-¡Me voy! – anunció el joven de cabello castaño, con algo de prisa.
-¿De nuevo a la biblioteca? ¿En sábado y tan temprano?– su madre lo miró con curiosidad – ¿acaso no puedes leer los libros en internet?
-Sí, pero…
-Giovanni va por la chica que hace su servicio ahí, no por los libros – se burló Karina.
-¡No es cierto! – negó el aludido, mirando con reproche a su hermana.
-Así que esa es la razón – su madre llevó la taza de café a sus labios, para ocultar la sonrisa – y dime, ¿qué clase de chica es?
-No voy por ella – repitió.
-¿Qué tiene de malo? – indagó su madre con curiosidad.
-Es porque es una chica de preparatoria – respondió nuevamente su hermana – así que aún es menor e ‘ilegal’.
-¡Ya cállate, Karina!
-¡Giovanni! – su madre lo miró con susto – no puedes tener nada que ver con una niña…
-No es una niña – “ojalá lo fuera” pensó – tiene diecisiete y en un par de meses cumplirá la mayoría de edad, así que, no soy un ‘asalta cunas’, madre.
-Ah, bueno – su progenitora suspiró más tranquila – pero deberías esperar a que sea mayor – aconsejó – de lo contrario, te meterías en problemas…
El castaño entornó los ojos – ya me voy – dijo cansado y besó a su madre en la mejilla, luego fue con su hermana y le habló al oído – deberías aprender a quedarte callada o a la otra, seré yo quien cuente que te metes con un hombre mayor – amenazó, consiguiendo que a Karina se le fueran los colores del rostro – vuelvo al rato – dijo volviendo a levantar la voz y se encaminó a la salida.
Giovanni salió de su casa con un libro en mano, se colocó sus audífonos y escuchó música, mientras caminaba por las calles de la colonia, hasta la parada de camión; su familia era de clase media alta y agradecía que aún lo apoyaran para sus estudios universitarios, a la par que a su hermana y él no tenía que trabajar como muchos de sus compañeros, aunque claro, debía sacar buenas notas y además, se había conseguido una beca que le permitía tener algo de dinero, mismo que ahorraba para poder costear su título.
* * *
El trayecto en el transporte fue rápido, pues no había mucho tráfico, y pronto, llegó al centro de la ciudad, dónde había edificios antiguos, museos y el parque central, ahí se encontraba una de las pocas bibliotecas que seguían abiertas, pues con la facilidad que daba el internet, ya nadie las usaba; siendo un edificio con un gran valor histórico se mantenía en funcionamiento, a pesar de que solo había gente cuando las escuelas llevaban a sus alumnos a hacer recorridos por el lugar o quizá, algunos estudiantes para algunos trabajos específicos, justo como él.
Giovanni estudiaba comunicación y periodismo, así que ese semestre tuvo que realizar un trabajo de relaciones públicas y literatura contemporánea, algo por lo que tenía que ir a la biblioteca, y ahí fue cuando conoció a Selene, una jovencita que realizaba su servicio ahí mismo; a Giovanni le pareció sumamente interesante, no solo por su linda cara, su cabello negro como la noche y los ojos azules que tenía, sino porque era tan pequeña que apenas sobrepasaba el metro con cincuenta, su complexión era menuda y su cuerpo no estaba muy desarrollado, de hecho, era tan delgada, que no tenía un busto notable y eso fue algo que lo hizo pensar en mil locuras, ya que a él, le gustaban las niñas más pequeñas, pensaba que la inocencia que desprendían era sumamente excitante.
Desde entonces, acudía a la biblioteca por lo menos dos veces entre semana y el sábado, ya que el domingo, el lugar estaba cerrado.
Tenía poco más del mes frecuentándola y al saber que faltaba poco para que cumpliera la mayoría de edad, estaba decidido a acercarse, para que al ser “legal” le diera el ‘sí’, sin problema alguno.
Al llegar al edificio antiguo, entró en completo silencio; el lugar estaba casi desierto, pues a pesar de que era un gran recinto solo tres trabajadoras ya mayores eran las que atendían, una que siempre se quedaba en recepción y la otra en la oficina, la tercera siempre se quedaba en la hemeroteca, en la última planta; también sabía que había un par de personas de limpieza, pero una solo trabajaba en la mañana y la otra cuando cerraban, además de que se turnaban los días; aparte de ellas, había un guardia nocturno, pero la única alma joven que recorría esos pasillos a menudo, era Selene.
-Buenos días – saludó con voz baja en la recepción.
La mujer que estaba ahí levantó el rostro, acomodó sus lentes de gran aumento y al verlo sonrió – buenos días, querido – dijo con amabilidad, pues ya conocía al castaño.
-Vine a devolver el libro que me llevé – anunció entregando el objeto con cuidado y después la credencial de la biblioteca – y quizá, a solicitar otro…
-Claro – ella asintió – ve a buscarlo, yo cuido tu tarjeta aquí, para poder llenar los datos.
-Con permiso…
Giovanni caminó sin hacer un solo ruido, buscando entre los pasillos a la pelinegra, pero al no encontrarla, levantó la mirada, observando los pisos superiores por el claro que había en el centro del edificio; posiblemente estaría ocupada con los libros especializados así que decidió ir al segundo piso, pues dudaba que se encontrara en el tercero, donde estaba la hemeroteca, pero revisaría de ser necesario. Deseaba que estuviera ahí y no que estuviera enferma, pues los últimos días que la vio, parecía tener dificultades con la garganta.
