Capítulo I
Un día de otoño, el hombre de cabello negro había decidido ir a la ciudad a visitar el refugio de animales que le pertenecía, ya que los días anteriores no le fue posible acudir y debido a que su casa estaba en las afueras, demasiado alejada de todo, el tiempo de trayecto era largo y no podía permitírselo en esos días. Él, normalmente tenía días ocupados, pero cuando su esposo estaba en la ciudad, su tiempo se reducía considerablemente, por ello y debido a que a mediados de noviembre su esposo tenía unos días libres a causa de unas fiestas nacionales, él no pudo acudir a sus visitas normales y su rutina se vio afectada.
Después de revisar los pendientes, dejarle indicaciones a la administradora del lugar y dar un vistazo a los canes, salió de la propiedad; iba revisando en su teléfono la lista que había hecho la noche anterior, mientras su amigo, chofer y guardaespaldas, manejaba.
—Agus… — llamó el ojiazul — necesito comprar unas pinturas — mencionó con calma —, antes de ir a la casa, ¿podemos ir a la tienda, por favor? — preguntó con amabilidad.
El hombre frente al volante lo miró por el retrovisor y sonrió — por supuesto, sabe que lo llevaré a dónde necesite y desee, señor — anunció con orgullo.
—Gracias… — el otro intentó sonreír, pero un bostezo lo asaltó y se cubrió la boca, antes de bajar el rostro y tallarse los parpados con sus dedos
—¿Se siente mal?
—Cansado… — respondió el ojiazul, pasando la mano por su cabello — estos últimos días que pasé con Alex, no pude descansar mucho — confesó —, incluso, tuve problemas para despertar en la mañana.
—Sí, lo entiendo — Agustín asintió —, yo también estoy algo fatigado…
Erick se inclinó y colocó el rostro sobre el respaldo del asiento del copiloto, para poder platicar más a gusto con Agustín, sin levantar la voz — quizá, necesitamos tomarnos un descanso, ¿no lo crees?
—Mis vacaciones las tomé hace poco, señor — sonrió el otro —, debo esperar unos meses más, para pedirlas de nuevo — explicó —, pero si se siente cansado, ¿no prefiere ir a casa a descansar? Yo puedo ir a comprar las pinturas, solo deme la lista…
—No sería justo, tú también necesitas recuperar energía, así que, vamos a comprarlas y nos regresamos rápido a casa… ¿te parece?
—Cómo ordene — Agustín asintió.
—Pero antes… — Erick cerró los ojos, evocando una imagen y rápidamente, un sabor se hizo presente en su boca, como si hubiese probado un bocado de lo que se había imaginado — se me antoja una dona…
—¿Una dona? — su compañero lo miró de soslayo, esa petición era muy extraña, ya que conocía bien a su jefe y sabía que esos pastelillos en específico, no le gustaban mucho.
—Sí — el ojiazul suspiró y se mordió el labio —, una dona, recién hecha, rellena con crema pastelera, cubierta de chocolate, con chispas de chocolate y coco rallado — cerró los ojos y evocó la imagen del pan una vez más —, oh… de solo imaginarlo, se me hace agua la boca…
Agustín pasó saliva, sintiendo como su estómago se revolvía, ya que la descripción que su jefe hizo, le produjo el efecto contrario que al otro; aunque evocó la imagen, el pastelillo y hasta se imaginó el olor del mismo, eso le provocó un asco indescriptible. Con un movimiento brusco que asustó a su pasajero, se acercó a la orilla de la carretera, apenas detuvo el automóvil, abrió la puerta, hizo el cinturón a un lado y se inclinó a vomitar.
—¡Agus! — Erick descendió del auto inmediatamente y corrió a colocarse al lado de su amigo y sujetarlo del pecho, levantando el cabello que tenía cerca del rostro, para que no se ensuciara — ¿qué te pasa? — preguntó contrariado.
Agustín intentó responder, pero una nueva arcada y descarga de sus alimentos, lo interrumpió; después de unos minutos que al ojiazul le parecieron eternos, Agustín se calmó y Erick le ayudó a recargarse en el asiento.
—¡Dioses! — Erick se movió con rapidez hasta el otro lado del automóvil y de la guantera, debajo de un arma que sabía le pertenecía a Agustín, sacó un paquete de pañuelos desechables, para que su compañero se limpiara la boca — toma — dijo con rapidez entregándole algunos —, debemos ir al médico…
—No… — Agustín negó — ya estoy bien — suspiró mientras se limpiaba los labios.
—¡¿Cómo vas a estar bien después de vomitar?! — dijo con nervios el mayor — debo llamarle a Julián…
—¡No! — negó y evitó que Erick marcara, moviendo la mano, para alejar el celular de su jefe — de verdad, estoy bien, es solo un malestar estomacal — aseguró —, no creo que sea nada grave…
—Entonces… ¿por qué no quieres que le avise a Julián?
—Porque él exagerará — hizo una mueca de fastidio —, siempre exagera… — pasó la mano por su cabello — solo necesito un antiácido o algo así…
Erick titubeó, no se sentía bien con esa indicación, pero seguramente, Agustín conocía mejor a Julián y si decía que exageraba, quizá era como Alejandro, así que tendría que hacer algo él.
—De acuerdo, no le llamaré a Julián — esas palabras consiguieron que el otro sonriera —, pero te llevaré yo mismo al hospital, para que el médico te revise.
—Pero… no es necesario…
—No aceptaré excusas — Erick negó —, ahora, ven a este lugar — señaló el asiento de copiloto —, yo manejaré.
—Pero…
—Es una orden.
Agustín suspiró ya que no podía negarse, si realmente era una orden, debía hacerlo — sí, señor…
Erick ayudó a su amigo a acomodarse en el otro asiento, porque aunque dijo que estaba bien, temía que el haber vomitado lo hubiese debilitado, después, él tomó el lugar del conductor y emprendió el camino hacia el prestigioso hospital, donde su esposo tenía sus seguros y el de sus trabajadores. No podía evitar preocuparse, conocía bien la condición de Agustín y siendo como él, podría enfermar y complicarse, así que después de que su amigo estuviera en manos expertas, pensaría qué hacer, aunque ya le había dado su palabra de no hablarle a Julián.
Bien, como pueden ver, este primer capítulo se parece mucho la chibi historia 001, aunque claro, está más ampliado y detallado,
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