebió de inmediato.
—Bueno, entonces, empecemos… —Iván sonrió con picardía y frotó sus manos.
—¿Empecemos…? —Daniel no comprendió esas palabras—. ¿Con…? ¿Con qué?
—Sí —David acomodó sus gafas—. Viene el interrogatorio.
—¿Inte… qué? —Víctor se asustó.
—Nada de lo que digan saldrá de aquí —señaló Iván con rapidez—. Palabra de honor.
—¿Sobre…? ¿Sobre qué o qué? —preguntó Luís, confundido.
—Alex y Erick, ya nos hablaron de ustedes —David los señaló—, pero queremos saber de primera mano, si son confiables o no.
Los tres amigos buscaron el rostro del rubio, quien sonrió indiferente— no les va a pasar nada, mientras sean sinceros —dijo con calma, pero esas palabras los hicieron temblar.
—En poco, Erick se va a casar con Alex —Iván ladeó el rostro—, suponemos que están felices, ¿verdad?
—¡Por supuesto! —Daniel intentó asentir, pero tuvo que evitarlo al final porque se mareó un poco.
—¡Sí! —Víctor asintió con debilidad.
Hubo un momento de silencio y todos buscaron con la mirada a Luís, quien suspiró y sujetó un vasito de tequila, bebiéndolo de inmediato, sin titubear.
—Parece que alguien no está feliz —David sonrió de lado, observando al otro sobre sus gafas.
—No es eso… —respondió el castaño—. Es solo… no importa.
—No te limites —Iván se inclinó y colocó los codos en las rodillas—. Alex ya nos comentó que te interesa Erick.
—Iván… —la voz de Alejandro sonó grave.
—Tranquilo, estamos hablando entre camaradas, Wey —se burló.
—La sinceridad sirve para afianzar lazos y Erick quiere que nos llevemos bien con ellos, ¿o no? —presionó David.
Al escuchar el nombre del ojiazul, Luís lo miró con asombro, pero se mantenía un poco reservado ante los otros, porque los acababa de conocer.
—¿Desde cuándo… conocen a Erick? —indagó Daniel con nervios.
—Desde la secundaria —respondieron los otros dos.
—Cuando Alex lo conoció —Iván señaló a su amigo.
—Y desde entonces, nos hicimos no solo sus amigos, sino cómplices, apoyando su relación —sentenció David.
—Nosotros lo conocimos en la universidad —Víctor habló con facilidad, debido a las copas que traía encima—. Desde entonces somos amigos y a Luís le gustaba.
—¡Víctor!
—¿Qué? —el moreno frunció el ceño—. Dijeron que ya lo sabían.
—Yo les dije —Alejandro suspiró—. Tenía que explicar el por qué andas así —hizo un ademán con la mano, señalando las férulas de Luís.
Luís apretó la mandíbula, tratando de no mostrar el gesto de molestia que se hizo presente en su rostro, al recordar lo que había ocurrido un mes antes.
—¡Eres suertudo! —Iván sonrió divertido.
—¿Por qué? —preguntó con sarcasmo el castaño.
—Porque cualquier otro, no estaría contándolo —David se burló—. Créeme, no eres el primero que se intenta propasar con Erick…
Luís levantó el rostro de inmediato y su mirada se posó en Alejandro, quien le dedicó una mueca cínica, misma que hizo que la piel de su nuca se erizara.
Después de un momento en silencio, Luís habló— fue un error —sentenció—, además, ahora ya sé que Erick no tiene ojos para nadie más, que no sea Alejandro —suspiró.
—No te desanimes, Carnal, hay otros hombres en el mundo —se burló Iván—. No tan bonitos como Erick, pero los hay.
Víctor se sorprendió por esas palabras— ¡¿A ti también te gusta Erick?! —preguntó con susto.
Iván rió a carcajadas— no’mbre, yo no bateo para ese lado, pero hay que admitir que, si Erick fuera chica, si le hubiera lanzado los ‘perros’ desde un principio.
—Iván… —Alejandro le dedicó una mirada molesta.
—Hermano, ¡sólo estoy siendo sincero! —aseguró—. ¡Te lo dije cuando lo conocimos! Sus ojos son hermosos, pero mientras tenga algo que le cuelgue entre las piernas, ¡no me interesa! —negó con total convicción.
Alejandro apretó la copa entre sus manos, a pesar de que sabía eso y conocía a Iván, estaba afectado por el alcohol y le molestaba que le restara mérito a Erick por ser varón; aunque seguramente le molestaría más saber que le llegara a interesar a su amigo, pero no estaba en sus cinco sentidos para controlar su mal temperamento.
—Lo que Iván quiere decir, es que Erick es especial y con todo respeto —sonrió David para el rubio—, tiene su encanto, eso no se niega, pero lo respetamos como amigo y a Alex también.
Daniel levantó una ceja— a ti si te gustan los hombres, ¿verdad? —preguntó a media voz, para el hombre de lentes, temiendo decir algo impropio que lo metiera en problemas.
—¿Para qué negar lo obvio? —sonrió David—. Pero como dije, respeto a Erick y a Alex, así que jamás los vi con ojos de interés amoroso.
“…respeto a Erick y a Alex, así que jamás los vi con ojos de interés amoroso…” esa frase hirió a Luís, quien sentía que le había fallado a Erick en su momento y afectado por el alcohol, se sentía peor que antes.
—No me interesan otros hombres —señaló Luís con pesadez—. Realmente nunca me gustaron los hombres, solo me gustó uno, pero no era para mí —sujetó el vaso que contenía su segunda cuba libre y lo bebió de inmediato.
Daniel miró a su amigo de soslayo, dudó un momento, pero luego le habló— Luís, no debes beber así —trató de detenerlo, antes de que siguiera hablando y dijera cosas que le pudieran acarrear problemas—, aun estás con medicamentos.
—Entonces… —Iván levantó una ceja y señaló a Luís con el índice—. ¿No eres gay?
—Yo pensaba que Luís era hetero —Víctor se alzó de hombros—, después de lo de Erick pensé que era Bi, ahora ya no sé… —negó y pasó los dedos por sus parpados, pues con esa acción se había mareado más.
—Víctor… —Daniel lo miró con frialdad, sabía que no debía tocar ese tema en presencia de Luís.
—Lo de Bisexual lo entiendo— Iván asintió—. Alex lo es y David lo fue hasta que se definió por homo… Pero que solo te guste una persona del sexo opuesto, ¡eso sí es extraño!
—Pansexualidad… —dijo David con rapidez.
Luís levantó el rostro.
—Sí —asintió el de lentes, al ver el rostro confundido del otro—. Significa que sientes cierto tipo de atracción por una persona, independientemente de su sexo —sonrió—, es algo poco común, pero posible.
—Nunca me puse a pensar en eso —negó el castaño.
—Obvio que no, ¡estabas obsesionado con Erick! —Víctor lo señaló.
—¡Víctor! —Daniel dijo el nombre, con un tono de voz que intentaba reprenderlo para que no hablara de más.
—Tal vez ese es el problema —David asintió—. Estabas obsesionado con Erick, pero ahora, si es que ya lo superaste, puedes interesarte en otra persona, sin importar el sexo.
—No sé si pueda…
—Más vale que lo intentes —Alejandro por fin habló—. No sería bueno que siguieras obsesionado con mi Conejo.
Un escalofrío cimbró a Luís por esas palabras, realmente era una amenaza disfrazada de palabras ‘cordiales’.
—Yo le dije que lo intentara conmigo como broma—rió Víctor—, a mi realmente me atraen las mujeres.
