Apenas era lunes a mediodía y yo me encontraba en la oficina, trabajando en los pendientes que debía dejar solucionados para antes del viernes, pues ya tenía planes para el fin de semana.
—“Joven Bustamante, lo busca Derek Haggard…”
Al escuchar el nombre, deje inmediatamente los documentos que traía en mano — ¿Derek? — musité aun sorprendido y rápidamente respondí — déjalo pasar, Vane.
Me puse de pie casi de un salto y acomodé el saco de mi traje, alejándome del escritorio para ir a recibirlo; cuando la puerta se abrió, me sorprendí. No había cambiado en nada durante los casi siete años que teníamos sin vernos.
Sonreí — ¡Derek! — dije abriendo mis brazos para saludarlo y él me correspondió de la misma manera.
—¿Joven Bustamante? — dijo divertido, levantando una ceja.
—¡Cállate! — reí — me siguen tratando como niño, porque mi padre sigue al frente de la compañía — expliqué en medio del abrazo — y sí, es algo vergonzoso que sea de esa manera.
—Ya veo — se burló — yo pensé que el casi llegar a los treinta, te estaba dando miedo.
—No seas idiota — negué — ven, siéntate — lo guié hacia la sala de estar de mi oficina — ¿quieres algo de beber? ¿Café o algo más divertido? — lo miré de soslayo con una sonrisa cómplice — una copa de whisky, quizá…
Derek se sentó en uno de los sillones y negó — Alfonso, ya no bebo alcohol…
—¡¿Qué?! ¿Desde cuándo? — pregunté con sorpresa, pues no me imaginaba que un parrandero empedernido como él, hubiese dejado la bebida.
—Desde ya hace algo de tiempo — contestó — he sentado algo de cabeza y no quiero tener problemas en mi empleo, por culpa de esas borracheras que antes me ‘pegaba’ junto contigo, en Inglaterra — me señaló.
—Entonces te has vuelto aburrido, ‘hermano’, recuerdo que en la universidad, tú eras el que nos invitaba a los mejores lugares para beber y hacer cosas más interesantes también — suspiré — bueno, ¿quieres un café?
—Sí, eso si — asintió.
Caminé hasta el escritorio y llamé por el intercomunicador — Vane, prepara dos tazas de café, por favor.
—“En un momento, joven”
—Y cuéntame… — regresé a la sala y me senté en el sillón frente a Derek — ¿qué te trae a esta ciudad?
—Negocios… — respondió escuetamente y se me hizo extraño, pues él siempre había sido una persona que gustaba de platicar y contar todo lo que le acontecía.
—¿Qué clase de negocios? — indagué.
—Nada importante, solo fueron unas reuniones de fin de semana — sonrió — pero antes de irme, recordé que la empresa de tu familia estaba aquí, así que decidí hacerte una visita, especialmente porque se acerca tu cumpleaños…
—Sí, mi cumpleaños treinta — entorné mis ojos — no sabes cómo he deseado no recordarlo los últimos días…
—¿Por qué?
—Porque todas las chicas casaderas de la ciudad andan tras de mí y algunos chicos también — masajee mis sienes — a pesar de que les he dicho de muchas maneras que no me interesan…
—Déjame adivinar… ¿aun tienes ‘esos’ gustos? — la voz de Derek se escuchó con un tinte de escepticismo.
—Aún los tengo — confirmé — y mucho más que antes…
Un golpeteo en la puerta se escuchó interrumpiendo nuestra charla.
—Adelante — levanté la voz y con ello, Vanesa ingresó a la oficina.
Ella se acercó con movimientos gráciles hasta la salita, dejando sobre la pequeña mesa de centro, una charola con dos tazas de café servidas, al lado de un plato con galletas y me dedicó una mirada coqueta, mientras estaba inclinada; le sonreí cortés, pues su intento de seducirme, mostrándome su escote y sus senos redondos, no le funcionaba. Momentos después, ella se retiró, contoneando la cadera
—¡Vaya! — la voz de Derek se escuchó, cuando la puerta se cerró — tu secretaria es muy hermosa y se nota que le gustas…
—Sí, pero ella a mí no — aseguré con rapidez — ese es el problema, que ninguna de las chicas que se me insinúan me gustan, aunque ya va siendo hora que me case y tenga un heredero…
—¿Tu familia te está presionando?
—Mi madre — dije con cansancio — dice que debería buscarme una señorita de buena familia, que me dé hijos, un hogar perfecto y de ser posible, aumente nuestro estatus social, cómo si eso fuese posible…
—La perfección no existe — dijo mi amigo, antes de beber un sorbo de su café — y ¿qué dice tu padre?
Al escuchar esa pregunta, sonreí divertido — nada en realidad, especialmente desde que me di cuenta que si tengo ‘esos’ gustos, es por herencia de él… — me burlé.
Esas palabras sorprendieron a mi compañero y me miró con un gesto contrariado — ¿a qué te refieres?
Bebí un poco de mi café antes de responderle — de que él también gusta de esos placeres prohibidos que a mí, me vuelven loco…
—¡¿De verdad?!
—Sí — asentí — incluso… — no quise terminar mi frase, así que preferí callar.
—¿Incluso? — los ojos verdes de Derek se fijaron en mí, pues se dio cuenta que titubeaba, debatiéndome entre decirle o no.
Respiré profundamente y dejé la taza en la mesita — Derek, somos amigos, ¿cierto? — crucé las manos cerca de mi rostro, mirándolo a los ojos.
—Sabes que sí — asintió, tomando una actitud seria — a pesar de que teníamos años sin vernos, fuimos y seguimos siendo amigos — aseguró sin dejar lugar a dudas.
—¿Puedo confiar en ti?
—La pregunta me ofende — entrecerró los ojos, parecía molesto — sabes que jamás traicionaría tu confianza…
—Ni aunque se tratara de mis ‘gustos’… — presioné — tú sabes que eso es algo penado por la ley y…
—¡Déjate de idioteces! — Derek dejó el café en la mesa — no soy de la policía, ni del FBI, mucho menos pertenezco a ‘Scotland Yard’, así que nada te haría y jamás te delataría, porque eres mi amigo y no está en mí juzgar tus gustos, porque son parecidos a los míos…— sonrió — además, todos tenemos secretos y así como a ti, a mí no me gustaría que los divulgaran.
Respiré aliviado, recordaba que cuando estudié en Inglaterra y conocí a Derek, ambos nos hicimos amigos, a tal punto que no hubo secretos entre nosotros; sabía que él era extraño y que también le gustaban las chicas menores, aunque su rango de edad no era tan inferior como el mío. Solo que ahora que yo ya había pasado ciertos límites y era una persona conocida, debía tomar precauciones para evitar problemas que afectaran a mi empresa y especialmente, a mi persona y a mi familia.
—Cuando volví del extranjero — dije con algo más de seguridad — descubrí que mi padre tenía la misma afición que yo…
—¿Chicas jóvenes? — sonrió comiendo una galleta, parecía divertido con la situación.
—Muy jóvenes — respondí con frialdad — quizá, demasiado.
Derek masticó lentamente y después de un momento, se atrevió a preguntar — ¿qué tanto?
—Mucho más que a ti y a mi…
Los ojos de mi amigo se abrieron con sorpresa — oh… ese debe ser un problema — dijo algo contrariado — sé muy bien que es difícil conseguir esa clase de diversión, así que hay que aceptar lo que se puede…
—No del todo — negué poniéndome de pie y caminando para colocarme detrás del sillón — hay un lugar, aquí en la ciudad, donde se puede disfrutar de esos placeres, clandestinamente, obvio — sonreí de lado — y los “socios” que ahí acuden, son personas que mantienen el anonimato, porque les conviene, además pagan mucho por esas atenciones.
Derek se sorprendió por la confesión y luego rió divertido — de acuerdo, entonces, por eso no sientes necesidad de buscar esposa…
—Aparte… — me alcé de hombros — lo que pasa es que, creo que mis gustos se han decantado por algo distinto y quizá, aún más prohibido…
Sus ojos verdes se fijaron en mi rostro, con un gesto de completa confusión, era obvio que no lo comprendía del todo y conociéndolo, seguramente no quería sacar conclusiones apresuradas, pues era difícil pensar qué podía ser peor que gustar de menores de edad.
Me puse tras el sillón donde Derek estaba y me incliné para hablarle al oído — me gustan los varones…
Derek abrió los ojos desmesuradamente — te refieres a… — me miró de soslayo — ¿niños? — musitó aun con dudas.
Puse la mano en su hombro y ejercí presión haciéndole un gesto cómplice; asentí y me alejé de inmediato.
—¡Vaya! — él pasó la mano por su cabeza, haciendo los mechones negros de su cabello hacia atrás y se mordió el labio — sí, creo que sobrepasaste algunos límites — sonrió nerviosamente — pero, ¿quién soy yo para juzgarte?
—Me alegra saber que eres tan comprensivo como siempre — le guiñé un ojo — pero bueno, esa es la razón por la que no me interesa buscar esposa, aunque sé que terminaré aceptando a cualquiera — me alcé de hombros y me moví, para tomar asiento de nuevo.
—Y… ¿tu padre te apoya? — preguntó con cierto escepticismo — siempre dijiste que tú y él no se entendían, que él solo quería que le dieras un nieto, un legítimo heredero…
—Cómo dije, desde que descubrí su secreto, creo que tenemos una mejor relación — me alcé de hombros — incluso, dijo que prepararía algo especial para el próximo fin de semana…
—Tu cumpleaños…
—Sí… será una fiesta en ese lugar especial — sonreí de forma perversa — ¿quieres acudir?
Derek rió — a pesar de mi trabajo, no creo que tenga tanto dinero como tú, para ingresar a un club tan… interesante — hizo un mohín.
—Ah, no te preocupes — me alcé de hombros — hoy me acompañas, hablamos con la dueña y yo pago lo que sea necesario.
—Se supone que será tu cumpleaños, no el mío — mencionó de manera divertida.
—Bueno, será como en los viejos tiempos — levanté una ceja — cuando compartíamos lo que podíamos conseguir, solo que ahora, yo voy a ser quien provea la diversión — con esas palabras, él aceptó el ofrecimiento con un simple ademán, a manera cómplice.
* * *
Derek me acompañó a comer a las dos de la tarde, pero yo ya no volví a la oficina; estaba ansioso de mostrarle ese lugar especial, dónde podíamos dar rienda suelta a eso que ambos ocultábamos. Le avisé a mi padre, le dije que le hablaría a la dueña y que le haría una transferencia de dinero de inmediato; así, él estaría al tanto de la situación y no se preocuparía por las transacciones.
El camino era largo, pues la zona estaba a más de una hora fuera de la ciudad en las faldas de unas montañas; al llegar, Derek se sorprendió debido a la vigilancia en el acceso que daba al terreno. Al ingresar, la enorme mansión se alzaba entre los árboles; parecía un castillo europeo, más que una construcción americana.
—¿Qué te parece? — pregunté con una débil sonrisa.
—Realmente, tienen buen gusto — dijo con algo de emoción mal contenida, lo conocía y sabía que se sentía muy orgulloso de su ascendencia y nacionalidad — espero que sea igual para lo que vinimos a buscar…
—Créeme — lo miré de soslayo — la calidad es la mejor que puedes imaginar…
Al llegar, un hombre con un traje sencillo pero impecable, recibió las llaves de mi automóvil y lo llevó a estacionar, mientras un par de guardias que ya conocía, porque siempre estaban en la casa principal, nos recibieron en la gran puerta.
—Buenas tardes, joven Bustamante — dijo uno de ellos con seriedad.
—Buenas tardes — respondí.
—La señora Villegas desea hablar con usted y su amigo.
—Lo suponía — dije con obviedad — vamos Derek, tendrás que contestar un cuestionario y firmar un documento de confidencialidad, cosas sin importancia, ya sabes…
—Parece que se toman muy en serio esto — suspiró.
—Bueno, hay que guardar las apariencias — sonreí — y sobre todo protegerse, no solo a ellos mismos, sino a nosotros, sus clientes.
Al estar en el recibidor, me di cuenta que Derek observaba con curiosidad el interior. Sabía lo que pensaba, pues a simple vista parecía un castillo de los que se encontraban en Inglaterra, para los recorridos turísticos, pero si le ponía más atención, podía percibir que los detalles estaban bien cuidados, intentando darle un aspecto antiguo, como si estuviéramos en siglos pasados a pesar de la modernidad, además, era obvio que no habían escatimado en gastos, ya que todos los muebles y accesorios eran de la mejor calidad; incluso, podía jurar que algunos, eran hechos de materiales caros, como algunos accesorios en oro o cristal, todo para darle una apariencia más ‘realista’.
