Extra III
Era media mañana, cuando Erick estaba pintando en el kiosco del jardín, mientras sus cachorros estaban dormidos en sus pequeñas cunas mecedoras portátiles. Tobi, Jack, Nila, Luna, Pirata y Rain, estaban echados a los lados de los bebés; parecían dormitar, pero en realidad, se mantenían en alerta; durante un mes, se habían acostumbrado a que, en cuanto escuchaban que los bebés se movían o hacían algún sonido, se incorporaban de inmediato, alertando a su dueño.
—Hoy es un día demasiado tranquilo — dijo Agustín, bostezando desde la banca dónde estaba recostado, con su Alien bebé, dormido sobre su pecho.
—Sí, lo es — sonrió Erick, desde su lugar —, ¿estás aburrido?
—Un poco, ¿usted no? — preguntó con rapidez el otro.
—Agus, recuerda que ahora no eres mi guardaespaldas — suspiró el ojiazul —, ya no debes tratarme de “usted”.
Agustín hizo un mohín — es la costumbre…
—Ya se te quitará, espero — sonrió Erick —, pero respondiendo a tu pregunta, no estoy aburrido, pero quizá debamos hacer algo más que solo quedarnos en casa… ¿qué tal si vamos al parque central y llevamos a los bebés y a los niños?
—¡Esa es una buena idea! — Agustín se incorporó, sujetando a su hijo con cuidado — pero, hay que avisar.
Erick suspiró — sí, ya sé…
Miró hacia un lado del kiosco; a unos metros, había un grupo de guardaespaldas, cuidándolo a él, a los bebés y vigilando también a Agustín. Si antes no los dejaban ir a ningún lado a solas, con la llegada de los bebés, la vigilancia era el doble.
—Creo que Alex exagera, pero, nada se puede hacer…
—¿Usted cree que el señor De León exagera? — preguntó Agustín con sarcasmo —, exagerado Julián, que mis propios compañeros de empleo, ahora tiene que vigilarme también…
—Bueno, Alejandro lo disculpa, diciendo que ahora no estás trabajando.
—Tengo un año sabático, pero sigo siendo su compañero — dijo con seriedad.
Erick sonrió — ellos piensan diferente — se alzó de hombros —, en fin, le marcaré a Marisela, a ver si ella también quiere salir de paseo con su bebé.
—¿Llamo a las nanas?
Erick dudó — no, creo que puedo encargarme de mis hijos yo solo — le guiñó un ojo —, solo pide que preparen el vehículo grande y que suban las carriolas, las pañaleras… en fin, todo lo que podamos ocupar.
—De acuerdo…
Agustín dejo a su hijo en otra mecedora y fue a hablar con sus compañeros, mientras Erick se hincó de lado de sus hijos, justo donde estaba la manta que había usado para jugar con ellos antes de que tomaran su siesta; los observó con amor y les hizo caricias en las mejillas y la barbilla, solo roces, para no despertarlos.
—¡Son tan lindos! — dijo con emoción y luego miró a sus otros hijos — ustedes también — susurró —, pero ahora, estos cachorros necesitan más de mi… lo saben, ¿verdad?
Después de hacerle cariños a sus mascotas, sujetó su celular y le marcó a Marisela, para ponerse de acuerdo con ella. Sabía que debía avisarle también a Alejandro si iba a salir, pero en esa ocasión, decidió no hacerlo.
—De todos modos, papá se enterará — sonrió con diversión — y si tanto quiere vernos y estar al pendiente — hizo una mueca maliciosa —, que deje su trabajo y vaya a buscarnos, ¿no lo creen?
Despedida: Bien, eso es todo, ahora si, espero que hayan disfrutado de esta historia, lamento no haberla publicado antes, pero ya saben como he andado. Ojalá pudiera hacer los dibujos, pero no les puedo prometer nada.
Cuidense, un beso y nos leemos!
Cuidense, un beso y nos leemos!
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