Apenas llegó al final de la escalera, la vio entre los pasillos, al otro lado de la planta; debido al claro que había en medio, debía rodear todo el lugar para llegar a ella, así que apresuró el paso, casi corriendo. Al acercarse, bajó la velocidad y se acercó con mayor sigilo, asomándose por la orilla de un estante, para verla, sorprendiéndose con rapidez de lo que apreciaba; por primera vez que recordara, Selene portaba un pantalón, pues ella siempre usaba faldas, coquetas y muy cortas, que dejaban ver sus piernas. Aun así, no le desagradó lo que miraba, al contrario, el pantalón se pegaba a su figura casi como si fuese otra piel y podía disfrutar la vista de su trasero redondo; subió la mirada y se encontró con una blusa ceñida en la cintura y en la parte superior algo suelta, eso lo hizo sonreír, era algo común en la chica, pues así disimulaba que no tenía mucho busto. Pero había algo más, por primera vez desde que la conoció, la miraba con su cabello suelto.
“No me gusta mi cabello suelto, porque me estorba siempre…”
Esas palabras se las había dicho ella en una ocasión que platicaron, por eso le causaba curiosidad que ahora lo portara así.
-‘Sobre la libertad’ – la voz suave se escuchó – John Stuart Mill – levantó el rostro e hizo unos mechones de cabelló hacia atrás – si no recuerdo mal, este es de otro estante – prosiguió con algo de confusión y acomodó las gafas que portaba.
-¿Desde cuándo usas lentes? – preguntó el castaño, levantando la voz, sorprendiendo a la chica.
Ella se giró y lo miró con susto, luego desvió el rostro – ah… ¿necesita algo? – preguntó con nervios – si es así, debería preguntar en recepción, yo… estoy ocupada – dijo con rapidez e intentó alejarse.
Giovanni levantó una ceja, normalmente Selene no era así y menos con él, a quien ya conocía y habían entablado una especie de amistad, aunque no muy cercana.
-Espera, espera – la sujetó del brazo con suavidad – ¿qué te pasa?, nunca eres así conmigo.
La joven levantó el rostro y el universitario se dio cuenta; ella no era Selene. Se parecía mucho, quizá demasiado; cualquiera que no tuviera una buena vista podría asegurar que sí era la chica, pero no era así. Tenía algunos rasgos distintos, especialmente los labios, que eran un poco más delgados, su rostro era más afilado y sus ojos eran de un azul sumamente claro, casi grises
-Tú no eres Sele…
La joven soltó los libros y le cubrió la boca con las manos rápidamente, después lo empujó por el pasillo, llevándolo a lo más profundo y lo recargó contra la pared – no digas nada, ¡por favor! – suplicó en un susurro – si alguien se entera, ¡moriré de vergüenza!
Giovanni se removió hasta poder liberar su boca – ¿alguien? – preguntó con sarcasmo, pero sin levantar la voz – aquí no hay nadie – dijo con obviedad.
-¡No importa!
-Bueno, está bien – el castaño la alejó y se cruzó de brazos – ¿quién eres? Y ¿dónde está Selene?
Las mejillas de ella se tiñeron de rojo y luego desvió la mirada, bajó el rostro y pasó las manos por su espalda, estrujando con nervios la parte baja de la blusa – soy… soy… Helios... – dijo en un murmullo – hermano mellizo de Selene…
-¿Hermano? – la sorpresa no se hizo esperar en Giovanni – ¿mellizo? ¿De verdad?
-Sí – suspiró el otro y le dio la espalda, caminando por el pasillo hasta los libros que tiró – le estoy haciendo el favor, porque la operaron de las amígdalas hoy – explicó – pero si se retrasa más en el servicio, seguramente no le van a entregar los documentos de la preparatoria, así que me pidió que lo hiciera por ella, hasta que se recupere, ya que yo terminé el mío hace meses – su voz sonaba cansada, mientras se inclinaba por los libros.
Los ojos miel del castaño se abrieron con sorpresa, especialmente al ver al jovencito que se inclinaba por los libros; la manera de hacerlo le permitió ver su trasero de una manera muy provocativa.
“¡Wow! ¡Qué rico!” pensó y estuvo a punto de abofetearse “es un chico, maldita sea, ¡recuerda que es un hombre!” se reprendió desviando la mirada.
-Y… ¿eso es posible? – preguntó sintiéndose nervioso.
-Sí – asintió el de lentes – con esta ropa y la peluca, soy casi idéntico – se alzó de hombros – y ni la señora Margarita, ni la señora Silvia se darían cuenta, así que llenarán los documentos sin problemas…
-Y tus padres, ¿qué dicen? – el universitario aún se encontraba sorprendido.
-Ellos apoyaron a mi hermana – su voz sonó triste – ella es la princesa del hogar, así que si necesita ayuda, yo como el ‘hombre de la casa’, debo apoyarla, aunque eso implique vestirme de mujer, ¡eso no tiene sentido! – dijo con algo de frustración – ¿no crees? – preguntó para el otro mirándolo a los ojos con algo de ansiedad, como si necesitara algo de apoyo – no puedo estar equivocado, ¿o sí?
Esa mirada casi desmorona toda razón en Giovanni, realmente, si no supiera que era un varón, podría jurar que era una chica como Selene, sin mucho busto, pero preciosa, pequeña, delicada y muy atrayente.
