Epílogo
Derok estaba sentado en su islote, sobre las raíces de su árbol de vida, recargado contra el tronco; su mirada era triste y se sentía desganado. El día anterior se habían cumplido exactamente dos semanas desde que había sembrado a su semilla y de que Skoll había hecho el ritual para que Naü se quedara a su lado, por lo que esperaba que esa noche, su pareja por fin saliera de ahí, justo como lo había hecho Tariq en su momento, quince días después
-Te extraño… – suspiró, después hizo un mohín, jamás le había pesado tanto la soledad como en esos últimos días y a pesar de que intentaba entretenerse cumpliendo plegarias, recorriendo su territorio y encargándose del cuidado de su retoño, que apenas tenía un pequeño tallo y una sola hojita en el mismo, el tiempo se le hacía lento y más en ese momento, porque ese día no había hecho nada.
Los meses antes de que sembraran la semilla, Naü se había comportado aún más cariñoso y necesitado de él; parecía un pequeño niño deseoso de atención y cariño, volviéndose aún más insaciable en las noches y cuando Derok probó por primera vez la leche de su seno, el deseo de la deidad por su pareja se incrementó aún más, complaciéndolo no solo en el lecho, sino en cualquier lado dónde pudieran pasar tiempo juntos. Esa era la razón de que estuviese tan ansioso esos días, pues aunque tuvo la necesidad de expulsar su savia más veces de las que antes de tener pareja lo hacía, no lo sentía igual; necesitaba a Naü, necesitaba su calor y por sobre todo, necesitaba poseerlo como ya se había acostumbrado. Ni siquiera beber vino de palma lo tranquilizaba, pues al contrario, cuando se ponía ebrio, se sentía aún más solo y terminaba peor de cómo había empezado.
Una noche, finalmente pudo ponerse completamente ebrio y en medio de su borrachera, le exigió a su árbol que se abriera, pero éste no le hizo caso; la deidad incluso pateó el tronco por no obedecer, pues deseaba estar con Naü, aunque él bien sabía que no podía hacer eso. Su árbol tuvo que envolverlo en sus propias lianas, atándolo con fuerza y dejándolo colgado, hasta que se le pasó el efecto del alcohol a la mañana siguiente, por ello dejó de beber tanto, para no volver a pasar por lo mismo. Pero de todas maneras, esos días habían sido sumamente cansados y aburridos para él.
-¿Cuánto falta? – se preguntó frustrado, pues estaba esperando el atardecer y el tiempo se le hacía eterno.
Pasó la mano por su cabello y estrujó los mechones aqua con insistencia, necesitaba pensar en algo más, para que el tiempo no se le hiciera tan lento. Su estómago rugió y recordó que ese día no había comido nada, todo por estar ahí desde que había amanecido.
-Iré al palacio por comida – suspiró – aunque seguramente Shaka Zadga me preguntará por Naü – hizo un mohín – parece que no me cree que no puede verlo aún… en fin…
Derok se puso de pie y acarició el tronco de su árbol – vuelvo, mi niño… – musitó y recargó la frente contra la corteza – por favor, no me hagas esperar más – suplicó – te necesito – dijo con ansiedad – nuestro retoño te necesita – anunció con debilidad – recuerda eso… por favor… – después, dio media vuelta y emprendió el camino, yendo al castillo.
* * *
Cuando la deidad llego al palacio, Shaka corrió a su encuentro.
-Mi señor – dijo con ansiedad – ¿acaso…?
-No, aun no – respondió sin que el otro terminara la pregunta y caminó con pesadez al interior – tengo hambre – sentenció el de cabello aqua y los siervos se apresuraron a ir y ordenar algo para que almorzara.
Shaka lo siguió, pero no dijo nada, ya que entendió que Naü aún dormía, por lo que Derok tenía ese semblante tan decaído, aunque no lo pudo acompañar al comedor, pues tenía unos asuntos pendientes qué atender; ahora se mantenía en constante comunicación con la ciudad imperial y muchos documentos llegaban desde allá, para tratar temas comerciales.
Al pasar por una de las grandes estancias de descanso, fue visto por Moriza quien estaba platicando con Asim; ella se había quedado al lado de Shaka, pues la familia Kalzan había perdido todo lo que tenía, junto con muchas otras que cayeron en desgracia, cuando Derok fue a la ciudad imperial. La mujer de cabello castaño se mantenía ausente, dubitativa y gustaba de hablar mucho con la anterior Suma Sacerdotiza, pues era casi como una terapia para superar todo lo que había ocurrido. Quería acercarse a Naü como una madre de nuevo, pero no sabía cómo hacerlo, a pesar de que el niño había sido sumamente amable con ella, antes de que sembrara su semilla.