Los guardias que nos guiaban, nos llevaron directamente a un salón, que por los muebles y estantes, era obvio que debía tener la función de biblioteca, aunque ahora no había muchos libros, solo pinturas y pequeñas estatuillas.
—Buenas tardes — saludó Dione, una bella mujer, vestida y arreglada de manera sobria, aunque las pocas canas en su cabello siempre las lucía con orgullo.
—Buenas tardes — sonreí ampliamente y caminé con pasos largos hasta ella, sujetándole las manos y besándole el dorso de ellas con suavidad — señora Villegas, ¿cómo se encuentra hoy?
—Bien, querido — respondió ella con una amplia sonrisa — y ¿tu?
—Ahora que estoy aquí, muy bien — le guiñé un ojo — traje al amigo que le comenté por teléfono — anuncié haciendo un ademán, para señalar a Derek.
—Sí, lo sé — ella lo miró de soslayo — pero sabes que a los nuevos socios, hay que hacerles un pequeño cuestionario…
—Por eso lo traje temprano…
Ella rió — ya veo… — extendió la mano para mi amigo — un placer, señor…
—Derek… Derek Haggard — dijo él y se acercó a besarle la mano.
—Dione Villegas, un placer joven, Haggard… ¿es usted alemán?
—Inglés — respondió con rapidez — aunque sí, tengo cierta ascendencia alemana…
—Hace mucho que no teníamos un extranjero en este lugar — suspiró — pero siéntense, mientras platicamos, ¿gustan algo de beber? Puedo ofrecerles algún vino, un coctel…
—No bebo, gracias — se excusó mi amigo.
—Derek se hizo un poco ‘ñoño’ — me burlé y dirigí mis pasos a uno de los sillones — por eso lo traje, para que recordara viejos tiempos y volviera a ser como antes…
—Comprendo — Dione tomó asiento y Derek lo hizo después — pero si no bebe, puedo ofrecerle un poco de café, jugo, agua natural o un refresco…
—Un café, está bien para mí — Derek sonrió desde su lugar.
—Yo un poco de vino — pedí con calma, realmente no quería ponerme ebrio, pero siempre me había gustado el vino que ofrecían ahí.
Dione asintió, chasqueó los dedos y una persona salió inmediatamente del recinto, para ir a buscar nuestras bebidas — bueno, joven Haggard, ¿puedo hacerle algunas preguntas? — prosiguió ella con naturalidad.
—¡Claro!
—Dígame… — Dione cruzó las piernas y se recargó en el sillón — ¿tiene familia?
—No — Derek negó — mi padre murió poco después de que me gradué de la universidad y era el único pariente que me quedaba…
Nuestra anfitriona se sobresaltó y luego puso un gesto contrariado — lo siento, no quise incomodarlo — se excusó — pero comprenderá que debo preguntar…
—Sí, está bien…
—Y, ¿en qué trabaja?
—Trabajo para una empresa internacional de manejo de cargamento industrial, nosotros nos encargamos de mover objetos por tierra o mar, y somos una de las tres empresas en todo el mundo que realiza trabajos gubernamentales de traslado entre países.
Me puse serio al escucharlo; Derek fue siembre mejor que yo en la universidad, pero ahora, mientras él era un peón más en una empresa, yo era el futuro dueño de la mía y realmente, no me agradaba que mi mejor amigo estuviese en esa situación, por ello quería que se quedara a trabajar conmigo, pero él me rechazó en la comida, diciendo que su trabajo le gustaba, porque podía viajar a todo el mundo.
—Eso suena… complicado — Dione parecía confundida.
Derek rió — sí, lo sé… permítame darle un ejemplo… en la actualidad, solo Corea del Sur construye un equipo especial de central eléctrica que se distribuye a otros países, misma que es grande y pesa varios cientos de toneladas, por lo que se necesitan grúas especiales para manejarla, transportarla e instalarla… ahí es donde entramos nosotros.
—Oh… — ella rió — ahora ya entendí… — dijo divertida — solo son una empresa de paquetería…
—Pues… — Derek se alzó de hombros — sí, pero solo transportamos cosas industriales, no cualquier pequeño paquete…
—Está bien, ahora la pregunta importante… ¿es cierto que tienes gustos ‘complicados’?
Mi amigo levantó una ceja y me miró de soslayo; yo sonreí, pero pasé mi mano por mi boca, para que ellos no se dieran cuenta y traté de tomar un actitud seria — la señora Villegas quiere saber, si de verdad te gustan los menores de edad — aclaré.
—Gracias, cariño — dijo ella con una gran sonrisa — me doy cuenta que le tienes mucha confianza, yo no lo dije de esa manera, por si él solo venía a obtener información para inculparnos.
—Pongo mis manos al fuego por Derek — la miré a los ojos — y confío ciegamente en él, por eso lo traje.
—Sí — mi amigo asintió — me gustan menores, pero chicas — esclareció — entre quince y diecisiete… posiblemente catorce, pero no bajo más de ahí…
En ese momento un sonido se escuchó; la puerta se abrió y entró una persona con una charola y las bebidas. Dejó la copa frente a mí y las tazas frente a ellos; Derek de inmediato sujetó su café y le dio un sorbo, parecía necesitar calmarse un poco.
—Gracias, Jean, ahora, puedes pasarme la tableta rosa, por favor… — el joven asintió y fue al escritorio, volviendo con rapidez y ofreciéndosela a Dione, ella la sujetó, movió sus dedos con destreza y luego se la ofreció a Derek — adelante — dijo con voz dulce — allí está la información de las chicas que le pueden interesar…
Derek dejó la taza en la mesita y de inmediato sujetó el dispositivo, sus ojos verdes se abrieron con sorpresa; yo por mi parte, empecé a beber la copa de vino, esperando atentamente a lo que tenía que decir. Me divertía observarlo, pues era obvio que no se esperaba lo que seguramente estaría viendo; cuando yo ingresé a ese selecto círculo, también me maravillé con lo que Dione me ofreció, pero al probar toda la variedad que había, rápidamente me decante por los niños, pues me parecían más interesantes que las niñas e incluso, lloraban mucho más.
—¿De…? — mi compañero carraspeó — ¿de verdad, puedo elegir a… cualquiera?
—Sí — ella asintió y sujetó una delicada taza, que seguramente contenía su té especial, que hasta la fecha, no sabía qué contenía, pero era lo único que bebía — como hoy es lunes y llegaron temprano, pueden elegir primero, si hubieses venido el fin de semana, no hubieras podido elegir, por eso, es mejor que hoy aproveches — giró el rostro y me miró con picardía — y dime, cariño, ¿qué vas a querer hoy, para entretenerte?
—¿No tienes nada nuevo? — pregunté con cansancio, pues desde hacía más de dos meses que ella no había anexado nada a su repertorio y no era que no me gustaran sus chicos, pero ya tenía ganas de disfrutar alguna “novedad”.
—Oh, cariño, no, por el momento no, pero tu papá ya habló conmigo — dio un sorbo a su bebida — y ya tengo algo especial para ti, para tu reunión del fin de semana…
—¿Algo especial? — levanté una ceja — ¿qué tan especial?
—¿De verdad quieres que te arruine la sorpresa?
—Me gustaría saber qué debo esperar — sonreí de lado — a ver si me conoces después de todo este tiempo…
—Bueno, siendo así… Jean, trae mi tableta, por favor…
El joven aún estaba a su lado y casi corrió para ir por el otro aparato que ella le solicitó; una vez más Dione recibió el objeto, después de dejar su bebida en la mesa, abrió unos documentos y me entregó la tableta — checa — dijo con voz suave — son cinco, aunque el último fue el que elegí especialmente para tu fiesta, los demás, estarán disponibles desde la siguiente semana, pero si quieres otro, podemos hacer los ajustes…
Observé las imágenes y sonreí, realmente eran niños hermosos, pero cuando llegué a la última foto, sentí que mi corazón daba un vuelco, mi respiración se aceleró y casi tuve una erección. El niño era hermoso, pequeño, con un rostro delicado, las facciones parecían de un muñequito de porcelana, su piel blanca se miraba perfecta con esas pecas esparcidas por sus mejillas, además, su cabello castaño rojizo, lo hacía ver increíblemente bello.
—¿Es…?
—Sí — ella no permitió que terminara la pregunta — tiene ocho años y será su primera vez contigo, claro, si lo deseas…
—¡Sí! — respondí de inmediato — por supuesto que sí — asentí lentamente — ¿cómo podría rechazar a esta hermosura?
—Entonces, no hay más que decir… también habrá unas niñas inocentes para tu padre y tus invitados, que me imagino, tu amigo Derek estará entre ellos — dijo divertida — dime, ¿quieres que prepare todo para que la fiesta empiece desde el viernes?
—¿Por supuesto! — dije sin quitar la mirada de la pantalla, ese niño era algo único y deseaba poder probarlo lo más rápido posible, aunque la espera sería una tortura.
—Quiero esta… — la voz de Derek me sacó de mis pensamientos de inmediato — si es que es posible.
—Todo es posible, querido — Dione sonrió al ver la imagen, después de recibir la tableta — ahora, antes de que puedas divertirte, tienes que llenar una hoja, un formato de confidencialidad — explicó y en ese momento Jean le entregó una carpeta a mi amigo — vienen unas preguntas también, un cuestionario corto — sonrió —y antes de que se me olvide, como podrás darte cuenta, estas niñas no son ‘inocentes’ — dijo con obviedad — así que, aunque sé bien que ellas están sanas, no sé si tú has tenido relaciones con alguien más en los últimos días y no quisiera contratiempos…
—¿Es decir…? — mi amigo la miró desconfiado, sujetando los documentos que el asistente de Dione le estaba entregando.
—No me malinterpretes — negó ella — pero debo ser cautelosa, así que al menos hoy, tendría que pedirte que usaras protección para pasar la noche con la niña…
—Por supuesto, no pensaba hacerlo de otra manera — dijo él, asustado.
—No te pongas así — negué — aquí puedes usar a las cortesanas sin protección, pero se necesitan cubrir ciertos trámites…
—¿Qué tramites? — Derek me miró confundido.
—Unos análisis — Dione sonrió — debes estar limpio, igual que mis niñas lo están…
—Trabajan de… — mi amigo hizo una pausa — bueno, de eso, ¿cómo sé que están limpias?
—Porque las cuidamos — sentenció ella — no trabajan todos los días, pues deben descansar y a pesar de que nuestros clientes se hacen análisis, a ellas también las revisamos, para estar seguros.
—Significa que, las que me mostró, ¿no son todas?
—No — respondió seriamente — las que te mostré son las que están activas esta semana, pero, como dije, hoy es lunes y además temprano, normalmente no tenemos visitas este día…
—De acuerdo, comprendo… — Derek sonrió — de todos modos, traje protección…
—Bien, entonces, ¿tú que dices cariño?
—Yo… creo que puedo tomar a Tommy hoy — le devolví la tableta — es la semana que trabaja, ¿cierto?
—Sí — Dione le entregó las tabletas digitales a su asistente — en cuanto el joven Haggard termine de llenar esas formalidades, yo misma los guiaré a sus habitaciones.
—Ah, ¿y no cenaremos? — Derek me miró confundido, mientras empezaba a escribir — es decir, si nos quedaremos toda la noche, entonces…
—Tranquilo — bebí un sorbo de vino — aquí nos darán de cenar, solo hay que avisar cuando deseemos comer…
* * *
Como Dione dijo, ella nos llevó a nuestras habitaciones y antes de separarnos, le hice saber a Derek que podía acudir a la mía, que estaba a un lado y hablarme, en caso de que lo necesitara, pero sabía que no sería así; para nuestra anfitriona, la comodidad del cliente era primordial, así que yo no sabía que alguno hubiese quedado insatisfecho, aunque sí sabía que otros terminaban por abandonar esos placeres perversos, debido a que eran personas mayores que ya no podían seguir con esa doble vida o porque se les acababa el dinero.
Apenas me estaba quitando el saco, cuando un suave golpeteo en la puerta me sorprendió; sonreí de lado — adelante — dije levantando la voz, mientras me quitaba la corbata.
La puerta se abrió; una pequeña y delicada figura ingresó. Nuestras miradas se cruzaron y su pequeño rostro se tiñó de carmesí; yo sonreí complacido, pues ese niño era uno de mis favoritos. Su nombre real no era Tommy, pero eso no importaba, para mí, lo único a lo que realmente debía ponerle atención era a su cuerpo y nada más; era un niño que sabía, acababa de cumplir diez, yo fui el primero en tomar su pequeño y delicado cuerpo, cuando apenas tenía ocho y desde entonces, lo monopolizaba cada vez que me era posible. Adoraba su cabello negro, sus ojos castaños, llenos de ternura y esos pequeños hoyuelos que se le hacían en las mejillas cuando sonreía.