-Yo… yo… – el castaño sintió que el calor empezaba a hacerse presente en su cuerpo, mientras su mente empezaba a traerle imágenes perversas de lo que había pensado hacerle a Selene – yo… no sé, son asuntos de tu familia, tengo que irme…
Sin permitir que el otro dijera algo, dio media vuelta y bajó las escaleras casi corriendo; en la planta baja apresuró el paso a la salida sin detenerse para nada.
-¡Giovanni! Tu credencial – dijo la mujer en la recepción, pero el castaño no puso atención, solo quería salir de ahí porque se sentía sofocado y sumamente alterado.
* * *
Giovanni llegó a su casa sin decir una sola palabra; fue directamente a su habitación y se lanzó contra la cama, tratando de relajarse y pensar.
-Mellizos… – dijo en un murmullo, mientras su mirada se posaba en el techo, pero una imagen apareció en sus recuerdos.
“¡eso no tiene sentido! ¿no crees? no puedo estar equivocado, ¿o sí?”
No eran las palabras lo que le interesaba, sino sus gestos y la mirada, mientras hacía esas preguntas.
-Es… – el castaño respiró profundo y cerró los parpados, recordando cuando vio al otro inclinarse por los libros – encantador… – musitó.
Cuando se dio cuenta de sus palabras, se levantó de un salto, asustado.
-No, no, no… ¡No! – negó y estrujó los mechones de su cabello – me gustan las chicas… – aseguró – chicas lindas, pequeñas, sin mucho desarrollo, pero chicas al fin y al cabo – pasó saliva – necesito enfocarme…
Se levantó de la cama, puso el seguro a la puerta y fue a su escritorio, encendiendo su laptop entrando a una página de videos triple ‘x’; rápidamente buscó lo que le interesaba, chicas con poco busto y de cuerpo delicado, que parecían menores de edad aunque no lo eran; abrió un video y empezó a masturbarse, con los audífonos puestos.
Varios minutos después, se dio cuenta que algo no andaba bien, no podía excitarse del todo con lo que miraba o escuchaba, eso no era normal en él.
Titubeó, se sentía algo inquieto pero un vocecilla en su mente lo hizo dudar; pasó saliva y aún con nervios, buscó la sección gay. La pantalla se llenó de las vistas previas, pero una de ellas le llamó la atención; parecía un joven adolescente, con rasgos delicados y la abrió con rapidez.
Empezó a ver el video y los gemidos del chico era justo lo que necesitaba; escucharlo, verlo, la manera en que se retorcía en la cama, bajo el cuerpo de otro hombre joven, consiguió que su mente echara a volar.
Cerró los ojos y mientras su mano masajeaba su sexo, él se imaginaba ser el que poseía a ese chico bonito que gemía sin control; pero al momento de llegar al orgasmo, lo único que pudo pensar fue en el rostro del joven que ese mismo día conoció, sus hermosos ajos claros y su carita dolida.
Giovanni tardó un momento en recuperar el aliento y después, se limpió. Cerró la ventana del navegador, acomodó su ropa y volvió a su cama, recostándose con pesadez.
-Estoy enfermo o muy “urgido” – dijo con cansancio – pero sea lo que sea, no debo volver a la biblioteca…
* * *
El lunes, Giovanni salió de la universidad a las tres y a la salida se encontró a su hermana.
-¿Ya vas a la biblioteca?
-No – negó él – voy a casa…
-¿No me digas que ya te dieron ‘calabazas’? – se burló la castaña.
Giovanni la miró con molestia – no – dijo serio – pero tengo cosas qué hacer y ¿tú?
-Estoy esperando a que vengan por mí – Karina sonrió divertida.
-Ah, sí, tu ancianito…
-No es un ancianito, bien sabes que no tiene ni cuarenta – se quejó ella cruzándose de brazos– solo es un hombre mayor que yo y tiene dinero para complacer mis caprichos…
-Sí, como digas – Giovanni se alzó de hombros – ya me voy, cuídate…
-Tú también – sonrió ella y lo despidió con un ademán.
Giovanni suspiró y se encaminó hacia la parada del transporte; mientras esperaba, observó cómo un automóvil lujoso se detenía frente a su hermana y ella se subía con rapidez. En el fondo, sabía que no podía reprocharle nada a su hermana menor, pues aunque no quisiera, en ocasiones, el dinero que obtenía de su amante, ayudaba a los estudios de ambos y no tenían que pedirles a sus padres, pero esperaba que se diera su lugar en algún momento.
Poco después su transporte llegó; era el primero, ya que debía trasbordar en el centro de la ciudad para poder llegar a su casa.
Había decidido no volver a la biblioteca; todo el domingo había tratado de no pensar en Selene o en su hermano, pues ya no sabía reconocer en quien pensaba más, debido a lo parecido que eran, o eso quería creer, porque en el fondo, sí lo sabía.
Pero al llegar al centro de la ciudad, no pudo resistirse y sus pasos lo guiaron hacia ese lugar al que había jurado no regresar.
-Buenas tardes – saludó con debilidad, aun dudando de lo que hacía.
-Buenas tardes – Margarita le sonrió – volviste por tu credencial, ¿cierto? – ella estiró la mano y agarró el pequeño plástico de una cajita que tenía al lado – toma – se la entregó.
Giovanni se sorprendió, ni siquiera recordaba haber olvidado su tarjeta – gracias – sonrió confiado, ahora tenía una excusa del porqué estaba ahí – ah… voy a buscar un libro – anunció y puso su mochila en el mostrador, ya que no podían pasar con ella.
