—Más… no pares… por favor… no pares, Cesar, ¡no pares!
Mis palabras y gemidos se ahogaban contra la almohada de mi cama, estaba por llegar al orgasmo y no solo necesitaba hacerlo, realmente lo deseaba. Apreté con mi mano libre la almohada que estaba bajo mi rostro, a la par que mordía a tela con fuerza, evitando gritar; mi sexo se rozaba contra la sabana y debido a mis movimientos desesperados, la fricción contra mi sensible piel hacía que me escociera, pero el placer que sentía era inmenso.
No tardé mucho tiempo en realidad. Llegué al clímax, cuando mi mano derecha empujó el pequeño dildo con el que me estaba autosatisfaciendo y a mi mente llegó la imagen de ese que me robaba no solo el aliento, sino mis sueños. Empapé la sábana con mi semen mientras mis ojos liberaban algunas lágrimas de placer y mis labios repetían su nombre; mi cuerpo se estremecía y contraía, apresando ese objeto plástico en mi interior.
Lentamente, mi cuerpo se relajó y quedé tendido contra mi cama; después de ese momento de placer efímero, llegaba la culpa y aun así, no aprendía de mis estúpidos errores pues hacía esa práctica varias veces al día. Masturbarme se había convertido casi en una droga que necesitaba constantemente y no podía dejarla, porque la necesitaba para poder quitarme el estrés y hasta para poder concentrarme en mi escuela.
—Soy un idiota — digo en un murmullo, mientras me muevo con lentitud, para alejar el dildo de mi cuerpo.
Tenía que ir a limpiarlo para guardarlo en su lugar, asearme yo y cambiar las sábanas; al menos había otra ropa de cama lista para ser usada ese día.
* * *
Después de asearme, limpiar, lavar y guardar mi juguete, además de cambiar las mantas, regreso a mi escritorio, moviendo el ‘mouse’ de mi computadora, desbloqueándola y siguiendo con mi tarea; al momento en que abro el navegador, un mensaje aparece y siento que mi corazón da un vuelco.
«¡Cesar!»
El aliento se me va por un segundo y respiro con agitación; en el fondo, me da miedo que él me descubra y por infantil que suene, a veces pienso que puede leer mis intenciones, aunque sé que no es así.
Paso la mano por mi cabello y respiro profundo para calmarme, antes de responderle, pues solo me está preguntando sobre mis trabajos y exámenes, pues a pesar de que él es tres años mayor y de que va cuatro semestres por encima de mí, siempre está al tanto de mis cosas; así que me pongo a teclear para responderle.
Después de hablar de la universidad, se pone a tontear, haciéndome reír con sus locuras, para finalmente, preguntarme si quiero salir el día siguiente, domingo, con sus compañeros de fútbol americano, ya que tienen pensado ir al cine.
Tardo en responder y él especifica que posiblemente, también irá su novia y eso me deprime más.
Quiero ir, porque quiero verlo, pero a la vez, no quiero presenciar la interacción que tiene con esa chica que ahora es su novia; me duele verlo con ella, me duele cuando lo abraza, lo besa y le dice cosas cursis, ya que, aunque Cesar no es tan efusivo, que seguramente las corresponde de alguna manera en otro momento y últimamente, me cuesta mucho trabajo no denotar mi incomodidad y tristeza, de saberlo completamente ajeno.
—No, no tengo tiempo — finalmente respondí, tecleando con rapidez — tengo que terminar mis trabajos, no le he avanzado lo suficiente.
—“…Anda, ‘banana’, sé que te gustará la película y necesitas distraerte un poco, además, no debes enfrascarte tanto en la escuela, apenas estás en segundo semestre…”
Sonrío de lado, el apodo de ‘banana’ me lo ha dicho desde que yo estaba en primaria debido a mi nombre y es al único a quien se lo permito; de igual manera, si alguien más intenta decírmelo, él se molesta y se lo prohíbe. En realidad, me gusta que sea así, pues siento que es algo único entre nosotros, además es en esas pocas ocasiones que lo veo algo posesivo conmigo y me gusta, realmente me encanta imaginar tonterías por eso.
Aun así, no puedo aceptar.
—Lo siento, pero no puedo, sabes que muchos de tus compañeros de equipo no son muy amistosos conmigo y Demian es especialmente pesado — acuso, pues ese chico siempre se ha portado muy raro cuando yo estoy cerca.
—“…Oh, vamos, no te dirán nada, en serio, y no le hagas caso a Demian, le ‘falta un tornillo’, solo ignóralo, así puedes acompañarnos…”
«¡¿Por qué lo haces tan difícil?!» me pregunto con cansancio; es complicado negarme a sus invitaciones.
—No, no puedo, en serio…
—“…Bien, si no puedes ir mañana, ¿qué tal si vamos entre semana, después de clases?, así no irán mis compañeros de equipo, ni Demian…”
—No creo que sea bueno, ¿qué dirá tu novia? — pregunto con molestia, pero era más que nada por educación.
—“…Puedo decirle a ‘Esme’ que nos acompañe…”
Aprieto los puños ante el apelativo de su pareja «tampoco quiero verla a ella…» sentencio en mi mente y hago un mohín, agradeciendo que no estemos hablando con la webcam encendida.
—Déjame ver cómo ando en las tareas y te digo, ¿de acuerdo?
—“…Está bien, bueno, me voy, tengo cosas que hacer en casa, mi madre quiere que le ayude un poco en el patio…”
—Está bien, salúdamela.
—“…De tu parte…”
Después de eso, él se desconecta y recargo mi cabeza sobre mis brazos.
—Ojalá siguiera siendo tu vecino — digo con añoranza, pues tiempo atrás, vivía al lado de su casa y diariamente podía verlo, pues aunque yo era menor, él a veces se ponía a jugar conmigo e iba a mi casa.
Desde que Cesar entro a secundaria, había empezado a practicar deporte y a mitad de la misma, pude apreciar el principio de su fascinante cambio de la pubertad, pues estuve cerca de él, pero después ya no compartimos tiempo, juntos; aunque en el fondo lo agradecía, pues quizá no hubiese podido ocultar tanto mi interés por él. Últimamente, cada que lo miraba, no podía dejar de pensar en cómo sería estar bajo su cuerpo atlético, entre sus brazos, sintiendo las caricias de sus manos toscas y perdiéndome en sus ojos miel, antes de entregarme por completo a él.
Pero era imposible, pues ya ni siquiera podía visitarlo con frecuencia.
—Lástima — suspiro.
Dudo por un instante, sé que debo seguir con mi tarea, pero en ese momento, no me siento bien, así que prefiero dormir un rato, antes de preparar la cena.
* * *
A las ocho y media, la cena ya está lista y el teléfono del departamento se escucha; me imagino que es mi hermana, así que apresuro mi andar y respondo.
—¿Sí?
—“…‘Bebé’, lo siento, pero llegaré tarde, me salió un trabajo de última hora…”
«Cómo siempre en fin de semana…» pienso con tristeza — ¿quieres que te espere, Aislinn?
—“…No, no sé a qué hora llegaré, cena y descansa…”
Mientras escuchaba sus palabras, mis labios se movieron, repitiéndolas sin que un solo sonido saliera de mi boca, pues era lo que me decía siempre y ya me sabía de memoria esa frase.
—Está bien, cuídate — digo con algo de ansiedad, temiendo sinceramente por su integridad.
—“…No te preocupes, te quiero, ‘slán agat’…”
—‘Slán leat’ — me despido y finalmente cuelgo.
Doy media vuelta y camino a la cocina, sirviéndome un plato de estofado y yendo al pequeño comedor, sentándome y comiendo en silencio, mientras mis ojos se posan en el pequeño marco de retrato, con la foto de mi familia, que está en medio de la mesa, que es lo único que me acompaña normalmente en mis comidas.
—Nunca imaginé que terminaría tan solo — suspiro y sigo masticando con lentitud, pensando en mi vida, como siempre.
Mis padres habían fallecido en un accidente cuando yo estaba en el último año de la secundaria, así que mi hermana, en ese entonces, estudiante universitaria, se tuvo que hacer cargo de mí, aunque no fue sencillo.
Mi padre era hijo de inmigrantes irlandeses y sus genes eran tan fuertes, que a pesar de que mi madre era de cabello negro como la noche, tanto mi hermana como yo, nacimos con el cabello rojizo y piel clara; claro que mi madre también tenía una belleza exuberante, pues era una hermosa morena, de labios seductores, cuerpo de tentación, mirada cautivadora y voz dulce, características que le heredó a mi hermana. Por todo eso, tanto ella como yo, tenemos nombres irlandeses y mi padre, a pesar de no haber nacido allá, sabía el idioma y nos lo inculcó de pequeños.
Cuando nos quedamos solos, porque nuestra familia cercana nos dio la espalda, mi hermana vendió la casa, ya que no podía pagar unas deudas, incluyendo el funeral de nuestros padres y finalmente, se metió a trabajar, para poder mantenerme y que ambos siguiéramos estudiando, ella la universidad y yo, la secundaria. Lamentablemente, cualquier empleo que encontró los primeros meses no era suficiente, menos si no contaba con un título y esa fue la razón por la que una de sus compañeras de la facultad, la recomendó para ser edecán y en poco tiempo, pasó a ser algo más.
Aislinn empezó a trabajar de acompañante, yendo a eventos con hombres acaudalados que pagaban por su compañía y con una sola salida, podía costear los gastos de casi todo un mes, así que realmente era el empleo más remunerable que podía tener. Aun así, las murmuraciones empezaron, pero ella me decía que no hacía nada más y que no había llegado a prostituirse como sus compañeras; solo bebía unas copas, acompañaba a eventos sociales de renombre o a reuniones con otras personas, como si fuese una muñequita de ‘colección’, nada más y por su físico exótico, debido a nuestra ascendencia, los hombres la solicitaban con mucho interés en su empleo.
Ella insistía que nunca había tenido sexo con ninguno de sus clientes, pero aunque lo hubiese hecho, yo no tenía nada que reprocharle; sabía que no le había quedado de otra y ahora, aunque tenía otro empleo, seguía haciendo trabajo de acompañante los fines de semana, porque dejaba más dinero que el otro.
Algunas veces llegué a conocer a algunos de los que salían con ella, uno de ellos se notaba sumamente interesado y también era un hombre joven; cuando lo vi, dudé de que la contrataba solo como acompañante, pues era obvio que ese hombre quería algo más, pero ella me juró por la memoria de mis padres, que no había hecho nada de qué avergonzarse.
Por eso le creía.
Mis padres nos amaban a ambos tanto, que siempre éramos lo primordial en su vida; sabía que de no haber sido por ese accidente, mi hermana no hubiese terminado en ese empleo y posiblemente, todo sería mejor para nosotros, pero no fue así. Por eso, estaba seguro de que hiciera lo que hiciera ella, mis padres no la juzgarían tan duramente como ella podía imaginar, pues eran unas personas sumamente comprensivas y de mente abierta.
—Por eso nunca les oculté nada — dije con tristeza, ya que, antes de que murieran, les había confesado que me gustaban los chicos y aunque les parecía que era muy pequeño, me apoyaron y dijeron que no tenía nada de malo.
Por eso mi hermana sabía también que yo era gay, pero no que suspiraba por Cesar; aunque le aclaré que no tenía nada que ver con ningún chico, pues no había uno adecuado para mí. Solo que en una ocasión, cuando apenas había cumplido mis diecisiete y cursaba el cuarto y último semestre de la preparatoria de dos años que llevé, Aislinn me encontró masturbándome y aunque para mi había sido una experiencia sumamente vergonzosa, ella lo tomó como algo natural, pero decidió comprarme cosas para calmar mis ansias, que no sucumbiera a mis deseos y terminara arrepintiéndome de hacer algo indebido. Esa era la razón de que tuviera juguetes sexuales a pesar de no ser mayor de edad.
Terminé mi cena y lavé los trastes que había usado, pues no me gustaba dejar cosas sucias, para no darle más trabajo a mi hermana.
Al volver mi habitación, caminé directamente a mi escritorio para seguir con mis tareas, colocándome los audífonos, pero apenas entré a una de mis redes, la llamada entrante de Cesar me sorprende. Respondo de manera automática y en cuanto la cámara web aparece, él sonríe.
—Hola, ‘banana’.
Paso saliva y mis labios se abren, aunque nada puedo decir.
—Mmm, creo que esto tiene ‘lag’ — anuncia y teclea unas cosas, mientras yo trato de recuperar el aliento.
—No… ah… bueno, tal vez soy yo — sonrío nervioso — es decir, mi conexión — miento.
Obviamente soy yo, pero es por culpa suya, pues está sin camiseta, aunque con una toalla sobre sus hombros.
—No pensé que te vería hoy — digo con debilidad, mientras desvío mi mirada, estoy nervioso y si me quedo apreciando su cuerpo, seguramente podría darse cuenta de lo que puede provocar en mí.
—Lo sé — agarra la toalla y la pasa por su hermoso cabello negro, el cual portaba corto desde la preparatoria — pero mi madre me tuvo como esclavo, así que solo cené, me bañé y decidí tomarme un descanso, antes de seguir con mi proyecto.
Eso explicaba el por qué estaba así.
—Ya veo…
—¿Qué harás mañana? — me preguntó con interés.
Suspiré — ya te dije que no puedo salir — anuncié con cansancio.
—Lo sé, por eso vuelvo a preguntar — sonrió con cinismo — hace un momento cancelé la salida con mis amigos.
Me sorprendieron sus palabras — pero… ¿qué hay de Esmeralda?
—Ah… tampoco tenía ganas de verla, especialmente porque terminaré en la semana con ella.
—¿Qué? Pero, ¡¿por qué?! — pregunté contrariado — es decir… apenas van a cumplir un mes, ¿no?
Sabía que ellos habían empezado a ser novios desde el catorce de febrero, aunque me sorprendió, pues Cesar nunca me había comentado nada al respecto, ni tampoco me dijo que le pediría eso, así que imaginé que simplemente no era algo que me incumbiera.
—Si, por eso, el 14 se cumplirá el plazo que nos dimos — respondió sin mucho interés.
—¿Plazo?
—Es cierto, no te lo dije — Cesar respiró cansado — empezamos a salir, porque ella fue la que me pidió que fuéramos novios, no porque yo quisiera.
—¿Ella? — estaba anonadado por su confesión — pero… si no querías, ¿por qué aceptaste?
—Eso tampoco te lo conté — entornó los ojos — el catorce, después de la práctica de ese día, ella me interceptó cuando iba saliendo de la uni, con mis compañeros de equipo — explicó — como sabes, ella es muy popular entre la mayoría de los chicos de deportes, por ser la ‘porrista’ más bonita y lógicamente, mis compañeros me presionaron un poco para que aceptara, a pesar que les dije y le dije a ella de frente, que no era mi tipo…
—¡¿Le dijiste eso?! — me quedé con la boca abierta, pues no imaginaba que se atrevería a decirle algo así.
—Sí — asintió — pero ella insistió, dijo que lo intentáramos por un mes, que seguramente me conquistaría y… bueno, con ella así, mis amigos tras de mí y todo, le dije que lo intentaría, pero no, no es mi tipo.
«¿Qué no es su tipo? ¡Por Dios! Si ella no es su tipo, ¿qué clase de ‘Diosa’ es la que le gusta?» pensé con susto.
—Pero… es que… Esmeralda es tan… — titubee, no sabía que palabra usar de todas las que mis compañeros decían para referirse a ella — bonita — sentencié.
—¿Te lo parece?
—Pues… — «no» respondí en mi mente, aunque no me atreví a decírselo a él — es que a todos les parece muy bonita, ¿qué no?
Cesar levantó una ceja — sí, es cierto, físicamente es bonita pero, honestamente, creo que necesita un poco más de inteligencia — sonrió — ni siquiera se esfuerza en a escuela, porque piensa que por su belleza puede conseguir todo lo que quiere y no me agradan las chicas así — especificó — y no es que yo sea el más inteligente del mundo… — se burló — pero creo que hay personas mejores, más inteligentes y más hermosas.
Sonreí de lado — sí, supongo que tienes razón…
—En fin, olvidémonos de ella — se alzó de hombros — no me has respondido, ¿qué harás mañana? — presionó.
—Mi tarea, ya te lo dije — respondí con seriedad.
—¡Bien! Mañana iré a tu casa — anunció y yo sentí que el aliento se me iba.
—¿A qué? — pregunté con nervios.
—A que te distraigas un poco y no te enfrasques en la escuela siempre, necesitas ‘despabilarte’ — sonrió — ¿estará Aislinn?
—Sí, cómo llegará tarde hoy, supongo que se quedará dormida hasta medio día y no saldrá a ningún lado, pues el lunes trabaja temprano.
—Entonces, mañana te veo a medio día, para no importunar su sueño, ¿de acuerdo?
Estuve a punto de decirle que no, pero jamás podía negarme a lo que él quería, a pesar de que me torturaba más tenerlo cerca y no poder desfogar mi deseo por él.
—Está bien…
* * *
Los dos primeros días de la semana fueron normales, para mí, ya que nunca me encontraba con Cesar y sus amigos en el campus. Cesar se quedaba hasta tarde en el americano, mientras que yo me quedaba a estudiar y repasar mis notas escolares de contabilidad y la mayor parte del tiempo, me quedaba realizando cálculos en el aula incluso, hasta mucho después de que mis compañeros y amigos de la carrera se retiraban.
El miércoles, salí de mi salón y caminé por los pasillos, bajando las escaleras y recorriendo el campus, para ir al acceso principal, pero en uno de los jardines, me encontré a Demian; intenté ignorarlo, pero él me dio alcance con rapidez.
—¡Hola, ‘banana’! — sonrió y se puso a mi lado.
—Te dije, igual que Cesar, que no me llames así — dije molesto.
—Pero Cesar no está y tú no me harás nada si te digo de esa manera, ¿o sí?
—No me gusta que me digan así — sentencié.
—Pero a Cesar si se lo permites — señaló — parece que a él le tienes más consideraciones —pasó la mano por su cabello castaño, haciéndolo para atrás, pues él tenía el cabello más largo que Cesar.
—Eso es porque me conoce desde hace mucho — obvié — y se acostumbró — suspiré — es todo.
—Bueno, si no te puedo decir ‘banana’ — se puso frente a mí — ¿qué tal si te digo ‘zanahoria’? — se inclinó y me sonrió, ya que era algo más alto que yo y que Cesar — honestamente me gustan más.
Su gesto me hizo temblar, consiguiendo que un escalofrío me recorriera completamente; él me miraba extraño y no entendía por qué, aunque siempre había sido de esa manera, desde que Cesar me lo presentara al inicio del semestre anterior, cuando apenas ingresé a la universidad.
—Ah… quizá sea mejor que me llames por mi nombre y nada más…
—Banan — dijo con suavidad — ¿sabes qué investigué? Tu nombre significa ‘blanco’, muy acorde a ti y tu piel — su mano se acercó a mi rostro — por eso tus ojos verdes resaltan más, igual que tus pecas…
Me alejé de inmediato, evitando su toque en el último momento, pues me puso nervioso su actitud y más, que era obvia su intención de acariciar mi mejilla.
Demian cerró la mano y la alejó con lentitud — lo siento, supongo que no te agrada que te trate como lo hace Cesar, ¿verdad?
—No es… no es eso, es… es raro — acomodé mi mochila en el hombro — no te conozco mucho — me excusé.
—Porque no te has dado la oportunidad para conocerme — sonrió.
—Es que eres muy ‘pesado’ — acusé — me tratas con demasiada confianza, cuando ni siquiera sé nada de ti.
Demian pasó la mano por su barbilla y luego sonrió — entonces, ¿te parece si empiezo a ser más tu amigo? Es decir, a buscarte y conocerte más, para que te sientas más cómodo.
—Eso sería un buen inicio — sonreí con cansancio, no era que me emocionara mucho.
—¡Perfecto! — dijo con ánimo — sé que el sábado cumples años, ¿qué dices si salimos?
—Pues… no sé… a mi hermana le gusta pasar el día conmigo — me excusé.
—¿Haces fiesta? — su mirada gris se posó en mi con algo de escepticismo.
—No, no es una fiesta… es… una comida nada más, solo con ella y a veces va Cesar, ¿te gustaría ir? — pregunté por compromiso.
