Añoranza
Sábado, diciembre 6
Durante la noche no había dormido muy bien; estuve rodando por la cama hasta entrada la madrugada y lo poco que dormí, me asaltaron sueños sin sentido, donde mi pasado se entremezclaba con mi presente, para darme pesadillas y momentos que calcinaban mi piel, a pesar de que era una noche fría.
Primero soñé a Vicky, tan bella y tranquila como siempre, me guiaba de la mano hacia nuestra habitación, me recostaba en la cama, pero antes de que hiciera otra cosa, susurraba en mi oído “…se lo que en verdad deseas… disfrútalo…”; acto seguido, ella desaparecía y en el umbral de la puerta, aparecía una figura alta, imponente, con el cabello revuelto; su voz retumbaba en mis oídos mientras se acercaba como un felino acechando a su presa, logrando que mi cuerpo reaccionara con temor, como la primera vez que estuvimos juntos, en la secundaria.
Las cosas se salían de control y pese a no querer que se me acercara, poco a poco terminaba cediendo ante esas sensaciones, que mi subconsciente replicaba muy clara y vívidamente, de los momentos que pasamos juntos, más de catorce años atrás, permitiendo que disfrutara de nuevo y gimiera sin control.
Desperté sudoroso, agitado, con la boca y garganta seca; hacía años que no tenía un sueño así, tan vívido, dónde él apareciera, desde — desde la muerte de Vicky… — susurré.
El miedo me invadió y negué con fuerza; no quería pensar en ello, no quería manchar su memoria, por eso había tratado de olvidarme completamente de él.
Eran casi las seis de la mañana y seguía acostado, pero aunque quería dormir, me fue imposible volver a conciliar el sueño; los fines de semana no trabajaba, así que no tenía que levantarme temprano, pero el tiempo pasaba y yo seguía sin poder dormir. Después de mucho tiempo, tomé el celular de mi buró para ver la hora, eran apenas las siete; suspiré cansado, dejándolo de lado nuevamente y decidí levantarme.
Dejé mi pijama en la ropa sucia y tomé una ducha caliente, pues aunque deseaba bajarme un poco la ‘calentura’, no era temporada para intentar bañarme con agua fría; al salir, me coloque un pantalón y una camiseta manga larga algo abrigadora, busqué mis pantuflas en el armario, después agarré mi celular y bajé las escaleras. Al ver por el ventanal, me di cuenta que una capa de nieve cubría una parte de mi jardín, aquella que estaba al aire libre.
Abrí la puerta principal, para dejar pasar a mis mascotas; instantes después, Rocky, Black, Ponch y Tomi entraron en estampida, tratando de jugar conmigo, cada uno de ellos tenía una casa para perros, pero Vicky siempre les permitía entrar en días fríos y a mí no me molestaba en lo más mínimo que me acompañaran, así que era costumbre que anduvieran siempre por toda la casa. Cuando estuvieron dentro, cerré la puerta y solo dejé abierta la entrada para mascotas, por si necesitaban salir; prendí la chimenea para que ellos se recostaran cerca del fuego, mientras yo iba a preparar una taza de café.
Mientras el agua hervía, encendí la televisión para ver las noticias; al parecer la nevada hizo de las suyas en algunas zonas de la ciudad, obviamente los asentamientos irregulares que rodeaban toda el área metropolitana, pero eso era algo muy común. Después de servirme el café, tomé asiento en el sillón de dos plazas, permitiendo que Black se recostara a un lado mío; los demás seguían echados cerca de la chimenea, su lugar favorito.
Cuando las noticias cambiaron a economía y el primer rostro que vi fue el de Alejandro; me sobresalté al verlo, lo que provocó que derramara un poco de café. Black se acercó a oler el líquido que cayó en el piso y lo alejé rápidamente; recordaba que Vicky siempre me regañaba por tomar café cerca de ‘nuestros hijos’ como ella decía, ya que podía ser perjudicial para ellos y aunque lo sabía, me era imposible dejar mi vicio.