-Claro, aquí tienes – dijo la mujer entregándole un numero para que recogiera sus pertenencias al salir, mientras ella guardaba la mochila.
-Con permiso.
El castaño recorrió una vez más los pasillos y de nuevo, encontró a su objetivo en el segundo piso, pero esta vez, en el área de lectura, con un libro en mano; realmente le parecía curioso, pues de lejos, podía jurar que era Selene, aunque sabía perfectamente que ella no leía nada de la biblioteca, pues prefería pasar todo su tiempo libre en el celular.
Giovanni se acercó con paso lento, aun no sabía si estaba haciendo lo correcto, pero al estar a unos pasos, supo que ya no podía arrepentirse.
-Hola – saludó con debilidad, deseando en el fondo, que el otro no lo escuchara.
El de lentes levantó el rostro y lo miró confundido – ah… hola…
No había marcha atrás, así que solo debía seguir adelante – ¿puedo sentarme? – indagó con nervios el mayor una de las sillas, a dos lugares lejos del otro.
-Adelante – el pelinegro se alzó de hombros y volvió su mirada al libro.
El silencio reinó, no había ni un sonido alrededor y eso permitía que Giovanni le prestara toda su atención al otro; podía asegurar que escuchaba su respiración y podía apreciar como su pecho subía y bajaba con lentitud debido a eso, también como sus largas pestañas se movían cuando parpadeaba y sus labios parecían musitar lo que leía.
-Ah… – el castaño no sabía que decir, así que solo dijo lo primero que se le ocurrió – ¿qué lees?
Helios levantó el rostro, acomodó los mechones del cabello falso tras su oreja y mostró el libro – estoy terminando “la divina comedia” – respondió fríamente y volvió a su lectura.
Giovanni suspiró, algo no andaba bien y seguramente era su culpa – yo…
-Escucha – el de lentes lo interrumpió – no sé qué clase de relación tienes con mi hermana y ella no me lo quiso decir – dijo acusador.
-Si la operaron de las amígdalas, supongo que no puede hablar – el castaño rió, pero al ver la mirada seria del otro, guardó silencio de inmediato.
-Aunque no pueda hablar, puede escribir – dijo con toda seguridad – pero está bien, aunque seas algo de ella, no me interesa y tampoco se lo diré a nadie, supongo que tienes miedo que diga algo que te pueda perjudicar porque ella, así como yo, aún es menor de edad, pero ten por seguro que no lo haré – dijo sin un ápice de duda – además, no quiero hacerla enojar – volvió a la lectura, ignorando a su acompañante.
-Yo no tengo nada que ver con tu hermana – aseguró Giovanni.
-Sí, claro – Helios habló con sarcasmo – aún recuerdo lo que dijiste el otro día…
-¿Qué cosa?
-“Nunca eres así conmigo…” – los ojos azules lo miraron con reproche – eso indica que es de una forma más ‘amistosa’ contigo.
-No, en serio – aseguró el mayor – platicamos, pero nada más…
-Realmente no me interesa – negó el de lentes – es muy su problema si quiere tenerte como novio – sus palabras sonaron molestas.
-No es mi novia – sonrió el castaño – de hecho, tenemos poco de conocernos y solo platicamos de manera casual…
-Sí, lo que digas – Helios se puso de pie, parecía querer ignorarlo.
Mientras el pelinegro se alejaba, Giovanni repasó la figura con sus ojos y se detuvo en el hermoso trasero que se miraba delineado gracias a los pantalones; todas las imágenes de los videos gay que vio el fin de semana, llegaron a su mente de inmediato y se relamió los labios de manera inconsciente. Sin dudar, se puso de pie, siguiendo al otro entre los pasillos.
-Y dime, de verdad, ¿nadie se da cuenta de que no eres Selene?
Helios dejó el libro que estaba leyendo y suspiró – no las personas de aquí, que es lo importante – dijo con seriedad.
-Y, ¿sus amigos?
-No voy a la escuela vestido así, allá todos saben que ella está recién operada…
-Entonces, sabrán que algo va mal con los documentos del servicio, si dicen que vino estos días y ellos tienen conocimiento que estuvo en cama, ¿no?
-No – negó el menor – la cuestión es que los documentos se llenan semanalmente según fechas escolares, pero algunos, como yo, adelantamos el servicio en algunas vacaciones y lo terminamos antes – explicó – por convenio, las dependencias llenan los reportes y son firmados en la fecha que solicita la escuela, pero ya hicimos el trabajo…
-Y ¿tu hermana no lo hizo?
-No – suspiró – por eso, si se retrasa, también se retrasará su certificado al salir de la preparatoria – respondió agarrando otro libro – y eso es lo que ella y mis padres no quieren…
-Comprendo – Giovanni se sentía bien, no de saber de Selene, sino de platicar con Helios – entonces, nadie sabe que tratas de aparentar ser ella en este lugar – sonrió – ¿nadie te viene a buscar? ¿Ni siquiera tu novia?
-Yo no tengo novia – respondió el de lentes de forma casi autómata.
“¡Bingo!” pensó el mayor, sonriendo ampliamente – ¿de verdad? ¿Por qué?