—Si me invitas, ¡por supuesto que iré!
—Entonces, te daré mi dirección.
Saqué mi celular y le pedí su número, algo que pareció emocionarlo; después de intercambiar números, le pasé la dirección por un mensaje. En medio de nuestra platica, nos acercamos a la salida, pues yo iba a tomar el autobús, cuando observamos que Cesar estaba con Esmeralda; ella gritaba y él parecía intentar calmarla, hasta que una sonora cachetada sorprendió a todos, incluyéndome. Ella lo abofeteó, dio media vuelta y se fue, llorando.
Cesar suspiró, pasó a mano por su mejilla y negó con cansancio; me acerqué a él, con algo de precaución, pues no sabía cómo reaccionaría, seguido por Demian.
—¿Cesar? — lo llamé con voz baja.
Él levantó el rostro y me sonrió — ‘banana’ — dijo más animado — ¿ya vas a tu casa?
—Ah… sí — asentí.
—Y tú… — Demian lo miró con seriedad y metió las manos en los bolsillos de su pantalón — parece que ya acabó el mes.
—Sí — Cesar entornó los ojos — en fin, vamos, ‘banana’, te acompaño.
—¿Estás…? ¿Estás seguro? Es decir… ¿estás bien? — pregunté aún algo asombrado por lo que acababa de presenciar.
—No es nada, solo algo que ya había previsto, así que no importa — le restó importancia — anda, vamos, que necesitamos hablar de lo que haremos en tu cumpleaños…
—Eso también me incumbe — Demian se señaló con el pulgar — fui invitado a la reunión.
—¿De verdad? — Cesar levanto una ceja y me observó con seriedad.
—Sí — asentí, aunque en el fondo no estaba tan seguro de lo que había hecho.
Mi amigo sonrió más tranquilo — de acuerdo, vamos entonces, hoy no tengo ganas de quedarme más por aquí…
Mire de reojo a Demian y él me devolvió la mirada, era obvio que ninguno de los dos creíamos que estuviese siendo sincero, pues cuando llegamos parecía algo triste, como si de verdad le doliera lo ocurrido pero en ese momento, estaba tranquilo y hasta feliz. Aunque posiblemente, solo quería pensar en otras cosas, así que como su amigo, debía apoyarlo e imaginaba que Demian pensaba igual.
—Si eso quieres — me alce de hombros y caminé hacia la parada del camión — realmente, como los últimos años, no será nada grande — anuncié, retomando el tema de mi cumpleaños.
—¿De nuevo no quieres celebrarlo? — Cesar frunció el ceño.
—Cumples el diecisiete, ¿no? — Demian se inclinó hacia mí — creí que para los irlandeses era una fiesta nacional y la celebraban en grande.
Hice un mohín, parecía que Demian sabía más de mí de lo que pensaba.
—Tengo ascendencia irlandesa, pero no soy irlandés — negué — para este lado del ‘charco’ — dije la palabra con sorna, refiriéndome al océano atlántico que separaba el país con Irlanda — es una fecha común, corriente y sin mucho significado.
—Pero este año es muy especial, porque serás mayor de edad ese día — presionó Cesar.
—Oh, sí, tan especial que, el lunes a media mañana, debo saltarme una clase para poder ir por mi credencial de mayoría de edad — dije con cansancio, porque al iniciar el año, mi hermana me presionó para que fuera a tramitarla.
—Debemos festejar — Demian habló con seriedad — ¡compremos un pastel de menta! De seguro lo hacen verde.
—Odio la menta — hice una mueca de desagrado — ¿por qué siempre que alguien piensa en verde, piensa en la menta? — reproché.
—¿Prefieres yerbabuena? — Cesar parecía confundido.
—No creo que haya un pastel de eso — negó su amigo.
Reí ante el comentario de ambos — prefiero el chocolate, siempre me ha gustado el chocolate.
—Pero el chocolate no es verde — Cesar negó — es color…
—¿Chocolate? — terminó Demian con un poco de escepticismo.
Volví a reír con esa broma tan tonta y Demian sonrió de lado, parecía satisfecho con mi reacción, pero a mí me preocupó ver el gesto de Cesar, pues tenía una sonrisa tenue y sus ojos miel estaban algo apagados y se miraba algo ausente.
—Lo siento… yo riéndome como idiota, mientras que de seguro, tú no estás de humor, ¿cierto, Cesar? — indagué condescendiente.
—¿Por qué piensas eso? — frunció el ceño.
—Supongo que por lo que acaba de ocurrir con ya sabes quién — respondió Demian, quien parecía haberse dado cuenta también de la actitud de nuestro compañero.
—Ya les dije que no importa — pasó la mano por su cabello — hay cosas que valen más la pena, se los aseguro — nos guiñó un ojo — ahora, volviendo al pastel, sé que el arcoíris también es representativo del día de San Patricio — metió las manos en sus bolsillos y empezó a caminar.
—Cesar, ¿a dónde vas? — preguntó Demian, pues se suponía que esperábamos el autobús.
—Vamos a caminar — nos hizo una seña con el rostro — dime ‘banana’ ¿ya conoces toda ciudad universitaria y lo que hay en los alrededores?
—Solo conozco la sección de mi facultad, el área de la facultad de administración, el edificio de los profesores y decanos, además de lo que hay cerca del acceso de esa zona — especifiqué, ya que la ciudad universitaria era un lugar tan extenso, que difícilmente se podría conocer en toda su totalidad.
El campus universitario, con la máxima casa de estudios de la ciudad y sus distintas facultades, que estaban relativamente cerca una de otra, contaban con muchos edificios, aulas, talleres y cosas que cada carrera ocupara; como estaban divididas en secciones, había distintos accesos y cada uno tenía sus lugares populares entre los universitarios
—Supe que cerca de uno de los accesos de las ingenierías, hay una cafetería con una pastelería que, según rumores — se inclinó hasta mí — tienen al mejor chef pastelero de la ciudad — dijo con seriedad.
—¿Te refieres a ‘Chocolate’? — Demian sonrió — honestamente sí, son excelentes, pero como es repostería fina, hecha por un chef graduado de una de las mejores escuelas de pâtissier, los pasteles son algo elevados de precio.
Parpadee sorprendido, el nombre me sonaba, pero nunca había probado un pastel de ahí — y… ¿piensas ir a comer pastel en este momento?
—Tal vez una rebanada, pero en realidad, pienso ir a encargar uno para tu cumpleaños.
—¿Por qué? Es decir… no necesito mucho, solo un ‘cupcake’ como el año pasado.
—¿Un ‘cupcake’? ¿Ese fue tu pastel cuando cumpliste diecisiete? — preguntó Demian con sorpresa.
—Sí, no quiso nada más — acusó Cesar.
—No es necesario comprar un gran pastel — me alcé de hombros.
—No creo que un panquesito como esos, alcance para todos en la comida, ¿o sí? — Demian hizo un gesto de inconformidad.
—Es por eso que esta vez tendremos un pastel de verdad — Cesar sonrió ampliamente — hay que festejar — dijo con algo de emoción —y quizá, sea más especial de lo que parece, por lo que es mejor hacer esto en grande.
—Pero eso podría ser muy caro — dije con susto.
—Bueno, si no lo puedo pagar completo, Demian puede ayudarme con un préstamo, ¿cierto, ‘demonio’?
Él sonrió — lo que sea por un pastel arcoíris para Banan, aunque sería mejor uno de zanahoria — me guiñó el ojo y yo entorné los ojos.
—Cómo quieran, pero no creo que deban gastar mucho dinero en mí.
—Eso no está a discusión — dijeron a la vez.
* * *
El viernes, a la hora de salida, caminaba hacia la salida del campus, iba leyendo una nota en mi celular, aunque me ardían mis ojos.
—Creo que debo checar eso — musité tallando mis parpados, pues tenía días con molestias y miraba borroso, por lo que seguramente necesitaría gafas para la vista cansada.
—¡Banan! —la voz de una chica me sorprendió.
Detuve mi andar y levanté el rostro, buscando a quién me había hablado; Esmeralda llegó a mi lado y me sujetó del brazo, colocando su cabeza contra mi hombro.
—¿Puedo ‘robarte’ por un momento, para platicar? — peguntó con voz suave.
—¿Platicar?¿De qué? — pregunté sin entender.
—Ven…
Ella me sujeto de la mano, entrelazando sus dedos con los míos y me guió hacia una zona de descanso que estaba cerca de la puerta, pero en vez de sentarnos en las bancas, me dio un empujoncito hasta dejarme recargado en un árbol.
—Banan… — dijo con una sonrisa en sus labios y se acercó hasta mí — sabes que terminé con Cesar, ¿verdad?
Pasé saliva, tenerla cerca me inquietaba, pero no como a cualquier otro chico, sino que me sentía incómodo; nunca me habían gustado las chicas y menos interactuar con ellas, ni un roce, ni una caricia, nada, incluso, podía decir que era una especie de rechazo de mi cuerpo, que se me dificultaba ocultar, especialmente cuando una se me acercaba tanto, justo como Esmeralda lo estaba haciendo en ese momento.
—Ah… sí… — intenté alejarme, pero con el árbol tras de mí, no me era posible — ¿por qué?
—Bueno… tal vez me equivoqué con él — levantó una ceja y sonrió de la forma en la que le coqueteaba a todos.
—¿Te equivocaste? ¿En qué sentido? — pregunté completamente confundido.
—Creo que en realidad, no es mi tipo — pestañeó insistente — desde hace unos días, me di cuenta que me gusta otra clase de chico… uno un poco menos sociable, algo distante, diferente, interesante… especialmente su físico tan poco común…
—Ah… bueno… son tus gustos, supongo… — fruncí el ceño — pero, ¿por qué me lo dices a mí?
Rió, dejando salir ese sonido que muchos catalogaban de lindo, porque todo lo que ella hiciera era “perfecto” para sus admiradores, pero no para mí.
—¿No te lo imaginas, ‘tontito’? — preguntó y sus manos se pusieron en mis hombros, moviéndose a mi cuello.
—N… no — negué.
Sus manos se aferraron a mi nuca, pero cuando vi como ella cerraba los parpados y se acercaba a querer besarme, hice inmediatamente mi cabeza hacia atrás, tratando de evitarlo, pero topé con el árbol.
—No, espera… Esmeralda…
Puse mis manos en sus hombros para alejarla, pero al darse cuenta, ejerció presión y con sus manos me sujetó de mi cabello. Tuve el impulso de empujarla para alejarla de mí, pero también tenía miedo de lastimarla en el proceso, así que no sabía cómo evitar lo que pasaría.
—¡Banan! — la voz de dos chicos al unísono, consiguió que ella se detuviera y mirara de soslayo.
En el camino cercano, Cesar y Demian nos miraban con sorpresa. Me asusté, temiendo que Cesar se enojara conmigo y me quedé de una pieza, completamente inmóvil, pues había más personas observándonos; Esmeralda pareció darse cuenta de mi estado y me besó, e incluso intentó ahondar el beso, pero yo apreté mis labios y finalmente la empujé, sin importar que pudiera lastimarla. Ella se alejó, pero tropezó y cayó sentada sobre los adoquines de esa zona; como traía falda y sus piernas quedaron abiertas, dio un espectáculo a todos los presentes, pues le vieron sus panties.
—¡¿Qué te pasa, imbécil?! — gritó con furia tratando de incorporarse.
Pasé saliva y giré el rostro para ver a Cesar, quien seguía en el lugar desde dónde me gritó, al lado de Demian; sin prestarle más atención a Esmeralda, apresuré el paso, yendo hasta ellos.
—Yo… te juro que no es lo que…
—No importa — mi amigo negó — vamos, es mejor que nos vayamos — se giró y empezó a caminar a la salida.
Parpadee, me sorprendía su actitud; busque a Demian, para que me explicara, pero él solo me dedicó una mirada fría y luego dio media vuelta, siguiendo a Cesar. Antes de ir tras ellos, observé como un grupo de chicos ayudaba a Esmeralda a incorporarse y ella me dedicaba un gesto lleno de furia.
Corrí hasta alcanzar a Cesar y Demian, pero no llegué a su lado, me quedé en silencio, unos pasos atrás y así fue, hasta que estábamos en la parada del camión.
—Yo… lo siento — dije con debilidad — yo no…
—Tu no quisiste hacerlo — Cesar levantó una ceja y sonrió — lo sé.
—¿Qué…? — pregunté a media voz.
—Es obvio que Esmeralda me quería dar celos…
—Ayer lo intentó conmigo — Demian chasqueó la lengua — pero no le funcionó — dijo con orgullo.
—Aunque parecía ir muy en serio contigo — sentenció Cesar y se alzó de hombros — creí que le corresponderías…
—¡¿Yo?! — mi voz denotaba el espanto que esas palabras me causaron.
—Sí — asintió — hace días me dijiste que era bonita — rió — pero creo que no lo suficiente — se burló — de lo contrario, no la hubieses empujado así.
—A menos que solo lo hayas hecho por Cesar — la voz fría de Demian me dio escalofrío.
—¡Por supuesto que no! — negué — ella no es mi tipo, ella no me agrada… es bonita para todos, pero no para mí, te lo juro — busqué los ojos miel de Cesar, tratando de que se diera cuenta que no le mentía.
—Tranquilo, ‘banana’ — pasó la mano por mi cabello, despeinándolo con cariño — te creo — sonrió condescendiente — pero aun así, si ella te gustara, yo no tendría problema, en serio.
—Pero ella no me gusta — suspiré, parecía que en el fondo, no me creía.
—Yo te creo — Demian también pasó la mano por mi cabello, de manera cariñosa.
Levanté el rostro y le sonreí cansado — gracias — me agradaba que quisiera apoyarme, pero no era él, el que yo quería que me creyera de verdad.
—Ya, quita esa cara — Cesar inclinó el rostro para verme mejor, pues yo miraba al piso.
—Sí, mañana es tu cumpleaños y no es bueno que estés así — secundó Demian.
—Está bien — forcé una sonrisa.
Al menos eso me decía que no se cancelaba lo del día siguiente, pero tampoco me hacía sentir mejor; honestamente no sabía qué pensaba Cesar y eso era lo que me inquietaba.
* * *
El sábado, apenas dieron las doce, mi celular empezó a timbrar; respondí de inmediato, pensando que sería Cesar, pero era Demian.
—“…¡Feliz cumpleaños, ‘zanahoria’!…”
—Gracias — dije con algo de decepción, pues aunque Cesar no me hablaba a media noche, esperaba que en esa ocasión fuera él.
—“…No pareces feliz…” — dijo con suavidad — “…¿esperabas la llamada de alguien más?...”
Contuve la respiración por un momento y luego solté el aire con lentitud — no… solo… — fingí un bostezo — estaba dormido — mentí.
—“…Comprendo, bueno, entonces, te dejo descansar, ya te veré en la comida, aunque posiblemente llegue un poco más tarde…”
—¿Por qué? — pregunté con curiosidad.
—“…Tengo cosas qué hacer y me retrasarán un poco…” — respondió con seriedad — “…pero sí iré, a menos que no quieras que lo haga…”
Titubee, podría decirle que no, así tendría más tiempo para estar con Cesar, pero no sería correcto, especialmente porque Demian pagó la mayor parte de mi pastel.
—Claro que quiero que vengas — forcé una sonrisa — será divertido festejar mi cumpleaños con alguien más, aparte de mi hermana y Cesar…
El silencio reinó por un momento y luego escuché una especie de sonrisa del otro lado — “…está bien, te veo más tarde, descansa, buenas noches y feliz cumpleaños, de nuevo…”
—Gracias, igual, descansa, buenas noches…
Después de eso, colgamos y yo dejé el celular de lado, puse mi mano sobre mi frente y suspiré.
—En realidad, no es tan desagradable — sonreí, pues era obvio que había juzgado mal a Demian — incluso, puedo decir que es… lindo… muy lindo…
Nunca había pensado en otro chico aparte de Cesar y me era extraño hacerlo, pero agradecí que en ese momento, el sonido de la puerta me sacara de mis pensamientos.
—¿Sí? — levanté la voz.
La puerta se abrió y mi hermana entró, con un panquesito en mano, que tenía una velita en color verde — Breithlá sona duit! — dijo con emoción, acercándose a mi cama.
—Go raibh maith agat — respondí con amabilidad.
—Pide un deseo, ‘bebé’ — sonrió al sentarse a mi lado y acercar el pastelito a mi rostro.
—No creo que se cumpla — dije con debilidad.
—No digas eso — los ojos verdes de mi hermana me miraron con dulzura — anda, pide un deseo, pero no me lo digas o de lo contrario, no se hará realidad.
Mordí mi labio y cerré mis ojos, antes de pensar en lo que deseaba «deseo… deseo…» dudé, pues no sería correcto ser egoísta, «solo deseo pasar un bonito día…» sonreí, sabía que era muy ambiguo, pero así era más sencillo que se hiciera realidad, pues normalmente no necesitaba mucho para pasar un bien día. Soplé y apagué la vela, en ese momento, mi hermana encendió la lámpara que estaba en el buró.
—Me alegra que no estuvieras dormido — me entregó el pastelito y después me abrazó — ¡mi ‘bebé’ ya es mayor de edad! — dijo restregando su mejilla contra la mía.
—Sí, lo soy — sonreí — gracias por el pastel — le quité la velita y le di una mordida.
—¿Crees que lo olvidaría? Puedo olvidar muchas cosas, pero no esto — negó con seriedad.
Relamí mis labios, pues me quedó algo de merengue en mi boca — lo sé, pero creo que olvidaste que más tarde tendré pastel también.
Los ojos de Aislinn se abrieron como platos y luego apretó los parpados — es cierto… la comida con Cesar y su amigo — hizo un mohín — olvidé comprar las cosas para hacerla.
El miércoles anterior, le había dicho que tendríamos visitas para mi cumpleaños y se emocionó tanto, que dijo que haría una comida especial, pero debido a su empleo, sabía que terminaría olvidándolo y no me equivoqué.
—Me doy cuenta — la miré de soslayo, divertido.
—Pero no te preocupes, en la mañana voy a comprar las cosas, lo prometo — aseguró.
—Hoy es Lá Fhéile Pádraig — dije con seriedad — recuerda que hay que festejarlo también.
—Nunca lo olvido, ‘bebé’, compraré lo necesario para eso también, lo prometo — movió su mano y limpió la comisura de mis labios — la verdad, no me esperaba que te convirtieras en un hombre tan pronto — suspiró.
—Pareces triste, ¿qué ocurre?
—Nada — negó y sus ojos se llenaron de lágrimas — es solo que… me hubiera gustado que te quedaras chiquito y fueras siempre mi ‘bebé’…
Dejé el pastelito de lado y la abracé — siempre seré tu bebé — susurré — claro, hasta que te cases y tengas hijos — reí.
—Oh, vamos — negó — aun así, serás mi ‘bebé’ — aseguró — ahora, descansa — se alejó de mí — hoy es tu día y es mejor que estés bien, para cuando lleguen los chicos.
—Está bien.
Me recosté en la cama y ella me arropó, como cuando era más pequeño — duerme bien — dijo con suavidad y besó mi frente, antes de apagar la lámpara del buró.
—Tú también.
Mi hermana se alejó, pero antes de que saliera, la detuve.
—Aislinn…
—¿Sí? — preguntó en el marco de la puerta.
—Beannachtaí na Féile Pádraig ort! — le dije con emoción.
—¡Feliz día de San Patricio para ti también, bebé! — me lanzó un beso y salió de mi habitación.
Cuando todo quedé a oscuras, volví a sujetar el celular, era obvio que Cesar no me marcaría a esa hora, por lo que preferí dormir.
* * *
Aún me encontraba profundamente dormido, cuando mi celular timbró y lo contesté medio adormilado.
—¿Sí?
—“…¡Feliz cumpleaños, ‘banana’!...”
La voz me hizo incorporarme de inmediato — ¡Cesar! — dije su nombre sin poder ocultar mi emoción.
—“…¿Cómo amaneciste? Espero no haberte despertado…”
—Ah… bien, gracias y estoy bien, no te preocupes…
—“…Bien, porque llegaré en una hora más a tu casa…”
—¿Tan temprano? — pregunté confundido.