Moriza se disculpó con su compañera y salió de inmediato a seguir a Derok, pues seguía siendo completamente fiel a ese joven. La deidad llegó al gran salón y se sentó en la silla que normalmente Naü ocupaba, después, dejó su pecho y rostro contra la mesa, con los brazos extendidos hacia enfrente.
-Mi señor… – la mujer se acercó al Dios y le habló con familiaridad, ya que había tenido oportunidad de entablar más comunicación con él, porque su esposo e hijos no estaban en la meseta, pero Derok le creaba un portal a la ciudad imperial todos los fines de semana, para que visitara a su familia – ¿se siente mal? – preguntó preocupada.
-Extraño a Naü – respondió el otro, con la frente contra la superficie.
La pelinaranja sonrió condescendiente, desde que Naü se había ‘dormido’, Derok estaba sumamente decaído y triste – no se preocupe, falta poco para que despierte, ¿no es así?
-Se supone que lo hará hoy – ladeó el rostro y miró a la mujer con tristeza – pero mi hermano Nyrn me dijo que no era seguro, pues podría ser diferente a Tariq.
-Ya, ya… – ella le habló como si se tratara de uno de sus hijos – seguramente hoy lo verá – dijo con dulzura, tratando de animarlo.
-Eso espero…
El sonido del estómago de Derok se escuchó y Moriza se sorprendió – ¿acaso no ha comido?
-No desde ayer – respondió de inmediato.
-No es bueno que se malpase, el joven Zadga de seguro se preocupará si se entera.
-Sí, es cierto, por eso vine a comer…
Las puertas se abrieron y los siervos entraron, llevando varias viandas de alimento; ya había pasado la hora de comida y aun no era tiempo de la cena, pero siempre había comida preparada, pues no sabían en qué momento, Derok acudiría a comer. Moriza solicitó un poco de té y se sentó a acompañar a la deidad, para que no comiera solo, pero no sabía cómo tratar de animarlo, así que solo se mantuvo en silencio, mientras el de ojos naranjas comía con lentitud.
Al final, como postre, le sirvieron un pastel de nata y lo agarró con indiferencia, más antes de darle la mordida, un escalofrío lo cimbro y se puso de pie de inmediato – ¡despertó! – gritó y sin esperar más, salió corriendo, dejando el pastelito tirado y a Moriza un tanto confundida, tardando un momento en asimilar y darle sentido a esa palabra.
* * *
El tronco del árbol se abrió con lentitud y Naü se desperezó; sentía su cuerpo entumido, así que estiró brazos y piernas, mientras bostezaba, después pasó las manos por sus ojos y se incorporó con cuidado, porque se encontraba mareado.
-¿Derok? – dijo con voz suave, parpadeando para adecuar su vista, aunque se sorprendió de inmediato.
Podía ver con claridad, podía apreciar los detalles de sus manos y de los alrededores, aun sin traer las gafas, e incluso, miraba mucho mejor que como miraba antes con ellas. Un pequeño destello le llamó la atención, tenía una especie de cristal en su pecho y rozó con sus dedos esa pequeña piedrita carmesí, consiguiendo recordar vagamente lo que había ocurrido el día que plantaron su semilla. Sonrió y después buscó con la mirada a su pareja, observando el islote como jamás lo había hecho.
-¡Mi Dios! – dijo con admiración, al poder contemplar en todo su esplendor ese lugar, que si antes le parecía hermoso, ahora lo era más.
-¡Naü!
El castaño movió el rostro y observó a unos pasos de él a Derok, sonriendo emocionado, apreciando al niño que tenía su cabello algo revuelto y su mirada gris fija en él. El castaño pasó saliva y se puso de pie lentamente, respirando con agitación; sabía que su Dios era sumamente atractivo, pero ahora lo apreciaba con mayor detalle y le parecía increíblemente perfecto.
-Derok… – dijo en un débil murmullo y puso la mano en su boca, tratando de ahogar el gemido que estuvo a punto de escapar por la sorpresa.
-Mi niño…
El de cabello aqua se acercó y lo abrazó con fuerza, disfrutando de su calor, percibiendo el dulce aroma que el menor desprendía, perfecto, único y especial para él; por fin, parecía que Naü había definido su olor por completo y le era sumamente delicioso.
-Mi amor… – dijo el mayor, sin atreverse a soltarlo, pero le llamó la atención que el niño se estremeció y un débil olor a sal empezó a hacerse presente – ¿Naü? – dijo con debilidad, alejándose para ver el pequeño rostro, que rápidamente empezó a humedecerse por las lágrimas – ¿qué ocurre?
Naü levantó el rostro y sonrió – eres… eres… perfecto – musitó y sintió que sus mejillas ardían, mientras se abrazaba con fuerza al otro.