—Yo estoy contigo, hermano—Iván sonrió—, repito, las mujeres también son lo mío —miró a Daniel—. ¿Y a ti?
—A mí me interesan las mujeres también —aseguró Daniel.
—¡Corrección! Solo le interesa Lucía —acusó Víctor.
—Lucía —Iván sonrió—. Erick también nos habló de ella.
—¿De verdad? —Daniel se irguió en su asiento.
—Dijo que era muy bonita y que era tu novia —sentencio David, señalando a Daniel.
—Ah… Bueno… Novia, novia… Aun no, pero…
—Daniel quiere una casa propia, para poder lanzarse —Víctor se alzó de hombros.
—¡Víctor! —su amigo lo miró con ira contenida.
—Significa que vas en serio —Iván hizo una mueca, ahora sabía que no tenía ninguna oportunidad con la chica, justo como Erick le había dicho.
—Lo que sucede es que ya tengo más de treinta —se excusó Daniel, bebiendo un sorbo de tequila—, quiero sentar cabeza y Lucía es la chica que me interesa para eso, pero no quiero llegar cómo un don nadie, sin tener nada que ofrecerle —se excusó, sintiendo las mejillas arder.
—Vas muy, ¡muy en serio! —Iván mostró un esto de sorpresa, pues no imaginaba que el otro realmente quisiera algo tan formal.
—Eso habla muy bien de él, cómo hombre —sonrió David, sintiendo que Daniel era alguien más centrado y maduro, que sus otros amigos.
—Es por eso que pediste lo de la casa para navidad —Alejandro sonrió—, pero, tengo una propuesta para los tres y claro, también se le hará a Lucía…
—¿Qué cosa? —los tres amigos levantaron el rostro, buscando la mirada verde.
—Erick los aprecia mucho —señaló— y me comentó, que le gustaría que ustedes fueran a vivir a la ciudad donde radicaremos, claro, con una gran oferta de empleo de por medio.
Víctor se puso de pie de un salto— ¡me apunto!
—¿Ni siquiera lo vas a pensar? —Iván frunció el ceño—. ¿Sabes la clase de trabajo que tendrías con Alex?
—Ya sé a lo que se dedica —dijo divertido—. Pero no tengo nada que me ate dónde estoy y me gustaría explorar otras oportunidades.
—Conste que te lo advertí —Iván se recargó en su lugar.
—No creo que Alex lo ponga en un empleo riesgoso —David observó a su amigo de soslayo, esperando su respuesta.
—Sabes que no lo pondría en ‘esa’ clase de trabajo —señaló el rubio con frialdad—, pero tengo otros negocios dónde seguramente sus habilidades encajarían.
—¡Ya dije que sí! No importa en qué, solo toma en cuenta que no tengo madera de guardaespaldas —rió Víctor.
—Bien, lo tomaré en cuenta —Alejandro movió el caballito de tequila, antes de beberlo de un trago, carraspeo y dejó el recipiente vacío, en la mesa—. ¿Qué me dicen ustedes? —preguntó para Daniel y Luís.
—Yo… —Daniel titubeó—. Pues… Si Lucía acepta, yo también lo haría.
—Todavía no se casan y ya eres un mandilón —Iván se burló y bebió otro caballito.
David entornó los ojos— ¿eres estúpido o qué? —preguntó con un dejo de molestia—. Acaba de decir que va en serio con ella, obvio, lo que ella decida repercutirá en su cortejo.
—Así es… —Daniel sonrió nervioso, tratando de no moverse mucho, pues hasta ese momento, sentía que el piso se movía.
—¡Ah! ¡Ya entendí! —Iván se carcajeó.
—Maricela le ofrecerá un buen empleo —Alejandro ladeó el rostro, confiado, pues le había dicho a la castaña que convenciera a Lucía, costara lo que costara y sabía que lo haría—. ¿Y tú qué dices, Luís?
El castaño bajó la mirada y pasó saliva con dificultad; una parte de él deseaba aceptar, pero no sabía la razón.
Tenía miedo de que en el fondo, solo lo hiciera por seguir a Erick, lo cual, significaba que no lo había superado y eso, en parte, era lógico, debido a que había pasado poco tiempo de su discusión; pero también, había hablado con el ojiazul y se suponía que habían quedado cómo amigos, incluso, sentía algo de aprecio por Alejandro, porque sabía que amaba a Erick y no habría nadie mejor para ser su pareja, aunque le costaba admitirlo.
—No lo sé…
—¿No lo sabes? —presionó el ojiverde con frialdad, no quería dudar de Luís, pero si no quería aceptar la oferta, seguramente aun sentía algo por su Conejo.
David notó el cambio de tono de su amigo y decidió intervenir; Alejandro ya tenía varios caballitos de tequila encima y, además, también unas cuantas copas de Whisky, así que sabía lo difícil que se ponía cuando se le cruzaba el alcohol.
—¿Tienes algo que te ate a tu ciudad, Luís? —el de lentes levantó una ceja—. ¿Familia? ¿Padre? ¿Madre? ¿Hermanos?
—Ah… No —negó—. Mis padres se retiraron hace tiempo y compraron una casa en un lugar costero, para no sufrir el frío —titubeó—, además no tengo hermanos.
—Si nada te detiene, entonces, no aceptas porque aun sientes algo por Erick —se burló Iván.
Alejandro apretó la quijada y David tuvo el impulso de golpear a Iván por su imprudencia.
—Yo, no…
—¡¿Es eso?! —Alejandro puso un gesto sombrío.
—Tranquilo, Alex —David forzó una sonrisa y se puso de pie, moviéndose hasta sentarse junto a Luís—, no creo que quieras matar a este chico —pasó la mano por el respaldo del sillón, atrás del otro—, Erick podría molestarse —sonrió de lado.
Alejandro posó su mirada en David; lo conocía muy bien y sabía que se puso al lado de Luís para, en caso de ser necesario, alcanzar a evitar que lo golpeara.
—No te metas, David —sentenció el rubio.
El de lentes puso un gesto serio y le dedicó una mirada a Iván, esperando que su amigo estuviera, al menos, lo suficientemente lúcido para entender que debía cambiar de tema y tuvo suerte; Iván también notó el cambio de humor de Alejandro, así que entendió con claridad la mirada de David.
—No te ‘esponjes’, Alex —sonrió el moreno—, recuerda que les debes mucho a estos tres compas —palmeó el hombro de Víctor.
—¿A nosotros? —Víctor frunció el ceño, claramente confundido.
—Alex nos dijo que ayudaron a Erick cuando estuvo solo —especificó David, mirando de soslayo a Luís—, especialmente cuando atentó contra su vida.
—¡Ah! Eso… —Víctor asintió.
—En ambas ocasiones, sólo hicimos lo que cualquier amigo haría —secundó Daniel, con seriedad, recordando esas dos veces.
—¿Ambas? —David se irguió.
—¡¿Cómo que ambas?! —Iván también se sobresaltó.
—La primera fue hace años —respondió Luís con frialdad— y la segunda fue el mes pasado, porque Alejandro estuvo por abandonarlo —acusó, señalando al otro con el índice.
El silencio reinó por un momento.
Iván y David miraron a su amigo con incredulidad, haciendo una pregunta muda, mientras el rubio soltó un suspiro largo, ya que cuando platicaron, no les contó específicamente eso de su reencuentro con Erick.
—¡¿Después de quince años, lo ibas a dejar?! —Iván puso un gesto furioso, no podía creer lo que había escuchado.
—¡¿Cómo pudiste hacer algo tan estúpido?! —secundó el de lentes, claramente molesto.