“El empresario Alejandro De León abrirá su vigésimo cuarto hotel Royal, en nuestra ciudad, al parecer, como respuesta al llamado que realizó el gobernador, el año pasado, cuando inició su mandato, para crear nuevos trabajos y atraer el turismo a la ciudad…”
—No sabía que era tan importante… — susurré mientras dejaba mi taza en la mesita de centro e iba por una franela, para limpiar donde había caído el café.
Mientras eliminaba los rastros de mi pequeño accidente, la televisión pasaba un video de Alejandro, de lo que parecía una reunión durante la noche anterior; sin pensarlo, me quede paralizado, observándolo detenidamente, delineando con mi mirada sus facciones y disfrutando de su voz.
“Nuestra empresa quiere expandirse aún más, tenemos hoteles en varias ciudades importantes y turísticas de nuestro país, así como en el extranjero, pero deseamos promover el turismo en esta ciudad. Generar empleos también es muy importante, porque si empresas nacionales no apoyan el desarrollo económico, ¿quién lo hará?”
Su sonrisa tranquila, su cabello perfecto, su mirada seria; era completamente diferente al Alejandro que yo recordaba, incluso, el que había visto el día anterior, tenía tantas facetas nuevas que no le conocía.
“¿Cuánto tiempo durará en la ciudad?” Era obvio que la periodista que lo entrevistaba le estaba coqueteando, pero él parecía inflexible.
“Debido a cuestiones personales, duraré más de lo que pensaba con anterioridad, creo que me quedaré aún después de la inauguración del hotel…”
Esas simples palabras hicieron que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza; mis manos empezaron a temblar, sentía que me faltaba el aire, pero me obligué a sobreponerme unos instantes después. ¿Cuál era la posibilidad de que él se quedara por mí? Una entre un millón obviamente, sólo me había preocupado por nada o quizá, ¿me había emocionado pensando que podía suceder?
—No, claro que no… — sonreí con tristeza mientras negaba, tratando de ocultar mis anhelos.
Al terminar mi café, me senté en la mesa del comedor y encendí mi computadora portátil para iniciar con mi reporte semanal, así podría entregarlo el lunes a la administración de la empresa, como siempre.
Las noticias siguieron y yo dejé de poner atención, pronto la programación cambio y yo seguía con mi trabajo; preparé otro café para poder concentrarme y sin darme cuenta pasaron horas. A las diez de la mañana llegó la señora Josefina; mis hijos salieron a saludarla primero y después, entró con paso tranquilo.
—¡Buenos días! — dijo con una sonrisa.
Le sonreí y le devolví el saludo, era una señora no muy mayor y algo llenita, pero con mucha fuerza físicamente; debido al clima, llegó muy abrigada y su paso era más lento de lo normal.
—Hace mucho frío, señor Erick — dijo con lentitud —, casi no venía…
—Pensé que no iba a venir, ¿por qué no me avisó? Yo la hubiera disculpado.
—Bueno, hoy usted tiene visitas, así que mejor le dejo preparado algo de comer para la noche.
—No se hubiera molestado, mis amigos y yo pudimos pedir pizza.
—¿Pizza? — exclamó con asombro — ¿usted cree que el repartidor vendría con este clima?
—Supongo que no — sonreí —, pero nosotros hubiésemos podido ir por ella y…
—¡Nada, nada! Usted viviría comiendo pura comida poco saludable de no ser por mí, ¿qué pensaría su esposa si se enterara? Ella procuraba que usted comiera sanamente — me señaló con su índice a modo de regaño — y ahora, usted no parece querer cuidarse.
—Tiene razón — asentí —, esta vez, tiene toda la razón… — me levante y coloqué la taza en el lavatrastos — esta casa sería todo un caos sin usted… gracias… — dije sinceramente.
—Le prepararé algo de desayunar, después limpiaré un poco antes de hacer algo de comida y dejarle preparado algo para la cena, junto con algunos aperitivos.
—Está bien… — moví mi cabeza hacia los lados para relajarme, hasta que tronó mi cuello, después cerré mi computadora — yo ya terminé mi trabajo — recogí mi celular de la mesa —, iré a recostarme un poco porque anoche no dormí bien…
—Descanse — dijo de forma servil —, en cuanto le prepare algo de desayunar le avisaré, también tengo que alimentar a los niños… — sonrió y se dirigió a la bolsa de croquetas.