—“…Banan, son casi las doce…”
«¿En serio?» pensé aun sin creerlo y posé mi vista en el ventanal, se miraba más temprano debido a que estaba nublado e incluso, llovía ligeramente, pues las gotas golpeteaban el cristal con insistencia.
—¡Rayos! — dije en un susurro — olvidé poner la alarma — pasé la mano por mi cabello, haciendo hacia atrás, los mechones que tenía en el rostro, aunque regresaron a su posición inicial de inmediato.
—“…Si quieres, voy más tarde…” — ofreció con amabilidad.
—No, no te preocupes — negué — de seguro, Aislinn ya está despierta, pero como es mi cumpleaños, no me quiso molestar y no vino a levantarme.
—“…Bien, entonces, te veo en un rato, pasaré por tu pastel e iré a tu departamento de inmediato…”
—Te espero…
Apenas colgamos, me puse de pie y salí de mi habitación, en busca de mi hermana.
—¡Aislinn! — llamé al asomarme a la sala, pero todo estaba en silencio — ¡ay, no! — golpee mi frente con la mano — de seguro se quedó dormida también…
Corrí a la habitación de mi hermana y toqué un par de veces, pero no recibí respuesta, por lo que pensé que quizá estaba equivocado, así que abrí, pero el cabello rojizo de ella estaba robre su rostro, igual que siempre ocurría con el mío, cuando dormía.
—Aislinn… — dije con cansancio y me acerqué — Aislinn — repetí y me subí a su cama — despierta — pedí con suavidad, para no asustarla.
—Cinco minutos más, ‘bebé’ — se giró en la cama y me dio la espalda.
—Aislinn, ya es tarde — anuncié.
Ella se incorporó, entreabrió sus parpados y pareció fijar su vista en la ventana de su habitación — aún es temprano — dijo con pesadez y se recostó una vez más.
—Son casi las doce — mi voz sonó seria.
—¡¿Las doce?! — igual que yo se incorporó de un salto — ¡olvidé poner la alarma! — gritó y se bajó de la cama — tengo que ir a comprar las cosas para la comida — corrió hacia su guardarropa, sacando algunas prendas — no te preocupes, ‘bebé’ — sonrió nerviosamente — todo estará listo para cuando lleguen Cesar y tu amigo — dijo con seguridad.
—Cesar llegará en una hora.
—¡¿Qué cosa?! — su rostro se contorsionó — no, dile que venga más tarde, no, espera… mejor dile que… no le digas nada, voy y vuelvo de inmediato…
Vi como corrió al baño, con suma rapidez se cambió y se recogió el cabello, que aunque era rebelde como el mío, ella tenía sus trucos para arreglarlo en menos de tres minutos, volvió a la habitación, agarró su bolso y las llaves de su auto, antes de acercarse a mí.
—Vuelvo — dijo besando mi mejilla — entretén a los chicos mientras regreso, ¿de acuerdo?
—Sí, pero…
Ella salió corriendo y ni siquiera me dejó decirle que Demián llegaría más tarde.
—Bueno, supongo que ya se dará cuenta cuando vuelva — caminé a mi habitación, a buscar ropa, para bañarme — así como va, seguramente olvidará lo de San Patricio.
Hice un mohín; fui por mi celular para marcarle y recordárselo, pero al hacerlo, el sonido del celular de mi hermana se escuchó en su habitación. Colgué y entorné mis ojos.
—Se olvidó de su celular también — masajee mis sienes — en fin, no puedo hacer nada…
* * *
La tormenta se desató, los truenos y relámpagos eran el acompañamiento de la lluvia torrencial que había en el exterior; eso me preocupaba, pues mi hermana no había regresado y no quería que sufriera un accidente.
Casi a las dos, el timbre se escuchó; al abrir, Cesar estaba frente a mí, empapado, con unagran caja en manos, envuelta en plástico.
—Casi no llego — dijo con cansancio y me entregó el pastel, antes de sacudir su cabello y exprimir un poco su ropa.
—Parece que no te preparaste para la lluvia — me burlé.
—Te equivocas, si me preparé, de hecho, traía un paraguas — confesó — pero una señora estaba varada en una esquina, sin querer moverse para no mojarse más de lo que ya estaba y se lo di — se alzó de hombros — pero luego la lluvia se puso peor y me empapé — explicó al entrar a mi casa — por lo que los taxis no me quisieron recoger y tuve que esperar un autobús — prosiguió contándome su trayecto — aunque debido al clima, tardó mucho y obviamente me mojé aún más — suspiró — en fin, tienes algo que pueda ponerme, de lo contrario enfermaré.
—Solo mi ropa — respondí dejando el pastel en la mesa — puedes usarla si no te molesta que te quede algo ajustada.
No era mucha la diferencia de estatura, así que no era tanto problema en ese sentido, aunque él era ligeramente más robusto que yo, debido a la práctica de deporte, por eso no sabía si él se sentiría a gusto.
—No importa — negó — aunque también me gustaría que me permitieras bañarme — pidió mientras se quitaba sus zapatos, que producían ruidos extraños debido a la excesiva humedad — porque si me quedo mojado, aunque con ropa seca, de todos modos enfermaré y el entrenador me matará si no juego la próxima semana, antes de las vacaciones, como quedamos.
Reí — claro, puedes ducharte sin problema — caminé hacia mi recamara para buscar la ropa.
Mientras buscaba algo de ropa, Cesar llegó a mi habitación, la cual ya conocía.
—¿Y Aislinn? — preguntó con curiosidad.
—Salió — suspiré, pues seguía inquieto — igual que yo, se quedó dormida y cuando la desperté, dijo que iría a comprar las cosas que olvidó para la comida, espero regrese pronto.
—No debiste dejarla salir, el clima está horrible.
Me di media vuelta y le lancé una camiseta y un pantalón deportivo; él los sujetó con facilidad.
—No tienes que decírmelo — dije con molestia — pero ella no me dejó replicar, ni decir nada… además, también olvidó su celular — apreté mis parpados y me quedé en silencio.
No quería pensar en nada malo, tampoco quería evocar el accidente de mis padres, porque me preocuparía más.
—Tranquilo — la voz de Cesar me hizo levantar el rostro — ella estará bien — sonrió y me despeinó con cariño — y en cuanto vuelva, le ayudaremos a hacer la comida, ¿sí?
Me obligué a sonreír — sí, está bien…
—Ahora, voy a bañarme…
—De acuerdo, mientras lo haces, pondré tu ropa en la secadora — sentencié — ah, ten — le di mis sandalias y un par de pantuflas — para que no andes descalzo…
* * *
Cesar salió del baño con el conjunto que le había prestado, yo había puesto la secadora y seguramente en poco tiempo su ropa estaría lista; también, guardé el pastel en el refrigerador, coloqué la tetera en el fuego, para hacer té, mientras intentaba usar la secadora de cabello en sus zapatos, esperando que se les quitara algo de humedad.
—Lamento darte tantas molestias — dijo al sentarse en la mesa.
—No te preocupes, no es molestia, créeme — sonreí y dejé los zapatos de lado, para ir a servir el agua.
Regresé a la mesa con un par de tazas servidas y cada una, con unos sobres de té.
—¿Té verde? — preguntó al ver la pequeña etiqueta que sobresalía de la taza.
—Es ‘San Patricio’ — le guiñé un ojo — hoy, hay que pensar en verde…
Sonrió — cierto, si no usas algo verde, te golpean, ¿no?
—Te pellizcan — corregí — pero esa no es una tradición irlandesa en realidad, sino americana — expliqué — en el siglo XVIII, los que festejaban San Patricio en América, pensaban que si no vestías o portabas algo verde, los duendes te pellizcarían, pues solo usando ese color eras invisible para ellos — conté divertido.
—Sabes mucho de esas tradiciones — dijo antes de beber un sorbo, pero luego hizo un gesto de desagrado.
—No tiene azúcar — me burlé — sabes bien que en esta familia, el té no se endulza, solo el café…
—Pues en la mía sí — dijo con desagrado — así que me gustaría que me dieras un poco de azúcar o no me tomaré esto.
Entorné mis ojos y fui a la cocina por el recipiente del azúcar, llevándolo a la mesa — pero volviendo al tema — dije cuando se lo puse a un lado — no se mucho del tema, solo lo suficiente — suspiré — justo lo necesario para explicar mi ascendencia y mis rasgos.
—Sí, siempre dices eso — él endulzó su té — pero no cualquiera sabe irlandés y no creo que alguien que no viva en Irlanda lo sepa, aun con ascendencia también.
—Es un idioma sencillo — me alcé de hombros — solo es cuestión de practicarlo y con mi hermana, lo hago diario.
El silencio reinó, mientras ambos tomábamos el té; me sentía muy inquieto cerca de Cesar, pero debía disimularlo, como siempre.
—Banan…
Al decir mi nombre con tanta seriedad, me sobresaltó.
—¿Sí? — pregunté después de pasar el trago.
—Me alegra que no esté tu hermana en este momento — dijo sin mirarme a los ojos.
—¿Por qué?
—Porque quería hablar contigo… de hecho, desde hace mucho quería hablar contigo de algo importante — levantó el rostro y me sonrió — pero era necesario que cumplieras la mayoría de edad, para poder ser sincero contigo y que no solo me entendieras, sino que me creyeras…
Pasé saliva, mi corazón dio un vuelco y parpadee varias veces, especialmente al ver como él se ponía de pie y se movía de lugar, sentándose a mi lado.
—Banan…
Puso la mano sobre mi muñeca y ejerció algo de presión, consiguiendo que se me fuera el aliento.
—Cuando aún vivías al lado de mi casa, éramos muy cercanos, ¿recuerdas?
—Sí — asentí con nervios.
—Tú eras un niño — sonrió divertido — pero a pesar de nuestra diferencia de edad, que solo son tres años, nos llevábamos muy bien, así que podía ir a tu casa a jugar contigo — prosiguió con toda seriedad — aunque debo confesar que no iba a eso solamente… yo… tenía otra meta en mi mente, algo que no le dije a nadie, hasta que dejaste de vivir ahí.
Sentí que mi boca se secaba, ya que su manera de hablar, me estaba poniendo sumamente nervioso y por la ilusión de lo que imaginaba que me diría, me encontraba completamente emocionado.
—Ese último día, se lo dije a tu hermana…
—¿A Aislinn? — pregunté sorprendido.
—Sí… no quería que se fueran sin decírselo — sonrió — pero ella me dijo que yo solo era un niño…
—¿Un niño? — pregunté confundido; en ese entonces, Cesar estaba por cumplir 18 años, estaba en el último semestre de su preparatoria, porque él cursó una de tres años, con carreta técnica.
—Pues sí y lo sabía, sabía que ella me miraba como un niño, pero, en el corazón no se manda, ¿no lo crees?
No pude responder, me encontraba completamente confundido.
—Aunque lo más importante, era que ella se iba a hacer responsable de ti y… bueno… me dijo que lo pensara bien y que… cuando tú cumplieras la mayoría de edad, si todavía quería y tú dabas tu permiso, ella me daría la oportunidad que quería…
La sonrisa que puso era nerviosa, parecía estar ansioso por mi respuesta; yo sentí que el mundo se abría a mis pies, dándome cuenta de lo que me iba a pedir.
—Por eso, quiero pedirte permiso para cortejar formalmente a tu hermana y si todo sale bien, casarme con ella.
El dolor en mi pecho se hizo presente; quise pasar saliva, pero mi boca estaba completamente seca, aun así, me obligué a hablar, aunque mi voz era un hilillo que apenas se escuchó.
—¿Con Aislinn? — pregunté débilmente.
—Sí, con Aislinn — confirmó.
Respiré profundamente y acerqué lentamente la taza a mi boca, mientras trataba de sosegarme y evitar ponerme a llorar.
—Sé que no me he graduado aún — Cesar siguió hablando — pero me estoy esforzando, incluso ya tengo proyectado donde trabajaré en cuanto termine la universidad, porque ya solo me queda un año y mi semestre de prácticas, pero tú sabes que te aprecio mucho — dijo con ilusión — también sé que Aislinn te adora, eres más que su hermanito, eres su ‘bebé’ — su voz era sumamente amable — así que sé que ella no dejará de velar por ti, jamás, aún y que tú te independices y yo tampoco me pienso oponer a ello, pues lo que más quiero es ayudarla y ayudarte — puso la mano en mi hombro — por eso me preocupo por ti, por cómo vas en la escuela y todo lo demás, porque también te veo como mi hermanito.
Dejé la taza en el pequeño plato sobre la mesa y sonreí tristemente «era por eso…» mi mente empezó a decirme que me había hecho ilusiones por nada.
—Pero no me gusta que ella siga en su trabajo de fin de semana — confesó — así que, me pondré a trabajar pronto, dejaré el equipo y ocuparé ese tiempo en otras cosas, para poder ayudarlos a ambos — señaló — de hecho, esta próxima semana es mi último juego, el entrenador no quería que me saliera, pero ya tengo mis planes y no me iba a echar para atrás.
—¿Por eso terminaste con Esmeralda? — pregunté sin apartar la vista del líquido caliente que aún había en mi taza.
—Sí… te lo expliqué hace días, ella no me interesaba, si acepté fue porque me sentí presionado, pero no me interesaba en lo más mínimo — aseguró — incluso se lo comenté a tu hermana.
Ladee el rostro y lo miré con seriedad — Aislinn… ¿lo sabía?
—Por supuesto — asintió — hablo con ella casi todas las noches, especialmente estas últimas fechas, pues desde que empezó el año, le dije que aún no me había dado por vencido y quería que me diera esa oportunidad que me prometió, para cuando tu cumplieras la mayoría de edad.
Apreté la mandíbula; tenía unos enormes deseos de llorar, pero no debía hacerlo, así que me quedé en silencio unos minutos, hasta que escuché la voz de Cesar, llamándome con ansiedad.
—Banan — dijo mi nombre con nervios y ejerció presión en mi muñeca — ¿qué me dices?
Miré su mano y luego busque su rostro — yo no creo que pueda responderte…
—¡¿Por qué?! — preguntó con susto — te juro que amo a tu hermana, que jamás la lastimaré y que la apoyaré en todo lo que ella quiera, obvio que tampoco quiero que tu quedes desamparado ni nada, pero…
—No es por eso — negué y forcé una sonrisa — lo que quiero decir es que yo no puedo decir nada — repetí — si Aislinn te ama y tú a ella, es algo que debe ser entre ustedes, yo no soy quien para decir si sí o si no pueden tener una relación — bebí un poco más de té y suspiré — si ella te acepta, yo lo haré también, no tengas duda de ello — aseguré.
Cesar sonrió emocionado y me abrazó — ¡gracias, ‘banana’!
Tuve el impulso de aferrarme a él, de desahogarme y llorar contra su hombro, pero era mejor olvidar eso; si lo hacía, podía arruinar ese sentimiento que él tenía por mi hermana y quizá, manchar el que ella tenía por él también.
En ese momento, el sonido de la puerta se escuchó.
—¡Volví! — la voz de Aislinn se escuchó en el departamento.
Cesar se alejó de mí, para ir a recibirla y yo, me di cuenta que era la última vez que lo iba a abrazar de esa manera.
«Adiós, Cesar, aunque fuiste mi primer amor, ahora sé que nunca fuiste para mí…» pensé con tristeza y limpié con rapidez, las lágrimas que se agolparon en mis ojos, para que no me delataran.
—Hola, ‘princesa’ — saludó él con galantería — adivina…
—¿Qué? — preguntó ella confundida.
—Tu hermanito ya me dio permiso de cortejarte.
—¡¿Le dijiste?! — mi hermana puso un gesto de susto — te dije que se lo diríamos juntos — reprochó haciendo un mohín.
En ese momento, mientras ellos discutían a manera de juego, me di cuenta que había sido un idiota, cegado por una falsa ilusión, pues era obvio que ellos se querían, pero debido a mi interés por él, no me había querido dar cuenta antes. Su cariño y preocupación por mí, era solo por el amor que le tenía a mi hermana; yo solo era el ‘hermanito’ de la chica que le gustaba y por quedar bien, era que se portaba de manera tan solícita conmigo.
«Solo era por compromiso…» me repetí mentalmente, intentando grabar en mi cerebro y corazón que no había nada especial entre él y yo, jamás lo hubo y nunca lo habría, pues él amaba a Aislinn.
—¡Banan! — el grito de mi hermana me sobresaltó.
—¡¿Sí?! — respondí de inmediato, poniéndome de pie.
—¿Por qué no me respondes, ‘bebé’? — preguntó preocupada y se acercó a mí — ¿te sientes mal?
—No — sonreí — solo que aún estoy sorprendido, Cesar me habló de una manera muy seria y formal que me asustó — bromee.
—Yo quería decírtelo mañana — confesó — hoy es tu cumpleaños y es tu día especial, no es para estar formalizando nada — reprochó para mi amigo.
—Vamos, ‘princesa’, estuve esperando mucho tiempo para poder decirlo, no podía aguantarme más — se excusó.
—Aun así, te dije que esperaras…
—Está bien, no lo regañes — negué — es obvio que un hombre enamorado no puede esperar mucho y por lo que me dijo, tu sí que lo has hecho sufrir — la miré de forma acusadora.
—No te pongas de su parte — Aislinn colocó su frente contra la mía — iba a esperar, pues no quería que pensaras que te ibas a quedar solito, solo porque yo tuviera una pareja de verdad.
—Sé que nunca estaré solo — hablé con toda la seguridad que podía, porque quería creerlo.
—Ahora que ya todo quedó arreglado y que ya no hay secretos — Cesar se acercó y abrazó a mi hermana, consiguiendo que una punzada se hiciera presente en mi pecho — es hora de hacer la comida, ¿no lo creen?
—Sí, traje para preparar un banquete — Aislinn se giró y besó los labios de Cesar, por lo que sentí un nudo en mi garganta.
Ellos caminaron a la cocina, pero yo no quería presenciar eso, aunque era obvio que debía hacerlo; ambos sacaron de las bolsas, las cosas que mi hermana había comprado y las pusieron sobre la mesa. Mientras mis ojos repasaban todo, tratando de buscar algo en qué entretenerme para no verlos, me di cuenta de que faltaba algo.
—Aislinn, ¿no trajiste lo de San Patricio? — pregunté, al ver que faltaba lo que siempre se compraba para ese día.
—Lo de… ¡ay no! — dio unos golpecitos en su frente — ¡se me olvidó!
—Creí que nunca lo olvidabas — reproché en broma.
—Iré en este momento…
—No — negué — yo voy — me puse de pie.
—Pero es tu cumpleaños, no deberías ir tú — dijo con seriedad.
—No te preocupes, además, tu eres la que hará la comida y Cesar dijo que te ayudaría — le guiñé un ojo — prefiero ir a comprar, en vez de hacer mi propia comida de cumpleaños, eso es peor.
Ellos rieron.
—De acuerdo, pero ten cuidado, sigue lloviendo y tú no tienes licencia de manejo aún.
—El supermercado no está tan lejos, me llevaré el paraguas y si es necesario, tomaré un taxi.
—Está bien, toma — mi hermana me dio algo de dinero y me besó la frente — Slán leat.
—Slán go fóill — me despedí.
Caminé hacia la salida del departamento, agarré el paraguas y antes de cerrar la puerta, les dediqué una última mirada; ellos eran felices juntos, era obvio que yo salía sobrando, aunque ellos no me lo dijeran.
* * *
Bajé por el pequeño elevador, pues aunque nuestro edificio no era muy lujoso, debido a que había varios pisos, era necesario. Al llegar a la planta baja, dejé al lado del elevador el paraguas, caminé a la salida y al llegar a la acera, cuando la lluvia mojó mi rostro, empecé a llorar.
Me hice a un lado, me senté en los escalones del acceso y lloré con sentimiento, mientras la lluvia me empapaba. Tenía que empezar a ponerme nuevas prioridades, quizá, buscar irme lo más pronto posible de la ciudad; sabía que algunas prácticas de la universidad se hacían en poblaciones alejadas, claro que quizá mi carrera no tenía esa opción y aunque faltaban varios semestres para las prácticas, buscaría la manera de irme. No quería quedarme, no quería arruinar la felicidad de mi hermana por culpa de un sentimiento que me lastimaba incluso a mí, pues en el fondo, desde mucho tiempo atrás, yo sabía que era algo imposible.