Alejandro masajeó sus sienes, no les había dicho eso a sus amigos, porque sabía que se molestarían y ahora las cosas se estaban poniendo caóticas.
—Fue porque él dijo que no quería estar conmigo —se excusó.
—¡¿Y te ibas a rendir?! ¡¿Así de fácil, Wey?! —Iván se puso de pie—. ¡No lo mereces, cabrón! ¡La boda se cancela! —gritó a todo pulmón.
Todos los que lo escucharon y entendieron, voltearon a verlo, pero Alejandro se puso de pie.
—No le hagan caso, ¡está ebrio! —señaló.
—¡Tú también lo estás, cabrón! —el moreno lo empujó—. Pero al menos, pese a todo lo que ocurrió, ¡yo nunca permití que ninguna de mis ex esposas, saliera lastimada!
El de lentes frunció el ceño— excepto después de enterarte que te pusieron los cuernos…
—¡No me ayudes, David! —Iván volvió el rostro a Alejandro—. Además, ¡nos ocultaste lo de Erick! —acotó, mirándolo fríamente.
Mientras ellos discutían, Luís, Daniel y Víctor, los miraban con un gesto incrédulo, pues no entendían cuál era el problema entre ellos.
—¡¿Sabes qué?! —Iván resopló—. Mejor que Erick se case con su amigo Luís —señaló al castaño que seguía en su lugar—. Si él lo cuidó mejor que tú, ¡tal vez lo merezca más!
—¡No sabes de lo que hablas, Iván! —el rubio lo miró con furia
—Pues al menos ¡él si cumple su maldita palabra! —espetó el moreno con seguridad.
—¿Qué está pasando? —preguntó Luís en un murmullo.
—Alejandro prometió, juró y ¡dio su palabra! —sentenció David, que seguía a su lado—. De que cuando volviera a encontrar a Erick, no permitiría que nada, ni nadie —especificó con frialdad—, lo apartara de él —le dedicó una mirada fría a su amigo—. Hemos pasado quince malditos años, ayudándole a buscarlo y ahora resulta, ¡que estuvo a punto de dejarlo! —acusó, bebiendo otro caballito de tequila.
—Pero eso fue porque Erick lo rechazó bien gacho —Víctor se alzó de hombros—. Hasta le dijo que le daba asco.
—¡¿Erick lo rechazó?! —David levantó la voz y logró que Iván pusiera atención.
—¡Maldito infeliz! —el moreno sujetó a su amigo del frente de su saco— ¡¿Lo estás obligando a casarse contigo?!
--¡Claro que no! —Con un movimiento de brazos, Alejandro se soltó del agarre—. Bien saben que a Erick ¡es al único que no podría obligar a nada!
—¡Si! ¡Claro! —el moreno habló con sarcasmo—. Igual que no lo obligaste al principio de su relación, ¿verdad?
—En ese entonces, era un adolescente baboso, que ni siquiera estaba consciente que estaba enamorado de él y ¡ya no soy así!
—Entonces, ¿quieres explicar qué pasó? —David lo miró por encima de sus gafas, acentuando más su mirada gris.
—Y más te vale que sea una muy buena explicación —Iván lo señaló con el índice.
Alejandro pasó la mano por su cabello, haciéndolo para atrás y se sentó en su lugar; sujetó la botella de Whisky y se sirvió un vaso, bebiéndolo como si fuera agua, antes de empezar.
—Sé que debí decirles, pero, aparte de que sabía que se molestarían —levantó una ceja—, Erick y yo lo hablamos, y decidimos olvidarlo, porque lo que pasó fue un malentendido.
—¿Qué clase de malentendido? —David lo miró seriamente.
Alejandro sabía que no debía darle vueltas al asunto, así que simplemente se inclinó y sus amigos lo imitaron, ya que eso indicaba que era algo que no se podía gritar a los cuatro vientos.
—Creyó que maté a mi padre —confesó con voz baja y lentamente, para que lo entendieran a la primera.
David e Iván se miraron de reojo.
—¿Y lo hiciste? —preguntó el moreno con precaución.
Alejandro entornó los ojos ante las palabras de Iván, pero David le dio un ligero golpe en la cabeza a su amigo, por esa pregunta tan estúpida a su parecer.
—Si va a venir a la boda, ¿tú que crees, imbécil? —el de lentes habló con sarcasmo.
Iván frunció el ceño y tardó un momento en recobrar la memoria— ¡Ah! ¡Sí, cierto! —rió y se apartó un poco—. Entonces, ¿Erick te rechazó por eso?
Alejandro se recargó en su sillón— Erick tiene demasiada moral, obvio que algo así no me lo hubiera perdonado —negó—, pero sus amigos —señaló a los otros tres que seguían en silencio, viendo la interacción de ellos—, le explicaron lo sucedido y me perdonó.
—¿Aun es igual que hace quince años? —David se quitó las gafas y masajeó sus parpados—. Ahora, no me sorprende que se haya asustado con las armas —bromeó, colocando las gafas en su lugar de nuevo.
—¡Olvida eso, cuatro-ojos! —Iván buscó a los otros con la mirada—. ¿Ayudaron a Alejandro para que Erick lo perdonara? ¡¿En serio?! —sus ojos aceituna miraron fijamente a Luís—. Tenias la oportunidad de que ellos no estuvieran juntos y poder lanzarte con Erick, pero, aun así ¡¿lo ayudaste?! —hizo movimientos con las manos completamente confundido—. ¡¿Qué no se supone que te gustaba?!
Luís parpadeó incrédulo, pero quería contestar bien, aunque su cerebro batallaba un poco para hilar pensamientos— antes que cualquier otra cosa, Erick es mi amigo —dijo con sinceridad—. Él ama a Alejandro y es mutuo —señaló al rubio, quien sonrió con orgullo—, ¿qué clase de amigo sería si no le ayudo a ser feliz, solo porque es lo que a mí me conviene?
—¿Hablas en serio? —Iván aun no podía creerlo.
—Sí, lo hace —Daniel asintió lentamente y dio un sorbo a su tequila—. Luís hizo lo correcto, aunque tardó en entenderlo.
—¡Necesitó que Alex le partiera la madre! —se burló Víctor.
Pese a la broma, David e Iván no rieron, al contrario, se quedaron en silencio, observando a los tres, hasta que finalmente, Iván agarró la botella de tequila y la levantó con emoción.
—¡Mis respetos, Compa! —dijo con emoción—. Realmente tienes los webos para hacer lo correcto, a pesar de las consecuencias, ¡salud! —y se empinó la botella, dándole varios tragos.
David sonrió— yo quería conocer a las personas que se ganaron el reconocimiento y la confianza de Alex —señaló con un ademán a los tres amigos de Erick—, pero tenía especial curiosidad en ti —su índice señaló a Luís.
—¿En mí? —el castaño frunció el ceño—. ¿Por qué?
—Eres el primer hombre que obtiene, no solo el perdón de Alejandro de León, sino, incluso, su respeto —dijo con diversión—, pero cuando hablamos con Alejandro y Erick, ambos omitieron esta parte que nos acaban de contar —sentenció, mirando de soslayo a Alejandro, quien hizo una mueca de fastidio—, ahora, con ese contexto, entiendo el por qué te respeta y confía en que no volverás a intentar nada con Erick.
—Erick no es para mí —aseguró el aludido con una sonrisa sincera—, pero tampoco puedo decir que mi ‘obsesión’ se pasó de la noche a la mañana, solo quiero estar seguro de cómo me siento, porque no quiero volver a cometer una estupidez, es todo.
—¡Eso es cierto!
—¡Cállate, Iván! —David miró a su amigo con molestia.