-Las chicas prefieren chicos más varoniles – dijo sin ánimo – dicen que soy delicado o muy bajito – se alzó de hombros – así que, no tengo suerte en ese sentido…
-¿Amigos? – prosiguió con el interrogatorio – porque me imagino que tienes amigos con los que has dejado de salir, para venir acá…
-Solo tengo un par – respondió volviendo a la mesa de lectura – pero casi no salgo y ellos lo saben, así que tampoco es algo que me preocupe.
Giovanni regresó también, pero se sentó al lado del otro en esa ocasión – entonces tienes todo bajo control…
-Todo lo que concierne a eso, sí – asintió abriendo el libro – pero con respecto a aquellos que llegan a ver a mi hermana aquí, no – dijo con seriedad – por eso tengo que salir corriendo para que no me vean.
-¿Ella tiene muchos conocidos por aquí? – preguntó el castaño con curiosidad.
-Bueno, mi hermana es popular – dijo sin interés – y tú no eres su único admirador – sus palabras tenían un tono de reproche – de hecho, antes de que la operaran, me recordó que tuviera cuidado al salir, porque siempre hay un grupo de chicos que la siguen, pero como ella es un poco… – dudó un momento y sonrió nervioso – bueno, realmente creo que sabe cómo mantenerlos a raya, una vez gritó en plena calle que la seguían y unos policías los detuvieron, pero yo lo que menos quiero es hacer un escándalo y menos vestido de esta manera…
-Entonces, tienes unos acosadores tras de ti – Giovanni puso un gesto serio y de clara molestia.
-Pues, no los he visto – se alzó de hombros – me voy a las cinco y media, media hora antes de que cierren, porque llego antes de la hora de entrada normal, así no tengo problemas…
-Ya veo…
Ambos guardaron silencio y momentos después, el mayor se decidió.
-Si quieres, yo puedo acompañarte a la hora de salida…
-¿Tú? – el de lentes lo miró sorprendido – no es necesario, seguramente tienes cosas que hacer en otro lado y ni siquiera sé tu nombre.
-No tengo nada que hacer, mi tarea la puedo hacer aquí mismo, solo necesito el permiso de usar mi laptop y mi nombre, es Giovanni – extendió la mano para el otro – Giovanni Parra.
-Helios – dijo el otro con tranquilidad – Helios Valle…
-Lo sé – sonrió el mayor, acariciando la delicada mano cuando recibió el saludo.
* * *
Como dijo, Giovanni pasó dos semanas en la biblioteca; se quedaba hasta la hora de salida de Helios y lo acompañaba a tomar el transporte. Ahí se dio cuenta que, al alejarse un par de calles, el pelinegro se ponía una camiseta encima de la blusa que portaba y se quitaba la peluca; él usaba el cabello no muy corto, pero no era tan lacio como el de su hermana, así que tenía siempre problemas para acomodarlo, algo que al universitario le gustaba cómo se miraba.
Poco a poco iba conociéndolo, sabiendo más de sus gustos, intereses y sobre todo, la carrera a la que entraría el siguiente ciclo escolar; tomaría la carrera de filosofía y letras, por tanto, estaría muy cerca de su facultad y podría acercarse aún más. También se enteró un poco de su pasado y de que él también había hecho el servicio ahí mismo, en la biblioteca, pero casi un año antes, por eso conocía muy bien lo que se debía hacer.
Los días pasaban y el castaño no podía apartar la mirada del otro, observando con detenimiento cada gesto, cada movimiento, especialmente su caminar; el cuerpo del menor comenzó a ser su obsesión, tanto que noche a noche fantaseaba con poder apreciarlo desnudo. Ya se había rendido y aceptado que quizá era bisexual o posiblemente gay, porque ya ni siquiera pensaba en Selene; aún así estaba consciente que ella regresaría pronto, por lo que debía acercarse más a Helios, para no perderle la pista.
El segundo viernes, Helios estaba acomodando unos libros cerca de Giovanni y este le habló.
-Puedo preguntar, ¿por qué no usas falda?
-¿Qué? – el menor levantó una ceja y lo miró con desconcierto.
-Me refiero a que intentas que te confundan con tu hermana y ella siempre usa falda – sonrió el castaño.
-¿Tú por qué crees que no uso faldas? – preguntó con sarcasmo el pelinegro.
-Solo digo que con tus piernas, te verías genial – dijo con picardía.
-¿Mis piernas? – el susto se reflejó en la voz.
-Sí – asintió el universitario y posó sus ojos miel en las piernas del otro – últimamente tengo el deseo de verte con falda.
-¿Eres un pervertido o algo así? – Helios puso un gesto de molestia.
-No, no, no… bueno, sí – sonrió – pero más que pervertido, gracias a ti, he descubierto que me gustan los chicos, especialmente tu – dijo con sinceridad – y he fantaseado verte con falda…
Los ojos azules se abrieron con sorpresa y lentamente sus mejillas tomaron un tono rojo; intentó pasar saliva pero sentía la boca seca, además, aunque quiso decir algo, ni un solo sonido salió de su boca. Frunció el ceño, se giró y se alejó en silencio, yendo a acomodar unos libros al otro lado de esa planta, parecía querer alejarse lo más que podía del universitario.
Giovanni suspiró.
-Ta vez me precipité o quizá lo de la falda fue demasiado – sonrió de lado – pero realmente – sus ojos se posaron en la silueta lejana – estoy seguro que se miraría muy bien con una…
El resto de la tarde, Helios no le dirigió la palabra e incluso, ni siquiera le avisó cuando se iba a ir, de no ser porque el castaño lo miró ir a la puerta desde el segundo piso, no se habría dado cuenta.