Seguí llorando, ahogando mis sollozos y gritos, hasta que dejé de sentir la lluvia sobre mi, aunque escuchaba el golpeteo constante de las gotas de agua, a chocar no solo contra la banqueta sino contra algo más sobre mí.
—¿Cuánto más seguirás ahí?
Levanté mi rostro al reconocer la voz. Demian estaba a mi lado, inclinado, con una sombrilla en mano. Sus ojos grises me miraban con algo de condescendencia; pasé la mano por mi rostro, tratando de quitar algo de humedad, pero era imposible, pues mi cabello estaba empapado y las gotas resbalaban por mi piel, igual que mis lágrimas por mis mejillas.
—Ven… — me ofreció la mano para ayudarme a incorporarme.
Titubee por un momento, pero al final, acepté; él me ayudó a levantarme y cuando estuve completamente de pie, me abrazó. La tibieza de su cuerpo y la manera en que sus brazos me envolvieron, consiguió que me rompiera de nuevo; me aferré a su ropa y empecé a llorar una vez más, con más sentimiento.
—Parece que ya te lo dijo — musitó contra mi cabello — lo siento…
Levanté mi rostro — lo… ¿lo sabías? — pregunté en un murmullo.
—Sí — asintió — así como sabía que tú lo quieres…
—¿Te diste… cuenta?
—Solo un ciego no se daría cuenta de lo que sientes, Banan — sonrió con tristeza — un ciego como Cesar — especificó — pero no se te puede culpar, el amor es así, a veces uno se enamora de alguien que no le corresponde — acarició mis mejillas con suavidad — pero no puedes hundirte por eso — negó — tienes que enfrentarlo.
—¿Cómo?
—De las únicas dos maneras posibles — buscó mi mirada — tratar de alcanzarlo, esforzándote hasta que no tengas más fuerzas y hayas agotado todas las posibilidades o renunciar, dar vuelta a la página y seguir adelante, sin derrumbarte y sin permitirte sufrir más, porque eso solo te desgastará a ti.
Recargué mi frente contra su pecho y apreté el agarre que tenía en su ropa — tengo que dar vuelta a la página — dije con debilidad — pero no creo que sea fácil… me duele — confesé —tarde o temprano me derrumbaré frente a ellos… no soy tan fuerte…
—No digas eso — su mano acarició mi cabello — sé que eres fuerte, pero si no lo crees, entonces, apóyate en mí, déjame ser tu soporte…
Sus palabras me confundieron — ¿por qué? — pregunté levantando el rostro, buscando su mirada, no lo entendía.
—Creo que eres igual de ciego que Cesar — sonrió — ¿realmente no te has dado cuenta? — preguntó con seriedad — o es que no quieres aceptarlo, porque no soy él.
Su mirada fija en mí, me hizo estremecer. En el fondo de mi corazón lo sabía; entendía sus indirectas, su manera de tratarme, su mirada y su actitud; el porqué de su interés en acercarse a mí y de su esfuerzo porque lo aceptara de manera especial, como lo hacía con Cesar.
Pero aunque Demian me parecía una persona extraña y al principio no lo soportaba, había aceptado que en el fondo, me parecía sumamente lindo; quizá, porque a últimas fechas empecé a verlo diferente, dejando de lado la barrera que yo mismo me imponía, por solo tener ojos para Cesar. Demian era agradable, amable, un tanto más efusivo que Cesar, pero tenía su lado dulce y sumamente agradable; más eso no me decía si en serio estaba interesado en él como pareja o solo se me hacía interesante de manera superficial.
—Yo… es que… no sé si estoy listo — confesé — durante años, admiré y evoqué mis sentimientos en Cesar, era mi primer amor… un amor imposible — admití — pero, aun así… no quisiera confundirme más y… no quisiera que por mi culpa, tú…
El dedo índice de Demian se colocó en mis labios, callando mis palabras — no tienes que decirme nada — sonrió débilmente — desde que te conocí el semestre pasado, decidí esforzarme hasta que me quedara sin fuerzas y agotar todas mis posibilidades contigo — confesó — pero no lo había hecho en serio, porque sabía que te gustaba Cesar y no tenías ojos para nadie más — suspiró — por eso me acerqué a ti ahora, ya que sabía que te darías cuenta que él quería a otra persona y quizá, de esa manera, tendría oportunidad de que me notaras…
Ese era un lado que jamás imaginé que ese chico tuviera.
—Eres muy amable — suspiré — de verdad, quisiera poder enamorarme de ti pero no sé si…
—No te pido amor en este momento — me interrumpió — solo te pido que me des la oportunidad de intentar llegar a tu corazón — pidió con seriedad — tú no tienes que hacer mucho, solo no pongas una barrera para que no logre alcanzarte, por favor — su voz tenía un tinte de ansiedad — dame la oportunidad de poder esforzarme completamente y en caso de que no lo logre o de que otra persona consiga llegar a ti antes que yo, te prometo que no te molestaré más.
Dudé. Sabía que él se merecía más de lo que yo podía darle en ese momento, pero no podía estar seguro si lograría enamorarme de él o no. Solo que, la moneda estaba en el aire y lo único que él me pedía era que no lo rechazara sin un verdadero motivo, y debía admitir que no exigía mucho en realidad.
—Supongo que sí, puedo hacerlo — asentí.
Demian sonrió y su mano libre se movió, hasta colocarse en mi mentón y levantar mi rostro — gracias…
Sentí que mis mejillas ardían, pues creí que me besaría, pero no fue lo que esperaba; me besó, sí, pero en la frente. Un toque tibio, sencillo y con sumo recato.
—Creo que debemos volver a tu casa — anunció.
—Ah, no — suspiré — se suponía que iría a comprar unas cosas en el supermercado.
—¿Con este clima? — preguntó escéptico.
—Es que a mi hermana se le olvidaron unas cosas importantes y debo ir por ellas — me alcé de hombros.
—Ya veo — musitó — siendo así, yo te llevo — se movió y me abrazó, pegándome a su cuerpo — así tardaremos menos en volver.
—Pero el supermercado está para el otro lado — señalé hacia atrás.
—Sí, pero mi auto está allá — señaló al otro lado con un ademan de su rostro.
—¿Tienes auto? — pregunté asombrado, ya que siempre tomaba el camión, junto con Cesar.
—Sí, pero no lo uso normalmente a pesar de tener mi licencia, manejar es una gran responsabilidad que prefiero no tener o en su defecto, delegar, como hoy…
—¿Delegar…?
* * *
Menos de una hora después, Demian y yo regresamos al edificio y subimos con las bolsas del supermercado. Eran varias bolsas, que contenían unas velas verdes, una bolsa con chocolates en forma de moneda y envueltas en papel dorado, unas pegatinas con forma de trébol y varias frutas de color verde, entre las cuales iban manzanas, peras, uvas, limones, kiwis y tunas.
Al entrar al departamento, Aislinn y Cesar se apartaron, pues se estaban besando; yo me quedé en silencio, mientras ellos sonreían nerviosos. Demian se adelantó, caminando a la mesa y yo suspiré; debía ser fuerte.
La comida ya estaba lista, pero yo me fui a dar un baño rápido con agua tibia, porque mi ropa estaba húmeda y mi piel fría. Al salir, la mesa estaba servida, la música irlandesa a todo volumen, las velas y pegatinas puestas en la sala y el comedor, una pequeña olla negra con todos los chocolates hacía la vez de centro de mesa y el pastel le hacía compañía. Antes de tomar asiento, mi hermana me colocó un pequeño trébol de cuatro hojas en mi pecho, justo donde latía mi corazón; era un prendedor de oro que era una especie de reliquia familiar.
—Éirinn go Brach — dijo con una sonrisa y me abrazó.
—Éirinn go Brach — repetí con algo de añoranza.
Ese pequeño objeto era importante, porque era como una promesa en nuestra familia; quizá si me esforzaba lo suficiente, algún día podría ir a conocer Irlanda, como era el sueño de mi padre.
Después de comer, los tres me cantaron las mañanitas, soplé una vela sin pedir un deseo y comencé a repartir el pastel que, como Cesar pidió, era un pastel arcoíris. Pero me sorprendió lo que mi hermana llevó mientras estaba colocando las rebanadas en los platos.
—A ver, ‘leipreachán’ — sonrió y me puso un enorme tarro, lleno de un líquido verde — es hora de que te bauticemos como un verdadero irlandés — me guiñó el ojo y entregó los otros dos a nuestros compañeros, mientras que ella se quedaba con el último.
—¿Qué… quieres decir? — pregunté nervioso.
—¡Vamos, ‘bebé!’ — rió y señaló el tarro — bien sabes para qué son las frutas — dijo con obviedad, pues yo sabía que año con año se preparaba un jugo especial, con algo de vino — el alcohol ya lo tenía preparado desde hace días y ahora ya eres mayor, así que puedes y tienes que beber.
Me estremecí.
Jamás había bebido en mi vida y no sabía lo que podría acarrear esa situación, especialmente por lo que había ocurrido ese día. Sabía que todos los ebrios podían llegar a decir tonterías y después arrepentirse de ello, por eso tenía miedo; si decía algo impropio, podría arruinar la felicidad de mi hermana y no quería eso.
—No creo que esté preparado — negué.
—Anda, ‘banana’, nada malo va a pasar — Cesar sonrió.
—Todos hemos bebido antes y también sabemos lo que es estar ebrio — Demian me miró con diversión — no te preocupes, sabremos comprenderte.
—Pero… es que… yo no…
Aislinn suspiró, me sujetó de la mano y sonrió con dulzura — ‘bebé’, es la tradición — dijo con emoción — sabes que esto es lo que nos convierte en mayores… no te pido que te lo acabes, solo bebe un poco, por papá…
Respiré profundamente, me había convencido — de acuerdo, por papá.
Sujeté el tarro con toda la determinación que podía y lo levanté.
—Sláinte! — dije con voz firme y empecé a tomarme todo el líquido, tratando de hacerlo de un solo golpe.
* * *
Me removí con pesadez, me sentía cansado, mis parpados apenas se abrieron y los volví a cerrar, pues la luz me molestaba; me dolía la cabeza y pasé la mano por mi cabello, que lo traía como siempre, revuelto y sobre mi rostro.
—Buenos días…
La voz varonil me hizo abrir los ojos de inmediato; Demian estaba recostado a mi lado y yo tenía mi cabeza sobre su hombro.
Me incorporé de un salto y lo observé con terror, mientras él me sonreía de manera divertida.
—¿Qué…? ¿Qué pasó? — pregunté con nervios, pues aunque él traía su ropa, ésta estaba desarreglada y yo solo vestía mi bóxer.
Demian pasó la mano por su cabello castaño, haciéndolo para atrás y negó — nada, no te preocupes…
—¿De…? ¿De verdad?
—Sí — asintió — ¿crees que me iba a aprovechar de que te pusiste ebrio con el licor y el pastel?, que debo confesar, lo pedimos envinado…
—¡¿Qué?! — pasé la mano por mi cabeza, porque debido a mi propio grito me punzó.
—Sí, lo pedimos así, porque tu hermana le dijo a Cesar que fuera de esa manera — se burló — los irlandeses sí que se toman en serio eso de festejar, ¿eh?
—No recuerdo… ¿qué…? — mi mente estaba borrosa — después del segundo tarro y la rebanada de pastel… no recuerdo…
—Sí, después de eso, te tomaste otros dos tarros más, comiste chocolate, bailaste conmigo, bastante animado por cierto — especificó — después de eso vomitaste en la sala — rió y yo sentí que mis mejillas ardían — te pusiste necio y no pudimos evitar que volvieras a tomar un par de tarros más y comer otra rebanada de pastel, bueno, intentar — corrigió — porque solo la desmoronaste con tus manos y me embarraste la mayor parte, no solo del merengue y relleno, sino del pan también — señaló su camisa que tenía manchas de colores.
—No puede ser… — pasé las manos por mis rostros — Aislinn va a matarme…
—No te preocupes, tu hermana estaba también algo ebria, así que te animaba para que siguieras — suspiró — hasta que Cesar le recordó que podías tener una intoxicación por tanto alcohol, fue que decidió que debías parar, pero tú te pusiste aún más necio, diciendo que eras mayor de edad y podías hacer lo que quisieras — contó — incluso, besarme.
—¡¿Te besé?! — pregunté con terror, no porque me desagradara la idea, sino porque no lo podía recordar.
—No — negó — pero no dejaste de intentarlo, gritando a todo pulmón, “¡bésame, soy irlandés!”, claro que en ese idioma — especificó — por lo que te prometí un beso si te ibas a dormir a tu habitación, aunque al llegar aquí, te desnudaste y me lanzaste contra la cama, te subiste sobre mi diciendo que querías que calmara tus ansias de sexo y que deseabas probar algo que te llenara de verdad — sonrió — solo que antes de cualquier cosa, te quedaste dormido.
Puse mis manos en mi rostro y ahogue un gemido, era demasiado vergonzoso — lo siento… — dije entre dientes.
Demian me abrazó — está bien, no pasó nada, te lo aseguro — repitió con seriedad — y aunque hubieses insistido, yo no lo hubiera aceptado.
—¿Por qué? — pregunté con debilidad, sin poder creerlo del todo.
—Porque no quiero que eso sea solo por un simple arrebato, causado por el alcohol — besó mi cabello — de verdad siento algo muy especial por ti, Banan, y no pienso arruinarlo antes de empezar a conquistarte seriamente.
Mordí mi labio, esas palabras me habían gustado.
—Bueno, es hora de que me vaya, seguramente me están esperando abajo — anunció — tu hermana y Cesar pasaron la noche juntos y, creo que ellos sí tuvieron algo de acción — me guiñó un ojo y yo sentí que mi rostro ardía — así que déjalos descansar un poco más, ¿de acuerdo?
—Sí — asentí nerviosamente — deja me pongo algo de ropa y te acompaño.
—No, no es necesario — negó y se puso de pie, agarrando la chaqueta que portaba el día anterior y colocándosela con rapidez — tú también necesitas descansar, además, yo ya sé el camino — se inclinó y besó mi frente — Chífidh mé ar ball thú, Breagha!
Me sorprendieron sus palabras y antes de que se alejara lo sujeté de la solapa de su chaqueta, fijando mi mirada en su rostro.
—¿Qué dijiste? — pregunté a media voz.
—Chífidh mé ar ball thú, Breagha! — repitió con diversión.
—¿Cómo es que…?
—No solo investigué tu nombre, también algunas cosas de ese idioma tan ‘curioso’ que en ocasiones usas, para que nadie entienda lo que dices — me guiñó el ojo — cuando algo o alguien me interesa, realmente me empleo a fondo — sujetó mi mano con delicadeza y la acercó a sus labios, besando el dorso con lentitud — pero, mantengámoslo en secreto, así, Cesar no sabrá que sí te entendía en esas pocas ocasiones, cuando él no podía.
Sentí que mi rostro ardía pero no pude decir nada más, él se alejó y salió de mi habitación, mientras yo me dejé caer en el colchón, respirando con agitación; había sentido una especie de revoloteo en mi estómago y no era porque quisiera vomitar, era algo diferente y sumamente agradable.
En poco tiempo, Demian me había demostrado que era un chico completamente diferente a lo que yo imaginaba y no solo eso, sino que se notaba completamente interesado en mí, algo que poco a poco estaba consiguiendo que me rindiera ante él.
Sabía que Cesar había sido mi primer amor, pero quizá, como la gran mayoría, era un amor idealizado, aunque debido a ello, no me había permitido encontrar a alguien con quien de verdad tuviera una oportunidad seria y era posible que lo hubiese tenido cerca todo el tiempo, sin querer darme cuenta.
Demian era muy diferente a Cesar, pero eso no era malo, al contrario.
—Realmente es… lindo…
Suspiré me giré recostándome sobre el lugar que él había ocupado antes, dándome cuenta que el olor a su perfume había quedado impregnado en mis sábanas.
—No apresuraré las cosas — musité, acariciando las telas con mis manos — pero eso no quita que ya tenga a alguien mejor para fantasear.
* * *
Mis palabras y gemidos se ahogaban contra la almohada de mi cama, estaba por llegar al orgasmo y no solo necesitaba hacerlo, realmente lo deseaba. Apreté con mi mano libre la almohada que estaba bajo mi rostro, a la par que mordía a tela con fuerza, evitando gritar; mi sexo se rozaba contra la sabana y debido a mis movimientos desesperados, la fricción contra mi sensible piel hacía que me escociera, pero el placer que sentía era inmenso.
No tardé mucho tiempo en realidad. Llegué al clímax, cuando mi mano derecha empujó el pequeño dildo con el que me estaba autosatisfaciendo y a mi mente llegó la imagen de ese que me robaba no solo el aliento, sino mis sueños. Empapé la sábana con mi semen mientras mis ojos liberaban algunas lágrimas de placer y mis labios repetían su nombre; mi cuerpo se estremecía y contraía, apresando ese objeto plástico en mi interior.
Lentamente, mi cuerpo se relajó y quedé tendido contra mi cama; después de ese momento de placer efímero, llegaba la culpa y aun así, no aprendía de mis estúpidos errores pues hacía esa práctica varias veces al día. Masturbarme se había convertido casi en una droga que necesitaba constantemente y no podía dejarla, porque la necesitaba para poder quitarme el estrés y hasta para poder concentrarme en mi escuela.
—Soy un idiota — digo en un murmullo, mientras me muevo con lentitud, para alejar el dildo de mi cuerpo.
Tenía que ir a limpiarlo para guardarlo en su lugar, asearme yo y cambiar las sábanas; al menos había otra ropa de cama lista para ser usada ese día.
* * *
Después de asearme, limpiar, lavar y guardar mi juguete, además de cambiar las mantas, regreso a mi escritorio, moviendo el ‘mouse’ de mi computadora, desbloqueándola y siguiendo con mi tarea; al momento en que abro el navegador, un mensaje aparece y siento que mi corazón da un vuelco.
«¡Cesar!»
El aliento se me va por un segundo y respiro con agitación; en el fondo, me da miedo que él me descubra y por infantil que suene, a veces pienso que puede leer mis intenciones, aunque sé que no es así.
Paso la mano por mi cabello y respiro profundo para calmarme, antes de responderle, pues solo me está preguntando sobre mis trabajos y exámenes, pues a pesar de que él es tres años mayor y de que va cuatro semestres por encima de mí, siempre está al tanto de mis cosas; así que me pongo a teclear para responderle.
Después de hablar de la universidad, se pone a tontear, haciéndome reír con sus locuras, para finalmente, preguntarme si quiero salir el día siguiente, domingo, con sus compañeros de fútbol americano, ya que tienen pensado ir al cine.
Tardo en responder y él especifica que posiblemente, también irá su novia y eso me deprime más.
Quiero ir, porque quiero verlo, pero a la vez, no quiero presenciar la interacción que tiene con esa chica que ahora es su novia; me duele verlo con ella, me duele cuando lo abraza, lo besa y le dice cosas cursis, ya que, aunque Cesar no es tan efusivo, que seguramente las corresponde de alguna manera en otro momento y últimamente, me cuesta mucho trabajo no denotar mi incomodidad y tristeza, de saberlo completamente ajeno.
—No, no tengo tiempo — finalmente respondí, tecleando con rapidez — tengo que terminar mis trabajos, no le he avanzado lo suficiente.
—“…Anda, ‘banana’, sé que te gustará la película y necesitas distraerte un poco, además, no debes enfrascarte tanto en la escuela, apenas estás en segundo semestre…”
Sonrío de lado, el apodo de ‘banana’ me lo ha dicho desde que yo estaba en primaria debido a mi nombre y es al único a quien se lo permito; de igual manera, si alguien más intenta decírmelo, él se molesta y se lo prohíbe. En realidad, me gusta que sea así, pues siento que es algo único entre nosotros, además es en esas pocas ocasiones que lo veo algo posesivo conmigo y me gusta, realmente me encanta imaginar tonterías por eso.
Aun así, no puedo aceptar.
—Lo siento, pero no puedo, sabes que muchos de tus compañeros de equipo no son muy amistosos conmigo y Demian es especialmente pesado — acuso, pues ese chico siempre se ha portado muy raro cuando yo estoy cerca.