—¡Wey! —el moreno frunció el ceño—. Este Compa está siendo sincero, ¡eso debería aplaudírsele!
—Y le está costando —secundó Víctor, dando otro gran trago a su bebida, pues conocía muy bien a su amigo.
—Entonces… ¿No aceptas porque aun sientes algo por Erick? —la voz grave de Alejandro hizo temblar a Luís.
El castaño pasó la mano por su cabeza— Alejandro… sinceramente estoy ebrio —confesó—, ahorita no sé ni lo que digo, pero te aseguro que, no importa qué, solo quiero ver a Erick como amigo —señaló—, pero es el único hombre que me ha gustado y no sé qué tengo que hacer para dejar de pensar en eso.
—Tal vez, buscar una potencial pareja, sea hombre o mujer, funcione —Daniel movió su mano temblorosa, hasta beber otro sorbo de tequila, era obvio que Alejandro estaba furioso y no sabía si la sinceridad de Luís le ayudaba o no.
—¡Eso es! —Víctor chasqueó los dedos—. Si en la ciudad dónde vivimos, no hay nadie que te guste, en una nueva, ¡puedes tener suerte!
—Hermano, yo te puedo presentar chingos de mujeres —sonrió Iván con picardía.
—Yo también quiero —Víctor unió las palmas frente a su rostro, cómo si suplicara—. ¡Por favor!
—¡No se diga más! —Iván le pasó el brazo por los hombros—. A ti también te presento todas las que quieras —hizo una seña con su mano derecha, formando una cruz con su dedo índice y pulgar, besándolo después—, te lo juro por Malverde — aseguró—. Y si a Luís también le laten los vatos, pues David le puede presentar otros tantos, ¿o no, cuatro-ojos?
David levantó una ceja y sonrió con cinismo— honestamente, yo soy más selectivo, así que no tengo tantos amigos —miró de reojo a Luís—, pero si te interesa experimentar, con gusto puedo ayudarte.
—Cómo ves, todo ya está solucionado —Alejandro sonrió de una forma que le erizó la piel a Luís—, ahora, sólo falta tu decisión.
El castaño sintió un nudo en la garganta y ya se estaba mareando; la presión era demasiada, pero quizá, sus amigos y compañeros tenían razón, sólo necesitaba experimentar.
En ese preciso momento, no podía pensar con claridad debido al alcohol; no podía poner en orden sus ideas, ni mucho menos buscar excusas o dar pretextos, pero durante los últimos días había pensado mucho en lo ocurrido y admitió que lo que sentía por Erick, no era amor.
Agradecimiento, atracción, admiración, mucho cariño y deseo, obvio, eran palabras que encajaban perfectamente en lo que sentía, pero no era amor, no como el que parecían sentir Alejandro y Erick, mutuamente; ni siquiera se podía imaginar en una relación tan seria como la de ellos. Esa fue la razón por la cual, llegó a la conclusión que, lo que sentía por Erick, era el simple y banal amor platónico universitario, pero, aun así, eran amigos y siempre lo serían; aunque también, había descubierto que era divertido hacer enojar a Alejandro, poniéndolo celoso y era una especie de placer culposo que no podía evitar, especialmente estando ebrio.
—No creo tener otra opción —dijo con media sonrisa e hizo su cabello hacia atrás con una mano—, además, Erick me extrañaría mucho si no estoy cerca.
—¡¿Qué quieres decir?! —la voz de Alex sonó grave, mientras su mirada se ensombrecía.
—Dijiste que Erick nos aprecia y nos quiere tener cerca —Luís sonrió y bebió otro caballito de tequila de golpe, carraspeó y fijó su mirada en el rostro del rubio, a manera de reto—, es obvio que, si no acepto, me extrañará mucho, ¿o no?
—En serio quieres morir, ¿verdad? —indagó el rubio, apretando sus puños.
—Por favor, Luís —Daniel se puso aún más nervioso—, no molestes a Alejandro en su fiesta de despedida —intentó sonreír, pero apenas pudo curvar sus labios.
—Parece que a este Compa le gusta el peligro —Iván se carcajeó.
Víctor también rió, antes de beber directamente de la botella de tequila que el otro moreno le pasó; estaba tan ebrio, que ya no podía medir el peligro en realidad.
David negó, sirvió otro vaso de Whisky y se lo pasó a Alejandro— no te alteres, Alex —dijo con voz calmada—, tanto a ti, cómo a Luís, ya se les subieron las copas…
—Y no son a los únicos —secundó Daniel, mirando de soslayo a Iván y Víctor, que se miraban sumamente embriagados—, incluso yo, estoy bebiendo más de lo habitual —aseguró aflojándose la corbata.
—Y recuerda que son amigos del Conejo —presionó el de lentes, sabiendo cual fibra sensible debía manipular en cuanto se trataba de su amigo, pues pese a estar borracho, Erick era por lo único que se detenía.
Alejandro dudó, pero finalmente sujetó el vaso y lo bebió de golpe, mirando por el fondo que David servía otro y se lo entregaba a Luís.
—Es obvio que te gusta jugar con fuego —se burló el de lentes, mirando al otro—, pero debes medirte cuando Alex está ebrio —sentenció con media sonrisa—, si Iván y yo, no estuviéramos aquí, recordándole constantemente que eres amigo de Erick, ya estarías muerto.
—Eso es cierto —Iván asintió—. Sólo unos cuantos podemos detener a Alex cuando se enoja y, aun así, a veces nos es imposible.
Luís miró el vaso de Whisky y luego frunció el ceño— no necesito que nadie me cuide —sentenció antes de sujetar el vaso y beberlo con rapidez.
—Tal vez no —el de lentes se sirvió otro caballito de tequila—, pero si piensas trabajar con él, debemos advertirte que esta actitud, solo te acarreará una bala, entre ceja y ceja.
—¿Hablas en serio? —Daniel lo había alcanzado a escuchar y tembló.
David asintió— ustedes solo conocen ‘la punta del iceberg’ —se pasó el trago— y si tu amigo —señaló a Luís con el dedo—, lo presiona demasiado, va a terminar en serios problemas y ni Erick podrá ayudarlo, por lo que terminará perdiendo su bonita sonrisa —se burló.
—No exageres, cuatro-ojos —Iván negó—, a lo más, sería cortarle lo que le cuelga —hizo la mímica de unas tijeras con las manos.
—Espera… —Víctor apretó los parpados y trató de que su cerebro reaccionara, antes de señalar a David—. ¿Dijiste, “bonita sonrisa”?
Con esa pregunta, tanto Luís, cómo Daniel, repararon en las palabras que el otro había dicho anteriormente.
—Sí —el de lentes sonrió—, eso dije.
—¡Ah! —Iván sonrió con picardía—. Ya le echaste el ojo, ¿verdad?
—¡¿Te gusta Luís?! —Víctor abrió la boca tan grande, que casi se le desencaja la quijada.
—¡¿En serio?! —Daniel también se asombró.
—Yo no dije eso —David negó—, lo acabo de conocer, así que sólo puedo decir que, para mis estándares, es bastante atractivo.
La mirada gris repasó el rostro de Luís y éste, tragó saliva con dificultad; el de lentes se dio cuenta de que había puesto nervioso al otro y sonrió.
—¡Tranquilo! No te haré nada —se burló—. Eres amigo de Erick y no soy de los que obligan a otros a hacer algo que no quieren —se alzó de hombros—, a menos que ellos mismos me pidan que los obligue.
Luís no sabía cómo tomar eso; era obvio que se trataba de una clase de juego perverso, pero nunca imaginó estar en una situación así y no supo si le gustaba o no, aunque sintió un extraño escalofrío recorrer todo su cuerpo.