—Buenas noches — saludó con voz tímida, después de cerrar la puerta tras de sí.
—Buenas noches — respondí divertido — ven… — extendí mi mano hacia él — hasta parece que me tienes miedo…
—No — negó y apresuró los pasos hacia mí, aceptando mi mano con rapidez.
—Pues deberías — me burle y cerré mi mano sobre la suya, con fuerza, consiguiendo que hiciera un gesto de dolor — ya sabes que puedo ser muy malo… aunque eso depende de cómo te comportes…
—S… sí — tembló.
—Bueno, entonces… — de un movimiento lo lancé contra la cama — desvístete — ordené con frialdad.
Él se incorporó, colocándose a gatas, me miró por encima del hombro con una carita asustada y después se bajó el pantalón corto que portaba, mostrándome su pequeño cuerpo, consiguiendo que mi erección despertara completamente. Apenas estaba tratando de quitarse la camiseta, cuando lo interrumpí; sin darle oportunidad, lo sujeté del cabello, obligándolo a colocar su rostro contra el colchón, con mi mano libre, le arranqué su diminuta ropa interior y después, coloqué la punta de mi miembro en su entrada.
—Dime, Tommy, ¿te limpiaste para mí?
—Siempre… siempre me limpio… — dijo con dificultad — especialmente para usted…
—Buen niño…
Sin prepararlo más, ingresé en su cuerpo y él gritó; un grito lleno de dolor pero que para mí, fue maravilloso. Su pequeña entrada, a pesar de que ya no era virgen, era tan estrecha, que cada vez que lo tomaba, terminaba rompiéndolo y en ese preciso momento, no era la excepción; además, yo estaba completamente duro, no solo por Tommy, sino porque no podía borrar de mi mente, la imagen del niño que pronto sería mío.
—Llora — dije con deseo al escuchar sus sollozos ahogados y le di una nalgada — quiero escucharte gemir…
Su grito se escuchó con fuerza, pero levantó el rostro y empezó a llorar con sentimiento, mientras yo embestía su interior con saña; la sangre brotaba de su pequeño ojete cada que salía de su interior, pero sentía que me apresaba con mayor intensidad, especialmente cuando mis manos se estampaban en sus nalgas redondas, que rápidamente se pusieron rojas, debido a los golpes.
—¿Qué pasa, Tommy? — me incliné sobre su pequeña espalda — parece que no lo disfrutas, ¿quieres que me salga?
Gimió y luego movió el rostro, buscando mi mirada con dificultad — no… — musitó — siga… por favor… — suplicó con debilidad.
Sonreí con malicia, pero a pesar de que me complació lo que dijo, me alejé, lo sujeté de la mano y lo hice girar, dejándolo contra la cama; me subí sobre su cuerpo y antes de cualquier cosa, lo abofetee, sonriendo ante sus gritos de dolor y el cómo pataleaba ante cada golpe que le daba, pues imprimía mayor fuerza cada vez. Finalmente, lo sujeté del cabello, le obligué a abrir la boca y metí mi pene en ella; sus ojos se abrieron con susto y trató de alejarse.
—¿Qué? — pregunté con un tinte perverso — ¿acaso no estabas suficientemente limpio para hacer esto después de recibirme en tu culo? — no pudo responder, pues no se lo permití, ya que llevé la punta de mi miembro a su garganta — ¡pues es tu culpa! — aseguré.
Los ojos de Tommy se pusieron blancos, mientras yo entraba y laceraba lo más profundo de su boca; no lo dejaba respirar y sus pequeños brazos intentaban moverse desesperados, sin conseguirlo, pues estaban bajo mi cuerpo también. Por segundos, sacaba mi miembro de su cavidad, él alcanzaba a tomar un poco de aire, pero de inmediato lo volvía a invadir, consiguiendo que se desesperara con mayor rapidez. Momentos después, liberé mi semen en su garganta y empezó a toser con dificultad, incluso, un poco de líquido viscoso escapó de su nariz.
En ese momento me alejé y él se incorporó, tratando de recuperar el aliento, tosiendo, sollozando, gimiendo; lo había lastimado, mucho más de lo que normalmente lo hacía.
—No estuvo tan mal para empezar, quizá, es momento de usar juguetes — anuncié.
Giró su rostro, aunque no dijo nada, sus ojitos me miraban con terror, imaginándose lo que le haría.
Caminé hasta el lugar donde siempre estaban los juguetes que usaba, sacando varios de ellos; aunque Tommy quiso alejarse, no podía hacerlo, pues debía complacerme y eso era algo de lo que me aprovechaba sin dudar.
Sangre, dulce sangre que pude degustar, de sus labios, sus hombros, su pecho, especialmente sus delicados pezones que apenas se apreciaban en su hermoso torso; sus muñecas y tobillos quedaron marcados por las sogas que usé para atarlo, mientras que su interior albergó todos los objetos que tuve a mi alcance esa noche. Sus gritos se ahogaban en la mordaza que tenía, pero disfrute de como su cuerpo se retorcía por el dolor que le infringí, tanto, que no pudo dejar de llorar.
Al final, Tommy quedó en el piso, cubierto de sangre, sudor, semen y más suciedad; su mirada estaba perdida y los ligeros sollozos que escapaban de su boca, apenas se escuchaban.
—No estuvo mal —sonreí, pisando su pequeño sexo, que se encontraba atado con tanta fuerza y estaba cambiando de color — quizá, debería pagar el precio por lastimarte más… no lo sé — bebí el vino de la copa que tenía en mano — aunque si perdieras tu pene, quizá dejarías de ser tan interesante… pero lo pensaré…
Lo dejé ahí, mientras iba al buró, tomé el teléfono y llamé al servicio, antes de colocarme una bata de baño encima. Instantes después, la puerta se escuchó.
—Adelante — ordené.
Un hombre entró de inmediato.
—Esteban — sonreí — por favor, llévate a Tommy, creo que no puede pasar la noche completa conmigo —sonreí — dile a Dione que tomaré a otro para la madrugada… que me envíe el catalogo y a alguien que limpie esta — señale el piso y las sabanas manchadas — suciedad…
—Como diga, joven Bustamante.
Él levantó a mi favorito en brazos, como si fuese un muñequito de trapo, su cuerpo estaba flácido y solo algunas lágrimas recorrían sus mejillas; así lo sacó de ahí y me dejó a solas.
Caminé por la habitación y fui a la ducha, metiéndome a bañar con agua tibia; mientras enjabonaba mi cuerpo, unos golpeteos en la puerta se escucharon.
—Joven Bustamante, soy Jean — anunció la voz varonil — ¿puedo pasar?
—Sí — respondí después de limpiar el jabón de mi rostro.
—Con permiso — dijo él y entró — ya están limpiando la habitación — comentó con rapidez — aquí tengo el catálogo de los niños que quedan disponibles…
—¿Está libre Beck?
—No, lamentablemente él ya fue ocupado esta noche, es tarde y comprenderá que la mayoría están trabajando ya…
—Me lo imaginé — gruñí por lo bajo, pues era otro de los mejores que tenían.
—Pero de sus favoritos, aún está libre Ali…
—Está bien, dile a Ali que venga…
—Como diga, joven, con permiso…
—Espera, Jean — abrí el cancel y sujeté la toalla para secarme — ¿cómo está mi amigo Derek?
—El señor Haggard hace unos minutos pidió cena para él y su acompañante — respondió de inmediato — parece que está disfrutando su noche…
—Bien — sonreí animado — espero que la disfrute como nunca…
—Usted, ¿desea cenar ya?
—Sí, quiero compartir la cena con Ali…
—De acuerdo, joven, en un momento le enviaré a Ali y su cena, con permiso…
Él se retiró y empecé a secar mi cabello con la toalla, me sentía sumamente confiado de que Derek caería en la tentación de disfrutar más del sexo con niñas, así, desearía quedarse en la ciudad y lo convencería de trabajar conmigo; realmente quería que estuviera a mi lado, pues siendo mi mejor amigo, tendría a alguien en quien poner mi confianza ciega, algo que no podía tener con la mayoría de los trabajadores de la empresa familiar.
Me puse ropa interior y una bata de baño encima, para poder salir; caminé por la enorme habitación y finalmente me serví una copa de coñac, de la cantinera que había. Dirigí mis pasos y me senté en el sillón de la sala de estar, disfrutando mi bebida, cuando un delicado golpeteo se escuchó.
—Pase — ordené desde mi lugar.
La puerta se abrió y Ali entró, empujando una mesa con un par de charolas — buenas noches — saludó con una amplia sonrisa — me dijeron que desea cenar conmigo, antes de disfrutar el resto de la noche…
—Buenas noches — saludé altivez — sí — me puse de pie, caminando hasta él — deseo cenar contigo y después, quiero cenarte a ti — sentencié, sonriendo de manera perversa.
Sus hermosos ojos miel me miraron coquetamente y se mordió el labio, de una manera seductora — sabe que estoy para servirle…
* * *
El martes, salí junto con Derek, a temprana hora.
—Estoy muerto — dijo él con cansancio — creo que no debí pasar la noche ahí…
Reí — pero, valió la pena ¿o no?
—¡Por supuesto! — sus labios se curvaron en una amplia sonrisa — ¡demonios!, la niña que me tocó era un verdadero manjar… por unos minutos llegué a dudar que realmente tenía quince…
—Están bien entrenadas — suspiré — en fin, ya avisé a la oficina que no iré a trabajar…
—¿Privilegios de ser el hijo del dueño? — preguntó con diversión.
—Sí, quizá me aprovecho de ello — le resté importancia — pero dime, ¿no tendrás problemas en tu trabajo, por llegar tarde?
—No tengo que presentarme — negó — como te dije, debido a que ya terminé con mis pendientes, me tomé unos días, así que estoy libre hasta la otra semana, por eso tampoco puse mucha objeción en quedarme… y ahora, menos que nunca me arrepiento.
—Eso es agradable, Derek — lo miré de soslayo — dime, ¿no has cambiado de parecer con lo que te propuse ayer? Si te quedas trabajando conmigo, puedes disfrutar de esto siempre que quieras.
Mi amigo sonrió y pasó la mano por su boca — ahora con esto, la oferta se vuelve más tentadora — suspiró — pero no puedo Alfonso, realmente, mi trabajo es algo sumamente importante para mí.
Alcancé a notar como sus ojos verdes se empañaban, eso me llamó la atención; desde el día anterior, pude darme cuenta que aunque Derek parecía feliz con su empleo, en ocasiones, mostraba un dejo de inquietud o molestia, casi con un tinte de tristeza que no lograba entender.
—Está bien — fijé mi mirada en el camino — aún me quedan varios días para intentar convencerte.
—Dudo que puedas hacer algo para que cambie de opinión — pasó la mano por su cabello — pero agradezco tu interés.
* * *
Durante la semana, se realizaron los preparativos para la reunión; Derek se hizo unos análisis y todo quedó listo para el gran día. Yo por mi parte, trabajé tiempo corrido los días restantes, así podía salir temprano, para ir con Derek a divertirnos en la ciudad; a pesar de que ya no bebía, seguía siendo sumamente jovial y tenía ese encanto que lograba atraer y divertir a las mujeres, justo como en la universidad.
Mi madre estaba encantada con él, pues se divertía con sus ocurrencias y más, cuando la “apoyaba” para presionarme en conseguir una esposa, aunque claro, mi madre no se daba cuenta que Derek solo le daba por su lado. Mi padre por otro lado, se notaba ausente y con poco interés, pero no era algo que me sorprendiera, pues tenía semanas así, aunque cada que se lo comentaba, me decía que eran ideas mías y que todo estaba bien.
El día viernes, salí temprano de la oficina; mi padre, así como nuestros socios inversionistas y sus familiares, que también acudían a ese lugar tan exclusivo, me estarían esperando allá, mientras que yo, pasaría por Derek al hotel donde se hospedaba. A pesar de que no estaría ahí por dos noches, no canceló su reservación, pero como acordamos, llevó su maleta con pertenencias, pues seguramente querría recorrer de los jardines del castillo durante el día, para disfrutar la compañía de la niña que lo atendería y para eso, necesitaba ropa.
—Pareces ansioso — dijo divertido, cuando íbamos en el camino.
—Por supuesto que lo estoy — asentí — desde el lunes, no he podido borrar de mi mente a la hermosa criatura que hoy voy a disfrutar — relamí mis labios — de hecho, he planeado todo lo que haré de aquí, hasta el domingo, en que todo termine.