—“…Oh, vamos, no te dirán nada, en serio, y no le hagas caso a Demian, le ‘falta un tornillo’, solo ignóralo, así puedes acompañarnos…”
«¡¿Por qué lo haces tan difícil?!» me pregunto con cansancio; es complicado negarme a sus invitaciones.
—No, no puedo, en serio…
—“…Bien, si no puedes ir mañana, ¿qué tal si vamos entre semana, después de clases?, así no irán mis compañeros de equipo, ni Demian…”
—No creo que sea bueno, ¿qué dirá tu novia? — pregunto con molestia, pero era más que nada por educación.
—“…Puedo decirle a ‘Esme’ que nos acompañe…”
Aprieto los puños ante el apelativo de su pareja «tampoco quiero verla a ella…» sentencio en mi mente y hago un mohín, agradeciendo que no estemos hablando con la webcam encendida.
—Déjame ver cómo ando en las tareas y te digo, ¿de acuerdo?
—“…Está bien, bueno, me voy, tengo cosas que hacer en casa, mi madre quiere que le ayude un poco en el patio…”
—Está bien, salúdamela.
—“…De tu parte…”
Después de eso, él se desconecta y recargo mi cabeza sobre mis brazos.
—Ojalá siguiera siendo tu vecino — digo con añoranza, pues tiempo atrás, vivía al lado de su casa y diariamente podía verlo, pues aunque yo era menor, él a veces se ponía a jugar conmigo e iba a mi casa.
Desde que Cesar entro a secundaria, había empezado a practicar deporte y a mitad de la misma, pude apreciar el principio de su fascinante cambio de la pubertad, pues estuve cerca de él, pero después ya no compartimos tiempo, juntos; aunque en el fondo lo agradecía, pues quizá no hubiese podido ocultar tanto mi interés por él. Últimamente, cada que lo miraba, no podía dejar de pensar en cómo sería estar bajo su cuerpo atlético, entre sus brazos, sintiendo las caricias de sus manos toscas y perdiéndome en sus ojos miel, antes de entregarme por completo a él.
Pero era imposible, pues ya ni siquiera podía visitarlo con frecuencia.
—Lástima — suspiro.
Dudo por un instante, sé que debo seguir con mi tarea, pero en ese momento, no me siento bien, así que prefiero dormir un rato, antes de preparar la cena.
* * *
A las ocho y media, la cena ya está lista y el teléfono del departamento se escucha; me imagino que es mi hermana, así que apresuro mi andar y respondo.
—¿Sí?
—“…‘Bebé’, lo siento, pero llegaré tarde, me salió un trabajo de última hora…”
«Cómo siempre en fin de semana…» pienso con tristeza — ¿quieres que te espere, Aislinn?
—“…No, no sé a qué hora llegaré, cena y descansa…”
Mientras escuchaba sus palabras, mis labios se movieron, repitiéndolas sin que un solo sonido saliera de mi boca, pues era lo que me decía siempre y ya me sabía de memoria esa frase.
—Está bien, cuídate — digo con algo de ansiedad, temiendo sinceramente por su integridad.
—“…No te preocupes, te quiero, ‘slán agat’…”
—‘Slán leat’ — me despido y finalmente cuelgo.
Doy media vuelta y camino a la cocina, sirviéndome un plato de estofado y yendo al pequeño comedor, sentándome y comiendo en silencio, mientras mis ojos se posan en el pequeño marco de retrato, con la foto de mi familia, que está en medio de la mesa, que es lo único que me acompaña normalmente en mis comidas.
—Nunca imaginé que terminaría tan solo — suspiro y sigo masticando con lentitud, pensando en mi vida, como siempre.
Mis padres habían fallecido en un accidente cuando yo estaba en el último año de la secundaria, así que mi hermana, en ese entonces, estudiante universitaria, se tuvo que hacer cargo de mí, aunque no fue sencillo.
Mi padre era hijo de inmigrantes irlandeses y sus genes eran tan fuertes, que a pesar de que mi madre era de cabello negro como la noche, tanto mi hermana como yo, nacimos con el cabello rojizo y piel clara; claro que mi madre también tenía una belleza exuberante, pues era una hermosa morena, de labios seductores, cuerpo de tentación, mirada cautivadora y voz dulce, características que le heredó a mi hermana. Por todo eso, tanto ella como yo, tenemos nombres irlandeses y mi padre, a pesar de no haber nacido allá, sabía el idioma y nos lo inculcó de pequeños.
Cuando nos quedamos solos, porque nuestra familia cercana nos dio la espalda, mi hermana vendió la casa, ya que no podía pagar unas deudas, incluyendo el funeral de nuestros padres y finalmente, se metió a trabajar, para poder mantenerme y que ambos siguiéramos estudiando, ella la universidad y yo, la secundaria. Lamentablemente, cualquier empleo que encontró los primeros meses no era suficiente, menos si no contaba con un título y esa fue la razón por la que una de sus compañeras de la facultad, la recomendó para ser edecán y en poco tiempo, pasó a ser algo más.
Aislinn empezó a trabajar de acompañante, yendo a eventos con hombres acaudalados que pagaban por su compañía y con una sola salida, podía costear los gastos de casi todo un mes, así que realmente era el empleo más remunerable que podía tener. Aun así, las murmuraciones empezaron, pero ella me decía que no hacía nada más y que no había llegado a prostituirse como sus compañeras; solo bebía unas copas, acompañaba a eventos sociales de renombre o a reuniones con otras personas, como si fuese una muñequita de ‘colección’, nada más y por su físico exótico, debido a nuestra ascendencia, los hombres la solicitaban con mucho interés en su empleo.
Ella insistía que nunca había tenido sexo con ninguno de sus clientes, pero aunque lo hubiese hecho, yo no tenía nada que reprocharle; sabía que no le había quedado de otra y ahora, aunque tenía otro empleo, seguía haciendo trabajo de acompañante los fines de semana, porque dejaba más dinero que el otro.
Algunas veces llegué a conocer a algunos de los que salían con ella, uno de ellos se notaba sumamente interesado y también era un hombre joven; cuando lo vi, dudé de que la contrataba solo como acompañante, pues era obvio que ese hombre quería algo más, pero ella me juró por la memoria de mis padres, que no había hecho nada de qué avergonzarse.
Por eso le creía.
Mis padres nos amaban a ambos tanto, que siempre éramos lo primordial en su vida; sabía que de no haber sido por ese accidente, mi hermana no hubiese terminado en ese empleo y posiblemente, todo sería mejor para nosotros, pero no fue así. Por eso, estaba seguro de que hiciera lo que hiciera ella, mis padres no la juzgarían tan duramente como ella podía imaginar, pues eran unas personas sumamente comprensivas y de mente abierta.
—Por eso nunca les oculté nada — dije con tristeza, ya que, antes de que murieran, les había confesado que me gustaban los chicos y aunque les parecía que era muy pequeño, me apoyaron y dijeron que no tenía nada de malo.
Por eso mi hermana sabía también que yo era gay, pero no que suspiraba por Cesar; aunque le aclaré que no tenía nada que ver con ningún chico, pues no había uno adecuado para mí. Solo que en una ocasión, cuando apenas había cumplido mis diecisiete y cursaba el cuarto y último semestre de la preparatoria de dos años que llevé, Aislinn me encontró masturbándome y aunque para mi había sido una experiencia sumamente vergonzosa, ella lo tomó como algo natural, pero decidió comprarme cosas para calmar mis ansias, que no sucumbiera a mis deseos y terminara arrepintiéndome de hacer algo indebido. Esa era la razón de que tuviera juguetes sexuales a pesar de no ser mayor de edad.
Terminé mi cena y lavé los trastes que había usado, pues no me gustaba dejar cosas sucias, para no darle más trabajo a mi hermana.
Al volver mi habitación, caminé directamente a mi escritorio para seguir con mis tareas, colocándome los audífonos, pero apenas entré a una de mis redes, la llamada entrante de Cesar me sorprende. Respondo de manera automática y en cuanto la cámara web aparece, él sonríe.
—Hola, ‘banana’.
Paso saliva y mis labios se abren, aunque nada puedo decir.
—Mmm, creo que esto tiene ‘lag’ — anuncia y teclea unas cosas, mientras yo trato de recuperar el aliento.
—No… ah… bueno, tal vez soy yo — sonrío nervioso — es decir, mi conexión — miento.
Obviamente soy yo, pero es por culpa suya, pues está sin camiseta, aunque con una toalla sobre sus hombros.
—No pensé que te vería hoy — digo con debilidad, mientras desvío mi mirada, estoy nervioso y si me quedo apreciando su cuerpo, seguramente podría darse cuenta de lo que puede provocar en mí.
—Lo sé — agarra la toalla y la pasa por su hermoso cabello negro, el cual portaba corto desde la preparatoria — pero mi madre me tuvo como esclavo, así que solo cené, me bañé y decidí tomarme un descanso, antes de seguir con mi proyecto.
Eso explicaba el por qué estaba así.
—Ya veo…
—¿Qué harás mañana? — me preguntó con interés.
Suspiré — ya te dije que no puedo salir — anuncié con cansancio.
—Lo sé, por eso vuelvo a preguntar — sonrió con cinismo — hace un momento cancelé la salida con mis amigos.
Me sorprendieron sus palabras — pero… ¿qué hay de Esmeralda?
—Ah… tampoco tenía ganas de verla, especialmente porque terminaré en la semana con ella.
—¿Qué? Pero, ¡¿por qué?! — pregunté contrariado — es decir… apenas van a cumplir un mes, ¿no?
Sabía que ellos habían empezado a ser novios desde el catorce de febrero, aunque me sorprendió, pues Cesar nunca me había comentado nada al respecto, ni tampoco me dijo que le pediría eso, así que imaginé que simplemente no era algo que me incumbiera.
—Si, por eso, el 14 se cumplirá el plazo que nos dimos — respondió sin mucho interés.
—¿Plazo?
—Es cierto, no te lo dije — Cesar respiró cansado — empezamos a salir, porque ella fue la que me pidió que fuéramos novios, no porque yo quisiera.
—¿Ella? — estaba anonadado por su confesión — pero… si no querías, ¿por qué aceptaste?
—Eso tampoco te lo conté — entornó los ojos — el catorce, después de la práctica de ese día, ella me interceptó cuando iba saliendo de la uni, con mis compañeros de equipo — explicó — como sabes, ella es muy popular entre la mayoría de los chicos de deportes, por ser la ‘porrista’ más bonita y lógicamente, mis compañeros me presionaron un poco para que aceptara, a pesar que les dije y le dije a ella de frente, que no era mi tipo…
—¡¿Le dijiste eso?! — me quedé con la boca abierta, pues no imaginaba que se atrevería a decirle algo así.
—Sí — asintió — pero ella insistió, dijo que lo intentáramos por un mes, que seguramente me conquistaría y… bueno, con ella así, mis amigos tras de mí y todo, le dije que lo intentaría, pero no, no es mi tipo.
«¿Qué no es su tipo? ¡Por Dios! Si ella no es su tipo, ¿qué clase de ‘Diosa’ es la que le gusta?» pensé con susto.
—Pero… es que… Esmeralda es tan… — titubee, no sabía que palabra usar de todas las que mis compañeros decían para referirse a ella — bonita — sentencié.
—¿Te lo parece?
—Pues… — «no» respondí en mi mente, aunque no me atreví a decírselo a él — es que a todos les parece muy bonita, ¿qué no?
Cesar levantó una ceja — sí, es cierto, físicamente es bonita pero, honestamente, creo que necesita un poco más de inteligencia — sonrió — ni siquiera se esfuerza en a escuela, porque piensa que por su belleza puede conseguir todo lo que quiere y no me agradan las chicas así — especificó — y no es que yo sea el más inteligente del mundo… — se burló — pero creo que hay personas mejores, más inteligentes y más hermosas.
Sonreí de lado — sí, supongo que tienes razón…
—En fin, olvidémonos de ella — se alzó de hombros — no me has respondido, ¿qué harás mañana? — presionó.
—Mi tarea, ya te lo dije — respondí con seriedad.
—¡Bien! Mañana iré a tu casa — anunció y yo sentí que el aliento se me iba.
—¿A qué? — pregunté con nervios.
—A que te distraigas un poco y no te enfrasques en la escuela siempre, necesitas ‘despabilarte’ — sonrió — ¿estará Aislinn?
—Sí, cómo llegará tarde hoy, supongo que se quedará dormida hasta medio día y no saldrá a ningún lado, pues el lunes trabaja temprano.
—Entonces, mañana te veo a medio día, para no importunar su sueño, ¿de acuerdo?
Estuve a punto de decirle que no, pero jamás podía negarme a lo que él quería, a pesar de que me torturaba más tenerlo cerca y no poder desfogar mi deseo por él.
—Está bien…
* * *
Los dos primeros días de la semana fueron normales, para mí, ya que nunca me encontraba con Cesar y sus amigos en el campus. Cesar se quedaba hasta tarde en el americano, mientras que yo me quedaba a estudiar y repasar mis notas escolares de contabilidad y la mayor parte del tiempo, me quedaba realizando cálculos en el aula incluso, hasta mucho después de que mis compañeros y amigos de la carrera se retiraban.
El miércoles, salí de mi salón y caminé por los pasillos, bajando las escaleras y recorriendo el campus, para ir al acceso principal, pero en uno de los jardines, me encontré a Demian; intenté ignorarlo, pero él me dio alcance con rapidez.
—¡Hola, ‘banana’! — sonrió y se puso a mi lado.
—Te dije, igual que Cesar, que no me llames así — dije molesto.
—Pero Cesar no está y tú no me harás nada si te digo de esa manera, ¿o sí?
—No me gusta que me digan así — sentencié.
—Pero a Cesar si se lo permites — señaló — parece que a él le tienes más consideraciones —pasó la mano por su cabello castaño, haciéndolo para atrás, pues él tenía el cabello más largo que Cesar.
—Eso es porque me conoce desde hace mucho — obvié — y se acostumbró — suspiré — es todo.
—Bueno, si no te puedo decir ‘banana’ — se puso frente a mí — ¿qué tal si te digo ‘zanahoria’? — se inclinó y me sonrió, ya que era algo más alto que yo y que Cesar — honestamente me gustan más.
Su gesto me hizo temblar, consiguiendo que un escalofrío me recorriera completamente; él me miraba extraño y no entendía por qué, aunque siempre había sido de esa manera, desde que Cesar me lo presentara al inicio del semestre anterior, cuando apenas ingresé a la universidad.
—Ah… quizá sea mejor que me llames por mi nombre y nada más…
—Banan — dijo con suavidad — ¿sabes qué investigué? Tu nombre significa ‘blanco’, muy acorde a ti y tu piel — su mano se acercó a mi rostro — por eso tus ojos verdes resaltan más, igual que tus pecas…
Me alejé de inmediato, evitando su toque en el último momento, pues me puso nervioso su actitud y más, que era obvia su intención de acariciar mi mejilla.
Demian cerró la mano y la alejó con lentitud — lo siento, supongo que no te agrada que te trate como lo hace Cesar, ¿verdad?
—No es… no es eso, es… es raro — acomodé mi mochila en el hombro — no te conozco mucho — me excusé.
—Porque no te has dado la oportunidad para conocerme — sonrió.
—Es que eres muy ‘pesado’ — acusé — me tratas con demasiada confianza, cuando ni siquiera sé nada de ti.
Demian pasó la mano por su barbilla y luego sonrió — entonces, ¿te parece si empiezo a ser más tu amigo? Es decir, a buscarte y conocerte más, para que te sientas más cómodo.
—Eso sería un buen inicio — sonreí con cansancio, no era que me emocionara mucho.
—¡Perfecto! — dijo con ánimo — sé que el sábado cumples años, ¿qué dices si salimos?
—Pues… no sé… a mi hermana le gusta pasar el día conmigo — me excusé.
—¿Haces fiesta? — su mirada gris se posó en mi con algo de escepticismo.
—No, no es una fiesta… es… una comida nada más, solo con ella y a veces va Cesar, ¿te gustaría ir? — pregunté por compromiso.
—Si me invitas, ¡por supuesto que iré!
—Entonces, te daré mi dirección.
Saqué mi celular y le pedí su número, algo que pareció emocionarlo; después de intercambiar números, le pasé la dirección por un mensaje. En medio de nuestra platica, nos acercamos a la salida, pues yo iba a tomar el autobús, cuando observamos que Cesar estaba con Esmeralda; ella gritaba y él parecía intentar calmarla, hasta que una sonora cachetada sorprendió a todos, incluyéndome. Ella lo abofeteó, dio media vuelta y se fue, llorando.
Cesar suspiró, pasó a mano por su mejilla y negó con cansancio; me acerqué a él, con algo de precaución, pues no sabía cómo reaccionaría, seguido por Demian.
—¿Cesar? — lo llamé con voz baja.
Él levantó el rostro y me sonrió — ‘banana’ — dijo más animado — ¿ya vas a tu casa?
—Ah… sí — asentí.
—Y tú… — Demian lo miró con seriedad y metió las manos en los bolsillos de su pantalón — parece que ya acabó el mes.
—Sí — Cesar entornó los ojos — en fin, vamos, ‘banana’, te acompaño.
—¿Estás…? ¿Estás seguro? Es decir… ¿estás bien? — pregunté aún algo asombrado por lo que acababa de presenciar.
—No es nada, solo algo que ya había previsto, así que no importa — le restó importancia — anda, vamos, que necesitamos hablar de lo que haremos en tu cumpleaños…
—Eso también me incumbe — Demian se señaló con el pulgar — fui invitado a la reunión.
—¿De verdad? — Cesar levanto una ceja y me observó con seriedad.
—Sí — asentí, aunque en el fondo no estaba tan seguro de lo que había hecho.
Mi amigo sonrió más tranquilo — de acuerdo, vamos entonces, hoy no tengo ganas de quedarme más por aquí…
Mire de reojo a Demian y él me devolvió la mirada, era obvio que ninguno de los dos creíamos que estuviese siendo sincero, pues cuando llegamos parecía algo triste, como si de verdad le doliera lo ocurrido pero en ese momento, estaba tranquilo y hasta feliz. Aunque posiblemente, solo quería pensar en otras cosas, así que como su amigo, debía apoyarlo e imaginaba que Demian pensaba igual.
—Si eso quieres — me alce de hombros y caminé hacia la parada del camión — realmente, como los últimos años, no será nada grande — anuncié, retomando el tema de mi cumpleaños.
—¿De nuevo no quieres celebrarlo? — Cesar frunció el ceño.
—Cumples el diecisiete, ¿no? — Demian se inclinó hacia mí — creí que para los irlandeses era una fiesta nacional y la celebraban en grande.
Hice un mohín, parecía que Demian sabía más de mí de lo que pensaba.
—Tengo ascendencia irlandesa, pero no soy irlandés — negué — para este lado del ‘charco’ — dije la palabra con sorna, refiriéndome al océano atlántico que separaba el país con Irlanda — es una fecha común, corriente y sin mucho significado.
—Pero este año es muy especial, porque serás mayor de edad ese día — presionó Cesar.
—Oh, sí, tan especial que, el lunes a media mañana, debo saltarme una clase para poder ir por mi credencial de mayoría de edad — dije con cansancio, porque al iniciar el año, mi hermana me presionó para que fuera a tramitarla.
—Debemos festejar — Demian habló con seriedad — ¡compremos un pastel de menta! De seguro lo hacen verde.
—Odio la menta — hice una mueca de desagrado — ¿por qué siempre que alguien piensa en verde, piensa en la menta? — reproché.
—¿Prefieres yerbabuena? — Cesar parecía confundido.
—No creo que haya un pastel de eso — negó su amigo.
Reí ante el comentario de ambos — prefiero el chocolate, siempre me ha gustado el chocolate.
—Pero el chocolate no es verde — Cesar negó — es color…
—¿Chocolate? — terminó Demian con un poco de escepticismo.
Volví a reír con esa broma tan tonta y Demian sonrió de lado, parecía satisfecho con mi reacción, pero a mí me preocupó ver el gesto de Cesar, pues tenía una sonrisa tenue y sus ojos miel estaban algo apagados y se miraba algo ausente.
—Lo siento… yo riéndome como idiota, mientras que de seguro, tú no estás de humor, ¿cierto, Cesar? — indagué condescendiente.
—¿Por qué piensas eso? — frunció el ceño.
