Epílogo
Desde que Israel conoció a la familia de Mauricio, ellos lo trataron como parte de la misma; el universitario se sintió muy a gusto con todos, especialmente con Verónica, la esposa de su cuñado, quien desde el primer momento, le dijo “hermanito”.
Durante los siguientes tres años, la relación entre Mauricio e Israel era tan seria y formal que, incluso, la madre del menor, estaba ansiosa de que se casaran y, cuando tenía ocasión, insinuaba que deseaba un matrimonio pronto, aunque siempre mantenía su carácter frío. No era la única, pues la familia del ojiverde, especialmente su padre, deseaba que se casaran y adoptaran un bebé, ya que Verónica y Álvaro, jamás lo hicieron; ahora, esperaba que la familia creciera por parte de Mauricio.
* * *
El jueves por la tarde, la sala de juntas de la oficina de publicidad, estaba ocupada; se estaba mostrando a la directora, el video promocional para uno de sus clientes, antes de presentarlo ante los mismos, al día siguiente.
-Este es perfecto – sonrió el castaño, acomodando los lentes en el puente de su nariz, cuando el video terminó – mañana lo llevaré para presentarlo – aseguró con emoción.
-¿Está seguro, jefe? – la chica de cabello negro que estaba a su lado no parecía muy convencida, era su nueva asistente – salidas nocturnas en medio del desierto…
-Mónica, ¿has ido alguna vez a ese lugar? – Israel la miró de soslayo.
-No, nunca… – respondió con vergüenza.
-Entonces, cuando vayas, te aseguro que te darás cuenta, que este corto dice todo lo que brinda y mucho más.
-Pareces muy emocionado – indicó la mujer castaña que estaba al otro lado, su gesto frío ponía a temblar a todo el mundo, menos a su hijo, quien ya se había sobrepuesto a su carácter.
-Lo estoy – sonrió – además, desde que yo me encargo de la publicidad de ese lugar, sabes que ha tenido más auge y más visitantes – dijo con orgullo – Gerardo… – llamó al chico que se encargaba de la proyección – guarda el archivo, y, necesito la carpeta con los documentos impresos del proyecto, para llevarlo a nuestros clientes – indicó – los folletos, las lonas, la muestra de los panorámicos y, por supuesto la nueva imagen de su página web.
-En un momento – sonrió el joven, un par de años, menor que el castaño.
-Bien, voy a preparar mis cosas – dijo poniéndose de pie.
-Israel, necesitamos hablar – la castaña habló con seriedad.
Los trabajadores, temblaron y se despidieron con rapidez, dejándolos solos.
-¿Qué sucede, madre? – preguntó con algo de cansancio.
-Tienes dos años trabajando para mí – empezó la mujer – me sorprende ver todo lo que has hecho – cerró los parpados y respiró profundamente – en realidad, creo que, has superado todas mis expectativas en este corto periodo de tiempo…
-Eso es un halago, viniendo de ti – dijo con diversión.
-Sí, supongo que lo es para ti – ella sonrió de lado – por eso, seré directa – sentenció – creo que ya es tiempo que te encargues de todo.
El de lentes se sorprendió. No había vuelto a sentarse, pero, con esas palabras, tuvo que hacerlo, pues había sido impactante escuchar eso y todo dio vueltas a su alrededor.
-¿Qué dices? – sonrió ella, como hacía años que no le sonreía a su hijo, con dulzura y cariño – ya es hora de que empieces a dirigir este lugar.
-Yo… – el castaño no sabía que decir – no… no sé…
-Platícalo con Mauricio, pero no te preocupes, a pesar de que el trabajo es demandante, tu puedes decidir el tiempo que pases en la oficina, para que no te alejes mucho de él, ya que no quiero que lo hagas, aún espero que se casen – ella tamboreó los dedos en la mesa – bueno, es hora de que me retire también.
La mujer se puso de pie y caminó hasta su hijo; se inclinó, lo abrazó, le besó la mejilla y se acercó a su oído.
-Estoy muy orgullosa de ti, bebé – susurró y se alejó, pero, antes de incorporarse completamente, le besó la frente.
La castaña salió de la sala de juntas, dejando a su hijo, aún sorprendido. Los ojos de Israel se humedecieron y sonrió.
-Gracias… mamá…
* * *
Mauricio e Israel habían llegado al hotel en la mañana de ese viernes, cómo eran vacaciones de verano, el ojiverde no tenía que ir a la universidad y, desde un año atrás, ya no se presentaba diariamente a la oficina de su otro empleo, porque trabajaba desde casa.
Israel había tenido una reunión con los directivos del hotel en la mañana, presentándoles el nuevo proyecto de publicidad, pero, el resto del día, lo disfrutó al lado de su pareja.
En la noche, acudieron una vez más a la velada astronómica y, aunque era verano, tenían que ir abrigados, porque, al ser el desierto, las temperaturas bajaban considerablemente.
-Se miran más hermosas en esta época, ¿no lo crees? – indagó el de lentes, mirando al cielo; mientras esperaba su turno para ver por el telescopio, su pareja lo abrazaba.
-La verdad, después de estos años, sigo viéndolas de la misma manera…
-Maury… – Israel giró el rostro, mirándolo con reproche y haciendo un puchero.
El ojiverde le besó la mejilla – no te enojes – rió – es tu culpa que sea de esta manera…
-¿Mi culpa?