—¿No piensas descansar? — sus ojos verdes me miraron con sorpresa — especialmente mañana, que es tu cumpleaños.
—Sí, descansaré — aseguré — tomaré un paseo a caballo mañana para relajarme, pero él estará esperándome, para disfrutar aún más — sonreí con malicia.
—Hace mucho que no ando a caballo — mi amigo sonrió — quizá deba aprovechar esa actividad, junto contigo, así me muestras los alrededores…
—Esa es una buena idea — lo miré de reojo — y también, puedes llevarte a tu compañera… quien sabe, podrías tener sexo en el exterior.
—Estaremos en una montaña, ¿es seguro?
—No te preocupes — dije confiado — tienen barda perimetral y las hectáreas que les pertenecen, están cuidadas y vigiladas, para evitar que los animales se metan en el territorio y causen problemas — comenté con desgano — de hecho, desde hace años que los frecuento y no he sabido de accidentes en el exterior.
—Siendo así, quizá te tome la palabra.
* * *
Al llegar, como todos los viernes el lugar estaba concurrido, pero de inmediato nos hicieron pasar a un salón privado, mientras unos mozos llevaban nuestras pertenencias a las habitaciones que nos correspondían. Mi padre y nuestros conocidos, ya estaban con algunas chicas y chicos, de distintas edades, disfrutando el momento, acariciándose y besándose de manera obscena.
Me guiaron hasta la mesa principal, justo donde estaba mi padre.
—Llegas tarde —dijo él con media sonrisa, mientras su mano acariciaba por debajo de la diminuta falda de su compañera — parece que no querías empezar a festejar desde hoy, de ser así, me hubieras dicho y nos esperamos hasta mañana.
—¿Cómo podría perderme esto? — pregunté con burla — si lo he ansiado desde el lunes.
Un mesero entró con algunas copas en una charola y detrás de él, una jovencita que se miraba dulce e inocente; era la chica que le había escogido a mi amigo Derek y seguramente lo estaba esperando para ingresar al salón.
—Ella es Pau — señalé a la pequeña castaña con un ademán — será tu compañera estos días…
Derek la miró de arriba abajo y su sonrisa tembló — aun conoces muy bien mis gustos — dijo divertido.
—Por supuesto.
La niña se acercó y le sonrió a mi amigo; Dione me aseguró que era virgen, así que confiaba que Derek la disfrutaría completamente.
—Y, ¿dónde está el mío? — pregunté para el chico que estaba sirviendo las bebidas.
—En un momento vendrá, la señora Villegas lo traerá en persona — anunció él.
Sirvió más bebidas y después se retiró; instantes después, Dione entró al salón, guiando a un niño de la mano. Dejé mi copa de lado con suma lentitud, mientras me incorporaba, sintiéndome hipnotizado por él; se miraba hermoso con su traje de marinero, que dejaba ver sus piernas delgadas y le daba un aire sumamente inocente, especialmente la boina en su cabello, sujeta con unos pequeños broches
—Bien, he aquí el regalo para el cumpleañero — anunció Dione al estar frente a mí, moviendo al pequeño hacia enfrente y haciéndolo girar, para que pudiera apreciarlo completamente — su nombre es Nicky — dijo con orgullo.
Respiré profundamente y de inmediato me puse de cuclillas, observándolo directamente a sus hermosos ojos de color ámbar, que me miraban con expectación y algo de temor.
—Hola — sonreí para darle confianza.
—Hola — sus labios se curvaron con debilidad.
—Hoy me vas a hacer compañía, lo sabes, ¿verdad? — él asintió con rapidez y yo coloqué las manos en sus hombros — ¿quieres cenar antes?
—Ah… yo…
—No deberías alimentarlo aún — Dione le dio palmaditas en la cabeza, justo donde traía su gorra — no ha comido desde ayer, solo le hemos dado líquidos y una infusión, para que su interior estuviera completamente limpio, así no fue necesario prepararlo de manera ‘invasiva’ y tu tendrás toda la diversión…
Eso solo significaba que ese niño no había tenido absolutamente nada en su pequeño ano, ni siquiera un dedo que le enseñara, de alguna manera, como podría sentirse meter algo ahí; realmente era completamente puro y yo podría tomar su inocencia. La idea me parecía extremadamente perversa, pero era algo que disfrutaría.
—Bien, entonces, vamos a jugar un poco tú y yo, después, podrás cenar, ¿de acuerdo?
Asintió una vez más y me ofreció la mano, para que lo sujetara; me incorpore y me incliné hacia Dione — gracias — musité con emoción.
—Aun no des las gracias — me sujetó de la mano y sentí un pequeño objeto, que cuando pude verlo, era una llave — es de tu habitación, no sé si prefieras algo más privado, para iniciar tu cumpleaños… — me guiñó un ojo y se alejó, yendo con los otros que estaban en la fiesta, realizando su papel de anfitriona.
—Ven, Nicky, despidámonos de mi amigo y luego, tú y yo, iremos a jugar…
Guie al pequeño entre las mesas, llegando hasta Derek, que estaba con su compañera, la jovencita estaba sentada en su regazo, permitiendo que la acariciara con suma docilidad; me incline hasta él y le hablé al oído.
—Me adelantaré a mi habitación…
Él me dedico una mirada y luego repasó a mi pequeño compañero, su gesto denotó el asombro que le causó ver a ese niño tan pequeño — está… está bien — sonrió nervioso — en un momento, yo también iré a pasar una buena noche…
Después de eso, me despedí de mi padre y finalmente, guié a mi pequeño y tierno compañero a la habitación que nos correspondía. Al llegar, llevé a Nicky hasta la cama; él parecía expectante, observando todo el lugar.
—¿Dónde jugaremos? — preguntó con interés.
La manera en qué preguntó y toda la inocencia que reflejaban esas palabras, hizo que mi respiración se agitara, realmente era un dulce y prohibido manjar, que deseaba probar.
—Aquí… — respondí a media voz y pasé saliva, pues sentía un nudo en la garganta por la emoción — dime, Nicky — me senté en la orilla de la cama y lo coloqué entre mis piernas, de pie — ¿Dione te dijo lo que tenías que hacer conmigo?
—Me dijo que debía obedecerlo en todo — respondió, mientras miraba con interés, como mis manos levantaban su pequeña camiseta por el borde, permitiéndome apreciar su hermosa piel.
—Así es — sonreí — mañana es mi cumpleaños y tienes que tratarme muy bien.
—Está bien — sonrió.
—Buen niño… y si te portas bien, haciendo todo lo que te digo, aunque te duela, te compensaré después…
—¿Doler? —su voz tembló — ¿por qué me dolería? — preguntó asustado.
—Porque hay cosas que deben doler, para que se puedan disfrutar — respondí, al quitarle la camiseta, por encima de su cabeza.
Mi mirada se posó sobre sus pequeñas y sonrosadas aureolas, era tan pequeño, que sus pezones apenas si se notaban; me relamí los labios y mis dedos acariciaron esos hermosos botoncitos, un suave roce que consiguió que su piel se erizara y él se estremeciera.
—No entiendo… — sus manos se movieron de forma instintiva, intentando cubrirse el pecho.
—No te preocupes — sonreí divertido — yo te voy a enseñar…
Mis manos se pusieron en el borde superior de su pantaloncito corto y lo bajé con lentitud, acariciando sus delgadas y blancas piernas, pero me quedé a medio camino, al notar la ropa interior que portaba; transparente, delicada, femenina. Levante la mirada y observé como sus mejillas pecosas se teñían de rojo.
—¿Es la ropa que usas normalmente? — pregunté con curiosidad.
—No — negó de inmediato — jamás la use antes — aseguró, consiguiendo que volviera a sentirme dueño de la situación.
Terminé de bajar el pantalón y subí mis manos con la misma lentitud que bajaron — entonces, ¿te incomoda?
—Sí — asintió con efusividad, pero ahogó un gemido cuando mi dedo índice rozo por encima de la delicada tela, su pequeño pene.
—Bueno, si te incomoda, vamos a quitarla, pero para eso, ven — me puse de pie y le ofrecí la mano — voy a acomodarte…
—Está bien…
Lo ayudé a subir a la cama, lo puse a gatas y me relamí los labios al ver su hermoso trasero; la delicada prenda se perdía en sus pequeñas y suaves nalgas, dándome una visión encantadora de lo que iba a poder disfrutar. Sin pensar, me hinqué en el piso y separé sus nalgas con mis manos, observando su pequeña, sonrosada y virginal entrada; acerqué mi rostro y mi lengua salió a humedecer la piel.
El grito de Nicky logró satisfacerme; era obvio que lo había sorprendido.
—No… no… — pidió con voz temblorosa, mientras su cuerpo se estremecía — se siente raro…
Mis manos lo apresaron con fuerza, cuando intentó alejarse y mi lengua intentó entrar en el pequeño ojete, pero fue imposible; «estrecho…» pensé con emoción «extremadamente estrecho…»
La lujuria se adueñó de mí y me incorporé; me subí a la cama e hice girar a Nicky, que me vio con miedo. Sus mejillas estaban sonrojadas, sus hermosos ojos húmedos por las lágrimas y se estremecía del miedo; sonreí con malicia, mientras le abría las piernas, me acomodaba entre ellas y le hacía a un lado la pequeña tanga, para poder penetrarlo.
—¿Qué…? ¿Qué hace? — preguntó con terror al sentir a punta de mi pene contra él.
—¿Qué hago? — hablé con sarcasmo — empezar nuestro juego, Nicky… y este se llama, ‘hagamos llorar al niño…’
Sujeté sus muñecas, cerca de su cabeza y sin dudar más, empuje mi cadera hacia él. Gritó; su boca liberó el sonido de dolor más fascinante que jamás había escuchado en mi vida, a pesar de haber probado otros vírgenes con anterioridad.
Sus lágrimas empezaron a humedecer su rostro y sus sollozos conseguían que su cuerpo se estremeciera, apresando mi miembro en su interior; eso me excitó aún más, así que empecé a moverme, haciéndolo gritar mucho más, aunque me era difícil penetrarlo con el ímpetu que deseaba, ya que su interior era tan estrecho que no me daba suficiente libertad.
Me incliné hacia él y probé su piel, su cuello tenía un olor delicioso, seguramente se habían esmerado en su aseo, antes de entregármelo; me agradaba la atención que ponían en esos detalles.
—Hueles bien —musité — pero veamos, qué tal sabes…
Encajé mis dientes con saña en su cuello, mordiendo con fuerza para herir su piel y que la sangre brotara.
—¡No! ¡Duele! ¡Duele!
«Hermosa voz…» realmente me gustaba el matiz dolorido que tenía al hablar, así que lo mordí aún más, en distintas partes que alcancé; sus hombros, su pecho, su cuello, hasta sus manos y dedos salieron heridos por mis dientes, antes de que me incorporara y volviera a moverme en su interior. La sangre salía de su ano, cada que mi pene lo hacía también y Nicky seguía llorando.
Salí por completo de él y unté mis dedos con ese líquido carmesí que humedecía sus nalgas, después metí mis dedos en su boca — rico, ¿no es así? — pregunté antes de besarlo, jugando con su lengua — ¿qué pasa? — pregunté fingiendo demencia cuando me aleje — ¿duele mucho?
Asintió con efusividad y pasó sus manitas por su carita, intentando cubrirse con ellas.
—Eso significa que estamos jugando bien…
Sus ojos me miraron con terror y volvió a gritar cuando lo moví sin consideración, levantándolo y obligándolo a girar, para que quedara de espaldas a mí. Me senté sobre el colchón y lo obligué a sentarse sobre mi regazo, mientras mis uñas arañaban su torso, bajando peligrosamente a su pequeño sexo.
Nicky intentó alejarse, pero lo apresé por su pene y él gritó — no puedes huir — anuncié y lo regresé a su lugar, acercándolo peligrosamente a mí, colocando mí pene contra sus nalgas — no lo has entendido, ¿verdad? Eres mi regalo, Nicky, estas aquí para que yo te haga todo lo que me plazca, especialmente, hacerte llorar…
Me miró por encima del hombro con terror y yo aproveché su desconcierto; mis manos se pusieron bajo sus piernas y lo levanté, sentándolo después sobre mi miembro completamente duro. Una vez más gritó, pero no me detuve; lo moví sin consideración, disfrutando no solo sus sollozos y lágrimas, sino la excesiva presión en mi miembro, debido a las contracciones que el dolor le provocaba.
Era tan pequeño, tan frágil, tan débil, que no pudo oponerse a que lo moviera con suma facilidad sobre mí; al final, sucumbió ante el dolor y cansancio, quedando completamente flácido entre mis brazos, con lo que pude usarlo a mí entera satisfacción. Tardé en llegar al orgasmo, pues su interior seguía apresándome con fuerza y eso lo evitaba, más cuando lo hice, fue el mejor que había tenido en mi vida.