—Supongo que por lo que acaba de ocurrir con ya sabes quién — respondió Demian, quien parecía haberse dado cuenta también de la actitud de nuestro compañero.
—Ya les dije que no importa — pasó la mano por su cabello — hay cosas que valen más la pena, se los aseguro — nos guiñó un ojo — ahora, volviendo al pastel, sé que el arcoíris también es representativo del día de San Patricio — metió las manos en sus bolsillos y empezó a caminar.
—Cesar, ¿a dónde vas? — preguntó Demian, pues se suponía que esperábamos el autobús.
—Vamos a caminar — nos hizo una seña con el rostro — dime ‘banana’ ¿ya conoces toda ciudad universitaria y lo que hay en los alrededores?
—Solo conozco la sección de mi facultad, el área de la facultad de administración, el edificio de los profesores y decanos, además de lo que hay cerca del acceso de esa zona — especifiqué, ya que la ciudad universitaria era un lugar tan extenso, que difícilmente se podría conocer en toda su totalidad.
El campus universitario, con la máxima casa de estudios de la ciudad y sus distintas facultades, que estaban relativamente cerca una de otra, contaban con muchos edificios, aulas, talleres y cosas que cada carrera ocupara; como estaban divididas en secciones, había distintos accesos y cada uno tenía sus lugares populares entre los universitarios
—Supe que cerca de uno de los accesos de las ingenierías, hay una cafetería con una pastelería que, según rumores — se inclinó hasta mí — tienen al mejor chef pastelero de la ciudad — dijo con seriedad.
—¿Te refieres a ‘Chocolate’? — Demian sonrió — honestamente sí, son excelentes, pero como es repostería fina, hecha por un chef graduado de una de las mejores escuelas de pâtissier, los pasteles son algo elevados de precio.
Parpadee sorprendido, el nombre me sonaba, pero nunca había probado un pastel de ahí — y… ¿piensas ir a comer pastel en este momento?
—Tal vez una rebanada, pero en realidad, pienso ir a encargar uno para tu cumpleaños.
—¿Por qué? Es decir… no necesito mucho, solo un ‘cupcake’ como el año pasado.
—¿Un ‘cupcake’? ¿Ese fue tu pastel cuando cumpliste diecisiete? — preguntó Demian con sorpresa.
—Sí, no quiso nada más — acusó Cesar.
—No es necesario comprar un gran pastel — me alcé de hombros.
—No creo que un panquesito como esos, alcance para todos en la comida, ¿o sí? — Demian hizo un gesto de inconformidad.
—Es por eso que esta vez tendremos un pastel de verdad — Cesar sonrió ampliamente — hay que festejar — dijo con algo de emoción —y quizá, sea más especial de lo que parece, por lo que es mejor hacer esto en grande.
—Pero eso podría ser muy caro — dije con susto.
—Bueno, si no lo puedo pagar completo, Demian puede ayudarme con un préstamo, ¿cierto, ‘demonio’?
Él sonrió — lo que sea por un pastel arcoíris para Banan, aunque sería mejor uno de zanahoria — me guiñó el ojo y yo entorné los ojos.
—Cómo quieran, pero no creo que deban gastar mucho dinero en mí.
—Eso no está a discusión — dijeron a la vez.
* * *
El viernes, a la hora de salida, caminaba hacia la salida del campus, iba leyendo una nota en mi celular, aunque me ardían mis ojos.
—Creo que debo checar eso — musité tallando mis parpados, pues tenía días con molestias y miraba borroso, por lo que seguramente necesitaría gafas para la vista cansada.
—¡Banan! —la voz de una chica me sorprendió.
Detuve mi andar y levanté el rostro, buscando a quién me había hablado; Esmeralda llegó a mi lado y me sujetó del brazo, colocando su cabeza contra mi hombro.
—¿Puedo ‘robarte’ por un momento, para platicar? — peguntó con voz suave.
—¿Platicar?¿De qué? — pregunté sin entender.
—Ven…
Ella me sujeto de la mano, entrelazando sus dedos con los míos y me guió hacia una zona de descanso que estaba cerca de la puerta, pero en vez de sentarnos en las bancas, me dio un empujoncito hasta dejarme recargado en un árbol.
—Banan… — dijo con una sonrisa en sus labios y se acercó hasta mí — sabes que terminé con Cesar, ¿verdad?
Pasé saliva, tenerla cerca me inquietaba, pero no como a cualquier otro chico, sino que me sentía incómodo; nunca me habían gustado las chicas y menos interactuar con ellas, ni un roce, ni una caricia, nada, incluso, podía decir que era una especie de rechazo de mi cuerpo, que se me dificultaba ocultar, especialmente cuando una se me acercaba tanto, justo como Esmeralda lo estaba haciendo en ese momento.
—Ah… sí… — intenté alejarme, pero con el árbol tras de mí, no me era posible — ¿por qué?
—Bueno… tal vez me equivoqué con él — levantó una ceja y sonrió de la forma en la que le coqueteaba a todos.
—¿Te equivocaste? ¿En qué sentido? — pregunté completamente confundido.
—Creo que en realidad, no es mi tipo — pestañeó insistente — desde hace unos días, me di cuenta que me gusta otra clase de chico… uno un poco menos sociable, algo distante, diferente, interesante… especialmente su físico tan poco común…
—Ah… bueno… son tus gustos, supongo… — fruncí el ceño — pero, ¿por qué me lo dices a mí?
Rió, dejando salir ese sonido que muchos catalogaban de lindo, porque todo lo que ella hiciera era “perfecto” para sus admiradores, pero no para mí.
—¿No te lo imaginas, ‘tontito’? — preguntó y sus manos se pusieron en mis hombros, moviéndose a mi cuello.
—N… no — negué.
Sus manos se aferraron a mi nuca, pero cuando vi como ella cerraba los parpados y se acercaba a querer besarme, hice inmediatamente mi cabeza hacia atrás, tratando de evitarlo, pero topé con el árbol.
—No, espera… Esmeralda…
Puse mis manos en sus hombros para alejarla, pero al darse cuenta, ejerció presión y con sus manos me sujetó de mi cabello. Tuve el impulso de empujarla para alejarla de mí, pero también tenía miedo de lastimarla en el proceso, así que no sabía cómo evitar lo que pasaría.
—¡Banan! — la voz de dos chicos al unísono, consiguió que ella se detuviera y mirara de soslayo.
En el camino cercano, Cesar y Demian nos miraban con sorpresa. Me asusté, temiendo que Cesar se enojara conmigo y me quedé de una pieza, completamente inmóvil, pues había más personas observándonos; Esmeralda pareció darse cuenta de mi estado y me besó, e incluso intentó ahondar el beso, pero yo apreté mis labios y finalmente la empujé, sin importar que pudiera lastimarla. Ella se alejó, pero tropezó y cayó sentada sobre los adoquines de esa zona; como traía falda y sus piernas quedaron abiertas, dio un espectáculo a todos los presentes, pues le vieron sus panties.
—¡¿Qué te pasa, imbécil?! — gritó con furia tratando de incorporarse.
Pasé saliva y giré el rostro para ver a Cesar, quien seguía en el lugar desde dónde me gritó, al lado de Demian; sin prestarle más atención a Esmeralda, apresuré el paso, yendo hasta ellos.
—Yo… te juro que no es lo que…
—No importa — mi amigo negó — vamos, es mejor que nos vayamos — se giró y empezó a caminar a la salida.
Parpadee, me sorprendía su actitud; busque a Demian, para que me explicara, pero él solo me dedicó una mirada fría y luego dio media vuelta, siguiendo a Cesar. Antes de ir tras ellos, observé como un grupo de chicos ayudaba a Esmeralda a incorporarse y ella me dedicaba un gesto lleno de furia.
Corrí hasta alcanzar a Cesar y Demian, pero no llegué a su lado, me quedé en silencio, unos pasos atrás y así fue, hasta que estábamos en la parada del camión.
—Yo… lo siento — dije con debilidad — yo no…
—Tu no quisiste hacerlo — Cesar levantó una ceja y sonrió — lo sé.
—¿Qué…? — pregunté a media voz.
—Es obvio que Esmeralda me quería dar celos…
—Ayer lo intentó conmigo — Demian chasqueó la lengua — pero no le funcionó — dijo con orgullo.
—Aunque parecía ir muy en serio contigo — sentenció Cesar y se alzó de hombros — creí que le corresponderías…
—¡¿Yo?! — mi voz denotaba el espanto que esas palabras me causaron.
—Sí — asintió — hace días me dijiste que era bonita — rió — pero creo que no lo suficiente — se burló — de lo contrario, no la hubieses empujado así.
—A menos que solo lo hayas hecho por Cesar — la voz fría de Demian me dio escalofrío.
—¡Por supuesto que no! — negué — ella no es mi tipo, ella no me agrada… es bonita para todos, pero no para mí, te lo juro — busqué los ojos miel de Cesar, tratando de que se diera cuenta que no le mentía.
—Tranquilo, ‘banana’ — pasó la mano por mi cabello, despeinándolo con cariño — te creo — sonrió condescendiente — pero aun así, si ella te gustara, yo no tendría problema, en serio.
—Pero ella no me gusta — suspiré, parecía que en el fondo, no me creía.
—Yo te creo — Demian también pasó la mano por mi cabello, de manera cariñosa.
Levanté el rostro y le sonreí cansado — gracias — me agradaba que quisiera apoyarme, pero no era él, el que yo quería que me creyera de verdad.
—Ya, quita esa cara — Cesar inclinó el rostro para verme mejor, pues yo miraba al piso.
—Sí, mañana es tu cumpleaños y no es bueno que estés así — secundó Demian.
—Está bien — forcé una sonrisa.
Al menos eso me decía que no se cancelaba lo del día siguiente, pero tampoco me hacía sentir mejor; honestamente no sabía qué pensaba Cesar y eso era lo que me inquietaba.
* * *
El sábado, apenas dieron las doce, mi celular empezó a timbrar; respondí de inmediato, pensando que sería Cesar, pero era Demian.
—“…¡Feliz cumpleaños, ‘zanahoria’!…”
—Gracias — dije con algo de decepción, pues aunque Cesar no me hablaba a media noche, esperaba que en esa ocasión fuera él.
—“…No pareces feliz…” — dijo con suavidad — “…¿esperabas la llamada de alguien más?...”
Contuve la respiración por un momento y luego solté el aire con lentitud — no… solo… — fingí un bostezo — estaba dormido — mentí.
—“…Comprendo, bueno, entonces, te dejo descansar, ya te veré en la comida, aunque posiblemente llegue un poco más tarde…”
—¿Por qué? — pregunté con curiosidad.
—“…Tengo cosas qué hacer y me retrasarán un poco…” — respondió con seriedad — “…pero sí iré, a menos que no quieras que lo haga…”
Titubee, podría decirle que no, así tendría más tiempo para estar con Cesar, pero no sería correcto, especialmente porque Demian pagó la mayor parte de mi pastel.
—Claro que quiero que vengas — forcé una sonrisa — será divertido festejar mi cumpleaños con alguien más, aparte de mi hermana y Cesar…
El silencio reinó por un momento y luego escuché una especie de sonrisa del otro lado — “…está bien, te veo más tarde, descansa, buenas noches y feliz cumpleaños, de nuevo…”
—Gracias, igual, descansa, buenas noches…
Después de eso, colgamos y yo dejé el celular de lado, puse mi mano sobre mi frente y suspiré.
—En realidad, no es tan desagradable — sonreí, pues era obvio que había juzgado mal a Demian — incluso, puedo decir que es… lindo… muy lindo…
Nunca había pensado en otro chico aparte de Cesar y me era extraño hacerlo, pero agradecí que en ese momento, el sonido de la puerta me sacara de mis pensamientos.
—¿Sí? — levanté la voz.
La puerta se abrió y mi hermana entró, con un panquesito en mano, que tenía una velita en color verde — Breithlá sona duit! — dijo con emoción, acercándose a mi cama.
—Go raibh maith agat — respondí con amabilidad.
—Pide un deseo, ‘bebé’ — sonrió al sentarse a mi lado y acercar el pastelito a mi rostro.
—No creo que se cumpla — dije con debilidad.
—No digas eso — los ojos verdes de mi hermana me miraron con dulzura — anda, pide un deseo, pero no me lo digas o de lo contrario, no se hará realidad.
Mordí mi labio y cerré mis ojos, antes de pensar en lo que deseaba «deseo… deseo…» dudé, pues no sería correcto ser egoísta, «solo deseo pasar un bonito día…» sonreí, sabía que era muy ambiguo, pero así era más sencillo que se hiciera realidad, pues normalmente no necesitaba mucho para pasar un bien día. Soplé y apagué la vela, en ese momento, mi hermana encendió la lámpara que estaba en el buró.
—Me alegra que no estuvieras dormido — me entregó el pastelito y después me abrazó — ¡mi ‘bebé’ ya es mayor de edad! — dijo restregando su mejilla contra la mía.
—Sí, lo soy — sonreí — gracias por el pastel — le quité la velita y le di una mordida.
—¿Crees que lo olvidaría? Puedo olvidar muchas cosas, pero no esto — negó con seriedad.
Relamí mis labios, pues me quedó algo de merengue en mi boca — lo sé, pero creo que olvidaste que más tarde tendré pastel también.
Los ojos de Aislinn se abrieron como platos y luego apretó los parpados — es cierto… la comida con Cesar y su amigo — hizo un mohín — olvidé comprar las cosas para hacerla.
El miércoles anterior, le había dicho que tendríamos visitas para mi cumpleaños y se emocionó tanto, que dijo que haría una comida especial, pero debido a su empleo, sabía que terminaría olvidándolo y no me equivoqué.
—Me doy cuenta — la miré de soslayo, divertido.
—Pero no te preocupes, en la mañana voy a comprar las cosas, lo prometo — aseguró.
—Hoy es Lá Fhéile Pádraig — dije con seriedad — recuerda que hay que festejarlo también.
—Nunca lo olvido, ‘bebé’, compraré lo necesario para eso también, lo prometo — movió su mano y limpió la comisura de mis labios — la verdad, no me esperaba que te convirtieras en un hombre tan pronto — suspiró.
—Pareces triste, ¿qué ocurre?
—Nada — negó y sus ojos se llenaron de lágrimas — es solo que… me hubiera gustado que te quedaras chiquito y fueras siempre mi ‘bebé’…
Dejé el pastelito de lado y la abracé — siempre seré tu bebé — susurré — claro, hasta que te cases y tengas hijos — reí.
—Oh, vamos — negó — aun así, serás mi ‘bebé’ — aseguró — ahora, descansa — se alejó de mí — hoy es tu día y es mejor que estés bien, para cuando lleguen los chicos.
—Está bien.
Me recosté en la cama y ella me arropó, como cuando era más pequeño — duerme bien — dijo con suavidad y besó mi frente, antes de apagar la lámpara del buró.
—Tú también.
Mi hermana se alejó, pero antes de que saliera, la detuve.
—Aislinn…
—¿Sí? — preguntó en el marco de la puerta.
—Beannachtaí na Féile Pádraig ort! — le dije con emoción.
—¡Feliz día de San Patricio para ti también, bebé! — me lanzó un beso y salió de mi habitación.
Cuando todo quedé a oscuras, volví a sujetar el celular, era obvio que Cesar no me marcaría a esa hora, por lo que preferí dormir.
* * *
Aún me encontraba profundamente dormido, cuando mi celular timbró y lo contesté medio adormilado.
—¿Sí?
—“…¡Feliz cumpleaños, ‘banana’!...”
La voz me hizo incorporarme de inmediato — ¡Cesar! — dije su nombre sin poder ocultar mi emoción.
—“…¿Cómo amaneciste? Espero no haberte despertado…”
—Ah… bien, gracias y estoy bien, no te preocupes…
—“…Bien, porque llegaré en una hora más a tu casa…”
—¿Tan temprano? — pregunté confundido.
—“…Banan, son casi las doce…”
«¿En serio?» pensé aun sin creerlo y posé mi vista en el ventanal, se miraba más temprano debido a que estaba nublado e incluso, llovía ligeramente, pues las gotas golpeteaban el cristal con insistencia.
—¡Rayos! — dije en un susurro — olvidé poner la alarma — pasé la mano por mi cabello, haciendo hacia atrás, los mechones que tenía en el rostro, aunque regresaron a su posición inicial de inmediato.
—“…Si quieres, voy más tarde…” — ofreció con amabilidad.
—No, no te preocupes — negué — de seguro, Aislinn ya está despierta, pero como es mi cumpleaños, no me quiso molestar y no vino a levantarme.
—“…Bien, entonces, te veo en un rato, pasaré por tu pastel e iré a tu departamento de inmediato…”
—Te espero…
Apenas colgamos, me puse de pie y salí de mi habitación, en busca de mi hermana.
—¡Aislinn! — llamé al asomarme a la sala, pero todo estaba en silencio — ¡ay, no! — golpee mi frente con la mano — de seguro se quedó dormida también…
Corrí a la habitación de mi hermana y toqué un par de veces, pero no recibí respuesta, por lo que pensé que quizá estaba equivocado, así que abrí, pero el cabello rojizo de ella estaba robre su rostro, igual que siempre ocurría con el mío, cuando dormía.
—Aislinn… — dije con cansancio y me acerqué — Aislinn — repetí y me subí a su cama — despierta — pedí con suavidad, para no asustarla.
—Cinco minutos más, ‘bebé’ — se giró en la cama y me dio la espalda.
—Aislinn, ya es tarde — anuncié.
Ella se incorporó, entreabrió sus parpados y pareció fijar su vista en la ventana de su habitación — aún es temprano — dijo con pesadez y se recostó una vez más.
—Son casi las doce — mi voz sonó seria.
—¡¿Las doce?! — igual que yo se incorporó de un salto — ¡olvidé poner la alarma! — gritó y se bajó de la cama — tengo que ir a comprar las cosas para la comida — corrió hacia su guardarropa, sacando algunas prendas — no te preocupes, ‘bebé’ — sonrió nerviosamente — todo estará listo para cuando lleguen Cesar y tu amigo — dijo con seguridad.
—Cesar llegará en una hora.
—¡¿Qué cosa?! — su rostro se contorsionó — no, dile que venga más tarde, no, espera… mejor dile que… no le digas nada, voy y vuelvo de inmediato…
Vi como corrió al baño, con suma rapidez se cambió y se recogió el cabello, que aunque era rebelde como el mío, ella tenía sus trucos para arreglarlo en menos de tres minutos, volvió a la habitación, agarró su bolso y las llaves de su auto, antes de acercarse a mí.
—Vuelvo — dijo besando mi mejilla — entretén a los chicos mientras regreso, ¿de acuerdo?
—Sí, pero…
Ella salió corriendo y ni siquiera me dejó decirle que Demián llegaría más tarde.
—Bueno, supongo que ya se dará cuenta cuando vuelva — caminé a mi habitación, a buscar ropa, para bañarme — así como va, seguramente olvidará lo de San Patricio.
Hice un mohín; fui por mi celular para marcarle y recordárselo, pero al hacerlo, el sonido del celular de mi hermana se escuchó en su habitación. Colgué y entorné mis ojos.
—Se olvidó de su celular también — masajee mis sienes — en fin, no puedo hacer nada…
* * *
La tormenta se desató, los truenos y relámpagos eran el acompañamiento de la lluvia torrencial que había en el exterior; eso me preocupaba, pues mi hermana no había regresado y no quería que sufriera un accidente.
Casi a las dos, el timbre se escuchó; al abrir, Cesar estaba frente a mí, empapado, con unagran caja en manos, envuelta en plástico.
—Casi no llego — dijo con cansancio y me entregó el pastel, antes de sacudir su cabello y exprimir un poco su ropa.
—Parece que no te preparaste para la lluvia — me burlé.
—Te equivocas, si me preparé, de hecho, traía un paraguas — confesó — pero una señora estaba varada en una esquina, sin querer moverse para no mojarse más de lo que ya estaba y se lo di — se alzó de hombros — pero luego la lluvia se puso peor y me empapé — explicó al entrar a mi casa — por lo que los taxis no me quisieron recoger y tuve que esperar un autobús — prosiguió contándome su trayecto — aunque debido al clima, tardó mucho y obviamente me mojé aún más — suspiró — en fin, tienes algo que pueda ponerme, de lo contrario enfermaré.