—Bien, cómo no queremos que le borre su “bonita sonrisa” —el rubio habló con sarcasmo—, que trabaje para ti, en vez de para mí —levantó una ceja—, después de todo, tienes mejor temperamento que yo, ¿no es así, David?
El de lentes miró de reojo a su amigo; era claro que se estaba burlando, pero pese a que ambos estaban ebrios, él aun tenía un dejo de sensatez, para no tomarlo como un reto.
—Pues si a Luís no le molesta —movió la copa en su mano—, es bienvenido a trabajar a mi lado.
—Pero, ¡aun no he decidido si iré a vivir a otra ciudad! —objetó el castaño de inmediato, temiendo no poder rechazar la oferta después.
—Creí que ya no tenías otra opción —Alejandro lo miró con desdén— ¿o es que le tienes miedo a David?
—No, pero…
—Tranquilo, puedes esperar a ver mi ofrecimiento por escrito —David le restó importancia—, además, no voy a morderte —sonrió con picardía—, si no quieres, claro.
Luís sintió un cosquilleo en su vientre, además de que el calor subió por su cuerpo, pero se lo achacó a la bebida.
—Lo… lo tendré en cuenta —asintió con nervios.
—Tal vez David sea paciente —Alejandro recargó el rostro en su mano—, pero yo no —señaló— y tengo que asegurarle a Erick que estarán cerca, así que…
—¿Siempre tienes que ser tan molesto? —el de lentes miró a su amigo con frialdad.
—Es parte de mi encanto —dijo el rubio con sorna.
—¡Esperen a mañana! —Iván interrumpió a sus amigos—. Ahorita, ninguno de estos Compas puede pensar, después de todos los tragos que les hemos dado —señaló la mesa donde había no solo vasos, sino botellas vacías, tanto de Whisky cómo Tequila, pese a que las chicas del servicio ya habían limpiado un par de veces— y recordemos que ellos, no habían bebido Tequila antes —se burló.
Fue en ese momento que Alejandro y David se dieron cuenta de que, si ellos estaban afectados por el alcohol, los otros lo estaban más.
Víctor sonreía, mirando a una de las meseras y parpadeaba con lentitud, como si estuviera soñoliento; Daniel tenía la nariz roja, los ojos medios y temblaba ligeramente, sujetando con ambas manos el caballito de tequila, como si temiera que se le fuera a caer sin terminarlo, pues solo le daba pequeños sorbos.
Luís era el que parecía más tranquilo, pero lo que los demás no sabían, era que estaba mareado y algo confundido, especialmente por todas las extrañas emociones que estaba sintiendo esa noche y aunque se lo achacaba al efecto desinhibidor del alcohol, no estaba seguro de lo que realmente quería.
—De acuerdo, esperaré a mañana —Alejandro se alejó y sujetó la botella de Whisky, dándole un trago—, pero estaré contando con ello —señaló con el índice a Luís.
—Pero…
—Dalo por hecho —interrumpió David—. Yo me encargo.
La mirada verde de Alejandro se posó en la gris de David y por unos segundos, parecieron retarse mutuamente, aunque al final, el rubio sonrió.
—Confío en ti, amigo.
Después de esas palabras, Alejandro llamó a otra mesera pidiéndole más alcohol y, sobre todo, más hielo para el Whisky.
—Pero yo no… —Luís intentó objetar y David le puso la mano en la boca.
—Mejor no digas nada —negó el de lentes—, apenas logramos hacer que te dejara en paz por esta noche —se quitó las gafas y las lanzó a la mesita que tenía enfrente.
—Pero no podemos prever tu seguridad mañana —Iván se alzó de hombros, antes de sujetar una vez más la botella de Tequila, para beber con rapidez y llamar a un par de chicas, una para él y la otra, para Víctor.
—Parece que no aprendiste la lección que te dio —David apartó la mano de la boca de Luís—, tienes mucha suerte de estar vivo —sonrió—, pero la Diosa de la Fortuna, no siempre estará de tu lado.
Luís entrecerró los ojos y observó a David con molestia, antes de beber de golpe el caballito de Tequila que traía en la mano. Estaba consciente de que no siempre correría con suerte y sabía bien de lo que era capaz Alejandro de León, pero el molestarlo, era algo que no podía evitar, porque le hacía sentir bien.
—Sé que puede desaparecerme si quiere —carraspeó y colocó el vasito en la mesa, sirviéndose más bebida— y aunque en el fondo, me da miedo —confesó—, no puedo parar de decir cosas para hacerlo enojar —se burló.
—Aún estás dolido —David se recargó en el sofá y suspiró.
Luís dudó un momento y luego imitó al otro, recargándose en el sillón— sí, creo que sí —admitió, antes de beber más tequila y dejar el vaso vacío, de lado.
David sonrió de lado— no me sorprende —llamó a la mesera que se acercó a Alejandro y sujetó un vaso con hielo, para servirse más Whisky—. No ha pasado ni un mes, desde lo ocurrido con Erick, ¿no es así?
—Ustedes parecen muy informados —reprochó Luís—. Seguro, Alejandro les contó con lujo de detalles.
—Lo creas o no… —David bebió de su copa—. Erick nos lo contó.
Luís se sobresaltó al escuchar el nombre del ojiazul, pero después frunció el ceño.
—No me crees, ¿cierto?
—Dijeron que eran amigos de Erick —respondió el otro—, así que, si lo son, seguramente lo hizo.
El ojigrís sonrió divertido— veo que lo conoces bien, así que no ha cambiado en nada —suspiró y dio otro trago a su copa—. Pero volviendo al tema, si no ha pasado ni un mes desde la decepción, es obvio que no lo has superado.
Luís ladeó el rostro, pero apretó los parpados, porque sintió un pequeño mareo y pasó la mano por su frente, tratando de recobrar la compostura.
—Erick no me decepcionó a mi —objetó Luís—, fui yo quien lo decepcionó a él.
—Eso no lo discuto —se burló el otro—, pero fue una decepción amorosa para ti —levantó una ceja—, esa es la razón, por la cual sientes esa necesidad de molestar al hombre que se quedó con la persona que te gusta y hablo en presente, porque aún no lo has olvidado del todo, ¿me equivoco?
Luís respiró profundamente— quisiera refutar eso, pero no puedo ni mentirme a mi mismo —hizo la cabeza hacia atrás y pasó el antebrazo por sus ojos.
Daniel se inclinó ligeramente hasta su amigo— ¿te sientes mal, Luís?
—Un poco mareado, pero nada más —aseguró.
—Yo también —Daniel apretó sus parpados—, deberíamos ir a descansar.
—No creo que Víctor quiera —Luís señaló hacia el moreno, que se estaba besando ya con una chica y sus manos se movían traviesas por el cuerpo semidesnudo.
—Hoy no me preocuparé por él —Daniel intentó negar, pero lo evitó, por el mareo que sentía—, pero tu sigues lastimado.
David se incorporó y sujetó sus gafas de nuevo, colocándolas sobre el puente de su nariz—¿Tan pronto se van a retirar? —preguntó en voz alta, llamando la atención de Alejandro.
—Qué poco aguantan —dijo el rubio con altanería.
Luís sintió eso como una provocación, así que se irguió— yo aun no me quiero ir —sentenció con frialdad.
—Pero… Luís —Daniel pasó saliva—. Yo… Yo ya no puedo beber más —se excusó con un leve tartamudeo—, si sigo a este ritmo, aparte de gastritis, mañana no me podré levantar en todo el día por la cruda.