Mis hijos se levantaron emocionados al oír su comida, mientras yo subía con pesadez las escaleras.
En cuanto estuve frente a mi colchón, me dejé caer sobre él y cerré los ojos; el cansancio me estaba ganando y esperaba poder dormir bien. Apenas estaba entrando en un sueño profundo cuando mi celular empezó a sonar; moví mi mano hasta encontrarlo en el buró, de forma autómata tomé la llamada y lo lleve a mi oído para responder, con palabras apenas entendibles por mi estado, sin poner atención a quien me estaba marcando, aunque supuse que eran de mi oficina, ya que mis amigos sabían que el fin de semana descansaba y marcaban al teléfono de casa en caso de ser necesario.
—¿Sí…? ¿Qué paso?
—“…¡Vaya! Incluso algo adormilado suena muy bien tu voz…”
La voz al otro lado del auricular, hizo que me incorporara completamente de la cama, con rapidez.
— ¡Alex! — dije sin pensar, con algo de emoción por la grata sorpresa, pero, al darme cuenta de mi actitud tan infantil, traté de volver a sonar formal — Alejandro… — carraspee para aclarar mi voz — no pensé que fueras tú, creí que era de mi trabajo…
—“…Yo no imaginaba que hoy dormías hasta tarde, pensé que trabajabas…” — su voz sonaba algo divertida — “…lamento haberte despertado…” — se disculpó.
—¡Ah! No, no te preocupes — estaba nervioso, se notaba en mi manera de hablar —, hoy descanso, igual que mañana — confesé sin pensar.
—“…¿Descansas hoy? ¡Qué bien! ¿Te gustaría ir a tomar algo?...”
—¡¿Hoy?! — pregunté con alarma.
—“…Sí, hoy, si puedes claro…” — dijo con voz más seria.
—Es que… — titubee — hoy ya tenía un compromiso con unos amigos y…
—“…Erick…” — el tono grave con el que dijo mi nombre, me provocó escalofríos — “…si estas evitándome, solo dime, no volveré a marcar de nuevo…”
—¡No! No es eso — dije con rapidez —, te aseguro que tengo un compromiso — el miedo de molestarlo me invadió, como cuando éramos más jóvenes —, pero mañana estoy libre, si no te molesta, ¿podríamos vernos mañana?
—“…¿Estás seguro?...”
—Sí, seguro — respondí aún con la voz temblorosa —, solo dime a qué hora y dónde, te prometo que ahí estaré…
—“…Está bien…” — volvió a sonar tranquilo e incluso, pude escuchar una leve risa — “…¿te parece si desayunamos mañana?...”
—¿Desayuno? Sí, claro — asentí con fuerza cómo si él estuviera frente de mí —, ¿en dónde?
—“…No lo sé…” — guardó silencio por un momento — “…no conozco mucho por aquí, ¿tienes alguna recomendación?...”
—Pues… — entorné mis ojos, estaba desesperado, tratando de dar una respuesta rápida y acertada — normalmente no desayuno con nadie, pero podríamos ir a un restaurante que está a unas calles de la plaza comercial donde nos vimos ayer, si te parece, claro está.
—“…Entonces, ¿quieres que nos veamos a las nueve en la plaza?...”
—Sí, es decir… — titubee un momento — sólo si tú lo deseas.
—“…Sí, lo deseo Erick…” — su voz tenía un matiz suave y seductor al decir esa frase, logrando que mi cuerpo se estremeciera por completo.
—Está… está bien, te veo mañana, Alejandro.
—“…Muy bien, Erick… ¡ah! Y otra cosa…” — su voz nuevamente cambió a un tinte serio y dominante —“…dime Alex, cómo antes…”
—Alex… — susurré inconscientemente, como si hubiese recibido una orden y mi mente me obligaba a acatarla de inmediato.
—“…Hasta mañana…” — fueron sus últimas palabras y cortó la llamada.