-¿De qué hablas? – preguntó el de ojos naranjas, confundid por esa actitud.
El ojigris rió y volvió a levantar el rostro – ¡puedo verte! – dijo con emoción – sin mis gafas – la frase sorprendió al mayor – incluso… puedo verte mejor que con ellas – las pequeñas manos se acercaron al rostro de la deidad y delinearon las mejillas, el mentón, los labios, la nariz, todo con suavidad y delicadeza – eres más guapo de lo que recordaba – dijo con añoranza.
Derok sonrió y sus manos acariciaron las mejillas del menor – tu sigue siendo igual de hermoso que la primera vez que te vi – anunció, acariciando los mechones rojizos que se ondulaban, enmarcando el pequeño y delicado rostro, inclinándose para besarlo.
Naü correspondió con deseo la caricia y debido a ello, Derok no pudo contenerse, ahondándola y empezando a acariciar el cuerpo de su pareja, por encima de la túnica delgada; había deseado poseerlo con tanta intensidad, que nada más importaba, pero antes de que pudiera avanzar más, algo los separó.
-¡¿Derok?! – el ojigris se asustó, al ver que las lianas los apartaban, a él sujetándolo por la cintura con sumo cuidado y a su pareja, envolviéndolo completamente, para que no pudiera liberarse.
-¡¿Qué estás haciendo?! – gritó la deidad, molesto con su propio árbol.
El viento movió las hojas y las ramas, por lo que el de cabello aqua chasqueó la lengua, a modo de enfado, comprendiendo de inmediato lo que quería decirle.
-Ya, entiendo, primero lo más importante, luego ya puedo disfrutar yo – entornó los ojos.
-¿Qué ocurre? – preguntó Naü confundido, mientras las lianas lo liberaban.
-Que lo más importante no soy yo – Derok pasó la mano por su cabello – sino nuestro retoño.
-¡El bebé! – Naü se sobresaltó, sintiéndose inquieto y abrumado, pensando que era una mala ‘madre’ por no pensar en ver a su hijo hasta ese momento – ¿dónde está? ¿Cómo está?
-Tranquilo… – el de cabello aqua se acercó y lo abrazó, tratando de calmarlo – vamos a verlo…
* * *
Naü ni siquiera se cambió de ropa, ya que de inmediato, Derok lo llevó al islote que juntos, habían preparado para su retoño, un mes antes de su siembra. Naü llegó y se hincó frente a la pequeña planta, acariciando con sus dedos el tallo y la única hoja que tenía, teniendo cuidado de no ejercer mucha presión, porque se miraba sumamente delicada.
-¡Hola! – sonrió, sintiendo que sus ojos se humedecían – ‘mamá’ ya está aquí y va a cuidarte – anunció con emoción – papá dijo que te has portado bien…
Derok se acercó y con un movimiento de su mano, un poco de agua del lago se convirtió en una esfera que flotó hasta ellos, colocándose encima del retoño y liberando gotas, como si se tratara de lluvia.
-Ya no puede escucharte cómo antes – anunció el Dios.
-Lo sé… – suspiró el menor, observando el pequeño tallo – Skoll me lo explicó ante de que naciera – comentó con debilidad – pero aunque no pueda oírme, puede sentir que lo quiero – sonrió con ilusión – así que no dejaré de decírselo y demostrárselo.
La deidad sonrió, se acercó a Naü y lo abrazó – sé que lo harás y yo junto contigo – musitó cerca de los labios, volviendo a besar a su pareja con ansiedad.
-Derok – el castaño se estremeció al sentir como el Dios lo recostaba contra el césped – tu hijo está aquí… – dijo con nervios.
-No se dará cuenta – replicó el mayor, yendo a degustar la piel del cuello, bajando peligrosamente hasta el lunar que el niño tenía.
-Pero… debo ver a mi padre también – un suspiro escapó de los labios del ojigris, sentía las caricias de una manera más intensa, a pesar de que eran simples roces.
-Shaka Zadga puede esperar – sentenció la deidad.
Naü intentó apelar a la razón antes de perderla él también – amor… – dijo la palabra, pero un gemido evitó que dijera más.
Al escuchar ‘amor’, Derok no pudo contenerse más y volvió a subir, besando con ansia los labios del niño, a la par que sus manos rasgaron la túnica; la piel trigueña se erizó ante las atrevidas caricias, que eran el preludio a su entrega.
-¡Dilo de nuevo! – exigió el de ojos naranjas con desespero, ya que le fascinaba cuando su pareja le decía esa palabra ‘mágica’.
El castaño se expuso más y sonrió – mi amor… – repitió con anhelo – te amo – dijo con vehemencia y deseo; él también ansiaba sentir a Derok completamente, como se había acostumbrado a hacerlo antes.