-Está muy enojado – dijo entre dientes, guardando con rapidez sus cosas y saliendo con paso rápido para alcanzarlo.
Al salir del edificio, empezó a correr, pero no tardó en encontrarlo con la mirada; Helios estaba en medio de tres tipos que lo habían rodeado en una zona alejada del parque; estaba encogido de hombros abrazado de su pequeña mochila y tratando de alejarse de unas manos que querían tocarlo.
-Vamos, Selene, solo te quiero invitar a tomar algo – dijo uno de ellos.
-No quiero – negó el pelinegro con nervios.
-Pues yo creo que sí – dijo el segundo – o ya te hubieras puesto a gritar como la primera vez – se burló.
Helios levantó el rostro y quiso darse el valor para gritar, pero tenía vergüenza; no quería que nadie supiera que no era su hermana y no sabía qué tanto podría complicarse esa situación.
-Te miras más bonita con lentes – dijo el tercero y acercó su mano a acariciar un mechón de cabello, pero no lo consiguió, ya que el menor se alejó de inmediato – es uno de mis fetiches, ¿sabías?
-Anda bonita, vamos a tomar algo – insistió el primero y lo sujetó de un brazo, ejerciendo presión – no te vas a arrepentir…
-No creo que se pueda – Giovanni llegó y sujetó a Helios del otro brazo – ella tiene un compromiso conmigo – sonrió – lamento la tardanza – le guiñó un ojo.
Helios se sorprendió, pero al sentir que el otro tipo aflojaba el agarre en su brazo, se soltó y se abrazó de Giovanni, tratando de sosegarse, sin conseguirlo del todo, pues en vez de eso, empezó a llorar.
-La hicieron llorar – reprochó el castaño, acariciando la espalda del niño con suavidad.
-¿Quién eres? – preguntó uno de los sujetos con desagrado.
-Yo, soy su novio – sonrió el universitario – y ella ya me había dicho que alguien la molestó hace tiempo y la policía tuvo que intervenir – levantó una ceja – ¿fueron ustedes?
Los tres sujetos se miraron entre sí, pero no respondieron la pregunta.
-Sí es así, es mejor que no hagan nada, una segunda detención puede ser perjudicial, ¿cierto? – los retó con la mirada – pero si no les interesa, yo seré quien llame a los agentes – miró hacia un lado y gritó, justo hacia donde pasaban los guardias del parque que daban sus rondines en bicicleta – ¡ey, oiga!
-Vámonos… – dijo uno de ellos dando media vuelta y empezando a correr.
Los otros dos lo siguieron con rapidez y se alejaron antes de que los policías llegaran.
Cuando los agentes se acercaron, ya se habían alejado bastante – ¿ocurre algo? – indagó uno de ellos, mientras el otro seguía con la mirada a los que iban corriendo.
-Sí – asintió Giovanni – esos chicos quisieron propasarse con mi amiga – sonrió – creo que ya lo habían intentado antes, pero llegué a tiempo, solo que no quería que esto acabara en una pelea y por eso los llamé.
-Podemos ir tras ellos en este momento – anunció uno de ellos.
Helios se alejó de Giovanni y habló con debilidad – no, gracias – musitó – Giovanni me ayudó, no creo que se acerquen de nuevo… además, se supone que tienen orden de restricción, no creo que quieran más problemas.
-¿De verdad? – el policía hizo un gesto de sorpresa – ya veo – habló seriedad – tendremos que estar al pendiente de esta zona para evitar que suceda esto de nuevo – dijo para su compañero.
-Sí – asintió el segundo – bueno, nos retiramos, tengan cuidado y no se preocupen, lo notificaremos para que nuestros compañeros estén al tanto también.
Los hombres se alejaron y Giovanni levantó el rostro de Helios por el mentón – no me dijiste que fue tan grave lo que ocurrió con tu hermana – reprochó.
-Es que, ella lo tiene controlado – suspiró – por eso me dio su gas pimienta para que lo usara de ser necesario, pero… no sé, me dio miedo y vergüenza…
-Está bien – el castaño limpió las mejillas que estaban húmedas – es una suerte que te vi salir, de lo contrario, no te hubiera alcanzado.
-Gracias…
-¿Por qué?
-Por preocuparte por mí – musitó el ojiazul.
-Eso es algo por lo que no tienes que agradecer – sonrió el mayor.
* * *
Giovanni salió de su casa a medio día, por ser sábado sabía que Helios solo estaría hasta las dos en la biblioteca y no quería que se sintiera hostigado, especialmente siendo el último día que lo vería, pues según el otro, su hermana volvería el lunes siguiente. Pensó en pedirle al menos su número o sus redes sociales, para contactarlo, pero no sabía cómo lo tomaría, así que aun dudaba de lo que debía hacer.
Cuando llegó a la biblioteca, la señora de recepción le sonrió.
-Buenas tardes…
-Buenas tardes – respondió ella – hoy no vienes por tarea, ¿cierto?
-No, pero quizá me lleve un libro para leer en casa – dijo el castaño con una sonrisa divertida.
-Selene nos comentó lo que hiciste ayer por ella – anunció Silvia, saliendo de la oficina – muchas gracias por cuidarla.
-Ah, sí – Giovanni sonrió – aunque no sabía que era algo más grave de lo que ella me contó.
-Sí, este día hemos visto a los agentes recorrer el parque con mayor frecuencia – anunció la mujer de la recepción – ojalá que eso los ahuyente.