—Solo mi ropa — respondí dejando el pastel en la mesa — puedes usarla si no te molesta que te quede algo ajustada.
No era mucha la diferencia de estatura, así que no era tanto problema en ese sentido, aunque él era ligeramente más robusto que yo, debido a la práctica de deporte, por eso no sabía si él se sentiría a gusto.
—No importa — negó — aunque también me gustaría que me permitieras bañarme — pidió mientras se quitaba sus zapatos, que producían ruidos extraños debido a la excesiva humedad — porque si me quedo mojado, aunque con ropa seca, de todos modos enfermaré y el entrenador me matará si no juego la próxima semana, antes de las vacaciones, como quedamos.
Reí — claro, puedes ducharte sin problema — caminé hacia mi recamara para buscar la ropa.
Mientras buscaba algo de ropa, Cesar llegó a mi habitación, la cual ya conocía.
—¿Y Aislinn? — preguntó con curiosidad.
—Salió — suspiré, pues seguía inquieto — igual que yo, se quedó dormida y cuando la desperté, dijo que iría a comprar las cosas que olvidó para la comida, espero regrese pronto.
—No debiste dejarla salir, el clima está horrible.
Me di media vuelta y le lancé una camiseta y un pantalón deportivo; él los sujetó con facilidad.
—No tienes que decírmelo — dije con molestia — pero ella no me dejó replicar, ni decir nada… además, también olvidó su celular — apreté mis parpados y me quedé en silencio.
No quería pensar en nada malo, tampoco quería evocar el accidente de mis padres, porque me preocuparía más.
—Tranquilo — la voz de Cesar me hizo levantar el rostro — ella estará bien — sonrió y me despeinó con cariño — y en cuanto vuelva, le ayudaremos a hacer la comida, ¿sí?
Me obligué a sonreír — sí, está bien…
—Ahora, voy a bañarme…
—De acuerdo, mientras lo haces, pondré tu ropa en la secadora — sentencié — ah, ten — le di mis sandalias y un par de pantuflas — para que no andes descalzo…
* * *
Cesar salió del baño con el conjunto que le había prestado, yo había puesto la secadora y seguramente en poco tiempo su ropa estaría lista; también, guardé el pastel en el refrigerador, coloqué la tetera en el fuego, para hacer té, mientras intentaba usar la secadora de cabello en sus zapatos, esperando que se les quitara algo de humedad.
—Lamento darte tantas molestias — dijo al sentarse en la mesa.
—No te preocupes, no es molestia, créeme — sonreí y dejé los zapatos de lado, para ir a servir el agua.
Regresé a la mesa con un par de tazas servidas y cada una, con unos sobres de té.
—¿Té verde? — preguntó al ver la pequeña etiqueta que sobresalía de la taza.
—Es ‘San Patricio’ — le guiñé un ojo — hoy, hay que pensar en verde…
Sonrió — cierto, si no usas algo verde, te golpean, ¿no?
—Te pellizcan — corregí — pero esa no es una tradición irlandesa en realidad, sino americana — expliqué — en el siglo XVIII, los que festejaban San Patricio en América, pensaban que si no vestías o portabas algo verde, los duendes te pellizcarían, pues solo usando ese color eras invisible para ellos — conté divertido.
—Sabes mucho de esas tradiciones — dijo antes de beber un sorbo, pero luego hizo un gesto de desagrado.
—No tiene azúcar — me burlé — sabes bien que en esta familia, el té no se endulza, solo el café…
—Pues en la mía sí — dijo con desagrado — así que me gustaría que me dieras un poco de azúcar o no me tomaré esto.
Entorné mis ojos y fui a la cocina por el recipiente del azúcar, llevándolo a la mesa — pero volviendo al tema — dije cuando se lo puse a un lado — no se mucho del tema, solo lo suficiente — suspiré — justo lo necesario para explicar mi ascendencia y mis rasgos.
—Sí, siempre dices eso — él endulzó su té — pero no cualquiera sabe irlandés y no creo que alguien que no viva en Irlanda lo sepa, aun con ascendencia también.
—Es un idioma sencillo — me alcé de hombros — solo es cuestión de practicarlo y con mi hermana, lo hago diario.
El silencio reinó, mientras ambos tomábamos el té; me sentía muy inquieto cerca de Cesar, pero debía disimularlo, como siempre.
—Banan…
Al decir mi nombre con tanta seriedad, me sobresaltó.
—¿Sí? — pregunté después de pasar el trago.
—Me alegra que no esté tu hermana en este momento — dijo sin mirarme a los ojos.
—¿Por qué?
—Porque quería hablar contigo… de hecho, desde hace mucho quería hablar contigo de algo importante — levantó el rostro y me sonrió — pero era necesario que cumplieras la mayoría de edad, para poder ser sincero contigo y que no solo me entendieras, sino que me creyeras…
Pasé saliva, mi corazón dio un vuelco y parpadee varias veces, especialmente al ver como él se ponía de pie y se movía de lugar, sentándose a mi lado.
—Banan…
Puso la mano sobre mi muñeca y ejerció algo de presión, consiguiendo que se me fuera el aliento.
—Cuando aún vivías al lado de mi casa, éramos muy cercanos, ¿recuerdas?
—Sí — asentí con nervios.
—Tú eras un niño — sonrió divertido — pero a pesar de nuestra diferencia de edad, que solo son tres años, nos llevábamos muy bien, así que podía ir a tu casa a jugar contigo — prosiguió con toda seriedad — aunque debo confesar que no iba a eso solamente… yo… tenía otra meta en mi mente, algo que no le dije a nadie, hasta que dejaste de vivir ahí.
Sentí que mi boca se secaba, ya que su manera de hablar, me estaba poniendo sumamente nervioso y por la ilusión de lo que imaginaba que me diría, me encontraba completamente emocionado.
—Ese último día, se lo dije a tu hermana…
—¿A Aislinn? — pregunté sorprendido.
—Sí… no quería que se fueran sin decírselo — sonrió — pero ella me dijo que yo solo era un niño…
—¿Un niño? — pregunté confundido; en ese entonces, Cesar estaba por cumplir 18 años, estaba en el último semestre de su preparatoria, porque él cursó una de tres años, con carreta técnica.
—Pues sí y lo sabía, sabía que ella me miraba como un niño, pero, en el corazón no se manda, ¿no lo crees?
No pude responder, me encontraba completamente confundido.
—Aunque lo más importante, era que ella se iba a hacer responsable de ti y… bueno… me dijo que lo pensara bien y que… cuando tú cumplieras la mayoría de edad, si todavía quería y tú dabas tu permiso, ella me daría la oportunidad que quería…
La sonrisa que puso era nerviosa, parecía estar ansioso por mi respuesta; yo sentí que el mundo se abría a mis pies, dándome cuenta de lo que me iba a pedir.
—Por eso, quiero pedirte permiso para cortejar formalmente a tu hermana y si todo sale bien, casarme con ella.
El dolor en mi pecho se hizo presente; quise pasar saliva, pero mi boca estaba completamente seca, aun así, me obligué a hablar, aunque mi voz era un hilillo que apenas se escuchó.
—¿Con Aislinn? — pregunté débilmente.
—Sí, con Aislinn — confirmó.
Respiré profundamente y acerqué lentamente la taza a mi boca, mientras trataba de sosegarme y evitar ponerme a llorar.
—Sé que no me he graduado aún — Cesar siguió hablando — pero me estoy esforzando, incluso ya tengo proyectado donde trabajaré en cuanto termine la universidad, porque ya solo me queda un año y mi semestre de prácticas, pero tú sabes que te aprecio mucho — dijo con ilusión — también sé que Aislinn te adora, eres más que su hermanito, eres su ‘bebé’ — su voz era sumamente amable — así que sé que ella no dejará de velar por ti, jamás, aún y que tú te independices y yo tampoco me pienso oponer a ello, pues lo que más quiero es ayudarla y ayudarte — puso la mano en mi hombro — por eso me preocupo por ti, por cómo vas en la escuela y todo lo demás, porque también te veo como mi hermanito.
Dejé la taza en el pequeño plato sobre la mesa y sonreí tristemente «era por eso…» mi mente empezó a decirme que me había hecho ilusiones por nada.
—Pero no me gusta que ella siga en su trabajo de fin de semana — confesó — así que, me pondré a trabajar pronto, dejaré el equipo y ocuparé ese tiempo en otras cosas, para poder ayudarlos a ambos — señaló — de hecho, esta próxima semana es mi último juego, el entrenador no quería que me saliera, pero ya tengo mis planes y no me iba a echar para atrás.
—¿Por eso terminaste con Esmeralda? — pregunté sin apartar la vista del líquido caliente que aún había en mi taza.
—Sí… te lo expliqué hace días, ella no me interesaba, si acepté fue porque me sentí presionado, pero no me interesaba en lo más mínimo — aseguró — incluso se lo comenté a tu hermana.
Ladee el rostro y lo miré con seriedad — Aislinn… ¿lo sabía?
—Por supuesto — asintió — hablo con ella casi todas las noches, especialmente estas últimas fechas, pues desde que empezó el año, le dije que aún no me había dado por vencido y quería que me diera esa oportunidad que me prometió, para cuando tu cumplieras la mayoría de edad.
Apreté la mandíbula; tenía unos enormes deseos de llorar, pero no debía hacerlo, así que me quedé en silencio unos minutos, hasta que escuché la voz de Cesar, llamándome con ansiedad.
—Banan — dijo mi nombre con nervios y ejerció presión en mi muñeca — ¿qué me dices?
Miré su mano y luego busque su rostro — yo no creo que pueda responderte…
—¡¿Por qué?! — preguntó con susto — te juro que amo a tu hermana, que jamás la lastimaré y que la apoyaré en todo lo que ella quiera, obvio que tampoco quiero que tu quedes desamparado ni nada, pero…
—No es por eso — negué y forcé una sonrisa — lo que quiero decir es que yo no puedo decir nada — repetí — si Aislinn te ama y tú a ella, es algo que debe ser entre ustedes, yo no soy quien para decir si sí o si no pueden tener una relación — bebí un poco más de té y suspiré — si ella te acepta, yo lo haré también, no tengas duda de ello — aseguré.
Cesar sonrió emocionado y me abrazó — ¡gracias, ‘banana’!
Tuve el impulso de aferrarme a él, de desahogarme y llorar contra su hombro, pero era mejor olvidar eso; si lo hacía, podía arruinar ese sentimiento que él tenía por mi hermana y quizá, manchar el que ella tenía por él también.
En ese momento, el sonido de la puerta se escuchó.
—¡Volví! — la voz de Aislinn se escuchó en el departamento.
Cesar se alejó de mí, para ir a recibirla y yo, me di cuenta que era la última vez que lo iba a abrazar de esa manera.
«Adiós, Cesar, aunque fuiste mi primer amor, ahora sé que nunca fuiste para mí…» pensé con tristeza y limpié con rapidez, las lágrimas que se agolparon en mis ojos, para que no me delataran.
—Hola, ‘princesa’ — saludó él con galantería — adivina…
—¿Qué? — preguntó ella confundida.
—Tu hermanito ya me dio permiso de cortejarte.
—¡¿Le dijiste?! — mi hermana puso un gesto de susto — te dije que se lo diríamos juntos — reprochó haciendo un mohín.
En ese momento, mientras ellos discutían a manera de juego, me di cuenta que había sido un idiota, cegado por una falsa ilusión, pues era obvio que ellos se querían, pero debido a mi interés por él, no me había querido dar cuenta antes. Su cariño y preocupación por mí, era solo por el amor que le tenía a mi hermana; yo solo era el ‘hermanito’ de la chica que le gustaba y por quedar bien, era que se portaba de manera tan solícita conmigo.
«Solo era por compromiso…» me repetí mentalmente, intentando grabar en mi cerebro y corazón que no había nada especial entre él y yo, jamás lo hubo y nunca lo habría, pues él amaba a Aislinn.
—¡Banan! — el grito de mi hermana me sobresaltó.
—¡¿Sí?! — respondí de inmediato, poniéndome de pie.
—¿Por qué no me respondes, ‘bebé’? — preguntó preocupada y se acercó a mí — ¿te sientes mal?
—No — sonreí — solo que aún estoy sorprendido, Cesar me habló de una manera muy seria y formal que me asustó — bromee.
—Yo quería decírtelo mañana — confesó — hoy es tu cumpleaños y es tu día especial, no es para estar formalizando nada — reprochó para mi amigo.
—Vamos, ‘princesa’, estuve esperando mucho tiempo para poder decirlo, no podía aguantarme más — se excusó.
—Aun así, te dije que esperaras…
—Está bien, no lo regañes — negué — es obvio que un hombre enamorado no puede esperar mucho y por lo que me dijo, tu sí que lo has hecho sufrir — la miré de forma acusadora.
—No te pongas de su parte — Aislinn colocó su frente contra la mía — iba a esperar, pues no quería que pensaras que te ibas a quedar solito, solo porque yo tuviera una pareja de verdad.
—Sé que nunca estaré solo — hablé con toda la seguridad que podía, porque quería creerlo.
—Ahora que ya todo quedó arreglado y que ya no hay secretos — Cesar se acercó y abrazó a mi hermana, consiguiendo que una punzada se hiciera presente en mi pecho — es hora de hacer la comida, ¿no lo creen?
—Sí, traje para preparar un banquete — Aislinn se giró y besó los labios de Cesar, por lo que sentí un nudo en mi garganta.
Ellos caminaron a la cocina, pero yo no quería presenciar eso, aunque era obvio que debía hacerlo; ambos sacaron de las bolsas, las cosas que mi hermana había comprado y las pusieron sobre la mesa. Mientras mis ojos repasaban todo, tratando de buscar algo en qué entretenerme para no verlos, me di cuenta de que faltaba algo.
—Aislinn, ¿no trajiste lo de San Patricio? — pregunté, al ver que faltaba lo que siempre se compraba para ese día.
—Lo de… ¡ay no! — dio unos golpecitos en su frente — ¡se me olvidó!
—Creí que nunca lo olvidabas — reproché en broma.
—Iré en este momento…
—No — negué — yo voy — me puse de pie.
—Pero es tu cumpleaños, no deberías ir tú — dijo con seriedad.
—No te preocupes, además, tu eres la que hará la comida y Cesar dijo que te ayudaría — le guiñé un ojo — prefiero ir a comprar, en vez de hacer mi propia comida de cumpleaños, eso es peor.
Ellos rieron.
—De acuerdo, pero ten cuidado, sigue lloviendo y tú no tienes licencia de manejo aún.
—El supermercado no está tan lejos, me llevaré el paraguas y si es necesario, tomaré un taxi.
—Está bien, toma — mi hermana me dio algo de dinero y me besó la frente — Slán leat.
—Slán go fóill — me despedí.
Caminé hacia la salida del departamento, agarré el paraguas y antes de cerrar la puerta, les dediqué una última mirada; ellos eran felices juntos, era obvio que yo salía sobrando, aunque ellos no me lo dijeran.
* * *
Bajé por el pequeño elevador, pues aunque nuestro edificio no era muy lujoso, debido a que había varios pisos, era necesario. Al llegar a la planta baja, dejé al lado del elevador el paraguas, caminé a la salida y al llegar a la acera, cuando la lluvia mojó mi rostro, empecé a llorar.
Me hice a un lado, me senté en los escalones del acceso y lloré con sentimiento, mientras la lluvia me empapaba. Tenía que empezar a ponerme nuevas prioridades, quizá, buscar irme lo más pronto posible de la ciudad; sabía que algunas prácticas de la universidad se hacían en poblaciones alejadas, claro que quizá mi carrera no tenía esa opción y aunque faltaban varios semestres para las prácticas, buscaría la manera de irme. No quería quedarme, no quería arruinar la felicidad de mi hermana por culpa de un sentimiento que me lastimaba incluso a mí, pues en el fondo, desde mucho tiempo atrás, yo sabía que era algo imposible.
Seguí llorando, ahogando mis sollozos y gritos, hasta que dejé de sentir la lluvia sobre mi, aunque escuchaba el golpeteo constante de las gotas de agua, a chocar no solo contra la banqueta sino contra algo más sobre mí.
—¿Cuánto más seguirás ahí?
Levanté mi rostro al reconocer la voz. Demian estaba a mi lado, inclinado, con una sombrilla en mano. Sus ojos grises me miraban con algo de condescendencia; pasé la mano por mi rostro, tratando de quitar algo de humedad, pero era imposible, pues mi cabello estaba empapado y las gotas resbalaban por mi piel, igual que mis lágrimas por mis mejillas.
—Ven… — me ofreció la mano para ayudarme a incorporarme.
Titubee por un momento, pero al final, acepté; él me ayudó a levantarme y cuando estuve completamente de pie, me abrazó. La tibieza de su cuerpo y la manera en que sus brazos me envolvieron, consiguió que me rompiera de nuevo; me aferré a su ropa y empecé a llorar una vez más, con más sentimiento.
—Parece que ya te lo dijo — musitó contra mi cabello — lo siento…
Levanté mi rostro — lo… ¿lo sabías? — pregunté en un murmullo.
—Sí — asintió — así como sabía que tú lo quieres…
—¿Te diste… cuenta?
—Solo un ciego no se daría cuenta de lo que sientes, Banan — sonrió con tristeza — un ciego como Cesar — especificó — pero no se te puede culpar, el amor es así, a veces uno se enamora de alguien que no le corresponde — acarició mis mejillas con suavidad — pero no puedes hundirte por eso — negó — tienes que enfrentarlo.
—¿Cómo?
—De las únicas dos maneras posibles — buscó mi mirada — tratar de alcanzarlo, esforzándote hasta que no tengas más fuerzas y hayas agotado todas las posibilidades o renunciar, dar vuelta a la página y seguir adelante, sin derrumbarte y sin permitirte sufrir más, porque eso solo te desgastará a ti.
Recargué mi frente contra su pecho y apreté el agarre que tenía en su ropa — tengo que dar vuelta a la página — dije con debilidad — pero no creo que sea fácil… me duele — confesé —tarde o temprano me derrumbaré frente a ellos… no soy tan fuerte…
—No digas eso — su mano acarició mi cabello — sé que eres fuerte, pero si no lo crees, entonces, apóyate en mí, déjame ser tu soporte…
Sus palabras me confundieron — ¿por qué? — pregunté levantando el rostro, buscando su mirada, no lo entendía.
—Creo que eres igual de ciego que Cesar — sonrió — ¿realmente no te has dado cuenta? — preguntó con seriedad — o es que no quieres aceptarlo, porque no soy él.
Su mirada fija en mí, me hizo estremecer. En el fondo de mi corazón lo sabía; entendía sus indirectas, su manera de tratarme, su mirada y su actitud; el porqué de su interés en acercarse a mí y de su esfuerzo porque lo aceptara de manera especial, como lo hacía con Cesar.
Pero aunque Demian me parecía una persona extraña y al principio no lo soportaba, había aceptado que en el fondo, me parecía sumamente lindo; quizá, porque a últimas fechas empecé a verlo diferente, dejando de lado la barrera que yo mismo me imponía, por solo tener ojos para Cesar. Demian era agradable, amable, un tanto más efusivo que Cesar, pero tenía su lado dulce y sumamente agradable; más eso no me decía si en serio estaba interesado en él como pareja o solo se me hacía interesante de manera superficial.
—Yo… es que… no sé si estoy listo — confesé — durante años, admiré y evoqué mis sentimientos en Cesar, era mi primer amor… un amor imposible — admití — pero, aun así… no quisiera confundirme más y… no quisiera que por mi culpa, tú…
El dedo índice de Demian se colocó en mis labios, callando mis palabras — no tienes que decirme nada — sonrió débilmente — desde que te conocí el semestre pasado, decidí esforzarme hasta que me quedara sin fuerzas y agotar todas mis posibilidades contigo — confesó — pero no lo había hecho en serio, porque sabía que te gustaba Cesar y no tenías ojos para nadie más — suspiró — por eso me acerqué a ti ahora, ya que sabía que te darías cuenta que él quería a otra persona y quizá, de esa manera, tendría oportunidad de que me notaras…
Ese era un lado que jamás imaginé que ese chico tuviera.