Por unos instantes me quedé perplejo, aún con el celular pegado a mi oreja, sin escuchar nada del otro lado. Me deje caer sentado en la cama, con mi mente en blanco; algo en mi pecho me dolía, pero a la vez, lograba hacerme sentir lo suficientemente bien para esbozar una amplia sonrisa.
—Alex… — repetí su nombre con añoranza y me recosté en la cama.
Cerré mis ojos y una extraña paz me invadió, logrando que el estupor de un sueño relajante me invadiera.
Eran casi las tres de la tarde cuando desperté, sin entender qué había pasado. Estaba cubierto con las mantas de la cama; creí que la llamada de Alex había sido un sueño, así que revisé el celular para verificar el registro, encontrando su nombre de inmediato. No lo había soñado.
Me puse de pie y baje las escaleras; la señora Josefina estaba terminando de lavar los trastes y la casa estaba impregnada con el olor de lo que ella tenía en la estufa.
—¿Por qué no me despertó? — pregunté preocupado.
—Buenas tardes — dijo lentamente —, si fui a despertarlo, pero nunca respondió, abrí la puerta y estaba profundamente dormido, parecía un angelito — sonrió —, así que solo lo cubrí con la cobija y lo deje descansar.
Me avergoncé por lo que me dijo, normalmente no dormía tan profundamente y siempre estaba atento, especialmente cuando ella estaba en casa, por si necesitaba algo — lo lamento — me disculpé —, es que no pude dormir bien en la noche.
—No se preocupe, me imagino que su trabajo y además, la fecha, no le permitieron descansar — me observó de reojo —, pero hoy no se vaya a desvelar tampoco, le puede hacer daño.
—Trataré — sonreí.
—Por cierto… — comentó — sus amigos ya se comunicaron para confirmar que llegan entre cuatro y cinco.
—Muchas gracias, iré a cambiarme para recibirlos.
—Yo me iré en un momento más — comentó —, ¿quiere que le tienda la cama?
—No — respondí —, así déjela, no se preocupe.
Subí las escaleras y me vestí con un conjunto deportivo simple; aún me sentía adormilado pero necesitaba esperar a mis amigos, despierto.
Bajé las escaleras de nuevo, llegando hasta la sala; la señora Josefina ya estaba recogiendo sus cosas para irse.
—Bueno, señor, me retiro, nos vemos el lunes — sonrió —, le dejé la comida preparada y también algo para la cena en el refrigerador, algunos emparedados y agua de sabor también, para que sus amigos y usted pasen buena tarde — enunció — y recuerde que usted debe comer bien — hizo énfasis en esas palabras.
—Sí, claro, lo sé, no se preocupe — asentí —, ¡que le vaya bien!
Ella se retiró y yo me quede solo en casa nuevamente. Mis hijos estaban fuera y a pesar de que hacía frío, no debía preocuparme por ellos, porque no estaba nevando.
Agarré algunos refrescos de la alacena y me dirigí a las escaleras para ir al sótano, a colocarlos dentro del refrigerador que tenía allá; aunque yo no tomaba refrescos, mis amigos sí, por ello siempre había en casa. Revisé que todo estuviera limpio, ya que era ahí donde jugábamos videojuegos y la señora Josefina no entraba diario, por eso yo lo mantenía relativamente decente.
Me puse de pie y baje las escaleras; la señora Josefina estaba terminando de lavar los trastes y la casa estaba impregnada con el olor de lo que ella tenía en la estufa.
—¿Por qué no me despertó? — pregunté preocupado.
—Buenas tardes — dijo lentamente —, si fui a despertarlo, pero nunca respondió, abrí la puerta y estaba profundamente dormido, parecía un angelito — sonrió —, así que solo lo cubrí con la cobija y lo deje descansar.
Me avergoncé por lo que me dijo, normalmente no dormía tan profundamente y siempre estaba atento, especialmente cuando ella estaba en casa, por si necesitaba algo — lo lamento — me disculpé —, es que no pude dormir bien en la noche.
—No se preocupe, me imagino que su trabajo y además, la fecha, no le permitieron descansar — me observó de reojo —, pero hoy no se vaya a desvelar tampoco, le puede hacer daño.
—Trataré — sonreí.