Lo recosté contra la cama y me alejé de él con lentitud, observando como su pequeño ano estaba dilatado y mi semen escurría de su interior, mezclado con sangre, pero no había suciedad; realmente, Dione se esmeraba en la limpieza, cuando se lo proponía.
Me incliné sobre Nicky y mordí sus hombros, consiguiendo que se quejara débilmente, no parecía tener fuerza.
—No estuvo mal para empezar — sonreí — creo que pasaremos una excelente noche, pequeño — mis dedos se perdieron en su interior y él intentó apretar las sabanas con sus manos — vamos a hacerlo hasta que yo quede satisfecho — anuncié — y te aseguro que para eso, es necesario mucho más que solo llegar al orgasmo…
Sus débiles gritos volvieron a inundar la habitación, pues empecé a lastimarlo más, tanto con mis dedos en su interior, como con mis dientes en su delicada y suave piel, pero eso era solo el principio, pues aún tenía a mi disposición, todos los juguetes que siempre usaba, para marcar a mis pequeñas y dulces víctimas en el juego perverso que más disfrutaba.
* * *
Eran casi las once de la mañana, cuando desperté; a mi lado, Nicky estaba dormido profundamente. Me incorporé y repasé con mi mirada su cuerpo; su piel tenía heridas y moretones, debido a lo que le había hecho durante la noche y gran parte de la madrugada. El recordar sus gritos y el cómo lo hice gemir de dolor, empezó a excitarme, pero sabía que debía contenerme, por lo menos hasta que lo limpiaran y le dieran algo de comer, ya que seguramente estaba muriendo de hambre, justo como yo.
Me incorporé y llamé por el teléfono de la habitación, pidiendo que me llevaran desayuno y fueran a ayudar a Nicky. Minutos más tarde, Dione ingresó a la habitación, junto con otra persona.
—¿Cómo te fue? — preguntó con media sonrisa — ¿lo disfrutaste?
—Cómo nunca — aseguré.
—Bien, debemos llevarlo a limpiar y a preparar para más tarde — dijo ella, mientras observaba como su acompañante tomaba al niño en brazos — si deseas diversión durante el día, puedo ofrecerte a Tommy, Ali, Beck o Liam, para que te acompañe durante el día ¿te interesa alguno?
—Liam — respondí sin pensar — me gustaría que él me acompañara hoy.
—De acuerdo, en un momento te lo envío — dijo divertida — por cierto, tu padre y los demás invitados, pidieron desayuno a sus habitaciones, supongo que la noche fue muy cansada para ellos también.
—Dione, ¿qué hay de Derek?
—Tu amigo, hace un rato desayunó con Pau en la terraza, al parecer, él trata a sus acompañantes con más consideración — se burló.
—Sí, Derek es un sentimental — entorné mis ojos — bueno, si él desayunó ya, quisiera llevarlo a un paseo por los alrededores, ¿tienes caballos disponibles?
—Sí, tenemos algunos — asintió — ordenaré que preparen cuatro para que salgan a pasear y aprovechar para limpiar sus habitaciones.
—Gracias — sonreí — ahora iré a asearme.
Ella asintió, dio media vuelta, retirándose con su acompañante y Nicky, quien seguía inconsciente, mientras yo me encaminaba a la ducha, pensativo; me preocupaba que Derek no lo pasara bien, realmente aun esperaba poder convencerlo de quedarse.
* * *
Durante el día, Derek y su compañera, así como Liam y yo, nos divertimos en los alrededores, cabalgamos y nos detuvimos en un pequeño lago que estaba en los límites de la propiedad
—Este lugar es enorme — Derek estaba acuclillado al lado del lago, mientras Liam y Pau estaban a alejados de nosotros, corriendo alrededor de los caballos, parecían divertirse.
—Sí, lo es — asentí — pero es bueno venir a relajarse de cuando en cuando —sonreí.
—Aquí no hay mucha vigilancia — mencionó curioso — y el lago parece profundo, ¿no les preocupa que haya algún accidente o algo así?
—No — negué — pocos vienen a recorrer los alrededores, pues la verdadera diversión es en el castillo — señalé el lugar hacia donde la enorme construcción se alzaba — además, este es un lago donde muchos animales vienen, mira… — moví mi rostro para que viera al otro extremo, donde un ciervo bebía agua — así que los dejan en paz y también evitan encuentros con los más salvajes, como los osos.
—Comprendo — sonrió — vamos… — se puso de pie — ya está cayendo el sol y es mejor evitar encontrarnos con otros animales más peligrosos.
—¿Solo es por eso, o es que quieres segur jugando con Pau?
Me miró de soslayo y sonrió — creo que ya sabes la respuesta — respondió con diversión y le correspondí el gesto.
Eso solo me confirmaba que Derek no tardaría mucho en car ante los encantos de ese lugar y sucumbir a sus deseos más perversos.
* * *
Llegamos al castillo poco antes de que el sol se ocultara por completo, mi padre, junto con nuestros conocidos, estaban en un salón, cada uno con una acompañante. Al verme llegar, todos se detuvieron y el sonido de la canción para ese día empezó a sonar, así como las voces de todos, haciendo coro; era algo tonto para mí, me trataban como si fuese un crío pero suponía que era algo que mi padre había planeado.
—Alfonso… — mi padre se puso de pie — ven aquí — me abrazó — ¡feliz cumpleaños, hijo! — me felicitó con emoción — treinta años — su voz sonó con un poco de melancolía — aún recuerdo cuando eras un niño.
—Por favor… — hice un gesto de desagrado — no nos pongamos sentimentales — sentencié.
—Vamos, aun eres mi muchacho — sonrió y se alejó.
Cada uno de los socios de mi padre y mis demás acompañantes, empezaron a felicitarme y al final, Derek se acercó y me abrazó también.
—Ya me habías felicitado en la mañana — reí.
—Lo sé, pero un abrazo nunca está de más — sonrió — además, es obligatorio antes de darte tu regalo — sacó una pequeña caja de su pantalón — toma — dijo con seriedad.
—¿Qué es? — pregunté curioso y abrí la cajita.
En el interior, había una especie de cadena, con lo que parecía un colmillo de algún animal, grabado con símbolos extraños.
—Es algo que te protegerá, si lo usas — su mirada verde me observó con seriedad — no te lo quites, Alfonso — pidió con un tinte que me preocupó.
—Vaya, realmente no creo en estas cosas, pero si tanto insistes, está bien…
Rápidamente me lo coloqué en mi cuello y lo metí debajo de mi camisa, con eso, Derek pareció relajarse — gracias — dije sincero, aunque se me hacía un regalo sumamente extraño.
—De nada — sonrió y se alejó, yendo a su lugar, al lado de su acompañante.
En ese momento, las luces se apagaron y Dione ingresó, acompañada de algunos meseros; uno de ellos empujaba una mesa con llantas, la cual tenía en la superficie un gran pastel.
—Este es el pastel del cumpleañero — dijo ella con ánimo, cuando estuvo frente a mí — y es envinado, justo como pidió tu padre — sonrió coqueta — para mantenerlos en ambiente…
Reí — espero que no tenga pasas…
—¡Por favor! Sé que no soportas las pasas — sujetó el encendedor que estaba al lado del pastel y encendió los números de cera, que formaban el treinta — así que no te preocupes por eso…
—Te creeré — sonreí.
—Listo — anunció — pide un deseo y apaga las velas…
—Oh vamos… eso es para niños…
“Claro que no…” “Pide un deseo, Poncho…” “Sí, no seas amargado…” “Las niñas quieren comer pastel…”
Las voces de mis acompañantes empezaron a escucharse y entorné mis ojos; realmente no creía en esas idioteces, por lo que simplemente soplé las velas — listo — dije con burla — ahora, ya pueden comer pastel…
Me senté de inmediato y Dione se movió, acomodándose a mi lado, mientras el mesero empezaba a cortar rebanadas, servirlas en platos y entregárselas a los presentes, iniciando por las niñas y niños acompañantes.
—Y, ¿dónde está Nicky? — pregunté para Dione, mientras sujetaba una copa que el mesero me ofreció.
—Él está en tu habitación…
—¿Por qué no lo trajiste a la fiesta? — levanté una ceja, un tanto molesto.
—Bueno, cariño, un ‘pajarito’ me contó que has estado teniendo problemas con tu madre… — sus ojos miraron de reojo a mi padre — por cosas que tienen que ver con un compromiso y una boda que no deseas…
Pasé el trago de vino y suspiré — ¿y eso qué tiene que ver?
—Que pensé en mostrarte, que una boda no es tan mala — sonrió divertida, mientras negaba con un ademán, ante el ofrecimiento de pastel.
—¿Qué quieres decir?
—Dime, una “novia” como Nicky, ¿te gustaría?
—¿Novia? — no pude evitar mostrar mi confusión, realmente no la comprendía.
—Sí, una “novia” — levantó una ceja — ya sabes, el vestido de novia, la noche de bodas… claro que ya no será una novia virgen, pero digamos que es, como si te hicieras responsable por aprovecharte de su “inocencia” — rió.
Sus palabras poco a poco empezaron a tener sentido, pero aun así no podía creerlo — ¿me estás diciendo, que él está…?
—De blanco, con un traje especial para esta noche y esperándote — terminó, mientras recibía su taza de té.
De inmediato, dejé la copa en la mesa y me puse de pie — me retiro…
—¿Tan pronto? — mi padre se sorprendió — pero si esta celebración es por ti y ni siquiera parece que tengas con quien divertirte.
—Mi diversión me está esperando — aseguré emocionado — gracias por acompañarme, pero realmente, deseo disfrutar un regalo especial — dije en voz alta y todos rieron.
Sin dudar más, salí de ahí; recorrí los enormes pasillos y las largas escaleras, todo para llegar a mi habitación. Entré y caminé hasta la cama, donde Nicky estaba sentado; él se puso de pie de un salto y sujetó un buqué de flores, poniéndolo frente a él y bajó la mirada, parecía avergonzado, pues sus lindas mejillas se tiñeron de rojo. Sonreí, imaginándome la razón; traía una especie de vestido corto y transparente, que no dejaba nada a la imaginación, unas delicadas medias sin zapatos y un tocado que adornaba perfectamente su precioso cabello y del cual, pendía un delicado velo.
Acorté la distancia entre los dos y le obligué a levantar el rostro, para que me viera a la cara — ahora veo que mi regalo es mucho mejor de lo que esperaba — acaricié su mejilla con mis dedos — creo que con una novia así, no me podría negar a casarme — me burlé.
—Yo… yo… — su voz se quebró — prometo portarme bien — dijo con debilidad — por favor… no me lastime…
—Pequeño… — le obligué a mover las manos, alejándolas de su regazo para apreciarlo mejor — si lo pides de esa manera, es peor — me relamí los labios y él se asustó — porque así, solo deseo lastimarte más.
Nicky intentó alejare, pero lo sujeté con fuerza de la muñeca, consiguiendo que soltara las flores al final; con un movimiento rápido, le di una bofetada, marcando su delicada mejilla y después lo lancé contra la cama.
Sus ojos ámbar me miraron con terror, mientras lo sometía; sus gritos empezaron antes de que siguiera lo lastimara y eso solo aumentó mi deseo y lujuria. Ese niño era encantador y perfecto para mí, más debido a esa perfección, podría terminar lastimándolo tanto, que no viviría por mucho tiempo.
Sin detenerme a pensar, lo penetré, lastimándolo aún más que la noche anterior, manchando su ropa blanca con su propia sangre e inundando su interior con mi esencia, para sentirlo completamente mío.
* * *
Era casi media noche, cuando Nicky quedó contra el colchón, llorando en silencio por todo el daño que le había causado con su ropa rasgada, mientras yo me recostaba a su lado — creo que voy a monopolizarte — anuncié — pagaré por que seas solo mío, quizá, incluso podría llevarte a casa…
Bostecé, me sentía cansado y soñoliento, debido a todo el ejercicio que había hecho, así que abracé a Nicky y le besé la sien — iré a bañarme y después dormiré un poco, así me despertaré temprano, para seguir disfrutándote.
Me puse de pie y fui al cuarto de baño, me quité el dije que Derek me había regalado, así como mi reloj de pulso, pues era lo único que seguía portando después de haber retozado con Nicky.
Me metí bajo la regadera, disfrutando del agua caliente y mientras enjabonaba mi cabello, sentí unas manos traviesas tocando mi cuerpo. De inmediato, me quité el exceso de jabón y busqué a quien estaba haciendo eso, sorprendiéndome que fuera Nicky.