—Eres muy amable — suspiré — de verdad, quisiera poder enamorarme de ti pero no sé si…
—No te pido amor en este momento — me interrumpió — solo te pido que me des la oportunidad de intentar llegar a tu corazón — pidió con seriedad — tú no tienes que hacer mucho, solo no pongas una barrera para que no logre alcanzarte, por favor — su voz tenía un tinte de ansiedad — dame la oportunidad de poder esforzarme completamente y en caso de que no lo logre o de que otra persona consiga llegar a ti antes que yo, te prometo que no te molestaré más.
Dudé. Sabía que él se merecía más de lo que yo podía darle en ese momento, pero no podía estar seguro si lograría enamorarme de él o no. Solo que, la moneda estaba en el aire y lo único que él me pedía era que no lo rechazara sin un verdadero motivo, y debía admitir que no exigía mucho en realidad.
—Supongo que sí, puedo hacerlo — asentí.
Demian sonrió y su mano libre se movió, hasta colocarse en mi mentón y levantar mi rostro — gracias…
Sentí que mis mejillas ardían, pues creí que me besaría, pero no fue lo que esperaba; me besó, sí, pero en la frente. Un toque tibio, sencillo y con sumo recato.
—Creo que debemos volver a tu casa — anunció.
—Ah, no — suspiré — se suponía que iría a comprar unas cosas en el supermercado.
—¿Con este clima? — preguntó escéptico.
—Es que a mi hermana se le olvidaron unas cosas importantes y debo ir por ellas — me alcé de hombros.
—Ya veo — musitó — siendo así, yo te llevo — se movió y me abrazó, pegándome a su cuerpo — así tardaremos menos en volver.
—Pero el supermercado está para el otro lado — señalé hacia atrás.
—Sí, pero mi auto está allá — señaló al otro lado con un ademan de su rostro.
—¿Tienes auto? — pregunté asombrado, ya que siempre tomaba el camión, junto con Cesar.
—Sí, pero no lo uso normalmente a pesar de tener mi licencia, manejar es una gran responsabilidad que prefiero no tener o en su defecto, delegar, como hoy…
—¿Delegar…?
* * *
Menos de una hora después, Demian y yo regresamos al edificio y subimos con las bolsas del supermercado. Eran varias bolsas, que contenían unas velas verdes, una bolsa con chocolates en forma de moneda y envueltas en papel dorado, unas pegatinas con forma de trébol y varias frutas de color verde, entre las cuales iban manzanas, peras, uvas, limones, kiwis y tunas.
Al entrar al departamento, Aislinn y Cesar se apartaron, pues se estaban besando; yo me quedé en silencio, mientras ellos sonreían nerviosos. Demian se adelantó, caminando a la mesa y yo suspiré; debía ser fuerte.
La comida ya estaba lista, pero yo me fui a dar un baño rápido con agua tibia, porque mi ropa estaba húmeda y mi piel fría. Al salir, la mesa estaba servida, la música irlandesa a todo volumen, las velas y pegatinas puestas en la sala y el comedor, una pequeña olla negra con todos los chocolates hacía la vez de centro de mesa y el pastel le hacía compañía. Antes de tomar asiento, mi hermana me colocó un pequeño trébol de cuatro hojas en mi pecho, justo donde latía mi corazón; era un prendedor de oro que era una especie de reliquia familiar.
—Éirinn go Brach — dijo con una sonrisa y me abrazó.
—Éirinn go Brach — repetí con algo de añoranza.
Ese pequeño objeto era importante, porque era como una promesa en nuestra familia; quizá si me esforzaba lo suficiente, algún día podría ir a conocer Irlanda, como era el sueño de mi padre.
Después de comer, los tres me cantaron las mañanitas, soplé una vela sin pedir un deseo y comencé a repartir el pastel que, como Cesar pidió, era un pastel arcoíris. Pero me sorprendió lo que mi hermana llevó mientras estaba colocando las rebanadas en los platos.
—A ver, ‘leipreachán’ — sonrió y me puso un enorme tarro, lleno de un líquido verde — es hora de que te bauticemos como un verdadero irlandés — me guiñó el ojo y entregó los otros dos a nuestros compañeros, mientras que ella se quedaba con el último.
—¿Qué… quieres decir? — pregunté nervioso.
—¡Vamos, ‘bebé!’ — rió y señaló el tarro — bien sabes para qué son las frutas — dijo con obviedad, pues yo sabía que año con año se preparaba un jugo especial, con algo de vino — el alcohol ya lo tenía preparado desde hace días y ahora ya eres mayor, así que puedes y tienes que beber.
Me estremecí.
Jamás había bebido en mi vida y no sabía lo que podría acarrear esa situación, especialmente por lo que había ocurrido ese día. Sabía que todos los ebrios podían llegar a decir tonterías y después arrepentirse de ello, por eso tenía miedo; si decía algo impropio, podría arruinar la felicidad de mi hermana y no quería eso.
—No creo que esté preparado — negué.
—Anda, ‘banana’, nada malo va a pasar — Cesar sonrió.
—Todos hemos bebido antes y también sabemos lo que es estar ebrio — Demian me miró con diversión — no te preocupes, sabremos comprenderte.
—Pero… es que… yo no…
Aislinn suspiró, me sujetó de la mano y sonrió con dulzura — ‘bebé’, es la tradición — dijo con emoción — sabes que esto es lo que nos convierte en mayores… no te pido que te lo acabes, solo bebe un poco, por papá…
Respiré profundamente, me había convencido — de acuerdo, por papá.
Sujeté el tarro con toda la determinación que podía y lo levanté.
—Sláinte! — dije con voz firme y empecé a tomarme todo el líquido, tratando de hacerlo de un solo golpe.
* * *
Me removí con pesadez, me sentía cansado, mis parpados apenas se abrieron y los volví a cerrar, pues la luz me molestaba; me dolía la cabeza y pasé la mano por mi cabello, que lo traía como siempre, revuelto y sobre mi rostro.
—Buenos días…
La voz varonil me hizo abrir los ojos de inmediato; Demian estaba recostado a mi lado y yo tenía mi cabeza sobre su hombro.
Me incorporé de un salto y lo observé con terror, mientras él me sonreía de manera divertida.
—¿Qué…? ¿Qué pasó? — pregunté con nervios, pues aunque él traía su ropa, ésta estaba desarreglada y yo solo vestía mi bóxer.
Demian pasó la mano por su cabello castaño, haciéndolo para atrás y negó — nada, no te preocupes…
—¿De…? ¿De verdad?
—Sí — asintió — ¿crees que me iba a aprovechar de que te pusiste ebrio con el licor y el pastel?, que debo confesar, lo pedimos envinado…
—¡¿Qué?! — pasé la mano por mi cabeza, porque debido a mi propio grito me punzó.
—Sí, lo pedimos así, porque tu hermana le dijo a Cesar que fuera de esa manera — se burló — los irlandeses sí que se toman en serio eso de festejar, ¿eh?
—No recuerdo… ¿qué…? — mi mente estaba borrosa — después del segundo tarro y la rebanada de pastel… no recuerdo…
—Sí, después de eso, te tomaste otros dos tarros más, comiste chocolate, bailaste conmigo, bastante animado por cierto — especificó — después de eso vomitaste en la sala — rió y yo sentí que mis mejillas ardían — te pusiste necio y no pudimos evitar que volvieras a tomar un par de tarros más y comer otra rebanada de pastel, bueno, intentar — corrigió — porque solo la desmoronaste con tus manos y me embarraste la mayor parte, no solo del merengue y relleno, sino del pan también — señaló su camisa que tenía manchas de colores.
—No puede ser… — pasé las manos por mis rostros — Aislinn va a matarme…
—No te preocupes, tu hermana estaba también algo ebria, así que te animaba para que siguieras — suspiró — hasta que Cesar le recordó que podías tener una intoxicación por tanto alcohol, fue que decidió que debías parar, pero tú te pusiste aún más necio, diciendo que eras mayor de edad y podías hacer lo que quisieras — contó — incluso, besarme.
—¡¿Te besé?! — pregunté con terror, no porque me desagradara la idea, sino porque no lo podía recordar.
—No — negó — pero no dejaste de intentarlo, gritando a todo pulmón, “¡bésame, soy irlandés!”, claro que en ese idioma — especificó — por lo que te prometí un beso si te ibas a dormir a tu habitación, aunque al llegar aquí, te desnudaste y me lanzaste contra la cama, te subiste sobre mi diciendo que querías que calmara tus ansias de sexo y que deseabas probar algo que te llenara de verdad — sonrió — solo que antes de cualquier cosa, te quedaste dormido.
Puse mis manos en mi rostro y ahogue un gemido, era demasiado vergonzoso — lo siento… — dije entre dientes.
Demian me abrazó — está bien, no pasó nada, te lo aseguro — repitió con seriedad — y aunque hubieses insistido, yo no lo hubiera aceptado.
—¿Por qué? — pregunté con debilidad, sin poder creerlo del todo.
—Porque no quiero que eso sea solo por un simple arrebato, causado por el alcohol — besó mi cabello — de verdad siento algo muy especial por ti, Banan, y no pienso arruinarlo antes de empezar a conquistarte seriamente.
Mordí mi labio, esas palabras me habían gustado.
—Bueno, es hora de que me vaya, seguramente me están esperando abajo — anunció — tu hermana y Cesar pasaron la noche juntos y, creo que ellos sí tuvieron algo de acción — me guiñó un ojo y yo sentí que mi rostro ardía — así que déjalos descansar un poco más, ¿de acuerdo?
—Sí — asentí nerviosamente — deja me pongo algo de ropa y te acompaño.
—No, no es necesario — negó y se puso de pie, agarrando la chaqueta que portaba el día anterior y colocándosela con rapidez — tú también necesitas descansar, además, yo ya sé el camino — se inclinó y besó mi frente — Chífidh mé ar ball thú, Breagha!
Me sorprendieron sus palabras y antes de que se alejara lo sujeté de la solapa de su chaqueta, fijando mi mirada en su rostro.
—¿Qué dijiste? — pregunté a media voz.
—Chífidh mé ar ball thú, Breagha! — repitió con diversión.
—¿Cómo es que…?
—No solo investigué tu nombre, también algunas cosas de ese idioma tan ‘curioso’ que en ocasiones usas, para que nadie entienda lo que dices — me guiñó el ojo — cuando algo o alguien me interesa, realmente me empleo a fondo — sujetó mi mano con delicadeza y la acercó a sus labios, besando el dorso con lentitud — pero, mantengámoslo en secreto, así, Cesar no sabrá que sí te entendía en esas pocas ocasiones, cuando él no podía.
Sentí que mi rostro ardía pero no pude decir nada más, él se alejó y salió de mi habitación, mientras yo me dejé caer en el colchón, respirando con agitación; había sentido una especie de revoloteo en mi estómago y no era porque quisiera vomitar, era algo diferente y sumamente agradable.
En poco tiempo, Demian me había demostrado que era un chico completamente diferente a lo que yo imaginaba y no solo eso, sino que se notaba completamente interesado en mí, algo que poco a poco estaba consiguiendo que me rindiera ante él.
Sabía que Cesar había sido mi primer amor, pero quizá, como la gran mayoría, era un amor idealizado, aunque debido a ello, no me había permitido encontrar a alguien con quien de verdad tuviera una oportunidad seria y era posible que lo hubiese tenido cerca todo el tiempo, sin querer darme cuenta.
Demian era muy diferente a Cesar, pero eso no era malo, al contrario.
—Realmente es… lindo…
Suspiré me giré recostándome sobre el lugar que él había ocupado antes, dándome cuenta que el olor a su perfume había quedado impregnado en mis sábanas.
—No apresuraré las cosas — musité, acariciando las telas con mis manos — pero eso no quita que ya tenga a alguien mejor para fantasear.
* * *
Glosario:
—Banan = Es un nombre irlandés, que significa 'Blanco'.
—Aislinn = Es un nombre irlandés, que significa 'Sueño'.
—Slán agat = en irlandés, se pronuncia [slon agát] es un ‘adiós’ (literalmente significa “salud a ti” y se le dice a quién se queda)
—Slán leat = en irlandés, se pronuncia [slon lat] es un ‘adiós’ (literalmente significa “salud contigo” y se le dice a quién se va)
—Breithlá sona duit! = en irlandés, se pronuncia [brelow sona güit] se usa para felicitar a alguien por su cumpleaños (literalmente significa “día de nacimiento feliz a ti”)
—Go raibh maith agat = en irlandés, se pronuncia [go ra má agét] se usa para decir gracias (literalmente significa “que tengas el bien” o “que esté el bien en ti”)
—Lá Fhéile Pádraig = en irlandés, se pronuncia [lo eila pórrik] es como se le llama al ‘Día de San Patricio’ (literalmente significa “el día de fiesta Patricio”)
—Beannachtaí na Féile Pádraig ort! = en irlandés, se pronuncia [banajtí na fela pórrik oach] es la frase más propia del día de San Patricio y significa ‘Bendiciones de San Patricio sobre ti’.
—Slán go fóill = en irlandés, se pronuncia [slon go foil] es un ‘adiós’ (literalmente significa “adiós, por ahora”).
—Éirinn go Brach = en irlandés, se pronuncia [erin go brog] es la frase irlandesa para decir ‘Irlanda por siempre’
—Leipreachán = más conocido por su palabra en inglés, Leprechaun y se pronuncia [leprekon], es el típico duende irlandés.
—Sláinte! = en irlandés, se pronuncia [esloncha] se usa para brindar, (significa “salud!”)
—Chífidh mé ar ball thú = en irlandés, se pronuncia [Chife may air ball hoo] se usa para despedirse entre amigos, como un ‘nos vemos después’ (significa literalmente “Pensaré en ti”)
—Breagha! = en irlandés, se pronuncia [Bree-ah] significa hermosa/hermoso.
—Banan = Es un nombre irlandés, que significa 'Blanco'.
—Aislinn = Es un nombre irlandés, que significa 'Sueño'.
—Slán agat = en irlandés, se pronuncia [slon agát] es un ‘adiós’ (literalmente significa “salud a ti” y se le dice a quién se queda)
—Slán leat = en irlandés, se pronuncia [slon lat] es un ‘adiós’ (literalmente significa “salud contigo” y se le dice a quién se va)
—Breithlá sona duit! = en irlandés, se pronuncia [brelow sona güit] se usa para felicitar a alguien por su cumpleaños (literalmente significa “día de nacimiento feliz a ti”)
—Go raibh maith agat = en irlandés, se pronuncia [go ra má agét] se usa para decir gracias (literalmente significa “que tengas el bien” o “que esté el bien en ti”)
—Lá Fhéile Pádraig = en irlandés, se pronuncia [lo eila pórrik] es como se le llama al ‘Día de San Patricio’ (literalmente significa “el día de fiesta Patricio”)
—Beannachtaí na Féile Pádraig ort! = en irlandés, se pronuncia [banajtí na fela pórrik oach] es la frase más propia del día de San Patricio y significa ‘Bendiciones de San Patricio sobre ti’.
—Slán go fóill = en irlandés, se pronuncia [slon go foil] es un ‘adiós’ (literalmente significa “adiós, por ahora”).
—Éirinn go Brach = en irlandés, se pronuncia [erin go brog] es la frase irlandesa para decir ‘Irlanda por siempre’
—Leipreachán = más conocido por su palabra en inglés, Leprechaun y se pronuncia [leprekon], es el típico duende irlandés.
—Sláinte! = en irlandés, se pronuncia [esloncha] se usa para brindar, (significa “salud!”)
—Chífidh mé ar ball thú = en irlandés, se pronuncia [Chife may air ball hoo] se usa para despedirse entre amigos, como un ‘nos vemos después’ (significa literalmente “Pensaré en ti”)
—Breagha! = en irlandés, se pronuncia [Bree-ah] significa hermosa/hermoso.
Aclaraciones:
1.- En esta historia, usé el idioma gaélico irlandés, aunque lógicamente, tuve muchas dificultades, porque tuve que revisar muchas páginas del idioma, algunas incluso en inglés (y ya saben que no soy buena en el inglés) así que si encuentran alguna falta en la gramática o palabras, no duden en corregirme, que es bueno aprender en qué me equivoqué.
2.- Con respecto al dibujo de la portada, de no decir que, aunque Banan es uke-uke, él no lo denota mucho y debería verse un poco más varonil (claro comparado con Isaac XD) digamos que debería ser un uke casi como Erick, que a simple vista parece hetero o posiblemente como Arturo, que aunque es gay y no lo oculta, no se ve afeminado, ¿me explico?, eso sí, Banan es guapo, aunque bueno, se me dificulta el termino para poder usarlo con él.
1.- En esta historia, usé el idioma gaélico irlandés, aunque lógicamente, tuve muchas dificultades, porque tuve que revisar muchas páginas del idioma, algunas incluso en inglés (y ya saben que no soy buena en el inglés) así que si encuentran alguna falta en la gramática o palabras, no duden en corregirme, que es bueno aprender en qué me equivoqué.
2.- Con respecto al dibujo de la portada, de no decir que, aunque Banan es uke-uke, él no lo denota mucho y debería verse un poco más varonil (claro comparado con Isaac XD) digamos que debería ser un uke casi como Erick, que a simple vista parece hetero o posiblemente como Arturo, que aunque es gay y no lo oculta, no se ve afeminado, ¿me explico?, eso sí, Banan es guapo, aunque bueno, se me dificulta el termino para poder usarlo con él.
Despedida:
Bien, sinceramente quería escribir algo para el catorce de febrero, solo que ya saben que no pude por causas de fuerza mayor, pero como desde hace mucho me gusta el día de San Patricio (no hay razón en especial, solo me gusta) pues salió un segundo especial para este día (el primero no cuenta mucho, porque es histórico XD)
Me gustó escribir sobre Banan (nombre raro, lo sé), pues aunque es un chico que se nota le gusta experimentar con su sexualidad, no es un libertino y yo deseaba que encontrara una pareja que se adecuara a él y que lo quisiera de verdad, no solo por cogérselo (que no voy a negar que lo haría muy pronto, porque el chico ya está doblando las manitas y quien no, si Demian es encantador, romántico y muy serio, a pesar de que no lo parezca a simple vista).
Creo que Demian es la clase de chico que está dispuesto a esforzarse completamente para que algo se dé y que no quede de él, en caso de que las cosas fallen, mientras que Banan es un joven inexperto, que no se ha dado la oportunidad de conocer el verdadero amor, pues todo ha sido una ilusión y fantasías que su mente ha creado alrededor de Cesar, así que necesita algo que sea real y solo para él, por lo que, seguramente, terminarán juntitos y felices, sin ningún problema… aunque quien sabe, como soy tan voluble, puedo arruinarlo en el último momento si me pongo a escribir más, por eso, mejor lo dejamos aquí.
Espero hayan disfrutado esta historia, así como yo me divertí escribiéndola (especialmente la última parte).
Un saludo y nos leemos.
Bien, sinceramente quería escribir algo para el catorce de febrero, solo que ya saben que no pude por causas de fuerza mayor, pero como desde hace mucho me gusta el día de San Patricio (no hay razón en especial, solo me gusta) pues salió un segundo especial para este día (el primero no cuenta mucho, porque es histórico XD)
Me gustó escribir sobre Banan (nombre raro, lo sé), pues aunque es un chico que se nota le gusta experimentar con su sexualidad, no es un libertino y yo deseaba que encontrara una pareja que se adecuara a él y que lo quisiera de verdad, no solo por cogérselo (que no voy a negar que lo haría muy pronto, porque el chico ya está doblando las manitas y quien no, si Demian es encantador, romántico y muy serio, a pesar de que no lo parezca a simple vista).
Creo que Demian es la clase de chico que está dispuesto a esforzarse completamente para que algo se dé y que no quede de él, en caso de que las cosas fallen, mientras que Banan es un joven inexperto, que no se ha dado la oportunidad de conocer el verdadero amor, pues todo ha sido una ilusión y fantasías que su mente ha creado alrededor de Cesar, así que necesita algo que sea real y solo para él, por lo que, seguramente, terminarán juntitos y felices, sin ningún problema… aunque quien sabe, como soy tan voluble, puedo arruinarlo en el último momento si me pongo a escribir más, por eso, mejor lo dejamos aquí.
Espero hayan disfrutado esta historia, así como yo me divertí escribiéndola (especialmente la última parte).
Un saludo y nos leemos.
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