—Por cierto… — comentó — sus amigos ya se comunicaron para confirmar que llegan entre cuatro y cinco.
—Muchas gracias, iré a cambiarme para recibirlos.
—Yo me iré en un momento más — comentó —, ¿quiere que le tienda la cama?
—No — respondí —, así déjela, no se preocupe.
Subí las escaleras y me vestí con un conjunto deportivo simple; aún me sentía adormilado pero necesitaba esperar a mis amigos, despierto.
Bajé las escaleras de nuevo, llegando hasta la sala; la señora Josefina ya estaba recogiendo sus cosas para irse.
—Bueno, señor, me retiro, nos vemos el lunes — sonrió —, le dejé la comida preparada y también algo para la cena en el refrigerador, algunos emparedados y agua de sabor también, para que sus amigos y usted pasen buena tarde — enunció — y recuerde que usted debe comer bien — hizo énfasis en esas palabras.
—Sí, claro, lo sé, no se preocupe — asentí —, ¡que le vaya bien!
Ella se retiró y yo me quede solo en casa nuevamente. Mis hijos estaban fuera y a pesar de que hacía frío, no debía preocuparme por ellos, porque no estaba nevando.
Agarré algunos refrescos de la alacena y me dirigí a las escaleras para ir al sótano, a colocarlos dentro del refrigerador que tenía allá; aunque yo no tomaba refrescos, mis amigos sí, por ello siempre había en casa. Revisé que todo estuviera limpio, ya que era ahí donde jugábamos videojuegos y la señora Josefina no entraba diario, por eso yo lo mantenía relativamente decente.
Daniel, Víctor y Luís llegaron apenas pasadas las cuatro de la tarde; llevaban varias cajas de pizza.
—¡Erick! —Víctor tomó una de las cajas y la abrió mostrándome su interior — trajimos triple queso, ¡la que te gusta!
Sonreí — saben que la señora Josefina iba a dejar comida, ¿verdad? — acoté cruzando mis brazos.
—¿Qué? ¿Obligaste a la ancianita a venir? — Daniel me miró con seriedad — ¡eres un maldito esclavista!
—Ella vino por su cuenta — aseguré —, al parecer, quiere que coma bien, por eso se preocupa por dejarme la comida y la cena listas.
—No, simplemente es como una abuelita, el mayor pecado de los nietos es ‘no comer’ — Víctor rió a carcajadas, sólo él entendía sus chistes, nos observó asombrado porque no nos reímos con él —, ¿qué? ¿No lo entienden? Ya saben, es porque…
—Sí, ya, entendimos — Luís negó —, bueno, traje algo para jugar hoy — dejó las pizzas que él llevaba en la mesa y sacó de su mochila unas cajas de videojuegos —, estos son para el ‘play’ y estos para el ‘x’ — señaló las cajas mientras me las mostraba.
—Ya veo…
—¡Woa! ¡Es el Thief! — Víctor le arrebató una caja — ¿podemos empezar con este, ‘bro’? ¿Podemos? — preguntó en tono infantil.
—Sí — sonreí —, supongo que sí, ¿ustedes qué dicen? — pregunte para Daniel y Luís.
—Pues… yo quisiera probar Watch — contestó Daniel tomando otra caja —, pero debo admitir que el Diablo también me llama la atención.
—El Watch y el Diablo puedes probarlos en el ‘play’, el Thief es para ‘x’ — respondió Luís —, pero creo que a excepción delDiablo, los otros dos son para un solo jugador, yo preferiría irme por lo clásico — acotó —, tal vez un Call o un KoF, al menos así podríamos entretenernos más en grupo.
—Bueno, ya veremos, vamos abajo… — indiqué
Ellos tomaron las cajas de las pizzas y se encaminaron a la puerta que nos llevarían al sótano; yo, por mi parte, fui al refrigerador por la jarra de agua y llevarla para mí, pero mi mente seguía distraída pensando en mi compromiso del siguiente día.
—¿Estas bien?
La voz de Luís me sacó de mi estupor, parpadee y giré mi rostro para verlo — sí, por supuesto — respondí
—Te ves algo ausente — se acercó hasta quedar al otro lado de la barra —, ¿algo te preocupa?