—Ve tu a descansar, Daniel —Luís sujetó la botella y se sirvió más tequila—, yo aun me quedaré un rato más y parece que Víctor también.
Su amigo ni siquiera les ponía atención, él estaba centrado en la joven que lo estaba atendiendo.
Daniel quería objetar, pero estaba cansado y su mente nublada. Había bebido más que nunca en su vida y, además, jamás había mezclado alcoholes cómo esa noche; por eso, sin darse cuenta, ya había pasado sus límites.
—Bien —dijo con molestia—, pero después, no vayas a quejarte conmigo si las cosas se ponen peor.
Daniel se puso de pie, pero un mareo lo hizo volver a sentarse, moviendo las manos con algo de desespero, buscando dónde sujetarse para tener estabilidad.
—¿Mareado, amigo? —Luís se burló del otro, al verlo de nuevo en el sillón.
La respiración de Daniel se agitó y miró al otro con molestia. Con ese último movimiento, todo el alcohol que había bebido, le llegó de golpe y aunque momentos antes se había mantenido sereno y con algo de lucidez, esta parecía haberse esfumado, especialmente con el tono burlón, del comentario de Luís.
—Eres un… un… ¡idiota! —gritó.
Luís miró a su amigo con extrañeza.
—¿Crees que puedes competir con Alex? —Daniel señaló al rubio—. Si antes de que él apareciera, tu no tenías oportunidad con Erick, ¡ahora menos! —acusó con un dejo de infantilismo.
—¡Cállate! —ordenó su amigo.
—No voy a callarme —Daniel levantó una ceja y trató de erguirse en su lugar—. Tú lo sabes bien —respiró profundo—, sabes que tengo razón, por eso, nunca te hizo caso —se cruzó de brazos—, por eso prefirió a Vicky.
—Daniel, no…
—¡Supéralo!
—¡Estás ebrio! —señaló Luís con poca paciencia.
—No soy el único —la voz de Daniel intentó sonar sarcástica—, pero, al menos, no soy quien finge ser un ‘Macho Alfa’ para no admitir que sigue llorando por las noches, debido a que lo rechazaron.
—Daniel… ¡cállate! —repitió su amigo entre dientes.
—Tuviste la oportunidad con otros —acusó su amigo—, ¿pero tenías que encapricharte con Erick?
—Daniel…
—¿En serio? —Alejandro se interesó más en esa plática.
—Creí que solo le había gustado Erick —secundó David.
—Yo…
—¡Les mintió! —confesó Daniel.
—¡Ah! ¡Ahora nos salió mentirosillo! —Iván también había puesto atención, así que, se apartó un poco de la chica que lo atendía y miró a Luís fijamente—. No es bueno mentirle a los Compas…
—No, es que yo…
—Déjalo hablar —David le hizo señas—, necesita desahogarse.
—Si… ¡Tengo que sacarlo! —Daniel agarró un vaso de la mesa, sin saber que contenía Whisky y se lo bebió de un trago, tosiendo al terminar, pero eso no lo detuvo—. En la secu, me dijiste que creías que te gustaba ¡Raúl!
Luís sintió como si le hubieran echado una cubeta de hielo encima.
—¿Y qué pasó después? —preguntó con sarcasmo Daniel—. Te pregunté y dijiste que había sido una broma, ¡¿crees que soy estúpido, amigo?! Pues para tu información, ¡no lo soy!
—Daniel… Esto…
—No sé qué pasó con él y no me importa —interrumpió el otro—, pero tu fingiste que había sido una broma y nunca más tocaste el tema, pero yo me daba cuenta como se te iban los ojos por otros hombres, aunque según tú, no eras gay.
—¡Uy! Esto se puso interesante —Iván sonrió con emoción—. Querida, dame un momento, que yo me quiero enterar de esto —le dijo a su compañera en inglés, quien se quitó de sus piernas y fue a otro sillón, a esperar.
—¡¿Qué tan difícil es admitir que te gustan todos los hombres y lo de Erick fue una maldita obsesión?! —Daniel lo señaló con el índice—. Eres gay y ¡¿sabes qué?! Ni a Víctor, ni a mí, mucho menos a Erick, ¡nos importa un reverendo cacahuate!
—¿Yo que? —preguntó Víctor con voz pastosa, pues se encontraba embriagado y apenas si había escuchado lo que su amigo dijo.
—¡Tú di que sí, Wey! —ordenó Daniel.
—Sí, claro… ¡Por supuesto! —accedió el moreno de inmediato y levantó la botella que tenía a un lado—. ¡Salud por eso, amigo!
—¡¿Lo ves?!
La pregunta con tinte sarcástico de Daniel, hizo sonreír a Alejandro, David e Iván; era obvio para ellos que el otro estaba hablando así, a causa del alcohol al que no estaba acostumbrado.
—Realmente, no sabes de lo que hablas, ¡estás completamente borracho! —objetó Luís con rapidez.
—Sí… estoy borracho cómo jamás lo he estado en mi maldita vida —la voz de Daniel se quebró—. Y en vez de pasarlo tranquilo, buscando a ver si Lucía se apiada de mi y me permite avanzar más, estoy aquí, ¡cuidando que no te pase nada! —lo señaló—. Porque se supone que somos amigos y tú también lo eres de Erick y aún así, ¡intentaste propasarte con él!
—¡Ya cállate, Daniel! —Luís se empezaba a alterar por las palabras de su amigo, que parecía estar ventilando sus oscuros secretos a todo el mundo.
—Esto se puso bueno —Iván sonrió burlón—, ¿creen que se peleen aquí? —movió las cejas de manera insinuante.
—No sería una pelea justa —Davin negó—, Luís está herido, así que puede ser considerado incapacitado.
—Tienes razón —el moreno chasqueó la lengua—, además, Daniel está muy ebrio, no creo que sea un buen espectáculo.
—Tantos hombres en el mundo y tu te obsesionas con el que jamás te haría caso, aunque fueras el último hombre sobre la faz de la Tierra —sentenció Daniel con total convicción—. ¡Ya madura!
—Daniel, ¡no hagas que me levante! —sentenció Luis, tratando de sonar seguro en su amenaza.
—Inténtalo —dijo el otro—, estas ‘cojo’ y casi manco —se burló—, así que ¡no me asustas!
Alejandro rió al ver la situación y levantó su mano izquierda; momentos después, Miguel estaba tras él y se inclinó para recibir indicaciones.
—Lleva a Daniel a su habitación —ordenó el rubio en voz baja—, déjalo instalado y que alguien se quede al pendiente, por si necesita algo, parece que bebió demasiado.
Miguel asintió y fue con el otro, sujetándolo del hombro, antes de que se tropezara, pues no coordinaba bien, mientras discutía con Luís; Daniel reconoció a Miguel y puso un gesto de terror, antes de empezar a llorar.
—¿Me vas a matar? —preguntó antes de que un sollozo lo interrumpiera.
—Ah… —Miguel levantó una ceja—. No —negó—, voy a llevarlo a su habitación.
Con esa frase, Daniel sintió cómo si le quitaran un peso de encima— ¡Gracias! —dijo con sinceridad e intentó sonreír, pero solo sollozó más—. Yo le dije que no lo ofendiera —señaló a Luís—, ¡se lo dije! —gritó—. Pero no me escucha, ¡nadie me escucha!
—Sí… Ajá… —Miguel suspiró y guio al otro hacia la salida del recinto.
David miró a Luís de soslayo— parece que tu amigo tiene carácter —dijo con burla.
—Está borracho… —siseó el castaño, sin poder contener su coraje y frustración.