—Creí que estabas cansado — dije confundido, al ver que estaba tras de mí.
—Un poco — sonrió y restregó su cuerpo contra el mío — pero también, tengo hambre — sonrió — ¿cree que podamos cenar?
Se puso delante de mí y sus ojitos me miraban con algo de ilusión.
—Por supuesto, solo deja que termine mi baño.
—Sí… su baño… — sus manos subieron por mi torso y se puso de puntitas, intentando alcanzar mi cuello, así que decidí complacerlo, inclinándome.
Sus labios buscaron los míos y nos besamos de una manera profunda, nuestras lenguas se enredaron y yo sentí que la lujuria se adueñaba una vez más de mí, por lo que no me pude contener y lo mordí, obteniendo algo de sangre, aun así no detuvimos el beso hasta mucho después.
—Eso fue, delicioso — sonreí, relamiendo mis labios.
—Mucho — sonrió — pero falta lo mejor…
Después de esas palabras, empecé a marearme.
—¿Qué…? — intenté sostenerme de la puerta, pero no pude.
Rápidamente, todo se oscureció.
* * *
Sentí movimientos encima de mi cuerpo y entreabrí mis parpados con dificultad; el cansancio era excesivo.
—Hola — Nicky estaba desnudo, sentado sobre mi abdomen y me sonreía.
—Ni…cky — mi voz era un débil murmullo.
—¿Te golpeaste muy fuerte? — preguntó con algo de curiosidad — parece que el efecto del polvo que hice especialmente para ti, te afecto demasiado…
—¿Pol…vo…?
—Me alegra que te hayas quitado esa cosa — sus dedos se movieron por mi pecho — pensé que no iba a poder hacerte nada — hizo un gesto de molestia — no voy a preguntarte de dónde la sacaste, pues no importa — se alzó de hombros — lo importante es que vamos a poder festejar tu cumpleaños…
—¿Qué…?
—Por cierto, invité a tus favoritos a pasar esta noche con nosotros y a cenar también — señaló hacia ambos lados de la cama.
Beck, Liam, Tommy y Ali, estaban ahí, pero sus sonrisas tenían un tinte perverso.
—No… no entiendo — musité, intentando pasar mi mano por mi cabeza, pues sentía que me punzaba, pero me fue imposible, ya que mi cuerpo no me respondía.
—Sí, seguramente tu cerebro no da para más, así que te lo explicaré a grandes rasgos — suspiró — tu, te has divertido con nosotros, haciéndonos lo que has querido, denigrándonos y lastimándonos — puso un gesto serio — pero todo tiene un precio — anunció — y hoy, en tu cumpleaños, debes pagarlo…
—¿De qué…?
—¿De qué hablo? — se adelantó — simple, nosotros nos vamos a cobrar el daño que nos causaste —fijó sus ojos en mí y luego sonrió — aunque realmente nunca nos dolió — dijo con burla — todos esos gritos, pataleos y lágrimas eran parte del teatro — rió — todo para satisfacer tu estúpido ego, justo como a todos los anteriores a ti…
Realmente estaba confundido.
—Bueno, sin más preámbulo porque ya hace hambre, observa, la verdadera forma de tus favoritos…
Ali, Beck, Liam y Tommy, se quitaron las pocas prendas de ropa que traían, quedando completamente desnudos, después, se abrazaron a sí mismos y empezaron a gemir, encogiéndose en su lugar.
Mi respiración empezó a agitarse, mientras ellos cambiaban. Su piel se tornó opaca, sus extremidades se alargaron y su cuerpo adelgazó, permitiendo que su piel se pegara a sus huesos, mientras sus manos y pies denotaban dedos largos con garras; su cabeza y rostro se deformó, mostrando un gesto desagradable, con una nariz pequeña y sin cabello, mientras sus ojos parecían hundidos en sus cuencas y ya no tenían cabello, pues todo su cuerpo era lampiño completamente, mostrándome sus genitales poco desarrollados.
—¿Qué tal? — Nicky sonrió — parece que tienes miedo — sus manos me sujetaron del rostro y me obligó a verlo a la cara — pero no tienes que preocuparte por ellos — dijo con seriedad — ellos se alimentan de la energía vital humana, lo que muchos denominan espíritu o alma, pero para eso, tienes que estar muriendo…
Pasé saliva con dificultad, aun no comprendía qué estaba ocurriendo.
—En cambio yo, soy muy diferente a ellos — su voz sonó segura — yo vengo de una tierra lejana, emigré a este país, en busca de una oportunidad nueva, abandonando mis deberes porque todo se había vuelto aburrido — hizo un mohín — lo malo es que yo sí necesito, de cuando en cuando, alimentarme con hombres fuertes y sanos como tú — sus manos acariciaron mi torso — treinta años… — su voz sonó ansiosa — la edad perfecta de maduración — se inclinó hasta acercar su rostro a mi cuello — tu piel tiene un olor exquisito — susurró con deseo — pero lo que me interesa es tu sangre — su lengua humedeció la piel de mi cuello — necesito tu sangre para recuperar mis fuerzas — mordió el lóbulo de mi oreja — y no te preocupes por tu familia… tu padre tendrá un nuevo hijo, que adoptará mañana mismo… yo.
—No… — intenté negarme.
—Sí — dijo divertido — mi ‘muñeca’ se encargará de convencerlo, solo debe darle el té y creerá todo lo que le diga…
Nicky se incorporó, quedando sentado una vez más — bien, mejor no retrasemos esto, tanto mis compañeros, como yo, tenemos hambre…
Nicky hizo su rostro hacia atrás y un sonido gutural salió de su garganta, mientras un miedo indescriptible empezó a hacerse presente en mí. Su cuerpo inició un extraño cambio, mostrándome una forma grotesca, pequeña y robusta, con una piel pálida amarillenta; su cabello creció, sus manos se transformaron en garras, casi como las patas de un águila y sus pies solo tenían dos dedos largos y deformes. Su pequeño y hermoso rostro se contorsionó, dando paso a una nariz larga y afilada; sus dientes eran amarillentos, puntiagudos y largos, pero lo más impactante eran sus ojos, que estaban rojos, como si hubiesen sido inyectados con sangre en ese momento.
—Bien — su voz chillona molestaba mis oídos — ayer me enseñaste un juego, así que vamos a ponerlo en práctica — sonrió, mostrándome sus afilados dientes — se llama ‘hagamos llorar al niño…’
Sentí como sus uñas se encajaban en mi torso, quise gritar, pero no pude, era como si algo me lo impidiera.
—No te esfuerces — rió — no voy a dejarte hacer ruido, eso podría alertar a los demás que morirán esta noche y no queremos problemas.
Un nuevo movimiento de su mano y mi cuerpo fue herido una vez más.
—¿Te duele? — preguntó al inclinarse hacia mí.
—Sí… — respondí con dificultad.
—Eso significa que estamos jugando bien — sentenció con frialdad, antes de morder mi cuello.
El dolor era tan fuerte, que consiguió hacerme llorar — no… deten… te… — pedí en medio de mi desesperación.
—No — mordió mi oreja — no puedo detenerme… al contrario… ya es hora de terminar…
Se alejó de nuevo y encajó las garras en mi abdomen, abriéndolo sin cuidado; lentamente, todo se oscureció a mí alrededor y sentí, que mi vida se escapaba.
- - - - -
El pequeño ser empezó a sacar las entrañas de su víctima y con sus manos las restregaba contra su cuerpo, enfocándose en humedecer su melena con el líquido carmesí que salía a borbotones.
—¡Sí! — gimió — esto es delicioso…
Bebió algo de sangre con ansiedad luego, observo como los latidos del corazón empezaban a disminuir.
—Está muriendo — anunció — empiecen…
Sus cuatro compañeros, se acercaron a la cama, de un salto subieron al colchón y cada uno mordió una extremidad; de inmediato, estas se cubrieron de un halo tenue, era el espíritu de Alfonso, que estaba siendo absorbido por esas extrañas criaturas.
El que estaba sentado sobre su cuerpo, seguía comiendo piel, vísceras y huesos, además de enfocarse en cubrir su cuerpo con sangre, especialmente su cabello, que rápidamente empezó a cambiar de color, tomando un rojo intenso y brillante.
Para ellos, el momento de su alimento era importante, pues para poder acabar, asimilando los nutrientes y energía, tardaban casi una hora, por lo que no podían moverse de su lugar. Así, pasó el tiempo y estaban por terminar, pero a pesar de que se encontraban concentrados en alimentarse, se pusieron en alerta cuando escucharon un ruido en el exterior.
—¿Qué es eso? — preguntó uno en un gruñido, pues su voz parecía tener dificultades para salir de su garganta.
—No lo sé — el pelirrojo fijó su mirada en la puerta, justo antes de que esta se abriera de golpe.
—¡Alfonso! — Derek entró de inmediato, sorprendiendo a las cinco criaturas.
El pelinegro traía un traje completo, de color negro con rojo y en sus manos portaba unas dagas que estaban manchadas de un líquido verdoso; al ver la escena se quedó horrorizado, de ver los restos de su amigo en la cama. El que estaba aún sobre el cuerpo inerte, lo miró con desdén.
—Supongo que fuiste tú el que le dio el amuleto — el ojirrojo sonrió divertido y lamió sus dedos — como ves, no sirvió de nada.
En ese instante un par de personas se pusieron tras el recién llegado, con el mismo traje, pero la diferencia, era que no mostraban sus rostros.
—‘Chaneques’ — musitó uno tras el ojiverde — pero ¿qué es el otro? — su voz sonaba consternada.
—‘Red cap’ — respondió Derek con ira, pues él no conocía a los cuatro que rodeaban al pelirrojo, pero su especialidad eran los seres nocturnos europeos, principalmente de Inglaterra y Escocia.
—Son ‘cazadores’ — sentenció el pelirrojo y observó a sus compañeros — vayan por ellos.
Derek corrió hacia enfrente, esquivando a las cuatro criaturas que iban hacia él, dejándolos sorprendidos por su agilidad y rapidez; mientras los seres observaban al pelinegro, por detrás de ellos, los que acompañaban al ojiverde se aceraron para atacarlos, casi con la misma agilidad, pero aunque uno salió herido, los otros se defendieron con sus garras y soltando chillidos para pedir ayuda y alertar a los demás en la mansión.
Derek llegó hasta la cama, atacando directamente al pequeño ser de cabello rojo que estaba cubierto de sangre, quien lo esquivó con suma facilidad, dando un salto, cayendo al lado contrario de la cama, caminando con sus cuatro extremidades para alejarse un poco; sus ojos observaban al otro con suspicacia y parecía burlarse.
—Me subestimas, ‘cazador’ — sonrió mostrando sus afilados dientes — pero aunque ya me alimenté, creo que puedo comer un bocado más, si se trata de ti.
Sin dudar, de un salto se abalanzó sobre el pelinegro, quien con la misma rapidez, sujetó un botecito de su cinturón y lo lanzó contra el grotesco ser; cuando el cristal se rompió contra la piel pálida, un polvo amarillo lo cubrió, consiguiendo que el pelirrojo cayera al piso de inmediato, retorciéndose de dolor.
—No — Derek lo miró con rabia — tú me subestimas — sentenció — tengo experiencia con los de tu clase…
El ojiverde se acercó al ser monstruoso que estaba en el piso, intentando clavarle la daga en el cuerpo, aunque éste la esquivó en el último momento, llevándose la herida en su mano, pero el alarido que soltó, retumbó en la habitación, antes de alejarse lo más rápido que le fue posible, de su enemigo.
—¿Te dolió? — Derek sacudió su daga en el aire, limpiándola de la sangre oscura que quedó en la hoja — ya sé que con tus amigos, mis dagas no son completamente efectivas, pero contigo es diferente.
—¡Vas a pagar!
El pelirrojo abrió la boca, soltando un alarido, un chillido más que un grito; los demás cazadores, enfrascados en su pelea con las otras criaturas, tuvieron que detenerse un momento, para cubrir sus oídos, algo que los seres oscuros aprovecharon para atacarlos, aunque no con tanta fuerza como al principio, por eso no pudieron hacerles suficiente daño antes de que se recuperaran de aturdimiento. Derek por su parte hizo un gesto de molestia y apretó las dagas en sus manos, pero se mantuvo firme, resistiendo ese sonido con total entereza.
—¿Crees que es suficiente? — preguntó el ojiverde de manera retadora — me he enfrentado a seres que realmente pueden matar con sus gritos, eso para mí, no es nada.