-Si – asintió – para mí, no hay nada más hermoso que tú, así que, ver las estrellas, no es tan interesante como admirarte a ti…
El calor subió a las mejillas de Israel; se mordió el labio y giró el rostro, para que su pareja no viera su sonrojo. Agradeció que el guía lo llamara para ver una nebulosa por medio del telescopio, así que se alejó con rapidez de Mauricio.
El ojiverde lo siguió con la mirada y sonrió. Le gustaba poner nervioso a su novio, pero precisamente, ese día, lo estaba disfrutando mucho más.
* * *
Cuando regresaron al hotel, Mauricio guió a Israel al comedor; algo que le extrañó al de lentes, pues, tenían tres años visitando ese lugar y normalmente, iban directamente a la recamara después del paseo.
El restaurante estaba oscuro y, solo una mesa estaba puesta, decorada con rosas y velas.
-¿Qué es esto? – indagó el menor…
-Nuestra mesa – respondió el ojiverde, moviendo una silla para que tomara asiento.
-Pero, ya cenamos – alegó Israel, sentándose dónde le indicó el mayor.
-Ah sí, pero, esta “cena” no es para comer en realidad…
Un mesero se acercó, sirviendo un par de copas de vino y dejándolas en la mesa, después, otro llegó, dejando una pequeña charola, con dos pequeños pasteles, del sabor que al menor tanto le gustaba.
-Pastel de bavaria… – el diseñador sonrió, le gustaba ese postre.
-Si – Mauricio recibió el suyo – como siempre, el mejor pastelero de la ciudad me hizo el favor de prepararlos y decorarlos, especialmente ese – señaló el del menor.
Israel probó el postre y sintió que se derretía por el sabor; no sabía cómo le hacía Adrián, pero, estaba seguro que cada que probaba uno de sus pasteles, sabía mucho mejor que el anterior.
-Delicioso… – dijo con ensoñación.
El profesor lo miró con ilusión y buscó la mano de su pareja.
-Sabes que no me gusta ocultar cosas y, quiero que entiendas por qué estoy haciendo esto…
La manera tan seria en la que habló, puso nervioso al otro.
-Ayer, tu madre habló conmigo – Mauricio lo miraba a los ojos y, al sentir el estremecimiento que cimbró a su novio, ejerció presión en la mano – me dijo que, cree que es el momento de que tomes la dirección de su empresa…
Israel pasó saliva y desvió la mirada – sí… – suspiró y comió un poco más de pastel, arrancando uno de los trozos de chocolate para masticarlo con lentitud – pero no sé… – negó con sus dedos cerca de sus labios – es un trabajo demandante y, no quiero que mi tiempo contigo, se reduzca…
-Lo sé, ella me lo dijo – asintió el mayor – pero, no quiero que tengas que decidir entre tu carrera o yo – sonrió – así que, he decidido, si tú me lo permites, ser completamente parte de tu vida, para acompañarte y ser tu apoyo en vez de un obstáculo…
-¿De qué hablas? Ya eres parte de mi vida…
Mauricio sonrió y buscó en su bolsillo, sacando una delicada cajita y acercándola al menor – me hubiera gustado poder darte una estrella – con esas palabras, el de lentes sintió que el tiempo se detenía – pero, aunque comprara un certificado, eso no sería suficiente, así que, espero que estas pequeñas piedras brillantes, te gusten tanto, como el cielo nocturno, y con ello, aceptes ser mi esposo – sentenció, abriendo el pequeño contenedor.
Israel se quedó sin aliento. El delicado aro plateado, era coronado por una gran piedra reluciente, que destellaba gracias a las velas que había en la mesa, pero, resaltaba más, por varios haz de luz, reflejados en las piedras más pequeñas que la rodeaban. El menor abrió los ojos desmesuradamente, mientras Mauricio tomaba la joya y la acercaba, lentamente, a la mano izquierda su pareja.
-¿Aceptas? – preguntó con una débil sonrisa, temiendo que Israel se negara.
El de lentes asintió con efusividad; estaba ansioso, de sentir la joya en su dedo y, Mauricio lo notó. El ojiverde colocó el anillo con extrema lentitud y, al final, besó los dedos con suavidad, antes de incorporarse de la silla, acercarse a su prometido y besarlo en los labios.
-Prometo que haré todo lo que esté a mi alcance, para hacerte feliz…
-Maury – Israel se quitó las gafas y limpió sus ojos – ya me haces muy feliz…
-No lo parece, si estás llorando – sonrió el mayor.
-A veces, se puede llorar de felicidad – el menor se mordió el labio – y, ciertamente, ahora, soy inmensamente feliz…
El ojiverde se inclinó hasta el rostro de su pareja y deposito un beso suave en sus labios – yo también lo soy…
* * *
Este es el final. Vaya, no pensé que esta historia fuese a ser tan ‘larga’, es decir, yo solo quería que ellos dos quedaran juntos y, el resultado, es esto.
La verdad, quedé completamente feliz y conforme en cómo se desarrolló la historia y, espero que la hayan disfrutado mucho. A mi parecer, han sido una de mis parejas más lindas, dulces, románticas y melosas; pero no sé qué es lo que opinan ustedes.
Bien, gracias por leer y, espero que, mis próximos trabajos, les gusten también.
La verdad, quedé completamente feliz y conforme en cómo se desarrolló la historia y, espero que la hayan disfrutado mucho. A mi parecer, han sido una de mis parejas más lindas, dulces, románticas y melosas; pero no sé qué es lo que opinan ustedes.
Bien, gracias por leer y, espero que, mis próximos trabajos, les gusten también.
Comment Form is loading comments...