—Dicen que, ‘los niños y los borrachos, siempre dicen la verdad…’ —Iván levantó una ceja—. Así que, debemos suponer que lo que dijo de ti, ¿es cierto? —presionó.
Luís pasó saliva— sobre eso…
—Iván, mejor no hables, yo me encargo —sentenció David.
El moreno entornó los ojos, hizo un gesto molesto y se recargó en su sillón, volviendo a llamar a la chica que antes lo acompañaba, para reanudar su interacción, pues era obvio que su amigo no lo dejaría presionar más al otro.
Hubo un momento donde el barullo de la fiesta volvió a reinar y los amigos se entretuvieron en sus cosas, pero Luís mantenía la mirada en su vaso de Whisky. Alejandro lo miraba con frialdad, pero desvió la mirada al ver las señas de David.
El de lentes le hizo un par de señas, con lo que le dio a entender a su amigo que no se preocupara y que él se iba a encargar de Luís; Alejandro decidió dejar todo en manos del ojigris y seguir bebiendo un poco más, antes de retirarse a su habitación.
Pasaron unos minutos, hasta que David habló.
—¿Piensas beber el Whisky o sólo sujetarás el vaso en la mano, como el Doc?
—¿Qué? —Luís lo miró confundido.
—El Doctor Emmet Brown —especificó el de lentes—, quien nunca bebía el Whisky y solo lo sujetaba mientras hablaba.
Luís frunció el ceño y luego recordó la escena que el otro mencionaba; era de la tercera parte de una trilogía famosa, misma que era una de sus favoritas, por lo que sonrió.
—Si la bebo, terminaré contra la mesa seguramente y con justa razón, pues no sería mi primera copa —especificó.
—No terminarás contra la mesa, no mientras no te pongas de pie —se burló el de lentes, antes de servirse otro vaso de Whisky y beber un sorbo.
Luís suspiró y le dio un trago al vaso, pero le fue difícil pasarlo, pues sentía un nudo en su garganta.
—Lo que dijo tu amigo… —mencionó el ojigris—. ¿Es cierto?
Luís bajó el rostro y contuvo el aliento un instante, antes de hablar— es cierto —confesó.
—Entonces, si te han gustado otros hombres, ¿por qué lo negabas? —David acomodó sus gafas y bebió otro sorbo de su vaso.
—¿Tú por qué crees? —preguntó con un tinte sarcástico.
—No lo sé —el de lentes sonrió—, por eso pregunto.
Luís suspiró y dio otro gran trago de Whisky, como si quisiera darse valor— soy de la generación que aun no aceptaba abiertamente la homosexualidad, así que mi primer intento, ese del que habló Daniel —señaló hacia la puerta, por dónde el otro había salido—, fue un rotundo fracaso y decidí que nunca lo volvería a intentar, para no pasar por lo mismo y lo cumplí…
—Así que… aunque ‘se te iban los ojos por otros hombres’ —dijo la frase que Daniel había comentado antes de retirarse—, no intentaste nada con otro, hasta Erick, ¿me equivoco?
—¡Exacto! —admitió el castaño y terminó su bebida.
—Bueno, siendo así, entonces no te preocupes —sonrió—, creo que tienes más oportunidad de estar a salvo que antes.
—¿De qué hablas? —Luís no comprendía lo que el otro quería decir.
—Que, si realmente pueden gustarte otros hombres, aparte de Erick —especificó—, Alejandro seguramente se calmará por completo, cuando tengas una pareja estable.
—No creo poder hacerlo —Luís se hundió en el sillón—, no tengo confianza para algo así.
—Tienes la suficiente confianza para hacer enojar a Alex, creo que lo otro sería ‘pan comido’ —señaló el ojigrís con diversión.
—Honestamente, los chicos que me han atraído, por una u otra razón, están fuera de mi alcance.
—¿En serio? —David ladeó el rostro—. ¿Ninguno era buen partido?
—Todos eran heteros y Erick está comprometido —señaló a Alejandro con un ligero ademán—. Además, a mi edad, no creo que sea un buen interés para alguien más…
—Pues a mí me pareces atractivo, ¿por qué no lo serías para otros? —aseguró el de lentes.
—Estás bromeando, ¿cierto?
—¿Por qué crees que estoy bromeando? —David lo miró por encima de sus gafas.
—Sólo intentas protegerme de la ira de Alejandro, porque aprecias a Erick.
David soltó una carcajada y se incorporó, sirviéndose otro vaso de Whisky, antes de volver a recargarse en el sillón, al lado de Luís.
—No me malinterpretes —sentenció después de dar un sorbo a su Whisky—, pero, aunque fueras amigo de Erick, no lo diría si en realidad no me parecieras atractivo —confesó—, además, creo que dejé en claro que soy muy selectivo, así que no pienses que te diría algo así, solo por quedar bien con Erick.
Luís cerró los parpados, su cabeza daba vueltas y su cerebro no podía procesar todo lo que estaba diciendo David.
—Así que —frunció el ceño, sin abrir los parpados—, debo creer que esto no es a causa del alcohol, pese a que estás notablemente borracho también.
—Admito que estoy ebrio —David suspiró—, pero tengo experiencia en esto a diferencia de ti y tus amigos —se burló—, así que, mi palabra vale, aun y que tenga varias copas encima.
—Difícil de creer… —la voz de Luís fue casi un susurro.
David no dijo nada, simplemente esperó pacientemente, bebiendo Whisky, mientras notaba cómo el otro dormitaba a su lado; era obvio que el alcohol ya había hecho mella y no solo en Daniel y Luís, sino también en él y sus amigos, pero aún le quedaba algo de paciencia y sabía que no debía esperar mucho tiempo en realidad.
Minutos después, Alejandro hizo una ligera seña con su mano derecha y Julián llegó a su lado, manteniéndose alerta, mientras el rubio se ponía de pie.
—Debo irme —dijo con seriedad, tratando de mantener una pose fría y fingir que estaba bien, pese a que sentía que el piso se movía—. Nos vemos mañana —se despidió de sus amigos con un clásico ademán de manos.
—Descansa, Alex —dijo Iván y se puso de pie también, sujetando la mano de su compañera—, yo voy a seguir la fiesta en mi habitación —sonrió— y creo que nuestro Compa, Víctor, también debería hacerlo, porque ya se está jeteando —se burló, ya que el moreno seguía abrazado de la chica que lo acompañaba, pero por momentos se dormía y en otros, intentaba besarle el pecho—. ¡Nos vemos, cuatro-ojos! —se burló antes de enfilar sus pasos a la salida, seguido de su propia seguridad.
—Que alguien se encargue de llevar a Víctor y a Luís a sus habitaciones —ordenó Alejandro para Julián.
El castaño hizo una seña y algunos guardaespaldas del rubio se acercaron para hacer ese trabajo. De inmediato, dos hombres de negro ayudaron a Víctor a ponerse de pie y le hicieron un ademán a la joven para que los acompañara y fuera a dormir con el moreno a su habitación, mientras los otros esperaban instrucciones para llevarse a Luís.
—Yo me encargo de Luís —David miró a su amigo con diversión.
—¿Seguro? —el rubio levantó una ceja.
—Oczywiście —respondió el otro en la lengua de su madre.
Alejandro no tenía ánimos de discutir, ni mucho menos razonar, así que asintió, por lo que Julián retiró a los trabajadores del rubio, dejándole la seguridad de Luís, a los guardaespaldas de David.
Alejandro se despidió efímeramente de algunos de los invitados a esa reunión y caminó a la salida, seguido de Julián y otros de sus guardaespaldas, quienes se mantenían en alerta, no solo por si alguien ajeno intentaba acercarse al rubio, sino porque era obvio que su jefe estaba ebrio y en cualquier momento, terminaría sucumbiendo al alcohol y no podría mantener su pose indiferente.