Me sorprendí ante la forma en que él se había dado cuenta de mi actitud, aunque no era extraño, después de todo, teníamos algunos años de amistad.
—No, no es nada, es solo… no sé, supongo que el día de ayer fue un día pesado para mí, es todo — aunque no era del todo una mentira, no quería decir la verdadera razón de mis inquietudes, a sabiendas que Luís no lo entendería.
—Deberías dejarlo pasar — señaló con seriedad —, ya han pasado dos años Erick, deberías buscar una nueva pareja.
—¿Crees que alguien se interesaría en mí, sinceramente, después de enterarse de mis errores pasados? — señalé una de mis muñecas y lo miré levantando una ceja.
—Sí, yo creo que debe haber alguien — respondió con seguridad —, sólo tienes que abrir los ojos y dejar que la vida o el destino, te lleven por un mejor camino.
Sonreí, me agradaba saber que tenía amigos que se preocupaban tanto por mí — bueno, te aseguro que si la vida me da un indicio de un cambio bueno, lo tomaré.
Él sonrió y asintió.
—Vamos… — dije tranquilo
—¿Quieres que lleve los vasos? — preguntó.
—Claro, olvidé llevarlos hace rato.
Bajamos al sótano, cerrando la puerta detrás de nosotros, para quedarnos toda la tarde jugando y después, disfrutamos algunas películas mientras cenábamos; así eran todos mis fines de semana y me gustaba esa sensación de bienestar y compañía.
—¡Erick! —Víctor tomó una de las cajas y la abrió mostrándome su interior — trajimos triple queso, ¡la que te gusta!
Sonreí — saben que la señora Josefina iba a dejar comida, ¿verdad? — acoté cruzando mis brazos.
—¿Qué? ¿Obligaste a la ancianita a venir? — Daniel me miró con seriedad — ¡eres un maldito esclavista!
—Ella vino por su cuenta — aseguré —, al parecer, quiere que coma bien, por eso se preocupa por dejarme la comida y la cena listas.
—No, simplemente es como una abuelita, el mayor pecado de los nietos es ‘no comer’ — Víctor rió a carcajadas, sólo él entendía sus chistes, nos observó asombrado porque no nos reímos con él —, ¿qué? ¿No lo entienden? Ya saben, es porque…
—Sí, ya, entendimos — Luís negó —, bueno, traje algo para jugar hoy — dejó las pizzas que él llevaba en la mesa y sacó de su mochila unas cajas de videojuegos —, estos son para el ‘play’ y estos para el ‘x’ — señaló las cajas mientras me las mostraba.
—Ya veo…
—¡Woa! ¡Es el Thief! — Víctor le arrebató una caja — ¿podemos empezar con este, ‘bro’? ¿Podemos? — preguntó en tono infantil.
—Sí — sonreí —, supongo que sí, ¿ustedes qué dicen? — pregunte para Daniel y Luís.
—Pues… yo quisiera probar Watch — contestó Daniel tomando otra caja —, pero debo admitir que el Diablo también me llama la atención.
—El Watch y el Diablo puedes probarlos en el ‘play’, el Thief es para ‘x’ — respondió Luís —, pero creo que a excepción delDiablo, los otros dos son para un solo jugador, yo preferiría irme por lo clásico — acotó —, tal vez un Call o un KoF, al menos así podríamos entretenernos más en grupo.
—Bueno, ya veremos, vamos abajo… — indiqué
Ellos tomaron las cajas de las pizzas y se encaminaron a la puerta que nos llevarían al sótano; yo, por mi parte, fui al refrigerador por la jarra de agua y llevarla para mí, pero mi mente seguía distraída pensando en mi compromiso del siguiente día.
—¿Estas bien?
La voz de Luís me sacó de mi estupor, parpadee y giré mi rostro para verlo — sí, por supuesto — respondí
—Te ves algo ausente — se acercó hasta quedar al otro lado de la barra —, ¿algo te preocupa?
Me sorprendí ante la forma en que él se había dado cuenta de mi actitud, aunque no era extraño, después de todo, teníamos algunos años de amistad.