—Eso no fue para matarte, cazador — el pelirrojo se subió a la cabecera de la cama — eso fue para llamar a mis ayudantes…
—¿Tus ayudantes? — la sonrisa del pelinegro no se hizo esperar — tu ‘muñeca’, los humanos y los demás pequeños seres que te ayudaban a seguir esta farsa, están entretenidos con mis compañeros — anunció — estás solo, ‘red cap’.
Los ojos rojos observaban como ya solo quedaban dos de los cuatro ‘chaneques’ que lo habían acompañado esa noche y en poco tiempo quedaría solo, pues los cazadores no se detendrían hasta eliminarlos; también comprendió que nadie iría en su ayuda, pues con la puerta abierta y desde el lugar donde estaba, podía ver el largo pasillo, observando como sus siervos humanos y otros seres oscuros, caían y morían en manos de sus enemigos.
Había sido un ataque feroz y completamente sincronizado, casi una emboscada, esperando el momento justo para enfrentarlos, mientras se alimentaban.
Mientras el pelirrojo seguía asombrado, observando todo, Derek subió a la cama de un salto, evitando tocar el cuerpo de su amigo e intentó herir directamente en el torso al pequeño ser; el ojirrojo reacciono y solo se llevó un ligero corte con la punta de una de las dagas, aun así eso sirvió para lastimarlo más de lo que hubiera esperado, por lo que al caer, lo hizo de mala manera, golpeando todo su cuerpo contra el piso.
—Maldito… — musitó con debilidad, intentando ponerse de pie.
El último ‘chaneque’ con vida, lo buscó con la mirada y le pidió ayuda, estirando a mano hacia él y haciendo un sonido lastimero, pero no recibió respuesta, pues una nube oscura cubrió al pelirrojo y desapareció, justo antes de que el pelinegro cayera sobre él, para clavarle las dagas.
—¡No! — Derek se levantó de inmediato — ¡pudo escapar! — gritó con molestia lanzando las dagas al piso, incrustándolas en el granito sin dificultad, debido a su filo.
Sus compañeros se aprovecharon el desconcierto del último ser que quedaba vivo y lo eliminaron sin problema; segundos después, uno de ellos se acercó al ojiverde, respiraba agitado, pues había sido una lucha larga, pero ya había acabado.
—¿Qué pasó? — indagó — ¿por qué no lo ayudo? — preguntó confundido — los ‘chaneques’ siempre se ayudan unos a otros, por eso es muy difícil acabar con ellos.
—Porque ese que se fue, era un ‘red cap’ — siseó el otro — ellos son solitarios, viven en ruinas de castillos, justo como este — señaló a su alrededor — protegen el lugar de intrusos y no permiten que nadie se acerque a sus dominios, así que no, ellos no se arriesgarían por otro, a menos que sea su maestro — suspiró y se inclinó por sus armas — pero cuando salen de su tierra, se aprovechan de otros seres nocturnos más débiles, haciéndolos trabajar por ellos, más solo son peones en su juego — limpió las hojas de sus dagas en el pantalón que portaba y luego las envainó — escapó al ver que no tenía oportunidad — apretó sus puños — probablemente, tiene otro lugar seguro a dónde ir, aunque pensé que no podría escapar debido a su herida, pero acababa de alimentarse, así que era más fuerte que en cualquier otro momento… realmente lo subestimé.
Derek respiró profundamente y se acercó a la cama, viendo los restos de su amigo; apretó los parpados y rechinó los dientes. Había tratado de evitar eso, pero no pudo hacerlo.
—Debí advertirle — dijo con pesadez.
—Sabes que está prohibido — anunció otro cazador, que llegaba en ese momento — intentaste protegerlo y él no te hizo caso, es todo lo que podías hacer.
A pesar de esas palabras, la muerte de Alfonso, lo hacía sentir culpable.
—Su padre está vivo — dijo el otro hombre — pero sigue bajo la influencia de esa cosa.
—Me imagino — el ojiverde suspiró — ‘Red Cap’ seguramente lo ocupaba para algo más y por eso su ‘muñeca’ lo estaba manipulando…
—Eres el único que sabe cómo trabaja esa clase de duendes, necesitamos que nos ayudes.
—Lo sé, señor — el pelinegro pasó la mano por su cabello — vamos, es mejor que hable de una vez con él…
- - - - -
A varios kilómetros de ahí, al otro lado de la gran ciudad, a orillas de las faldas de otra montaña, una nube oscura apareció en los límites de una lujosa colonia. Los guardias se pusieron en alerta, al ver esa extraña formación que se arremolinaba, antes de dar paso a una figura pequeña, de cabello rojo, que se quejó al quedar contra el suelo.
—Asilo… — dijo con debilidad — por favor… díganle a su consejo… que pido asilo… soy Robh ‘red cap’…
Los guardias voltearon a verse entre sí y uno de ellos miró con indiferencia a la criatura, después, fue a una caseta y tomó el teléfono, tecleando un número, esperando la respuesta.
- - - - -
En una gran habitación, decorada con cosas del antiguo Egipto, un hombre de cabello rubio, velaba el sueño de un niño; sus ojos purpuras repasaban las letras de un antiguo compendio, que tardó algunos años en conseguir de modo legal y sin usar ninguna de sus habilidades, así que, aprovechaba su tiempo libre, aprendiendo del mismo, mientras el menor reposaba.
Desde el día anterior, se estaba encargando en persona del cuidado de Chisise, pues el padre del niño, tuvo que salir a hablar con otros de su raza, para reanudar lo del compromiso de su cachorro y no podía confiar en nadie, más que en su mejor amigo, para el cuidado de su más grande tesoro.
Unos golpeteos en la puerta, le hicieron levantar el rostro, observando inquisitivamente a la mujer que entraba, con el teléfono en mano.
—Señor… — dijo ella en un murmullo, para no perturbar el sueño del niño — llaman de la caseta principal — anunció sin levantar la mirada ante el hombre, pues le tenía incluso más miedo que a su propio amo.
El rubio hizo un gesto de molestia, cerró el libro de golpe y extendió la mano, para recibir el objeto.
—¿Sí? — dijo con frialdad.
—Señor Von Kaiser — la voz del otro lado se escuchó algo temerosa — disculpe que lo moleste, pero, un ser extraño apareció de la nada pidiendo asilo y usted es el único del consejo, que se encuentra en la colonia en este momento.
—¿Dijo su nombre o raza?
—Sí señor, dijo que era Robh ‘red cap’.
El rubio entrecerró los ojos el hizo un gesto de molestia — iré en un momento, no lo dejen pasar hasta que hable con él.
Colgó y se puso de pie, dejando el libro en su sillón y le entregó el teléfono a la mujer que aún estaba ahí, esperando indicaciones; se acercó a la cama, se inclinó y besó el cabello negro con suavidad.
—Vuelvo, ‘cachorro’ — anunció en un murmullo para el niño y después se irguió, para dirigirse a la mujer — quédate con Chisise — ordenó — regresaré en unos minutos y quiero verlo exactamente como lo estoy dejando — dijo con lentitud — así que más vale que no te alejes de su lado, ¿entendido?
—Sí, señor.
Se alejó de la cama y salió de la habitación; al cerrar la puerta, una nube purpura lo envolvió y su cuerpo desapareció de ahí.
- - - - -
Los guardias se mantenían alerta, pues el ser que había aparecido estaba intentando cruzar la barrera que había, pero no podía a menos de que uno de ellos le permitiera el paso y debido a que no lo hacían, de la boca de ese hombrecillo, salían improperios cuando la barrera lo repelía, lanzándolo lejos, al intentar ingresar a la fuerza.
—¡Déjenme entrar, malditos humanos! — exigió de rodillas, con la mano que tenía sana, cubriendo su pecho, pues seguía sangrando y la otra no le respondía.
—¡Vaya! — la voz gruesa de alguien se escuchó — creí que el duende venía pidiendo asilo, no exigiéndolo.
Una nube purpura apareció a lo alto de la entrada y lentamente el rubio tomó forma, descendiendo con suma lentitud, como si flotara, hasta que sus pies tocaron el piso; los guardias bajaron la mirada de inmediato.
El pelirrojo tembló al ver la imponente figura frente a él — Vin… cent… — dijo en un murmullo, era obvio que era a quien menos esperaba.
El hombre que había hablado por teléfono se acercó, poniendo una rodilla en el piso — señor — dijo con rapidez — como dijo, no le hemos permitido el paso.
—Bien… veamos que tenemos aquí — puso las manos tras su espalda y caminó hacia el pequeño pelirrojo que se había encogido en su lugar — Robh ‘red cap’ — dijo el nombre con desprecio, mientras lo rodeaba — la última vez que supe de ti, habías convencido a unos pobres duendes de este país para que te ayudaran a formar un… ¿cómo lo denominaste en aquel entonces? — preguntó al viento y acercó una mano a su rostro, pasando sus largos dedos por la barbilla — ah, sí — sonrió — un ‘imperio’ — levantó una ceja — por lo que supe, hace decadas te hiciste con un gran terreno, gastaste una exorbitante cantidad de energía para construir un castillo, imitando tu antiguo hogar y tenías a duendes, humanos y una ‘muñeca’ bajo tus órdenes, con los cuales te hiciste de una gran fortuna — aseguró — aunque claro, esta debía ser repuesta cada cierto tiempo, por eso buscabas hombres adinerados a quienes embaucar, matabas a sus hijos y tu muñeca conseguía que ellos te ‘adoptaran’, para que te heredaran todo, cuando morían en trágicos accidentes… interesante…
—¿Cómo…?
—¿Cómo lo sé? — Vincent sonrió — yo sé muchas cosas, más de las que te puedes imaginar, pues me gusta investigar, el conocimiento es mi más grande debilidad — aseguró con orgullo — además, haciendo las preguntas indicadas, obtienes las respuestas adecuadas… por eso, quiero saber qué ocurrió hoy, dime ¿por qué estás aquí, solo, pidiendo asilo y en tan mal estado?
—Cazadores… — respondió el pelirrojo bajando el rostro — atacaron mi castillo, mataron a todos, tenían a un cazador europeo — anunció — sabía de mí, de mis debilidades — se excusó — pudo herirme con muy poco — mostro su pecho lastimado y la mano que colgaba de su brazo parecía a punto de desprenderse — yo… aunque intenté ayudar a los otros, no pude hacer nada, así que tuve que huir…
“Cazadores” esa simple palabra puso en alerta al rubio, tenía mucho que no sabía de cazadores, al menos no en esa ciudad.
—¡Idiota! — dijo con ira — sabía que tus estúpidas actividades en algún momento pondrían al descubierto a los seres nocturnos en esta ciudad — siseó.
—No sé qué ocurrió — aseguró el duendecillo — investigábamos a todos y ese extranjero solo estaba de visita, además no mostró señas de ser cazador… no hasta hoy…
—Por supuesto que no — negó el mayor — al principio, seguramente interactuó con seres que no conocía y su ignorancia fue su mejor arma, porque fue lo que le ayudó a pasar desapercibido ante los que te seguían.
—Vincent… — el duende levantó el rostro — necesito alojamiento, necesito recuperarme y volver a recuperar mi territorio… necesito nuevos aliados y si tú me ayudas, con tu gente — sonrió mostrando sus dientes afilados — podríamos eliminar a todos los cazadores…
El rubio levantó una ceja ante esas palabras y empezó a reír con fuerza, consiguiendo que no solo a los guardias se les erizara la piel, sino al pequeño ser de cabello rojo.
—¿Ayudarte? — preguntó el rubio sin borrar la sonrisa de sus labios — ¿crees que ayudaría a un maldito traidor que abandona a sus aliados a su suerte?
Los ojos rojos se abrieron con sorpresa ante esas palabras.
—La habilidad de leer la mente es una excelente herramienta, ¿no lo crees? — dijo con sorna, consiguiendo que el duende negara con lentitud — así es, Robh, puedo ver en tu mente lo que realmente ocurrió — levantó el rostro con altivez — y lo que ahora piensas es, “no sabía que Vincent podía leer la mente, estoy perdido” — dijo con frialdad — pocos lo saben — tomó un tinte pedante — por eso solo lo hago cuando es necesario… y hoy lo es…
—Pero… Vincent… necesito ayuda…
El gesto del otro se volvió frio y serio — ¿piensas que dejaré que entres a mi territorio, cuando tienes a un grupo de cazadores buscándote y además, uno de ellos es europeo? — respiró profundamente — muchos de los que viven aquí, son extranjeros también, porque así pasan desapercibidos con mayor facilidad para los cazadores de este país y aquellos que no lo son, toman todas las precauciones para no meter a los demás en problemas — dijo con seguridad — así que no pienso permitir que una basura como tú, traiga dificultades a nuestro hogar, solo por ser un maldito imbécil.