David observó cómo, cuando Alejandro se retiró, poco a poco los demás invitados hacían lo mismo, pues ya no tenían por qué quedarse en realidad y así, se quedó casi hasta el final; cuando ya no eran las chicas que los entretuvieron en la velada, las que recogían las botellas y copas, sino los trabajadores del hotel.
David se bebió su ultimo trago de Whisky y se puso de pie, dándose cuenta que realmente se había extralimitado con la bebida.
«Aunque no me guste admitirlo, estoy realmente ebrio…» pensó con una sonrisa divertida en sus labios, «tendré que pedir ayuda».
Levantó una mano y chasqueó los dedos, con lo que uno de sus trabajadores se acercó de inmediato.
—Señor…
—Pablo, necesito que alguien cargue a este chico hasta mi habitación, sin despertarlo, porque con todo lo que bebí, yo no puedo hacerlo.
El moreno vio a Luís, giró el rostro e hizo un gesto para que sus compañeros se acercaran también y se encargaran de la protección de su jefe, mientras él levantaba en brazos, con destreza y cuidado, a Luís.
David caminó seguido de Pablo y sus demás trabajadores, yendo hasta el elevador; durante el trayecto a su piso, el castaño se quitó las gafas y masajeó sus parpados.
—¿Se encuentra bien, señor? —indagó Matías, otro de sus trabajadores.
—Iván hizo que bebiera más de lo que debía —sentenció con diversión—, no estoy en pleno uso de mis facultades mentales.
—Necesita descansar —señaló Eduardo, el tercero que iba en el elevador.
—Sí, hoy no despertaré temprano —David pasó la mano por su cuello—, así que no quiero que nadie me moleste, ¿entendido?
—Sí —respondieron los tres al mismo tiempo.
El elevador se detuvo y David salió en compañía de los otros. Los hombres que estaban vigilando ese piso, eran trabajadores de él y de Iván, pues había dos enormes habitaciones en esa zona, las cuales, eran las reservaciones de los dos amigos.
Antes de que David llegara a su recámara, alguien le abrió la puerta y les permitió el paso.
David ingresó y dirigió sus pasos a la habitación principal, mientras se quitaba el saco y la corbata; era seguido por Pablo, pero se detuvo en la puerta de la recamara, ya que no sabía si el chico que llevaba en brazos dormiría en la misma cama que su jefe o debía llevarlo a otra de las recamaras de ese lugar.
—Déjalo en la cama y retírate.
—Cómo ordene.
Pablo hizo lo que su jefe le ordenó y salió de la recamara, cerrando tras de sí, para ir a su posición de esa noche.
David por su parte, fue al baño-vestidor, se desvistió por completo, tomó una ducha caliente, se lavó los dientes y salió del baño, sólo con el pantalón de su pijama. Caminó hasta la cama, se subió al colchón y se acercó al rostro de Luís.
—Despierta —dijo con voz seria.
Luís se removió, pero no reaccionó, por lo que David insistió.
—Despierta —repitió y le acarició el mentón—, vamos, necesito que despiertes un momento…
Los parpados de Luís temblaron y poco a poco, se abrieron, para ver el rostro del ojigrís frente al suyo.
—¿Dónde…?
—Estás en mi habitación —David sonrió—. Realmente me gustas, pero cómo dije, no voy a obligarte a nada si no quieres —se burló—, aún así, antes de dejarte en paz para que descanses, necesito algo de ti…
—¿De… mi? —Luís seguía confundido, no comprendía las palabras del otro.
David no dijo más, acercó sus labios a los del otro y lo besó. Al principio fue un tenue roce de piel, pero Luís, intentó corresponder la caricia de manera torpe, pues el exceso de alcohol y sus heridas que aun no sanaban del todo, no le permitían coordinar correctamente.
Luís pensaba que estaba soñando, pues nunca había recibido un beso de esa manera, «Es un sueño… Es un sueño…», era lo único que podía repetir en su mente, mientras el beso se intensificaba.
David jugueteó con la lengua del otro y duró un largo rato saboreando los labios y mordisqueándolos con deseo; sus manos se movieron por los costados del otro, acariciando por encima de la ropa, apresando el cuerpo que tenía debajo, sintiendo la contextura y los músculos, que se delineaban a través de la tela, justo como le gustaban a él y precisamente, esa situación estaba excitándolo, tanto que sintió que su entrepierna reaccionaba, pero aun estando ebrio, tenía palabra, así que se apartó de Luís.
Ambos respiraban agitados; David no se contuvo mucho, besando el mentón y bajando por el cuello hasta la nuez, dando una lamida que erizó la piel de su pareja y lo hizo gemir, antes de apartarse.
—No estas completamente consciente —sonrió y se puso de pie— y yo también sigo ebrio —respiró profundamente—, pero si despiertas y quieres repetir, con gusto te complazco…
—¡Espera! —Luís lo detuvo con rapidez—. ¡¿Me vas a dejar así?! —preguntó con temor, pues su erección estaba despierta también.
—Lamentablemente, sí —asintió el ojigrís—. No quiero que hagamos algo de lo cual te arrepientas y al amanecer, le eches la culpa a la bebida —hizo un gesto de desagrado—, no es conveniente para nuestra futura relación laboral.
El rostro de Luís mostró un gesto confundido, mientras David iba una vez más al baño y salía con la parte superior del pijama puesta, así como algunos objetos personales en la mano.
—Iré a la otra recamara, si necesitas algo, llama al servicio y te atenderán… —especificó—, hasta mañana —se despidió con un ademán de mano y cerró la puerta tras él.
Luís se quedó inmóvil por unos segundos y después se hundió en el colchón.
—Pero ¡¿qué chingados le pasa?! —preguntó furioso y miró su entrepierna, donde el bulto en su pantalón era muy notorio—. ¡Tiene que ser una jodida broma!
Estrujó el cabello con sus manos y apretó los parpados; se sentía furioso y sabía que solo podría llegar a calmarse si se masturbaba, pero no sabía si lo lograría en el estado que estaba, así que, ahora no solo tenía dolor de cabeza, estaba mareado y excitado, sino que también estaba frustrado.
Por su parte, David fue a la otra recámara, dejó en el buró su celular, reloj de pulsera y cartera, luego se subió al colchón y se hundió en el mismo, sintiéndose orgulloso de lo que había hecho.
—No estuvo mal —dijo con voz tranquila—, aunque con esa probadita… —pasó los dedos por sus labios—. No sé si después, pueda cumplir mi palabra de no molestarlo…
No sabía qué lo motivaba en ese momento, pues sabía que no era amor, pero Luís le gustaba y mucho.
—Quizá, pueda ser algo más que simple diversión —suspiró—, pero todo dependerá de él…
Glosario:
*Oczywiście: en polaco significa ‘Por supuesto’
*Oczywiście: en polaco significa ‘Por supuesto’
Les dije que David y Luís se habían besado esa noche, pero por fin quedó escrito.
Espero que no se les haga muy simple, pero bueno, he tenido problemas para escribir e inspirarme últimamente, por eso muchas cosas están a medias, pero agradezco a los Dioses de Natural (a mi terapia y especialmente al Osito), por la inspiración para poder hacer esto.
Espero que no se les haga muy simple, pero bueno, he tenido problemas para escribir e inspirarme últimamente, por eso muchas cosas están a medias, pero agradezco a los Dioses de Natural (a mi terapia y especialmente al Osito), por la inspiración para poder hacer esto.
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