Con ello, la deidad se olvidó de todo lo demás – yo también te amo – dijo antes de volver a besarlo con lujuria.
Sabía que Naü debía ir a ver a su padre, ocupar el lugar que le correspondía como Sumo Sacerdote, empezar a retomar sus actividades en el templo y demás, pues había sido presentado como su pareja ante todo el mundo, un mes después de que su territorio cambiara de rey, así que el niño tenía muchos compromisos; pero Derok decidió que lo llevaría al palacio después, ya que pensaba monopolizarlo por el resto de la noche y seguramente, un par de días más también.
* * *
Despedida.
Y por fin, Derok terminó, ¡yey! No sé qué tanto les haya gustado o que tanto se hayan decepcionado, pues sé que en algunos momentos esperaban cosas distintas, escenas más ‘épicas’ o mejores XD pero lamentablemente no pude darles algo mejor y solo espero no haberlos aburrido con la historia.
Derok fue complicado para mi escribirlo, porque no quería entrarme en lo mismo que las dos primeras historias de Natural, pues la gran mayoría de lo que ocurría en una relación, entre un dríade y un humano, ya estaba dicho: conocerse, enamorarse, todo lo que conlleva portar una semilla, los cambios… en fin, todo eso que ya se vio y ahondé lo más que pude, tanto con Skoll, como con Tariq.
Así que quería darle un enfoque distinto y quizá por eso a muchos les aburrió, pero para mí fue interesante ahondar en temas más políticos y sociales, y no solo ir (como dirían en mi rancho) ‘a lo que te truje, Chencha’ e ir directamente al acto sexual, poner la semilla y plantar el arbolito, que si bien, es algo que se espera en la historia, porque es el trasfondo del inicio de esa relación, pues debo admitir que sería muy repetitivo y por eso lo ‘resumí’ y me fui por otro camino.
Quise que Naü creciera como personaje y Derok mostrara diferentes facetas, igual que sus otros dos hermanos, para que no se vieran como personajes acartonados, es por ello que cambiaban tanto en la historia, al comportarse de muchas maneras, pero sin dejar de lado la esencia fundamental de quienes eran. Precisamente por ello, se dijo muchas veces que a pesar de que Naü ya era pareja de Derok, para el Dios, su olor seguía en constante cambio, esto es más que nada por la madurez del niño, pero bueno, esos ya son detalles que yo me planteo cuando escribo.
Por ahora, espero que el final de esta historia haya sido lo suficientemente bueno y que no los haya defraudado, especialmente a Shiro Usagi, que es la madrina de Derok.
Un saludo y nos leemos en otras historias *o*
Y por fin, Derok terminó, ¡yey! No sé qué tanto les haya gustado o que tanto se hayan decepcionado, pues sé que en algunos momentos esperaban cosas distintas, escenas más ‘épicas’ o mejores XD pero lamentablemente no pude darles algo mejor y solo espero no haberlos aburrido con la historia.
Derok fue complicado para mi escribirlo, porque no quería entrarme en lo mismo que las dos primeras historias de Natural, pues la gran mayoría de lo que ocurría en una relación, entre un dríade y un humano, ya estaba dicho: conocerse, enamorarse, todo lo que conlleva portar una semilla, los cambios… en fin, todo eso que ya se vio y ahondé lo más que pude, tanto con Skoll, como con Tariq.
Así que quería darle un enfoque distinto y quizá por eso a muchos les aburrió, pero para mí fue interesante ahondar en temas más políticos y sociales, y no solo ir (como dirían en mi rancho) ‘a lo que te truje, Chencha’ e ir directamente al acto sexual, poner la semilla y plantar el arbolito, que si bien, es algo que se espera en la historia, porque es el trasfondo del inicio de esa relación, pues debo admitir que sería muy repetitivo y por eso lo ‘resumí’ y me fui por otro camino.
Quise que Naü creciera como personaje y Derok mostrara diferentes facetas, igual que sus otros dos hermanos, para que no se vieran como personajes acartonados, es por ello que cambiaban tanto en la historia, al comportarse de muchas maneras, pero sin dejar de lado la esencia fundamental de quienes eran. Precisamente por ello, se dijo muchas veces que a pesar de que Naü ya era pareja de Derok, para el Dios, su olor seguía en constante cambio, esto es más que nada por la madurez del niño, pero bueno, esos ya son detalles que yo me planteo cuando escribo.
Por ahora, espero que el final de esta historia haya sido lo suficientemente bueno y que no los haya defraudado, especialmente a Shiro Usagi, que es la madrina de Derok.
Un saludo y nos leemos en otras historias *o*
Comment Form is loading comments...