—Vin…
—¡Tú no mereces mi ayuda! — gruñó el rubio — no la mereces, justo como los otros duendes no la merecieron de ti — sonrió — así que, olvídate de obtener asilo en este lugar.
El pelirrojo apretó los parpados, se encontraba solo y sin tener a alguien que le cubriera la espalda, en ese deplorable estado en el que estaba, podría morir o peor, ser hallado por los cazadores; pero sabía que no haría cambiar de opinión al otro.
—Está bien… — musitó — me iré — anunció, intentando ponerse de pie.
—¿Irte? — el rubio levantó una ceja — yo no dije que podrías irte.
Esas palabras confundieron al pequeño ser — pero… dijiste que no me darás asilo — comentó confundido.
—Sí, lo dije — asintió — pero tampoco puedo dejar que te vayas — sonrió y estiró el brazo hacia enfrente, con la palma señalando a su visitante — te convertiste en un problema, Robh, pero es bueno saber que para mí, eres un simple inconveniente que eliminaré en este momento, antes de que puedas ocasionarme verdaderas dificultades.
El pelirrojo se asustó, pero de inmediato puso la mano en su cabeza, gritando con dolor; su brazo lastimado, también fue a colocarse sobre su cabello, mientras los alaridos aumentaban de intensidad. Su cabeza empezó a crecer, sus ojos fueron expulsados de sus cuencas, mientras que la lengua se inflamó, todo, momentos antes de que su cráneo estallara y su cerebro se esparciera por todo el asfalto, junto con la sangre. El cuerpo quedó tendido, aun sacudiéndose sobre el charco de sangre y el cabello, aun en trozos de cuero cabelludo, rápidamente empezó a cambiar de color, pasando de rojo carmín, a un castaño oscuro y lentamente a un blanco opaco.
Vincent soltó el aire por la boca y dio media vuelta, volviendo al acceso — limpien el desastre y desháganse del cuerpo, ya saben a dónde llevarlo — ordenó — mantengan los protocolos de seguridad, nada ni nadie entra, sin que un inquilino de su autorización y por sobre todo, estén alerta — entrecerró los ojos — los cazadores buscarán al duende y no quisiera que dieran con este lugar, sin que estemos preparados — anunció — les avisaré a todos los habitantes, para que no bajen la guardia y en cuanto los demás del consejo lleguen, pondremos más reglas…
—Sí, señor — dijo el líder de los que estaban ahí.
El rubio dio unos pasos hacia adentro de los límites de la colonia y después, empezó a subir unas escaleras invisibles, antes de envolverse en un manto oscuro, para desaparecer del lugar.
—Ya escucharon al señor Von Kaiser, debemos limpiar la basura.
- - - - -
Vincent volvió a la mansión Ekramy, pero antes de entrar a la habitación de Chisise, se puso en contacto con todos los inquilinos de la colonia.
«Deben tener cuidado, hay cazadores activos en la ciudad, eviten llamar la atención…»
Un anuncio simple, que sabía todos recibirían y actuarían de acuerdo a esa indicación; finalmente acomodó su cabello e ingresó a la recamara, observando como la joven que había dejado, estaba cerca de la orilla de la cama, ayudando al menor a beber agua.
—‘Cachorro’ — el rubio se acercó de inmediato — ¿estás bien?
—Amm Vincent… — musitó el niño, con sus ojos entrecerrados.
—La fiebre volvió — anunció la mujer con miedo a que el otro la regañara, por estar tocando al pelinegro — y el joven quería un poco de agua.
—Está bien… — Vincent se sentó en la orilla de la cama y sujetó a Chisise, ayudándolo a beber más líquido — trae paños fríos — ordenó para la mujer, quien de inmediato se alejó.
—Tranquilo, ‘cachorro’ — sonrió — es normal, tu cuerpo está en pleno proceso de cambio.
—Baba… ¿dónde…? — preguntó en un débil murmullo, mientras sus ojos azules se cerraban con pesadez.
—Tu padre volverá en unos días — respondió el mayor — no te preocupes…
Pero el niño no lo escuchó, había vuelto a dormir, por lo que el rubio lo recostó en la cama de nuevo, esperando que le llevaran lo que había pedido. Acarició la mejilla del menor y suspiró.
—Todo estará bien, Chisise — sonrió — haré de esta ciudad, la más segura para nosotros y así, no solo tú, sino todos los que deseen, podrán tener a sus ‘cachorros’ — sentenció — me encargaré de esos cazadores, como de todos los demás y también, conseguiré la propiedad de ese duende, para que todos los que dependen de mí, tengan otro lugar donde poder ser libres…
- - - - -
Faltaba poco para amanecer, cuando los cazadores terminaron de hacerse cargo de todas las criaturas que encontraron en el castillo. Derek estaba sentado en la escalinata principal, los codos estaban en sus rodillas y su cabeza estaba recargada sobre sus manos entrelazadas; de entre sus dedos, pendía el dije que le había dado a su amigo y sus ojos verdes observaban el movimiento que tenía, debido al viento. Se sentía sumamente molesto y frustrado por lo que había ocurrido. Se había escapado el ser al cual podía haberle hecho frente, los otros duendes, aunque pudo matar uno, eran completamente distintos a lo que él conocía y por lo tanto, sus armas y herramientas no funcionaban; sus demás compañeros hicieron todo el trabajo sucio, mientras él solo pudo sacar de su trance a los pocos sujetos que estaban con vida.
—Derek…
La voz de un hombre lo sacó de sus pensamientos y le hizo levantar la mirada; el hombre de cabello negro, con canas a los lados de su cabeza, se sentó a su lado y le palmeó un hombro.
—Hiciste un buen trabajo, muchacho — anunció
—No lo creo, señor De la Cueva — musitó el ojiverde — se escapó el ‘red cap’, no pude enfrentarme a los duendes de su país y además… — guardó silencio un momento, observando el dije en su mano, mientras algunos recuerdos llegaban a su mente — mi mejor amigo murió, sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo.
—Nos avisaste de lo que ocurría aquí — comentó el hombre — muchos de nosotros, no tomamos tantos riesgos — sonrió con tristeza — este lugar tenía muchos años en operación y nadie supo de su existencia, hasta que tú llegaste…
—Fue solo un golpe de suerte — el pelinegro le restó importancia, pues sabía que si había llegado ahí, era por sus fetiches de antes de ser cazador.
—Sé que para ti, es difícil enfrentarte a los seres nocturnos de nuestro país — la voz del otro sonaba cansada — pero tienes habilidades que te hacen ser un buen cazador — dijo con seriedad — es por eso que, me gustaría que te quedaras un tiempo, así aprenderías un poco de las criaturas que son desconocidas para ti y además, podrías ayudarnos en caso de que haya criaturas extranjeras… como la que encontramos esta noche.
Derek suspiró, golpeó su barbilla con el puño y miró a su compañero de soslayo — realmente, me gustaría quedarme — anunció — quiero matar a ese ‘red cap’ que escapó, por lo que le hizo a mi amigo — rechinó sus dientes — pero para eso, necesito permiso de mi superior y si sabe que es por venganza, seguramente me lo negará.
Francisco de la Cueva sonrió — no te preocupes, tú no tienes que decir nada, yo solicitaré que te quedes un tiempo aquí…
—¿De verdad? — los ojos verdes se abrieron con sorpresa.
—Por supuesto, sé lo que se siente desear acabar con esos monstruos, después de que te quitan a alguien querido — cerró los parpados unos segundos y luego le dedicó una mirada amistosa al otro — pero además, mi hijo desea que lo entrenes para enfrentarse a las criaturas que tú conoces y seguramente, mi compañero, líder de la ‘guardia de las sombras’ en Inglaterra, nos permitirá tenerte aquí, por un tiempo…
El pelinegro sonrió — será un placer ayudarlo a usted y a los demás cazadores, especialmente a su hijo…
—De acuerdo — el canoso se puso de pie — voy a hablar con tu jefe directo, en este momento…
Derek se puso de pie también — señor — interrumpió antes de que se alejara — ¿qué va a pasar con este lugar? — preguntó curioso — seguramente el ‘red cap’ intentará recuperarlo.
—Este lugar será puesto a la venta — suspiró el hombre — tú sabes que a pesar de todo, dependemos de lo que digan los gobiernos y ellos quieren vender esta zona, para obtener dinero.
—Pero eso también podría atraer otros monstruos o criaturas nocturnas — objetó el pelinegro.
—Lo sé, por eso algunos de nosotros se quedarán aquí, para investigar a los interesados.
—Quiero estar aquí — pidió el pelinegro en un tono serio, no permitiría que se lo negaran, pues el duende podría volver y él quería esperarlo.
Francisco suspiró — de acuerdo — sonrió — en cuanto se ponga a la venta, te pondré en contacto con los de bienes raíces, para que estés al tanto de los compradores, junto con uno de los míos — especificó — así, en caso de que sea monstruo extranjero, tú lo notarás, mientras que si es uno de aquí, nosotros lo tendremos cubierto.
—Gracias…
El hombre hizo un ademán con la cabeza y se alejó, mientras Derek observaba como el sol ya despuntaba al alba.
«Voy a encontrarte y acabaré contigo de la manera más dolorosa que puedas imaginar…» prometió mentalmente y apretó el dije en su mano «voy a hacerte pagar por lo que le hiciste a Alfonso…»
* * *
Glosario: (Palabras usadas en esta historia que posiblemente no se entiendan o no signifiquen lo mismo en otros países)
*Amm: en árabe, 'Amm' se le dice a un tío por parte de padre.
*Red cap: es un duende vampírico que habita los límites entre Inglaterra y Escocia. En el universo de Ojou, los duendecillos de este tipo, usan su cabello como recolector de sangre, no una gorra como es la creencia popular; cuando acaba de comer, su cabello se vuelve de un tono rojo intenso y mientras pasa el tiempo, su cabello toma un tono castaño rojizo, porque pierde lentamente su poder y es cuando debe volver a alimentarse.
*Chaneque: duende mexicano, que puede ser benévolo o malévolo (puede ser tanto hembra como macho).
*Muñeca: Hace referencia a una clase de ‘marioneta viviente’ o ‘muñeca/o maldita/o’ que cumple ordenes de quien la crea o le da vida.
*Amm: en árabe, 'Amm' se le dice a un tío por parte de padre.
*Red cap: es un duende vampírico que habita los límites entre Inglaterra y Escocia. En el universo de Ojou, los duendecillos de este tipo, usan su cabello como recolector de sangre, no una gorra como es la creencia popular; cuando acaba de comer, su cabello se vuelve de un tono rojo intenso y mientras pasa el tiempo, su cabello toma un tono castaño rojizo, porque pierde lentamente su poder y es cuando debe volver a alimentarse.
*Chaneque: duende mexicano, que puede ser benévolo o malévolo (puede ser tanto hembra como macho).
*Muñeca: Hace referencia a una clase de ‘marioneta viviente’ o ‘muñeca/o maldita/o’ que cumple ordenes de quien la crea o le da vida.
Despedida:
Esta historia tuvo meses en stand by, pues aunque quería publicar la historia de los ‘anubis’, el sr Osito me metió la espinita de crear un cazador, después de que en una pequeña campaña de vampiro, iba a aparecer un cazador, en el cual me interesé mucho, pero esa roleada no siguió, así que, preferí simplemente crear el mío y quise que saliera antes de los anubis, ¿por qué? Pues porque quiero que estos cazadores empiecen a salir en mis demás historias.
La publiqué el mes pasado en patreon (si no estoy mal, el ultimo día XD) pues quería publicar aquí también en septiembre, pero no me fue posible y luego me retrasé casi dos semanas, porque no había hecho el dibujo para la portada, pero bueno, ya quedó.
Espero hayan disfrutado esta historia y que pronto pueda traerles un poco más de esta saga.
Nos leemos!
Esta historia tuvo meses en stand by, pues aunque quería publicar la historia de los ‘anubis’, el sr Osito me metió la espinita de crear un cazador, después de que en una pequeña campaña de vampiro, iba a aparecer un cazador, en el cual me interesé mucho, pero esa roleada no siguió, así que, preferí simplemente crear el mío y quise que saliera antes de los anubis, ¿por qué? Pues porque quiero que estos cazadores empiecen a salir en mis demás historias.
La publiqué el mes pasado en patreon (si no estoy mal, el ultimo día XD) pues quería publicar aquí también en septiembre, pero no me fue posible y luego me retrasé casi dos semanas, porque no había hecho el dibujo para la portada, pero bueno, ya quedó.
Espero hayan disfrutado esta historia y que pronto pueda traerles un poco más de esta saga.
Nos leemos!
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