-Ojalá… – el universitario suspiró – bueno, iré a buscar un libro, con permiso…
Ellas sonrieron, volviendo a sus tareas y él pasó directamente al segundo piso, pues sabía que Helios evitaba lo más que podía el trato con las encargadas de ahí, para que no lo descubrieran.
Caminó por los pasillos y al final lo encontró, acomodando unos libros; pero se quedó de una pieza al verlo.
El menor portaba una blusa sin mangas, tipo camisera, en tono claro y desfajada, además, una falda de tablones extremadamente corta, con unas mallas oscuras que cubrían sus piernas y unos zapatos tipo botines, de tacón bajo.
Giovanni dudó por un momento, la persona que tenía enfrente se miraba extremadamente femenina, así que pensó por un instante que era la hermana del menor, a pesar de que traía los lentes puestos.
-¿Helios? – la voz apenas salió de su boca.
El pelinegro levantó la mirada y se abrazó con fuerza a los libros que traía en mano, se mordió el labio y sus mejillas se tiñeron de un color rojo que trató de ocultar, bajando el rostro y tras los mechones negros que caían a sus costados.
-¿Helios? – repitió el universitario, acercándose con lentitud, sintiendo como la ansiedad se apoderaba rápidamente de él.
-Yo… quería agradecerte por lo de ayer… – dijo en un murmullo – dijiste que querías verme así y… mi hermana me ayudó a buscar algo que pudiera usar… para ti…
-¿Para… mí? – el castaño estiró la mano y le obligó a levantar el rostro, sin poder ocultar una sonrisa de satisfacción – de verdad, ¿lo hiciste por mí?
-Tu… tú también me gustas… – confesó el ojiazul evitando la mirada miel – sé que soy raro y a pesar de que trato de evitarlo, comportándome como un hombre de verdad, no puedo evitar sentir algo distinto… y desear ser algo más…
-¿A qué te refieres?
-Siempre me he sentido atrapado en este cuerpo – dijo con tristeza – me gustan las cosas que no deberían de gustarme – pasó saliva – cosas de chica… como la ropa de mi hermana…
Giovanni levantó una ceja y luego suspiró – y ¿tu familia se molesta por ello? – preguntó confundido, ya que eso no tendría sentido si desde el principio sus padres le dijeron que tomara el lugar de su hermana.
-No… mis padres apoyaron a mi hermana para que fingiera ser ella, porque saben que normalmente solo trato de guardar las apariencias, por lo que pueda decir la demás familia – se mordió el labio – dicen que debo aceptar lo que soy sin temor y pensaron que era una manera de darme un ‘empujoncito’…
-Si tus padres te apoyan, ¿por qué te preocupas tanto? – indagó el otro, sintiéndose extremadamente conmovido por tanta ternura.
-Es que… la familia habla de mí y eso mortifica a mi madre, aunque dice que no le importa y que solo quiere que sea feliz con lo que sea que yo desee… pero sé que se ha distanciado de mis abuelos y tíos por eso tengo miedo de que en el fondo se avergüencen y no quiero que al final se decepcionen de mi – confesó – pero cuando te conocí, lo que empecé a sentir… me dio miedo… por eso, traté de no decirte nada y alejarme de ti… solo que ayer… que me dijiste lo de la falda y que te gustaba, además de que me ayudaste… yo…
-¿Tú? – el castaño se inclinó lentamente.
-Yo… yo… – Helios tembló al darse cuenta que el otro se inclinaba – yo…
Giovanni tuvo el impulso de probar sus labios, pero el menor temblaba cual hoja al viento y desistió; no quería que fuese de esa manera, así que cambió su objetivo y besó la frente de forma casta.
-Tranquilo… – lo abrazó – no va a pasar nada… – Helios se aferró con una mano a la camisa que el otro portaba, tratando de calmar su respiración – y realmente me encantó que te vistieras así para mí – dijo con emoción y acarició la espalda del pelinegro con ternura, para reconfortarlo – y para compensarte, dime, ¿te gustaría ir a comer conmigo hoy?
-¡¿Así?! – el menor levantó el rostro con susto.
-Sí – el castaño asintió y le acarició la mejilla – te ves muy bonito…
-Bueno… es que… no sé… que tal si la gente se da cuenta y dice algo… no quisiera que te sintieras avergonzado…
-Los demás no tienen nada que decir y yo no me avergonzaría de salir con un niño tan precioso como tu – dijo con seguridad el mayor – anda no te preocupes, además, será la última vez que te vea aquí, me dijiste que tu hermana volverá el lunes…
-Sobre eso… – Helios se alejó un poco – ella no volverá el lunes…
-¿Por qué? ¿Se puso mal?
-No – negó con rapidez el ojiazul – es que… intercambió su ayuda por otra semana de trabajo aquí… – sonrió, estrujando la orilla de la falda con su mano – y como quería seguir viéndote… bueno… acepté…
Giovanni se sorprendió y luego sonrió emocionado, abrazándolo una vez más – me sorprende todas las cosas que has hecho por mí – besó la cabellera negra – ¿qué voy a hacer para agradecerte?
Helios sonrió y acomodó sus lentes de forma nerviosa – bueno… podrías ser… mi… novio…
La petición sorprendió al universitario – ¿eso quieres? – indagó con una gran sonrisa – ¿quieres ser mi novio?
El menor se movió inquieto, de un lado a otro y asintió rápidamente.