—No, no es nada, es solo… no sé, supongo que el día de ayer fue un día pesado para mí, es todo — aunque no era del todo una mentira, no quería decir la verdadera razón de mis inquietudes, a sabiendas que Luís no lo entendería.
—Deberías dejarlo pasar — señaló con seriedad —, ya han pasado dos años Erick, deberías buscar una nueva pareja.
—¿Crees que alguien se interesaría en mí, sinceramente, después de enterarse de mis errores pasados? — señalé una de mis muñecas y lo miré levantando una ceja.
—Sí, yo creo que debe haber alguien — respondió con seguridad —, sólo tienes que abrir los ojos y dejar que la vida o el destino, te lleven por un mejor camino.
Sonreí, me agradaba saber que tenía amigos que se preocupaban tanto por mí — bueno, te aseguro que si la vida me da un indicio de un cambio bueno, lo tomaré.
Él sonrió y asintió.
—Vamos… — dije tranquilo
—¿Quieres que lleve los vasos? — preguntó.
—Claro, olvidé llevarlos hace rato.
Bajamos al sótano, cerrando la puerta detrás de nosotros, para quedarnos toda la tarde jugando y después, disfrutamos algunas películas mientras cenábamos; así eran todos mis fines de semana y me gustaba esa sensación de bienestar y compañía.
Casi a las doce, mis amigos se retiraron dejándome solo y empecé mi rutina nocturna. Les di de cenar a mis hijos y me despedí de ellos, dejándolos fuera de casa, luego caminé por todo el interior, apagando las luces y finalmente, fui a mi habitación; me coloque un pijama y estaba por acostarme en la cama para dormir, cuando escuché el celular sonar.
Al tomarlo, la pantalla mostraba el nombre ‘Alejandro’; me sorprendí y de inmediato respondí la llamada.
—¿Sí?
—“…Hola…” —su voz estaba seria — “…he intentado marcarte desde hace rato…”
—Yo… lo siento — respondí nervioso —, mi celular se quedó en mi habitación…
—“…Ya veo, solo quería confirmar que no te ibas a echar para atrás en lo de mañana…”
—¡Claro que no! — dije con rapidez y seguridad — a las nueve, en el centro comercial.
Escuche una suave risa — “…sí, a las nueve…”
—Ale… Alejandro — titubee —, si gustas, puedo proporcionarte el número de mi casa…
—“…Erick, te dije que me llamaras Alex… pero está bien, dame el número de tu casa, así podré encontrarte con más facilidad…”
—¡Lo lamento! — me disculpé un poco alterado — Alex… — decir su nombre me provocó un placer extraño e indescriptible.
—“…Mucho mejor…”
Le proporcioné el número de mi casa y él se despidió. Estaba nervioso al colgar la llamada; esperaba poder dormir, aunque sentía que iba a tardar en conciliar el sueño por la emoción del día siguiente.
Al tomarlo, la pantalla mostraba el nombre ‘Alejandro’; me sorprendí y de inmediato respondí la llamada.
—¿Sí?
—“…Hola…” —su voz estaba seria — “…he intentado marcarte desde hace rato…”
—Yo… lo siento — respondí nervioso —, mi celular se quedó en mi habitación…
—“…Ya veo, solo quería confirmar que no te ibas a echar para atrás en lo de mañana…”
—¡Claro que no! — dije con rapidez y seguridad — a las nueve, en el centro comercial.
Escuche una suave risa — “…sí, a las nueve…”
—Ale… Alejandro — titubee —, si gustas, puedo proporcionarte el número de mi casa…
—“…Erick, te dije que me llamaras Alex… pero está bien, dame el número de tu casa, así podré encontrarte con más facilidad…”
—¡Lo lamento! — me disculpé un poco alterado — Alex… — decir su nombre me provocó un placer extraño e indescriptible.
—“…Mucho mejor…”
Le proporcioné el número de mi casa y él se despidió. Estaba nervioso al colgar la llamada; esperaba poder dormir, aunque sentía que iba a tardar en conciliar el sueño por la emoción del día siguiente.
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