-Entonces… – el castaño se inclinó – ¿puedo besarte? – preguntó en un susurro.
Giovanni sintió como un sobresalto sacudió a Helios, pero después, el pelinegro lo miró a los ojos, de manera anhelante y asintió lentamente.
-Dime – el castaño lo movió con sumo cuidado, para dejarlo frente a él – ¿ya has besado a alguien antes?
-N… no – murmuró el ojiazul, sintiendo las manos del universitario en su rostro, sujetándolo con suavidad y cerró los ojos.
Giovanni sonrió complacido y besó los labios de Helios con sumo cuidado, un suave roce que lentamente se profundizó, cuando el menor le permitió total libertad de entrar a su boca; las manos del universitario bajaron por el cuello, los hombros, los brazos y finalmente a la cintura del ojiazul, acercándolo más a sí mismo. Helios soltó los libros que aun traía en la mano y sus manos se movieron hasta la espalda del otro, estrujando la camisa; el de lentes no había besado a nadie antes y realmente esa caricia le estaba gustando y la disfrutaba como jamás había hecho con nada más.
Momentos después, el castaño se alejó del pelinegro y se relamió los labios – ¿te gustó?
-Mjú – asintió débilmente, pues no salía de su ensueño.
-Pues ya somos novios – sentenció el mayor.
-Sí – sonrió el de lentes.
Giovanni se inclinó y besó la mejilla, después se movió hasta la oreja – será mejor que me aleje de ti, porque en este momento, deseo saber que traes bajo la falda – confesó – y no creo que sea el momento ni el mejor lugar para hacerte lo que más deseo…
Las mejillas de Helios ardieron – su… supongo que no… – negó – al menos no… no la primera vez…
-¿Solo la primera vez? – el universitario sonrió ampliamente – ¿significa que después de la primera vez, podrías acceder a hacer algo aquí?
-Quizá… pero solo si me gusta tanto como el beso…
-Entonces, en su momento tengo que esmerarme para que te guste – aseguró el castaño sacando su celular y viendo la hora – ya casi es hora de que salgas, ¿qué tal si nos vamos antes y tenemos una cita?
Helios rió divertido y después se mordió el labio – está bien – accedió – pero deja acomodo estos libros antes de irnos – anunció mientras se inclinaba a levantar los que había tirado momentos antes.
Giovanni, se inclinó un poco también, observando en todo su esplendor como la falda se levantaba y le permitía ver el trasero del niño, delineado por las mallas negras; se relamió los labios, sonrió y negó.
“Primero tengo que esperar a que seas mayor y ayudarte a superar tus miedos…” dijo cerrando los parpados y respirando profundamente “aunque ahora ya tengo otra cosa en qué pensar mientras tanto…”
Helios no se dio cuenta de lo que había ocurrido y acomodó los libros con rapidez – listo – anunció volviendo con el otro.
-De acuerdo, vamos – le ofreció la mano, sujetándolo con delicadeza – y dime, ¿qué deseas comer?
-No lo sé – se alzó de hombros – nunca he tenido una cita…
-Yo sí, pero no han sido muy buenas, así que… ¿qué te parece si improvisamos?
-Bueno…
La pareja salió de la biblioteca después de que Helios recogió sus cosas; por primera vez el menor se sentía feliz y Giovanni sentía que se enamoraba cada vez más de esa sonrisa que el otro le regalaba. El universitario sabía que aún le faltaba mucho por conocer de Helios, pero estaba seguro que todo iba a estar bien si lo apoyaba para que fuese más sincero consigo mismo y superara esos miedos que lo habían reprimido hasta entonces.
* * *
Ok, un nuevo escrito, algo predecible, sin mucha historia, pero realmente, fue complicado... al principio quería escribir algo con lemon, pero muchas de las ideas que tenía, las descarté, ¿por qué? porque pensé que quedarían mejor en otro contexto, contorno y tipo de historia, por lo cual, decidí que esto se llevaría más tranquilo y dependiendo de la actitud de los personajes, quizá por eso quedó un poco 'melosito', aunque sé que a muchos no les gusta eso.
Al final, creo que quedó un resultado decente, aunque debí adentrarme un poco más en los problemas que tiene Helios, es decir, la sociedad aun no acepta que algunas personas tengan gustos 'diferentes' y él, aunque tiene el apoyo de sus padres, aun teme lo que diga la sociedad y no quiere causar problemas. Pienso que una persona que lo apoye podría ayudar a que acepte lo que es, no importa si solo quiere vestirse de mujer o cambiarse de genero completamente, lo importante es apoyarlo y eso es lo que Giovanni está dispuesto a hacer.
Bueno, eso es todo, espero que lo hayan disfrutado y si no, lo siento XD a ver si el otro mes les doy algo de hard XD
Al final, creo que quedó un resultado decente, aunque debí adentrarme un poco más en los problemas que tiene Helios, es decir, la sociedad aun no acepta que algunas personas tengan gustos 'diferentes' y él, aunque tiene el apoyo de sus padres, aun teme lo que diga la sociedad y no quiere causar problemas. Pienso que una persona que lo apoye podría ayudar a que acepte lo que es, no importa si solo quiere vestirse de mujer o cambiarse de genero completamente, lo importante es apoyarlo y eso es lo que Giovanni está dispuesto a hacer.
Bueno, eso es todo, espero que lo hayan disfrutado y si no, lo siento XD a ver si el otro mes les doy algo de hard XD
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